Una barbacoa en el jardín.

Cjbandolero

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Una invitación de Javi a su prima Alba y su marido deparará una noche llena de deseo y morbo. (Este relato ha sido generado con IA incluida la imagen y corregido algunos detalles a mano)


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Capítulo 1: La Invitación


Carlos observaba a su esposa desde el umbral de la puerta del baño, donde Alba se arreglaba frente al espejo. Aquella noche, sus rizos oscuros y rebeldes caían en cascada sobre sus hombros desnudos, llevaba puesta una camiseta de tirantes ajustada que destacaba el escote generoso que siempre había fascinado a Carlos. Acompañaba su atuendo con unos pantalones cortos que se ceñían a sus caderas, dejando al descubierto sus piernas bien formadas. El conjunto era informal, pero enormemente seductor. Alba sabía perfectamente el efecto que causaba en los hombres y, como siempre, había elegido su atuendo con un toque de coquetería y picardía.



Carlos no podía dejar de admirarla. Aquella noche, algo en Alba parecía irradiar más confianza que de costumbre, como si fuera consciente del poder que ejercía sobre quienes la rodeaban, incluido él. Mientras se aplicaba un toque de perfume en el cuello, Carlos decidió lanzar un comentario que llevaba tiempo en su mente.


—Estás espectacular, cariño —dijo con una voz que intentaba ser casual, pero en la que había una tensión apenas disimulada.


Alba sonrió a través del espejo, su mirada brillante como siempre.


—Gracias, mi amor. Esta noche quiero estar a la altura. Hace tiempo que no vemos a Javi y sus amigos, y siempre es divertido pasar tiempo con ellos.


Carlos asintió, pero no pudo evitar que su mente divagara hacia territorios oscuros y excitantes. Javi, el primo de Alba, siempre había sido alguien especial en su vida. Aunque entre ellos nunca había habido más que una sólida amistad, Carlos había notado la química latente que existía entre los dos. Era una chispa que se percibía en la forma en que se miraban, en las bromas que compartían. Hasta entonces, aquello había sido motivo de celos para Carlos, pero en los últimos tiempos, esos celos habían comenzado a transformarse en otra cosa. Carlos no podía dejar de imaginar lo que podría suceder si ese coqueteo se llevase al siguiente nivel.


Alba, ajena a los pensamientos que cruzaban la mente de su marido, se giró hacia él, colocando su mano en la cintura de Carlos mientras lo miraba a los ojos.

—¿Qué estás pensando? —preguntó ella, medio en broma, pero con un destello de curiosidad en la mirada.

Carlos vaciló un momento antes de responder.

—Solo pensaba en lo hermosa que te ves esta noche —dijo él, acercándola un poco más—. Y lo afortunado que soy de que seas mi esposa.


Alba sonrió con calidez, pero algo en la intensidad de la mirada de Carlos hizo que su sonrisa se desvaneciera un poco, cambiando a una expresión más seria, casi interrogante. Se quedó en silencio por un momento, buscando en los ojos de Carlos alguna pista sobre lo que estaba pasando por su mente, pero antes de que pudiera decir algo más, él se inclinó y la besó suavemente en los labios, cerrando la conversación de una manera que la dejó con una mezcla de satisfacción y confusión.



Mientras se dirigían hacia el coche, Carlos se permitió observar a Alba una vez más, admirando cómo la camiseta se ceñía a sus curvas, acentuando el escote, y cómo los pantalones cortos dibujaban perfectamente cada contorno de su cuerpo. La noche estaba cálida y agradable, perfecta para una barbacoa en casa de Javi, y Carlos se sentía extrañamente expectante.



La casa de Javi, una construcción moderna con un jardín amplio, ya estaba llena de gente cuando llegaron. Javi los recibió con una sonrisa amplia y un abrazo fuerte para Alba.


—¡Prima, estás guapísima! —exclamó, sus ojos descendieron por el escote de Alba durante un segundo más de lo habitual.


—Gracias, Javi —respondió Alba con una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor. Carlos, que estaba justo detrás, no pudo evitar notar cómo Javi le echaba una mirada rápida al escote de Alba, un gesto que le produjo un escalofrío de emoción y celos mezclados.


—Y tú, Carlos, siempre tan formal —bromeó Javi, dándole una palmada en la espalda—. Vamos, que la noche es joven.



El jardín estaba iluminado con luces tenues, y el aroma de la carne asada llenaba el aire. Los amigos de Javi ya estaban allí: Marta, una morena con la que Javi tenía una relación complicada; David, un tipo atractivo y encantador con un aire despreocupado; y Paula, la vecina de Javi, reservada pero con una mirada que parecía captar todos los detalles. Todos ellos saludaron al matrimonio con la familiaridad que se espera de personas que han compartido varias noches similares, con copas de vino en mano y risas fáciles.



A medida que la noche avanzaba, Carlos se encontró disfrutando de la velada, pero no podía evitar que su atención se desviara continuamente hacia Alba y Javi. Observaba cómo Javi le ofrecía una copa, cómo le sonreía, y cómo Alba, con una coquetería natural, respondía con un gesto de agradecimiento. Carlos, que intentaba no parecer demasiado atento, descubrió varias veces a Javi dirigiendo su mirada, como de manera involuntaria, hacia el escote de Alba. Era algo sutil, casi imperceptible, pero Carlos lo notaba cada vez, y sentía una mezcla de emociones que le quemaba el estómago: atracción, deseo, y la excitación inconfesable de ver a su esposa despertar ese tipo de interés en otro hombre.



El alcohol empezó a relajar el ambiente, y las conversaciones se volvieron más ligeras y atrevidas. Carlos sintió que el mundo a su alrededor se desdibujaba un poco, permitiéndole concentrarse en sus propias fantasías. Cerró los ojos un segundo, imaginando cómo sería si Javi cruzara la línea de la amistad, cómo sería si Alba lo dejara entrar en esa parte de su vida que hasta ahora había sido solo suya.



En medio de sus pensamientos, un estallido de risa lo hizo volver al presente. Alba estaba en el centro de la atención, contando una anécdota divertida de sus días de universidad, mientras los demás la escuchaban con interés. Javi no apartaba la vista de ella, y Carlos se percató de que su primo no solo miraba, sino que también sonreía de una manera que dejaba claro lo mucho que estaba disfrutando de la compañía de Alba.


—¿Estás bien, amor? —la voz de Alba lo sacó de su ensoñación. Ella lo miraba con una mezcla de ternura y curiosidad.


—Sí, sí. Solo pensaba en lo mucho que me gusta verte disfrutar —respondió Carlos, un poco más honesto de lo que había planeado.



Alba sonrió y le dio un beso en la mejilla, mientras él sentía su corazón latir con fuerza. Lo que Carlos no se había dado cuenta es que Alba había empezado a captar las miradas furtivas de Javi, las atenciones que, aunque sutiles, no pasaban desapercibidas para ella. Y, en lo más profundo de su ser, comenzaba a despertar una curiosidad que no sabía cómo manejar.



La velada continuó con una naturalidad engañosa. La música, el murmullo de las conversaciones y las risas llenaban el aire, pero bajo la superficie, había una tensión creciente que los tres principales protagonistas podían sentir. Carlos intentaba mantener la compostura, pero por dentro, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que podría suceder. Javi, por su parte, comenzaba a sentir que algo en la dinámica entre ellos había cambiado, que la proximidad de Carlos a Alba no era la misma de siempre, como si estuviera invitándolo, retándolo quizás.



Alba, mientras tanto, disfrutaba de la atención que estaba recibiendo. No podía evitar sentir un cosquilleo de excitación cuando sorprendía a Javi mirándola de esa manera, y la forma en que Carlos la observaba también añadía una capa de complejidad a sus emociones. Sabía que su esposo la estaba estudiando, evaluando cada movimiento, cada mirada, y esa sensación de estar bajo la atenta vigilancia de los dos hombres la hacía sentirse poderosa y deseada.

