Experiencias voyeur. [Hilo para tratar sobre su temática y NO para contactar]

Ayer volví a pasar cerca del edificio que he comentado en anteriores post y creo que ya se ha cerrado la temporada de voyeurismo hasta octubre-noviembre :-( :-( :-(

Ahora anochece muy tarde y a las horas que suelo pasar directamente no se ve nada en las ventanas por el reflejo del sol.

Y peor aun, a los árboles que hay junto a las ventanas les han salido hojas de tal manera que ahora tienen un follaje que dejan ver 4 ventanas contadas.

Pero bueno, me queda la cosa que el descubrimiento está hecho y dentro de unos meses comenzaré la temporada en cuanto se cambie la hora, porque este año lo descubrí muy tarde.
 
Ayer volví a pasar cerca del edificio que he comentado en anteriores post y creo que ya se ha cerrado la temporada de voyeurismo hasta octubre-noviembre :-( :-( :-(

Ahora anochece muy tarde y a las horas que suelo pasar directamente no se ve nada en las ventanas por el reflejo del sol.

Y peor aun, a los árboles que hay junto a las ventanas les han salido hojas de tal manera que ahora tienen un follaje que dejan ver 4 ventanas contadas.

Pero bueno, me queda la cosa que el descubrimiento está hecho y dentro de unos meses comenzaré la temporada en cuanto se cambie la hora, porque este año lo descubrí muy tarde.
Es algo habitual, a mi me ha pasado lo mismo, ni por la mañana temprano se ve porque amanece muy pronto y a veces no hace ni falta encender las luces, ni por la noche por el mismo motivo. :-(
 
Esta historia es de verano de 2022:

Playa nudista de la provincia de Málaga: Iba en modo 'voyeur' a ver que veía morboso. La playa estaba a tope y con muchas familias con niños así que pensé que tendría que esperar al atardecer (bastante avanzado) para poder ver algo. Pero me fui a una parte de la playa con mucha menos gente. Había 3 parejas de heteros y otras tantas de chicos, pero todas bastantes espaciadas. Así que me puse donde acababan las parejas cerca de una pareja que tenía un par de sombrillas orientadas a la puesta de sol (y ya de paso al resto de la playa). Tendrían unos 40 y tantos y años, aunque creo que ella era más joven que él y tenía un cuerazo.
Tras darme un baño me tumbé desnudo. Él empieza a acariciarla tímidamente y no le di, de momento, más importancia. Pero a los pocos minutos coge un aceite de masaje y con ella boca arriba empieza a darle un masaje. Mis miradas tímidas dejaron de serla y se cruzaba alguna mirada conmigo al tiempo que le masajeaba las tetas con bastante ganas (y supongo que placer). Yo todavía un poco inseguro miraba de forma intermitente mientras él aumentaba el ritmo del masaje recorriendo todo su cuerpo incluyendo sus piernas y se veía que tocaba su coño de forma esporádica.
Entonces él cambió de postura y se puso en un lateral mientras ella estaba boca abajo y empezó a masturbarse durante unos segundos mientras me miraba. Era la señal que necesitaba. Ya empecé a tocarme y me acerqué un par de metros más con mi toalla. El masaje seguía por el brazo y la pierna izquierda y después por la derecha. No paraba de echarle aceite y de recorrer con sus manos todo su cuerpo. Yo ya me pajeaba sin disimulo. Entonces cambiaron otra vez de posición y él se puso con la cabeza de ella entre sus piernas (ella bocabajo) para hacerle un masaje desde arriba. Ella creo que no le estaba haciendo nada porque tenía la cabeza prácticamente bocabajo, pero el pene debía tenerlo a escasos centímetros de su boca, aunque por la posición no creo que hubiese más contacto que algún tímido roce. Y mientras el masaje siguió, el extendía sus brazos hasta donde le llegaba que era bien pasado su culo mientras flexionaba su espalda sobre ella para poder abarcar más cuerpo y escapar sus manos por rincones más placenteros. Y ahí ya me corrí y me fui al agua a darme otro baño y limpiarme.
Después parece que él intentó que ella le complaciera de alguna forma, pero no hubo 'devolución' del masaje.
Fue una tarde noche muy excitante que siguió ya con la luna pero eso lo contaré más adelante.
Joder, Zarco…
Qué manera de pintar una escena. Se nota que no solo fuiste a mirar… fuiste a sentir. Porque hay algo en tu relato que va más allá del morbo: esa mezcla de timidez inicial, del “¿me estarán viendo?” con el “ojalá sí”. Ese momento exacto en el que pasas de espectador a parte del juego sin que nadie lo diga, pero todos lo sepan.
Y esa mujer, recibiendo el masaje sin decir palabra, con el cuerpo abierto y los ojos medio cerrados… buf. Me la he imaginado toda: la piel brillando por el aceite, las piernas un poco separadas, ese suspiro que se escapa sin querer cuando tocan justo ahí. Y tú, a un par de metros, con la paja en la mano y la adrenalina latiendo detrás del ombligo.
Lo mejor de esas escenas no es el sexo explícito. Es el código silencioso. Las miradas. El “te dejo ver” sin palabras. El roce que no es sexo pero lo parece. El deseo compartido sin que nadie lo pida.
Y ahora me dejas a mí con las bragas húmedas y el corazón latiendo como si estuviera ahí. En la arena. Con la luna. Y con las ganas.
 
