Cuántos años mayor o menor qué tú

¿Qué años de diferencia ha habido en vuestros encuentros?

- Mayor diferencia hacia arriba?
- Mayor diferencia hacia abajo?

Empiezo yo:

- Mayor diferencia hacia arriba: 15 años
- Mayor diferencia hacia abajo: 5 años
Mayor diferencia hacia arriba: 18 años de diferencia.

Yo tenía 35 añitos y ella 53 años.

La conocí por una app de citas. Para su edad, me pareció que se conservaba muy bien. Mujer rubia con pelo rizado, delgadita, atlética, todo en su sitio pero tampoco sin destacar. Mucho carácter y muy echada pa'lante. Estaba divorciada y vivía con sus dos hijos adolescentes en un pedazo chalet con piscina que había agarrado a su ex. La mujer vivía bastante bien, la verdad.

Quedamos un domingo al medio día para tapear y conocernos. Nos caímos bien, y a ella enseguida se le notaba que tenía ganas de probarme, aunque no teníamos a donde ir en principio. Tras la comida, dimos una vuelta y nos empezábamos a dar besitos de vez en cuando. La cosa se calentó y al final la convencí para que fuésemos a su casa. Ella en principio no quería porque a eso de las siete de la tarde, llegarían sus hijos, y no se sentía cómoda, pero al final con él calentó cedió.

Cuando llegamos a su casa, sirvió unas cervezas y nos fuimos al jardín a tomarlas y estar más cómodos, sentados en un sofá de mimbre adecentado para el sitio.

No tardamos mucho en empezar a liarnos, y pronto ella me sacó la polla del pantalón para hacerme una buena mamada y ponerme a tono. Cuando me vio a tope, me bajo los pantalones, me puso un preservativo, y me cabalgó. La mujer se la veía con arte en la materia. Me siguió cabalgando hasta que consiguió su codiciado orgasmo. Como yo no había terminado, se tumbó en el sofá de mimbre y abierta de piernas me pidió que siguiese yo hasta correrme, y así hice. Colocado encima de ella, empujé como un toro hasta llenar el condón de leche.

Un poco más relajados, seguimos tomándonos las cervezas que habíamos cogido, y hablamos un poco más de nuestra intimidad. Me confesó que había sido un poco bala perdida toda la vida, pero siempre a un nivel de estatus alto, pues su trabajo siempre estuvo relacionado con entornos empresariales internacionales, al parecer. Con treinta y pico empezó a salir con un amigo suyo de toda la vida montado en el dólar gracias a una empresa que le iba muy bien, y acabaron casándose. Cerca de los cuarenta le entró el tema de tener hijos y acabó haciéndole dos. Más tarde llegó lo del divorcio y se quedó con la casa y la custodia compartida. Ella mientras tanto vivía de autónoma con un pequeño negocio que se había montado.

Tras lo del divorcio, volvió a las andadas de picotear, pero claro..., según me decía ella, los hombres de su quinta "están todos hechos una puta mierda" y lo que ella siempre buscaba eran jovencitos que no fallasen y que la empotrasen bien. Conocía a alguno y se quedaba con él hasta que la relación durase lo que durase.

Yo también le hablé un poco de mí y esas historias, y así continuamos hasta que nos volvió a entrar el calentón. Mientras ella se empezó a fumar un cigarrillo de liar, yo aproveché para ponerla a cuatro patas en el sofá de mimbre y volverla a follar. Me pareció muy morboso ver como daba caladas a su cigarrillo soltando algún gemido ahí puesta a cuatro patas, mientras yo la empotraba con ganas.

Todo muy bien hasta que sonó el aviso de la apertura del garaje: eran sus hijos, que acababan de regresar y les traía el padre.

Me salí de ella y como pudimos nos recompusimos la ropa y nos sentamos en el sofá con nuestras cerves como si no hubiese pasado nada. Aparecieron los hijos, y como si nada, saludamos y me les presentó. El pequeño como si nada, pero el más mayor que ya debía olerse algo, me echó una mirada que mataba. Ella me presentó como un amigo que venía de visita, y nos despedimos tal cual, pues me tenía que bajar en su coche al sitio donde habíamos quedado para poder coger mi vehículo y dar por finalizado el encuentro, claro.

Fue un momento de tensión que al final salió bien.

