Fantasías sexuales de las españolas 2º parte (sección infidelidad)

No, al principio, recién terminado el otro relato, como avance dice que el marido le habla de un compañero suyo negro y sus historias con mujeres.
Lo del compañero de trabajo de ella es anterior.
Supongo que en el próximo capítulo entra en escena.
Pero no dijo que le habla de las habilidades, dijo que hacían bromas en el vestuario acerca de que el negro la tenía grande y el se lo contó
 
Los comentarios del marido para nada los entiendo como “dando permiso” a ella para que le ponga los cuernos.

Simplemente son comentarios entre pareja. No veo por ninguna parte intención oculta.
 
Estás haciendo spoiler
No. Que va. Digo que hasta ahora no pone nada de que sean amigos, conocidos, jefe y empleado o hasta amantes 😂😂😂😂😂😂

No se dice nada de nada por ahora
Wolverine tiene razón, no está adelantando nada, en lo publicado hasta ahora no se dice que el marido y el compañero sean amigos ni que él haya dado permiso para nada. Pero no se me alboroten amigos, que este relato es corto y pronto se resuelve ;)
 
La siguiente fantasía intensa que tuvo, aunque no la única pero sí otra de las que se le quedó clavada en su mente y entre sus piernas, fue la de su vecino Juan. Este, al contrario de su compañero, si era más descarado, más impulsivo y casi desde el primer momento puso la vista en ella, que se conserva bien a su edad. No tiene el cuerpo de cuando tenía 18 años evidentemente, pero la vida no la ha tratado mal. Quizás un poco de tripita que se le quedó después del segundo embarazo y no ha sido capaz de reducir, pero le da un aspecto voluptuoso añadiendo curvas a su más que generosos muslos, caderas y culo. Precisamente su trasero es el punto fuerte: de joven volvía loca a los chicos a pesar de no destacar por muy guapa. Un poco delgada por arriba y más ancha en las caderas, los bikinis ajustados que usaba hacían que todas las miradas se fijaran en ella. Sus pechos no eran tan exuberantes pero sí redondos y muy alzados, acentuando en su busto. Los tenía muy juntos y se sostenían muy bien, era la parte de su cuerpo que menos parecía haber cambiado desde su juventud y la segunda a la que se le iban los ojos los hombres después de su trasero. Ahora, a sus cuarenta, su culo parece un poco más exagerado porque es más ancha de caderas, pero sigue llamando la atención porque no tiene apenas celulitis ni piel de naranja y aparece abundante pero firme.

En la piscina no se atreve a tanto, pero en la playa sí que hace topless y usa tangas que apenas contienen su pubis y que dejan al aire sus cachetes. Chus puede observar con satisfacción como, aunque no puede competir con las jovencitas que exhiben sus cuerpos, siempre arranca alguna mirada incluso entre los hombres más jóvenes que pasan a su lado. En la urbanización es más recatada (como es lógico) y no se permite las mismas más licencias que en la playa, pero a pesar de eso usa bikinis muy ajustados y consigue llamar la atención del público masculino. Es gracioso porque a los tíos se les ve perfectamente como se les van los ojos, que no es que las mujeres no tengan fichadas tampoco a todo el personal masculino, pero ellas son mucho más discretas. En cambio, a los tíos se nota enseguida el interés. Recuerda con satisfacción más de una bronca en alguna pareja provocada porque el tipo había puesto sus ojos en su culo, en sus muslos o en el triángulo que formaba su abultado pubis.

Ella sabe que su marido también se cosca de todo el personal femenino, lo toma como algo inevitable y siempre que no la deje mal o no ponga cara de bobo suele reñirle, pero sin mucha intensidad, solo para que mantenga las formas y marcar su territorio de cara a las demás. Al fin y al cabo, no puede exigirle lo que ella misma no cumple. Pero él generalmente se porta bien y en ese aspecto no suele haber problema. Incluso entre ellos comentan con cierta gracia sus impresiones respecto al físico de sus convecinos.

