¿Con quién fueron tus primeras pajillas?

Yo empecé utilizando las fotos de la sección de contactos de periódicos, que en los 90-2000 tenían desnudos en blanco y negro. Además la revista Que Me Dices era una mina de oro, sobretodo en verano jeje
 
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En los principios del messenger, cuando agregabas a toda la peña que conocías en los chats, andaba tan cachondo las 24 horas que estoy convencido de que llegué hacerme pajotes por cam, aún sabiendo que quién me veía y no ponía su cam, sería un tío, pero me daba igual jejeej
Te gusta exhibirte
 
El catálogo de verano del corte inglés era un clásico. Y mis hermanas recibían por correo el de Calzedonia, que yo les robaba y lefaba... Procurando no manchar demasiado que luego había que devolverlo, je. Pero vamos, que yo me he pajeado hasta con el tvplus. Y los suplementos dominicales de los periódicos... Joer, el fin de semana con el del pais, caía pajote seguro.
Jopé, en esa época ibamos salidos perdidos, hasta el anuncio de la chica del Martini en patines me la ponía como un tronco.
 
Es q los jóvenes de ahora no lo entienden, antes con ver unas bragas aunque fueran en el cajón, ya era motivo de paja.
Ahora hay sexo por todos los sitios.
Yo iba x comprar a los encantes la revista Lib, y con esa revista me mataba a pajas, y cuando cumplí los 18 contestaba a las citas para quedar
 
Joder, este tema me pone muchísimo porque tengo un fetiche raro por meneármela con colegas y ver a otros tíos pajeándose, además de hablar de esas experiencias jaja. Dejad que os cuente la mía: Yo como casi cualquier otro tío del mundo, tenía un grupo de colegas con los que solía pajearme de jovencito. Tuve la suerte de repetirlo unos años después con un primo mío cuando yo estaba en la universidad y desde hace unos años con un amigo mío treintañero como yo. Pero la historia que voy a contar pasó cuando nos faltaban aún cuatro o cinco años para ir a la universidad.

En aquella época, éramos seis chicos en mi grupo de amigos del barrio; Rober que tenía 3 o 4 años más que nosotros y era el mayor, Nacho que tenía nuestra edad pero aparentaba por lo menos 18, mi mejor amigo Kike que estaba muy salido y sólo hablaba de pajas, los mellizos y yo. Para entonces todos nos hacíamos pajas - unos más, unos menos - pero esa fue la primera vez que nos hicimos una juntos. Fue una tarde de verano en que uno de los hermanos me acompañó a casa a por algo, que se fijó en que, en la estantería más alta del salón, estaban las películas porno de mi padre. La noticia corrió como la pólvora y pronto me encontré rodeado de mis amigos, en el portal de casa, trazando un plan para coger una de las películas y poder verla juntos. Sobre todo, Rober insistía en que subiera y la cogiera en ese momento, pero mi familia estaba arriba y no había forma de hacerlo. Entonces, Nacho tuvo una idea cojonuda.

"Vamos a mi casa. Que mi padre está trabajando y no llega hasta dentro de un rato". Yo no conocía los detalles de la historia, pero la cuestión es que Nacho vivía sólo con su padre y su casa estaba sola. Y él sabía dónde guardaba el porno su padre. Antes de subir, Nacho nos dijo que podíamos ver la película pero que, en su casa, sólo se la pelaba él. Nos pareció bien y nos dividimos en dos grupos: Primero subieron Nacho, Rober y Kike. La idea era que, al cabo de un rato, bajaran ellos y subiéramos los mellizos y yo, que vigilaríamos abajo por si llegaba el padre de Nacho. Los minutos pasaban y los hermanos y yo esperábamos en el portal. Viendo que tardaban y para reírnos un poco, decidimos llamar al timbre y "avisar" a nuestros amigos de que el padre de Nacho subía. La primera vez, no nos hicieron mucho caso, pero la segunda vez, sin preguntar nada, nos abrieron la puerta para que subiéramos.

