52
Al día siguiente. Miércoles.
Cristina
Me despedí de Carlos tras almorzar con él y me dirigí al centro. Estaba contenta, tenía ganas de pasar la tarde con Silvia. Me metí en el autobús y entonces empezó a sonar mi móvil. Lo miré, era Alberto. Le di a cortar la llamada pero me volvió a llamar inmediatamente. Lo cogí:
- ¿Y ahora qué, Alberto?
- Hola, Cris
- No tenemos nada más que hablar, Alberto
- Sí, hablemos
- No, Alberto
- Sí, por favor
- Ya hablamos ayer y quedó todo claro, dile a Sara que sí, que soy una guarra y así se queda contenta, me da igual
- Sara se acaba de ir a su pueblo
- Ah, bien
- Quiero hablar contigo, Cris, por favor
- No hay nada de lo que hablar
- Por favor, Cris, por favor
Suspiré. Miré la hora, iba muy bien de tiempo, y sabía que podía ser muy plasta cuando se lo proponía. Le dije:
- Estoy llegando al centro
- Ah, nos vemos en el parque, yo estoy al lado, que acabo de dejar a Sara en el autobús
- Vale, pero solo 10 minutos
- Sí, sí, gracias
Colgué sin despedirme. Era un error, lo sabía, pero me iba a estar dando el coñazo si no lo veía. Cuando bajé del autobús fui al parque. Alberto llegó un par de minutos más tarde. Intentó darme un par de besos pero lo paré y le dije:
- Tengo prisa
- Ven, siéntate
- ¿Qué quieres, Alberto?
- Yo… solo quería disculparme, Cris
Lo miré esperando. Él dijo:
- No pienso como Sara, sé que no nos engañaste
- Me da igual, Alberto
- Es que yo… yo te quiero mucho, Cris
- Ya
- Sí, siempre te he querido más a ti pero Sara ya sabes como es
- ¿Cómo?
- No sé, ella es mmmm una mandona, no sé, me dejé llevar por ella y…
- Y se la metiste a otra porque te lo mandó Sara ¿No?
- No, bueno, ella… joder, Cris, todo fue idea de ella
- ¿Todo?
- Lo de acostarnos con esos dos, y… ella se acostaba con Carla desde hacía unas semanas y me dijo de…
- ¿Se acostaba con ella desde hacía semanas?
- Sí, y me dijo de hacer un trío, pero fue ella, no yo
- ¿Y acabó en orgía?
- No, eso fue después
- ¿Hiciste un trío con Carla?
- Sí, pero fue por Sara, ella lo organizó todo, y también hizo tríos con Carla y su novio
- Que bien, que maravillosa fidelidad ¿Y algo más?
- No
Pero noté que mentía. Le dije:
- Quiero toda la verdad
- No hay nada más
- No te creo
Miró al suelo, claramente había más. Hice ademán de irme pero él dijo rápidamente:
- Solo fue una vez
- Una vez ¿qué?
- Sara lo llamaba experimento
- Experimento era ponerme los cuernos ¿no?
- Sí, bueno, no sé, no significó nada, fue una tontería
- ¿El qué?
- Fue en Navidad
- ¿Qué ocurrió en Navidad?
- No significó nada, y fue cosa de Sara, ella quería probar con otra chica que no fueras tú
- Joder ¿Esas putas navidades que me dejasteis sola y ni os acordasteis de mí?
- Fue cosa de Sara, te lo juro
- Joder, la tía me pone los cuernos y me acusa a mí de que era yo la que los ponía, hay que joderse
- Yo le dije que tú con ese puto viejo nada…
- No insultes a mis amigos, Alberto, me tienes harta, son mucho mejores que tú
- Pero es que es muy viejo, tú no…
Fui a levantarme harta de la conversación pero él no me dejó:
- Espera, Cris, yo… quiero volver contigo, a mí me gusta más follar contigo, estás mucho más buena que Sara y follas mejor y…
- Déjame en paz, Alberto
Entonces él puso la mano en mi muslo y me lo acarició. Y de pronto me di cuenta de una cosa. Hasta hacía poco, ese gesto me ponía a 100, y hoy me daba hasta asco. Me empecé a reír sin poder contenerme. Alberto me miró sin comprender. Le dije:
- Hemos acabado, Alberto
- Pero a ti te encanta follar conmigo, lo sabes, te vuelves loca conmigo, no puedes dej...
