Colegas de pajas y sus ardientes novias

Espero que así sea, en cuanto al reto de los refranes le iba a sugerir que me esfuerzo en averígualo si me concede estar en alguna de las fantasias de los chicos, sobre todo con las dos rubias jajaja
 
Que locura de relatos, son increíbles. Lo que más me mola es que hayas sido capaz de meter a Miare, mi musa. Cada vez que se la follan en un relato acabo vaciandome.
 
Que locura de relatos, son increíbles. Lo que más me mola es que hayas sido capaz de meter a Miare, mi musa. Cada vez que se la follan en un relato acabo vaciandome.
Por eso la puse, yo también estoy obsesionado con esa rubia jajaja. Me alegro que disfrutes compañero! Un abrazo
 
Ya no sé muy bien qué pretende Ron_Artest... imagino que Jordi no morirá, pero si queda vivo no tendría mucho sentido el haberlo herido... me tienes descolocado. Y Marta... llegará a la ciudad andando por medio del campo, sin saber ni siquiera dónde está? O si las luces que ve a lo lejos son de Barcelona? Será al "Lobo de los Cárpatos" a quien llamará Diego "Dos balas" alias "El Carnero"? Me dejas con muchas preguntas, espero al siguiente capítulo.
 
Última edición:
“Malo. Y ahora me volví más malo. Por todo lo que ha pasao’. Al que se pase de ‘verga’ lo dejamos agujereao’. Que yo vengo encabronao’ y que mire pa’ to’ los laos’ y mi vieja me bendice pa’ que vaya con cuidao”

COLEGAS DE PAJAS Y SUS ARDIENTES NOVIAS
Capítulo 40 - Familia


“AUUUUUUH”
“AUUUUUUH”
  • Venga cariño jajaja… devuelvemelo! Solo quiero saber si va todo bien…
Marc le quitó el teléfono de las manos y empezó a negar con la cabeza. Habían acordado que nada de móviles. Acababan de salir de la ducha y la música sonaba a todo trapo.

“No vine aquí para hacer amigoooos, pero sabes que siempre puedes contar conmigoooo. Dicen de mí que soy un tanto animal, pero en el fondo soy un sentimental”

Noe empezó a cantar junto a su novio, mientras bailaban frente al espejo entelado del cuarto de baño.
“Mi familia no son gente normal, de otra época y corte moral. Que resuelven sus problemas de forma natural. Para qué discutir, si puedes peleaaaar”

Los dos gritaron muy fuerte esa última estrofa. Noe reía a carcajadas mientras sujetaba su peine a modo de micrófono.
“Dame una sonrisa de complicidaaad, toda tu vida se detendráaaa. Nada será lo miiiiismo, nada será iguaaal. Ya sabes, feo, fuerte y formal!”
  • Jajajaja estás loco - reía ella mientras miraba a su novio viviendo la canción como si fuera una estrella del rock.
“En el calor de la noche, a plena luz del díaaaa. Siempre dispuesto para alegrarte el díaaaa. Hombre de bien a carta cabaaal y como el duque Feo, Fuerte y Formal!”

Noe se subió encima del retrete y empezó a señalar con el dedo como si cantara frente a un estadio lleno de miles de personas.
“Mi fama me precederá, hasta el infinito y más allá. Y vive Dios que escritó está. Si te doy mi palaaaabra no se romperáaaa”

En un despiste de su novio, que ya se preparaba para el estribillo. Agarró el teléfono y salió disparada del cuarto de baño riendo como un niño que acaba de hacer una travesura. Encendió su móvil aún con la sonrisa en su cara y se sentó sobre la cama desecha. De fondo Marc seguía el concierto cantando lo más fuerte que podía.

La idea era comprobar que todo iba bien y volver a apagarlo. Estaban siendo unos días maravillosos. Quizás el mejor colofón posible a sus vacaciones y eso que el listón estaba muy alto. Vosotros, queridos lectores, lo sabéis mejor que nadie.

De pura y auténtica felicidad, su rostro pasó a denotar sorpresa e incredulidad. La cantidad de llamadas y mensajes era abrumadora. De sorpresa, pasó a preocupación. Justo cuando entró en el grupo de wasap de los ‘Custodes’ y por fin, sucedió. Volvió la Noe que todos conocemos.
  • Qué ha pasado? Quien ha sido el hijo de puta? Martaaaa! Deja de llorar joder!… Dónde está Jordi? Dónde cojones se lo han llevado? - al otro lado de la línea solo se escuchaban los llantos de su amiga.
  • Qué pasa? - Marc salió de la ducha preocupado al escuchar los gritos. Mientras, en el cuarto de baño un público entregado le pedía fervientemente un ‘Bis’
Por supuesto Marta no estaba sola. Alrrededor de ella, sus amigos intentaban darse apoyo y consuelo entre todos. Eran como una família, así que si una de ellos sufría, sufrían todos por igual. La chica era incapaz de hablar, un nudo en su garganta le impedía decir nada. La misma persona que aquella misma madrugada la había recogido de en medio del bosque, agotada, deshidratada y asustada. Cogió su teléfono y contestó por ella.
  • Gemma! Que cojones está pasando?
  • Volved ya! Os necesitamos aquí, me oyes? No tardéis demasiado… os lo pido por favor.
Recogieron sus cosas, las cargaron al maletero y salieron disparados de vuelta a la ciudad. Pasarían unas semanas antes de que el ‘Irlandés’ fuera consciente. Pero era neceserario, debían darse prisa. Dos radares, 300 euros de multa y 4 puntos menos en el carnet, que más le daba? No le importaba una mierda, su amigo estaba en grave peligro.

Mientras volvían al ‘Vercettis’ a toda velocidad, parecían los mismissimos Bonnie and Clyde, como si estuvieran huyendo de algo o de alguien. Gemma les ponía al día de todo lo que había pasado en las últimas 24 horas.

La noche anterior, Marta corrió hasta que sus pies dijeron basta. Miraba su móvil desesperada por encontrar cobertura, pero no había manera. Cuando el sol empezaba a salir perezosamenre por encima del mar, se desplomó de rodillas sobre el suelo. Tenía la boca seca y pastosa, las plantas de los piés ensangrentadas, la respiración entrecortada. Levantó la cabeza sin esperanzas y vió a lo lejos a un par de ciclistas que subían la cuesta lentamente, acercandose a ella. Por puro instinto empezó a hacerles gestos con los brazos, pidiendo auxilio como lo haría un naufrago en una isla desierta. Pero rapidamente cambió de idea y gastó las últimas fuerzas que le quedaban para ocultarse entre unos matorrales, al margen del camino.

Pedir ayuda era lo correcto en ese momento pero no para ella. Y si aquellos hombres llamaban a la policía? Qué les diría cuando llegasen? Cuantas preguntas debería responder? Cuantos delitos debería ocultar?
Si vives según las normas y cumples con lo establecido, el sistema te respaldará y cuidará de tí a cambio de ser su esclavo de por vida. Los ‘Custodes’ habían decidido ser libres, estar fuera de la ley, actuar según sus propias normas y por supuesto, tenían que apechugar con las consecuencias.

Marta observó a los dos ciclistas pasar de largo. Se sentía mareada y con nauseas. Estaba a punto de perder el conocimiento. En un último intento, empujada por la fe, volvió a mirar su teléfono. Tenía una ‘rallita’ y muy poca batería.
Gemma se despertó al escuchar el sonido que avisaba de un nuevo mensaje recibido. Bostezando, agarró su teléfono. Era Marta, le acababa de mandar una localización y un mensaje muy corto, pero muy claro: ‘Ayuda’. Se vistió lo más rápido que pudo, pasó por enfrente de la habitación donde Laia y Guille seguían roncando, agarro las llaves de su coche y salió de casa mientras se ponía los zapatos.

