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FranRel

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PARTE 1

1​

Lunes, 4 de septiembre 2023, 7:00

Carlos pulsó el interruptor y las luces de su despacho se encendieron. Como siempre, era el primero en llegar a la oficina, a las 7 de la mañana. Dejó la bolsa en el suelo y de su mochila sacó el portátil y lo conectó al dock para luego encenderlo. No esperó a ver como se encendía la pantalla, sino que cogió la bolsa que había dejado en el suelo y salió del despacho.

Fue hacia el cubículo a la derecha de su despacho, el de los técnicos informáticos. Hizo sitio en una estantería que había junto a la puerta y sacó de la bolsa la nueva cafetera. Lo había hablado el viernes pasado con los tres técnicos. Todos estaban cansados de los cafés de la máquina expendedora que había en recepción y al salir del trabajo, había tenido el impulso de comprar una cafetera. Al principio pensó en ponerla en su despacho pero allí parecería que era solo para él y seguro que Cristina y Héctor ni se atreverían a usarla así que decidió que el mejor sitio era la sala de los técnicos, que aunque estaban apretados y con todo lleno de cachivaches (impresoras, portátiles, monitores...) seguro que la cafetera no les iba a molestar.

Estuvo 10 minutos haciendo sitio y montando todo. Luego, puso 5 cajas de cápsulas de todo tipo junto a la Nespresso así como unas tazas nuevas. Llenó el depósito con agua e hizo el proceso de puesta en marcha que le habían explicado en la tienda. Tras terminar, revisó las cápsulas buscando un café que fuera fuerte, intenso, y se hizo su primer café. Lo probó con cuidado y sonrió, sabía muy diferente a la máquina de recepción.

Con la taza de café en su mano, volvió a su despacho y desbloqueó el portátil. Suspiró pensando en las tareas diarias. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer ese día pero de todos modos repasó su agenda. Era el encargado del departamento técnico pero también de recursos humanos y hoy tenía tres reuniones con empleados. Dos de ellas eran sencillas y positivas, iba a hablar con Cristina y Héctor, los dos becarios en prácticas para proponerles un contrato. Estaba contento con los dos, Héctor se había dedicado a la parte más técnica y de hierro, dar soporte a los usuarios, arreglar impresoras… mientras que a Cristina le había asignado la parte de control y revisión de los servidores. Había hablado con Silvia, la técnica senior, el día anterior y ella también estaba contenta con los dos chicos.

Pensó en el equipo técnico y recordó sus comienzos en la empresa hacía 10 años cuando volvió de EEUU tras su divorcio. Había empezado trabajando en la empresa como un simple técnico, él solo, sin nadie más, encargándose de todos los ordenadores, servidores... en una empresa de 20 personas donde nadie tenía experiencia en ordenadores. Actualmente eran cerca de 100 y con tres técnicos iban a seguir cortos de personal pero poco a poco iría solucionando ese tema. Silvia llevaba con él 8 años, una mujer muy capaz, trabajadora y siempre dispuesta a ayudar. Tenía 33 años, madre de una cría de casi dos años y casada con un compañero de trabajo de la fábrica. Tenía una melena corta de color castaño y era atractiva, especialmente por sus bonitos ojos verdes, pero no especialmente llamativa. Además, no había conseguido recuperar del todo el tipo tras el embarazo y seguía con varios kilos de más, sobre todo en la cadera, culo y piernas según se quejaba ella aunque para él le quedaban bien esos kilos de más, aunque tenía poco pecho para su gusto.

Las reuniones con los dos becarios no iban a suponer ningún problema, al contrario, siempre le gustaba dar buenas noticias y estaba seguro que ellos se pondrían muy contentos. Lo que le preocupaba era la reunión con Carmen.

“Ayyy, Carmen ¿Qué vamos a hacer contigo?” pensó meneando la cabeza. Carmen era una compañera que llevaba 6 años en la empresa. Tenía 41 años, madre de un hijo y en proceso de divorcio. Había entrado como comercial y se le daba muy bien, pero tras el embarazo, pidió dejarlo y dedicarse más a labores de oficina, y desde entonces había ido cambiando de departamento cada poco porque no se adaptaba a ninguno.

Carmen era todo un pibón, una morenaza de ojos penetrantes y tipazo, con una delantera y trasera que quitaban el hipo y que hacía que todos los tíos se giraran al verla pasar. Además, era guapa de verdad. Recordaba perfectamente su entrevista de trabajo, lo simpática, directa y segura que estuvo, y sobre todo, lo tenía que reconocer, lo atractiva que le pareció.

Carlos nunca había intentado nada con ella, principalmente porque se sentía viejo y feo al lado de ella, con sus 48 años mal llevados. Era una persona aburrida, sin ningún atractivo, fofo, sedentario,… Una mujer como Carmen nunca podría estar con una persona como él, o eso pensaba él siempre que se le ocurría que podría ser buena idea invitarla a tomar algo aprovechando su divorcio, y hasta ese momento, no se había atrevido a proponerle salir, ni se atrevería, lo tenía claro.

Abrió el informe de Pablo, el jefe de Carmen en su departamento actual. Pablo, muy educadamente, solicitaba el despido de Carmen por varias razones, pero la principal es que Carmen no seguía sus directrices y que faltaba mucho al trabajo. Pablo no la quería con él, y no era el único. El informe era escueto y conciso, pero Pablo había hablado con él y le había contado el mal ambiente que generaba Carmen, como siempre le intentaba quitar autoridad... Carlos meneó de nuevo la cabeza y miró los papeles del despido, ya lo tenía redactado, con un finiquito bastante superior al que le correspondería.

“Va a ser jodida la reunión con Carmen” pensó. Lo malo es que Carlos y Carmen hablaban mucho, solían coincidir en la zona de comidas del edificio y ella se sentaba con él para charlar mientras comían, y sabía lo mal que lo estaba pasando Carmen con el divorcio, sabía que el marido la había dejado por una chica de veinte y poco y Carmen estaba deprimida, no estaba en su mejor momento, y Carlos sabía lo que era eso, lo había vivido, aunque su divorcio fue por otras razones.

Tomó los papeles del despido y los rompió. Le daría una nueva oportunidad a Carmen, la última, y se lo diría, pero no podía dejarla en la calle, en ese momento no, con el divorcio y su depresión. La metería de nuevo en Ventas, pero no como comercial sino como administrativa. Escribió un correo electrónico al jefe de ese departamento para comunicarle el cambio. Él se lo tomaría mal pero era lo que había.

Carlos suspiró aliviado, lo de Carmen lo tenía estresado desde que Pablo le había informado de todo, pero ahora, una vez tomada la decisión definitiva, se sintió como si le hubieran quitado un peso de encima. Ahora todo dependería de Carmen y su actitud en el nuevo departamento.

Siguió leyendo correos y revisando documentos hasta que escuchó unos pasos suaves. Sin levantar la vista supo quien era, Héctor. Levantó la cabeza al escuchar “Buenos días, Carlos” y respondió “Buenas, Héctor”.

Héctor sonrió pero, como siempre, sin mirarlo directamente. Era un chico muy introvertido, inteligente pero excesivamente tímido. Era muy delgado, algo bajo y con una tupida, aunque corta, barba negra. Iba vestido con vaqueros y una camiseta. Lo miró dirigirse a su sitio y vio como se quedaba mirando la nueva cafetera.

A las 8 en punto escuchó un suave “Buenos días”. Carlos levantó la vista para ver a Cristina en su puerta, sonriendo tímidamente y levantando una mano a modo de saludo. Carlos le sonrió y le dijo “Buenas, Cris”. Notó que ella dudó un momento, como si quisiera decirle algo, pero entonces se fue a su sitio. Cris tenía una larga melena morena que le llegaba casi al culo, un bonito culo redondo aunque demasiado pequeño para su gusto. Cris era de esas chicas muy delgadas, excesivamente delgada, pero, increíblemente, tenía un buen par de tetas. Llevaba unos vaqueros muy ajustados, marcando su culito prieto y Carlos no pudo evitar mirarlo mientras ella se dirigía a su sitio. También llevaba una camiseta, igualmente ajustada y sin mangas, resaltando sus pechos. La chica ea guapilla, seguro que no tenía problemas para ligar. Normalmente llevaba gafas y también era tímida, aunque no tanto como Héctor.

Carlos
Escuché como daba los buenos días a Héctor y luego le preguntaba “¿Y esto?” señalando la cafetera. Héctor se encogió de hombros y dijo algo en su habitual tono bajo que no escuché. Cris me miró y sonreí. Me levanté y fui con ellos. Les dije que era una cafetera para todos, que podía usarla cuando quisieran, pero que tendríamos que poner un bote para reponer las cápsulas. Héctor se quedó inmóvil, sin reaccionar, pero Cris fue a la cafetera y me preguntó:

- ¿Cómo funciona?

Se lo expliqué a los dos, y Cris se hizo su primer café. Héctor, tímido, no se atrevió así que le hice yo uno y se lo di. Cris dijo:

- Mmmmm, que bueno

- ¿Sí?

- Sí, que idea tan buena has tenido, Carlos, muchas gracias

- Jeje, de nada ¿A ti no te gusta, Héctor?

Héctor se puso rojo de vergüenza y asintió rápidamente. Me reí y los dejé.

Silvia llegó a las 9 porque ella tenía un horario especial por su hija, trabajaba de 9 a 2. Los pasos de Silvia eran inconfundibles, rápidos y fuertes. Me dio los buenos días con un fuerte “Buenos días, jefe, que calor hace aún”. La miré sonriendo. Silvia intentaba andar más y dejaba el coche lejos para poder hacer algo de ejercicio aunque fuera así y siempre llegaba sofocada. Llevaba un vestido de verano hasta las rodillas. Sus bonitos ojos relucían por el sofoco pero sonreía mientras se abanicaba con la mano. Le dije:

- Buenos días, y sí, hace calor este septiembre

- Cambiará a mediados, como siempre

- Esperemos

Entonces me preguntó muy bajito:

- ¿Se lo has dicho ya?

- Aún no

- Ah, vale, es para no meter la pata

- En un rato los llamo

- Vale, vale, se van a poner muy contentos jiji

Y me saludó con la mano para luego irse a su sitio donde escuché su potente voz dando los buenos días y luego diciendo “pero ¿Quién ha estado tocando mis cosas?”. Cristina señaló con la mano hacia mí y Silvia me miró y dijo a voces “jefe, que tengo todo bien ordenado y ahora me lo has desordenado todo”. Me reí y le dije “Ya, un desorden ordenado ¿No?”. Ella se rio y dijo “Eso es” y luego dijo “Anda, ven y te tomas un café con nosotros”.

Me levanté y nos hicimos todos un café mientras Silvia se reía y me decía que menuda ocurrencia, que iba a tener ganas de café a todas horas con ese olor, que eso no podía ser, pero todo el rato riéndose encantada.

Tras terminar el café me volví a mi despacho y vi un mensaje en el chat de la empresa. Era Silvia:

- Muchas gracias por la cafetera, eres un encanto, pero no hacía falta

- Es una tontería

- Ya, tus tonterías que siempre me encantan, gracias, eres un cielo

Sonreí y entonces escuché “Carlos ¿Te podría consultar una cosa?”. Levanté la mirada y vi a Cris, nerviosa, tanto que parecía a punto de dar saltitos. Le señalé una de las sillas frente a mi mesa y le dije:

- Un momento, termino este correo y hablamos

- Ah, entonces vuelvo en…

- No, no, venga, siéntate, es un minuto

La vi sentarse y removerse nerviosa. Terminé el correo y, tras enviarlo, la miré. Cris, muy nerviosa, dijo:

- Es que verás, Carlos, yo… mmmm es que mi… mmmm es…

La miré extrañado ¿De qué iba todo esto? Miré a Silvia pero ella estaba a lo suyo, y Héctor también, parecía que era algo exclusivamente de Cristina. Le dije:

- No estés tan nerviosa, respira hondo y luego hablas

Cris lo hizo, y tras una pausa de unos segundos, dijo:

- Gracias

- A ver ¿Te pasa algo?

- No, bueno, sí, pero…

- ¿Te vas a ir?

- ¿Qué? ¿Irme? ¿A dónde?

- No sé, a otra empresa, que te han ofrecido un trabajo ¿No?

- N…. no, eso no, bueno, es sobre trabajo, sí

La miré expectante. Ella volvió a respirar profundamente y dijo:

- Verás, mi situación mmmmm familiar mmmm es un poco mmmmm

Esperé mientras ella retorcía sus manos una sobre la otra. Continuó poco a poco:

- Yo mmmm mis gastos son mmmm yo soy la que tiene que mmmm

Como veía que ella con los nervios no conseguía decir lo que quería, empecé a aventurar cosas:

- A ver, Cris, esto va de dinero ¿No?

- No mmmm sí, bueno, sí

- ¿Y?

- Es que mi familia no… no me ayuda económicamente y…

Entonces lo vi claro, sus padres estarían en paro o algo así y no le daban dinero. Asentí esperando. Ella volvió a inspirar profundamente:

- Ahora mismo, para pagarme la casa, que estoy de alquiler con otras estudiantes, yo mmm trabajo en varias cosas

- ¿Cómo?