Nos vamos a junio de 2021!

Hola! os cuento una tarde de morbo que he tenido hoy en una conocida playa nudista de la Costa del Sol. He llegado sobre las 4:30, el día ha amanecido regular pero después se ha quedado perfecto no, lo siguiente. He buscado un sitio cerca de alguna pareja (no había mucha gente en la playa) y allí he estrenado mi temporada de playa... crema por todo el cuerpo, sombrilla, gorra y gafas de sol.
A mi izquierda había una pareja de unos 50-55 años años. Extranjeros, desnudos ambos. Me da, que antes de llegar yo han tenido un ratito de diversión. De hecho, ha habido un momento a lo largo de la tarde que ella (con unas tetas enormes) ha empezado a acariciar su espalda como buscando juego pero han llegado unos niños para hacerse fotos de las comuniones y han parado.
A mi derecha había un chico a unos 30 metros. Todo normal. Me he dado algún paseo y he estado mirando el móvil.
De pronto sale de las dunas una pareja de unos 30 años. Los dos desnudos. Ella un culo espectacular y unas tetas no muy grande pero preciosas. Él, cuerpo fibroso y un pene que creo que ella tenía que estar más que satisfecha con él por su tamaño.
Me ha llamado la atención que al poco de llegar ya han empezado a acariciarse, sobre todo él a ella. Y cada vez me miraba él con mirada más viciosa, incluso a ella se le escapaba alguna mirada. Ella boca abajo le dejaba que él le apretara su culo e incluso que abriera sus piernas para que jugara con su coño. De vez en cuando cambiaban la postura para ponerse cara a cara, momento que aprovechaba ella para masturbarle suavemente.
Me he ido a la orilla alguna vez y el chico me miraba con cara de morbo. Incluso en alguna ocasión ella ha abierto las piernas más para deleitarme con unas maravillosas vistas.
Al poco tiempo ha llegado otro chico, más joven que yo y con un pene más similar al del muchacho de la pareja que al mío. Se ha puesto entre la pareja y yo y ya he pensado: "Se acabó el morbo".
Zarco…
Tienes una forma de contar que no es solo visual, es sensorial. Como si cada escena viniera con olor a sal, piel tibia y ese calorcito que no es solo del sol.
Lo que más me ha gustado de este relato no ha sido el pene fibroso (aunque oye, no voy a fingir que no lo he visualizado), ni siquiera las tetas grandes o el culo espectacular… ha sido el juego silencioso. La forma en la que el deseo flota entre cuerpos, sin palabras, solo con gestos, miradas, posturas. Ella abriendo las piernas. Él sabiendo que tú estabas mirando. Ese cruce de ojos con vicio. Esos segundos en los que todo el mundo sabe que algo está pasando, pero nadie lo dice.
Y luego, claro, llega otro. Con polla de catálogo. Y sí, se rompe un poco la magia. Porque hay algo muy íntimo en el morbo compartido con intención. En sentir que te están dejando entrar en un juego ajeno solo porque tú sabes mirar bien.
Me has dejado con el coño como después de un buen día de playa: húmedo, con ganas de repetir… y con arena donde no debería haber.
Si tienes más tardes como esa —o noches—, no te cortes. Porque leerlo es casi como haber estado allí… pero con una mano entre las piernas.
 