Paró en mitad del camino de tierra. Justo cuando el GPS le indicaba que había llegado a su destino. Pero allí no había nadie. Bajó del coche y decidió llamar a su amiga. Incluso llegó a sonreir, pensando que se trataba de una broma. Una muy pesada, pero buena broma al fin y al cabo.
Escuchó en silencio, daba tono pero nadie contestaba. Cuando se lo despegó de la oreja para colgar, oyó cerca el ‘ring ring’ de un móvil sonando. Sin terminar la llamada, fué siguiendo el sonido y al final encontró a su amiga. Estaba tirada sobre la maleza del bosque. Sucía, descalza, su vestido roto y sudado. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta. Sujetaba el teléfono con su mano izquierda, como si se aferrase a su última oportunidad de seguir con vida.
  • Marta! Marta! - Gemma corrió hacía ella muy asustada. Parecía muerta. - Marta Joder! Me oyes?
Puso el dorso de su mano cerca de su boca. Suspiró aliviada cuando notó su aliento. Le levantó los párpados y vió como sus púpilas se movían. “Aguanta tía, ahora vuelvo” le susurró. Volvió rápidamente al coche. Sacó de la guantera una botella de agua medio llena y regreso con su amiga.
  • Abre la boca… así… muy bien… - le dijo mientras le daba de beber.
Marta empezó a toser compulsivamente. Y se incorporó de golpe. Miró con los ojos muy abiertos a su amiga mientras recuperaba el aire. Luego le quitó la botella de las manos y se la bebió de golpe, sin apenas respirar.
  • Eh! Despacio, más despacio… - Gemma sonreia mientras le colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.
  • Jor…di… Jor…di - decía una y otra vez Marta volviendo poco a poco a la vida.
  • Que le pasa a Jordi? Está en peligro?
  • … - Marta asintió. Empezando a llorar de tal manera que volvería a deshidratarse en pocos segundos.
  • Dónde? Está muy lejos?
Marta señalaba en dirección opuesta por dónde había corrido toda la noche. La ‘Insurgente’ tuvo que tomar una decisión rápidamente con la mínima información posible. Cargar con su amiga e ir en busca de su novio no era una opción viable. Primero de todo, ella estaba en las últimas. Necesitaba más agua, necesitaba comer, descansar y curar sus heridas. Y Segundo, ‘peligro’ podía significar muchas cosas. Sobretodo despúes de las últimas experiencias vividas. Debía tener mucho cuidado en tomar decisiones precipitadas. Estaba sola, no iba armada, solo le quedaba una solución.

Marta se resistió como un animal salvaje cuando su amiga la obligó a entrar en el coche y se puso en marcha dirección a la ciudad. Pero Gemma fué paciente, se lo hizo entender, repitiendole muchas veces que no era una buena idea ir en misión de rescate. “Debemos reunir a los demás, es lo más inteligente…” le decía una y otra vez.

Los ‘Custodes’ acudieron a la llamada sin dudarlo ni un solo segundo. Como siempre, el lugar del encuentro fué el ‘Vercettis’. Una vez allí, mientras Marta comía y bebía sin parar, se enteraron poco a poco de lo que había sucedido. El ambiente era sombrío y tenso, especialmente para Manolo y Rosa, los asustados padres sufrían en silencio por su hijo secuestrado.
  • Por qué te metes por aquí? El club está en la otra dirección. - dijo Noe señalando el carril que había cogido su novio cuando estaban entrando en la gran ciudad.
  • Antes de ir, tengo que pasar por casa de mi padre…
Noe no dijo nada más. Sabía perfectamente porque su novio quería ir a casa de Iñaki, el ex guardia civil de su padre.
Despúes de lo que Gemma les acababa de contar, lo iban a necesitar, no había duda.
Aparcaron el coche y Marc le pidió que esperara dentro. Subió rapidamente las escaleras. Abrió la puerta y entró en el recibidor.
  • Aitaaa! Soy yo… - Marc entró en el salón - Aita?
En el piso no había nadie. Se aseguró de que así fuera, revisando todas las habitaciones, una por una. Luego entró en el despacho de su padre y se fué directamente a la pequeña caja fuerte de la pared. Mientras ponía la combinación se fijó en la foto en blanco y negro enmarcada que había justo encima. Iñaki , muy jóven y de uniforme, aparecía sonriente junto a sus antiguos compañeros, sujetando entre todos una Ikurriña.
Mientras Marc cargaba el revolver, pensaba en los cojones que tuvo que tener su padre, para ejercer de Guardia Civil en el país Vasco durante aquella época de conflicto armado.

Agarró un puñado más de munición y se la guardó en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Cerró de nuevo la caja fuerte y se largó. Antes de salir de casa, por eso, se paró un momento enfrente de una foto de su difunta madre. Se besó dos dedos y tocó la imagen, pidiendole su protección, estuviera donde estuviera.
  • Vasco tenía que ser, jajajaja - reía un amigo.
  • Pero si es de Vitoria, este! Tiene de Vasco lo que yo tengo de monagillo… - gritaba otro.
  • Iros al monte, anda! Que soys unos Maketos! Aguuuur - reía el padre de Marc saliendo del bar.
  • Ostias Iñaki! No es ese tu hijo?
Iñaki se giró y vió a su hijo saliendo de su bloque. Andaba rápido y convencido, mientras se colocaba algo en la parte posterior de su cinturón y miraba hacía ambos lados con cara de preocupación. Algo le olió mal. No era intuición de padre, era deformación profesional. Cuantas veces de patrulla había visto esa expresión en las caras de esos chavales radicalizados? Se puso las gafas de ver de lejos y entonces se dió cuenta, justo cuando Marc se subió al vehículo. Iba armado.

Se dió prisa en llegar a su coche, que estaba aparcado en la acera de enfrente. Arrancó y empezó a seguirlo. Se puso las gafas de ver de cerca y llamó a un compañero del cuerpo en activo.
  • Hola Joaquín! Perdona que te moleste… pero necesito tu ayuda. Mi hijo está metido en problemas…
  • Lo que necesites Iñaki! Ya lo sabes…
No pasó mucho rato desde que Marc y Noe se reunieran con sus amigos, cuando alguien golpeó cinco veces la puerta del club. Todos se giraron de golpe asustados, uno de ellos sujetaba detrás de su espalda la culata de una arma con determinación.
  • Quien es? - preguntó Marc acercandose a la puerta mientras con la otra mano les indicaba a sus compañeros que se mantuvieran detrás de él.
  • Soy yo… - contestó una voz al otro lado de la puerta.
Por qué la gente contestará ‘soy yo’ cuando alguien pregunta quien es? Es estúpido. Ya se que tú eres tú.
Marc abrió la puerta, dispuesto a descargar el cargador por completo. Ante él apareció Andrés y detrás suyo Diego hijo, apoyado sobre sus dos muletas. Por qué se lo ponían tan fácil?

Antes de que nadie pudiera decir nada, Marc agarró del cuello a ‘Dos Balas’ y empezó a empujarlo, cruzando toda la acera hasta que lo tuvo tirado sobré el capó de un coche aparcado.

Sus ojos eran los de un perro rabioso, sus dientes chirriaban de lo apretada que tenía la mandíbula. Su mano izquierda ahogaba cada vez más fuerte el cuello de ese hijo de puta y el dedo índice de su mano derecha acariciaba el métalico gatillo, deseando un motivo, un simple motivo por el cúal no tener que matarlo ahí mismo.
  • Para joder… para un momento! - Andrés tiraba con todas sus fuerzas del brazo del ‘Irlandés’ pero no podía moverlo. Estaba tan tenso que parecía hormigón.
  • Hemoooss…. Ve… venido…a.. a.. avisaaa…rooos - gemía Diego con la cara color violeta, mientras intentaba quitarse esa mano gigante de su cuello.
  • Avisarnos dices! - Marc sacó el arma y le puso el cañón encima de la frente.
Noe y Gemma salieron disparadas hacía la calle. Pidiendole que parase. No estaban solos, alguien podía verlos. Debían ser cuidadosos. Él levantó la cabeza. En la acera de enfrente un matrimonio jóven que empujaba un carrito de bebé, miraban curiosos la escena intentando saber que estaba sucediendo. Luego miró a su derecha. Un viejo bajaba la calle apestando a vino ráncio y a paso lento, mientras jugueteaba con un palillo entre los labios.
  • Vamos hijo de puta! Tu y yo tenemos cosas de que hablar…
Diego recuperó el aliento de golpe, cuando le soltaron el cuello. Se pusó en pié lo más rápido que puso y entró dentro del club mientras podía sentir el cañón del arma en sus riñones. Andrés entro despúes de ellos, mientras Gemma y Noe le agarraban de los dos antebrazos y se aseguraban que nadie hubiera visto nada.

Miare y Masi, al verlos entrar, se llevaron a Marta a la cocina. No querían que sufriera más, almenos durante un rato. Marc sentó violentamente a Diego sobre una silla y Andrés se puso a su lado.
  • Lo siento… - sollozó el cojo cuando vió a Cisco quieto en la silla de ruedas - Cuando Andrés me dijo que estabas vivo, te lo juro que dí gracias a…
Creo que ni George Foreman hubiera sido capaz de dar ese golpe de derecha en sus mejores tiempos. A ‘Dos Balas’ le saltaron dos dientes de golpe y un chorro espeso de sangre que cayó por encima de la mesa, manchandolo todo. Fran y Manolo sujetaron a Marc con todas sus fuerzas y se lo llevaron de la sala antes de que soltara el segundo golpe que ya estaba cargando en ese justo momento. El cojo aún no se había recuperado, cuando Rosa se avalanzó sobre él y lo tiró al suelo, la silla se rompió cuando la gorda madre cayó encima.
  • Dónde está mi hijo? Que le habéis hecho? Contesta! Contestaaaa! - lo sujetaba del cuello de la camiseta y golpeaba su cabeza contra el suelo. Llorando desesperadamente.
Hicieron falta cuatro personas para levantarla. Y no era a causa del peso, sino más bien era una cuestión maternal. Lisa, Mónica, Guille y Laia se la llevaron haciendo un esfuerzo sobrehumano. Aquella mujer parecía estar poseída por el mismisimo diablo.
Gemma ayudó al cojo a levantarse del suelo mientras Noe acercaba otra silla. Desde la cocina, aún se podían escuchar las maldiciones de la madre y los gritos de Marc.