El ambiente estaba cargado de promesas no dichas, y Carlos no podía esperar a ver hasta dónde los llevaría aquella noche. Por primera vez, sentía que sus fantasías podían hacerse realidad, y eso lo asustaba y lo excitaba al mismo tiempo.


Cuando la conversación derivó hacia lo que la noche aún podría deparar, Carlos supo que el juego apenas comenzaba, y que aquella invitación, aparentemente inocente, podría ser el principio de algo que cambiaría sus vidas para siempre.

Continuará…
 
Última edición:
Cuando hay complicidad, es divertido estos juegos, aunque el riesgo es latente.
 
Una invitación de Javi a su prima Alba y su marido deparará una noche llena de deseo y morbo. (Este relato ha sido generado con IA incluida la imagen y corregido algunos detalles a mano)


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Capítulo 1: La Invitación


Carlos observaba a su esposa desde el umbral de la puerta del baño, donde Alba se arreglaba frente al espejo. Aquella noche, sus rizos oscuros y rebeldes caían en cascada sobre sus hombros desnudos, llevaba puesta una camiseta de tirantes ajustada que destacaba el escote generoso que siempre había fascinado a Carlos. Acompañaba su atuendo con unos pantalones cortos que se ceñían a sus caderas, dejando al descubierto sus piernas bien formadas. El conjunto era informal, pero enormemente seductor. Alba sabía perfectamente el efecto que causaba en los hombres y, como siempre, había elegido su atuendo con un toque de coquetería y picardía.



Carlos no podía dejar de admirarla. Aquella noche, algo en Alba parecía irradiar más confianza que de costumbre, como si fuera consciente del poder que ejercía sobre quienes la rodeaban, incluido él. Mientras se aplicaba un toque de perfume en el cuello, Carlos decidió lanzar un comentario que llevaba tiempo en su mente.


—Estás espectacular, cariño —dijo con una voz que intentaba ser casual, pero en la que había una tensión apenas disimulada.


Alba sonrió a través del espejo, su mirada brillante como siempre.


—Gracias, mi amor. Esta noche quiero estar a la altura. Hace tiempo que no vemos a Javi y sus amigos, y siempre es divertido pasar tiempo con ellos.


Carlos asintió, pero no pudo evitar que su mente divagara hacia territorios oscuros y excitantes. Javi, el primo de Alba, siempre había sido alguien especial en su vida. Aunque entre ellos nunca había habido más que una sólida amistad, Carlos había notado la química latente que existía entre los dos. Era una chispa que se percibía en la forma en que se miraban, en las bromas que compartían. Hasta entonces, aquello había sido motivo de celos para Carlos, pero en los últimos tiempos, esos celos habían comenzado a transformarse en otra cosa. Carlos no podía dejar de imaginar lo que podría suceder si ese coqueteo se llevase al siguiente nivel.


Alba, ajena a los pensamientos que cruzaban la mente de su marido, se giró hacia él, colocando su mano en la cintura de Carlos mientras lo miraba a los ojos.

—¿Qué estás pensando? —preguntó ella, medio en broma, pero con un destello de curiosidad en la mirada.

Carlos vaciló un momento antes de responder.

—Solo pensaba en lo hermosa que te ves esta noche —dijo él, acercándola un poco más—. Y lo afortunado que soy de que seas mi esposa.


Alba sonrió con calidez, pero algo en la intensidad de la mirada de Carlos hizo que su sonrisa se desvaneciera un poco, cambiando a una expresión más seria, casi interrogante. Se quedó en silencio por un momento, buscando en los ojos de Carlos alguna pista sobre lo que estaba pasando por su mente, pero antes de que pudiera decir algo más, él se inclinó y la besó suavemente en los labios, cerrando la conversación de una manera que la dejó con una mezcla de satisfacción y confusión.



Mientras se dirigían hacia el coche, Carlos se permitió observar a Alba una vez más, admirando cómo la camiseta se ceñía a sus curvas, acentuando el escote, y cómo los pantalones cortos dibujaban perfectamente cada contorno de su cuerpo. La noche estaba cálida y agradable, perfecta para una barbacoa en casa de Javi, y Carlos se sentía extrañamente expectante.



La casa de Javi, una construcción moderna con un jardín amplio, ya estaba llena de gente cuando llegaron. Javi los recibió con una sonrisa amplia y un abrazo fuerte para Alba.


—¡Prima, estás guapísima! —exclamó, sus ojos descendieron por el escote de Alba durante un segundo más de lo habitual.


—Gracias, Javi —respondió Alba con una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor. Carlos, que estaba justo detrás, no pudo evitar notar cómo Javi le echaba una mirada rápida al escote de Alba, un gesto que le produjo un escalofrío de emoción y celos mezclados.


—Y tú, Carlos, siempre tan formal —bromeó Javi, dándole una palmada en la espalda—. Vamos, que la noche es joven.



El jardín estaba iluminado con luces tenues, y el aroma de la carne asada llenaba el aire. Los amigos de Javi ya estaban allí: Marta, una morena con la que Javi tenía una relación complicada; David, un tipo atractivo y encantador con un aire despreocupado; y Paula, la vecina de Javi, reservada pero con una mirada que parecía captar todos los detalles. Todos ellos saludaron al matrimonio con la familiaridad que se espera de personas que han compartido varias noches similares, con copas de vino en mano y risas fáciles.



A medida que la noche avanzaba, Carlos se encontró disfrutando de la velada, pero no podía evitar que su atención se desviara continuamente hacia Alba y Javi. Observaba cómo Javi le ofrecía una copa, cómo le sonreía, y cómo Alba, con una coquetería natural, respondía con un gesto de agradecimiento. Carlos, que intentaba no parecer demasiado atento, descubrió varias veces a Javi dirigiendo su mirada, como de manera involuntaria, hacia el escote de Alba. Era algo sutil, casi imperceptible, pero Carlos lo notaba cada vez, y sentía una mezcla de emociones que le quemaba el estómago: atracción, deseo, y la excitación inconfesable de ver a su esposa despertar ese tipo de interés en otro hombre.



El alcohol empezó a relajar el ambiente, y las conversaciones se volvieron más ligeras y atrevidas. Carlos sintió que el mundo a su alrededor se desdibujaba un poco, permitiéndole concentrarse en sus propias fantasías. Cerró los ojos un segundo, imaginando cómo sería si Javi cruzara la línea de la amistad, cómo sería si Alba lo dejara entrar en esa parte de su vida que hasta ahora había sido solo suya.



En medio de sus pensamientos, un estallido de risa lo hizo volver al presente. Alba estaba en el centro de la atención, contando una anécdota divertida de sus días de universidad, mientras los demás la escuchaban con interés. Javi no apartaba la vista de ella, y Carlos se percató de que su primo no solo miraba, sino que también sonreía de una manera que dejaba claro lo mucho que estaba disfrutando de la compañía de Alba.


—¿Estás bien, amor? —la voz de Alba lo sacó de su ensoñación. Ella lo miraba con una mezcla de ternura y curiosidad.


—Sí, sí. Solo pensaba en lo mucho que me gusta verte disfrutar —respondió Carlos, un poco más honesto de lo que había planeado.



Alba sonrió y le dio un beso en la mejilla, mientras él sentía su corazón latir con fuerza. Lo que Carlos no se había dado cuenta es que Alba había empezado a captar las miradas furtivas de Javi, las atenciones que, aunque sutiles, no pasaban desapercibidas para ella. Y, en lo más profundo de su ser, comenzaba a despertar una curiosidad que no sabía cómo manejar.