- Por las noches en una hamburguesería y también doy algunas clases, y los fines de semana en un bar y…

- Ah

- Y ahora me he mudado a otra casa donde solo hay una chica conmigo, y los gastos mmmm bueno, no los he calculado bien y… mmmm

- Entiendo

- La cosa es mmmmmm es que he pensado en mmmmm me han ofrecido trabajar también en el turno de almuerzos en la hamburguesería y mmmm

- Y no podrías estar aquí

- No, eso no, podría pero no todo el día como ahora

Las prácticas eran de 5 horas diarias pero tanto Héctor como Cristina me habían pedido hacer 8 horas y terminar antes las prácticas. Con esas 8 horas, les quedaba solo un mes de prácticas. Asentí y dije:

- Y quieres echar 5 horas

- Sí, bueno, no… es que tengo que estar en la hamburguesería antes de las 13:00 y para eso, como no tengo coche, tengo que salir de aquí antes y…

- Ajá

- Yo… me preguntaba si tú… bueno, mmmmm si podría ser que…

- Sí, no hay problema, solo que se te alargarán las prácticas

- Ya, lo sé, pero es que necesito ese dinero

- Claro

- He pensado otra cosa mmmmm

- ¿Qué?

- Yo mmmm

Aunque Cris se había tranquilizado un poco, de nuevo le volvieron los nervios y vi que se removía en el asiento. Dijo:

- Yo mmm bueno, dijiste, quiero decir, cuando empezamos las prácticas mmmm

- ¿Qué?

- Tú dijiste que mmmm que si mmmm que si nosotros mmmm

- Os dije que si trabajabais bien, quizás os podríamos contratar ¿Es eso?

- Sí, eso y mmmm

Vi que estaba a punto de levantarse de lo nerviosa que estaba. Le sonreí y dije:

- Y te preguntas si estamos contentos con vosotros ¿No?

Ella asintió rápidamente. Me quedé mirándola pensando en las coincidencias de la vida, ella tan apurada por algo que había decidido el fin de semana y pensaba contárselo esa misma mañana. Entonces me di cuenta que ella me miraba con los ojos muy abiertos, casi a punto de echarse a llorar, había tomado mi silencio como algo negativo. Le sonreí y dije:

- Perdona, me he puesto a pensar en las coincidencias de la vida, perdona, perdona

Ahora me miraba con sorpresa y sin entenderme. Le dije:

- ¿Puedes decirle a Héctor que venga?

- ¿Héctor? ¿Para qué?

- Para contaros…

- No, Héctor no sabe nada de mi situación y no… me da vergüenza que…

- Tranquila, no vamos a hablar de eso

- Pero, y mi…

Le hice un gesto de tranquilidad y llamé a Héctor, que sorprendido se levantó y vino a mi despacho. Le indiqué que se sentara en la silla al lado de Cristina y él, al mirarla, se sorprendió al ver su cara, y me miró alarmado. Les dije:

- Ayer estuve revisando vuestros contratos de prácticas

Ellos se miraron y luego me miraron nerviosos. Les dije:

- Hay varias clausulas que permiten finalizar las prácticas antes de tiempo

Cristina abrió mucho los ojos y dijo:

- Pero ¿Nos… nos vas a echar?

Héctor totalmente sorprendido por todo solo dijo:

- ¿Qué… qué ha pasado?

Sonreí y dije:

- Esperad, no saquéis conclusiones… la cuestión no va por ahí

Busqué entre mis papeles y encontré una carpeta. De ella saqué dos bloques de papeles. Los revisé y le alargué uno a Cristina y otro a Héctor mientras decía:

- La semana pasada estuvimos hablando Silvia y yo sobre vosotros

Los dos me miraban expectantes, sin haberse fijado aún en los papeles que les acaba de dar. Seguí:

- Y ambos estamos de acuerdo que vuestra disposición y actitud es muy buena, os faltan conocimientos pero eso es lo normal, lo importante es que sabéis escuchar, sabéis preguntar y sabéis investigar, no habéis sido una carga para nosotros como pensamos inicialmente que ocurriría con cualquier persona en prácticas. Tenéis mucho que aprender pero os vemos con ganas y predispuestos ¿Nos equivocamos?

Los dos me miraban sin decir nada hasta que Cristina asintió lentamente. Continué:

- Así que tenemos una propuesta, un contrato indefinido con nosotros, a tiempo completo desde el momento que firméis esos papeles

Entonces los dos miraron los papeles. Héctor sonrió pero Cris solo los miraba, con la boca abierta. Les dije:

- Leed el contrato con cuidado y, cualquier duda, os la resuelvo. Leed bien las condiciones, la cuantía,.. en fin, que os lo toméis con calma y si necesitáis consultarlo con alguien, lo hacéis sin problemas

Los miré. Ambos miraban los papeles pero no los leían, estaban sorprendidos. Sonreí y dije:

- Y ahora, a trabajar si no tenéis más dudas

Héctor se levantó rápidamente. Cristina lentamente pero dije:

- Espera, Cris, quédate un momento

Cuando Héctor salió, le dije:

- Esto es un contrato de exclusividad

- ¿Qué quieres decir?

- Que no se te permite tener otros trabajos por las noches o fines de semana

- Ah, pero yo necesito…

- ¿Has visto lo que vas a ganar?

- No ¿Dónde está?

Me levanté y me senté a su lado. Cogí los papeles y se lo mostré. Ella lo miró y preguntó:

- ¿Esto?

- Es tu bruto anual

- ¿Y al mes sería…?

- ¿Tu neto mensual?

- mmmmm

- Quieres saber lo que se te va a ingresar en tu cuenta bancaria cada mes ¿No?

- Sí

- Unos 1.200€ más dos pagas extras en junio y en diciembre, y sin contar si hay algunas horas extras aprobadas por mí

- ¿1.200€???

- Sí ¿Te parece bien?

- ¿De verdad?

- Sí

- Pero… ¿Seguro?

- Sí, claro

Sonreí al ver su cara de pasmo. Le dije:

- Si no te molesta que te pregunte ¿Cuánto ganas ahora mismo al mes?

- Con suerte, unos 500-600€

- Bueno, pues ahora será el doble

- Pero… pero…

- Mira, el sueldo está un poco por encima de lo normal para trabajadores con vuestra experiencia, pero sois técnicos cualificados y eso hay que pagarlo, y buenos técnicos, y os quiero contentos y a gusto en la empresa, por eso ese sueldo, que se revisará anualmente

Cris me miraba con la boca abierta. Le dije:

- Y no te quiero cansada teniendo dos o tres trabajos, con este trabajo puedes vivir más o menos bien ¿No?

- Sí, sí, claro, yo…

- Pues genial, léelo, me preguntas las dudas y firmas si te convence

- ¿Así de fácil?

- jajajaja, claro, mujer

Me levanté y ella hizo lo mismo. Me miró emocionada. Entonces le dije:

- Otra cosa, esto no estaba previsto pero tras lo que me has contado, podemos hacer una cosa

- ¿El qué?

- Si firmas, puedo arreglar para que se te de un adelanto de… ¿600€?

- ¿Eso que quiere decir?

- Que si firmas mañana, de esos 1.200€, te adelantaría 600€ mañana mismo, y el resto lo cobrarías al final de mes

- Ah ¿Eso es posible?

- Lo puedo arreglar, se ha hecho antes en algunos casos, no hay problema

- Jo, me… me salvaría la vida, estoy muy apurada, he tenido unos gastos que…

- Pues no te preocupes, si el contrato te convence, lo arreglo

Miró los papeles y dijo:

- Yo… yo me fio de ti, y no tengo a nadie a quien preguntar, si quieres lo firmo ya

- Nooo, jajaja, estas cosas hay que leerlas, y preguntar lo que no se entienda. Anda, tómatelo con calma y haz las cosas bien, como siempre te he dicho, nada de prisas, revisa todo, pregunta las dudas y cuando lo tengas claro, actúas ¿Vale?

Cris sonrió y asintió. Le puse una mano en el hombro y le señalé la puerta, entonces ella se volvió y me abrazó. Me puse nervioso, no me gustaban estas cosas en el trabajo. Intenté separarla pero ella me apretaba fuerte. Noté sus pechos contra mí y eso me puso más nervioso aún. Entonces, tan de repente como me había abrazado, se separó avergonzada y me dijo:

- Gracias, Carlos, gracias

Y se fue. Entonces vi como Silvia me miraba con una sonrisita. Me senté en mi sitio y me entró un nuevo mensaje por el chat interno. De nuevo era Silvia:

- Menuda carita has puesto jiji

- ¿Con qué?

- Con el abrazo de Cris

- Uffff, que incómodo

- Jajaja, la chica está emocionada, no seas hombre de hielo

- No lo soy, pero soy su jefe y…

- Jajajaja

- A saber que piensa la gente y…

- Jajajaja ¿El viejo verde con la niña? Jajajaja

- No seas mala, pero sí, es justo eso

- Tranquilo, solo lo he visto yo, y sé que tú no eres así

- Ya, ya…

- ¿Qué te ha dicho Cris? Menuda cara llevaba cuando fue a tu despacho

- Estaba nerviosa porque me quería preguntar por esto mismo, por si había posibilidad de contratación

- Ahhhhh

- Las coincidencias

- Sí, jeje, pues están los dos flipando, jajaja, ahora eres su héroe

- Y tú también, les he dicho que ha sido una decisión de los dos

- ¿Sí? Pero si tú ya lo habías decidido

- Sí, pero si llegas a decirme algo en contra no los contrato, confío más en tu criterio que en el mío

Silvia dejó de escribir. Pensé que se habría puesto con sus cosas cuando escribió:

- Vaya, gracias

- Es la verdad, siempre te escucho y valoro lo que dices

- Lo sé, pero gusta saberlo, nunca me dices estas cosas

Decidí rebajar lo serio que se estaba poniendo la conversación con una broma:

- Porque luego te lo crees y te pones inaguantable jeje

- ¿Yo inaguantable?

- Casi el 100% del tiempo, tu marido es un santo, lo tengo claro

- La santa soy yo por aguantarte, anda y que te den

Y sonreí al ver la mirada asesina que me estaba dirigiendo en ese momento.

Seguí trabajando y me olvidé de todo. Un par de horas más tarde escuché un taconeo acercándose y levanté la cabeza de los papeles para ver como llegaba Carmen a mi puerta. Estaba maravillosa, como siempre, era increíble que con 40 años tuviera ese tipazo y lo guapa que estaba. Ella dijo:

- Hola, Carlos ¿Se puede?

Me levanté y le dije:

- Pasa, Carmen, pasa, buenos días

Ella entró y se dirigió hacia mí para darme dos besos, y noté sus pechos pegándose a mí. Olía de maravilla y me quedé un par de segundos sin reaccionar. Ella me miraba sonriente y le dije carraspeando:

- Ejem, bueno, siéntate, Carmen

Nos sentamos los dos, yo en mi mesa y ella delante de la mesa. Pero entonces dijo:

- Pero Carlos ¿Así tan formal? Ven, siéntate a mi lado

La miré incómodo, y pensé que era verdad, que mi actitud al quedarme en mi mesa le daría que pensar que la cosa era demasiado seria y no quería que aquello pareciera tan serio, así que me levanté y me senté en la silla al lado de la suya, pero rápidamente me arrepentí al ver sus piernas cruzadas, su falda se había subido bastante mostrando sus muslos, y vi el canalillo que dejaba ver su camisa algo abierta. Cogí unos papeles de la mesa para disimular un poco. Nos quedamos callados hasta que ella dijo:

- ¿Y bien?

- Sí, un momento (mientras ojeaba los papeles sin verlos, intentando concentrarme)

- Me ha extrañado ver tu convocatoria de reunión ¿Pasa algo?

- No, bueno, sí

- ¿El qué?

- Verás, Carmen, es…

- Es ese inepto de Pablo ¿No?

- ¿Qué?

- Es un inepto, un incapaz

- Carmen, eso no es…

- No tiene ni puta idea, y no admite ideas nuevas, es un machista que me ignora porque soy una mujer más inteligente que él

- Carmen, Pablo no…

- ¿Qué quiere ese imbécil?

- Yo…

Noté como empezaba a sudar. Entonces me vino a la cabeza la imagen de Cristina hacía un par de horas y me reí por dentro, ahora me sentía como ella. Respiré profundamente y le dije:

- Carmen, Pablo ha solicitado que te vayas de su departamento

- ¿Sí? Pues mejor, no quiero trabajar con ese idiota

- Pero, es el tercer departamento donde no te has integrado, Carmen, esto no puede seguir así

- ¿Yo no me he integrado? Más bien son ellos que no quieren adoptar nuevas ideas y…

- Y luego está lo de tus faltas al trabajo, me ha dicho que casi siempre llegas muy tarde, te vas temprano y bastantes veces no has venido diciendo que te encuentras mal

Carmen me miró sin decir nada durante unos segundos. Luego dijo:

- Sabes a qué se debe eso

- Pero…

- Sabes lo mal que lo estoy pasando con esto del divorcio

- Sí, y lo entiendo, pero…

- Sabes que me tuve que coger una baja por depresión, no paraba de llorar y me sentía miserable

- Sí, y lo siento much...

- Carlos, tú eres un hombre sensible e inteligente, sabes como estoy, necesito apoyo, no esta mierda de Pablo

- Sí, sí y…

- Esto ya me hunde del todo, Carlos, del todo

Y se inclinó hacia mí, dejándome ver más su escote. Mis ojos no pudieron evitar ir hacia ese canalillo tan sensual y carraspeé:

- Ejem, ejem, espera, tranquila, sabes que te apoyo, que te apoyamos

- No lo veo así

- Sí, mujer, es solo que… bueno, que creemos que es mejor un cambio de aires para ti

- Oh, Carlos, no sabes lo mal que estoy

Y vi como sus ojos brillaban a punto de echarse a llorar. No podía verla llorar y le dije:

- Mira, si vas a estar mejor, hemos pensado que aportarías mucho en…

- En Marketing y comunicación

- ¿Qué?