En la silenciosa sala de conciertos quedaban solo cinco personas. Dos chicos, a los que les había quedado muy claro que no eran bien recibidos, esperaban asustados y en silencio a que alguien les diera permiso para hablar. Dos chicas, las únicas que parecían capacitadas para comportarse como dos seres humanos, pues eran las únicas que mantenían la calma en esos momentos, se sentarón enfrente de ellos mientras se encendían un par de cigarros. Gemma cruzó las piernas mientras daba una larga calada. Noe volteó la silla y apoyó sus brazos sobre el respaldo, tirando la ceniza sobre el suelo. Por último, un chico en silla de ruedas se acercó lentamente al otro inválido y le tendió la mano.

Las dos reinas se lo quedaron mirando. Tras el humo de sus cigarros. Sin decir nada, sin mostrar expresión alguna, sin estar de acuerdo con él, pero comprendiendolo todo. Diego, aún mareado por los golpes, apretó la mano que Cisco le ofrecía, creyendo que esa era la forma en la que un asunto se daba por zanjado.
  • Hay cosas peores que no andar. Como no poder huir de ti mismo - aquellas fueron las primeras y las últimas palabras que las dos amigas escucharían salir de la boca del gemelo.
Diego no contestó. Tan solo miró a los ojos de aquel silencioso chico, mientras le agarraba la mano. Ese gesto no era perdón, era equilibrio. Aquella simple frase cayó sobre el cojo, afilada como un cuchillo. Fué devastadora. No era solo venganza, era verdad, cruda y dura verdad. Fué la única vez que habló, y no lo hizo para cerrar una herida… sino para abrir la última.

Cisco ya estaba de espaldas, alejándose, en completo silencio otra vez, como siempre lo había hecho. Para ‘Dos Balas’ el tiempo se había detenido por completo. Esperaba redención, algo mínimamente humano. Pero lo que recibió fué una sentencia.
Se sentía desnudo, expuesto. Parecía como si Cisco pudiera ver dentro suyo y se lo dijera sin filtros. Entendió a la perfección aquellas duras palabras. No podía huir de sí mismo, ni con piernas, ni sin ellas.
No podía hacer nada más que tragarse el poco orgullo que le quedaba y tragar veneno. En su interior, la rabia y la culpa chocaban. Durante un segundo sintió que lo merecía. Otro segundo después, se odiaba aún más. Su rostro se quebró.
No lloraba, pero algo en su mirada cambió. Se dió cuenta de que todo lo que hizo… no tenía perdón, ni siquiera el suyo propio. Aquellas palabras no lo condenaron, sencillamente le mostraron quién era en realidad.
  • A ver… por dónde empiezo… - meditó Noe mientras le daba una calada a su cigarro - Ahora mismo tengo muchas preguntas que hacer, pero muy poca paciencia…
  • Si hemos venido es porqué…
  • Calla! - le interrumpió señalandole con el dedo - Dame un solo motivo por el cúal no llame ahora mismo a Marc y te meta dos tiros en el puto pecho!
La voz de Noe no era agresiva ni elevada. No le hacía falta. Podía conseguir que aquellos dos cretinos se mearan de miedo en los pantalones con tan solo mirarlos.
  • Ayer por la noche… - empezó a contar Andrés - Me llamó Diego. No este - añadió señalando al cojo - sinó su padre…
  • Tu padre es quien tiene a Jordi? - preguntó Gemma sacando una bocanada de humo inmensa.
  • Si… lo tiene en una cabaña, cerca del parque de atracciones del tibidabo…
  • Por qué? - volvió a preguntar.
  • Quiere usarlo como cebo… Os llamará en unas horas, para negociar su liberación, pero no debéis confiar. Es una trampa…
Las dos amigas se miraron, sin decirse nada. Noe miró al destartalado muchacho de nuevo y no pudo evitar sonreir.
  • Una trampa? En serio? Me estás diciendo que has venido hasta aquí. Te has metido de lleno dentro de la guarida del lobo. Te has dejado ahogar y encañonar con un arma, te has dejado golpear hasta quedarte mellado y luego mi silencioso amigo te ha humillado con una simple frase… solo para decirnos algo que ya sabíamos? - Noe miró a Gemma.
  • Este chaval es gilipoyas… - le contestó ella y las dos amigas empezaron a reir a carcajadas
  • Basta! - gritó Andrés levantandose de la mesa.
Rapidamente Gemma se levantó y clavó un chuchillo de cocina, que llevaba escondido, encima de la pequeña mesa redonda. Se quedó mirando fijamente al jóven muchacho con el cigarro encendido entre sus labios. No se relajó hasta que Andrés se hubo sentando y le pidió disculpas.
  • Deberías tener más cuidado con lo que dices… Gemma no es muy tolerante con las muestras de agresividad, verdad amiga?
  • Si no te calmas te calmo yo… estamos? - la ‘insurgente’ se sentó y volvió a esconder el cuchillo.
  • Lo siento… de verdad. Sabía que esto iba a ser difícil… Joder!… más aún si veniamos los dos juntos… Pero pensé que el simple hecho de estar aquí, demostraría nuestras intenciones…
  • Y qué intenciones son esas? - preguntó Noe.
  • Hay que parar a mi padre… sea como sea…
Las chicas se quedaron mirando fijamente a Diego. Él les devolvía la mirada y apretaba sus puños con fuerza encima de la mesa. Por un momento pensaron que decía la verdad.
  • Como os decía antes… Ayer me llamó su padre. Necesitaba ayuda…
  • Fué idea mía llamar a Andrés…
  • Exacto… así que cogí el coche de mi… - Andrés tragó saliba - de mi hermano… y me fuí hasta la localización que me había mandado. Cuando llegué estaba furioso, fuera de sí. Como si se hubiera metido un rallote de farlopa…
  • Vistes a Jordi?
  • Jordi está bien… - respondió Diego.
  • No te lo pregunto a tí. Se lo pregunto a él!
  • Jordi está bien Noe. Dice la verdad…
  • Marta escuchó disparos cuando salió corriendo - dijo Gemma fijandose en la reacción de los chicos.
Los dos chicos se miraron. Sin saber muy bien que responder. Al final Diego confesó que el ‘bilingue’ no estaba tan bien. Les explicó detalladamente lo que había sucedido durante el forcejeo.
  • Pero no es preocupeís, mi padre es cirujano plástico y…
  • Y que va a hacer gilipoyas? Ponerle unos pómulos nuevos? Joder Noe! Tenemos que ir ya! No podemos perder más tiempo…
  • Gemma joder! Piensa un poco… - se atrevió a interrumpirla Andrés, tentando demasiado a la suerte - Diego sabe perfectamente que iréis a por él, lo supo en el mismo momento en que Marta se escapó… os estará esperando.
  • Y qué más da? Él está solo, nosotros somos más de diez. Que coño va a hacer? … Por qué os miráis? Qué carajos pasa?
  • Mi padre piensa que ahora mismo estamos en… digamos… una misión de reclutamiento… Nos mandó buscar refuerzos.
  • Si van a venir los mismos cobardes encapuchados que el día del Castillo de Montjuic - dijo Noe apagando su cigarro - seguimos teniendo la ventaja de nuestro lado.
  • No. Esta vez no. - contestó Andrés con tono lúgubre - No estás luchando contra el… - tragó saliba otra vez - el estúpido de mi hermano esta vez. Diego tiene contactos Noe, gente muy peligrosa…
  • Os suena el nombre de… - añadió ‘Dos Balas’ con tono misterioso - ‘El Lobo Gris’?
Laia, que había estado escuchando toda la conversación, pendiente de que a sus dos ‘hermanas’ no les pasara nada malo, salió rapidamente de la cocina. Sabéis cuanta distancia hay de Barcelona a Madrid? Son 620 kilómetros. Sabéis cuando tardaríais aproximadamente en llegar si fuerais andando? Unos 25 días. Y de Barcelona a San Pertersburgo? Unos seis meses de viaje como mímimo. Podéis llegar a entender lo grande que es el mundo? Pues a veces es del tamaño de un pañuelo.
  • Qué haces hermana? - preguntó Gemma mientras observaba a su amiga buscar algo por el suelo, cerca de la barra del bar.
  • Aquí estás! - gritó desenvolviendo la pelota que había hecho con el cartel de ‘se vende’ el día anterior.
Las dos reinas no entendían que demonios estaba haciendo la amazona. Puso el papel arrugado sobre la mesa y señaló el número de teléfono. Ella miró a los dos chicos fijamente a los ojos, ellos miraban fijamente a su escote.
  • De que conoce tu padre a Vlad?
  • A quien? - preguntó Diego desconcertado.
  • Al ‘Lobo’. De qué lo conoce?
  • No tengo ni idea… solo me dijo dónde podía encontrarme con él. Y, por cierto - dijó Diego mirando el cartel de ‘se vende’ - Es justo el local de…
  • Aquí al lado… lo sé! - se adelantó Laia
  • Como sabes tú eso? - preguntó Gemma.
  • Ya te lo contaré hermana!… Lo primero es lo primero. Habéis contactado con él?
  • Por supuesto que no - contestó Andrés - precisamente por eso estamos aquí. Para avisaros de lo que está tramando. Queremos acabar con esto de una vez… estamos… - el jóven miró hacía al suelo, seguramente recordando a su hermano caído - estamos hartos de tanta violencia. Hay que parar, evitar que haya más muertos…
Noe escudriñó con la mirada al chaval. No sabía nada de lenguaje verbal, no podía demostrar científicamente si decía la verdad o estaba mintiendo. Pero su intuición nunca le había fallado, así que se fió de ella, por enésima vez.
  • Si volvéis sin refuerzos… sospechará. No es buena idea… Qué estás pensando, Laia? - preguntó encendiendose otro cigarro.
La amazona daba vueltas a la mesa, sujetandose la barbilla y frunciendo el ceño.
  • Llámalo…
  • Pero…
  • Diego, escucha. Noe tiene razón. Ahora mismo tu padre dispone de toda la ventaja. Tiene a Jordi, sabe que vamos a ir a por él y se está preparando para nuestro contrataque. Si ve que los rumanos no llegan…
  • Rumanos? - preguntó Gemma sin entender nada.
  • Sí… ya te lo contaré, joder… Si tu padre vé que los refuerzos no llegan, no sabemos como reaccionará… nos arriesgamos a que huya o algo peor…
  • Entonces que hacemos? - preguntó Andrés.
  • Concertad una cita con él, decidle que es urgente. Yo iré con vosotros y le convenceré…
Laia estaba convencida de poder conseguirlo. Creer en ti mismo es bueno, te puede llevar a alcanzar metas que parecían imposibles. Te puede llevar a coronar la cima más alta de la montaña más escarpada del mundo pero has de aceptar que también puedes tropezar, caer por su desfiladero y acabar en una caja de pino. La amazona era consciente de ello y asumió el peligro. Como hemos dicho en muchas ocasiones, no le temía a nada ni a nadie.

