El Talismán

EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 49. Bienvenido Míster Marshall.

Zaragoza.

Julia.


Me despierto con las primeras luces del día en la casa de mis padres adoptivos, junto a Liam. Me giro hacia su lado, pero encuentro la cama vacía. Aún está caliente, así que asumo que está en el baño. Ayer fue un día lleno de emociones y he dormido toda la noche seguida. Liam se encargó de que me relajara para que descansara tranquilamente. Liam es hábil tanto con su polla como con su lengua, y anoche demostró su destreza haciéndome alcanzar múltiples orgasmos, hasta que caí rendida y me dormí profundamente. Nuestros momentos juntos siempre me hacen sentir especial y querida. Ahora recuerdo que él no se corrió. ¿Se estará masturbando en el baño? ¡Ah, no!, eso sí que no, su placer es mi responsabilidad y mientras esté yo, no necesitará hacerlo por su cuenta.

Me levanto de la cama y camino hacia el baño con sigilo, mis pies descalzos haciendo poco ruido sobre el suelo. Abro la puerta con cuidado y lo encuentro de pie frente al espejo, terminando enjuagarse el jabón del afeitado. Me sonríe a través del reflejo y me acerco, abrazándolo por la cintura desde atrás. Siento su cuerpo relajarse bajo mi toque.

Sus brazos se envuelven alrededor de mí, manteniéndome cerca. Me siento segura y reconfortada en su abrazo.

-Buenos días, hermosa -murmura con voz suave y cálida, llena de cariño.

-Buenos días, amor -respondo, disfrutando del momento.

Nos quedamos así por unos instantes, simplemente disfrutando de la cercanía. Finalmente, él se da la vuelta para mirarme directamente, sus ojos brillando con afecto.

-Dormiste bien -afirma más que pregunta, y asiento con una sonrisa.

-De maravilla, gracias a ti, -respondo con una sonrisa pícara.

Él toma mi mano y besa mis dedos antes de entrelazarlos con los suyos.

Nos quedamos así unos instantes, disfrutando de la cercanía. Luego, dejo caer mi bata quedándome desnuda, y tomándolo de la mano, lo llevo hasta la ducha.

-¿Sabes? -le digo de repente-, creo que me debes algo.

Él levanta una ceja, curioso.

-¿Ah, sí? ¿Qué cosa?

Me acero hacia él, susurrándole al oído:

-Tu placer. No puedo permitir que te quedes sin lo que mereces.

Liam sonríe ampliamente y me besa, profundo y apasionado. Me doy cuenta de que no importa cuántas veces compartamos estos momentos, siempre serán especiales y únicos.

-Será mejor que te quites el pijama. No puedo hacerle cositas a la "Negrita" con eso puesto.

Él se deshace del pantalón del pijama, y mis ojos se detienen en su erección, evidente incluso antes de que lo toque. Se mira y me sonríe.

-No me hace caso -dice, encogiéndose de hombros-. Te veo y cobra vida propia.

Le devuelvo la sonrisa, agradecida por el cumplido.

-Ven, sígueme a la ducha -le digo con una expresión traviesa.

-¿De verdad quieres, Julia? Podrían escucharnos Pilar y Luis.

-Ya lo sé -respondo, acercándome más y bajando la voz-, pero no puedo resistirme.

Le tomo de la mano y lo guío hacia el baño. Al llegar, cierro la puerta suavemente detrás de nosotros. La intimidad del espacio nos envuelve y el sonido del agua al encender la ducha añade un murmullo reconfortante.

-Ven aquí -le digo, mi voz apenas un susurro mientras lo atraigo hacia el agua caliente.

Nos miramos a los ojos, la pasión y el deseo reflejados en nuestras miradas.

-Eres increíble -murmura, sus manos explorando mi piel con ternura y deseo.

-Y tú me vuelves loca -respondo, acariciando su rostro antes de atraerlo para un beso profundo.

-Tenemos que ser silenciosos -le recuerdo entre besos, mis palabras entrecortadas por el deseo.

La ducha se convierte en nuestro escenario. El agua caliente nos envuelve, creando una burbuja de placer. Mis dedos se deslizan por su cuerpo, explorando cada curva. Sus manos responden con igual intensidad, mientras nuestros besos se vuelven más profundos y apasionados. Lo empujo contra la pared, acorralándolo. Su cuerpo tiembla bajo el mío.

-No hagas ruido -le exijo, mi voz apenas un susurro.

-Lo intentaré -jadea, su voz entrecortada.

Le separo los glúteos y le lamo el ano, alternando entre mi lengua y un dedo que lo penetra suavemente. Sus gemidos son bajos, apenas audibles, pero sé que está disfrutando. Continúo estimulándolo, combinando el movimiento de mi lengua en su ano con el roce de mi dedo en su próstata.

-Joder, Julia -murmura.

-Calla, no hables, solo disfruta. Es tu recompensa -le respondo, mi voz firme pero cariñosa.

Lo hago girar para que se dé la vuelta. Ahora tengo frente a mí su imponente miembro, erguido y firme. Nunca me acostumbraré a verlo así, tan duro y excitado; siempre me sorprende y me entusiasma como la primera vez. Comienzo a pajearlo, disfrutando de cada momento.

-Hola, “Negrita”. Tú y yo vamos a jugar un ratito. Pórtate bien y dame todo lo que tienes guardado para mí. Anda, bonita, sé buena.

La acerco a mi boca y la tomo despacio, dejándola deslizarse hasta que mis labios tocan su pubis. La mantengo ahí un momento antes de retirarla. Repito el movimiento una vez más, disfrutando de la sensación. Levanto la mirada y veo los ojos de Liam llenos de deseo. Sé exactamente lo que quiere.

Con mis manos en sus muslos, me inclino hacia adelante, buscando con mi boca sus testículos. Saco la lengua y comienzo a lamerlos, deseando que se vacíen en mi boca. Su polla cae pesadamente sobre mi cara, reposando sobre mi rostro de manera que me excita intensamente.

Sigo lamiendo y succionando sus testículos, disfrutando de cada reacción que provoco en él. Sus gemidos suaves y la tensión en su cuerpo me indican que está disfrutando tanto como yo. Mi lengua se mueve con precisión, asegurándome de darle el máximo placer.

Lentamente, subo de nuevo, dejando que mi lengua recorra su longitud hasta que llego a la punta. Tomo su miembro de nuevo en mi boca, esta vez con más firmeza, y comienzo a moverme con un ritmo constante, mis manos ayudando en la base.

La sensación de su polla en mi boca, combinada con los suspiros y gemidos de Liam, me excita aún más. Puedo sentir cómo su cuerpo responde, acercándose cada vez más al borde del éxtasis.

Sé que no va a durar mucho, ya que sus testículos están completamente llenos. Me preparo para recibir su descarga en mi boca, asegurándome de no desperdiciar nada, porque Liam también quiere su ración. Me encanta compartir con él su semen, es extremadamente excitante.

Mientras sigo estimulándolo con mi boca, siento cómo su respiración se acelera y su cuerpo se tensa. Estoy lista para recibir todo lo que tiene para dar.

De repente, Liam saca su miembro de mi boca y continúa masturbándose hasta alcanzar su clímax, liberando su placer sobre mi rostro. La cantidad de veces que su semen termina cubriendo mi cara me resulta difícil de contar; rara vez son menos de cinco, y creo que esta vez han sido al menos ocho. No me esperaba esto; pensaba que yo le estaba dando un regalo, pero al final, él ha sido quien me ha sorprendido. Sabe cuánto me excita sentir su semen esparcido sobre mi rostro y verme así, completamente cubierta por su esencia.

Mientras me quedo allí, sintiendo la cálida y pegajosa sensación en mi piel, una mezcla de sorpresa y excitación recorre mi cuerpo. Liam me observa con una sonrisa satisfecha, sabiendo cuánto me impacta y me excita este gesto.

Me hace levantar y me besa por toda la cara, recogiendo el resultado de su eyaculación y compartiéndolo conmigo. Sus labios exploran cada rincón de mi rostro, y yo correspondo a sus caricias, disfrutando del momento íntimo que estamos compartiendo.

-Has hecho trampa, Liam. Te estaba ofreciendo mi boca para que descargaras allí. Era tu recompensa por lo bien que me hiciste sentir anoche.

-Pero preferí complacerte, Julia. Sé cuánto te gusta que cubra tu cara con mi semen, y hoy estaba bastante cargado. Ha sido increíble.

Lo miro con una mezcla de sorpresa y satisfacción, sintiendo que sus palabras reflejan la profundidad de nuestra conexión. Me acerco a él, acariciando su mejilla.

-No puedo negar que me encantó -le respondo, sonriendo-. Me haces sentir tan especial.

Liam me rodea con los brazos, susurrándome al oído con ternura.

-Me alegra saberlo. Te quiero hacer sentir así siempre.

-¿Qué te parece si terminamos de ducharnos y bajamos a desayunar? Estoy segura de que a mis padres les encantaría que los acompañáramos.

Durante el desayuno, Pilar y Luis nos invitan a pasar unos días con ellos, y aceptamos encantados. Quiero aprovechar la oportunidad de pasar más tiempo con ellos, sin las prisas y obligaciones de los últimos días.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Pilar y Luis han aprovechado esta semana para mostrarnos monumentos y rincones que, a pesar de haber crecido cerca, desconocía. Nos levantamos temprano cada día, listos para otra aventura. Cada excursión se convierte en una experiencia enriquecedora gracias a las detalladas explicaciones de Luis. Visitamos antiguos castillos y monasterios románicos, encantadores pueblos medievales, maravillosos paisajes naturales, y en cada parada, Luis nos deleita con historias y curiosidades que hacen que los lugares cobren vida.

Por las tardes, después de nuestras excursiones, solemos sentarnos en una terraza a disfrutar de algún dulce típico de la zona mientras comentábamos lo que habíamos visto. Liam, especialmente, no podía dejar de expresar su admiración por el vasto conocimiento de Luis y la manera en que hacía que la historia fuera tan accesible y entretenida.

Estas experiencias han cambiado mi perspectiva sobre mi propia tierra. Me siento más conectada con mis raíces y agradecida por haber tenido la oportunidad de descubrir estos tesoros ocultos en compañía de mi familia.

El último día, antes de despedirnos, lo dedicamos a un recorrido de tapeo por los bares del Tubo, una zona emblemática de la ciudad, probando las especialidades de cada tasca. Para Liam, esto es una experiencia completamente nueva. Se sorprende al ver la gran variedad de tapas que llenan las barras de los bares por los que pasamos, tan diferente al fast food, que él conoce.

Disfrutamos de cada momento del tapeo, saboreando las tapas y compartiendo risas. La atmósfera es cálida y relajada, llena de complicidad y buenos momentos. En cada bar, nos detenemos un poco más, charlando y disfrutando de la compañía.

Finalmente, nos dirigimos a una acogedora plaza, donde nos sentamos en una terraza a tomar café. El sol de la tarde ilumina nuestros rostros, y nos sentimos agradecidos por el tiempo compartido. Es un momento de reflexión y agradecimiento por los días maravillosos que hemos pasado juntos.

Liam comenta cuánto ha disfrutado no solo de las tapas, sino también de la compañía y las historias de Luis, mientras practicaba español. Pilar y yo seguimos conversando, ahora sobre los próximos pasos del embarazo y cómo puedo prepararme mejor. Sus consejos son valiosos y reconfortantes.

Al día siguiente, llega el momento de la despedida, y aunque es difícil decir adiós, lo hacemos con la promesa de mantenernos en contacto y de volver a reunirnos pronto. Nos abrazamos con fuerza, conscientes de que estos días han fortalecido nuestros lazos y nos han dejado recuerdos imborrables.



