Bea pasado, presente y futuro (Nueva versión)

berserk37

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BEA PASADO, PRESENTE Y FUTURO (Nueva versión)

Hoy hacen cinco años de la noche fatídica que hizo saltar la vida de Carlos, Javi, Nerea y la mía por los aires. Me encuentro apoyada en el marco de la puerta de la habitación de mi hija, viéndola dormir. Su expresión es serena, no sé lo que está soñando, pero a veces sonríe. Si algo tengo claro es que Sara nació en el momento idóneo y trajo felicidad a nuestras vidas, nos salvó a Nerea y a mí. Unos días atrás Carol me pregunto el porqué no había luchado por recuperar a Carlos.

No conteste nada, la realidad es que después de cinco años estaba segura de que separarnos fue lo mejor que nos pudo pasar, muchas preguntas martillean mi mente desde aquella noche. ¿Amaba a Carlos?, un rotundo sí, entonces porque permití a Quique entrar en mi casa cuando vino con aquella peregrina excusa del reloj. Carlos estaba a punto de regresar de su viaje y yo permití que nos pillara a los dos en la cama. No soy tonta, sabia que esa posibilidad era real y seguí adelante.

Esa pregunta me martilleaba una y otra vez, pero era incapaz de contestarla, porque la única respuesta correcta era que no le amaba tanto como creía. Esa era una respuesta que mi boca se negaba a pronunciar, deseaba más que nada acostarme con mi profesor de baile. Era todo lo contrario a Carlos, Quique nos miraba a las mujeres por encima del hombro, sabía que estaba bueno, tenía una buena polla y además su reputación le precedía. Toda mujer que había terminado en su cama, constataba lo bueno que era, otra cosa que sabía era que una vez hubiera conseguido entrar entre mis piernas, volvería a repetir, pero sería algo pasajero.

Quique se creía el mejor, pero para demostrarlo tenía que copular con toda mujer hermosa que se cruzara en su camino. Claudio y él, que estaban cortados por el mismo patrón, competían para demostrar su hegemonía. Quique me consiguió a mí y Claudio a Nerea, aquella noche podría haber terminado en una tragedia por partida doble. Carlos se sintió tentado, pero Javi llevo a cabo el intento de suicidio. Otra cosa que no me quito de la cabeza es lo cobardes que fuimos, Javi era nuestro amigo y no estuvimos a la altura.

¿Nerea se hará las mismas preguntas que yo?, ella siguió quedando con Claudio semanas después de que Carlos nos pillara, se nos llena la boca a las dos diciendo lo mucho que los amábamos, pero si esto fuera un juicio con jurado, saldría un culpable como una catedral. Echando la mirada hacia atrás, Carlos y Javi eran dos hombres distintos a los demás. Carlos me echo una mirada de arriba abajo, pero no fue nada soez, fue educado y enseguida poso sus ojos sobre los míos. Javi se quedó impactado con la belleza de Nerea, no es para menos, decían que yo era el ángel rubio, la mujer más guapa de la ciudad, pero Nerea y Carol no tenían nada que envidiarme.

Todos los chicos que habíamos conocido, solo tenían una cosa en mente, meterse entre nuestras piernas. Exhibían sus músculos, restregaban sus pollas para que nos diéramos cuenta de lo que tenían entre las piernas. Carlos fue diferente, aquella primera noche fue muy especial para mí, por primera vez un chico demostraba interés más allá de mi físico. Fue una noche especial y me puse triste cuando acabo, porque hubiera seguido hablando con él durante horas. Carlos tenía un físico cuidado y era atractivo, pero no tan guapo como los chicos a los que estábamos acostumbradas.

Carlos siempre había estado enamorado de mí, siempre lo supe, el día que me lo pidió y le dije que si casi tuve que pellizcarle para que viera que era la realidad y no un sueño. Como decirle que no, cuando me trajo un ramo de tulipanes y me pidió que fuera su novia en el mirador más bonito de toda la ciudad, en él había un hotelito. Aquella noche cogimos una habitación e hicimos el amor, tenía veinticinco años y no tenía mucha experiencia con los hombres, cuatro habían sido las parejas que había tenido hasta ese momento.

No concebía sexo sin amor, detestaba los hombres que se acostaban cada fin de semana con una mujer distinta, algunas veces con más de una en una noche. Carol se reía de mí y me decía lo que me estaba perdiendo, pero yo no concebía el sexo como ella. Con Carlos aprendí a tener la mente más abierta con respecto al sexo, en una de las ocasiones en las que salimos después de pasarnos toda la noche bailando y tomando copas, decidimos que volveríamos a casa dando un paseo.

Nos costaba dar tres pasos seguidos sin tropezarnos con algo, me costaba no empezar a reír, mientras Carlos intentaba decirme con el dedo que me callara, la verdad es que si seguíamos así terminaríamos por despertar a todos los vecinos. No sé cuanto llevaríamos andando, pero empezamos a escuchar unos gemidos que venían de unos elegantes chales con piscina. No quería, pero Carlos me cogió de la mano y nos acercamos intentando hacer el menos ruido posible, el chalet estaba rodeado de un múrete y una verja tapada por pinos, Carlos rodeando la casa encontró una zona donde estaríamos resguardados de la gente y donde se podía ver lo que estaba ocurriendo dentro.

No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, sobre una de las tumbonas se encontraba una pareja dando rienda suelta a sus instintos. Me daba vergüenza, pero al mismo tiempo no podía dejar de mirar, el chico se encontraba tumbado sobre la hamaca y la chica lo cabalgaba con una expresión de estar en el mismísimo cielo. Sin darme cuenta había llevado mi mano por debajo de mi falda hasta llegar a mi tanga. Estaba muy mojado, intente sacar la mano rápido, pero Carlos me lo impidió. Haciendo a un lado mi tanga me dejo el camino libre para que mis dedos me dieran placer.

• ¿Te gusta lo que ves Bea? – me pregunto Carlos con una voz que me hizo estremecer.

• Sí – conteste en un susurro.

• No te he oído Bea.

• Si me está gustando.

Carlos colocó su mano sobre la mía, las dos manos me masturbaban dándome un placer que jamás había experimentado. No sé si fue fruto del alcohol, pero seguramente estando serena no me abría atrevido. ¿O tal vez sí?, había llevado mi mano hacia mi sexo de forma mecánica. Carlos me seguía hablando al oído, me preguntaba si me gustaba ser una voyeur. Conteste que sí, entonces, empecé a notar un calor que me subía por las mejillas, no entendía lo que me estaba pasando, si esto mismo me lo hubiera contado, Carol le hubiera dicho que estaba loca.

Cuando me corrí, tuve que meterme la mano en la boca para que no nos descubrieran, Carlos me giro para mirarme a los ojos y me beso. Decidimos que lo mejor sería ir para casa, pues era muy tarde, hasta llegar a casa no volví a hablar, estaba intentando digerir todo lo que había sentido esa noche. La Bea, que había salido de casa a las diez de la noche, no se abría masturbado en plena calle mirando a una pareja mientras estaban en plena faena. Pero tengo que reconocer que me gusto, al final Carol iba a tener razón y me estaba perdiendo muchas cosas, al llegar a casa lo primero que hice fue meterme en la ducha, necesitaba calmar esa excitación que me había quedado después de correrme, no sirvió de nada, mientras el agua resbalaba por mi cuerpo no pude evitar recordar aquel momento, volviendo a encenderme como una cerilla.

Al volver a nuestra habitación, Carlos me esperaba metido en la cama, no pude contenerme y salte sobre él, lo besaba enfebrecida, le mordía el labio. Era una chiquilla con un juguete nuevo entre las manos, cogí su erecta polla y la fui introduciendo poco a poco en mi coñito, jamás la había sentido tanto. Me agarré al cabecero de la cama e intensifiqué los movimientos de mis caderas. Carlos colocó sus manos sobre mis pechos, primero acariciándomelas de tal manera que oleadas de placer iban ascendiendo por mi columna hasta estallar en mi cerebro.