Cogimos el ascensor y subimos. La puerta de la casa estaba abierta y las persianas medio bajadas para que no se colara el calor del sol. No había nadie para recibirnos en la puerta ni tampoco en el salón. Mis amigos estaban al fondo de la casa, en una habitación con un par de sofás, una tele y la play. No sé lo que esperaba encontrarme, pero tenía en el estómago esa mezcla de nervios y de morbo tan excitante. En un sofá estaba el dueño de la casa, con su chándal de la época y en el otro, Rober y Kike. Tenían puesta una película mala en la que un tío muy canijo hacía de detective y se iba follando a todas las tías que se encontraba. Cuando llegamos, estaba interrogando a una rubia con unas tetazas enormes. Nos sentamos como pudimos, recuerdo que a mí me tocó junto al dueño de la casa, el desarrollado. Ninguno podíamos apartar la vista de la pantalla, donde la rubia le chupaba la polla al detective, joder, si estuviera en mi casa ya tendría los pantalones por los tobillos y estaría pajeándome. Veía a mis colegas alrededor mío, con unos bultos cada vez más grandes en sus pantalones, el mayor se sobaba la polla suavemente por encima del vaquero, pero nadie hacía nada y me daba vergüenza hacer nada, además, Nacho había sido muy claro: No quería que nos pajeáramos allí.

En ese momento, Nacho se gira hacia nosotros y pregunta: “Bueno, ¿qué pasa? ¿Es que aquí no se la casca nadie o qué?” y se bajó de un tirón el pantalón de chándal y los calzoncillos. Cuando os he dicho que Nacho parecía mayor, no era una exageración. A esa edad, ya tenia una barba cerrada y medía 1’80. Y aunque yo ya tenía pelos en los huevos y me pajeaba, hasta entonces no había visto ninguna polla que no fuera la mía o la de las películas que veía. Y cuando vi lo que escondía Nacho entre las piernas me quedé loquísimo, no es que fuera grande (que lo era y mucho) sino que tenía unos huevos muy gordos estaba completamente lleno de pelo. Era el rabo de un veinteañero. Con los pantalones por los tobillos el tío empezó a meneársela, mientras nos animaba a los demás a sacárnosla también. El mayor fue el siguiente, al principio parecía algo avergonzado y se metió la mano por dentro del pantalón para meneársela, pero pronto se sintió incómodo y se la sacó delante de todos; un rabo largo y delgado, peludo pero no como el de Nacho. Cualquiera se sacaba su polla de niño al lado de esos dos. Y, mientras tanto, ahí seguíamos los demás, desviando de vez en cuando la mirada de la tele y echando miradas de reojo a los rabos de nuestros colegas y con un dolor de huevos cada vez más grande.

En la película, el detective seguía interrogando y repartiendo pollazos entre las sospechosas. Yo estaba malísimo, por un lado me daba apuro sacármela pero, por otro, tenía un calentón tremendo por la película y los rabos de mis amigos que se la cascaban uno al lado y otro enfrente de mí. Los otros tres no movían un dedo. Miré a mi colega Kike, él era mi mejor amigo y siempre estaba salido, “si te la sacas tú, me la saco yo, intenté”, intenté decirle con la mirada. Pero, o no me entendió o no me hizo caso. El detective había pedido refuerzos y se follaba con otros dos compañeros a la rubia en la película. Decidí olvidarme de la timidez y aceptar la propuesta de Nacho de meneármela con ellos. Me bajé el bañador hasta los tobillos del tirón, sin darme tiempo a cambiar de idea. Joder, qué gusto liberar mi polla – la más pequeña de las tres – y empezar a tocarme mientras el resto me miraba disimuladamente. Nacho y Rober me jalearon cariñosamente, por haber tenido el valor, más que por el tamaño de mi rabo jaja.