La velada continuó con una naturalidad engañosa. La música, el murmullo de las conversaciones y las risas llenaban el aire, pero bajo la superficie, había una tensión creciente que los tres principales protagonistas podían sentir. Carlos intentaba mantener la compostura, pero por dentro, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que podría suceder. Javi, por su parte, comenzaba a sentir que algo en la dinámica entre ellos había cambiado, que la proximidad de Carlos a Alba no era la misma de siempre, como si estuviera invitándolo, retándolo quizás.



Alba, mientras tanto, disfrutaba de la atención que estaba recibiendo. No podía evitar sentir un cosquilleo de excitación cuando sorprendía a Javi mirándola de esa manera, y la forma en que Carlos la observaba también añadía una capa de complejidad a sus emociones. Sabía que su esposo la estaba estudiando, evaluando cada movimiento, cada mirada, y esa sensación de estar bajo la atenta vigilancia de los dos hombres la hacía sentirse poderosa y deseada.

El ambiente estaba cargado de promesas no dichas, y Carlos no podía esperar a ver hasta dónde los llevaría aquella noche. Por primera vez, sentía que sus fantasías podían hacerse realidad, y eso lo asustaba y lo excitaba al mismo tiempo.


Cuando la conversación derivó hacia lo que la noche aún podría deparar, Carlos supo que el juego apenas comenzaba, y que aquella invitación, aparentemente inocente, podría ser el principio de algo que cambiaría sus vidas para siempre.

Continuará…
Esta imagen está genial, mucho mejor que la anterior, supongo que la habrás generado diciendo a Dall-e que te genere una "imagen realista", no una "foto".
 
Esta imagen está genial, mucho mejor que la anterior, supongo que la habrás generado diciendo a Dall-e que te genere una "imagen realista", no una "foto".
Así es. No me acuerdo de que aplicación use pero uso mucho una que se llama Seaart y da resultados realistas.
 
Capítulo 2: La Barbacoa



El jardín de Javi estaba decorado con luces tenues y guirnaldas que colgaban entre los árboles, creando una atmósfera cálida y acogedora. El aroma a carne asada se mezclaba con el suave olor a césped recién cortado, mientras el grupo de amigos charlaba y reía en torno a la parrilla. Carlos y Alba se habían acomodado en un rincón, observando el ir y venir de los invitados. Cada uno de ellos tenía su propia energía, su propia dinámica que aportaba algo diferente a la velada.


Marta, la amiga de Javi con quien mantenía una relación casual, era la más extrovertida del grupo. Una morena alta y de mirada intensa, que no tenía reparos en bromear con todos. Llevaba un vestido corto y ajustado, y no pasaba desapercibida. Su relación con Javi era un misterio para la mayoría; lo que estaba claro es que entre ellos había una tensión palpable, una atracción que, aunque aún no se había definido del todo, flotaba en el aire.


David, un compañero de trabajo de Carlos, era el típico “chico malo” que encantaba a todas. De complexión atlética, con tatuajes que asomaban bajo su camiseta, y una actitud despreocupada que contrastaba con la seriedad de Carlos. David disfrutaba del juego de la seducción, y no había llegado a la barbacoa con la intención de pasar desapercibido. Desde el momento en que había visto a Alba, había dejado claro que la encontraba muy atractiva, aunque con un respeto implícito hacia su matrimonio con Carlos.


Paula, la vecina de Javi, era todo lo contrario a Marta. Reservada, de hablar pausado y mirada aguda, parecía disfrutar siendo una espectadora más que una participante activa. No solía intervenir en las conversaciones, pero cuando lo hacía, sus palabras tenían un peso que no se podía ignorar. Era el tipo de persona que captaba todos los detalles, incluso aquellos que los demás preferían no ver. Paula tenía una manera única de observar las interacciones entre los demás, como si estuviera constantemente analizando lo que sucedía a su alrededor, y esta noche no era la excepción.


Carlos se había mantenido cerca de Alba durante la primera parte de la noche, pero a medida que las copas de vino iban vaciándose y las conversaciones se volvían más fluidas, comenzó a relajarse y a dejar que su esposa se moviera con más libertad entre el grupo. Cada vez que Alba hablaba con Javi, Carlos sentía esa chispa de excitación mezclada con celos, una emoción que lo consumía por dentro pero que no podía evitar disfrutar. Observó cómo Javi seguía con la mirada cada movimiento de Alba, cómo su prima sonreía cada vez que él decía algo que le parecía gracioso o interesante. Era evidente que la atracción entre ellos estaba creciendo, y Carlos no pudo evitar preguntarse hasta dónde llegarían.


Las conversaciones empezaron a volverse más íntimas, más atrevidas. Marta, con su habitual desenfado, comenzó a contar anécdotas subidas de tono que provocaban risas y comentarios cómplices. David, siempre dispuesto a seguir la corriente, añadió sus propias historias, cada una más picante que la anterior. Alba se unió a la conversación con naturalidad, sin perder su coquetería habitual, y Carlos, aunque participaba de vez en cuando, prefería quedarse en segundo plano, disfrutando de la escena.


—¿Y si hacemos la noche más interesante? —propuso Javi de repente, con una sonrisa traviesa que captó la atención de todos—. Podríamos jugar a los dardos, pero con una pequeña apuesta.


Marta fue la primera en reaccionar, levantando una ceja con interés.


—¿Qué clase de apuesta tienes en mente? —preguntó, divertida.


—Algo simple —dijo Javi, encogiéndose de hombros—. El que pierda una ronda, tiene que quitarse una prenda. Nada de desnudos completos, solo algo para darle emoción al juego.


Hubo un momento de silencio en el que todos se miraron, sopesando la propuesta. Carlos sintió un cosquilleo recorrerle el cuerpo, una mezcla de anticipación y nerviosismo. Miró a Alba, quien devolvió la mirada con una sonrisa juguetona en los labios.


La propuesta de Javi flotó en el aire durante un instante, mientras todos en el grupo intercambiaban miradas cómplices, valorando la idea. El alcohol había empezado a relajar las inhibiciones, y la noche, cargada de una energía especial, parecía prestarse para aceptar un reto que, de otro modo, podría haberse considerado demasiado atrevido.


Marta fue la primera en reír, soltando una carcajada despreocupada.


—¿Qué, Javi? ¿Quieres que nos quedemos todos medio desnudos? —dijo ella, retadora, mientras se ajustaba el escote del vestido, enfatizando sus propias curvas.


Javi, con su sonrisa característica y una mirada que destilaba picardía, se encogió de hombros.


—No hace falta llegar tan lejos —respondió, lanzando un vistazo rápido hacia Alba antes de continuar—. Pero podríamos hacer una excepción con las chicas… Si pierden, pueden quitarse el sujetador debajo de la camiseta. Solo para mantener el juego interesante.


El comentario provocó una mezcla de reacciones. Marta alzó las cejas, divertida, claramente acostumbrada a los juegos de seducción de Javi. David, por su parte, dejó escapar una risotada, y Carlos notó que Paula, aunque no decía nada, observaba la escena con una curiosidad contenida. Pero fue la reacción de Alba la que realmente captó la atención de Carlos. Ella se mordió ligeramente el labio inferior, como si considerara seriamente la propuesta, y luego lanzó una mirada fugaz a su esposo, buscando su reacción.


Carlos sintió cómo la idea se arraigaba en su mente, despertando una excitación que trató de controlar. Su mente empezó a proyectar imágenes: Alba, quitándose el sujetador con un gesto deliberado, la tensión palpable en el ambiente, los ojos de todos sobre su esposa, observando sus tetas grandes y bien formadas a través de la fina tela de su camiseta. Era una fantasía que había tenido en más de una ocasión, pero verla tan cerca de hacerse realidad lo hizo estremecerse de deseo.