Villaba del Conde.

Después de haber disfrutado de esa maravillosa semana con mis padres adoptivos en Zaragoza, nos dirigimos a Villalba del Conde. Me muero de ganas por darles la noticia de mi embarazo a Loísa y a Pablo. Aparcamos frente al ayuntamiento y, al bajar del coche, me encuentro con un cálido recibimiento. Un grupo de personas, de las que están en las mesas del bar, se acercan a saludarme con entusiasmo, expresándome su gratitud con apretones de mano, besos y abrazos. Después de este emotivo encuentro, ingresamos al ayuntamiento.

-Julia, eres increíble. En tan poco tiempo has logrado ganarte el cariño de la gente de tu pueblo. Es impresionante cómo aquellos que te rechazaron hace años ahora te adoran.

Sonrío algo emocionada por las palabras de Liam

-Porque les he librado del régimen de los Villalba, y he recuperado la fábrica. Pero la verdad es que no me lo esperaba. Regresar ha sido una experiencia maravillosa, y ver cómo la gente ha cambiado su percepción me ha sorprendido mucho.

-Lo que has hecho no es fácil, pero has demostrado que, con perseverancia y autenticidad, las cosas pueden cambiar para mejor.

-Es increíble cómo la gente puede cambiar con el tiempo, y me siento agradecida por la oportunidad de reconstruir esos lazos. Yo también he cambiado mucho desde entonces.

-Y lo que has logrado es un testimonio de tu carácter y tu resiliencia.

Nos adentramos en el edificio consistorial y subimos a la primera planta, donde está el despacho de Loísa.

-Ya está aquí mi americana favorita. Que alegría verte Julia, ya me había advertido la jefa, que vendrías.

-Hola, Juan. Yo también me alegro de verte. He venido con mi esposo Liam.

Juan sonríe y extiende la mano hacia Liam.

-Encantado de conocerte, Liam -dice Juan con una cálida sonrisa.

-El placer es mío -responde Liam, estrechando la mano de Juan.

-Tengo que decirte que, aunque sea americana, tienes a una gran mujer. Desde que tu esposa llegó al pueblo, todo ha cambiado para mejor. Su energía y dedicación han sido contagiosas, y ha logrado unir a la comunidad en torno a un proyecto común. Es admirable cómo ha logrado revitalizar el pueblo y mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes.

Liam sonríe con orgullo, mirándome.

-Siempre supe que ella tenía esa capacidad -responde con cariño-. Es increíble ver cómo deja su huella en todo lo que hace.

La puerta del despacho se abre de golpe y Loísa se asoma, interrumpiendo la conversación.

-Juan, ¿podrías dejar de molestar a mis amigos? Hola, Julia, pasad adelante, que si no, Juan no os va a dejar en paz en todo el día. Y tú, Juan, tráenos unos cafés, y por favor, intenta no derramarlos.

Reímos ante el comentario de Loísa mientras seguimos a Loísa.

-No te preocupes, Loísa. Juan se está portando bien -le digo con una sonrisa.

-Eso es porque todavía no ha tenido tiempo de causar problemas -bromea Loísa, guiñándole un ojo a Juan.

-¡Ey! -protesta Juan con una sonrisa-. Haré mi mejor esfuerzo esta vez, jefa. Café para todos, en marcha.

Con una cálida sonrisa, Loísa nos precede hacia su despacho mientras Juan se encarga de los cafés. Una vez allí, nos fundimos en un abrazo, lleno de alegría.

-Bueno, mocetón, por fin puedo saludarte en persona -dice Loísa, sonriendo mientras se acerca a Liam y le daba un fuerte abrazo.

-Yo también estaba deseando conocerte, Loísa. Eres muy importante para Julia, y si lo eres para ella, también lo eres para mí.

-Gracias, Liam. Eso significa mucho para mí -dijo con sinceridad-. Julia es como una hermana para mí, y me alegra ver que tiene a alguien como tú a su lado. Si Julia te ha elegido, debe ser porque eres una persona realmente especial.

-En realidad fue su amuleto el que me eligió. -dice Liam, señalando mi colgante.

-Ten cuidado, Liam. No subestimes el poder de unos padres que son capaces de amar a su hija incluso más allá de la muerte. Es mejor no tomarlo a la ligera.

Las palabras de Loísa impactan profundamente a Liam. Liam se queda en silencio por un momento, reflexionando sobre lo que acababa de decir Loísa. La seriedad de sus palabras parecía haberlo conmovido.

-Lo siento…, no era mi intención -dice Liam, con un tono de arrepentimiento en su voz.

Loísa le sonrió amablemente para tranquilizarlo.

-No te preocupes, Liam. Todos aprendemos algo nuevo cada día. Lo importante es cómo lo tomamos y crecemos a partir de ello.

Liam se vuelve hacia mí.

-Te pido disculpas, Julia. Mi comentario fue desafortunado. Entiendo lo valioso que es este símbolo para ti y el amor que representa.

Le doy una palmadita en el hombro, mostrando su comprensión.

-Gracias por tu disposición a comprender el significado más profundo. Eso demuestra tu respeto y consideración.

El ambiente se vuelve más distendido. Loísa nos invita a su casa para comer, pero yo declino la oferta.

-No, Loísa. Vamos a comer los cuatro en la hospedería; ya he hecho una reserva. Avísale a Pablo, también tengo ganas de verlo. Nosotros vamos a instalarnos en la habitación y nos encontraremos allí para comer.

En la hospedería, el director me recibe en la puerta con una cálida bienvenida. Me ha reservado la misma habitación que la vez anterior. Todo el personal me trata como una persona VIP, siempre dispuestos a satisfacer cualquier necesidad que tenga. Tantas atenciones me abruman, ya que no siento que las merezca. Lo que hice no fue por ellos, sino por mí, para apaciguar mi corazón. Sin embargo, ellos me consideran su salvadora, la que rescató al pueblo de la ruina y la despoblación. En parte tienen razón; también lo hice por mi pueblo y el de mis padres. No podría soportar verlo desaparecer por la ambición despiadada de los Villalba.

Mientras nos instalamos en la habitación, recuerdo cómo todo había comenzado. Las miradas agradecidas y las palabras de aprecio de los habitantes del pueblo siempre me conmueven profundamente. Sé que he tomado las decisiones correctas.

Liam, observando mi expresión pensativa, se acerca y me abraza.

-¿Estás bien? -pregunta con suavidad.

-Sí, solo estoy recordando todo lo que pasó. A veces me abruma un poco todo esto -respondo, apoyando mi cabeza en su hombro.

-Has hecho algo increíble, Julia. Es normal que te sientas así. Pero también es importante que te permitas disfrutar de lo que has logrado -dijo Liam, dándome un beso en la frente.

Respiro hondo, asimilando sus palabras.

-Tienes razón, Liam. Debería permitirme disfrutar de este momento y aceptar el cariño de la gente. Después de todo, lo que he hecho les asegura un futuro mejor para todos.

Durante la comida en la hospedería, mientras estamos los cuatro reunidos, Liam y yo decidimos darles la noticia. Esperamos hasta el momento de los postres, cuando el camarero nos trae una botella de champán francés y cuatro copas. Mientras el camarero descorcha la botella y llena las copas, Loísa y Pablo nos miran con expresión interrogante.

-Julia, ¿qué significa esto? ¿Estamos celebrando algo especial?

Liam y yo intercambiamos una mirada cómplice antes de que él responda. Toma mi mano y se aclara la garganta.

-Tenemos algo importante que compartir -dice, sonriendo.

Loísa y Pablo se inclinan ligeramente hacia adelante, sus rostros llenos de curiosidad y expectativa.

-Estamos esperando un bebé -anuncio con emoción, mirando a Liam, quien aprieta mi mano con cariño.

Los ojos de Loísa se iluminan y una gran sonrisa se dibuja en su rostro.

-¡Eso es maravilloso! -exclama, levantando su copa de champán-. ¡Felicidades a ambos!

Pablo también sonríe ampliamente y levanta su copa.

-¡Enhorabuena! Esto merece un brindis especial.

El camarero, habiendo terminado de llenar las copas, nos observa con una sonrisa, sintiéndose parte del momento especial. Todos levantamos nuestras copas y brindamos, disfrutando de la alegría compartida y el futuro que nos espera.

-Será un bebé muy afortunado con padres como vosotros. ¡Felicidades de nuevo!

-Gracias, realmente significa mucho para nosotros. Ahora, ¡disfrutemos de la velada!

Pasamos unos días en Villalba del Conde con Loísa y Pablo. Aprovecho la ocasión para supervisar el progreso de las obras en la oficina dedicada a abordar el acoso escolar y la violencia de género. Mientras avanzo en mi revisión de las obras, me siento aliviada al ver que todo está progresando según lo planeado. La oficina empieza a tomar forma, y su diseño promete ser un espacio efectivo para abordar estos cruciales temas. El coordinador del proyecto, de M&J Foundation, me explica los avances actuales y me actualiza sobre el trabajo de Elena.

-Elena está llevando a cabo una labor encomiable al abordar el problema del acoso escolar desde una perspectiva integral. Gracias a su iniciativa, cientos de estudiantes de la comarca recibirán talleres de prevención, lo que contribuirá a crear entornos escolares más seguros y respetuosos. Además, su trabajo en empresas y organizaciones demuestra que el acoso sexual es un problema transversal que requiere una respuesta coordinada de toda la sociedad. Es importante destacar que muchas víctimas de acoso en el trabajo renuncian a denunciar por miedo a perder su empleo o sufrir represalias, por lo que la labor de Elena en este ámbito es aún más crucial.

Estaba segura de que Elena cumpliría con sus responsabilidades. Le entregué la llave de su liberación, y ella está decidida a hacerlo bien para demostrar su valía, quizás esperando un perdón que aún no estoy dispuesta a ofrecerle. Mientras la coordinadora me explica el progreso del proyecto, observo a Elena trabajando en su portátil. Me echa miradas furtivas, pero no se atreve a dirigirme la palabra. Me acerco a ella para tener una conversación.

-Hola, Elena -digo con voz calmada-. ¿Cómo van las cosas?

Elena levanta la vista de su portátil, claramente aliviada de que la haya abordado.

-Hola, Julia. Todo va bien. Estoy organizando las visitas a los colegios y trabajando en el diseño de los talleres. También he comenzado a hacer un mapeo de los centros de trabajo para identificar posibles áreas de preocupación.

-Eso suena excelente -respondo-. Estoy contenta de ver que estás avanzando en todas estas tareas.

-Así es, Julia. Me estoy tomando esto muy en serio, tanto por mí misma como por ti. Te debo esto, y no voy a fallarte. No creas que lo hago para ganarme tu perdón; lo hago para redimirme a mí misma, para encontrar mi propia absolución y agradecerte que hayas confiado en mí a pesar de todo lo que te hice.

-Entiendo, Elena -respondo, conmovida por su sinceridad-. Aprecio mucho tu honestidad y tu compromiso. Lo más importante es que estás demostrando un verdadero esfuerzo para hacer las cosas bien y para contribuir positivamente. Siempre supe que tenías la capacidad para llevar a cabo este trabajo. Aunque valoro enormemente tu esfuerzo, no esperes más de mí; con eso, deberías estar satisfecha.

-Es más de lo que merezco. Gracias, por confiar en mí.

Me acerco al portátil, para ver lo que está escribiendo.

-¿Puedo?

-¡Oh! Por supuesto Julia. -mientras gira el ordenador para que pueda leer la pantalla.

Tiene un texto a medio escribir, que leo con atención.

.

