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solo decirte que has actuado como un verdadero Padre y Esposo ellos son pura mentira y basura, pero lo que mas duele es el querer darle el cielo a tu hija y te trate como al mas desconocido,Historia basada en confesiones reales.
TenĂa 18 años cuando conocĂ a Marisol. Durante ese tiempo, yo era un pandillero. Era un miembro desde los trece años y siempre estaba metido en problemas. Marisol era una chica de iglesia. Mi abuela me arrastraba a misa los domingos y cuando la vi, para mĂ fue amor a primera vista. Le pedĂ a mi primo Gael, quien era amigo suyo, que nos presentara, pero Ă©l se negĂł. No querĂa que me metiera con ella. No querĂa "arruinarla". ÂżAlguna vez has conocido a una chica que te impulsa a querer ser mejor persona para poder estar con ella? Esa era ella.
Cuando descubrĂ que iba a la iglesia casi todos los dĂas, pasaba el rato cerca de los escalones hablando con ella. Siempre la acompañaba de ida y vuelta a la iglesia. Ella me hacĂa sentir que no era un desecho. Una cosa llevĂł a la otra y comenzamos a salir, y me sentĂa genial. Durante un año y medio me alejĂ© de la vida de pandillas, obtuve mi certificado del bachillerato, empecĂ© a ir regularmente a la iglesia y pensaba en el futuro, cuando sin quererlo, me volvieron a arrastrar de vuelta.
Estaba en una tienda y me encontrĂ© con alguien con quien solĂa tener problemas. Estaban hablando mal de mĂ y tratĂ© de ignorarlo, les juro que lo intentĂ©. Solo dejĂ© que hablaran y me alejĂ©, pero luego me atacaron por la espalda y perdĂ el control, les di una paliza. Me arrestaron y de repente parecĂa que todo lo que habĂa hecho para mejorar mi vida habĂa desaparecido. Marisol estaba furiosa conmigo, mi abuela seguĂa recordando mis errores del pasado y mi primo me decĂa que sabĂa que no iba a cambiar. Mi defensor pĂşblico vio que estaba intentando mejorar y por la gracia de Dios, me dejaron en libertad despuĂ©s de un mes en prisiĂłn. A pesar de estar enojada conmigo, Marisol me visitaba casi todos los dĂas. Un mes despuĂ©s de salir, me enterĂ© de que iba a ser padre y no querĂa que mi hijo tuviera un padre muerto o en la cárcel.
Nos casamos rápidamente, fui a una escuela de oficios para convertirme en mecánico y trabajĂ© duro por mi futura familia. Cuando Luna naciĂł, fue casi el peor dĂa de mi vida. Marisol no dejaba de sangrar. EntrĂł en estado de shock y tuvieron que hacerle una histerectomĂa doble. Estuvo en el hospital durante meses y Luna se convirtiĂł en mi mundo. QuerĂa que su vida fuera la mejor, querĂa darle el mundo. Cuando Marisol fue dada de alta, le prometĂ que nuestra hija tendrĂa una vida mucho mejor que la nuestra y durante años cumplĂ esa promesa.
AhorrĂ© suficiente dinero para mudarnos a los suburbios, nos convertimos en propietarios de una vivienda, fui lĂder de un grupo de niñas exploradoras en el que se encontraba mi hija, sĂ, fue difĂcil para mĂ asumir esa nueva realidad. Me asegurĂ© de que Luna fuera a una escuela privada, de que supiera cĂłmo defenderse y siempre me asegurĂ© de ser el esposo perfecto. No conocĂa a mis padres. No tuve un modelo masculino positivo en mi vida, asĂ que no sabĂa cĂłmo lucĂa una relaciĂłn saludable... pero eso es mentira, los padres de la televisiĂłn fueron mis modelos masculinos y los imitĂ©, imitĂ© el matrimonio que tenĂan en la televisiĂłn.
Conforme pasaban los años, tuve mi propio taller, mi primo se convirtiĂł en pastor, mi abuela seguĂa siendo una molestia, mi relaciĂłn con mi esposa era más fuerte que nunca, pero Luna... Luna me odiaba. Desde que cumpliĂł trece años, simplemente empezĂł a odiarme. No querĂa que la abrazara. Rodaba los ojos cada vez que le decĂa que la amaba. Me ignoraba cuando le preguntaba sobre su dĂa en la escuela. Me dolĂa y Marisol lo veĂa. Me dijo que era una adolescente y que simplemente debĂa dejarlo pasar. Que volverĂa a mĂ. AsĂ estuvimos durante dos años. AsĂ que, para sus quinceaños, quise hacerlo a lo grande. Le conseguĂ todo lo que querĂa y aun asĂ fue irrespetuosa y por un momento el antiguo yo estuvo a punto de salir para ponerla en su lugar, pero en lugar de eso, fui a ver a mi primo. desahoguĂ© mi frustraciĂłn y dudas sobre ser un buen padre y Ă©l me dijo que la dejara ser y rezĂł por mĂ.
—No sé en que me estoy equivocando —miraba desconsoladamente al suelo.
—No te preocupes. Seguro es una de esas etapas rebeldes de la adolescencia. Ya verás que se la pasará —decĂa Gael.
QuerĂa hacer una presentaciĂłn de diapositivas para el baile padre-hija. TenĂa un montĂłn de fotos nuestras juntos, pero me di cuenta de que no tenĂa ninguna foto reciente. Ella no querĂa tomarse ninguna. La Ăşltima vez que tenĂa fotos de ella y yo sonriendo juntos fue en su cumpleaños nĂşmero trece y esas estaban en la Tablet rota de mi hija. TomĂ© esa tablet, fui a una tienda de reparaciĂłn y paguĂ© sin importar el costo. Necesitaba arreglar esa tablet. DespuĂ©s de un dĂa y trescientos dĂłlares, el tĂ©cnico la arreglĂł y yo estaba feliz. ConocĂa su contraseña, pero nunca me molestĂ© en invadir su privacidad. Solo querĂa esas fotos y cuando abrĂ la tablet, mirĂ© la galerĂa y ahĂ estaban. Mi niñita, sonriendo y feliz de estar conmigo. Me sentĂ genial. Luego aparecieron los mensajes instantáneos. Era mi hija hablando con mi esposa.