- Ya no, Alberto, así que búscate a otra tonta de quien aprovecharte y a la que engañar, conmigo ya no cuela
- Pero…
Y entonces me besó, pero le empujé:
- Que no, Alberto
- Joder, Cris, no me hagas esto, quiero follarte
- Que te busques a otra, joe
Y me levanté. Él también lo hizo y volvió a intentar besarme pero le empujé aunque casi no sirvió de nada, era mucho más fuerte que yo, pero lo paré. Entonces me dijo:
- Sara ha cancelado el alquiler y se ha llevado la fianza
- La mitad de esa fianza era mía
- Se la ha llevado
Meneé la cabeza, pero me daba igual, no quería ni llamarla. Alberto me dijo:
- No puedo volver a mi casa, mi padre no me va a dejar si no me pongo a trabajar
- Pues ya sabes lo que toca
- Pero mis oposiciones…
- Alberto, madura, eres un zoquete, nunca las vas a sacar
- ¿Qué?
- Nada, me voy
- Cris, por favor, paga este mes del alquiler, solo eso, que me dé tiempo a…
- ¿A buscarte otra tonta? Ja
Y me fui mientras me llamaba. “¿Cómo he sido tan tonta? ¿Cómo? ¿De verdad me he dejado engañar por una buena polla y ya está?” pensé enfadada porque era así, había sido muy estúpida otra vez, no sabía elegir a los tíos.
Carlos
Descolgué y dije:
- Hola, Cris ¿Ya habéis terminado?
- Sí
- ¿Dónde te recojo?
- Es que Silvia dice…
Entonces escuché como Silvia decía de fondo “Dame el móvil” y luego:
- Carlos, esta noche cenáis en mi casa
- ¿Qué?
- Te esperamos, vente cuando quieras, nosotras estamos a punto de llegar
Y colgó. Me reí, Silvia la mandona. Me levanté y salí de casa. Media hora después llamaba a la puerta de la casa de Silvia y me abría Cris:
- No me dejó opción (dijo muy bajito, sonriendo)
- Ya, ya, me lo imagino
La miré. Se había cortado bastante el pelo, ahora le llegaba un poco por debajo de los hombros. Además, el peinado era algo distinto, y sobre todo, su pelo ahora era rubio casi platino con mechas negras. Llegó corriendo Gema y me abrazó las piernas:
- Cajlos, Cajlos, besito, besito
La aupé y le di un sonoro beso para que ella estallara en risas. Entonces apareció Silvia, que también se había cortado el pelo, bastante más corto que Cris y me miró expectante. Les dije:
- Vaya, que dos preciosidades
Las dos sonrieron satisfechas, excepto Gema que dijo:
- ¿Y yo? ¿Y yo?
Le habían hecho trenzas y tenía unos lazos al final de ellas. La miré admirado y le dije:
- Huy, tú mucho más que preciosa, estás increíblemente guapa
Y Gema se volvió a partir de risa. Fuimos al salón y Gema corriendo quiso mostrarme dibujos y construcciones. Silvia dijo:
- Te toca ayudarme, Carlos
Cris dijo:
- No, yo te ayudo
- No, tú con Gema, anda, nena, enséñale tu cuarto
Gema, dando saltitos, dijo:
- Sí, sí, ven, ven
Y se llevó a Cris tirando de su mano. Silvia me hizo un gesto y nos metimos en la cocina. Nos sirvió una copa de vino y le pregunté:
- ¿Y Antonio?
- A punto de llegar
La miré serio, a esas horas debería estar en casa, pero ella no se dio cuenta, estaba sacando cosas del frigorífico y dijo:
- Del gimnasio
- Ah ¿Va al gimnasio?
- Sí, se apuntó para probar y ahora le ha cogido el gusto
- Ah
¿Habría vuelto a las andadas? Pero no, estaba viendo cosas raras en algo muy normal y Silvia estaba feliz, no se había vuelto a quejar de nada de Antonio. Silvia terminó de sacar lo que quería para la cena y me miró mientras bebía un sorbo. Le devolví la mirada sin saber interpretar la suya hasta que le dije:
- Te sienta muy bien el pelo así
- ¿Sí?
- Sí
- ¿No está demasiado corto?
- Es sexy
Entonces ella estalló en una carcajada y dijo:
- Ay, pensaba que no me ibas a decir nada obnubilado con la rubita Cris
- ¿Qué? Pero si estás guapísima
- Gracias, a mí me gusta, y es fresquito para el verano
Y se inclinó un poco acercándose mucho a mí para decirme:
- Y sí, creo que estoy sexy ¿verdad?