—Bueno, me parece justo —intervino Marta, devolviendo la atención al juego—. Al fin y al cabo, no es más que un poco de diversión, ¿no? —su tono era despreocupado, pero su sonrisa sugería que estaba disfrutando del giro que la noche estaba tomando.


Alba, animada por la aprobación de los demás y sintiendo la adrenalina del momento, sonrió con más confianza. Sabía que sus pechos eran una de las partes de su cuerpo que más llamaban la atención, y aunque no solía mostrarlos demasiado, la idea de hacerlo en ese contexto, bajo la atenta mirada de todos, tenía algo de perversamente liberador. Miró a Carlos una vez más, buscando en su expresión alguna señal de desaprobación, pero lo que encontró fue una chispa de deseo que lo traicionó por completo.


—¿Qué piensas, cariño? —preguntó Alba en voz baja, lo suficientemente cerca de Carlos como para que los demás no pudieran oír—. ¿Te importa si jugamos así?


Carlos tragó saliva, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. Era consciente de que lo que estaba a punto de aceptar cruzaba una línea, pero también sabía que una parte de él lo deseaba intensamente. Pensó en cómo sería ver a Javi, a David, e incluso a Paula, todos con la vista fija en su esposa, sabiendo que cada uno de ellos estaba tan cautivado como él por la sensualidad de Alba.


—No me importa en absoluto —respondió finalmente, su voz más ronca de lo habitual—. De hecho, creo que sería… interesante.


Alba sonrió, satisfecha con la respuesta de Carlos, y se giró hacia los demás, dando su asentimiento tácito. Javi, notando la aprobación de ambos, se frotó las manos con una sonrisa de triunfo.


—¡Perfecto! —exclamó, levantándose para ir a buscar el tablero de dardos—. Esto va a ser más divertido de lo que pensaba.


Mientras Javi preparaba el tablero y organizaba los turnos, Carlos no podía apartar la vista de su esposa. La idea de que Alba pudiera terminar quitándose el sujetador y mostrar sus pechos a todos, aunque solo fuera a través de la tela de su camiseta, lo mantenía en un estado constante de excitación. Era un pensamiento que no lo abandonaba, y mientras se servía otra copa de vino, no pudo evitar imaginar cómo reaccionarían los demás cuando llegara ese momento.


Los jugadores se alinearon, dispuestos a comenzar. Marta lanzó el primer dardo, seguida de David, Paula y Javi, quienes tomaban sus turnos con una mezcla de competitividad y humor. Alba lanzó el suyo con una sonrisa coqueta, pero fue Carlos quien sintió el mayor nerviosismo al tomar el dardo en la mano. Lanzó con más fuerza de la necesaria, y el dardo se clavó en el borde del tablero, lejos de la zona de puntuación.


—¡Vaya, parece que Carlos está un poco nervioso! —bromeó David, provocando las risas del grupo.


Carlos forzó una sonrisa, tratando de mantenerse tranquilo. Pero la verdad era que, con cada turno que pasaba, la tensión se acumulaba. Cada vez que Alba lanzaba, él sentía un nudo en el estómago, sabiendo que estaba un paso más cerca de ver cómo su fantasía se hacía realidad. Javi también parecía especialmente atento a los lanzamientos de Alba, sus ojos observándola con una mezcla de admiración y deseo, lo cual solo añadía combustible al fuego que ardía dentro de Carlos.


Finalmente, llegó el primer momento decisivo. Alba, después de un lanzamiento desafortunado, se quedó en la última posición en aquella ronda. Las miradas se volvieron hacia ella, y una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.


—Parece que me toca a mí —dijo Alba, mientras llevaba las manos a la espalda, como si estuviera a punto de desabrochar su sujetador.


Carlos la miró con los ojos entrecerrados, anticipando cada segundo, mientras Marta soltaba un pequeño silbido de aprobación y Javi no podía apartar la mirada.


Alba, con movimientos lentos y calculados, alcanzó el cierre de su sujetador. El silencio se hizo palpable, cada uno de los presentes contenía la respiración, expectantes. El sonido del cierre deslizándose bajo la camiseta de tirantes fue casi inaudible, pero el impacto que tuvo en Carlos fue ensordecedor. Su corazón latía con fuerza en sus oídos mientras Alba deslizaba una de las tiras del sujetador por su brazo, liberándose lentamente de la prenda, sin quitarse la camiseta.


Finalmente, lo sacó completamente de debajo de la camiseta y lo dejó caer al suelo, en medio de los aplausos y silbidos de los presentes.


—Ahora el juego sí que se pone interesante —dijo Marta, levantando su copa en dirección a Alba.


Javi, por su parte, mantenía su mirada fija en el pecho de Alba, ahora libre de cualquier prenda que pudiera contenerlo. La tela de la camiseta se adhería a su piel, delineando de manera clara sus pechos voluptuosos, que ahora parecían aún más provocativos.


Carlos, que había observado cada segundo con una mezcla de celos y lujuria, sintió que su excitación alcanzaba un nuevo nivel. Saber que todos estaban mirando a Alba de esa manera, que todos se daban cuenta de lo deseable que era su esposa, lo hacía sentirse como si estuviera compartiendo un oscuro secreto con ellos, uno que solo aumentaba la intensidad del momento.


—No te distraigas, Carlos —dijo David, dándole una palmada en la espalda—. Aún tienes que lanzar.


Carlos tomó el dardo con una mano temblorosa, pero su mente estaba en otra parte, perdida en la visión de su esposa, ahora aún más deseable a los ojos de todos los presentes. Lanzó el dardo, sin prestar realmente atención a dónde iba a parar, porque en ese momento, lo único que importaba era la promesa de lo que aquella noche podía traer.


El juego continuó, pero la atención de Carlos estaba completamente en Alba, y en el efecto que estaba causando en los demás. La temperatura de la noche parecía aumentar a medida que el juego se volvía más atrevido y las prendas iban desapareciendo, dejando a todos en un estado de creciente expectación.


Carlos sabía que lo que estaba sucediendo era solo el principio, y mientras observaba a Javi y a los demás seguir mirándola, sintió que la noche aún tenía mucho más que ofrecer.


La noche avanzaba entre risas, copas llenas y prendas que poco a poco iban desapareciendo, dejando al descubierto más piel. La barbacoa había tomado un giro inesperado, transformándose en un juego donde las inhibiciones se diluían con cada lanzamiento de dardo. Carlos no podía quitarle los ojos de encima a Alba. Verla jugar, con sus grandes pechos resaltados bajo la ajustada camiseta de tirantes, lo mantenía en un estado de constante excitación. Pero mientras el juego se hacía más atrevido, sus pensamientos comenzaron a volverse más audaces.


Cada vez que Alba lanzaba un dardo, el grupo se inclinaba hacia adelante, observando con atención. Y cada vez que ella sonreía, ajustándose la camiseta para que sus pechos no se movieran demasiado, Carlos sentía que su deseo aumentaba. Fue entonces cuando una idea se abrió paso en su mente, una que hizo que su corazón latiera con fuerza y sus labios se curvaran en una sonrisa.


Esperó a que Marta lanzara su dardo y fallara, provocando las risas y bromas del grupo. Fue en ese momento cuando decidió intervenir.


—Tengo una propuesta —dijo Carlos, levantando una mano para captar la atención de todos—. Hasta ahora hemos jugado con prendas que no son demasiado reveladoras, pero ¿qué les parece si subimos un poco la apuesta?


Las risas y las conversaciones se apagaron lentamente mientras todos dirigían su atención hacia él. Alba lo miró con curiosidad, pero también con una pizca de nerviosismo. Conocía a su esposo lo suficiente para saber que cuando tenía esa chispa en los ojos, estaba tramando algo atrevido.


