Hace cornudo a su novio para desvirgar a su mejor amigo

jose7m

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28 Jun 2023
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Voy a comenzar un relato que he hecho con GPT, espero que os guste y disfruteis del relato.

Laura y José eran la envidia de muchos. Ambos de 23 años, formaban una pareja que no solo destacaba por su innegable atractivo, sino también por la química arrolladora que existía entre ellos. Él, moreno, de ojos castaños, con un físico atlético; ella, simplemente deslumbrante: alta, rubia, con ojos verdes que hipnotizaban y un cuerpo de infarto que hacía que todas las miradas se volvieran cuando entraba a cualquier lugar. Pero lo más intrigante de ellos no era solo su físico, sino la relación abierta que compartían, algo que había dejado de ser un tema de curiosidad entre su círculo de amigos, quienes lo tomaban con total naturalidad.

Ambos estudiaban economía en la facultad y, desde el primer semestre, se habían rodeado de un grupo sólido de amigos. Uno de los más cercanos a ellos era Pedro. Era un chico inteligente y amable, siempre dispuesto a ayudar, pero había algo en él que lo diferenciaba del resto. A pesar de sus 23 años, seguía siendo virgen, un secreto que únicamente le había confiado a Laura una tarde de confesiones profundas en la cafetería de la facultad.

—“Laura, hay algo que nunca le he dicho a nadie…” —había comenzado Pedro, mirando nerviosamente su taza de café mientras evitaba el contacto visual—. "Es algo que me da vergüenza, pero siento que puedo confiar en ti."

Laura había arqueado una ceja, intrigada, y se había inclinado hacia él.

—“Dime, Pedro. Sabes que puedes contarme lo que sea.”

—"Sigo siendo virgen."

Ese simple enunciado lo había soltado con una mezcla de vergüenza y alivio. Laura, por un segundo, no supo cómo reaccionar. Conocía bien a Pedro, siempre lo había visto como un buen chico, tímido, algo retraído, pero no esperaba algo como aquello. Lo que más le preocupó no fue el hecho en sí, sino cómo parecía afectarle su confianza.

—"Pedro…" —susurró ella, estirando una mano para tomar la suya—. “No tienes nada de qué avergonzarte. Eso no te define, eres un chico increíble.”

—“Es que… a veces siento que no sé cómo hablar con las mujeres, como si siempre estuviera fuera de lugar. Nadie se interesaría en un chico como yo…” —admitió Pedro, bajando la mirada, sus mejillas enrojecidas.

El corazón de Laura se apretó. Quería ayudar a su amigo, darle un empujón de confianza. Esa noche, mientras estaban en la cama, abrazada a José, le contó lo que Pedro le había confesado. José, sorprendido, escuchaba atentamente.

—"¿Te imaginas, amor? ¡Tiene 23 años y sigue siendo virgen! Sé que eso le afecta. Es un chico tan bueno, pero no sabe cómo relacionarse con las chicas."

José, algo pensativo, miró el techo. El hecho no le sorprendía tanto, conocía la timidez de Pedro. Tras unos segundos de silencio, miró a Laura.

—"¿Y qué piensas hacer?"

Laura sonrió, insegura. Había estado pensando en una solución, pero no sabía cómo José lo tomaría. A pesar de su relación abierta, aquello sería llevar las cosas a un nuevo nivel.

—"Bueno… he estado pensando… tal vez yo podría ayudarlo a perder la virginidad."

José levantó una ceja, más por sorpresa que por celos. Conocía a Laura lo suficientemente bien como para saber que no lo decía a la ligera.

—"¿Tú?" —preguntó él, sin rastro de molestia en su voz—. "¿Ayudarlo tú?"

—"Sí, amor. Mira, él es un buen chico, pero esta situación le está haciendo mucho daño. Creo que si tuviera una experiencia positiva, algo que lo ayudara a tener confianza en sí mismo, podría cambiar mucho para él."

El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. José lo pensó por unos instantes, sopesando la idea. Sabía que en su relación, la confianza era primordial, y Laura siempre había sido clara con él. Además, Pedro era su amigo y, en el fondo, no podía negar que le tenía cariño.

—"¿Y tú lo harías por él? ¿De verdad lo quieres hacer?" —José la miraba con seriedad, aunque en sus ojos brillaba la comprensión.

Laura asintió despacio.

—"Solo si tú estás completamente de acuerdo. No haría nada que te hiciera sentir incómodo."

Para sorpresa de Laura, José no solo aceptó, sino que decidió darle su apoyo de una manera especial. Dos días después, él la sorprendió con una bolsa de una tienda de lencería, sonriendo con picardía.

—"Si vas a ayudar a Pedro, quiero que lo hagas viéndote increíble," —dijo mientras le entregaba la bolsa—. "Lo compré pensando en esa noche."

Laura sonrió, agradecida por su comprensión y apoyo. José siempre había sido abierto de mente, pero este gesto le mostró lo mucho que confiaba en ella.

—"Te amo," —susurró ella, besándolo con intensidad.

Con todo listo, Laura decidió hablar con Pedro. Esa misma noche, mientras descansaba en el sofá, tomó su teléfono y le envió un mensaje por WhatsApp.

Laura: Hola, Pedro. ¿Estás despierto?

El doble check azul apareció casi al instante. Pedro respondió rápidamente.

Pedro: ¡Sí, Laura! ¿Qué tal?

Laura respiró hondo antes de escribir el siguiente mensaje.

Laura: He estado pensando en lo que me dijiste el otro día, sobre lo que te preocupa.

Hubo una pausa. Pedro tardó unos segundos más en responder.

Pedro: Ah… sí. Me apena haberlo soltado así.

Laura: No tienes por qué apenarte. Eres un gran chico, Pedro. Y bueno… hablé con José sobre eso.

Hubo otra pausa, más larga esta vez. Era evidente que Pedro no se esperaba esa respuesta.

Pedro: ¿Le dijiste a José?

Laura: Sí, pero no te preocupes, todo bien. De hecho, José está de acuerdo con algo que quiero proponerte.

Pedro: ¿Qué quieres decir?

Laura: Quiero ayudarte, Pedro. Si quieres, podemos tener una cita. Me encantaría que tu primera vez fuera con alguien en quien confíes, y que sea algo especial. José lo sabe y está completamente de acuerdo.

Esta vez, la espera fue más larga. Laura sabía que Pedro estaría procesando cada palabra. Al final, llegó la respuesta que esperaba.

Pedro: Laura… no sé qué decir. Me siento… ¡sorprendido! Nunca pensé que una chica como tú me ofrecería algo así. Estoy… estoy encantado. Me encantaría. ¡Sería un gesto increíble!

Laura, tras confirmar la cita con Pedro por WhatsApp, se aseguró de que todo estuviera en orden. Sabía lo que estaba a punto de hacer y, aunque se sentía tranquila, era consciente de la importancia de mantener el secreto. Quería que Pedro viviera una experiencia positiva, pero también que todo se manejara con la discreción necesaria.

Laura: "Tiene que ser algo entre nosotros, Pedro. No quiero que lo comentes con nadie. Es importante."

El mensaje de Pedro no tardó en llegar.

Pedro: "Laura, tranquila. Esto me lo llevaré a la tumba. Te lo prometo. No sabes lo agradecido que estoy por lo que estás haciendo por mí."

