luis5acont
Miembro muy activo
- Desde
- 24 Jun 2023
- Mensajes
- 93
- Reputación
- 493
A la mañana siguiente Paloma toma el primer café del día. Conforme a su costumbre, es la primera en aparecer, aún no ha llegado Sebas. A pesar de su buena forma tiene agujetas. Las posturas adoptadas ayer y el esfuerzo colgada, así como la tensión transmitida a sus músculos, hacen que se resienta.
Sin embargo está satisfecha: ¡vaya polvazo! Ayer se lo contó a sus amigas del foro y están que rabian.
- ¡Qué suerte tienes cabrona: menuda aventura y menudo semental te ha caído del cielo!
- Ya nos gustaría a nosotras probar todas esas cosas…
- Sí, pero ahora, una vez pasado el calentón, te arrepientes: no tengo el cuerpo ya para estas fiestas, que son cuarenta y cinco años.
- Ni de coña te arrepientes tú, zorra.
- Jajaja: es verdad - reconoce ella.
A pesar de su fantasía habitual con Ricardo, hasta hoy no se consideraba masoquista, pero es cierto: el juego la pone. No es que le guste que le peguen o que le den azotes, pero el morbo y la intensidad de la experiencia la ponen a mil. Como si el dolor pusiera el cuerpo en estado de alerta y por tanto (mucho más sensitivo), fuera capaz de multiplicar el placer.
En fin, que le gusta y está dispuesta a continuar. Afortunadamente, hasta dentro de un par de días no puede quedar con Stefano: una sesión de esas a diario la dejaría para el asilo. Se mira las muñecas y las frota. Mañana se va a apuntar a las clases de CrossFit en el gimnasio. No solo para estar más fuerte de cara a sus encuentros con Stefano y poder aguantar mejor, sino como coartada, porque tarde o temprano su marido acabará dándose cuenta de los moratones y arañazos. Su amante parece tener un cuidado exquisito en no dejar marcas, pero a veces alguna es inevitable. Las clases de CrossFit en su gimnasio son salvajes. Si su marido pregunta, solo tiene que llevarlo un día a ver como las chicas levantan ruedas de camión, suben por una soga o hacen flexiones arrastrándose por el suelo.
- Buenos días Paloma.
- Hombre Jaime ¿qué tal?
Méndez mira hacia fuera y aunque no hay nadie cierra la puerta.
- ¿Puedo hablar un momento contigo?
- Claro.
- Oye, respecto a tu expediente, he averiguado alguna cosa que te puede resultar interesante.
- Pues cuéntame...
- Bueno, resulta que tenías razón. La constructora ha trabajado en varias obras de envergadura. Y no solo con las tres empresas que mencionabas: hay dos más.
- ¿Dos más?
- Si. Lo que pasa es que no ha sido aquí sino en la provincia.
- ¡Vaya! esas no las tenía controladas.
- Ahora te paso los nombres pero eso no es lo más interesante. Entre la documentación que aportan ya sabes que debe estar la declaración de quiénes componen el consejo de administración o la Junta directiva. Se repiten algunos nombres...No todos ni en todas las empresas, pero hay al menos dos que sí: Fernando Muguruza y Gabriel Morales.
Paloma asiente.
- ¿No los apuntas?
- No hace falta: ya lo sabía.
- Vaya. Llego tarde.
- No te preocupes, te lo agradezco de todas formas.
- ¿Cuáles eran las empresas que actuaban en la provincia?
Jaime coge un boli y escribe dos nombres en un papel.
- Ahí las tienes, pero a menos que conozcas a alguien en los respectivos ayuntamientos, solo podrás acceder a la información que hay en la comunidad y ahí vas a encontrar poco.
- Ya, pero de todas formas gracias por la gestión.
- ¿Cómo lo llevas Paloma? ¿Tienes algo?