Después empezó a pellizcármelos cambiando a una sensación entre placer y dolor que me volvía loca. Nuestros movimientos se acompasaron, cada vez que chocaba con mi culo parecía un tambor de guerra y eso todavía nos encendía más a los dos. La cama se movía como si fuera hacerse pedazos, el sexo con Carlos siempre había sido bueno, pero esto había ganado en intensidad y todo por un pequeño juego de espías. No tardamos en corrernos, mientras nos corríamos los dos nos mirábamos a los ojos que estaban a escasos centímetros con la respiración totalmente agitada, pero muy satisfechos.

La claridad de la mañana me despertó, había dormido estupendamente bien, pero al recordar lo de anoche, sentí una gran vergüenza. Si nos llegan a pillar hubiera sido el momento más bochornoso de mi vida, pero una sonrisa crecía en mi rostro, aquella sonrisa tenía vida propia, después de ducharme baje a desayunar, Carlos ya lo había preparado. Me senté siendo incapaz de mirarlo a la cara, él se acercó y me beso con toda la normalidad del mundo, sonreí y me dispuse a devorar el desayuno, tenía un hambre de lobos.

• Cariño, mañana me toca sesión fotográfica junto a Ramón – era un compañero de trabajo que me metía fichas cada vez que podía.

• ¿Con Ramón? – fue una pregunta hecha con total desgana, a Carlos no le caía bien.

• Sí, pero tranquilo, podrá ver el menú sin poder catarlo.

• Me parece bien hazle sufrir un poco – contesto con una sonrisa.

El resto del día lo pasamos ordenando la casa y después sentados en el sofá viendo una película, al día siguiente al llegar a mi puesto de trabajo entre en mi camerino para cambiarme, la sesión era sobre bañadores, una de las chicas me había dejado en el camerino unos bañadores y biquinis para hacer la sesión fotográfica. De normal hubiera elegido los más sencillos, pero esta vez opté por unos que dejaban poco a la imaginación, tapaban lo que tenía que tapar, ni un milímetro más, pero estaba segura de que Ramón no podría quitarme los ojos de encima.

Así fue, antes de empezar la sesión se acercó a mí y me dijo.

• ¿Pero qué has desayunado hoy para verte tan hermosa?

• ¡Ramón, céntrate, que estamos aquí para trabajar! – se lo dije totalmente seria, pero dentro de mí estaba disfrutando provocándole.

• Si centrado voy a estar, pero en ti.

El fotógrafo le llamo la atención a Ramón en un par de ocasiones por estar mirando a donde no debía en vez de a la cámara. Fue un día duro, al final pasas muchas horas de pie y encima algunas posturas para la foto suele ser bastante incómodas, pero lo peor es que salí muy excitada del trabajo, aunque Ramón no termino mejor que yo, por un momento la sesión fotográfica tuvo que parar porque se le puso como el palo de la bandera, eso enfado mucho al fotógrafo por hacerle perder el tiempo por su falta de profesionalidad.

Al llegar a casa, Carlos no había llegado, me duché y me puse a preparar la cena. No tardo en llegar, se le notaba cansado. Le dije que se diera una ducha y se relajara, mientras terminaría de preparar la cena. Cuando se presentó en la cocina, me beso y me ayudo a poner la mesa y servir la cena, Carlos era un chico detallista, mis anteriores parejas no se hubieran levantado del sofá hasta que la cena no estuviera sobre la mesa, él era diferente y eso me gustaba mucho, durante la cena le conté lo ocurrido en la sesión de fotos.

Le describí con detalle los minúsculos biquinis que me había puesto y lo bien que me quedaban, en su mirada podía ver perfectamente lo que le hubiera gustado verme con aquellos biquinis puestos.

• Veo que has tenido un día interesante, te ha gustado calentar a tu compañero, ¿verdad?

• Sí, la verdad es que me he tenido que masturbar al llegar a casa – no podía creer que esas palabras hubieran salido de mi boca, con toda la normalidad del mundo.

• ¿Qué te preocupa Bea?

• ¿Y si no puedo parar llegado el momento?

• Pondremos límites, líneas rojas infranqueables.

Después de cenar pusimos esas líneas rojas que delimitaban el juego, como dijo Carlos, esto era un juego de dos, solo para añadir un poco de picante en la cama, él no tenía ningún interés en meter a un tercero en nuestra relación, eso me dejo más tranquila, la mayoría de las líneas rojas las puse yo, era un freno para no ponerme en esa situación que llevaría al desastre.

• ¿Carlos que ocurrirá si en algún momento cruzamos esas líneas?

• Si algún día me fueras infiel, rompería nuestra relación, por mucho que eso me estuviera matando y espero lo mismo de tu parte – lo dijo muy serio.

• Estamos de acuerdo, también daría nuestra relación por terminada – la verdad que esas palabras de Carlos me ayudaron mucho, quería jugar, pero no perderlo a él y me tranquilizaba saber que él opinaba igual.

Las semanas fueron pasando, quedaba poco para que llegaran nuestras vacaciones, durante este tiempo puse en más aprietos a Ramón, afloje cuando de verdad su trabajo estuvo pendiente de un hilo. Carol y Nerea se reían cada vez que les contaba como se ponía mi compañero de trabajo. El problema era que igual que se calentaba él, también lo hacía yo, por suerte tenía claras cuáles era las fronteras infranqueables.

Este año preparamos un viaje a Lanzarote, playas y paisajes volcánicos con un clima cálido. Nunca había estado que no fuera por trabajo, era la primera vez que pisaría estas playas y me tumbaría sobre su arena con la única intención de tomar el sol y descansar.

Cuando bajamos del avión la temperatura era muy agradable, esperamos a nuestras maletas y nos dispusimos a coger un taxi que nos llevara al hotel, jamás se me olvidara la sonrisa de felicidad que portaba Carlos. Una vez en nuestra habitación nos cambiamos de ropa y bajamos a dar un paseo, terminamos en una preciosa playa, nos cogimos de la mano y caminamos por la orilla, era el mismísimo paraíso.

Mientras caminábamos vimos un chiringuito y decidimos acercarnos, por lo que parecía, daban muy bien de comer, así fue, era un poco caro, pero merecía la pena solo por las inmejorables vistas. No pudimos evitar escuchar una conversación, en ella decían que cerca de allí había una preciosa playa nudista y muy discreta. Carlos me sonrió, con esa sonrisa sabia lo que quería, había posado desnuda, pero delante de una cámara y con un profesional detrás de esta, pero esto era diferente.

Por muy raro que parezca siendo cual es mi trabajo, me daba vergüenza, pero la mirada suplicante de Carlos me convenció, la verdad sea dicha que aparte de su mirada, algo estaba creciendo en mi interior alimentado por el morbo que me impulsaba a hacer cosas que en mis sueños me hubiera imaginado. El día pasó muy deprisa, pero nos cundió para hacer un poco de turismo, la isla me gusto mucho. Si algún día nos mudábamos de ciudad, Lanzarote seria uno de los sitios elegidos para hacerlo.

A la noche los dos estábamos reventados, entre el viaje y todo lo que habíamos caminado, nos tumbamos en la cama y pusimos una película. No llegamos a ver ni las letras del principio, a media noche me desperté y apagué la televisión, abrí un poco más la ventana, había repescado y se agradecía. Me asomé a la ventana, el cielo estaba despejado y se podían ver, las estrellas era precioso, me sentía muy nerviosa, al día siguiente íbamos a sumergirnos un poco más en nuestro juego, Carlos me sugirió antes de dormir que le gustaría sacarme algunas fotos desnuda en la playa con esas preciosas vistas.

Yo lo único que hice fue reírme mientras me ponía como un tomate, la mañana llego, me puse un pantalón corto, una camiseta de tirantes y unas chancletas, total en pocos minutos me quitaría la ropa, Carlos decidió vestirse con un bañador y también eligió una camiseta y unas chanclas. Cogimos crema solar, el sol pegaba muy fuerte y no queríamos quemarnos. Cuando llegamos a la playa, lo primero que hicimos fue desnudarnos, la verdad es que no fue tan traumático como pensaba, había personas, pero estaban a lo suyo, sí que se giraron a mirarme, pero no fue distinto a cuando he estado en otras playas con biquini.