“Me llamo Elena Sanz, y soy acosadora escolar.

No es fácil para mí decirlo, pero he llegado a un punto en el que tengo que reconocer mi comportamiento para poder cambiarlo. El acoso escolar no es solo un problema ajeno a mí; es algo con lo que he tenido que lidiar de manera directa.

Me he dado cuenta que a lo largo de mi tiempo en la escuela, en lugar de construir relaciones saludables y respetuosas, contribuí a un ambiente de hostilidad dirigidas siempre a una misma alumna. La intimidación, el desprecio y las bromas crueles que le hice han tenido un impacto profundo en su vida. Y aunque al principio pensaba que era algo inofensivo o incluso divertido, ahora entiendo que estas acciones tienen consecuencias reales y dolorosas.

Hoy, quiero compartir mi historia para que otros no cometan los mismos errores que yo. El acoso no solo lastima a quienes lo sufren, sino que también daña a quienes lo perpetran. Nos aleja de la verdadera conexión humana y nos convierte en personas que infligen dolor en lugar de ofrecer apoyo y comprensión.

Estoy comprometida a cambiar y a hacer todo lo posible para enmendar mi comportamiento. Estoy aprendiendo a escuchar, a respetar y a tratar a los demás con la empatía que todos merecen. Espero que mi experiencia sirva de advertencia y que inspire a otros a reflexionar sobre sus acciones y a crear un ambiente escolar más inclusivo y solidario…”.

.


-Eres valiente y honesta, Elena. Lo estás haciendo muy bien, sigue así. ¡Ah! Si cuentas la historia, no reveles mi identidad

-No pensaba hacerlo, Julia.

-Gracias Elena.

También reviso las reformas en la casa de mis padres. En nuestra próxima visita, ya podremos quedarnos a dormir allí. Mientras recorro la casa con Liam, me aseguro de que todo esté en orden para nuestra próxima visita. Los detalles finales están casi listos, y la renovación promete ser un lugar acogedor para relajarnos y disfrutar.

La emoción de pasar tiempo allí me llena de anticipación, ya que no solo sería un refugio cómodo, sino también un espacio lleno de recuerdos y significados para mi. Al finalizar la visita, me siento satisfecha con el progreso y con la idea de que pronto podremos disfrutar de nuestra estancia en ese lugar renovado.

Finalmente, visito la fábrica y me encuentro con Teresa, retomando nuestras charlas matutinas que solíamos tener durante los cafés. Isabel me pone al tanto de la situación actual en la fábrica. Sus opiniones sobre Acher Pueyo, el nuevo director, y sobre el equipo son muy positivas. Todos están entusiasmados con los nuevos modelos y están trabajando incluso horas extras para asegurarse de que todo esté listo para la próxima temporada.

Mientras conversamos, Teresa me muestra algunas de las innovaciones y mejoras que se han implementado.

-El señor Pueyo ha traído nuevas ideas que han revitalizado el ambiente aquí -me cuenta con entusiasmo-. Los trabajadores están muy motivados y la atmósfera es realmente positiva.

Me impresiona ver cómo el equipo se ha adaptado a los cambios y está comprometido con el éxito de la próxima temporada. Las horas extras que están invirtiendo en su trabajo reflejan su dedicación y pasión por lo que hacen.

Acher Pueyo confirma las expectativas positivas y me asegura que ya ha reservado espacios para las próximas ferias de calzado. Está convencido de que nuestros modelos serán un gran éxito.

-Estoy muy satisfecho con cómo se están desarrollando las cosas -añade Acher-. La planificación para las ferias está bien encaminada, y creo firmemente que el modelo atraerá mucha atención y muchos pedidos.

-Eso es excelente -respondo, aliviada y emocionada-. Me alegra saber que todo está avanzando tan bien.

-Sí, estamos en una posición sólida -continúa Acher-. Me aseguraré de que el equipo esté preparado para aprovechar al máximo estas oportunidades. Estoy seguro de que estos eventos serán un gran impulso para el éxito de nuestro modelo.

Con la confianza de que todo está en marcha, cierro la conversación con Acher, sintiendo un renovado sentido de optimismo. Me voy con la certeza de que estamos bien posicionados para hacer una fuerte impresión en las ferias y que el esfuerzo del equipo será recompensado. El futuro de la fábrica, depende de que los mercados acepten nuestra nueva línea de calzado.

También aprovecho para mostrarle a Liam mi pueblo. Sin embargo, no puedo enseñarle los rincones que me traen buenos recuerdos, ya que esos momentos felices están asociados a mis padres, a Loísa y a las tardes que pasamos en casa.

Pasear por el pueblo implica saludar a cada persona que encontramos, y se puede ver la gratitud en sus rostros por la esperanza que les he brindado.

Pasamos unos días muy agradables con Loísa y Pablo. Durante nuestras comidas, la presencia de Izarbe ha añadido una capa extra de calidez a las reuniones. Su entusiasmo por el embarazo se nota en cada conversación, y me he sentido muy bienvenida en su círculo familiar.

Debemos regresar a Madrid, ya que nuestro tiempo en España está por terminar.

.

A la mañana siguiente, embarcamos de regreso a Nueva York. Mientras días atrás gestionaba el alquiler del jet, me preguntaba si sería conveniente que M&J adquiriera uno en propiedad, considerando que viajaremos con frecuencia a Europa. Aunque la empresa ya dispone de un jet privado, este solo se utiliza para vuelos nacionales en EE.UU. Vamos a necesitar uno con autonomía para vuelos intercontinentales.

Lola nos acompaña hasta el aeropuerto, y tanto ella como Sophie se despiden con mucha emoción y optimismo por lo que les espera. Tuvimos que insistir un poco para separarlas y poder dirigirnos a la zona de embarque.

Una vez en pleno vuelo, reviso mentalmente todo lo que ha sucedido durante mi estancia en España. Liam se da cuenta de mi estado reflexivo.

-¿Está todo bien Julia?

Le tranquilizo cogiéndole la mano.

Sí, estoy revisando todo lo que ha ocurrido mientras estábamos en España -respondo-. Han pasado tantas cosas importantes, y quiero asegurarme de que todo esté bien encaminado.

-Entiendo -dice Liam, asintiendo-. Es normal reflexionar sobre todo después de un viaje tan significativo. Pero estoy seguro de que hiciste un excelente trabajo.

-Espero que sí -digo, sonriendo levemente-. A veces, es difícil dejar de pensar en todos los detalles y en cómo todo encajará en el futuro.

Liam me toma de la mano y la aprieta suavemente.

-Lo hiciste muy bien. Ahora, trata de relajarte un poco. Ya habrá tiempo para preocuparse por los próximos pasos.

-Pero sin duda, el reencuentro con Loísa ha sido un verdadero regalo. Recordar cuánto significó para mí en el pasado me hace apreciar aún más su presencia en mi vida actual. Saber que nuestra relación está restaurada y fortalecida me da una gran paz.

Sophie también está encantada. Durante su estancia en Madrid, ha vivido un auténtico romance con Lola y está muy entusiasmada con el futuro que les espera juntas. No puede ocultar su alegría cada vez que habla de Lola. La conexión entre ellas ha crecido de manera notable, y el entusiasmo de Sophie es evidente en cada conversación que tenemos.

-Lola es increíble -me dice Sophie con una sonrisa radiante-. No puedo esperar para ver qué nos depara el futuro juntas. Estos días en Madrid han sido simplemente mágicos. La conexión que hemos construido es profunda y auténtica, y siento que estamos construyendo algo realmente especial. La forma en que Lola me entiende y me apoya ha cambiado mi perspectiva sobre lo que significa estar en una relación. Cada momento a su lado ha sido una celebración de nuestra conexión y de la vida misma. Estoy emocionada por todas las experiencias que aún nos esperan y por cómo seguiremos creciendo juntas.

La emoción de Sophie es un faro que ilumina nuestro viaje, una estrella fugaz que ha trazado una constelación de esperanza en el firmamento de nuestros corazones. Verla tan radiante, tan llena de vida, me llena de una alegría que se expande como las ondas en un estanque tranquilo. Nuestro vuelo avanza y con él, un futuro prometedor que se despliega ante nosotros como un lienzo en blanco, listo para ser pintado con los colores de nuestros sueños.

Las nubes se disipan, al igual que las dudas que alguna vez nublaron mi mente. El amor, la amistad, la confianza, son como las raíces de un árbol ancestral, que se adentran cada vez más en la tierra, fortaleciéndose con el paso del tiempo. Y hoy, esas raíces se extienden con vigor, alimentando un bosque frondoso donde los sentimientos florecen. Sophie y Lola, Loísa y Pablo, Liam y yo, somos testigos de cómo los lazos se entrelazan, creando una tapicería única, tejida con hilos de confianza, cariño y complicidad.

Este viaje no ha sido solo un desplazamiento físico, sino un peregrinaje hacia lo más profundo de nosotros mismos. Ha sido un viaje hacia el interior, donde hemos encontrado respuestas y reafirmado nuestras conexiones. Y a medida que el avión sigue su rumbo, siento cómo mi corazón se expande, acogiendo la promesa de un nuevo amanecer. Todos somos viajeros en esta nave de la vida, volando hacia un horizonte lleno de posibilidades.



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La historia de Julia finaliza en:

Capítulo 50: Lo que el viento se llevó.


Julia recibe el reconocimiento de su pueblo y supera los desafíos del pasado. Ha construido un futuro prometedor junto a Liam, y deja atrás, por fin, los fantasmas que la atormentaban.


La Americana.jpegBienvenida Julia.jpeg
 
Última edición:
Bueno, pues ya solo queda un capítulo. Voy a echar de menos esperar a la noche para leer un capítulo nuevo, pero me quedo por como he disfrutado ( y también sufrido en algún capítulo), está bonita historia.
Supongo que en el último capítulo habrá un salto de tiempo al final hasta un momento más actual.
 
Un lindo capitulo.
Julia y Liam disfrutan juntos, comparten con familia y amigos las últimas semanas en españa.
Que les deparará en el último capitulo?, solo queda esperar y disfrutarlo al máximo.
 
No sé si me he perdido algo.
Pero creo que queda por resolver el tema entre Loisa y Pablo.
No sé si tratarán el asunto, o quedará como está.
 
No sé si me he perdido algo.
Pero creo que queda por resolver el tema entre Loisa y Pablo.
No sé si tratarán el asunto, o quedará como está.
Al parecer, todos aquí son hiper tolerantes, así que esa confesión será como decirle que arañó el parachoque
 
Que ganas tenéis de complicar las cosas,eh.
A mí no me parece relevante que le diga nada a Pablo porque no lo hizo queriendo y se vio obligada a hacerlo.
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!

Capítulo 50: Lo que el viento se llevó.

Villalba del Conde.

Julio 2012.

Julia.


Tras un año de arduo trabajo, Calzados Villalba, ha alcanzado su máximo rendimiento y se encuentra en una sólida posición financiera. No solo he logrado recuperar mi inversión inicial, tal como había proyectado, sino que también hemos superado nuestras expectativas en términos de crecimiento y expansión.

Nuestros calzados ahora se distribuyen en todo el país, y ya se está consolidando como una marca de referencia en el mercado nacional. Además, estamos dando pasos firmes hacia la internacionalización, con estrategias ya en marcha para llevar nuestra oferta a nuevos mercados en el extranjero.

En paralelo, estamos en plena fase de lanzamiento de nuevos modelos que, confiamos, replicarán el éxito de nuestra línea anterior. Estos nuevos diseños no solo reflejan nuestro compromiso con la calidad y la innovación, sino también nuestra capacidad de adaptarnos a las demandas cambiantes del mercado y de nuestros clientes.