No quiero extenderme mucho más, pero os diré que aquella primera vez, fuimos tres los que nos hicimos una pajilla entre amigos, mi amigo el salido y los mellizos sólo miraron. El momento de la corrida fue espectacular, con una competición – que, por supuesto, perdí – entre el desarrollado, el mayor y yo. Ese día aprendí que era perfectamente normal que alguien pudiera llenarse la mano entera de lefa. Luego vino una sensación de vergüenza que no entendí muy bien. Recogimos rápidamente y salimos de la casa. Nacho se quedó allí, supongo que para hacerse alguna más. Bendita juventud. Recuerdo luego ir a jugar al fútbol con los hermanos y comentar asombrados el tamaño de la tranca de Nacho. Esa noche, en la cama, me la meneé otra vez recordando la hazaña de la tarde y, unos días después, repetimos todos. Y, esa segunda vez, sí que le sacamos brillo al rabo los seis. La cosa se repitió algunas veces más a lo largo del verano, pero pronto llegó el instituto, las primeras novias y dejamos de vernos. Sin embargo, no sé qué activarían en mi cabeza que, veinte años más tarde, a me sigue dando morbazo quedar con un colega para ver porno y pajearnos. Y ahora tengo que cascarme una porque no os podéis imaginar lo cerdo que me he puesto recordando todo esto.
 
Mis primeras pajas y las pajas durante muchos años fueron con uno de mis mejores amigos.
Su casa solia estar sola por la tardes. Me acuerdo de mi primera corrida. Ya antes de empezarnos a corrernos por primera vez estábamos cachondos, nos podíamos tirar bastante rato meneandonosla sin saber qie era eso de "correrse", también jugábamos a rozarnos rabo contra rabo, o poníamos el culo para meterlo entre las nalgas, sin penetrar, solo el roce...
Pues me acuerdo como si fuera hoy, de mi primera corrida, estábamos como siempre tocandonos bien empalmados, se puso él un rato encima mío a rozarse, y luego fui yo. Al poco empecé a notar un gustazo en el rabo, seguía rozando y empujando cada vez más rápido hasta q me corri en sus nalgas, no lo esperaba, fue un placer indescriptible. Mi amigo se quedó flipando y contento de que ya empezáramos a corrernos (el empezó a correrse una semana más tarde), ese día me fui para mi casa con una sensación placentera y extraña.
Y a partir de ahí... compartimos cientos d pajas, viendo porno en vhs, revistas, bragas de su madre... lo q pillabamos. Q pena q no sigamos haciéndolo.
 
Joder, este tema me pone muchísimo porque tengo un fetiche raro por meneármela con colegas y ver a otros tíos pajeándose, además de hablar de esas experiencias jaja. Dejad que os cuente la mía: Yo como casi cualquier otro tío del mundo, tenía un grupo de colegas con los que solía pajearme de jovencito. Tuve la suerte de repetirlo unos años después con un primo mío cuando yo estaba en la universidad y desde hace unos años con un amigo mío treintañero como yo. Pero la historia que voy a contar pasó cuando nos faltaban aún cuatro o cinco años para ir a la universidad.

En aquella época, éramos seis chicos en mi grupo de amigos del barrio; Rober que tenía 3 o 4 años más que nosotros y era el mayor, Nacho que tenía nuestra edad pero aparentaba por lo menos 18, mi mejor amigo Kike que estaba muy salido y sólo hablaba de pajas, los mellizos y yo. Para entonces todos nos hacíamos pajas - unos más, unos menos - pero esa fue la primera vez que nos hicimos una juntos. Fue una tarde de verano en que uno de los hermanos me acompañó a casa a por algo, que se fijó en que, en la estantería más alta del salón, estaban las películas porno de mi padre. La noticia corrió como la pólvora y pronto me encontré rodeado de mis amigos, en el portal de casa, trazando un plan para coger una de las películas y poder verla juntos. Sobre todo, Rober insistía en que subiera y la cogiera en ese momento, pero mi familia estaba arriba y no había forma de hacerlo. Entonces, Nacho tuvo una idea cojonuda.

"Vamos a mi casa. Que mi padre está trabajando y no llega hasta dentro de un rato". Yo no conocía los detalles de la historia, pero la cuestión es que Nacho vivía sólo con su padre y su casa estaba sola. Y él sabía dónde guardaba el porno su padre. Antes de subir, Nacho nos dijo que podíamos ver la película pero que, en su casa, sólo se la pelaba él. Nos pareció bien y nos dividimos en dos grupos: Primero subieron Nacho, Rober y Kike. La idea era que, al cabo de un rato, bajaran ellos y subiéramos los mellizos y yo, que vigilaríamos abajo por si llegaba el padre de Nacho. Los minutos pasaban y los hermanos y yo esperábamos en el portal. Viendo que tardaban y para reírnos un poco, decidimos llamar al timbre y "avisar" a nuestros amigos de que el padre de Nacho subía. La primera vez, no nos hicieron mucho caso, pero la segunda vez, sin preguntar nada, nos abrieron la puerta para que subiéramos.