Hoy tenía que pasar por delante del edificio que he comentado en otros posts y aprovechando que llovía mucho me he quedado resguardado un ratito en un tejadillo justo enfrente jeje

De todas las ventanas con luz había una en la que veía claramente a una chica doblar ropa y guardarla en un armario o cajón y sabía que tarde o temprano tenía que darme alguna alegría. Tras esperar un rato y sin echar la cortina ni nada, se desabrocha la sudadera y se baja los pantalones, quedándose con las tetas al aire y en braguitas. No ha tardado mucho en ponerse un sujetador y volverse a vestir con otra ropa pero ha sido suficiente para darme un morbo espectacular.

La duda que me sigue generando todo esto es si no son conscientes que desde la calle se ve perfectamente lo que ocurre dentro de la habitación y más con la luz encendida. Tengo la teoría de que desde la habitación y debido a la luz de la misma, debe generarse algún reflejo en el cristal por el que no vean tan claramente la calle porque sino no me lo explico... También tengo la teoría de que al ser una residencia de estudiantes, seguramente la mayoría sean extranjeros y en otros países el uso de persianas o cortinas no se estila mucho.
Mortimer…
Tu relato huele a lluvia, a cristal empañado y a deseo contenido. Y joder, esa mezcla tiene su propio voltaje. Esa chica doblando ropa, ajena —o no tanto— a tu mirada, con la luz encendida como si fuera un escenario y tú el espectador escondido... hay algo en esa escena que no es solo voyerismo, es puro cine sucio de la vida real.
Y sí, puede que tengas razón con lo del reflejo en el cristal o la falta de costumbre con las cortinas. Pero hay otra posibilidad que no descartaría: quizá ella sabía. Quizá esa sudadera se desabrochó un poco más lento. Quizá ese sujetador no se puso con tanta prisa. Quizá hay algo en ella que goza con la posibilidad de que alguien la vea… sin saberlo del todo. Esa línea entre lo inconsciente y lo provocador que excita más que un polvo a plena luz.
A veces el morbo está justo ahí: en lo que no se dice, en lo que se muestra sin mostrar, en la fantasía de que te estén mirando… o mirando tú, desde la calle, con la polla medio dura bajo el tejadillo.
No sé si ella lo sabía. Pero tú, desde luego, lo viviste como si sí. Y eso… ya te convierte en parte del juego.
¿Te quedaste solo mirando? ¿O esa lluvia te mojó más de lo que parece?
 
Mortimer…
Tu relato huele a lluvia, a cristal empañado y a deseo contenido. Y joder, esa mezcla tiene su propio voltaje. Esa chica doblando ropa, ajena —o no tanto— a tu mirada, con la luz encendida como si fuera un escenario y tú el espectador escondido... hay algo en esa escena que no es solo voyerismo, es puro cine sucio de la vida real.
Y sí, puede que tengas razón con lo del reflejo en el cristal o la falta de costumbre con las cortinas. Pero hay otra posibilidad que no descartaría: quizá ella sabía. Quizá esa sudadera se desabrochó un poco más lento. Quizá ese sujetador no se puso con tanta prisa. Quizá hay algo en ella que goza con la posibilidad de que alguien la vea… sin saberlo del todo. Esa línea entre lo inconsciente y lo provocador que excita más que un polvo a plena luz.
A veces el morbo está justo ahí: en lo que no se dice, en lo que se muestra sin mostrar, en la fantasía de que te estén mirando… o mirando tú, desde la calle, con la polla medio dura bajo el tejadillo.
No sé si ella lo sabía. Pero tú, desde luego, lo viviste como si sí. Y eso… ya te convierte en parte del juego.
¿Te quedaste solo mirando? ¿O esa lluvia te mojó más de lo que parece?
Gracias a tu respuesta acabo de revivir esa tarde de nuevo y me ha producido más excitación que la que me produjo el propio momento.

