Dos corneadores maduros se follaron a mi novia delante de mí

Felipe22

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28 Ago 2024
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Hola, mi nombre es Felipe, tengo 22 años y voy a contaros mi primera experiencia cuckold. Aviso que será MUY LARGO, ya que lo escribo a modo de catarsis para contar algo que nunca pude compartir con nadie pero que el anonimato de Internet sí me lo permite. Me disculpo de antemano si la lectura resulta tediosa pero quiero contar con lujo de detalles todo lo que hice, vi y sentí en todo momento. Espero que mi sueño frustrado de escritor al menos me sirva para esto...


Siempre he sido alguien atraído por lo romántico, por aquel amor que veía de pequeño en las pelis, nunca por la promiscuidad y relaciones vacías que el resto de la juventud comparte. Por suerte, encontré justo lo que buscaba. Mi novia se llama Andrea, tiene 24 años. Físicamente es bajita, delgada, cabello moreno largo y lacio, ojos oscuros que atrapan y una sonrisa encantadora en su ya bonito y suave rostro. Es blanquita de piel con tonos rosados y algún que otro tatuaje discreto, pechos medianos, abdomen plano y caderas estrechas pronunciando un culo redondito y respingón. Siempre aparenta tener menos años de los que tiene. Es una chica tierna, pero determinada, de naturaleza tímida y simpática, pero con carácter cuando toma confianza. Con un corazón enorme siempre dispuesta a ayudar a los demás lo merezcan o no. Muy inteligente, optimista y con fe en las personas. Apasionada de la lectura y el aprendizaje. Es muy poco fiestera aunque no por eso menos sociable. Al igual que yo, prefiere una noche tranquila con su pareja antes que una discoteca con alcohol y descontrol. Llevamos 5 años de bonita relación desde el bachillerato. Nos entendemos muy bien y sabemos complementarnos. En todo este tiempo habremos discutido solo un par de veces y en todas ellas lo hemos resuelto bien pensando en los dos a pesar de estar viviendo juntos desde hace 1 año y viéndonos cada día. Conmigo siempre ha sido muy detallista y cariñosa, jamás he dudado de su amor y ella tampoco del mío al igual que jamás le he sido infiel y ella tampoco. Obviamente yo siempre le he correspondido. Soy rubio de ojos azules, delgado y de altura 1,76 m. Sexualmente siempre hemos estado muy bien y nos hemos complacido mutuamente a pesar de que ambos tuvimos otras parejas antes de conocernos.


Hace unos meses, descubrí el concepto “cuckold” viendo pornografía en Internet. Maridos que disfrutaban ver a su esposa teniendo sexo con otros hombres. ¿Cómo era posible algo así? Me parecía patético e inmoral, pero a la vez me dio curiosidad seguir investigando sobre el tema. Indagando en la web, descubrí ---- -------, un chat anónimo en el que había un canal llamado #--------. Yo pensaba que el cuckold era una invención del porno porque no sabían qué más vender, pero me sorprendió mucho ver la cantidad de personas que lo practicaban incluso gente de mi zona o provincias cercanas. Les pregunté por qué hacían eso a algunos de los que hablaban por ahí cuando de repente me llega un mensaje privado de un tal “MachoDom40” preguntándome: —Tu tienes pareja?—. Yo respondí que sí y él me dijo: —Mi amigo y yo queremos hacerte unas preguntas—. Intrigado, entré a la sala privada que me invitaron y ambos empezaron a hacerme mil preguntas sobre mi chica, sobre mí y nuestra relación. Comenzaron con preguntas típicas de nombre, edad, de dónde somos, cómo somos físicamente, a qué nos dedicamos, cuánto tiempo llevamos juntos, etc. Continuaron con preguntas más personales y centradas en mi novia; su personalidad, sus defectos y virtudes, qué me gustaba de ella, qué ha estudiado, cómo nos conocimos, etc. Terminaron preguntándome cosas muy íntimas desde cuánto sexo solemos tener, qué posturas le gustan a ella, qué hemos experimentado a cosas como la forma de su vagina, sus tetas o culo. Querían saberlo todo sobre nosotros. Aunque me extrañaba mucho eso, yo respondí a todo con sinceridad porque pues era un chat anónimo y no tenía peligro. Además, ¿a quién no le gusta hablar de su vida? Finalmente, me pidieron una foto de mi novia, decían que sentían mucha curiosidad por verla. Dudé al principio, pero pensé que si es una donde no es reconocible, no pasaba nada. Así que les envié una foto donde Andrea salía de espaldas con un unos pantalones cortos y un top en una excursión que hicimos a la montaña. Los dos se sorprendieron al ver cómo era y no paraban de hablar sobre sus curvas y lo buena que está, a lo que yo me sentí bastante halagado. Razón para enviar dos más del mismo estilo ante las insistentes peticiones de esos dos desconocidos. Uno de ellos me preguntó: —La amas de verdad?—. Contesté que por supuesto, que me siento muy enamorado de ella y que es la mujer de mi vida con la que quiero formar una familia. Me felicitaron por la respuesta con un —Perfecto, es justo lo que buscábamos.—. El otro comenzó a presentarse y a contarme por qué me habían llamado a esa sala: —Me llamo Antonio y él es mi compañero Ramón. Ambos tenemos 40 años. Somos corneadores expertos en parejas jóvenes desde hace muchos años. Nos conocimos en la mili, pero nunca hemos corneado juntos y por eso estamos aquí. Nos ha encantado tu novia y nos la queremos follar. ¿Estás de acuerdo con eso?—.


Me quedé estupefacto, no me esperaba algo así y menos tan directo. Ahora comprendía el por qué de ese interrogatorio tan extenso y que no solo preguntaban por aburrimiento. Mi respuesta natural, evidentemente, era un NO, pero la verdad que había disfrutado de la charla y sabía que decir la verdad significaba que se fueran. Al fin y al cabo era un chat anónimo de Internet en el que bastaba con cerrar la página para que nada de eso hubiera pasado. Así que mentí y les dije la frase de la que me arrepentiré siempre: —Sí, estoy de acuerdo—. Los corneadores celebraron con entusiasmo mi decisión diciéndome cosas como “eres muy valiente chaval”, “has elegido lo correcto”, “pocos se atreven” y “esto os unirá como pareja”. Yo aún algo intrigado por todo esto pregunté: —Pero, ¿por qué os la queréis follar?— Antonio me contestó: —¿En serio preguntas eso? Somos machos maduros y ella una jovencita ventiañera. Tu novia es un bomboncito para nosotros—. Ramón escribió: —Tu novia es justo el tipo de chica que nos da morbo; blanquita y hermosa con cara de tímida, joven e inexperta pero con un cuerpazo. Qué bien nos lo vamos a pasar inseminándola.— Yo estaba atónito con sus respuestas y descripciones. Descubrí algo que nunca había sentido antes y eso me descolocaba. ¿Acaso me gustaba que mi novia guste a otros?


Me dijeron de seguir en contacto por otro sitio y me enviaron un enlace de Whatsapp. Al entrar, vi que era un grupo de casi 20 personas. Pregunté por el grupo qué era eso y me respondieron: —Este es nuestro grupo privado y exclusivo de corneadores. La mayoría somos de España aunque también hay algunos de Latinoamérica. Aquí todos nos conocemos y nos tenemos confianza y si te hemos invitado es porque confiamos en ti. Todo lo que hablemos a partir de ahora será por aquí—. Me presentaron al grupo como “este es el chaval que nos va a entregar a su novia”. Muchos me saludaron alegremente felicitándome por mi “decisión”. Los saludé de vuelta y los del grupo comenzaron su también respectivo interrogatorio sobre mi pareja y yo, incluso más extenso que el anterior debido a que eran más personas preguntando al mismo tiempo. Tanto, que hasta me costaba responder rápido a todo. Me abrumaba tanto interés, pero a la vez me hacía sentirme de alguna manera especial y popular sobre todo siendo un grupo tan “selecto” como me lo habían descrito. Claramente me pidieron ver a Andrea y pronto las fotos de la montaña ya no eran suficientes. Y ahí estaba yo a las tantas de la mañana enviando fotos de mi novia a un grupo de desconocidos y sin saber muy bien por qué. Si ya antes sentía que me gustaba que mi novia guste a otros solo con los dos corneadores, ahora tenía a casi 10 pervertidos a la vez comentando cada foto. Se sorprendían, la analizaban, describían con detalles qué les gustaba de ella (cada uno con sus fetiches) y la morboseaban al máximo. Hasta me hacían ver detalles sexys de Andrea en los que nunca me fijé. Me sentía afortunado y mi ego estaba por las nubes viendo cómo tipos experimentados que han estado con tantas mujeres, se volvían locos con mi novia. Me hacían sentirme muy hombre por tenerla.


Así pasaron unas dos semanas en las que, cada dos días mínimo, los corneadores me mencionaban en el grupo preguntándome sobre mi chica, pidiendo más fotos y morboseándola. Acabé pasando fotos de ella en bikini o en la playa y lo peor es que esperaba con ansias sus reacciones sin entender muy bien por qué. Lo raro, además, es que siempre Antonio y Ramón estaban activos y dispuestos para darme conversación junto a varios participantes del grupo. Hasta que un día, Ramón me etiquetó diciendo que ya es hora de decírselo a Andrea. Me comentó que no le podía decir que ellos son corneadores porque eso la espantaría. Así que le tendría que decir que son una especie de “voyeurs” que les gusta ver a parejas teniendo relaciones y nada más. Y para corroborarlo, me hizo fingir una conversación con ellos donde todos aparentan serlo y los comentarios eran mucho más suaves. Me explicó que cuando estuviera a solas con Andrea, empezara a tocarla y masturbarla. Y estando en su punto más caliente, soltarle el tema. Ver ese mensaje me entristeció porque obviamente yo a mi novia no le iba a decir nada de esto y al ver que no hay avance, ellos iban a dejar de hablarme o me expulsarían del grupo. Di por hecho que esa extraña diversión ya se había acabado. Pasaban los días y los corneadores no dejaban de preguntarme si ya lo había hecho. Yo les daba largas intentando mantenerlo un poco más, sin embargo, en mis momentos más personales, no dejaba de resonar una pregunta en mi cabeza: «¿Y si lo hiciera?». Volvía en mí y me convencía de que algo así nada bueno podría traer. Pero, ¿y cómo sería juntar mi mayor morbo sexual (mi novia) con el segundo mayor (los corneadores)? ¿Qué pasaría si ella viera el chat? Tenía ese duende constantemente, pero no, no debo hacer eso.


Hasta que un día en el que se ve que no dormí mucho, se me fue totalmente la cabeza y lo hice. Seguí las instrucciones de Ramón: Estando con ella en la cama, le di mimos hasta que se calentó y luego la empecé a masturbar. Cuando noté que estaba muy excitada, me detuve diciéndole: —Mira lo que encontré el otro día en Internet— y le enseñé la conversación con los supuestos “voyeurs”. Al segundo después de hacerlo, me arrepentí totalmente. Sentía un nudo en el estómago esperando una mala reacción por su parte. «Mierda Felipe, ¿qué has hecho?», pensaba. Pero, para mi sorpresa, Andrea que lo había leído todo me devolvió el móvil con un simple —qué cosas tan raras haces a veces— sin darle mayor importancia. Le interesaba mucho más que la siguiera tocando. Mi alivio fue notorio y, extrañamente, también lo fue el entusiasmo con el que al día siguiente les relaté lo ocurrido a los corneadores. Éstos se motivaron como nunca felicitándome por mi buen trabajo y pidiéndome fotos e información de ella más que de costumbre.


Desde ese día, el que yo hablara por el grupo de Whatsapp se convirtió en una especie de morbo para nosotros como pareja. Muchas veces, ella veía lo que conversaba con ellos, yo disimuladamente me calentaba y acabábamos teniendo sexo. Incluso con el tiempo, me dio permiso para enviar alguna que otra foto normalita (las mismas que ya pasé yo hace tiempo). Los corneadores hacían lo suyo morboseando las imágenes y hablando de ella. Le pregunté una vez si se sentía incómoda con eso y me dijo que no le molestaba tener un pequeño “grupo de admiradores virtuales”. Yo la verdad, que no sentía celos con todo eso y era raro porque suelo ser muy celoso por naturaleza aunque lo disimulo muy bien. Hasta un día en el que yo me encontraba en la cama hablando con los corneadores y Andrea estaba en la ducha. Uno de ellos me preguntó: —¿Tu novia usa más tangas o bragas?—. «Qué pregunta tan rara» pensé. Cuando salió de la ducha le pregunté y me dijo que depende de la prenda que se ponga, pero normalmente con las bragas está más cómoda. Lo puse en el grupo y de repente Antonio me suelta: —Queremos que tu novia nos mande una foto en tanga—.


—Pffff, pero qué flipaos lo que piden. —murmuré solo.


A eso que veo como Andrea viene a mí, mira el mensaje, se queda pensando y me quita el móvil sin decir nada. Se va al cajón, escoge varios tangas, se hace varias fotos en el espejo y viene con una elegida para que la envíe al grupo. … ¿Pero qué cojones fue eso? Es verdad que no se le veía el rostro y se tapaba las tetas, pero, joder, ¡mi novia le está mandando una foto en tanga a otros hombres! Aunque no dije nada, sentí celos por su repentina y extraña iniciativa tan poco común en ella. Aunque por otra parte, veía la imagen y pensaba: «Joder, si por una foto vestida la morbosean a full, con esta se volverán locos». La analicé unos segundos: Mi novia de pie frente al espejo, solo con un tanga negro mientras su blanca desnudez brillaba. Con la mano derecha sostenía el móvil mientras con el otro brazo tapaba lo que podía de sus pechos. La pierna izquierda adelantada y casi suspendida en el aire dando total protagonismo al ave fénix que tiene tatuado en la cadera al cual el hilo del tanga separa en dos mitades mientras de fondo resalta la forma de su nalga, muslo y pierna. Casi como si la pose hablara diciendo: “Esta soy yo”. No me lo pensé ni un momento y le di a “Enviar”. Esperaba unas reacciones fuertes, pero el grupo se quedó totalmente en silencio viéndola. Hasta que, de repente, Ramón envía una foto.


—¡Qué asco! ¡Ha mandado su polla empalmada! —reaccioné para mí mismo por la repulsión de ver esa imagen.


Y Andrea, que estaba al otro lado de la habitación exclama: —¡¿A VER?!— y viene a vérsela al tío ese... Sentí una punzada de celos y más cuando al ver la imagen escucho cómo se le escapa en voz baja un “Ostias qué pedazo de polla...” Debió darse cuenta del error por la forma en la que la miré porque añadió —Pero seguramente no es suya y la descargó de Internet— mientras se alejaba para no darle más importancia al asunto. Me quedé con un mal sabor de boca y pensativo, nunca la había visto reaccionar así. Así que me distraje con las reacciones de los corneadores que estaban totalmente locos tras ver a mi novia en tanga. El chat estaba ardiendo y más cuando Ramón me preguntó cómo reaccionó Andrea al verle la polla. Conté lo sucedido ocasionando así la risa de todos. Desde entonces, el grupo se volvió más activo, pero yo me lo pasaba cada vez peor. A mí lo que me gustaba era que mi novia guste a otros, nada más que eso, pero desde la foto en tanga, las conversaciones pasaron de ser “qué buena está tu novia” a “cómo me voy a follar a tu novia” llegando incluso a darme asco ciertos comentarios.


EL DÍA DEL ENCUENTRO


Era un sábado y yo estaba en el salón viendo la tele cuando vino Andrea a traerme el teléfono porque me había llegado una notificación del grupo. Al desbloquearlo, lo miramos los dos y era Antonio diciendo: —Chaval, queremos ver hoy a tu novia. ¿Dónde os encontramos?— ... ¿Pero qué? ¿Qué fue eso? Andrea y yo nos quedamos mirándonos el uno al otro incrédulos. ¿En serio esos tíos querían venir a vernos? Nuestra conclusión fue que no. O sea, ¿quién en su sano juicio va a ir a una ciudad lejana que no conoce para ver a una pareja que no conoce y solo ha visto fotos? Jamás habíamos hablado por voz o audio y ella nunca escribió nada al grupo. Además de lo directo del mensaje, si fuese real habría dicho algo más suave tipo “podemos conocernos en persona” o “vamos a ir a tomar algo por ahí”, no sé. Por responder algo, les envié una ubicación, pero no de mi casa, sino de varias calles más allá para ver lo que decían. Un “salimos en 10 min” o “en 2 horas estamos allí” habrían confirmado su intención, pero vieron todos el mensaje y nadie dijo nada. Obviamente dimos por hecho que no era verdad y que tal vez se trataba de alguna forma de avivar la fantasía virtual en la que últimamente yo participaba menos. No le dimos importancia y esa tarde salimos a correr juntos, ya que era un reto que llevábamos cumpliendo varias semanas. Ya de vuelta en casa cuando estábamos mirando en mi móvil los kilómetros hechos, apareció arriba el mensaje que nos jodería todo: “Estamos por San Juan” (A 20 min en coche de nosotros).


Nos quedamos totalmente atónitos. Para nosotros, esto siempre había sido una tontería virtual que mirábamos de vez en cuando y que nunca debía salir de ahí. Pero en ese momento, nos dio el golpe de realidad de que esos tipos iban a venir en serio. Andrea se puso histérica y empezó a regañarme diciendo que para qué hago cosas raras en Internet, que esto era culpa mía y yo lo debía de resolver. Me dijo que fuera y les dijera a los dos que lo sentimos, pero al final hemos decidido no hacerlo. Alguno podría pensar que yo sentía algún tipo de morbo con eso, pero nada que ver. En ese momento, la verdad que me sentía como una mala persona. Los corneadores me dijeron desde principio alto y claro quiénes eran y qué buscaban. Pude haberles dicho desde el inicio que no y nada de esto habría ocurrido. Pero por mi egoísmo de tener su atención un tiempo más y seguir siendo popular, les mentí diciendo que estaba de acuerdo para hacerlos creer que pasaría cuando realmente no quería eso ni iba a aceptar jamás tal locura. Ni yo, ni ella. Con todo esto en la cabeza, pequé de bondadoso y le dije a mi chica lo que ahora sé que fue lo más estúpido que he dicho en mi vida: —Si se lo toman mal, que lógicamente lo harán, que se vayan y ya está. Pero si se lo toman bien y entienden que no pasará nada, ¿y si los invitamos a comer al menos? Si resultan ser buena gente, me sentiré mal conmigo mismo por hacerles esto—. Andrea lo entendió y dijo que si ellos verdaderamente comprenden y aceptan que no pasará nada sexual pues sí, ella no tiene problema. Con esto establecido, fui al encuentro de los corneadores que ya estaban por llegar. En el fondo tenía la esperanza de que fuese todo una broma y realmente no estuvieran aquí. Llegué al aparcamiento y vi a dos hombres bajarse de un coche grande.


—Ellos no pueden ser. —pensé.


—¡Qué pasa chaval! –decía uno de ellos alegremente saludándome a mí.


Era imposible que fuesen ellos. Andrea y yo nos los imaginábamos como los típicos viejitos verdes con cuerpo escombro porque si buscas sexo por Internet es que muy desesperado debes de estar, a veces hasta nos reíamos de ellos bromeando entre nosotros. Pero de repente, tenía frente a mí a dos hombres enormes, me sacaban una cabeza de altura cada uno y eso que yo no soy bajito. Ambos con sus barrigas cerveceras y poco pelo en la cabeza pero de espalda ancha, fuertes y robustos. Daban la sensación de trabajar con cosas pesadas y saltaba a la vista su pasado militar con sus brazos grandes y llenos de venas adornados con tatuajes típicos. Me miraban fijamente a los ojos casi sin pestañear, su presencia era notable e imponían mucho respeto. A pesar de sus apariencias, ambos me saludaron simpáticamente aunque con un apretón de manos que casi me dejan la mano dormida. Joder, ¿cómo decirles ahora a estos tipos que en realidad fue mentira y deben volverse por donde han venido? Y más cuando en el “¿y vosotros qué tal?” me cuentan que tardaron un poco porque se toparon con un chaval así como de mi edad que se les puso chulo en el tráfico y tuvieron que inflarlo a ostias. Yo no sabía cómo reaccionar a eso e instantáneamente me preguntaron: —¿Por dónde es?—.


—Ehh por aquí... —tartamudeé casi sin pensarlo y comenzamos a ir en esa dirección mientras pensaba en cómo darles la noticia.


Pero no lo conseguía y eso me tenía muy nervioso y estresado. A lo largo del trayecto los corneadores no paraban de hablar de cosas normales y cotidianas. O sea siempre desde que los conocí, el tema de conversación principal era “mi novia” y “sexo” pero en persona no mencionaban nada de eso como para yo poder soltar un “hablando de eso, al final hemos decidido no hacerlo”. Eran simpáticos conmigo y bromeaban, pero a penas me dejaban hablar. Una vez intenté meter el asunto, pero me cambiaron de tema no sé si conscientemente o sin darse cuenta por hablar tanto y no me atreví insistir porque me inquietaban sus posibles malas reacciones. Estábamos casi llegando a casa cuando, para calmarme un poco, pensé: «Bueno, mejor se lo digo junto con mi novia para que así tenga más efecto». Total que llegamos a casa y yo estaba muy tenso porque es que imagínate la mala situación que había creado: Para Andrea, si yo llegaba solo era porque los dos tíos del grupo se lo tomaron mal y se fueron. Y si venía acompañado, ellos entendían que no iba a haber nada sexual ni voyeur y solo venían a comer y se irían tras eso. Pero para los corneadores, venían a follarse a mi novia delante de mí y con mi previo consentimiento. Sentía que debía resolver esa situación cuanto antes.


Al entrar al salón, mi novia se quedó totalmente sorprendida al verlos. Lo primero porque no se esperaba que vinieran, de hecho, ni siquiera preparó platos para dos personas más. Y lo segundo por el gran físico y apariencia imponente tan distinto a cómo creíamos que serían. No tuve otra que hacerles la presentación: —Antonio y Ramón, ella es mi novia Andrea y Andrea, ellos son Antonio y Ramón—. Ambos la saludaron formalmente con dos besos en la mejilla mientras no paraban de mirarla y sonreír. Nos sentamos en la mesa a comer y los corneadores empezaron a darle conversación a mi novia ya casi olvidándose de mí. Le hablaban y bromeaban de cosas normales y Andrea era simpática y respetuosa con ellos igual que lo es con todo el mundo. Quiero dejar claro que hasta ese momento yo no había sentido ningún tipo de morbo o algo que influyera en mis acciones. Hasta que vi cómo los corneadores se quedaban embobados mirando a mi novia cuando se levantaba para ir a la cocina o a hacer algo. Volvió en mí el “me gusta que mi novia guste a otros” y si me molaba cómo ellos morboseaban sus fotos, ahora la tenían justo delante viéndola. Y eso que Andrea tampoco iba vestida muy sexy que digamos. Habíamos recién llegado de correr y no nos dio ni tiempo de ducharnos, ella iba con camiseta blanca normal, leggings negros largos, unas zapatillas blancas de deporte y el pelo recogido en coleta. Aunque es verdad que toda ropa le queda bien. Pero a pesar del morbo reitero que si en ese momento me preguntas si quiero que se follen a mi novia te digo claramente que no. No era un loco, solo estaba en medio de una situación embarazosa.


En medio de la charla veo que Andrea se levanta, se sienta en el sofá y enciende el televisor. Me di cuenta al instante de lo que estaba haciendo; habíamos terminado todos de comer hace rato y ya era hora de que los dos tipos se fueran a sus casas por eso empezó a darle más atención a la tele mientras le hablaban para que se sintieran incómodos y se fueran. Era ahora o nunca para darles la noticia de que no habrá nada y deben irse. Así que me levanté también y me senté al lado de ella para decírselo los dos. Por fin podría poner punto y final a este incómodo malentendido. Y mientras ordenaba en mi cabeza cómo decirlo veo que los corneadores se levantan, vienen hacia nosotros y me miran fijamente.


