Dos Hermanas

Capítulo noveno. Todo tiene su fin.

No olvidaré nunca aquel fin de semana.

El sábado por la mañana no quise ser testigo de su preparación y marcha. Pretextando un trabajo urgente e inaplazable, salí de casa a primera hora, dejando a mis hijos indicación de que pasaría a recogerles a tiempo para acudir a la cita deportiva del mayor.

Dediqué un tiempo suficiente a desayunar, plácidamente instalado en una cafetería del centro, una de aquellas en las que cumplo mi ritual dominguero, en esta ocasión anticipado en un día.

Pero la placidez era un atributo externo, ni mucho menos mi estado de ánimo era sereno.

Volví a nuestra casa un par de horas más tarde, cumpliendo el compromiso de estar a tiempo para desplazarnos a una ciudad cercana en la que se desarrollaría el partido que nuestro hijo debía jugar.

En el fondo, mantenía una cierta y secreta esperanza de que Rocío hubiera reflexionado lo suficiente y hubiera decidido no acudir a aquella arriesgada cita con Elena y con vete a saber quién que aquella mujer hubiera decidido incorporar.

Nada más llegar a casa mi decepción fue completa. Su coche no estaba, había marchado ya.

Para que no hubiera ninguna duda, el mensaje en uno de aquellos papelitos amarillos en la puerta de la nevera era muy claro:

No puedo esperar más, se me hace tarde. Voy a donde te dije ayer – afirmaba con claro empeño, para acabar con una despedida formal- Hasta luego.

Me sentía contrariado e irascible.

Fui con mis hijos al encuentro que el mayor debía disputar aquella mañana. Para colmo de males, tampoco el partido estaba siendo una fuente de satisfacción, porque el equipo contrario -un equipo de media tabla, muchos puntos por debajo del nuestro- estaba aquel día especialmente acertado.

Pagué mis frustraciones como Dios manda, es decir, insultando todo lo que pude al árbitro, dejando de esa forma admirados a los padres acompañantes habituales del equipo, que jamás me habían visto hecho un energúmeno, y a nuestra hija, que se hacía cruces de las procacidades de las que era capaz su venerado -y ese día desaforado- padre.

Culminado el desastre, les llevé a comer a donde les gusta, es decir, a un antro de esos de hamburguesas con lechuga, tomate y queso, y después a casa, una casa vacía para mí, para ellos mera estación para arreglarse y salir a sus actividades de sábado tarde con sus grupos de amigos.

Ni un mensaje, ni una llamada… las 5 de la tarde y sin noticias. En realidad algo muy normal, porque al fin y al cabo hacía muy pocas horas que había salido, la previsión era estar fuera todo el día… nada indicaba que la falta de comunicación presagiara nada malo, pero…

Un inmenso pero, una grandísima objeción, un obstáculo abstracto, indefinido e hiriente se me representaba en el pensamiento con una intensidad y fuerza aplastante.

¡Sin noticias de Rocío!

Intenté distraerme mirando la plomiza y aburrida programación de fin de semana de las televisiones patrias. Una vez intentado, y consciente de la imposibilidad de alterar mi estado de obsesa frustración por la situación que estaba viviendo, me encaminé al estudio del sótano, a aquella habitación en la que escucho música, me aíslo y distraigo.

No podía.

Volvía una y otra vez al interrogante, en cada nueva ocasión más fuerte y descarnado.

-¿Qué estará haciendo?- me preguntaba una y otra vez, para caer en la desesperación ante la falta de respuesta o, en otras ocasiones, para darme las respuestas más dañinas a la pregunta.

Cada pocos minutos una mirada al móvil, a la mensajería, a comprobar una y otra vez que no había ningún mensaje.

Intentaba distraerme de mil formas, pero ni la música, ni la búsqueda de entretenimiento en internet, ni ninguna de las actividades que intentaba me sacaban del bucle mental negativo en el que había caído.

Las 7 de la tarde y sin noticias.

El tiempo transcurría con una lentitud exasperante, y mi enfado crecía con cada minuto de tortura mental que yo mismo me infligía.

