Cjbandolero
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Una invitación de Javi a su prima Alba y su marido deparará una noche llena de deseo y morbo. (Este relato ha sido generado con IA incluida la imagen y corregido algunos detalles a mano)
Capítulo 1: La Invitación
Carlos observaba a su esposa desde el umbral de la puerta del baño, donde Alba se arreglaba frente al espejo. Aquella noche, sus rizos oscuros y rebeldes caían en cascada sobre sus hombros desnudos, llevaba puesta una camiseta de tirantes ajustada que destacaba el escote generoso que siempre había fascinado a Carlos. Acompañaba su atuendo con unos pantalones cortos que se ceñían a sus caderas, dejando al descubierto sus piernas bien formadas. El conjunto era informal, pero enormemente seductor. Alba sabía perfectamente el efecto que causaba en los hombres y, como siempre, había elegido su atuendo con un toque de coquetería y picardía.
Carlos no podía dejar de admirarla. Aquella noche, algo en Alba parecía irradiar más confianza que de costumbre, como si fuera consciente del poder que ejercía sobre quienes la rodeaban, incluido él. Mientras se aplicaba un toque de perfume en el cuello, Carlos decidió lanzar un comentario que llevaba tiempo en su mente.
—Estás espectacular, cariño —dijo con una voz que intentaba ser casual, pero en la que había una tensión apenas disimulada.
Alba sonrió a través del espejo, su mirada brillante como siempre.
—Gracias, mi amor. Esta noche quiero estar a la altura. Hace tiempo que no vemos a Javi y sus amigos, y siempre es divertido pasar tiempo con ellos.
Carlos asintió, pero no pudo evitar que su mente divagara hacia territorios oscuros y excitantes. Javi, el primo de Alba, siempre había sido alguien especial en su vida. Aunque entre ellos nunca había habido más que una sólida amistad, Carlos había notado la química latente que existía entre los dos. Era una chispa que se percibía en la forma en que se miraban, en las bromas que compartían. Hasta entonces, aquello había sido motivo de celos para Carlos, pero en los últimos tiempos, esos celos habían comenzado a transformarse en otra cosa. Carlos no podía dejar de imaginar lo que podría suceder si ese coqueteo se llevase al siguiente nivel.
Alba, ajena a los pensamientos que cruzaban la mente de su marido, se giró hacia él, colocando su mano en la cintura de Carlos mientras lo miraba a los ojos.
—¿Qué estás pensando? —preguntó ella, medio en broma, pero con un destello de curiosidad en la mirada.
Carlos vaciló un momento antes de responder.
—Solo pensaba en lo hermosa que te ves esta noche —dijo él, acercándola un poco más—. Y lo afortunado que soy de que seas mi esposa.
Alba sonrió con calidez, pero algo en la intensidad de la mirada de Carlos hizo que su sonrisa se desvaneciera un poco, cambiando a una expresión más seria, casi interrogante. Se quedó en silencio por un momento, buscando en los ojos de Carlos alguna pista sobre lo que estaba pasando por su mente, pero antes de que pudiera decir algo más, él se inclinó y la besó suavemente en los labios, cerrando la conversación de una manera que la dejó con una mezcla de satisfacción y confusión.
Mientras se dirigían hacia el coche, Carlos se permitió observar a Alba una vez más, admirando cómo la camiseta se ceñía a sus curvas, acentuando el escote, y cómo los pantalones cortos dibujaban perfectamente cada contorno de su cuerpo. La noche estaba cálida y agradable, perfecta para una barbacoa en casa de Javi, y Carlos se sentía extrañamente expectante.
La casa de Javi, una construcción moderna con un jardín amplio, ya estaba llena de gente cuando llegaron. Javi los recibió con una sonrisa amplia y un abrazo fuerte para Alba.
—¡Prima, estás guapísima! —exclamó, sus ojos descendieron por el escote de Alba durante un segundo más de lo habitual.
—Gracias, Javi —respondió Alba con una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor. Carlos, que estaba justo detrás, no pudo evitar notar cómo Javi le echaba una mirada rápida al escote de Alba, un gesto que le produjo un escalofrío de emoción y celos mezclados.
