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Ocho años después. Julio (han pasado unos 18 años desde el final de Compañeros)
Gema
Me apoyé en la cancela de mi casa respirando rápidamente, recuperándome después del sprint final mañanero. Siempre me gustaba correr por las mañanas, y más en verano para no sufrir tanto con el calor. Estaba contenta, había sido una buena carrera y me sentía en forma y relajada. Llevaba casi un mes en casa tras terminar los exámenes en la universidad en EEUU, y ya tenía casi olvidado el estrés de los últimos meses con tanto examen y trabajos.
Cuando recuperé el resuello, empecé a hacer estiramientos. Entonces escuché ruido de motor y vi llegar una furgoneta que reconocí y que aparcó cerca de casa. Al poco salió un chico de mi edad. Era Fran. Me miró y saludó con la cabeza. Le devolví el saludo de la misma forma, sin dejar de estirarme. Era el hijo de nuestro jardinero. Lo vi descargar varias cosas de la parte de atrás de su furgoneta y abrí la cancela para entrar en el recinto de nuestra casa. La dejé abierta para Fran ya que supuse que entraría para hacer algo en el jardín de casa.
Entré y me dirigí a la cocina donde bebí agua. Luego subí para ducharme. Al salir me puse un bikini, unos shorts y una camiseta. Miré la hora, eran las ocho. Me extrañó ver la puerta de mis padres cerrada, ellos siempre madrugaban, sobre todo mi padre. Al acercarme escuché un gemido y sonreí. “Misterio resuelto” pensé mientras bajaba sin hacer ruido. Mis padres se habían despertado contentos y eso me gustaba.
Entré en la cocina y empecé a preparar todo para el desayuno. Puse la mesa, encendí la cafetera, saqué pan… Me eché café y me acerqué a la ventana para tomármelo mientras esperaba a que bajara la familia. Vi a Fran trabajando, y me entristeció recordar como nos habíamos distanciado. Nos conocíamos desde niños, cuando jugaba conmigo mientras su padre arreglaba el jardín. Luego, no entendía por qué, habíamos ido por caminos diferentes. Lo observé atentamente. Llevaba una camiseta sin mangas y mostraba unos brazos anchos y fuertes. Lo cierto es que era un chico muy atractivo, moreno con el pelo corto y unos ojos grandes, marrones. Era guapo aunque raro, ahora siempre estaba serio y hablaba poco. En mayo le había dado un infarto a su padre, y cuando volví a casa a finales de junio, fui con mis padres a verlo a su casa y Fran casi no había hablado conmigo. Definitivamente, era un chico raro aunque de niño no lo era, todo lo contrario.
Lo vi alejarse y le miré el culo. Tenía un buen culo para ser un tío. Le pasaba como a mi ex, que era un tío guapo y con buen cuerpo, pero él era divertido y no paraba de hablar con todo el mundo, y siempre quería salir y pasárselo bien, tanto que me había puesto los cuernos con otra mientras yo me quedaba estudiando. Que tonta había sido sin enterarme de nada hasta que los pillé en la cama, pero bueno, al menos me había enterado y le había dado la patada, menudo cabrón. Y ahora estaba soltera y sin compromiso, mejor así que mal acompañada. Aprovecharía para salir con mi prima Ali y su prima Sofi, mis mejores amigas, las dos también solteras actualmente. El plan era divertirnos este verano pero sin liarnos seriamente con ningún tío. El plan era bueno, necesitaba rollos sin presiones, aunque llevaba ya un mes aquí y ni siquiera me había enrollado con un chico, no acababa de arrancarme para tener líos, quería divertirme con algún chico pero luego ponía excusas para no hacerlo.
Entonces escuché ruido detrás mía y, al girarme, vi a mi padre bajar la escalera. No me había visto y bajaba sonriendo, casi silbando. Me reí en silencio, que bien le sentaba el sexo por la mañana. Le dije:
- Buenos días… Que contento bajas esta mañana, papá
Él se paró sorprendido y me vio. Se rio y dijo:
- Buenos días, cariño… Claro que estoy contento, hoy va a ser un buen día, va a venir un montón de gente como a mí me gusta
- ¿Vienen los titos?