Juan fue uno de los que se fijó en ella y además de una forma bastante descarada. Si su marido hubiera sido más espabilado y hubiera estado más atento, se había dado cuenta y quizás eso habría creado algún tipo de conflicto, pero él estaba a lo suyo: a charlar con los vecinos, a beberse su cerveza fresquita, a darse un chapuzón, a mirar el móvil o a irse arriba cuando se aburría porque no le gustaba tomar el sol. Momento que Juan aprovechaba para intentar un acercamiento, conversar con ella o intercambiar una mirada mucho más directa mientras su mujer hacía como que no se enteraba o como que no le importaba porque lo consideraba un caso perdido. No obstante, había demasiados ojos pendientes en la piscina y su vecino no se atrevía a ir más lejos. Fue en los escasos momentos en que coincidían en el garaje, en el supermercado del barrio o en otros lugares cuando él aprovechaba para pretender un acercamiento, consciente de que Chus sabía que había puesto la vista en ella y al menos no parecía mostrar disgusto con la situación, lo que para un tipo como Juan parecía significar que tenía vía libre al menos para intentarlo.

El tipo tenía buena percha, una sonrisa insolente y ese aire de suficiencia y de seguridad en sí mismo que puede resultar molesto, pero que a la vez atrae a muchas mujeres. Chus, por su parte, tenía sentimientos encontrados porque no era alguien como su compañero, con quien pudiera conectar bien a nivel sentimental, amistoso o intelectual. Sin embargo, su cuerpo no podía evitar excitarse ante la atención mostrada y de forma casi inevitable Juan empezó a formar parte de sus fantasías. En el caso de su compañero tenía perfectamente claro por qué se había sentido atraída por él: era una combinación de cosas (confianza, morbo, buena conexión, atracción física, etc), pero en el caso de Juan no se explicaba (más allá de que físicamente estuviera bien) por qué se había sentido excitada con él en concreto. Era ese misterioso mecanismo que de repente disparaba algo en su interior y la hacía fijarse en un tipo, a veces de forma justificada según ella, porque reunía una serie de circunstancias y cualidades como le pasaba con su compañero, pero en otras ocasiones no sabía explicar la razón ¿A santo de qué Juan y sin embargo otros más guapos, más inteligentes y más educados no? El caso es que decidió no darle más vueltas al asunto. Al fin y al cabo, se trataba solo de su fantasía, de una herramienta para excitarse. Si era con un tipo con el que no pensaba llevarla a cabo mejor que mejor, así apartaba la tentación de su lado.

Con Juan tuvo una serie de variantes imaginativas en las que incluía el sexo sorpresivo, tener sexo en el ascensor, en el sótano, en el hueco de las escaleras tras un encuentro furtivo…Incluso una variante en la que él la forzaba. Por algún extraño motivo, esa situación (que de haberse dado en la vida real ella hubiera rechazado de plano defendiéndose con uñas y dientes), en su mente y fantaseando sí que suponía todo un chute de morbo. Quizás porque jugaba a pensar que, si el sexo era obligado, eso tranquilizaba su conciencia: ella trataba de resistirse, pero él la forzaba.

Lo cierto es que en los encuentros que habían tenido en el garaje o fuera de la urbanización Juan siempre se mostraba educado y (aparte de esa mirada un poco chulesca y esa palabrería siempre buscando hacer algún chiste o un doble sentido a ver por donde respiraba ella), nunca se había intentado propasar, pero en su fantasía sí. Una vez la ayudó a descargar la compra del coche y una fantasía que tuvo con él muy recurrente y que le proporcionó muy buenos orgasmos, era que ella llevaba un vestido corto, que se agachaba a recoger la compra y que sus muslos y sus bragas aparecían a la vista de Juan. Era algo muy básico y muy poco elaborado, pero a Chus le provocaba una gran excitación, incluso soñaba que se mojaba y que él percibía claramente la mancha en las bragas mientras ella permanecía agachada, recogiendo cualquier cosa que se le había caído de las manos al sacar las cosas del vehículo.