—Levántate.— me dijo Antonio.


Me levanté confuso sin entender nada de lo que estaba pasando y Antonio se sentó en mi lugar al lado de mi novia pegado a ella. Ramón hizo lo mismo y se sentó a su izquierda quedando Andrea entre los dos corneadores. El mismo Ramón me señaló que me sentara cerca de él en el sofá, que al ser en forma de L, estaba muy cerca de ellos pero sin tocarlos, a la izquierda. ¡¿Qué demonios había pasado?! Andrea me miraba con una cara de “¿Pero qué cojones?” sin saber cómo reaccionar y yo tampoco. Ellos como si nada, siguieron conversándole con el tema que tenían en la mesa, pero esta vez Antonio se interponía entre la tele y ella así que ya no podía ignorarlos. Se limitaba a seguir la charla disimulando su evidente incomodidad. Yo, sin embargo, me empecé a resentir mucho. ¿Cómo se atrevían a darme órdenes a mí en mi casa? ¿Quiénes se creen que son para sentarse al lado de mi novia? Me sentía tonto por levantarme fruto de la confusión cuando me lo dijeron y mi orgullo masculino estaba herido. Así que empecé a entrar forzosamente en la conversación a modo de “marcar presencia”. Ellos me ignoraban, pero Andrea trataba de incluirme para que la presión no fuera toda para ella. No recuerdo qué dije cuando, de repente, Ramón (que estaba más cerca a mí) me clava una mirada muy penetrante con los ojos abiertos casi como saliendo de sus cuencas, la nariz más abierta y la mandíbula apretada mientras levantaba su dedo en señal de “Silencio”. … No sabía cómo reaccionar a eso, nunca he permitido que nadie me faltara el respeto, pero ese hombre me daba muy mal rollo. Su forma tan agresiva de mirarme, sus gestos, sus pintas, su presencia y encima su compañero al lado. No me atreví a abrir más la boca. Por desgracia, Andrea no vio eso, ya que en ese momento estaba girada a la derecha hablando con Antonio.


Lo extraño es que los corneadores no mostraban ninguna intención sexual. Hablaban con ella de cosas muy normales y divertidas como puedes hablar con cualquiera. Tampoco la tocaban más allá de la rodilla o la espalda un poco entre broma y broma pero nada impertinente. Tanto, que llegué a notarla bastante cómoda y a gusto charlando entre esos dos desconocidos. También es verdad que Andrea es una cotorra, si le das tema de conversación puedes estar hasta mañana hablando con ella. Más aún cuando ellos metieron el tema de los tatuajes que justo es algo que a mi novia le fascina. Tiene varios por el cuerpo aunque la mayoría discretos y ocultos. Para ella, todos tienen un significado especial representando una etapa de su vida o un recuerdo. Los corneadores le pedían que les enseñe alguno y ella ilusionada les mostró uno de la muñeca y su interpretación. Describió otro que tenía en el pie, pero no se veía a lo que Ramón, de repente, en tono caballeresco le dice: —Ah no tranquila, faltaría más—. Entonces se estira y, sin pedir permiso alguno, le quita las zapatillas y los calcetines a mi novia dejándola descalza con la excusa de verle el tatuaje, casi a modo de cortesía, como si le hiciera un favor. Andrea, sorprendida, me miró con cara de preocupación esperando que yo dijera algo, pero yo... yo no sabía qué hacer. No dije nada y ella tampoco se atrevió.


—Qué chulo te combina el tatoo con las uñas pintadas de rojo, niña. —dijo Ramón en modo pícaro mientras se lo tocaba ocasionándole ciertas cosquillas.


Mi novia le agradeció el cumplido con una risa nerviosa antes de volver a mirarme esperando respuestas por mi parte. Al ver que yo no reaccionaba, decidió tomar ella la iniciativa.


—Ya es de noche, ¿no se les va a hacer tarde? —preguntó esperando a que captaran la indirecta.


—Jajaja no podemos irnos sin antes ver tus tatuajes, Andreíta. Nos tienes muy intrigados. —respondió Antonio sonriendo con una descarada labia y sin ningún atisbo de incomodidad.


—Seré rápida entonces jaja, solo tengo dos más y tampoco quiero quitarles mucho tiempo. —respondió mi novia con una risa simpática. Prosiguió a enseñarles uno que tiene en la espalda cerca del cuello que era ya el penúltimo visible. Parece ser que su pregunta para incomodarlos surtió el efecto contrario, ya que los corneadores se volvieron más atrevidos aún. Aprovechaban para acariciarle el tatuaje y pegarse más a ella, tan cerca que hasta respiraba sus alientos. Cuando Andrea les dijo con orgullo que el corazón rojo atravesado por una flecha que tiene tatuado en el abdomen es por su novio, los corneadores me miraron y soltaron una carcajada al unísono. «¿De qué mierda se ríen?», pensé. No me estaba gustando nada esta actitud burlona de ellos como si yo fuese menos. Mi novia tampoco entendía qué había dicho gracioso y miraba confusa. Rieron, pero no dijeron nada y se enfocaron en el tatuaje. Vi cómo al ponerle Ramón la mano encima para tocarlo, a mi novia se le encogía involuntariamente la barriga. Aunque todo eso era muy raro, seguían sin demostrar ninguna intención sexual que hiciese sonar las alarmas. Hasta que de repente...


—Pues a mí me gusta mucho el que tienes aquí. —dijo Antonio y acto seguido, estira su mano hacia la cadera izquierda de mi novia y le aparta fuerte el leggings para verle el ave fénix que tiene ahí tatuado. Sin ninguna vergüenza ni pudor alguno. Como si tuvieran permiso para hacer lo que quisieran...


¿Pero qué hace ese hijo de puta? ¿Cómo se atreve a apartarle el pantalón a mi novia sin permiso? Que se le ven las bragas. Pero, ¿de dónde conocía Antonio ese tatuaje si no se veía? Ah mierda es verdad, la foto en tanga... Andrea estaba impactada ante esa repentina demostración de fuerza. Permanecía quieta esperando a que los corneadores terminaran de tocarle ese tatuaje de zonas sensibles, con las mejillas rojas y la mirada nerviosa con sus ojos mirando a todas partes. Me miraba como pidiéndome que haga algo. Yo sentía lo mismo, debía hacer algo. No podía permitir que le falten el respeto así a mi novia, pero luego me venía a la mente la cara agresiva de Ramón y por alguna razón, no hice nada. Pero Antonio le puso otra vez el pantalón en su sitio y ya está, actuaban como si nada hubiera pasado, como si fuese parte normal de una conversación. Siguieron hablándole normal, pero a partir de ahí, mi novia cambió. Ya no era la chica cómoda que les hablaba con entusiasmo ahora estaba algo más callada, tensa, pensativa y tropezada al hablar. Ya no era como antes que sabía qué decir en todo momento. Se notaba que se sentía intimidada por la presencia de los corneadores porque reía nerviosa a cada comentario de ellos sin atreverse a decirles nada negativo mientras ellos seguían. Se estaba empezando a sentir una tremenda tensión sexual en el ambiente.


Entre risa y risa, veo de repente como Ramón le coge la pierna a mi novia y se la pone sobre la suya, sobre su muslo. Andrea no dijo nada y siguió normal, pero a la primera que pudo, bajó su pierna de ahí. A lo que Ramón le vuelve a coger la pierna y la pone sobre la suya, pero esta vez más estirada y con la mano sobre su rodilla para que no la pueda bajar. Al ver esa acción de su compañero, Antonio hizo lo mismo agarrando su otra pierna y poniéndola sobre la suya quedando así mi novia abierta de piernas entre los dos corneadores. Andrea tragó saliva sin decir nada. Disimulaba lo que podía, pero saltaba a la vista que estaba asustada y sentía no tener ningún tipo de control sobre esos dos individuos. Yo no me podía creer lo que estaba viendo. Me costaba entender que algo así estuviese sucediendo de verdad. Mi novia me pedía ayuda con la mirada para salir de esa situación, buscaba socorro en su hombre. Y yo sabía que debía hacerlo, no podía permitir que esos cabrones siguieran haciendo con ella lo que les daba la gana, pero... pero a la vez la veía ahí... tan indefensa, sexy, tímida y vulnerable a merced de esos dos macarras pervertidos que llevaban semanas deseándola. Esa maldita imagen que tenía delante se me hacía muy erótica y no entendía por qué... ¿Qué demonios me estaba pasando?


A partir de ahí, cambiaron la conversación a un tema mucho más sexual. Los corneadores empezaron a hacerle todo tipo de preguntas picantes como cuánto se masturba, qué posiciones le gustan, con cuántos ha estado, si es multiorgásmica, etc. Mi novia estaba roja de vergüenza y el sudor se notaba en su frente, les contestaba a todo, pero sin dar detalles para no avivar más el fuego. La verdad que era admirable cómo Andrea mantenía la compostura a pesar de que estaba descalza, y abierta de piernas entre esos dos hombres enormes que la tenían intimidada con su presencia y sus actos. Los miraba siempre a la cara para no mostrar debilidad lo que ocasionaba que girara constantemente la cabeza de izquierda a derecha para poder responderles a los dos. Ellos por su parte, reprimían sus ganas cada vez menos; Antonio había pasado su brazo izquierdo por detrás de ella mientras con su mano derecha le acariciaba suavemente la pierna. Ramón cuando no le tocaba su otra pierna, estaba frotándose el enorme bulto que le sobresalía por debajo del pantalón y le creaba molestias. Y todo eso mientras le hablaban continuamente sin dejar ningún espacio a un silencio incómodo.


—¿Y este te llega a hacer algo? —preguntó Ramón en tono burlón refiriéndose a mí.


—Sí, mi novio lo hace muy bien, estoy muy contenta con él. —respondió Andrea halagándome con una gran sonrisa. Lo cual me creó una sensación de orgullo por ver cómo me reivindicaba aún en un momento tan difícil.


—Jajajaja eso es porque aún no conoces lo bueno. —le soltó Ramón. —Vas a tener que ampliar el tatuaje que tienes por él jajaja —añadió mientras le metía descaradamente la mano por debajo de la camiseta y le acariciaba la barriga a mi novia ocasionando así la risa de su compañero por el comentario y la ya risa nerviosa de Andrea que no sabía qué hacer ante tal invasión de su espacio personal.


Yo llevaba demasiado rato inmóvil y atónito, con una parte de mí que rechazaba creer lo que estaba viendo, otra mitad consciente del peligro que clamaba por intervenir, una parte afirmando que no estaríamos a salvo si enfado a esos dos hombres y una pequeñísima parte que se moría de curiosidad por ver qué pasaría a continuación. Sin embargo, ese trato por parte de los corneadores que no paraban de posicionarme como alguien inferior a ellos junto a la evidente incomodidad y faltas de respeto que mi novia estaba sufriendo, me devolvieron a la realidad. «Mierda debo actuar ya de una vez por todas. A ver, ¿qué puedo hacer? Ellos son dos y yo uno. Además golpearon a uno igual que yo justo antes de venir aquí, ¿qué posibilidades tengo? ¿Qué solución podría haber? Piensa Felipe joder». Pero por lo visto, mi novia había perdido la fe en que yo hiciera algo así que decidió intervenir ella misma.


—Estoy sedienta de tanto hablar con ustedes. Voy a ir a por agua. —dijo Andrea con una falsa sonrisa intentando así escapar de esa peligrosa situación.


—Ah no tranquila, no te molestes. —respondió Antonio en tono amable. —Oye chaval, tráele agua a tu novia y a nosotros unas cervezas que tengas frías. —continuó mientras fijaba sus terroríficos ojos en los míos.


De repente, todo el salón de mi casa quedó en silencio y, por primera vez, yo era el centro de atención. «No joder, ni muerto haré eso. ¿Quiénes se creen que son para exigirme algo así?», pensé. Antonio me miraba intimidantemente. Ramón me volvía a observar de esa manera tan animal y Andrea me miraba con cierto interés, como sin entender la situación, pero curiosa de ver qué pasaba. Yo me sentía pequeño y con mucha presión sobre mí. Casi sin pensarlo y sin entender por qué, me levanté y fui a la cocina. Esos cabrones de mierda venían a follarse a mi Andrea y sin que mi opinión les importe lo más mínimo. Y yo... yo debía impedirlo, pero ahí estaba en la cocina cogiendo agua para mi novia y cerveza fría para ellos como un maldito sirviente. Me sentía patético a la vez que asustado. ¿Cuándo acabaría este maldito infierno? Me inundó el miedo de que aprovecharan para meterle mano a mi novia mientras no estaba presente así que traje todo lo más rápido posible. Por lo visto, eso lo confundieron con obediencia.


—Vaaaya Andreíta, no sabía que tu novio era tan servicial jajaja —rio Ramón mientras abría su cerveza y me señalaba que me sentara de nuevo en el mismo sitio.


Mi novia, como siempre, fingió una risa para acompañar a la de ellos mientras me miraba con incredulidad. Yo me sentía avergonzado, no sabía qué carajos hacer ni cómo salir de esto. Nuestro contacto visual fue interrumpido por los corneadores que, ya habiéndose mojado la garganta, siguieron con su pesado interrogatorio sexual hacia ella. Y bueno... de repente, lo hicieron. No sé que le habían preguntado, pero recuerdo que mi novia se estaba explayando y gesticulaba con las manos como buscando las palabras correctas cuando de pronto veo como Antonio la agarra suavemente por detrás de la cabeza y SE LANZA A BESARLA. A Andrea la tomó totalmente por sorpresa, se quedó de piedra y con las manos tensas sin saber cómo reaccionar. No se apartó aunque tampoco podía y su cara de asco evidenciaba su estado mientras Antonio comenzaba besándola muy suavemente, saboreando lentamente sus labios.


«¡¿PERO QUÉ?! Esto es imperdonable. ¿Pero quién se cree este hijo de puta para venir a mi propia casa y plantarle un beso a mi novia delante de mí?», pensaba mientras estaba totalmente estupefacto viendo tan imposible escena. Mi respiración y ritmo aumentaron por la rabia y los celos que se apoderaban totalmente de mi ser. «Hasta aquí. Esta tontería se acaba ahora mismo. A tomar por culo estos malnacidos impertinentes», hablaba en mi interior cuando, decidido a acabar con esta locura, me levanté y di un paso hacia ellos.


Nada más acercarme, Ramón se levanta y se planta enfrente de mí clavándome desde arriba una mirada tan penetrante y agresiva, casi psicópata que me caló totalmente hasta la médula. De repente me sentí pequeño ante él, vulnerable e incapaz. Su presencia me imponía superioridad y su agresividad corporal me provocaba miedo. Automáticamente mi cuerpo volvió hacia atrás y me senté de vuelta donde estaba. Tragué saliva y aparté la mirada. ¿Por qué demonios ese hombre provocaba tal efecto en mí? No me quedó otra que quedarme ahí. No estaba seguro ni si quería verlo. Y por desgracia, de nuevo Andrea no vio nada de esto debido a que el otro corneador la tenía ocupada. Antonio estaba prendido, la morreaba apasionadamente mientras con su mano derecha recorría con intensidad todo el cuerpo de mi novia de arriba hacia abajo. Ramón, por su parte, una vez que me senté, cambió de una actitud agresiva a una burlona vengativa, como si quisiera hacerme pagar por levantarme. Se sentó de vuelta y le cogió la pierna izquierda a Andrea poniéndola de nuevo sobre la suya. Levantó su enorme mano para mostrármela y la llevó al pie de ella. De ahí comenzó a subir muy lentamente mientras me miraba con su cara burlona sin perder detalle de mi reacción. El hijo de puta quería que viera cómo su mano empezaba por los dedos de los pies, subía por su pantorrilla, rodilla, muslo y siguiendo hacia arriba iba a acabar inevitablemente entre las piernas de mi novia. La rabia que ese cabrón me provocaba era demasiado. Mientras tanto, el intercambio de saliva entre Antonio y Andrea era demencial, ella no hacía nada, pero se dejaba hacer. La palpaba con su mano por encima de la ropa por todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza; sus piernas, sus caderas, y sobre todo sus pechos, lugar en el que se decidió quedar. No sé si de manera instintiva o consciente, pero ella intentó poner sus manos tapando sus pechos para evitar el manoseo, pero, lejos de funcionar, hizo que el cabrón de Antonio le metiera la mano por debajo de la camiseta y empezara a tocarle las tetas en contacto piel con piel.


La mano de Ramón ya estaba por el interior del muslo, avanzando lenta e intrusivamente mientras él me miraba con una sonrisa de oreja a oreja sin perder detalle de mi reacción, como disfrutando de mi sufrimiento. Yo hervía de celos, rabia y furia. El muy hijo de puta me presumía en la cara que iba a meterle mano a mi novia en su lugar más íntimo. No quería que llegara ahí aunque tampoco me atrevía a hacer algo para impedirlo, sabía que no podía. Hacía movimientos como para levantarme, pero no llegaba a hacerlo por temor a su reacción. Sentía mucha impotencia y suspense combinado con un horrible sentimiento de culpa. Andrea tenía pequeños espasmos en la pierna al sentir esa mano acercándose cada vez más donde no debía. Puso su mano en la muñeca de él como para pararlo, pero a Ramón le dio igual y no se detuvo, incluso le hizo gracia por la forma en que me reía. Ella intentó cerrar las piernas, pero le era imposible por lo firme que la tenían agarrada. Su mano ya estaba a punto de llegar cuando se detuvo de repente. El cabrón me lanzó una mirada como vengativa, pero de burla y acto seguido LE METIÓ LA MANO ENTRE LAS PIERNAS a mi novia. Andrea soltó un profundo gemido ahogado en la boca del otro corneador retorciéndose al sentir la mano de ese desconocido frotándole el coño con intensidad por encima del leggin.


—¿Por qué muerdes, diablilla? Jajaja —preguntó Antonio mientras paraba de besarla por un momento y yo veía cómo se estiraba un hilo de saliva que unía ambas bocas. Vio la mano de su compañero entre las piernas de mi novia y me miró a mí riéndose.


Andrea, que por primera vez, no tenía a Antonio encima, lo primero que hizo fue mirar a Ramón e intentó apartarle la mano. Al cabrón le importó poco, respondió con una sonrisa y metió su otra mano por debajo de ella para tocarle el culo. Básicamente mi novia estaba sentada en la mano derecha de él con la cual le agarraba las nalgas mientras con su mano izquierda le frotaba intensamente el coño en movimientos lentos y circulares. Acto seguido, se lanzó a comerle la boca muy babosamente. Se veía cómo le metía la lengua hasta el fondo y después bajaba comiéndole el cuello. Aguantándose las cosquillas como podía, Andrea y yo hicimos el primer contacto visual desde que empezaron a besarla. Tenía los labios y la barbilla llena de babas, las mejillas rojas y estaba sudando, su mirada me transmitía una extraña combinación de miedo, vergüenza, impotencia y enfado hacia mí. Ella estaba a punto de decirme algo cuando, de pronto, Antonio la coge de la barbilla y la vuelve a pegar a su boca mientras jugaba con sus senos debajo de la camiseta. Ella intentó cogerle las manos, pero se notaba que no tenía fuerza para apartarlas. El corneador al ver ese intento por detenerlo, directamente le levantó la camiseta a mi novia dejándola totalmente con las tetas al aire.


Los corneadores se quedaron maravillados al ver las tetas desnudas de mi novia. Y para no maravillarse... Son medianas pero redonditas y firmes. Con pezones pequeños y rosados, con un lunar superior en cada una que hace forma de triángulo con el collar de un corazón imperfecto que le regalé en nuestro primer aniversario. —¡Qué tetitas tan ricas!— exclamó Antonio antes de meter su cabeza entre ellas y empezar a comérselas golosamente. Pffff ver todo eso me resultaba muy doloroso, ya que los pechos de mi novia es lo que más me gusta de ella, para mí es como algo “sagrado”, maternal incluso. Las tetas con las que en un futuro amamantará a nuestros hijos. Veía como ese cabrón se las comía, chupaba y lamía, cómo le succionaba y mordía los pezones y sentía que estaban “profanando algo especial, algo mío”.


Llegados a ese punto, ya estaba todo totalmente descontrolado. Yo no podía hacer otra cosa que ver a mi novia, a la mujer que amo, en el sofá con las tetas al aire y llenas de saliva, sudada, descalza, solo con sus leggings puestos, abierta de piernas entre esos dos corneadores enormes que hacían lo que querían con ella. Se la pasaban de boca en boca mientras la sobaban por todas partes y lo peor, ella les correspondía los besos. Ramón, habiendo ubicado su clítoris por encima del pantalón, aumentó el ritmo. Estaba claro que acertó porque le sacó un fuerte gemido. Andrea, automáticamente, intentó apartarlo, pero las pequeñas y femeninas manos de mi novia no podían mover de entre sus piernas la enorme y venosa mano de Ramón. Y en vez de apartarla él, le agarró la mano izquierda a mi novia para que no molestara y se la puso encima de su enorme bulto. Andrea soltó un largo “hmmmmm...” al sentirle la polla al corneador y empezó a tocársela por encima del pantalón. Ramón me miró riéndose con una cara de victoria mientras le seguía frotando el clítoris. Unos celos ya conocidos me atravesaron. Entiendo que para ella fuese algo fuerte porque ya le había visto la polla en foto a Ramón aquel día y que fue él quien la obligó a tocársela, pero me jodía que le gustara lo que estaba sintiendo. De repente, veo como ella misma, con su otra mano empieza a buscar el bulto del otro corneador. Era la primera vez que mi novia tomaba una iniciativa sexual hacia ellos, no podía creerlo, me jodía mucho ver en ella deseo sexual hacia otro hombre que no fuese yo. Pero, joder, yo tenía la culpa de todo esto...


Antonio al sentir la mano de mi novia sobre su enorme bulto, se volvió totalmente loco. Se levantó y se quitó la camiseta. Cogió brutamente a Andrea por los aires y la tiró bocarriba en el sofá, en la L donde yo estaba sentado por tanto la tenía más cerca. Le quitó los leggings y los lanzó lejos. Por un momento, ambos corneadores se quedaron de pie contemplando en silencio la blanca y cálida desnudez de mi novia. Ella estaba tumbada, solo con sus braguitas rosas puestas, el cabello recogido en una coleta, sus tatuajes y las uñas pintadas de rojo conjuntando con el rojo de sus labios y pezones. Se tocaba el cuerpo y pataleaba tímidamente entre risas nerviosas sintiendo la pesadez de esas miradas sobre ella como en una mezcla de miedo, curiosidad e incertidumbre. Antonio le quitó las bragas a mi novia dejándola completamente desnuda en el sofá ante ellos. Entonces, noto cómo él me mira y, de repente pum, me lanza fuertemente las bragas a la cara tomándome totalmente por sorpresa.


—Esto es lo único que tendrás de tu novia esta noche. —sentenció el corneador en tono serio y autoritario. Ramón soltó su típica y repugnante carcajada tras el comentario de su compañero.


«Qué maldito hijo de puta...», fue lo único que pude pensar en ese momento. Me sentía humillado delante de mi chica y odiaba a ese cabrón con todas mis fuerzas, pero odiaba más aún no poder decirle nada. Para el colmo, las bragas de mi novia están mojadísimas. Sé de sobra cómo se moja Andrea y aquello era exagerado, estaban empapadas. Por una parte me dolía la situación, pero por otra el rico aroma a su coño que desprendían me estaba excitando. ¿Cómo era posible sentirse humillado y excitado al mismo tiempo?