Me refería a Cris y Héctor, que aunque no eran familia de sangre, sí eran nuestra familia, y para mí y mis hermanos, eran nuestros tíos. Mi padre, sonriendo, se me acercó, me dio dos besos y dijo:
- Claro, los titos y toda la jauría
- ¿La jauría? Serás tonto, pero si son un amor los tres primitos
- Jaja, sí, pero me dejan muerto, ya verás esta noche, ni me voy a poder mover
Me reí porque era verdad, mi padre y Héctor no pararían de darle juego a los tres niños, mientras Cris y mi madre se partirían de risa viéndolos. Le pregunté:
-¿Y mamá? ¿Viene ya?
- Está terminando de ducharse, ya baja
Entonces mi padre miró por encima de mi hombro hacía fuera y preguntó:
- Pero ¿Qué hace aquí Fran?
- Ah, ha llegado hace poco
- Pero si le dije que no viniera… Este chico…
Y salió fuera. Salí con él y le escuché decir:
- Pero Fran, te dije que no hacía falta que vinieras tanto
- ¿Qué? Ah, buenos días, Carlos
- Sí, buenos días pero… mmm ¿Cómo sigue tu padre?
- Bien, bien
- El otro día fui a verle y lo noté muy bien de ánimo
- Sí, me lo dijo
- Y te habrá dicho que le dije que no vinieras tanto, que no hace falta
- Había que echarle el abono a los setos de la parte este, y con este calor también hay que…
- Pues me lo dices y lo hago yo, que te pasas el día trabajando y luego estudiando cuando puedes, que me lo dijo tu padre
- Que va, no es tanto, además, ya terminé hace un par de semanas el último examen
- Mira, ya se lo dije a tu padre, no os preocupéis por el dinero, vais a seguir cobrando lo mismo aunque él no pueda trabajar, y no hace falta que…
Y entonces escuché ruido en la cocina y entré. Vi a mi madre echándose un café mientras canturreaba. Sonreí diciéndole:
- Buenos días, mami
- Ah, cariño, no te había visto, buenos días
Nos dimos dos besos y le dije:
- Que contenta estás ¿No?
- Sí, bueno, vienen tus tíos y los chicos, y ya sabes lo que nos gusta tener la casa llena y…
La miré con una sonrisa guasona y dije con tonillo de que sabía que no era por eso:
- Ya, ya, seguro jiji
Mi madre me miró extrañada. Me reí y dijo:
- ¿Qué pasa?
- Nada, que me encanta veros tan contentos a los dos
Y le guiñé un ojo. Entonces ella se rio y dijo:
- Tu padre tiene mucha energía, hija
- Y mi madre también jajajaja
- Eso seguro jajajaja
Nos reímos juntas y luego ella dijo:
- Anda, vamos a preparar el desayuno, que le vendrá bien a tu padre recuperar energía para los monstruitos jajaja
Y asentí sonriendo, totalmente de acuerdo con ella.
Carlos
Miré a Fran. Desde luego había salido a su padre, Paco, igual de trabajador. Ya no sabía como decirle que no hacía falta que trabajara tanto. Conocía a Paco desde hacía casi 30 años y a Fran desde que nació. De niño, Fran se pasaba el día aquí jugando con Gema mientras Paco trabajaba en el jardín o en otras casas de los alrededores. Y tras el infarto de Paco, había hablado con él para que se jubilara y ayudarlo económicamente en lo que necesitara, al igual que a Fran, pero los dos eran unos cabezones y no permitían que les ayudara de esa forma.
Suspiré dándome por vencido. Le dije:
- Desde luego, has salido a tu padre, igual de cabezón
- Jeje, sí, es posible
- Posible dice… en cuanto pueda, tu padre estará aquí trabajando sin parar, y eso no puede ser, Fran
- Lo sé, de eso me encargo yo, Carlos, no va a trabajar tanto, tranquilo
- Tiene que prejubilarse, lo del infarto ha sido muy serio, ya lo sabes
- Lo sé, lo sé
- Y tú tienes que pensar en tu futuro, que sé perfectamente que no es ser jardinero, debes terminar tu carrera de magisterio y luego te preparas una plaza
- Hay tiempo para eso, Carlos
Lo miré meneando la cabeza. Le dije:
- Bueno, me doy por vencido… No hay forma con vosotros dos
- Jeje
- Oye, Fran, hoy vienen Héctor, Cris y los niños ¿Por qué no te quedas con nosotros como hacías antes?
- ¿Qué? No, no puedo, gracias pero no
- Sí, hombre, y echas el día en la piscina, antes lo hacías siempre
- Ya, pero tengo que terminar esto, y luego ir a otras casas y…
- Vale, vale, pero tendrás que almorzar ¿No?