Este es solo el comienzo de un camino lleno de oportunidades y desafíos, y estoy convencida de que, con el apoyo y la dedicación de nuestro equipo, alcanzaremos nuevas metas y consolidaremos aún más nuestra posición en la industria del calzado.

Tenemos una cita muy especial en Villalba del Conde, donde se formalizará la donación de la fábrica al municipio, un acto que marca un momento significativo para todos nosotros. Para este evento, regreso con entusiasmo a Zaragoza, a bordo del jet privado que la empresa adquirió para facilitar nuestros viajes a Europa. Este vuelo es aún más especial porque no viajo sola.

Además de Liam, me acompañan Pilar y Luis, mis padres adoptivos, quienes han sido un apoyo incondicional durante los últimos meses de mi embarazo. A medida que se complicaba, decidieron estar a mi lado, brindándome el apoyo y la compañía que tanto necesitaba. Después del nacimiento de nuestra pequeña Luna, su ayuda ha sido invaluable. También quiero destacar que los padres de Liam han sido igual de maravillosos, haciendo que todo este proceso sea mucho más llevadero.

Liam, por su parte, se ha revelado como un padre excepcional. Desde el primer momento, ha demostrado un amor y una dedicación increíbles hacia nuestra hija, Luna. Aunque Liam insistía que la llamáramos Julia, me decidí a romper con esa tradición familiar, y al final, llegamos al acuerdo de elegir cualquier nombre, menos Julia. La llamamos Luna (en español), porque nació en plenilunio, y entendimos que era una señal.

Además, nos acompaña Isabella, quien está muy emocionada de reunirse con Sophie y Lola, y reencontrarse con Loísa y Pablo. Loísa y Pablo nos visitaron en las navidades pasadas y pasamos unos días fantásticos con ellos y con Isabella, que se alojaron todos en mi mansión de Long Island.

Este año ha estado lleno de intensas emociones y momentos inolvidables. Uno de los eventos más estremecedores y mediáticos fue el juicio contra Sergio y sus cómplices, Paco y Miguel. La prensa los bautizó como "La manada oscura" debido a la naturaleza sigilosa y oculta de sus crímenes, que habían pasado desapercibidos durante años. Las agresiones sexuales que perpetraron salieron a la luz gracias a la valentía de las víctimas que decidieron romper el silencio y denunciar, generando un impacto social y mediático de gran magnitud. El juicio no solo expuso la brutalidad de los actos cometidos, sino también la red de complicidades y encubrimientos que les había permitido actuar con impunidad durante tanto tiempo. La sociedad, conmocionada, siguió cada detalle del proceso, que se convirtió en un símbolo de la lucha contra la violencia sexual y la justicia para las víctimas.

Nuestros abogados lograron que 19 víctimas dieran un paso al frente y denunciaran las atroces violaciones cometidos por este grupo. Sabemos que hubo más víctimas, pero no todas se sintieron capaces de enfrentarse a la exposición pública y el dolor que implicaba revivir esos terribles momentos. A pesar de los intentos de los abogados de Sergio, no lograron construir una defensa convincente. Las pruebas eran abrumadoras: restos de ADN incriminatorios encontrados en la ropa interior que Sergio guardaba como trofeos, y los vídeos que documentaban las agresiones, grabadas en el piso franco que los Villalba tenían en Calatayud. Estos elementos sellaron su destino ante la justicia.

Cada una de las víctimas que se atrevió a declarar lo hizo bajo estrictas medidas de anonimato, pero sus testimonios resonaron con una fuerza desgarradora en la sala del tribunal. Escuchar sus relatos fue estremecedor, sobre todo porque muchos de ellos reflejaban experiencias muy similares a las mías, y, peor aún, muchas de ellas relataban hechos similares a los que sufrió Loísa con Paco. El mondus operandi era siempre el mismo. Miguel, el más apuesto de los tres, era el encargado de elegir y encandilar a la futura víctima. En un descuido de ella, le vertía la droga en la bebida, y a medida que hacía efecto, la iba llevando hasta el piso franco, donde cometían el acto, con la víctima totalmente indefensa. La valentía que demostraron al enfrentarse a sus agresores fue un ejemplo de fuerza y determinación que no solo conmovió al jurado, sino también a miles de personas que seguían el caso.

Cuando finalmente se hizo pública la sentencia, se desató una oleada de alivio y celebración en todo el país. En cientos de hogares, la noticia fue recibida con brindis de champán, como un símbolo de justicia finalmente alcanzada. Este juicio no solo trajo un cierre para las víctimas, sino que también envió un mensaje claro de que estos actos no quedarían impunes, y que la verdad, por dolorosa que sea, siempre prevalecerá.

La prensa, siempre en busca de titulares sensacionalistas, se trasladó en masa a Villalba del Conde, con la esperanza de desenterrar cualquier detalle oscuro del pasado de Sergio y sus cómplices. Su verdadero objetivo, sin embargo, era encontrar un vínculo entre Sergio y la famosa Julia G. Brown, algo que pudieran explotar para construir una morbosa historia impactante. Estaban convencidos de que, al haber nacido ambos en el mismo pueblo, debía existir algún tipo de conexión entre nosotros. Los periodistas lanzaban preguntas incisivas y malintencionadas a los vecinos, tratando de arrancar cualquier comentario que pudiera relacionarme con Sergio.

Sin embargo, los habitantes de Villalba del Conde se mantuvieron firmes desde el primer momento. Con una lealtad y discreción admirables, rechazaron todas las insinuaciones y se negaron a alimentar la curiosidad morbosa de la prensa. No importaba cuántas veces o de cuántas formas intentaran los periodistas, mi nombre jamás fue mencionado en conexión con Sergio. Mis vecinos entendieron la importancia de proteger mi privacidad y, con una solidaridad que me conmueve profundamente, decidieron no ceder ante las presiones externas.

Gracias a su respeto y apoyo incondicional, lograron desviar la atención de la prensa y preservar la tranquilidad de mi vida. Fue un gesto que no solo protegió mi intimidad, sino que también reafirmó los lazos de confianza que hemos construido.

Sophie ha concluido sus estudios con éxito y ya ha logrado un hito importante en su carrera: ha conseguido que sus primeros diseños sean aceptados y comercializados, bajo su propia marca, “Sophie Styles”. Este logro marca el inicio de lo que sin duda será una trayectoria prometedora en el mundo de la moda.

Por otro lado, la relación entre Sophie y Lola se ha fortalecido considerablemente. Es evidente que ambas están profundamente enamoradas y disfrutan de una conexión que las hace realmente felices. A pesar de la solidez de su relación, no tienen prisa por oficializarla. Han decidido que, por ahora, están cómodas viviendo el presente tal como es, sin la necesidad de formalizar su unión. Para ellas, lo importante es disfrutar de su amor y de la vida juntas, sabiendo que cuando llegue el momento adecuado, tomarán ese paso con total tranquilidad. Por ahora, prefieren dejar que las cosas fluyan de manera natural, enfocándose en el crecimiento personal y en compartir momentos felices sin la presión de etiquetas o formalidades.

-Mamá, ¿no sería mejor que nos quedáramos en un hotel? Somos muchos y no queremos darte tanto trabajo.

-No te preocupes, hija. Tengo espacio suficiente para todos. Tú y Liam pueden ocupar vuestro dormitorio de la última vez, al que ya le tenemos preparada una cuna para Luna. Isabella puede dormir en tu antigua habitación, si no le molesta estar en un cuarto de estudiante.

-¡Estaré encantada de dormir en la habitación de Julia! Quién sabe qué secretos aún podrían estar escondidos en algún rincón-, responde Isabella con una sonrisa traviesa.

-Entonces, no se hable más. Todos a nuestra casa-, decide Pilar con su típica determinación.

Y así es como nos dirigimos en masa a la casa de mis queridos Pilar y Luis, listos para invadir su hogar con nuestra energía y compañía. Al llegar, Pilar, siempre atenta, sugiere prepararnos algo de comer, pero más que hambre, lo que sentimos es un agotamiento profundo por la diferencia horaria. Decidimos que lo mejor es instalarnos en nuestras respectivas habitaciones y descansar para recuperarnos del jet lag.

Al día siguiente, Pilar expresa su deseo de llevar a Luna a la basílica para que sea pasada por el manto de la Virgen, una tradición local profundamente arraigada que ha sido parte de nuestra cultura por generaciones. Aunque personalmente nunca he sido muy devota de estas creencias, no quiero privar a Pilar de la alegría que esto le traería. Después de todo, no le va a causar ningún mal a Luna, y ver la felicidad en los ojos de Pilar hace que valga la pena.

Cuando llegamos al templo, un joven infantico se encarga de tomar a Luna en sus brazos y la lleva con cuidado hasta los pies de la Virgen, acercándola al manto sagrado del día. Es un momento solemne y, aunque no comparto plenamente la fe en este tipo de rituales, no puedo evitar sentir una cierta emoción al ver cómo Pilar observa la escena con los ojos llenos de devoción. Capturamos ese instante con una foto que sin duda conservará ese recuerdo para siempre, una imagen que algún día le mostraré a Luna.

Después de disfrutar de un día de descanso en Zaragoza, al día siguiente nos dirigimos a Villalba del Conde, donde nos esperan Loísa y Pablo, así como Lola y Sophie, quienes también se unirán a nosotros. Liam y yo decidimos ir en nuestro Audi, con Luna bien acomodada en su sillita. Mientras tanto, Pilar, Luis e Isabella viajan juntos en el coche de Luis, formando una pequeña caravana familiar.

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Villalba del Conde

Al llegar a Villalba del Conde, Liam y yo tomamos un desvío directo al cementerio. Durante el año pasado, Loísa finalmente logró trasladar los restos de mis padres a Villalba, cumpliendo un deseo mío. Aunque me habría gustado estar presente en ese acto tan significativo, mi embarazo complicado, me lo impidió. Los últimos tres meses, por recomendación médica, tuve que permanecer en reposo casi absoluto en Long Island, sin poder viajar.

Fue un tiempo difícil, pero afortunadamente Pilar y Luis estuvieron a mi lado prácticamente todo el tiempo, brindándome el apoyo y la compañía que tanto necesitaba. Su presencia y la de los padres de Liam, me ayudó a sobrellevar esos meses de incertidumbre, y después del nacimiento de Luna, se quedaron conmigo hasta que finalmente me recuperé por completo. Ahora, con la salud restablecida y con mi hija en brazos, puedo por fin hacer este viaje tan anhelado para rendir homenaje a mis padres y cerrar un capítulo importante en mi vida.

Al llegar al cementerio, mientras Liam estaciona el coche, me dirijo hacia el nuevo mausoleo que el ayuntamiento ha construido en el lugar más destacado del camposanto. El imponente monumento es el resultado de un esfuerzo colectivo de la comunidad, que se unió para erigir este tributo. A medida que me acerco, las emociones me sobrecogen y no puedo contener las lágrimas.

El mausoleo cuenta con bustos de mis padres, tallados con una precisión que refleja la dignidad que siempre les caracterizó. Junto a ellos, han colocado el mismo símbolo que llevo colgado en el cuello, un detalle profundamente conmovedor para mí. Loísa me informó que esta obra fue posible gracias a una suscripción popular; todos los vecinos aportaron lo que pudieron para financiar el trabajo del escultor. Este gesto no solo honra a mis padres, sino que también sirve como una forma de enmendar las injusticias del pasado y de mostrar el cariño y el respeto que la comunidad siempre les tuvo.