Ella duda un momento. Como si pensara hasta dónde puede contar y hasta donde no. Al final se decide: no quiere parecer descortés con un compañero que se está preocupando por ella. Y con este tipo de historias, es mejor tener a alguien que te eche una mano por si las cosas se complican.
- He cruzado datos, igual que supongo que has hecho tú. Y si, efectivamente hay algo que huele regular. Distintas promotoras consiguen adjudicaciones de parcelas en subasta pública. Los procedimientos son sospechosos porque al menos en un caso, se ha demostrado que posiblemente conocían de antemano que terrenos se le iban a conceder. Solo presentan documentación correcta y detallada para aquellas que finalmente les adjudican ¿Para qué molestarse en presentarla en aquellas que no les interesaban? y si realmente les interesaban ¿por qué no han sido igual de escrupulosos que con las demás?
- Porque están jugando al despiste. Quizá para no dar pistas sobre cuáles eran sus intenciones al resto de pujadores.
- O quizá para enmascarar un acuerdo de concesión amañado.
- Puede ser.
- El caso es que tenemos tres empresas (cinco según tu) que, aunque en teoría no tienen nada que ver entre ellas, utilizan este procedimiento extraño para hacerse con terrenos que han sido recalificados.
- Pero resulta que sí tienen que ver…
- Efectivamente: utilizan la misma constructora y además resulta que algunos de los cargos han ido emigrando de una a otra empresa ¿Por qué montar una promotora para cada proyecto?
- Nadie les impide hacerlo así.
- Venga Jaime, que los dos tenemos el culo pelado después de tantos años arrastrándolo por urbanismo.
- Tienes razón, esto huele extraño.
- Exactamente. Esta gente como mínimo contaba con información privilegiada o en el peor de los casos, estamos ante adjudicación a dedo. En cualquier caso suficiente para abrir una investigación.
- ¿Crees que con solo eso lo abrirán? Además, si estás en lo cierto debe haber implicado alguien de dentro. Y si tiene capacidad para adjudicar, no debe ser un funcionario de medio pelo. No te lo van poner fácil.
- Ya. Por eso debo investigar más.
- Y ¿dónde?
- A pie de obra. Claro. Seguramente si tenían tanta prisa habrán cometido errores. Están construyendo desde el primer día. Pediré facturas, albaranes, memorias de calidades
... que te apuestas a que se han adelantado tanto que ya tenían algo comprado y han firmado con subcontratas antes de la adjudicación. Además hay otro tema...
- ¿Cuál?
- Ese te lo cuento cuando lo tenga seguro - comenta Paloma bajando la voz, ha oído ruido fuera. Es el Sebas que acaba de llegar.
Méndez gira la cabeza hacia la puerta y tiene a bien cerrar igualmente el pico solo unos instantes antes de que el administrativo entre en el despacho. O más bien haga el intento de entrar porque al ver a Méndez allí se detiene en la entrada.
- Perdón, no sabía que estabais reunidos.
- No, nada Sebas, solo era una visita de cortesía ya me iba. Bueno Paloma hasta luego. Ya sabes: si hay algo en lo que te pueda echar una mano no tienes más que decírmelo.
- Gracias Jaime.
- ¿Que quería ese? - pregunta Sebastián nada más irse el inspector. Que Méndez aparezca tan temprano a hacerles una visita de cortesía le parece tan poco probable como que nieve en el desierto.
- Nada, solo estaba curioseando un poco. El expediente que llevamos ahora era suyo.
- Ya - Replica cruzándose de brazos - ¿Y porque le interesa ese expediente?
- Bueno, ya sabes cómo somos los inspectores, cuando nos echan un hueso no nos gusta que nos lo quiten.
- Pues me parece que tú estás escarbando mucho paro encontrar ese hueso. Y además no me dejas ayudarte.
- Sebas, me estás ayudando mucho: me quitas toda la morralla de en medio para que yo me pueda concentrar en hacer mi trabajo.
- Gracias por el cumplido pero nos conocemos, guapa. Tú confías demasiado en mis capacidades, que los dos sabemos que son muy buenas, como para tenerme haciendo trabajos de segundo nivel. No sé dónde andas metida pero me estás dejando a propósito al margen.