Reí. La verdad es que le sentaba muy bien y eso que me gustaban las mujeres con el pelo largo. Ahora, me miró con una sonrisa picarona y preguntó:
- ¿Y Cris?
-¿Qué le pasa?
- ¿Te gusta su nuevo look?
- Sí, claro
- Está guapa ¿Eh?
- Sí… y no sigas por ahí, que te veo venir
De fondo escuchábamos a Gema hablando con Cris en su cuarto. Silvia, con su sonrisita, dijo:
- Cris me ha estado contando cosas
- ¿De?
- De su relación
- Ah, te ha dicho que fue el novio a verla ¿No?
- Sí, y alguna cosa más
- ¿Cómo qué?
- No te lo puedo contar
- Jaja ¿Quieres que te tire de la lengua?
- No voy a hablar, pero sí te digo que aquí la “niña”, con lo modosita que parece, tiene su lado mmmmm interesante jeje
- ¿Qué? ¿De qué hablas?
- Que de modosita tiene poco
- ¿Por el novio? No me entero
- Jajaja, solo te digo que eches la caña, que algo pescarás
- ¿Qué? Joe, Silvia, otra vez con eso
- Solo te aviso y aconsejo
- Que la pobre acaba de romper
- Por eso mismo
- Estás como una cabra
- ¿No te atrae?
- Puffff
- Pues ya verás mañana en la piscina
- ¿Qué?
- Le he escogido unos bikinis muy “interesantes”
La sonrisa de Silvia era de gata que se iba a comer a un ratón. Me reí y le dije:
- ¿Le has comprado unos mini bikinis brasileños de esos?
- No, jajaja, pero ya verás el cambio, ya verás
- Joe, Silvia, a ver si me vas a meter en un problema y que ella se sienta incómoda por mis miradas y…
- ¿Incómoda? Jajajaja
- Eres un peligro
- Intenta algo con ella, Carlos
- Que no, loca
- Que sí, no te vas a arrepentir
- Vamos a preparar la cena
- Espera, te lo estoy diciendo en serio, ella está… receptiva
- Silvia, le doblo la edad, no perdón, más que doblarle, y es mi empleada, no me busques follones, ya he hecho el ridículo con Carmen y paso de más…
- No tiene nada que ver con Carmen, ya quisiera esa zorra ser como Cris, que es un amor de chica, y es justo lo que necesitas ahora mismo, unos buenos polvos con una chica que entiende de sexo, que está muy bien y que te tiene ganas
- Deja el vino, Silvia, que te hace decir tonterías
Entonces escuchamos como volvían Gema y Cris y Silvia dijo:
- Saca la carne y córtala como veas, voy a ponerme a preparar la cena de Gema
- Vale
- Y hazme caso, tonto, no te arrepentirás
La miré meneando la cabeza. Estaba loca.
Carmen
Abrí la puerta y le dije a Yolanda:
- Pasa ¿Le haces la cena a Daniel? Me quiero dar una ducha, vengo del puto gimnasio
- Joder, ni un hola, ni un beso ni nada
Le di un pico y me fui al cuarto de baño. Cuando terminé de secarme, me puse crema y luego solo una camiseta que me llegaba hasta medio muslo, sin ropa interior, total, me iba a durar poco puesta. Fui al salón donde Daniel veía la tele mientras comía, con Yolanda a su lado mirando el móvil. Dije:
- Venga, Daniel, termina ya, que se hace tarde
Y me fui a la cocina. Yolanda llegó a los pocos segundos diciendo:
- Me tienes harta, tía
Cogí una botella de vino y serví dos copas. Bebí de una mientras esperaba lo que tuviera que decir Yolanda. Ella dijo:
- Dos semanas, dos semanas desde la última vez que me llamaste
- ¿Y?
- Joder, quiero venir más
- No
- ¿Por qué no? Te lo pasas de puta madre conmigo, no me engañas
- Y no lo niego, por eso aún te llamo
- Pero… No quiero ser tu segundo puto plato, Carmen, me niego
- Ajá
- Ya fui el segundo plato de Santi y no más, te enteras, no paso por ahí de nuevo
- Cariño, no fuiste el segundo plato de Santi, fuiste el principal, solo que yo era el plato especial
- ¿Y para ti que soy?