A Andrea, le pareció muy extraño ese comportamiento, no entendía por qué me trataban así. Se notaba en su lenguaje corporal porque estaba cerrada de piernas, con su brazo se tapaba los pechos y con su otra mano la ingle mientras miraba con desconfianza y timidez lo que ocurría. Antonio pareció percatarse de esto y se acercó a ella. Se puso por encima, le cogió las manos con las que cubría sus pechos y las separó pegándolas al sofá e inmovilizándola prácticamente. Tras mirarla a los ojos, comenzó a besarla suavemente y continuó bajando comiéndole el cuello, los hombros y el pecho hasta detenerse en sus tetas. Mi novia estaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sin resistirse. El corneador siguió bajando besándola por la barriga y ella se contraía a cada tacto. Al llegar al pubis, se detuvo en seco y hubo un segundo de suspense en el que ella permaneció encogida y en tensión pensando que la boca del corneador iría a por el centro de su cuerpo... pero no. Él siguió bajando por su pierna, besándola por la ingle, el muslo y la pantorrilla hasta el pie. Subió por su otra pierna y al llegar por la ingle, volvió a hacer el amague acercándose a su coño haciendo que Andrea vuelva a ponerse en tensión peero no. Cuando parecía que lo iba a hacer, le dio de repente la vuelta a mi novia poniéndola bocabajo y empezó a devorarle las nalgas como loco. Andrea reía y pataleaba por las cosquillas que le provocaba. Se la comió entera, le besó toda la espalda, le agarraba el culo y en unos de los movimientos, pasó su lengua lentamente desde sus nalgas cruzando la espalda y el cuello hasta llegar a su oreja, donde Andrea se sobresaltó en risas por las cosquillas que sentía. Joder, yo estaba flipando viendo todo eso.


Finalmente, la volvió a poner bocarriba y la abrió de piernas. Ambos corneadores se quedaron embobados contemplando el coño desnudo de mi novia. Yo, desde mi ángulo también lo veía y, joder, aunque lo conozco muy bien parecía que estaba más precioso que nunca: depilado, cerrado, sudado, con labios rosados poco pronunciados y muy simétricos dando forma de empanada. El clítoris notablemente hinchado y todo brillaba de lo mojado que estaba. Ella, avergonzada se tapaba la cara y miraba hacia otro lado donde, desafortunadamente, hizo contacto visual conmigo. Su mirada me transmitió vergüenza, se avergonzaba de estar desnuda con otros hombres frente a su novio. Aunque se le escapaba una media sonrisa que me dejaba claro su excitación y curiosidad. Antonio no esperó nada. Me miró riendo y acto seguido, metió la cabeza entre sus piernas y empezó a comerle el coño a mi novia. El contacto visual entre nosotros se interrumpió por cómo Andrea se estremeció arqueando la espalda al sentir la boca del corneador sobre su vulva.


Para que os hagáis una idea, a Andrea que le hagan sexo oral nunca le ha gustado tanto como a las demás chicas. A mí me encanta y siempre he intentado hacérselo, pero pocas veces me ha dejado. Según ella, no tiene mucha sensibilidad así y la boca tiene muchos gérmenes. Pero yo nunca me rendí porque mi fantasía siempre ha sido sacarle un orgasmo por cunnilingus a mi novia, algo que nunca tuvo y yo quería ser el primero, incluso buscaba tutoriales en Internet de cómo lograrlo. Por eso me jodía tanto lo que estaba pasando: Antonio le estaba comiendo el coño a mi novia con unas ganas demenciales, lo gozaba como si fuese un caramelo y sonaba como un perro bebiendo agua. Andrea gemía y se encogía de placer, agarraba la cabeza del corneador con los ojos entrecerrados mientras apretaba y aruñaba con fuerza la tela del sofá.


—¿Qué chaval? ¿Se te ha levantado la pollita viendo cómo lo hacen los profesionales? Jajaja —rio Ramón señalando mi erección bajo el pantalón mientras le giraba la cabeza a Andrea hacia mí para que lo viera. Vi en ella una mirada de curiosidad acompañada de una sonrisa antes de volver a perderse entre gemidos. Yo estaba avergonzado y me tapaba. Ramón empezó a besarla y comerle las tetas mientras Antonio seguía comiéndole el coño como si de un dulce se tratara.


«¿En qué momento se me puso dura y por qué? Ni lo había notado, ¿cómo es esto posible?», las preguntas empezaron a rondar por mi cabeza. «Estos abusones de mierda se van a follar a mi novia en mi cara y encima burlándose de mí tratándome como a un tonto. Los odio y les tengo mucho rencor, pero, ¿por qué mierda me siento tan excitado? Esto no es normal, es patético por mi parte. ¿Qué pensaría mi padre si me viera así?», pensaba. «Bueno, aún no ha sucedido lo más grave, todavía estoy a tiempo de evitarlo y demostrar que soy un hombre. A ver piensa Felipe, ¿cómo podrí...»


—OOOOOOOOOOOOOOOOOOOH...


Me sacó totalmente de mis pensamientos el grito de mi novia CORRIÉNDOSE EN LA BOCA del corneador.

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¿Qué os está pareciendo el relato de momento? ¿Qué situación o partes os has resultado morbosas? Me viene bien vuestra opinión ya que dudé mucho de si contar o no mi experiencia.
 
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Hola, mi nombre es Felipe, tengo 22 años y voy a contaros mi primera experiencia cuckold. Aviso que será MUY LARGO, ya que lo escribo a modo de catarsis para contar algo que nunca pude compartir con nadie pero que el anonimato de Internet sí me lo permite. Me disculpo de antemano si la lectura resulta tediosa pero quiero contar con lujo de detalles todo lo que hice, vi y sentí en todo momento. Espero que mi sueño frustrado de escritor al menos me sirva para esto...


Siempre he sido alguien atraído por lo romántico, por aquel amor que veía de pequeño en las pelis, nunca por la promiscuidad y relaciones vacías que el resto de la juventud comparte. Por suerte, encontré justo lo que buscaba. Mi novia se llama Andrea, tiene 24 años. Físicamente es bajita, delgada, cabello moreno largo y lacio, ojos oscuros que atrapan y una sonrisa encantadora en su ya bonito y suave rostro. Es blanquita de piel con tonos rosados y algún que otro tatuaje discreto, pechos medianos, abdomen plano y caderas estrechas pronunciando un culo redondito y respingón. Siempre aparenta tener menos años de los que tiene. Es una chica tierna, pero determinada, de naturaleza tímida y simpática, pero con carácter cuando toma confianza. Con un corazón enorme siempre dispuesta a ayudar a los demás lo merezcan o no. Muy inteligente, optimista y con fe en las personas. Apasionada de la lectura y el aprendizaje. Es muy poco fiestera aunque no por eso menos sociable. Al igual que yo, prefiere una noche tranquila con su pareja antes que una discoteca con alcohol y descontrol. Llevamos 5 años de bonita relación desde el bachillerato. Nos entendemos muy bien y sabemos complementarnos. En todo este tiempo habremos discutido solo un par de veces y en todas ellas lo hemos resuelto bien pensando en los dos a pesar de estar viviendo juntos desde hace 1 año y viéndonos cada día. Conmigo siempre ha sido muy detallista y cariñosa, jamás he dudado de su amor y ella tampoco del mío al igual que jamás le he sido infiel y ella tampoco. Obviamente yo siempre le he correspondido. Soy rubio de ojos azules, delgado y de altura 1,76 m. Sexualmente siempre hemos estado muy bien y nos hemos complacido mutuamente a pesar de que ambos tuvimos otras parejas antes de conocernos.


Hace unos meses, descubrí el concepto “cuckold” viendo pornografía en Internet. Maridos que disfrutaban ver a su esposa teniendo sexo con otros hombres. ¿Cómo era posible algo así? Me parecía patético e inmoral, pero a la vez me dio curiosidad seguir investigando sobre el tema. Indagando en la web, descubrí Chat Hispano, un chat anónimo en el que había un canal llamado #cornudos. Yo pensaba que el cuckold era una invención del porno porque no sabían qué más vender, pero me sorprendió mucho ver la cantidad de personas que lo practicaban incluso gente de mi zona o provincias cercanas. Les pregunté por qué hacían eso a algunos de los que hablaban por ahí cuando de repente me llega un mensaje privado de un tal “MachoDom40” preguntándome: —Tu tienes pareja?—. Yo respondí que sí y él me dijo: —Mi amigo y yo queremos hacerte unas preguntas—. Intrigado, entré a la sala privada que me invitaron y ambos empezaron a hacerme mil preguntas sobre mi chica, sobre mí y nuestra relación. Comenzaron con preguntas típicas de nombre, edad, de dónde somos, cómo somos físicamente, a qué nos dedicamos, cuánto tiempo llevamos juntos, etc. Continuaron con preguntas más personales y centradas en mi novia; su personalidad, sus defectos y virtudes, qué me gustaba de ella, qué ha estudiado, cómo nos conocimos, etc. Terminaron preguntándome cosas muy íntimas desde cuánto sexo solemos tener, qué posturas le gustan a ella, qué hemos experimentado a cosas como la forma de su vagina, sus tetas o culo. Querían saberlo todo sobre nosotros. Aunque me extrañaba mucho eso, yo respondí a todo con sinceridad porque pues era un chat anónimo y no tenía peligro. Además, ¿a quién no le gusta hablar de su vida? Finalmente, me pidieron una foto de mi novia, decían que sentían mucha curiosidad por verla. Dudé al principio, pero pensé que si es una donde no es reconocible, no pasaba nada. Así que les envié una foto donde Andrea salía de espaldas con un unos pantalones cortos y un top en una excursión que hicimos a la montaña. Los dos se sorprendieron al ver cómo era y no paraban de hablar sobre sus curvas y lo buena que está, a lo que yo me sentí bastante halagado. Razón para enviar dos más del mismo estilo ante las insistentes peticiones de esos dos desconocidos. Uno de ellos me preguntó: —La amas de verdad?—. Contesté que por supuesto, que me siento muy enamorado de ella y que es la mujer de mi vida con la que quiero formar una familia. Me felicitaron por la respuesta con un —Perfecto, es justo lo que buscábamos.—. El otro comenzó a presentarse y a contarme por qué me habían llamado a esa sala: —Me llamo Antonio y él es mi compañero Ramón. Ambos tenemos 40 años. Somos corneadores expertos en parejas jóvenes desde hace muchos años. Nos conocimos en la mili, pero nunca hemos corneado juntos y por eso estamos aquí. Nos ha encantado tu novia y nos la queremos follar. ¿Estás de acuerdo con eso?—.


Me quedé estupefacto, no me esperaba algo así y menos tan directo. Ahora comprendía el por qué de ese interrogatorio tan extenso y que no solo preguntaban por aburrimiento. Mi respuesta natural, evidentemente, era un NO, pero la verdad que había disfrutado de la charla y sabía que decir la verdad significaba que se fueran. Al fin y al cabo era un chat anónimo de Internet en el que bastaba con cerrar la página para que nada de eso hubiera pasado. Así que mentí y les dije la frase de la que me arrepentiré siempre: —Sí, estoy de acuerdo—. Los corneadores celebraron con entusiasmo mi decisión diciéndome cosas como “eres muy valiente chaval”, “has elegido lo correcto”, “pocos se atreven” y “esto os unirá como pareja”. Yo aún algo intrigado por todo esto pregunté: —Pero, ¿por qué os la queréis follar?— Antonio me contestó: —¿En serio preguntas eso? Somos machos maduros y ella una jovencita ventiañera. Tu novia es un bomboncito para nosotros—. Ramón escribió: —Tu novia es justo el tipo de chica que nos da morbo; blanquita y hermosa con cara de tímida, joven e inexperta pero con un cuerpazo. Qué bien nos lo vamos a pasar inseminándola.— Yo estaba atónito con sus respuestas y descripciones. Descubrí algo que nunca había sentido antes y eso me descolocaba. ¿Acaso me gustaba que mi novia guste a otros?


Me dijeron de seguir en contacto por otro sitio y me enviaron un enlace de Whatsapp. Al entrar, vi que era un grupo de casi 20 personas. Pregunté por el grupo qué era eso y me respondieron: —Este es nuestro grupo privado y exclusivo de corneadores. La mayoría somos de España aunque también hay algunos de Latinoamérica. Aquí todos nos conocemos y nos tenemos confianza y si te hemos invitado es porque confiamos en ti. Todo lo que hablemos a partir de ahora será por aquí—. Me presentaron al grupo como “este es el chaval que nos va a entregar a su novia”. Muchos me saludaron alegremente felicitándome por mi “decisión”. Los saludé de vuelta y los del grupo comenzaron su también respectivo interrogatorio sobre mi pareja y yo, incluso más extenso que el anterior debido a que eran más personas preguntando al mismo tiempo. Tanto, que hasta me costaba responder rápido a todo. Me abrumaba tanto interés, pero a la vez me hacía sentirme de alguna manera especial y popular sobre todo siendo un grupo tan “selecto” como me lo habían descrito. Claramente me pidieron ver a Andrea y pronto las fotos de la montaña ya no eran suficientes. Y ahí estaba yo a las tantas de la mañana enviando fotos de mi novia a un grupo de desconocidos y sin saber muy bien por qué. Si ya antes sentía que me gustaba que mi novia guste a otros solo con los dos corneadores, ahora tenía a casi 10 pervertidos a la vez comentando cada foto. Se sorprendían, la analizaban, describían con detalles qué les gustaba de ella (cada uno con sus fetiches) y la morboseaban al máximo. Hasta me hacían ver detalles sexys de Andrea en los que nunca me fijé. Me sentía afortunado y mi ego estaba por las nubes viendo cómo tipos experimentados que han estado con tantas mujeres, se volvían locos con mi novia. Me hacían sentirme muy hombre por tenerla.


Así pasaron unas dos semanas en las que, cada dos días mínimo, los corneadores me mencionaban en el grupo preguntándome sobre mi chica, pidiendo más fotos y morboseándola. Acabé pasando fotos de ella en bikini o en la playa y lo peor es que esperaba con ansias sus reacciones sin entender muy bien por qué. Lo raro, además, es que siempre Antonio y Ramón estaban activos y dispuestos para darme conversación junto a varios participantes del grupo. Hasta que un día, Ramón me etiquetó diciendo que ya es hora de decírselo a Andrea. Me comentó que no le podía decir que ellos son corneadores porque eso la espantaría. Así que le tendría que decir que son una especie de “voyeurs” que les gusta ver a parejas teniendo relaciones y nada más. Y para corroborarlo, me hizo fingir una conversación con ellos donde todos aparentan serlo y los comentarios eran mucho más suaves. Me explicó que cuando estuviera a solas con Andrea, empezara a tocarla y masturbarla. Y estando en su punto más caliente, soltarle el tema. Ver ese mensaje me entristeció porque obviamente yo a mi novia no le iba a decir nada de esto y al ver que no hay avance, ellos iban a dejar de hablarme o me expulsarían del grupo. Di por hecho que esa extraña diversión ya se había acabado. Pasaban los días y los corneadores no dejaban de preguntarme si ya lo había hecho. Yo les daba largas intentando mantenerlo un poco más, sin embargo, en mis momentos más personales, no dejaba de resonar una pregunta en mi cabeza: «¿Y si lo hiciera?». Volvía en mí y me convencía de que algo así nada bueno podría traer. Pero, ¿y cómo sería juntar mi mayor morbo sexual (mi novia) con el segundo mayor (los corneadores)? ¿Qué pasaría si ella viera el chat? Tenía ese duende constantemente, pero no, no debo hacer eso.


Hasta que un día en el que se ve que no dormí mucho, se me fue totalmente la cabeza y lo hice. Seguí las instrucciones de Ramón: Estando con ella en la cama, le di mimos hasta que se calentó y luego la empecé a masturbar. Cuando noté que estaba muy excitada, me detuve diciéndole: —Mira lo que encontré el otro día en Internet— y le enseñé la conversación con los supuestos “voyeurs”. Al segundo después de hacerlo, me arrepentí totalmente. Sentía un nudo en el estómago esperando una mala reacción por su parte. «Mierda Felipe, ¿qué has hecho?», pensaba. Pero, para mi sorpresa, Andrea que lo había leído todo me devolvió el móvil con un simple —qué cosas tan raras haces a veces— sin darle mayor importancia. Le interesaba mucho más que la siguiera tocando. Mi alivio fue notorio y, extrañamente, también lo fue el entusiasmo con el que al día siguiente les relaté lo ocurrido a los corneadores. Éstos se motivaron como nunca felicitándome por mi buen trabajo y pidiéndome fotos e información de ella más que de costumbre.


Desde ese día, el que yo hablara por el grupo de Whatsapp se convirtió en una especie de morbo para nosotros como pareja. Muchas veces, ella veía lo que conversaba con ellos, yo disimuladamente me calentaba y acabábamos teniendo sexo. Incluso con el tiempo, me dio permiso para enviar alguna que otra foto normalita (las mismas que ya pasé yo hace tiempo). Los corneadores hacían lo suyo morboseando las imágenes y hablando de ella. Le pregunté una vez si se sentía incómoda con eso y me dijo que no le molestaba tener un pequeño “grupo de admiradores virtuales”. Yo la verdad, que no sentía celos con todo eso y era raro porque suelo ser muy celoso por naturaleza aunque lo disimulo muy bien. Hasta un día en el que yo me encontraba en la cama hablando con los corneadores y Andrea estaba en la ducha. Uno de ellos me preguntó: —¿Tu novia usa más tangas o bragas?—. «Qué pregunta tan rara» pensé. Cuando salió de la ducha le pregunté y me dijo que depende de la prenda que se ponga, pero normalmente con las bragas está más cómoda. Lo puse en el grupo y de repente Antonio me suelta: —Queremos que tu novia nos mande una foto en tanga—.


—Pffff, pero qué flipaos lo que piden. —murmuré solo.


A eso que veo como Andrea viene a mí, mira el mensaje, se queda pensando y me quita el móvil sin decir nada. Se va al cajón, escoge varios tangas, se hace varias fotos en el espejo y viene con una elegida para que la envíe al grupo. … ¿Pero qué cojones fue eso? Es verdad que no se le veía el rostro y se tapaba las tetas, pero, joder, ¡mi novia le está mandando una foto en tanga a otros hombres! Aunque no dije nada, sentí celos por su repentina y extraña iniciativa tan poco común en ella. Aunque por otra parte, veía la imagen y pensaba: «Joder, si por una foto vestida la morbosean a full, con esta se volverán locos». La analicé unos segundos: Mi novia de pie frente al espejo, solo con un tanga negro mientras su blanca desnudez brillaba. Con la mano derecha sostenía el móvil mientras con el otro brazo tapaba lo que podía de sus pechos. La pierna izquierda adelantada y casi suspendida en el aire dando total protagonismo al ave fénix que tiene tatuado en la cadera al cual el hilo del tanga separa en dos mitades mientras de fondo resalta la forma de su nalga, muslo y pierna. Casi como si la pose hablara diciendo: “Esta soy yo”. No me lo pensé ni un momento y le di a “Enviar”. Esperaba unas reacciones fuertes, pero el grupo se quedó totalmente en silencio viéndola. Hasta que, de repente, Ramón envía una foto.


—¡Qué asco! ¡Ha mandado su polla empalmada! —reaccioné para mí mismo por la repulsión de ver esa imagen.


Y Andrea, que estaba al otro lado de la habitación exclama: —¡¿A VER?!— y viene a vérsela al tío ese... Sentí una punzada de celos y más cuando al ver la imagen escucho cómo se le escapa en voz baja un “Ostias qué pedazo de polla...” Debió darse cuenta del error por la forma en la que la miré porque añadió —Pero seguramente no es suya y la descargó de Internet— mientras se alejaba para no darle más importancia al asunto. Me quedé con un mal sabor de boca y pensativo, nunca la había visto reaccionar así. Así que me distraje con las reacciones de los corneadores que estaban totalmente locos tras ver a mi novia en tanga. El chat estaba ardiendo y más cuando Ramón me preguntó cómo reaccionó Andrea al verle la polla. Conté lo sucedido ocasionando así la risa de todos. Desde entonces, el grupo se volvió más activo, pero yo me lo pasaba cada vez peor. A mí lo que me gustaba era que mi novia guste a otros, nada más que eso, pero desde la foto en tanga, las conversaciones pasaron de ser “qué buena está tu novia” a “cómo me voy a follar a tu novia” llegando incluso a darme asco ciertos comentarios.


EL DÍA DEL ENCUENTRO


Era un sábado y yo estaba en el salón viendo la tele cuando vino Andrea a traerme el teléfono porque me había llegado una notificación del grupo. Al desbloquearlo, lo miramos los dos y era Antonio diciendo: —Chaval, queremos ver hoy a tu novia. ¿Dónde os encontramos?— ... ¿Pero qué? ¿Qué fue eso? Andrea y yo nos quedamos mirándonos el uno al otro incrédulos. ¿En serio esos tíos querían venir a vernos? Nuestra conclusión fue que no. O sea, ¿quién en su sano juicio va a ir a una ciudad lejana que no conoce para ver a una pareja que no conoce y solo ha visto fotos? Jamás habíamos hablado por voz o audio y ella nunca escribió nada al grupo. Además de lo directo del mensaje, si fuese real habría dicho algo más suave tipo “podemos conocernos en persona” o “vamos a ir a tomar algo por ahí”, no sé. Por responder algo, les envié una ubicación, pero no de mi casa, sino de varias calles más allá para ver lo que decían. Un “salimos en 10 min” o “en 2 horas estamos allí” habrían confirmado su intención, pero vieron todos el mensaje y nadie dijo nada. Obviamente dimos por hecho que no era verdad y que tal vez se trataba de alguna forma de avivar la fantasía virtual en la que últimamente yo participaba menos. No le dimos importancia y esa tarde salimos a correr juntos, ya que era un reto que llevábamos cumpliendo varias semanas. Ya de vuelta en casa cuando estábamos mirando en mi móvil los kilómetros hechos, apareció arriba el mensaje que nos jodería todo: “Estamos por San Juan” (A 20 min en coche de nosotros).


Nos quedamos totalmente atónitos. Para nosotros, esto siempre había sido una tontería virtual que mirábamos de vez en cuando y que nunca debía salir de ahí. Pero en ese momento, nos dio el golpe de realidad de que esos tipos iban a venir en serio. Andrea se puso histérica y empezó a regañarme diciendo que para qué hago cosas raras en Internet, que esto era culpa mía y yo lo debía de resolver. Me dijo que fuera y les dijera a los dos que lo sentimos, pero al final hemos decidido no hacerlo. Alguno podría pensar que yo sentía algún tipo de morbo con eso, pero nada que ver. En ese momento, la verdad que me sentía como una mala persona. Los corneadores me dijeron desde principio alto y claro quiénes eran y qué buscaban. Pude haberles dicho desde el inicio que no y nada de esto habría ocurrido. Pero por mi egoísmo de tener su atención un tiempo más y seguir siendo popular, les mentí diciendo que estaba de acuerdo para hacerlos creer que pasaría cuando realmente no quería eso ni iba a aceptar jamás tal locura. Ni yo, ni ella. Con todo esto en la cabeza, pequé de bondadoso y le dije a mi chica lo que ahora sé que fue lo más estúpido que he dicho en mi vida: —Si se lo toman mal, que lógicamente lo harán, que se vayan y ya está. Pero si se lo toman bien y entienden que no pasará nada, ¿y si los invitamos a comer al menos? Si resultan ser buena gente, me sentiré mal conmigo mismo por hacerles esto—. Andrea lo entendió y dijo que si ellos verdaderamente comprenden y aceptan que no pasará nada sexual pues sí, ella no tiene problema. Con esto establecido, fui al encuentro de los corneadores que ya estaban por llegar. En el fondo tenía la esperanza de que fuese todo una broma y realmente no estuvieran aquí. Llegué al aparcamiento y vi a dos hombres bajarse de un coche grande.


—Ellos no pueden ser. —pensé.


—¡Qué pasa chaval! –decía uno de ellos alegremente saludándome a mí.