Laura sonrió al leer la respuesta. Sabía que Pedro estaba emocionado y nervioso a partes iguales, pero le reconfortaba ver que entendía la delicadeza de la situación.

Laura: "Mañana, después de clases. Todo será perfecto, confía en mí."

Pedro: "Confío en ti completamente. No puedo esperar."

Al día siguiente, Laura se preparó para lo que sería una tarde intensa. Antes de irse a clase, habló con José, quien estaba totalmente de acuerdo con dejarla a solas con Pedro para que la experiencia fuera lo más cómoda posible para él.

—"Amor, hoy por la tarde es la cita con Pedro," —le dijo Laura, mientras se vestía para ir a la facultad—. "Quiero que esté tranquilo, así que me gustaría que nos dejases solos."

José asintió con una sonrisa, entendiendo la situación perfectamente.

—"Lo tengo todo bajo control," —respondió, besándola en la frente—. "Yo saldré con los chicos a tomar unas cervezas. Diviértete y haz que sea una noche inolvidable para él."

El día transcurrió con normalidad en la facultad, aunque Laura notaba cómo la expectación crecía dentro de ella conforme se acercaba la hora de la cita. Al volver a casa, se preparó meticulosamente. Sacó del armario el conjunto rojo que José le había regalado: un corsé ajustado que realzaba cada curva de su cuerpo, haciendo que sus pechos se desbordaran sensualmente. El tanga a juego completaba el look, dejando muy poco a la imaginación. Frente al espejo, Laura admiró su reflejo, repasando cada detalle. Se maquilló con precisión, sus labios pintados de un rojo pasión que contrastaba con el tono de su piel, ahora completamente depilada y suave al tacto.

La hora acordada se acercaba, y cuando el reloj marcó las seis, Laura escuchó el timbre. Sonrió para sí misma y se dirigió a la puerta. Abrió lentamente, revelando su figura a Pedro, que quedó inmóvil en el umbral, los ojos abiertos como platos.

—"¡Laura… estás… impresionante!" —balbuceó, visiblemente nervioso, mientras intentaba mantener la compostura.

Laura se rió suavemente, disfrutando del impacto que causaba en él.

—"¿Te gusta lo que ves?" —preguntó con voz seductora, girándose lentamente para que pudiera apreciar su trasero perfectamente enmarcado por el tanga rojo.

Pedro no pudo evitar tragar saliva, incapaz de apartar la vista de ella.

—"Es que… no tengo palabras. De verdad, eres increíble," —dijo, con una mezcla de admiración y nerviosismo.

Laura se acercó un paso más hacia él, sus caderas moviéndose con confianza. Con una sonrisa juguetona, tomó la mano de Pedro y la guió suavemente hasta su trasero.

—"Puedes tocarlo si quieres," —susurró, mirándolo directamente a los ojos—. "Hoy es tu día. Quiero que te sientas cómodo conmigo."

Pedro, aún incrédulo, permitió que su mano acariciara la suave piel de Laura, sintiendo el calor de su cuerpo a través del delicado encaje. Ella sonrió, notando la tensión en su cuerpo, y decidió aliviar el ambiente.

—"Vamos, ¿quieres una cerveza? Te ayudará a relajarte."

Pedro asintió rápidamente, agradecido por el gesto, y ambos se dirigieron hacia el salón. Laura sirvió dos cervezas y le entregó una mientras él se sentaba en el sofá. Se notaba que seguía nervioso, aunque intentaba ocultarlo. Laura, en cambio, se mantenía completamente relajada, con la confianza de quien sabe exactamente lo que va a hacer.

—"No tienes por qué estar tan nervioso, Pedro," —dijo Laura suavemente, tomando asiento a su lado—. "Estamos aquí para que disfrutes y te sientas bien. No hay presión."

Pedro dio un trago largo a su cerveza, intentando calmarse.

—"Lo siento, es que… esto es algo que nunca pensé que pasaría. Y tú, Laura, eres tan… bueno, ya lo ves. Estoy nervioso porque nunca he hecho nada como esto."

Laura sonrió dulcemente, dejando su cerveza sobre la mesa. Lentamente, subió una pierna al sofá, acercándose más a Pedro, hasta que estuvo prácticamente encima de él. Colocó sus manos en sus hombros y lo miró fijamente a los ojos.

—"Hoy no solo vas a perder la virginidad, Pedro," —susurró ella, acariciando suavemente su mejilla—. "Hoy te voy a enseñar todo lo que necesitas saber para sentirte más seguro. No solo vamos a hacer el amor… te voy a chupar, vamos a hacer cosas que te gusten, que te exciten. Quiero que salgas de aquí con toda la confianza del mundo."

El rostro de Pedro se encendió al escuchar las palabras de Laura, sintiendo cómo el calor se acumulaba en su cuerpo. Su respiración se hizo más pesada cuando Laura se inclinó hacia él y presionó sus labios contra los suyos. Al principio, fue un beso suave, pero rápidamente se intensificó, volviéndose más apasionado. Laura se movió encima de él, acomodándose en su regazo, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba ante su cercanía.

—"Relájate, Pedro," —le susurró entre besos—. "Voy a cuidarte."

Pedro dejó caer la cerveza sobre la mesa, sus manos comenzaron a explorar su espalda, tocando el encaje del corsé mientras Laura lo besaba con mayor intensidad. Ella tomó sus manos y las guió hasta sus pechos, sonriendo cuando sintió su respiración temblar por la emoción.

—"No tengas miedo de tocarme," —dijo en un susurro seductor—. "Quiero que me sientas."

Pedro, aunque todavía tembloroso, comenzó a tocarla con más seguridad, sintiendo la calidez de su piel a través de la lencería. Laura, siempre en control, tomó la iniciativa y comenzó a desabrochar los botones de su camisa, deslizando sus manos por su pecho desnudo.

—"Hoy es solo el principio," —le prometió ella mientras lo besaba nuevamente, acariciando su cuerpo con un deseo que pronto los llevaría mucho más allá de donde se encontraban ahora.
 
Voy a comenzar un relato que he hecho con GPT, espero que os guste y disfruteis del relato.

Laura y José eran la envidia de muchos. Ambos de 23 años, formaban una pareja que no solo destacaba por su innegable atractivo, sino también por la química arrolladora que existía entre ellos. Él, moreno, de ojos castaños, con un físico atlético; ella, simplemente deslumbrante: alta, rubia, con ojos verdes que hipnotizaban y un cuerpo de infarto que hacía que todas las miradas se volvieran cuando entraba a cualquier lugar. Pero lo más intrigante de ellos no era solo su físico, sino la relación abierta que compartían, algo que había dejado de ser un tema de curiosidad entre su círculo de amigos, quienes lo tomaban con total naturalidad.

Ambos estudiaban economía en la facultad y, desde el primer semestre, se habían rodeado de un grupo sólido de amigos. Uno de los más cercanos a ellos era Pedro. Era un chico inteligente y amable, siempre dispuesto a ayudar, pero había algo en él que lo diferenciaba del resto. A pesar de sus 23 años, seguía siendo virgen, un secreto que únicamente le había confiado a Laura una tarde de confesiones profundas en la cafetería de la facultad.

—“Laura, hay algo que nunca le he dicho a nadie…” —había comenzado Pedro, mirando nerviosamente su taza de café mientras evitaba el contacto visual—. "Es algo que me da vergüenza, pero siento que puedo confiar en ti."