De repente, el hombre la tomaba y la empujaba hacia el maletero donde la obligaba a meter la cabeza y su vientre quedaba apoyado sobre el borde. Juan le rompía las bragas tirando desesperadamente de ellas. Chus se mojaba todavía más mientras trataba de resistirse hasta que notaba la punta de la verga presionando entre sus muslos, deslizándose por la raja de su culo, intentando como un caballo en celo atinar con la entrada de su vagina mientras ella movía el trasero tratando de impedirlo. Todo esto la ponía tan cachonda y tan mojada que finalmente se estaba quieta y permitía que el hombre apuntara a su vagina y presionando, le metiera la punta. Ella se retuerce y empieza a moverse de nuevo y lo que provoca un gran placer a ambos. Está chorreando y con un golpe de cadera se la mete hasta el fondo. Chus trata de contener sus jadeos, pero es incapaz porque él empieza a follarla muy intensamente, dándole unas cachetadas tremendas, agarrándole las nalgas y penetrándola con violencia. Las rodillas se le doblan de gusto y aprieta fuerte las manos cerrando los puños mientras nota el goce que la invade. Se da cuenta que Juan no aguanta más, se va a correr y entonces ella empina el culo para notar más intensamente y más profundamente su polla. Grita como una loca sin importarle quién la pueda oír y llega al orgasmo apenas siente que la llenan de semen. Juan se corre empujando fuerte y dejándola dentro mientras una interminable corrida la inunda de leche. Chus alcanza un orgasmo bestial. Entonces él se va y la deja así, las bragas rotas en el suelo, ella apoyada en el maletero, las rodillas temblando y su sexo chorreando esperma. Se recompone como puede, se limpia con un kleenex y sube a su casa. Mientras su marido coloca la compra ella se mete en el baño y con un dildo se hace una paja bajo la ducha. Su interior todavía rezuma leche y el consolador resbala dentro de su vagina mientras con los dedos pellizca su clítoris. Con esa fantasía y ayudada por un consolador ha llegado muchas veces al orgasmo.

Volviendo a la realidad, tampoco se atrevió a dar el paso con Juan. Si no se acostó con su compañero (con quien tenía mejor conexión y con quién era más difícil tener relación fuera del trabajo), menos todavía lo va a hacer con un vecino que además tiene toda la pinta de ser bastante indiscreto y parece capaz de ponerla en un compromiso en público. Por eso tuvo que terminar con el jueguecito y cuando él se envalentonó y por fin se decidió un día a invitarla a tomar una copa cualquier noche mientras ponía cara de complicidad, ella cortó por lo sano poniéndolo en su sitio. Como suele pasar con esos tipos, son inasequibles al desaliento y ha continuado como si nada, saludándola como si haberle propuesto echar un polvo estando los dos casados fuera lo más normal del mundo. Pero eso sí, ya no le ha vuelto a insinuar nada aunque no deje de rondar, seguramente pensando que algún día puede llegar a tener una segunda oportunidad.

Ahora Chus está en la última fase de sus fantasías sexuales, que no es nada novedosa sino más bien una continuación de toda su evolución tras superar dos posibles tentaciones. Una le costó más que la otra, lo de su compañero todavía le provoca alguna mariposa en el estómago pensando en que hubiera sucedido si se hubiera atrevido. Por el contrario, lo de su vecino Juan, le parece conforme va poniendo distancia una acertada decisión: aquello sólo hubiera podido acabar de mala manera y además con la duda de que la realidad no tuviera nada que ver con la película que se montó en su cabeza y que el polvo además hubiera resultado decepcionante.

Lo que ya no puede echar atrás y cada vez tiene más presente, es que últimamente atraviesa con más frecuencia la fina línea que separa la fantasía y el deseo de la realidad. Algún día va a acabar cayendo porque, salvo algún que otro esporádico repunte, su vida sexual sigue bastante estancada y ya ni siquiera sus más atrevidas y locas fantasías sexuales logran satisfacerla. Se pregunta cada vez más cómo sería tener una aventura y eso no parece muy buena señal.

Tras las fantasías de su compañero y de Juan no ha vuelto a tener otra tan recurrente. Es como si estas dos ya las hubiera gastado y de tanto imaginarlas de tanto usarlas para darse placer. Luego ha ido dando saltitos de una en otra, recurriendo a personas y situaciones tanto reales como imaginarias, pero sin que ninguna alcanzara la intensidad de esas dos. A veces se pregunta si no habrá agotado también esa parte de su sexualidad que tanto placer le ha dado, igual que agotó la del matrimonio donde los momentos punta escasean y todo es ahora bastante convencional.