—¿Qué tienes en mente, Carlos? —preguntó David, que parecía disfrutar del giro que la noche estaba tomando.


Carlos se tomó un momento para disfrutar del suspenso antes de continuar.


—Propongo que cuando una de las chicas pierda, en lugar de simplemente quitarse una prenda, se quite la camiseta… y muestre sus pechos desnudos. A nosotros solo nos quedan los calzoncillos, es justo ¿no?


El silencio que siguió fue casi palpable. Todos parecían estar procesando la propuesta, considerando las implicaciones. Alba lo miró con incredulidad, sorprendida por lo lejos que Carlos estaba dispuesto a llegar. No podía negar que la idea la hacía sentir expuesta, vulnerable. Pero al mismo tiempo, algo en el tono de su esposo, y en la forma en que todos la miraban con anticipación, despertó una sensación de desafío en su interior.


Marta, siempre la primera en romper el hielo, fue la que soltó una risita antes de hablar.


—Vaya, Carlos, nunca pensé que serías tan atrevido —dijo con una sonrisa, claramente divertida con la idea—. Pero… ¿por qué no? Al fin y al cabo, estamos entre amigos, ¿no?


David, riendo junto a Marta, levantó su copa en un brindis hacia Carlos.


—¡Me parece una excelente idea! —exclamó, chocando su vaso con el de Marta—. Esta noche no para de mejorar.


Paula, quien había estado observando en silencio, levantó una ceja, sorprendida por la propuesta, pero no dijo nada. Su sonrisa reservada sugería que, aunque tal vez no lo expresara tan abiertamente como los demás, no estaba en contra de la idea.


Alba miró a su esposo, todavía dudando. La propuesta la había tomado por sorpresa, pero al ver la forma en que Carlos la miraba, con ese deseo evidente y la confianza de que ella sería el centro de atención, comenzó a considerar la idea. Sabía que todos la mirarían, que sus tetas, grandes y firmes, serían el foco de todas las miradas. Pero también sabía que Carlos estaba disfrutando de la idea tanto como ella lo haría si se atrevía a cruzar esa línea.


—Bueno… —comenzó Alba, con un toque de nerviosismo en su voz, que rápidamente se desvaneció—. Supongo que podríamos intentarlo.


Javi, quien había estado observando la dinámica entre Carlos y Alba con especial interés, no pudo evitar sonreír. Había estado esperando una oportunidad como esta, y ahora que la veía tan cerca, sintió una oleada de deseo recorrer su cuerpo.


—Estoy de acuerdo —dijo Javi, su voz calmada pero cargada de insinuación—. Creo que esto hará el juego mucho más… emocionante.


Carlos sintió un oleaje de excitación al escuchar la aceptación de todos. Esto era exactamente lo que había esperado, y la idea de ver a Alba desnudarse frente a todos, sabiendo que él la había incentivado a hacerlo, lo mantenía al borde. Con una sonrisa que delataba su entusiasmo, asintió y levantó su copa en señal de brindis.


—Entonces, ¡que continúe el juego! —dijo Carlos, sintiéndose más atrevido que nunca.


El ambiente en la terraza cambió de inmediato. La expectativa era palpable mientras todos se preparaban para la próxima ronda. Marta fue la primera en lanzar, y aunque su dardo no dio en el blanco, esta vez nadie hizo demasiados comentarios. Todos estaban demasiado concentrados en lo que estaba por venir.


Alba, sintiendo la tensión en el aire, lanzó su dardo con una mezcla de nerviosismo y anticipación. Pero cuando este se desvió de su objetivo, supo que el momento había llegado. Las miradas de todos se posaron en ella, esperando.


—Parece que me tocó a mí —dijo Alba, con un tono que intentaba ser casual, aunque la aceleración en su pulso la traicionaba.


Se levantó lentamente, sintiendo cómo todos los ojos estaban fijos en ella. Sus manos temblaban ligeramente mientras llevaba las manos al dobladillo de la camiseta de tirantes. Respiró hondo, sabiendo que al deshacerse de esa prenda, se expondría completamente frente a todos.


Con un movimiento lento y deliberado, Alba empezó a levantar la camiseta, revelando gradualmente su piel. Primero su vientre, luego el inicio de sus pechos, hasta que finalmente, con un gesto decidido, se la quitó por completo, dejando que la prenda cayera al suelo. Los tetas de Alba, grandes y perfectas, quedaron al descubierto bajo la luz tenue de la terraza.


El silencio que siguió fue ensordecedor. Todos parecían haberse quedado sin aliento, maravillados por la visión ante ellos. Carlos no podía apartar la mirada, completamente embelesado por la belleza y la audacia de su esposa. Verla así, tan vulnerable y a la vez tan segura, lo llenó de un orgullo y deseo inmensos.


Marta fue la primera en romper el hechizo, aplaudiendo y riendo.


—¡Bravo, Alba! —dijo, claramente impresionada—. Eso sí que es jugar con todo.


Alba, sintiéndose un poco más cómoda, sonrió. Sabía que había cruzado una línea, pero en ese momento, no le importaba. La sensación de tener a todos mirándola con deseo,la hacía sentir poderosa.


Paula falló también y después de un momento de vacilación, decidió seguir el ejemplo de Alba. Con un movimiento rápido, se quitó la camiseta, dejando sus pequeñas pero muy bonitas tetas al descubierto. Aunque más pequeña y reservada que Alba, Paula sabía que su cuerpo también tenía su propio atractivo, y la mirada de admiración en los ojos de los hombres lo confirmaba.


Finalmente, Marta, siempre la más despreocupada del grupo, se quitó el vestido de un solo tirón, quedando completamente desnuda de la cintura para arriba. Sus pechos, firmes y provocativos, se exhibieron con confianza mientras ella sonreía, disfrutando de la atención.


Javi, que había estado esperando este momento, no pudo contenerse más. Su mirada se deslizó de una mujer a otra, deteniéndose en Alba con especial interés. Sabía que esta noche aún tenía mucho por ofrecer, y la visión de su prima desnuda, con sus grandes pechos a la vista de todos, era solo el comienzo.


Carlos, observando la escena, sintió que la noche estaba tomando un camino que jamás había imaginado, pero que siempre había deseado. La barbacoa, que había comenzado como una simple reunión, se estaba convirtiendo en una experiencia única, una que recordaría para siempre.
 
Así es. No me acuerdo de que aplicación use pero uso mucho una que se llama Seaart y da resultados realistas.
¿Te importaría compartir algún prompt que hayas utilizado en SeaArt? La estoy probando y me está gustando más que Dall-e y otras, pero me está costando que me entienda los prompts. Gracias!
 
Capítulo 3: Confesiones y Deseos


La noche había caído completamente, y la terraza de Javi, que antes resonaba con risas y conversaciones animadas, ahora estaba sumida en un silencio cargado de tensión. El juego de dardos había llegado a su fin, las botellas esparcidas por el suelo como vestigios de un atrevimiento que había roto con todas las normas de la decencia. Marta, David y Paula se habían retirado con excusas vagas, incapaces de manejar la mezcla de alcohol, deseo y una curiosidad que se había vuelto demasiado apremiante.


Finalmente, solo quedaron tres personas en la sala: Carlos, Alba y Javi. Los tres compartían una intimidad que había comenzado como un juego y que ahora se extendía como un manto denso y electrizante. La habitación, antes llena de risas y jolgorio, estaba ahora envuelta en un silencio espeso, interrumpido solo por el suave tintineo de los hielos en los vasos y el crujido ocasional de la madera bajo los pies.