‘Dos Balas’ marcó el teléfono y habló con el mafioso. Por lo que las tres amigas oyeron, conocía muy bien a Diego padre.
La mujer del ‘Lobo’ había pasado por las manos del cirujano varias veces y se negó a cobrarle todas y cada una de las operaciones. Diego no era iditoa, hace años, cuando el rumano se presentó en su clínica por primera vez con su mujer, se había informado previamente de quien era aquel peculiar hombre con accento de europa del este y sabía que era más valioso tenerlo como socio que como cliente.
Nunca sabes cuando vas a necesitar la ayuda de la mafia. Cuando vas a tener un problema que no puedas solucionar legalmente, cuando vas a necesitar que alguien desaparezca misteriosamente. Por eso el cirujano hizo lo que hizo. No se trataba de una cuestión de altruismo, no es que fueran amigos, simplemente le debían un favor. Y ahora, iba a cobrarselo. Así son los negocios. Así funcionan las cosas.
  • Dice que nos puede recibir ahora mismo… - contó Diego una vez hubo colgado el teléfono. - Dice que está aquí…
  • Aquí al lado! Perfecto! Pues no perdamos el tiempo…
  • Voy contigo! - dijo Gemma escondiendose el cuchillo de cocina debajo del tejano y sujetando su cigarrillo en los labios.
  • Y yo! - se unió Noe crujiendose los nudillos de su mano.
  • Ni de coña!… voy a ir sola y punto. Si algo sale mal… - Laia miró a los dos chicos que se estaban levantando de la mesa, uno mucho más rápido que el otro - es mejor que solo cojan a una de nosotras.
  • De acuerdo - dijo Noe pensando que era muy sensato lo que su amiga acababa de decir - Pero si no vuelves en media hora… - miró a los dos chicos que ya se dirigían hacía la puerta - os arrancaré las pelotas a mordiscos, me oís?
Andrés y Diego asintieron. Sabían perfectamente de que esas chicas no se andaban con rodeos. Hay mucho perro ladrador que no muerde nunca, pero los ‘Custodes’… mejor no jugar con ellos. Eran como una família, si eras tan idiota como para joder a uno, a los pocos minutos se plantaban enfrente de la puerta de tu casa todos los demás para joderte la vida… de por vida. Cómo cantaban Noe y Marc esa misma mañana:
“Mi familia no son gente normal, de otra época y corte moral. Que resuelven sus problemas de forma natural. Para qué discutir, si puedes peleaaaar”

Laia se despidió de sus amigas con una gran sonrisa y un saludo militar. Salió a la calle dispuesta a cumplir su misión. Dió tres pasos y ya había llegado a su destino. No serviría para un guión de la saga ‘Misión Imposible’ pero es lo que había.

La puerta de hierro del local contiguo al ‘Vercetti’ no tenía timbre, solo una cámara colgando del techo como un ojo tuerto. Al rato de golpear con los nudillos, se escuchó el sonido pesado de varios cerrojos corriéndose. La hoja metálica se abrió lentamente, revelando a dos hombres kosovares con camisetas negras ajustadas, brazos como patas de mesa, y tatuajes viejos mal borrados en el cuello. Ambos llevaban pistolas visibles, cruzadas en la cintura como si fueran parte del uniforme.
  • Buenas tardes, tenemos cita con vuestro jefe - dijo Andrés sin tener ni puta idea de cómo hablar con criminales.
Los dos guardias se miraron sin apuro. Uno de ellos levantó las cejas, mientras el otro soltó algo en albanés, entre risas apagadas, mirando descaradamente el escote de Laia.
  • Ka cica sa dy shishe rakie - dijo uno de ellos sujetando un cigarro con su dedo pulgar e índice.
  • Ato cicat mund të mbajnë një familje - rió el otro haciendoles un gesto seco con la cabeza, indicandoles que lo siguieran.
Al cruzar el umbral, se notaba de inmediato que el local no era para el público. No había barra, ni luces cálidas, ni decoración bohemia. Solo un recibidor con suelo de mármol gris y una luz cenital blanca, casi quirúrgica. En las paredes, cámaras. En una esquina, una vieja máquina de café industrial funcionando sin parar. En otra, una mesa con tres sillas de oficina baratas y un cenicero lleno de colillas.

Todo olía a tabaco fuerte, metal y sudor.
Al fondo, había un pasillo con puertas cerradas. Detrás de una de ellas se escuchaba música balcánica y alguna risa masculina. El local era más grande de lo que parecía desde fuera, como un animal que esconde la panza bajo tierra.
Uno de los kosovares empujó una puerta camuflada en la pared, como una trampilla disfrazada. Una escalera de cemento armado descendía en espiral, mal iluminada por focos industriales colgados con cableado a la vista.

Mientras bajaban, Laia observó que ese local era calcado al ‘Vercettis’, misma distribución, misma bajada. Pensó en lo incréible de que a solo unos centímetros de ladrillo, estuviera en otro mundo. A un lado de la pared sonaba jazz, al otro lado olía a plomo. Andrés y Diego no decían nada. Estaban demasiado tensos como para hacerlo.

Al llegar al final de las escaleras, otra puerta metálica se abrió sola desde dentro. Y ahí estaba Vlad "el Lobo de los Cárpatos".
Sentado tras una mesa de roble inmensa, oscura, con las patas talladas en forma de garras. Calvo, con la cabeza brillante como un huevo pulido, y un cuerpo ancho como un armario. Fumaba un puro grueso, sin prisas, exhalando el humo como si no fuera a parar dentro de sus pulmones. Llevaba una camisa blanca abierta hasta el tercer botón, revelando gruesas cadenas de oro y un tatuaje desdibujado que se asomaba en su pecho. Sus ojos, pequeños y oscuros, no parpadearon cuando fijó la mirada. La luz del sótano estaba colocada expresamente para que les diera en la cara a sus invitados, mientras él permanecía en las sombras.