Así hasta que se llegó el asunto de Yoel. El asunto en cuestión se trata de un celador cubano que trabaja en el hospital de su marido y comenzó con un simple comentario jocoso durante una cena que celebraban algunos de los compañeros y compañeras con sus parejas. De vez en cuando solían quedar. A Chus se le caían bien la mayoría de ellas y le agradaban esas escapadas nocturnas con los compañeros de su marido. Estaban ya en las copas, con el alcohol corriendo por las venas, las ganas de charlar saliendo por la lengua y en el momento divertido de la noche, propicio para chismes e historias divertidas y picantes. Una de las compañeras de su esposo hizo referencia a la anaconda negra y todos rieron la gracia. Todos, claro está, menos ella y aunque intuía por dónde iban los tiros (en ese momento hablaban de sexo) no veía de dónde provenía el chiste. Como siempre que se trata de un suculento chisme no tardaron en satisfacer su curiosidad. Se refería a lo que tenía entre las piernas el tal Yoel, que se había convertido en leyenda en el hospital, un mito alentado por él mismo que se marcaba el estereotipo de cubano sabrosón, simpático y ligón. Y el caso es que el tipo tenía éxito según le relataron. En parte porque se lo sabía currar bien, tenía ese sexto sentido que parecen poseer los latinos caribeños para detectar por donde respiran las mujeres que buscan hombres, para fijar el blanco y para saber cómo acertar. Sus conquistas en el hospital eran múltiples incluso entre las pacientes. Si a eso le sumaba las de fuera, aunque solo se tratara de la mitad de las que él afirmaba haberse ligado, se podría resolver que el tipo tenía mucho éxito, éxito que no se debía solo a su ingenio o a su descaro, sino al parecer a aquello que le daba su apodo. Si lo que decían los del lugar era cierto, su miembro excedía con largo los 20 cm.

- Pero ¿alguien lo ha visto?

Uno de los compañeros de su marido levanta la mano entre las risas de todos.

- Los celadores y auxiliares tienen su propio vestuario, pero alguna vez hemos coincidido en los servicios y te puedo asegurar que ese podía mear a un metro de distancia sin derramar una sola gota en el suelo.

- ¿Tú lo has visto? - le pregunta a su marido provocando de nuevo las risas generales.

- Yo no me fijo en esas cosas cari - dice él como si no estuviera claro que los tíos siempre tienden a comparar - No he coincidido en el vestuario, ni siquiera meando, pero bueno, hay que reconocer que si todo lo que le marca el paquete es salchicha tiene un pedazo de Frankfurt.

Ahora interviene Laura, una de las enfermeras.

- Yo no he tenido tampoco oportunidad, pero sí sé de una fuente muy fiable que aquello tiene casi dos palmos de largo.

- A ver, a ver, ¿quién es la fuente?

- Que no, que no lo digo.

- ¡Venga mujer!

- Paqui, la auxiliar de traumatología. Cuando hicieron la obra tuvieron durante un tiempo vestuarios mixtos. Ya sabéis, cuando reformaron la planta baja. Había cabinas para cambiarse, pero al parecer este no cerraba la puerta y una vez le vio con todo al aire...Dice que aquello era como una morcilla de las de su pueblo, larga y gorda.

- Bueno, pues Pili, la limpiadora...

Chus escuchaba sorprendida como, una vez abierta la caja de los chismes, las referencias a aquel cubano eran múltiples y constantes.

- Ah sí, la Pili - ríe una de las compañeras - Esa lo ha catado.

- Dice que estuvo saliendo varios fines de semana con él pero que lo tuvo que dejar porque el tío no tenía freno, la dejaba agotada. Y que aquel trasto era excesivo incluso para ella, que ya había tenido cuatro hijos.

- No fastidies.

- Que sí, que habló conmigo. Decía que para una noche estaba bien pero que aquello le venía ya demasiado largo y que ella no está ya para esos trotes, que prefiere algo más tranquilo.

- Que le venía bien largo - ríen todos.

Chus puede comprobar como aquello resulta más que un rumor o una colección de chistes: es toda una antología de historias que giran en torno al que parece que se ha convertido en el personaje más famoso del hospital. Los detalles son muy básicos y muy primitivos: mulato con buen físico y tremendo aparato entre las piernas vuelve locas a las mujeres, pero quizás esa sencillez es la que mejor encaja y accede a nuestro hipotálamo, segregando un deseo y una predisposición al sexo que a ella le sirve para empezar a montar sus fantasías ¡y vaya si las monta! Toda una serie de situaciones que imagina y que le sirven para darse un desahogo rápido y básico al principio, pero como siempre, cuando pone a funcionar su imaginación se convierte en algo más elaborado y también más placentero con el tiempo. Hasta llegar al día de hoy también está fantasía ha pasado por un periodo de desarrollo.

Su interés por Yoel aumentó, pidiéndole a su marido que le contara anécdotas acerca del sujeto, gasolina para veleidades eróticas, hasta que la insistencia acabó por mosquearlo un poco así que desistió de ir por esa vía.
 