- Pues a veces el segundo, otras veces el tercero, no sé, depende
- Joder, que hija de puta eres, que te gusta hacerme daño haciéndome sentir una mierda
- Pero cariño, es que es la verdad ¿Prefieres que te mienta?
- Quizás
- ¿Prefieres que te diga que no te llamo en dos semanas porque eres tan especial que te dosifico? ¿Te lo creerías?
- No
- Pues por eso te digo la verdad, follo con otros, principalmente con Santi, me gustan las pollas más que los coños, ya lo sabes
- Joder, eres… eres… odiosa
Le sonreí y me acerqué a ella para besarla. Rápidamente abrió su boca y entrelazamos lentamente las lenguas mientras sus manos buscaban mi cuerpo. Al separarnos, ella jadeó mientras yo bebía otro sorbo de vino. Dijo:
- Quiero venir cuando a mí me apetezca echar un polvo
- No
- ¿Por qué no?
- Porque a mí no me apetecerá follar contigo
- Pero… joder, quiero follarte más, Carmen, sabes que te lo pasarías genial, yo…
- Mira, cariño, si te pica el coñito, búscate otro chochito o hazte una paja, a mí eso me da igual, pero solo vendrás cuando yo te llame
Me miró enfadada. Cogió su copa de vino y se la bebió de un tirón. Me pidió que se la rellenase y se la volvió a beber, sin degustar nada. Dejó la copa en la mesa y se arrodilló delante mía, metiendo la cabeza por debajo de la camiseta para comenzar a comérmelo. La dejé hacer mientras seguía bebiendo tranquilamente mi copa, jadeando de vez en cuando. Cada vez lo comía mejor, pero al poco la empujé hacia atrás, quedándose sentada, con la cara colorada, y le dije:
- Voy a acostarlo, quédate ahí, no te muevas
Y fui al salón. Volví a la cocina unos 15 minutos después. Yolanda seguía sentada en el suelo, obediente. Me situé delante suya y le dije:
- Sigue
Se incorporó un poco y comenzó de nuevo a lamerme el coño y meterme un par de dedos. Cuando me corrí, le dije:
- Vamos al salón, quiero fumar, y trae el vino y las copas
Abrí todas las ventanas y encendí un porro. Le di una calada y se lo pasé. Fumamos en silencio unos minutos hasta que dijo:
- Estoy harta de todo
- ¿Qué te pasa, cariño?
- Mi madre no quiere que me inscriba en el colegio de idiomas
- ¿Qué quieres estudiar?
- Alemán
- ¿Inglés no?
- Ya sé
- ¿Para qué quieres alemán?
- Lo único que se me da bien son los idiomas, quiero hacer algo de… no sé, algo que tenga que ver con el turismo o no sé…
- ¿De azafata?
- Lo que sea, quiero irme de mi casa, mi madre me tiene agobiada
- ¿Por qué?
- Dice que soy muy tonta para estudiar, que me quede en la tienda por las mañanas y por las tardes vaya a limpiar casas, pero yo no quiero eso
- Ajá, pues vete
- No tengo dinero
Entonces me miró y, como si se le acabara de ocurrir, dijo:
- Podría venirme aquí, contigo
Me reí por dentro, por esto era todo este numerito de hoy, la niña se quería ir de casa. Le dije:
- Ni hablar
- Pero…
- No, cariño
- Yo.. haría lo que quisieras, Carmen, lo que quisieras
- Ya lo haces, cariño
- Más, haría más
La miré sonriendo y dije:
- Vente a un trío con Santi
- No, eso no
- ¿Por qué no?
- Porque no me gusta follar con él, y no quiero que me vea contigo, se lo diría a todo el mundo y me pondrían la cruz por bollera y mi madre me mataría, y mi hermano me insultaría, y mis amigas dejarían de hablarme
- Que exagerada
- No sabes como son, unos putos hipócritas, mi hermano no hace más que ver porno de bolleras pero luego dice que son unas guarras
- Jajaja
- No te rías, coño, dice que le dan asco los maricones y bolleras, si se enterara que yo…
- ¿Y un trío con otro tío? ¿Lo harías?
- Pues…. No sé, joder, solo he estado con Santi
- Ya, por eso, prueba con otro tío
- No sé, no sé… ¿Y un trío con otra chica? A eso sí me apuntaría
- No me interesa
- ¿Por qué no?
