Dos Hermanas

Loli no es buena opción, ya ha demostrado que es infiel a su marido
No puedo estar mas de acuerdo. Ese coste, Loli, lo tiene Rocio asumido, amortizado y sazonado por los celos, detonante de lo que ha venido después.
Como buena diosa diva Rocío quiere llevar las riendas y alimentar el ego. Los costes están por ver: sus hijos, familia, entorno, trabajo. Como buena calculadora cree que la menopausia acabará con su poder, su capital sexual se vería depreciado. Son creencias erróneas... se sigue jugando en otra liga, liga en la que Rocío se resiste a jugar.
La separación es una decisión sabia y mas que puede serlo si es capaz de devolver el golpe, al fin y al cabo es lo que ha hecho Rocío. El camino a la perdición sería enamorarse de Loli, marioneta de su hermana, quien muy posible mueva los hilos en la sombra.
¿Es recomendable la vendeta? Rocío no se va a quedar de brazos cruzados....es la Reina Sol... y Loli su gran sumisa aliada
 
También me asaltó otra, no menos importante.

¿Está Loli enamorada de mí?

Una semana más tarde había comenzado a vivir en un piso en el centro de nuestra ciudad. Era parte de la herencia de mi padre, que habíamos tenido cerrado desde hacía un tiempo y que, providencialmente, estaba en condiciones de ser habitado de inmediato.

Estaba en condiciones porque no soy -no he sido nunca- especialmente caprichoso con la decoración y mobiliario de las viviendas. Nunca me he ocupado de ello y hacerlo supera mis capacidades.

Es curioso, después de tantos años dejando en manos de otra persona esos aspectos de la intendencia común, volver a tener la necesidad de ocuparse de ello puede ser tremendamente estresante.

Al cabo de un mes el piso ya resultaba acogedor, y el esfuerzo por conseguirlo había sido intenso. Tal vez la intensidad con la que abordaba la adecuación del espacio era una forma de fuga, una especia de huida de mi realidad inmediata y, muy especialmente, una forma de dejar de pensar en Rocío.

Me consumía por dentro imaginarla en su nueva actitud vital, llevando a cabo su propósito libertino y promiscuo, estableciendo relaciones con un buen número de nuevos amantes o, casi peor, encoñada con aquel otro nuevo del que me había hablado.

Tuve mucho empeño en establecer rutinas de relación con mis hijos, manteniendo la costumbre de acompañar al mayor cada fin de semana a sus competiciones deportivas y la de recoger a salida del colegio, al menos dos tardes a la semana, a la pequeña, para pasar un par de horas con ella y llevarla a casa tras merendar y conversar sobre todo aquello que quisiéramos.

Mis hijos me trasladaban una sensación de absoluta normalidad, excepto por mi ausencia, en la vida cotidiana en el que hasta hacía poco era mi hogar. No es que los interrogara, pero sólo con los comentarios sobre sus actividades era posible llegar a esa percepción de normalidad pues, habituados durante toda la vida a estar viviendo en común con ambos, no mantenían reserva ninguna y comentaban abiertamente sobre los aspectos más comunes de su vida, en la que normalmente estaba presente su madre. Y su prima.

Y su tía.

Con Rocío la relación se limitaba a los aspectos de intendencia común, Parece mentira, la cantidad de cosas que te unen a la pareja más allá de los hijos y de la cama. Multitud de contratos, cuotas, cuentas… un entramado complejo para deshacer. Y sobre todo engorroso.

Y parece mentira también la cantidad ingente de cosas que acumulamos sin darnos cuenta. Tarde un mes en acabar de trasladar todos los objetos personales, ropa, libros, discos y resto de cachivaches que tenía en casa.

