Me dedico a limpiar cristales, un autónomo como tantos otros de Valencia, España.
Si soy sincero, ahora mismo al empezar a escribir este relato, no me creo que sea de verdad.
Yo siempre he sido de los que pensaban que esas historias de fontaneros, obreros, electricistas y amas de casa eran mentira o fantasías calenturientas, de hecho, en todos los años que llevo trabajando, y son y bastantes, nunca había tenido una experiencia como la que os paso a contar.
Al salir de la pandemia me veía muy apurado de dinero, ya que el trabajo que se paró durante esos meses de confinamiento no volvió a reactivarse de golpe, sabía que iba a costar recuperar todos mis clientes.
En un afán por volver a recuperar actividad, se me ocurrió la “genial idea”, de poner un anuncio en una conocida página de anuncios gratuitos. Como pensaba que la mayoría de la gente con comercio estaría igual de perjudicado económicamente, dije que existía la posibilidad de pagar parte de mis servicios en especias, refiriéndome a comercios, o sea yo te limpio los cristales de tu comercio y tú me pagas parte del precio en Productos.
Pasaron varios días sin resultados, hasta que un día al revisar el correo sin muchas esperanzas vi una respuesta a mi anuncio.
En el texto, después de los datos de remitente, decía así:
Hola vi tu anuncio hace unos días y me he animado a responder. Yo no tengo un comercio, soy ama de casa y mi interés es en limpiar los cristales de mi casa, no sé si también haces viviendas particulares.
Yo en ese momento me alegre y respondí sin demora, Le dije que sí, que no había problema que también hago casas particulares, y que podía pasar a ver el trabajo y darle un presupuesto cuando le viniese bien, le pase mi teléfono y quede a la espera de que se pusiese en contacto conmigo.
Para no hacerlo muy largo solo diré que me llamo y quedamos al día siguiente a las 16.30, y me paso la dirección de donde tenía que ir.
Al día siguiente puntual a las 16.30 pulse el timbre de su casa.
Cuando la puesta se abrió, pude ver a una mujer más o menos de mi edad, sobre los 50 años, pelo castaño media melena por los hombros recogido en una coleta, unas gafas de pasta negras donde que enmarcaban unos ojos castaños y una mirada fija y nada vergonzosa, la piel de la cara se le notaba fina, suave y cuidada, unos labios sin pintar sonrientes dejando ver unos dientes muy blancos y cuidados, Llevaba un vestido de verde claro de lunarcitos blancos abotonado por delante, ceñido en el cuerpo con un escote que dejaba asomar un pecho voluminoso pero no muy grande, la falda con vuelo y debajo de ella unas piernas muy formadas, bonitas, en sus pies una sandalias de tela y suela de esparto haciendo juego con el color del vestido.
Después de presentarme me hizo pasar y ella cerró la puerta tras de mí, me di la vuelta y la mire a los ojos, y como siempre hago, le dije que me enseñase la casa para ver que había que hacer.
Ella caminó delante de mí por el pasillo hacia el salón, entramos y vi las ventanas que era lo que aparentemente me interesaba, aunque no podía evitar mirar la figura de Carmen que así se llama, ella caminaba delante de mí, una por una con calma y sin prisa, mientras hablábamos de nada en especial, me fue enseñando todas la estancias de la casa, para acabar en la entrada de nuevo.
Cuando estaba a punto de comentarle detalles y precio, sonó el teléfono fijo en el salón, ella se disculpó y me dijo que iba a responder, me quede allí de pie mientras ella caminaba hacia el salón, esta vez al verla alejarse pude contemplar mucho mejor su nada despreciable figura, y más cuando llegando a la puerta del salón la luz que entraba por una de las ventanas le hacía clarear la falda, dejando ver mucho mejor su silueta.
Oí como respondía, y rápidamente se le noto alegría en la voz y comenzó una conversación, pasaron así unos minutos y ya pensaba que se había olvidado de mí, cuando vi que se asomaba por la puerta y me hace un gesto con la mano para que vaya hacia ella, mientras continua con su conversación. Cuando llego al salón, la veo con el auricular en la mano derecha hablando mientras está apoyada en la parte trasera del respaldo de una de las sillas de la mesa, me mira y me indica con un movimiento de cabeza que me siente en el sofá.
Me siento y quedo de espaldas a ella, ya que el sofá hace una divisoria en la estancia entre la zona de comer y la zona de estar, desde mi posición veo a Carmen reflejada en el cristal de la televisión.