Era imposible que fuesen ellos. Andrea y yo nos los imaginábamos como los típicos viejitos verdes con cuerpo escombro porque si buscas sexo por Internet es que muy desesperado debes de estar, a veces hasta nos reíamos de ellos bromeando entre nosotros. Pero de repente, tenía frente a mí a dos hombres enormes, me sacaban una cabeza de altura cada uno y eso que yo no soy bajito. Ambos con sus barrigas cerveceras y poco pelo en la cabeza pero de espalda ancha, fuertes y robustos. Daban la sensación de trabajar con cosas pesadas y saltaba a la vista su pasado militar con sus brazos grandes y llenos de venas adornados con tatuajes típicos. Me miraban fijamente a los ojos casi sin pestañear, su presencia era notable e imponían mucho respeto. A pesar de sus apariencias, ambos me saludaron simpáticamente aunque con un apretón de manos que casi me dejan la mano dormida. Joder, ¿cómo decirles ahora a estos tipos que en realidad fue mentira y deben volverse por donde han venido? Y más cuando en el “¿y vosotros qué tal?” me cuentan que tardaron un poco porque se toparon con un chaval así como de mi edad que se les puso chulo en el tráfico y tuvieron que inflarlo a ostias. Yo no sabía cómo reaccionar a eso e instantáneamente me preguntaron: —¿Por dónde es?—.


—Ehh por aquí... —tartamudeé casi sin pensarlo y comenzamos a ir en esa dirección mientras pensaba en cómo darles la noticia.


Pero no lo conseguía y eso me tenía muy nervioso y estresado. A lo largo del trayecto los corneadores no paraban de hablar de cosas normales y cotidianas. O sea siempre desde que los conocí, el tema de conversación principal era “mi novia” y “sexo” pero en persona no mencionaban nada de eso como para yo poder soltar un “hablando de eso, al final hemos decidido no hacerlo”. Eran simpáticos conmigo y bromeaban, pero a penas me dejaban hablar. Una vez intenté meter el asunto, pero me cambiaron de tema no sé si conscientemente o sin darse cuenta por hablar tanto y no me atreví insistir porque me inquietaban sus posibles malas reacciones. Estábamos casi llegando a casa cuando, para calmarme un poco, pensé: «Bueno, mejor se lo digo junto con mi novia para que así tenga más efecto». Total que llegamos a casa y yo estaba muy tenso porque es que imagínate la mala situación que había creado: Para Andrea, si yo llegaba solo era porque los dos tíos del grupo se lo tomaron mal y se fueron. Y si venía acompañado, ellos entendían que no iba a haber nada sexual ni voyeur y solo venían a comer y se irían tras eso. Pero para los corneadores, venían a follarse a mi novia delante de mí y con mi previo consentimiento. Sentía que debía resolver esa situación cuanto antes.


Al entrar al salón, mi novia se quedó totalmente sorprendida al verlos. Lo primero porque no se esperaba que vinieran, de hecho, ni siquiera preparó platos para dos personas más. Y lo segundo por el gran físico y apariencia imponente tan distinto a cómo creíamos que serían. No tuve otra que hacerles la presentación: —Antonio y Ramón, ella es mi novia Andrea y Andrea, ellos son Antonio y Ramón—. Ambos la saludaron formalmente con dos besos en la mejilla mientras no paraban de mirarla y sonreír. Nos sentamos en la mesa a comer y los corneadores empezaron a darle conversación a mi novia ya casi olvidándose de mí. Le hablaban y bromeaban de cosas normales y Andrea era simpática y respetuosa con ellos igual que lo es con todo el mundo. Quiero dejar claro que hasta ese momento yo no había sentido ningún tipo de morbo o algo que influyera en mis acciones. Hasta que vi cómo los corneadores se quedaban embobados mirando a mi novia cuando se levantaba para ir a la cocina o a hacer algo. Volvió en mí el “me gusta que mi novia guste a otros” y si me molaba cómo ellos morboseaban sus fotos, ahora la tenían justo delante viéndola. Y eso que Andrea tampoco iba vestida muy sexy que digamos. Habíamos recién llegado de correr y no nos dio ni tiempo de ducharnos, ella iba con camiseta blanca normal, leggings negros largos, unas zapatillas blancas de deporte y el pelo recogido en coleta. Aunque es verdad que toda ropa le queda bien. Pero a pesar del morbo reitero que si en ese momento me preguntas si quiero que se follen a mi novia te digo claramente que no. No era un loco, solo estaba en medio de una situación embarazosa.


En medio de la charla veo que Andrea se levanta, se sienta en el sofá y enciende el televisor. Me di cuenta al instante de lo que estaba haciendo; habíamos terminado todos de comer hace rato y ya era hora de que los dos tipos se fueran a sus casas por eso empezó a darle más atención a la tele mientras le hablaban para que se sintieran incómodos y se fueran. Era ahora o nunca para darles la noticia de que no habrá nada y deben irse. Así que me levanté también y me senté al lado de ella para decírselo los dos. Por fin podría poner punto y final a este incómodo malentendido. Y mientras ordenaba en mi cabeza cómo decirlo veo que los corneadores se levantan, vienen hacia nosotros y me miran fijamente.


—Levántate.— me dijo Antonio.


Me levanté confuso sin entender nada de lo que estaba pasando y Antonio se sentó en mi lugar al lado de mi novia pegado a ella. Ramón hizo lo mismo y se sentó a su izquierda quedando Andrea entre los dos corneadores. El mismo Ramón me señaló que me sentara cerca de él en el sofá, que al ser en forma de L, estaba muy cerca de ellos pero sin tocarlos, a la izquierda. ¡¿Qué demonios había pasado?! Andrea me miraba con una cara de “¿Pero qué cojones?” sin saber cómo reaccionar y yo tampoco. Ellos como si nada, siguieron conversándole con el tema que tenían en la mesa, pero esta vez Antonio se interponía entre la tele y ella así que ya no podía ignorarlos. Se limitaba a seguir la charla disimulando su evidente incomodidad. Yo, sin embargo, me empecé a resentir mucho. ¿Cómo se atrevían a darme órdenes a mí en mi casa? ¿Quiénes se creen que son para sentarse al lado de mi novia? Me sentía tonto por levantarme fruto de la confusión cuando me lo dijeron y mi orgullo masculino estaba herido. Así que empecé a entrar forzosamente en la conversación a modo de “marcar presencia”. Ellos me ignoraban, pero Andrea trataba de incluirme para que la presión no fuera toda para ella. No recuerdo qué dije cuando, de repente, Ramón (que estaba más cerca a mí) me clava una mirada muy penetrante con los ojos abiertos casi como saliendo de sus cuencas, la nariz más abierta y la mandíbula apretada mientras levantaba su dedo en señal de “Silencio”. … No sabía cómo reaccionar a eso, nunca he permitido que nadie me faltara el respeto, pero ese hombre me daba muy mal rollo. Su forma tan agresiva de mirarme, sus gestos, sus pintas, su presencia y encima su compañero al lado. No me atreví a abrir más la boca. Por desgracia, Andrea no vio eso, ya que en ese momento estaba girada a la derecha hablando con Antonio.


Lo extraño es que los corneadores no mostraban ninguna intención sexual. Hablaban con ella de cosas muy normales y divertidas como puedes hablar con cualquiera. Tampoco la tocaban más allá de la rodilla o la espalda un poco entre broma y broma pero nada impertinente. Tanto, que llegué a notarla bastante cómoda y a gusto charlando entre esos dos desconocidos. También es verdad que Andrea es una cotorra, si le das tema de conversación puedes estar hasta mañana hablando con ella. Más aún cuando ellos metieron el tema de los tatuajes que justo es algo que a mi novia le fascina. Tiene varios por el cuerpo aunque la mayoría discretos y ocultos. Para ella, todos tienen un significado especial representando una etapa de su vida o un recuerdo. Los corneadores le pedían que les enseñe alguno y ella ilusionada les mostró uno de la muñeca y su interpretación. Describió otro que tenía en el pie, pero no se veía a lo que Ramón, de repente, en tono caballeresco le dice: —Ah no tranquila, faltaría más—. Entonces se estira y, sin pedir permiso alguno, le quita las zapatillas y los calcetines a mi novia dejándola descalza con la excusa de verle el tatuaje, casi a modo de cortesía, como si le hiciera un favor. Andrea, sorprendida, me miró con cara de preocupación esperando que yo dijera algo, pero yo... yo no sabía qué hacer. No dije nada y ella tampoco se atrevió.


—Qué chulo te combina el tatoo con las uñas pintadas de rojo, niña. —dijo Ramón en modo pícaro mientras se lo tocaba ocasionándole ciertas cosquillas.


Mi novia le agradeció el cumplido con una risa nerviosa antes de volver a mirarme esperando respuestas por mi parte. Al ver que yo no reaccionaba, decidió tomar ella la iniciativa.


—Ya es de noche, ¿no se les va a hacer tarde? —preguntó esperando a que captaran la indirecta.


—Jajaja no podemos irnos sin antes ver tus tatuajes, Andreíta. Nos tienes muy intrigados. —respondió Antonio sonriendo con una descarada labia y sin ningún atisbo de incomodidad.


—Seré rápida entonces jaja, solo tengo dos más y tampoco quiero quitarles mucho tiempo. —respondió mi novia con una risa simpática. Prosiguió a enseñarles uno que tiene en la espalda cerca del cuello que era ya el penúltimo visible. Parece ser que su pregunta para incomodarlos surtió el efecto contrario, ya que los corneadores se volvieron más atrevidos aún. Aprovechaban para acariciarle el tatuaje y pegarse más a ella, tan cerca que hasta respiraba sus alientos. Cuando Andrea les dijo con orgullo que el corazón rojo atravesado por una flecha que tiene tatuado en el abdomen es por su novio, los corneadores me miraron y soltaron una carcajada al unísono. «¿De qué mierda se ríen?», pensé. No me estaba gustando nada esta actitud burlona de ellos como si yo fuese menos. Mi novia tampoco entendía qué había dicho gracioso y miraba confusa. Rieron, pero no dijeron nada y se enfocaron en el tatuaje. Vi cómo al ponerle Ramón la mano encima para tocarlo, a mi novia se le encogía involuntariamente la barriga. Aunque todo eso era muy raro, seguían sin demostrar ninguna intención sexual que hiciese sonar las alarmas. Hasta que de repente...


—Pues a mí me gusta mucho el que tienes aquí. —dijo Antonio y acto seguido, estira su mano hacia la cadera izquierda de mi novia y le aparta fuerte el leggings para verle el ave fénix que tiene ahí tatuado. Sin ninguna vergüenza ni pudor alguno. Como si tuvieran permiso para hacer lo que quisieran...


¿Pero qué hace ese hijo de puta? ¿Cómo se atreve a apartarle el pantalón a mi novia sin permiso? Que se le ven las bragas. Pero, ¿de dónde conocía Antonio ese tatuaje si no se veía? Ah mierda es verdad, la foto en tanga... Andrea estaba impactada ante esa repentina demostración de fuerza. Permanecía quieta esperando a que los corneadores terminaran de tocarle ese tatuaje de zonas sensibles, con las mejillas rojas y la mirada nerviosa con sus ojos mirando a todas partes. Me miraba como pidiéndome que haga algo. Yo sentía lo mismo, debía hacer algo. No podía permitir que le falten el respeto así a mi novia, pero luego me venía a la mente la cara agresiva de Ramón y por alguna razón, no hice nada. Pero Antonio le puso otra vez el pantalón en su sitio y ya está, actuaban como si nada hubiera pasado, como si fuese parte normal de una conversación. Siguieron hablándole normal, pero a partir de ahí, mi novia cambió. Ya no era la chica cómoda que les hablaba con entusiasmo ahora estaba algo más callada, tensa, pensativa y tropezada al hablar. Ya no era como antes que sabía qué decir en todo momento. Se notaba que se sentía intimidada por la presencia de los corneadores porque reía nerviosa a cada comentario de ellos sin atreverse a decirles nada negativo mientras ellos seguían. Se estaba empezando a sentir una tremenda tensión sexual en el ambiente.


Entre risa y risa, veo de repente como Ramón le coge la pierna a mi novia y se la pone sobre la suya, sobre su muslo. Andrea no dijo nada y siguió normal, pero a la primera que pudo, bajó su pierna de ahí. A lo que Ramón le vuelve a coger la pierna y la pone sobre la suya, pero esta vez más estirada y con la mano sobre su rodilla para que no la pueda bajar. Al ver esa acción de su compañero, Antonio hizo lo mismo agarrando su otra pierna y poniéndola sobre la suya quedando así mi novia abierta de piernas entre los dos corneadores. Andrea tragó saliva sin decir nada. Disimulaba lo que podía, pero saltaba a la vista que estaba asustada y sentía no tener ningún tipo de control sobre esos dos individuos. Yo no me podía creer lo que estaba viendo. Me costaba entender que algo así estuviese sucediendo de verdad. Mi novia me pedía ayuda con la mirada para salir de esa situación, buscaba socorro en su hombre. Y yo sabía que debía hacerlo, no podía permitir que esos cabrones siguieran haciendo con ella lo que les daba la gana, pero... pero a la vez la veía ahí... tan indefensa, sexy, tímida y vulnerable a merced de esos dos macarras pervertidos que llevaban semanas deseándola. Esa maldita imagen que tenía delante se me hacía muy erótica y no entendía por qué... ¿Qué demonios me estaba pasando?


A partir de ahí, cambiaron la conversación a un tema mucho más sexual. Los corneadores empezaron a hacerle todo tipo de preguntas picantes como cuánto se masturba, qué posiciones le gustan, con cuántos ha estado, si es multiorgásmica, etc. Mi novia estaba roja de vergüenza y el sudor se notaba en su frente, les contestaba a todo, pero sin dar detalles para no avivar más el fuego. La verdad que era admirable cómo Andrea mantenía la compostura a pesar de que estaba descalza, y abierta de piernas entre esos dos hombres enormes que la tenían intimidada con su presencia y sus actos. Los miraba siempre a la cara para no mostrar debilidad lo que ocasionaba que girara constantemente la cabeza de izquierda a derecha para poder responderles a los dos. Ellos por su parte, reprimían sus ganas cada vez menos; Antonio había pasado su brazo izquierdo por detrás de ella mientras con su mano derecha le acariciaba suavemente la pierna. Ramón cuando no le tocaba su otra pierna, estaba frotándose el enorme bulto que le sobresalía por debajo del pantalón y le creaba molestias. Y todo eso mientras le hablaban continuamente sin dejar ningún espacio a un silencio incómodo.


—¿Y este te llega a hacer algo? —preguntó Ramón en tono burlón refiriéndose a mí.


—Sí, mi novio lo hace muy bien, estoy muy contenta con él. —respondió Andrea halagándome con una gran sonrisa. Lo cual me creó una sensación de orgullo por ver cómo me reivindicaba aún en un momento tan difícil.


—Jajajaja eso es porque aún no conoces lo bueno. —le soltó Ramón. —Vas a tener que ampliar el tatuaje que tienes por él jajaja —añadió mientras le metía descaradamente la mano por debajo de la camiseta y le acariciaba la barriga a mi novia ocasionando así la risa de su compañero por el comentario y la ya risa nerviosa de Andrea que no sabía qué hacer ante tal invasión de su espacio personal.


Yo llevaba demasiado rato inmóvil y atónito, con una parte de mí que rechazaba creer lo que estaba viendo, otra mitad consciente del peligro que clamaba por intervenir, una parte afirmando que no estaríamos a salvo si enfado a esos dos hombres y una pequeñísima parte que se moría de curiosidad por ver qué pasaría a continuación. Sin embargo, ese trato por parte de los corneadores que no paraban de posicionarme como alguien inferior a ellos junto a la evidente incomodidad y faltas de respeto que mi novia estaba sufriendo, me devolvieron a la realidad. «Mierda debo actuar ya de una vez por todas. A ver, ¿qué puedo hacer? Ellos son dos y yo uno. Además golpearon a uno igual que yo justo antes de venir aquí, ¿qué posibilidades tengo? ¿Qué solución podría haber? Piensa Felipe joder». Pero por lo visto, mi novia había perdido la fe en que yo hiciera algo así que decidió intervenir ella misma.


—Estoy sedienta de tanto hablar con ustedes. Voy a ir a por agua. —dijo Andrea con una falsa sonrisa intentando así escapar de esa peligrosa situación.


—Ah no tranquila, no te molestes. —respondió Antonio en tono amable. —Oye chaval, tráele agua a tu novia y a nosotros unas cervezas que tengas frías. —continuó mientras fijaba sus terroríficos ojos en los míos.


De repente, todo el salón de mi casa quedó en silencio y, por primera vez, yo era el centro de atención. «No joder, ni muerto haré eso. ¿Quiénes se creen que son para exigirme algo así?», pensé. Antonio me miraba intimidantemente. Ramón me volvía a observar de esa manera tan animal y Andrea me miraba con cierto interés, como sin entender la situación, pero curiosa de ver qué pasaba. Yo me sentía pequeño y con mucha presión sobre mí. Casi sin pensarlo y sin entender por qué, me levanté y fui a la cocina. Esos cabrones de mierda venían a follarse a mi Andrea y sin que mi opinión les importe lo más mínimo. Y yo... yo debía impedirlo, pero ahí estaba en la cocina cogiendo agua para mi novia y cerveza fría para ellos como un maldito sirviente. Me sentía patético a la vez que asustado. ¿Cuándo acabaría este maldito infierno? Me inundó el miedo de que aprovecharan para meterle mano a mi novia mientras no estaba presente así que traje todo lo más rápido posible. Por lo visto, eso lo confundieron con obediencia.


—Vaaaya Andreíta, no sabía que tu novio era tan servicial jajaja —rio Ramón mientras abría su cerveza y me señalaba que me sentara de nuevo en el mismo sitio.


Mi novia, como siempre, fingió una risa para acompañar a la de ellos mientras me miraba con incredulidad. Yo me sentía avergonzado, no sabía qué carajos hacer ni cómo salir de esto. Nuestro contacto visual fue interrumpido por los corneadores que, ya habiéndose mojado la garganta, siguieron con su pesado interrogatorio sexual hacia ella. Y bueno... de repente, lo hicieron. No sé que le habían preguntado, pero recuerdo que mi novia se estaba explayando y gesticulaba con las manos como buscando las palabras correctas cuando de pronto veo como Antonio la agarra suavemente por detrás de la cabeza y SE LANZA A BESARLA. A Andrea la tomó totalmente por sorpresa, se quedó de piedra y con las manos tensas sin saber cómo reaccionar. No se apartó aunque tampoco podía y su cara de asco evidenciaba su estado mientras Antonio comenzaba besándola muy suavemente, saboreando lentamente sus labios.


«¡¿PERO QUÉ?! Esto es imperdonable. ¿Pero quién se cree este hijo de puta para venir a mi propia casa y plantarle un beso a mi novia delante de mí?», pensaba mientras estaba totalmente estupefacto viendo tan imposible escena. Mi respiración y ritmo aumentaron por la rabia y los celos que se apoderaban totalmente de mi ser. «Hasta aquí. Esta tontería se acaba ahora mismo. A tomar por culo estos malnacidos impertinentes», hablaba en mi interior cuando, decidido a acabar con esta locura, me levanté y di un paso hacia ellos.


Nada más acercarme, Ramón se levanta y se planta enfrente de mí clavándome desde arriba una mirada tan penetrante y agresiva, casi psicópata que me caló totalmente hasta la médula. De repente me sentí pequeño ante él, vulnerable e incapaz. Su presencia me imponía superioridad y su agresividad corporal me provocaba miedo. Automáticamente mi cuerpo volvió hacia atrás y me senté de vuelta donde estaba. Tragué saliva y aparté la mirada. ¿Por qué demonios ese hombre provocaba tal efecto en mí? No me quedó otra que quedarme ahí. No estaba seguro ni si quería verlo. Y por desgracia, de nuevo Andrea no vio nada de esto debido a que el otro corneador la tenía ocupada. Antonio estaba prendido, la morreaba apasionadamente mientras con su mano derecha recorría con intensidad todo el cuerpo de mi novia de arriba hacia abajo. Ramón, por su parte, una vez que me senté, cambió de una actitud agresiva a una burlona vengativa, como si quisiera hacerme pagar por levantarme. Se sentó de vuelta y le cogió la pierna izquierda a Andrea poniéndola de nuevo sobre la suya. Levantó su enorme mano para mostrármela y la llevó al pie de ella. De ahí comenzó a subir muy lentamente mientras me miraba con su cara burlona sin perder detalle de mi reacción. El hijo de puta quería que viera cómo su mano empezaba por los dedos de los pies, subía por su pantorrilla, rodilla, muslo y siguiendo hacia arriba iba a acabar inevitablemente entre las piernas de mi novia. La rabia que ese cabrón me provocaba era demasiado. Mientras tanto, el intercambio de saliva entre Antonio y Andrea era demencial, ella no hacía nada, pero se dejaba hacer. La palpaba con su mano por encima de la ropa por todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza; sus piernas, sus caderas, y sobre todo sus pechos, lugar en el que se decidió quedar. No sé si de manera instintiva o consciente, pero ella intentó poner sus manos tapando sus pechos para evitar el manoseo, pero, lejos de funcionar, hizo que el cabrón de Antonio le metiera la mano por debajo de la camiseta y empezara a tocarle las tetas en contacto piel con piel.


La mano de Ramón ya estaba por el interior del muslo, avanzando lenta e intrusivamente mientras él me miraba con una sonrisa de oreja a oreja sin perder detalle de mi reacción, como disfrutando de mi sufrimiento. Yo hervía de celos, rabia y furia. El muy hijo de puta me presumía en la cara que iba a meterle mano a mi novia en su lugar más íntimo. No quería que llegara ahí aunque tampoco me atrevía a hacer algo para impedirlo, sabía que no podía. Hacía movimientos como para levantarme, pero no llegaba a hacerlo por temor a su reacción. Sentía mucha impotencia y suspense combinado con un horrible sentimiento de culpa. Andrea tenía pequeños espasmos en la pierna al sentir esa mano acercándose cada vez más donde no debía. Puso su mano en la muñeca de él como para pararlo, pero a Ramón le dio igual y no se detuvo, incluso le hizo gracia por la forma en que me reía. Ella intentó cerrar las piernas, pero le era imposible por lo firme que la tenían agarrada. Su mano ya estaba a punto de llegar cuando se detuvo de repente. El cabrón me lanzó una mirada como vengativa, pero de burla y acto seguido LE METIÓ LA MANO ENTRE LAS PIERNAS a mi novia. Andrea soltó un profundo gemido ahogado en la boca del otro corneador retorciéndose al sentir la mano de ese desconocido frotándole el coño con intensidad por encima del leggin.


—¿Por qué muerdes, diablilla? Jajaja —preguntó Antonio mientras paraba de besarla por un momento y yo veía cómo se estiraba un hilo de saliva que unía ambas bocas. Vio la mano de su compañero entre las piernas de mi novia y me miró a mí riéndose.


Andrea, que por primera vez, no tenía a Antonio encima, lo primero que hizo fue mirar a Ramón e intentó apartarle la mano. Al cabrón le importó poco, respondió con una sonrisa y metió su otra mano por debajo de ella para tocarle el culo. Básicamente mi novia estaba sentada en la mano derecha de él con la cual le agarraba las nalgas mientras con su mano izquierda le frotaba intensamente el coño en movimientos lentos y circulares. Acto seguido, se lanzó a comerle la boca muy babosamente. Se veía cómo le metía la lengua hasta el fondo y después bajaba comiéndole el cuello. Aguantándose las cosquillas como podía, Andrea y yo hicimos el primer contacto visual desde que empezaron a besarla. Tenía los labios y la barbilla llena de babas, las mejillas rojas y estaba sudando, su mirada me transmitía una extraña combinación de miedo, vergüenza, impotencia y enfado hacia mí. Ella estaba a punto de decirme algo cuando, de pronto, Antonio la coge de la barbilla y la vuelve a pegar a su boca mientras jugaba con sus senos debajo de la camiseta. Ella intentó cogerle las manos, pero se notaba que no tenía fuerza para apartarlas. El corneador al ver ese intento por detenerlo, directamente le levantó la camiseta a mi novia dejándola totalmente con las tetas al aire.