Ella no mueve ni una pestaña, ni altera un milímetro su sonrisa, la buena (no la sarcástica), que reserva solo a unos pocos íntimos.
- Sebas esto es un marrón y posiblemente de los buenos. No sé por dónde van a llover las hostias pero prefiero que de momento, hasta que lo tenga todo controlado, solo metamos mano los imprescindibles. Ya sabes, cuestión de rango.
Sebas se da cuenta perfecta de lo que trata de hacer. Lo está protegiendo. Paloma no duda ni un momento de su lealtad ni de las capacidades de su administrativo, de hecho, ha sido él el que la puso sobre la pista del primer indicio. Pero el tema se sale de la rutina del departamento y puede ser algo gordo, de esos que esparcen mierda en todas direcciones como cuando lanzas una cagarruta contra un ventilador y ella calcula que muy pocos están tan locos como para ir contra una o dos inspectores del departamento de urbanismo, pero si las cosas vienen mal dadas, un simple administrativo es carne de cañón.
- Mira bonita, ya soy mayorcito para cuidarme solo, que sepas que me ofendes.
- Ya se te pasará.
- O igual te mando a tomar viento a la Farola de Málaga y pido el traslado.
- Cuando quieras te lo tramito.
- Eres insoportable ¿sabes?
- Mientras te ofendes ¿me podrías preparar un café?
- Prepáratelo tú que no soy tu criada.
Paloma sonríe: ya tiene que estar cabreado Sebas para no hacerle un café. Él, que presume de darle el toque exacto a la maquinita de cápsulas. El mejor café de todo el departamento, se suele vanagloriar cada vez que, sin necesidad de que ella se lo pida y como si le estuviera leyendo el pensamiento, le acerca una taza en el momento adecuado.
Diez minutos después, recoge y sale provista de su mochila de campo.
- ¿Dónde vas? - pregunta Sebastián.
- A hacer mi trabajo. Luego te traigo pastas.
- No me apetecen, gracias.
- Ya veremos - dice ella antes de salir. Sabe que el enfado le durará toda la mañana pero no mucho más. Sebas no puede estar dos días seguidos sin hablarle. La quiere demasiado aunque no sea capaz de decírselo.
Sale contenta y agradece la brisa matutina en el rostro, que aclara y disuelve los malos pensamientos. Está alegre porque después de muchos días haciendo trabajo de rata de oficina, hoy por fin pisa calle, que es lo que a ella le gusta. Lástima que no pueda quedar con Stefano. En quince días han tenido unos cinco encuentros y todos han sido emocionantes e intensos como el primero. Siempre metiendo alguna innovación, yendo un poquito más allá, dejándose manipular y poseer por su joven amo.
Espera ansiosa el siguiente encuentro y posiblemente podría ser mañana. Stefano le ha confirmado su disponibilidad. Es único problema es que tiene el día muy complicado: por la mañana hay reunión con el jefe de departamento y no puede escaquearse. Lo cual traslada el problema a la tarde noche. Su marido podría hacerse cargo de la niña sin dificultades, no es un día que tenga nada planeado salvo sorpresa de última hora. La cuestión es si no sospechará otra excusa.
Afortunadamente, a veces el destino se alía con nosotros y en vez de llevarnos la contraria, nos tiende un puente de plata a nuestros deseos y tal vez a nuestra perdición. Pero ¡qué perdición más rica! piensa Paloma cuando la llama su jefe.
- ¿Dónde estás? he pasado por tu oficina.
- Salgo a visitar unos solares, ya sabes, el trabajito ese que me encargaste que no podía esperar.
- Vale, perfecto ¿cómo lo llevas?
- Progreso adecuadamente, como los niños en el cole… pronto tendré un informe preliminar.
- Muy bien, en cuanto lo tengas me llamas, no hacen más que darme la tabarra con esto.