- Sí, oh, Carlos, soy una persona muy creativa y emotiva, y se me da genial la comunicación, sabes lo buena que era como comercial y era por como me comunicaba con los clientes, es perfecto para mí

- Pero…

- Sí, ahí podría aportar mucho, muchísimo

- ¿No te gustaría volver a Ventas?

- No, no quiero estar de viajes ni nada de eso

- Pero, no sé, en la oficina, como administrativa o…

- No, no, me gusta más Marketing

- Bueno, no sé, Carmen, lo tendría que hablar

Carmen se inclinó aún más y me cogió la mano, diciendo:

- Oh, Carlos, pero confío en ti, eres la única persona de la empresa que me entiende y apoya de verdad, sé que lo harás por mí ¿Verdad?

- Sí, bueno, lo intentaré, claro

- Gracias, eres el mejor

Y me dedicó una sonrisa radiante que me dejó de nuevo sin habla “Pero ¿Qué tiene esta mujer que me deja temblando?”. Observé sus labios, perfectos, gruesos pero naturales ¿Qué se sentiría al besarlos? ¿Al morderlos suavemente? Entonces se levantó alisándose la falda. También me levanté y ella me dijo:

- Me has alegrado el día, Carlos, de verdad

- Bi… bien

- Que ganas tengo de empezar, es lo que necesito, un nuevo comienzo, dejar de pensar en lo antiguo, experimentar cosas nuevas

Y me guiñó un ojo de forma simpática pero también sensual. De nuevo me dejó temblando. Ella siguió hablando:

- Por ejemplo, estoy terminando de pintar y amueblar mi nueva casa

- Ah, genial

- Es pequeña, dos dormitorios, para mí y mi hijo pero está quedando genial

- Bien, bien

- Cuando esté terminada, haré una fiestecita de inauguración. Vendrás ¿No?

- Yo.. sí, sí, claro

- Será algo tranquilo, solo mis mejores amigos

Y me volvió a sonreír. Entonces, me dio otros dos besos y dijo:

- Bueno, te dejo trabajar, espero que nos veamos en el almuerzo durante la semana ¿No?

- Mmmm sí, sí

- Chao, Carlos

Y la miré irse, me fijé en su preciosa melena morena y en como se le meneaba su increíble culo al compás del ruido de sus tacones. Entonces empecé a escuchar las notificaciones del chat de mi portátil. Me senté en mi sitio y vi que era Silvia:

- ¿Qué quería esa zorra?

Y 7 y 8 mensajes más preguntando e insultando a Carmen. Suspiré y le contesté:

- Cosas de recursos humanos

Entonces vi como Silvia se levantaba y avanzaba rápidamente hacia mi despacho. Suspiré. Silvia no aguantaba a Carmen desde hacía años, pero no solo no la aguantaba, no la tragaba y la odiaba pero es que Carmen tampoco decía nada bonito de Silvia aunque Carmen no rezumaba odio, Carmen era más bien despectiva respecto a Silvia.

Silvia entró con cara de enfado y cerró la puerta diciendo:

- ¿Qué ha hecho esta vez esa zorra?

- Silvia, son cosas de RRHH

- Joder, Carlos, despierta ya, esa tía es un bicho

- Silvia…

- Ni Silvia ni nada, esa tía ha venido aquí a engatusarte como siempre, que lo he visto, esas miraditas, inclinándose para mostrarte el escote… aghhhhh menuda zorra

- Silvia…

- Que asco me da, es… es… y los tíos sois tan tontos, babeando por esa zorra, joder, Carlos, que eres el tío más listo que conozco y con ella eres un bobalicón

- SILVIA, YA VALE

Ella me miró enfadada pero se calló. A Silvia le aguantaba mucho porque llevábamos años trabajando juntos, pasándolo mal en urgencias del trabajo durante fines de semana agobiados, los dos solos porque no había más gente en el departamento. Nos quedamos mirándonos y entonces ella se sentó y dijo:

- Antes has dicho que te fías de mi criterio ¿No?

- Sí, ya lo sabes

- Pues escúchame, esa tía es un bicho

- ¿Y qué quieres? ¿La echo porque no te cae bien?

- No, la echas porque es una manipuladora y una jeta, que no da un palo al agua

- Silvia, eso no…

- Joder, Carlos, que lo sabe toda la empresa

- Pero…

- Pero ¿Qué?

- Silvia, Carmen está pasándolo mal, ya sabes lo de su divorcio

- El ex estará dando palmas con las orejas por haberse librado de ese bicho

- Silvia, ya vale, de verdad

Nos volvimos a quedar callados, mirándonos. Hasta enfadada sus ojos llamaban la atención, tan verdes. Entonces dijo:

- Bueno ¿No me vas a decir que quería? Porque sabes que me voy a enterar

Suspiré y terminé diciéndole:

- Va a cambiar de departamento

- ¿Y?… ah, no, eso no

- ¿Qué?

- Espero que no la vayas a meter aquí, te mato

Aquí me reí, ni había pensado en eso, sería suicidarme aguantando a las dos todo el día. Silvia seguía mirándome enfadada. Le dije:

- No, Silvia, nunca te haría eso

- Ah, es que…

- Se va a Marketing

- Perfecto

- ¿Perfecto?

- Donde no hacen el huevo, allí no llamará la atención, son todos igual que ella

- Silvia

- ¿Qué? Todo el mundo lo dice, son…

- Hoy tienes el día criticón ¿Eh?

- No, hoy tenía un día de puta madre hasta que he visto a esa zorra

Meneé la cabeza, menuda tirria le tenía a Carmen. Ella dijo:

- De verdad, Carlos, ahora en serio, no te dejes manipular por esa, es una especialista y los tíos sois muy tontos ante un buen par de tetas

- Pe…

- No, escucha

Inspiró y dijo:

- Eres mi mejor amigo y me pongo negra cuando veo como intenta manipularte, aquí o en el almuerzo

- Eso no es verdad

- Lo siento pero sí, es la verdad, y no me lo puedo callar más

- Silvia

- Te lo digo por lo mucho que te aprecio, lo sabes

Suspiré. Ella dijo:

- Lo sabes ¿No?

- Claro que lo sé

- Pues escúchame, no te lo voy a repetir más, eres mayorcito…

Me reí, y tanto que lo era, ya cercano a los 50. Ella continuó sin hacer caso de mi risa:

- Eres mayorcito y no voy a darte más la tabarra, pero cuando estés con ella, observa sus gestos, como todo está orientado a calentarte, a insinuarse

- Cada uno somos como somos, Silvia

- Sí, y ella es una manipuladora

Nos callamos de nuevo. Entonces le dije:

- Gracias

Ella me miró con suspicacia. Le repetí:

- Gracias por preocuparte por mí

- Pues claro que me preocupo

- Lo sé

- Y te lo he dicho veinte mil veces, búscate una buena mujer, pero buena, no un bicho

- Ya…

- Tengo amigas que…

Meneé la cabeza sonriendo porque ahora Silvia había entrado en modo casamentera. Me levanté y le dije:

- Voy a por un café ¿Vienes o te quedas?

- Que idiota eres

Pero se levantó sonriendo. Le dejé paso para salir de mi despacho pero antes de salir, la retuve cogiéndole suavemente el brazo y le dije:

- Gracias, de verdad

Y ella sonrió. Tras echarme el café me volví al despacho y me senté. Pensé en todo lo que me había dicho Silvia. Era la única persona que me hablaba tan francamente porque en realidad, casi no tenía amigos de verdad, solo la tenía a ella. A veces, Silvia se inmiscuía demasiado en mis asuntos pero sabía que lo hacía por mí. Y cuando nos enfadábamos siempre eran enfados de minutos, al final alguno bromeaba o algo, y nos reíamos. Y sabía que Carmen tonteaba mucho conmigo y con otros pero es que ella era así, le gustaba el tonteo, pero era un tonteo superficial, nunca serio.

Y ese era el gran problema de Silvia con Carmen porque hacía años Carmen tonteó con el marido de Silvia antes de estar casados y Silvia, que no se callaba nada, armó una buena bronca con ella en una fiesta de empresa. A partir de ese momento, no se podían ver. Miré la hora y vi que se me hacía tarde, tenía una reunión a la que ya llegaba tarde, y luego almuerzo con los directores de la empresa y más reuniones. Apagué el portátil, lo metí en mi mochila y me despedí de Silvia y los demás:

- Me tengo que ir, ya no volveré, nos vemos mañana

Silvia me miró extrañada:

- ¿Ocurre algo?

- No, no, me voy a una reunión y luego tenemos almuerzo y reunión de dirección, que ya sabes que se hacen eternas

- Ah, vale

- Para cualquier cosa, dadme un toque al móvil

- De acuerdo

- Buena tarde, chicos

Y todos me desearon lo mismo y me fui.​
 
Vaya, esta mañana le di a publicar aquí, y no me di cuenta que me dio un error y no se llegó a publicar :sick: Al final, lo he publicado en el foro principal, a la espera de que los administradores creen una categoría acorde.

Bueno, pues nada, nuevo relatillo. Espero que os entretenga y me acompañéis en las aventuras de estos nuevos personajes. Y sí, habrá de todo, gente muy mala, gente muy tonta, gente veterana, gente muy verde... y mucho blablabla :p

Gracias por leerme.
 

PARTE 1

1​

Lunes, 4 de septiembre 2023, 7:00

Carlos pulsó el interruptor y las luces de su despacho se encendieron. Como siempre, era el primero en llegar a la oficina, a las 7 de la mañana. Dejó la bolsa en el suelo y de su mochila sacó el portátil y lo conectó al dock para luego encenderlo. No esperó a ver como se encendía la pantalla, sino que cogió la bolsa que había dejado en el suelo y salió del despacho.

Fue hacia el cubículo a la derecha de su despacho, el de los técnicos informáticos. Hizo sitio en una estantería que había junto a la puerta y sacó de la bolsa la nueva cafetera. Lo había hablado el viernes pasado con los tres técnicos. Todos estaban cansados de los cafés de la máquina expendedora que había en recepción y al salir del trabajo, había tenido el impulso de comprar una cafetera. Al principio pensó en ponerla en su despacho pero allí parecería que era solo para él y seguro que Cristina y Héctor ni se atreverían a usarla así que decidió que el mejor sitio era la sala de los técnicos, que aunque estaban apretados y con todo lleno de cachivaches (impresoras, portátiles, monitores...) seguro que la cafetera no les iba a molestar.

Estuvo 10 minutos haciendo sitio y montando todo. Luego, puso 5 cajas de cápsulas de todo tipo junto a la Nespresso así como unas tazas nuevas. Llenó el depósito con agua e hizo el proceso de puesta en marcha que le habían explicado en la tienda. Tras terminar, revisó las cápsulas buscando un café que fuera fuerte, intenso, y se hizo su primer café. Lo probó con cuidado y sonrió, sabía muy diferente a la máquina de recepción.

Con la taza de café en su mano, volvió a su despacho y desbloqueó el portátil. Suspiró pensando en las tareas diarias. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer ese día pero de todos modos repasó su agenda. Era el encargado del departamento técnico pero también de recursos humanos y hoy tenía tres reuniones con empleados. Dos de ellas eran sencillas y positivas, iba a hablar con Cristina y Héctor, los dos becarios en prácticas para proponerles un contrato. Estaba contento con los dos, Héctor se había dedicado a la parte más técnica y de hierro, dar soporte a los usuarios, arreglar impresoras… mientras que a Cristina le había asignado la parte de control y revisión de los servidores. Había hablado con Silvia, la técnica senior, el día anterior y ella también estaba contenta con los dos chicos.

Pensó en el equipo técnico y recordó sus comienzos en la empresa hacía 10 años cuando volvió de EEUU tras su divorcio. Había empezado trabajando en la empresa como un simple técnico, él solo, sin nadie más, encargándose de todos los ordenadores, servidores... en una empresa de 20 personas donde nadie tenía experiencia en ordenadores. Actualmente eran cerca de 100 y con tres técnicos iban a seguir cortos de personal pero poco a poco iría solucionando ese tema. Silvia llevaba con él 8 años, una mujer muy capaz, trabajadora y siempre dispuesta a ayudar. Tenía 33 años, madre de una cría de casi dos años y casada con un compañero de trabajo de la fábrica. Tenía una melena corta de color castaño y era atractiva, especialmente por sus bonitos ojos verdes, pero no especialmente llamativa. Además, no había conseguido recuperar del todo el tipo tras el embarazo y seguía con varios kilos de más, sobre todo en la cadera, culo y piernas según se quejaba ella aunque para él le quedaban bien esos kilos de más, aunque tenía poco pecho para su gusto.

Las reuniones con los dos becarios no iban a suponer ningún problema, al contrario, siempre le gustaba dar buenas noticias y estaba seguro que ellos se pondrían muy contentos. Lo que le preocupaba era la reunión con Carmen.

“Ayyy, Carmen ¿Qué vamos a hacer contigo?” pensó meneando la cabeza. Carmen era una compañera que llevaba 6 años en la empresa. Tenía 41 años, madre de un hijo y en proceso de divorcio. Había entrado como comercial y se le daba muy bien, pero tras el embarazo, pidió dejarlo y dedicarse más a labores de oficina, y desde entonces había ido cambiando de departamento cada poco porque no se adaptaba a ninguno.

