Pues mira, si mi chico tiene 18 y yo pruebo uno de 22 bien gordo, lo primero que pienso no es en comparar... es en sentir. Porque hay cuerpos que se abren con hambre, y si ese día me follaron con fuerza, con fondo, con esa polla que me hacía temblar… sí, lo gocé.
¿Y sabes qué? Eso no quita lo que tengo en casa.
Porque una cosa es el tamaño, y otra es el ritmo, el morbo, cómo te agarran, cómo te hablan, cómo te hacen venirse sin tocarte el clítoris.
Pero si te calienta saberlo, si te excita que otro la hiciera gritar como nunca…
entonces lo tuyo no es celos, es morbazo puro.
Y eso, cariño, se puede usar muy bien en la cama… o en la próxima fantasía a tres.