Antes de comenzar este relato me voy a presentar. Me llamo Jaime, y actualmente tengo 30 años. Tengo una pareja con la que llevo poco mas de dos años, mi pasado sentimental es bastante amplio, he sido cornudo no consentido, cornudo consentido y mi pareja actual, bastante mas tradicional en ese aspecto, no quiere saber nada de ese tema, por eso entro tanto a esta web y otras del estilo a leer los buenos relatos que se publican sobre el tema y dejar que mi imaginación disfrute de ese morbo que compartimos.
He sido eyaculador precoz, o puede que siga siéndolo pero en un grado mucho menor al que lo fui.
El relato que voy a contar, se basa en un periodo de tiempo que comprende una relación que mantuve entre mis 22 y mis 26 años, en la que se produjeron los cuernos consentidos que he mencionado.
El relato pretendo hacerlo desde su “versión” puesto que este periodo de tiempo me produce un morbo tremendo recordarlo y mas aún imaginar como serían sus pensamientos y sus sensaciones.
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Me llamo Andrea, tengo 24 años y os estoy escribiendo esto un 22 de junio, después de volver a mi casa en Castellón tras pasar los primeros meses del año haciendo un curso en Madrid.
Esta tarde he quedado con mi mejor amiga y vecina, Marta, para bajar a la piscina de la comunidad y aún estoy pensando en como contarle que en lo que llevamos de año, he tenido mas y mejores orgasmos que en el resto de mi vida, cuando ella sabe, por lo que yo le he contado, que mi novio Jaime, con el que llevo casi 3 años, es bastante malo en la cama. Pero antes os lo voy a contar a vosotros.
Empecé con Jaime en mi segundo curso de la universidad, lo conocí primero en el gimnasio al que estaba apuntada, muy cerca del campus. Una simple conversación en la cinta y encontrarnos un viernes de fiesta hicieron que pronto empezásemos a salir juntos. En esa época mi experiencia con los hombres se basaba en chicos que solo querían follar conmigo, aunque para que mentir, yo de ellos quería lo mismo. Sin embargo, Jaime era distinto, tardamos más de un mes y muchas citas en follar por primera vez, yo estaba desesperada y la tentación de volver a abrir el ****** estuvo ahí, pero tampoco quería ser yo la que pareciese una salida desesperada por follar.
No me he descrito y supongo que siempre necesitáis eso para introduciros mas en la historia que os estoy contando. Soy mas o menos alta, mido 1,73, tengo el pelo largo y por lo que dicen muy bonito, el pecho me gustaría que fuera algo mas grande, pero es bonito y con unas areolas grandes y prominentes, que algún problema me han causado dependiendo del escote y el sujetador que lleve, pero lo que mas destaca es mi culo, del que me siento orgullosa y luzco con leggins siempre que puedo, a todo el mundo le gusta gustar y quien diga que no, miente.
Mi primera vez con Jaime fue en el piso de estudiantes donde él vivía, donde tantos besos y magreos nos habíamos dado y donde hasta ahora yo había salido totalmente húmeda, cachonda y desesperada. El sexo en si fue un auténtico desastre, yo ya había estado con un chico que le costaba aguantar, pero Jaime era incapaz de mantener un buen ritmo en la penetración, me apartaba la mano en seguida cuando yo le masturbaba y con los dedos tampoco consiguió que yo me corriese. Sin embargo, la ternura con la que intentaba hacer todo, el esfuerzo por intentar verme disfrutar y el principio de enamoramiento que empezaba a surgir en mí, hicieron que saliese de su piso con una sonrisa de oreja a oreja.
Esto empezó a cambiar en la tercera o cuarta vez que follamos y el sexo fue igual de malo. Sali de ahí pensando en lo enamorada que estaba de Jaime, pero también pensé si realmente mi vida sexual iba a ser así de insatisfactoria el resto de mi vida, si no iba a tener esos polvos como el que me había dado Marcos, el chico que conocí de fiesta y me estuvo follando de pie, conta la pared, a un ritmo frenético hasta que me fallaron las piernas del orgasmo, o Alberto, ese compañero de clase con el que follaba tras las tardes de estudio y que era inevitable comparar su infinito aguante con el de Jaime.
