Se vienen turbulencias señores y señoras, rogamos pongan sus asientos en posición vertical y abrochen sus cinturones. El viaje va a ser movidito.
COLEGAS DE PAJAS Y SUS ARDIENTES NOVIAS
Capítulo 36 - Diego ‘Dos Balas’
Naces malo o te vuelves malo?
Es una cuestión genética?
O el resultado de la suma de muchas experiencias vividas?
Los campos de la psicología y de la filosofía llevan milenios debatiendo acerca de este tema. A día de hoy, siguen sin alcanzar un consenso.
Desde el punto de vista psicológico, la maldad no se entiende como una esencia, sino como un conjunto de comportamientos, rasgos o dinámicas que causan daño a otros, muchas veces de forma intencional.
En la rama conductual, la maldad es vista como un comportamiento aprendido o incentivado por el entorno (familia, cultura, traumas).
El experimento de Milgram y el de Zimbardo (La cárcel de Stanford) mostraron cómo personas comunes pueden realizar actos crueles bajo ciertas condiciones sociales y de autoridad.
Para la Psicopatología, algunos trastornos de personalidad, como el trastorno antisocial de la personalidad (o psicopatía), están asociados con conductas “malvadas”: falta de empatía, manipulación, crueldad. Pero no todos los actos malvados implican enfermedad mental, ni todos los trastornos implican maldad.
Algunos autores de la psicología evolutiva, sugieren que ciertos actos “malos” pueden haber tenido una función evolutiva, como la agresión para proteger recursos o estatus, por ejemplo.
En resumen, la psicología estudia la maldad como comportamiento humano dañino, influido por factores internos y externos, sin suponer que es una cualidad esencial o metafísica. Por otro lado, en filosofía, la maldad se aborda más como un concepto ético y ontológico: ¿Qué es el mal? ¿Existe por sí mismo? ¿Somos libres para elegirlo? Aquí tenéis algunos ejemplos:
‘La Maldad como elección consciente’:
Immanuel Kant decía que la maldad es elegir actuar en contra del deber moral (la ley moral interior), a sabiendas de que está mal. Es un uso corrupto de la razón práctica.
‘La Maldad como ausencia de bien’:
Agustín de Hipona y Tomás de Aquino defendían que el mal no es algo que exista por sí mismo, sino la ausencia o privación del bien. Por ejemplo, así como la oscuridad es la ausencia de luz, el mal es la ausencia de bondad.
‘La Maldad radical’:
En su obra sobre el juicio a Eichmann, nazi reconocido, Hannah Arendt acuñó el término “banalidad del mal” que viene a decir que la maldad puede presentarse como una obediencia sin pensamiento, burocrática, no monstruosa, sino trivial. Personas comunes pueden hacer el mal simplemente por dejar de pensar críticamente.
‘La moral del resentimiento’:
Para Nietzsche, el concepto de mal fue creado por los débiles para juzgar a los fuertes. Lo que hoy llamamos “mal” muchas veces es simplemente voluntad de poder reprimida o mal canalizada.
Una discusión demasiado tediosa y bastante estúpida bajo mi parecer, pues sea cual sea la opción correcta, el motivo es el mismo. Es decir, uno jamás puede decidir cómo quiere ser. Si eres un psicópata porqué el bisabuelo de tu tatarabuelo fué Jack el destripador y llevas grabado en el ADN esa maldita tara, no puedes escoger. Y si por otro lado, la vida ha sido injusta contigo y arrastras cicatrizes incurables a causa de duros traumas mentales que te hacen ser malvado, tampoco puedes escoger.
No quiero decir con esto que la vida de ‘Dos Balas’, así como todas las nuestras, estuvieran predeterminadas antes de nacer. No se puede negar el libre albedrío, por supuesto. Además, no existe ningún ser celestial que desde el Olimpo mueva los hilos de tu destino. Eso nos convertiría en simples marionetas a merced de la voluntad de un ser superior, aunque debo reconocer que si fuera así, todo sería mucho más sencillo.
Pero… Hasta que punto nosotros decidimos lo que queremos ser? Cómo queremos vivir? O como queremos pensar o actuar? Controlamos a duras penas, cuanto?, un 5% de nuestra propia vida?