En un arrebato infantil decidí vengarme de la forma menos digna de entre todas las formas de venganza posibles en la situación en la que me encontraba. Decidí visitar esas páginas cargadas de fotos, vídeos y relatos de contenido sexual, buscar en ellas la distracción, excitarme en la contemplación de cuerpos de hembras, disfrutar viendo encuentros sexuales tórridos de esas hembras con sus machos folladores…

Comencé, lógico, por la página en la que publico esta experiencia.

Algunas de esas fotos, algunos de esos vídeos, lejos de consolarme me provocaban más desesperación, pues en bastantes de ellos acababa por recordar la escapada de mi mujer y lo que sospechaba que podía estar haciendo sin mi presencia, con otras personas.

Uno de aquellos vídeos me hería en especial, porque representaba a una mujer que después de salir de su casa, despidiéndose de su marido con un beso, acudía a una especie de gimnasio en el que varias hembras se cepillaban a un musculoso instructor, con el agravante de que el cuerpo, el cabello e incluso el rostro de aquella mujer tenían un cierto parecido con Rocío.

Decidí entonces prescindir de los estímulos externos y, tras cerrar cuidadosamente la puerta del estudio, deslicé hacia abajo mis pantalones y calzoncillos, para desnudar la verga y sacudírmela creando mis propias fantasías sexuales.

Cerré cuidadosamente la puerta del estudio, pese a no ser necesario porque nadie más estaba en casa. Una forma de actuar que merecería un estudio psicológico, porque revela, pese a nuestra promiscuidad sexual, un cierto pudor contrario a llevar a cabo actividad sexual masturbatoria en un lugar abierto. Seguramente los restos de la educación religiosa que demonizaba las pajas y nos llevó desde la infancia a escondernos para hacerlas.

En aquellos momentos mi polla era un pingajo. Pude comenzar a ponerla morcillona a base de caricias, ligeros tirones de los testículos abajo y suaves descapulladas del glande, untado éste con algo de la propia saliva.

Poco a poco, mientras me tocaba, comencé a representarme imágenes sexuales que contribuyeran a excitarme.

No eran fantasías.

Eran recuerdos.

La primera vez que, todavía con las bragas puestas, acaricié en un juego el sexo de Loli. La primera vez que, en el mismo juego, acaricié su coño desnudo, percibiendo mis dedos el contacto de sus labios gruesos y prominentes, asomando al exterior, ofreciéndose como en un sacrificio de vestal al macho poseedor…

La primera vez que besé su boca… el momento en el que bailando fuimos conscientes de un deseo que culminaría en un polvo delicioso… el instante en que me clavé en su cuerpo, agitando en su interior mi verga y disfrutando de aquellos pezones puntiagudos, rotundos, grandes, duros y sensibles.

Subía y bajaba mi mano cada vez con más ritmo, recordando su gritito de excitación y placer, ese sonido continuo casi hasta la asfixia que anuncia su cercano orgasmo.

Vino a mi recuerdo todo el complejo de sensaciones de aquella noche de verano en que estuvimos a solas, en el jardín, en la habitación… en el polvo casi conyugal en la cocina de la mañana siguiente…

Se mezclaba con la visión de una Loli entregada a Pol en aquella reunión tan loca de la postpandemia, o comiéndose con Carma la boca… o lamiendo sus grandes pechos de hembra grande, aparentando a su lado ser apenas una adolescente pervertida con su cuerpecito juvenil…

Y con el recuerdo de Loli sobre la mesa de reuniones de mi despacho, corriéndose de gusto en un encuentro que yo creía secreto…

La intensidad de mi excitación iba variando…

Pero en un momento fui consciente de que todo lo que estaba acudiendo a mi mente para excitarme eran protagonizados por mi cuñada…

Todo.

Intenté entonces combatir contra esa realidad, buscando a propósito introducir en el recuerdo otras experiencias sexuales. Rebusqué en las ocasiones que nos habíamos encontrado con Carma y Pol. Incluso recuperé alguna experiencia ya casi olvidada anterior.

También intenté recuperar las sensaciones vividas en las embestidas potentes con Elena, pero esas eran inseparables de la presencia de Rocío y no quería, ni mucho menos, su presencia.

Hasta acudí al recuerdo de aquellas pocas ocasiones que ya expliqué en las que tuve encuentros con algunas colegas, muy puntuales y aislados, pero satisfactorios, mucho antes de que Rocío y yo nos introdujéramos en estas otras prácticas más abiertas.