—Y tú, Carlos, siempre tan formal —bromeó Javi, dándole una palmada en la espalda—. Vamos, que la noche es joven.
El jardín estaba iluminado con luces tenues, y el aroma de la carne asada llenaba el aire. Los amigos de Javi ya estaban allí: Marta, una morena con la que Javi tenía una relación complicada; David, un tipo atractivo y encantador con un aire despreocupado; y Paula, la vecina de Javi, reservada pero con una mirada que parecía captar todos los detalles. Todos ellos saludaron al matrimonio con la familiaridad que se espera de personas que han compartido varias noches similares, con copas de vino en mano y risas fáciles.
A medida que la noche avanzaba, Carlos se encontró disfrutando de la velada, pero no podía evitar que su atención se desviara continuamente hacia Alba y Javi. Observaba cómo Javi le ofrecía una copa, cómo le sonreía, y cómo Alba, con una coquetería natural, respondía con un gesto de agradecimiento. Carlos, que intentaba no parecer demasiado atento, descubrió varias veces a Javi dirigiendo su mirada, como de manera involuntaria, hacia el escote de Alba. Era algo sutil, casi imperceptible, pero Carlos lo notaba cada vez, y sentía una mezcla de emociones que le quemaba el estómago: atracción, deseo, y la excitación inconfesable de ver a su esposa despertar ese tipo de interés en otro hombre.
El alcohol empezó a relajar el ambiente, y las conversaciones se volvieron más ligeras y atrevidas. Carlos sintió que el mundo a su alrededor se desdibujaba un poco, permitiéndole concentrarse en sus propias fantasías. Cerró los ojos un segundo, imaginando cómo sería si Javi cruzara la línea de la amistad, cómo sería si Alba lo dejara entrar en esa parte de su vida que hasta ahora había sido solo suya.
En medio de sus pensamientos, un estallido de risa lo hizo volver al presente. Alba estaba en el centro de la atención, contando una anécdota divertida de sus días de universidad, mientras los demás la escuchaban con interés. Javi no apartaba la vista de ella, y Carlos se percató de que su primo no solo miraba, sino que también sonreía de una manera que dejaba claro lo mucho que estaba disfrutando de la compañía de Alba.
—¿Estás bien, amor? —la voz de Alba lo sacó de su ensoñación. Ella lo miraba con una mezcla de ternura y curiosidad.
—Sí, sí. Solo pensaba en lo mucho que me gusta verte disfrutar —respondió Carlos, un poco más honesto de lo que había planeado.
Alba sonrió y le dio un beso en la mejilla, mientras él sentía su corazón latir con fuerza. Lo que Carlos no se había dado cuenta es que Alba había empezado a captar las miradas furtivas de Javi, las atenciones que, aunque sutiles, no pasaban desapercibidas para ella. Y, en lo más profundo de su ser, comenzaba a despertar una curiosidad que no sabía cómo manejar.
La velada continuó con una naturalidad engañosa. La música, el murmullo de las conversaciones y las risas llenaban el aire, pero bajo la superficie, había una tensión creciente que los tres principales protagonistas podían sentir. Carlos intentaba mantener la compostura, pero por dentro, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que podría suceder. Javi, por su parte, comenzaba a sentir que algo en la dinámica entre ellos había cambiado, que la proximidad de Carlos a Alba no era la misma de siempre, como si estuviera invitándolo, retándolo quizás.
Alba, mientras tanto, disfrutaba de la atención que estaba recibiendo. No podía evitar sentir un cosquilleo de excitación cuando sorprendía a Javi mirándola de esa manera, y la forma en que Carlos la observaba también añadía una capa de complejidad a sus emociones. Sabía que su esposo la estaba estudiando, evaluando cada movimiento, cada mirada, y esa sensación de estar bajo la atenta vigilancia de los dos hombres la hacía sentirse poderosa y deseada.
El ambiente estaba cargado de promesas no dichas, y Carlos no podía esperar a ver hasta dónde los llevaría aquella noche. Por primera vez, sentía que sus fantasías podían hacerse realidad, y eso lo asustaba y lo excitaba al mismo tiempo.
Cuando la conversación derivó hacia lo que la noche aún podría deparar, Carlos supo que el juego apenas comenzaba, y que aquella invitación, aparentemente inocente, podría ser el principio de algo que cambiaría sus vidas para siempre.