La siguiente fantasía intensa que tuvo, aunque no la única pero sí otra de las que se le quedó clavada en su mente y entre sus piernas, fue la de su vecino Juan. Este, al contrario de su compañero, si era más descarado, más impulsivo y casi desde el primer momento puso la vista en ella, que se conserva bien a su edad. No tiene el cuerpo de cuando tenía 18 años evidentemente, pero la vida no la ha tratado mal. Quizás un poco de tripita que se le quedó después del segundo embarazo y no ha sido capaz de reducir, pero le da un aspecto voluptuoso añadiendo curvas a su más que generosos muslos, caderas y culo. Precisamente su trasero es el punto fuerte: de joven volvía loca a los chicos a pesar de no destacar por muy guapa. Un poco delgada por arriba y más ancha en las caderas, los bikinis ajustados que usaba hacían que todas las miradas se fijaran en ella. Sus pechos no eran tan exuberantes pero sí redondos y muy alzados, acentuando en su busto. Los tenía muy juntos y se sostenían muy bien, era la parte de su cuerpo que menos parecía haber cambiado desde su juventud y la segunda a la que se le iban los ojos los hombres después de su trasero. Ahora, a sus cuarenta, su culo parece un poco más exagerado porque es más ancha de caderas, pero sigue llamando la atención porque no tiene apenas celulitis ni piel de naranja y aparece abundante pero firme.

En la piscina no se atreve a tanto, pero en la playa sí que hace topless y usa tangas que apenas contienen su pubis y que dejan al aire sus cachetes. Chus puede observar con satisfacción como, aunque no puede competir con las jovencitas que exhiben sus cuerpos, siempre arranca alguna mirada incluso entre los hombres más jóvenes que pasan a su lado. En la urbanización es más recatada (como es lógico) y no se permite las mismas más licencias que en la playa, pero a pesar de eso usa bikinis muy ajustados y consigue llamar la atención del público masculino. Es gracioso porque a los tíos se les ve perfectamente como se les van los ojos, que no es que las mujeres no tengan fichadas tampoco a todo el personal masculino, pero ellas son mucho más discretas. En cambio, a los tíos se nota enseguida el interés. Recuerda con satisfacción más de una bronca en alguna pareja provocada porque el tipo había puesto sus ojos en su culo, en sus muslos o en el triángulo que formaba su abultado pubis.

Ella sabe que su marido también se cosca de todo el personal femenino, lo toma como algo inevitable y siempre que no la deje mal o no ponga cara de bobo suele reñirle, pero sin mucha intensidad, solo para que mantenga las formas y marcar su territorio de cara a las demás. Al fin y al cabo, no puede exigirle lo que ella misma no cumple. Pero él generalmente se porta bien y en ese aspecto no suele haber problema. Incluso entre ellos comentan con cierta gracia sus impresiones respecto al físico de sus convecinos.

Juan fue uno de los que se fijó en ella y además de una forma bastante descarada. Si su marido hubiera sido más espabilado y hubiera estado más atento, se había dado cuenta y quizás eso habría creado algún tipo de conflicto, pero él estaba a lo suyo: a charlar con los vecinos, a beberse su cerveza fresquita, a darse un chapuzón, a mirar el móvil o a irse arriba cuando se aburría porque no le gustaba tomar el sol. Momento que Juan aprovechaba para intentar un acercamiento, conversar con ella o intercambiar una mirada mucho más directa mientras su mujer hacía como que no se enteraba o como que no le importaba porque lo consideraba un caso perdido. No obstante, había demasiados ojos pendientes en la piscina y su vecino no se atrevía a ir más lejos. Fue en los escasos momentos en que coincidían en el garaje, en el supermercado del barrio o en otros lugares cuando él aprovechaba para pretender un acercamiento, consciente de que Chus sabía que había puesto la vista en ella y al menos no parecía mostrar disgusto con la situación, lo que para un tipo como Juan parecía significar que tenía vía libre al menos para intentarlo.