Todo lo demás es externo a nosotros, incontrolable, impuesto por otros, por las circunstancias, por dónde o cuando hayas nacido, por la familia o amigos que tengas o por aquella preciosa chica rubia que en el instituto decició romperte el corazón. Y cierto, está en nuestras manos aprender de los golpes y de las malas experiencias. Pero… hasta que punto?
Culparíais a un al loco que ha violado y matado a dos niñas y luego las ha tirado descuartizadas en un descampado, verdad? Por supuesto que sí. Pena de muerte a ese hijo de puta. Pero…
Y si ese loco fuera húerfano porque su madre era toxicomana y lo abandonó? Y si luego en el orfanato hubiera sufrido constantes abusos físicos y sexuales durante su niñez? Y si la vida lo hubiera maltratado tanto que su dañado cerebro ya no pudiera distinguir entre el bien y el mal? Seguiría siendo culpable o pasaría a ser la víctima?
Entonces, ‘Dos Balas’ era malo porqué había nacido así o lo era porqué la vida lo había convertido en eso? Por un lado, la vida lo había empujado hacía ese camino. Igual que le pasó a su padre en su momento. Por lo tanto y aunque sea paradójico, las dos opciones eran validas. Los dos ‘Dos Balas’, tanto junior como senior, nacieron malos y se volvieron malos. No tuvieron otra opción.
- Puedes dejarnos a solas Inés? - dijo el padre.
- Sí, claro… hijo, si necesitas cualquier cosa me llamas de acuerdo? - la preocupada madré salió de la habitación de su hijo.
Diego Senior, cerró la puerta y se acercó a su hijo. Cualquiera hubiera esperado un abrazo, una muestra de cariño, un simple cómo te encuentras? hubiera sido más que suficiente.
No fué el caso. Junior no era capaz de recordar la última vez que recibió afecto por parte de su padre. Es más, era muy probable que jamás lo hubiera recibido. Pero quien podía culparlo? Como puede amar alguien que jamás ha sido amado?
- Ya has pensado en lo que te pregunté? - dijo el padre dándole la espalda, mirando el exterior a través de la amplia ventana.
- Ya te dije que no les ví las caras…
- Mira Diego - Senior se giró bastante mosqueado - Se perfectamente que me estás ocultando algo…
- El qué? Ya escuchaste a la policía. Serían dos ladrones que…
- Calla! - no gritó, no hacía falta - Te crees que soy imbécil o qué? Vi las cámaras de seguridad, está claro que iban a por tí. Querían venganza… no hay duda. Pero por qué?
Junior tragó saliba y miró al suelo. No quería seguir con aquella conversación. No es que hubiera desistido en devolversela a los ‘Custodes’, pero no quería inmiscuir a su padre. Sabía perfectamente de lo que era capaz y hasta donde podía llegar. Y aunque estuviera jodido por tener que vivir el resto de su vida con esa incómoda cojera no quería llevar en su consciencia la muerte de más seres humanos.
- Está bien si no quieres contarmelo, lo acabaré averiguando igualmente… Sabes perfectamente que puedo conseguirlo y porsupuesto, no te va a gustar… - Senior empezó a sacarse el cinturón mientras seguía mirando por la ventana. Abajo, al lado de la piscina, su mujer se paseaba en bikini mientras coqueteba descaradamente con el cubano que les cuidaba el jardín - zorra… - masculló entre dientes, empezándose a poner violento.
- Vale… te lo contaré. Pero con una condición…
- Cúal? - preguntó el padre sin escuchar lo que su hijo le decía. Ponerle condiciones a él? Pero como se atrevía ese niñato consentido.
Diego le contó a su padre absolutamente todo. De principio a fin, rezando porque volviera a ponerse el cinturón de nuevo en su cintura. Le contó cuando recibió la llamada de su amigo y le explicó lo que le había sucedido. Como él se ofreció en prestarle su ayuda. Como le incrustó el bate en la cabeza y mató a aquel chico sin querer cuando solo querían darles un susto a los dos gemelos. Y repitió las últimas palabras de los dos encapuchados… “Dale recuerdos a Martin y dile que con nosotros no se juega, escoría!”
- Entonces sabes quienes son? - preguntó el padre cada vez más violento viendo como su mujer acariciaba los músculos de aquel mulato.
- No les ví las caras… pero sé dónde encontrarlos… hay un club en el centro, se llama ‘Vercettis’…
- Perfecto… no necesito nada más - y sin mirarlo se dispuso a abandonar la habitación.