Busqué con insistencia otros recursos: Una madre muy follable de un compañero de equipo de mi hijo, una colega que hace poco está divorciada y anda tirando cañas a cualquiera que le preste unos minutos de caballerosa atención…incluso una jueza de mediana edad y cuerpo de jaca poderosa, con unas tetas que le impiden abrocharse la toga, y unas piernas potentes siempre enfundadas en zapatos de tacón que la elevan más todavía de su propia altura y de la que le añade la tarima en el estrado.

Pero al hacerlo cayó en picado mi excitación y, con ella, la dureza de mi sexo.

No quería, de ninguna manera, recordar a Rocío. Expresamente rechazaba esa posibilidad… pero más allá de Loli tampoco conseguía mantenerme en disposición de seguir disfrutando.

Las nueve de la noche y sin noticias… ni excitación…

Me sentía mal. Muy mal.

La soledad inundaba todo a mi alrededor. Incluso la llegada de mis hijos pocos minutos después era insuficiente para apartar aquel sentimiento de abandono. Preparé algo ligero para que cenaran y se retiraran a su habitación, a jugar con la Play (sólo les dejamos unas pocas horas en fin de semana)

Malas sensaciones me da este capítulo.....
 
Semana Santa de 2024.

Seis meses han pasado desde entonces.

Es curioso. Este país parece haber vuelto a los años cincuenta del siglo pasado, si juzgamos por la beatería tan extendida en estas fechas, llenas de nazarenos y penitentes, de actos religiosos presididos por autoridades civiles, eclesiásticas y militares, como entonces.

Este año la lluvia ha frustrado más de una procesión. No puedo dejar de pensar en que la ocupación alternativa a pasear el cirio y las cadenas por las calles, a la peineta y mantilla en público, habrá sido un incremento de coyundas maritales, y extramaritales, como la de aquel concejal de Elche al que han sorprendido echando un polvo bajo el paso de su cofradía, dando salida a un apretón repentino de la libido.

Hace ahora seis meses que ya no vivimos juntos Rocío y yo.

No supe sobreponerme a la situación.

No pude aceptar el nuevo paradigma de nuestra relación, en la que ella tomaba las riendas de su propia sexualidad y decidía ejercerla libremente.

Tardé dos semanas en tomar la decisión. Fue necesario que pasara aquella fiebre, aquella agitación, el terrible malestar en que me había instalado, para madurarla.

Y fue necesaria también una conversación profunda y serena con ella.

La escuché sin interrumpirla. Me explicó sus deseos. Sus anhelos. Sus secretas angustias a medida que pasan los años, se acercan los síntomas de la menopausia y percibe que, más pronto que tarde, decaerá el deseo, el goce, la hedonista e inigualable sensación que la seducción y el contacto con un nuevo y desconocido cuerpo proporciona.

No quería renunciar -me dijo- a ese cúmulo de emociones que puede iniciarse con una mirada o una sonrisa de entendimiento entre dos personas,

Quería, en los años en que el deseo y la pasión todavía la impulsaran, tener plena libertad para dejarse acariciar por quien le provocara ese deseo, esa pasión.

No era una emoción nueva -añadía- porque cualquier hombre o cualquier mujer ha tenido esas sensaciones, el cosquilleo de un interés especial por alguien, la intuición al menos de que una determinada persona podría ser algo más que una relación socialmente correcta.

Lo nuevo era la renuncia a la represión de esas emociones. La renuncia a controlar, frenar o limitar el natural impulso a acercarse a alguien que atrae tu atención y, también, tu deseo.

Lo nuevo era querer vivirlo sin mí.

Durante años, como es normal, como es socialmente exigido, como es propio de una señora casada y bien casada, había alejado de sí toda posibilidad de dar rienda suelta a sus más íntimos instintos.

Y había sido yo, o al menos había sido con mi colaboración, quien había abierto las posibilidades actuales. A mi lado, como un juego entre los dos al principio, había recibido placer de otro hombre, de otros brazos, de otra boca, de otra verga joven y potente.

Como una forma de entrega a mí, había entregado su cuerpo a la fuerza incontenible de un joven que la había llevado a disfrutar lo que antes no hubiera podido imaginar más que en mis brazos y también, por qué negarlo, a disfrutar lo que jamás había disfrutado en ellos.