Cogimos el ascensor y subimos. La puerta de la casa estaba abierta y las persianas medio bajadas para que no se colara el calor del sol. No había nadie para recibirnos en la puerta ni tampoco en el salón. Mis amigos estaban al fondo de la casa, en una habitación con un par de sofás, una tele y la play. No sé lo que esperaba encontrarme, pero tenía en el estómago esa mezcla de nervios y de morbo tan excitante. En un sofá estaba el dueño de la casa, con su chándal de la época y en el otro, Rober y Kike. Tenían puesta una película mala en la que un tío muy canijo hacía de detective y se iba follando a todas las tías que se encontraba. Cuando llegamos, estaba interrogando a una rubia con unas tetazas enormes. Nos sentamos como pudimos, recuerdo que a mí me tocó junto al dueño de la casa, el desarrollado. Ninguno podíamos apartar la vista de la pantalla, donde la rubia le chupaba la polla al detective, joder, si estuviera en mi casa ya tendría los pantalones por los tobillos y estaría pajeándome. Veía a mis colegas alrededor mío, con unos bultos cada vez más grandes en sus pantalones, el mayor se sobaba la polla suavemente por encima del vaquero, pero nadie hacía nada y me daba vergüenza hacer nada, además, Nacho había sido muy claro: No quería que nos pajeáramos allí.

En ese momento, Nacho se gira hacia nosotros y pregunta: “Bueno, ¿qué pasa? ¿Es que aquí no se la casca nadie o qué?” y se bajó de un tirón el pantalón de chándal y los calzoncillos. Cuando os he dicho que Nacho parecía mayor, no era una exageración. A esa edad, ya tenia una barba cerrada y medía 1’80. Y aunque yo ya tenía pelos en los huevos y me pajeaba, hasta entonces no había visto ninguna polla que no fuera la mía o la de las películas que veía. Y cuando vi lo que escondía Nacho entre las piernas me quedé loquísimo, no es que fuera grande (que lo era y mucho) sino que tenía unos huevos muy gordos estaba completamente lleno de pelo. Era el rabo de un veinteañero. Con los pantalones por los tobillos el tío empezó a meneársela, mientras nos animaba a los demás a sacárnosla también. El mayor fue el siguiente, al principio parecía algo avergonzado y se metió la mano por dentro del pantalón para meneársela, pero pronto se sintió incómodo y se la sacó delante de todos; un rabo largo y delgado, peludo pero no como el de Nacho. Cualquiera se sacaba su polla de niño al lado de esos dos. Y, mientras tanto, ahí seguíamos los demás, desviando de vez en cuando la mirada de la tele y echando miradas de reojo a los rabos de nuestros colegas y con un dolor de huevos cada vez más grande.

En la película, el detective seguía interrogando y repartiendo pollazos entre las sospechosas. Yo estaba malísimo, por un lado me daba apuro sacármela pero, por otro, tenía un calentón tremendo por la película y los rabos de mis amigos que se la cascaban uno al lado y otro enfrente de mí. Los otros tres no movían un dedo. Miré a mi colega Kike, él era mi mejor amigo y siempre estaba salido, “si te la sacas tú, me la saco yo, intenté”, intenté decirle con la mirada. Pero, o no me entendió o no me hizo caso. El detective había pedido refuerzos y se follaba con otros dos compañeros a la rubia en la película. Decidí olvidarme de la timidez y aceptar la propuesta de Nacho de meneármela con ellos. Me bajé el bañador hasta los tobillos del tirón, sin darme tiempo a cambiar de idea. Joder, qué gusto liberar mi polla – la más pequeña de las tres – y empezar a tocarme mientras el resto me miraba disimuladamente. Nacho y Rober me jalearon cariñosamente, por haber tenido el valor, más que por el tamaño de mi rabo jaja.