- Claro
- Pues te vienes a esa hora y…
- Muchas gracias, Carlos, de verdad, pero es que no puedo
Lo miré sabiendo que había chocado contra otro muro. Le dije:
- Bueno, pues vente y desayunas con nosotros, a Gema y Silvia les encantará y…
- Ya he desayunado, Carlos
- Pero te tomas un café y…
- De verdad, Carlos, muchas gracias, pero ando con prisas
Nada, no había forma que este chico se relajara un poco. Decidí cambiar de tema y le dije:
- ¿Te he contado que Gema ha terminado el curso con todo matrículas?
- Jeje, sí
- ¿Sí? Ay, perdona, es que no sabes lo orgulloso que estoy
- Normal, es muy inteligente
- Y tanto, ha salido a su madre
- Ya
- Y Gema es igual de cabezona que tú, cuando se propone algo lo hace, cueste lo que cueste, y lo hace siempre bien
- Eso seguro
- Y el tenis, si no llega a ser por la diabetes, estaría ganando torneos internacionales, te lo digo yo
- ¿Sí?
- Anda, entra y os ponéis los dos al día, que con esto de tu padre y lo liado que estás, sé que casi no habéis hablado
Fran, algo nervioso, negó con la cabeza mientras decía:
- No puedo, Carlos, de verdad
- Pero...
- Entra tú, Carlos, que te estarán esperando para desayunar, y a mí me tienes retrasado en mi trabajo jeje
- ¿Qué? Ah, perdona, perdona, la vejez, que uno ni se da cuenta cuando sobra
- Eso nunca, Carlos, tú nunca sobras, no digas eso, me encanta charlar contigo, ya lo sabes, pero es que tengo lío
- Bueno, te dejo tranquilo, pero dile a tu padre que la semana que viene me acercaré a charlar un rato
- Genial, le encantan tus visitas
- Y a mí charlar con él
- Carlos, de verdad que significa mucho para mí que os preocupéis tanto por mi padre, y jamás olvidaré lo que me apoyasteis aquellos días en el hospital
- Nada, hombre, estábamos los tres preocupadísimos, en cuanto se lo conté a Silvia y Gema, las dos quisieron ir… Gema no pudo porque estaba en Estados Unidos, pero estuvo por video
- Ya y estaba de exámenes, y perdiendo el tiempo con nosotros…
- No digas eso, Fran, no es perder el tiempo, es apoyarnos todos, ella os quiere mucho, ya lo sabes
- Nunca lo olvidaré, Carlos, nunca, habéis sido los únicos que de verdad se preocuparon por mi padre y os estaré toda la vida agradecido a los tres, estaba totalmente hundido y fue veros llegar y…
Fran apartó la mirada emocionado. Era muy consciente de lo solos que estaban los dos. Su madre, que los dejó cuando él era un niño, ni siquiera había ido a verlos, casi no tenían relación con ella. Le dije:
- Estamos para lo que necesites, Fran
- Gracias
- Y tú, vente a comer algún día con nosotros, hombre, que mira que me gustaba tenerte por aquí cuando eras un chaval y ya nunca vienes, solo a trabajar
- Jeje, gracias, lo intentaré
- A ver si es verdad, y te traes a tu padre, sabes que los dos siempre podéis contar conmigo, con nosotros, y aquí siempre seréis bienvenidos
- Gracias, Carlos
- Siempre estaré en deuda contigo, Fran, siempre, pero además es que os considero de la familia, ya lo sabes
Y le puse la mano en uno de sus fuertes hombros mientras me emocionaba recordando el pasado. Le debía una grandísima parte de mi felicidad a aquel crío de doce años que ahora era todo un hombre. Me despedí para entrar en la cocina donde Silvia y Gema charlaban animadamente. Me acerqué a Silvia y cogiéndola por la cintura le di un beso y dije:
- ¿Has visto lo guapa que está hoy tu madre, Gema?