Carlos miraba a su esposa desde el otro extremo de la sala. Alba se había acomodado en uno de los sofás, se había vuelto a poner la camiseta de tirantes ajustada que marcaba claramente la forma de sus pechos grandes y firmes, los mismos que todos habían visto desnudos apenas unos minutos antes. Se movía con una naturalidad que Carlos encontraba hipnótica, como si el despojarse de su ropa frente a los demás hubiera revelado una faceta de ella misma que hasta ahora había permanecido oculta.


Javi, por su parte, había tomado asiento más cerca de Alba, como si algo lo atrajera inexorablemente hacia ella. No había podido apartar los ojos de su prima durante toda la noche, y ahora, con la oportunidad de estar a solas, la atracción se había vuelto casi insoportable. El alcohol, que había fluido libremente durante toda la velada, solo servía para magnificar sus deseos, embotando cualquier rastro de autocontrol que pudiera haberle quedado.


La conversación había perdido el tono superficial y ligero que había tenido al principio de la noche. Ahora, cada palabra se cargaba de una doble intención, cada mirada revelaba más de lo que ninguno de ellos estaba dispuesto a admitir en voz alta.


—Alba, te ves… increíble esta noche —dijo Javi, su voz ronca y llena de deseo. Sus ojos vagaron sin disimulo por el cuerpo de ella, deteniéndose en el escote antes de volver a su rostro.


Alba sonrió, saboreando el poder que sentía en ese momento. Nunca antes se había sentido tan observada, tan deseada. La intensidad de la mirada de Javi le hizo sentir un calor creciente que se extendía por su cuerpo.


—Gracias, Javi —respondió, con una sonrisa que no podía ocultar su picardía—. Tú tampoco te ves mal.


Carlos observaba la escena con creciente excitación. Había algo increíblemente erótico en ver a otro hombre desear a su esposa, en saber que Alba era el centro de la atención de Javi, y que ambos estaban disfrutando de esa atención. Las palabras de Javi resonaron en su mente, avivando una fantasía que había ocultado durante mucho tiempo. El silencio se volvió casi insoportable, cargado de promesas no dichas.


Carlos se dio cuenta de que había llegado el momento de abrirse, de compartir un deseo que lo había consumido en secreto. El alcohol le daba la valentía que necesitaba, pero el deseo de ver sus fantasías hechas realidad lo empujaba a hablar. Tomó un trago largo, como preparándose para lo que estaba a punto de decir, y luego miró a Javi directamente a los ojos.


—Hay algo que debo confesarte, Javi —dijo Carlos, su voz baja pero firme—. Esta noche ha sido increíble, pero hay algo más que la haría perfecta.


Javi levantó una ceja, intrigado por el tono serio de Carlos.


—¿Qué es? —preguntó, sin apartar la vista de Alba, que ahora lo observaba con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.


Carlos vaciló un momento, buscando las palabras adecuadas para expresar un deseo tan íntimo y prohibido.


—La idea de ver a Alba con otro hombre… —comenzó, su voz temblando ligeramente por la excitación—, me excita.


El silencio que siguió fue tan pesado que parecía llenar la habitación. Javi parpadeó, sorprendido por la confesión de Carlos, pero también visiblemente intrigado. Alba, que hasta ese momento había disfrutado de la atención, se quedó sin habla por un instante. Su corazón latía con fuerza, mientras su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar. Nunca había imaginado que Carlos pudiera desear algo así, pero el solo hecho de pensarlo hizo que algo se despertara en su interior, una mezcla de confusión, excitación y poder.


—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —preguntó Javi, todavía procesando la confesión, aunque no podía negar que la idea empezaba a resultarle atractiva.


Carlos asintió lentamente, sin apartar la mirada de su esposa. Sabía que este era un momento decisivo, uno que podía cambiar todo entre ellos. Pero más que miedo, sentía una emoción intensa al ver cómo reaccionaban Alba y Javi.


—Sí, estoy seguro —respondió, su voz más firme ahora—. Me excita la idea de ver a Alba disfrutar, de verla ser deseada por alguien más… por ti.


Alba, aunque aún impactada, comenzó a sentir un cosquilleo en la base de su estómago. La idea, tan nueva y radical, empezó a abrirse paso entre sus pensamientos. Miró a Carlos, buscando en su rostro cualquier señal de duda, pero solo encontró deseo. Un deseo que estaba dirigido tanto a ella como a la fantasía que acababa de confesar.


—Esto es… inesperado —dijo Alba, su voz suave, casi temblorosa—. Nunca imaginé que desearías algo así.


Carlos sonrió, y con un tono que mezclaba sinceridad y deseo, añadió:


—No es solo un deseo mío, Alba. Quiero que lo disfrutes, que te sientas deseada, poderosa. Quiero que explores lo que realmente deseas.


La tensión en la habitación se hizo casi insoportable. Javi, visiblemente afectado por lo que acababa de escuchar, comenzó a moverse más cerca de Alba, casi sin darse cuenta. La mirada en sus ojos era de puro deseo, mezclado con una chispa de atrevimiento.


—Si de verdad esto es lo que quieres, Carlos… —dijo Javi lentamente, buscando el consentimiento en los ojos de ambos—. Estoy dispuesto a hacerlo.


Alba sintió cómo una ola de calor la envolvía. La mezcla de alcohol, la confesión de Carlos y la evidente atracción de Javi la dejaban sin aliento. Sabía que estaba a punto de cruzar un límite que nunca había considerado antes, pero también sabía que lo deseaba, aunque no se atreviera a admitirlo en voz alta.


—¿Y tú, Alba? —preguntó Javi, su voz un susurro cargado de promesas—. ¿Qué quieres?


La pregunta quedó en el aire, flotando entre ellos, mientras el ambiente se volvía más y más cargado. Alba sabía que no había marcha atrás. El deseo que la recorría era demasiado fuerte para ser ignorado.


—Quiero… explorar esto —respondió finalmente Alba, su voz firme, pero cargada de una emoción que nunca antes había sentido—. Quiero saber hasta dónde podemos llegar.


Las palabras, aunque simples, fueron suficientes para romper el último vestigio de tensión entre ellos. Javi, sin poder resistir más, se acercó a Alba, acariciando suavemente su rostro, antes de inclinarse hacia ella para besarla. Fue un beso lento, exploratorio, cargado de la emoción del descubrimiento. Alba respondió con igual intensidad, dejándose llevar por el momento, mientras sentía el calor del cuerpo de Javi contra el suyo.


Carlos, observando desde su lugar, sintió una oleada de deseo tan intensa que casi lo mareó. Ver a su esposa entregarse a otro hombre, sabiendo que ambos estaban disfrutando de ello, era la realización de una fantasía que nunca había imaginado ver hecha realidad. Se acercó lentamente, sin interrumpir el beso, observando cómo las manos de Javi comenzaban a deslizarse por el cuerpo de Alba, acariciando su cuerpo con una mezcla de ternura y posesividad.


La conversación que había comenzado como un juego de confesiones había abierto la puerta a algo mucho más profundo, más oscuro y excitante. Lo que había comenzado como una simple barbacoa entre amigos ahora se transformaba en una exploración de deseos y límites, una aventura que los tres estaban dispuestos a explorar juntos.


Y así, bajo el cielo nocturno y las luces tenues de la terraza, las palabras ya no fueron necesarias. Lo que comenzó como un juego terminó en un despliegue de deseos y pasión que ninguno de ellos olvidaría jamás.

Continuará…
 
¿Te importaría compartir algún prompt que hayas utilizado en SeaArt? La estoy probando y me está gustando más que Dall-e y otras, pero me está costando que me entienda los prompts. Gracias!