Era un largo intercambio de mensajes en el que ella decĂa que no querĂa bailar conmigo en el baile padre-hija y eso realmente me doliĂł. SalĂ del chat sin querer saber más de su conversaciĂłn. Iba a guardar la tablet cuando me llamo la atenciĂłn un chat que tenĂa con mi primo, Gael. SabĂa que se llevaban bien, incluso serĂa su padrino en la ceremonia de confirmaciĂłn en la iglesia. Hablaban con cierta frecuencia. Al irme a los mensajes más recientes, me entere que Marisol y mi hija irĂan a comer con Gael al salir de la iglesia. RecordĂ© entonces que mi esposa me habĂa dicho que comenzarĂa a ir a la iglesia con Luna para practicar antes de la ceremonia, pero nunca me comentĂł que mi primo irĂa con ellas.
A la mañana siguiente no abrĂ el taller. Mi curiosidad me decĂa que encontrarĂa algo si seguĂa a Marisol y Luna. EsperĂ© afuera en una plaza su salida. Tardaron alrededor de una hora en salir. Luego los salĂ a un local de comida que estaba cerca de por ahĂ. Se les veĂa alegres, mi hija disfrutaba más de la compañĂa de Gael que la mĂa. Cuando terminaron de comer se fueron en el coche de mi primo y yo los seguĂ en un taxi. Estacionaron en la casa de mi abuela, donde mi primo solo se bajĂł a saludar y se fue.
Algo no me cuadraba en todo esto, asĂ que tampoco abrĂ el taller el dĂa siguiente. Esta vez nadie llegĂł a la iglesia. Mi hija como ya era costumbre, no contestaba las llamadas. El celular de mi esposa estaba fuera de lĂnea. Fui rápidamente a la casa de mi abuela. No vi ningĂşn coche aparcado, creĂ que tampoco estaban ahĂ, hasta que vi salir a Rodrigo, quiĂ©n era el pretendiente de mi hija y su futuro chambelán.
—Oye, Rodrigo —lo saludé cuando cruzó la calle.
—Sr. Gonzalo, un gusto verlo —me extendió la mano formalmente.
—¿Vienes de visitar a mi hija?
—SĂ, asĂ es. Estuvimos practicando el baile.
—¿Viste a su madre?
—¿A la señorita Marisol? —me miró extrañado —No la vi. Según recuerdo, Luna me dijo que fue a checar lo del vestido para sus quinceaños. ¿Todo bien sr. Gonzalo?
—Todo bien chico. Me tengo que ir.
VolvĂ a marcar a mi esposa, pero su celular seguĂa fuera de lĂnea. TenĂa el celular descargado, eso o está en un lugar donde la conexiĂłn no es muy buena.
Conduje hasta las afueras de la ciudad hasta ver a las ovejas caminar por esos pastos semi áridos. Ese olor tan caracterĂstico del ganado ya llegaba a mi nariz. EstacionĂ© mi coche cerca y caminĂ© hasta divisar la casa de mi primo; caminĂ© hacia ella sin llamar a nadie. Aunque la puerta estaba cerrada, las ventanas no, y al acercarme, los vi de perfil. Estaban hablando.
—Tienes que convencer a Luna de que haga las paces con Gonzalo. Ni siquiera quiere bailar con Gonzalo después de todo lo que ha hecho por sus quinceaños.
—Tu esposo solo está pagando el karma por todo el mal que ha hecho.
—Y dale con eso. Él ya es otro hombre, ha cambiado para bien.
—Conozco a los sinvergüenzas como él. En el fondo siguen siendo la misma escoria.
—¡No hables asà de mi esposo!
Saqué mi celular con cuidado y lo puse en modo silencio. Empecé a grabar la situación en caso de que pasara a mayores.
—No te hagas la hipócrita defendiéndolo, Marisol —dijo acercándose a ella— No después de lo que le has hecho —Gael tomo de la cintura a mi esposa.
—QuĂtame las manos… vine a que hablaras con Luna —se apartĂł de Ă©l.
—Luna tiene derecho a decidir. Ya está grandecita.
—Lo que pasa es que le has lavado el cerebro —se cruzaba de brazos mi esposa.
—No, no. Lo que en verdad pasa es que yo soy su verdadero pa…
—¡No lo menciones! —Marisol lo interrumpĂa molesta.
—Yo siempre he estado para ti Marisol. Desde que nos conocimos siempre he cuidado de ti, incluso cuando elegiste a Gonzalo sobre mĂ. ÂżRecuerdas cuando lo metieron a la cárcel? ÂżQuiĂ©n estuvo consolándote cuando encerraron a ese idiota? ¡Yo Marisol!, ¡siempre he estado para ti!, ¡yo soy el padre de esa niña y yo deberĂa bailar junto a ella!
Hubo un silencio. Sentà que mi corazón se detuvo al escuchar eso, me mareé, se me secó la boca y necesité sentarme por unos momentos.
—¿Quieres que convenza a Luna para que haga las paces con Gonzalo? Lo haré, pero yo también quiero algo.
—¿A que te refieres?
La mirada de mi primo iba de abajo hacia arriba examinando el cuerpo de mi mujer.
—No Gael. Es un error, jamás volverá a pasar —dijo tajante mi esposa.
—SerĂa una lastima que tu marido sepa nuestro pequeño secretito —mi primo la miraba con una sonrisa burlona.
—Por favor Gael… cuanto más piensas seguir chantajeándome con eso.
—¿Chantajear? Lo haces sonar como si no lo disfrutarás —Gael la tomaba del mentón.
La otra mano de mi primo fue hasta su culo. AcercĂł su cara para buscar el roce con sus labios, pero Marisol se apartĂł.
—Sabes que podrĂamos ser una familia. Luna estarĂa maravillada de que dejarás a Gonzalo.
Mi mujer miraba al suelo pensativa, como si analizara esa opciĂłn.
Lo siguiente que vi fue a Gael arrinconando a mi esposa contra la pared intentado besarla.
—No Gael… para —Marisol apartaba la cara.
Las manos de mi primo recorrĂan el cuerpo de mi esposa mientras le besaba el cuello. Marisol intentaba empujarlo inĂştilmente, no era tan fuerte o quizás no hacĂa mucha resistencia. Gael volviĂł a buscar sus labios y esta vez sĂ fue correspondido. La tomĂł de su cintura y la levantĂł un poco recargándola por la pared para tenerla de cara a cara. Marisol lo encerrĂł con sus piernas mientras las manos de mi primo la tomaban por el culo.
Estuvieron un tiempo asĂ hasta que se separaron un poco para desvestirse. Los carnosos labios de mi esposa habĂan perdido ese tono rojo tan fuerte que habĂan tenido antes de besarse. Gael desabrochĂł su blusa sudada y asĂ lo hizo con su sujetador cuando saliĂł a la vista. AhĂ estaban las tetas de mi mujer, algo caĂdas por el peso de los años y con sus pezones erectos apuntando hacia otro hombre.