Continuará…
Capítulo 1: La Invitación
Carlos observaba a su esposa desde el umbral de la puerta del baño, donde Alba se arreglaba frente al espejo. Aquella noche, sus rizos oscuros y rebeldes caían en cascada sobre sus hombros desnudos, llevaba puesta una camiseta de tirantes ajustada que destacaba el escote generoso que siempre había fascinado a Carlos. Acompañaba su atuendo con unos pantalones cortos que se ceñían a sus caderas, dejando al descubierto sus piernas bien formadas. El conjunto era informal, pero enormemente seductor. Alba sabía perfectamente el efecto que causaba en los hombres y, como siempre, había elegido su atuendo con un toque de coquetería y picardía.
Carlos no podía dejar de admirarla. Aquella noche, algo en Alba parecía irradiar más confianza que de costumbre, como si fuera consciente del poder que ejercía sobre quienes la rodeaban, incluido él. Mientras se aplicaba un toque de perfume en el cuello, Carlos decidió lanzar un comentario que llevaba tiempo en su mente.
—Estás espectacular, cariño —dijo con una voz que intentaba ser casual, pero en la que había una tensión apenas disimulada.
Alba sonrió a través del espejo, su mirada brillante como siempre.
—Gracias, mi amor. Esta noche quiero estar a la altura. Hace tiempo que no vemos a Javi y sus amigos, y siempre es divertido pasar tiempo con ellos.
Carlos asintió, pero no pudo evitar que su mente divagara hacia territorios oscuros y excitantes. Javi, el primo de Alba, siempre había sido alguien especial en su vida. Aunque entre ellos nunca había habido más que una sólida amistad, Carlos había notado la química latente que existía entre los dos. Era una chispa que se percibía en la forma en que se miraban, en las bromas que compartían. Hasta entonces, aquello había sido motivo de celos para Carlos, pero en los últimos tiempos, esos celos habían comenzado a transformarse en otra cosa. Carlos no podía dejar de imaginar lo que podría suceder si ese coqueteo se llevase al siguiente nivel.
Alba, ajena a los pensamientos que cruzaban la mente de su marido, se giró hacia él, colocando su mano en la cintura de Carlos mientras lo miraba a los ojos.
—¿Qué estás pensando? —preguntó ella, medio en broma, pero con un destello de curiosidad en la mirada.
Carlos vaciló un momento antes de responder.
—Solo pensaba en lo hermosa que te ves esta noche —dijo él, acercándola un poco más—. Y lo afortunado que soy de que seas mi esposa.
Alba sonrió con calidez, pero algo en la intensidad de la mirada de Carlos hizo que su sonrisa se desvaneciera un poco, cambiando a una expresión más seria, casi interrogante. Se quedó en silencio por un momento, buscando en los ojos de Carlos alguna pista sobre lo que estaba pasando por su mente, pero antes de que pudiera decir algo más, él se inclinó y la besó suavemente en los labios, cerrando la conversación de una manera que la dejó con una mezcla de satisfacción y confusión.
Mientras se dirigían hacia el coche, Carlos se permitió observar a Alba una vez más, admirando cómo la camiseta se ceñía a sus curvas, acentuando el escote, y cómo los pantalones cortos dibujaban perfectamente cada contorno de su cuerpo. La noche estaba cálida y agradable, perfecta para una barbacoa en casa de Javi, y Carlos se sentía extrañamente expectante.
La casa de Javi, una construcción moderna con un jardín amplio, ya estaba llena de gente cuando llegaron. Javi los recibió con una sonrisa amplia y un abrazo fuerte para Alba.
—¡Prima, estás guapísima! —exclamó, sus ojos descendieron por el escote de Alba durante un segundo más de lo habitual.
—Gracias, Javi —respondió Alba con una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor. Carlos, que estaba justo detrás, no pudo evitar notar cómo Javi le echaba una mirada rápida al escote de Alba, un gesto que le produjo un escalofrío de emoción y celos mezclados.
—Y tú, Carlos, siempre tan formal —bromeó Javi, dándole una palmada en la espalda—. Vamos, que la noche es joven.