Y a otros hombres más.

Conmigo a su lado, había fantaseado ser una cualquiera, una fulana arrastrada, una viciosa impenitente incapaz de negarle a un hombre cuanto quisiera tomar de ella. También había extendido sus fantasías a ser una diva caprichosa, una prima donna o una estrella, una mujer con la potestad de cumplir sus caprichos sexuales sin encontrar jamás limite a su lujuria.

Se había encamado con aquellos que yo le seleccioné, sin cuestionar ni participar en la decisión, simplemente dejándose llevar por mí, tal vez como excusa para no sentir culpa, tal vez para demostrarme hasta qué punto quería complacerme en la búsqueda de nuevos caminos.

Conmigo a su lado, en esas fantasías, había llegado a la pérdida de la noción de sí misma, flotando en el placer, abandonando el mundo real para instalarse en un más allá de orgasmos enloquecedores, intensos, como jamás antes los había tenido.

Conmigo a su lado, o mejor dicho dirigiendo la evolución, habíamos caminado después hacia el intercambio de parejas, a la relación sexual plena con otras mujeres, al descubrimiento de que al cerrar los ojos pocas veces puede discernirse si la mano que te acaricia es de tu pareja, de otro hombre o de una mujer…

Había sentido que no hay límites. Podía sentir el clímax más placentero con un hombre o con una mujer, podía deshacerse en orgasmos inacabables sin distinguir el sexo de la persona que se lo proporcionaba. Me explicó sus reacciones de sorpresa al descubrir todo ese mundo nuevo en su interior, y su curiosidad por profundizarlo, por aumentar las sensaciones, por incrementar las formas de experimentar placer.

No le había importado involucrar a su hermana, a su cuñado… Confesaba que intuyó aquella noche de justo antes de la pandemia la posibilidad de envolverlos en nuestras prácticas, inventando un juego perverso que les llevó a la red tejida con nuestro deseo.

Había llegado -incluso- al incesto.

Hizo ahí una pausa prolongada que no quise interrumpir. Continuó desgranando sus sentimientos más ocultos.

-Descubrí que no hay límites al deseo, Juan… En esta locura llegué a infringir los tabúes más extremos. No sé todavía como fui capaz, pero hubo un momento, una ocasión, en que me instalé en la locura para poseer a mi hermana. Nos tuvimos una a la otra… nos entregamos las dos… En ese momento no éramos dos hermanas, sino dos personas follando hasta saciarnos sin dejar ni un ápice de placer por disfrutar… cuando lo recuerdo siento confusión todavía… sigo sin explicarme cómo pudo ser... pero no me arrepiento…

Seguía escuchando sus reflexiones. No osaba interrumpirla, en aquella cadena de confesiones tan íntimas que estaba desgranando.

Pero todavía no había llegado al punto que me hiciera entender su decisión. ¿Por qué sin mí?

Llegó.

Habló de Ernesto. De la salida a Madrid. Del fin de semana de pareja de amantes, que tras escaparse a las fiestas de San Isidro culminaron en nuestra ciudad, en la intimidad del piso de su compañero de trabajo.

-Fue la primera vez que tuve relaciones sexuales con alguien sin que tú estuvieras presente. No estuviste ni física ni mentalmente. Era yo, sólo yo, quien disfrutaba, sin nada más que mi placer como meta. Se esforzaba en seducirme y yo me presté al juego. Cada acto suyo, cada palabra, cada gesto, tenía como finalidad merecer mi admiración… y yo me sentía en la mismísima gloria disfrutando de su esfuerzo.

Siguió desgranando sus reflexiones, comunicadas con ese punto de emoción que te hacer reconocerlas auténticas y sin ninguna elaboración o disimulo.

-Podía sentirme libre, sin atadura ninguna, sin responsabilidad… como una joven sin otro objetivo que ser yo misma. Una mujer totalmente libre que podía tener una aventura de fin de semana con alguien que me despertaba interés, deseo, atracción sexual… no sé… alguien con quien podía tener un vínculo emocional sin complejos. Un vínculo emocional… sí… ¡por qué negarlo!