Ver a mis padres finalmente reposando en su querido pueblo me llena de un profundo sentido de paz. Este mausoleo es más que un simple monumento; es un símbolo de reconciliación y de la gratitud de un pueblo hacia quienes formaron parte de su historia. Aunque los años pasaron y las circunstancias cambiaron, el cariño de la comunidad por mis padres ha permanecido intacto. Al ver este hermoso tributo, siento que, de alguna manera, han regresado a casa y que su memoria será siempre honrada y recordada en el lugar que les fue tan querido.

-Mis queridos padres, quiero que sepáis que, aunque ahora Pilar y Luis ocupen el lugar que ocupabais vosotros, nadie podrá jamás reemplazaros en mi corazón. Siempre tendré un espacio reservado para vosotros, un rincón sagrado lleno de amor y recuerdos. Finalmente he podido cumplir la promesa que os hice: he conseguido hacer justicia por vosotros y os he traído de vuelta al pueblo, como os prometí.

Sin embargo, hay otra promesa que me resulta imposible cumplir en este momento. Os prometí que me reuniría con vosotros una vez terminara mi misión, pero ahora me encuentro en una situación en la que alguien necesita mi presencia y mi apoyo más que vosotros. Os pido que me perdonéis por no poder cumplir con esta promesa. Mi deber ahora es estar al lado de aquella personita que me necesita, pero esto no disminuye en absoluto el amor y el respeto que siempre tendré por vosotros.

En ese momento, oigo los pasos de Liam acercándose, con Luna en brazos. Con una mezcla de emoción y ternura, le extiendo los brazos para recibir a mi hija. Con delicadeza, la tomo en mis brazos, deseando compartir este instante especial con mis padres.

Mientras sostengo a Luna, siento una profunda conexión con el pasado y el presente, deseando que mis padres pudieran ver a su nieta y experimentar la alegría que ella trae consigo. Este momento es una forma de transmitirles, a través de Luna, el amor y la esperanza que siempre han estado presentes en nuestras vidas. Aunque no estén físicamente aquí, sé que, de alguna manera, están compartiendo este instante con nosotros, acompañándonos en este acto de amor y memoria.

-Ella es luna, vuestra nieta. Estoy segura de que entenderéis por qué no puedo separarme de ella. Mi deber ahora es cuidarla y amarla con la misma devoción y ternura con la que vosotros me habéis cuidado y amado a mí. Ella es mi mayor responsabilidad y mi mayor alegría, y debo estar a su lado en cada momento, guiándola y protegiéndola mientras crece.

Nuestro reencuentro tendrá que esperar un poco más, porque mi compromiso con Luna es ahora mi prioridad. Por ahora, me encargaré de que Luna crezca en un entorno lleno de amor y valores, tal como vosotros me enseñasteis.

Luna está visiblemente inquieta; no parece estar a gusto en este entorno y no para de quejarse. Para distraerla un poco, decido mover el colgante frente a sus ojos. Me doy cuenta de que el brillo y el movimiento del colgante logran captar su atención.

Sus pequeños ojitos se fijan en el colgante, y con sus manitas diminutas lo alcanza. Al tomarlo con su pequeña mano, su reacción es inmediata. De repente, su expresión cambia por completo: deja de llorar y de mostrarse agitada. En lugar de eso, su rostro se ilumina con una gran sonrisa, como si estuviera recibiendo una inesperada dosis de alegría. Parece que el colgante la está entreteniendo de una manera mágica, y se ríe con una felicidad contagiosa, como…, como si alguien le estuviera haciendo cosquillas.

-¿Qué le ha pasado? De repente, Luna se ha echado a reír, cuando antes no hacía más que quejarse y mostrarse inquieta. Es sorprendente cómo su estado de ánimo ha cambiado de manera tan drástica.

-¿No te has dado cuenta? ¡Luna está sosteniendo mi colgante en la mano! Parece que ha establecido una conexión especial con sus yayos. El colgante, ha establecido un vínculo mágico entre ellos.

Observa cómo se ríe; es una risa pura y contagiosa, llena de alegría genuina. Es evidente que está disfrutando de la presencia de sus abuelos, está sintiendo su amor y su cariño a través de ese pequeño objeto. Verla tan feliz y animada me hace pensar que sus abuelos están jugando con ella y haciéndola sentir especial.

Esta conexión emocional, aunque intangible, es palpable en la forma en que Luna se ríe y muestra su contento.

Liam no dice una sola palabra, pero su rostro revela todo lo que siente. La expresión en sus ojos y en sus facciones lo dice todo, transmitiendo un mensaje claro y profundo sin necesidad de palabras.

-Aún parece que sigues dudando del poder que tiene este colgante, ¿no es así? Quizás es momento de que lo experimentes por ti mismo. ¿Por qué no lo intentas? Tómalo en tus manos y verás cómo actúa. A veces, es necesario sentirlo de cerca para comprender su verdadero impacto. Estoy segura de que, al sostenerlo, podrás captar esa energía especial que nos conecta con algo más allá de lo visible.

-No estoy muy seguro, Julia. Ya sabes que este tipo de cosas no son precisamente lo mío. Me cuesta creer en lo que no puedo ver o tocar.

-No te preocupes, Liam, de verdad. No tienes nada que perder. Simplemente tócalo un momento y observa si experimentas alguna sensación. No es necesario que creas en todo de inmediato; solo intenta sentirlo por ti mismo. Si después de probarlo no percibes nada especial, no pasa nada, no habrás perdido nada. A veces, la mejor manera de entender algo es experimentarlo directamente. Dale una oportunidad, solo por curiosidad.

Liam extiende lentamente su mano hacia el colgante, que Luna ya ha soltado. Con un gesto de cautela, lo toma con una mano, visiblemente titubeante. Sin embargo, al contacto, su expresión cambia de manera abrupta. De repente, suelta el colgante con un movimiento instintivo y se aparta, visiblemente asustado.

-¿Qué ha pasado, Liam? ¿Qué has sentido al tocar el colgante?

-Ha sido una sensación extraña, como…, como si una corriente de energía fluyera directamente desde el colgante y recorriera todo mi brazo. Era…, era algo más que un simple escalofrío, sentí una especie de conexión que me ha dejado sorprendido. Ha sido tan intenso que me ha tomado por sorpresa. No es fácil de explicar, pero era como si el colgante estuviera vivo, transmitiendo algo que no puedo entender del todo.

-Son ellos, Liam. Son mis padres los que te están intentando contactar a través del colgante. No tienes que temer. Te prometo que no te harán daño. Vuelve a tomarlo, pero esta vez sin miedo. Mantenlo en tus manos y déjate llevar. Permite que ellos te conozcan, que sientan quién eres tú también. Es una oportunidad para conectar con ellos de una manera única, y estoy segura de que lo sentirás de una forma especial si te abres a ello.

Liam extiende la mano una vez más, esta vez con mayor determinación, y toma el colgante con una firmeza renovada. Mientras lo sostiene, observo atentamente cómo sus expresiones van transformándose. El miedo inicial que marcaba su rostro comienza a desvanecerse, dando paso a un semblante más sereno y tranquilo. Está claramente inmerso en las nuevas sensaciones que está experimentando, prestando atención a cada pequeño detalle.

Sus ojos, llenos de una mezcla de asombro y comprensión, se encuentran con los míos, y luego se vuelven hacia Luna. En ese instante, algo parece hacer clic dentro de él. Liam asiente lentamente, como si estuviera comprendiendo algo profundo, y una sonrisa suave se dibuja en sus labios. Me devuelve el colgante, con una mirada que refleja una nueva conexión y un respeto silencioso por lo que acaba de experimentar.

-Ha sido algo... indescriptible, Julia. No estoy seguro de cómo ponerlo en palabras. Era como si una energía completamente nueva me atravesara, algo que nunca había experimentado antes. Me siento diferente, pero no sé exactamente cómo explicarlo. Es como si hubiera sentido una presencia, algo cálido y familiar, pero a la vez desconocido. Todo sucedió tan rápido, pero el impacto fue profundo.

-Por favor, dime qué has sentido. Estoy ansiosa por entender lo que experimentaste. ¿Qué fue lo que te recorrió por dentro? No quiero que guardes esto para ti solo. Tu reacción me dejó intrigada, y necesito saber qué ocurrió. ¿Cómo te hizo sentir esa energía? ¿Qué pasaba por tu mente en ese momento? Comparte conmigo cada detalle, incluso si te parece difícil de explicar.

-Al principio, fue como si algo o alguien me estuviera examinando detenidamente, tratando de averiguar si era realmente la persona adecuada para ti. Sentí una especie de escrutinio, como si estuvieran evaluando mi carácter, mi amor por ti. Luego, cuando sentí que me aceptaban, la sensación cambió. Era como si tus padres me estuvieran encargando una misión, confiándome la responsabilidad de cuidarte, de protegerte a ti y a Luna. Fue una experiencia tan profunda y extraña, que me cuesta encontrar las palabras exactas.

Julia, aún me cuesta creerlo, pero no puedo negar lo que he sentido. Ha sido algo verdaderamente sobrenatural. Me siento obligado a disculparme contigo por haber dudado de ti y de todo lo que me contaste sobre el colgante. Ahora entiendo que a través de él, tus padres te han guiado y han estado contigo todo este tiempo. Ya no tengo ninguna duda; creo plenamente en la fuerza de ese colgante y en la conexión que mantiene entre tu y tus padres. Esto ha cambiado mi manera de ver las cosas, y estoy más comprometido que nunca a cumplir con lo que me han encomendado.

-Liam, te lo he estado diciendo todo este tiempo: este colgante es mucho más que un simple objeto. Es mi fuente de energía, mi conexión con algo más grande, con la fuerza y la protección de mis padres. Cada vez que lo toco, siento que ellos están conmigo, guiando mis pasos, dándome fuerza en los momentos difíciles. Es como si todo el amor y la sabiduría que me dieron en vida estuvieran concentrados en este colgante, y ahora veo que tú también lo has podido sentir. Siempre supe que había algo especial en él, algo que me ayudaba a seguir adelante, y ahora compartimos esa experiencia. Me alegra que finalmente lo entiendas, porque este colgante no solo es una parte de mí, sino también un vínculo que nos une a todos, un recordatorio constante de que no estamos solos.

-Pero, Julia, hay algo más que me preocupa. Mientras sentía todo esto, también tuve la impresión de percibir algo parecido a una despedida. No estoy seguro de cómo explicarlo, pero era como si, además de darme su bendición, tus padres estuvieran dejándome un mensaje, un adiós. Fue una sensación extraña, casi como si estuvieran entregándome la responsabilidad de cuidarte y protegerte, pero también preparándome para el hecho de que, de alguna manera, se están alejando, confiando en que ahora somos nosotros quienes debemos continuar. Es una mezcla de emociones difícil de procesar, como si me hubieran pasado la antorcha, pero al mismo tiempo, me dejaran saber que ellos confían en que haremos lo correcto.

-¿Despedida? ¿Qué quieres decir con eso exactamente? ¿Cómo es posible que hayas sentido algo así? Explícame qué es lo que experimentaste con más detalle. ¿Qué te hizo pensar que mis padres se estaban despidiendo? Esto me preocupa, Liam. ¿Fue una sensación, una intuición, o algo más concreto? Por favor, trata de explicarlo, porque no quiero malinterpretar lo que has sentido.

-No sé si fue solo mi imaginación, pero sentí algo que sonaba como, "ya no nos necesita". Fue una sensación extraña, como si me estuvieran diciendo que ahora tú, Julia, estás preparada para seguir adelante sin ellos, que ya no necesitan estar tan presentes porque has encontrado tu camino y tu fuerza.