Carmen era todo un pibón, una morenaza de ojos penetrantes y tipazo, con una delantera y trasera que quitaban el hipo y que hacía que todos los tíos se giraran al verla pasar. Además, era guapa de verdad. Recordaba perfectamente su entrevista de trabajo, lo simpática, directa y segura que estuvo, y sobre todo, lo tenía que reconocer, lo atractiva que le pareció.

Carlos nunca había intentado nada con ella, principalmente porque se sentía viejo y feo al lado de ella, con sus 48 años mal llevados. Era una persona aburrida, sin ningún atractivo, fofo, sedentario,… Una mujer como Carmen nunca podría estar con una persona como él, o eso pensaba él siempre que se le ocurría que podría ser buena idea invitarla a tomar algo aprovechando su divorcio, y hasta ese momento, no se había atrevido a proponerle salir, ni se atrevería, lo tenía claro.

Abrió el informe de Pablo, el jefe de Carmen en su departamento actual. Pablo, muy educadamente, solicitaba el despido de Carmen por varias razones, pero la principal es que Carmen no seguía sus directrices y que faltaba mucho al trabajo. Pablo no la quería con él, y no era el único. El informe era escueto y conciso, pero Pablo había hablado con él y le había contado el mal ambiente que generaba Carmen, como siempre le intentaba quitar autoridad... Carlos meneó de nuevo la cabeza y miró los papeles del despido, ya lo tenía redactado, con un finiquito bastante superior al que le correspondería.

“Va a ser jodida la reunión con Carmen” pensó. Lo malo es que Carlos y Carmen hablaban mucho, solían coincidir en la zona de comidas del edificio y ella se sentaba con él para charlar mientras comían, y sabía lo mal que lo estaba pasando Carmen con el divorcio, sabía que el marido la había dejado por una chica de veinte y poco y Carmen estaba deprimida, no estaba en su mejor momento, y Carlos sabía lo que era eso, lo había vivido, aunque su divorcio fue por otras razones.

Tomó los papeles del despido y los rompió. Le daría una nueva oportunidad a Carmen, la última, y se lo diría, pero no podía dejarla en la calle, en ese momento no, con el divorcio y su depresión. La metería de nuevo en Ventas, pero no como comercial sino como administrativa. Escribió un correo electrónico al jefe de ese departamento para comunicarle el cambio. Él se lo tomaría mal pero era lo que había.

Carlos suspiró aliviado, lo de Carmen lo tenía estresado desde que Pablo le había informado de todo, pero ahora, una vez tomada la decisión definitiva, se sintió como si le hubieran quitado un peso de encima. Ahora todo dependería de Carmen y su actitud en el nuevo departamento.

Siguió leyendo correos y revisando documentos hasta que escuchó unos pasos suaves. Sin levantar la vista supo quien era, Héctor. Levantó la cabeza al escuchar “Buenos días, Carlos” y respondió “Buenas, Héctor”.

Héctor sonrió pero, como siempre, sin mirarlo directamente. Era un chico muy introvertido, inteligente pero excesivamente tímido. Era muy delgado, algo bajo y con una tupida, aunque corta, barba negra. Iba vestido con vaqueros y una camiseta. Lo miró dirigirse a su sitio y vio como se quedaba mirando la nueva cafetera.

A las 8 en punto escuchó un suave “Buenos días”. Carlos levantó la vista para ver a Cristina en su puerta, sonriendo tímidamente y levantando una mano a modo de saludo. Carlos le sonrió y le dijo “Buenas, Cris”. Notó que ella dudó un momento, como si quisiera decirle algo, pero entonces se fue a su sitio. Cris tenía una larga melena morena que le llegaba casi al culo, un bonito culo redondo aunque demasiado pequeño para su gusto. Cris era de esas chicas muy delgadas, excesivamente delgada, pero, increíblemente, tenía un buen par de tetas. Llevaba unos vaqueros muy ajustados, marcando su culito prieto y Carlos no pudo evitar mirarlo mientras ella se dirigía a su sitio. También llevaba una camiseta, igualmente ajustada y sin mangas, resaltando sus pechos. La chica ea guapilla, seguro que no tenía problemas para ligar. Normalmente llevaba gafas y también era tímida, aunque no tanto como Héctor.

Carlos
Escuché como daba los buenos días a Héctor y luego le preguntaba “¿Y esto?” señalando la cafetera. Héctor se encogió de hombros y dijo algo en su habitual tono bajo que no escuché. Cris me miró y sonreí. Me levanté y fui con ellos. Les dije que era una cafetera para todos, que podía usarla cuando quisieran, pero que tendríamos que poner un bote para reponer las cápsulas. Héctor se quedó inmóvil, sin reaccionar, pero Cris fue a la cafetera y me preguntó:

- ¿Cómo funciona?

Se lo expliqué a los dos, y Cris se hizo su primer café. Héctor, tímido, no se atrevió así que le hice yo uno y se lo di. Cris dijo:

- Mmmmm, que bueno

- ¿Sí?

- Sí, que idea tan buena has tenido, Carlos, muchas gracias

- Jeje, de nada ¿A ti no te gusta, Héctor?

Héctor se puso rojo de vergüenza y asintió rápidamente. Me reí y los dejé.

Silvia llegó a las 9 porque ella tenía un horario especial por su hija, trabajaba de 9 a 2. Los pasos de Silvia eran inconfundibles, rápidos y fuertes. Me dio los buenos días con un fuerte “Buenos días, jefe, que calor hace aún”. La miré sonriendo. Silvia intentaba andar más y dejaba el coche lejos para poder hacer algo de ejercicio aunque fuera así y siempre llegaba sofocada. Llevaba un vestido de verano hasta las rodillas. Sus bonitos ojos relucían por el sofoco pero sonreía mientras se abanicaba con la mano. Le dije:

- Buenos días, y sí, hace calor este septiembre

- Cambiará a mediados, como siempre

- Esperemos

Entonces me preguntó muy bajito:

- ¿Se lo has dicho ya?

- Aún no

- Ah, vale, es para no meter la pata

- En un rato los llamo

- Vale, vale, se van a poner muy contentos jiji

Y me saludó con la mano para luego irse a su sitio donde escuché su potente voz dando los buenos días y luego diciendo “pero ¿Quién ha estado tocando mis cosas?”. Cristina señaló con la mano hacia mí y Silvia me miró y dijo a voces “jefe, que tengo todo bien ordenado y ahora me lo has desordenado todo”. Me reí y le dije “Ya, un desorden ordenado ¿No?”. Ella se rio y dijo “Eso es” y luego dijo “Anda, ven y te tomas un café con nosotros”.

Me levanté y nos hicimos todos un café mientras Silvia se reía y me decía que menuda ocurrencia, que iba a tener ganas de café a todas horas con ese olor, que eso no podía ser, pero todo el rato riéndose encantada.

Tras terminar el café me volví a mi despacho y vi un mensaje en el chat de la empresa. Era Silvia:

- Muchas gracias por la cafetera, eres un encanto, pero no hacía falta

- Es una tontería

- Ya, tus tonterías que siempre me encantan, gracias, eres un cielo

Sonreí y entonces escuché “Carlos ¿Te podría consultar una cosa?”. Levanté la mirada y vi a Cris, nerviosa, tanto que parecía a punto de dar saltitos. Le señalé una de las sillas frente a mi mesa y le dije:

- Un momento, termino este correo y hablamos

- Ah, entonces vuelvo en…

- No, no, venga, siéntate, es un minuto

La vi sentarse y removerse nerviosa. Terminé el correo y, tras enviarlo, la miré. Cris, muy nerviosa, dijo:

- Es que verás, Carlos, yo… mmmm es que mi… mmmm es…

La miré extrañado ¿De qué iba todo esto? Miré a Silvia pero ella estaba a lo suyo, y Héctor también, parecía que era algo exclusivamente de Cristina. Le dije:

- No estés tan nerviosa, respira hondo y luego hablas

Cris lo hizo, y tras una pausa de unos segundos, dijo:

- Gracias

- A ver ¿Te pasa algo?

- No, bueno, sí, pero…

- ¿Te vas a ir?

- ¿Qué? ¿Irme? ¿A dónde?

- No sé, a otra empresa, que te han ofrecido un trabajo ¿No?

- N…. no, eso no, bueno, es sobre trabajo, sí

La miré expectante. Ella volvió a respirar profundamente y dijo:

- Verás, mi situación mmmmm familiar mmmm es un poco mmmmm

Esperé mientras ella retorcía sus manos una sobre la otra. Continuó poco a poco:

- Yo mmmm mis gastos son mmmm yo soy la que tiene que mmmm

Como veía que ella con los nervios no conseguía decir lo que quería, empecé a aventurar cosas:

- A ver, Cris, esto va de dinero ¿No?

- No mmmm sí, bueno, sí

- ¿Y?

- Es que mi familia no… no me ayuda económicamente y…

Entonces lo vi claro, sus padres estarían en paro o algo así y no le daban dinero. Asentí esperando. Ella volvió a inspirar profundamente:

- Ahora mismo, para pagarme la casa, que estoy de alquiler con otras estudiantes, yo mmm trabajo en varias cosas

- ¿Cómo?

- Por las noches en una hamburguesería y también doy algunas clases, y los fines de semana en un bar y…

- Ah

- Y ahora me he mudado a otra casa donde solo hay una chica conmigo, y los gastos mmmm bueno, no los he calculado bien y… mmmm

- Entiendo

- La cosa es mmmmmm es que he pensado en mmmmm me han ofrecido trabajar también en el turno de almuerzos en la hamburguesería y mmmm

- Y no podrías estar aquí

- No, eso no, podría pero no todo el día como ahora

Las prácticas eran de 5 horas diarias pero tanto Héctor como Cristina me habían pedido hacer 8 horas y terminar antes las prácticas. Con esas 8 horas, les quedaba solo un mes de prácticas. Asentí y dije:

- Y quieres echar 5 horas

- Sí, bueno, no… es que tengo que estar en la hamburguesería antes de las 13:00 y para eso, como no tengo coche, tengo que salir de aquí antes y…

- Ajá

- Yo… me preguntaba si tú… bueno, mmmmm si podría ser que…

- Sí, no hay problema, solo que se te alargarán las prácticas

- Ya, lo sé, pero es que necesito ese dinero

- Claro

- He pensado otra cosa mmmmm

- ¿Qué?

- Yo mmmm

Aunque Cris se había tranquilizado un poco, de nuevo le volvieron los nervios y vi que se removía en el asiento. Dijo:

- Yo mmm bueno, dijiste, quiero decir, cuando empezamos las prácticas mmmm

- ¿Qué?

- Tú dijiste que mmmm que si mmmm que si nosotros mmmm

- Os dije que si trabajabais bien, quizás os podríamos contratar ¿Es eso?

- Sí, eso y mmmm

Vi que estaba a punto de levantarse de lo nerviosa que estaba. Le sonreí y dije:

- Y te preguntas si estamos contentos con vosotros ¿No?

Ella asintió rápidamente. Me quedé mirándola pensando en las coincidencias de la vida, ella tan apurada por algo que había decidido el fin de semana y pensaba contárselo esa misma mañana. Entonces me di cuenta que ella me miraba con los ojos muy abiertos, casi a punto de echarse a llorar, había tomado mi silencio como algo negativo. Le sonreí y dije:

- Perdona, me he puesto a pensar en las coincidencias de la vida, perdona, perdona

Ahora me miraba con sorpresa y sin entenderme. Le dije:

- ¿Puedes decirle a Héctor que venga?

- ¿Héctor? ¿Para qué?

- Para contaros…

- No, Héctor no sabe nada de mi situación y no… me da vergüenza que…

- Tranquila, no vamos a hablar de eso

- Pero, y mi…

Le hice un gesto de tranquilidad y llamé a Héctor, que sorprendido se levantó y vino a mi despacho. Le indiqué que se sentara en la silla al lado de Cristina y él, al mirarla, se sorprendió al ver su cara, y me miró alarmado. Les dije:

- Ayer estuve revisando vuestros contratos de prácticas

Ellos se miraron y luego me miraron nerviosos. Les dije:

- Hay varias clausulas que permiten finalizar las prácticas antes de tiempo

Cristina abrió mucho los ojos y dijo:

- Pero ¿Nos… nos vas a echar?

Héctor totalmente sorprendido por todo solo dijo:

- ¿Qué… qué ha pasado?

Sonreí y dije:

- Esperad, no saquéis conclusiones… la cuestión no va por ahí

Busqué entre mis papeles y encontré una carpeta. De ella saqué dos bloques de papeles. Los revisé y le alargué uno a Cristina y otro a Héctor mientras decía:

- La semana pasada estuvimos hablando Silvia y yo sobre vosotros

Los dos me miraban expectantes, sin haberse fijado aún en los papeles que les acaba de dar. Seguí:

- Y ambos estamos de acuerdo que vuestra disposición y actitud es muy buena, os faltan conocimientos pero eso es lo normal, lo importante es que sabéis escuchar, sabéis preguntar y sabéis investigar, no habéis sido una carga para nosotros como pensamos inicialmente que ocurriría con cualquier persona en prácticas. Tenéis mucho que aprender pero os vemos con ganas y predispuestos ¿Nos equivocamos?