Podía entender lo que me explicaba. Eran emociones humanas y muy frecuentes, unidas al deseo de huir de una realidad monótona y aburrida, de obligaciones laborales, familiares y sociales… También en su caso, era evidente, a la proximidad de aquel momento en que el cuerpo humano cambia, se aleja de los impulsos más juveniles y se acerca a una senectud en la que, según se acepta normalmente, determinadas actividades, muy especialmente las sexuales, se moderan o incluso se reducen a mínimos, hasta en algunos casos desaparecer.

En definitiva, la sensación de estar viviendo un momento vital único e irrepetible, experimentando sensaciones desconocidas, o al menos arrinconadas en el pasado.

Sensaciones de libertad… ¡Ay, la libertad! ¡Siempre tan tirana!
 
Última edición:
La verdad es que no me lo esperaba, pero es lo mejor.
Mejor solo que mal acompañado. Espero que Juan rehaga su vida y no tenga ningún tipo de relación con esa mujer, salvo oír la custodia compartida de los niños.
A mí no me parece una mala noticia. Ahora tiene vía libre para ver a Loli y a ver si pasa algo o a la mujer que quieras. No me da ninguna pena. Lo único importante es que Juan se recupere, que seguro que lo hace.
Que encuentre una buena mujer, que tampoco va a ser difícil que sea mejor que esa y hasta luego, Lucas.
 
Y me parece muy bien si alguien se pone de parte de Rocío, lo respeto pero no lo comparto para absolutamente nada.
Se ha quitado la careta y lo que es, lo tengo muy claro.
Bueno, espero que nos cuentes si Juan está solo o está con alguien, que como digo no es nada difícil que sea mejor que esa.
La vida sigue y hay muchas mujeres en el mundo como para hundirse. Ánimo, Juan!!!!
 
A ver. Si no he deducido mal, Ella quería seguir la relación, pero acostándose con el que le daba la gana. Te quiero i ya, golfa.
Me parece una muy buena decisión de Juan. Hasta nunca y contacto mínimo, salvo para ver a los niños
Y espero que Juan haya pedido la custodia, aunque supongo que será compartida.
Ahora, me quedo ansioso por saber si Juan ha rehecho su vida con otra mujer, o al menos tiene relación de follamigas con otras mujeres.
Lo que haga Rocío, sinceramente ya me da bastante igual.
 
Pues en su círculo la noticia habrá caído como un bombazo porque eran un matrimonio muy bien avenido.... hasta la ruptura.
Y se habrán disparado las conjeturas....
¿Podrá mantener Rocío el trabajo? Porque su compañero Ernesto, con quien tuvo la aventura, tuvo que irse del trabajo por divorciarse también.
 
Pues en su círculo la noticia habrá caído como un bombazo porque eran un matrimonio muy bien avenido.... hasta la ruptura.
Y se habrán disparado las conjeturas....
¿Podrá mantener Rocío el trabajo? Porque su compañero Ernesto, con quien tuvo la aventura, tuvo que irse del trabajo por divorciarse también.
Ojalá el karma le pegue fuerte.
Aquí casi todos creo que estamos más de parte de Juan, el cual no voy a justificar sus infidelidades
Pero lo que le dice, con la clara intención de hacerle daño es lamentable.
Evidentemente el hace lo único que puede hacer, no aceptar eso y separarse.
Espero que haya rehecho su vida con otra mujer y luche por la custodia de los niños, aunque esto supongo que será compartida.
 
Cuanto nas leo el capítulo, más me indigno y me cabreo.
Quien quiera defender a Rocío, está en su derecho, pero para mí es una muy mala mujer
O sea, es tan cínica y golfa, que se indigna por la infidelidad con Loli, y Ella hace lo mismo. Flipa en colores.
 
Mientras ordeno mis ideas y emociones compartiré un comentario que hice rato ya, en el antiguo foro, por Junio del año pasado.