Metimos todo en la mochila que llevaba Carlos y nos dispusimos a investigar la playa queriendo encontrar ese sitio especial donde poder hacerme esas fotos. Llevábamos unos veinte minutos andando cuando vimos una especie de roca grande desde donde caía una pequeña cascada de agua cristalina, esta terminaba en una especie de piscina natural. Decidimos que ese era el sitio idóneo. Me acerqué a donde estaba Carlos, le bese y me coloque en el sitio idóneo para que Carlos me pudiera hacer las fotografías, al principio me dio un poco de corte, pero enseguida me metí en materia.

Llevábamos algunas fotos cuando a Carlos se le empezaba a ver lo excitado que se encontraba, en mi caso también estaba caliente, pero gracias a mi trabajo lo disimulaba mucho mejor. Entonces paso algo que cambiaria drásticamente esa experiencia. Estábamos tan ensimismados en posar y sacar las fotografías que no nos dimos cuenta de la presencia de un chico, tendría unos veinte años, con una herramienta bastante grande, es difícil no darte cuenta cuando eres tu la razón de que esa herramienta fuera adquiriendo dureza.

Mi anterior yo se hubiera escandalizado, pero está nueva yo, que estaba emergiendo decidió que jugaría más fuerte. Empecé a posar utilizando posturas donde mi brillante coñito quedara más expuesto, en otras era mi culo el que deleitaba a aquel muchacho que no se creía lo que estaba viendo, también pudo ver mis pechos en todo su esplendor, para que resaltaran más me unte un aceite que solíamos usar en las sesiones de fotos. Aquel chico no aguantó más y se metió en aquella piscina natural, intentando disimular aquella enorme erección.

Carlos y yo sonreímos al ver como se había escondido detrás de una de las rocas, pero eso no le impedía seguir disfrutando de la vista que le proporcionaba mi desnudo cuerpo, no tardamos en darnos cuenta de que aquel chaval se estaba masturbando debajo del agua, decidimos rizar más el rizo las posturas cada vez eran más explícitas, de vez en cuando miraba para donde se encontraba el chaval y pude comprobar que no perdía detalle, para cuando el carrete se acabó, el chaval ya había perdido la erección y salió del agua corriendo rojo de vergüenza, nosotros estallamos en una carcajada y volvimos al hotel, mientras dábamos rienda suelta a nuestros instintos no podía quitarme de la cabeza aquella herramienta dura y gorda.

Lo bueno dura poco y llego el día que las vacaciones llegaban a su fin, teniendo que regresar. Fueron unas vacaciones llenas de amor, parajes increíbles y momentos de increíble excitación, a la vuelta Carol, Nerea y yo decidimos apuntarnos a una escuela de baile latino, allí fue donde me encontré al hombre que puso al límite esas líneas rojas que nos habíamos puesto.

Continuará.
 
BEA PASADO, PRESENTE Y FUTURO 2

Me apunté a las clases de baile por dos motivos, el primero que me encantaba bailar, me pasaría todo el día bailando, el segundo era que para mi trabajo tenía que mantener mi figura, pero odiaba los gimnasios. Me apunté a uno solo para acompañar a Carol, es verdad que hacía ejercicios, pero la verdad es que ella los usaba para buscarse ligues. En más de una ocasión me metió en un lió, recuerdo uno del que salí airosa por un milagro. Mientras Carol se pasó toda la tarde hablando con uno de los musculitos, yo estuve corriendo sobre una cinta de correr.

Me gustaba correr, muchas mañanas solía hacerlo por un parque que quedaba detrás de nuestra casa. Pero hacerlo sobre esa cinta me resultaba la mar de aburrido, el amigo del musculitos se acercó a mí para intentar tirarme la caña. No estaba de humor, el enseguida noto mi nulo interés y decidió replegar velas. No sé cuanto tiempo habría pasado cuando Carol volvió a acercarse a mí.

• Menudo carácter tienes a veces chiquilla – dijo una bromista Carol.

• Anda que tú, ¿qué quieres?

• Va a ser vedad que estás enfadada.

• No es eso Carol, en los gimnasios me aburro mucho – dije con un tono aburrido y triste.

• Eso es porque no te fijas en las cosas buenas, acompáñame y verás.

Me cogió de la muñeca y tiro de mí, conocía el gimnasio y nos estábamos dirigiendo a los vestuarios, me preguntaba ¿para qué demonios íbamos al vestuario?, no me dio tiempo a pensar en nada más, los vestuarios tenían un pequeño pasillo en la entrada con un perchero para colocar objetos. Carol entró en el vestuario, pero en vez de entrar en el vestuario de mujeres lo hizo en el vestuario de hombres. Cerró la puerta con un pestillo y empezó a desnudarse mientras me guiñaba un ojo.

La muy cabrona iba a fallárselo y pretendía que fuera testigo, El musculitos estaba de espaldas, pero al notar los pechos de Carol en su espalda se dio la vuelta con una gran sonrisa. Cogiéndola del culo, la levanto y apoyo su espalda en la pared de baldosas, Carol gimió al notar el frió material pegarse a su espalda, pero eso no fue nada, al grito ahogado que pego al sentirse invadida por semejante pollón. Todo me parecía una locura, si alguien quería entrar y tocaba la puerta no tendría salida y ese momento se convertiría en el más embarazoso de mi vida.

Lo lógico hubiera sido largarme de allí sin mirar atrás, pero no lo hice, me quede hipnotizada con la escena de la que estaba siendo testigo. Me bajé el pantalón deportivo, no me puse tanga, porque con ese pantalón se terminaba metiendo dentro de los labios de mi coñito y me provocaba unas rozaduras muy dolorosas. La verdad es que al no llevar nada debajo mi coñito se marcaba en el pantalón, al principio me daba corte, pero me fije que no era la única con ese problema y parecía ser de lo mar normal.

Luego llegaron esas situaciones morbosas que había vivido al lado de Carlos, que había abierto mi mente y me empezó a excitar saber que muchos de los hombres de todas las edades me miraban con deseos de bajarme el pantalón deportivo y hacerme suya en ese mismo instante. Metí mi mano que llego rauda a mi coñito y con la otra intentaba bajarme el pantalón para poder masturbarme con más facilidad. Intente bajármelo del tirón y casi me tropiezo, pero conseguí mantener el equilibrio, estaba lista para gozar. Carol se mordió la mano para no gritar y yo no tarde mucho en hacer lo mismo, entre el calor que hacía en ese vestuario y el calor que sentía por la excitación del momento sudaba copiosamente. Escuche como el tío gritaba su orgasmo, pare en seco y me asuste, si habían terminado podían pillarme, pero pronto vi como Carol colocaba sus manos sobre la pared y movía su precioso culo, el musculitos no tardo en empalmarse otra vez y poniéndose otro condón la volvió a penetrar.

Respire aliviada y me dispuse a continuar con mi masturbación, tenía el coñito tan mojado que de mis dedos resbalaba el flujo manchándome toda la mano. Si seguía así terminaría con todo el coñito irritado, pero reconozco que estaba siendo uno de los momentos más placenteros de mi vida. Aguante todo lo que pude, pero me llego un orgasmo atronador y sin avisar. Justo me dio tiempo a meterme la mano en la boca para que nadie se diera cuanta que yo estaba en ese vestuario agazapada siendo testigo del pedazo de polvo que se estaba marcando Carol.

Una vez recupere mi aliento me subí el pantalón, abrí el pestillo con sumo cuidado, salí de aquel vestuario camino al de mujeres para poder refrescarme y lavarme las manos, de no hacerlo el olor impregnaría todo el gimnasio. Una vez pasado el calor del momento me entro una gran vergüenza, salí del vestuario y volví a ocupar la cinta de antes, me puse a correr como si no pasara nada intentando disimular lo mejor que podía. Llevaba un rato correteando sobre la cinta cuan alguien puso su mano sobre mi espalda, al girarme me di cuenta de que era Carol.

• Te lo has pasado bien, ¿verdad guarrilla?