- Espera papá! - dijo Diego intentando ponerse de pie - Hace días que no consigo hablar con Martin… no responde a mis llamadas… podrías…
- … - Senior suspiró - Algún día deberás empezar a solucionar tus propios problemas Diego. Ya va siendo hora de que dejes de ser un niño mimado…
- Es que…
- Da igual… yo me ocuparé también de eso. Será lo mejor, no crees? Visto lo visto…
La dura mirada de su padre llena de condescencia y repugnancia lo dejó hecho una mierda. Se sentía completamente inútil, tanto física como mentalmente. No lloró, ya no le quedaban más lágrimas que derramar. Tan solo se quedó sentando y resignado sobre su cama, en silencio, tocandose las rodillas doloridas por encima de los vendajes y maldiciendo llevar el apellido de su padre.
Diego Senior tenía que volver al trabajo. Así que entró en el garaje, subió en su coche de gamma alta y pulsó el mando de la puerta levadiza. Al abrirse, vió al cubano enfrente que le saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Arrancó y lo atropeyó indiscriminadamente. El mulato cayó al suelo recibiendo un fuerte golpe en las piernas.
- Diegoooo! Pero que haces? - su mujer vino corriendo y ayudó a levantarse al magullado jardinero que por supuesto, ejercía al mismo tiempo de amante.
- No lo he visto… - contestó él sin bajarse del coche
- Cómo que no me vió? Si le saludé… - gritó el mulato entre los brazos de Inés.
- Ten! - Diego sacó un fajo de billetes de su bolsillo y se los tiró por la ventanilla - y no vuelvas más…
- Se puede saber que te pasa? - gritó su mujer enfurecida, acercandose al coche.
- Llama a la empresa y que te traigan a uno nuevo… - y antes de que la ventanilla se subiera del todo añadió - asegurate de follartelo antes, para saber si te gusta o no…
La mujer dió un salto cuando su marido salió disparado y se dispuso a unirse al caótico tráfico de la ciudad.
- Buenos días señor! - contestó una dulce voz a través del manos libres.
- Hola Blanca. Necesito que me hagas un favor…
- Lo que necesite… - dijo la secretaria insinuando que si él quería una mamada otra vez, solo tenía que pedirlo.
- Quiero que me busques información sobre un club… se llama ‘Vercettis’, está por el centro…
- Ahora mismo señor… - se empezó a escuchar el sonido de sus dedos encima del teclado.
- Estaré en la consulta en… 20 minutos, más o menos. A que hora tenemos la primera cita?
- Mmmm… espere un segundo… déjeme ver… tiene cita con la señorita Rivas del Valle, para… una consulta sobre su reciente operación de aumento de pechos.
- Kimberly? Perfecto… - dijo él relamiendose mientras recordaba la despanpanante venezolana - si llega antes que yo atiendela bien, es una cliente importante. De acuerdo?
- Si señor… así será…
Diego colgó el teléfono y se apresuró en llegar a la consulta. Kimberly Andreína Rivas del Valle era la nueva y exuberante mujer de Javier, uno de sus amigos del Club de Polo. Cuando la conoció ya pensó que era una mujer hermosa, pero despúes de pasar por sus manos, innumerables veces, se había convertido en una ‘bimbo mulata’ para quitar el aliento. El reputado cirugano plástico había invertido muchas horas de trabajo en aquel cuerpo. Cara, tetas, culo… todo había sido modificado. Había más plástico dentro de aquel cuerpo moreno que en toda la planta de embotellado de ‘Aguas Bezolla’
- Buenos días Kimberly - dijo Andrés al entrar en la consulta.
Ella se levantó sobre aquellos altos tacones y le dió dos sonoros besos con sus jugosos labios rojos llenos de vótox.
- Si eres tan amable de esperarme en mi despacho, no tardo nada. - sonrió Diego acompañandola de la cintura.
Ella sonrió y pasó dentro. Vestía un vestido blanco con estampados florales. Su culo y sus tetas desproporcinadamente grandes en conparación a su delgado y esbelto cuerpecito.
- Señor… lo que me pidió sobre el club… - Blanca le entregó una hoja con la localización del ‘Vercettis’
- Perfecto Blanca! - por cierto, añadió antes de entrar con la venezolana - Cuando termine con Kimberly, necesito que vengas un momento a mi oficina…
- Con o sin? - preguntó ella jugueteando.