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Yo lo que hago es decirle al chat con el que hago los relatos que me escriba en inglés un prompt para hacer una imagen con IA y le digo lo que quiero. Esque Seaart entiende mejor los prompt en inglés. Y lo copio, también añado que sea imagen de hiperrealismo y textura 4K. Con eso suele dar buenos resultados, pero a veces se va por las ramas y no hay manera o yo no se conseguir que haga exactamente lo que quiero. De hecho me gusta guardarme en el PC los relatos que hago en PDF y les hago una portada, pues hay una imagen que tengo en mente que no soy capaz de que me lo haga.
 
He encontrado un video en Youtube que explica bastante bien el uso básico de Seaart y le he cogido un poco el truco, sobre todo para reutilizar prompts creados por otros usuarios. Aún así, es verdad que conseguir exactamente lo que quieres es complicado. Me empeño en pedirle una mujer sentada y me da una de pie todo el tiempo... jajaja

Lo único es que ya no es gratuito, hay que pagar aunque hay una suscripción bastante barata. Sigo practicando a ver si llego a algo que valga la pena.
 
Capítulo 4: La Noche Compartida



La habitación de Javi estaba impregnada de una atmósfera cargada de deseo. Alba, recostada en la cama, observaba a Javi mientras él tocaba sus tetas con una intensidad en sus ojos que la hacía temblar de deseo. Sin apartar la mirada, Javi dejó que sus manos acariciaran suavemente su piel, sus dedos trazaban un camino ardiente que la hacía estremecer. Con un movimiento lento, casi reverente, deslizó la camiseta de tirantes por su torso, revelando las tetas de Alba, firmes y generosas, que se liberaron ante él. Los ojos de Javi brillaron con admiración, y su respiración se volvió más pesada al contemplar la voluptuosidad de su prima.


—Siempre te he deseado, Alba —murmuró Javi, su voz ronca y cargada de emoción—. Eres la fantasía más secreta que he tenido, y nunca imaginé que este momento llegaría.


Las palabras de Javi hicieron que Alba sintiera una corriente de excitación recorrer su cuerpo. La idea de haber sido el objeto de los deseos más íntimos de su primo Javi le hizo sentir poderosa, deseada de una manera que nunca antes había experimentado. El calor de la mirada de Javi la envolvía, haciéndola consciente de cada centímetro de su piel, de la forma en que sus pechos se erguían bajo su mirada hambrienta.


Javi no esperó más. Se inclinó sobre ella, y sus labios encontraron los pezones de Alba, que respondieron inmediatamente a su lengua. Alba arqueó la espalda, un gemido suave escapando de sus labios mientras la lengua de Javi jugaba con sus pezones, lamiendo y succionando con un deseo insaciable. Cada caricia, cada beso, encendía una chispa en su interior que se expandía hasta convertirla en fuego puro.


Mientras sus labios se movían por los pechos de Alba, Javi dejó que sus manos descendieran, deslizando lentamente las bragas que aún cubrían su coño húmedo. Alba cerró los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que se apoderaban de ella. Cuando los dedos de Javi finalmente rozaron su coño, no pudo evitar gemir de placer. Con una suavidad que contradecía la intensidad de su deseo, Javi apartó las bragas y se inclinó para besarla allí, su lengua encontró cada rincón de su humedad, explorándola con una maestría que hacía que Alba perdiera toda noción del tiempo y el espacio.


—Javi… —gimió Alba, su voz temblorosa, apenas un susurro. Su cuerpo se estremecía bajo la atención de Javi, cada movimiento de su lengua la acercaba más y más al borde del abismo. Sentía cómo sus piernas temblaban, cómo sus manos se aferraban a las sábanas mientras el placer la arrasaba en oleadas incontrolables.


Javi continuó, sin darle tregua, intensificando sus movimientos hasta que sintió que el orgasmo de Alba estaba cerca. La oyó gemir su nombre, y su cuerpo temblaba incontrolablemente mientras el placer la inundaba, haciéndola alcanzar un clímax que la dejó sin aliento, perdida en una sensación de éxtasis puro.


Mientras Alba trataba de recuperar el aliento, su mirada se encontró con la de Javi, que la observaba con una mezcla de deseo y satisfacción. Sin decir una palabra, Alba se incorporó ligeramente, sus manos se movieron con seguridad hacia la cintura de Javi. Desabrochó sus pantalones y, con un movimiento decidido, se los quitó, dejando expuesta su erección.


Con una sonrisa pícara en sus labios, Alba se puso de rodillas frente a él, con sus manos acariciando suavemente su polla antes de inclinarse para besar su glande. Su lengua jugó con la punta, provocando a Javi con movimientos lentos y calculados antes de comenzar a lamerlo y engullirlo, tomando su longitud en su boca. Los gemidos de Javi llenaron la habitación mientras ella lo hacía, sus manos enredadas en el cabello de Alba, tratando de mantener el control mientras su placer aumentaba.


Sin embargo, Javi no quería correrse ya. Quería más, quería sentirla de una manera que nunca antes había sentido a otra mujer. Así que, con una mezcla de deseo y urgencia, la levantó y la hizo ponerse en la posición de perrito. Alba, sabiendo lo que venía, se arqueó ligeramente, presentándole su trasero generoso mientras Javi se posicionaba detrás de ella. Cuando la penetró, ambos soltaron un gemido de satisfacción. Sentir cómo sus cuerpos se unían, cómo las embestidas de Javi la llenaban completamente, hizo que Alba se sintiera completamente viva, cada embestida enviando olas de placer que la hacían gemir más fuerte, con su cuerpo moviéndose rítmicamente con el suyo.


Los tetas de Alba se balanceaban con cada empuje, balanceándose con un movimiento que sólo intensificaba la escena. Javi se inclinó hacia adelante, agarró una de sus tetas de nuevo, mientras la penetraba con más fuerza, aumentando la intensidad del placer. Alba se aferró a las sábanas, su cuerpo estaba completamente entregado a la pasión del momento, a la fuerza del deseo que los consumía a ambos.


Finalmente, cuando sintieron que estaban a punto de correrse, Javi la hizo girar y la colocó encima de él, deseando verla en su esplendor mientras se movía sobre él. Alba, con una mezcla de deseo y determinación, comenzó a moverse, montando a Javi con movimientos profundos y sensuales que llevaban a ambos al límite. Javi la sujetaba por sus anchas caderas, sus dedos clavándose en su piel mientras ella se movía con una pasión incontrolable, haciendo que cada embestida fuera más profunda, más intensa. Sus labios encontraron sus pechos nuevamente, succionando y mordiendo suavemente mientras ella gemía en éxtasis.


Carlos, desde la silla, observaba todo, completamente extasiado. Ver a su esposa así, tan libre, tan entregada, lo tenía atrapado en un placer voyeurista que nunca había imaginado poder sentir. No podía apartar la mirada, cada movimiento de Alba, cada gemido que escapaba de sus labios, lo llenaba de un placer indescriptible. Su propio cuerpo reaccionaba a la escena, sintiendo cómo su deseo alcanzaba un punto crítico mientras veía a su esposa alcanzar el clímax con Javi.


Finalmente, Alba y Javi se corrieron juntos, sus cuerpos temblando mientras el placer los inundaba por completo. El éxtasis compartido los dejó sin aliento, sus cuerpos colapsando el uno sobre el otro, exhaustos pero profundamente satisfechos. El silencio llenó la habitación, solo interrumpido por sus respiraciones pesadas, mientras trataban de recuperar el aliento y asimilar lo que acababa de suceder. Alba se apartó despacio y tumbada en la cama abierta de piernas les enseñaba su coño enrojecido del que empezaba a salir el semen de Javi, y con un gesto muy sensual ella misma se lo restregaba con los dedos por sus labios y clítorix.