A su lado, una escopeta recortada apoyada con toda la naturalidad del mundo. Sobre la mesa un cenicero con colillas aplastadas con rabia, un viejo teléfono fijo y una pila de sobres cerrados con nombres escritos a mano.
Nadie dijo nada, ni los chicos, ni sus hombres. Todos sabían perfectamente quien tenía el turno.
  • Quien de vosotros es el hijo de Diego? - dijo con voz ronca, como si tragara grava mientras contemplaba el enorme puro en su mano.
  • Soy… yo… señor… - dijo asustado ‘Dos Balas’ temiendo porqué su mote pasara a ser ‘Dosmil Balas’
‘El Lobo’ observó de arriba a abajo a ese enclenque muchacho. Hacía tiempo que no veía a Diego, pero recordaba perfectamente como era, nunca olvidaba una cara. Parecía que la genética no había favorecido a su vástago.
  • Y bien? Qué necesitas muchacho? - preguntó de nuevo el mafioso sin alterarse ni lo más mínimo.
Laia miraba a Diego mientras intentaba hablar. Se entrecortaba, no era conciso, no se expresaba bien. Así que tomó la iniciativa y le contó todo a aquel viejo sin escrúpulos. El humo de su puro flotaba denso. La habitación estaba cargada. La escopeta recortada seguía sobre la mesa, como un perro dormido. Vlad no había cambiado de postura. Los dos chicos seguían de pie, nerviosos. Laia, en cambio, tenía los brazos cruzados y la mirada firme.

‘El Lobo’ soltó una carcajada áspera. Golpeó la mesa suavemente con los dedos, como si marcara el compás de su impaciencia.

- Entonces, déjame entenderlo. Tú vienes de parte de tu padre, pidiendo que mate. Y tú vienes… para decirme que le dé la espalda - dió una calada profunda - Qué divertido es el mundo.

Los kosovares se ríeron, como perros obedientes adiestrados a base de castigos.
  • No lo ha entendido. Mi padre me dijo que usted le debía un favor. Por su mujer…
  • Blestemat copil bogat și obraznic… - gruñó ‘El Lobo’ dando una patada contra la mesa - Mira hijo… - le amenazó con el dedo - yo no le debo nada… a nadie. Como mucho, ahora que sé lo que sé de tu padre, le debo silencio. Pero no sangre?…
  • Pero es que yo no quiero que usted le ayude…
Mientras Diego hijo se hacía un lío explicandole de nuevo el propósito de su visita. Laia se tomó la libertad de acercarse a la mesa. Automáticamente los dos kosovares la apuntaron con sus fusiles. Cualquier otra persona en el mundo hubiera levantado las manos y retrocedido. Laia, en cambio, las apoyó encima de la mesa, exigiendo. Miró al diablo de tú a tú.
  • Señor Draganescu, disculpe la confusión. No he sabido explicarme correctamente. Lo que quería decirle antes es que los tres estamos aquí por el mismo motivo. Evitar que muera gente. Lo que Diego planea es una masacre.
  • Y a mí… ¿qué me importa? - contestó sonriendo - Diego es rico. Rico de verdad. Y yo un humilde hombre de negocios. Por qué iba a traicionarlo entonces? Acaso me puedes ofrecer algo mejor, chica?
Laia se tomó un segundo. Inspiró hondo. Apoyó su culo sobre la mesa, desafiante y segura de sí misma. Sus palabras salieron suaves, pero afiladas como un cuchillo.
  • Tiene usted razón, no lo voy a negar. No tengo su dinero. No tengo su bonita casa, su lujoso coche, ni su clínica, ni sus putas de catálogo… - Laia acercaba lentamente su mano hacia la del mafioso, arrastrandola por la mesa sensualmente - Pero tengo algo que él no tendrá nunca.
Vlad levantó una ceja, notando una erección brutal que hacía años no sentía. Ni con su plastificada mujer, ni con ninguna de las prostitutas que tenía a su servicio.
  • Y qué es eso? - sonrió, acercandose a ella. Su enorme barriga apretada contra el canto de la mesa. Sus cadenas de oro balanceandose entre su pecho peludo.
  • Pelotas! - gritó Laia de repente.
Con una mano le agarró las cadenas de oro y con la otra cogió la escopeta recortada y se la puso contra la cara. Los dos guardas empezaron a gritar en su lengua materna mientras le hacían gestos para que soltara a su jefe. Este en silencio, seguía sonriendo mientras jugaba con el puro entre sus dedos. Sus ojos, oscuros como carbón mojado, no parpadeaban.

Se recostó en la silla, mientras Laia lo seguía encañonando. Se subió el puro a la boca y lo encendió de nuevo. Se le dibujó una media sonrisa torcida, como si acabara de acordarse de un viejo chiste que ya no hacía gracia.
  • La última persona que me apuntó con una arma… acabó sin dedos… - Soltó una inmensa humareda y miró a los ojos a la chica. Le gustó su mirada, era intensa. Le gustó como sujetaba el arma, no temblava. Le recordó a cómo era él cuando era jóven. Y por Dios, era más bonita que la mismísima Ileana Cosânzeana - Pero he de reconocer… que me gustan los… - sonrió y le pidió disculpas a la bella dama - las mujeres con pelotas.
  • Entonces hay trato? - preguntó Laia devolviendo la sonrisa.
  • Bueno… acaso tengo otra opción?
‘El Lobo’ empezó a reir a carcajadas y sus dos perros se relajaron al fin. Laia bajó el arma y la dejó sobre la mesa. Había mucho que hacer y poco tiempo. Mientras ella le contaba lo que había pensado que podían hacer, el viejo mafioso la observaba enbelaso. Aquella chica era perfecta, lo tenía todo. Era hermosa, exhuberante. De grandes pechos y caderas anchas. Era lista, atrevida y fría como la misma muerte. Que pena no tener 20 años menos. Se hubieran comido el mundo juntos, sin duda.
  • Iñaki… tenemos problemas - dijo el Guardia Civil sentado en el asiento del copiloto consultando un ordenador portátil.
  • Que pasa? - contestó el vasco con las dos manos en el volante.
  • Esos chicos, los que salieron del local donde entró antes tu hijo… los conoce?
  • No lo sé Joaquin… Marc y yo no hablamos mucho que digamos… por qué lo dices?
  • Espero que no los conozca… por qué el local donde acaban de entrar, el que está justo al lado. Llevan años investigando al propietario… y menuda pieza - silbó el agente consultando el historial - Chantaje, extorsión, trata de blancas, drogas… Pero el cabrón es como una serpiente escurridiza… no hay por dónde pillarlo.
  • En qué mierda andas metido, hijo… - susurró el padre preocupado sin dejar de vigilar la puerta del club.
Lejos, en mitad del bosque. Dos hombres de distintas edades mantenían una conversación. Uno estaba atado a una silla vieja de madera. Sin camiseta y con una venda manchada de sangre atravesando su abdomen. Miraba hacía el suelo, con el ojo izquierdo hinchado y amoratado por los golpes recibidos. El otro, de pié y enfrente de él, sujetaba una pistola mientras con la otra mano reproducía entre risas los videos de la cuenta de onlyfaps de su rehén.
  • Vaya pedazo de maricón que estás hecho - ‘El Carnero’ reía a carcajadas viendo el video de Jordi y Marc haciendose una paja juntos - y este?… Joder! Te dejaste follar el culo por ese viejo en las duchas? En serio te gustan tanto las pollas? - Diego le mostraba la escena que grabaron en el gimnasio de Tomás - Que asco me das…
  • No de..as lo …mo, cu…do…
  • Grita más hijo de puta! No oigo lo que dices…
Diego agarró el pelo de Jordi y le levantó la cabeza con violencia. El chico, aunque en un estado lamentable, sonréia. Recordaba lo poco que duro aquel cabrón, cuando le metió la polla en la boca durante la fantasía de las dos rubias, la noche en que se conocieron en el ‘Swap’. Se ganó un par de puñetazos directos a la nariz por tal osadía.

‘Tirorioooo tirorirooo, tiroriii ro riiii’
  • Dime! Lo habéis arreglado?
  • Si papá. Vamos camino hacía la cabaña.
  • Cuantos hombres?
  • Dos…
  • Te dije que trajeras más! Pedazo de mierda!
  • Lo siento… ‘El Lobo’ no disponía de…
  • Déjalo! No esperaba mucho más de tí, la verdad… estoy acostumbrado a que seas una constante decepción… es más si te soy sincero, estoy realmente sorprendido que hayas conseguido traer solamente a dos…
‘Dos Balas’ no contestó. Ni sintió. Estaba tan destrozado por dentro que ya nada le afectaba. Quizás sea lo único bueno de tocar fondo, ya no puedes hundirte más. Su padre le colgó el teléfono y lo dejó sobre una mesa cercana. Luego cogió el de Jordi que estaba justo al lado y se lo pasó por delante del rostro para desbloquearlo. Buscó el grupo de wasap y detuvo su dedo pulgar justo encima de la opción de videollamada de grupo.
  • Bueno! Ha llegado la hora… aunque esta vez no van a salir pollas en el video… ajajajaja
El grupo de amigos, que justo en ese momento planeaban juntos lo que iban a hacer para recuperar a Jordi de las garras de ese desalmado, miraron sus teléfonos cuando todos empezaron a sonar al mismo tiempo. Su amigo les estaba llamando. Que estaba ocurriendo? Se preguntaron todos mirandose entre ellos. Algunos pensaron que quizás había escapado, motivados más por la esperanza que por la realidad. Otros temían lo peor, imaginando su cuerpo sin vida.