- Sabes que me gusta que no las lleves puestas, es más, a partir de ahora no quiero que las lleves nunca más, entendido?
- Por supuesto - sonrió Blanca mientras empezaba a quitarse las bragas por debajo de la apretada falda.
Diego se acarició la poya mientras entraba en su despacho. Se le estaba poniendo muy dura. Y aún se le puso más cuando se quedó a solas con esa impresionante mujer.
- Bueno… tu dirás Kimberly… que sucede?
- Verá doctor…
- Vengaaaa vamoooos Kim!, llamame Diego… que soy el mejor amigo de tu esposo, recuerdas?
- Sí, perdona Diego. Es la costumbre. Verás es que desde la última operación he perdido sensibilidad en… ya sabes…
- En los pezones… ya. Es normal. - Diego se puso unos guantes de goma - A ver dejamelas ver…
La mujer, un tanto cohibida, empezó a bajarse los tirantes. Deslizó su vestido hasta la cintura y se desabrochó el sosten que debía ser la talla más grande que había en el mercado.
- Notas algo si hago esto - preguntó el doctor acariciando sus dos enormes globos.
- Si… el problema lo tengo en los pezones… - dijo ella un pelín excitada.
- A ver… - Diego agarró ambos pezones con sus dedos y empezó a estimularlos - notas algo?
- Si… la verdad que si… - su vagina empezó a mojarse poco a poco.
- Yo creo que no es un problema de sensibilidad - sonrió Diego con malícia.
- Entonces? Que es?
- El problema es el patata de tu marido Kimberly, jajaja. En cuanto lo vea ya le daré un par de clases de cómo se hace… no te preocupes - dijo él parando de tocarla y quitandose los guantes mientras le daba la espalda haciendo unas anotaciones en su ficha. - Como vas con el resto de operaciones? Algun problema?… pero… Kimberly! Que demonios… otra vez?
Cuando Diego se giró, la plastificada venezolana estaba completamente desnuda delante de él. Se acariciaba el coño mientras lo miraba con deseo. Cualquier otro profesional habría parado ahí. Además de estar trabajando, era la mujer de su mejor amigo. Pero Diego estaba hecho de otra pasta. No era la primera vez que se la follaba, ni tampoco sería la última.
- Así que quieres polla… eh? - dijo el desabrochandose el cinturón mientras ella asentia. - Todas las latinas soys iguales, lo sabías?
Diego la agarró y la tiró sobre la mesa. Mientras se bajaba los pantalones, empezó a darle latigazos con su cinturón. Se escupió en la mano, se frotó la polla y se la metió mientras ella gemía a cuatro patas.
- Te gusta zorra? Eh? - le preguntaba mientras le daba más fuerte con el cinturón.
- Si papi! Dame más duro! - gritaba ella mientras sus tetas de plástico se movían artificialmente hacía delante y hacía atrás.
- Joder me corro… aaaaah!
Ni dos tristes minutos. Eso es lo que duró el malvado ‘Dos Balas Padre’. Tenía todo lo que cualquier hombre pudiera desear, excepto las cualidades para ser un buen amante.
Diego era el típico perfil de ‘hombre de la alta sociedad’. De puertas hacía fuera, su vida era ejemplar y despertaba envidias por allí donde pasara. Era rico y tenía todos los lujos que uno pudiera imaginar, vivía en una casa espectacular en la mejor zona de la ciudad, era respetado y admirado por su trabajo. Estaba casado con una preciosa mujer y tenían juntos un hijo estudioso y responsable. Pero de puertas para adentro y exceptuando la parte económica, su vida era miserable. Su mujer no lo amaba y se acostaba con cualquier hombre que mínimamente la supiera tratar con cariño y su hijo, en fin, una decepción. No solo había tenido que abonar sus estudios en las escuelas privadas más caras de la ciudad, sino que también había tenido que pagar un extra para que pudiera aprobar.
Hablando de él, vayamos a ver que hacía ‘Dos Balas hijo’ en esos momentos.
- Andrés? - preguntó sujetando el móvil en manos libres.
- Quien eres? - respondió Andrés muy serio.
- Soy… Diego… no sé si te acuerdas? Del padel…
- Esto… si… si. El amigo de mi hermano. No?