Los dos me miraban sin decir nada hasta que Cristina asintió lentamente. Continué:

- Así que tenemos una propuesta, un contrato indefinido con nosotros, a tiempo completo desde el momento que firméis esos papeles

Entonces los dos miraron los papeles. Héctor sonrió pero Cris solo los miraba, con la boca abierta. Les dije:

- Leed el contrato con cuidado y, cualquier duda, os la resuelvo. Leed bien las condiciones, la cuantía,.. en fin, que os lo toméis con calma y si necesitáis consultarlo con alguien, lo hacéis sin problemas

Los miré. Ambos miraban los papeles pero no los leían, estaban sorprendidos. Sonreí y dije:

- Y ahora, a trabajar si no tenéis más dudas

Héctor se levantó rápidamente. Cristina lentamente pero dije:

- Espera, Cris, quédate un momento

Cuando Héctor salió, le dije:

- Esto es un contrato de exclusividad

- ¿Qué quieres decir?

- Que no se te permite tener otros trabajos por las noches o fines de semana

- Ah, pero yo necesito…

- ¿Has visto lo que vas a ganar?

- No ¿Dónde está?

Me levanté y me senté a su lado. Cogí los papeles y se lo mostré. Ella lo miró y preguntó:

- ¿Esto?

- Es tu bruto anual

- ¿Y al mes sería…?

- ¿Tu neto mensual?

- mmmmm

- Quieres saber lo que se te va a ingresar en tu cuenta bancaria cada mes ¿No?

- Sí

- Unos 1.200€ más dos pagas extras en junio y en diciembre, y sin contar si hay algunas horas extras aprobadas por mí

- ¿1.200€???

- Sí ¿Te parece bien?

- ¿De verdad?

- Sí

- Pero… ¿Seguro?

- Sí, claro

Sonreí al ver su cara de pasmo. Le dije:

- Si no te molesta que te pregunte ¿Cuánto ganas ahora mismo al mes?

- Con suerte, unos 500-600€

- Bueno, pues ahora será el doble

- Pero… pero…

- Mira, el sueldo está un poco por encima de lo normal para trabajadores con vuestra experiencia, pero sois técnicos cualificados y eso hay que pagarlo, y buenos técnicos, y os quiero contentos y a gusto en la empresa, por eso ese sueldo, que se revisará anualmente

Cris me miraba con la boca abierta. Le dije:

- Y no te quiero cansada teniendo dos o tres trabajos, con este trabajo puedes vivir más o menos bien ¿No?

- Sí, sí, claro, yo…

- Pues genial, léelo, me preguntas las dudas y firmas si te convence

- ¿Así de fácil?

- jajajaja, claro, mujer

Me levanté y ella hizo lo mismo. Me miró emocionada. Entonces le dije:

- Otra cosa, esto no estaba previsto pero tras lo que me has contado, podemos hacer una cosa

- ¿El qué?

- Si firmas, puedo arreglar para que se te de un adelanto de… ¿600€?

- ¿Eso que quiere decir?

- Que si firmas mañana, de esos 1.200€, te adelantaría 600€ mañana mismo, y el resto lo cobrarías al final de mes

- Ah ¿Eso es posible?

- Lo puedo arreglar, se ha hecho antes en algunos casos, no hay problema

- Jo, me… me salvaría la vida, estoy muy apurada, he tenido unos gastos que…

- Pues no te preocupes, si el contrato te convence, lo arreglo

Miró los papeles y dijo:

- Yo… yo me fio de ti, y no tengo a nadie a quien preguntar, si quieres lo firmo ya

- Nooo, jajaja, estas cosas hay que leerlas, y preguntar lo que no se entienda. Anda, tómatelo con calma y haz las cosas bien, como siempre te he dicho, nada de prisas, revisa todo, pregunta las dudas y cuando lo tengas claro, actúas ¿Vale?

Cris sonrió y asintió. Le puse una mano en el hombro y le señalé la puerta, entonces ella se volvió y me abrazó. Me puse nervioso, no me gustaban estas cosas en el trabajo. Intenté separarla pero ella me apretaba fuerte. Noté sus pechos contra mí y eso me puso más nervioso aún. Entonces, tan de repente como me había abrazado, se separó avergonzada y me dijo:

- Gracias, Carlos, gracias

Y se fue. Entonces vi como Silvia me miraba con una sonrisita. Me senté en mi sitio y me entró un nuevo mensaje por el chat interno. De nuevo era Silvia:

- Menuda carita has puesto jiji

- ¿Con qué?

- Con el abrazo de Cris

- Uffff, que incómodo

- Jajaja, la chica está emocionada, no seas hombre de hielo

- No lo soy, pero soy su jefe y…

- Jajajaja

- A saber que piensa la gente y…

- Jajajaja ¿El viejo verde con la niña? Jajajaja

- No seas mala, pero sí, es justo eso

- Tranquilo, solo lo he visto yo, y sé que tú no eres así

- Ya, ya…

- ¿Qué te ha dicho Cris? Menuda cara llevaba cuando fue a tu despacho

- Estaba nerviosa porque me quería preguntar por esto mismo, por si había posibilidad de contratación

- Ahhhhh

- Las coincidencias

- Sí, jeje, pues están los dos flipando, jajaja, ahora eres su héroe

- Y tú también, les he dicho que ha sido una decisión de los dos

- ¿Sí? Pero si tú ya lo habías decidido

- Sí, pero si llegas a decirme algo en contra no los contrato, confío más en tu criterio que en el mío

Silvia dejó de escribir. Pensé que se habría puesto con sus cosas cuando escribió:

- Vaya, gracias

- Es la verdad, siempre te escucho y valoro lo que dices

- Lo sé, pero gusta saberlo, nunca me dices estas cosas

Decidí rebajar lo serio que se estaba poniendo la conversación con una broma:

- Porque luego te lo crees y te pones inaguantable jeje

- ¿Yo inaguantable?

- Casi el 100% del tiempo, tu marido es un santo, lo tengo claro

- La santa soy yo por aguantarte, anda y que te den

Y sonreí al ver la mirada asesina que me estaba dirigiendo en ese momento.

Seguí trabajando y me olvidé de todo. Un par de horas más tarde escuché un taconeo acercándose y levanté la cabeza de los papeles para ver como llegaba Carmen a mi puerta. Estaba maravillosa, como siempre, era increíble que con 40 años tuviera ese tipazo y lo guapa que estaba. Ella dijo:

- Hola, Carlos ¿Se puede?

Me levanté y le dije:

- Pasa, Carmen, pasa, buenos días

Ella entró y se dirigió hacia mí para darme dos besos, y noté sus pechos pegándose a mí. Olía de maravilla y me quedé un par de segundos sin reaccionar. Ella me miraba sonriente y le dije carraspeando:

- Ejem, bueno, siéntate, Carmen

Nos sentamos los dos, yo en mi mesa y ella delante de la mesa. Pero entonces dijo:

- Pero Carlos ¿Así tan formal? Ven, siéntate a mi lado

La miré incómodo, y pensé que era verdad, que mi actitud al quedarme en mi mesa le daría que pensar que la cosa era demasiado seria y no quería que aquello pareciera tan serio, así que me levanté y me senté en la silla al lado de la suya, pero rápidamente me arrepentí al ver sus piernas cruzadas, su falda se había subido bastante mostrando sus muslos, y vi el canalillo que dejaba ver su camisa algo abierta. Cogí unos papeles de la mesa para disimular un poco. Nos quedamos callados hasta que ella dijo:

- ¿Y bien?

- Sí, un momento (mientras ojeaba los papeles sin verlos, intentando concentrarme)

- Me ha extrañado ver tu convocatoria de reunión ¿Pasa algo?

- No, bueno, sí

- ¿El qué?

- Verás, Carmen, es…

- Es ese inepto de Pablo ¿No?

- ¿Qué?

- Es un inepto, un incapaz

- Carmen, eso no es…

- No tiene ni puta idea, y no admite ideas nuevas, es un machista que me ignora porque soy una mujer más inteligente que él

- Carmen, Pablo no…

- ¿Qué quiere ese imbécil?

- Yo…

Noté como empezaba a sudar. Entonces me vino a la cabeza la imagen de Cristina hacía un par de horas y me reí por dentro, ahora me sentía como ella. Respiré profundamente y le dije:

- Carmen, Pablo ha solicitado que te vayas de su departamento

- ¿Sí? Pues mejor, no quiero trabajar con ese idiota

- Pero, es el tercer departamento donde no te has integrado, Carmen, esto no puede seguir así

- ¿Yo no me he integrado? Más bien son ellos que no quieren adoptar nuevas ideas y…

- Y luego está lo de tus faltas al trabajo, me ha dicho que casi siempre llegas muy tarde, te vas temprano y bastantes veces no has venido diciendo que te encuentras mal

Carmen me miró sin decir nada durante unos segundos. Luego dijo:

- Sabes a qué se debe eso

- Pero…

- Sabes lo mal que lo estoy pasando con esto del divorcio

- Sí, y lo entiendo, pero…

- Sabes que me tuve que coger una baja por depresión, no paraba de llorar y me sentía miserable

- Sí, y lo siento much...

- Carlos, tú eres un hombre sensible e inteligente, sabes como estoy, necesito apoyo, no esta mierda de Pablo

- Sí, sí y…

- Esto ya me hunde del todo, Carlos, del todo

Y se inclinó hacia mí, dejándome ver más su escote. Mis ojos no pudieron evitar ir hacia ese canalillo tan sensual y carraspeé:

- Ejem, ejem, espera, tranquila, sabes que te apoyo, que te apoyamos

- No lo veo así

- Sí, mujer, es solo que… bueno, que creemos que es mejor un cambio de aires para ti

- Oh, Carlos, no sabes lo mal que estoy

Y vi como sus ojos brillaban a punto de echarse a llorar. No podía verla llorar y le dije:

- Mira, si vas a estar mejor, hemos pensado que aportarías mucho en…

- En Marketing y comunicación

- ¿Qué?

- Sí, oh, Carlos, soy una persona muy creativa y emotiva, y se me da genial la comunicación, sabes lo buena que era como comercial y era por como me comunicaba con los clientes, es perfecto para mí

- Pero…

- Sí, ahí podría aportar mucho, muchísimo

- ¿No te gustaría volver a Ventas?

- No, no quiero estar de viajes ni nada de eso

- Pero, no sé, en la oficina, como administrativa o…

- No, no, me gusta más Marketing

- Bueno, no sé, Carmen, lo tendría que hablar

Carmen se inclinó aún más y me cogió la mano, diciendo:

- Oh, Carlos, pero confío en ti, eres la única persona de la empresa que me entiende y apoya de verdad, sé que lo harás por mí ¿Verdad?

- Sí, bueno, lo intentaré, claro

- Gracias, eres el mejor

Y me dedicó una sonrisa radiante que me dejó de nuevo sin habla “Pero ¿Qué tiene esta mujer que me deja temblando?”. Observé sus labios, perfectos, gruesos pero naturales ¿Qué se sentiría al besarlos? ¿Al morderlos suavemente? Entonces se levantó alisándose la falda. También me levanté y ella me dijo:

- Me has alegrado el día, Carlos, de verdad

- Bi… bien

- Que ganas tengo de empezar, es lo que necesito, un nuevo comienzo, dejar de pensar en lo antiguo, experimentar cosas nuevas

Y me guiñó un ojo de forma simpática pero también sensual. De nuevo me dejó temblando. Ella siguió hablando:

- Por ejemplo, estoy terminando de pintar y amueblar mi nueva casa

- Ah, genial

- Es pequeña, dos dormitorios, para mí y mi hijo pero está quedando genial

- Bien, bien

- Cuando esté terminada, haré una fiestecita de inauguración. Vendrás ¿No?

- Yo.. sí, sí, claro

- Será algo tranquilo, solo mis mejores amigos

Y me volvió a sonreír. Entonces, me dio otros dos besos y dijo:

- Bueno, te dejo trabajar, espero que nos veamos en el almuerzo durante la semana ¿No?

- Mmmm sí, sí

- Chao, Carlos

Y la miré irse, me fijé en su preciosa melena morena y en como se le meneaba su increíble culo al compás del ruido de sus tacones. Entonces empecé a escuchar las notificaciones del chat de mi portátil. Me senté en mi sitio y vi que era Silvia:

- ¿Qué quería esa zorra?

Y 7 y 8 mensajes más preguntando e insultando a Carmen. Suspiré y le contesté:

- Cosas de recursos humanos

Entonces vi como Silvia se levantaba y avanzaba rápidamente hacia mi despacho. Suspiré. Silvia no aguantaba a Carmen desde hacía años, pero no solo no la aguantaba, no la tragaba y la odiaba pero es que Carmen tampoco decía nada bonito de Silvia aunque Carmen no rezumaba odio, Carmen era más bien despectiva respecto a Silvia.

Silvia entró con cara de enfado y cerró la puerta diciendo:

- ¿Qué ha hecho esta vez esa zorra?

- Silvia, son cosas de RRHH

- Joder, Carlos, despierta ya, esa tía es un bicho

- Silvia…

- Ni Silvia ni nada, esa tía ha venido aquí a engatusarte como siempre, que lo he visto, esas miraditas, inclinándose para mostrarte el escote… aghhhhh menuda zorra

- Silvia…

- Que asco me da, es… es… y los tíos sois tan tontos, babeando por esa zorra, joder, Carlos, que eres el tío más listo que conozco y con ella eres un bobalicón

- SILVIA, YA VALE

Ella me miró enfadada pero se calló. A Silvia le aguantaba mucho porque llevábamos años trabajando juntos, pasándolo mal en urgencias del trabajo durante fines de semana agobiados, los dos solos porque no había más gente en el departamento. Nos quedamos mirándonos y entonces ella se sentó y dijo:

- Antes has dicho que te fías de mi criterio ¿No?

- Sí, ya lo sabes

- Pues escúchame, esa tía es un bicho

- ¿Y qué quieres? ¿La echo porque no te cae bien?