Los corneadores se quedaron maravillados al ver las tetas desnudas de mi novia. Y para no maravillarse... Son medianas pero redonditas y firmes. Con pezones pequeños y rosados, con un lunar superior en cada una que hace forma de triángulo con el collar de un corazón imperfecto que le regalé en nuestro primer aniversario. —¡Qué tetitas tan ricas!— exclamó Antonio antes de meter su cabeza entre ellas y empezar a comérselas golosamente. Pffff ver todo eso me resultaba muy doloroso, ya que los pechos de mi novia es lo que más me gusta de ella, para mí es como algo “sagrado”, maternal incluso. Las tetas con las que en un futuro amamantará a nuestros hijos. Veía como ese cabrón se las comía, chupaba y lamía, cómo le succionaba y mordía los pezones y sentía que estaban “profanando algo especial, algo mío”.


Llegados a ese punto, ya estaba todo totalmente descontrolado. Yo no podía hacer otra cosa que ver a mi novia, a la mujer que amo, en el sofá con las tetas al aire y llenas de saliva, sudada, descalza, solo con sus leggings puestos, abierta de piernas entre esos dos corneadores enormes que hacían lo que querían con ella. Se la pasaban de boca en boca mientras la sobaban por todas partes y lo peor, ella les correspondía los besos. Ramón, habiendo ubicado su clítoris por encima del pantalón, aumentó el ritmo. Estaba claro que acertó porque le sacó un fuerte gemido. Andrea, automáticamente, intentó apartarlo, pero las pequeñas y femeninas manos de mi novia no podían mover de entre sus piernas la enorme y venosa mano de Ramón. Y en vez de apartarla él, le agarró la mano izquierda a mi novia para que no molestara y se la puso encima de su enorme bulto. Andrea soltó un largo “hmmmmm...” al sentirle la polla al corneador y empezó a tocársela por encima del pantalón. Ramón me miró riéndose con una cara de victoria mientras le seguía frotando el clítoris. Unos celos ya conocidos me atravesaron. Entiendo que para ella fuese algo fuerte porque ya le había visto la polla en foto a Ramón aquel día y que fue él quien la obligó a tocársela, pero me jodía que le gustara lo que estaba sintiendo. De repente, veo como ella misma, con su otra mano empieza a buscar el bulto del otro corneador. Era la primera vez que mi novia tomaba una iniciativa sexual hacia ellos, no podía creerlo, me jodía mucho ver en ella deseo sexual hacia otro hombre que no fuese yo. Pero, joder, yo tenía la culpa de todo esto...


Antonio al sentir la mano de mi novia sobre su enorme bulto, se volvió totalmente loco. Se levantó y se quitó la camiseta. Cogió brutamente a Andrea por los aires y la tiró bocarriba en el sofá, en la L donde yo estaba sentado por tanto la tenía más cerca. Le quitó los leggings y los lanzó lejos. Por un momento, ambos corneadores se quedaron de pie contemplando en silencio la blanca y cálida desnudez de mi novia. Ella estaba tumbada, solo con sus braguitas rosas puestas, el cabello recogido en una coleta, sus tatuajes y las uñas pintadas de rojo conjuntando con el rojo de sus labios y pezones. Se tocaba el cuerpo y pataleaba tímidamente entre risas nerviosas sintiendo la pesadez de esas miradas sobre ella como en una mezcla de miedo, curiosidad e incertidumbre. Antonio le quitó las bragas a mi novia dejándola completamente desnuda en el sofá ante ellos. Entonces, noto cómo él me mira y, de repente pum, me lanza fuertemente las bragas a la cara tomándome totalmente por sorpresa.


—Esto es lo único que tendrás de tu novia esta noche. —sentenció el corneador en tono serio y autoritario. Ramón soltó su típica y repugnante carcajada tras el comentario de su compañero.


«Qué maldito hijo de puta...», fue lo único que pude pensar en ese momento. Me sentía humillado delante de mi chica y odiaba a ese cabrón con todas mis fuerzas, pero odiaba más aún no poder decirle nada. Para el colmo, las bragas de mi novia están mojadísimas. Sé de sobra cómo se moja Andrea y aquello era exagerado, estaban empapadas. Por una parte me dolía la situación, pero por otra el rico aroma a su coño que desprendían me estaba excitando. ¿Cómo era posible sentirse humillado y excitado al mismo tiempo?


A Andrea, le pareció muy extraño ese comportamiento, no entendía por qué me trataban así. Se notaba en su lenguaje corporal porque estaba cerrada de piernas, con su brazo se tapaba los pechos y con su otra mano la ingle mientras miraba con desconfianza y timidez lo que ocurría. Antonio pareció percatarse de esto y se acercó a ella. Se puso por encima, le cogió las manos con las que cubría sus pechos y las separó pegándolas al sofá e inmovilizándola prácticamente. Tras mirarla a los ojos, comenzó a besarla suavemente y continuó bajando comiéndole el cuello, los hombros y el pecho hasta detenerse en sus tetas. Mi novia estaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sin resistirse. El corneador siguió bajando besándola por la barriga y ella se contraía a cada tacto. Al llegar al pubis, se detuvo en seco y hubo un segundo de suspense en el que ella permaneció encogida y en tensión pensando que la boca del corneador iría a por el centro de su cuerpo... pero no. Él siguió bajando por su pierna, besándola por la ingle, el muslo y la pantorrilla hasta el pie. Subió por su otra pierna y al llegar por la ingle, volvió a hacer el amague acercándose a su coño haciendo que Andrea vuelva a ponerse en tensión peero no. Cuando parecía que lo iba a hacer, le dio de repente la vuelta a mi novia poniéndola bocabajo y empezó a devorarle las nalgas como loco. Andrea reía y pataleaba por las cosquillas que le provocaba. Se la comió entera, le besó toda la espalda, le agarraba el culo y en unos de los movimientos, pasó su lengua lentamente desde sus nalgas cruzando la espalda y el cuello hasta llegar a su oreja, donde Andrea se sobresaltó en risas por las cosquillas que sentía. Joder, yo estaba flipando viendo todo eso.


Finalmente, la volvió a poner bocarriba y la abrió de piernas. Ambos corneadores se quedaron embobados contemplando el coño desnudo de mi novia. Yo, desde mi ángulo también lo veía y, joder, aunque lo conozco muy bien parecía que estaba más precioso que nunca: depilado, cerrado, sudado, con labios rosados poco pronunciados y muy simétricos dando forma de empanada. El clítoris notablemente hinchado y todo brillaba de lo mojado que estaba. Ella, avergonzada se tapaba la cara y miraba hacia otro lado donde, desafortunadamente, hizo contacto visual conmigo. Su mirada me transmitió vergüenza, se avergonzaba de estar desnuda con otros hombres frente a su novio. Aunque se le escapaba una media sonrisa que me dejaba claro su excitación y curiosidad. Antonio no esperó nada. Me miró riendo y acto seguido, metió la cabeza entre sus piernas y empezó a comerle el coño a mi novia. El contacto visual entre nosotros se interrumpió por cómo Andrea se estremeció arqueando la espalda al sentir la boca del corneador sobre su vulva.


Para que os hagáis una idea, a Andrea que le hagan sexo oral nunca le ha gustado tanto como a las demás chicas. A mí me encanta y siempre he intentado hacérselo, pero pocas veces me ha dejado. Según ella, no tiene mucha sensibilidad así y la boca tiene muchos gérmenes. Pero yo nunca me rendí porque mi fantasía siempre ha sido sacarle un orgasmo por cunnilingus a mi novia, algo que nunca tuvo y yo quería ser el primero, incluso buscaba tutoriales en Internet de cómo lograrlo. Por eso me jodía tanto lo que estaba pasando: Antonio le estaba comiendo el coño a mi novia con unas ganas demenciales, lo gozaba como si fuese un caramelo y sonaba como un perro bebiendo agua. Andrea gemía y se encogía de placer, agarraba la cabeza del corneador con los ojos entrecerrados mientras apretaba y aruñaba con fuerza la tela del sofá.


—¿Qué chaval? ¿Se te ha levantado la pollita viendo cómo lo hacen los profesionales? Jajaja —rio Ramón señalando mi erección bajo el pantalón mientras le giraba la cabeza a Andrea hacia mí para que lo viera. Vi en ella una mirada de curiosidad acompañada de una sonrisa antes de volver a perderse entre gemidos. Yo estaba avergonzado y me tapaba. Ramón empezó a besarla y comerle las tetas mientras Antonio seguía comiéndole el coño como si de un dulce se tratara.


«¿En qué momento se me puso dura y por qué? Ni lo había notado, ¿cómo es esto posible?», las preguntas empezaron a rondar por mi cabeza. «Estos abusones de mierda se van a follar a mi novia en mi cara y encima burlándose de mí tratándome como a un tonto. Los odio y les tengo mucho rencor, pero, ¿por qué mierda me siento tan excitado? Esto no es normal, es patético por mi parte. ¿Qué pensaría mi padre si me viera así?», pensaba. «Bueno, aún no ha sucedido lo más grave, todavía estoy a tiempo de evitarlo y demostrar que soy un hombre. A ver piensa Felipe, ¿cómo podrí...»


—OOOOOOOOOOOOOOOOOOOH...


Me sacó totalmente de mis pensamientos el grito de mi novia CORRIÉNDOSE EN LA BOCA del corneador.

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¿Qué os está pareciendo el relato de momento? ¿Qué situación o partes os has resultado morbosas? Me viene bien vuestra opinión ya que dudé mucho de si contar o no mi experiencia.
Genial, muy descriptivo!!!!
 
Porque me encantaría tener los huevos que me llevaran a tu lugar.
Te van a reventar a la novia y tú te vas a correr encima sin necesidad de tocarte.
 
Porque me encantaría tener los huevos que me llevaran a tu lugar.
Te van a reventar a la novia y tú te vas a correr encima sin necesidad de tocarte.
Envidia, yo tampoco he tenido huevos, y al final ella se ha buscado la vida, así ni lo veo ni lo disfruto ni tan siquiera tengo la confirmación solo pequeños detalles que me hacen volar la imaginación.
 
PARTE 2
No podía creer lo que estaba viendo. Esto era imposible que ocurriera. Andrea, se retorcía de placer moviendo enérgicamente las caderas, con la boca abierta y la mirada perdida gozando de su primer orgasmo oral., corriéndose en la boca de Antonio. La envidia, los celos y la impotencia latían en mi interior como nunca. Ahora mi novia ya no me recordará a mí como el primero que se lo hizo. Maldito cabrón. Sentía que me habían arrebatado algo muy especial para mí. Aunque no hubo mucho tiempo de lamentarse, ya que los corneadores se pusieron de pie y se bajaron los pantalones y los bóxers. «¡Su puta madre! Qué pedazo de pollas tienen», pensé para mí mismo aterrorizado. Eran enormes, largas y gruesas, llenas de venas y babeaban por mi novia. Joder qué envidia, ojalá tenerla así. Al girarme, vi en Andrea una mirada de lujuria observándoles las pollas que no le había visto en mi vida; de rodillas en el sofá, con la mirada perdida, mordiéndose el labio y con una mano sobre sus pechos y otra entre sus piernas. Joder, qué sexy estaba así pero... pero no por mí. Vi que Antonio volvió a mirarme y «Oh mierda, otra vez no», pensé. Pero en vez de lanzarme algo, vino hacia mí con una sonrisa burlona.

—Toma chaval, sé útil y sujétanos los calzoncillos mientras nos follamos a tu novia —me dijo mientras me entregaba su apestosa y sudada prenda. Ramón hizo lo mismo, pero ofreciéndomelos muy cerca de él para que su enorme y asquerosa polla me estuviera apuntando de cerca mientras los tomaba.

En fin, que acabé con los repugnantes calzoncillos de los corneadores en una mano y las bragas mojadas de mi novia en la otra. Sin poder hacer otra cosa que verlo todo sin poder decir nada. Antonio se sentó en el sofá, agarró a mi novia y la puso sobre él, estando ambos cara a cara. Y ahí empezaron a liarse como locos: Andrea estaba totalmente descontrolada, lo besaba y le tocaba el pecho y los brazos mientras se restregaba el coño como loca sobre la polla del corneador y gemía deseosa. Él la besaba y le comía las tetas mientras le palpaba las nalgas y le recorría todo el cuerpo con las manos. Joder ver esa escena se me hacía supersensual, pero, a la vez, me dolía en el alma verla así con otro hombre y más con ese hijo de puta. Ya no se resistía ni le afectaba cómo ellos me hablaban de mal. Estaba excitada y totalmente entregada a los deseos de dos tíos que acababa de conocer y encima en frente de su novio. Antonio me miró y me sonrió con cara de superioridad, casi malvada, como disfrutando de mi impotente reacción. De repente, cambió su expresión a una actitud de agresiva.

—¿Y tú qué haces con los pantalones aún puestos? Sácate tu pollita levantada para que la veamos jajaja. —ordenó con firmeza.

Yo no sabía qué hacer. Intentaba desinflar mi erección por todos los medios, no quería que mi novia viera que me estaba gustando verla desnuda sobre otro hombre, era algo patético. Pero no logré bajarla del máximo y no me quedó otra que sacármela así.

—Jajajajaja pero qué pequeña y adorable. —soltó Antonio entre risas.

—¿Y de esto te enorgullecías, niña? Jajajajaja. —rio Ramón.

Andrea, sorprendida y con cara de interés me miraba la polla y luego a los ojos, después miraba la polla de Ramón y volvía a mirar la mía. Todo eso sin parar de restregarse con la polla del otro corneador que ya la tenía empapada. Joder, no podía sentirme más avergonzado y humillado. Sentía mi pene pequeño e inservible a pesar de que estaba al máximo. Un momento, ¿cómo es que esos sentimientos no me la bajaban? Mierda, no me digas que también me estaba gustando sentirme humillado... «¡¿Pero qué cojones me está pasando?!»

Antonio se agarró el pollón y lo puso punteando la entrada de la vagina de mi novia. —Hmm déjeme a mí, es demasiado grande —le dijo ella en un tono muy sensual mientras lo besaba. «No puede hacerlo, no le va a caber, esa polla es demasiado para Andrea. Si ya con la mía decía que era grande, esta la va a matar», pensaba en mis adentros observando con detalle la impactante escena, con la última esperanza de que no se pudiera hacer. Pero Andrea le agarró la polla y se la empezó a introducir en la vagina lentamente. Con la respiración fuerte, gemidos y muecas de dolor, pero no se detuvo. Antonio lo estaba disfrutando también mientras no paraba de repetirle a su compañero lo apretado que lo tenía. «Joder, se la está metiendo de verdad. No puedo creerlo, se va a follar a mi novia enfrente mía y no puedo hacer nada para evitarlo.», me lamentaba para mis adentros. Un momento, ¿y el condón? No, no podían ser tan sinvergüenzas de hacérselo a pelo. Andrea no toma pastillas ni métodos anticonceptivos, el riesgo es muy grande. Además, ella es muy cautelosa con estas cosas, a mí me hizo ponerme condón hasta el segundo año de relación, ¿por qué a ese cabrón no le decía nada? Lejos de eso, ella ya había bajado hasta la mitad de ese pollón y, al subir, me saltó a la vista el rastro de líquido vaginal que quedaba de la mitad hacia arriba en la polla del corneador. Joder, qué morboso me pareció ese detalle a pesar de que me dolía en el alma tal escena. Pero debía ayudar a mi novia, no podía permitir que se la follaran a pelo. No hice nada cuando debí hacerlo pero al menos ahora tenía que tener los huevos para eso así que me armé de valor.

—Te... tenemos preservativos en el dormitorio. —dije sin poder evitar el balbuceo. Ambos corneadores me miraron sorprendidos por mi atrevimiento.

—El preservativo es para pringaos como tú. Nosotros disfrutaremos de tu novia sin condón y si pasa algo, es tu responsabilidad por cornudo. —me respondió con agresividad Antonio. —Esta es la última vez que nos molestas. Que no te vuelva a escuchar abrir la boca. —sentenció autoritariamente.

Dios mío, me quedé petrificado con esa respuesta. Me sentía tan pequeño, inseguro, asustado e incapaz que no me atreví a decir nada más. Nunca en mi vida me había sentido tan rebajado y humillado. Esos dos hacían lo que querían con ella y encima me trataban de cornudo. Eso me recordó a los vídeos porno de cuckold. Ahora yo era ese patético marido que tanta vergüenza ajena me daba porque veía a su mujer follando con otro. ¿Cómo habíamos llegado a esto? Lo que sí esperaba era una reacción fuerte por parte de Andrea, ella nunca permitiría que me hablen así. Para mi desgracia, ella ni le dio importancia, casi como si le gustara escuchar eso. Por lo visto, estaba muy ocupada metiéndose la polla del hombre que me estaba hablando mal. Cuando pensé que iba a decir algo, solo fue un sensual —Uhhhm me toca fondo...— entre gemidos mientras se dejaba caer en el pecho del corneador. Antonio la agarró del culo con las dos manos y, mirándome con rabia, le dio el último empujón para acabar de metérsela entera. Mi novia pegó un —¡Diooos!— al aire. A partir de ahí, dejó que ella tuviera el control. Andrea estaba cachondísima, lo cabalgaba lentamente mientras lo besaba y lo tocaba con ganas por todas partes. Gemía entre “ah”, “uf”, “dios”, “qué grande es”. El corneador la morreaba y besaba por donde alcanzaba. Yo estaba atónito contemplando esa inimaginable locura. Por si fuera poco, Ramón la tomó conmigo por lo de antes.

—Jajaja chaval, solo los machos follamos a pelo y tú no lo eres. Para que veas cómo huele un verdadero macho, huele nuestros calzoncillos. Sí venga, llévatelos a la nariz y olfatéalos como un perrito. Que no tenga que repetírtelo. —me ordenó el sinvergüenza.

Yo me quedé de piedra. ¿Cómo iba a aceptar algo así? La mirada de ese hijo de puta de Ramón me pesaba y me di cuenta de que era en vano resistirme, cada vez que lo intentábamos, acababa peor. Decidí aceptarlo y acatar su orden y, por nuestro bien, procurar no volver a enfadarlos. Sus calzones olían mal, a sudor y encima toqué sin querer una mancha de lubricación seca, qué asco me daba.

—Ahora huele las braguitas de tu preciosa novia. —volvió a ordenarme Ramón mientras de fondo se escuchaban los gemidos de Andrea. —¿Ves? Ese es el olor de un macho de verdad y el de una hembra fecundable y tú como no eres lo primero, no te mereces lo segundo. Ahora mantén la puta boca cerrada y observa la follada que le vamos a pegar a tu amorcito jajajajajaja. —Acto seguido, se dio la vuelta y se incorporó: empezó a comerle la boca y mi novia no tardó ni un segundo en cogerle la polla a Ramón mientras cabalgaba la de Antonio. Yo estaba totalmente en shock, no podía creerme lo que estaba sucediendo y cómo ese hijo de puta me hablaba. Estaba angustiado, asqueado y dolido pero con la polla durísima.

—¿Qué coño haces que no te estás pajeando aún? —me soltó Antonio al rato. —Venga, queremos ver cómo te meneas la pollita viendo a tu Andreíta en acción jajajaja.

No lo hice esperar, me cogí la polla y empecé a pajearme. Andrea estaba irreconocible, me miraba entre gemidos y muecas con una sonrisa pícara como si fuese totalmente cómplice de ellos. Incluso, aumentó el ritmo de sus caderas mientras observaba cómo me pajeaba viendo su coño engullir ese enorme trozo de carne. Por lo visto eso le gustó a Antonio, ya que, de repente, agarró fuerte a mi novia por el cuello (causando en ella una sorpresa con cara de miedo) y con la otra mano le pegó una nalgada tan fuerte que retumbó en todo el salón. Acto seguido, la agarró con esa mano por la espalda baja mientras la tenía cogida por el cuello y EMPEZÓ A EMBESTIRLA con una fuerza y unas ganas descomunales. Andrea gritaba como loca soportando esas embestidas tan duras a las que no estaba acostumbrada.

—Diooos... nooo... noooo... dios... noooooooh...

Mi novia se corrió loca de placer, pero el cabrón de Antonio no paraba y seguía taladrándola con fuerza. En el salón se sentía un brutal olor a sexo. Nunca la había visto correrse tan rápido, mi Andrea estaba siendo follada por otro hombre delante de mí. No podía creer que de verdad estaba pasando lo que los corneadores me prometieron. Maldita sea, yo solo quería disfrutar del morbo virtual, no que sucediera. Todo esto era mi culpa y ahora era demasiado tarde, no podía hacer nada para impedirlo, ya la habían tomado y ahora mi novia era de ellos. Así que decidí dejar de lamentarme y aceptarlo. Esos cabrones no se irían de ahí hasta no saciar sus ganas y a mí no me quedaba otra que quedarme viéndolo y obedecerlos. Estaba sucediendo inevitablemente así que, ya que estoy en esa situación, pues al menos lo disfruto. Liberé de mi interior a esa parte lujuriosa de mí que disfrutaba de todo esto, que le gustaba ver a la mujer que amo a merced de esos abusones que me intimidaban y humillaban. La tuve encerrada todo ese tiempo porque rechazaba que algo así me gustara, pero es que no lo podía evitar, me gustaba ser cornudo. Acerqué las bragas de Andrea y empecé a olerlas mientras me pajeaba como un mono viendo todo. Antonio disfrutaba de mi novia como si no hubiera un mañana, se la follaba como si fuese la última mujer que tuviera, la embestía fuerte, la cogía del cuello, le daba nalgadas, le comía las tetas y la boca... era todo un espectáculo. Ella estaba cachondísima, gritaba como loca y flipaba con la energía de ese hombre que parecía no tener límite. Esperaba a cada bajada de ritmo para agarrarle la polla a Ramón y besarse con él. De repente, empecé a ver su polla con un rastro blanco y antes siquiera de darme cuenta escucho el largo y grave gemido de Antonio corriéndose dentro de mi novia.

«No puede ser, qué hijo de puta...», pensé. Ni siquiera se esforzó por evitarlo, como si de verdad quisiera preñarla. Pero lo peor de todo fue la nula reacción negativa por parte de Andrea. A mí me hizo ponerme condón mucho tiempo y jamás me permitió acabar dentro porque no quería ser madre antes de tiempo. Pero con ese cabrón, era irreconocible, como si le gustara. Tras correrse dentro de ella, bajó a mi novia y se quedaron ambos en el sofá tomando un suspiro, aún besándose. Entonces el muy cabrón me mira riéndose y sin decir una palabra, la abre de piernas y la adelanta hacia mí para que yo viera cómo le salía el semen de la vagina, incluso tocándola para que soltara más. Joder, parecía como si ese cabrón no hubiera follado en años, la había inundado de un semen muy blanco y espeso que salía a borbotones de su coño y bajaba hacia su ano. Mientras el corneador me lo mostraba, Andrea me miraba risueña, sin ningún atisbo de preocupación, hasta como con cierto orgullo. Antonio se levantó y se fue a la cocina a coger lo que teníamos en la nevera. Pero Andrea no pudo tener un descanso, Ramón estaba esperando ansioso su turno con la polla durísima. La agarró bruscamente y la puso a cuatro patas en el sofá con la cabeza hacia el respaldo del asiento, la espalda arqueada y las nalgas hacia arriba entregando su coño mientras él estaba de pie. Le empezó a hundir su enorme polla lentamente y mi novia gemía de nuevo excitada. Joder, primero me intimida, después me humilla y ahora se está follando a mi novia también, me jodía más que él se saliera con la suya, lo odiaba a muerte. Pero me tocaba ver lo inevitable y, la verdad, estaba siendo impresionante. Ramón empezó con embestidas fuertes e intensas, pero lentas mientras le tocaba la espalda y le palpaba las nalgas.