- Si… te llamaba precisamente porque no consigo contactar con él. Estoy muy preocupado. Llevo ya un par de días llamándolo y no hay manera…
- Ya… escucha me pillas ahora en mal momento…
- Perdona, no quería molestar. Es solo que… no se como contarte esto…
- Oye Diego. Se lo que ha pasado… siento lo de tus… piernas.
- Cómo… como sabes eso?
- Escucha! Mejor quedamos y charlamos. Te parece? En la cafetería que hay al lado del Padel? En… una hora más o menos?
- Vale! Te veo allí… - Diego colgó e intentó ponerse en pie, pero no podía hacerlo solo - Mamáaaaaa… - nadie contestó - Mamáaaaaa veeeeen! - pero nada.
A dos habitaciones de distancia, sentada en la taza del vater, su madre curaba con delicadeza las heridas del cubano. Mirad si era buena persona que incluso le pidió perdón por los malvados actos de su marido. Cómo? Pues de la mejor manera posible, acariciadole las pelotas negras mientras se metía todo su rabo tropical dentro de la boca.
Diego hijo tuvo que hacer un esfuerzo inhumano por llegar a la calle. Tardó tanto en bajar, que el Uber casi se larga sin él, cansado de esperar. Almenos aquel risueño conductor pakistaní lo ayudó a subirse. El primer ser humano que le prestaba atención y era amable con él, aquella mañana. Cuando llegó a la cafeteria, el jóven hermano de su amigo ya lo esperaba.
- Joder Diego! Seguro que estás bien? Si lo llego a saber quedamos en tu casa y no te hago venir hasta aquí…
- No te preocupes… estoy bien - mintió el lisiado - además necesitaba salir a que me diera un poco el aire…
- Quieres tomar algo? - preguntó Andrés llamando al camarero.
- Traeme una limonada… bien fresca - el camarero asintió y se largó rapidamente - bueno… y qué? Sabes algo de tu hermano?
- Mi herma… - Andrés volvió a notar ese nudo en su garganta, la sudor fría y la rabia en sus puños cerrados.
- Que coño pasa Andrés? Me estás asustando - el camarero volvió con la limonada y preguntó si necesitaban algo más. ‘Dos Balas’ le indicó con la mano que se podía retirar.
Cuando recibió la noticia, se quedó blanco y paralizado. No se lo podía creer. No podía ser cierto. Se lo tuvo que preguntar varias veces para poder empezar a asumir que jamás volvería a ver a su amigo.
- Quien fué? - preguntó al fin.
- El mismo que te disparó a las piernas - contestó Andrés sin vacilar. Recordemos que Marc le había mentido acerca de quien apretó el gatillo.
- Quiero hablar con él…
- No creo que acepte Diego y en caso de que fuera así, jamás quedaría contigo a solas…
- Lo imagino, por eso yo tampoco iré solo! Podrás hacerlo?
- Concertarlo dices? Puedo intentarlo… sí.
- Perfecto…
El vínculo de sangre que unía a Andrés con su difunto hermano acabó pesando más que la amistad que tenía con los ‘Custodes’ y más que el amor que había empezado a sentir por su ex cuñada. Podía llegar a entender por qué lo habían hecho, era simple supervivencia en el fondo. Además Martin no ofreció más opciones, al final eran ellos o él. La ley de la jungla y ganó el más fuerte. No obstante y aunque no buscara venganza personal, no iba a detener a quien sí la estuviera buscando.
Diego, el hijo no, sino el que follaba como un conejo; terminó su jornada laboral. Después de la venezolana, atendió a un par de clientas más que acudieron en su ayuda y pidieron presupuesto para hacerse una liposucción. Despúes disfrutó durante unos pocos minutos de una buena mamada por parte de Blanca, su secretaria y se largó. Tenía que ver con sus propios ojos el club que le había dicho su hijo.
Cuando llegó ya era de noche y tal y como esperaba el local estaba cerrado. Bajó del coche y se acercó hasta quedarse enfrente de la puerta. Observaba el cartel y la persiana pintada preguntandose cuando abririan. En internet no había información al respecto y tampoco en la entrada del local.
- Ostras el famoso ‘Vercettis’…
- Has venido alguna vez o qué? Me han dicho que es la poya! - dos desconocidos paseaban por la calle y ‘Dos Balas’ puso la oreja al escuchar que hablaban del local.