Las dos rieron y Silvia dijo:
- Que adulador y mentiroso
Gema dijo:
- Los dos estáis muy guapos jajaja
- Es que tu padre siempre ha sido muy guapo, míralo, jajaja
Las miré sonriente, las dos riéndose. Eran dos bellezas. Silvia, a sus 50 años, me parecía tan atractiva como siempre, a mis ojos seguía siendo la Silvia de la que me había enamorado hacía tantos años, la chica guapa, atractiva, inteligente y con carácter que no se callaba nada. Y Gema había salido a su madre en muchas cosas. Igual de inteligente, pero morena en vez de rubia como Silvia, en eso había salido al padre. Había heredado el tipo de Silvia, delgado, pero Gema tenía más pecho y, sobre todo, era muy deportista, se mantenía muy en forma. Y las dos eran guapas a rabiar.
Durante años había pensado que moriría solo y sin familia, pero gracias a Silvia tenía a la mujer perfecta, a una hijastra maravillosa a la que quería como si fuera de mi sangre, y luego, Silvia me había dado a mis otros dos hijos, Fer y Cristina, que aún no se habían levantado.
Las ayudé a terminar de preparar el desayuno y luego nos sentamos los tres a la mesa sin esperar a los chicos porque los dos eran muy dormilones.
Silvia
Comimos tranquilamente mientras charlábamos de todo un poco, de si teníamos todo lo necesario para la comida de hoy, de qué haríamos para entretener a los primitos…
Entonces me di cuenta que Carlos estaba callado mirando a la ventana. Le pregunté:
- ¿Qué pasa, cariño?
- ¿Qué? Ah, nada, nada, perdona ¿Qué decías?
- ¿Qué te preocupa?
Carlos me miró con una sonrisa triste y dijo:
- Es Fran, me tiene preocupado
- Ah, ya
- Ya te conté que estuve intentando convencer a Paco de que se prejubilara, que primero fue la espalda, ahora el corazón… Ese hombre necesita descansar, lleva toda la vida trabajando duro. Le dije que no se preocupara por la parte del dinero que no le llega con la prejubilación, que le buscábamos algo tranquilo y cómodo en la empresa, pero nada, es terco como una mula, que a él lo que le gusta es estar al aire libre, sus jardines, sus plantas…
- Lo sé
- Y mientras Paco se está recuperando, Fran le sustituye y ahí está, haciendo el trabajo de dos porque ya antes ayudaba a su padre que tenía más trabajo del que podía hacer solo, y por eso ahora Fran tiene que trabajar todos los días, incluidos sábados y domingos
Entonces intervino Gema:
- ¿Todos los días?
- Eso me dijo Paco
- Jo, pues el sábado lo vimos también currando por la noche en la barra de un bar
- ¿¡¡No me digas!!?
Carlos me miró angustiado y dijo:
- Cariño, algo tenemos que hacer
- Sí, tienes razón
- A ese chico le debemos mucho, pero mucho, no estaríamos así si no…
- Lo sé, lo sé, hablaré con él
- Sí, porque a mí no me hace caso. Le he dicho un montón de veces que lo podríamos contratar en el departamento de formación de la empresa y que impartiera cursos, que eso le vendría bien como experiencia para cuando tenga su plaza de profesor, pero nada, que no, que no… es tan cabezón como el padre… que no le estoy dando algo gratis, tendría que trabajar como todos, pero en un trabajo normal y cómodo, no a diario bajo el sol… que no le estoy dando una limosna, pero es muy orgulloso, quiere valerse por sí solo, y eso dice mucho de él pero… algo tenemos que hacer, Silvia
Le cogí la mano. Le entendía perfectamente. Y sí, le debíamos mucho a Fran, eso lo sabía perfectamente. Le dije:
- Verás como yo le convenzo, voy a ir a por él y le invito a un café y…
- Ya lo he intentado, pero dice que tiene mucho trabajo, que no puede…
Gema
Miré a mis padres. Los dos afectados por la situación de Paco y Fran. Mi padre siempre preocupándose por los demás, muy típico de él, pero me parecía que ahora estaban exagerando bastante. Ellos sentían que tenían una deuda con Fran por mi causa, porque de pequeña me perdí y Fran me encontró. No recordaba mucho de aquello, me había traumatizado porque tenía doce años, pero sí recordaba que a partir de ese momento, no me separaba de Fran, lo idolatraba, era mi héroe por encontrarme perdida en el campo, ya ves tú. Luego, unos meses después, ocurrió el accidente de coche de mi padre y su familia donde todos murieron y ahí estuvo Fran, apoyándome e intentando animarme, aguantando toda mi tristeza sin quejarse. Y a los catorce años estaba ya perdidamente enamorada de él, mi primer amor, y fue el primer chico al que besé y con el que descubrí el sexo, pero luego nos distanciamos.