"Allteus me has tenido en ansiedad y morbo constante al leer tu relato.
No me quedó claro si es una historia de vida propia, cercana o ficción. Se notan buena gente casi todos, casi.
Me caen bien Juan y Lola, algo menos Carlos, pero definitivamente a Rocío no he podido tragarla.
No estaba seguro por qué me pasaba con Rocío. Ahora lo sé.
Desde el inicio me ha parecido ver una velada y muy sutil manipulación de parte de ella, primero a su esposo, luego
a su hermana y cuñado.
Mueve los hilos para satisfacer sus propios deseos y preferencias sexuales. Sabe cuales botones presionar, sobretodo
cuando.
Juega con las fantasías de todos, las exacerba, y logra en el proceso su goce final. Un juego peligroso.
Podríamos decir que igual todos salen ganando al cumplirse las fantasías de cada uno, pero no, nunca es tan
sencillo.
Por qué no?...porque nunca es suficiente, al menos nunca lo será para ella. El fin suyo siempre será atraer placer,
usando todo a su alcance.
Todo límite tácito o explicitado, toda barrera moral o ética, todo amor o cariño, serán paulatinamente derribados.
Permitir lo de Ernesto es una insensatez, por decirlo suave, un colega a quien ve a diario, que protagoniza sus
principales fantasías sexuales.
No teniendo certeza Juan de cuándo ni qué tan lejos han llegado con sus acercamientos clandestinos.
Lo más preocupante que Rocío en secreto armó un panorama completo para las fiestas junto a Ernesto. Su amante?
Lo hecho en el trabajo ya es una infidelidad física en toda regla. Ahora con el finde de fiesta, todo escala al
siguiente nivel, el emocional.
Finalmente, espero por el bien de Juan, de su matrimonio y su entorno, estar rotundamente equivocado.
Discúlpenme si esto pareció más el alegato final de un juicio de divorcio, pero los tigres siempre tendremos rayas.
"
 
Tiene toda la pinta de que es una manipulación de Ella.
Ha usado a su hermana vilmente para que no parezca la mala en la separación.
Lo dicho, Juan no pierde absolutamente nada. Mejor solo que mal acompañado.
 
Que por cierto, el cuñado también debería saber la infidelidad que ha habido entre hermanas, aunque no sé si se divorciaría de Loli.
 
Voy a intentar adivinar el final, una vez que Allteus, nos ha regalado este escepcional capitulo y muy aclarador. El título "Dos Hermanas"
creo que Juan y Loli están juntos o iniciando una relación.
 
Esa teoría no es mala, eh.
Yo creo que entre Juan y Loli surgió algo, y ahora que está separado, podría ser.
Sería la mejor venganza contra esa señora.
 
Bueno, que todo lo que ha contado en este capítulo, que parece una conversación entre ellos dos, ya lo hemos vivido, no hay nada nuevo. Lo nuevo es que él no ha podido superar lo de Ernesto y después de esta conversación y dos semanas de reflexión ha decidido dejarla. El que ella puede tener sexo con otra persona sin estar él delante, le convierte en cornudo, y está bien hacer cornuda a tu mujer, cuatro veces, pero que te lo hagan a tí, no gusta tanto. Al menos Rocío ha sido más honesta que él y se lo ha contado sin tapujos. El lo ocultaba.

Espero que cuando él lo supere, vuelvan, porque de verdad es que se quieren. Ahora me gustaría saber, que ha sido de ellos dos estos seis meses.
 
O sea, ella le es infiel y de una forma no muy normal con la hermana y no pasa nada,no?.
Ella manipula todo y todo está bien..
Pues no estoy nada de acuerdo con tu postura.
Ella, te pongas como te pongas, no es de fiar.
Le ha dicho claramente que va a tener sexo con el que a ella le de la gana y le da igual que el acepte o no. Si te parece bien...
 
O sea, ella le es infiel y de una forma no muy normal con la hermana y no pasa nada,no?.
Ella manipula todo y todo está bien..
Pues no estoy nada de acuerdo con tu postura.
Ella, te pongas como te pongas, no es de fiar.
Le ha dicho claramente que va a tener sexo con el que a ella le de la gana y le da igual que el acepte o no. Si te parece bien...

Pero no sabemos que ha hecho después de lo de Ernesto, lo que ella cuenta, él ya lo sabía, porque también lo había vivido, Con su hermana estuvo una vez, y él estaba presente. Lo que hayan echos estos seis meses, no lo sabemos. Pero lo que se cuenta en esta conversación, ya lo sabíamos porque se contó en capítulos anteriores.

A ver que tampoco es que la esté defendiendo, lo que digo es que no nos ha contado nada nuevo que no supiéramos y, excepto lo de la separación.
 