Laura había arqueado una ceja, intrigada, y se había inclinado hacia él.

—“Dime, Pedro. Sabes que puedes contarme lo que sea.”

—"Sigo siendo virgen."

Ese simple enunciado lo había soltado con una mezcla de vergüenza y alivio. Laura, por un segundo, no supo cómo reaccionar. Conocía bien a Pedro, siempre lo había visto como un buen chico, tímido, algo retraído, pero no esperaba algo como aquello. Lo que más le preocupó no fue el hecho en sí, sino cómo parecía afectarle su confianza.

—"Pedro…" —susurró ella, estirando una mano para tomar la suya—. “No tienes nada de qué avergonzarte. Eso no te define, eres un chico increíble.”

—“Es que… a veces siento que no sé cómo hablar con las mujeres, como si siempre estuviera fuera de lugar. Nadie se interesaría en un chico como yo…” —admitió Pedro, bajando la mirada, sus mejillas enrojecidas.

El corazón de Laura se apretó. Quería ayudar a su amigo, darle un empujón de confianza. Esa noche, mientras estaban en la cama, abrazada a José, le contó lo que Pedro le había confesado. José, sorprendido, escuchaba atentamente.

—"¿Te imaginas, amor? ¡Tiene 23 años y sigue siendo virgen! Sé que eso le afecta. Es un chico tan bueno, pero no sabe cómo relacionarse con las chicas."

José, algo pensativo, miró el techo. El hecho no le sorprendía tanto, conocía la timidez de Pedro. Tras unos segundos de silencio, miró a Laura.

—"¿Y qué piensas hacer?"

Laura sonrió, insegura. Había estado pensando en una solución, pero no sabía cómo José lo tomaría. A pesar de su relación abierta, aquello sería llevar las cosas a un nuevo nivel.

—"Bueno… he estado pensando… tal vez yo podría ayudarlo a perder la virginidad."

José levantó una ceja, más por sorpresa que por celos. Conocía a Laura lo suficientemente bien como para saber que no lo decía a la ligera.

—"¿Tú?" —preguntó él, sin rastro de molestia en su voz—. "¿Ayudarlo tú?"

—"Sí, amor. Mira, él es un buen chico, pero esta situación le está haciendo mucho daño. Creo que si tuviera una experiencia positiva, algo que lo ayudara a tener confianza en sí mismo, podría cambiar mucho para él."

El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. José lo pensó por unos instantes, sopesando la idea. Sabía que en su relación, la confianza era primordial, y Laura siempre había sido clara con él. Además, Pedro era su amigo y, en el fondo, no podía negar que le tenía cariño.

—"¿Y tú lo harías por él? ¿De verdad lo quieres hacer?" —José la miraba con seriedad, aunque en sus ojos brillaba la comprensión.

Laura asintió despacio.

—"Solo si tú estás completamente de acuerdo. No haría nada que te hiciera sentir incómodo."

Para sorpresa de Laura, José no solo aceptó, sino que decidió darle su apoyo de una manera especial. Dos días después, él la sorprendió con una bolsa de una tienda de lencería, sonriendo con picardía.

—"Si vas a ayudar a Pedro, quiero que lo hagas viéndote increíble," —dijo mientras le entregaba la bolsa—. "Lo compré pensando en esa noche."

Laura sonrió, agradecida por su comprensión y apoyo. José siempre había sido abierto de mente, pero este gesto le mostró lo mucho que confiaba en ella.

—"Te amo," —susurró ella, besándolo con intensidad.

Con todo listo, Laura decidió hablar con Pedro. Esa misma noche, mientras descansaba en el sofá, tomó su teléfono y le envió un mensaje por WhatsApp.

Laura: Hola, Pedro. ¿Estás despierto?

El doble check azul apareció casi al instante. Pedro respondió rápidamente.

Pedro: ¡Sí, Laura! ¿Qué tal?

Laura respiró hondo antes de escribir el siguiente mensaje.

Laura: He estado pensando en lo que me dijiste el otro día, sobre lo que te preocupa.

Hubo una pausa. Pedro tardó unos segundos más en responder.

Pedro: Ah… sí. Me apena haberlo soltado así.

Laura: No tienes por qué apenarte. Eres un gran chico, Pedro. Y bueno… hablé con José sobre eso.

Hubo otra pausa, más larga esta vez. Era evidente que Pedro no se esperaba esa respuesta.

Pedro: ¿Le dijiste a José?

Laura: Sí, pero no te preocupes, todo bien. De hecho, José está de acuerdo con algo que quiero proponerte.

Pedro: ¿Qué quieres decir?

Laura: Quiero ayudarte, Pedro. Si quieres, podemos tener una cita. Me encantaría que tu primera vez fuera con alguien en quien confíes, y que sea algo especial. José lo sabe y está completamente de acuerdo.

Esta vez, la espera fue más larga. Laura sabía que Pedro estaría procesando cada palabra. Al final, llegó la respuesta que esperaba.

Pedro: Laura… no sé qué decir. Me siento… ¡sorprendido! Nunca pensé que una chica como tú me ofrecería algo así. Estoy… estoy encantado. Me encantaría. ¡Sería un gesto increíble!

Laura, tras confirmar la cita con Pedro por WhatsApp, se aseguró de que todo estuviera en orden. Sabía lo que estaba a punto de hacer y, aunque se sentía tranquila, era consciente de la importancia de mantener el secreto. Quería que Pedro viviera una experiencia positiva, pero también que todo se manejara con la discreción necesaria.

Laura: "Tiene que ser algo entre nosotros, Pedro. No quiero que lo comentes con nadie. Es importante."

El mensaje de Pedro no tardó en llegar.

Pedro: "Laura, tranquila. Esto me lo llevaré a la tumba. Te lo prometo. No sabes lo agradecido que estoy por lo que estás haciendo por mí."

Laura sonrió al leer la respuesta. Sabía que Pedro estaba emocionado y nervioso a partes iguales, pero le reconfortaba ver que entendía la delicadeza de la situación.

Laura: "Mañana, después de clases. Todo será perfecto, confía en mí."

Pedro: "Confío en ti completamente. No puedo esperar."

Al día siguiente, Laura se preparó para lo que sería una tarde intensa. Antes de irse a clase, habló con José, quien estaba totalmente de acuerdo con dejarla a solas con Pedro para que la experiencia fuera lo más cómoda posible para él.

—"Amor, hoy por la tarde es la cita con Pedro," —le dijo Laura, mientras se vestía para ir a la facultad—. "Quiero que esté tranquilo, así que me gustaría que nos dejases solos."

José asintió con una sonrisa, entendiendo la situación perfectamente.

—"Lo tengo todo bajo control," —respondió, besándola en la frente—. "Yo saldré con los chicos a tomar unas cervezas. Diviértete y haz que sea una noche inolvidable para él."

El día transcurrió con normalidad en la facultad, aunque Laura notaba cómo la expectación crecía dentro de ella conforme se acercaba la hora de la cita. Al volver a casa, se preparó meticulosamente. Sacó del armario el conjunto rojo que José le había regalado: un corsé ajustado que realzaba cada curva de su cuerpo, haciendo que sus pechos se desbordaran sensualmente. El tanga a juego completaba el look, dejando muy poco a la imaginación. Frente al espejo, Laura admiró su reflejo, repasando cada detalle. Se maquilló con precisión, sus labios pintados de un rojo pasión que contrastaba con el tono de su piel, ahora completamente depilada y suave al tacto.