Vi que mi madre se iba a levantar para ir a buscar a Fran pero le dije señalando hacia la ventana:
- He visto como se iba hace cinco minutos
- Oh, vaya
- De todas formas ¿No estáis exagerando un poquito? Que sí, que me encontró cuando me perdí pero vamos, que fue una tontería ¿no? Es que ni me acuerdo… No sé, es demasiado tomar eso como una deuda de por vida
Vi como los dos se miraban pero no dijeron nada. Seguí:
- Fran ya es mayorcito para saber lo que quiere, tiene veinte años como yo, que está bien que le deis alternativas pero no lo agobiéis, seguro que él es capaz de tomar sus propias decisiones
- Sí, hija, tienes razón pero es que nos preocupa y…
- Además, tenéis que tener en cuenta que Fran es un tío raro
- ¿Raro?
- Sí, taciturno, hosco
- ¿Fran? Pero si es un encanto y super simpático
Miré a mi madre pensando que no se enteraba de nada. Le dije:
- Pues lo será contigo porque conmigo ni habla. Mira cuando fuimos a su casa, no conseguí que dijera algo diferente a un “mmm”
- Ay, Gema, entiende que el pobre estaba fatal con lo de su padre
- Sí, lo sé, y por eso quise consolarle un poco pero…
- Cuando fuimos al hospital tu padre y yo, y luego me quedé con él para que no estuviera solo en el hospital, se echó a llorar por la tensión y el miedo por su padre, es un chico muy sensible, y no paraba de agradecerme que hubiéramos ido y que tú te conectaras desde Estados Unidos
Ahora la miré sorprendida. Mi padre habló:
- Gema, seguramente no fue capaz de hablarte porque estaba a punto de echarse a llorar y no quería que lo vieras así, ya sabes, es un chico joven y piensa que debe parecer duro y esas cosas
- Pero a mí eso no me importa
- Ya, pero él…
- La cuestión es que ni me hizo caso ni me habló
- Pues no sé, hija, le dará corte, llevas tiempo fuera y la distancia enfría las amistades y más por como cortó contigo, pero ¿Sabes que me dice cada vez que me ve desde ese día?
- No
- Me agradece que fuéramos a acompañarlo al hospital, y se emociona visiblemente, y siempre dice “Y Gema que estaba de exámenes y allí perdiendo el tiempo en la video con nosotros”… hoy mismo me lo ha vuelto a decir
Lo miré con la boca abierta:
- Pero… pero… yo no estaba perdiendo el tiempo, estaba muy preocupada, yo…
- Sí, siempre se lo digo
- Pues se lo pienso decir, que menudo concepto tiene de mí
- No es eso, Gema, es solo que él aún le da más valor sabiendo lo ocupada que estabas
Lo miré sin decir nada. La realidad era que llevaba años molesta con Fran. Habíamos sido inseparables, más que amigos, fue mi primer novio, cosa que alegró mucho a mis padres. Pero aquello solo duró un verano, un verano inolvidable durante el cual descubrí el cuerpo masculino, a hacer pajas, mamadas y donde perdí mi virginidad con él. Y aunque hablaba de sexo con mi madre, quien de verdad me aconsejaba era mi tía Cris, que no tenía ningún problema en hablar abiertamente sobre sexo.
Durante ese verano yo fui feliz, increíblemente feliz, pero de repente, él empezó a darme excusas, a no querer quedar, y yo no entendía nada, hasta que un día me dijo que él sentía por mí una fuerte amistad pero nada más. Me dejó destrozada y fue entonces cuando tomé la decisión de irme a estudiar al extranjero, necesitaba alejarme de él. Ahora habían pasado casi cinco años de aquello, y aunque seguía resentida con Fran, era más que nada por seguir sin comprender lo que había hecho mal para que él me dejara, no por seguir enamorada de él, hacía tiempo que había perdido esos sentimientos hacia él.
Meneé la cabeza:
- Bueno, haced lo que queráis, pero solo os digo que Fran es raro, no lo vais a convencer
Vi que me iban a replicar, y para cambiar de tema, le pregunté a mi padre:
- Papá ¿Puedo invitar a Ali?