“Pues ya verás cuando el teniente de alcalde y quien quiera que esté medrando en este tema lo lean”… piensa Paloma aunque se abstiene de adelantar nada. Bastante follón tendrá ya con la que se va a liar, como para poner sobre aviso a todos los que pueden ponerse nerviosos con este tema y que le anden tocando los ovarios a todas horas. O peor aún, que la retiren del caso, que por otro lado no le parece mala idea. Por primera vez casi que echa de menos la rutina, bendita rutina que le permite concentrarse en lo que ahora le interesa: en su aventura con ese chico caído del cielo. Ha rejuvenecido veinte años de una tacada.
- Paloma ¿estás ahí?
Joder, su jefe, que se le ha ido la cabeza a otros lares.
- Sí, sí, dime.
- Que te comentaba lo del acto de mañana.
- ¿Mañana? ¿A qué hora?
- A las seis de la tarde, una pequeña recepción con empresarios, cargos del ayuntamiento, de la comunidad, etcétera, lo típico. Ya sabes lo que les gusta a los políticos dejarse ver.
- ¿Y porque tengo que ir yo?
- Porque el teniente de alcalde ha insistido en que esté urbanismo y que yo vaya con mi equipo en representación del área. Y si me toca joderme a mí y ponerme traje y peinarme, pues vosotros igual, todos los inspectores jefe a desfilar.
- Yo no cobro tanto como para aguantar pelmazos fuera de mi horario laboral.
- Está casi dentro de tu horario laboral. Además, no seas sosa. Te van a invitar a merendar, a una copa y vas a conocer gente interesante.
- Abrevia y no me vendas la moto ¿es una orden?
- Tú verás Paloma…
- Vale, veo que es una orden: ahí estaré, pero me debes una.
- Muchas gracias por tu comprensión. Mañana tráete algo bonito puesto y no olvides sonreír aunque sea un poquito.
- ¿Le vas a decir lo mismo al resto de inspectores o esto solo es válido para la única que lleva falda?
- A esos no necesito decirles nada: ya mueven la cola solos cuando les ladro, a ti es que te tengo un cariño especial.
- Jefe, con todos mis respetos: ¡vete al carajo!
- ¡Que tengas buen día tú también!
Al principio, Paloma se sube al coche cabreada. Odia que le cambien el ritmo y que la hagan asistir a ese tipo de eventos estúpidos. Mucha gomina, mucho aprovechado, mucho lameculos y poco seso. Ya lleva suficiente tiempo allí como para saber que alguien como ella lo tiene difícil para medrar en este tipo de reuniones. No es así como se ha ganado el puesto. Pero luego, su mente se pone a funcionar y de repente se da cuenta de que tiene ya una excusa perfecta, porque además es verdadera, para escaparse mañana por la tarde. Dos horas como mucho de fiesta. Posiblemente pueda escurrir el bulto una vez que se haya dejado ver, su jefe esté contento y ella haya estrechado unas cuantas manos, tras estar un rato disponible por si alguien le quiere preguntar cualquier cosa. Si su superior la quiere exhibir como la inspectora más cabrona de su departamento, tampoco le cuesta darle un poco de gusto. Y luego a ver a Stefano.
Pone en marcha el coche y llama a Javier.
- ¿Javier?
- Dime.
- Mañana tarde tengo jaleo, me acaba de llamar Marcial. Una recepción a políticos y empresarios y quieren que vayamos los inspectores de urbanismo.
- Vaya por Dios.
- ¿Tienes planes o busco niñera?
- No, que yo sepa no tengo nada.
- Oye ¿y no te apetecería venir conmigo? - Paloma le echa un órdago para apuntalar bien su coartada.
- ¿Y qué pinto yo allí? ¡Menudo coñazo!
Javier ya la ha acompañado en otras ocasiones y se ha aburrido soberanamente. Un sitio donde tienes bebida gratuita pero no puedes beber hasta coger el punto, porque te miran raro, a menos que seas un mandamás, claro.