La hora acordada se acercaba, y cuando el reloj marcó las seis, Laura escuchó el timbre. Sonrió para sí misma y se dirigió a la puerta. Abrió lentamente, revelando su figura a Pedro, que quedó inmóvil en el umbral, los ojos abiertos como platos.

—"¡Laura… estás… impresionante!" —balbuceó, visiblemente nervioso, mientras intentaba mantener la compostura.

Laura se rió suavemente, disfrutando del impacto que causaba en él.

—"¿Te gusta lo que ves?" —preguntó con voz seductora, girándose lentamente para que pudiera apreciar su trasero perfectamente enmarcado por el tanga rojo.

Pedro no pudo evitar tragar saliva, incapaz de apartar la vista de ella.

—"Es que… no tengo palabras. De verdad, eres increíble," —dijo, con una mezcla de admiración y nerviosismo.

Laura se acercó un paso más hacia él, sus caderas moviéndose con confianza. Con una sonrisa juguetona, tomó la mano de Pedro y la guió suavemente hasta su trasero.

—"Puedes tocarlo si quieres," —susurró, mirándolo directamente a los ojos—. "Hoy es tu día. Quiero que te sientas cómodo conmigo."

Pedro, aún incrédulo, permitió que su mano acariciara la suave piel de Laura, sintiendo el calor de su cuerpo a través del delicado encaje. Ella sonrió, notando la tensión en su cuerpo, y decidió aliviar el ambiente.

—"Vamos, ¿quieres una cerveza? Te ayudará a relajarte."

Pedro asintió rápidamente, agradecido por el gesto, y ambos se dirigieron hacia el salón. Laura sirvió dos cervezas y le entregó una mientras él se sentaba en el sofá. Se notaba que seguía nervioso, aunque intentaba ocultarlo. Laura, en cambio, se mantenía completamente relajada, con la confianza de quien sabe exactamente lo que va a hacer.

—"No tienes por qué estar tan nervioso, Pedro," —dijo Laura suavemente, tomando asiento a su lado—. "Estamos aquí para que disfrutes y te sientas bien. No hay presión."

Pedro dio un trago largo a su cerveza, intentando calmarse.

—"Lo siento, es que… esto es algo que nunca pensé que pasaría. Y tú, Laura, eres tan… bueno, ya lo ves. Estoy nervioso porque nunca he hecho nada como esto."

Laura sonrió dulcemente, dejando su cerveza sobre la mesa. Lentamente, subió una pierna al sofá, acercándose más a Pedro, hasta que estuvo prácticamente encima de él. Colocó sus manos en sus hombros y lo miró fijamente a los ojos.

—"Hoy no solo vas a perder la virginidad, Pedro," —susurró ella, acariciando suavemente su mejilla—. "Hoy te voy a enseñar todo lo que necesitas saber para sentirte más seguro. No solo vamos a hacer el amor… te voy a chupar, vamos a hacer cosas que te gusten, que te exciten. Quiero que salgas de aquí con toda la confianza del mundo."

El rostro de Pedro se encendió al escuchar las palabras de Laura, sintiendo cómo el calor se acumulaba en su cuerpo. Su respiración se hizo más pesada cuando Laura se inclinó hacia él y presionó sus labios contra los suyos. Al principio, fue un beso suave, pero rápidamente se intensificó, volviéndose más apasionado. Laura se movió encima de él, acomodándose en su regazo, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba ante su cercanía.

—"Relájate, Pedro," —le susurró entre besos—. "Voy a cuidarte."

Pedro dejó caer la cerveza sobre la mesa, sus manos comenzaron a explorar su espalda, tocando el encaje del corsé mientras Laura lo besaba con mayor intensidad. Ella tomó sus manos y las guió hasta sus pechos, sonriendo cuando sintió su respiración temblar por la emoción.

—"No tengas miedo de tocarme," —dijo en un susurro seductor—. "Quiero que me sientas."

Pedro, aunque todavía tembloroso, comenzó a tocarla con más seguridad, sintiendo la calidez de su piel a través de la lencería. Laura, siempre en control, tomó la iniciativa y comenzó a desabrochar los botones de su camisa, deslizando sus manos por su pecho desnudo.

—"Hoy es solo el principio," —le prometió ella mientras lo besaba nuevamente, acariciando su cuerpo con un deseo que pronto los llevaría mucho más allá de donde se encontraban ahora.
Que buen relato
 
Va muy bien la historia, pero me confunde el título, "Hace cornudo a su novio para desvirgar a su mejor amigo"

Tal vez me estoy adelantando un poco, pero entiendo que José y Laura tienen una relación abierta, de la que todos sus conocidos están enterados y aceptan, lo que me lleva a pensar que no hay forma de que ella le haga cornudo, le ponga los cuernos, le sea infiel con Pedro, su mejor amigo. :unsure:
 
Voy a continuar el relato viendo que os está gustando

Laura sonrió mientras veía la expresión de asombro en el rostro de Pedro. Estaba claro que él no podía creer lo que estaba viviendo. Sus manos temblorosas recorrieron el corsé que había llevado hasta entonces, y cuando finalmente decidió quitárselo, lo hizo con una sensualidad que hacía que cada segundo se sintiera eterno para Pedro.

—"Venga, Pedro," —le susurró con una sonrisa traviesa—. "Tócame mis tetitas… ¿Te gustan?" —dijo, guiando sus manos hacia sus pechos desnudos, dejando que sintiera la suavidad de su piel y el calor que emanaba de su cuerpo.

Pedro, aún incrédulo, tragó saliva, sintiendo el peso de sus pechos en sus manos. Los apretó suavemente, como si temiera que aquello no fuera real.

—"No me lo puedo creer… No puedo creer que esto esté pasando," —murmuró, sus ojos brillando de pura excitación mientras acariciaba sus senos, mirando alternativamente entre ellos y los ojos verdes de Laura.

Ella se rió suavemente, su voz cargada de una dulzura que lo tranquilizaba, pero también de una picardía que encendía su deseo.

—"Bueno, Pedro," —dijo ella, acariciando su mejilla—. "Si te ha gustado hasta ahora, te aseguro que lo que viene va a ser mucho mejor. Ponte de pie."

Él la miró, desconcertado, pero obedeció sin dudar. Se levantó del sofá, su respiración acelerada por los nervios y la excitación acumulada. Laura, con una elegancia casi hipnótica, tomó un cojín del sofá y lo dejó caer suavemente al suelo frente a él. Luego, sin romper el contacto visual, se arrodilló sobre él, quedando a la altura de su cintura.

—"Ahora, Pedro," —dijo Laura con una voz sedosa, mirándolo directamente a los ojos—. "Te la voy a chupar. Y quiero que te corras en mi boca, ¿vale? Así, cuando follemos después, vas a durar más. ¿Entendido?"

Los ojos de Pedro se abrieron aún más, y por un momento pareció que el mundo había dejado de girar para él. No podía procesar lo que estaba escuchando. Nunca, en sus más atrevidas fantasías, había imaginado que algo así podría sucederle con una chica como Laura. Asintió rápidamente, sin poder decir palabra, su cuerpo completamente entregado a lo que ella iba a hacer.