La conversación duro unos 8 o 9 minutos más, tiempo que yo estaba ahí sentado esperando, llego el momento en el que oigo como se despide de la amiga con la que estaba hablando.
Se acerca y se disculpa, por la demora, me dice que ya que me ha hecho esperar, si me apetece tomar algo, un café o una cerveza, le respondo que yo no suelo beber alcohol, pero que un café si le aceptaba, ella respondió con un vale y en ese momento ella se dirigió a la cocina.
La vi salir por la puerta y me volví a quedar solo sentado en el sofá, allí sentado oía sus pasos alejarse por el pasillo. Al momento la pude escuchar trastear en la cocina, se hizo un momento de silencio y la escuche en voz alta para que la escuchase desde donde yo estaba, me llamo por mi nombre y me dijo que me fuese allí con ella, sin titubear me levante y me dirigí hacia la cocina, cuando entre la vi encendiendo la vitro, y poniendo la cafetera en su posición para que se calentase. Seguíamos hablando de todo un poco, hasta que el café estuvo preparado, lo sirvió en dos tazas y las coloco en la mesa, a la vez que me invitaba a sentarme, una vez allí sentados:
- ¿Bueno explícame como esta eso del pago en especias? – dijo Carmen.
- Bueno soy consciente de que la gente ahora no está para muchos gastos y es una forma de Hacer un poco más fácil el pago. Por ejemplo en el caso de un comercio, parte del pago lo puede hacer en productos que él o ella venda – respondí yo.
Carmen sonrió, me miro a los ojos, estuvimos así un momento y entonces dijo:
- ¿Entonces en mi caso, cuál sería la especia?
Sin apartar la mirada de la suya le respondí:
- Todo depende, seguro que podemos llegar a un arreglo.
En ese momento ya no sabía que creer, o bien se estaba burlando de mi o aquello se había convertido en realidad una de esas fantasías tan extendidas y acababa en un polvo casual.
De repente Carmen se puso de pie y dijo:
- Bien, me parece bien, pero yo no tengo productos, no soy una tienda.
Dicho eso cogió las tazas ya vacías una con cada mano y se volvió hacia el fregadero, dejo las tazas dentro, y se volvió quedando apoyada en el banco de la cocina, me miro y me dijo algo que nunca olvidare:
- te voy a confesar algo, yo soy una mujer fogosa y mi marido casi no me toca, yo, te puedo ofrecer intimidad, y necesito a alguien con quien poder tener esa intimidad y confianza, pero que al mismo tiempo no sea conocido de nadie cercano a mí, para guardar siempre las apariencias.
Después de escuchar esa oferta quien podía negarse, yo por lo menos no lo iba a hacer, así que después de un momento le dije:
- Vale perfecto me gusta lo que propones.
Carmen suspiro mientras se daba la vuelta y abrió el grifo con idea de lavar las dos tazas que había dejado antes en el fregadero, estando de espaldas a mí, me levante y me acerque a ella por detrás, le puse cada una de mis manos en su cintura, y ella se quedó inmóvil, del grifo seguía siendo agua pero ella no hacía nada, acerque todo mi cuerpo al suyo, tanto que me quede completamente pegado a ella por detrás, con Una de mis manos aparte el pelo de su cuello y a bese en el cuello, ella ladeó la cabeza mientras se le escapaba un pequeño gemido.
En esa posición, ella empezó a mover su culo, frotando mi pene a través del pantalón, pasando de la sonrisa su cara al placer de la excitación. Fui levantando su falda, dejando al descubierto su culo, únicamente oculto por un tanga negro, que fui bajando poco a poco llegue a ponerme de rodillas mientras besaba sus nalgas y extraía el tanga ya húmedo de sus piernas. Me incorporé, y acto seguido Carmen se giró y colocándose de rodillas fue desabrochando los botones de mi pantalón hasta que dejó al descubierto el slip ajustado por mi polla dura, bajó los pantalones y comenzó a besarme y darme pequeños y suaves mordisquitos alrededor de mi pene por encima del slip.
Me bajo el slip, y sujetando mi polla con ambas manos bajó la piel que envolvía el capullo y con su lengua lo acarició, bajándola después por los laterales del pene, lo mordisqueó con cuidado para finalmente introducirlo en su boca mientras me miraba fijamente, Yo veía desaparecer mi polla entre su labios, asomando únicamente los huevos, que duros de excitación quedaban fuera de su boca. Se metía mi polla en su boca adelante y atrás con frenesí, acariciándome los huevos, colocando sus manos en mis nalgas y ayudándole a que la metiera más adentro, al fondo de su garganta. Yo, con las manos en la cabeza de ella dirigía el ritmo de la mamada que me estaba haciendo. Parecía que a ella le daba tanto placer como mí.