Más difícil resultó con mi madre, que no entendía lo sucedido y, como buena madre en una demostración de cariño incondicional, atribuyó la situación a la perversa naturaleza de aquella andaluza mosquita muerta…

En el trabajo, en cambio, no fue nada difícil. Siempre hay, en todos los grupos humanos, una persona que se constituye en vehículo de la información hacia el resto. Es el llamado -o llamada- portera. Basta comentarle algo para que, en pocas horas, incluso en pocos minutos, el resto de su entorno quede completamente enterado, con pelos y señales, de aquello que como reservado y secreto se le dijo. Es útil siempre saber quién es, tanto para difundir lo que uno quiera, sin tomarse la molestia de explicarlo personalmente, como para hacer circular un bulo interesado, algo que parece -eso de hacer correr bulos- un deporte patrio, como ha tenido que explicar en estos días el Presidente del Gobierno.

Surtió efecto y por esta vez debo agradecerle al chismoso y chafardero el servicio prestado.

No estaba yo en aquellos momentos en condiciones de percibir sutilezas, de captar ligeros cambios en la forma de relacionarse de algunas personas tras conocer la noticia. Ahora, con cierta perspectiva y mayor serenidad, puedo recordar algunas sonrisas agradables, algunas miradas dulces, incluso algunas otras sugerentes, que pasaban por mi sin dejar huella ninguna, centrado en la digestión de mi nuevo estado.

En particular, el gesto de cariño sin palabras de una de nuestras letradas más brillantes, una excelente abogada de cuerpo menudo y proporcionado que, volviendo de realizar en los juzgados unas diligencias, me tomó del brazo y caminó a mi lado así cogida durante un buen trecho, sin cruzar más palabra, pero haciéndome notar el agradable roce de su pecho.

También, de todo hay, recibía miradas neutras que bien podían transformarse, ya sin mi presencia, en burla o regodeo en la desgracia ajena, que uno no nació ayer y sabe que la naturaleza humana es mezquina y hay quien, odiando en silencio a su jefe, goza con su infortunio.

Con Carlos quedé un par de veces, ambas a propuesta mía. Su escaso interés era muy evidente, y el contenido de los encuentros sin ninguna sustancia, sin comentarios más allá de lugares comunes en una conversación entre conocidos e, incluso, comentarios sobre la climatología. Decidí confiar en que la próxima vez fuera a propuesta suya… y hasta hoy no se ha producido.

Y con Loli.

Sí. Nos vimos.

Fui yo quien le propuso encontrarnos.

Quedamos en mi despacho… pero esta vez no estábamos solos. Era una tarde de diciembre, en plena actividad en esos días que parece que se acaba el mundo y no habrá mañana, con todo el personal atareado, yendo y viniendo, hablando, escribiendo… trabajando.

Todo el mundo conocía mi separación, y el parecido de Loli con Rocío, ya os lo dije, era muy grande salvo por la estatura. Muy probablemente interpretaron que la presencia de la hermana obedecía a una labor mediadora entre las partes de una relación rota.

Ordene a mi secre que nadie me molestara y nos encerramos en el despacho, ella en uno de los sillones llamados “confidente” frente a mi mesa de trabajo, yo en una especie de silla y trono muy clásico con el que, desde el parapeto de la mesa, impongo apariencia de autoridad a los clientes.

-Gracias por venir, Loli.

-No hay de qué… yo también quería verte.

Vestía un abrigo de color canela, largo, que convenía mucho a su delgadez. Debajo medias, una falda a pocos centímetros por encima de sus rodillas y un jersey de cuello alto. Todo negro para que el collar dorado que portaba por encima del jersey destacara en su sencillez y brillo.

Los zapatos negros y, como casi siempre, de tacón, altos…

-Estás muy guapa.

No pudo mantener la mirada. Sintió la necesidad de apartarla de mis ojos para seguir hablando conmigo.

-Juan… quiero pedirte perdón y no sé cómo hacerlo. Lo siento mucho, de verdad.

-No tienes por qué. Nada de esto es culpa tuya, no lo pienses ni por un momento- acerté a responder.

Seguía con aspecto compungido. Buscaba las palabras y se tomaba su tiempo para hablar.

-Bueno… creo que algo sí… mi hermana algo me dijo…

Estaba muy claro que había venido a lavar su conciencia. Buscaba mi perdón, que pronunciara aquellas palabras de descargo de su culpa, tal vez intentando seguir su vida familiar, fraternal y marital, sin el obstáculo de un recuerdo perturbador.