Me gustaba mucho el sexo y lo estaba descubriendo justo esos primeros años de universidad, pero también descubrí las muchas cosas que me aportaba Jaime fuera de la cama y decidí priorizar mi enamoramiento a la necesidad de un empotrador, sin embargo, era en eso en lo que pensaba al masturbarme, en un empotrador encima mía, penetrándome salvajemente, bien dotado, seguro de sí mismo, manejándome a su antojo. Lo hacia todas las noches, daba igual que esa misma tarde hubiera follado con Jaime, era mi momento de desfogue. Cuando mi compañero Alberto me tentaba invitándome a su casa a estudiar o cuando salía de fiesta después de algún tío bueno intentase ligar conmigo, mis manos se movían en mi coño con mas desesperación. Un día llegué a hacerlo con Jaime durmiendo al lado.
Pasaron los meses y la relación se afianzaba cada vez más, aunque mis noches a solas seguían siendo igual de intensas. Yo me sentía mal, una chica con novio, que se tenga que masturbar cada día. Jaime seguía sin mejorar, únicamente me empezaba a gustar como me lo comía y así intentaba que estuviera así el mayor tiempo posible.
Empecé a sentirme mal por él, pensaba siempre en otros a la hora de masturbarme, en recuerdos o en imaginaciones, pero nunca estaba él. Una tarde en su piso, yo me había dejado el ordenador en casa y necesitaba hacer una cosa de la universidad urgente, y en mi menté apareció ese remordimiento y en ese momento busque en su historial para ver si Jaime también se masturbaba y si buscaba chicas totalmente distintas a mí a nivel de físico, tenia esperanzas de que él fuese como yo, y ese remordimiento desapareciese y sí, encontré porno en su historial, pero las búsquedas no eran lo que yo esperaba: “cuckold” “cornudo eyaculador precoz” “cornudo consentido”. Cerré el historial y me quedé en shock. Al llegar a casa introduje esos mismos términos, todo eran videos de hombres bien dotados y buenos en la cama follando con chicas delante de sus parejas. Estaba sorprendida, pero también tenía un fuego dentro increíble, me vi varios videos, uno detrás de otro, uno de ellos un chico negro se follaba a una chica salvajemente y cuando el negro acababa, llegaba el marido y empezaba a follarsela lento, igual de lento que Jaime.
¿Qué significaba eso?, ¿Mi novio quiere verme follando con otro?, ¿mi novio me imagina follando con otro?
Todas esas preguntas me estuvieron rumiando esa semana, pero las noches de masturbación pasaron a ser imaginando esas mismas situaciones. Me imaginaba como sería contarle a Jaime el polvazo de esa tarde con Alberto, o invitando a Marcos a hacer un “trio”.
Quería hablar con Jaime del tema, pero tampoco quería que viese que había invadido su intimidad mirando el historial de búsquedas. Así que empecé a buscar formas de sacar el tema indirectamente y se me ocurrió una. Esa misma noche iba a ponerle una película, que tenia una escena sexual bastante potente, yo había visto esa escena bastantes veces y la había utilizado en mis noches de desahogo.
Llegó la noche y la mencionada escena. La chica estaba a cuatro patas y el chico le estiraba del pelo mientras le penetraba sin descanso. Yo estaba esperando nerviosa a ver si él decía algo, pero no.
Joder que bien folla él, dije yo.
No hubo respuesta por su parte, pero noté una reacción en él, como si mi comentario hubiera sido un calambrazo eléctrico en su cuerpo. Yo también estaba nerviosa, pero veía que él no iba a decir nada, no sabía si le había sentado mal o mi comentario le había hecho pensar en los videos que él veía. Así que le toqué el paquete directamente para comprobarlo y si, estaba muy erecto.
Esa noche no hablamos del tema. El beso de buenas noches fue extraño y al día siguiente tampoco lo hablamos, pero la siguiente vez que follamos volvió a salir el nombre de Alberto y las siguientes el de Marcos y el sexo no volvió a ser el mismo, yo incluso empezaba a disfrutar más, aunque pocas veces llegase al orgasmo.
He sido eyaculador precoz, o puede que siga siéndolo pero en un grado mucho menor al que lo fui.
El relato que voy a contar, se basa en un periodo de tiempo que comprende una relación que mantuve entre mis 22 y mis 26 años, en la que se produjeron los cuernos consentidos que he mencionado.
