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Al día siguiente. Jueves al mediodía
Cristina
“Bueno ¿Volvemos ya a la oficina y nos tomamos allí el café?” dije mientras guardaba el táper en mi bolsa. Héctor asintió y nos levantamos.
Al pasar por el despacho de Carlos, éste dijo:
- Héctor, ven
- Sí, un momento, dejo esto en mi mesa y…
- No, entra ya
Miré a Carlos extrañada. Su tono había sido raro, duro, algo nada habitual en él. Héctor entró y escuché a Carlos ordenar secamente:
- Cierra la puerta
Esto me extrañó aún más. Pensé “¿Tendrá que ver con mi cagada de ayer?” pero no, no podía ser eso, me habría llamado a mí. Me fui a mi sitio preocupada. Veía la cara de Carlos y estaba enfadado. Me asusté un poco. Cogí el táper y mi cepillo de dientes y me fui al baño.
Al volver, Héctor estaba en su sitio con mala cara. Le iba a preguntar pero entonces me llegó una notificación. La miré. Era Alberto:
- Cris, preciosa
De inmediato, le respondí:
- Hola, Alberto
- ¿Trabajando?
- Claro ¿Qué pasa?
- Estaba pensando que esta noche duermo contigo ¿Vale?
El corazón se me puso a mil y no pude evitar sonreír como una tonta. Le respondí:
- Genial
- Iré para cenar
- ¿Qué quieres que te haga?
Y nos pusimos a charlar. Me olvidé completamente de Héctor.
Carlos
Me senté en mi sillón de forma pesada y miré la hora, las 10 de la noche, tenía que llamar a Silvia como todas las noches, ya era una costumbre pero esa noche no estaba de humor, me sentía más viejo que nunca. Había sido un mal día, aunque precisando, más bien había sido una mala tarde.
“¿Cómo se me ha ocurrido pedirle una cita a Carmen? ¿Cómo? ¿Qué me creía?” pensé de nuevo por milésima vez. Sabía perfectamente de donde me había venido ese impulso, era por las conversaciones con Silvia, había empezado de nuevo a pensar en las mujeres y el sexo, esa era la realidad. Y me había dejado engañar por sus buenas intenciones cuando me decía que podía gustarle a las mujeres.
Meneé la cabeza “Que idiota eres, que idiota”. En el almuerzo, Carmen me había visto y se había sentado conmigo, como otras veces. Había estado charlando animadamente, contenta, y yo la escuchaba abobado, esa era la verdad, me encantaba escucharla y mirarla. Y de pronto, mientras tomábamos un café de postre, se me había ocurrido la gran idea y le había dicho:
- Carmen ¿Te podría invitar una noche a cenar?
Y ella había estado maravillosa, simpática y educada al rechazarme. Eso sí, un rechazo con mucho estilo. Me dijo que en ese momento ella no estaba pensando en citas, que se sentía muy halagada pero no tenía el ánimo para eso y más excusas educadas pero muy cariñosas. Nos reímos de mi ocurrencia y terminamos el café, pero me sentía totalmente ridículo ¿Cómo había llegado a pensar que una mujer así saldría con un viejo fofo como yo? ¿Qué mujer me iba a ver atractivo? Ninguna, lo sabía y me había dejado engañar por las buenas intenciones de Silvia.
Y al llegar a mi despacho estaba muy enfadado conmigo, me recriminaba lo estúpido que había sido. Y justo en ese momento vi llegar a Cris y Héctor del almuerzo. Llamé a Héctor y él pagó toda mi frustración. Había visto en las trazas lo que había pasado el día anterior y estaba enfadado con él por no contarme nada, y porque no sabía que narices hacía él en ese servidor. Le eché la bronca y él solo pedía disculpas pero no me contaba nada. Su silencio me crispaba aún más y me había faltado un pelo para despedirlo. Menos mal que me había controlado porque tampoco era que hubiera pasado algo grave, pero me mosqueaba su falta de confianza en contar estas cosas.
Me restregué la cara con las manos y cogí el móvil marcando el contacto de Silvia. Puse el manos libre en cuanto descolgó. Hablamos un poco de Gema y de otras cosas, y entonces ella preguntó:
- ¿Qué te pasa?
- Nada
- Sí, a ti te pasa algo, estás muy… muy apagado
- La edad, niña
- Una mierda, me llamas todas las noches a esta hora y siempre estás súper animado y con ganas de charla, pero hoy estás monosilábico
Me reí. Ella insistió y le dije:
- Nada, alguna reunión que me ha dejado de mal humor
Era una media verdad si categorizaba el almuerzo con Carmen como reunión. No pensaba contarle nada de eso a Silvia, me echaría la bronca y no tenía ganas. Ella preguntó:
- ¿De qué?
Y le conté lo de Héctor, como había descubierto que había borrado medio servidor, como lo había arreglado y como había tratado de ocultar el rastro. Terminé diciéndole a Silvia:
- Lo que más me jode es que no me ha explicado que hacía en ese servidor, y que no me lo haya contado cuando la cagó, al contrario, ha intentado ocultarlo, y el chico todo el rato pidiendo perdón sin dar explicaciones, de verdad que me ha puesto muy alterado
- Pero tú nunca te alteras ¿Seguro que no hay más?