• No sé dé que me hablas – dije intentando disimular.

• A mí no me engañas, desde la ducha se podía distinguir tu sombra, sé incluso cuando te has corrido.

• El no se abra… - estaba realmente preocupada.

• Tranquila, el estaba demasiado ocupado, no se ha dado cuenta de nada.

Una vez pasado la tensión del momento nos empezamos a reír, esa fue de las últimas veces que yo volví a pisar el gimnasio. Ahora me encontraba en Jeep de Carlos mientras el conducía llevándome a las clases de baile, recuerdo el primer día cuando me vino a recoger. Cuando Carlos llego yo le esperaba, fuera hablando con Quique, este estaba con su boca sobre mi oído y sujetándome la cintura con su mano, prácticamente rozando mis glúteos. Carlos no puso muy buena cara y menos aún cuando se acercó a donde nosotros y se lo presente.

• Me llamo Quique Pacheco encantado.

• Yo soy Carlos, igualmente.

• Carlos, tienes la chica más preciosa del mundo, cuídala, que hay mucho buitre suelto – Quique soltó esa frase con toda la mala leche del mundo.

Carlos no dijo nada, me miro y cogiéndome de la cintura y fuimos directos a su coche, podía notar su molestia, pero preferí que se calmara.

• Bea, ese tío se quiere meter entre tus piernas – se le notaba molesto de verdad.

• Carlos, puedes estar tranquilo, sabes que un tío así estaría el último en mi lista.

• El no piense lo mismo.

• Que piense lo que quiera, sabes perfectamente que no me gustan los hombres que se acuestan con una tía diferente cada fin de semana.

La conversación se cortó ahí, le dije esas frases que hacía algunos meses que cada vez tenían menos sentido para mí, según se abría mi mente, tenía más ganas de experimentar cosas nuevas y tengo que decirlo, bailando con Quique me ponía caliente en cada uno de los pasos de baile. El sabía donde colocar las manos, en qué momento sujetar mi cintura y pegarme a su cuerpo. Intentaba disimular, pero cada suspiro que soltaba era un paso más cercano a lo que Quique deseaba y no era otra cosa que acostarse conmigo, el no disimulaba en absoluto, sabía que Carol estaba detrás de el y eso me ayudo a pisar el freno.

Las líneas rojas que pusimos cada vez eran menos rojas para mí, Quique lo sabía e insistía como un martillo pilón, sin prisa, pero sin pausa. Llegaba tan caliente a casa que saltaba literalmente sobre Carlos, este no se quejaba, sabía perfectamente las intenciones de Quique e intentaba sonsacarme mientras dábamos rienda suelta a nuestros instintos. Una noche, mientras me encontraba tumbada con las piernas abiertas mientras Carlos me penetraba con penetraciones profundas, me pregunto si me gustaría que en vez de ser el fuera mi profesor de baile.

Estuve a punto de meter la pata, porque mi respuesta era que sí, cortaba a Quique más por orgullo que por ganas, para que tuviera claro que conmigo no lo tendría tan fácil como con otras mujeres, pero la realidad es que lo estaba deseando. Hacía mucho tiempo que en nuestro juego de dos, Carlos había sido sustituido por Quique. Mi profesor de baile, que sabía jugar muy bien sus cartas, se empezó a acostar con algunas de las mujeres que iban a clase con nosotras, entre ellas Carol.

Lo intento con Nerea, pero esta estaba más interesada en Claudio, una versión más joven de Quique. Este como viejo zorro sabía que entre las mujeres hablábamos y que me pondrían al día en el poderío que demostraba en la cama, así fue. Todas decían que era un dios y que tenía una polla de un tamaño que solo se veía en las películas porno. En casa empecé a ver porno donde aparecían hombres parecidos a Quique, también hice creer a Carlos que las fantasías que ahora tenía eran inducidas por el juego que el empezó, pero la verdad era que esas fantasías me las había ido inculcando mi profesor de baile para que terminara claudicando ante el.

Una cosa es verdad, no me sentía nada orgullosa de ese movimiento, es verdad que Carlos me había abierto la mente, pero hacía tiempo que el juego había cambiado. Carlos creía que yo solo estaba jugando a ponerle cachondo para después darle una lección al galán, pero la verdad es que lo que más deseaba era ser otra muesca en su revolver. No era justo, Carlos no se lo merecía, pero no quería perderle y si me terminaba acostando con Quique eso era lo que ocurriría, inmersa en mis pensamientos, fui hacia la cocina. Mi desayuno ya estaba preparado sobre la mesa de la cocina, mi novio se encontraba dándole vueltas a la cucharilla mientras pensaba.

Al escucharme, levanto la mirada y me dijo.

• ¿Te acuerdas cuando me preguntaste lo que te pediría como regalo?

• Sí, sonreíste y no me contestaste nada.

• En aquel momento no me atreví, pero lo que me gustaría serían unas fotos artísticas, tuyas, desnuda, con ropa sexy y con una dedicatoria, no sé si te atreverás.

No le conteste, me acerque a el y le bese, le daría esa sorpresa y además ya sabia quién me iba a sacar esas fotografías. Llevaba yendo a las clases de baile unos cuantos meses, donde Quique lo intento todo para quebrar mis defensas con mi complacencia, claro. Los bailes eran cada vez más calientes, las manos de Quique cada vez se acercaban más a sitios que no debían y mis manos cada vez representaban menos impedimento. Carlos tendría que salir por trabajo junto a Javi durante dos semanas, ese primer fin de semana Quique nos dijo que tendríamos que ir a bailar a un certamen de bailes latinos, de un hotel casino.

Pasaríamos allí la noche y volveríamos el día siguiente, esa semana di rienda suelta a mis instintos con Carlos, pero era la polla de Quique quien aparecía en mis fantasías, lo creáis o no me sentía culpable, eso no era lo que Carlos y yo hablamos, me estaba saltando las reglas. Llego el día en que Carlos partiría para su viaje de trabajo y esa misma tarde saldríamos nosotros para realizar ese certamen de baile en aquel hotel. El baile fue una locura, Quique y yo nos llevamos toda la ovación, no me extraña, porque fuimos los que pusimos toda la carne en el asador, ciertamente no hubo parte de mi cuerpo que mi profesor de baile no tocara con sus manos, parecía un pulpo.

Cuando todo termino todos se quedaron para tomar una copa, pero yo decidí subir a mi habitación para hablar con Carlos, quería decirle que habíamos llegado bien y que el baile había sido todo un éxito. La verdad que me alegro mucho hablar con el, estando con Quique estaba a cada rato excitada, parecía que mi corazón se iba a salir de mi pecho. Hacía calor, me quité la ropa y me quede solo con una minúscula braguita.

Me dirigía hacia el baño cuando sonó la puerta al preguntar quién era se escuchó la voz de Quique. Dude si abrir la puerta, entonces mire mi reflejo en el espejo, estaba prácticamente desnuda. Sin pensármelo dos veces me dirigí a abrir la puerta. Al abrirla Quique se quedó sin palabras, ni en el más húmedo de sus fantasías se hubiera imaginado que yo le abriría la puerta de esa guisa.

• Hoy has estado soberbia mi rubita – podía notar el bulto de su pantalón, no quería mirar, pero la atracción que sentía era superior a mí, lo peor, que él se daba cuenta.

• Bueno Quique, que quieres estoy cansada y me voy a meter a la cama.

• Eso quiero meterme en la cama contigo – en ese momento lo deseaba más que nada en el mundo, pero no podía ser.

• Por favor Quique márchate y déjame en paz – si tengo que decir la verdad no soné nada convincente y él supo entenderlo así.

Entonces Quique hizo algo que no me esperaba, sé bajo el pantalón, delante de mí tenía la polla más grande que jamás hubiera visto. La boca se me hizo agua y se fue acercando a mí sin que yo moviera un dedo, empezó a jugar con mis pezones, al sentir eso me dio una punzada en mi coñito que ya parecía un manantial.