Siguiendo los esquemas sacramentales que tan profundamente le marcaron en la infancia, comenzó una narración a medio camino de la inculpación propia y de la justificación de sus actos, mezclando en ello las expresiones de profundo arrepentimiento y contrición.

No dejé que continuara. No dejé que llegara a la exposición del firme propósito de no volver a hacerlo, a la promesa solemne de enmienda. Alzándome de la silla, rodeé la mesa y la besé con fuerza, buscando su lengua, apretando con rabia mis labios en los suyos, sujetándole la nuca con una mano y, cuando se irguió para abrazarme, buscando con la otra debajo de su falda para frotar la palma entre sus piernas por encima de las medias panty.

Tuve la sensación de que su presencia allí era el cumplimiento de una penitencia impuesta por su hermana, y no quise seguirle el juego. Intuí que traía el mandato de expresar claramente su pesar y su firme decisión de no tener nunca más nada que ver conmigo... y decidí boicotear su misión.

Tardó en reaccionar. Dejó que la acariciara y la besara sin oponer resistencia, incluso mostrando con su boca una cierta acogida complaciente. Pero al final separó su cara, apartó ligeramente el cuerpo, frenando mi impulso.

-No, Juan… no debemos…

La mayoría de las personas, en las situaciones de estrés grave, no son capaces de seleccionar de forma consciente y meditada las palabras de sus mensajes espontáneos, de tal forma que con ellas pueden llegar a decir mucho más de lo que quieren decir.

Loli no dijo que no quería… tampoco que no podía…

El deber… era el deber lo que regía su negativa a aceptar mis caricias. Durante estos últimos años he conocido muy bien a Loli. Sé algunas claves para desvanecer su aparente firmeza, para disminuir su voluntad. Quise quebrantar su dedicación al deber.

Volví a besarla. Ahora rodeando con ambos brazos la cintura, dejando que ella misma decidiera qué hacer con sus propios brazos. En pocos segundos los suyos también me rodeaban, y la respuesta al beso era un mar de saliva en su boca, humedeciendo la mía para provocar todavía más mi deseo.

Convertido en un pulpo, le acaricié con desespero todo el cuerpo… de nuevo la entrepierna, el culo, los gigantes pezones por encima del jersey, la cabeza, enredando mis dedos en su pelo…

Busqué su espalda y se dejó hacer. Inclinada sobre la mesa de trabajo, con las piernas muy abiertas, rompí por la parte del sexo las medias panty y aparté unas ligeras braguitas que llevaba debajo y la penetré sin más.

Se dejó hacer sin rechistar. Me sentía potente y primitivo, cual guerrero que tomaba su recompensa tras una batalla, como conquistador que hace efectivo su botín de sexo sobre los vencidos, agarrando por la cintura aquella hembra y estampándome en su cuerpo en cada vaivén.

Pero no era una violación.

Ella colaboró balanceando el cuerpo atrás y adelante, para hacer coincidir su movimiento con el mío y provocar el choque de mi vientre en sus nalgas, de mi polla en el interior de su coño de labios inmensos y humedad desbordante.

Dejó ir, poco a poco, el gemido tan peculiar que le caracteriza, incrementando paulatinamente el volumen hasta tal punto que tuve que dedicarme a hacer lo posible por interrumpirlo, consciente de que en cualquier momento podía ser escuchado por el personal de mi despacho, algo que no deseaba que sucediera.

De dominante seguro y castigador pasé en un instante a hombre preocupado por mantener el prestigio y la autoridad en la empresa, procurando ahogar el gemido de mi amante visita familiar, lo que conseguí de forma casual pero efectiva, al introducir mis dedos en la boca de Loli, jugando con su lengua mientras ella los lamía, algo que le hacía abandonar su sonido tan especial.

Así follamos aquella tarde hasta corrernos ambos, ella desplomada sobre la mesa, por primera vez en nuestros encuentros en completo silencio, con la boca rellena de mis dedos y el sexo acogiendo mi verga, en unas sacudidas que me vaciaron en su interior y fueron paulatinamente aumentando hasta explotar de placer, para después disminuir hasta quedar totalmente quietos y notar un ligero hilo de semen deslizándose por sus piernas.