Laura sonrió, satisfecha con la reacción de Pedro. Era evidente que estaba disfrutando del control que tenía sobre él, de la manera en que lo estaba guiando en esa primera experiencia. Despacio, con una calma calculada, empezó a desabrochar el cinturón de Pedro, notando cómo su respiración se hacía más entrecortada. Sus dedos tiraron de la cremallera de sus pantalones, y en un movimiento fluido, los bajó junto con su ropa interior, liberando su erección.

Pedro dejó escapar un gemido ahogado cuando sintió el aire fresco contra su piel, y más aún cuando los dedos suaves de Laura lo rodearon, acariciándolo lentamente. Ella lo miró a los ojos, disfrutando del poder que tenía en ese momento.

—"Relájate, Pedro," —le susurró mientras sus labios se acercaban lentamente a su miembro—. "Solo disfruta."

Con esa última palabra, Laura envolvió sus labios alrededor de él, comenzando a darle placer de una manera que nunca antes había experimentado. El calor de su boca, el movimiento lento y deliberado de su lengua, todo lo hacía con una precisión que lo llevaba al borde del delirio. Pedro apoyó una mano temblorosa en el respaldo del sofá para mantener el equilibrio, su mente completamente abrumada por el placer.

—"Laura… no puedo creer… esto es… increíble…" —murmuraba entre jadeos, su voz quebrada por la intensidad del momento.

Laura sonrió interiormente al escucharlo, complacida de estar dándole una experiencia que jamás olvidaría. Aceleró ligeramente el ritmo, moviendo la cabeza con una sensualidad que parecía tener control absoluto sobre el cuerpo de Pedro. Cada vez que lo miraba a los ojos, él sentía una oleada de excitación aún más fuerte, como si esa conexión visual intensificara el placer.

Ella se detuvo por un segundo, sacando su boca de él y acariciando su erección con las manos, mientras sus labios brillaban ligeramente por la humedad.

—"¿Te gusta, Pedro?" —le preguntó en un susurro, con una sonrisa traviesa.

Él solo pudo asentir frenéticamente, completamente perdido en el placer que Laura le estaba proporcionando.

—"Me alegra que te guste," —respondió ella antes de volver a su tarea, esta vez con más intensidad. Su lengua lo acariciaba con movimientos expertos, alternando entre lamidos suaves y profundos, y ligeros toques con los labios que lo hacían gemir sin control.

Cada segundo que pasaba, Pedro sentía que se acercaba más y más al clímax. Nunca había sentido algo tan intenso, y su cuerpo estaba al borde de explotar. Laura, notando los signos de su excitación creciente, no aflojó el ritmo; al contrario, lo mantuvo constante, deseando que él se entregara por completo.

—"Laura… creo que… ya no aguanto más…" —gimió entrecortadamente, con el rostro completamente sonrojado por el placer.

Ella sonrió para sí misma, sin detenerse, sabiendo que estaba a punto de llevarlo al límite. Con un último movimiento, lo sintió estremecerse completamente, y en ese instante, Pedro llegó al clímax. Sus gemidos llenaron la habitación mientras se corría en su boca, su cuerpo temblando por la intensidad de la liberación. Laura lo recibió sin dudar, cumpliendo con lo que había prometido, y siguió acariciándolo suavemente mientras él se recuperaba de la experiencia.

Cuando todo terminó, Laura se levantó lentamente, mirándolo con una sonrisa satisfecha.

—"Muy bien, Pedro," —dijo, limpiándose delicadamente los labios—. "Has hecho un buen trabajo. Ahora estás listo para lo que viene."

Pedro, todavía jadeante, no podía creer lo que acababa de suceder. Su mente era un torbellino de sensaciones y pensamientos, pero en el fondo, sabía que esa tarde sería algo que jamás olvidaría.

Tras el intenso momento, Laura y Pedro decidieron tomarse un respiro. Ambos se sentaron en el sofá, respirando aún aceleradamente, y Laura se levantó para buscar dos cervezas del refrigerador. Cuando regresó, se sentó junto a él, entregándole una lata mientras reía suavemente.

—"Bueno, Pedro," —dijo Laura con una sonrisa traviesa, abriendo su cerveza—. "¿Qué tal ha sido la primera vez que te corres en la boca de una chica, eh?"

Pedro, aún abrumado por lo que acababa de vivir, rió nerviosamente y dio un largo trago a su cerveza antes de responder.

—"No sé ni cómo describirlo, Laura," —dijo, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. "Ni en mis mejores sueños me habría imaginado algo así para mi primera vez. Ha sido… increíble."

Laura lo miró con una expresión pícara, disfrutando de cómo las tensiones de antes se desvanecían. Sabía que Pedro había cruzado un umbral en su vida, y le hacía feliz saber que estaba disfrutando del momento sin reservas.

—"Me alegro," —respondió ella, guiñándole un ojo—. "Porque esto no ha terminado aún."

Ambos siguieron conversando durante unos minutos más, bromeando y relajándose mientras terminaban sus cervezas. Laura, sin perder su aire juguetón, lo observaba de reojo, sabiendo que el siguiente paso estaba por llegar.

—"Bueno, Pedro," —dijo ella, poniéndose de pie lentamente, con una mirada sugerente—. "¿Listo para la segunda parte?"

Pedro tragó saliva, sus ojos fijos en Laura mientras ella se inclinaba ligeramente hacia él, acariciando su muslo y luego su entrepierna. Aunque aún estaba un poco nervioso, la excitación había vuelto a crecer dentro de él. Laura sonrió al sentir cómo su miembro reaccionaba a sus caricias.

—"Relájate," —le susurró mientras deslizaba su mano suavemente sobre su piel—. "Vamos a hacerlo aún mejor esta vez."

Poco a poco, Pedro volvió a endurecerse bajo sus atenciones. Laura se subió sobre él, sus piernas a cada lado de su cintura, y mientras se inclinaba hacia delante, besándolo suavemente, comenzó a guiar su erección hacia ella. Se movió despacio, permitiendo que él sintiera cada centímetro al entrar en su interior, hasta que estuvo completamente dentro de ella.

—"Ahí lo tienes," —murmuró con una sonrisa de satisfacción mientras comenzaba a moverse lentamente—. "No te preocupes por correrte dentro de mí, Pedro. Tomo anticonceptivos, no hay ningún problema."

La tranquilidad en su voz ayudó a que Pedro se relajara un poco más, y pronto comenzó a moverse al ritmo que ella marcaba. Laura empezó con movimientos lentos, subiendo y bajando sobre él mientras sus manos descansaban en sus hombros para mantener el equilibrio. Su cuerpo se movía con una gracia y sensualidad que dejaban a Pedro completamente cautivado.

Los gemidos suaves de Laura llenaron el aire mientras el ritmo se volvía cada vez más intenso. Cada movimiento de caderas lo hacía perderse más en el placer, mientras sentía cómo ella lo envolvía por completo.

—"Dios, Laura…" —gimió Pedro, su respiración entrecortada—. "Esto es… increíble…"

Ella sonrió, inclinándose para besar su cuello y mordisquear suavemente su oreja, acelerando el ritmo. Las manos de Pedro viajaban por su espalda, aferrándose a ella mientras intentaba mantener el control de su propio placer.