No sé cómo paso, pero tenía mi mano agarrando ese trozo de carne y subiéndola de arriba abajo haciéndole una señora paja. Nos sentamos en la cama, yo no podía dejar de mirarla. Quique intentó ir más haya, pero no sé masturbarlo, aunque eso violaba todos los acuerdos a los que había llegado con mi novio, la corrida fue abundante, después de eso me empecé a sentir mal conmigo misma, una parte de mí lo deseaba, pero otra sabia que había obrado mal, lo había traicionado.

• ¡Quique esto no puede volver a pasar!

• ¿Pero por qué preciosa?, tú lo deseas tanto como yo, no me digas que no, lo noto cada vez que bailamos juntos.

• Tengo novio, tú lo conoces y no pienso hacerle eso – mentí, sabía que si follaba con él no volvería a resistirme a follar de nuevo y pondría en peligro mi relación.

• Pues hace un momento no te ha importado – se le veía molesto, pensó que ya había alcanzado el premio y se volvía a quedar en las puertas.

• Prométeme que no volverás a intentarlo, si sigues por ese camino dejaré las clases de baile

• Prometido, no volveré a intentarlo, pero te engañas a ti misma, he visto tu expresión cuando tenías mi polla ente tus manos y sé qué te estaba pasando por la cabeza.

• Eso no es así, Quique, ¡ya está bien, me estás enfadando!

• Tú sigue engañándote a ti misma, por mí de acuerdo cumpliré el acuerdo.

No se lo creía ni él, sabía que volvería a intentarlo, Quique se había encaprichado conmigo azuzado por mí y no cejaría hasta conseguirlo. Al volver a casa los primeros días no fueron fáciles, había engañado a Carlos, no sabía como podría disimular cuando lo tuviera delante, con esos pensamientos paso la semana y el fin de semana quede con Carol y Nerea con la intención de mantenerme alejada de Quique, no pudo ser cuando llegamos al local, Quique y Claudio se encontraban allí. Mi profesor de baile volvió a las andadas, me demostró que su palabra valía tan poco como la mía.

Quería salir de allí, Quique me estaba volviendo a poner caliente con sus palabras y caricias, entonces me separe de el y llame a mi amigo fotógrafo. Se me ocurrió que sería una buena excusa para poner tierra de por medio con Quique, mi amigo no tardo en llegar y al mirar a Quique en sus ojos vi decepción, pero tenía sujeta por la cintura a Carol, ya tenía con quien follar, lo que parecía que era lo único que le importaba, espere pacientemente a mi amigo y después de las presentaciones pertinentes le puse en antecedentes.

• Quiero hacerle un regalo a Carlos, me gustaría hacer un posado con ropa sugerente y desnudos, donde la imaginación juegue un papel importante.

• Entiendo, Bea, ¿cuándo querrías hacerlo? – podía ver en su rostro como me imaginaba a mí siendo follada por él, tal vez ese deseo, sé le haría realidad.

• Esta noche, me siento inspirada, que te parece si acabamos la copa y nos vamos a tu estudio.

Pagó a la velocidad de la luz y ya estábamos saliendo del local, llegamos a su estudio, yo misma llevé la lencería que más le gustaba a Carlos, tengo que decir que según escuchaba el sonido de la cámara me empezaba a calentar. Mi amigo cada vez se cortaba menos, acercaba su mano a sitios prohibidos, sintiendo cada vez menos pudor y alentado por mi escasa resistencia. De vez en cuento parábamos para que me enseñara como estaban quedando las fotografías, la verdad es que a Carlos se le iba a poner como el mástil de la bandera. No era el único, mi amigo también estaba cachondo, sobre todo cuando llegaron las fotografías de desnudo integral.

Con las posturas que opte, no enseñaba nada, pero insinuaba mucho. Para ese momento estaba muy caliente, una vez terminadas la sesión fotográfica el bulto de su pantalón no podía disimularlo y con seguridad tenía que estar doliéndole mucho. Hice un movimiento que él no se esperaba, me agache y liberando su polla de su pantalón, me la metí en la boca. Del placer que sintió se le cayó la cámara, por suerte había unos cojines en el suelo y eso impidió que se le rompiera.

Estuvo a punto de correrse en dos ocasiones, por lo que, antes de que eso sucediera, decidí parar y me puse a cuatro dándole la espalda, este polvo era un medio para un fin, quitarme la calentura que me había provocado mi profesor durante la tarde y parte de la noche. Se puso un condón y me la metió sin ningún miramiento, empezó un mate saca bastante pobre. Por como fardaba de conquistas, pensé que sería más hábil, Carlos le daba mil vueltas.

Ojalá estuviera aquí y no en ese viaje de trabajo, con seguridad ahora mismo estaría sintiendo un placer indescriptible junto a él. Mientras para mi amigo estaba siendo un sueño hecho realidad, para mí estaba siendo una verdadera decepción. Con esto no conseguía mi objetivo, que no era otro que quitarme mi calentura para poder seguir resistiendo los envites de Quique.

Por fin se corrió, me miro como si fuera el mejor de los amantes, yo tuve que disimular. Por lo menos las fotografías me salieron gratis, él empezó a reírse cuando las volvió a mirar.

• No te rías tanto, porque esto no se va a volver a repetir, además tendrías que volver a nacer para acercarte siquiera a su destreza en la cama – sé que ese comentario no le gusto, pero era la verdad.

• ¡Lo que tú digas! – tenía el ego muy frágil, yo había cometido la falta, pero él no tenía derecho a reírse de Carlos.

• ¡De esto que ha pasado aquí ni mu a nadie estamos!

• Sí, Bea, quien te crees que soy, además si hablo perdería una nueva oportunidad en el futuro.

Este no escuchaba, le había dicho claramente que no se volvería a repetir, en fin, entre semana pasaría para recoger las fotografías y los negativos, ahora solo quería llegar a casa y pegarme una ducha bien larga, había sido infiel a Carlos, esta situación estaba llegando a un punto sin retorno. A media semana mi amigo me llamo para que fuera a recoger las fotografías, yo había comprado un sobre, en él había escrito una dedicatoria muy bonita.

Para mi gran amor, el que alegra mis días tristes y mis noches

Por sacar lo mejor de mí con besos y caricias

Porque te siento siempre dentro, estés lejos o estés cerca

Por aguantar mi carácter cojonero y mis reproches

(Y porque sé que te hacía ilusión y pensabas que jamás me atrevería, ji, ji).

Te quiero, Carlos.

¿Sentía esta dedicatoria?, totalmente, pero también era consciente que algo había cambiado dentro de mí. Me había obsesionado con la polla de otro hombre, era consciente que si al final sucumbía y terminaba follando con mi profesor de baile, nada volvería a ser igual y sabía perfectamente que desde ese momento no podría resistirme a volver a ser follada por él.

Llego la fatídica noche, salimos todos los del grupo de baile a tomar unas copas, aquella noche decidí que me dejaría llevar. Carlos llegaba al día siguiente y era esta noche o nunca, empecé a beber más de la cuenta, sabía que estando serena no me atrevería a dar el último paso aunque lo estuviera deseando. Nos provocamos mutuamente durante toda la noche, después decidimos terminar la fiesta en mi casa. Quique lo volvió a intentar conmigo, pero no sé si fue por estar en nuestra casa o que mi yo interior no dejara de hablarme, lo que motivó el que me negara a hacerlo.

Él no perdió el tiempo y se fue a follar con Carol a una de las habitaciones. La mía la estaban usando Nerea y Claudio, podía escuchar perfectamente los sonidos que salían de la habitación donde Carol estaba siendo follada por esa polla que tanto deseaba que fuera para mí. Juraría que se esmeró en darle mayor placer aún, para que yo fuera testigo de lo que me estaba perdiendo.

Lo demás lo tengo como en un sueño, yo tonteando descaradamente en el sofá, con una borracha Carol durmiendo en el despacho, después de que Quique la cagara con esa bocaza que se gastaba. No diré que me importara, estando Carol, no me abría atrevido a llegar tan lejos, me llevo a la habitación de invitados, allí me toco las tetas, hizo algo que ni siquiera le permitía a Carlos, meterme los dedos en el culo y termine masturbándolo como lo hice en ese hotel semanas atrás.