- Ya te he dicho que venía enfadado de otras reuniones y la actitud del chico han terminado por hacerle pagar el pato de mis frustraciones y enfados de ese día
- Mmmmm
- Ya sé que no es tan grave y que lo arregló rápido, pero me ha defraudado, y mucho, me costará volver a confiar en él
- Te voy a contar yo otra cosa relacionada con esto
- ¿El qué?
- Esta mañana me escribió Cris muy preocupada
- ¿Por qué?
- Porque resulta que ella fue la que borró el servidor
- No, se ve claramente en las trazas que fue Héctor quien…
- Héctor la ayudó y se hizo cargo de todo, él restauró los ficheros borrados
- Eso se ve en las trazas pero no hay rastro de Cris, todo fue cosa de Héctor
- Piensa un poco
- ¿El qué? No entiendo nada, las trazas…
- Deja las trazas un momento. Cris borró el servidor, Héctor la ayudó y Cris se acojonó y no te contó nada
- ¿Por qué?
- Porque impones un montón
- ¿Yo? Pero si yo no…
- Carlos, impones pero no por tu actitud, por tus conocimientos
- Anda ya, si yo no…
- Calla y escucha, impones un montón, se te cuenta cualquier problema y en el momento sabes cuál es la causa o la sospechas, te podemos preguntar cualquier cosa técnica que siempre tienes respuestas, y eso impone mucho respeto
- Pero esa no es mi intención
- Lo sé, pero eres un jefe que domina la tecnología como nadie, y eres jefe de recursos humanos, y cuando se es joven y novato, pues pasa eso, te tienen un respeto enorme
- Mierda pero si siempre les digo que vengan a verme si...
- Lo saben pero ante una cagada así, la chica pensó que estaba en pruebas y la podías despedir
- Pero si les he dicho mil veces que todos nos equivocamos y que somos un equipo y…
- Lo sé, lo sé
- ¿Y cómo hago para que confíen en mí?
- Confían en ti
- Bueno, para que no me tengan miedo
- Con el tiempo, te lo digo por experiencia
- ¿A ti te pasó lo mismo?
- Claro, me daba un miedo enorme defraudarte o cagarla
- ¿Tú? ¿Defraudarme y tenerme miedo?
- Claro, sé que nunca voy a estar a tu altura pero eso no quita que me dé miedo defraudarte
- Que tonterías, Silvia, si llevas casi todo el departamento técnico sola y yo no…
- Por todo lo que he aprendido de ti, y estoy confiada porque sé que estás ahí siempre por si tengo dudas o la cago
- Yo… veo todo esto ridículo, de verdad
- Lo sé, no te valoras como te valoramos los demás
- De verdad que hoy no es un buen día para hablar de mi valoración (intenté bromear)
- Es la verdad
Me quedé callado. Entonces le dije:
- Espera un momento
Fui a por mi portátil. Estuve revisando el servidor y dije:
- Cada vez entiendo menos esto
- ¿El qué?
- Héctor ha borrado todo rastro de Cris pero ha dejado alguna traza de él ¿Por qué no las borró también?
- Ayyyy, con lo listo que eres y a veces eres muy tonto jeje
- ¿Qué?
- Ha querido que todas las culpas recayeran sobre él porque sabía que descubrirías lo del servidor
- Pero ¿Para qué sobre él? Mejor repartir entre los dos y…
- ¿En serio no te has dado cuenta como mira a Cris?
- ¿Qué? ¿Cómo?
- Está super colgado por ella
- Pero… ahhhhhhhhh
- Al fin, jajaja
- Joder, el pobre, la bronca que ha aguantado hoy por ella
- Que bonito ¿No?
- Supongo, no sé, ¿Crees que Cris lo está usando para tapar su cagada?
- Que va, ella no es así, además, si fuera así no me lo habría contado esta mañana ¿No crees?
- Ya… ¿Qué hacemos?
- Nada, ya le he echado esta mañana la bronca, no creo que la cague de nuevo de esa forma y se lo calle
- ¿Y con Héctor?
- No le digas nada de Cris, el pobre es muy tímido
- Pero mañana me disculparé con él, me he pasado mucho hoy
- Vale, pero dejemos pasar esto, creo que los dos han aprendido la lección
- Bien, como tú digas
- Pobre chico, ese amor no es correspondido
- ¿No?
- Que va, Cris tiene novio
- Ah
Entonces caí en otra cosa y dije:
- Ahora me explico lo del móvil
- ¿El qué?
Y le conté lo del móvil nuevo que Héctor le vendió a Cris casi regalado. Silvia dijo:
- Joe, está coladísimo de verdad, pobre
- En fin, vaya dos tortolitos
- Solo él, solo él
- Ya, es verdad
Charlamos de otras cosas y colgué. Ahora me sentía peor por mi bronca a Héctor, mi alma gemela en amores no correspondidos.
Carmen
Me eché en mi cama. Esa noche me la iba a tomar de tranqui. Pensaba fumarme un porrito para relajarme y dormir prontito, que anoche entre una cosa y otra, solo había dormido 4 horas.