—"No te preocupes," —jadeó Laura, con la respiración agitada—. "Tómate tu tiempo… disfruta."

Después de varios minutos de ese vaivén, Laura decidió cambiar de posición. Se detuvo por un momento, aún respirando con dificultad, y se deslizó fuera de él antes de ponerse de rodillas en el sofá.

—"Vamos a probar algo diferente," —dijo, mirándolo sobre su hombro, con un brillo de excitación en sus ojos.

Pedro, siguiendo sus indicaciones, se colocó detrás de ella. Laura arqueó la espalda, empujando su trasero hacia él, y con un suave empuje, volvió a entrar en su interior. El placer se intensificó para ambos, y Laura no tardó en comenzar a moverse de nuevo, empujándose contra él con cada embestida.

La intensidad fue en aumento mientras probaban distintas posiciones: desde esa postura de rodillas en el sofá, hasta el clásico misionero, donde Laura lo envolvía con sus piernas mientras lo miraba directamente a los ojos. Cada cambio de posición parecía despertar nuevas sensaciones para Pedro, que seguía asombrado por la experiencia.

Finalmente, cuando Laura sintió que el clímax estaba cerca, aceleró el ritmo, su cuerpo temblando de placer. Su respiración se hizo más pesada, y en un último impulso, alcanzó su orgasmo, su cuerpo sacudido por oleadas de placer que la dejaron jadeante y temblorosa.

—"Oh, Pedro…" —gimió entre jadeos, mirándolo con una expresión de puro deleite—. "Lo estás haciendo tan bien… Me estás haciendo disfrutar muchísimo…"

Pedro, sintiendo cómo el cuerpo de Laura temblaba contra él, supo que también estaba al borde del clímax una vez más. Sin detenerse, siguió moviéndose, completamente perdido en el éxtasis del momento
 
Así ve la IA a Laura


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Pues yo que queréis que os diga, pero a mí no me gustaría que mi novia tuviera sexo con un amigo con la ridícula excusa de que es virgen, pero cada uno tiene sus gustos.
Además esto muchas veces no acaba bien.
 
Aunque sería interesante que se enamoren estos dos y el novio quede :poop:
Pues yo espero que eso no pase. No me cae nada bien Pedro.
Por mucho que sea una relación abierta, yo no me acuesto con la novia de un amigo.
Otra cosa es que fuera ex novia.
Sería muy triste que pasara eso.
 
Habría que ver cómo le sentaría a Laura que José le dijera que se va a follar a su amiga virgen. No tengo claro que le hiciera gracia.
 
Aquí os dejo la continuación! Espero que os guste!

Cuando todo terminó, el ambiente en la habitación estaba lleno de una mezcla de calma y satisfacción. Pedro, aún respirando agitadamente después de su clímax, comenzó a sentir el peso del momento. Laura, todavía encima de él, lo miró con una sonrisa suave, dejando escapar un suspiro mientras sentía cómo el semen comenzaba a escaparse de su interior.

—"Creo que esto va a necesitar algo de limpieza," —bromeó Laura con una risa ligera, haciendo que Pedro se diera cuenta de la situación.

Rápido y caballeroso, Pedro se levantó y fue a buscar algo de papel higiénico. Laura lo observó con una sonrisa satisfecha, admirando su gesto mientras él regresaba con el papel en la mano.

—"Aquí tienes, Laura," —dijo Pedro, extendiéndole el papel con una mezcla de timidez y preocupación por hacer lo correcto.

—"Gracias, cielo," —respondió ella con una sonrisa agradecida, tomando el papel y limpiándose con delicadeza—. Eres un amor, Pedro.

Laura se levantó lentamente y, con un aire de confianza que la hacía ver aún más irresistible, se puso solo el tanga rojo que había llevado durante toda la tarde. Se acomodó el cabello, dándole un toque despreocupado a su apariencia, y mientras lo hacía, sacó su teléfono móvil para enviar un mensaje a José.

—"Le voy a decir a José que ya puede venir," —comentó Laura casualmente mientras tecleaba en el móvil.

Pedro, ya vestido, la observaba desde el sofá, aún procesando lo que acababa de vivir. La incredulidad seguía en sus ojos, pero también había una nueva chispa de confianza en su mirada. Después de unos segundos, Laura se unió a él en el sofá y ambos abrieron una cerveza para relajarse mientras esperaban a que José llegara.

—"¿Cómo te sientes ahora?" —le preguntó Laura con una sonrisa traviesa, acercándose a él mientras tomaba un sorbo de su cerveza.

—"Sinceramente, no sé ni cómo describirlo…" —respondió Pedro, con una risa nerviosa—. Ha sido... increíble. Nunca pensé que mi primera vez sería algo así, y mucho menos con una chica como tú, Laura. Gracias, de verdad."

Laura le guiñó un ojo, apoyando su cabeza en su hombro de forma juguetona.

—"No tienes que darme las gracias, Pedro. Ha sido divertido para los dos, ¿verdad?"

Antes de que Pedro pudiera responder, escucharon el sonido de la puerta abriéndose. José entró en la casa con una sonrisa en el rostro, claramente relajado después de pasar la tarde con sus amigos.

—"Bueno, bueno…" —dijo José con una risa al ver a Laura solo con el tanga y a Pedro sentado junto a ella—. "Parece que os lo habéis pasado bien, ¿eh?"

Pedro, que se había puesto un poco tenso al ver entrar a José, sonrió nerviosamente mientras se inclinaba hacia delante, dejando la cerveza en la mesa. La situación aún era surrealista para él, y aunque sabía que José estaba al tanto de todo, no podía evitar sentirse un poco cohibido.

—"Sí… bueno, ha sido…" —comenzó Pedro, pero se detuvo cuando José se acercó y le dio un amistoso golpe en el hombro.

—"No te preocupes, Pedro," —bromeó José, sentándose en el sillón frente a ellos—. "Estoy al tanto de todo, hombre. Y me alegra que hayas perdido la virginidad con Laura, de verdad."

Pedro soltó una risa nerviosa, aunque su expresión mostraba algo de alivio al escuchar las palabras de José.

—"Gracias, tío… No puedo creer que todo esto haya pasado. De verdad, gracias a ti también por… por permitirlo."

José soltó una carcajada.

—"Venga, no tienes que darme las gracias," —respondió José, tomando una cerveza de la nevera—. "Deberías estar agradecido por haber tenido a una chica como Laura para tu primera vez. ¿Cómo te has portado, eh?"

Laura, divertida por la situación, se inclinó hacia delante y puso su mano en el muslo de Pedro.

—"Ha sido un campeón," —dijo ella con una sonrisa juguetona—. "Se ha corrido en mi boca y luego dentro de mí. Ha sido una primera vez muy intensa, ¿verdad, Pedro?"

Pedro asintió con una sonrisa, aún algo avergonzado pero claramente satisfecho con la experiencia.

—"Sí… ni en mis mejores sueños me habría imaginado algo así," —admitió Pedro—. "Fue más de lo que esperaba. Todo lo que hemos hecho… no sé cómo agradeceros a ambos."

José se rió, levantando la cerveza hacia él como en un brindis.

—"Hombre, no te puedes quejar de tu primera vez, ¿eh?" —dijo José con un guiño—. "Una chica guapísima como Laura, y además todo lo que habéis hecho… Menuda suerte la tuya."