Hice que se levantase, y se sentase sobre la mesa y colocándome de rodillas frente a ella me dispuse a devolverle la caricia, subí su falda hasta la cintura y abriendo sus piernas le bese su vientre, su poco poblado vello que cubría justo su coño, bese sus ingles, el interior de sus pantorrillas, e introduje lentamente mi lengua en su coño, ella con sus manos apoyadas en la mesa y la cabeza hacia atrás no paraba de gemir, estaba disfrutando como hacía tiempo no lo hacía.
Me levante y coloque la punta de mi polla en la entrada abierta de su coño, sin llegar a introducirla, mientras con las manos levantaba su vestido sacándolo por su cabeza, dejando al descubierto sus hermosas tetas, bese su cuello y bese sus pezones, mientras con mis manos acariciaba sus caderas, todo ello sin dejar de moverme, para que notase la punta de mi polla en la entrada de su coño, pero sin metérsela.
Carmen notaba mi polla dura rozando su vello púbico, empuje un poco y cuando ella noto que ya tenía toda la cabeza de mi polla dentro, me hizo parar. Me miro a los ojos y me empujo suavemente hacia atrás poniendo sus manos en mi pecho, se bajó de la mesa de un saltito y me cogió la mano a la vez que me decía:
- Ven en la cama estaremos mejor.
Asentí con la cabeza y con mi mano agarrando la suya, salimos de la cocina, ella delante y yo detrás, la vista era espectacular Carmen movía su cuerpo desnudo a cada paso, vestido solo con sus zapatos, mientras andábamos por el pasillo hacia su dormitorio. Al llegar me soltó la mano y se sentó en la esquina de la cama. Mi polla quedo a la altura de su boca con lo que sin mediar palabra me la agarro con la mano y se le metió en la boca. Estuvo haciéndome una mamada espectacular durante unos minutos, minutos que disfrute de su boca, y minutos en lo que sin darme cuenta fije la vista en una de las mesillas que había al lado de la cama, en la que pude contemplar una foto de Carmen y su marido el día de su boda, la miraba vestida de blanco mucho más joven, con esa carita de inocente al lado de su marido al que ahora mismo estábamos haciendo un cornudo con mayúsculas y ahora esa inocente jovencita, mucho más madura, me estaba haciendo una mamada espectacular, pero al notar que si seguía así, no tardaría en correrme, le dije que parase.
Puse cada una de mis manos en sus hombros y la empuje suavemente haciendo que se acortase en la cama, me puse encima de ella, tome con cada brazo cada una de sus piernas y moviéndome rozaba mi capullo con la entrada de su coño que abierto, estaba preparado para que penetrase. Carmen gemía de placer, estaba notando cómo entraba suave y lentamente mi dura polla en su coño, que estaba muy mojado. Yo movía el culo para que la penetración fuera más placentera y a ella se le oía gritar tímidamente de placer diciéndome que la follara, que quería que la llenara con mi leche, quería que la inundase con mis líquidos, aumente la velocidad de mis movimientos golpeando mi polla dentro de ella, mi polla entraba y salía de su coño inundado por sus propios jugos, desde mi posición veía mi polla brillantemente lubricado salía completamente de ella y volvía a entrar resbalando por las paredes de su coño totalmente abierto, llegado este momento y después de un par de peticiones de Carmen, me corrí abundantemente dentro de ella, la habitación quedo en silencio, nos quedamos inmóviles, yo dentro de ella aun notaba la mezcla de fluidos que salían por los huecos para caer por el canalillo de su culo hasta el colchón. Respirábamos los dos aceleradamente. Estuvimos así unos minutos, hasta que Carmen reacciono y con una voz muy alegre me dijo:
- Madre mía, que bueno, esto es lo que necesitaba.
Apoye los brazos y me levante separándome de ella un poco la mire a os ojos y le dije:
- Igualmente ha sido espectacular, cuando quieras repetimos.
Ella soltó una gran carcajada y me respondió:
- Siiiiiiiiii, seguro que si.
Esa tarde ya no dio tiempo a nada más, pero a partir de ese día nos hemos vuelto a ver cada cierto tiempo.
En función del tiempo libre que vaya teniendo iré contando algunos otros encuentros con Carmen.