El tipo tenía buena percha, una sonrisa insolente y ese aire de suficiencia y de seguridad en sí mismo que puede resultar molesto, pero que a la vez atrae a muchas mujeres. Chus, por su parte, tenía sentimientos encontrados porque no era alguien como su compañero, con quien pudiera conectar bien a nivel sentimental, amistoso o intelectual. Sin embargo, su cuerpo no podía evitar excitarse ante la atención mostrada y de forma casi inevitable Juan empezó a formar parte de sus fantasías. En el caso de su compañero tenía perfectamente claro por qué se había sentido atraída por él: era una combinación de cosas (confianza, morbo, buena conexión, atracción física, etc), pero en el caso de Juan no se explicaba (más allá de que físicamente estuviera bien) por qué se había sentido excitada con él en concreto. Era ese misterioso mecanismo que de repente disparaba algo en su interior y la hacía fijarse en un tipo, a veces de forma justificada según ella, porque reunía una serie de circunstancias y cualidades como le pasaba con su compañero, pero en otras ocasiones no sabía explicar la razón ¿A santo de qué Juan y sin embargo otros más guapos, más inteligentes y más educados no? El caso es que decidió no darle más vueltas al asunto. Al fin y al cabo, se trataba solo de su fantasía, de una herramienta para excitarse. Si era con un tipo con el que no pensaba llevarla a cabo mejor que mejor, así apartaba la tentación de su lado.

Con Juan tuvo una serie de variantes imaginativas en las que incluía el sexo sorpresivo, tener sexo en el ascensor, en el sótano, en el hueco de las escaleras tras un encuentro furtivo…Incluso una variante en la que él la forzaba. Por algún extraño motivo, esa situación (que de haberse dado en la vida real ella hubiera rechazado de plano defendiéndose con uñas y dientes), en su mente y fantaseando sí que suponía todo un chute de morbo. Quizás porque jugaba a pensar que, si el sexo era obligado, eso tranquilizaba su conciencia: ella trataba de resistirse, pero él la forzaba.

Lo cierto es que en los encuentros que habían tenido en el garaje o fuera de la urbanización Juan siempre se mostraba educado y (aparte de esa mirada un poco chulesca y esa palabrería siempre buscando hacer algún chiste o un doble sentido a ver por donde respiraba ella), nunca se había intentado propasar, pero en su fantasía sí. Una vez la ayudó a descargar la compra del coche y una fantasía que tuvo con él muy recurrente y que le proporcionó muy buenos orgasmos, era que ella llevaba un vestido corto, que se agachaba a recoger la compra y que sus muslos y sus bragas aparecían a la vista de Juan. Era algo muy básico y muy poco elaborado, pero a Chus le provocaba una gran excitación, incluso soñaba que se mojaba y que él percibía claramente la mancha en las bragas mientras ella permanecía agachada, recogiendo cualquier cosa que se le había caído de las manos al sacar las cosas del vehículo.

De repente, el hombre la tomaba y la empujaba hacia el maletero donde la obligaba a meter la cabeza y su vientre quedaba apoyado sobre el borde. Juan le rompía las bragas tirando desesperadamente de ellas. Chus se mojaba todavía más mientras trataba de resistirse hasta que notaba la punta de la verga presionando entre sus muslos, deslizándose por la raja de su culo, intentando como un caballo en celo atinar con la entrada de su vagina mientras ella movía el trasero tratando de impedirlo. Todo esto la ponía tan cachonda y tan mojada que finalmente se estaba quieta y permitía que el hombre apuntara a su vagina y presionando, le metiera la punta. Ella se retuerce y empieza a moverse de nuevo y lo que provoca un gran placer a ambos. Está chorreando y con un golpe de cadera se la mete hasta el fondo. Chus trata de contener sus jadeos, pero es incapaz porque él empieza a follarla muy intensamente, dándole unas cachetadas tremendas, agarrándole las nalgas y penetrándola con violencia. Las rodillas se le doblan de gusto y aprieta fuerte las manos cerrando los puños mientras nota el goce que la invade. Se da cuenta que Juan no aguanta más, se va a correr y entonces ella empina el culo para notar más intensamente y más profundamente su polla. Grita como una loca sin importarle quién la pueda oír y llega al orgasmo apenas siente que la llenan de semen. Juan se corre empujando fuerte y dejándola dentro mientras una interminable corrida la inunda de leche. Chus alcanza un orgasmo bestial. Entonces él se va y la deja así, las bragas rotas en el suelo, ella apoyada en el maletero, las rodillas temblando y su sexo chorreando esperma. Se recompone como puede, se limpia con un kleenex y sube a su casa. Mientras su marido coloca la compra ella se mete en el baño y con un dildo se hace una paja bajo la ducha. Su interior todavía rezuma leche y el consolador resbala dentro de su vagina mientras con los dedos pellizca su clítoris. Con esa fantasía y ayudada por un consolador ha llegado muchas veces al orgasmo.