- Dímelo a mí.
- Bueno esta noche nos vemos.
- Ok.
Mira tú por dónde se le acaba de arreglar el día, piensa satisfecha. Ya tiene coartada para mañana.
Sin embargo está satisfecha: ¡vaya polvazo! Ayer se lo contó a sus amigas del foro y están que rabian.
- ¡Qué suerte tienes cabrona: menuda aventura y menudo semental te ha caído del cielo!
- Ya nos gustaría a nosotras probar todas esas cosas…
- Sí, pero ahora, una vez pasado el calentón, te arrepientes: no tengo el cuerpo ya para estas fiestas, que son cuarenta y cinco años.
- Ni de coña te arrepientes tú, zorra.
- Jajaja: es verdad - reconoce ella.
A pesar de su fantasía habitual con Ricardo, hasta hoy no se consideraba masoquista, pero es cierto: el juego la pone. No es que le guste que le peguen o que le den azotes, pero el morbo y la intensidad de la experiencia la ponen a mil. Como si el dolor pusiera el cuerpo en estado de alerta y por tanto (mucho más sensitivo), fuera capaz de multiplicar el placer.
En fin, que le gusta y está dispuesta a continuar. Afortunadamente, hasta dentro de un par de días no puede quedar con Stefano: una sesión de esas a diario la dejaría para el asilo. Se mira las muñecas y las frota. Mañana se va a apuntar a las clases de CrossFit en el gimnasio. No solo para estar más fuerte de cara a sus encuentros con Stefano y poder aguantar mejor, sino como coartada, porque tarde o temprano su marido acabará dándose cuenta de los moratones y arañazos. Su amante parece tener un cuidado exquisito en no dejar marcas, pero a veces alguna es inevitable. Las clases de CrossFit en su gimnasio son salvajes. Si su marido pregunta, solo tiene que llevarlo un día a ver como las chicas levantan ruedas de camión, suben por una soga o hacen flexiones arrastrándose por el suelo.
- Buenos días Paloma.
- Hombre Jaime ¿qué tal?
Méndez mira hacia fuera y aunque no hay nadie cierra la puerta.
- ¿Puedo hablar un momento contigo?
- Claro.
- Oye, respecto a tu expediente, he averiguado alguna cosa que te puede resultar interesante.
- Pues cuéntame...
- Bueno, resulta que tenías razón. La constructora ha trabajado en varias obras de envergadura. Y no solo con las tres empresas que mencionabas: hay dos más.
- ¿Dos más?
- Si. Lo que pasa es que no ha sido aquí sino en la provincia.
- ¡Vaya! esas no las tenía controladas.
- Ahora te paso los nombres pero eso no es lo más interesante. Entre la documentación que aportan ya sabes que debe estar la declaración de quiénes componen el consejo de administración o la Junta directiva. Se repiten algunos nombres...No todos ni en todas las empresas, pero hay al menos dos que sí: Fernando Muguruza y Gabriel Morales.
Paloma asiente.
- ¿No los apuntas?
- No hace falta: ya lo sabía.
- Vaya. Llego tarde.
- No te preocupes, te lo agradezco de todas formas.
- ¿Cuáles eran las empresas que actuaban en la provincia?
Jaime coge un boli y escribe dos nombres en un papel.
- Ahí las tienes, pero a menos que conozcas a alguien en los respectivos ayuntamientos, solo podrás acceder a la información que hay en la comunidad y ahí vas a encontrar poco.
- Ya, pero de todas formas gracias por la gestión.
- ¿Cómo lo llevas Paloma? ¿Tienes algo?
Ella duda un momento. Como si pensara hasta dónde puede contar y hasta donde no. Al final se decide: no quiere parecer descortés con un compañero que se está preocupando por ella. Y con este tipo de historias, es mejor tener a alguien que te eche una mano por si las cosas se complican.