- No, la echas porque es una manipuladora y una jeta, que no da un palo al agua

- Silvia, eso no…

- Joder, Carlos, que lo sabe toda la empresa

- Pero…

- Pero ¿Qué?

- Silvia, Carmen está pasándolo mal, ya sabes lo de su divorcio

- El ex estará dando palmas con las orejas por haberse librado de ese bicho

- Silvia, ya vale, de verdad

Nos volvimos a quedar callados, mirándonos. Hasta enfadada sus ojos llamaban la atención, tan verdes. Entonces dijo:

- Bueno ¿No me vas a decir que quería? Porque sabes que me voy a enterar

Suspiré y terminé diciéndole:

- Va a cambiar de departamento

- ¿Y?… ah, no, eso no

- ¿Qué?

- Espero que no la vayas a meter aquí, te mato

Aquí me reí, ni había pensado en eso, sería suicidarme aguantando a las dos todo el día. Silvia seguía mirándome enfadada. Le dije:

- No, Silvia, nunca te haría eso

- Ah, es que…

- Se va a Marketing

- Perfecto

- ¿Perfecto?

- Donde no hacen el huevo, allí no llamará la atención, son todos igual que ella

- Silvia

- ¿Qué? Todo el mundo lo dice, son…

- Hoy tienes el día criticón ¿Eh?

- No, hoy tenía un día de puta madre hasta que he visto a esa zorra

Meneé la cabeza, menuda tirria le tenía a Carmen. Ella dijo:

- De verdad, Carlos, ahora en serio, no te dejes manipular por esa, es una especialista y los tíos sois muy tontos ante un buen par de tetas

- Pe…

- No, escucha

Inspiró y dijo:

- Eres mi mejor amigo y me pongo negra cuando veo como intenta manipularte, aquí o en el almuerzo

- Eso no es verdad

- Lo siento pero sí, es la verdad, y no me lo puedo callar más

- Silvia

- Te lo digo por lo mucho que te aprecio, lo sabes

Suspiré. Ella dijo:

- Lo sabes ¿No?

- Claro que lo sé

- Pues escúchame, no te lo voy a repetir más, eres mayorcito…

Me reí, y tanto que lo era, ya cercano a los 50. Ella continuó sin hacer caso de mi risa:

- Eres mayorcito y no voy a darte más la tabarra, pero cuando estés con ella, observa sus gestos, como todo está orientado a calentarte, a insinuarse

- Cada uno somos como somos, Silvia

- Sí, y ella es una manipuladora

Nos callamos de nuevo. Entonces le dije:

- Gracias

Ella me miró con suspicacia. Le repetí:

- Gracias por preocuparte por mí

- Pues claro que me preocupo

- Lo sé

- Y te lo he dicho veinte mil veces, búscate una buena mujer, pero buena, no un bicho

- Ya…

- Tengo amigas que…

Meneé la cabeza sonriendo porque ahora Silvia había entrado en modo casamentera. Me levanté y le dije:

- Voy a por un café ¿Vienes o te quedas?

- Que idiota eres

Pero se levantó sonriendo. Le dejé paso para salir de mi despacho pero antes de salir, la retuve cogiéndole suavemente el brazo y le dije:

- Gracias, de verdad

Y ella sonrió. Tras echarme el café me volví al despacho y me senté. Pensé en todo lo que me había dicho Silvia. Era la única persona que me hablaba tan francamente porque en realidad, casi no tenía amigos de verdad, solo la tenía a ella. A veces, Silvia se inmiscuía demasiado en mis asuntos pero sabía que lo hacía por mí. Y cuando nos enfadábamos siempre eran enfados de minutos, al final alguno bromeaba o algo, y nos reíamos. Y sabía que Carmen tonteaba mucho conmigo y con otros pero es que ella era así, le gustaba el tonteo, pero era un tonteo superficial, nunca serio.

Y ese era el gran problema de Silvia con Carmen porque hacía años Carmen tonteó con el marido de Silvia antes de estar casados y Silvia, que no se callaba nada, armó una buena bronca con ella en una fiesta de empresa. A partir de ese momento, no se podían ver. Miré la hora y vi que se me hacía tarde, tenía una reunión a la que ya llegaba tarde, y luego almuerzo con los directores de la empresa y más reuniones. Apagué el portátil, lo metí en mi mochila y me despedí de Silvia y los demás:

- Me tengo que ir, ya no volveré, nos vemos mañana

Silvia me miró extrañada:

- ¿Ocurre algo?

- No, no, me voy a una reunión y luego tenemos almuerzo y reunión de dirección, que ya sabes que se hacen eternas

- Ah, vale

- Para cualquier cosa, dadme un toque al móvil

- De acuerdo

- Buena tarde, chicos

Y todos me desearon lo mismo y me fui.​
¡que bueno que escribiste!....
 

2​

Mismo día. Lunes, 4 de septiembre 2023, 7:00
Silvia


Me desperté inmediatamente al empezar a vibrar mi reloj. Miré a mi lado para comprobar que Antonio seguía profundamente dormido. Me levanté con cuidado y fui al baño. Hice un pis rápido, me enjuagué la boca y me peiné un poco. Pensé “Venga, Silvia, esta semana es importante, vamos a empezarla bien”.

Me desnudé y me limpié el cuerpo con una toalla húmeda, no quería ducharme aún. Luego, apagué la luz y salí del cuarto de baño desnuda y me metí en la cama. Miré la hora, las 7:13, quedaban 17 minutos antes de que sonara el despertador así que perfecto para un polvo rápido. Empujé a Antonio llamándolo:

- Nene, nene

Pero él ni caso. Entonces le empujé más fuerte y subiendo mi tono de voz pero no demasiado para no despertar a Gema:

- Antonio, despierta
- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿La niña?


El pobre reaccionaba como de esa forma porque llevábamos meses durmiendo fatal porque Gema era una niña muy llorona y quejosa, se despertaba varias veces por la noche y los dos andábamos medio zombis por eso. Le dije:

- No, la niña está bien

- ¿Ya es la hora?

- Ya mismo

- Puff, déjame dormir

- No

- Silvi, que estoy destrozado

- Lo sé pero ya te lo dije anoche, esta semana estoy ovulando y es la mejor

Antonio suspiró. Él quería esperar antes de tener un segundo niño pero yo no, Gema tenía ya 15 meses y era el momento, no quería que se llevaran tanto tiempo entre los dos hermanos. Antonio opinaba que, habiendo sido Gema tan problemática, necesitábamos recuperarnos antes de ir a por otro. Lo cierto es que desde que estaba Gema lo hacíamos poquísimo, los dos estábamos siempre cansados, pero yo no estaba dispuesta a esperar, y al final lo había convencido. Le dije:

- Venga, ve al baño y te enjuagas la boca

- ¿Para qué?

- No me vas a follar sin besarme, y tu aliento no huele a rosas después de toda la noche roncando

Le dije sonriendo. Él se quejó:

- Yo no ronco

- Ya, seguro… Anda, ve, que ya mismo suena el despertador y siempre vamos fatal de tiempo

Antonio se levantó quejoso y lentamente, pero fue al baño. Volvió al poco y dijo:

- Estoy yo como para hacer algo

- Venga, túmbate, deja de quejarte, ni que tuvieras que cavar un túnel, solo es follarme

- Pero lo mismo ni se me levanta, estoy medio dormido

- De eso me encargo yo, túmbate

Antonio se tumbó en la cama y rápidamente lo desnudé y me metí su polla en la boca. Estaba totalmente flácida pero rápidamente se puso dura. Me la saqué de la boca y le dije:

- ¿Ves? Los tíos por la mañana siempre la tenéis dispuesta

- Ya, pero…

- Venga, ponte encima mía y fóllame

Antonio obedeció y cuando me la iba a meter, le dije:

- Pero bésame antes, tonto

Nos besamos con mucha lengua, su boca sabía a enjuague bucal, igual que la mía. Noté una de sus fuertes manos acariciándome una teta, y me gustó. Le cogí la polla y la dirigí a mi coño. En cuanto me la metió empezó a follarme despacio, sin dejar de besarnos. Me notaba muy cachonda, como no había estado en mucho tiempo.

Entonces, escuchamos a Gema quejarse desde la otra habitación. Era un puto reloj. Toda mi excitación bajó al mínimo. Antonio paró y le dije:

- Venga, rápido, antes de que se despierte del todo

- Pero…

- Rápido, rápido

Mientras le empujaba el culo para que me la metiera más profundamente. Antonio volvió a moverse y aumentó rápidamente el ritmo. Gema empezó a lloriquear. Antonio, nervioso, seguía moviéndose pero le costaba correrse. Por mi parte, ya no estaba nada cachonda, solo quería que terminara e ir a ver a la niña antes de que empezara a llorar de verdad, que entonces se complicaría toda la mañana. Decidí simular y le dije al oído:

- Como me gusta, nene, que polla tienes, me encanta, sigue, sigue, me encanta como me follas

Y empecé a gemir en su oído, sabía que eso le ponía mucho. Y funcionó, Antonio no tardó en correrse dentro de mí. Lo retuve unos segundos hasta que escuché como Gema gimoteaba un “papi, mami”. Empujé a Antonio fuera de mí y le dije:

- Corre, ve a verla antes de que empiece a llorar

Antonio meneó la cabeza y dijo:

- Ve tú, me tengo que duchar

- No puedo, me tengo que quedar así unos segundos, ya sabes

- Puffff

Vi como se levantaba con desgana y luego se ponía los calzoncillos. Salió de la habitación llamando tranquilizadoramente a Gema. Escuché como Gema dejaba de gimotear, había llegado a tiempo, y sonreí, había ido casi perfecto. Me había quedado con las ganas pero bueno, la semana iba a ser intensa, ya habría tiempo para unos cuantos orgasmos.

Tras unos minutos dejando reposar el semen dentro de mí, me levanté, me limpié con una toallita, me puse el pijama y fui a por Gema para que Antonio se duchara y vistiera. Y como siempre, todo fue con prisas, una ducha rápida y desayuno aún más rápido mientras arreglaba todo para el día. Antonio salió antes para el trabajo mientras yo llevaba a Gema con su abuela. Luego cogí el coche y fui al trabajo, pero lo aparqué lejos para poder andar un rato porque tenía que perder como fuera estos puñeteros quilos de más que no conseguía quitarme de encima, no me podía quedar embarazada de nuevo con esos quilos porque ya se quedarían para siempre y eso no lo iba a permitir.

Al llegar a la oficina estaba totalmente acalorada. Era evidente que necesitaba hacer más ejercicio, tenía que sacar hueco de donde fuera para volver a apuntarme al gimnasio o salir a correr, pero con Gema y el trabajo era imposible.

Vi a Carlos ensimismado en sus cosas. Carlos, el mejor hombre que conocía junto a Antonio. Y como siempre me congratulé con mi suerte al empezar a trabajar aquí junto a él. Había empezado mi vida laboral creyéndome muy lista y que sabía de todo, pero con Carlos me di cuenta que en realidad solo sabía lo superficial. Él me enseñó con paciencia infinita, aguantando mi mal humor siempre con bromas. Carlos, con su mirada triste, siempre dispuesto a ayudar pero siempre solitario. Y lo entendía, después de lo que le había pasado en EEUU era normal, pero me apenaba no poder ayudarle, lo había intentado pero él no quería salir de su tristeza, le acompañaría siempre.

Suspiré y me quité esa pena de encima, el día había empezado bien y tenía que seguir así. Lo saludé con humor y él respondió como siempre. Luego, fui con los chicos y vi la nueva cafetera y supe inmediatamente que era cosa de Carlos. Me hice la indignada pero como parte de nuestras chanzas, en realidad me encantaba, Carlos siempre escuchaba y actuaba pensando en los demás. El viernes pasado me había quejado del café de la máquina de recepción y nos habíamos puesto a hablar de lo malo que era. Carlos había dicho que a él le sabía bien, pero es que Carlos nunca se quejaba de nada. Habíamos bromeado sobre su mal gusto y ya está, ahí quedó la cosa, pero Carlos siempre escuchaba y anotaba todo, y ahí estaba el resultado.

Nos tomamos un café juntos y seguimos bromeando, pero el café era buenísimo, no tenía nada que ver con la máquina de recepción. Cuando se fue, se lo agradecí por el chat y él le quitó importancia como siempre hacía.

Entonces vi como Cristina se removía nerviosa. Ya se lo había notado durante el café pero ahora era totalmente evidente que algo le pasaba. Iba a preguntarle pero ella se levantó y salió de nuestra habitación. La vi pararse en el despacho de Carlos. Los miré extrañada.

Observé atentamente la reunión. Cristina estaba visiblemente muy nerviosa, crispada, incluso temí que se echara a llorar, pero seguro que Carlos la estaba tranquilizando, se le daba muy bien escuchar y apoyar en malos momentos, sin perder la calma. Poco a poco Cristina se fue calmando pero entonces volvió a ponerse nerviosa y Carlos llamó a Héctor. Estaba claro que les iba a dar la noticia. Sonreí al ver la cara de sorpresa que ponían los dos. Héctor sonreía tímidamente pero Cristina casi no podía cerrar la boca de la sorpresa. Luego, Héctor se fue y Carlos y Cristina hablaron un poco más y entonces, ella lo abrazó y vi la cara de circunstancias que ponía Carlos, claramente incómodo por la situación. Me reí por dentro y pensé en reírme un poco de él y le escribí por el chat.