Cuando llegamos a mi coche, aparcó al lado y decidimos despedirnos. Me confesó que le había encantado el día que habíamos pasado juntos y que tenía ganas de repetir, y antes de bajarme del coche, aprovechando la oscuridad, me volvió a sacar la polla del pantalón y me dio una última mamada para no dejarme con los cojones cargados tras el polvo interrumpido. Se lo agradecí enormemente.

Ahí quedo la cosa.

Estuvo días después intentando quedar conmigo para repetir, pero yo acabé dándole largas, pues seguía conociendo a otras chicas más jóvenes, y no me motivaba mucho volver. Me lo tomé como un encuentro sin más. Una experiencia nueva
 
Última edición:
Que me perdonen las mamás pero una vez me acosté con una mujer con 45 años teniendo yo 18, y aquel chocho tras parir a dos críos era como follarse el aire... O se le quedó muy dilatado después de los partos o es que ya de por sí era de coño ancho jejejeje.

Cuanto más cerradito... mucho mejor...
 
Mayor diferencia hacia abajo: 12 años menos ella.

Yo tendría 31 y ella 19 años.

Nos conocíamos de parar en las mismas zonas de marcha. Un día entablamos conversación y nos intercambiamos números para quedar. Y así hicimos un domingo ya de tarde-noche.

Ella era una chica universitaria, rubia, con ojos azules, guapina de cara, pero le pesaba la losa de ser rellenita, cosa que le atormentaba enormemente. Pese a eso, tenía unas tetas GIGANTES (y duras, como pude comprobar), que le daban siempre muchísimos puntos de ventaja y llamaban la atención, y ella, sabedora de esto, vestía siempre con escotes muy sugerentes.

El día que acordamos quedar, pasé a buscarle con el coche y nos fuimos a un garito cerca de la playa a tomarnos algo.

Para ir rápidos, fue ella la que se me tiro encima. Y no solo que me comiese la boca en cuanto pudo, sino que directamente me agarro la polla por encima del pantalón en aquel bareto, aprovechando que estábamos un poco escondidos de miradas ajenas.

Teniéndolo muy claro los dos, decidimos montar en mi coche e ir al picadero próximo.

Visto que veía que esta chica iba a fuego, no me quedé atrás, y di rienda suelta a mi imaginación en el asiento trasero, y pronto descubrí que le iba la marcha mucho. Tortazos, escupitajos, toda una rienda de insultos varios, y la chavala cachondísima. Tras una mamada torpe debido a que no le entraba la polla, le abrí de piernas y comenzó el show de mete-saca duro en un coñito que se ajustó bien a mi rabo. Chillaba y gozaba mientras se acariciaba las tetas ¡Y qué tetas! Aquello eran piedras, enormes, duras... De vez en cuando bajaba a comerle el coño y se ponía a chillar. Pero lo mejor fue cuando se me ocurrió empezar a meterle los dedos... uno tras otro, hasta tener prácticamente el puño dentro mientras me preguntaba "¿Pero qué me estás haciendo?", y tras un rato se corrió soltando un buen chorro de flujo. "¡Joder! No sabía que podía llegar a hacer eso" me soltó. Tras esto, le metí una camiseta en la boca, y volví a follarla hasta que me corrí.

Ella alucinando y muy satisfecha, y yo encantado con haber descubierto tremenda hembra tan joven. De regalo cogí un rotulador y le firmé con mi nombre en uno de sus pechos, cosa que la volvió a poner cachondísima.

Tras este encuentro volvimos a quedar un par de veces más, con la misma sesión de sexo duro. Eso sí: nada de anal. El culo estaba restringido debido a una mala experiencia que tuvo. También me confesó que se lo contó todo a su mejor amiga y que se moría de envidia porque a ella nunca le habían follado de esa manera.

Y todo quedó ahí. De repente dejo de querer quedar de un día para otro.

Pero resulta que pasados unos tres años, un día me volvió a escribir temprano una mañana de sábado. Al parecer se había levantado cachonda y se había acordado de mí. Me contó que era una fantasía recurrente, y que la deje muy marcada en la cama. La conversación subió de tono, y me envió un par de fotos en pelotas, mostrándome su mejor arma: sus pechos. Bien sabía ella que eso ganaba la partida sí o sí.