- He cruzado datos, igual que supongo que has hecho tú. Y si, efectivamente hay algo que huele regular. Distintas promotoras consiguen adjudicaciones de parcelas en subasta pública. Los procedimientos son sospechosos porque al menos en un caso, se ha demostrado que posiblemente conocían de antemano que terrenos se le iban a conceder. Solo presentan documentación correcta y detallada para aquellas que finalmente les adjudican ¿Para qué molestarse en presentarla en aquellas que no les interesaban? y si realmente les interesaban ¿por qué no han sido igual de escrupulosos que con las demás?
- Porque están jugando al despiste. Quizá para no dar pistas sobre cuáles eran sus intenciones al resto de pujadores.
- O quizá para enmascarar un acuerdo de concesión amañado.
- Puede ser.
- El caso es que tenemos tres empresas (cinco según tu) que, aunque en teoría no tienen nada que ver entre ellas, utilizan este procedimiento extraño para hacerse con terrenos que han sido recalificados.
- Pero resulta que sí tienen que ver…
- Efectivamente: utilizan la misma constructora y además resulta que algunos de los cargos han ido emigrando de una a otra empresa ¿Por qué montar una promotora para cada proyecto?
- Nadie les impide hacerlo así.
- Venga Jaime, que los dos tenemos el culo pelado después de tantos años arrastrándolo por urbanismo.
- Tienes razón, esto huele extraño.
- Exactamente. Esta gente como mínimo contaba con información privilegiada o en el peor de los casos, estamos ante adjudicación a dedo. En cualquier caso suficiente para abrir una investigación.
- ¿Crees que con solo eso lo abrirán? Además, si estás en lo cierto debe haber implicado alguien de dentro. Y si tiene capacidad para adjudicar, no debe ser un funcionario de medio pelo. No te lo van poner fácil.
- Ya. Por eso debo investigar más.
- Y ¿dónde?
- A pie de obra. Claro. Seguramente si tenían tanta prisa habrán cometido errores. Están construyendo desde el primer día. Pediré facturas, albaranes, memorias de calidades
... que te apuestas a que se han adelantado tanto que ya tenían algo comprado y han firmado con subcontratas antes de la adjudicación. Además hay otro tema...
- ¿Cuál?
- Ese te lo cuento cuando lo tenga seguro - comenta Paloma bajando la voz, ha oído ruido fuera. Es el Sebas que acaba de llegar.
Méndez gira la cabeza hacia la puerta y tiene a bien cerrar igualmente el pico solo unos instantes antes de que el administrativo entre en el despacho. O más bien haga el intento de entrar porque al ver a Méndez allí se detiene en la entrada.
- Perdón, no sabía que estabais reunidos.
- No, nada Sebas, solo era una visita de cortesía ya me iba. Bueno Paloma hasta luego. Ya sabes: si hay algo en lo que te pueda echar una mano no tienes más que decírmelo.
- Gracias Jaime.
- ¿Que quería ese? - pregunta Sebastián nada más irse el inspector. Que Méndez aparezca tan temprano a hacerles una visita de cortesía le parece tan poco probable como que nieve en el desierto.
- Nada, solo estaba curioseando un poco. El expediente que llevamos ahora era suyo.
- Ya - Replica cruzándose de brazos - ¿Y porque le interesa ese expediente?
- Bueno, ya sabes cómo somos los inspectores, cuando nos echan un hueso no nos gusta que nos lo quiten.
- Pues me parece que tú estás escarbando mucho paro encontrar ese hueso. Y además no me dejas ayudarte.
- Sebas, me estás ayudando mucho: me quitas toda la morralla de en medio para que yo me pueda concentrar en hacer mi trabajo.
- Gracias por el cumplido pero nos conocemos, guapa. Tú confías demasiado en mis capacidades, que los dos sabemos que son muy buenas, como para tenerme haciendo trabajos de segundo nivel. No sé dónde andas metida pero me estás dejando a propósito al margen.
Ella no mueve ni una pestaña, ni altera un milímetro su sonrisa, la buena (no la sarcástica), que reserva solo a unos pocos íntimos.