Si soy sincero, ahora mismo al empezar a escribir este relato, no me creo que sea de verdad.
Yo siempre he sido de los que pensaban que esas historias de fontaneros, obreros, electricistas y amas de casa eran mentira o fantasías calenturientas, de hecho, en todos los años que llevo trabajando, y son y bastantes, nunca había tenido una experiencia como la que os paso a contar.
Al salir de la pandemia me veía muy apurado de dinero, ya que el trabajo que se paró durante esos meses de confinamiento no volvió a reactivarse de golpe, sabía que iba a costar recuperar todos mis clientes.
En un afán por volver a recuperar actividad, se me ocurrió la “genial idea”, de poner un anuncio en una conocida página de anuncios gratuitos. Como pensaba que la mayoría de la gente con comercio estaría igual de perjudicado económicamente, dije que existía la posibilidad de pagar parte de mis servicios en especias, refiriéndome a comercios, o sea yo te limpio los cristales de tu comercio y tú me pagas parte del precio en Productos.
Pasaron varios días sin resultados, hasta que un día al revisar el correo sin muchas esperanzas vi una respuesta a mi anuncio.
En el texto, después de los datos de remitente, decía así:
Hola vi tu anuncio hace unos días y me he animado a responder. Yo no tengo un comercio, soy ama de casa y mi interés es en limpiar los cristales de mi casa, no sé si también haces viviendas particulares.
Yo en ese momento me alegre y respondí sin demora, Le dije que sí, que no había problema que también hago casas particulares, y que podía pasar a ver el trabajo y darle un presupuesto cuando le viniese bien, le pase mi teléfono y quede a la espera de que se pusiese en contacto conmigo.
Para no hacerlo muy largo solo diré que me llamo y quedamos al día siguiente a las 16.30, y me paso la dirección de donde tenía que ir.
Al día siguiente puntual a las 16.30 pulse el timbre de su casa.
Cuando la puesta se abrió, pude ver a una mujer más o menos de mi edad, sobre los 50 años, pelo castaño media melena por los hombros recogido en una coleta, unas gafas de pasta negras donde que enmarcaban unos ojos castaños y una mirada fija y nada vergonzosa, la piel de la cara se le notaba fina, suave y cuidada, unos labios sin pintar sonrientes dejando ver unos dientes muy blancos y cuidados, Llevaba un vestido de verde claro de lunarcitos blancos abotonado por delante, ceñido en el cuerpo con un escote que dejaba asomar un pecho voluminoso pero no muy grande, la falda con vuelo y debajo de ella unas piernas muy formadas, bonitas, en sus pies una sandalias de tela y suela de esparto haciendo juego con el color del vestido.
Después de presentarme me hizo pasar y ella cerró la puerta tras de mí, me di la vuelta y la mire a los ojos, y como siempre hago, le dije que me enseñase la casa para ver que había que hacer.
Ella caminó delante de mí por el pasillo hacia el salón, entramos y vi las ventanas que era lo que aparentemente me interesaba, aunque no podía evitar mirar la figura de Carmen que así se llama, ella caminaba delante de mí, una por una con calma y sin prisa, mientras hablábamos de nada en especial, me fue enseñando todas la estancias de la casa, para acabar en la entrada de nuevo.
Cuando estaba a punto de comentarle detalles y precio, sonó el teléfono fijo en el salón, ella se disculpó y me dijo que iba a responder, me quede allí de pie mientras ella caminaba hacia el salón, esta vez al verla alejarse pude contemplar mucho mejor su nada despreciable figura, y más cuando llegando a la puerta del salón la luz que entraba por una de las ventanas le hacía clarear la falda, dejando ver mucho mejor su silueta.
Oí como respondía, y rápidamente se le noto alegría en la voz y comenzó una conversación, pasaron así unos minutos y ya pensaba que se había olvidado de mí, cuando vi que se asomaba por la puerta y me hace un gesto con la mano para que vaya hacia ella, mientras continua con su conversación. Cuando llego al salón, la veo con el auricular en la mano derecha hablando mientras está apoyada en la parte trasera del respaldo de una de las sillas de la mesa, me mira y me indica con un movimiento de cabeza que me siente en el sofá.
Me siento y quedo de espaldas a ella, ya que el sofá hace una divisoria en la estancia entre la zona de comer y la zona de estar, desde mi posición veo a Carmen reflejada en el cristal de la televisión.