Como me imaginaba, Carlos se había puesto muy incómodo con el abrazo pero a mí me había gustado el gesto de Cris. Y entonces Carlos me dijo algo que me dejó sorprendida, me dijo que confiaba más en mi criterio que en el suyo. Así era Carlos, te soltaba cosas de ese estilo sin saber lo mucho que podía significar para el otro. Pero luego lo estropeó con sus bromas tontas. Cerré el chat pensando que era muy tonto, un tío encantador pero muy tonto.

Miré a los chicos que, emocionados, hablaban entre ellos, y les pregunté:

- ¿Qué pasa?

Los dos me miraron sonriendo y Cris contestó:

- Carlos nos ha dado el contrato para que lo leamos

- Ah, y contentos ¿No?

- Uff, ya te digo

- ¿Son buenas condiciones?

- Creo que sí, muy buenas

Cris sonreía ampliamente y Héctor, a su lado, callaba como siempre, aunque se le veía feliz. Les pregunté:

- Y el sueldo… ¿Bien?

- Oh, sí, mucho más de lo que esperaba, y me viene genial, dios, estaba…

Entonces se calló poniéndose seria. Intuí que Cris no andaba bien de dinero y que era un tema delicado así que cambié de tema:

- Y tú, Héctor, que no dices nada ¿Contento?

- Ehhhh, sí, claro

- ¿No te lo esperabas?

- Pues…. No sé

- ¿No sé? O te lo esperabas o no, es sencillo

- No, bueno, no me lo esperaba ahora, esperaba que sería después de terminar las prácticas

- Ya

Los miré atentamente y les dije:

- Ya sabéis que ahora como empleados, vuestras responsabilidades serán mucho mayores

Los dos se miraron sin decir nada. Continué:

- Seguiréis aprendiendo pero ya no seréis becarios, seréis como yo, una empleada más que debe ser productiva y resolver problemas

Cris, algo preocupada, dijo:

- Lo… lo sabemos

- Bien, bien… Pero nos tenéis a Carlos y a mí para cualquier duda, ya sabéis lo que siempre decimos, no vayáis a lo loco, pensad, preguntad y entonces...

- Actuad

- Eso es

- Lo haremos ¿Verdad, Héctor?

Él asintió vigorosamente. Sonreí y dije:

- Bueno, vamos a ver si trabajamos un poco ¿No?

- Claro

- Héctor, ven, que te voy a explicar esto para que lo hagas tú

Héctor se levantó como con un resorte pero se paró al escuchar a Cris decir:

- Muchas gracias, Silvia

- ¿Por?

- Por… por estar de acuerdo con nuestra contratación

- No es un favor, es porque habéis cumplido y sé que vais a seguir cumpliendo. Además, me conviene para que me quitéis trabajo de encima, sobre todo si Héctor se digna a venir de una vez a que le explique esto

Héctor saltó de nuevo y tropezó tirando unos papeles que se puso a recoger. Le guiñé un ojo a Cris que sonrió mientras Héctor, muy apurado, se disculpaba. Eran buenos chicos. Tras un rato explicándole, Héctor cogió la idea rápidamente y se fue a su sitio a realizar la tarea y yo me puse con otras.

Tras un par de horas, estaba totalmente concentrada en mi ordenador cuando escuché un taconeo y levanté la vista. Inmediatamente noté como me cambiaba el humor al ver a esa zorra pavoneándose hacia el despacho de Carlos. “La muy puta…” pensé mientras veía como le daba dos besos a Carlos y él se quedaba abobao.

Los observé, Carlos nervioso, ella manipuladora, inclinándose para mostrar el escote, y Carlos cayendo en la manipulación. “Que tonto es” pensé con rabia. Observé todo sin perderme detalle, la zorra había llevado el control de ese encuentro y Carlos reaccionaba ante ella. Cuando se fue me puse a escribirle a Carlos inmediatamente. Luego, sin poder aguantarme, fui a su despacho y discutimos, como siempre cuando hablábamos de esa zorra.

Carlos no se daba cuenta de lo manipuladora que era, como lo atontaba con sus sonrisas y escote, como le daba lástima con su divorcio mientras hacía lo que quería con él. Nadie la tragaba, y yo menos después de su intento de acostarse con Antonio, con mi Antonio, “la muy puta” pensé mientras apretaba los dientes.

Al final, me tranquilicé y salí de su despacho con solo una idea, tenía que buscarle una mujer a Carlos, una buena, no una zorra manipuladora, que me estaba oliendo que esa puta, al ver lo fácilmente que manejaba a Carlos, decidiera usarlo como sustituto de su ex. Me puse a pensar en las mujeres solteras y divorciadas que conocía, alguna buena para él habría… Recordé a varias divorciadas con niños que conocía del parque y que rondaban los 40, cerca de la edad de Carlos, alguna de ellas me caían bien. Organizaría una cena o algo en casa y los invitaría, sí, era lo mejor. “A ver si Carlos espabila de una puta vez” pensé.

Cuando dieron las 3 me fui corriendo, tenía que recoger a Gema, comer algo, llevarla al parque, comprar comida… Me estresé solo pensarlo. Me despedí de los chicos diciéndoles que estaba disponible en el móvil y salí corriendo.

Esa noche, tras acostar a Gema y cenar, nos sentamos en el sofá y me quedé dormida. Cuando Antonio me despertó, me fui al baño donde me prepararme para dormir. Al meterme en la cama, le dije a Antonio:

- ¿Listo para otro asalto?

- Joder, Silvi, te tomas esto como una tarea de tu trabajo

- Es que hay que aprovechar, nene

- Estoy destrozado, Silvi

- Y yo, pero esta semana es…

- Lo sé, lo sé

Lo cierto es que yo estaba muerta, me caía de sueño, no me apetecía nada un polvo pero había que hacerlo. Comencé a besarle en el cuello y la boca mientras metía mi mano en sus calzoncillos y le agarraba la polla para meneársela. Al poco se le puso dura y le dije:

- Venga, ponte encima

- ¿Qué? ¿Ya?

- Sí

- ¿Ni me la vas a chupar un poco ni otras posturas?

- Esta noche no, estoy muy cansada

- Pero…

- Venga, nene, uno rapidito

Antonio me miró enfadado pero se puso encima y empezó a follarme para correrse enseguida. Le besé pero él seguía enfadado y se quitó de encima. Le dije:

- Pero nene, es que…

- Déjalo, Silvi, tengo sueño, buenas noches

- Pero… Buenas noches, te quiero

- Y yo

Y se dio la vuelta. Me quedé unos minutos quieta y luego me limpié. Me quedé dormida al momento.​
 
Bueno, como habréis visto, he optado por un "día de la marmota", es decir, he repetido el mismo día del primer capítulo pero, esta vez, desde el punto de vista de Silvia.

Espero que no haya sido una decisión mala, que no os parezca aburrido, pero pensé que estaría bien para que conozcáis mejor a los personajes principales.
 
Ya te lo he dicho Fran, en la otra y lo digo aquí, bueno es saber el punto de vista de Silvia, y viendo que se le ve feliz y estable con Antonio, de momento dejo aparcada mi teoría de que pudiera tener algo con Carlos, aunque para mí harían una muy buena y bonita pareja. La única posibilidad que manejo es que al final Antonio si le hubiera sido infiel con Carmen, aunque no lo creo.
Por otra parte Carmen va a intentar seducir a Carlos y me temo que va a caer en sus redes.
Ojalá Silvia le encuentre una buena mujer porque mi tocayo merece ser feliz. Es un gran tipo.
 
Bueno, como habréis visto, he optado por un "día de la marmota", es decir, he repetido el mismo día del primer capítulo pero, esta vez, desde el punto de vista de Silvia.

Espero que no haya sido una decisión mala, que no os parezca aburrido, pero pensé que estaría bien para que conozcáis mejor a los personajes principales.
Hola, al contrario de aburrido, es más bien interesante al menos al principio para ir viendo lo q piensan los personajes o mejor dicho como piensan (al menos los principales) creo q la becaria lleva una historia dura por detrás y eso puede hacer q empaticemos más con ella, espero que no tardes mucho en darnos pinceladas más profundas del pasado/presente de cada uno antes de ir desgranando la historia. Hoy se me ha he muy corto, no sé si por lo bueno o realmente es más corto q el de ayer, pero……
Genial como siempre y la historia pinta muy interesante…..
un saludo!!!
 
Vaya, esta mañana le di a publicar aquí, y no me di cuenta que me dio un error y no se llegó a publicar :sick: Al final, lo he publicado en el foro principal, a la espera de que los administradores creen una categoría acorde.

Bueno, pues nada, nuevo relatillo. Espero que os entretenga y me acompañéis en las aventuras de estos nuevos personajes. Y sí, habrá de todo, gente muy mala, gente muy tonta, gente veterana, gente muy verde... y mucho blablabla :p

Gracias por leerme.
¡Que bien poder leerte de nuevo!

Muchas gracias, por adelantado.
 
Hola, al contrario de aburrido, es más bien interesante al menos al principio para ir viendo lo q piensan los personajes o mejor dicho como piensan (al menos los principales) creo q la becaria lleva una historia dura por detrás y eso puede hacer q empaticemos más con ella, espero que no tardes mucho en darnos pinceladas más profundas del pasado/presente de cada uno antes de ir desgranando la historia. Hoy se me ha he muy corto, no sé si por lo bueno o realmente es más corto q el de ayer, pero……
Genial como siempre y la historia pinta muy interesante…..
un saludo!!!

Sí, el primero es que era demasiado largo. En realidad, al principio todo era un mismo capítulo pero lo tuve que trocear porque eran demasiadas páginas :rolleyes:
 

3​

Mismo día. Lunes, 4 de septiembre 2023, 9:14
Carmen


Miré el reloj y arrugué la nariz, otra vez iba a llegar tarde al trabajo. Y otra vez tendría que aguantar al imbécil de Pablo dándome la brasa con mi puntualidad y la falta de respeto a todos. Meneé la cabeza pero me seguí mirando al espejo y sonreí, me gustaba lo que veía, 41 años y seguía estupenda si me arreglaba bien.

El problema era cuando no tenía el maquillaje, que los años estaban ahí y el cansancio hacía que se notaran aún más. “Tengo que bajar el ritmo” pensé por centésima vez. Lo cierto es que llevaba dos meses que no paraba, desde que el cabrón de Jorge me dijo que se quería divorciar porque había conocido a otra, a una putilla de veinte pocos años.

Noté como la mala leche me subía por el estómago. Ese desgraciado ya se podría haber follado a la puta todo lo que quisiera sin romper nuestra relación, a mí eso me daba igual. Es más, lo entendía, entendía que quisiera follarse a esa zorra, las personas no estamos hechos para follar con una sola persona toda la vida. Él tenía bastantes cuernos pero jamás fueron nada serio, solo divertimientos pasajeros. “Joder, si todas mis parejas han tenido cuernos y nunca ha sido eso un problema”. El sexo tenía que ser divertido, excitante, y eso se pierde con el tiempo así que había que buscarlo en otro sitio, pero sin que ello significara romper la relación.

Suspiré, tenía que dejar de pensar en Jorge, me había traicionado, porque eso era, una traición al romper nuestro matrimonio. “Que se vaya a la puta mierda” pensé. El día que firmé el divorcio, fui al médico y conseguí fácilmente una baja por depresión y, con el dinero que había conseguido del divorcio, me fui dos semanas al Caribe, a follarme a mulatos, negros y cualquiera que me atrajera un poco, incluso a alguna mulata, que a veces apetecen cosas distintas.

Y luego, al volver de esas vacaciones, me busqué una casa y me puse a arreglarla. Y como no tenía habitación para mi hijo hasta terminar la casa, él se quedaba a dormir con su padre y yo, todas las noches a salir, a beber, bailar y follar. Y claro, al día siguiente estaba muerta y llamaba a la oficina diciendo que estaba mala o llegaba tarde.

Me volví a mirar al espejo y me dije “Carmen, tienes que echar el freno, esto se te está yendo de las manos, déjate de beber, drogas y orgías como la del sábado”. Puse los ojos en blanco recordando el sábado, había sido un descontrol total. “Y eso que no me gustan las orgías, porque con dos tíos a la vez vale, o dos tíos y una tía, pero más no, que luego una no sabe que polla tiene en el coño, en el culo o en la boca”.

Meneé la cabeza “Se acabaron las orgías y las drogas, me tengo que buscar a uno o dos amantes buenos y dejarme de tanto descontrol, y a un tonto con dinero que se case conmigo”. Eso era importante porque me había gastado casi todo el dinero del divorcio entre el viaje, la casa, los muebles, la reforma “y todas las putas fiestas”.

Pensé en mi plan. En la empresa había gente con mucha pasta en la dirección. Tenía que acercarme a ellos y ya había pensado en algo. “Y Carlos, ese viejo baboso, me ayudará a conseguirlo”. Era una lástima que Carlos no fuera de los directores ricos ya que lo tenía comiendo de la mano, ese asqueroso baboso, pero solo era responsable de los frikis y de recursos humanos, un mediocre, pero el puesto de recursos humanos era importante para mis planes. Hablaría con él y lo convencería sin problemas para que me cambiara de departamento a otro más acorde con mis planes.

Medité un poco en lo que le diría. Con Carlos no sería necesario ir por el lado del sexo, era del tipo caballeroso, de los que siempre intentan ayudar a las mujeres en problemas. Le daría lástima, un par de lágrimas y ya está. Y si se hacía el duro, no sería la primera polla vieja y flácida que me comía, que en mi época de comercial se la tuve que chupar a algún cliente asqueroso, y quizás en las orgías de estas semanas, que algún viejo había. Pero no, con Carlos no sería necesario, estaba segura.

