Os cuento mis dos primeras experiencias nudistas...
De pequeña, siempre he ido con familia, amigos, etc. a islas y zonas de costa de vacaciones. Siempre. Y siempre vestida, nada de topless y mucho menos de nudismo, por supuesto.
1. Allá por junio de 2016, cuando tenía los 30 recién cumplidos, fui de vacaciones a Menorca con un grupo de compañeros y compañeras del trabajo. Éramos 7, todos jóvenes, solteros y del mismo rollo. 4 chicas y 3 chicos. Queríamos conocer la isla, salir de fiesta, ver cosas nuevas, etc. Un día, en una de las muchas escapadas que hicimos por la isla, llegamos a cala Pilar, en el norte. Un paraíso, casi vacía e ideal para pasar el día en mitad de la naturaleza. Llegamos muy pronto, apenas había 8 o 9 grupos de personas en toda la playa, todo el mundo vestido. Nos pusimos al final, junto a un árbol y una caseta de piedra, buscando la tranquilidad y colocamos toallas y sombrillas.
Empezó a llegar gente y vimos como muchos se desnudaban al llegar y se quedaban así en la playa: familias, parejas y grupos de amigos de ambos sexos, jóvenes, mayores, guapos, feos, había de todo. Pasado un rato, cuando nos habíamos dado varios baños, decidimos ir a echarnos unos barros en la piel imitando a alguna gente que hacía lo mismo... Fuimos tres chicas (Marta, Julia y yo) y dos chicos (Fran y Jorge) todos con el bañador y empezamos a impregnar nuestras pieles de arcilla. De repente y para sorpresa de todos, Julia se quedó en topless y Fran se quitó el bañador quedándose completamente desnudo. Se echaron barro de espaldas al resto, pero empezamos con las risas y cuando nos dimos cuenta, estábamos los cinco totalmente desnudos y llenos de barro. Al llegar a la toalla con bañadores y bikinis en la mano, Jose y Lucía, que no habían venido con nosotros, alucinaron al vernos, pero no tardaron en imitarnos. Pasamos el resto del día todos en pelotas: comiendo, jugando a las palas, haciendo snorkel, bañándonos, etc. y, a pesar de mis temores iniciales, todo fue cómodo, en confianza, sin tapujos y en libertad. Obviamente nos miramos, nos observamos y luego las chicas comentamos en el apartamento lo que habíamos visto durante el día. Los días siguientes, hicimos lo mismo en Presili, Binigaus y cala Mesquida, llegábamos y nos quedábamos en pelotas, pasando así el resto del día.
2. En septiembre de ese mismo año, Marta, Fran, Jorge y yo (Sandra) nos fuimos un fin de semana a Caños de Meca en Cádiz. Excepto Marta que se quedó en topless porque estaba mala (regla) y le daba un poco de vergüenza, el resto pasamos el fin de semana desnudos en la playa. Fue natural y agradable. Como en Menorca pero mucho más natural.
Por cierto, nada de sexo en ninguna de las dos experiencias. Tampoco interactuamos con nadie, solo entre nosotros. Para mi, esas experiencias marcaron un antes y un después. Cuando te quitas el bikini, difícilmente te lo vuelves a poner... Ya contaré más experiencias si se da la oportunidad.
De pequeña, siempre he ido con familia, amigos, etc. a islas y zonas de costa de vacaciones. Siempre. Y siempre vestida, nada de topless y mucho menos de nudismo, por supuesto.
1. Allá por junio de 2016, cuando tenía los 30 recién cumplidos, fui de vacaciones a Menorca con un grupo de compañeros y compañeras del trabajo. Éramos 7, todos jóvenes, solteros y del mismo rollo. 4 chicas y 3 chicos. Queríamos conocer la isla, salir de fiesta, ver cosas nuevas, etc. Un día, en una de las muchas escapadas que hicimos por la isla, llegamos a cala Pilar, en el norte. Un paraíso, casi vacía e ideal para pasar el día en mitad de la naturaleza. Llegamos muy pronto, apenas había 8 o 9 grupos de personas en toda la playa, todo el mundo vestido. Nos pusimos al final, junto a un árbol y una caseta de piedra, buscando la tranquilidad y colocamos toallas y sombrillas.
Empezó a llegar gente y vimos como muchos se desnudaban al llegar y se quedaban así en la playa: familias, parejas y grupos de amigos de ambos sexos, jóvenes, mayores, guapos, feos, había de todo. Pasado un rato, cuando nos habíamos dado varios baños, decidimos ir a echarnos unos barros en la piel imitando a alguna gente que hacía lo mismo... Fuimos tres chicas (Marta, Julia y yo) y dos chicos (Fran y Jorge) todos con el bañador y empezamos a impregnar nuestras pieles de arcilla. De repente y para sorpresa de todos, Julia se quedó en topless y Fran se quitó el bañador quedándose completamente desnudo. Se echaron barro de espaldas al resto, pero empezamos con las risas y cuando nos dimos cuenta, estábamos los cinco totalmente desnudos y llenos de barro. Al llegar a la toalla con bañadores y bikinis en la mano, Jose y Lucía, que no habían venido con nosotros, alucinaron al vernos, pero no tardaron en imitarnos. Pasamos el resto del día todos en pelotas: comiendo, jugando a las palas, haciendo snorkel, bañándonos, etc. y, a pesar de mis temores iniciales, todo fue cómodo, en confianza, sin tapujos y en libertad. Obviamente nos miramos, nos observamos y luego las chicas comentamos en el apartamento lo que habíamos visto durante el día. Los días siguientes, hicimos lo mismo en Presili, Binigaus y cala Mesquida, llegábamos y nos quedábamos en pelotas, pasando así el resto del día.
2. En septiembre de ese mismo año, Marta, Fran, Jorge y yo (Sandra) nos fuimos un fin de semana a Caños de Meca en Cádiz. Excepto Marta que se quedó en topless porque estaba mala (regla) y le daba un poco de vergüenza, el resto pasamos el fin de semana desnudos en la playa. Fue natural y agradable. Como en Menorca pero mucho más natural.
Por cierto, nada de sexo en ninguna de las dos experiencias. Tampoco interactuamos con nadie, solo entre nosotros. Para mi, esas experiencias marcaron un antes y un después. Cuando te quitas el bikini, difícilmente te lo vuelves a poner... Ya contaré más experiencias si se da la oportunidad.