Se hizo de día y desperté a Carol para que se llevara a cada uno a su casa, yo tenía que descansar algo, recoger la casa y ducharme para estar lo más guapa posible para Carlos, no podía evitar sentir una pequeña decepción conmigo misma, después de ducharme hable con mi amiga; sin embargo, me sorprendió pues. Al rato tocaron la puerta y cuando fui a abrir allí se encontraba Quique, me contaba, no sé qué de un reloj que había perdido.

Era mentira, claro, yo me enfadé, sabía que Carlos no tardaría mucho en llegar, no era plan de que nos pillara así, pero no pude resistirme más y decidí dejarme llevar del todo. Seguramente sería una de las decisiones más entupidas que hubiera tomado en mi vida. Tener semejante polla en mi boca fue un placer, nada comparado con sentir como me invadía centímetro a centímetro, el placer que me estaba proporcionando Quique, no me lo había proporcionado nadie y dudo que volviera a sentir algo así a no ser que volviera a repetir con él.

Lo siguiente que recuerdo es la expresión que tenía Carlos, derrotado, con una profunda tristeza y decepción, pero todavía conservaba una de mis fotografías en la mano. La miro mientras sus lágrimas caían sobre ella, no era una mirada de odio o rencor, era una mirada enamorada, de un hombre que acababa de tomar una de las decisiones más duras de su vida, no volver a ver nunca más, a la mujer que amaba más que a su propia vida.

Continuará.
 
Voy a ser muy sincero. A mí este relato no me gusta absolutamente nada. Lo leí por saber cómo terminaba, me refiero al de Randor. Pero era un relato muy triste y muy duro. Me gustó bastante más ka continua de Luis acont, en la que Carlos se vengaba teniendo sexo con Nerea y casi llegando a una relación y la de Berserk en la que dejaba a la sinvergüenza está.
Es como las pelisde terror, que no me gustan nada, pero alguna vez, dado mi masoquismo la veo por ver cómo termina sin disfrutar en ningún momento.
Pues aquí igual, Bea me da tela de asco. Se merece lo que le pasó.
 
En el relato original Bea cometio la infidelidad de manera consciente, después no se sabe lo que hizo, ahora mi lienzo esta en blanco a medias, porque todos sabeis por mi anterior relato que Bea vuelve cambiada gracias a su hija Sara.
 
BEA PASADO, PRESENTE Y FUTURO 3

No podía respirar, el rostro de Carlos reflejaba un dolor infinito y yo era la culpable, como había podido ser tan entupida, cuando abrí la puerta a Quique sabía que esta era una posibilidad más que real. ¿Tan ciega había estado con mi profesor de baile?, ¿cómo para provocar el final prematuro de mi relación?, solo atine a decir estas palabras.

• Carlos yo… - su respuesta fue categórica.

• Déjalo, Bea, lo he presenciado con mis propios ojos, no puedes hacer nada que cambie eso.

Tenía el sobre de la dedicatoria en las manos, lo miro por última vez y lo lanzo sobre la cama. En él, el nombre de Carlos estaba tachado, sobre este estaba escrito el nombre de Quique. Llore como nunca había llorado, entendiendo lo que eso significaba, lo más hiriente fue ver a Quique como se pavoneaba intentando humillar a una persona que estaba rota. Quique solo se quería sí mismo y lo peor de todo es que yo lo sabía, mire a Carlos, sus lágrimas contrastaban con la sonrisa triunfadora de Quique.

¿Me arrepentía?, sí, pero una pregunta empezó a sonar en mi cabeza, ¿me hubiera arrepentido si no me llegan a pillar con las manos en la masa?, decidí no seguir por ese camino, porque sabía que la respuesta a esa pregunta me hubiera hecho vomitar. Volví a mirar a Carlos y le dije.

• ¡Yo te quiero a ti, Carlos! – volví a recibir otra categórica respuesta.

• Me amaste, de eso no tengo ninguna duda, pero ya no; esta noche has emprendido un camino al que no puedo seguirte – se le veía tranquilo, demostrando más dignidad que yo.

No quería que esto terminara así, es verdad que fue Carlos quien inicio este cambio en mí con esos juegos, pero yo había tomado la decisión de traerlos a casa y después la terrible decisión de acostarme con Quique sabiendo que Carlos estaba de camino. El corazón me dio un vuelco cuando vi como se daba la vuelta para salir de nuestra casa y de mi vida.

• ¡No me dejes, por favor! – más me hubiera valido estarme callada.

• No puedo dejar a una persona que ya me había dejado antes a mí.

• ¡¡¡Carlos!!!

• Espero que salgas de esta casa y te lleves tus cosas, tienes unos días, todavía no sé qué voy a hacer con ella, tal vez la venda o tal vez la queme – decidí no volver a abrir la boca, lo único que conseguiría sería estropear más las cosas.

Vi salir a Carlos de la habitación y poco tiempo después escuché como se cerraba la puerta de la calle, seguía sentada sobre la cama con la mirada perdida, me preguntaba por qué lo había hecho, lo sabía perfectamente, pero en esos momentos no podía expresarlo, entonces Quique hablo y me saco de mis pensamientos.

• Bueno, rubita, ¿ahora que el cornudo se ha marchado?, ¿podemos seguir por donde lo hemos dejado? – no me podía creer lo que escuchaba.

• ¡¡¡Fuera!!!

• ¿Cómo dices culo bonito?

• He dicho que te marches, que salgas de esta casa y de mi vida, ¡pero ya!

• Yo no tengo la culpa de lo que ha pasado aquí, no la tomes conmigo, no me parece justo que la pagues conmigo, dejándome a medias como una…

• ¡Termina la frase si te atreves!

• Mejor no.

• Tienes razón, la única culpable, soy yo y voy a pagar un precio muy alto, algún día será a ti al que te toque perder.

• Eso no pasará mi rubita, porque yo soy de los ganadores.

No podía soportarlo más, me daba asco a mí misma, por haber perdido a Carlos por semejante miserable, de verdad que no merecía ser perdonada. Cogí una de las lámparas de la mesilla de noche y le dije.

• Márchate o te estampo esto en la cabeza – mis ojos expulsaban fuego.

Quique fue consciente de que si no se marchaba esa lámpara terminaría estampada en su cabeza, cogió su ropa y se fue. Me levanté como un autómata y me fui directa a la ducha, me puse debajo del chorro de agua caliente y empecé a llorar, no sé cuanto tiempo estuve allí, me puse un albornoz y me fui a mi habitación, cambie las sabanas de todas las camas e intente limpiar la mancha del sofá, recogí toda la porquería con la que manchamos la casa en la noche. Lo único que fui incapaz de tocar fueron las fotografías que me hice como regalo para Carlos, acercarme a ellas era como acercarme al cráter de un volcán activo, me abrasaban.

Me dispuse a recoger todas mis cosas, no tenía ningún sentido quedarme allí, sabía perfectamente que Carlos no volvería. Entonces, mientras sacaba mis cosas poniéndolas sobre la cama, encontré las fotos que nos sacamos en aquel maravilloso viaje que hicimos a Lanzarote. Al abrir el sobre y mirar las fotos no pude más que echarme a llorar. ¿Por qué había hecho aquello?, mire mi reflejo en el espejo con odio y la respuesta salió de mi boca, era un egoísta y una hipócrita, por mucho que criticara la vida que llevaba Carol, una parte de mí envidiaba esa libertad que tenía para acostarse con unos y otros.

Yo lo quería todo, un novio que me amara y un hombre con una polla enorme que me follara, al final me había quedado sin nada, ¡me lo merecía!. Estuve todo ese día preparándolo todo y por la noche ya lo tenía todo recogido para empezar a llevar todo a mi casa, llame a Carol y Nerea para que me ayudaran.

• Que pasa desaparecida, no has dado señales de vida – decía una graciosa Carol.

• No es eso, ayer Carlos me pillo en la cama con Quique.

• Pero como es posible, ¿no me dijiste que se fue después de nosotras?

• Volvió con una excusa y no pude aguantarme más – podía escuchar a Nerea que preguntaba que había pasado.