Pedro asintió rápidamente, aún sin poder creer su buena fortuna.

—"No, para nada me quejo. Ha sido increíble… y todo gracias a vosotros."

Laura, que estaba disfrutando de la conversación, decidió añadir un toque de picardía al momento. Se inclinó hacia Pedro, tomando sus manos y colocándolas sobre sus pechos mientras sonreía con malicia.

—"Vamos, Pedro, no tienes que dar las gracias," —bromeó Laura, mirando a José mientras las manos de Pedro se posaban en sus pechos—. "Mira, José… cómo tu amigo, el que era virgen, toca las tetas de tu novia, ¿eh?"

José levantó una ceja, riendo ante la escena, claramente disfrutando del humor y la relajación en el ambiente.

—"Vaya, vaya," —dijo José entre risas—. "Toca con confianza, Pedro, que no me pongo celoso."

Todos estallaron en risas, aliviando cualquier tensión restante en el aire. Era un momento de pura camaradería, donde la confianza y la libertad en la relación de Laura y José permitían que todo fuera natural, sin reservas ni juicios.

Mientras el trío seguía conversando y compartiendo cervezas, las bromas continuaron, creando un ambiente cómodo y relajado. Para Pedro, aquella experiencia no solo había sido un paso importante en su vida sexual, sino también una lección sobre la confianza, la amistad y el entendimiento entre las personas.

Laura sonrió con una mezcla de picardía y dulzura mientras se volvía hacia Pedro, sus ojos verdes fijos en él, viendo su reacción después de todo lo que había pasado esa tarde. La atmósfera entre los tres había llegado a un punto de relajación y comodidad que pocas personas podrían entender. Laura, confiada y natural, tomó un sorbo de su cerveza antes de decirle algo que dejó a Pedro boquiabierto.

—"La verdad, Pedro, lo has hecho muy bien para ser tu primera vez," —dijo ella, manteniendo su tono juguetón, pero con una sinceridad evidente—. "Si José no se opone… podríamos repetir en algún momento. Así vas ganando experiencia para cuando quedes con alguna chica, ¿qué te parece?"

Pedro casi escupió la cerveza de la sorpresa. Sus ojos se abrieron como platos, y aunque estaba acostumbrándose a esta nueva realidad en la que Laura le ofrecía cosas que nunca había soñado, seguía siendo difícil asimilarlo.

—"¿Repetir…?" —preguntó Pedro, como si quisiera asegurarse de que había escuchado bien.

Antes de que Laura pudiera responder, José, que había estado escuchando con una sonrisa en el rostro, intervino.

—"Por mí no hay ningún problema," —dijo José con tranquilidad, apoyando la cerveza en la mesa y mirándolo con esa misma confianza que siempre lo caracterizaba—. "Si Laura quiere y tú estás de acuerdo, me parece perfecto. Además, somos amigos, y si esto te ayuda a sentirte mejor, ¿por qué no?"

Pedro no podía creer lo que estaba escuchando. Se pasó la mano por el pelo, claramente impresionado y algo nervioso al mismo tiempo. La idea de que Laura, una chica tan increíble, estuviera dispuesta a seguir enseñándole y que José estuviera completamente de acuerdo, lo dejaba en un estado de asombro absoluto.

—"Wow… de verdad, no sé qué decir," —balbuceó Pedro, aún tratando de procesarlo—. "Nunca pensé que tendría una oportunidad así, ni en mis sueños más locos."

Laura se rió con suavidad, se acercó a él y le dio un pequeño beso en la mejilla, lo cual lo hizo sonrojarse un poco.

—"No lo pienses demasiado, Pedro," —dijo ella con una sonrisa cálida—. "Lo importante es que lo disfrutes y que aprendas. Si surge otra ocasión, te lo haré saber. No te preocupes."

Pedro asintió, sin poder ocultar su emoción y nerviosismo. Tras un rato más de conversación ligera, donde las bromas y el buen humor seguían fluyendo, Pedro finalmente decidió que era hora de irse. Se levantó, agradeció nuevamente a ambos y se despidió de Laura con un abrazo que, para él, tenía un nuevo significado.

—"Gracias por todo, de verdad," —dijo Pedro antes de salir por la puerta—. "Esto ha sido algo que nunca olvidaré."

José y Laura lo despidieron con una sonrisa, y cuando la puerta finalmente se cerró detrás de él, ambos se quedaron en silencio durante unos segundos, intercambiando miradas cómplices.

—"Es un buen chico," —dijo José, recostándose en el sofá, relajado—. "Me alegra que haya podido tener una experiencia así contigo. Se le veía mucho más seguro al final."

Laura asintió, sentándose a su lado y apoyando la cabeza en su hombro.

—"Sí, se lo merecía. Y la verdad, me lo he pasado muy bien," —admitió ella, trazando círculos con sus dedos sobre el pecho de José—. "¿No te molesta que quiera quedar con él otra vez?"

José la miró, su expresión serena y comprensiva.

—"Para nada, Laura. Sabes que confío en ti. Si quieres ayudarlo a ganar más confianza y, además, lo disfrutas, no veo por qué no. Somos muy abiertos con estas cosas, y mientras estemos de acuerdo, no veo ningún problema."

Laura sonrió, aliviada por la respuesta de José. Aunque sabía que él era muy comprensivo, siempre era importante asegurarse de que todo estuviera claro entre ellos. Después de todo, su relación se basaba en la confianza y en la libertad que se daban el uno al otro.

—"Gracias por entenderlo," —dijo ella, subiendo un poco para besarle suavemente los labios—. "Eres increíble, lo sabes, ¿verdad?"

José sonrió en respuesta y, sin decir nada, la atrajo hacia él, intensificando el beso. Había una conexión especial entre ellos, una intimidad que trascendía lo físico. Laura, sintiendo esa conexión tan profunda, se acomodó sobre su regazo, notando cómo el ambiente entre ellos cambiaba. La excitación volvía a surgir, esta vez solo entre ellos dos.

—"¿Y ahora qué tal si terminamos lo que hemos empezado?" —murmuró José contra sus labios, acariciando suavemente su espalda.

Laura se rió, dejándose llevar por el momento.

—"Me parece perfecto," —susurró mientras comenzaba a desabotonar la camisa de José.

Se besaron apasionadamente, sus cuerpos sincronizándose con una familiaridad que venía de los años juntos, pero con la chispa intacta de deseo y complicidad. Laura, aún solo con su tanga, comenzó a moverse sobre él, sintiendo cómo el deseo de José aumentaba con cada roce. José la levantó ligeramente, girándola para que quedara tumbada en el sofá, mientras él se colocaba sobre ella.

El momento fue intenso, lleno de pasión y conexión. Hicieron el amor despacio, disfrutando de cada caricia, de cada beso, como si fuera la primera vez. El cuerpo de Laura se arqueaba bajo las atenciones de José, y ella no pudo evitar gemir de placer mientras él se movía dentro de ella, con un ritmo que los llevaba a ambos al éxtasis.

Después de un rato, ambos alcanzaron el clímax casi al mismo tiempo, jadeando y aferrándose el uno al otro mientras el placer recorría sus cuerpos. El sudor brillaba en sus pieles mientras se quedaban recostados, abrazados, recuperando el aliento.

—"Vaya, creo que necesitábamos eso," —dijo Laura con una sonrisa, acariciando el cabello de José.