El jardín estaba iluminado con luces tenues, y el aroma de la carne asada llenaba el aire. Los amigos de Javi ya estaban allí: Marta, una morena con la que Javi tenía una relación complicada; David, un tipo atractivo y encantador con un aire despreocupado; y Paula, la vecina de Javi, reservada pero con una mirada que parecía captar todos los detalles. Todos ellos saludaron al matrimonio con la familiaridad que se espera de personas que han compartido varias noches similares, con copas de vino en mano y risas fáciles.
A medida que la noche avanzaba, Carlos se encontró disfrutando de la velada, pero no podía evitar que su atención se desviara continuamente hacia Alba y Javi. Observaba cómo Javi le ofrecía una copa, cómo le sonreía, y cómo Alba, con una coquetería natural, respondía con un gesto de agradecimiento. Carlos, que intentaba no parecer demasiado atento, descubrió varias veces a Javi dirigiendo su mirada, como de manera involuntaria, hacia el escote de Alba. Era algo sutil, casi imperceptible, pero Carlos lo notaba cada vez, y sentía una mezcla de emociones que le quemaba el estómago: atracción, deseo, y la excitación inconfesable de ver a su esposa despertar ese tipo de interés en otro hombre.
El alcohol empezó a relajar el ambiente, y las conversaciones se volvieron más ligeras y atrevidas. Carlos sintió que el mundo a su alrededor se desdibujaba un poco, permitiéndole concentrarse en sus propias fantasías. Cerró los ojos un segundo, imaginando cómo sería si Javi cruzara la línea de la amistad, cómo sería si Alba lo dejara entrar en esa parte de su vida que hasta ahora había sido solo suya.
En medio de sus pensamientos, un estallido de risa lo hizo volver al presente. Alba estaba en el centro de la atención, contando una anécdota divertida de sus días de universidad, mientras los demás la escuchaban con interés. Javi no apartaba la vista de ella, y Carlos se percató de que su primo no solo miraba, sino que también sonreía de una manera que dejaba claro lo mucho que estaba disfrutando de la compañía de Alba.
—¿Estás bien, amor? —la voz de Alba lo sacó de su ensoñación. Ella lo miraba con una mezcla de ternura y curiosidad.
—Sí, sí. Solo pensaba en lo mucho que me gusta verte disfrutar —respondió Carlos, un poco más honesto de lo que había planeado.
Alba sonrió y le dio un beso en la mejilla, mientras él sentía su corazón latir con fuerza. Lo que Carlos no se había dado cuenta es que Alba había empezado a captar las miradas furtivas de Javi, las atenciones que, aunque sutiles, no pasaban desapercibidas para ella. Y, en lo más profundo de su ser, comenzaba a despertar una curiosidad que no sabía cómo manejar.
La velada continuó con una naturalidad engañosa. La música, el murmullo de las conversaciones y las risas llenaban el aire, pero bajo la superficie, había una tensión creciente que los tres principales protagonistas podían sentir. Carlos intentaba mantener la compostura, pero por dentro, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que podría suceder. Javi, por su parte, comenzaba a sentir que algo en la dinámica entre ellos había cambiado, que la proximidad de Carlos a Alba no era la misma de siempre, como si estuviera invitándolo, retándolo quizás.
Alba, mientras tanto, disfrutaba de la atención que estaba recibiendo. No podía evitar sentir un cosquilleo de excitación cuando sorprendía a Javi mirándola de esa manera, y la forma en que Carlos la observaba también añadía una capa de complejidad a sus emociones. Sabía que su esposo la estaba estudiando, evaluando cada movimiento, cada mirada, y esa sensación de estar bajo la atenta vigilancia de los dos hombres la hacía sentirse poderosa y deseada.
El ambiente estaba cargado de promesas no dichas, y Carlos no podía esperar a ver hasta dónde los llevaría aquella noche. Por primera vez, sentía que sus fantasías podían hacerse realidad, y eso lo asustaba y lo excitaba al mismo tiempo.
Cuando la conversación derivó hacia lo que la noche aún podría deparar, Carlos supo que el juego apenas comenzaba, y que aquella invitación, aparentemente inocente, podría ser el principio de algo que cambiaría sus vidas para siempre.
Continuará…
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