Evidentemente, volvimos a quedar y tuvimos otra buena sesión de sexo, pero esta vez me encontré con una chica ya más experimentada, con las mismas ganas de sexo, pero mucho más aprendida. Y qué cojones, que me hizo una de las mejores mamadas de mi vida. Si con 19 años apenas le entraba en la boca, con veintipico que tenía ya, se la metió hasta dentro y se tragó la leche como una profesional. Acojonado me quedé.

Ahí quedo de nuevo la historia. Nunca más hubo más encuentros, pero si que quedo la amistad, y pasados muchos años aun nos llevamos bien.
 
Mayor diferencia hacia abajo: 12 años menos ella.

Yo tendría 31 y ella 19 años.

Nos conocíamos de parar en las mismas zonas de marcha. Un día entablamos conversación y nos intercambiamos números para quedar. Y así hicimos un domingo ya de tarde-noche.

Ella era una chica universitaria, rubia, con ojos azules, guapina de cara, pero le pesaba la losa de ser rellenita, cosa que le atormentaba enormemente. Pese a eso, tenía unas tetas GIGANTES (y duras, como pude comprobar), que le daban siempre muchísimos puntos de ventaja y llamaban la atención, y ella, sabedora de esto, vestía siempre con escotes muy sugerentes.

El día que acordamos quedar, pasé a buscarle con el coche y nos fuimos a un garito cerca de la playa a tomarnos algo.

Para ir rápidos, fue ella la que se me tiro encima. Y no solo que me comiese la boca en cuanto pudo, sino que directamente me agarro la polla por encima del pantalón en aquel bareto, aprovechando que estábamos un poco escondidos de miradas ajenas.

Teniéndolo muy claro los dos, decidimos montar en mi coche e ir al picadero próximo.

Visto que veía que esta chica iba a fuego, no me quedé atrás, y di rienda suelta a mi imaginación en el asiento trasero, y pronto descubrí que le iba la marcha mucho. Tortazos, escupitajos, toda una rienda de insultos varios, y la chavala cachondísima. Tras una mamada torpe debido a que no le entraba la polla, le abrí de piernas y comenzó el show de mete-saca duro en un coñito que se ajustó bien a mi rabo. Chillaba y gozaba mientras se acariciaba las tetas ¡Y qué tetas! Aquello eran piedras, enormes, duras... De vez en cuando bajaba a comerle el coño y se ponía a chillar. Pero lo mejor fue cuando se me ocurrió empezar a meterle los dedos... uno tras otro, hasta tener prácticamente el puño dentro mientras me preguntaba "¿Pero qué me estás haciendo?", y tras un rato se corrió soltando un buen chorro de flujo. "¡Joder! No sabía que podía llegar a hacer eso" me soltó. Tras esto, le metí una camiseta en la boca, y volví a follarla hasta que me corrí.

Ella alucinando y muy satisfecha, y yo encantado con haber descubierto tremenda hembra tan joven. De regalo cogí un rotulador y le firmé con mi nombre en uno de sus pechos, cosa que la volvió a poner cachondísima.

Tras este encuentro volvimos a quedar un par de veces más, con la misma sesión de sexo duro. Eso sí: nada de anal. El culo estaba restringido debido a una mala experiencia que tuvo. También me confesó que se lo contó todo a su mejor amiga y que se moría de envidia porque a ella nunca le habían follado de esa manera.

Y todo quedó ahí. De repente dejo de querer quedar de un día para otro.

Pero resulta que pasados unos tres años, un día me volvió a escribir temprano una mañana de sábado. Al parecer se había levantado cachonda y se había acordado de mí. Me contó que era una fantasía recurrente, y que la deje muy marcada en la cama. La conversación subió de tono, y me envió un par de fotos en pelotas, mostrándome su mejor arma: sus pechos. Bien sabía ella que eso ganaba la partida sí o sí.

Evidentemente, volvimos a quedar y tuvimos otra buena sesión de sexo, pero esta vez me encontré con una chica ya más experimentada, con las mismas ganas de sexo, pero mucho más aprendida. Y qué cojones, que me hizo una de las mejores mamadas de mi vida. Si con 19 años apenas le entraba en la boca, con veintipico que tenía ya, se la metió hasta dentro y se tragó la leche como una profesional. Acojonado me quedé.

Ahí quedo de nuevo la historia. Nunca más hubo más encuentros, pero si que quedo la amistad, y pasados muchos años aun nos llevamos bien.
Hubo cubana?
 
Pues la de por debajo yo tenía 50. Y la de por arriba yo tenia 30.
 
Atrás
Top Abajo