- No… está guapo o qué? - preguntó el otro jóven chaval.
- Buah! Un compañero del curro estuvo el sábado pasado y no veas… Por lo que me contó, guapo es poco. El que viene nos tenemos que venir como sea… vas a flipar colega!
- Chicos… perdonad! Eh Chicos! Un segundo! - Diego se acercó corriendo hacía ellos.
- Te podemos ayudar en algo? - dijo el más alto.
- He escuchado que hablabais del ‘Vercettis’… sabéis cuando abren? - preguntó intentando parecer simpático.
- Si… pero no sé si será mucho tu royo, colega… - contestó el chaval mientras observava las pintas del pijo. Su colega más bajito no pudo evitar empezar a reir.
- Cómo dices? - la aparente simpatía de ‘Dos Balas’ se desvaneció de golpe.
- Digo que no es tu royo tío! Es que no te has visto las pintas o qué? No serás un puto madero, no?
- No… - Diego tuvo que contenerse, deseaba golpear a ese cretino con todas sus fuerzas. Chusma de barrio. - Solo estoy interesado en averiguar cuando abren…
- Vale… dame el peluco y te lo digo… - el chaval alto hizo un amago como si buscase algo en su bolsillo.
- Eh tranqui! No quiero problemas… mejor me largo vale?
- Eso largate pijo… - empezó a gritarle mientras Diego se alejaba - Puto maricón de mierda jaja
Algo en el cerebro de Senior hizo click. A su mente vinieron antiguos y crudos recuerdos de su infancia. ‘Maricón de mierda’ eso es lo que decía siempre su padre cuando quería humillarlo. Palabras que siempre iban acompañadas de una paliza. Apretó los puños con fuerza, recordando la hevilla de su padre marcandose a la fuerza sobre su piel, el olor a alcohol de su aliento, sus horribles y fuertes carcajadas. El sonido de su cremallera bajandose.
- Pero que te pasa… buscas bronca o qué? - el jovén alto sacó una navaja y se la mostró al viejo que venía decidido hacía él.
‘Dos balas’ no dijo absolutamente nada. Agarró con determinación la muñeca donde sujetaba el arma y con la otra mano lo agarró del cuello.
- Pero que haces hijo de puta? - dijo el chico mientras sus pies no tocaban el suelo y su espalda golpeaba con fuerza la pared de la calle.
- Cuando abren? - volvió a preguntar esta vez asegurandose una respuesta. El chaval más bajito salió corriendo por patas.
- Vale vale joder! Relajate… - el vacilón ahora estaba acojonado. Tuvo que soltar la navaja ya que la presión que ejercia sobre su muñeca le estaba cortando la circulación.
- Cuando abren? - volvió a repetir él empezando a ponerse cachondo. Su inconsciente atormentado había conseguido, con el tiempo, asociar la violencia con la excitación.
- Los sábados… - el chaval se estaba ahogando - Abren los sábados… suelta… no… no puedo respirar.
- Así que maricón eh? - susurró Diego mientras acercaba su boca a la del tembloroso chico.
Miró a ambos lados de la calle, no pasaba nadie. A la izquierda del chaval que empezaba ya a tener la cara morada, había un viejo portal. Empujó con la mano y vió que estaba abierto. Volvió a mirar a ambos lados asegurandose que nadie lo viera y lo empujó dentro. Se agachó, cogió la navaja y entró tras de él.
No vamos a explicar lo que sucedió tras la puerta de aquel viejo edificio. No fué agradable, ni lo más mínimo. Como una historia contada en bucle hasta la eternidad, el hijo repitió los mismos errores que su padre había cometido en el pasado. No era la primera vez que hacía algo así y desgraciadamente era muy probable que tampoco fuese la última. La noche era oscura y solitaria. Las silenciosas calles un desierto de asfalto. Nadie vendría al rescate de ese pobre chico, cuyo destino estaba a punto de ser marcado de por vida. La pregunta estaba clara. Sería lo suficientemente fuerte como para superarlo? O por el contrario sucumbiría y se volvería malvado? Acaso había tenido la opción de elegir? No.
No se puede, al menos el 95% de las veces.
- Quien es? - preguntó Mónica descolgando el interfono - Holaaa! Si sube… por supuesto!