Rompió de nuevo el silencio cuando se la saqué, provocando un mayor caudal de semen desbordando de sus adentros.

-No ha estado bien, Juan… otra vez… no debemos hacerlo más… es un error.

Lo dijo sin moverse del sitio, con voz lastimera. En otra ocasión me hubiera provocado otros sentimientos. En ésta me sentí enfurecido, molesto… harto de que su reacción fuera de arrepentimiento instantáneo, pero después de haber perdido el oremus juntos. Estaba -y estoy- seguro de que en las anteriores ocasiones ese sentimiento de contrición inmediata le había llevado a la confesión de sus pecados ante su hermana, algo que había realizado sin perder tiempo, influida por la beata formación recibida en la infancia y la juventud, de tal forma que sentía la imperiosa necesidad de lavar sus pecados lo antes posible.

Tenía una presencia patética. Inclinada sobre la mesa, la falda remangada para dejar el culo al aire, el panty roto y las bragas bajadas hasta debajo de las nalgas, el jersey subido para dejar al aire las tetas, asomando por encima de un sujetador también fuera de sitio.

Me senté en mi sillón de representar poder, en la mesa de trabajo. Con los pantalones y los calzoncillos bajados mi imagen no debía ser mucho mejor que la suya.

-Ven aquí.

Tardó en reaccionar pero, como había supuesto, cumplió la orden.

Rodeó la mesa, lentamente, para colocarse a mi lado, de pie, mientras recomponía su ropa para colocarla de forma menos indecente.

-Chúpamela.

Puso cara de extrañeza, pero no contestó. Reiteré la orden.

-Chúpamela.

La mirada lo decía todo. Aquella Loli activa, algo dominante, rebelde y autosuficiente me miraba con aire dócil ante una orden tajante.

Lo hizo.

Engulló mi polla, una polla en ese momento floja, todavía empapada en los restos de semen y flujo de nuestra reciente follada.

No sé si lo habéis experimentado alguna vez… no hay mayor placer que el recibido cuando después de correrte, y todavía sin estar preparado para otro envite, tu hembra se dedica a prolongar las caricias, el placer, con suavidad y dulzura, acogiéndote en su boca con mucha, muchísima, saliva, lamiendo y sorbiendo con amor.

Quise dar una vuelta de tuerca más a la situación. Mientras seguía en su excelente misión la interpelé en voz alta.

-Dime qué eres, Loli.

Paró en sus movimientos, sin responder.

-Sigue haciendo lo que estás haciendo mientras piensas, no pares… pero contéstame qué eres.

Reanudó su tarea y tardó otros pocos segundos antes de contestar.

-No lo sé… ¿qué quieres que sea?

Respondí también de inmediato. La insulté conscientemente, con la intención de comprobar su reacción.

-Sigue chupando. Eres un putón verbenero que necesita ponerle los cuernos al cabrón de su marido y lo hace follándose al marido de su hermana.

Podía haber dicho cualquier otra cosa, pero me salió así. Grosero, soez.

El efecto me sorprendió. Emitió un ligero gruñido e intensificó su acción, acelerando los movimientos de entrada y salida de mi verga en su boca, y sorbiendo con mucha más fuerza cada vez.

No estaba yo preparado todavía para tanta intensidad, que me resultaba algo molesta, así que la interrumpí.

-Dímelo tú. Dime tú que eres lo que yo sé que eres.

Lo hizo. No eran las palabras exactas, pero era el mismo contenido. Sumisa y entregada, aceptó calificarse de forma tan ofensiva, involucrando a su marido -el yogurín cornudo-, a su hermana, traicionada, y a ella misma, en su caso repitiendo con exactitud los adjetivos.

Putón verbenero.

-Sigue chupando. Suave… con mucha saliva… ya sabes, esto no es sexo... lo dijo Clinton cuando se la chupaba la Lewinsky...