- Sebas esto es un marrón y posiblemente de los buenos. No sé por dónde van a llover las hostias pero prefiero que de momento, hasta que lo tenga todo controlado, solo metamos mano los imprescindibles. Ya sabes, cuestión de rango.
Sebas se da cuenta perfecta de lo que trata de hacer. Lo está protegiendo. Paloma no duda ni un momento de su lealtad ni de las capacidades de su administrativo, de hecho, ha sido él el que la puso sobre la pista del primer indicio. Pero el tema se sale de la rutina del departamento y puede ser algo gordo, de esos que esparcen mierda en todas direcciones como cuando lanzas una cagarruta contra un ventilador y ella calcula que muy pocos están tan locos como para ir contra una o dos inspectores del departamento de urbanismo, pero si las cosas vienen mal dadas, un simple administrativo es carne de cañón.
- Mira bonita, ya soy mayorcito para cuidarme solo, que sepas que me ofendes.
- Ya se te pasará.
- O igual te mando a tomar viento a la Farola de Málaga y pido el traslado.
- Cuando quieras te lo tramito.
- Eres insoportable ¿sabes?
- Mientras te ofendes ¿me podrías preparar un café?
- Prepáratelo tú que no soy tu criada.
Paloma sonríe: ya tiene que estar cabreado Sebas para no hacerle un café. Él, que presume de darle el toque exacto a la maquinita de cápsulas. El mejor café de todo el departamento, se suele vanagloriar cada vez que, sin necesidad de que ella se lo pida y como si le estuviera leyendo el pensamiento, le acerca una taza en el momento adecuado.
Diez minutos después, recoge y sale provista de su mochila de campo.
- ¿Dónde vas? - pregunta Sebastián.
- A hacer mi trabajo. Luego te traigo pastas.
- No me apetecen, gracias.
- Ya veremos - dice ella antes de salir. Sabe que el enfado le durará toda la mañana pero no mucho más. Sebas no puede estar dos días seguidos sin hablarle. La quiere demasiado aunque no sea capaz de decírselo.
Sale contenta y agradece la brisa matutina en el rostro, que aclara y disuelve los malos pensamientos. Está alegre porque después de muchos días haciendo trabajo de rata de oficina, hoy por fin pisa calle, que es lo que a ella le gusta. Lástima que no pueda quedar con Stefano. En quince días han tenido unos cinco encuentros y todos han sido emocionantes e intensos como el primero. Siempre metiendo alguna innovación, yendo un poquito más allá, dejándose manipular y poseer por su joven amo.
Espera ansiosa el siguiente encuentro y posiblemente podría ser mañana. Stefano le ha confirmado su disponibilidad. Es único problema es que tiene el día muy complicado: por la mañana hay reunión con el jefe de departamento y no puede escaquearse. Lo cual traslada el problema a la tarde noche. Su marido podría hacerse cargo de la niña sin dificultades, no es un día que tenga nada planeado salvo sorpresa de última hora. La cuestión es si no sospechará otra excusa.
Afortunadamente, a veces el destino se alía con nosotros y en vez de llevarnos la contraria, nos tiende un puente de plata a nuestros deseos y tal vez a nuestra perdición. Pero ¡qué perdición más rica! piensa Paloma cuando la llama su jefe.
- ¿Dónde estás? he pasado por tu oficina.
- Salgo a visitar unos solares, ya sabes, el trabajito ese que me encargaste que no podía esperar.
- Vale, perfecto ¿cómo lo llevas?
- Progreso adecuadamente, como los niños en el cole… pronto tendré un informe preliminar.
- Muy bien, en cuanto lo tengas me llamas, no hacen más que darme la tabarra con esto.