Me aparte un poco para tomar algo de aire y procesar todas las emociones que estaba sintiendo. Me volvĂ a asomar grabando un nuevo video.
Marisol tenĂa su cara mirando hacia la pared, apoyándose con sus manos hacia esta. Sacaba el culo para dárselo a Ă©l. Mi primo pasaba lengua por todo el coño de mi mujer, quien volteaba a verlo con cara sonrojada y unos ojos lascivos que querĂan más de lo que estaban viendo.
—Ufff sĂ, asà —resoplaba Marisol.
Gael se puso de pie. Le dio unas sacudidas a su polla hasta ponerla firme. Con tan solo meter la punta el cuerpo de mi esposa se estremeciĂł. La tomĂł de las caderas y empezĂł su ida y vuelta marcando el ritmo; cuando mi esposa se acostumbrĂł, ella se movĂa de adelante hacia atrás haciendo armonĂa con sus movimientos.
—Joder nena. Tengo que parar que si no me vengo.
—No pares… ya casi me vengo —la cara de Marisol era irreconocible.
Mi esposa movĂa su coño buscando la penetraciĂłn con su polla, cuando lo hizo, comenzĂł a moverse ella sola, usando a mi primo como un consolador.
—Y tĂş que te negabas… si ya conozco lo deseosa que eres de polla —mi primo sonreĂa triunfante.
Gael la volvió a tomar por las caderas y empezó a bombardearla rápidamente. Marisol, fundida en sudor, gritaba del placer en cada estocada.
Fue lo ultimo que grabé.
Horas más tarde, volvĂ a revisar la Tablet de mi hija. TenĂa una nueva conversaciĂłn con su madre. Ella argumentaba que por quĂ© tenĂa que hacer el baile padre-hija conmigo si no soy su padre. Mi esposa respondiĂł que yo la crie, la amĂ© y eso me convierte en su padre. Pero Luna respondiĂł diciendo que mi primo es su padre y que no puede esperar a cumplir los dieciocho años para poder decirme la verdad y vivir con su verdadero papá. Que me odiaba y que agradecĂa a Dios que no fuera su padre. Marisol comenzĂł a insultarla. Dijo que fue un error que mi primo le contara la verdad hace dos años y mientras más hablaban, más enojado me ponĂa.
Mi esposa me mintiĂł durante quince años. Mi primo, a quien confiĂ© mis problemas con Luna y mis temores de ser un mal padre, no solo se acostĂł con mi esposa, sino que me hizo criar a su hija. QuerĂa lastimarlos. SentĂ una mezcla de ira, tristeza, dolor. QuerĂa gritar, llorar y morir al mismo tiempo, si eso tiene algĂşn sentido.
Me sumergĂ en un lugar oscuro y, para no hacer ninguna tonterĂa, le dije a Marisol que necesitaba concentrarme en el trabajo para poder pagar los quinceaños y, en cambio, conduje pare ver a una antigua amiga. Su padre tenĂa una firma cara y elegante cerca de donde vivĂa, asĂ que esperaba que me pudiese ayudar. Cuando nos vimos me sorprendiĂł que me recordara. Ella estaba en forma y su piel morena no lucĂa alguna arruga, lo que le daba cierto aspecto juvenil.
—Asà como lo oyes. Mi padre murió el año pasado. Ahora yo soy la encargada.
—Yo… lo siento Elizabeth.
—Bueno. No viniste a hablar sobre eso. Anda cuéntame.
Nos sentamos y le contĂ© todo. Le di la tablet y cuando la encendiĂł, los mensajes seguĂan llegando. Pero esta vez, Luna estaba hablando con mi primo, su verdadero padre, y Ă©l le decĂa que me diera una oportunidad, por quĂ© siempre estuve ahĂ para ella, pero Luna le dijo que Ă©l tambiĂ©n lo estuvo.
No podĂa creer que tuvieran tanto en comĂşn y que incluso, mi hija le llamara Papi varias veces en su conversaciĂłn, y Ă©l le respondĂa diciĂ©ndole que ella era su niñita. Analizamos nuestras opciones y ella me preguntĂł quĂ© querĂa hacer. Le dije que querĂa arrasar por completo. QuerĂa envenenar el pozo y Elizabeth me preguntĂł varias veces si eso era lo que realmente querĂa, y asentĂ. TambiĂ©n le dije que todo debĂa presentarse antes de los quinceaños, dentro de dos semanas.
Nos sentamos y pasamos las siguientes doce horas trabajando en lo que debĂa hacerse, y seguĂ sus instrucciones al pie de la letra. ColoquĂ© mi negocio en venta de forma secreta. LlamĂ© a la escuela privada y les dije que no pagarĂa el prĂłximo año. CerrĂ© las cuentas universitarias y los ahorros que tenĂa para Luna, y me preparĂ© para vender mi casa en lĂnea. Nadie sospechaba nada.
Ese dĂa transcurriĂł sin problemas. Toda la familia estaba allĂ. Luna sonreĂa y se divertĂa. Marisol me preguntaba constantemente si estaba bien, y le mentĂ. Me resultaba difĂcil mentirle, desde el momento en que la conocĂ, nunca le mentĂ, y durante esas dos semanas, cada vez que la besaba, la abrazaba, era difĂcil no gritarle. Cuando se acercaba a mĂ en la cama buscando intimar le decĂa que estaba cansado. Era difĂcil no odiarla. Ella permitiĂł conscientemente que yo criara a la hija de otro hombre. Se acostĂł con mi primo, un hombre a quien veĂa como un hermano, el padrino de mi hija, el mejor hombre cuando nos casamos, mi confidente. AsĂ que reprimir la ira era difĂcil, por decir lo menos.
Cuando llegĂł el momento del baile padre-hija, llamĂ© a Luna al centro del escenario. ParecĂa molesta, pero se acercĂł. TenĂa la mĂşsica sonando y ella sonriĂł, y eso me destrozĂł, verla sonreĂr hacia mĂ. Durante años quise ver esa sonrisa nuevamente y ahora no la querĂa. Mientras bailábamos, proyectĂ© la presentaciĂłn de diapositivas. Fotos de los dos y hacia el final de la canciĂłn, capturas de pantalla de los mensajes de texto con su madre y su verdadero padre, fotos de ellos teniendo sexo.