- Claro, Gema, invita a tu prima y a Sofi, cuantos más seamos, mejor
Sonreí, a mi padre le encantaba tener la casa llena de gente. Le dije:
- Sofi hoy trabaja, pero a Ali le encantará venir, ahora la aviso
- Genial, cuanta más gente mejor
Y sonreí, a mi padre le encantaba estar rodeado de gente. Entonces mi madre se levantó y dijo:
- Venga, vamos a preparar todo, que ya mismo están aquí tus tíos con los monstruitos y hay muchas cosas que hacer. Cariño ¿Te encargas tú de la piscina y el jardín mientras Gema y yo limpiamos esto?
- Claro
- Hoy tenemos que animar a tu tía, Gema, que la pobre lo está pasando muy mal con este cuarto embarazo
La miré y asentí:
- Lo sé, la llamo a diario, lo de haber tenido que pedir la baja por el susto y los dolores de espalda no lo lleva nada bien, con lo activa que es
- Por eso, hoy la vamos a mimar bien
- Claro ¿Voy y despierto a mis hermanos?
- No, déjalos dormir, nosotros tres nos la apañamos bien
Entonces escuchamos:
- Ya estoy despiertaaaaouuuuu (lanzando un gran bostezo)
Nos giramos para ver entrar a mi hermanita Cristi, la pequeña de la casa con sus 11 años. Traía una cara de sueño terrible. Se acercó y se echó sobre mamá abrazándola:
- Pero cariño, menuda cara de sueño traes ¿No te quedarías anoche despierta hasta tarde?
Cristi le dio un beso a mamá, y luego fue donde papá diciendo:
- Sí, con el tito
Carlos
Besé a Cristi y le dije:
- Vas a acabar con tu tío, que el pobre trabaja mucho en la empresa y luego en casa
Cristi ahogó otro bostezo y dijo:
- Es que es cuando puede ponerse conmigo
Los dos estaban programando un videojuego de forma remota. Yo también participaba pero no demasiado, quería que Cristi aprendiera con Héctor que era un crack. Cristi adoraba a su tío Héctor, era capaz de escucharlo hablar de informática durante horas. Cristi había salido a mí en lo de los ordenadores, se le daban muy bien y tenía una curiosidad insaciable. Y Héctor, que era como nosotros, no paraba de darle cuerda. Le dije:
- Pues hoy le voy a cantar las cuarenta a tu tío, mira que tener a mi niña despierta hasta las tantas…
- Nooooo, si fui yo, él no quería pero yo…
Me reí. Sabía perfectamente que era Cristi quien no era capaz de desconectar, y Héctor era incapaz de decirle que no a Cristi. Silvia y yo nos reíamos mucho de él diciéndole que entre las dos Cristinas hacían lo que querían con él. Sonreí y le dije:
- Hoy déjalo disfrutar de la piscina, que ya me estoy imaginando tus planes de secuestrarlo para llevarlo al ordenador contigo y pasaros todo el día ahí programando
- ¿Yoooo? Nooooo… Bueno, quizás un ratito jiji
Cristi abrazó a su hermana y las dos se achucharon riéndose y dándose los buenos días. Entonces dijo:
- Papi, te tengo que enseñar lo que hicimos anoche, vas a alucinar, fue estupendo, conseguimos..
Entonces Silvia dijo:
- A ver, nena, tan temprano y ya pensando en eso… Hoy descanso de tanta pantalla
- Pero mamáaaaa…
- Ni peros ni peras, hoy piscina y a estar con los primos y titos, hay que animar a la tita
- Ya, pero…
- Pero nada… Venga, siéntate y desayuna ¿Y tu hermano?
- Pufff, no sé, durmiendo
Sonreí mientras las miraba. Mis chicas, mi gran suerte, las tres con sus grandes cualidades y tan bonitas. Y Fer, que a sus diecisiete años aún era una incógnita, no resaltaba en los estudios ni le gustaban los ordenadores ni tenía una pasión concreta a diferencia de sus hermanas. Cumplía en los estudios y cumplía en los deportes, pero sin dar todo lo que podía dar, solo lo necesario para aprobar. Ahora mismo su mayor interés era salir con los amigos, estaba en la edad de salir e interesarse por las chicas. Suspiré recordando cuando tenía sus años, estaba totalmente en la inopia mientras que Fer no, era mucho más sociable que yo.
Me levanté y fui a la piscina, tenía tarea que hacer. Se me pasó la mañana en un suspiro, escuchando a las chicas charlar, cantar, reírse. Fer, cuando al fin se levantó, me estuvo ayudando con la barbacoa y las sillas.