- Que pasa Sister? Quien es? - Noe acababa de levantarse, como lo haces cuando te levantas de una larga siesta, sin saber que día és, ni dónde estás, ni como te llamas.
- Es Andrés… - sonrió ella mientras se peinaba delante del espejo y se limpiaba los dientes con el dedo - me huele el aliento?
- Noooo… - contestó la hermana mayor bostezando.
Andrés picó a la puerta y entró dentro del piso. Recibió el ilusionado abrazo de Mónica sin mucho ánimo, pero sin despreciarlo.
- A que vienes? - preguntó Noe que hacía mucho tiempo que había decidido que era mejor parecer borde a ser una falsa.
- Tengo que hablar con…
- Andrés? Que coño haces aquí? - Marc apareció en ropa interior. Igual de sobado que su novia. Se rascaba la cabeza extrañado por la presencia del jóven chaval.
- Podemos hablar en privado? - preguntó el chico intentando quitarse amablemente de encima a Mónica.
- Si… supongo que sí. Vamos a la cocina, necesito un puto café.
Mientras los dos chicos entraban en la cocina, la hermana mayor aconsejó sabiamente a la menor de que no se hiciera ilusiones. No sirvió de mucho la verdad. Aunque Noe tenía una especie de sexto sentido para aquellas cosas, su hermana era demasiado inocente como para ver la realidad. Se la podían estar meando encima y diciendole que llovía mientras ella desplegaba el paraguas esperando tranquilamente a que escampara.
- Tú dirás… - dijo Marc sentandose en la silla y soplando la taza que sacaba humo del café recíen hecho.
- Hoy he visto a Diego… quiere hablar…
- Estarás de coña verdad?
- No… está muy jodido Marc. A duras penas se mantiene en pié.
- Que pena no? Se lo preguntamos a Cisco a ver que opina? Te parece?
- No he venido a discutir…
- Entonces a que has venido?
- Solo intento acabar con esta puta locura. Evitar que haya más muertos, ya está bien joder!
Marc observó al jóven chaval. No podía evitar sentir pena por él. Si supiera que habían robado el cuerpo de su hermano de la morgue y que ahora dormía el sueño eterno recubierto de cemento entre dos paredes. Quizás tenía razón. Quizás había llegado el momento de parlamentar.
- Mira Andrés… no quiero desconfiar de tí. Pero no soy idiota sabes? Hasta un puto ciego vería la encerrona a kilometros de distancia.
- Acaso crees que el se fía de tí?
- No debería… hace bien - dijo Marc hablando en serío mientras le daba un sorbo a su café. Se quemó la lengua.
- Ya. Si te soy sincero, no esperaba que dijeras que sí…
- Tú o él?
- Los dos…
- Sabe lo de tu hermano?
- No… - mintió Andrés
- Pues nada… supongo que no tenemos nada más que hablar.
Marc se levantó e invitó educadamente a que la inesperada visita se largara de su casa. Cuando abrió la puerta, las dos chicas casi caen al suelo, estaban pegadas a la madera intentando escuchar de que hablaban.
- Piensatelo almenos… - insistió Andrés antes de que el ‘Irlandés’ cerrase la puerta.
- Dile a ese bastardo que si lo vuelvo a ver solo dispararé una vez y ya no me quedan más rodillas sanas que joder de por vida - dijo Marc intentandose hacer el duro.
- Ya… mensaje captado… adiós - Andrés se fué con la misma energía que había entrado.
Mientras el jóven chico bajaba las escaleras en silencio y los puños apretados. Marc tuvo que dar explicaciones urgentemente a las dos nerviosas chicas.
- Ni de coña vas a ir… que se ha pensado ese hijo de puta? Qué somos idiotas o qué? - Noe observó a su novio meditaba alguna cosa mientras bebía café - No me jodas que te lo estás pensando?
- Y si Andrés no miente? Y si realmente quiere terminar con todo esto?
- No me jodas vida! No me creo que puedas ser tan inocente, pero no ves lo que está intentando? No valemos nada para esa gente, está claro que están tramando una encerrona. Dime por favor que no estás pensando en…
Marc no escuchaba nada. Desconectó por completo. Se quedó solo con su café y sus pensamientos. Entendía la preocupación de su novia y no le quitaba la razón. Pero por otro lado, era el primero que deseaba terminar con aquella espiral de violencia. Ya había provocado demasiado daño, dos heridos y un muerto ni más ni menos. Suficiente condena que llevar a la espalda para un chico de barrio.