Marisol parecĂa haber visto un fantasma, Luna simplemente seguĂa mirando la pantalla grande y mi primo me miraba con miedo. Marisol corriĂł hacia mĂ y me dijo que no lo hizo por su voluntad y que podĂa explicarlo todo, pero yo le dije que habĂa presentado una solicitud de divorcio. Que ella podrĂa explicarlo en el tribunal. Ella agarrĂł mi brazo, suplicándome, y yo me apartĂ©. Le dije a Luna que me habĂa esforzado al máximo para darle el mundo, y ahora no se lo merecĂa. EmpecĂ© a alejarme, pero no sin antes decirle a mi primo que cada vez que lo viera, lo noquearĂa, y luego lo noqueĂ©, cayĂł al suelo con la nariz ensangrentada.
Las consecuencias fueron duras. Marisol y Luna estaban en el apartamento de mi abuela. Su familia estaba impactada y disgustada con ella, no querĂan tener nada que ver con Marisol. Su padre incluso se disculpĂł conmigo. No sĂ© por quĂ©. Nunca le caĂ bien a pesar de haber cambiado mi vida. Ese hombre me odiaba, pero ahora yo era el esposo y padre perfecto, aunque apenas unos dĂas antes era el "pedazo de mierda" de antes. Mi abuela tuvo la audacia de contarme la historia de Abraham y cĂłmo cuando regresĂł de la batalla tres años despuĂ©s, su esposa tenĂa un hijo de un año y Ă©l lo adoptĂł como suyo, y me dijo que deberĂa ser como Abraham. AsĂ que le dije que se largara de mi casa.
Marisol llegĂł unos dĂas despuĂ©s, llorando en cuanto me vio, diciĂ©ndome que fue un accidente. Que cuando fui arrestado, ella estaba tan enfadada conmigo y mi primo estaba allĂ para consolarla, y una cosa llevĂł a otra y tuvieron relaciones sexuales. Me dijo que a partir de ahĂ Gael comenzĂł a chantajearla con decirme la verdad. Estaba dispuesta a hacerse una prueba de detector de mentiras para demostrarlo. AsĂ que le preguntĂ© cuánto tiempo sabĂa que Luna no era mĂa y ella comenzĂł a llorar aĂşn más. Esa mirada que me dio me dejĂł claro que ella lo sabĂa desde el primer dĂa, y le pedĂ que se fuera. Me dijo que yo soy el padre de Luna, a pesar de lo sucedido, porquĂ© un padre no es el que engendra si no el que crĂa, que tenĂa que superarlo por el bien de ella. Mi temperamento se apoderĂł de mĂ. Debo haber repetido "Âżsuperarlo?" más de una docena de veces a todo volumen mientras agarraba sus cosas y las tiraba por la puerta. La insultĂ© llamándola prostituta mentirosa. Le dije que no querĂa volver a ver su maldita cara y le dije que esta vida que habĂa construido ya no le pertenecĂa antes de empujarla fuera de la puerta.
Pasaron un par de semanas y ella seguĂa llamando constantemente a mi telĂ©fono. Ni una vez Luna intentĂł comunicarse conmigo. Marisol se sorprendiĂł al enterarse de que vendĂ mi negocio. AĂşn más cuando se enterĂł de que tenĂa una jornada de puertas abiertas. Ella entrĂł gritando, diciĂ©ndole a los visitantes que salieran de su casa y rogándome que buscara ayuda. Que no tenĂa derecho a vender nuestra casa. La casa donde criamos a nuestra hija. Le dije que esta casa está llena de mentiras. Es una casa donde criĂ© a la hija de otro hombre y cuando la venda, le darĂ© la mitad y le ordenĂ© que se fuera antes de que llamara a la policĂa. Poco despuĂ©s, mi primo vino a hablar conmigo y lo noqueĂ©, lo arrastrĂ© afuera y cerrĂ© la puerta.
RechacĂ© la mediaciĂłn. Marisol querĂa reconciliarse, pero yo no. QuerĂa el divorcio y mi abogada presentĂł una solicitud de divorcio acelerado, y en tres meses estábamos en el tribunal. Casi no hablĂ© con nadie durante ese tiempo, leĂ historias de horror sobre el sistema judicial, especialmente durante los procedimientos de divorcio, pero no tuve eso. Elizabeth se encargĂł de todo. Primero, el abogado de Marisol intentĂł hablar de mi pasado cuando estaba en una pandilla, como si mi pasado fuera una razĂłn para ser un esposo y padre terrible, pero mi abogada rápidamente lo refutĂł y el juez reprendiĂł al abogado de Marisol por intentar avergonzar a alguien que habĂa cambiado su vida.
Elizabeth presentĂł todas las pruebas y ofreciĂł un pago Ăşnico de pensiĂłn alimenticia con las ventas pendientes de la casa y el negocio. Al principio, Marisol seguĂa pidiĂ©ndome que reconsiderara, pero la ignorĂ© y cuando finalmente se dio cuenta de que no iba a ceder, aceptĂł. Sin embargo, la verdadera sorpresa llegĂł cuando se tratĂł del pago de manutenciĂłn infantil. Mi abogada presentĂł todos los mensajes de texto de la conversaciĂłn de Luna con Marisol, mostrando que no solo Luna sabĂa que yo no era su padre, sino que tambiĂ©n estaba ansiosa por estar con su verdadero padre, diciendo que ya no tenĂa que vivir una mentira. Marisol quedĂł completamente sorprendida por esto. Luego, Elizabeth presentĂł una mociĂłn para que se eliminara mi nombre del certificado de nacimiento de Luna, se eliminara tambiĂ©n mi apellido y no se me considerara responsable de ningĂşn pago de manutenciĂłn infantil, ya que todas las partes estaban de acuerdo en que mi primo era su padre. Marisol quedĂł impactada por esto. Me gritĂł, me suplicĂł que no le hiciera esto a Luna, que yo era su padre porque la habĂa criado, y por patĂ©tico que pueda sonar en este momento, si Luna no hubiera actuado de esa manera hacia mĂ, si no hubiera dicho esas cosas, habrĂa estado de acuerdo.
Hubo momentos en los que quise acercarme e intentar que las cosas funcionaran, pero luego miraba los mensajes continuos de Luna a sus amigos, a su padre y a su madre biolĂłgica, y volvĂa a enfocar mi determinaciĂłn.
Hasta el dĂa de hoy, no sĂ© quĂ© duele más. Ser engañado por una mujer que creĂas que era el amor de tu vida o que una hija a la que intentaste mejorarle la vida, darle el mundo, simplemente te descarte como si fueras basura.


Soltera en depresiĂłn, esperando a que su ex-esposo vuelva por ella.Muy buen relato, sobre todo por la coherencia de principio a fin.
Solo una pregunta, que pasĂł con Marisol?