• ¿Cuánto sabe Carlos?, ¿sabe lo de Nerea?

• ¿Creo que solo sabe lo mío, chicas, podéis venir y ayudarme a llevar todas mis cosas a mi casa?

Empecé a bajar todos los bártulos al garaje y metí todo lo que pude en mi coche, después volví a subir, para echar el último vistazo a aquella casa en la que tan buenos momentos había pasado y para dejar las llaves de casa y garaje. Cerré la puerta con suma tristeza, volviendo a bajar a esperar a mis amigas. Cuando llegaron ya había bajado todo al garaje y solo faltaba cargarlo en sus dos coches, durante el trayecto a mi casa no hablamos nada. Llegamos a casa, desde que me mude para vivir con Carlos, solo la había pisado unas pocas veces para mantenerla limpia, al meter la llave en la cerradura, recordé con la ilusión que salí de esta casa para ir a vivir con Carlos y la tristeza que me invadía ahora al volver a cruzar el umbral.

No tenía nada de comida en casa y pedimos unas raciones de sushi para las tres, no es que tuviera hambre, pero llevaba sin comer nada desde la noche anterior. No pusimos ni la televisión, eso parecía un funeral, fue Carol quien hablo primero.

• ¿Que vas a hacer ahora?

• Dejare las clases de baile y me estoy planteando aceptar el trabajo que me ofrecieron en Londres.

• ¿Te vas a marchar? – pregunto una triste Nerea.

• No lo sé, todavía no lo he decidido, pero poner distancia no me vendría mal, ¿tú que vas a hacer Nerea?

• ¿Por qué me lo preguntas?

• Deberías alejarte de Claudio, tú todavía estas a tiempo, no te pediré que le confieses a Javi la verdad porque yo no lo he hecho, pero si sigues engañándolo tarde o temprano acabarás como yo.

• ¡No puedo Bea, es como una droga!

• Sí, pero esa droga destruya todo lo que toca.

Me gustaba el mundo de la moda, pero sabía que aquel trabajo tenía una fecha de caducidad muy corta, por eso me hice todos los cursos que pude de la otra profesión que me fascinaba, la fotografía. En la agencia de modelos, aparte de modelo, también trabajaba de fotógrafa, con veintisiete años los trabajos de moda ya no abundaban tanto como antes. Parece ser que un estudio de fotografía en Londres se había interesado en mi trabajo.

Me dieron tiempo para pensármelo, era una buena oportunidad, pero tampoco quería separarme de Carlos, las relaciones a distancia no suelen funcionar. Ese ya no sería un problema, durante la siguiente semana no salí de casa, me daba miedo encontrarme con Quique, pero sobre todo me daba miedo encontrarme con Carlos, no me veía preparada para hablar con él. Fue Nerea la que me dijo que Carlos había aceptado una oferta en otra ciudad, una parte de mí se entristeció, pero eso me daba tiempo para poder ordenar mis ideas y tener una conversación con él.

No tenía intención de volver con Carlos, pero sí quería pedirle perdón por mi comportamiento, pero sabía que en estos momentos no sería capaz de hacerlo sin derrumbarme. Llego el sábado noche y decidí quedarme en casa, durante la semana había hablado con Carol y me comento que Nerea estaba quedando con Claudio todos los días, ya que Javi había salido por trabajo a Barcelona y no volvería hasta el lunes siguiente, algo me decía que la relación de Nerea y Javi no iba a terminar bien.

Mientras estaba inmersa en mis pensamientos el móvil empezó a sonar, al cogerlo en la pantalla aparecía el nombre de Nerea, resople, seguro que quería quedar para irnos de juerga y yo no tenía cuerpo para eso, descolgué y me encontré con un paisaje muy diferente del que me esperaba. Nerea lloraba amargamente, al punto que no entendía lo que intentaba explicarme, tuve que pedirle que se calmara y después me empezara a contar.

• Tranquilízate Nerea y cuéntame qué ha ocurrido – Nerea estaba fuera de sí.

• He llevado a Claudio a nuestra casa, era la primera vez, él quería hacerlo en nuestra cama.

• Sigue – Nerea había sido tan entupida como yo.

• Estaba siendo un polvo brutal, cuando me ha parecido ver a alguien y cuando me he incorporado he visto a Javi con lágrimas en los ojos totalmente destrozado.

• ¿Dónde está Javi?

• No lo sé, llevo un rato llamándolo y no me coge el móvil, he llamado a todo el mundo y nadie sabe donde está- lloraba amargamente.

Me vestí y me dirigí a la casa que compartían Nerea y Javi, al llegar la puerta estaba abierta y Nerea se encontraba sentada sobre el sofá entre los brazos de Carol, al verme se levantó y me abrazo llorando. Nos habíamos coronado las dos como las reinas de la estupidez. Aquella noche no se escucharon palabras en aquella sala de estar, sino un llanto desgarrador. No tardaríamos en saber qué le había ocurrido a Javi, había intentado suicidarse, metiendo un tubo que conecto al tubo de escape, después lo metió dentro del coche, de no ser por un vecino que vio luz en el garaje, ahora estaría muerto.

Subimos al hospital, al preguntar por él, nos dijeron que le estaban haciendo unas pruebas, después le trasladarían a cuidados intensivos. Nos acompañaron a una sala de estar. Cuando entramos los padres de Javi se encontraban allí. Nerea se acercó a ellos, todo su cuerpo temblaba. Los padres de Javi la abrazaron y esta empezó a hablar con ellos. Sabía perfectamente lo que Nerea les estaba contando, aunque no se escuchaba la conversación, mientras el gesto de Nerea era de pedir perdón, el gesto de los padres de Javi se fue endureciendo por cada palabra de Nerea.

No sé lo que le dijo la madre de Javi, pero Nerea se quedó blanca como el papel y se quebró del todo, dio media vuelta y pasando a nuestro lado nos dijo que nos esperaría fuera. Carol y yo nos acercamos a los padres de Javi, para darles nuestro apoyo.

• Sentimos mucho lo ocurrido – dijimos Carol y yo.

• Gracias – contesto el padre de Javi sin mirarnos.

• Si necesitan algo, solo tienen que pedirlo – dije amablemente.

• No os preocupéis, Gianna llega mañana a primera hora, será mejor que acompañéis a vuestra amiga.

No nos querían ahí, no me extrañaba, Javi era el más inocente de todos, Carlos había tenido su parte de culpa, aunque la máxima culpable de perderlo fui yo, pero lo único que hizo Javi fue amar a Nerea con toda su alma y este fue el pago, estar a punto de perder la vida. Carol me cogió de la mano para sacarme de aquella sala de espera y pudiéramos reunirnos con Nerea, yo no podía dejar de llorar maldiciendo todas y cada una de las decisiones que habíamos tomado, si por lo menos el daño fuera para nosotras sería justicia divina, pero la realidad es que algunas decisiones crean daños colaterales.

Luego estaba Gianna, era la Hermana de Javi y la mejor amiga de Carlos, siempre sentí que para Gianna, Carlos era mucho más que un amigo, sentí celos de ella, era una mujer preciosa con un cabello pelirrojo y rizado que la hacían destacar sobre todas las demás, por mis celos estuve a punto de perder a Carlos y seguramente sería el motivo de que decidiera marcharse. Deje mis pensamientos a un lado cuando llegamos donde Nerea, esta ya no lloraba, tenía la mirada perdida. Decidimos que lo mejor sería que fuéramos a mi casa, al llegar mientras Carol le preparaba una tila, yo la ayude a ducharse, Nerea parecía un autómata, se dejaba llevar de un lado para otro, pero no decía nada, se tomó la taza de tila y se metió en mi cama.

Aquella noche las dos dormimos con ella, nos costó dormirnos a las tres, demasiados remordimientos, pero como todo al final, el sueño nos venció y nos dormimos. Nerea tardó dos días en volver a su casa, parecía estar algo más recuperada, pero yo sabía que algo se había roto dentro de ella y lo sabía porque a mí me había pasado lo mismo.