-No lo entiendo, Liam. ¿Qué significa eso? ¿Cómo es posible que mis padres crean que ya no los necesito? Ellos siempre han sido mi apoyo, mi guía. ¿Por qué habrían de decir algo así? ¿Están sugiriendo que debo seguir adelante por mi cuenta, que ya no estarán tan cerca? Esto me desconcierta. Quiero comprender qué mensaje intentaron transmitirte. ¿Qué es lo que realmente quisieron decir con eso?

En ese instante, una fuerte ráfaga de viento se levanta de repente, sorprendiendonos. Instintivamente, abrazo a Luna con fuerza contra mi pecho, protegiéndola del viento, mientras Liam rápidamente me rodea con sus brazos, sosteniéndonos firmemente para evitar que nos tambaleemos. La ráfaga dura apenas unos segundos, pero es lo suficientemente intensa como para hacernos aferrarnos el uno al otro. Luego, todo vuelve a la calma, como si nada hubiera pasado.

-¿De dónde ha salido este vendaval tan repentino? El día ha estado completamente tranquilo, ni una brisa en el aire. Esto no tiene ningún sentido. Es como si el viento hubiera aparecido de la nada, solo para desaparecer igual de rápido. No entiendo qué acaba de pasar, porque hasta hace un segundo todo estaba en calma.

-Julia... tu colgante... no está. Lo tenías justo ahí hace un momento.

-¿Mi colgante? ¡Oh, no! Debe haberse soltado con la ráfaga de viento. Liam, por favor, búscalo. No puede haber ido muy lejos. Es demasiado importante para mí, no puedo perderlo. Debe estar cerca, tal vez cayó al suelo o quedó atrapado en algún lugar. Por favor, encuéntralo, no me siento tranquila sin él.

Liam se gira rápidamente y, tras un breve vistazo, lo encuentra a unos pasos de distancia, brillando débilmente en el suelo. Se apresura a recogerlo, aliviado de haberlo encontrado tan cerca.

-Parece que el viento rompió la cadena, y por eso se te ha caído. Afortunadamente, el colgante en sí está intacto, y la cadena parece que tiene solución; no será difícil repararla. Pero…, Julia... hay algo que necesitas saber.

-¿Qué ocurre, Liam? ¿Por qué esa expresión en tu rostro? Parece que algo te preocupa. Por favor, dime qué está pasando y por qué te ves tan preocupado.

-Es mejor que lo compruebes tú misma.

Liam me entrega el colgante, que ahora tiene la cadena rota. En cuanto lo recibo en mi mano, me doy cuenta de lo que realmente está sucediendo.

-¡No están! No siento su presencia, Liam. Algo ha cambiado; ya no percibo la conexión con ellos a través del colgante. Es como si se hubieran desvanecido, como si se hubieran ido. La sensación de su presencia, que antes era tan palpable, ha desaparecido por completo. Estoy preocupada y desconcertada; necesito entender qué ha pasado para que esto ocurra.

-Por eso se despidieron, Julia. Ellos creen que ahora tienes una nueva familia que te ama profundamente y que te proporcionará el cuidado y la protección que necesitas. Saben que estás en buenas manos conmigo y que estás rodeada de amor y apoyo. La ruptura de la cadena parece haber sido un símbolo de su aceptación de este cambio, de su confianza en que has encontrado un nuevo hogar donde te cuidan y te valoran. Siento que su partida es una forma de liberar el vínculo físico para que puedas seguir adelante, sabiendo que has encontrado tu lugar y que no te faltará el amor y el cuidado que te mereces.

-Tienes razón, Liam; es hora de que finalmente encuentren descanso. Aunque nunca los olvidaré, entiendo que ahora debo tomar mis propias decisiones y seguir adelante con mi vida. He aprendido a cuidarme, y además cuento con tu apoyo incondicional. Sé que siempre estarás a mi lado, brindándome tu amor y protección. También tengo a Pilar y Luis, que espero que sigan conmigo muchos años más, y a Loísa, que es como una hermana para mí. Sin olvidar a "las Chicas", que siempre me han apoyado. Me siento rodeada de cariño y seguridad, y eso me da una gran tranquilidad. Gracias, papá, mamá. Habéis hecho un trabajo maravilloso cuidándome y guiándome. Ahora, por fin, podéis descansar en paz, sabiendo que me quedo en muy buenas manos.

Con profunda emoción, sostengo el colgante una última vez, sintiendo el peso de su significado y el cariño que ha representado en mi vida. Con delicadeza, lo coloco sobre la tumba de mis padres, como un símbolo de mi agradecimiento y amor. Este es el lugar donde su magia, que ha sido una fuente de fortaleza y conexión para mí, encuentra su final. Es un acto de despedida, pero también de reconocimiento de que ahora es el momento de seguir adelante, llevando conmigo los recuerdos y el legado que me dejaron. Este colgante ya no solo es un vínculo con el pasado, sino una parte de mi historia que ahora reposará con ellos, en paz.

-Vamos, Liam, es hora de irnos. Nos están esperando y tenemos que cumplir con nuestros compromisos. Es importante que sigamos adelante, sabiendo que hemos hecho lo correcto y hemos encontrado un cierre para esta etapa.

-¿Estás bien, Julia? Me preocupa que, ahora que el colgante ya no está contigo, puedas sentirte desamparada. Entiendo cuánto significaba para ti y lo importante que ha sido en tu vida.

-Como te acabo de decir, Liam, ahora sé cómo cuidarme por mí misma. Además, tengo a alguien tan importante como tú, que has asumido la responsabilidad de protegernos y cuidarnos. No te preocupes, me siento en paz. Mis padres me han brindado su amor y protección hasta ahora, y creo que es el momento adecuado para que encuentren su descanso eterno. Ahora es nuestro turno. Es nuestra responsabilidad velar por Luna y por todo lo que construimos juntos.

Nos dirigimos hacia el colegio público Conde de Villalba, donde, según Loísa, me han preparado un homenaje especial. Aunque no soy una gran entusiasta de estos actos y prefiero evitar el foco de atención, Loísa ha insistido tanto en la importancia del evento que me he visto obligada a aceptar. Sabía que se sentía muy entusiasmada con la idea, así que para no desilusionarla, accedí a asistir. Además, ha extendido invitaciones a mis padres y a "las Chicas", quienes han sido parte fundamental de mi vida. Su presencia en este evento hace que, a pesar de mis reservas, el homenaje sea aún más significativo para mí.

-Tenemos una sorpresa especial y quiero compartirla con las personas que han sido parte importante en tu vida. Es algo importante y significativo, y no querría que ninguno se lo perdiera.

-Uf, Loísa, me da un poco de miedo pensar en lo que has preparado. Siempre pones tanto entusiasmo en todo lo que haces, que no puedo evitar preguntarme qué sorpresa tan especial has ideado esta vez.

Al llegar al colegio, nos encontramos con una sorprendente multitud. Todo el pueblo se había reunido para darme la bienvenida. Al salir del coche, me reciben con una ovación y elogios, lo que me conmueve profundamente. Loísa está allí para recibirme personalmente, con una sonrisa radiante que refleja su entusiasmo. Mientras tanto, Pilar se ocupa de Luna con cariño, asegurándose de que esté cómoda y bien atendida.

Saludo a los vecinos reunidos en el lugar, extendiendo mi mano para estrecharla con calidez a quienes están más cerca. Cada apretón de manos es un gesto de gratitud y aprecio por su presencia. Entre la multitud, también reconozco a Lola y Sophie, quienes se acercan con sonrisas brillantes. Nos abrazamos efusivamente, compartiendo un momento de alegría y cariño que refuerza nuestros lazos.

-Loísa, realmente me tienes en ascuas con toda esta intriga.

-Tranquila, Julia. Ven, acércate al atril. Estamos a punto de comenzar, y queremos que estés bien en el centro de todo. Todo está listo para que te sientas cómoda y para que puedas disfrutar del momento.

Loísa se acerca al atril con una sonrisa llena de entusiasmo y comienza a dar un breve pero significativo discurso.

“Queridos vecinos y vecinas de Villalba del Conde,

Hoy es un día histórico para nuestra comunidad. Nos reunimos aquí para rendir homenaje a una mujer cuya valentía, generosidad y profundo amor por este pueblo han cambiado nuestras vidas para siempre: Julia Gracia.

Julia no es solo una benefactora; es nuestra heroína. Ella tuvo el coraje de enfrentarse a la injusticia y liberar a Villalba del Conde del yugo de la familia Villalba, mi propia familia que, durante tanto tiempo, sometió a nuestra gente a un régimen de abusos e inequidad. Julia, con su determinación y su inquebrantable espíritu de justicia, nos devolvió la libertad y la dignidad que nos habían arrebatado.

Pero su compromiso con nuestro bienestar no terminó ahí. Julia, en un gesto que habla de su inmensa generosidad, ha donado la fábrica de calzado a nuestra comunidad, asegurando así que nuestro sustento, nuestra fuente de trabajo, permanezca en manos del pueblo. Con este acto, Julia nos ha dado la oportunidad de construir un futuro próspero, basado en la cooperación y el esfuerzo colectivo.

Hoy, como comunidad, queremos expresarte, Julia, nuestro más profundo agradecimiento. No solo por lo que has hecho, sino por lo que representas para todos nosotros. Eres el símbolo de la lucha por la justicia, el ejemplo de lo que significa amar verdaderamente a tu tierra y a tu gente.

Gracias a ti, Villalba del Conde es hoy un pueblo libre, unido y lleno de esperanza. Nos has enseñado que, con valentía y solidaridad, podemos superar cualquier adversidad. Este homenaje es solo una pequeña muestra del inmenso cariño y respeto que te tenemos”.


La multitud aplaude con entusiasmo las palabras de Loísa, quien, con un gesto invitador, me señala hacia la fachada del edificio. Al dirigir mi mirada, me doy cuenta de que parte de la fachada está oculta tras una elegante tela decorada con los colores del municipio. La tela, cuidadosamente colocada, añade un toque de misterio y anticipación al evento.

-¿Estás lista, Julia?- me pregunta Loísa, su voz vibrando con una emoción palpable que empieza a contagiarme.

-¿Lista para qué, exactamente?- pregunto, mi curiosidad agudizándose a medida que el suspense se incrementa.

-Lo que vas a ver es el resultado de una maravillosa iniciativa popular. Los vecinos del pueblo se unieron para recoger firmas y solicitar este cambio significativo. La respuesta fue tan contundente que el ayuntamiento aprobó la propuesta por unanimidad. Este acto es un testimonio del compromiso y la colaboración de la comunidad, reflejando el profundo respeto y cariño que sienten por ti y por lo que representa este lugar.

-No estoy segura de comprender completamente, Loísa. ¿Qué es exactamente lo que se supone que debo ver?

Loísa no responde de inmediato. En lugar de eso, saca su móvil y comienza a hablar con alguien que parece estar en la azotea del colegio. Su conversación es breve pero cargada de intención, como si estuviera coordinando los últimos detalles para lo que está por venir. Mientras ella se ocupa de la llamada, la expectación en el aire crece, y la curiosidad de todos los presentes se intensifica.

Tres operarios, con movimientos meticulosos y perfectamente coordinados, comienzan a retirar la tela que cubre la fachada. Con cada metro que se descubre, mi corazón late más rápido, la emoción me envuelve y la anticipación crece. A medida que la tela cae lentamente, mis ojos se abren con sorpresa al darme cuenta de que el antiguo nombre del colegio ha desaparecido por completo.

Un silencio reverente se apodera de la multitud, interrumpido únicamente por el sutil crujido de la tela mientras se retira lentamente. A medida que la tela cae, la tensión en el aire es palpable, como si estuviéramos a punto de presenciar algo verdaderamente especial. Finalmente, el antiguo nombre del colegio desaparece por completo, y el nuevo nombre se revela con majestuosidad: "Colegio Público Julia Gracia".