Entiendo, la compadezco, pero tuvo todo para hacer las cosas bien, y al final sus decisiones terminaron por alcanzarla.Soltera en depresiĂłn, esperando a que su ex-esposo vuelva por ella.
Tuvo su parte de sexo. La cantidad ya es relativa a cada uno.el relato está curioso yo le he dado a los me gusta pero esta pagina es de relatos que tienen que ver con el sexo creo que estaria mejor en otra pagina web
Buen relatoHistoria basada en confesiones reales.
TenĂa 18 años cuando conocĂ a Marisol. Durante ese tiempo, yo era un pandillero. Era un miembro desde los trece años y siempre estaba metido en problemas. Marisol era una chica de iglesia. Mi abuela me arrastraba a misa los domingos y cuando la vi, para mĂ fue amor a primera vista. Le pedĂ a mi primo Gael, quien era amigo suyo, que nos presentara, pero Ă©l se negĂł. No querĂa que me metiera con ella. No querĂa "arruinarla". ÂżAlguna vez has conocido a una chica que te impulsa a querer ser mejor persona para poder estar con ella? Esa era ella.
Cuando descubrĂ que iba a la iglesia casi todos los dĂas, pasaba el rato cerca de los escalones hablando con ella. Siempre la acompañaba de ida y vuelta a la iglesia. Ella me hacĂa sentir que no era un desecho. Una cosa llevĂł a la otra y comenzamos a salir, y me sentĂa genial. Durante un año y medio me alejĂ© de la vida de pandillas, obtuve mi certificado del bachillerato, empecĂ© a ir regularmente a la iglesia y pensaba en el futuro, cuando sin quererlo, me volvieron a arrastrar de vuelta.
Estaba en una tienda y me encontrĂ© con alguien con quien solĂa tener problemas. Estaban hablando mal de mĂ y tratĂ© de ignorarlo, les juro que lo intentĂ©. Solo dejĂ© que hablaran y me alejĂ©, pero luego me atacaron por la espalda y perdĂ el control, les di una paliza. Me arrestaron y de repente parecĂa que todo lo que habĂa hecho para mejorar mi vida habĂa desaparecido. Marisol estaba furiosa conmigo, mi abuela seguĂa recordando mis errores del pasado y mi primo me decĂa que sabĂa que no iba a cambiar. Mi defensor pĂşblico vio que estaba intentando mejorar y por la gracia de Dios, me dejaron en libertad despuĂ©s de un mes en prisiĂłn. A pesar de estar enojada conmigo, Marisol me visitaba casi todos los dĂas. Un mes despuĂ©s de salir, me enterĂ© de que iba a ser padre y no querĂa que mi hijo tuviera un padre muerto o en la cárcel.
Nos casamos rápidamente, fui a una escuela de oficios para convertirme en mecánico y trabajĂ© duro por mi futura familia. Cuando Luna naciĂł, fue casi el peor dĂa de mi vida. Marisol no dejaba de sangrar. EntrĂł en estado de shock y tuvieron que hacerle una histerectomĂa doble. Estuvo en el hospital durante meses y Luna se convirtiĂł en mi mundo. QuerĂa que su vida fuera la mejor, querĂa darle el mundo. Cuando Marisol fue dada de alta, le prometĂ que nuestra hija tendrĂa una vida mucho mejor que la nuestra y durante años cumplĂ esa promesa.
AhorrĂ© suficiente dinero para mudarnos a los suburbios, nos convertimos en propietarios de una vivienda, fui lĂder de un grupo de niñas exploradoras en el que se encontraba mi hija, sĂ, fue difĂcil para mĂ asumir esa nueva realidad. Me asegurĂ© de que Luna fuera a una escuela privada, de que supiera cĂłmo defenderse y siempre me asegurĂ© de ser el esposo perfecto. No conocĂa a mis padres. No tuve un modelo masculino positivo en mi vida, asĂ que no sabĂa cĂłmo lucĂa una relaciĂłn saludable... pero eso es mentira, los padres de la televisiĂłn fueron mis modelos masculinos y los imitĂ©, imitĂ© el matrimonio que tenĂan en la televisiĂłn.
Conforme pasaban los años, tuve mi propio taller, mi primo se convirtiĂł en pastor, mi abuela seguĂa siendo una molestia, mi relaciĂłn con mi esposa era más fuerte que nunca, pero Luna... Luna me odiaba. Desde que cumpliĂł trece años, simplemente empezĂł a odiarme. No querĂa que la abrazara. Rodaba los ojos cada vez que le decĂa que la amaba. Me ignoraba cuando le preguntaba sobre su dĂa en la escuela. Me dolĂa y Marisol lo veĂa. Me dijo que era una adolescente y que simplemente debĂa dejarlo pasar. Que volverĂa a mĂ. AsĂ estuvimos durante dos años. AsĂ que, para sus quinceaños, quise hacerlo a lo grande. Le conseguĂ todo lo que querĂa y aun asĂ fue irrespetuosa y por un momento el antiguo yo estuvo a punto de salir para ponerla en su lugar, pero en lugar de eso, fui a ver a mi primo. desahoguĂ© mi frustraciĂłn y dudas sobre ser un buen padre y Ă©l me dijo que la dejara ser y rezĂł por mĂ.
—No sé en que me estoy equivocando —miraba desconsoladamente al suelo.
—No te preocupes. Seguro es una de esas etapas rebeldes de la adolescencia. Ya verás que se la pasará —decĂa Gael.
QuerĂa hacer una presentaciĂłn de diapositivas para el baile padre-hija. TenĂa un montĂłn de fotos nuestras juntos, pero me di cuenta de que no tenĂa ninguna foto reciente. Ella no querĂa tomarse ninguna. La Ăşltima vez que tenĂa fotos de ella y yo sonriendo juntos fue en su cumpleaños nĂşmero trece y esas estaban en la Tablet rota de mi hija. TomĂ© esa tablet, fui a una tienda de reparaciĂłn y paguĂ© sin importar el costo. Necesitaba arreglar esa tablet. DespuĂ©s de un dĂa y trescientos dĂłlares, el tĂ©cnico la arreglĂł y yo estaba feliz. ConocĂa su contraseña, pero nunca me molestĂ© en invadir su privacidad. Solo querĂa esas fotos y cuando abrĂ la tablet, mirĂ© la galerĂa y ahĂ estaban. Mi niñita, sonriendo y feliz de estar conmigo. Me sentĂ genial. Luego aparecieron los mensajes instantáneos. Era mi hija hablando con mi esposa.