Estuvo un buen rato, hasta que tuve una sensación similar a un orgasmo, débil y muy corto, pero acreditativo de que había consumado la dominación de “la niña” en todo el recorrido que había podido mantener.

Mientras me subía los calzoncillos y el pantalón, le di una nueva orden.

-Dame el panty y las bragas. Quiero tener un recuerdo.

Lo hizo en silencio. Se descalzó, sacó las dos prendas por los pies y me las dejó sobre la mesa, sin atreverse a dármelas en mano.

-Vete.

Me miró de nuevo con gesto de Magdalena arrepentida, se puso el abrigo, bajó la cabeza y salió de mi despacho.

No he vuelto a estar con ella.

Consciente de que tardaría poco en hablar con su hermana, quise anticiparme por una vez a sus acciones, vengarme de las dos veces en que había confiado en que nuestro secreto se mantendría. Extendí bien sobre mi mesa aquellas prendas, el panty destrozado y las bragas, para que fueran perfectamente identificables, las fotografié y envié la foto a Rocío por what con un mensaje:

“Seguro que estás al corriente o lo estarás en breve. Entre vosotras no hay secretos. La pecadora ha venido a confesarse y comulgar. Y lo ha hecho muy bien. Por cierto, se ha dejado la mantilla aquí, dile que se pase a recogerla cuando quiera, que puedo darle otra vez la comunión”.

No me respondió.
 
Pues está vez no voy a defenderle. Ha estado muy mal lo que ha hecho y creo que Loli no se merece que lo trate así.
Entiendo que está pasando un mal momento, pero así no se hacen las cosas. Es posible que con esta actitud haya perdido a Loli, cuando podían haber quedado bien. No lo entiendo.
Pero lo que si ya está claro que lo suyo con Rocío está muerto y no tiene arreglo.
 
Juan, parece no entender que si juega a ése juego con Rocío, va a acabar perdiendo.
Si en realidad, Rocío ha enviado a su hermana a ver a Juan, es posible que ya tuviera calculadas las consecuencias.
Que esté atento Juan, a ver lo que le llega a él a su watshap... A lo mejor se atraganta con la visión.
 
A Loli y a Rocío.

Rocío ya le habrá instruido a Loli, para que no vuelva a verlo. Juan se ha convertido en una persona tóxica.


A pesar de todo, yo sigo pensando, que volverán.
A Rocío no tiene que pedirle ningún perdón porque ya están separados y eso creo que es irrevocable.
A Loli si porque se ha portado mal con Ella.
 
Loli carente de voluntad alguna ha sido enviada por Rocio. Ambas quieren "y deben" lavar su conciencia y sus pecados, ambas se debaten entre la culpa y la satisfacción. Loli, una vez mas, se lleva su merecido en todos los aspectos y se debate en la duda de su cuñado, su hermana y Carlos el impresentable. Todos marionetas manejadas por Rocio.
Siento discrepar con Carlos Sevillista: tanto Loli, como adlátere de Rocío y, esta como manipuladora, se merecen que Juan se ponga en su sitio, sin dudas, sin ambages.
El envío de los trofeos por What un anticipo magistral. Ha golpeado primero aunque sabemos que Rocío la va a devolver con creces, sin duda.
Solo falta que ponga en su sitio al meapilas ruin de Carlos.
 
Loli carente de voluntad alguna ha sido enviada por Rocio. Ambas quieren "y deben" lavar su conciencia y sus pecados, ambas se debaten entre la culpa y la satisfacción. Loli, una vez mas, se lleva su merecido en todos los aspectos y se debate en la duda de su cuñado, su hermana y Carlos el impresentable. Todos marionetas manejadas por Rocio.
Siento discrepar con Carlos Sevillista: tanto Loli, como adlátere de Rocío y, esta como manipuladora, se merecen que Juan se ponga en su sitio, sin dudas, sin ambages.
El envío de los trofeos por What un anticipo magistral. Ha golpeado primero aunque sabemos que Rocío la va a devolver con creces, sin duda.
Solo falta que ponga en su sitio al meapilas ruin de Carlos.
Pues estoy totalmente de acuerdo,si Rocío se hubiera querido separar, o decirle que también le ponía los cuernos, hubiera estado en su derecho, pero lo que no es de recibo es pedir un pase para hacer lo que le dala gana, pues la respuesta es muy buena, si tú haces lo que te da la gana yo también
 