- Porque no
- Joder, solo follo contigo, me gustaría probar con otra chica
- Pues sal a ligar, estás muy bien, seguro que no tienes problema en encontrar a otra chica
- No sé donde ¿Y si me ve alguna de mis amigas? No puedo…
- Joder, Yolanda, eres una puta cría, espabila de una puta vez, si quieres follar con otra tía, hazlo, deja de pensar en lo que dirán
- Ya, es fácil para ti, pero yo…
La acerqué a mí y nos volvimos a besar, con mucha lengua. Al separarme de ella, le dije:
- Mírate, cachondísima y deseando follar, eres una puta bollera pero te asusta el que dirán
Ella me miró con deseo y dijo:
- Vamos a tu cama, no aguanto más
Me reí y nos fuimos al dormitorio mientras pensaba que sería divertido espabilarla con un buen trío con un tío que supiera follar bien de verdad.
Cristina
Me acosté en la cama escuchando el audio de Héctor contándome lo que habían hecho ese día, y mirando las fotos que me había enviado. Le respondí que me encantaba todo mientras sonreía pensando que escucharlo era el colofón final a un buen día, un magnífico día.
Me lo había pasado genial con Silvia y Gema. Incluso habían conseguido que olvidara el enfado por los cuernos que me habían puesto Sara y Alberto durante toda nuestra relación, que solo pensarlo me hacía sentir una estúpida total, pero deseché ese pensamiento y volví a pensar en la tarde tan buena que había pasado con las chicas, lo mucho que nos habíamos reído.
Y recordé como le había contado todo sobre Sara y Alberto a Silvia, necesitaba contarlo, como era nuestra relación y como me habían engañado durante meses, lo estúpida que me sentía. Y Silvia había sido super comprensiva, me había escuchado sin juzgarme, y me había felicitado por deshacerme de esos cabrones.
Entonces recordé otra cosa y me levanté. Saqué los bikinis. Me había comprado tres. Uno era más de mi estilo, tapando mucho pecho, pero los otros dos habían sido idea de Silvia. Me quité el pijama y me probé uno de los de Silvia. Debajo era medio aceptable, aunque el triángulo era algo pequeño, pero no mostraba nada de nada, y por detrás mostraba algo más de nalgas pero poco. Me lo podía poner, pero por arriba dejaba ver demasiado pecho por los laterales y por encima. No es que fuera minúsculo, ni mucho menos, pero no me iba a sentir cómoda con él, lo tenía claro. Recordé con una sonrisa el comentario de Silvia “A alguien que me sé se le van a salir los ojos de sus órbitas cuando te vea con él puesto jeje”, pero me daba demasiado corte poner a Carlos en esa situación, era demasiado caballeroso, aunque molaría que me mirara con deseo y quizás… pero meneé la cabeza “Pufff, ni hablar me lo voy a poner aquí” pensé mientras me lo quitaba, lo metía en la bolsa y la guardaba en un cajón, tras sacar el otro bikini, que sí era más normal, para dejarlo fuera.
Apagué la luz y me tumbé en la cama, desnuda. ¿Qué sentiría Carlos por mí? Me miraba de una forma que no sabía descifrar bien. El día anterior, cuando había tonteado un poquito con él con lo de mi bikini de abuela, no había sabido interpretar sus miradas. No me desnudaba con la mirada como los otros tíos cuando les gusto ¿Será que no le gusto? ¿Me verá demasiado delgada? ¿Demasiado tonta? “Pero me mira, estoy segura, entonces ¿Por qué no me dice nada? Es que ni una insinuación, ni una” pensé sin entender bien lo que pasaba con él.
Cerré los ojos pensando “Acabo de romper y ¿Realmente estoy pensando en follarme a mi jefe? Estoy fatal”. Pero es que me sentía tan bien en su compañía, y me atraía mucho, muchísimo. Era todo lo contrario a Alberto, en la forma de ser y en su cuerpo. La atracción por Alberto había sido exclusivamente física, pero por Carlos era mucho más. Físicamente me atraía a pesar de la gran diferencia de edad, pero en lo que destacaba era en su forma de ser y en como se comportaba conmigo, en eso era irresistible.
Me comencé a acariciar pensando en él “¿Y si voy a su habitación? Seguro que besa bien” y pensé en como serían sus besos y mis dedos fueron explorando mi cuerpo, un cuerpo deseoso de las caricias de sus manos.