No quiero extenderme mucho más, pero os diré que aquella primera vez, fuimos tres los que nos hicimos una pajilla entre amigos, mi amigo el salido y los mellizos sólo miraron. El momento de la corrida fue espectacular, con una competición – que, por supuesto, perdí – entre el desarrollado, el mayor y yo. Ese día aprendí que era perfectamente normal que alguien pudiera llenarse la mano entera de lefa. Luego vino una sensación de vergüenza que no entendí muy bien. Recogimos rápidamente y salimos de la casa. Nacho se quedó allí, supongo que para hacerse alguna más. Bendita juventud. Recuerdo luego ir a jugar al fútbol con los hermanos y comentar asombrados el tamaño de la tranca de Nacho. Esa noche, en la cama, me la meneé otra vez recordando la hazaña de la tarde y, unos días después, repetimos todos. Y, esa segunda vez, sí que le sacamos brillo al rabo los seis. La cosa se repitió algunas veces más a lo largo del verano, pero pronto llegó el instituto, las primeras novias y dejamos de vernos. Sin embargo, no sé qué activarían en mi cabeza que, veinte años más tarde, a me sigue dando morbazo quedar con un colega para ver porno y pajearnos. Y ahora tengo que cascarme una porque no os podéis imaginar lo cerdo que me he puesto recordando todo esto.
Que rabia me da no haber tenido un grupo de pajas de adolescente... Ahora con 34 años me encantaría probar
 
Yo empecé utilizando las fotos de la sección de contactos de periódicos, que en los 90-2000 tenían desnudos en blanco y negro. Además la revista Que Me Dices era una mina de oro, sobretodo en verano jeje
Jope, eso del periódico si que suena a viejuno jajajaj
 
Que rabia me da no haber tenido un grupo de pajas de adolescente... Ahora con 34 años me encantaría probar

Pues anímate y coméntalo como quien no quiere la cosa con algún amigo. Prepara la situación y cuéntale la curiosidad que te da el tema. Con unas birras y algo de porno a mano, y luego nos cuentas jaja. Te sorprenderían las historias morbosas de pajas con colegas que tiene el personal y lo dispuestos que están a retomarlas.
 
Pues anímate y coméntalo como quien no quiere la cosa con algún amigo. Prepara la situación y cuéntale la curiosidad que te da el tema. Con unas birras y algo de porno a mano, y luego nos cuentas jaja. Te sorprenderían las historias morbosas de pajas con colegas que tiene el personal y lo dispuestos que están a retomarlas.
Así es, no te desanimes por eso. Nunca es tarde, y ahora de mayor también suelen surgir oportunidades para hacerse un pajote con algún coleguilla. Sobre todo después de una noche de fiesta y unas cuantas copas de más
 
Así es, no te desanimes por eso. Nunca es tarde, y ahora de mayor también suelen surgir oportunidades para hacerse un pajote con algún coleguilla. Sobre todo después de una noche de fiesta y unas cuantas copas de más
Mi época farlopera, pajas de 3 o 4 horas! Llamando con número oculto a una amiga de mi ex. Oia su voz y me acababa corriendo!
 
Tengo la suerte de conservar aún el material que tanto placer me proporcionó en mi epoca de adolescente, tanto a mi como a mis amigos. La revista LIB y el suplemento de Interviú fue robada a mis padres y como podeis comprobar nunca ha sido devuelta. La revista Penthouse la compré yo solo en el kiosko, aun recuerdo el mal trago que pasé, la vergüenza inmensa al comprarla y despues llegar a casa con ella escondida en la mochila. Que recuerdos, que difícil era y q fácil es ahora todo...
 

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En todas las pandillas habia alguno que mas le gustaba hacer a que le hicieran jejejeje
Doy fe, en la mía era yo, pero el miedo a ser la marica del barrio y la vergüenza me frenaron, pero podía haber sido la putilla mamona de los cuatro que se pajeaban, y que rabazos tenían dos de ellos.
 
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