Durante la siguiente semana estuve yendo todos los días a nuestra antigua casa, sabía que Carlos vendría para cuidar de su amigo, esta sería la última oportunidad de poder disculparme con él, día tras día los pasaba sentada en un banco cerca de la casa de Carlos.

Si aparecía, yo sí podría verlo a él, pero él no me podría ver a mí, en aquella ocasión estaba a punto de irme cuando le vi llegar, me puse muy nerviosa. Deje un tiempo para calmarme, poner mis ideas en orden, una vez que tenía muy claro lo que le iba a decir, cruce la calle y me dispuse a tocar el portero automático. Por suerte uno de los vecinos me abrió, después de saludarnos con amabilidad entre en el portal y subí hacia el que fue mi hogar. Toque el timbre, pude escuchar sus pisadas y cuando este abrió la puerta.

• Hola cariño – ni queriendo hubiera metido más la pata, estaba tan nerviosa que todo lo que traía ensayado se iba mezclando y borrándose de mi memoria, pude ver como se le crispó el rostro.

• ¿Cariño?, Bea, te pediría que de aquí en adelante te dirigieras a mí por mi nombre, el cariño se demuestra. Tú, aquella noche, demostraste poco cariño por mí, más bien diría que una traición no es sinónimo de lo que preconizas – no le faltaba razón, no tuve ningún tacto, estaba fuera de juego y no sabía como enmendarlo.

Carlos me dejo pasar, entonces me fije que las fotos que iban a ser su regalo, se encontraban todavía esparcidas por el suelo, las mire con suma tristeza, aunque actué rematadamente mal, mi intención con ese regalo era bueno, pero eso ya carecía de importancia. Carlos cogió mi mano y llevándome a la sala de estar, se sentó sobre el sofá, adoptando la misma postura que tenía Quique aquella noche, lleve mis manos a mi boca horrorizada.

Solo estaba de broma, Bea... No te pongas así, rubita mía... – estuve a punto de gritar, Carlos lo sabía todo, lo había presenciado todo

• No me gustan esas bromas, Quique, lo sabes de sobra... – Lloraba acallando los gemidos con mis manos.

• Cariño, lo siento. Es el ron, es el vino y también tu culito, tu precioso culito... ¿Qué le hago si no soy de piedra? – cada frase me hundía más en la inmundicia que yo misma había creado.

• Carlos yo…

• ¿Quieres que siga, Bea?, tengo toda esa noche grabada a fuego en mi mente – Su enfado iba en aumento, volví a meter la pata.

• ¿Pero, ¿cuándo llegaste entonces?, ¿no fue por la mañana cuando nos pillaste a Quique y a mí? – Mi mente intentaba buscar soluciones que me sacaran de ese embrollo, pero lo único que conseguía era hundirme más.

• Llegué a las cinco de la mañana, conduje sin parar durante cinco largas horas para poder dormir junto a ti, para hacer el amor a la mujer que amaba, pero ese espacio ya estaba ocupado por otros.

• Nerea, ¿también le viste a ella?

• Fue lo primero que vi cuando entré, me estaba muriendo en vida pensando que podías ser tú, ¡no tienes ni idea de lo que se siente en un momento así!

Se levantó y se dirigió al dormitorio de invitados, lo seguía como un zombi, mi llanto era incontrolado, era incapaz de levantar la mirada del suelo y todavía me quedaba lo más horrible por descubrir.

• Llévame a la cama y veremos, anda, grandullón, tengo mucho sueñecito...

• No sigas Carlos, por favor te lo pido – estaba roja de vergüenza, no podía caer más bajo.

• Aquella noche vi una familiaridad entre los dos que me dejo claro que aquel no era el primer encuentro que hubo entre vosotros - más adelante supe lo del hotel.

Estaba totalmente sobrepasada, estábamos en la habitación de invitados, Carlos miro las dos camas juntas y empezó a llorar, intente acercarme para consolarlo, sabía que no tenía derecho, pero no podía verlo así.

• ¿Por qué, Bea?

• El juego se nos fue de las manos a los dos, te advertí que tenía necesidades, como cualquier persona, además que algo despertó dentro de mí, algo nuevo que no pude frenar.

• Admito mi parte de culpa, jamás debí pedirte que entraras en ese juego que llegó a parecerme inofensivo, pero que al final ha terminado en una catástrofe.

• Cada vez me pedías cosas más arriesgadas y cuando me pediste que calentara al profesor de baile, no conté con la pericia que tuvo para poner nuestro juego a su favor.

• Bea, en ningún momento hablamos de follarnos a nadie, de hecho yo no recuerdo haberte puesto una pistola en la cabeza para que te lo hicieras.

Tenía razón, no me puso una pistola en la cabeza, pero sí me ayudo a dar los primeros pasos en este camino que nos había llevado a la destrucción.

• Te follaste al fotógrafo, ¿verdad?, no intentes mentirme porque sé la verdad

• No es tan simple, como piensas, responder a esa pregunta

• ¡No me mientas!

• Lo hice para no terminar follándome a Quique esa noche – llevada por el pánico y el horror que me provoco lo que descubrí en esa conversación, solté lo primero que se me ocurrió y fue una tremenda estupidez.

• ¿Pero tú te estás escuchando?, qué más daba uno que otro, me traicionaste y rompiste todas las reglas que tú misma impusiste.

• Entiéndelo, Carlos, Quique me puso muy caliente y no quería que lograra follarme esa noche, fue un acto de rebeldía, al acostarme con el fotógrafo pude contener mis ansias por él – otra estupidez, aquella noche me acosté con el fotógrafo, porque aquel juego que iniciamos me había sobrepasado, ya no controlaba mis impulsos, aunque creyera que sí.

• Pues, no es ningún consuelo.

Se levantó y con un paso cansado me llevo hasta la azotea y se apoyó en el barandado.

• Después de que todos se marcharan, me subí aquí, y durante un minuto estuve tentado con tirarme al vacío, de esa manera terminaría con el sufrimiento que estaba padeciendo- Le miraba totalmente horrorizada.

• Carlos – mi voz sonó como un suspiro, al ser consciente que aquella noche podía haber terminado en una tragedia.

• Bea, aquella noche me sentí totalmente humillado, mi autoestima cayó al infierno y perdí definitivamente toda mi dignidad.

Me abalancé sobre él y le abracé con todas mis fuerzas, él no devolvió el abrazo, me dolió, pero no podía decir que no le entendiera.

• Carlos, perdóname, perdóname, te lo ruego – Le estaba pidiendo perdón desde lo más hondo de mi corazón.

• Ahora mismo no puedo perdonarte, y no sé si algún día, cuándo el tiempo comience a sanar las heridas, seré capaz de hacerlo.

Fue como si hubiera sido alcanzada por un rayo, mi cuerpo dejo de funcionar, miraba al vacío sin ver nada, era como si mi alma hubiera decidido escapar de mi cuerpo.

Continuará.
 
Parece que va a ser una historia triste, y lo malo que no va a tener el final que yo hubiera deseado. Pero es tu historia, y como tal la voloro muy favorablemente. En TR siempre le pongo un excelente, pero no sé sil lo cuentan porque al parecer, muchos votos no se quedan registrados.
 
Tengo dudas de cual de las 2 se llevaría la medalla de oro a la estupidez entre Bea y Nerea. Son tal para cual.
Yo creo que las dos empatan en el primer lugar de la estupidez, las dos se lanzaron sin mirar siquiera el daño que podían hacer a las personas que realmente las amaban, pues tanto Quique como Claudio estaban con ellas porque las inteligentes les estaban dando lo que ellos andaban buscando, tener donde remojar la tula, ya que después buscarían a otras y ellas pasarían al olvido o las tendrían por si fallaba alguna conquista. :mad::mad::mad:
 
Yo que Bea asumiría mi culpa pero también lo mandaría al diablo a ese engreído que se hace la víctima.

Que piensa que un juego así no es peligroso?, que uno es de piedra?

Si él decidió jugar esa estupidez, era porque asumía riesgos, y si los asumía, también debería considerar perdonarse ambos y tratar de darse otra oportunidad, aunque por su reacción infantil de Carlos, no sé si valdría la pena.
 
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