De todas formas, da igual..ya están separados y supongo que divorciados. Así que esto ya no tiene marcha atrás.
Y a mí me parece muy bien. El hace muy bien en no aceptar lo que ella le ha propuesto.
Así que cada uno por su lado y el contacto mínimo posible.
 
No,no. Lo de la hermana el no lo sabía.
Se lo ha dicho ahora.


En la página 1.

“Cuando abrí los ojos era de día y estaba solo en un sofá, mientras en el otro dormía mi cuñado. No estaban Pol y Carma, que -supuse- habrían ido a dormir a la habitación de invitados.

Dejé a Carlos que siguiera allí, sin molestarle, y ascendí hacia las habitaciones superiores, hacia mi habitación.

La puerta cerrada. Un breve -y sigiloso- giro de manecilla de la puerta y allí estaban.

Las dos hermanas.

Tapadas con una sábana.

Dormidas.

Respiraban plácidamente, acompasadas. Loli enroscada sobre sí misma, Rocío, abrazada a ella por detrás, pasando el brazo por encima del costado de su hermana…

Salí de la habitación, temiendo interrumpir su sueño y aquella bella escena.”

……………………….

“No me explicó con detalle lo sucedido en nuestra habitación, cuando Carma las condujo a ella aislándose de los hombres. Tampoco qué sucedió cuando las dejó a solas. Pero sí me describió qué sentía, cómo se sentía, qué magia se operó para que ella fuera ese ser desconocido e irreal, ni hombre ni mujer siquiera, que envuelto en una nube de placer hacía y se dejaba hacer todo lo que incrementara el deseo y satisficiese su placer.

La mente humana es muy compleja. Esa disociación, ese desdoblamiento de la personalidad, debe ser un mecanismo de protección frente a unas acciones que nuestra cultura, y nuestra moral, han condenado siempre.

La promiscuidad sexual, y especialmente el incesto, son pecados, tabúes, líneas negras que no deben sobrepasarse porque te instalan en el lado oscuro y pecaminoso.

La vendedora de cirios, estampitas y figuras de santos que yo conocí, instalada en el delirio morboso del placer sin límites, encontraba así la paz de su espíritu, la defensa frente al llamado de la moral transgredida”.
 
En la página 1.

“Cuando abrí los ojos era de día y estaba solo en un sofá, mientras en el otro dormía mi cuñado. No estaban Pol y Carma, que -supuse- habrían ido a dormir a la habitación de invitados.

Dejé a Carlos que siguiera allí, sin molestarle, y ascendí hacia las habitaciones superiores, hacia mi habitación.

La puerta cerrada. Un breve -y sigiloso- giro de manecilla de la puerta y allí estaban.

Las dos hermanas.

Tapadas con una sábana.

Dormidas.

Respiraban plácidamente, acompasadas. Loli enroscada sobre sí misma, Rocío, abrazada a ella por detrás, pasando el brazo por encima del costado de su hermana…

Salí de la habitación, temiendo interrumpir su sueño y aquella bella escena.”

……………………….


“No me explicó con detalle lo sucedido en nuestra habitación, cuando Carma las condujo a ella aislándose de los hombres. Tampoco qué sucedió cuando las dejó a solas. Pero sí me describió qué sentía, cómo se sentía, qué magia se operó para que ella fuera ese ser desconocido e irreal, ni hombre ni mujer siquiera, que envuelto en una nube de placer hacía y se dejaba hacer todo lo que incrementara el deseo y satisficiese su placer.

La mente humana es muy compleja. Esa disociación, ese desdoblamiento de la personalidad, debe ser un mecanismo de protección frente a unas acciones que nuestra cultura, y nuestra moral, han condenado siempre.

La promiscuidad sexual, y especialmente el incesto, son pecados, tabúes, líneas negras que no deben sobrepasarse porque te instalan en el lado oscuro y pecaminoso.

La vendedora de cirios, estampitas y figuras de santos que yo conocí, instalada en el delirio morboso del placer sin límites, encontraba así la paz de su espíritu, la defensa frente al llamado de la moral transgredida”.
Me parece bien que me saques esto, pero Ella mismo le ha reconocido que ha tenido sexo con su Hermana, y no creo que sea eso que has pasado.
Por mucho que intentes defenderla, yo no la voy a justificar.
 
Atrás
Top