Me encendí el porro y tomé una profunda calada. “Que bien entra” pensé cerrando los ojos. Di varias caladas más lentamente, notando como me iba relajando rápidamente. Entonces, de repente, recordé el almuerzo y me eché a reír. “Menudo imbécil Carlos” dije entre risas “Va y me pide una cita, menudo capullo”. Cuando conseguí parar de reír pensé “También es normal, llevo flirteando con él desde hace meses, pero es un baboso muy tonto, como se traga lo de mi depresión, hasta el fondo se lo traga” y empecé a reírme de nuevo.
“En fin, es un tío útil, no puedo mandarlo a la mierda, pero no pienso follar con él, para viejos babosos ya tengo mi nuevo hobbies… Quizás le acepte la cita algún día para darle alguna esperanza, pero ese no me la mete ni en broma” pensé sonriendo.
Estaba a punto de terminarse el porro y pensé en ver algo de porno en el móvil y hacerme una paja para dormir totalmente relajada, pero entonces me llegó una notificación y lo miré. Era Jamal. Le llamé:
- ¿Qué quieres, cariño?
- Hola, guapa ¿Estás ocupada?
- No demasiado, fumándome un porro con tu maravillosa hierba y a punto de hacerme una paja
- Jajaja Pues vente aquí, seguro que te diviertes con algún cliente
- No, paso, estoy muy cansada
- Una lástima… para ellos jajaja
- Jejeje
- Oye, te he conseguido un cliente de los buenos
- ¿Sí?
- Sí, sí, un alemán que estará aquí el fin de semana por negocios
- Mmmmm Nunca he follado con un alemán
- Pues este sábado te estrenas con uno ¿Sabes hablar inglés?
- Me defiendo
- Bien, bien, he pensado en ti porque quiere una fulana de categoría
- Vale
- Quiere cenar y luego, divertirse
- Pero ¿Va a pagar mi tarifa?
- Sí, tranquila, pero sobre todo he pensado en ti por lo que ha pedido
- ¿El qué?
- Quiere que la fulana se deje azotar fuerte
- Joder con los putos pervertidos
- ¿Te interesa o no?
- Mmmmm Pero eso del sado es un servicio especial ¿No?
- Sí, por eso serán 1.200
- ¿Sólo?
- Te dije que no negociaría más contigo, o lo tomas o mando a otra de mis chicas, además, te va a invitar a un buen restaurante, coño
- Vale, vale, de acuerdo
- Una cosa, tienes que llevar tú el material
- ¿Qué material?
- Los azotadores, para atarte… esas cosas
- Ah, pero no tengo nada de eso
- Sin problema, te pasas por aquí y te los damos
- ¿Cuándo es?
- Este sábado, se aloja en un hotel de 5 estrellas, te lo diré todo el sábado cuando esté 100% confirmado
- Ok, ok
- Te dejo, guapa, hasta el sábado
- Chao
- Y diviértete con tu paja
- Seguro
Dejé el móvil en la cama. Estaba muy cachonda de repente, me había puesto la idea de lo del sábado. Pensé en llamar a Santi para un buen polvo pero estaba demasiado cansada. Me incorporé y me quité la parte de arriba del pijama y luego la de abajo. Me incliné para sacar el consolador del cajón de la mesita de noche. Lo chupé para mojarlo y luego me lo metí en mi mojado coño. Me masturbé rápidamente, pellizcándome los pezones con fuerza mientras recordaba los azotes de la vieja. No tardé en correrme y me dormí sin volver a ponerme el pijama y sin guardar el consolador.
Cristina
Agarraba con fuerza las sábanas mientras Alberto me penetraba una y otra vez. No podía dejar de gemir, notaba que me iba a provocar un orgasmo en breve.
Estaba en mi cama, desnuda boca arriba, con mis piernas en sus hombros y al borde de mi cama. Él estaba con los pies en el suelo, follándome rápidamente.
Entonces, de repente, se abrió la puerta y entró Sara diciendo:
- Perdón, perdón pero no puedo dormir, estoy cachonda perdida escuchándoos
La miré perdida en mis sensaciones, con Alberto sin dejar de follarme. Escuché como él se reía. Sara se desnudó y se acercó a mí diciendo:
- Sé que esta noche es tuyo y no me voy a meter pero ¿Me lo comes un poquito?
No le dije nada, confusa. Ella preguntó:
- ¿Sí?
Asentí y me dio un pico muy contenta. Luego, se puso encima mía mirando hacia Alberto, dejando su coño en mi boca. Los escuché besarse y saqué mi lengua para lamerle el coño que lo tenía mojado. Busqué su clítoris con la lengua y se lo lamí. Ella dijo:
- Méteme dos deditos
Eso hice sin dejar de lamerle el clítoris con cada embestida de Alberto hasta que estalló dentro de mí. Sara no tardó en correrse y los dos se tumbaron a mi lado. Sara me dio un beso en los labios y se fue, satisfecha y sonriente. Alberto ya dormía a mi lado. Sara me había cortado el rollo y no me había llegado el orgasmo.