El relato pretendo hacerlo desde su “versión” puesto que este periodo de tiempo me produce un morbo tremendo recordarlo y mas aún imaginar como serían sus pensamientos y sus sensaciones.
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Me llamo Andrea, tengo 24 años y os estoy escribiendo esto un 22 de junio, después de volver a mi casa en Castellón tras pasar los primeros meses del año haciendo un curso en Madrid.
Esta tarde he quedado con mi mejor amiga y vecina, Marta, para bajar a la piscina de la comunidad y aún estoy pensando en como contarle que en lo que llevamos de año, he tenido mas y mejores orgasmos que en el resto de mi vida, cuando ella sabe, por lo que yo le he contado, que mi novio Jaime, con el que llevo casi 3 años, es bastante malo en la cama. Pero antes os lo voy a contar a vosotros.
Empecé con Jaime en mi segundo curso de la universidad, lo conocí primero en el gimnasio al que estaba apuntada, muy cerca del campus. Una simple conversación en la cinta y encontrarnos un viernes de fiesta hicieron que pronto empezásemos a salir juntos. En esa época mi experiencia con los hombres se basaba en chicos que solo querían follar conmigo, aunque para que mentir, yo de ellos quería lo mismo. Sin embargo, Jaime era distinto, tardamos más de un mes y muchas citas en follar por primera vez, yo estaba desesperada y la tentación de volver a abrir el ****** estuvo ahí, pero tampoco quería ser yo la que pareciese una salida desesperada por follar.
No me he descrito y supongo que siempre necesitáis eso para introduciros mas en la historia que os estoy contando. Soy mas o menos alta, mido 1,73, tengo el pelo largo y por lo que dicen muy bonito, el pecho me gustaría que fuera algo mas grande, pero es bonito y con unas areolas grandes y prominentes, que algún problema me han causado dependiendo del escote y el sujetador que lleve, pero lo que mas destaca es mi culo, del que me siento orgullosa y luzco con leggins siempre que puedo, a todo el mundo le gusta gustar y quien diga que no, miente.
Mi primera vez con Jaime fue en el piso de estudiantes donde él vivía, donde tantos besos y magreos nos habíamos dado y donde hasta ahora yo había salido totalmente húmeda, cachonda y desesperada. El sexo en si fue un auténtico desastre, yo ya había estado con un chico que le costaba aguantar, pero Jaime era incapaz de mantener un buen ritmo en la penetración, me apartaba la mano en seguida cuando yo le masturbaba y con los dedos tampoco consiguió que yo me corriese. Sin embargo, la ternura con la que intentaba hacer todo, el esfuerzo por intentar verme disfrutar y el principio de enamoramiento que empezaba a surgir en mí, hicieron que saliese de su piso con una sonrisa de oreja a oreja.
Esto empezó a cambiar en la tercera o cuarta vez que follamos y el sexo fue igual de malo. Sali de ahí pensando en lo enamorada que estaba de Jaime, pero también pensé si realmente mi vida sexual iba a ser así de insatisfactoria el resto de mi vida, si no iba a tener esos polvos como el que me había dado Marcos, el chico que conocí de fiesta y me estuvo follando de pie, conta la pared, a un ritmo frenético hasta que me fallaron las piernas del orgasmo, o Alberto, ese compañero de clase con el que follaba tras las tardes de estudio y que era inevitable comparar su infinito aguante con el de Jaime.
Me gustaba mucho el sexo y lo estaba descubriendo justo esos primeros años de universidad, pero también descubrí las muchas cosas que me aportaba Jaime fuera de la cama y decidí priorizar mi enamoramiento a la necesidad de un empotrador, sin embargo, era en eso en lo que pensaba al masturbarme, en un empotrador encima mía, penetrándome salvajemente, bien dotado, seguro de sí mismo, manejándome a su antojo. Lo hacia todas las noches, daba igual que esa misma tarde hubiera follado con Jaime, era mi momento de desfogue. Cuando mi compañero Alberto me tentaba invitándome a su casa a estudiar o cuando salía de fiesta después de algún tío bueno intentase ligar conmigo, mis manos se movían en mi coño con mas desesperación. Un día llegué a hacerlo con Jaime durmiendo al lado.