La conversación duro unos 8 o 9 minutos más, tiempo que yo estaba ahí sentado esperando, llego el momento en el que oigo como se despide de la amiga con la que estaba hablando.
Se acerca y se disculpa, por la demora, me dice que ya que me ha hecho esperar, si me apetece tomar algo, un café o una cerveza, le respondo que yo no suelo beber alcohol, pero que un café si le aceptaba, ella respondió con un vale y en ese momento ella se dirigió a la cocina.
La vi salir por la puerta y me volví a quedar solo sentado en el sofá, allí sentado oía sus pasos alejarse por el pasillo. Al momento la pude escuchar trastear en la cocina, se hizo un momento de silencio y la escuche en voz alta para que la escuchase desde donde yo estaba, me llamo por mi nombre y me dijo que me fuese allí con ella, sin titubear me levante y me dirigí hacia la cocina, cuando entre la vi encendiendo la vitro, y poniendo la cafetera en su posición para que se calentase. Seguíamos hablando de todo un poco, hasta que el café estuvo preparado, lo sirvió en dos tazas y las coloco en la mesa, a la vez que me invitaba a sentarme, una vez allí sentados:
- ¿Bueno explícame como esta eso del pago en especias? – dijo Carmen.
- Bueno soy consciente de que la gente ahora no está para muchos gastos y es una forma de Hacer un poco más fácil el pago. Por ejemplo en el caso de un comercio, parte del pago lo puede hacer en productos que él o ella venda – respondí yo.
Carmen sonrió, me miro a los ojos, estuvimos así un momento y entonces dijo:
- ¿Entonces en mi caso, cuál sería la especia?
Sin apartar la mirada de la suya le respondí:
- Todo depende, seguro que podemos llegar a un arreglo.
En ese momento ya no sabía que creer, o bien se estaba burlando de mi o aquello se había convertido en realidad una de esas fantasías tan extendidas y acababa en un polvo casual.
De repente Carmen se puso de pie y dijo:
- Bien, me parece bien, pero yo no tengo productos, no soy una tienda.
Dicho eso cogió las tazas ya vacías una con cada mano y se volvió hacia el fregadero, dejo las tazas dentro, y se volvió quedando apoyada en el banco de la cocina, me miro y me dijo algo que nunca olvidare:
- te voy a confesar algo, yo soy una mujer fogosa y mi marido casi no me toca, yo, te puedo ofrecer intimidad, y necesito a alguien con quien poder tener esa intimidad y confianza, pero que al mismo tiempo no sea conocido de nadie cercano a mí, para guardar siempre las apariencias.
Después de escuchar esa oferta quien podía negarse, yo por lo menos no lo iba a hacer, así que después de un momento le dije:
- Vale perfecto me gusta lo que propones.
Carmen suspiro mientras se daba la vuelta y abrió el grifo con idea de lavar las dos tazas que había dejado antes en el fregadero, estando de espaldas a mí, me levante y me acerque a ella por detrás, le puse cada una de mis manos en su cintura, y ella se quedó inmóvil, del grifo seguía siendo agua pero ella no hacía nada, acerque todo mi cuerpo al suyo, tanto que me quede completamente pegado a ella por detrás, con Una de mis manos aparte el pelo de su cuello y a bese en el cuello, ella ladeó la cabeza mientras se le escapaba un pequeño gemido.
En esa posición, ella empezó a mover su culo, frotando mi pene a través del pantalón, pasando de la sonrisa su cara al placer de la excitación. Fui levantando su falda, dejando al descubierto su culo, únicamente oculto por un tanga negro, que fui bajando poco a poco llegue a ponerme de rodillas mientras besaba sus nalgas y extraía el tanga ya húmedo de sus piernas. Me incorporé, y acto seguido Carmen se giró y colocándose de rodillas fue desabrochando los botones de mi pantalón hasta que dejó al descubierto el slip ajustado por mi polla dura, bajó los pantalones y comenzó a besarme y darme pequeños y suaves mordisquitos alrededor de mi pene por encima del slip.
Me bajo el slip, y sujetando mi polla con ambas manos bajó la piel que envolvía el capullo y con su lengua lo acarició, bajándola después por los laterales del pene, lo mordisqueó con cuidado para finalmente introducirlo en su boca mientras me miraba fijamente, Yo veía desaparecer mi polla entre su labios, asomando únicamente los huevos, que duros de excitación quedaban fuera de su boca. Se metía mi polla en su boca adelante y atrás con frenesí, acariciándome los huevos, colocando sus manos en mis nalgas y ayudándole a que la metiera más adentro, al fondo de su garganta. Yo, con las manos en la cabeza de ella dirigía el ritmo de la mamada que me estaba haciendo. Parecía que a ella le daba tanto placer como mí.