Solo uno apretaba los puños con dureza, lleno de rabia y sed de venganza. Marc, fué el primero en entrar en la llamada.
  • Buenas tardes queridos ‘Custodes’ - la voz de Diego era insolente, llena de sorna.
En las pantallas de sus dispositivos podían ver a Jordi sentado sobre la silla. Estaba hecho una mierda. Súcio, lleno de moretones, la cara hinchada llena de sangre. Diego reía mientras una multitud de amenazas e insultos salían por los altavozes. Dejó que se desfogaran, con tranquilidad. No tenía ninguna prisa. La sarten la sujetaba él. Más bien, él era la propia sartén.
  • Veo que os alegráis de conocerme, al fin - dijo cuando se hizo el silencio, filmaba a Jordi mientras le pasaba el cañón de su pistola por su mejilla - Pero creo que sería mejor si nos conocieramos en persona… no pensaís lo mismo?
  • Voy a matarte hijo de puta! - gritó Marc con todas sus fuerzas.
  • Tranquiloooo grandullón! Relájate! - Diego puso el cañón dentro de la boca de Jordi - Supongo que ya sabréis dónde estoy… Marta os lo habrá contado… no es así guapa?
Ella no pudo decir nada. Dejó el teléfono encima de la mesa y se tapó con ambas manos la cara, echandose a llorar. Gemma agarró su movil y colgó la llamada rapidamente. Luego la abrazó mientras le acariciaba el pelo con suavidad.
  • Ya veo… - rió Diego - Debo reconocer que cuando huistes me puse un pelín nervioso. Pero luego pensé… que más da? Qué me pueden hacer una panda de niñatos de mierda?
  • Estaríamos encantados de demostrartelo! Te lo aseguro - le amenazó Marc - Solo dí… Dónde y Cuando? Si quieres saber hasta donde podemos llegar…
  • Jajajaja… Crees que me impresiona tu teatrillo de tipo duro? Sigue, vamos… ten cojones… - Diego cargó el martillo de su pistola. Un movimiento leve en el gatillo y Jordi sería solo un recuerdo.
Noe tapó la boca de su novio antes de que pudiera decir nada más. ‘Cálmate, ahora no vida. No es el momento’ le decía, casi rogandoselo.
  • Así me gusta, que le hagas caso a tu novia chaval. Se te ve más cómodo en este papel, la verdad. Siendo un puto calzonazos sin pelotas…
Guillermo ayudó a Noe como si fueran dos artificeros. Pues el ‘irlandés’ parecía que iba a estallar en cualquier momento. Era una bomba de relojería a punto de explotar y el cabrón del ‘Carnero’ jugaba con él, cortando los cables al ‘tuntún’ sin importarle una mierda de que color fueran y si todos salían volando por los aires.
  • Quieres decir algunas palabras a tus amiguitos? Eh! Maricona?… contesta! Vamos! - Diego le daba golpecitos con el arma en la cabeza. Pero Jordi no decía nada - Bueno… parece que no está de muy buen humor… En fin. Si queréis recuperarlo. Esta noche a las doce en punto. En el Templo Expiatorio del Sagrado corazón. Os diría que no intentarais nada raro, pero no serviría de nada… así que… Gane el mejor, supongo.
La llamada se cortó de repente. El silencio se hizo en el club. Los que necesitaban llorar, lo hicieron. Los que quisieron consolar, abrazaron. Los que ardían en furia, destrozaron cosas. Solo unos cuantos se mantuvieron firmes, solo unos pocos tuvieron la frialdad de seguir en pié.

Iñaki y Joaquin seguían esperando en el coche, a una distancia prudencial. Empezaban a estar nerviosos. Desde que Laia había vuelto a entrar en el club y los dos chicos se habían marchado con esos dos hombres de aspecto sospechoso. No había pasado absolutamente nada. Pasó la mañana sin cambios, pasó la tarde igual de aburrida y por fin, justo cuando ya empezaban a perder las esperanzas. Sobre las 11:00 de la noche, empezó a haber movimiento. Iñaki encendió el motor del coche. Marc y un grupo de doce personas más salieron del local a toda prisa y se dividieron en cuatro coches. Fran y Cisco se quedaron en la retaguardía, cubriendo sus espaldas.
  • Aquí unidad 0-3-Bravo-Charlie. Solicito apoyo inmediato, posible código 100 en curso. Sospechosos armados, situación inestable. Repito: posible 100, arma de fuego a la vista. Actúo con cautela. Preciso refuerzos urgente.
  • Pero que haces Joaquin? Acordamos nada de refuerzos, Joder! Es mi hijo…
  • Lo siento capitán… es el procedimiento.
  • Y deja de llamarme capitán, estoy retirado…
Los amigos conducieron en silencio hasta su destino. No hubieron palabras de ánimo, ni un plan al que dar un último repaso. Solo había una solución posible al problema actual y no era más que arrebatarle la vida a ese despreciable hijo de puta.

Aquella noche de verano envolvía la ciudad con una calma espesa. En lo alto del Tibidabo, el silencio era abrumador.
Ni una risa, ni un paso, ni una brisa. Solo el susurro de los árboles bajo la estatua del Cristo que dominaba Barcelona con los brazos abiertos y los ojos cerrados.

La explanada frente al Templo Expiatorio del Sagrado Corazón parecía desierta. A un lado, el parque de atracciones dormía como un monstruo viejo, apagado. En medio de esa quietud, un coche de alta gama, negro, opaco como el azabache, estaba detenido. Motor encendido. Faros apagados. Como si esperara el fin del mundo.
Dentro, un hombre terrible, de presencia densa como el humo, sostenía a su rehén con una tranquilidad escalofriante. No había prisa en sus gestos, ni tensión en su respiración. Solo poder. Y desprecio.
El rehén tenía los labios partidos, las manos atadas y la mirada nublada por algo más que dolor. Resignación..
Entonces, el silencio se rompió como cristal.

Cuatro coches aparecieron casi al mismo tiempo, uno detrás de otro, sin luces, sin ruido de música ni gritos. No habían subido hasta el mirador para tomarse unos tragos y contemplar la ciudad dormida. Venían a ajustar cuentas. Se detuvieron en fila, sin necesidad de órdenes. Las puertas se abrieron como parte de una coreografía sorda.

Diez sombras bajaron. Algunos con bates envueltos en cinta negra, otros con cuchillos largos y curvos como colmillos.
Y uno solo, el más inestable de todos, ocultaba una pistola en el cinturón, escondida bajo una camiseta vieja que no combinaba con su mirada, vacía y furiosa.

Vinieron a por su amigo. Y no pensaban negociar.
El malnacido del coche lo entendió sin levantar la ceja. Abrió la puerta trasera con la punta de los dedos y salió despacio, tirando del rehén como quien baja del coche con una bolsa de basura que aún se mueve. El rehén tropezó al pisar el asfalto, pero nadie lo ayudó.

A pocos metros, otro coche observaba. En silencio.
De él bajaron dos chicos jóvenes, con la mandíbula apretada y los ojos cargados de propósito. No eran soldados. Eran actores. Y porsupuesto no venían solos.

Dos kosovares les seguían, firmes como bloques de cemento. Uno masticaba algo. El otro solo miraba, pero su mirada parecía pesar más que cualquier cuchillo en la escena.
La tensión era un hilo de cobre a punto de chispear.
Y el cielo sobre el Tibidabo no decía nada.
Solo el Cristo, desde lo alto, parecía mirar sin intervenir.
Como si supiera que allí, a pocos pasos del altar, iba a decidirse el destino de varios pecadores.


El silencio pesaba como el plomo.
Los dos bandos se miraban a través de la explanada como si el suelo ardiera entre ellos. Nadie hablaba. Nadie se movía.
Las armas descansaban en las manos como prolongaciones de sus propias almas. Torcidas, temblorosas, decididas.
Solo el rehén respiraba fuerte, como si cada bocanada de aire doliera más que la anterior.

A un lado, los diez que venían a recuperar a su hermano.
Olfateaban el aire como lobos. Sudor, gasolina, miedo.
Sus ojos no buscaban diálogo. Buscaban justicia.
O algo que se le pareciera bajo la luz de dos farolas rotas.

Frente a ellos, el ‘Carnero’. Maldito sea el momento en que se cruzó en el camino de los ‘Custodes’, sabía perfectamente como acabaría esa noche. Por eso había pedido refuerzos. Por eso estaban a su lado lo dos kosovares que observaban al bando contrario, sabiendo muy bien lo que debían hacer. Parecían estatuas talladas en hielo, como si aquella situación fuera un día más en la oficina. Los dos chicos que venían con ellos sabían que no estaban en el lado correcto. Pero debían seguir fingiendo.

El rehén se sostenía como un espantapájaros a medio construir.
Una paloma cruzó el cielo. Nadie la miró.