—No te imaginas las ganas que te tenía, zorrilla tatuada... —dijo mientras le soltaba una nalgada fuerte.

—¿Sí? Pues fóllame —respondió Andrea sacudiendo el culo y mirándolo de reojo con una sonrisa atrevida.

—¿Ah sí? ¿Delante del pringao de tu novio?

—Hmmmm sí delante del pringao de mi novio —respondió Andrea sensualmente dejándome totalmente boquiabierto.

Se ve que eso a Ramón lo puso muy cachondo porque, de repente, le cogió los brazos, se los puso en la espalda inmovilizándola y acto seguido la agarró del pelo quedando en él el todo peso de su torso. Me miró con unos ojos de loco y empezó a follarse a mi novia muy fuerte. Pero cuando digo muy fuerte era algo exagerado; la tenía agarrada firme del cabello, le pegaba unas nalgadas durísimas y la embestía de una manera que sacudía todo el sofá. Ella gritaba como poseída, sus ojos pasaban de muy abiertos a entrecerrados mientras apretaba las manos y mordía el sofá. Nunca se la habían follado tan fuerte y yo nunca había visto un sexo tan duro y salvaje, realmente pensaba que le estaba haciendo daño. De repente, Andrea hizo un pequeño silencio y acto seguido se rompió en un BRUTAL ORGASMO que duró un montón de segundos. Gritaba con todas sus fuerzas y las piernas le temblaban como si se estuviera electrocutando. Golpeaba en las caderas de Ramón para sacársela, pero éste, en vez de sacarla, la agarró de las caderas, se la metió al máximo y la mantuvo ahí hasta que mi novia terminó de correrse, lo que hizo que ella enloqueciera más aún. Dios santo, nunca la había visto tener un orgasmo tan fuerte y duradero que la hiciera temblar, ni sabía que algo así se podía. Joder, me sentía viendo una peli porno, solo que a la que se estaban follando era a mi novia. Ramón, sin embargo, no se detuvo y siguió dándole.

—¿Quieres que te llene de leche delante de tu novio? —le preguntaba el muy sinvergüenza mientras la giraba para que me mirara a la cara.

—Oh sí lléname por favor. —le respondía Andrea apretando la mandíbula y mirándome con una cara de puta total. No me estaba creyendo lo que veía, jamás la había visto en ese estado. Parecía otra, es que no la reconocía.

Ramón empezó a embestirla cada vez más y más fuerte. El ritmo era igual de brutal que antes cuando escucho a Ramón soltar un gemido fuerte, parecía un toro enloquecido y acto seguido, se corrió dentro de la vagina de mi novia. Ella sonreía mientras gritaba, la muy cabrona estaba disfrutando que se lo soltara dentro. ¿Dónde estaban todos los discursitos que me daba de lo peligroso que es hacerlo sin condón y que ella no quería un embarazo indeseado cuando yo le pedía no usarlo? Sin duda, esta no era la Andrea que yo conocía...

Ramón se quedó un rato entre besos con ella y luego se echó a un lado. Todo parecía haber acabado pero ni de coña. Antonio estaba de nuevo con la polla dura dirigiéndose hacia ella. Pero para sorpresa de todos, Andrea se levantó e intentó empujar al corneador para que sentara en el sofá. Él se sentó sorprendido y ella se puso en cuatro al lado suya en el sofá, le agarró la polla y empezó a masajeársela mientras lo besaba. Pero lo impactante no fue eso, sino que ella se puso en cuatro de espaldas a mí y muy cerca, tanto que su pie casi me tocaba la pierna y su culo estaba a menos de un metro de mí, en primer plano. Me quedé impactado viéndolo: Tenía las nalgas rojas de tantas cachetadas, su precioso coño estaba rojizo, destrozado y agujereado mientras el semen del corneador no paraba de salir a borbotones burbujeantes, una parte se le escurría por los muslos y otra caía en gotas gordas en el sofá. La tenía tan cerca que hasta sentía su olor. Encima el cabrón de Antonio al ver lo embobado que estaba viéndolo, estiró su mano por debajo de ella y empezó a meterle dos dedos en el coño y a frotarle el clítoris para que saliera toda la blanca y espesa lefa mientras me miraba riendo.

Cuando me di cuenta, vi algo de lo que no me hubiera esperado ni de coña. Mi novia le estaba comiendo la polla al corneador. O sea, no es raro pero sí raro en ella. Andrea no es fan del sexo oral, si a penas le gusta que se lo hagan, hacerlo le gusta menos. Muchas veces me manifestó que tocarla le gusta, pero chuparla le daba asco y como, la verdad que, yo tampoco disfruto tanto que me lo hagan, pues la comprendí y no se lo pedí nunca. Pero ahí estaba ella, chupándosela a un desconocido y encima por propia iniciativa. La saboreaba entera, la lamía e intentaba tragarla toda mientras gemía como una auténtica puta.

—¿Ves que a tu Andreíta sí le gusta chuparla? Solo hacía falta ponerle una buena polla delante y no tu gusanito jajajajaja—rio el cabrón de Antonio. Me preguntaba cómo sabía eso y entonces entendí por qué los corneadores me pidieron tantísima información por Whatsapp. —Apártate de aquí, puto cornudo. Solo molestas. —me ordenó mientras cogía a mi novia y la tumbaba donde yo estaba supongo porque era más espacioso.

—Jajajaja chaval coge una silla y siéntate en frente de ellos. Cerca pero sin molestar. No te puedes perder la follada que le estamos dando a la chica de la que estás tan enamorado jajajajaja. —se burlaba el maldito insoportable de Ramón.

Antonio la tumbó de lado y se colocó detrás de ella de modo que Andrea quedaba enfrente de mí. Se la metió y empezó a follarla muy dulcemente; con penetraciones lentas mientras la besaba y le tocaba las tetas. En esa posición, se veía perfectamente la polla del corneador salir y entrar de la vagina de mi novia. Joder ella estaba preciosa y sexy. Toda sudada, con las mejillas rojizas, los labios muy rojos e hinchados, los pezones duros y el pelo desordenado. Sentía unas enormes ganas de tocarla, me daba igual ya si otros se la estaban follando también, solo quería tocar a la mujer que amo. Pero no, no podía hacerlo. La tenía a un metro y no podía porque esos cabrones me harían daño. Tenía que soportar viéndolo todo sin poder hacer nada más que pajearme y oler sus bragas.

—¿Este tatuaje es por el inútil de tu novio o nos lo dedicas a nosotros? —le preguntó Antonio señalando el pequeño corazón flechado que mi novia se tatuó en la barriga por nuestro aniversario y con el que tanto amor me demostró.

—A vosotros, a vosotros... —repetía ella entre gemidos.

—¿Ves chaval? Te ilusionaste para nada jajajaja.

Yo ya no sabía cómo reaccionar, simplemente callaba y asentía la cabeza mientras seguía tocándome observando la escena. El corneador empezó a embestirla fuerte y, al rato, deslizó su mano entre sus piernas y empezó a frotarle el clítoris a mi novia. Ella se estaba volviendo loca recibiendo por el coño a la vez que le tocaba fuerte y rápido el clítoris. Le decía que parara e intentaba apartarle la mano, pero él no lo hacía. Le metía la polla más fuerte y su mano se movía más rápido. Finalmente Andrea no aguantó más y EXPLOTÓ EN UN TREMENDO ORGASMO. El cabrón no paraba y ella se retorcía y lo golpeaba mientras gritaba y los ojos los tenía totalmente perdidos. Joder, ¿qué manera de follar era esta? A penas se pudo quedar unos segundos tumbada recuperándose cuando Ramón se levantó, la cogió por los aires como si de una muñeca se tratase y la pegó a él cara a cara. Se acercó a mí con ella en brazos y le levantó las piernas acercando su coño a su polla.

—Chaval, ahora es tu momento de no ser un inútil. Cógeme la polla y métela en el chochito de tu novia. Si te portas bien igual te llevas un premio jajajajajaja. —rio el muy hijo de la gran puta de Ramón.

¿Cómo demonios iba a hacer eso? Nunca he visto ni tocado otra polla que no fuese la mía, me moría del asco solo de tenerla cerca como para encima tocarla. Eso era vomitivo, estos cabrones se pasaban.

—Venga cariño, que no es tan difícil. —se quejó Andrea mientras meneaba sus caderas buscando deseosa la polla del corneador.

«¡¿QUÉE?! ¿Cómo ella me está diciendo esto? No es posible. ¿Acaso me ha perdido el respeto? ¿Por qué actúa como ellos?», pensaba mientras me sentía muy traicionado.

—Jajajajaja ya has escuchado a tu novia, cornudo. Que no tenga que repetírtelo. —sentenciaba Ramón orgulloso por las palabras de ella.

No me quedó otra, tragué todo mi orgullo e hice lo que no pensé que haría nunca. Extendí mi mano y le cogí la polla al corneador. Era enorme, pesada, caliente, babosa y se notaba al tacto el relieve de sus venas. Joder, solo de recordarlo me dan arcadas. La introduje en la vagina de mi novia lo antes posible para poder soltarla. Tras felicitarme de forma burlona, empezó a follarla ahí mismo, de pie sujetándola en brazos y en frente de mí para que viera de cerca. A mí me faltaba tela para poder limpiarme la mano, la tenía húmeda y con lo que probablemente sería semen y flujos vaginales de Andrea. Me moría del asco. El muy hijo de puta de Ramón se la follaba durísimo a pesar de tenerla en peso. Se notaba lo mucho que estaban gozándolo ambos. Sobre todo él que se puso las piernas de ella sobre los hombros inclinándola más todavía, pero pudiendo así penetrarla con mucha más fuerza. Sonaba un tremendo “PLA PLA PLA” en mi cara con cada embestida. Le daba muy fuerte y con muchas ganas a pesar de que la sujetaba en fuerza. ¿Ese cabrón no se cansaba? ¿Cómo tenía tanta potencia? Los gritos de mi novia eran ensordecedores, lo cual indicaba otro FUERTE ORGASMO en camino. Se corrió como loca en los brazos del corneador.

Ramón se quedó con ella en el sofá morreándose cuando veo que Antonio se levanta y se coloca detrás de mí. Entonces coge la silla en la que estoy sentado y la levanta en peso junto conmigo colocándome unos metros más hacia el centro del sofá. Joder, me asusté como nunca. ¿Cómo podía ese tío levantarme si peso 75 kg? Pensaba que me iba a hacer algo, el corazón me latía a mil.

—Atento chaval. Te voy a enseñar cómo se folla de verdad a una mujer. Qué pena que lo haga justo con la que decías querer formar una familia jajajaja. —me dijo el muy cabrón.

Antonio se tumbó en el sofá, cogió a mi novia y la puso encima de él pero dándole la espalda a él y la cara a mí. Ella me miraba totalmente cachonda e irreconocible, estaba sudada y con el pelo desordenado. Él la volvió a penetrar y dejó que ella lo cabalgara un rato. Después, le levantó las piernas para que quedaran suspendidas en el aire y su espalda baja se pegara a su barriga mientras el peso recaía en las manos que mi novia tenía sobre su pecho y sin perder la penetración. Es algo difícil de explicar esa posición. Yo nunca las he hecho y mi novia tampoco las conocía. Por eso flipaba y gemía tanto mientras el cabrón la bombeaba fuerte y rápidamente. De repente, paró y dijo:

—Bueno Felipito, aquí tienes tu recompensa por ser un buen sumiso obediente. Te permitimos que le beses los lindos pies a tu novia mientras me la follo. Si le tocas algo más que los pies, acabarás lamiendo lefa. Avisado quedas.

Joder, no sabía cómo encajar eso. Por una parte me alegraba muchísimo poder tocar a mi novia, pero por otra me daba miedo lo segundo que dijo. Me levanté, le cogí el pie izquierdo a mi novia y empecé a besarlo. Aunque sus pies son muy bonitos, sexys y cuidados, no son mi parte favorita de su cuerpo pero en esas circunstancias, que estaba tan cachondísimo era lo único que tenía de ella y me gustaba mucho. Se lo besaba desde la suela hasta el tobillo y me pajeaba sintiéndolo. Por lo visto, a Andrea le estaba dando mucho morbo eso porque me miraba con cara de viciosa y ella misma me metía los dedos en la boca y se mordía los labios viéndolo mientras el corneador no paraba de follarla. De repente, le levantó más aún las piernas a mi novia y le pasó los brazos por detrás de la nuca en la posición que ahora sé que se llama “full nelson”. Después de ponerla así, empezó a bombearla muy duro y rápido tomando todo esto por sorpresa a Andrea haciéndola gritar como nunca. Yo no me explicaba cómo tenía fuerza para soportarla en brazos y cómo la tenía tan larga como para que no se le saliera en esa posición. Ese ritmo tan fuerte casi hace que toque a mi novia en otro lugar sin querer, pero no pasó, fui muy cauteloso mientras seguía con sus pies. Se los besaba, lamía y chupaba aprovechando al máximo lo poco que tenía de ella, parecía un puto fetichista. Yo no aguanté más y me acabé corriendo de placer. Realmente ya me había corrido varias veces estando sentado, pero esta era la primera en la que me daba cuenta de ello. Es que ese día experimenté lo que nunca en mi vida: estaba tan atónito y petrificado viendo cómo los corneadores se follaban a mi novia que me había corrido varias veces y ni siquiera me di cuenta, solo veía después las manchas en mi pantalón. Seguía teniendo la polla dura y me pajeaba todo el rato, no estaba atento a mí mismo. Ese último sí lo sentí muy fuerte quizá porque tocaba a mi novia o quizá porque, por primera vez, participaba. No lo sé, pero ojalá no lo hubiera hecho porque eso no les gustó nada a los corneadores y se escandalizaron. Antonio no se detuvo, pero Ramón vino hacia mí muy enfadado, me cogió fuerte del cuello con su enorme mano y me sentó de nuevo en la silla.

—¡¿Pero tú quién coño te crees que eres para soltar tan cerca de nosotros tu inútil y vacío semen, niñato engreído?! —me gritaba Ramón mientras me tenía agarrado del cuello. Yo estaba totalmente aterrorizado, no había sentido nunca tanto miedo. Pedía perdón constantemente esperando a que me soltara, que aunque no me estaba ahogando, sí me daba mucho miedo. Dios mío, aquello ya se había pasado de madres, esto ya era violencia. Ahora sí mi novia no podía tolerar tal acto y esto debía acab...

—OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH... —se corrió como nunca Andrea mientras miraba con unos ojos llenos de lascivia cómo el otro corneador me avasallaba. A lo que, entre risas, Ramón me soltó ordenándome que no vuelva a levantarme de esa silla.

Joder, yo estaba en una mezcla de sensaciones super rara. Por una parte estaba aterrorizado, tenía miedo de volver a enfadar a esos dos malditos matones. Por otra parte, estaba con el orgullo por los suelos. Se estaban follando a la mujer que amo, a mi amor y encima ella se corría viendo cómo me trataban mal. Joder, pero por otra parte estaba con la polla durísima como una piedra.

Antonio le seguía dando fuerte a pesar del que ahora sé que fue el SEXTO ORGASMO de Andrea, aunque en el momento simplemente perdimos la cuenta. Joder, yo sabía que mi novia era multiorgásmica, pero no sabía que tanto. El sexo conmigo nunca había sido malo, yo siempre intentaba que tuviera un orgasmo también y la gran mayoría de veces era así. Incluso varias veces llegó a tener dos y mi fantasía era sacarle 3 orgasmos en una noche, ya que nunca vivió eso. Pero esto era descomunal, los corneadores ya la habían hecho correrse 6 veces y encima muy fuerte al punto de dejarla temblando. Antonio, por lo visto, tenía intenciones de volver a correrse en esa posición de la que tanto alardeaba, ya que no paró y siguió igual de potente, pero Andrea ya estaba destrozada, se veía que no podía más. Respiraba como después de un maratón y estaba rojísima. Les dijo a los corneadores que no podía más, que le escocía y le dolía el coño, que ella ya no aguantaba más. Ambos se rieron y Antonio la bajó dejándola en el sofá, pero sin darle ningún descanso, ya que la puso a chupar. A pesar de su cansancio, se la chupaba con muchas ansias. Se la pajeaba mientras le comía los huevos y le daba besos alrededor y se la lamía. Luego se la metía en la boca y la mamaba enérgicamente, el cabrón estaba con una brutal cara de gusto gozándolo. Esta vez sí pude verlo bien y, joder, le estaba haciendo una mamada muy intensa, como si quisiera que el corneador se corriera en su boca. Al menos sabíamos que con esto, ya se había acabado toda esta locura.

Pero para desgracia de nosotros, Ramón se puso detrás de ella, le soltó un escupitajo de saliva que bañó todo su sexo y comenzó a frotarle el clítoris rápidamente mientras ponía especial énfasis en su ano. Y no sería nada raro si no fuera porque al rato intentó introducirle un poco uno de sus gruesos dedos en el culo. Andrea se alarmó mientras soltaba sus gemidos ahogados en el trozaco de carne del otro corneador. Ella nunca había tenido nada anal porque le dolía y aparte decía que eso para ella no es sexo y no lo disfruta. Yo, por mi parte, tampoco. Siempre se me hizo un poco asqueroso ese tema y no le tuve mucho interés. Lo máximo que llegaba a hacerle era tocarle el ano por encima mientras teníamos sexo, pero nada de meterlo. Y todo esto, los corneadores lo sabían perfectamente por las tantas preguntas que me hacían por el grupo mientras veían sus fotos-

—Chaval hoy tienes mucha suerte. Guárdate esa vergüenza de polla y ven aquí que tienes trabajo que hacer. —me ordenó Ramón y yo lo obedecí acercándome a ellos. —Cómele el ojete a tu novia y métele la lengua lo más profundo. Si lo haces bien, tal vez te perdonemos por el atrevimiento de antes jajaja.

Andrea, (que seguía comíendole la polla al otro corneador) al escuchar eso, cerró las nalgas, pero una fuerte cachetada de Ramón sobre ellas hizo que las volviera a abrir incluso se levantó poniéndose en cuatro dejando su ano a mi disposición. Joder, yo estaba de lo más raro. Por una parte me sentía afortunado y muy excitado por poder acercarme a las partes íntimas de mi novia. Aunque por otra, veía lo tremendamente usada que estaba. Las nalgas rojas, el chocho reventado, sudor y restos blancos de lefa por todas partes. Conforme me acercaba notaba el fuerte olor de toda esa combinación de fluidos. Pero me quité cualquier asco de la mente y me dejé llevar. Empecé a lamerle el ano por encima a mi novia. Ella reaccionó con un gemido ahogado sin descuidar la polla de Antonio. Obedecí a los corneadores y le metí la lengua en el ano todo lo que alcanzaba. Nunca había hecho algo así y la verdad que el sabor, aunque extraño y rugoso, era agradable. La sacaba y metía lo más que podía, con la esperanza de que le gustara y mi novia gozara algo conmigo también. Aunque realmente todos sus gemidos venían de cómo Ramón le golpeaba el clítoris. Finalmente, me dijo que era suficiente y me ordenó que me sentara de vuelta. Entonces, empezó a meterle un dedo en el ano a mi novia. Poco a poco, hasta que lo introdujo entero y una vez ahí, empezó meterlo y sacarlo frenéticamente. A ella nunca le habían hecho eso y hacía muecas de dolor, pero a la vez gemía de placer. El cabrón aumentó la apuesta y le empezó a meter dos dedos. Andrea, visiblemente dolida, le intentaba parar la mano, pero él seguía y seguía penetrándola fortísimo. De repente, Ramón se levantó puso su polla a la altura de las nalgas de ella.

—Ufff niña, te voy a desvirgar el culo delante de tu novio. —dijo Ramón muy cachondo.

—No por favor. Me duele mucho por ahí. —le insistió Andrea girándose hacia él. Acto seguido, Antonio la agarró del pelo y le soltó una palmada en la cara. No muy fuerte, pero sí lo suficiente para que ella se quedara de piedra al sentirla. La verdad no sé cómo le sentó porque aunque parecía asustada, se mordía el labio y lo miraba cachonda.

—Sigue chupando, zorrilla. Tú no decides. —dijo Antonio mientras la ponía a que siguiera mamándosela.

Yo estaba sorprendido por esa demostración de fuerza, estaban tratando mal a mi novia y yo no podía hacer nada. Andrea no dijo nada más y siguió con la mamada. Ramón acercó su enorme trozo de carne y le dio varios golpecitos con él por la vulva y el clítoris. Acto seguido, punteó su polla en la entrada del ano y empezó a empujar lentamente. Joder, parecía imposible, pero la punta le estaba entrando y se estaba colando casi hasta la mitad. Mi novia chillaba por el dolor y golpeaba con todas sus fuerzas al corneador en las caderas, pero éste hacía caso omiso y el otro no la dejaba que separara la boca de su polla. Pero ella se separó y miró a Antonio rogándole que parara, pero éste solo sonrió y la puso a que siguiera chupando. Joder, la polla de Ramón estaba más de la mitad metida y empezó a bombearla con unas ganas tremendas. Andrea gritaba como loca, con muecas de dolor, pero gemidos de placer y Ramón gemía también. Yo me pajeaba a tope viendo lo que solo en vídeos porno había visto. Joder, se la estaban follando por el culo y encima a ella parecía gustarle, esto era de no creer. El corneador se vino arriba y la agarró del cabello separándola de la polla del otro y aumentó brutalmente las embestidas. Parecía un puto animal descontrolado y ella gritaba a pleno pulmón, con los ojos entreabiertos y la saliva cayéndole por la boca.

—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH... —el orgasmo fue BRUTAL. Andrea estaba totalmente perdida, todo el cuerpo le temblaba involuntariamente, a penas podía soltar algún sonido más. Quedó tumbada bocabajo en el sofá, totalmente inmóvil y respirando muy fuerte.

—Ufff, casi me corro también. —soltó Ramón mientras se tocaba la polla. —Pruébalo, ya verás qué apretado lo tiene. Vamos a follarla entre los dos delante del niñato jajaja.

Ramón cogió a mi novia en brazos cara a cara con él igual que la otra vez y volvió a ponerse en lateral en frente de mí. Andrea, que aún no había recobrado bien el aliento, le decía al corneador en un tono tierno y sensual que no puede más, que le duele todo mientras le daba besos, pero éste hizo caso omiso. Antonio se acercó por detrás de ella.

—¿A qué esperas, inútil?

No hizo falta que dieran más detalles para saber qué querían. Me guardé la mía y con todo el asco de mundo, le cogí la polla a Ramón, se la introduje en la vagina a mi novia y él empezó a penetrar su agotado coño. Luego tuve que cogerle la polla a Antonio y pff, otra vez me dan arcadas de recordar ese tacto. Se la acerqué al ano de ella y él empujó. Andrea estaba flipando en colores sintiendo dos enormes pollas dentro de ella. Uno la follaba por el coño y otro por el culo. Yo veía la brutal escena y no me lo creía, sus pollas entraban y salían a ritmo disparejo y eran tan grandes que casi parecía que se juntaban.

—Uff muy bien chaval, buen trabajo. Puedes besarle los pies a tu chica mientras la follamos. —dijo Ramón entre risa y gemidos.

Yo obedecí y comencé a disfrutar de los pies de mi novia, se los besaba, chupaba y lamía. Ambos empezaron a follarla fuerte. Uno la bombeaba por el ano a un ritmo rápido y enérgico mientras él también gemía mucho. El otro la embestía fuerte e intenso por la vagina. Andrea se agarraba con cada brazo al cuello de ambos mientras gritaba, sonreía y buscaba besarse con cada uno. Ambos aumentaron el ritmo y empezaron a follársela al máximo que podían. Los tres gemían, pero ella gritaba como una poseída total. Antonio fue el primero en caer, no resistió más y se corrió brutalmente llenándole el ano de semen. Aunque gemía como un gorila, no se detuvo y siguió bombeándola. Su polla estaba blanca y gotas enormes de lefa caían al suelo. La siguiente fue mi novia, gritaba a tope y, de repente, hizo un pequeño silencio ahogado. Acto seguido EXPLOTÓ EN UN OCTAVO Y BRUTAL ORGASMO que retumbó en todo el salón. Con la cabeza sobre el pecho del corneador, todo su cuerpo vibraba y las piernas le temblaban tanto que se me escapó su pie de las manos. Ambos no paraban de follarla mientras gemían como monos y se ve que a Ramón lo puso más cachondo su orgasmo porque él también acabó corriéndose dentro de ella y gozándolo a tope. Al sacar sus pollas chorreando, miré el suelo y joder, había un puto charco de leche.