Miré el reloj, iba a llegar a la oficina a las 10, en fin “Que se joda Pablo”. Ese sí que tenía pasta pero era un puto maricón. Recordé el primer día, cuando intenté flirtear con él sin saber que era maricón, “menudo ridículo hice” pensé con rabia.

Me eché un último vistazo al espejo, me retoqué un poco el pelo y cogí las llaves del coche. Llegué a la oficina pasadas las 10. Esperaba la bronca pero Pablo me ignoró. “Pues mejor” pensé mientras encendía el ordenador. Entonces vi que tenía una convocatoria de reunión con Carlos. Me extrañó y alarmó. Miré la hora, era en 10 minutos, un poco más y no hubiera llegado a tiempo. Me levanté y fui a los servicios. Allí, me puse a pensar “¿A qué viene esto?”. Pensaba escribirle hoy para pedirle charlar, pero que él me convocara y de esa forma tan “oficial” me olía muy mal.

Cerré los ojos y supe que había pasado. Pablo se había quejado y me iban a echar. Y no me podía quedar sin trabajo, ahora no que estaba regular de dinero. “Mierda, mierda, mierda… a ver, tranquilízate Carmen, ve a hablar con Carlos, te haces la víctima y si hace falta, te arrodillas y mamada, pero hay que convencerlo como sea para que no te eche”. Me atusé el pelo y me desabroché un botón de la camisa. Me miré y me desabroché otro más. “Así, que a Carlos siempre se le van los ojos a mis tetas”. Luego me subí todo lo que pude la falda para que vieran bien mis piernas.

Cuando estuve satisfecha, salí del baño y fui a su despacho. Allí, al llegar vi de lejos a los frikis y a esa loca. Pensé “joder, no me acordaba de esa”. Me la tenía jurada desde hacía años, y todo porque en una fiesta me hizo tilín su novio y me lo llevé a un baño para enrollarme con él y comenzar una mamada que la muy zorra nos cortó porque se puso a llamarlo a gritos. No vio nada pero la muy zorra lo sabía y se puso histérica. “Pues nada, zorra, todo para ti, tampoco es que el gilipollas ese tuviera una gran polla” pensé mientras sonreía y saludaba a Carlos, el cual se levantó rápidamente y aproveché para darle dos besos y pegarle mis tetas, lo quería nervioso. Y también lo convencí sin ningún problema para que se sentara al lado mía y me aseguré que tuviera una buena vista de mis muslos.

Luego, empecé el recital de victimismo y Carlos se lo tragó todo. Y en cuanto pude, le colé lo de mi cambio a Marketing y comunicación. Y también accedió “Qué fácil es manejar a este asqueroso, que lástima que no tenga dinero” pensé riéndome por dentro.

Mi plan era que en ese departamento podría tener más contacto con todos los directores y seleccionar al que más me podía interesar. Ya había empezado a camelarme a la directora de Marketing, una gorda asquerosa que estaba encantada de que yo le riera sus putas gracias. “En fin, no pasa nada por aguantar a dos asquerosos de vez en cuando”.

La reunión había ido genial, sin ningún problema. Me despedí de Carlos y me aseguré que tuviera unas buenas vistas de mi culo mientras me iba, caminando despacio “mira, mira y disfruta porque este culo tiene muchos dueños pero tú nunca serás uno de ellos”.

En cuanto pude, fui a ver a Patricia, la gorda de Marketing y le di la noticia y a ella le encantó, y hablamos un buen rato de planes, eventos… Luego le dije de ir a almorzar juntas y tuve que aguantar un montón de historias de su marido y sus hijos, dos repulsivos niños regordetes que me enseñó en el móvil, y tuve que esta todo el rato riendo. “Tú tranquila, Carmen, aguanta a esta tía, que todo dará sus frutos, esta vez no la puedes cagar”.

Por la tarde, al llegar a casa, aún estaban los albañiles y me puse a hablar con el responsable, un tipo nauseabundo que no dejaba de mirarme las tetas hasta que le dije:

- En mis tetas no vas a encontrar más excusas, así que déjate de historias, quiero la puta obra terminada esta semana, que estoy hasta el coño

Escuché unas risas y giré la cabeza. Vi a un muchacho bastante atractivo, con una camiseta de tirantes que dejaba ver un cuerpo joven y musculado. Ya me había fijado en él. Le dije:

- ¿Qué te hace tanta gracia?

- Nada, señora

- Pues a callar y a ver si terminas tú también, que me tenéis harta

- Esto ya está casi acabado, señora

- ¿Sí? A ver

Y me acerqué a él. Miré la habitación y la revisé. Le hice varias preguntas y el chico me contestó sin problemas. Me quedé mirándolo y le pregunté:

- ¿Cómo te llamas?

- Santi

- Buen trabajo, Santi

- Gracias, señora

- Deja de llamarme señora, me haces sentirme muy vieja ¿Te parezco vieja?

- Para nada, señ…

- Carmen, me llamo Carmen

- Para nada, Carmen

- ¿Y de qué te reías antes?

- De… de tu contestación

- ¿No me estaba mirando las tetas?

- Sí, claro

- ¿Entonces?

- Me ha gustado como le has plantado cara

- Ya… y tú no me las miras ¿No?

- Claro que las miro, siempre que puedo

Pero el chico me miraba a los ojos. Le dije:

- Pues ahora no me las miras

- Miro algo que también me parecen muy bonitos y excitantes

Sonreí, el chico tenía labia. Entonces escuché un estruendo y me fui hacia allí gritando que qué había pasado.

Un par de horas más tarde se fueron todos y me quedé sola en casa. Mi primer pensamiento fue ducharme y arreglarme para salir pero me contuve, nada de fiestas y llegar a las tantas y mañana llegar tarde al trabajo “Mañana empiezas en el nuevo trabajo, no puedes llegar tarde”. Suspiré, me quedaría en casa aunque me agobiara.

Entonces pensé en el chico, Santi, estaba muy bueno y era joven. Recordé los cuerpos de los chicos del Caribe, todos jóvenes, musculosos, excitantes y muy complacientes. Desde que había vuelto, solo me había acostado con tíos mayores de 30, quizás debería tontear más con el chico. De pronto me sentí muy cachonda, con ganas de sexo, y volví a plantearme salir “No, no, nada de salir, que me conozco… Me ducho y me hago una paja y así me tranquilizo” pero entonces llamaron a la puerta.

Fui y al abrir vi al chico, Santi. Me sonrió y le pregunté extrañada:

- ¿Qué pasa?

- Creo que me he dejado mi mochila

- ¿Tu mochila?

- Sí ¿Puedo pasar?

Me hice a un lado y entró en una habitación. Al poco salió con una mochila y diciendo:

- Aquí está

- Ah, vale

- Bueno, pues no te molesto más

Vi como se dirigía hacia la puerta para salir y le pregunté:

- ¿Quieres una cerveza?

Me miró sonriente y asintió. Me siguió a la cocina mientras yo pensaba que al final no haría falta hacerme una paja en la ducha. Cuando estaba a punto de abrir el frigorífico, el chico me cogió del brazo y me giró empujándome contra la pared y comenzó a besarme apasionadamente. Abrí la boca y su lengua buscó la mía. Nos besamos salvajemente mientras sus manos apretaban mis tetas y mi culo.

Entonces tiró de mi camisa y escuché como los botones caían al suelo. Me lamió y besó por encima del sujetador pero rápidamente metió una mano para sacarme una teta y chupó con ansia mi pezón. Gemí mientras mis manos desabrochaban su pantalón y buscaban su polla. Me costó sacársela porque la tenía totalmente dura. Él seguía chupando y mordisqueando mi pezón mientras sus manos me subían la falda y luego buscaban mi coño. Gemí al notar como introducía sus dedos dentro de mí, en mi coño totalmente mojado. Le dije:

- Fóllame, rápido

Santi se separó de mí y me miró sonriendo, con una sonrisa lasciva y de prepotencia que me puso aún más caliente. Tiró de mis bragas hacia abajo y dejé que cayeran a mis tobillos y me moví para liberar uno de ellos. Nos miramos. Vi su polla dura y me gustó, era una buena polla.

Santi se acercó de nuevo y, levantándome una pierna, me la metió con dureza. Me folló contra la pared, los dos de pie, él sujetándome una pierna mientras me empotraba una y otra vez. No tardamos en corrernos, grité sin parar hasta notar su leche dentro de mí.

Nos quedamos quietos, exhaustos, respirando rápidamente, abrazados. Entonces me soltó la pierna y se salió de mí. Me derrumbé en el suelo, las piernas no me sostenían.

Santi me sonrió con suficiencia y vi como se metía esa gran polla dentro de su pantalón. Entonces salió de la cocina.

Me quedé unos minutos sin moverme, recobrándome. Después me levanté y me bajé la falda. Me quité las bragas del tobillo donde se habían quedado y me metí la teta dentro del sujetador. No escuchaba nada ¿Se había ido?

Salí de la cocina y miré a mi alrededor extrañada, juraría que no había escuchado la puerta al irse. Vi su mochila en el suelo y escuché un ruido en mi dormitorio. Fui hacia allí y lo vi acostado en mi cama, desnudo. Me dijo:

- Desnúdate, zorra

- ¿Ya no soy señora?

- No, ahora eres la zorra que me va a chupar la polla

Lo miré, estaba buenísimo. Su cuerpo era escultural, todos los músculos marcados en brazos, piernas y torso. Y su polla, flácida pero que era anormalmente grande. Noté como me calentaba de nuevo y sonreí. Me quité la camisa y pregunté:

- ¿No necesitas descansar unos minutos?

Me quité el sujetador y sonreí de nuevo al observar su cara excitada al verme las tetas. Su polla reaccionó de inmediato y vi como empezaba a ponerse dura. Dijo:

- No

- Ya veo

Me quité la falda quedándome totalmente desnuda. Dejé que me admirara durante unos segundos antes de dirigirme a la cama. Me puse sobre él a cuatro patas y fui a besarlo mientras le cogía la polla. Él me cogió las tetas y nos besamos, esta vez con más tranquilidad. Luego paró y dijo:

- Seguro que eres una chupa pollas de primera

“No lo sabes bien” pensé. Besé su cuello, su pecho, sus abdominales, bajando poco a poco. Sabía y olía a sudor, fuerte, desagradable pero, a la vez, me ponía aún más caliente ese olor recordando lo salvaje del polvo en la cocina.

Llegué a su polla y la observé detenidamente. Era grande, el chico estaba bien armado. No era mi primera polla grande, ni mucho menos, pero siempre era excitante tener una en las manos. Me moví para situarme mejor, quería que el chico me viera, que no perdiera detalle de como le hacía la mejor mamada de su vida. Me incliné y pasé mi lengua lentamente por su glande. Lo miré y moví mi pelo para que no me tapara. Entonces empecé la mamada, lenta, húmeda, como muchos ruidos húmedos y gemidos por mi parte, como sabía que le gustaban a los tíos.

Me lo tomé con calma, lamiendo y chupando toda la polla y sus pelotas, cambiando de ritmo, siempre buscando su máximo placer pero sin llegar a provocarle el orgasmo. El chico gemía y me insultaba, disfrutando en todo momento.

Cuando noté que ya no iba a aguantar mucho más, me puse encima, ahora iba a disfrutar de mi coño y mis tetas. Empecé a follarlo despacio y sus manos se fueron rápidamente a mis tetas. Lo cabalgué sin poder evitar gritar y gemir, totalmente llena con su polla. Usé mis músculos vaginales para apretarle aún más la polla. Quería que aquello durara pero estaba demasiado caliente y no pude evitar buscar mi orgasmo, el cual llegó rápidamente junto al suyo.

Me derrumbé encima suya, totalmente destrozada y temblando. Luego, me eché a su lado, mirando al techo mientras respiraba rápidamente. Entonces, él se puso a acariciarme lentamente, pasando sus dedos por mi cuerpo mientras me decía al oído, muy flojito, que era una diosa, que estaba buenísima,… Hacía mucho que un tío no me acariciaba y decía esas cosas tras el sexo y me gustó mucho.

Tras un rato, Santi se incorporó y buscó su ropa. No quería que se fuera y le dije:

- Quédate a cenar

Me miró de pie, desnudo, escultural, y sentí un escalofrío que me recorría todo el cuerpo. Dijo:

- ¿Quieres follar más?

- Sí

Me miró pensando hasta que dijo:

- Vale, pide pizza y luego follamos

Y se fue al baño. Sonreí mirando ese culo bien puesto. No recordaba un lunes mejor en toda mi vida.​
 
Silvia lo clavo. Que asco me da Carmen, que mala persona es. Engreída, prepotente, tóxica y que cuanto más lejos la tengas mejor.
Espero que Silvia consiga hacerle ver a Carlos que es una zorra, porque es lo que es y no caiga en la trampa.
Y aunque Silvia está casada con lo que parece un buen tío, algo me dice que no es oro todo lo que reluce.
A mí sí soy sincero, me gustaría que Silvia y Carlos acaben juntos, porque serían la pareja perfecta. A mí me da la sensación que entre estos 2 puede llegar a haber algo más que amistad.
 
Buenas tardes. Acabo de descubrir tu nuevo relato (primero en este sitio) con la consiguiente alegría.
Gracias por seguir compartiendo tu buen hacer por aquí.
Aprovecho para preguntarte: ¿tienes intención de volver a colgar en algún sitio tus relatos antiguos para poder releerlos?.
 
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