Volviendo a la realidad, tampoco se atrevió a dar el paso con Juan. Si no se acostó con su compañero (con quien tenía mejor conexión y con quién era más difícil tener relación fuera del trabajo), menos todavía lo va a hacer con un vecino que además tiene toda la pinta de ser bastante indiscreto y parece capaz de ponerla en un compromiso en público. Por eso tuvo que terminar con el jueguecito y cuando él se envalentonó y por fin se decidió un día a invitarla a tomar una copa cualquier noche mientras ponía cara de complicidad, ella cortó por lo sano poniéndolo en su sitio. Como suele pasar con esos tipos, son inasequibles al desaliento y ha continuado como si nada, saludándola como si haberle propuesto echar un polvo estando los dos casados fuera lo más normal del mundo. Pero eso sí, ya no le ha vuelto a insinuar nada aunque no deje de rondar, seguramente pensando que algún día puede llegar a tener una segunda oportunidad.

Ahora Chus está en la última fase de sus fantasías sexuales, que no es nada novedosa sino más bien una continuación de toda su evolución tras superar dos posibles tentaciones. Una le costó más que la otra, lo de su compañero todavía le provoca alguna mariposa en el estómago pensando en que hubiera sucedido si se hubiera atrevido. Por el contrario, lo de su vecino Juan, le parece conforme va poniendo distancia una acertada decisión: aquello sólo hubiera podido acabar de mala manera y además con la duda de que la realidad no tuviera nada que ver con la película que se montó en su cabeza y que el polvo además hubiera resultado decepcionante.

Lo que ya no puede echar atrás y cada vez tiene más presente, es que últimamente atraviesa con más frecuencia la fina línea que separa la fantasía y el deseo de la realidad. Algún día va a acabar cayendo porque, salvo algún que otro esporádico repunte, su vida sexual sigue bastante estancada y ya ni siquiera sus más atrevidas y locas fantasías sexuales logran satisfacerla. Se pregunta cada vez más cómo sería tener una aventura y eso no parece muy buena señal.

Tras las fantasías de su compañero y de Juan no ha vuelto a tener otra tan recurrente. Es como si estas dos ya las hubiera gastado y de tanto imaginarlas de tanto usarlas para darse placer. Luego ha ido dando saltitos de una en otra, recurriendo a personas y situaciones tanto reales como imaginarias, pero sin que ninguna alcanzara la intensidad de esas dos. A veces se pregunta si no habrá agotado también esa parte de su sexualidad que tanto placer le ha dado, igual que agotó la del matrimonio donde los momentos punta escasean y todo es ahora bastante convencional.

Así hasta que se llegó el asunto de Yoel. El asunto en cuestión se trata de un celador cubano que trabaja en el hospital de su marido y comenzó con un simple comentario jocoso durante una cena que celebraban algunos de los compañeros y compañeras con sus parejas. De vez en cuando solían quedar. A Chus se le caían bien la mayoría de ellas y le agradaban esas escapadas nocturnas con los compañeros de su marido. Estaban ya en las copas, con el alcohol corriendo por las venas, las ganas de charlar saliendo por la lengua y en el momento divertido de la noche, propicio para chismes e historias divertidas y picantes. Una de las compañeras de su esposo hizo referencia a la anaconda negra y todos rieron la gracia. Todos, claro está, menos ella y aunque intuía por dónde iban los tiros (en ese momento hablaban de sexo) no veía de dónde provenía el chiste. Como siempre que se trata de un suculento chisme no tardaron en satisfacer su curiosidad. Se refería a lo que tenía entre las piernas el tal Yoel, que se había convertido en leyenda en el hospital, un mito alentado por él mismo que se marcaba el estereotipo de cubano sabrosón, simpático y ligón. Y el caso es que el tipo tenía éxito según le relataron. En parte porque se lo sabía currar bien, tenía ese sexto sentido que parecen poseer los latinos caribeños para detectar por donde respiran las mujeres que buscan hombres, para fijar el blanco y para saber cómo acertar. Sus conquistas en el hospital eran múltiples incluso entre las pacientes. Si a eso le sumaba las de fuera, aunque solo se tratara de la mitad de las que él afirmaba haberse ligado, se podría resolver que el tipo tenía mucho éxito, éxito que no se debía solo a su ingenio o a su descaro, sino al parecer a aquello que le daba su apodo. Si lo que decían los del lugar era cierto, su miembro excedía con largo los 20 cm.