Era un largo intercambio de mensajes en el que ella decĂa que no querĂa bailar conmigo en el baile padre-hija y eso realmente me doliĂł. SalĂ del chat sin querer saber más de su conversaciĂłn. Iba a guardar la tablet cuando me llamo la atenciĂłn un chat que tenĂa con mi primo, Gael. SabĂa que se llevaban bien, incluso serĂa su padrino en la ceremonia de confirmaciĂłn en la iglesia. Hablaban con cierta frecuencia. Al irme a los mensajes más recientes, me entere que Marisol y mi hija irĂan a comer con Gael al salir de la iglesia. RecordĂ© entonces que mi esposa me habĂa dicho que comenzarĂa a ir a la iglesia con Luna para practicar antes de la ceremonia, pero nunca me comentĂł que mi primo irĂa con ellas.
A la mañana siguiente no abrĂ el taller. Mi curiosidad me decĂa que encontrarĂa algo si seguĂa a Marisol y Luna. EsperĂ© afuera en una plaza su salida. Tardaron alrededor de una hora en salir. Luego los salĂ a un local de comida que estaba cerca de por ahĂ. Se les veĂa alegres, mi hija disfrutaba más de la compañĂa de Gael que la mĂa. Cuando terminaron de comer se fueron en el coche de mi primo y yo los seguĂ en un taxi. Estacionaron en la casa de mi abuela, donde mi primo solo se bajĂł a saludar y se fue.
Algo no me cuadraba en todo esto, asĂ que tampoco abrĂ el taller el dĂa siguiente. Esta vez nadie llegĂł a la iglesia. Mi hija como ya era costumbre, no contestaba las llamadas. El celular de mi esposa estaba fuera de lĂnea. Fui rápidamente a la casa de mi abuela. No vi ningĂşn coche aparcado, creĂ que tampoco estaban ahĂ, hasta que vi salir a Rodrigo, quiĂ©n era el pretendiente de mi hija y su futuro chambelán.
—Oye, Rodrigo —lo saludé cuando cruzó la calle.
—Sr. Gonzalo, un gusto verlo —me extendió la mano formalmente.
—¿Vienes de visitar a mi hija?
—SĂ, asĂ es. Estuvimos practicando el baile.
—¿Viste a su madre?
—¿A la señorita Marisol? —me miró extrañado —No la vi. Según recuerdo, Luna me dijo que fue a checar lo del vestido para sus quinceaños. ¿Todo bien sr. Gonzalo?
—Todo bien chico. Me tengo que ir.
VolvĂ a marcar a mi esposa, pero su celular seguĂa fuera de lĂnea. TenĂa el celular descargado, eso o está en un lugar donde la conexiĂłn no es muy buena.
Conduje hasta las afueras de la ciudad hasta ver a las ovejas caminar por esos pastos semi áridos. Ese olor tan caracterĂstico del ganado ya llegaba a mi nariz. EstacionĂ© mi coche cerca y caminĂ© hasta divisar la casa de mi primo; caminĂ© hacia ella sin llamar a nadie. Aunque la puerta estaba cerrada, las ventanas no, y al acercarme, los vi de perfil. Estaban hablando.
—Tienes que convencer a Luna de que haga las paces con Gonzalo. Ni siquiera quiere bailar con Gonzalo después de todo lo que ha hecho por sus quinceaños.
—Tu esposo solo está pagando el karma por todo el mal que ha hecho.
—Y dale con eso. Él ya es otro hombre, ha cambiado para bien.
—Conozco a los sinvergüenzas como él. En el fondo siguen siendo la misma escoria.
—¡No hables asà de mi esposo!
Saqué mi celular con cuidado y lo puse en modo silencio. Empecé a grabar la situación en caso de que pasara a mayores.
—No te hagas la hipócrita defendiéndolo, Marisol —dijo acercándose a ella— No después de lo que le has hecho —Gael tomo de la cintura a mi esposa.
—QuĂtame las manos… vine a que hablaras con Luna —se apartĂł de Ă©l.
—Luna tiene derecho a decidir. Ya está grandecita.
—Lo que pasa es que le has lavado el cerebro —se cruzaba de brazos mi esposa.
—No, no. Lo que en verdad pasa es que yo soy su verdadero pa…
—¡No lo menciones! —Marisol lo interrumpĂa molesta.
—Yo siempre he estado para ti Marisol. Desde que nos conocimos siempre he cuidado de ti, incluso cuando elegiste a Gonzalo sobre mĂ. ÂżRecuerdas cuando lo metieron a la cárcel? ÂżQuiĂ©n estuvo consolándote cuando encerraron a ese idiota? ¡Yo Marisol!, ¡siempre he estado para ti!, ¡yo soy el padre de esa niña y yo deberĂa bailar junto a ella!
Hubo un silencio. Sentà que mi corazón se detuvo al escuchar eso, me mareé, se me secó la boca y necesité sentarme por unos momentos.
—¿Quieres que convenza a Luna para que haga las paces con Gonzalo? Lo haré, pero yo también quiero algo.
—¿A que te refieres?
La mirada de mi primo iba de abajo hacia arriba examinando el cuerpo de mi mujer.
—No Gael. Es un error, jamás volverá a pasar —dijo tajante mi esposa.
—SerĂa una lastima que tu marido sepa nuestro pequeño secretito —mi primo la miraba con una sonrisa burlona.
—Por favor Gael… cuanto más piensas seguir chantajeándome con eso.
—¿Chantajear? Lo haces sonar como si no lo disfrutarás —Gael la tomaba del mentón.
La otra mano de mi primo fue hasta su culo. AcercĂł su cara para buscar el roce con sus labios, pero Marisol se apartĂł.
—Sabes que podrĂamos ser una familia. Luna estarĂa maravillada de que dejarás a Gonzalo.
Mi mujer miraba al suelo pensativa, como si analizara esa opciĂłn.
Lo siguiente que vi fue a Gael arrinconando a mi esposa contra la pared intentado besarla.
—No Gael… para —Marisol apartaba la cara.
Las manos de mi primo recorrĂan el cuerpo de mi esposa mientras le besaba el cuello. Marisol intentaba empujarlo inĂştilmente, no era tan fuerte o quizás no hacĂa mucha resistencia. Gael volviĂł a buscar sus labios y esta vez sĂ fue correspondido. La tomĂł de su cintura y la levantĂł un poco recargándola por la pared para tenerla de cara a cara. Marisol lo encerrĂł con sus piernas mientras las manos de mi primo la tomaban por el culo.