Una ola de emoción me envuelve, cálida y arrolladora, mientras las lágrimas brotan de mis ojos, nublando mi visión. Los aplausos estallan nuevamente, más intensos y prolongados que antes, llenando el aire con un eco vibrante. Los vítores de la gente y los rostros llenos de alegría y admiración me hacen sentir como si estuviera flotando en un mar de gratitud y reconocimiento. El nuevo nombre del colegio, que nunca había imaginado recibir, es un homenaje que toca las fibras más profundas de mi ser. La intensidad de este momento me conmueve profundamente.

Nunca antes había experimentado una sensación tan poderosa. Es como si todos esos años de dedicación, esfuerzo y lucha por la justicia hubieran culminado en este instante perfecto. Mi corazón está abrumado por la gratitud, sintiendo una presión constante en el pecho que es a la vez un peso y un alivio.

En este preciso momento, comprendo que he cruzado un umbral significativo. No solo ha cambiado el nombre del colegio, sino que también he experimentado una transformación personal. Ya no soy esa niña gordita que se escondía de Elena, insegura y temerosa. Hoy, al mirarme al espejo, veo a una mujer fuerte y resiliente, una persona capaz de inspirar a otros y de marcar una diferencia real en el mundo.

Hoy, con orgullo, puedo decir que he superado mis miedos y mis inseguridades. La niña tímida y temerosa ha dado paso a una mujer segura de sí misma, preparada para enfrentar cualquier desafío que se presente. Recuerdo un tiempo en el que me sentía invisible, como si mi esfuerzo y mis sentimientos no fueran reconocidos. Ahora, gracias a este reconocimiento me siento visibilizada, valorada y apreciada.

Me abrazo con Loísa, mientras los sentimientos brotan con una intensidad abrumadora. La emoción me envuelve y me resulta difícil encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que siento.

-Loísa, no sé qué decir. Estoy tan conmovida que me quedo sin palabras.

Ella me mira con una sonrisa cálida y comprensiva, y con una voz suave y tranquilizadora responde:

-No hace falta que digas nada, Julia. Todos estamos inmensamente agradecidos y este homenaje es un reconocimiento a tu generosidad y a todo lo que has hecho por nosotros. Te lo mereces, de verdad.

Con el corazón palpitando de gratitud, me vuelvo hacia el público. Llevando mi mano derecha al corazón, en un gesto de cariño y agradecimiento, hago una ligera inclinación de cabeza. La multitud, con sus miradas llenas de aprecio y afecto, me anima a decir unas palabras. Aunque la sorpresa inicial me ha dejado sin aliento, no puedo negar el deseo de compartir mis sentimientos en este momento tan especial.

Me acerco al atril, sintiendo el peso de la ocasión. Con una mezcla de nervios y emoción, improviso un pequeño discurso, tratando de articular lo que mi corazón siente en este instante tan significativo.



“Queridos vecinos y amigos.



Hoy es un día que me llena de emoción y gratitud. Nunca imaginé que mi nombre sería el que llevaría el colegio de nuestro querido pueblo. Es un honor que acepto con humildad, y lo hago en nombre de cada uno de ustedes.

Este colegio no es solo un edificio; es un espacio donde nuestros niños y niñas aprenden, crecen y, sobre todo, descubren la importancia de la diversidad. Aquí, entre estas paredes, se enseñará algo que considero fundamental: el respeto hacia todas las personas, independientemente de sus orígenes, creencias o aspecto físico. Creo firmemente que es en la diversidad donde reside nuestra mayor riqueza, y es en la aceptación y el respeto mutuo donde encontramos nuestra verdadera fuerza como comunidad.

Es un orgullo saber que este colegio, que lleva ahora mi nombre, será un lugar donde se fomente el respeto a las diferencias, donde cada niño y niña se sienta valorado por quien es, y donde se aprenda que todos tenemos algo único que aportar al mundo. La educación es la clave para un futuro mejor, y ese futuro debe construirse sobre la base de la inclusión y la comprensión.

Al mirar hacia adelante, espero que este colegio siga siendo un símbolo de lo que podemos lograr juntos cuando valoramos y respetamos las diferencias que nos hacen únicos. Que los niños y niñas que pasen por estas aulas crezcan con el compromiso de construir un mundo más justo, más inclusivo y más respetuoso.

De todo corazón, gracias por este honor y por permitirme ser parte de esta comunidad tan especial”.


Los aplausos estallan alrededor, llenando el aire con una energía vibrante. Cada sonido de la ovación parece resonar en mi pecho, intensificando la emoción de este momento. Loísa y Pablo se acercan con una sonrisa radiante, sus ojos brillando con orgullo. Liam, siempre a mi lado, me abraza con una calidez que transmite todo su apoyo y amor. Pilar y Luis, con miradas llenas de satisfacción y afecto, se acercan para felicitarme, sus gestos cargados de un profundo significado.

“Las chicas”, con sus sonrisas llenas de complicidad y alegría, también se unen al círculo de abrazos, envolviéndome en un manto de cariño y gratitud. Cada uno de ellos, desde su propio lugar en mi vida, celebra este honor recibido conmigo, y sus felicitaciones me envuelven en un abrazo colectivo de aprecio.

El próximo evento se lleva a cabo en el ayuntamiento, donde todos los asistentes nos dirigimos con una mezcla de expectación y solemnidad. Al llegar al salón de actos, nos encontramos con un espacio abarrotado de vecinos, todos ansiosos por presenciar uno de los momentos más importantes en la historia reciente de Villalba del Conde.

La ceremonia comienza con una atmósfera de formalidad y respeto. Es un evento trascendental, ya que se va a protocolizar la donación de la fábrica, un bien que ha sido fundamental para el desarrollo económico del pueblo. Me encuentro junto a Loísa, quien, en su papel de representante de los vecinos, comparte conmigo el honor y la responsabilidad de este acto.

Nos sentamos frente a una mesa cubierta con documentos oficiales. Las miradas de los presentes se enfocan en nosotros, conscientes de la importancia de lo que está a punto de suceder. Con una profunda sensación de gratitud y compromiso, firmo el acta de donación, sellando así mi voluntad de devolver a la comunidad lo que, en esencia, siempre les ha pertenecido. Loísa, con su característica dignidad y calidez, añade su firma, representando a todos los vecinos que han depositado su confianza en nosotros.

Una vez firmados los documentos, la alcaldesa se levanta y, con voz firme, anuncia que en este mismo acto se ha decidido que Acher Pueyo será nombrado gerente de la fábrica. Esta elección no ha sido casual, sino el resultado de la demostración de su capacidad y liderazgo en la gestión de la fábrica durante tiempos difíciles. El anuncio es recibido con un aplauso entusiasta de los presentes, quienes reconocen en Acher a una persona trabajadora y comprometida, capaz de guiar la fábrica hacia un futuro próspero.

Después del emotivo acto de donación y tras recibir numerosos agradecimientos y muestras de afecto por parte de los vecinos, nos dirigimos al castillo-palacio de los Condes de Villalba para continuar la celebración con una comida. Este majestuoso lugar, con sus muros cargados de historia, se convierte en el escenario perfecto para reunirnos y compartir un momento íntimo y especial.

Al llegar al majestuoso salón, nos acomodamos en su amplitud, con techos elevados decorados con frescos antiguos y candelabros que irradian una cálida y acogedora luz. Las personas que me rodean en este banquete son aquellas a quienes considero mi verdadera familia, sin importar si compartimos lazos de sangre. Lo que realmente nos une aquí es el amor y el apoyo incondicional que siempre nos hemos brindado.

A medida que la comida avanza y las conversaciones se llenan de risas y recuerdos, me siento profundamente conectada con todos los presentes. Hay una alegría palpable en el ambiente, y una sensación de paz que me envuelve. Pero en medio de este ambiente festivo, Sophie, sentada frente a mí, nota algo que a todos les había pasado desapercibido. Con una mirada de preocupación que rompe el ritmo de la conversación, me observa detenidamente antes de preguntar:

-Julia, ¿dónde está tu colgante? No lo llevas puesto.

El salón se sume en un silencio expectante. Todos los ojos se vuelven hacia mí, conscientes de lo mucho que significaba ese colgante para mí, y ansiosos por entender por qué ya no lo llevo. Instintivamente, llevo una mano a mi cuello, al lugar donde solía reposar ese objeto tan especial. En ese instante, recuerdo el momento en que lo dejé sobre la tumba de mis padres, como un último adiós, lleno de amor y gratitud.

-Lo he dejado donde debe estar ahora -respondo con tranquilidad, mi voz reflejando una serenidad profunda-. Ya no necesito llevarlo conmigo. Mis padres descansan en paz, y saben que me quedo en buenas manos -añado, mientras dirijo una mirada a Pilar y Luis, quienes asienten comprensivos.

Mis palabras parecen resonar en el silencio que se ha creado. Poco a poco, todos asienten, sus rostros reflejando comprensión y aceptación. No hay necesidad de más explicaciones. Hemos alcanzado un entendimiento profundo, uno que va más allá de las palabras.

Esa misma tarde, Lola y Sophie regresan a Madrid. La despedida está cargada de emoción, con abrazos y palabras afectuosas, y nos prometemos vernos de nuevo antes de que termine el año. Mientras ellas parten hacia la capital, nosotros decidimos quedarnos unos días más en Villalba del Conde, disfrutando de la hospitalidad de Loísa y Pablo.

Liam y yo nos alojamos en la que fue la casa de mis padres, un lugar lleno de recuerdos y emociones, donde cada rincón me conecta con mi pasado. Es un espacio que, a pesar de todo, me brinda paz y una sensación de estar exactamente donde debo estar.

Para Pilar, Luis e Isabella, reservé la suite que ocupé en mi última estancia. Es una estancia amplia y acogedora, perfecta para los tres, con vistas que invitan a la calma y al descanso.

Durante estos días, aprovechamos para compartir largas charlas, paseos por el pueblo, y momentos de risa y complicidad. Es un tiempo valioso en el que reforzamos los lazos que nos unen y nos permitimos disfrutar de la tranquilidad y belleza de Villalba del Conde.

Todo tiene su final, y ha llegado el momento de regresar a Nueva York, de retomar nuestras vidas en la ciudad que siempre me ha acogido. Sin embargo, también siento que es el momento de cerrar este relato, de poner un punto final a mi historia aquí, en Villalba del Conde, donde todo comenzó.

Pero antes de marcharnos...,

-¿Es realmente necesario, Julia? -pregunta Isabella, su voz cargada de preocupación-. ¿No estás satisfecha con la sentencia? Se van a pasar muchos años tras las rejas, privados de su libertad. ¿No crees que eso debería ser suficiente?

Isabella me mira con esa mezcla de inquietud y profesionalidad que tanto le caracteriza, tratando de entender por qué siento la necesidad de dar un paso más, de no dejar que todo termine simplemente con la sentencia. Es cierto, la justicia ha hecho su trabajo y ellos pagarán por lo que hicieron. Pero para mí no es suficiente, yo necesito aplicar mi propia justicia.

-Con Sergio, nunca es suficiente -digo, con una determinación que endurece mi voz-. Desde el primer día supe que la prisión por sí sola no sería un castigo adecuado para él. No basta con verlo tras las rejas, cumpliendo su condena. Quiero que cada día de su vida sea un recordatorio de sus errores, un tormento constante que lo haga arrepentirse profundamente.

Liam e Isabella me miran, preocupados, pero no interrumpen. Saben que lo que estoy a punto de decir sale desde lo más profundo de mi ser.