“Pues ya verás cuando el teniente de alcalde y quien quiera que esté medrando en este tema lo lean”… piensa Paloma aunque se abstiene de adelantar nada. Bastante follón tendrá ya con la que se va a liar, como para poner sobre aviso a todos los que pueden ponerse nerviosos con este tema y que le anden tocando los ovarios a todas horas. O peor aún, que la retiren del caso, que por otro lado no le parece mala idea. Por primera vez casi que echa de menos la rutina, bendita rutina que le permite concentrarse en lo que ahora le interesa: en su aventura con ese chico caído del cielo. Ha rejuvenecido veinte años de una tacada.
- Paloma ¿estás ahí?
Joder, su jefe, que se le ha ido la cabeza a otros lares.
- Sí, sí, dime.
- Que te comentaba lo del acto de mañana.
- ¿Mañana? ¿A qué hora?
- A las seis de la tarde, una pequeña recepción con empresarios, cargos del ayuntamiento, de la comunidad, etcétera, lo típico. Ya sabes lo que les gusta a los políticos dejarse ver.
- ¿Y porque tengo que ir yo?
- Porque el teniente de alcalde ha insistido en que esté urbanismo y que yo vaya con mi equipo en representación del área. Y si me toca joderme a mí y ponerme traje y peinarme, pues vosotros igual, todos los inspectores jefe a desfilar.
- Yo no cobro tanto como para aguantar pelmazos fuera de mi horario laboral.
- Está casi dentro de tu horario laboral. Además, no seas sosa. Te van a invitar a merendar, a una copa y vas a conocer gente interesante.
- Abrevia y no me vendas la moto ¿es una orden?
- Tú verás Paloma…
- Vale, veo que es una orden: ahí estaré, pero me debes una.
- Muchas gracias por tu comprensión. Mañana tráete algo bonito puesto y no olvides sonreír aunque sea un poquito.
- ¿Le vas a decir lo mismo al resto de inspectores o esto solo es válido para la única que lleva falda?
- A esos no necesito decirles nada: ya mueven la cola solos cuando les ladro, a ti es que te tengo un cariño especial.
- Jefe, con todos mis respetos: ¡vete al carajo!
- ¡Que tengas buen día tú también!
Al principio, Paloma se sube al coche cabreada. Odia que le cambien el ritmo y que la hagan asistir a ese tipo de eventos estúpidos. Mucha gomina, mucho aprovechado, mucho lameculos y poco seso. Ya lleva suficiente tiempo allí como para saber que alguien como ella lo tiene difícil para medrar en este tipo de reuniones. No es así como se ha ganado el puesto. Pero luego, su mente se pone a funcionar y de repente se da cuenta de que tiene ya una excusa perfecta, porque además es verdadera, para escaparse mañana por la tarde. Dos horas como mucho de fiesta. Posiblemente pueda escurrir el bulto una vez que se haya dejado ver, su jefe esté contento y ella haya estrechado unas cuantas manos, tras estar un rato disponible por si alguien le quiere preguntar cualquier cosa. Si su superior la quiere exhibir como la inspectora más cabrona de su departamento, tampoco le cuesta darle un poco de gusto. Y luego a ver a Stefano.
Pone en marcha el coche y llama a Javier.
- ¿Javier?
- Dime.
- Mañana tarde tengo jaleo, me acaba de llamar Marcial. Una recepción a políticos y empresarios y quieren que vayamos los inspectores de urbanismo.
- Vaya por Dios.
- ¿Tienes planes o busco niñera?
- No, que yo sepa no tengo nada.
- Oye ¿y no te apetecería venir conmigo? - Paloma le echa un órdago para apuntalar bien su coartada.
- ¿Y qué pinto yo allí? ¡Menudo coñazo!
Javier ya la ha acompañado en otras ocasiones y se ha aburrido soberanamente. Un sitio donde tienes bebida gratuita pero no puedes beber hasta coger el punto, porque te miran raro, a menos que seas un mandamás, claro.
- Dímelo a mí.
- Bueno esta noche nos vemos.
- Ok.
Mira tú por dónde se le acaba de arreglar el día, piensa satisfecha. Ya tiene coartada para mañana.