- Pero ¿alguien lo ha visto?

Uno de los compañeros de su marido levanta la mano entre las risas de todos.

- Los celadores y auxiliares tienen su propio vestuario, pero alguna vez hemos coincidido en los servicios y te puedo asegurar que ese podía mear a un metro de distancia sin derramar una sola gota en el suelo.

- ¿Tú lo has visto? - le pregunta a su marido provocando de nuevo las risas generales.

- Yo no me fijo en esas cosas cari - dice él como si no estuviera claro que los tíos siempre tienden a comparar - No he coincidido en el vestuario, ni siquiera meando, pero bueno, hay que reconocer que si todo lo que le marca el paquete es salchicha tiene un pedazo de Frankfurt.

Ahora interviene Laura, una de las enfermeras.

- Yo no he tenido tampoco oportunidad, pero sí sé de una fuente muy fiable que aquello tiene casi dos palmos de largo.

- A ver, a ver, ¿quién es la fuente?

- Que no, que no lo digo.

- ¡Venga mujer!

- Paqui, la auxiliar de traumatología. Cuando hicieron la obra tuvieron durante un tiempo vestuarios mixtos. Ya sabéis, cuando reformaron la planta baja. Había cabinas para cambiarse, pero al parecer este no cerraba la puerta y una vez le vio con todo al aire...Dice que aquello era como una morcilla de las de su pueblo, larga y gorda.

- Bueno, pues Pili, la limpiadora...

Chus escuchaba sorprendida como, una vez abierta la caja de los chismes, las referencias a aquel cubano eran múltiples y constantes.

- Ah sí, la Pili - ríe una de las compañeras - Esa lo ha catado.

- Dice que estuvo saliendo varios fines de semana con él pero que lo tuvo que dejar porque el tío no tenía freno, la dejaba agotada. Y que aquel trasto era excesivo incluso para ella, que ya había tenido cuatro hijos.

- No fastidies.

- Que sí, que habló conmigo. Decía que para una noche estaba bien pero que aquello le venía ya demasiado largo y que ella no está ya para esos trotes, que prefiere algo más tranquilo.

- Que le venía bien largo - ríen todos.

Chus puede comprobar como aquello resulta más que un rumor o una colección de chistes: es toda una antología de historias que giran en torno al que parece que se ha convertido en el personaje más famoso del hospital. Los detalles son muy básicos y muy primitivos: mulato con buen físico y tremendo aparato entre las piernas vuelve locas a las mujeres, pero quizás esa sencillez es la que mejor encaja y accede a nuestro hipotálamo, segregando un deseo y una predisposición al sexo que a ella le sirve para empezar a montar sus fantasías ¡y vaya si las monta! Toda una serie de situaciones que imagina y que le sirven para darse un desahogo rápido y básico al principio, pero como siempre, cuando pone a funcionar su imaginación se convierte en algo más elaborado y también más placentero con el tiempo. Hasta llegar al día de hoy también está fantasía ha pasado por un periodo de desarrollo.

Su interés por Yoel aumentó, pidiéndole a su marido que le contara anécdotas acerca del sujeto, gasolina para veleidades eróticas, hasta que la insistencia acabó por mosquearlo un poco así que desistió de ir por esa vía.
Ya sabemos el nombre del dueño de la barra de chocolate, ahora a esperar que Chus se la pueda comer :cool:
 
Y no seria mejor que Chus cojiese a su marido por las orejas y le diga que:."me arde muchoooooooooo"...tengo fuegoooo abajooooo"""" y necesito que tu seas mi bombero amorcito!!!!
Joder que hablen!!!....que jueguen juntos!!!!
Me fastidia......amigo @Carlos Sevillista estoy contigo!!.

Como superhéroe no soporto estas injusticias!!!!
Ella quiere que apaguen su fuego, pero con otra manguera 😈
 
Y no seria mejor que Chus cojiese a su marido por las orejas y le diga que:."me arde muchoooooooooo"...tengo fuegoooo abajooooo"""" y necesito que tu seas mi bombero amorcito!!!!
Joder que hablen!!!....que jueguen juntos!!!!
Me fastidia......amigo @Carlos Sevillista estoy contigo!!.

Como superhéroe no soporto estas injusticias!!!!
Pero el caso es que está fantasías es una fantasía con “barra de chocolate”. 🤣🤣

Si fuera de bomberos, pues el propio marido se podría disfrazar 🤣🤣🤣
 
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