Los tres se quedaron en el sofá para recobrar el aliento y Andrea no dejaba de estar abrazada a Antonio, como si él fuese su novio en vez de serlo yo. Finalmente, los corneadores se levantaron y comenzaron a vestirse mientras mi novia se quedó totalmente dormida en el sofá. Se vistieron y ambos se acercaron a mí.

—Qué buena novia tienes, chaval. Toda tuya, disfrútala jajajaja. —Me dijo Antonio mientras me daba palmadas en la espalda.

—Nunca olvidaréis este día jajaja. —rio Ramón. —Y esto nos lo llevamos de recuerdo. —dijo mientras recogía la camiseta, los leggings de mi novia y me quitaba a mí las bragas de las manos.

—Los calzoncillos se quedan aquí para que sepáis qué machos mandan en esta casa jajajaja. —añadió Antonio. Yo no dije nada y ambos se fueron.

De repente, todo el salón quedó en silencio y vacío. Todo era surrealista. Yo sentado en la silla con los calzoncillos de los corneadores en las manos. Viendo el sofá que estaba hecho una porquería, lleno de semen, sudor y mojado por todas partes. Sobre él dormía Andrea. La misma Andrea que conocí en clase y me cautivó a la primera con su sonrisa. Empecé a recordar nuestra primera cita, la primera vez la besé, nuestros momentos felices. Y de repente la veía ahí, dormida profundamente en posición fetal, después de que esos hijos de puta se la follaran por todas partes y la hicieran correrse ocho veces. Una parte de mí quería llorar, pero otra parte aún seguía muy caliente. Tenía unas ganas enormes de tocarla ahora que podía. Me acerqué y me senté detrás de ella. Veía cómo le chorreaban lentamente ríos de semen tanto del chocho, que estaba rojísimo e hinchado, como del ano que lo tenía rojo y agujereado. Al notar que me senté, Andrea se lanza de repente a abrazarme aunque medio dormida y con los ojos cerrados diciéndome lo mucho que me ama y que soy lo mejor que le ha pasado en la vida. Quería besarme y yo besarla, pero, joder, le apestaba la boca a polla. Se quedó dormida en mis brazos así que la tumbé y me hice una paja sobre ella. Viéndola y recordando todo lo sucedido, los orgasmos, las posiciones, sus pollas entrando y saliendo hipnóticamente... Pfffff me acabé corriendo a tope soltándoselo todo encima aunque ella ni cuenta se dio.

La dejé ahí y me fui al dormitorio. Esa noche no pude pegar ojo.

¿QUÉ OS HA PARECIDO MI EXPERIENCIA? ¿QUÉ SITUACIÓN O PARTES OS HAN RESULTADO MÁS MORBOSAS? Me lo podéis decir aquí en los comentarios o por privado, respondo al momento. Me vendrían bien vuestras opiniones ya que dudé mucho de si empezar a contar o no mi experiencia.
 
PARTE 2
No podía creer lo que estaba viendo. Esto era imposible que ocurriera. Andrea, se retorcía de placer moviendo enérgicamente las caderas, con la boca abierta y la mirada perdida gozando de su primer orgasmo oral., corriéndose en la boca de Antonio. La envidia, los celos y la impotencia latían en mi interior como nunca. Ahora mi novia ya no me recordará a mí como el primero que se lo hizo. Maldito cabrón. Sentía que me habían arrebatado algo muy especial para mí. Aunque no hubo mucho tiempo de lamentarse, ya que los corneadores se pusieron de pie y se bajaron los pantalones y los bóxers. «¡Su puta madre! Qué pedazo de pollas tienen», pensé para mí mismo aterrorizado. Eran enormes, largas y gruesas, llenas de venas y babeaban por mi novia. Joder qué envidia, ojalá tenerla así. Al girarme, vi en Andrea una mirada de lujuria observándoles las pollas que no le había visto en mi vida; de rodillas en el sofá, con la mirada perdida, mordiéndose el labio y con una mano sobre sus pechos y otra entre sus piernas. Joder, qué sexy estaba así pero... pero no por mí. Vi que Antonio volvió a mirarme y «Oh mierda, otra vez no», pensé. Pero en vez de lanzarme algo, vino hacia mí con una sonrisa burlona.

—Toma chaval, sé útil y sujétanos los calzoncillos mientras nos follamos a tu novia —me dijo mientras me entregaba su apestosa y sudada prenda. Ramón hizo lo mismo, pero ofreciéndomelos muy cerca de él para que su enorme y asquerosa polla me estuviera apuntando de cerca mientras los tomaba.

En fin, que acabé con los repugnantes calzoncillos de los corneadores en una mano y las bragas mojadas de mi novia en la otra. Sin poder hacer otra cosa que verlo todo sin poder decir nada. Antonio se sentó en el sofá, agarró a mi novia y la puso sobre él, estando ambos cara a cara. Y ahí empezaron a liarse como locos: Andrea estaba totalmente descontrolada, lo besaba y le tocaba el pecho y los brazos mientras se restregaba el coño como loca sobre la polla del corneador y gemía deseosa. Él la besaba y le comía las tetas mientras le palpaba las nalgas y le recorría todo el cuerpo con las manos. Joder ver esa escena se me hacía supersensual, pero, a la vez, me dolía en el alma verla así con otro hombre y más con ese hijo de puta. Ya no se resistía ni le afectaba cómo ellos me hablaban de mal. Estaba excitada y totalmente entregada a los deseos de dos tíos que acababa de conocer y encima en frente de su novio. Antonio me miró y me sonrió con cara de superioridad, casi malvada, como disfrutando de mi impotente reacción. De repente, cambió su expresión a una actitud de agresiva.

—¿Y tú qué haces con los pantalones aún puestos? Sácate tu pollita levantada para que la veamos jajaja. —ordenó con firmeza.

Yo no sabía qué hacer. Intentaba desinflar mi erección por todos los medios, no quería que mi novia viera que me estaba gustando verla desnuda sobre otro hombre, era algo patético. Pero no logré bajarla del máximo y no me quedó otra que sacármela así.

—Jajajajaja pero qué pequeña y adorable. —soltó Antonio entre risas.

—¿Y de esto te enorgullecías, niña? Jajajajaja. —rio Ramón.

Andrea, sorprendida y con cara de interés me miraba la polla y luego a los ojos, después miraba la polla de Ramón y volvía a mirar la mía. Todo eso sin parar de restregarse con la polla del otro corneador que ya la tenía empapada. Joder, no podía sentirme más avergonzado y humillado. Sentía mi pene pequeño e inservible a pesar de que estaba al máximo. Un momento, ¿cómo es que esos sentimientos no me la bajaban? Mierda, no me digas que también me estaba gustando sentirme humillado... «¡¿Pero qué cojones me está pasando?!»

Antonio se agarró el pollón y lo puso punteando la entrada de la vagina de mi novia. —Hmm déjeme a mí, es demasiado grande —le dijo ella en un tono muy sensual mientras lo besaba. «No puede hacerlo, no le va a caber, esa polla es demasiado para Andrea. Si ya con la mía decía que era grande, esta la va a matar», pensaba en mis adentros observando con detalle la impactante escena, con la última esperanza de que no se pudiera hacer. Pero Andrea le agarró la polla y se la empezó a introducir en la vagina lentamente. Con la respiración fuerte, gemidos y muecas de dolor, pero no se detuvo. Antonio lo estaba disfrutando también mientras no paraba de repetirle a su compañero lo apretado que lo tenía. «Joder, se la está metiendo de verdad. No puedo creerlo, se va a follar a mi novia enfrente mía y no puedo hacer nada para evitarlo.», me lamentaba para mis adentros. Un momento, ¿y el condón? No, no podían ser tan sinvergüenzas de hacérselo a pelo. Andrea no toma pastillas ni métodos anticonceptivos, el riesgo es muy grande. Además, ella es muy cautelosa con estas cosas, a mí me hizo ponerme condón hasta el segundo año de relación, ¿por qué a ese cabrón no le decía nada? Lejos de eso, ella ya había bajado hasta la mitad de ese pollón y, al subir, me saltó a la vista el rastro de líquido vaginal que quedaba de la mitad hacia arriba en la polla del corneador. Joder, qué morboso me pareció ese detalle a pesar de que me dolía en el alma tal escena. Pero debía ayudar a mi novia, no podía permitir que se la follaran a pelo. No hice nada cuando debí hacerlo pero al menos ahora tenía que tener los huevos para eso así que me armé de valor.

—Te... tenemos preservativos en el dormitorio. —dije sin poder evitar el balbuceo. Ambos corneadores me miraron sorprendidos por mi atrevimiento.

—El preservativo es para pringaos como tú. Nosotros disfrutaremos de tu novia sin condón y si pasa algo, es tu responsabilidad por cornudo. —me respondió con agresividad Antonio. —Esta es la última vez que nos molestas. Que no te vuelva a escuchar abrir la boca. —sentenció autoritariamente.

Dios mío, me quedé petrificado con esa respuesta. Me sentía tan pequeño, inseguro, asustado e incapaz que no me atreví a decir nada más. Nunca en mi vida me había sentido tan rebajado y humillado. Esos dos hacían lo que querían con ella y encima me trataban de cornudo. Eso me recordó a los vídeos porno de cuckold. Ahora yo era ese patético marido que tanta vergüenza ajena me daba porque veía a su mujer follando con otro. ¿Cómo habíamos llegado a esto? Lo que sí esperaba era una reacción fuerte por parte de Andrea, ella nunca permitiría que me hablen así. Para mi desgracia, ella ni le dio importancia, casi como si le gustara escuchar eso. Por lo visto, estaba muy ocupada metiéndose la polla del hombre que me estaba hablando mal. Cuando pensé que iba a decir algo, solo fue un sensual —Uhhhm me toca fondo...— entre gemidos mientras se dejaba caer en el pecho del corneador. Antonio la agarró del culo con las dos manos y, mirándome con rabia, le dio el último empujón para acabar de metérsela entera. Mi novia pegó un —¡Diooos!— al aire. A partir de ahí, dejó que ella tuviera el control. Andrea estaba cachondísima, lo cabalgaba lentamente mientras lo besaba y lo tocaba con ganas por todas partes. Gemía entre “ah”, “uf”, “dios”, “qué grande es”. El corneador la morreaba y besaba por donde alcanzaba. Yo estaba atónito contemplando esa inimaginable locura. Por si fuera poco, Ramón la tomó conmigo por lo de antes.

—Jajaja chaval, solo los machos follamos a pelo y tú no lo eres. Para que veas cómo huele un verdadero macho, huele nuestros calzoncillos. Sí venga, llévatelos a la nariz y olfatéalos como un perrito. Que no tenga que repetírtelo. —me ordenó el sinvergüenza.

Yo me quedé de piedra. ¿Cómo iba a aceptar algo así? La mirada de ese hijo de puta de Ramón me pesaba y me di cuenta de que era en vano resistirme, cada vez que lo intentábamos, acababa peor. Decidí aceptarlo y acatar su orden y, por nuestro bien, procurar no volver a enfadarlos. Sus calzones olían mal, a sudor y encima toqué sin querer una mancha de lubricación seca, qué asco me daba.

—Ahora huele las braguitas de tu preciosa novia. —volvió a ordenarme Ramón mientras de fondo se escuchaban los gemidos de Andrea. —¿Ves? Ese es el olor de un macho de verdad y el de una hembra fecundable y tú como no eres lo primero, no te mereces lo segundo. Ahora mantén la puta boca cerrada y observa la follada que le vamos a pegar a tu amorcito jajajajajaja. —Acto seguido, se dio la vuelta y se incorporó: empezó a comerle la boca y mi novia no tardó ni un segundo en cogerle la polla a Ramón mientras cabalgaba la de Antonio. Yo estaba totalmente en shock, no podía creerme lo que estaba sucediendo y cómo ese hijo de puta me hablaba. Estaba angustiado, asqueado y dolido pero con la polla durísima.

—¿Qué coño haces que no te estás pajeando aún? —me soltó Antonio al rato. —Venga, queremos ver cómo te meneas la pollita viendo a tu Andreíta en acción jajajaja.

No lo hice esperar, me cogí la polla y empecé a pajearme. Andrea estaba irreconocible, me miraba entre gemidos y muecas con una sonrisa pícara como si fuese totalmente cómplice de ellos. Incluso, aumentó el ritmo de sus caderas mientras observaba cómo me pajeaba viendo su coño engullir ese enorme trozo de carne. Por lo visto eso le gustó a Antonio, ya que, de repente, agarró fuerte a mi novia por el cuello (causando en ella una sorpresa con cara de miedo) y con la otra mano le pegó una nalgada tan fuerte que retumbó en todo el salón. Acto seguido, la agarró con esa mano por la espalda baja mientras la tenía cogida por el cuello y EMPEZÓ A EMBESTIRLA con una fuerza y unas ganas descomunales. Andrea gritaba como loca soportando esas embestidas tan duras a las que no estaba acostumbrada.

—Diooos... nooo... noooo... dios... noooooooh...

Mi novia se corrió loca de placer, pero el cabrón de Antonio no paraba y seguía taladrándola con fuerza. En el salón se sentía un brutal olor a sexo. Nunca la había visto correrse tan rápido, mi Andrea estaba siendo follada por otro hombre delante de mí. No podía creer que de verdad estaba pasando lo que los corneadores me prometieron. Maldita sea, yo solo quería disfrutar del morbo virtual, no que sucediera. Todo esto era mi culpa y ahora era demasiado tarde, no podía hacer nada para impedirlo, ya la habían tomado y ahora mi novia era de ellos. Así que decidí dejar de lamentarme y aceptarlo. Esos cabrones no se irían de ahí hasta no saciar sus ganas y a mí no me quedaba otra que quedarme viéndolo y obedecerlos. Estaba sucediendo inevitablemente así que, ya que estoy en esa situación, pues al menos lo disfruto. Liberé de mi interior a esa parte lujuriosa de mí que disfrutaba de todo esto, que le gustaba ver a la mujer que amo a merced de esos abusones que me intimidaban y humillaban. La tuve encerrada todo ese tiempo porque rechazaba que algo así me gustara, pero es que no lo podía evitar, me gustaba ser cornudo. Acerqué las bragas de Andrea y empecé a olerlas mientras me pajeaba como un mono viendo todo. Antonio disfrutaba de mi novia como si no hubiera un mañana, se la follaba como si fuese la última mujer que tuviera, la embestía fuerte, la cogía del cuello, le daba nalgadas, le comía las tetas y la boca... era todo un espectáculo. Ella estaba cachondísima, gritaba como loca y flipaba con la energía de ese hombre que parecía no tener límite. Esperaba a cada bajada de ritmo para agarrarle la polla a Ramón y besarse con él. De repente, empecé a ver su polla con un rastro blanco y antes siquiera de darme cuenta escucho el largo y grave gemido de Antonio corriéndose dentro de mi novia.

«No puede ser, qué hijo de puta...», pensé. Ni siquiera se esforzó por evitarlo, como si de verdad quisiera preñarla. Pero lo peor de todo fue la nula reacción negativa por parte de Andrea. A mí me hizo ponerme condón mucho tiempo y jamás me permitió acabar dentro porque no quería ser madre antes de tiempo. Pero con ese cabrón, era irreconocible, como si le gustara. Tras correrse dentro de ella, bajó a mi novia y se quedaron ambos en el sofá tomando un suspiro, aún besándose. Entonces el muy cabrón me mira riéndose y sin decir una palabra, la abre de piernas y la adelanta hacia mí para que yo viera cómo le salía el semen de la vagina, incluso tocándola para que soltara más. Joder, parecía como si ese cabrón no hubiera follado en años, la había inundado de un semen muy blanco y espeso que salía a borbotones de su coño y bajaba hacia su ano. Mientras el corneador me lo mostraba, Andrea me miraba risueña, sin ningún atisbo de preocupación, hasta como con cierto orgullo. Antonio se levantó y se fue a la cocina a coger lo que teníamos en la nevera. Pero Andrea no pudo tener un descanso, Ramón estaba esperando ansioso su turno con la polla durísima. La agarró bruscamente y la puso a cuatro patas en el sofá con la cabeza hacia el respaldo del asiento, la espalda arqueada y las nalgas hacia arriba entregando su coño mientras él estaba de pie. Le empezó a hundir su enorme polla lentamente y mi novia gemía de nuevo excitada. Joder, primero me intimida, después me humilla y ahora se está follando a mi novia también, me jodía más que él se saliera con la suya, lo odiaba a muerte. Pero me tocaba ver lo inevitable y, la verdad, estaba siendo impresionante. Ramón empezó con embestidas fuertes e intensas, pero lentas mientras le tocaba la espalda y le palpaba las nalgas.

—No te imaginas las ganas que te tenía, zorrilla tatuada... —dijo mientras le soltaba una nalgada fuerte.

—¿Sí? Pues fóllame —respondió Andrea sacudiendo el culo y mirándolo de reojo con una sonrisa atrevida.

—¿Ah sí? ¿Delante del pringao de tu novio?

—Hmmmm sí delante del pringao de mi novio —respondió Andrea sensualmente dejándome totalmente boquiabierto.

Se ve que eso a Ramón lo puso muy cachondo porque, de repente, le cogió los brazos, se los puso en la espalda inmovilizándola y acto seguido la agarró del pelo quedando en él el todo peso de su torso. Me miró con unos ojos de loco y empezó a follarse a mi novia muy fuerte. Pero cuando digo muy fuerte era algo exagerado; la tenía agarrada firme del cabello, le pegaba unas nalgadas durísimas y la embestía de una manera que sacudía todo el sofá. Ella gritaba como poseída, sus ojos pasaban de muy abiertos a entrecerrados mientras apretaba las manos y mordía el sofá. Nunca se la habían follado tan fuerte y yo nunca había visto un sexo tan duro y salvaje, realmente pensaba que le estaba haciendo daño. De repente, Andrea hizo un pequeño silencio y acto seguido se rompió en un BRUTAL ORGASMO que duró un montón de segundos. Gritaba con todas sus fuerzas y las piernas le temblaban como si se estuviera electrocutando. Golpeaba en las caderas de Ramón para sacársela, pero éste, en vez de sacarla, la agarró de las caderas, se la metió al máximo y la mantuvo ahí hasta que mi novia terminó de correrse, lo que hizo que ella enloqueciera más aún. Dios santo, nunca la había visto tener un orgasmo tan fuerte y duradero que la hiciera temblar, ni sabía que algo así se podía. Joder, me sentía viendo una peli porno, solo que a la que se estaban follando era a mi novia. Ramón, sin embargo, no se detuvo y siguió dándole.

—¿Quieres que te llene de leche delante de tu novio? —le preguntaba el muy sinvergüenza mientras la giraba para que me mirara a la cara.

—Oh sí lléname por favor. —le respondía Andrea apretando la mandíbula y mirándome con una cara de puta total. No me estaba creyendo lo que veía, jamás la había visto en ese estado. Parecía otra, es que no la reconocía.

Ramón empezó a embestirla cada vez más y más fuerte. El ritmo era igual de brutal que antes cuando escucho a Ramón soltar un gemido fuerte, parecía un toro enloquecido y acto seguido, se corrió dentro de la vagina de mi novia. Ella sonreía mientras gritaba, la muy cabrona estaba disfrutando que se lo soltara dentro. ¿Dónde estaban todos los discursitos que me daba de lo peligroso que es hacerlo sin condón y que ella no quería un embarazo indeseado cuando yo le pedía no usarlo? Sin duda, esta no era la Andrea que yo conocía...

Ramón se quedó un rato entre besos con ella y luego se echó a un lado. Todo parecía haber acabado pero ni de coña. Antonio estaba de nuevo con la polla dura dirigiéndose hacia ella. Pero para sorpresa de todos, Andrea se levantó e intentó empujar al corneador para que sentara en el sofá. Él se sentó sorprendido y ella se puso en cuatro al lado suya en el sofá, le agarró la polla y empezó a masajeársela mientras lo besaba. Pero lo impactante no fue eso, sino que ella se puso en cuatro de espaldas a mí y muy cerca, tanto que su pie casi me tocaba la pierna y su culo estaba a menos de un metro de mí, en primer plano. Me quedé impactado viéndolo: Tenía las nalgas rojas de tantas cachetadas, su precioso coño estaba rojizo, destrozado y agujereado mientras el semen del corneador no paraba de salir a borbotones burbujeantes, una parte se le escurría por los muslos y otra caía en gotas gordas en el sofá. La tenía tan cerca que hasta sentía su olor. Encima el cabrón de Antonio al ver lo embobado que estaba viéndolo, estiró su mano por debajo de ella y empezó a meterle dos dedos en el coño y a frotarle el clítoris para que saliera toda la blanca y espesa lefa mientras me miraba riendo.

Cuando me di cuenta, vi algo de lo que no me hubiera esperado ni de coña. Mi novia le estaba comiendo la polla al corneador. O sea, no es raro pero sí raro en ella. Andrea no es fan del sexo oral, si a penas le gusta que se lo hagan, hacerlo le gusta menos. Muchas veces me manifestó que tocarla le gusta, pero chuparla le daba asco y como, la verdad que, yo tampoco disfruto tanto que me lo hagan, pues la comprendí y no se lo pedí nunca. Pero ahí estaba ella, chupándosela a un desconocido y encima por propia iniciativa. La saboreaba entera, la lamía e intentaba tragarla toda mientras gemía como una auténtica puta.

—¿Ves que a tu Andreíta sí le gusta chuparla? Solo hacía falta ponerle una buena polla delante y no tu gusanito jajajajaja—rio el cabrón de Antonio. Me preguntaba cómo sabía eso y entonces entendí por qué los corneadores me pidieron tantísima información por Whatsapp. —Apártate de aquí, puto cornudo. Solo molestas. —me ordenó mientras cogía a mi novia y la tumbaba donde yo estaba supongo porque era más espacioso.

—Jajajaja chaval coge una silla y siéntate en frente de ellos. Cerca pero sin molestar. No te puedes perder la follada que le estamos dando a la chica de la que estás tan enamorado jajajajaja. —se burlaba el maldito insoportable de Ramón.

Antonio la tumbó de lado y se colocó detrás de ella de modo que Andrea quedaba enfrente de mí. Se la metió y empezó a follarla muy dulcemente; con penetraciones lentas mientras la besaba y le tocaba las tetas. En esa posición, se veía perfectamente la polla del corneador salir y entrar de la vagina de mi novia. Joder ella estaba preciosa y sexy. Toda sudada, con las mejillas rojizas, los labios muy rojos e hinchados, los pezones duros y el pelo desordenado. Sentía unas enormes ganas de tocarla, me daba igual ya si otros se la estaban follando también, solo quería tocar a la mujer que amo. Pero no, no podía hacerlo. La tenía a un metro y no podía porque esos cabrones me harían daño. Tenía que soportar viéndolo todo sin poder hacer nada más que pajearme y oler sus bragas.

—¿Este tatuaje es por el inútil de tu novio o nos lo dedicas a nosotros? —le preguntó Antonio señalando el pequeño corazón flechado que mi novia se tatuó en la barriga por nuestro aniversario y con el que tanto amor me demostró.

—A vosotros, a vosotros... —repetía ella entre gemidos.

—¿Ves chaval? Te ilusionaste para nada jajajaja.