-Os prometo, que haré que Sergio lamente el día en que no apreté su cuello con la suficiente fuerza en ese hotel. -Mis palabras son frías, calculadas, pero llenas de una rabia contenida-. Quiero que cada amanecer para él sea una maldición, que cada vez que abra los ojos en su celda, se sienta atrapado en un infierno del que no puede escapar. Me aseguraré de que su estancia en prisión sea un tormento interminable, un castigo que lo acompañe hasta su último aliento.

Liam toma mi mano con firmeza, como para anclarme en la realidad, preocupado por el peso que este deseo de venganza podría tener sobre mi alma. Pero no dicen más. Saben que mi decisión está tomada, y aunque no comparten mi sed de venganza, entienden que, para mí, esto es personal. Muy personal.

Nos aproximamos a la imponente prisión, ubicada fuera de Zaragoza. El edificio, con sus altos muros de piedra gris y alambres de espino, se alza amenazante contra el cielo nublado, como un recordatorio constante de las vidas que se encuentran atrapadas en su interior.

Cuando el coche se detiene en el aparcamiento, me tomo un momento para respirar profundamente, preparando mi mente para lo que está por venir. Giro la cabeza hacia Liam e Isabella, que me observan con preocupación y comprensión.

-Esperadme aquí -digo, mi voz firme pero cargada de un peso que no puedo ignorar-. No tardaré mucho. Cuidad de Luna, por favor -les pido, sabiendo que en su compañía, mi pequeña estará segura.

Liam me toma de la mano por un breve instante, un gesto silencioso de apoyo. Nos miramos a los ojos, y sin necesidad de palabras, él entiende la importancia de lo que estoy a punto de hacer. Sabe que es algo que debo enfrentar sola. Asiento con una leve sonrisa, intentando infundirle una tranquilidad que yo misma apenas siento.

Salgo del coche, y mientras camino hacia la entrada de la prisión, cada paso resuena en el silencio que me rodea, como si el mismo edificio reconociera el peso de la decisión que he tomado. Estoy lista para enfrentar a Sergio una última vez, para asegurarme de que entiende que su vida, a partir de ahora, será un reflejo del infierno que intentó crear en la mía.

Mientras las puertas de la prisión se cierran tras de mí con un eco sordo, sé que no hay vuelta atrás. Pero no miro hacia atrás. No puedo. Sigo adelante, sabiendo que, en el coche, mi familia espera, y que cuando regrese, abre cerrado este capítulo oscuro de mi vida.

Me conducen por los pasillos fríos y desolados de la prisión hasta la sala de visitas, donde se alinean los locutorios acristalados, cada uno con su propio aire de desesperación y desdén. Me indican que tome asiento en el único cubículo vacío, y mientras espero, la tensión en el ambiente parece crecer con cada segundo que pasa. No tarda mucho en aparecer Sergio, escoltado por dos guardias. Se sienta frente a mí, al otro lado del cristal, su expresión es una mezcla de burla y desprecio. Levanta el teléfono para hablar, y lo que sale de su boca es tan vil como siempre.

-Vaya, Cerdita -escupe con una sonrisa torcida-, ¿tanto me extrañas que vienes hasta aquí a verme? Qué lástima que no podamos hacer nada divertido. Para la próxima vez, podrías solicitar un vis a vis. Te dejaría que me la chupes bien, supongo que ya habrás aprendido.

Lo miro fijamente, mi expresión imperturbable ante sus provocaciones. Dejo que sus palabras se evaporen en el aire entre nosotros, insignificantes e impotentes.

-No voy a malgastar mi tiempo contigo, Sergio -le respondo con frialdad, mi voz más firme que nunca-. Solo he venido a informarte de cómo será tu vida en esta prisión a partir de ahora.

Lo veo arquear una ceja, intrigado, aunque intenta mantener su fachada de indiferencia.

-He descubierto que aquí dentro, el sexo es un bien muy preciado. No es fácil conseguir un vis a vis si no tienes una pareja, y por eso, jóvenes culos vírgenes como el tuyo están en alta demanda. Mis abogados han hecho contacto con algunos internos que están muy interesados en "estrenarlos". Así que, Sergio, he organizado una subasta para venderte, a ti y a tus cómplices, Paco y Miguel. A partir de ahora, seréis las putas personales de aquellos que han ganado la subasta. Ellos no solo tendrán el privilegio de ser los primeros en romperos el culo, sino que también os prostituirán durante el resto de vuestra estancia aquí. Les pagarán bien, al menos hasta que os dejen tan rotos que ya no les intereséis más. Y cuando eso suceda, no te preocupes, porque yo misma me aseguraré de que alguien más se encargue que os violen cada día.

Sergio me mira con incredulidad, su rostro palideciendo mientras intenta procesar lo que le estoy diciendo. Sin perder la compostura, añado:

-Ah, y si miras a tu derecha, podrás ver a quien será tu "novio". Es el que ha ganado tu subasta.

Veo cómo su mirada se desplaza nerviosamente hacia la derecha, donde un preso enorme, con una expresión depredadora, le hace ojitos y le manda besos al aire. La realidad de su nueva situación comienza a hundirse en su conciencia, y puedo ver el pánico brotar en sus ojos.

-No puedes hacer eso, Julia -balbucea, su voz temblando-. Te denunciaré.

-¿Denunciarme? -respondo con una sonrisa fría-. Vaya, parece que recuerdas mi nombre después de todo. Pero tu denuncia no llegará a ninguna parte. Los funcionarios de esta prisión están recibiendo un generoso sobresueldo de mi parte para asegurarse de que esto nunca trascienda. Todos mirarán hacia otro lado. Y tus abogados... bueno, digamos que también están en mi nómina. No tienes a quién recurrir, Sergio.

Su semblante se transforma en una máscara de furia impotente. Levanta la voz, sus gritos llenos de odio.

-¡Me las pagarás, Julia! ¡Algún día saldré de aquí, te encontraré y te mataré!

Sus gritos atraen a dos guardias, que se apresuran a llevarlo de regreso a su celda. Mientras lo arrastran fuera, sigue lanzándome insultos y amenazas, pero yo simplemente observo, serena.

-Vaya, no me ha dado tiempo de decirle que les he dejado en control un frasco de lubricante -murmuro para mí misma mientras me levanto-. Los van a necesitar, al menos al principio. Bueno, quién sabe, tal vez descubran que el sexo anal no es tan malo después de todo.

Salgo de la sala con la cabeza en alto, sintiendo un extraño alivio al dejar esa conversación detrás. Sé que la justicia real no siempre se encuentra en los tribunales. A veces, es más personal, más visceral. Y aunque esto no borra el dolor del pasado, al menos me asegura que Sergio pasará el resto de su vida pagando por cada una de las heridas que infligió.

A bordo del jet privado de M&J que nos lleva de regreso a casa, noto que Liam no deja de observarme con una intensidad inusual. Su mirada, profunda y constante, me hace sonreír.

-¿Qué pasa, Liam? -le pregunto, curiosa-. ¿Por qué me miras así?

Él tarda un momento en responder, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.

-Hay algo diferente en ti, Julia -dice finalmente, su voz cargada de reflexión-. Algo que no logro descifrar.

Me detengo a pensar en lo que podría estar percibiendo. El peso de los últimos días, los últimos años, ha sido inmenso. Pero ahora, por primera vez en mucho tiempo, siento una ligereza en mi interior.

-Tal vez sea porque siento que, al fin, he cerrado un capítulo que me ha consumido durante tantos años -le explico, mi voz serena y aliviada-. Ahora puedo concentrarme plenamente en las personas que amo, en ti, en Luna. Todo mi tiempo, mi energía, estarán dedicados a vosotros. Sergio ya es parte del pasado.

Liam me observa con mayor intensidad, y de repente, parece haber encontrado lo que buscaba.

-¡Ya sé! -exclama, su rostro iluminándose con una sonrisa de comprensión-. Son tus ojos, Julia.

Lo miro, sorprendida.

-¿Mis ojos? ¿Qué les pasa?

-Nunca los había visto así -dice Liam con una suavidad que me conmueve-. Tus ojos..., tienen un brillo especial, como si hubieran despertado a una nueva vida. Reflejan una alegría que no había visto en ellos antes. Ya no están cargados de la tristeza de antes, Julia. Ya no eres esa muchacha de los ojos tristes.

Su voz es cálida, llena de admiración, y sus palabras resuenan en mi interior, como si finalmente me diera cuenta de lo lejos que he llegado.

Sus palabras me tocan profundamente. Durante tanto tiempo, la tristeza había sido mi compañera constante, oscureciendo mis días y nublando mi visión del mundo. Pero ahora, algo ha cambiado. Me siento renovada, como si la carga que llevaba en mis hombros se hubiera desvanecido.

-Creo que por fin he encontrado esa paz que tanto anhelaba, la paz que pensé que nunca llegaría. Tal vez eso es lo que ves en mis ojos. Por primera vez en mucho tiempo, me siento realmente en paz, y supongo que eso se refleja en mí de una manera que ni siquiera había notado.

Mis palabras son sinceras, pero es la mirada de comprensión y ternura en los ojos de Liam lo que me hace sentir que, después de todo, he logrado dejar atrás el pasado. Es como si todo el dolor, el miedo y la oscuridad se hubieran disipado, dejando espacio para algo nuevo, algo hermoso que crece dentro de mí.

Liam asiente, y su mano encuentra la mía. Mientras el jet surca el cielo, siento que estamos dejando atrás más que solo un lugar físico. Estamos dejando atrás el dolor, la oscuridad, y adentrándonos en una nueva etapa, una llena de luz y esperanza. Es un nuevo comienzo, y en mis ojos, brilla la promesa de un futuro en el que el pasado ya no tiene poder sobre mí.


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Bustos.jpegLo que el viento se llevó.jpegColegio público.jpegJulia y Luna.jpeg


F I N

 
La historia de Julia continuará en la privacidad de su mundo, lejos de nuevas narraciones públicas. Este es un adiós definitivo a ella y a los demás personajes que han formado parte de su camino, cuyas historias quedarán completas en la mente de cada lector.

Sin embargo, antes de cerrar este relato para siempre, mañana llegará el epílogo final. Será narrado desde la perspectiva de Lola, quien ofrecerá una última mirada, íntima y reflexiva, sobre los acontecimientos y las huellas que Julia y quienes la rodearon dejaron en sus vidas. Con sus palabras, se pondrá punto final a este viaje, envolviendo la historia con un aire de cierre y despedida.
 
Bueno, al menos queda mañana el epílogo, aunque preferiría que siguiera siendo desde el punto de vista de Julia pero bueno.
Creo que ha sido innecesario que le hicieron eso a Sergio, pero es lo que se ha buscado.
Por otra parte, supongo que en el epílogo habrá un salto de tiempo a una época más actual con la niña, que tendrá ya 12 años o por ahí y seguro que algún hermano más viviendo una vida muy feliz con sus queridos Padres.
Me ha dado un poco de pena que los Padres se fueran con el Talismán, pero entiendo que querían dejarla ya que saben que está en buenas manos
PD: Tengo una Perra que también se llama Luna y que la quiero muchísimo, al igual que a mis gatos ( aquí tengo a uno que está siempre conmigo).
En fin, que voy a echar de menos estos momentos.
 
Un gran final para la historia de Julia.
Que fran reconocimiento le da el pueblo al poner su nombre al colegio.
Sergio sufrirá en carne propia el mal que le hizo a todas las mujeres que violo. Se ha hecho justicia, no solo su ingreso a prisión sino también como va a ser su vida dentro.
 

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