Estuvieron un tiempo asĂ hasta que se separaron un poco para desvestirse. Los carnosos labios de mi esposa habĂan perdido ese tono rojo tan fuerte que habĂan tenido antes de besarse. Gael desabrochĂł su blusa sudada y asĂ lo hizo con su sujetador cuando saliĂł a la vista. AhĂ estaban las tetas de mi mujer, algo caĂdas por el peso de los años y con sus pezones erectos apuntando hacia otro hombre.
Me aparte un poco para tomar algo de aire y procesar todas las emociones que estaba sintiendo. Me volvĂ a asomar grabando un nuevo video.
Marisol tenĂa su cara mirando hacia la pared, apoyándose con sus manos hacia esta. Sacaba el culo para dárselo a Ă©l. Mi primo pasaba lengua por todo el coño de mi mujer, quien volteaba a verlo con cara sonrojada y unos ojos lascivos que querĂan más de lo que estaban viendo.
—Ufff sĂ, asà —resoplaba Marisol.
Gael se puso de pie. Le dio unas sacudidas a su polla hasta ponerla firme. Con tan solo meter la punta el cuerpo de mi esposa se estremeciĂł. La tomĂł de las caderas y empezĂł su ida y vuelta marcando el ritmo; cuando mi esposa se acostumbrĂł, ella se movĂa de adelante hacia atrás haciendo armonĂa con sus movimientos.
—Joder nena. Tengo que parar que si no me vengo.
—No pares… ya casi me vengo —la cara de Marisol era irreconocible.
Mi esposa movĂa su coño buscando la penetraciĂłn con su polla, cuando lo hizo, comenzĂł a moverse ella sola, usando a mi primo como un consolador.
—Y tĂş que te negabas… si ya conozco lo deseosa que eres de polla —mi primo sonreĂa triunfante.
Gael la volvió a tomar por las caderas y empezó a bombardearla rápidamente. Marisol, fundida en sudor, gritaba del placer en cada estocada.
Fue lo ultimo que grabé.
Horas más tarde, volvĂ a revisar la Tablet de mi hija. TenĂa una nueva conversaciĂłn con su madre. Ella argumentaba que por quĂ© tenĂa que hacer el baile padre-hija conmigo si no soy su padre. Mi esposa respondiĂł que yo la crie, la amĂ© y eso me convierte en su padre. Pero Luna respondiĂł diciendo que mi primo es su padre y que no puede esperar a cumplir los dieciocho años para poder decirme la verdad y vivir con su verdadero papá. Que me odiaba y que agradecĂa a Dios que no fuera su padre. Marisol comenzĂł a insultarla. Dijo que fue un error que mi primo le contara la verdad hace dos años y mientras más hablaban, más enojado me ponĂa.
Mi esposa me mintiĂł durante quince años. Mi primo, a quien confiĂ© mis problemas con Luna y mis temores de ser un mal padre, no solo se acostĂł con mi esposa, sino que me hizo criar a su hija. QuerĂa lastimarlos. SentĂ una mezcla de ira, tristeza, dolor. QuerĂa gritar, llorar y morir al mismo tiempo, si eso tiene algĂşn sentido.
Me sumergĂ en un lugar oscuro y, para no hacer ninguna tonterĂa, le dije a Marisol que necesitaba concentrarme en el trabajo para poder pagar los quinceaños y, en cambio, conduje pare ver a una antigua amiga. Su padre tenĂa una firma cara y elegante cerca de donde vivĂa, asĂ que esperaba que me pudiese ayudar. Cuando nos vimos me sorprendiĂł que me recordara. Ella estaba en forma y su piel morena no lucĂa alguna arruga, lo que le daba cierto aspecto juvenil.
—Asà como lo oyes. Mi padre murió el año pasado. Ahora yo soy la encargada.
—Yo… lo siento Elizabeth.
—Bueno. No viniste a hablar sobre eso. Anda cuéntame.
Nos sentamos y le contĂ© todo. Le di la tablet y cuando la encendiĂł, los mensajes seguĂan llegando. Pero esta vez, Luna estaba hablando con mi primo, su verdadero padre, y Ă©l le decĂa que me diera una oportunidad, por quĂ© siempre estuve ahĂ para ella, pero Luna le dijo que Ă©l tambiĂ©n lo estuvo.
No podĂa creer que tuvieran tanto en comĂşn y que incluso, mi hija le llamara Papi varias veces en su conversaciĂłn, y Ă©l le respondĂa diciĂ©ndole que ella era su niñita. Analizamos nuestras opciones y ella me preguntĂł quĂ© querĂa hacer. Le dije que querĂa arrasar por completo. QuerĂa envenenar el pozo y Elizabeth me preguntĂł varias veces si eso era lo que realmente querĂa, y asentĂ. TambiĂ©n le dije que todo debĂa presentarse antes de los quinceaños, dentro de dos semanas.
Nos sentamos y pasamos las siguientes doce horas trabajando en lo que debĂa hacerse, y seguĂ sus instrucciones al pie de la letra. ColoquĂ© mi negocio en venta de forma secreta. LlamĂ© a la escuela privada y les dije que no pagarĂa el prĂłximo año. CerrĂ© las cuentas universitarias y los ahorros que tenĂa para Luna, y me preparĂ© para vender mi casa en lĂnea. Nadie sospechaba nada.
Ese dĂa transcurriĂł sin problemas. Toda la familia estaba allĂ. Luna sonreĂa y se divertĂa. Marisol me preguntaba constantemente si estaba bien, y le mentĂ. Me resultaba difĂcil mentirle, desde el momento en que la conocĂ, nunca le mentĂ, y durante esas dos semanas, cada vez que la besaba, la abrazaba, era difĂcil no gritarle. Cuando se acercaba a mĂ en la cama buscando intimar le decĂa que estaba cansado. Era difĂcil no odiarla. Ella permitiĂł conscientemente que yo criara a la hija de otro hombre. Se acostĂł con mi primo, un hombre a quien veĂa como un hermano, el padrino de mi hija, el mejor hombre cuando nos casamos, mi confidente. AsĂ que reprimir la ira era difĂcil, por decir lo menos.
Cuando llegĂł el momento del baile padre-hija, llamĂ© a Luna al centro del escenario. ParecĂa molesta, pero se acercĂł. TenĂa la mĂşsica sonando y ella sonriĂł, y eso me destrozĂł, verla sonreĂr hacia mĂ. Durante años quise ver esa sonrisa nuevamente y ahora no la querĂa. Mientras bailábamos, proyectĂ© la presentaciĂłn de diapositivas. Fotos de los dos y hacia el final de la canciĂłn, capturas de pantalla de los mensajes de texto con su madre y su verdadero padre, fotos de ellos teniendo sexo.