No había decidido nada aún, pero sin duda una duda se instauró sin permiso y sin avisar en su cabeza. Era posible que pudieran zanjar el conflicto para siempre sin derramar más sangre? Ojalá fuera cierto.
- Rubia… acabo de ver tus llamadas. Que te cuentas? - Laia se levantó de la cama sin saber muy bien si desayunar o cenar.
- Hola amiga! Sí… es que quería pedirte un favor - Miare hablaba por teléfono delante de la nevera abierta, con la misma duda que la amazona.
- Por supuesto dime… - dijo Laia mordiendo una manzana y sirviendose una copa de vino.
- Es sobre el ‘Swap Society’, tu conoces a los dueños verdad?
- Siiii… el que lleva el local es un viejo amigo. Por qué lo preguntas?
- ‘Cilencio… Eztoy cazando conejos!’ Je je
- ‘Qué hay de nuevo viejo?’ Jajajajaja
- Que son esos ruidos? Va todo bien?
- Sí tranquila… solo son Gemma y Guille con uno de sus jueguezitos… - contestó Laia emitiendo un suspiro lleno de cansancio.
Mientras la amazona tomaba un trago de vino blanco e intentaba hablar con Miare, detrás suyo sus dos compañeros de piso montaban un escándolo de campeonato. Gemma tan solo vestida con unas braguitas que llevaban una cola de conejo de mentira cosida en la parte posterior, llevaba puestas unas orejas igualitas a las de Buggs Bunny. Corría por toda la casa entre risitas y gritos mientras Guille la perseguía totalmente en pelotas y sujetando una escopeta de juguete.
- Callaos putos locos! Qué no oigo nada… - Laia reía viendo a sus amigos hacer el gilipoyas, al parecer Elmer había acorralado al conejo y parecía que al fin iba a cazarlo por primera vez en su vida - Escucha… con estos dos es imposible. Quedamos mañana y hacemos un café?
- Vale. A las diez en el bar del mercado? Va bien?
- Perfecto… - dijo Laia - y si no te importa, te voy a colgar. Buggs Bunny necesita mi ayuda…
Miare se quedó mirando su movil sin entender muy bien que diablos pasaba en aquella casa. Al final se decidió por servirse un baso hasta arriba de leche semi desnatada y se sentó a tomarla en el taburete enfrente de la cocina americana.
- Ensayando pa’ mañana o qué? - rió Masi mientras se sentaba a su lado.
- Jajajaja que burra eres - dijo la rubia con la comisura de sus labios blancos, llenos de leche.
Pasada la Avenida Diagonal, frontera física que divide la ciudad entre pobres y ricos. ‘Dos Balas’ llegó a casa. Era ya de madrugada cuando intentaba poner la llave dentro de la cerradura. Su boca apestaba a alcohol, su entrepierna lo hacía a verguenza. Despúes de cada acción siempre llega una reacción. Por eso bebía tanto.
- Otra vez igual… estoy harta me oyes? - Inés abrió la puerta y se quedó mirando aquel despojo humano que no podía apenas mantenerse en pié.
- Déjame en paz… - balbuceó Diego que entró dentro de su casa dándo tumbos.
- Se puede saber dónde diablos estabas? Crees que estas son horas de llegar a casa? Joder Diego! Tienes una família o es que lo has olvidado?
- Callateeee! - gritó él tirandose en el sofá.
- Si sigues así no me dejas otra opción eh! Acabaré pidiendo el divorcio.
- Eso… vete de mi casa, joder… vere con el muerto de hambre del mulato ese y déjame en paz de una puta vez, zorra come pollas!
Inés se fué llorando escaleras arriba a encerrarse en su habitación. Mientras su hijo, en la cama escuchaba la bronca y rezaba para que su padre estuviera lo suficientemente hebrío como para que no pudiera subir a zurrarlo.
Como dijimos al principio, de puertas para adentro, su vida era miserable. Era un ser despreciable, un lobo con piel de cordero. Un monstruo despiadado disfrazado de Armani.
Un psicópata que ya había fijado cúal sería su siguiente objetivo. Algo terrible estaba a punto de golpear la puerta de nuestros amigos que pondría a prueba los límites de su entereza y su instinto de supervivencia.
Continuará…