Loli carente de voluntad alguna ha sido enviada por Rocio. Ambas quieren "y deben" lavar su conciencia y sus pecados, ambas se debaten entre la culpa y la satisfacción. Loli, una vez mas, se lleva su merecido en todos los aspectos y se debate en la duda de su cuñado, su hermana y Carlos el impresentable. Todos marionetas manejadas por Rocio.
Siento discrepar con Carlos Sevillista: tanto Loli, como adlátere de Rocío y, esta como manipuladora, se merecen que Juan se ponga en su sitio, sin dudas, sin ambages.
El envío de los trofeos por What un anticipo magistral. Ha golpeado primero aunque sabemos que Rocío la va a devolver con creces, sin duda.
Solo falta que ponga en su sitio al meapilas ruin de Carlos.
No te voy a quitar la razón, pero, al mismo tiempo creo que lo mejor es pasar página y que mire hacia delante.
 
Pues estoy totalmente de acuerdo,si Rocío se hubiera querido separar, o decirle que también le ponía los cuernos, hubiera estado en su derecho, pero lo que no es de recibo es pedir un pase para hacer lo que le dala gana, pues la respuesta es muy buena, si tú haces lo que te da la gana yo también
Digo más,quieres hacer lo que le da la gana y el tiempo que le dé la gana, bien sea con amante fijo, o follarse todo lo que se mueva, eso me parece humillante hacia el, por eso me parece bien la respuesta de el, yo también me follo a quien quiera, incluido a ti hermana
 
Y que conste que yo veo bien que el decidiera separarse ante la propuesta de Rocío.
Pero una vez que ya están separados, insisto que lo mejor es mirar hacia delante y olvidarse de Rocío, porque ahora ella va a contraatacar y le mandará videos de ella teniendo sexo con otros para hacerle daño y al final todo va a ser " pues verás lo que hago yo ahora".
Lo mejor es dar por cerrada esa etapa y cada uno por su lado, porque además creo que han terminado bastante mal y por sus hijos deben intentar llevarse bien, aunque separados.
 
Digo más,quieres hacer lo que le da la gana y el tiempo que le dé la gana, bien sea con amante fijo, o follarse todo lo que se mueva, eso me parece humillante hacia el, por eso me parece bien la respuesta de el, yo también me follo a quien quiera, incluido a ti hermana
Y no seria mejor ignorarla, pasar página y rehacer su vida y cada uno por su lado?.
 
Y no seria mejor ignorarla, pasar página y rehacer su vida y cada uno por su lado?.
Objetiva y moralmente si, concluiría la historia con el carpetazo. Esta batalla no la comenzó Juan y la única manera de ganarla es anticiparse a Rocío. De hecho Juan no tendría que darse por molesto (aunque le duela en su corazón) si Rocío folla a diestro y siniestro y se lo refriega.
Rocío manipuladora y, dueña de la voluntad de su hermana, sospecha que entre su hermana y su (ex) marido hay sentimientos y por ello rompió la baraja y planificó la venganza, desproporcionada en mi opinión, contra Juan.
Juan también es libre y ¿por que no follarse a su (ex) cuñada? Loli esta ansiosa por repetir pero su conciencia y la complicidad sumisa con su hermana se lo impiden.
Veremos la respuesta de Rocío, donde mas duele.
Juan sabe que follarse a Loli le va a doler a Rocío.. y mucho. Si mantiene el pulso y aguanta, saldrá victorioso.
 
Yo es que creo que Loli se enamoró de Juan y probablemente lo siga estando y si Rocío quiere a su Hermana, cosa que no tengo muy claro, debería darle vía libre, aunque después de lo que ha pasado, no sé si Loli va a querer volver a ver a Juan, porque el mismo ha dicho que no la ha vuelto a ver.
 
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