Yo ya no sabía cómo reaccionar, simplemente callaba y asentía la cabeza mientras seguía tocándome observando la escena. El corneador empezó a embestirla fuerte y, al rato, deslizó su mano entre sus piernas y empezó a frotarle el clítoris a mi novia. Ella se estaba volviendo loca recibiendo por el coño a la vez que le tocaba fuerte y rápido el clítoris. Le decía que parara e intentaba apartarle la mano, pero él no lo hacía. Le metía la polla más fuerte y su mano se movía más rápido. Finalmente Andrea no aguantó más y EXPLOTÓ EN UN TREMENDO ORGASMO. El cabrón no paraba y ella se retorcía y lo golpeaba mientras gritaba y los ojos los tenía totalmente perdidos. Joder, ¿qué manera de follar era esta? A penas se pudo quedar unos segundos tumbada recuperándose cuando Ramón se levantó, la cogió por los aires como si de una muñeca se tratase y la pegó a él cara a cara. Se acercó a mí con ella en brazos y le levantó las piernas acercando su coño a su polla.

—Chaval, ahora es tu momento de no ser un inútil. Cógeme la polla y métela en el chochito de tu novia. Si te portas bien igual te llevas un premio jajajajajaja. —rio el muy hijo de la gran puta de Ramón.

¿Cómo demonios iba a hacer eso? Nunca he visto ni tocado otra polla que no fuese la mía, me moría del asco solo de tenerla cerca como para encima tocarla. Eso era vomitivo, estos cabrones se pasaban.

—Venga cariño, que no es tan difícil. —se quejó Andrea mientras meneaba sus caderas buscando deseosa la polla del corneador.

«¡¿QUÉE?! ¿Cómo ella me está diciendo esto? No es posible. ¿Acaso me ha perdido el respeto? ¿Por qué actúa como ellos?», pensaba mientras me sentía muy traicionado.

—Jajajajaja ya has escuchado a tu novia, cornudo. Que no tenga que repetírtelo. —sentenciaba Ramón orgulloso por las palabras de ella.

No me quedó otra, tragué todo mi orgullo e hice lo que no pensé que haría nunca. Extendí mi mano y le cogí la polla al corneador. Era enorme, pesada, caliente, babosa y se notaba al tacto el relieve de sus venas. Joder, solo de recordarlo me dan arcadas. La introduje en la vagina de mi novia lo antes posible para poder soltarla. Tras felicitarme de forma burlona, empezó a follarla ahí mismo, de pie sujetándola en brazos y en frente de mí para que viera de cerca. A mí me faltaba tela para poder limpiarme la mano, la tenía húmeda y con lo que probablemente sería semen y flujos vaginales de Andrea. Me moría del asco. El muy hijo de puta de Ramón se la follaba durísimo a pesar de tenerla en peso. Se notaba lo mucho que estaban gozándolo ambos. Sobre todo él que se puso las piernas de ella sobre los hombros inclinándola más todavía, pero pudiendo así penetrarla con mucha más fuerza. Sonaba un tremendo “PLA PLA PLA” en mi cara con cada embestida. Le daba muy fuerte y con muchas ganas a pesar de que la sujetaba en fuerza. ¿Ese cabrón no se cansaba? ¿Cómo tenía tanta potencia? Los gritos de mi novia eran ensordecedores, lo cual indicaba otro FUERTE ORGASMO en camino. Se corrió como loca en los brazos del corneador.

Ramón se quedó con ella en el sofá morreándose cuando veo que Antonio se levanta y se coloca detrás de mí. Entonces coge la silla en la que estoy sentado y la levanta en peso junto conmigo colocándome unos metros más hacia el centro del sofá. Joder, me asusté como nunca. ¿Cómo podía ese tío levantarme si peso 75 kg? Pensaba que me iba a hacer algo, el corazón me latía a mil.

—Atento chaval. Te voy a enseñar cómo se folla de verdad a una mujer. Qué pena que lo haga justo con la que decías querer formar una familia jajajaja. —me dijo el muy cabrón.

Antonio se tumbó en el sofá, cogió a mi novia y la puso encima de él pero dándole la espalda a él y la cara a mí. Ella me miraba totalmente cachonda e irreconocible, estaba sudada y con el pelo desordenado. Él la volvió a penetrar y dejó que ella lo cabalgara un rato. Después, le levantó las piernas para que quedaran suspendidas en el aire y su espalda baja se pegara a su barriga mientras el peso recaía en las manos que mi novia tenía sobre su pecho y sin perder la penetración. Es algo difícil de explicar esa posición. Yo nunca las he hecho y mi novia tampoco las conocía. Por eso flipaba y gemía tanto mientras el cabrón la bombeaba fuerte y rápidamente. De repente, paró y dijo:

—Bueno Felipito, aquí tienes tu recompensa por ser un buen sumiso obediente. Te permitimos que le beses los lindos pies a tu novia mientras me la follo. Si le tocas algo más que los pies, acabarás lamiendo lefa. Avisado quedas.

Joder, no sabía cómo encajar eso. Por una parte me alegraba muchísimo poder tocar a mi novia, pero por otra me daba miedo lo segundo que dijo. Me levanté, le cogí el pie izquierdo a mi novia y empecé a besarlo. Aunque sus pies son muy bonitos, sexys y cuidados, no son mi parte favorita de su cuerpo pero en esas circunstancias, que estaba tan cachondísimo era lo único que tenía de ella y me gustaba mucho. Se lo besaba desde la suela hasta el tobillo y me pajeaba sintiéndolo. Por lo visto, a Andrea le estaba dando mucho morbo eso porque me miraba con cara de viciosa y ella misma me metía los dedos en la boca y se mordía los labios viéndolo mientras el corneador no paraba de follarla. De repente, le levantó más aún las piernas a mi novia y le pasó los brazos por detrás de la nuca en la posición que ahora sé que se llama “full nelson”. Después de ponerla así, empezó a bombearla muy duro y rápido tomando todo esto por sorpresa a Andrea haciéndola gritar como nunca. Yo no me explicaba cómo tenía fuerza para soportarla en brazos y cómo la tenía tan larga como para que no se le saliera en esa posición. Ese ritmo tan fuerte casi hace que toque a mi novia en otro lugar sin querer, pero no pasó, fui muy cauteloso mientras seguía con sus pies. Se los besaba, lamía y chupaba aprovechando al máximo lo poco que tenía de ella, parecía un puto fetichista. Yo no aguanté más y me acabé corriendo de placer. Realmente ya me había corrido varias veces estando sentado, pero esta era la primera en la que me daba cuenta de ello. Es que ese día experimenté lo que nunca en mi vida: estaba tan atónito y petrificado viendo cómo los corneadores se follaban a mi novia que me había corrido varias veces y ni siquiera me di cuenta, solo veía después las manchas en mi pantalón. Seguía teniendo la polla dura y me pajeaba todo el rato, no estaba atento a mí mismo. Ese último sí lo sentí muy fuerte quizá porque tocaba a mi novia o quizá porque, por primera vez, participaba. No lo sé, pero ojalá no lo hubiera hecho porque eso no les gustó nada a los corneadores y se escandalizaron. Antonio no se detuvo, pero Ramón vino hacia mí muy enfadado, me cogió fuerte del cuello con su enorme mano y me sentó de nuevo en la silla.

—¡¿Pero tú quién coño te crees que eres para soltar tan cerca de nosotros tu inútil y vacío semen, niñato engreído?! —me gritaba Ramón mientras me tenía agarrado del cuello. Yo estaba totalmente aterrorizado, no había sentido nunca tanto miedo. Pedía perdón constantemente esperando a que me soltara, que aunque no me estaba ahogando, sí me daba mucho miedo. Dios mío, aquello ya se había pasado de madres, esto ya era violencia. Ahora sí mi novia no podía tolerar tal acto y esto debía acab...

—OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH... —se corrió como nunca Andrea mientras miraba con unos ojos llenos de lascivia cómo el otro corneador me avasallaba. A lo que, entre risas, Ramón me soltó ordenándome que no vuelva a levantarme de esa silla.

Joder, yo estaba en una mezcla de sensaciones super rara. Por una parte estaba aterrorizado, tenía miedo de volver a enfadar a esos dos malditos matones. Por otra parte, estaba con el orgullo por los suelos. Se estaban follando a la mujer que amo, a mi amor y encima ella se corría viendo cómo me trataban mal. Joder, pero por otra parte estaba con la polla durísima como una piedra.

Antonio le seguía dando fuerte a pesar del que ahora sé que fue el SEXTO ORGASMO de Andrea, aunque en el momento simplemente perdimos la cuenta. Joder, yo sabía que mi novia era multiorgásmica, pero no sabía que tanto. El sexo conmigo nunca había sido malo, yo siempre intentaba que tuviera un orgasmo también y la gran mayoría de veces era así. Incluso varias veces llegó a tener dos y mi fantasía era sacarle 3 orgasmos en una noche, ya que nunca vivió eso. Pero esto era descomunal, los corneadores ya la habían hecho correrse 6 veces y encima muy fuerte al punto de dejarla temblando. Antonio, por lo visto, tenía intenciones de volver a correrse en esa posición de la que tanto alardeaba, ya que no paró y siguió igual de potente, pero Andrea ya estaba destrozada, se veía que no podía más. Respiraba como después de un maratón y estaba rojísima. Les dijo a los corneadores que no podía más, que le escocía y le dolía el coño, que ella ya no aguantaba más. Ambos se rieron y Antonio la bajó dejándola en el sofá, pero sin darle ningún descanso, ya que la puso a chupar. A pesar de su cansancio, se la chupaba con muchas ansias. Se la pajeaba mientras le comía los huevos y le daba besos alrededor y se la lamía. Luego se la metía en la boca y la mamaba enérgicamente, el cabrón estaba con una brutal cara de gusto gozándolo. Esta vez sí pude verlo bien y, joder, le estaba haciendo una mamada muy intensa, como si quisiera que el corneador se corriera en su boca. Al menos sabíamos que con esto, ya se había acabado toda esta locura.

Pero para desgracia de nosotros, Ramón se puso detrás de ella, le soltó un escupitajo de saliva que bañó todo su sexo y comenzó a frotarle el clítoris rápidamente mientras ponía especial énfasis en su ano. Y no sería nada raro si no fuera porque al rato intentó introducirle un poco uno de sus gruesos dedos en el culo. Andrea se alarmó mientras soltaba sus gemidos ahogados en el trozaco de carne del otro corneador. Ella nunca había tenido nada anal porque le dolía y aparte decía que eso para ella no es sexo y no lo disfruta. Yo, por mi parte, tampoco. Siempre se me hizo un poco asqueroso ese tema y no le tuve mucho interés. Lo máximo que llegaba a hacerle era tocarle el ano por encima mientras teníamos sexo, pero nada de meterlo. Y todo esto, los corneadores lo sabían perfectamente por las tantas preguntas que me hacían por el grupo mientras veían sus fotos-

—Chaval hoy tienes mucha suerte. Guárdate esa vergüenza de polla y ven aquí que tienes trabajo que hacer. —me ordenó Ramón y yo lo obedecí acercándome a ellos. —Cómele el ojete a tu novia y métele la lengua lo más profundo. Si lo haces bien, tal vez te perdonemos por el atrevimiento de antes jajaja.

Andrea, (que seguía comíendole la polla al otro corneador) al escuchar eso, cerró las nalgas, pero una fuerte cachetada de Ramón sobre ellas hizo que las volviera a abrir incluso se levantó poniéndose en cuatro dejando su ano a mi disposición. Joder, yo estaba de lo más raro. Por una parte me sentía afortunado y muy excitado por poder acercarme a las partes íntimas de mi novia. Aunque por otra, veía lo tremendamente usada que estaba. Las nalgas rojas, el chocho reventado, sudor y restos blancos de lefa por todas partes. Conforme me acercaba notaba el fuerte olor de toda esa combinación de fluidos. Pero me quité cualquier asco de la mente y me dejé llevar. Empecé a lamerle el ano por encima a mi novia. Ella reaccionó con un gemido ahogado sin descuidar la polla de Antonio. Obedecí a los corneadores y le metí la lengua en el ano todo lo que alcanzaba. Nunca había hecho algo así y la verdad que el sabor, aunque extraño y rugoso, era agradable. La sacaba y metía lo más que podía, con la esperanza de que le gustara y mi novia gozara algo conmigo también. Aunque realmente todos sus gemidos venían de cómo Ramón le golpeaba el clítoris. Finalmente, me dijo que era suficiente y me ordenó que me sentara de vuelta. Entonces, empezó a meterle un dedo en el ano a mi novia. Poco a poco, hasta que lo introdujo entero y una vez ahí, empezó meterlo y sacarlo frenéticamente. A ella nunca le habían hecho eso y hacía muecas de dolor, pero a la vez gemía de placer. El cabrón aumentó la apuesta y le empezó a meter dos dedos. Andrea, visiblemente dolida, le intentaba parar la mano, pero él seguía y seguía penetrándola fortísimo. De repente, Ramón se levantó puso su polla a la altura de las nalgas de ella.

—Ufff niña, te voy a desvirgar el culo delante de tu novio. —dijo Ramón muy cachondo.

—No por favor. Me duele mucho por ahí. —le insistió Andrea girándose hacia él. Acto seguido, Antonio la agarró del pelo y le soltó una palmada en la cara. No muy fuerte, pero sí lo suficiente para que ella se quedara de piedra al sentirla. La verdad no sé cómo le sentó porque aunque parecía asustada, se mordía el labio y lo miraba cachonda.

—Sigue chupando, zorrilla. Tú no decides. —dijo Antonio mientras la ponía a que siguiera mamándosela.

Yo estaba sorprendido por esa demostración de fuerza, estaban tratando mal a mi novia y yo no podía hacer nada. Andrea no dijo nada más y siguió con la mamada. Ramón acercó su enorme trozo de carne y le dio varios golpecitos con él por la vulva y el clítoris. Acto seguido, punteó su polla en la entrada del ano y empezó a empujar lentamente. Joder, parecía imposible, pero la punta le estaba entrando y se estaba colando casi hasta la mitad. Mi novia chillaba por el dolor y golpeaba con todas sus fuerzas al corneador en las caderas, pero éste hacía caso omiso y el otro no la dejaba que separara la boca de su polla. Pero ella se separó y miró a Antonio rogándole que parara, pero éste solo sonrió y la puso a que siguiera chupando. Joder, la polla de Ramón estaba más de la mitad metida y empezó a bombearla con unas ganas tremendas. Andrea gritaba como loca, con muecas de dolor, pero gemidos de placer y Ramón gemía también. Yo me pajeaba a tope viendo lo que solo en vídeos porno había visto. Joder, se la estaban follando por el culo y encima a ella parecía gustarle, esto era de no creer. El corneador se vino arriba y la agarró del cabello separándola de la polla del otro y aumentó brutalmente las embestidas. Parecía un puto animal descontrolado y ella gritaba a pleno pulmón, con los ojos entreabiertos y la saliva cayéndole por la boca.

—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH... —el orgasmo fue BRUTAL. Andrea estaba totalmente perdida, todo el cuerpo le temblaba involuntariamente, a penas podía soltar algún sonido más. Quedó tumbada bocabajo en el sofá, totalmente inmóvil y respirando muy fuerte.

—Ufff, casi me corro también. —soltó Ramón mientras se tocaba la polla. —Pruébalo, ya verás qué apretado lo tiene. Vamos a follarla entre los dos delante del niñato jajaja.

Ramón cogió a mi novia en brazos cara a cara con él igual que la otra vez y volvió a ponerse en lateral en frente de mí. Andrea, que aún no había recobrado bien el aliento, le decía al corneador en un tono tierno y sensual que no puede más, que le duele todo mientras le daba besos, pero éste hizo caso omiso. Antonio se acercó por detrás de ella.

—¿A qué esperas, inútil?

No hizo falta que dieran más detalles para saber qué querían. Me guardé la mía y con todo el asco de mundo, le cogí la polla a Ramón, se la introduje en la vagina a mi novia y él empezó a penetrar su agotado coño. Luego tuve que cogerle la polla a Antonio y pff, otra vez me dan arcadas de recordar ese tacto. Se la acerqué al ano de ella y él empujó. Andrea estaba flipando en colores sintiendo dos enormes pollas dentro de ella. Uno la follaba por el coño y otro por el culo. Yo veía la brutal escena y no me lo creía, sus pollas entraban y salían a ritmo disparejo y eran tan grandes que casi parecía que se juntaban.

—Uff muy bien chaval, buen trabajo. Puedes besarle los pies a tu chica mientras la follamos. —dijo Ramón entre risa y gemidos.

Yo obedecí y comencé a disfrutar de los pies de mi novia, se los besaba, chupaba y lamía. Ambos empezaron a follarla fuerte. Uno la bombeaba por el ano a un ritmo rápido y enérgico mientras él también gemía mucho. El otro la embestía fuerte e intenso por la vagina. Andrea se agarraba con cada brazo al cuello de ambos mientras gritaba, sonreía y buscaba besarse con cada uno. Ambos aumentaron el ritmo y empezaron a follársela al máximo que podían. Los tres gemían, pero ella gritaba como una poseída total. Antonio fue el primero en caer, no resistió más y se corrió brutalmente llenándole el ano de semen. Aunque gemía como un gorila, no se detuvo y siguió bombeándola. Su polla estaba blanca y gotas enormes de lefa caían al suelo. La siguiente fue mi novia, gritaba a tope y, de repente, hizo un pequeño silencio ahogado. Acto seguido EXPLOTÓ EN UN OCTAVO Y BRUTAL ORGASMO que retumbó en todo el salón. Con la cabeza sobre el pecho del corneador, todo su cuerpo vibraba y las piernas le temblaban tanto que se me escapó su pie de las manos. Ambos no paraban de follarla mientras gemían como monos y se ve que a Ramón lo puso más cachondo su orgasmo porque él también acabó corriéndose dentro de ella y gozándolo a tope. Al sacar sus pollas chorreando, miré el suelo y joder, había un puto charco de leche.

Los tres se quedaron en el sofá para recobrar el aliento y Andrea no dejaba de estar abrazada a Antonio, como si él fuese su novio en vez de serlo yo. Finalmente, los corneadores se levantaron y comenzaron a vestirse mientras mi novia se quedó totalmente dormida en el sofá. Se vistieron y ambos se acercaron a mí.

—Qué buena novia tienes, chaval. Toda tuya, disfrútala jajajaja. —Me dijo Antonio mientras me daba palmadas en la espalda.

—Nunca olvidaréis este día jajaja. —rio Ramón. —Y esto nos lo llevamos de recuerdo. —dijo mientras recogía la camiseta, los leggings de mi novia y me quitaba a mí las bragas de las manos.

—Los calzoncillos se quedan aquí para que sepáis qué machos mandan en esta casa jajajaja. —añadió Antonio. Yo no dije nada y ambos se fueron.

De repente, todo el salón quedó en silencio y vacío. Todo era surrealista. Yo sentado en la silla con los calzoncillos de los corneadores en las manos. Viendo el sofá que estaba hecho una porquería, lleno de semen, sudor y mojado por todas partes. Sobre él dormía Andrea. La misma Andrea que conocí en clase y me cautivó a la primera con su sonrisa. Empecé a recordar nuestra primera cita, la primera vez la besé, nuestros momentos felices. Y de repente la veía ahí, dormida profundamente en posición fetal, después de que esos hijos de puta se la follaran por todas partes y la hicieran correrse ocho veces. Una parte de mí quería llorar, pero otra parte aún seguía muy caliente. Tenía unas ganas enormes de tocarla ahora que podía. Me acerqué y me senté detrás de ella. Veía cómo le chorreaban lentamente ríos de semen tanto del chocho, que estaba rojísimo e hinchado, como del ano que lo tenía rojo y agujereado. Al notar que me senté, Andrea se lanza de repente a abrazarme aunque medio dormida y con los ojos cerrados diciéndome lo mucho que me ama y que soy lo mejor que le ha pasado en la vida. Quería besarme y yo besarla, pero, joder, le apestaba la boca a polla. Se quedó dormida en mis brazos así que la tumbé y me hice una paja sobre ella. Viéndola y recordando todo lo sucedido, los orgasmos, las posiciones, sus pollas entrando y saliendo hipnóticamente... Pfffff me acabé corriendo a tope soltándoselo todo encima aunque ella ni cuenta se dio.

La dejé ahí y me fui al dormitorio. Esa noche no pude pegar ojo.

¿QUÉ OS HA PARECIDO MI EXPERIENCIA? ¿QUÉ SITUACIÓN O PARTES OS HAN RESULTADO MÁS MORBOSAS? Me lo podéis decir aquí en los comentarios o por privado, respondo al momento. Me vendrían bien vuestras opiniones ya que dudé mucho de si empezar a contar o no mi experiencia.
Que envidia, ojala lo pudiera vivirlo yo
 
Y que paso después? cuenta ........,no sacaron fotos ,que dijo ella despues ,desperto su lado de puta y pidio mas ,que comentaron en ese foro ,no quisieron mas gente, ir a follarsela ,situaciones mas salvajes ,entre 10,20 ,30 o todos los de ese foro ? ,cuenta .
 
Tengo sensaciones contradictorias. Por un lado, la historia es brutal. Por otro lado, lo que describe es una violación, por lo menos la primera mitad, y eso me da mal rollo.

Una cosa es la fantasía y el rol de corneador dominante y otra muy distinta lo descrito en la primera mitad del relato.
 
Ciertamente el relato está muy bien escrito y refleja un comportamiento animal por parte de los corneadores.
Lo que digo es que si de verdad eso ha ocurrido, el que sea un hecho real hace que no pueda disfrutar del relato.
 
Y que paso después? cuenta ........,no sacaron fotos ,que dijo ella despues ,desperto su lado de puta y pidio mas ,que comentaron en ese foro ,no quisieron mas gente, ir a follarsela ,situaciones mas salvajes ,entre 10,20 ,30 o todos los de ese foro ? ,cuenta .
Jaja vale tranquilo. Podéis preguntarme lo que sea y yo os respondo encantado.

No, no sacaron fotos que yo sepa. Cuando se fueron, vi que enviaron una foto al grupo con las bragas de mi novia en la mano a modo de "lo hemos conseguido" pero nada más en cuanto a fotos. Leer el grupo, la verdad que me decepcionó porque imagínate, estaba en la cama sin poder dormir viendo como aquellos que fueron tan amables conmigo en su momento y me hacían sentir especial a cambio de fotos de mi novia, ahora se reían y burlaban de mí por lo sucedido. Uno de ellos me caía super bien y ahora me llamaba tonto, pringao y cornudo.

Cualquier duda que tengas, me lo dices.
 
Tengo sensaciones contradictorias. Por un lado, la historia es brutal. Por otro lado, lo que describe es una violación, por lo menos la primera mitad, y eso me da mal rollo.

Una cosa es la fantasía y el rol de corneador dominante y otra muy distinta lo descrito en la primera mitad del relato.
La verdad que yo también lo pensé y tuve ese dilema pero mi novia no me dijo en ningún momento haberse sentido violada.
 
Muchas gracias, eres un grande.
 
Última edición por un moderador:
Ciertamente el relato está muy bien escrito y refleja un comportamiento animal por parte de los corneadores.
Lo que digo es que si de verdad eso ha ocurrido, el que sea un hecho real hace que no pueda disfrutar del relato.
Jajajaja eres bien exigente tú eeh. Bueno pues cada quién con sus gusto. Gracias por leerlo igualmente. Un abrazo.
 
No te lo recomiendo, sinceramente. Aquí se ve muy morboso y tal pero eso tiene consecuencias. Lo que digo es que mientras puedas evitar meterte en estos dilemas y tener una vida normal, mejor.
No seas tonto y disfruta de lo que te ha ofrecido la vida...una experiencia cuckold avanzada, muchos no llegan a ese nivel después de años, tu eres un cornudo vocacional y si no, ya te darás cuenta.

Quizás deberías, es cierto..., haber empezado por un nivel inferior, pero lo que has vivido no tiene precio en el ambiente Cuck.
 
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