Y entonces ocurrió…
Nada.

Y ese “nada” lo fue todo. Ese segundo infinito en que todos saben que algo está por romperse. Donde los cuchillos tiemblan, las mandíbulas crujen, y los ojos buscan al primero que parpadee. Un segundo de guerra suspendida en el aire.
Un duelo sin disparos. Un poema sin voz.
Porque a veces, la batalla no empieza con una palabra.
Sino con la ausencia de ella. Y allí, bajo el Cristo del Tibidabo, todos esperaban a que alguien dijera la primera palabra.
  • Devuelvenos a Jordi y terminemos con esto de una vez - Gritó Noe.
  • Quien de vosotros disparó a mi hijo? - contestó Diego.
  • Fuí yo! - gritó Marc - Yo soy al que quieres, así que dejalo ir - estaba dispuesto a dar su vida por él.
  • Alto! No des un paso más - Diego apuntó con el arma sobre la sien de Jordi cuando vió que Marc empezaba a andar hacía él - No he terminado muchacho… - sonrió despiadadamente - Quien de vosotros mató a Martin?
Al mismo tiempo que Marc volvía a hablar. Noe sujetó la muñeca de un tembloroso Guillermo y le ordenó que mantuviera la boca cerrada. No era el momento de hacerse el héroe, no para él.
  • Vaya! Eres un auténtico campeón por lo que veo… - Los kosovares rieron, sin saber muy bien el porqué. Gajes del oficio supongo.
  • No me siento orgulloso de ello, ni de lo que le hize a tu hijo, simplemente hize lo que debía hacer…
  • Y ahora estás dispuesto a dar la vida por tu amigo?
  • Así es…
  • Vaya huevazos tienes colega! Jajajaja - Diego paró de reir de golpe y puso a Jordi delante suya, sin dejar de apuntarlo - He dicho que no des ni un paso más… o me lo cargo.
  • Está bien… tranquilo… tranquilo - Marc levantó las manos en alto.
  • Vas armado? - preguntó Diego asomando los ojos tras el hombro derecho de Jordi.
  • No…
  • Súbete la camiseta y date la vuelta, vamos!
Marc hizo caso. A pocos metros, su novia pasaba disimuladamente la mano detrás de su espalda. No había disparado jamás un arma, pero no iba a fallar, eso estaba claro. Su objetivo no era darle al blanco. En el mismo momento en que Marc pusiera a salvo a Jordi. Noe sacaría el arma y apuntaría a Diego y los traicioneros kosovares, aprovechando la sorpresa, desarmarían a Diego. Lo que pasaría luego, no lo habían planeado, no hacía falta pues decidieron dejar cabida a la imaginación. Aunque no sería rápido, eso estaba claro.
  • Contento? - preguntó Marc con las manos aún en el aire.
  • Vuelve con tus amigos, pedazo de mierda… - dijo empujando a Jordi - y despidete de todos de mi parte!
Había llegado el momento y Diego cargó el martillo de su arma. En cuanto Jordi estuviera lo suficientemente lejos, sus secuazes del Este abrirían fuego sobre esa panda de malnacidos. Los mataría a todos, lo tenía decidido.

Jordi andaba lentamente, cansado, dolorido, magullado. No podía enfocar muy bien la vista, por la gran perdida de sangre. Veía borroso a su amigo acercarse en dirección opuesta en la que iba él. Cuando estuvieron a pocos centímetros se sonrieron con ternura y justo cuando Marc iba a tirarlo sobre el suelo para protegerlo. Aparecieron los ‘picoletos’.

Andrés y Diego hijo se llevaron las manos a la cabeza con sus miradas llenas de pánico y empezaron a correr. Tres coches patrulla aparecieron de repente creando un ruido estruendoso. Las luces y las sirenas rompiendo el hermetismo de aquella reuníon. Noe desenfundó el arma y disparó varias veces llena de ira hacía su enemigo, gritando como si estuviera poseída, mientras Gemma tiraba de su brazo para llevarsela. Los Kosovares empezaron a cruzar fuego contra las fuerzas del estado, uno calló desplomado sobre el suelo al instante. El otro gritó algo en su idioma natal y se llevó la vida de tres polícias antes de reunirse con su compañero.

Diego vació el cargador contra Noe mientras huía hacía su coche. Gemma se puso en medio para salvar a su amiga y tres balas impactaron de lleno en su cuerpo, una en el muslo derecho, otra en el abdomen y la tercera le rozó el cuello.
Las balas seguían surcando el aire, todos gritaban y maldecían, los motores de los coches se encendieron, el chirrido de las ruedas y el humo sobre el asfalto. Huían en desvandada.

Dentro de aquel caos. El tiempo se había detenido para el ‘Irlandés’. Permanecía de pié en medio de aquella locura. Podía escuchar de lejos los gritos que lo llamaban. Ver las balas cruzando lentamente a su alrrededor, la gente corriendo a cámara lenta despavorida. Y entonces. Se dió cuenta.

Ante él, su viejo amigo se sujetaba el pecho con las dos manos, cerca del corazón. Estaba asustado. Los dos lo estaban. La sangre le brotava a borbotones y parecía como si quisiera evitar que su alma escapara de la prisión de su cuerpo.
  • No joder! No… - Marc sujetó el cuerpo de su amigo cuando se desplomó sobre el suelo.
La furia y la ira de sus ojos se habían desvanecido por completo. No albergaba un deseo irreflenable de venganza, no quería golpear, ni disparar, ni matar. No sentía nada. Estaba vacío por dentro. Alzó la cabeza y empezó a gritarle al cielo, como si alguien pudiera escucharlo desde ahí arriba. Pidió desesperadamente a un Dios inexistente que no se llevara a su amigo. Pero era demasiado tarde.

Jordi no dijo nada. No tuvo una últimas palabras llenas de significado que Marc podría recordar hasta el fin de sus días. No se despidió, no le pidió nada. Tan solo esbozó una sonrisa mientras se desangraba entre los brazos de su amigo.
Recordó cuando eran pequeños y andaban siempre metidos en lios, como aprendieron a hacerse adultos, descubriendolo todo, siempre juntos. Las drogas, la sexualidad, las primeras chicas, el primer amor… Marta. Recordó a Marta. Exactamente la primera vez que la vió. Aquella tarde de otoño fría y triste. Pudo sentir de nuevo aquella sensación tan enbriagadora recoriendo su cuerpo. Lo preciosa que le pareció. Lo enamorado que estaba de ella.
  • Vamos Marc, hay que irse ya! - Guille lo zarandeaba sin dejar de mirar como se acercaban los policías.
  • Sueltalo Hijo! - le dijo Manolo acariciando su brazo con ternura - Ya se ha ido…
Los padres se llevaron el cuerpo sin vida de su hijo. Y mientras Guille se llevaba a Marc, este no podía dejar de pensar en esas palabras. Dónde? Dónde se había ido? No hay respuesta a eso jóven amigo. Pero algún día lo descubriras. Algun día.
  • Deprisa, daros prisa joder! - Noe esperó a que entrase su novio en el coche y antes de que Guille cerrase la puerta, salió disparada.
Conducía a toda velocidad por la carretera de la Arrabassada. La misma dónde años atrás se colaba durante las carreras ilegales. Miraba el retrovisor constantemente, pero no se fijaba en el coche de policía que le pisaba los talones. Miraba a su amiga que en el asiento de atrás seguía perdiendo mucha sangre.
  • Gemma, noooo… - Marc la agarró entre sus brazos e intentó taparle la herida del cuello.
  • Estoy bien… no te preocupes… es solo un rasguño - sonrió ella antes de empezar a toser y escupir sangre.
  • Los tenemos encima! Más rápido! - gritaba Guille mirando hacía atrás.
Noe giró el volante al máximo, acceleró a fondo y levantó el freno de mano con determinación. El coche derrapó 360 grados chocando de frente con el de los ‘maderos’. Vió como ellos atravesaban el quita miedos y caían por el sinuoso barranco, desapareciendo en la oscura noche. Con un movimiento rápido de manos, sacó el freno de mano sin dejar de accelerar y volvió a salir disparada.
  • Aquí unidad 0-3-Bravo-Charlie. Accidente de circulación, posibles agentes heridos… Iñaki! Pero que cojones haces - Joaquin sacó la cabeza por la ventanilla por dónde justo acababa de salir disparado su walkie.
El padre de Marc no contestó. Se concentró en seguir conduciendo y no perder de vista a la fabulosa conductora de su nuera.
  • Gemma… no cierres los ojos. Eh! Vamos! Despierta!
  • Qué pasa? Está bien? Marc ostia puta! Contestaaaa!
Habían entrado en la ciudad y un coche aún les seguía. No era un vehículo de la Guardia Civil, pero les seguía igualmente. Noe cruzaba los semáforos en rojo, pasaba entre el tráfico sorteando los otros conductores. Sus pies y sus manos coordinados a la perfección. Marc miró hacía atrás al mismo tiempo que intentaba despertar a su amiga. Y entonces lo vió.