—Ha sido… increíble —murmuró Alba, su voz suave y llena de asombro. —Me excitó tanto la idea de mostrar mis tetas a todos en el jardín… —confesó Alba, sonriendo tímidamente—. Sabía el deseo que despiertan en los hombres, y me gustó que todos las miraran.


Carlos asintió, acercándose a la cama para acariciar suavemente el cabello de Alba.


—Gracias por hacerlo, Alba. —dijo con sinceridad, su voz cargada de emoción—. Me has dado más de lo que nunca podría haber imaginado. Y menudo regalo nos hemos llevado los chicos, que a nosotros también nos ha gustado ver las tetas de Marta y Paula, dijo con una sonrisa en los labios.


Javi, tumbado a un lado, también sonreía, satisfecho con lo que había pasado.


—Esto… ha cambiado todo, ¿verdad? —preguntó, sabiendo que lo que habían compartido los tres no era algo que se pudiera deshacer o ignorar.


—Sí, lo ha hecho —respondió Alba, su voz llena de una nueva seguridad—. Pero no me arrepiento de nada.


El amanecer comenzaba a asomar por las ventanas, sus primeras luces suaves colándose en la habitación. Los tres permanecieron tumbados en la cama, compartiendo una charla tranquila y sincera sobre lo que habían experimentado, sobre cómo se sentían y lo que significaba para ellos. Sabían que la relación entre ellos había cambiado para siempre, pero también sabían que esa noche había revelado una verdad profunda sobre quiénes eran realmente, sobre lo que deseaban y sobre los límites que estaban dispuestos a explorar juntos.

Continuará…
 
Capítulo 5: Reflexiones al Amanecer


La tenue luz del amanecer comenzaba a iluminar la habitación, bañando a los tres en una suavidad dorada que contrastaba con la intensidad de la noche anterior. Alba, aún recostada en la cama junto a Javi, sintió cómo el éxtasis que los había envuelto lentamente daba paso a la realidad. Las emociones que la habían dominado minutos antes se desvanecían, dejando tras de sí una mezcla de satisfacción y confusión.


—Ha estado muy bien, Javi —dijo Alba con una sonrisa cálida, pero un rastro de seriedad asomaba en su voz—. He disfrutado mucho, no voy a mentir. Pero… esto no va a volver a ocurrir.


Javi, que aún la observaba con ojos llenos de deseo satisfecho, se irguió un poco en la cama, sorprendido por sus palabras.


—¿Por qué? —preguntó, aunque en el fondo sabía que la respuesta era inevitable. Había sido una noche única, una explosión de emociones y deseos reprimidos, pero también entendía que no era algo que pudieran repetir sin consecuencias.


Alba lo miró fijamente, su expresión era firme, pero sus ojos brillaban con la sinceridad que siempre había caracterizado su relación con Javi.


—Me he dejado llevar por el alcohol, por la situación… —suspiró, apartando la mirada brevemente—. No me arrepiento, pero tampoco puedo fingir que no sé lo que pasaría si alguien se entera, especialmente en la familia. Sería un problemón, Javi, y no quiero ser la causa de eso. Por favor, te pido que esto quede entre nosotros, que nadie más sepa lo que ocurrió esta noche.


Javi asintió lentamente, comprendiendo el alcance de sus palabras. Sabía que lo que había pasado no era solo un juego, sino un cruce de líneas que podría cambiarlo todo si saliera a la luz. Sin embargo, también sentía un peso de responsabilidad por haberla llevado hasta allí, por haber dejado que sus propios deseos eclipsaran la realidad.


—No te preocupes, Alba —respondió suavemente—. Nadie se va a enterar. Lo que pasó aquí se queda aquí.


Alba sonrió en señal de agradecimiento, y se recostó una vez más sobre la cama, sintiendo que, aunque esa noche había sido una revelación en muchos sentidos, también había llegado a su fin.


Carlos, que había observado la interacción con una mezcla de emociones, se levantó de la silla en la que había permanecido durante la mayor parte de la noche. Se acercó a la cama y, con una suavidad casi reverente, acarició el cabello de Alba.


—Deberíamos irnos a casa —dijo, su voz tranquila, pero cargada de una comprensión que Alba no esperaba—. Es hora de descansar cariño.


La vuelta a casa fue silenciosa, pero no incómoda. Ambos estaban sumidos en sus pensamientos, tratando de procesar lo que había ocurrido, lo que habían sentido, y lo que significaba para ellos como pareja. Cuando finalmente llegaron a su hogar, la familiaridad del lugar los envolvió, dándoles una sensación de seguridad que necesitaban desesperadamente.


Una vez dentro, Alba y Carlos se sentaron en el sofá de la sala, la luz del amanecer filtrándose por las ventanas, llenando la habitación con un resplandor suave. Alba fue la primera en romper el silencio, su voz baja, pero firme.


—Carlos… no sabía que tenías esa fantasía, la de verme con otro hombre —empezó, buscando sus ojos—. ¿Qué sentiste cuando enseñé mis pechos delante de todos? ¿Y cuándo me acosté con Javi? Necesito saberlo.


Carlos la miró, sabiendo que la honestidad era la única opción en ese momento. Tomó una respiración profunda antes de responder.


—Fue… intenso —admitió, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. La idea de verte deseada por otros, de ver cómo los ojos de Javi se encendían al mirarte, me hizo sentir una mezcla de celos y excitación que nunca antes había experimentado. Pero, al mismo tiempo, me di cuenta de lo mucho que te deseo, de lo afortunado que soy de que seas mía.


Alba asintió, procesando sus palabras, sintiendo cómo el peso de lo que había sucedido se asentaba en su mente. Su relación había cambiado, pero no sabía si para bien o para mal.


—¿Y qué sentiste cuando me acosté con Javi? —preguntó, temerosa de la respuesta, pero necesitada de saberlo.


Carlos hizo una pausa, recordando cada momento de la noche anterior, cada emoción que había cruzado por su mente mientras observaba a su esposa entregarse a otro hombre.


—Fue… surrealista. Parte de mí estaba completamente atrapado en la escena, excitado más allá de lo que jamás había imaginado. Pero otra parte de mí… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Otra parte de mí sentía una especie de orgullo, de verte tan poderosa, tan dueña de tu placer. Y, por extraño que parezca, me hizo amarte aún más.


Alba lo miró fijamente, sintiendo una mezcla de alivio y confusión.


—Carlos, no sabía que te sentías así, que tenías esos deseos —murmuró, su voz suave—. Y no sé cómo manejarlo ahora, qué significa para nosotros. Pero quiero que sepas que, aunque disfruté de lo que pasó, también me asustó un poco… la intensidad de todo.


Carlos la rodeó con sus brazos, atrayéndola hacia él en un abrazo cálido y reconfortante.


—Lo sé, Alba —dijo en un susurro—. Yo tampoco sabía cómo me sentiría, pero lo que importa es que estamos juntos en esto. Podemos hablar de lo que pasó, entenderlo, y ver cómo seguimos adelante, sin prisa.


Alba asintió, relajándose en sus brazos, dejando que el cansancio de la noche finalmente la alcanzara. Sabía que tenían un largo camino por recorrer, pero también sabía que, mientras mantuvieran la honestidad y la comunicación entre ellos, podrían superar cualquier cosa.


—Gracias, Carlos —murmuró, sus palabras apenas audibles—. Por entenderme, por no juzgarme.


Carlos besó suavemente su frente, acariciando su espalda en un gesto tranquilizador.


—Siempre, Alba. Esto es solo el principio de algo nuevo para nosotros.


Y así, mientras el sol finalmente se elevaba en el cielo, los dos se quedaron abrazados, listos para enfrentar lo que vendría, sabiendo que, a pesar de los desafíos, su amor seguía siendo lo más importante.


Fin.
 
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