Hice que se levantase, y se sentase sobre la mesa y colocándome de rodillas frente a ella me dispuse a devolverle la caricia, subí su falda hasta la cintura y abriendo sus piernas le bese su vientre, su poco poblado vello que cubría justo su coño, bese sus ingles, el interior de sus pantorrillas, e introduje lentamente mi lengua en su coño, ella con sus manos apoyadas en la mesa y la cabeza hacia atrás no paraba de gemir, estaba disfrutando como hacía tiempo no lo hacía.
Me levante y coloque la punta de mi polla en la entrada abierta de su coño, sin llegar a introducirla, mientras con las manos levantaba su vestido sacándolo por su cabeza, dejando al descubierto sus hermosas tetas, bese su cuello y bese sus pezones, mientras con mis manos acariciaba sus caderas, todo ello sin dejar de moverme, para que notase la punta de mi polla en la entrada de su coño, pero sin metérsela.
Carmen notaba mi polla dura rozando su vello púbico, empuje un poco y cuando ella noto que ya tenía toda la cabeza de mi polla dentro, me hizo parar. Me miro a los ojos y me empujo suavemente hacia atrás poniendo sus manos en mi pecho, se bajó de la mesa de un saltito y me cogió la mano a la vez que me decía:
- Ven en la cama estaremos mejor.
Asentí con la cabeza y con mi mano agarrando la suya, salimos de la cocina, ella delante y yo detrás, la vista era espectacular Carmen movía su cuerpo desnudo a cada paso, vestido solo con sus zapatos, mientras andábamos por el pasillo hacia su dormitorio. Al llegar me soltó la mano y se sentó en la esquina de la cama. Mi polla quedo a la altura de su boca con lo que sin mediar palabra me la agarro con la mano y se le metió en la boca. Estuvo haciéndome una mamada espectacular durante unos minutos, minutos que disfrute de su boca, y minutos en lo que sin darme cuenta fije la vista en una de las mesillas que había al lado de la cama, en la que pude contemplar una foto de Carmen y su marido el día de su boda, la miraba vestida de blanco mucho más joven, con esa carita de inocente al lado de su marido al que ahora mismo estábamos haciendo un cornudo con mayúsculas y ahora esa inocente jovencita, mucho más madura, me estaba haciendo una mamada espectacular, pero al notar que si seguía así, no tardaría en correrme, le dije que parase.
Puse cada una de mis manos en sus hombros y la empuje suavemente haciendo que se acortase en la cama, me puse encima de ella, tome con cada brazo cada una de sus piernas y moviéndome rozaba mi capullo con la entrada de su coño que abierto, estaba preparado para que penetrase. Carmen gemía de placer, estaba notando cómo entraba suave y lentamente mi dura polla en su coño, que estaba muy mojado. Yo movía el culo para que la penetración fuera más placentera y a ella se le oía gritar tímidamente de placer diciéndome que la follara, que quería que la llenara con mi leche, quería que la inundase con mis líquidos, aumente la velocidad de mis movimientos golpeando mi polla dentro de ella, mi polla entraba y salía de su coño inundado por sus propios jugos, desde mi posición veía mi polla brillantemente lubricado salía completamente de ella y volvía a entrar resbalando por las paredes de su coño totalmente abierto, llegado este momento y después de un par de peticiones de Carmen, me corrí abundantemente dentro de ella, la habitación quedo en silencio, nos quedamos inmóviles, yo dentro de ella aun notaba la mezcla de fluidos que salían por los huecos para caer por el canalillo de su culo hasta el colchón. Respirábamos los dos aceleradamente. Estuvimos así unos minutos, hasta que Carmen reacciono y con una voz muy alegre me dijo:
- Madre mía, que bueno, esto es lo que necesitaba.
Apoye los brazos y me levante separándome de ella un poco la mire a os ojos y le dije:
- Igualmente ha sido espectacular, cuando quieras repetimos.
Ella soltó una gran carcajada y me respondió:
- Siiiiiiiiii, seguro que si.
Esa tarde ya no dio tiempo a nada más, pero a partir de ese día nos hemos vuelto a ver cada cierto tiempo.
En función del tiempo libre que vaya teniendo iré contando algunos otros encuentros con Carmen.