Dentro de sus coches, a gran velocidad y con pocos metros de distancia. Padre e hijo se miraron directamente a los ojos. Uno persiguiendo, el otro cansado de huir.
  • Frena! - dijo Marc pasando por encima de Guillermo y abriendo la puerta.
  • Pero que dices? Estás loco o que te pasa? - contestó Noe accelerando aún más mientras Guille se acercaba a Gemma para comprobar que siguiera respirando.
  • Que frenes joder! Es mi padre…
Noe no entendía nada. Pero le hizo caso. Aquellos ojos que vió a través del retrovisor decían la verdad. Frenó en seco e Iñaki no pudo evitar golpear la parte trasera violentamente.
  • Iros de aquí! Ya!
  • Te quiero…
  • Y yo a tí!
Los dos novios se besaron pasionalmente. Marc bajó del coche y empezó a correr. Noe arrancó de nuevo y se largó de ahí lo más rápido que pudo. En el coche de atrás, Iñaki sacó su cabeza del airbag, aturdido y con un fuerte pitido en sus oídos. Miró a su lado. Joaquin tenía la cabeza enpotrada contra el salpicadero llena de sangre, por desgracia el suyo no había saltado. Quería saber si seguía vivo, pero no había tiempo. Su hijo corría calle abajo entre los demás coches parados.

Buscó la maneta pero la puerta no se abria. Dió un par de fuertes patadas y salió a toda prisa tras de él. Marc era más jóven, con mucha más resistencia, además últimamente iba al gimnasio regularmente. Pero fumaba demasiado.
  • Detente! Semeeee! Paraaaaaa!
  • Déjame Aita! Vete a casa! No lo entiendes!
Marc giró una calle hacía la derecha y vió que no había salida. Recorrió todo el callejón, mirando desesperedo a ambos lados una escapatoria. No la encontró. Se detuvo enfrente del muro del final. Con sus manos apoyadas en sus rodillas, intentando recuperar el aliento.
Su padre, igual de agotado por el sprint bajó el ritmo mientras se acercaba y se detuvo detrás de él, en la misma postura, respirando el mismo aire.
  • Se puede saber en que mierdas andas metido? - preguntó el padre entrecortadamente.
  • No te importa Aita! Son mis problemas… Se puede saber que cojones haces aquí? Llamaste tu a los ‘picoletos’?
  • No… fué Joaquin… yo…
  • Quien cojones es Joaquin?
Padre e hijo respiraban profundamente uno enfrente del otro.
  • No importa… Dime por favor… te lo ruego! Estás metido en drogas?
  • No joder…
  • Entonces porqué tu novia se estaba liando a tiros con ese tipo?
  • Es una larga historia…
  • Seguro que no estás metido en ninguna mierda? Me lo prometes?
  • Qué sí Aita… te lo prometo… Solo cuidaba de mi gente!
  • Y lo has conseguido?
Marc agachó la cabeza y apretó los puños. Las sirenas de policía sonaban cada vez más cerca. Las luces empezaban a iluminar el callejón.
  • Anda sube - Iñaki entrelazó sus dedos y se agachó levemente al lado del alto muro.
Marc puso un pié encima y se agarró a lo alto con las dos manos. Su padre le ayudó a subir y el cruzó al otro lado.
  • Gracias Aita! - sonrió antes de soltarse y desaparecer.
  • Mañana te quiero en casa… me oyes? Me lo vas a contar todo de pé a pá…
  • Sí Aita! No te preocupes - dijo una voz alejandose al otro lado del muro.
Mientras Iñaki le decía a sus ex compañeros de trabajo que había perdido al sospechoso. Se giró para volver a ver el muro y no pudo evitar sonreir. Estaba preocupado, logicamente. Y bastante cabreado con él. Pero sabía que su hijo no era un mal chaval. Un poco bruto e irreflexivo quizás, más o menos como lo era él a su edad.

Al mismo tiempo que un padre traicionaba su juramento y mentía para proteger a su hijo. La sangre de su sangre corría para reunirse con su família. Lo primero que hizo fué buscar su teléfono, pero no lo encontró en sus bolsillos. Luego se miró los brazos y la camiseta, llenas de sangre. Se acercó a una fuente pública y se limpió mirando hacía todos lados. De lejos aún se oían las sirenas, buscandolo por la ciudad.

Se subió encima de un cuadro electrico y tiró de una camiseta recién tendida en el balcón de un piso. Se quitó la suya, hizo una pelota y la tiró dentro de un contenedor de basura que justo esperaba que se pusiera el semafóro en verde. Una vez vestido empezó el camino de vuelta, intentando parecer una persona normal y corriente.

Cuando llegó al ‘Vercettis’ y abrió la puerta. Lo primero que vió fué a Noe apuntandolo con la arma de su padre. Instantaneamente la bajo y corrió a abrazarlo.
  • Están abajo - susurró ella entre lágrimas mientras lo estrujaba entre sus brazos.
No hizo falta más. Lo supo al instante. Jordi no había cruzado solo al otro lado.
En el sótano el ambiente era triste y silencioso. Como el que te puedes encontrar en cualquier tanatorio. Jordi y Gemma estaban tumbados sobre una mesa de poker, ambos con los ojos cerrados, inexpresivos. Alrrededor todos hacían vigilia, con las cabezas agachadas, sin decir nada.

Tan solo se escuchaban los llantos tristes de Rosa que sujetaba la mano fría y sin vida de su hijo entre las suyas. Marta se tapaba la cara encima del pecho de su novio, derramando sus lágrimas sobre el aterciopelado tapete verde. Los ‘Custodes’ dejaron hueco para que Marc y Noe entraran y cerrasen el círculo. No existían palabras que pudieran consolarlos. Ni abrazos que pudieran reconfortarlos. Habían perdido. Y no tenían más fuerzas como para ponerse en pié otra vez.

Continuará…
 
Ya puedes darle al cerebro e inventarte algo para resucitarlo como en la película Re-Animator por ejemplo, aunque no sean malos como en la película.
Jajajaja. Mira, te voy a contar como he decidido quien moría y cuantos morían. He cogido un dado de cuando jugaba mis partiditas de rol y lo he tirado dos veces. El primero para decidir cuantos y el segundo para decidir quien, asignando un número a cada personaje. Pensé que sería lo más justo dejar en manos de las ‘Nornas’ el destino de nuestros amigos. Te prometo que no he cambiado el resultado. Piensa que al que más le ha jodido es a mí, me acabo de cargar a un personaje principal joder! Jajaja Pero no es culpa mía, es el destino compañero.
 
¿Pero qué has hecho, alma de cántaro? ¿Cómo se te ocurre cargarte a uno de los mejores personajes? Además, era el personaje que iba a meter en mi relatooo!!! Mira que hay personajes para que muriesen... es que no puede ser.... A ver qué hacemos sin Jordi, y qué pasará con la pobre Marta? No tengo palabras para describir como me siento... Te avanzo una idea...igual no era Jordi, era su doble....
 
¿Pero qué has hecho, alma de cántaro? ¿Cómo se te ocurre cargarte a uno de los mejores personajes? Además, era el personaje que iba a meter en mi relatooo!!! Mira que hay personajes para que muriesen... es que no puede ser.... A ver qué hacemos sin Jordi, y qué pasará con la pobre Marta? No tengo palabras para describir como me siento... Te avanzo una idea...igual no era Jordi, era su doble....
Te imaginas que el proximo capítulo se llama ‘Pide tres deseos’ y va de que Guille encuentra una lámpara mágica y resucita a Jordi. O quizás Marc y Noe viajen por todo el mundo para reunir las bolas de dragón jajaja. Va a ser que no. Está muy muerto… pero muy mucho. Lo siento.
Me sabe un poco mal por Gemma, nadie se acuerda de ella, jaja
 
Te imaginas que el proximo capítulo se llama ‘Pide tres deseos’ y va de que Guille encuentra una lámpara mágica y resucita a Jordi. O quizás Marc y Noe viajen por todo el mundo para reunir las bolas de dragón jajaja. Va a ser que no. Está muy muerto… pero muy mucho. Lo siento.
Me sabe un poco mal por Gemma, nadie se acuerda de ella, jaja
Tampoco te pases, eso de lámparas mágicas y demás...para Dragones y Mazmorras... este relato es muy serio y has hecho algo muy grave... si hubiese un Tribunal para estos casos de "asesinatos negro sobre blanco", te denunciaría. ;)
 
Tampoco te pases, eso de lámparas mágicas y demás...para Dragones y Mazmorras... este relato es muy serio y has hecho algo muy grave... si hubiese un Tribunal para estos casos de "asesinatos negro sobre blanco", te denunciaría. ;)
Yo también lo denunciaría por matar a nuestro Jordi.
Ya puedes ir dándole a la cabeza para resucitarlo.
 

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