Marisol parecĂa haber visto un fantasma, Luna simplemente seguĂa mirando la pantalla grande y mi primo me miraba con miedo. Marisol corriĂł hacia mĂ y me dijo que no lo hizo por su voluntad y que podĂa explicarlo todo, pero yo le dije que habĂa presentado una solicitud de divorcio. Que ella podrĂa explicarlo en el tribunal. Ella agarrĂł mi brazo, suplicándome, y yo me apartĂ©. Le dije a Luna que me habĂa esforzado al máximo para darle el mundo, y ahora no se lo merecĂa. EmpecĂ© a alejarme, pero no sin antes decirle a mi primo que cada vez que lo viera, lo noquearĂa, y luego lo noqueĂ©, cayĂł al suelo con la nariz ensangrentada.
Las consecuencias fueron duras. Marisol y Luna estaban en el apartamento de mi abuela. Su familia estaba impactada y disgustada con ella, no querĂan tener nada que ver con Marisol. Su padre incluso se disculpĂł conmigo. No sĂ© por quĂ©. Nunca le caĂ bien a pesar de haber cambiado mi vida. Ese hombre me odiaba, pero ahora yo era el esposo y padre perfecto, aunque apenas unos dĂas antes era el "pedazo de mierda" de antes. Mi abuela tuvo la audacia de contarme la historia de Abraham y cĂłmo cuando regresĂł de la batalla tres años despuĂ©s, su esposa tenĂa un hijo de un año y Ă©l lo adoptĂł como suyo, y me dijo que deberĂa ser como Abraham. AsĂ que le dije que se largara de mi casa.
Marisol llegĂł unos dĂas despuĂ©s, llorando en cuanto me vio, diciĂ©ndome que fue un accidente. Que cuando fui arrestado, ella estaba tan enfadada conmigo y mi primo estaba allĂ para consolarla, y una cosa llevĂł a otra y tuvieron relaciones sexuales. Me dijo que a partir de ahĂ Gael comenzĂł a chantajearla con decirme la verdad. Estaba dispuesta a hacerse una prueba de detector de mentiras para demostrarlo. AsĂ que le preguntĂ© cuánto tiempo sabĂa que Luna no era mĂa y ella comenzĂł a llorar aĂşn más. Esa mirada que me dio me dejĂł claro que ella lo sabĂa desde el primer dĂa, y le pedĂ que se fuera. Me dijo que yo soy el padre de Luna, a pesar de lo sucedido, porquĂ© un padre no es el que engendra si no el que crĂa, que tenĂa que superarlo por el bien de ella. Mi temperamento se apoderĂł de mĂ. Debo haber repetido "Âżsuperarlo?" más de una docena de veces a todo volumen mientras agarraba sus cosas y las tiraba por la puerta. La insultĂ© llamándola prostituta mentirosa. Le dije que no querĂa volver a ver su maldita cara y le dije que esta vida que habĂa construido ya no le pertenecĂa antes de empujarla fuera de la puerta.
Pasaron un par de semanas y ella seguĂa llamando constantemente a mi telĂ©fono. Ni una vez Luna intentĂł comunicarse conmigo. Marisol se sorprendiĂł al enterarse de que vendĂ mi negocio. AĂşn más cuando se enterĂł de que tenĂa una jornada de puertas abiertas. Ella entrĂł gritando, diciĂ©ndole a los visitantes que salieran de su casa y rogándome que buscara ayuda. Que no tenĂa derecho a vender nuestra casa. La casa donde criamos a nuestra hija. Le dije que esta casa está llena de mentiras. Es una casa donde criĂ© a la hija de otro hombre y cuando la venda, le darĂ© la mitad y le ordenĂ© que se fuera antes de que llamara a la policĂa. Poco despuĂ©s, mi primo vino a hablar conmigo y lo noqueĂ©, lo arrastrĂ© afuera y cerrĂ© la puerta.
RechacĂ© la mediaciĂłn. Marisol querĂa reconciliarse, pero yo no. QuerĂa el divorcio y mi abogada presentĂł una solicitud de divorcio acelerado, y en tres meses estábamos en el tribunal. Casi no hablĂ© con nadie durante ese tiempo, leĂ historias de horror sobre el sistema judicial, especialmente durante los procedimientos de divorcio, pero no tuve eso. Elizabeth se encargĂł de todo. Primero, el abogado de Marisol intentĂł hablar de mi pasado cuando estaba en una pandilla, como si mi pasado fuera una razĂłn para ser un esposo y padre terrible, pero mi abogada rápidamente lo refutĂł y el juez reprendiĂł al abogado de Marisol por intentar avergonzar a alguien que habĂa cambiado su vida.
Elizabeth presentĂł todas las pruebas y ofreciĂł un pago Ăşnico de pensiĂłn alimenticia con las ventas pendientes de la casa y el negocio. Al principio, Marisol seguĂa pidiĂ©ndome que reconsiderara, pero la ignorĂ© y cuando finalmente se dio cuenta de que no iba a ceder, aceptĂł. Sin embargo, la verdadera sorpresa llegĂł cuando se tratĂł del pago de manutenciĂłn infantil. Mi abogada presentĂł todos los mensajes de texto de la conversaciĂłn de Luna con Marisol, mostrando que no solo Luna sabĂa que yo no era su padre, sino que tambiĂ©n estaba ansiosa por estar con su verdadero padre, diciendo que ya no tenĂa que vivir una mentira. Marisol quedĂł completamente sorprendida por esto. Luego, Elizabeth presentĂł una mociĂłn para que se eliminara mi nombre del certificado de nacimiento de Luna, se eliminara tambiĂ©n mi apellido y no se me considerara responsable de ningĂşn pago de manutenciĂłn infantil, ya que todas las partes estaban de acuerdo en que mi primo era su padre. Marisol quedĂł impactada por esto. Me gritĂł, me suplicĂł que no le hiciera esto a Luna, que yo era su padre porque la habĂa criado, y por patĂ©tico que pueda sonar en este momento, si Luna no hubiera actuado de esa manera hacia mĂ, si no hubiera dicho esas cosas, habrĂa estado de acuerdo.
Hubo momentos en los que quise acercarme e intentar que las cosas funcionaran, pero luego miraba los mensajes continuos de Luna a sus amigos, a su padre y a su madre biolĂłgica, y volvĂa a enfocar mi determinaciĂłn.
Hasta el dĂa de hoy, no sĂ© quĂ© duele más. Ser engañado por una mujer que creĂas que era el amor de tu vida o que una hija a la que intentaste mejorarle la vida, darle el mundo, simplemente te descarte como si fueras basura.
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