Pasaron los meses y la relación se afianzaba cada vez más, aunque mis noches a solas seguían siendo igual de intensas. Yo me sentía mal, una chica con novio, que se tenga que masturbar cada día. Jaime seguía sin mejorar, únicamente me empezaba a gustar como me lo comía y así intentaba que estuviera así el mayor tiempo posible.
Empecé a sentirme mal por él, pensaba siempre en otros a la hora de masturbarme, en recuerdos o en imaginaciones, pero nunca estaba él. Una tarde en su piso, yo me había dejado el ordenador en casa y necesitaba hacer una cosa de la universidad urgente, y en mi menté apareció ese remordimiento y en ese momento busque en su historial para ver si Jaime también se masturbaba y si buscaba chicas totalmente distintas a mí a nivel de físico, tenia esperanzas de que él fuese como yo, y ese remordimiento desapareciese y sí, encontré porno en su historial, pero las búsquedas no eran lo que yo esperaba: “cuckold” “cornudo eyaculador precoz” “cornudo consentido”. Cerré el historial y me quedé en shock. Al llegar a casa introduje esos mismos términos, todo eran videos de hombres bien dotados y buenos en la cama follando con chicas delante de sus parejas. Estaba sorprendida, pero también tenía un fuego dentro increíble, me vi varios videos, uno detrás de otro, uno de ellos un chico negro se follaba a una chica salvajemente y cuando el negro acababa, llegaba el marido y empezaba a follarsela lento, igual de lento que Jaime.
¿Qué significaba eso?, ¿Mi novio quiere verme follando con otro?, ¿mi novio me imagina follando con otro?
Todas esas preguntas me estuvieron rumiando esa semana, pero las noches de masturbación pasaron a ser imaginando esas mismas situaciones. Me imaginaba como sería contarle a Jaime el polvazo de esa tarde con Alberto, o invitando a Marcos a hacer un “trio”.
Quería hablar con Jaime del tema, pero tampoco quería que viese que había invadido su intimidad mirando el historial de búsquedas. Así que empecé a buscar formas de sacar el tema indirectamente y se me ocurrió una. Esa misma noche iba a ponerle una película, que tenia una escena sexual bastante potente, yo había visto esa escena bastantes veces y la había utilizado en mis noches de desahogo.
Llegó la noche y la mencionada escena. La chica estaba a cuatro patas y el chico le estiraba del pelo mientras le penetraba sin descanso. Yo estaba esperando nerviosa a ver si él decía algo, pero no.
Joder que bien folla él, dije yo.
No hubo respuesta por su parte, pero noté una reacción en él, como si mi comentario hubiera sido un calambrazo eléctrico en su cuerpo. Yo también estaba nerviosa, pero veía que él no iba a decir nada, no sabía si le había sentado mal o mi comentario le había hecho pensar en los videos que él veía. Así que le toqué el paquete directamente para comprobarlo y si, estaba muy erecto.
- ¿te has puesto así de duro por la escena o por mi comentario?
- Creo que por tu comentario, me dijo con una voz entrecortada.
- Yo ya he estado con algún chico que follaba así de bien.
- Ufff. Porfa no te muevas muy rápido.
- De hecho, el ultimo polvo antes de empezar contigo fue parecido al de la peli.
- ¿con quién fue?
- Con Alberto, un compañero de clase.
- Joder Andrea ¿y aun va a tu clase?
- Si, claro que va a mi clase.
- ¿Dónde follabais?
- En su piso, vive no muy lejos de aquí, además.
- ¿y por qué folla tan bien?
- Pues porque aguanta mucho, la tiene como tu de larga, pero bastante mas gruesa y porque es muy dominante.
- Bff Andrea, mas despacio que me corro.
- No pasa nada, córrete y si quieres llamo a Alberto y paso por su casa.
- Bff que zorra.
- Si, pero estas super cachondo. ¿quieres que me lo folle hoy mismo?
- Bfff cállate.
- Me pondrá a 4 como la chica de la peli y me follará así de duro. ¿seguro que no quieres que me folle Alberto?
- Si joder, quiero que te lo folles.
Esa noche no hablamos del tema. El beso de buenas noches fue extraño y al día siguiente tampoco lo hablamos, pero la siguiente vez que follamos volvió a salir el nombre de Alberto y las siguientes el de Marcos y el sexo no volvió a ser el mismo, yo incluso empezaba a disfrutar más, aunque pocas veces llegase al orgasmo.