José soltó una pequeña risa, besando su frente.

—"Definitivamente. Siempre es bueno reconectar, ¿no?"

Laura asintió, sintiéndose completamente en paz en ese momento.

—"Y sobre Pedro… creo que todo ha salido mejor de lo que esperaba," —dijo ella, su voz suave y tranquila—. "No solo le hemos ayudado, sino que también ha sido una experiencia genial para mí."

José la miró con una sonrisa, entendiendo perfectamente lo que ella quería decir.

—"Sí, y si quieres seguir viéndolo para que él gane más experiencia, no veo problema," —añadió José—. "Confío en ti, Laura, y en nuestra relación. Esto no cambia nada entre nosotros."

Laura lo abrazó más fuerte, sintiéndose afortunada de tener a alguien tan comprensivo a su lado.

—"Eres el mejor," —susurró, cerrando los ojos y disfrutando del momento de calma después de la tormenta de pasión.
 
Aunque sería interesante que se enamoren estos dos y el novio quede :poop:
Pues yo espero que eso no pase. No me cae nada bien Pedro.
Por mucho que sea una relación abierta, yo no me acuesto con la novia de un amigo.
Otra cosa es que fuera ex novia.
Sería muy triste que pasara eso.
Al leer esta tercera entrega no parece muy lejos la posibilidad que Laura y Pedro se acerquen emocionalmente demasiado, quedando José relegado, consolándose con sus pasadas fantasías con su (ex) novia.
Coincido en que sería una muy interesante situación ver la reacción de Laura al enterarse que Pedro ha desvirgado alguna amiga.:banana1:
 
Última edición:
Al leer esta tercera entrega no parece muy lejos la posibilidad que Laura y Pedro se acerquen emocionalmente demasiado, quedando José relegado, consolándose con sus pasadas fantasías con su (ex) novia.
Coincido en que sería una muy interesante situación ver la reacción de Laura al enterarse que Pedro ha desvirgado a su amiga.:banana1:
Pues yo viendo el último capítulo eso no lo veo para nada. José y Laura, a pesar de que no creo para nada en las relaciones abiertas, se ve que se aman y no creo que el caradura de Pedro los vaya a separar aunque sea peligroso.
Por otra parte tenéis un concepto de esto con lo que no estoy absolutamente nada de acuerdo.
Si este caradura intenta torpedear la relación entre José y Laura y este ve que la puede confundir, debe cortar eso inmediatamente.
Además que tendrá cuidado Laura, porque el también se puede liar con alguna amiga y a ver cómo le sienta.
Lo que me pide mí parte agresiva es coger al tal Pedro del cuello y decirle que se ande con cuidado y no vaya con malas intenciones de romper la pareja. Lege cogido tela de tirria, aunque la mayor culpable es Laura.
 
Voy a abrir un debate, probablemente polémico.
Que ventaja tiene tener una relación abierta?.
Porque para mí, es jugar con fuego de que tú pareja se acabe pillando se por algunos con el que tenga sexo, aunque solo sea porque le den tanto placer que compare y salgas perdiendo.
Ni creo ni voy a creer nunca en este tipo de relaciones, que no creo que traiga nada positivo.
Por otra parte, hay unos códigos éticos y unas luces rojas que no se deben cruzar y es por mucho que te guste la novia de un amigo, jamás tener sexo ni nada con ella mientras esté con tu amigo, por mucho que sea consentido.
Están jugando con fuego, y aunque parece evidente que se aman José y Laura, esto se puede complicar.
 
Pues si, se ve que la pareja tiene una conexión muy especial, pero... el fuego siempre quema si te acercas mucho.
 
Voy a abrir un debate, probablemente polémico.
Que ventaja tiene tener una relación abierta?.
Porque para mí, es jugar con fuego de que tú pareja se acabe pillando se por algunos con el que tenga sexo, aunque solo sea porque le den tanto placer que compare y salgas perdiendo.
Ni creo ni voy a creer nunca en este tipo de relaciones, que no creo que traiga nada positivo.
Por otra parte, hay unos códigos éticos y unas luces rojas que no se deben cruzar y es por mucho que te guste la novia de un amigo, jamás tener sexo ni nada con ella mientras esté con tu amigo, por mucho que sea consentido.
Están jugando con fuego, y aunque parece evidente que se aman José y Laura, esto se puede complicar.
Hay gente que le gusta las emociones fuertes, que te puedo decir.

Hay gente que trepa montañas rocosas sin ningún tipo de seguridad, gente que hace parkour por edificios. Se sienten seguros y confiados, aman la adrenalina y quizás esto de la relación abierta tenga algo de eso.

Hay parejas que quizás tengan justificación. Las que tienen problemas, las que han intentado varias cosas y no se arregla, las que están pendiendo de un hilo, quizás jugar a esto les haga bien, total, ya no tienen nada que perder.
 
Pues si, se ve que la pareja tiene una conexión muy especial, pero... el fuego siempre quema si te acercas mucho.
Son ganas de arriesgar de forma innecesaria
Y para mí Pedro es un pésimo amigo porque está cruzando la linea roja.
Aunque la culpa es de Laura quien es la que lo ha propuesto.
Esto puede acabar mal y a mí me fastidiaria.
 
De todas formas en este relato en cuestión, no es José el que le ha pedido a Laura tener sexo con el amigo, si no que es ella quien lo ha hecho. Para mí eso es más grave y a mí no me haría ninguna gracia.
Y al amigo, ya le vale.
 
Voy a abrir un debate, probablemente polémico.
Que ventaja tiene tener una relación abierta?.
Porque para mí, es jugar con fuego de que tú pareja se acabe pillando se por algunos con el que tenga sexo, aunque solo sea porque le den tanto placer que compare y salgas perdiendo.

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Están jugando con fuego, y aunque parece evidente que se aman José y Laura, esto se puede complicar.
Hay gente que le gusta las emociones fuertes, que te puedo decir.
Hay gente que trepa montañas rocosas sin ningún tipo de seguridad, gente que hace parkour por edificios. Se sienten seguros y confiados, aman la adrenalina y quizás esto de la relación abierta tenga algo de eso.
Hay parejas que quizás tengan justificación. Las que tienen problemas, las que han intentado varias cosas y no se arregla, las que están pendiendo de un hilo, quizás jugar a esto les haga bien, total, ya no tienen nada que perder.
Considero que de todas las variantes que de una relación liberal existen, la relación abierta es la más arriesgada de gestionar, más importante que el amor sincero que se profesen, la conexión entre la pareja debe ser formidable, con un nivel de confianza a prueba de polígrafos, el peligro radica en que nada ni nadie te puede garantizar que tales condiciones se sostengan en el tiempo.
Y aunque muchos defiendan la sexualidad abierta como una mera entretención física carente del íntimo cariño y emocionalidad que pueda generar sentimientos que afecten la estabilidad de la pareja, lo cierto es que la verdad es otra, entre dos personas la interacción más íntima que puede existir es cuando tienen sexo, la conexión y cercanía que se produce y se transmite al hacerlo no es comparable a ningún otro tipo de acto, su intrínseca reciprocidad es un factor que suele generar sensaciones contrarias a la voluntad, escalan transformándose en confusas emociones, que de ser mal gestionadas terminan agrietando cualquier relación, por muy estable que parezca.
 

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