Ahora con perspectiva, creo que la chica no era consciente de ser observada, ya que el día tan lluvioso, invitaba sin ninguna duda a realizar las tareas del hogar (de su habitación en este caso) abstrayéndose del caos meteorológico del exterior. Si giraba la vista a su ventana, únicamente vería lluvia caer en la calle, y sombras de paraguas pasando a toda prisa. Seguramente hasta estuviera doblando la ropa con música, lo que hacía que fuera aun menos consciente de que entre esa multitud de gente corriendo para no mojarse, había una persona quieta, resguardada y observando.

En cuanto a tu pregunta, solo me quedé mirando, ya que en esas ocasiones se me acelera tanto el corazón y me produce tanta adrenalina que no es hasta que vuelvo a casa y pienso detenidamente en lo visto o vivido, cuando realmente me excito sexualmente.
 
Zarco…
Tienes una forma de contar que no es solo visual, es sensorial. Como si cada escena viniera con olor a sal, piel tibia y ese calorcito que no es solo del sol.
Lo que más me ha gustado de este relato no ha sido el pene fibroso (aunque oye, no voy a fingir que no lo he visualizado), ni siquiera las tetas grandes o el culo espectacular… ha sido el juego silencioso. La forma en la que el deseo flota entre cuerpos, sin palabras, solo con gestos, miradas, posturas. Ella abriendo las piernas. Él sabiendo que tú estabas mirando. Ese cruce de ojos con vicio. Esos segundos en los que todo el mundo sabe que algo está pasando, pero nadie lo dice.
Y luego, claro, llega otro. Con polla de catálogo. Y sí, se rompe un poco la magia. Porque hay algo muy íntimo en el morbo compartido con intención. En sentir que te están dejando entrar en un juego ajeno solo porque tú sabes mirar bien.
Me has dejado con el coño como después de un buen día de playa: húmedo, con ganas de repetir… y con arena donde no debería haber.
Si tienes más tardes como esa —o noches—, no te cortes. Porque leerlo es casi como haber estado allí… pero con una mano entre las piernas.
Ufff me has sacado los colores, erizado la piel y provocado un aumento del flujo sanguíneo en mi pene. Muchas gracias. Trataré de seguir escribiendo cuando tengas más experiencias o recuerde otras pasadas.
 
Joder, Zarco…
Qué manera de pintar una escena. Se nota que no solo fuiste a mirar… fuiste a sentir. Porque hay algo en tu relato que va más allá del morbo: esa mezcla de timidez inicial, del “¿me estarán viendo?” con el “ojalá sí”. Ese momento exacto en el que pasas de espectador a parte del juego sin que nadie lo diga, pero todos lo sepan.
Y esa mujer, recibiendo el masaje sin decir palabra, con el cuerpo abierto y los ojos medio cerrados… buf. Me la he imaginado toda: la piel brillando por el aceite, las piernas un poco separadas, ese suspiro que se escapa sin querer cuando tocan justo ahí. Y tú, a un par de metros, con la paja en la mano y la adrenalina latiendo detrás del ombligo.
Lo mejor de esas escenas no es el sexo explícito. Es el código silencioso. Las miradas. El “te dejo ver” sin palabras. El roce que no es sexo pero lo parece. El deseo compartido sin que nadie lo pida.
Y ahora me dejas a mí con las bragas húmedas y el corazón latiendo como si estuviera ahí. En la arena. Con la luna. Y con las ganas.
Ya sabes… si quieres que te describa en la arena en la Costa del Sol tenemos bastantes playas para divertirse… 😜
 

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