En el cine

Viendo mi consentimiento me agarró la cola desnuda con toda la mano y la apretó suavemente.
Lo dejé y a la vez, busqué su polla bajo la ropa. La encontré ya en erección, se notaba de buen tamaño y firmeza.

Me tomó de la mano y me señaló la puerta con la cabeza. Asentí y lo seguí.

Salió al corredor y se dirigió a una de las salas individuales, que tienen 3 sillones, jajaja.
Entre atrás de él y cerré la puerta, poniendo la traba. Para más seguridad corrió uno de los sillones y lo apoyó en la puerta.

Me bajé los pantalones, pero cuando iba a hacer lo mismo con la tanguita no me dejó, me sostuvo la mano e hizo que no con la cabeza, sonriendo.

El se bajó todo. Quedó a la vista una linda verga, blanca, venosa, con la cabeza medio cubierta, con líquido transparente que la mojaba. Ni grande ni chica. Buena!
Me dio vuelta, dándole la espalda . Sentí que frotaba su verga húmeda en la piel que desnudaba la poca tela de la tanga en mi cola.

Metio los dedos, corriendo la tela para buscar el agujero. Lo encontró lubricado y blando. Sentí que apoyaba la punta de la pija y buscaba ya penetrarme. Fue raro, nada previo, ni paja ni chupada. Directo al folle!
 
Además, me di cuenta de que no había hablado nada. Sería mudo?

Lo ayude a encontrar el lugar qué busca a para entrarme, y lo sentí meterse en mi interior. Despacio, firme. Me empujó la cabeza para que me agachara un poco.

Se deslizaba hollándome el culo cada vez más adentro, ahí parados. No se había puesto condon. Le pedí que no acabara adentro. Es tanto mejor sin forro!
Me hizo señas de que me quedara tranquilo, sin dejar de metérmela.

A veces la sacaba un poco y jugaba a entrar y salir. Lo hacía muy bien. Tenía mi pija muy dura, afuera de la bombachita por la pierna. A veces la tocaba un poco.
Me empujó al sillón y me puse en 4 arrodillado sobre el sillón. Ahí me cogio bien, fuerte, adentro y afuera, profundo. Un placer!

Se salió otra vez y se sentó en el sillon. Estirando las piernas me señaló que me sentara sobre el.
Le pedí que se pusiera condon y me dio uno para que yo se lo pusiera. . Estaba muy grande su polla, se veía deliciosa!
Me senté sobre él y me entró muy hondo. Ahora me movía yo entrando y saliendo.
Me empezaron a venir unas ganas de acabar que no pude controlar.
Me vine, chorreando mi leche en el suelo, entre sus piernas. Sentía latir mi culo alrededor de su polla profundamente enterrada dentro mío. Qué placer!
Se quedó quieto, empujando. Me dio una palmada en la cola,

- levántate, linda. Ponte arrodillado bajo mí polla. Solo pon la cara, qué te la voy a lefar.

Sus primeras palabras!

Se sacó el condon y se pajeo, mostrándome como lo hacía.

Me gustó. Me puse así y se la sacudio fuerte, se vino echandome mucha leche, tibia y espesa en la cara. Como me gusta eso!
Me la lleve a la boca, comi leche y la esparci, cómo a una crema, por toda la cara.

Se vistió, me acarició la cabeza y se fue.
 
Última edición:
Esa sala de la que hablas, ¿es de palma? Hace años había un cine x por la zona de Santa Mónica, pero ahora no creía que hubiera nada parecido y me interesa enormemente, quiero experimentar nuevas experiencias
Conoces uno de Palma? Hay uno
 
Estaba otra vez en el cine. Veía porno gay, donde un chico joven era follado por un maduro.
El maduro tenía una linda verga y le daba duro. Me fui excitando y se me puso dura la polla. La saqué del pantalón y la masturbé, despacio, ensalivándola bien. Me abrí la camisa y me pellizqué las tetas, fuerte, como me gusta.
Atrás mío estaba sentado un viejo, aspecto desprolijo, que no me había gustado al sentarme, por lo que lo hice en la fila de adelante.
Noté que se había acercado para mirarme. No decía nada ni me tocaba, solo me miraba. Sabiendo que tenía un mirón. lo que me encanta, fui más explícito en mi paja desprendiendo el pantalón y mostrando mis huevos, que también acaricié. Me saqué la camisa y la puse en la mochila. Me apreté muy fuerte los pezones, como si quisiera arrancarlos y gemí bajito, gozando, para mí y para el mirón..
Sentí que se paraba y pensé que se iba a ir. Pero lo que hizo fue pararse a mi lado en el corredor. Lo miré, era alto, fuerte, vestido con ropa vieja pero prolija, limpia. Su piel era como un cuero, oscura de sol y frío, de vientos y heladas, de una vida al aire libre. Le estimé unos 60 o 70 años. Se agachó y me agarró una teta. Sus manos tenían la piel como su cara, oscura, gruesa y áspera. Dedos deformados y nudosas, surcaban su dorso gruesas venas. Manos de trabajador manual, de trabajo duro y fuerte.
Me apretó la teta fuerte, como había visto que lo hacía yo. Me hizo doler y gemí, bajito, de gusto. Me retorció el pezón y tiró de él. Dolía y me gustaba. Sabia que mañana me iba a doler y me iba a acordar del maltrato del viejo, y que me iba a calentar con el recuerdo.
No decía nada. Le miré la cara, estaba serio, concentrado. Pelo canoso, despeinado y mal afeitado. Nariz grande, labios normales, boca entreabierta. Sonreía.
Me agarró la pija y me masturbó, fuerte, duro, como él. Lo paré porque eso no me gusta, hace que se me baje. Le pedí que lo hiciera más despacio. Lo hizo y pajeaba bien.
Le toqué el bulto, cerca de mi cara. Con sorpresa encontré un paquete grande, muy grande y duro.
Me gustaba más ahora.
 
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