Hola, ante todo, no soy relatista ni escribo historietas, es la primera vez escribo para que me lean, y además resulta ser un hecho verdadero acontecido hace algún tiempo.
Todo comenzó hace algunos meses cuando estando íntimamente mi marido, Carlos, me preguntó si me gustaría tener una fantasía con otro hombre mientras lo hacíamos. Le dije claramente que ni loca pensaba hacer tal cosa y me disgustaba que lo pensara.
A la mañana siguiente me desperté antes y con el café en la mano y en la terraza pensando en lo acontecido le vi cierta claridad. Eso fue exactamente lo que hice con mi ex muy poco antes de irme a vivir con él. Le ofrecí una fantasía, que no rechazó, y yo disfruté imaginando que me lo hacía con mi actual marido. Pero fue la única vez en mi vida que me pasó.
Pasó el tiempo y Carlos, no volvió a mencionar el tema. Una noche en la cama durmiendo tranquilamente me dijo al oído “Fóllate a Rafa” y lo dijo dos veces. Me incorporé a medio cuerpo y dándome la vuelta le miré fijamente, estaba dormido, totalmente, estaba soñando e inconscientemente lo dijo. Lo desperté y pregunté qué me había dicho, no se enteraba de nada y lo negó.
En el desayuno le saqué el tema y claramente quise saber si había algo especial que lo excitara. Tras un titubeo me lo confesó. Hacía tiempo que le excitaba que otros hombres me mirasen con ojos libidinosos, le excitaba que me mirasen el escote, y que el sabía “Podéis mirar pero no tocar. Es mía”. Y sospechaba que le excitaba sobremanera verme manteniendo relaciones con otro hombre mientras él miraba. Me ofreció lo de aquélla fantasía para ver si era real y eso lo ponía, pero no quería que la fantasía la tuviera sólo él, que debía ser al mismo tiempo por parte de ambos.
Y como ya estaba el Carlitos de confesión, dijo que, si además la fantasía era con alguien conocido, le ponía más aún, porque al ver a esa persona físicamente, automáticamente le vendrían a la menta las escenas soñadas entre yo y él y se podría a cien y sería muy morboso.
Le miré fijamente y le recomendé que se pusiera en manos de algún tipo de profesional, quizás un psicólogo que le pudiera tratar. Así zanjé el tema.
Ahí quedó el asunto durante mucho tiempo.
Pero me fijé más en él y su actitud cuando salíamos, y era cierto, cuanto más ligera iba de ropa, más se fijaba en los demás. Y digamos que la playa estaba llena de mujeres que no se suelen bañar con el vestido de noche.
Algunas veces íbamos a la playa a bañarnos y llevo una blusa que se transparenta un poco. Nos bañamos y él se fue antes a la terraza del chiringuito a tomarse algo. Al llegar yo llevaba el bikini y la blusa. Me molestaba tanto el bikini que tonta de mí, sin darme cuenta de lo que hacía me quité la parte de arriba del bikini y quedé con los pechos desnudos. Pero ni se notaba a la sombra. Vino el camarero y me dejó la bebida. Automáticamente Carlos me dijo que me había mirado los pechos y le gustaron. Solté una carcajada, el camarero era un chaval de unos 17 años que mientras me traía la bebida poco le faltó por tropezar al no despegar su mirada del móvil consultando su Tik-Tok o ********** Me hizo gracia y le comenté a Carlos que ése era de otra generación y absorto en su mundo.
Sí es cierto que otros y al subir por la calle de camino a casa me miraron. Carlos estaba lleno de gozo. Yo cabreada.
Cuando llegamos a casa me llevó al dormitorio y haciéndolo me pidió que por favor pensara en otro y concretamente en Rafa. Me negué en redondo. Pero se hizo más frecuente la petición y yo ya estaba cansada del tema por aburrimiento.
Todo comenzó hace algunos meses cuando estando íntimamente mi marido, Carlos, me preguntó si me gustaría tener una fantasía con otro hombre mientras lo hacíamos. Le dije claramente que ni loca pensaba hacer tal cosa y me disgustaba que lo pensara.
A la mañana siguiente me desperté antes y con el café en la mano y en la terraza pensando en lo acontecido le vi cierta claridad. Eso fue exactamente lo que hice con mi ex muy poco antes de irme a vivir con él. Le ofrecí una fantasía, que no rechazó, y yo disfruté imaginando que me lo hacía con mi actual marido. Pero fue la única vez en mi vida que me pasó.
Pasó el tiempo y Carlos, no volvió a mencionar el tema. Una noche en la cama durmiendo tranquilamente me dijo al oído “Fóllate a Rafa” y lo dijo dos veces. Me incorporé a medio cuerpo y dándome la vuelta le miré fijamente, estaba dormido, totalmente, estaba soñando e inconscientemente lo dijo. Lo desperté y pregunté qué me había dicho, no se enteraba de nada y lo negó.
En el desayuno le saqué el tema y claramente quise saber si había algo especial que lo excitara. Tras un titubeo me lo confesó. Hacía tiempo que le excitaba que otros hombres me mirasen con ojos libidinosos, le excitaba que me mirasen el escote, y que el sabía “Podéis mirar pero no tocar. Es mía”. Y sospechaba que le excitaba sobremanera verme manteniendo relaciones con otro hombre mientras él miraba. Me ofreció lo de aquélla fantasía para ver si era real y eso lo ponía, pero no quería que la fantasía la tuviera sólo él, que debía ser al mismo tiempo por parte de ambos.
Y como ya estaba el Carlitos de confesión, dijo que, si además la fantasía era con alguien conocido, le ponía más aún, porque al ver a esa persona físicamente, automáticamente le vendrían a la menta las escenas soñadas entre yo y él y se podría a cien y sería muy morboso.
Le miré fijamente y le recomendé que se pusiera en manos de algún tipo de profesional, quizás un psicólogo que le pudiera tratar. Así zanjé el tema.
Ahí quedó el asunto durante mucho tiempo.
Pero me fijé más en él y su actitud cuando salíamos, y era cierto, cuanto más ligera iba de ropa, más se fijaba en los demás. Y digamos que la playa estaba llena de mujeres que no se suelen bañar con el vestido de noche.
Algunas veces íbamos a la playa a bañarnos y llevo una blusa que se transparenta un poco. Nos bañamos y él se fue antes a la terraza del chiringuito a tomarse algo. Al llegar yo llevaba el bikini y la blusa. Me molestaba tanto el bikini que tonta de mí, sin darme cuenta de lo que hacía me quité la parte de arriba del bikini y quedé con los pechos desnudos. Pero ni se notaba a la sombra. Vino el camarero y me dejó la bebida. Automáticamente Carlos me dijo que me había mirado los pechos y le gustaron. Solté una carcajada, el camarero era un chaval de unos 17 años que mientras me traía la bebida poco le faltó por tropezar al no despegar su mirada del móvil consultando su Tik-Tok o ********** Me hizo gracia y le comenté a Carlos que ése era de otra generación y absorto en su mundo.
Sí es cierto que otros y al subir por la calle de camino a casa me miraron. Carlos estaba lleno de gozo. Yo cabreada.
Cuando llegamos a casa me llevó al dormitorio y haciéndolo me pidió que por favor pensara en otro y concretamente en Rafa. Me negué en redondo. Pero se hizo más frecuente la petición y yo ya estaba cansada del tema por aburrimiento.