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El lunes por la mañana estaban trabajando normalmente, Víctor les avisó de que tenía que salir para hacer varios recados para la empresa. Cuando pasaron cinco minutos que se había ido, Gus le dijo a Mari que le acompañara a buscar una cosa, abrió una puerta, la del almacén donde guardaban el papel para la impresora, bolígrafos, lápices, cualquier material que hiciera falta en la oficina, se acercó a una escalera.
-Necesitamos papel, es ese de ahí arriba, tendrías que subir y pasármelo.- Le pedía Gus a Mari, ella le miraba seria.
-Llevo falda, no puedo subirme yo, sube tú y me pasas el paquete de hojas a mí.- Le decía ella.
Gus se acercó a ella, Mari dio un paso atrás apoyando la espalda en la escalera, él le pasó una mano por cada lado sujetando la escalera, dejándola a ella en medio de sus brazos.
-Yo no puedo subir, sube por favor, yo te sujeto la escalera.- Le pidió a Mari.
Ella le miró a los ojos, sabía que si subía aquellos escalones y él le sujetaba la escalera, le iba a ver el tanga bien visto, se iba a enterar de todo. Los dos mantenían la mirada en los ojos del otro, en silencio, él no apartaba las manos de la escalera, manteniéndola a ella encerrada entre sus brazos. Ella se giró y fue subiendo la escalera lentamente, él descaradamente le miraba por debajo de la falda. Mari fue a agarrar un paquete de hojas de papel.
-No, ese no, es mejor aquel otro.
Le indicó Gus, un paquete que estaba más alejado, Mari para llegar tuvo que adelantar el cuerpo y sacar un poco el culo ¡Hostia puta! Pensó Mari, ahora sí que le he enseñado hasta el coño, en esta postura me debe haber visto la rajita y todo. Le entregó el paquete a Gus, él lo dejó encima de una estantería, le sujetó la escalera mientras ella bajaba escalón a escalón de espaldas a él, cuando estaba a punto de llegar al último escalón, Mari notó como una mano de Gus se metía por debajo de su falda y se introducía por dentro del tanga, pasándole un dedo por los labios vaginales hasta llegar al clítoris, le dio varias vueltas, ella se giró al llegar abajo, eso hizo que Gus sacara la mano de debajo de la falda, le sonrió y se chupó el dedo que le había metido en el coño. Ella le dio un golpe en un hombro.
-Eres un cerdo… y un abusón.
-No ha pasado nada que tú no quisieras ¡A mí no me jodas!- Mari salía del almacén, Gus detrás, se sentaron en sus mesas.
-Como vuelvas a hacer algo parecido te corto la polla.
Gus le sonrió una vez más, ella se hizo la ofendida, se ‘hizo’, porque no lo estaba, ella sabía que Gus tenía razón, podía haberlo cortado antes, negarse a subir, pero no lo hizo, sabiendo que le enseñaría las bragas, por primera vez en su vida le había enseñado las bragas, el tanga, a un tío expresamente, también podía haberle apartado la mano cuando se la metía por debajo de la falda, y tampoco lo hizo ¿Qué coño tenía aquel hombre que hacía con ella lo que quería? En ese momento entró un pedido y atrajo la atención de Mari, de reojo vio como Gus seguía sonriendo, esa seguridad que tenía Gus le molestaba.
Un rato más tarde llegó Víctor, eso le dio tranquilidad a Mari, estando sola con Gus no se fiaba, si le había metido mano sería capaz de hacer cualquier cosa. Al medio día, Mari, se fue a almorzar a su casa, comió y se estiró en el sofá un rato, hasta la hora de volver al trabajo. Alguien llamó a la puerta, la del piso directamente, Mari pensó que sería algún vecino, la abrió.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó Mari con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
-Venía a visitarte, y ver como es el apartamento.
Le contestaba Gus dando un paso adelante, ella daba el paso atrás, Gus cerró la puerta y acorraló a Mari contra la pared.
-¿Qué haces?- Le preguntaba Mari, sabiendo la respuesta.
-Acabar lo que hemos empezado en el trabajo.
Respondía él metiendo la mano por debajo de la falda agarrándole el coño, ella le sujetaba la mano, sin fuerza, dejando que él le acariciara el chichi como quería.
-Esto no está bien.
-¿Mirarme cuando me comían la polla aquellas dos chicas sí que está bien?- Le susurraba Gus.
Mari callaba, Gus le agarró las bragas y de un tirón se las arrancó, se las puso en la nariz oliéndolas.
-Me ha gustado su sabor y me gusta su olor.
Le decía Gus muy cerca de ella, Mari le miraba a los ojos, se le movían en círculo dentro de las cuencas, nerviosa, Gus acercó sus labios a los suyos, ella subió una mano, le agarró por el pescuezo y lo besó con pasión ¡Coño! Un tío imponente se la quería follar, con las ganas que tenía como le iba a decir que no. Gus le metió un dedo en el coño, ella le desabrochaba el pantalón y se lo bajaba junto con la ropa interior, él, con una mano la levantó del suelo agarrándola por el culo, ella lo pajeaba con ganas, Gus, con la otra mano le abrió una pierna, ella misma se apuntó la polla en la entrada del coño, él, con un golpe certero de cadera la empotró contra la pared, Mari se agarraba a su cuello con fuerza del gusto que sintió al ser penetrada, Gus escuchó el gemido de Mari en su oído. Se la folló allí, de pie, como un salvaje, moviendo las caderas dándole golpes secos y duros, ella gritaba de gusto, notaba las embestidas de aquel hombre medio salvaje y descarado, y como le gustaba, como lo disfrutaba, estaba siendo un polvo rudo, fuerte… No pudo pensar en nada más, se corría, se le ponían los ojos en blanco y notaba como Gus se corría dentro de ella, sin preguntar, sin preocuparse de los condones, a su puta bola, como un animal.
Gus la dejó en el suelo, le besó los labios, se subió los pantalones y se fue, Mari respiraba recuperándose del polvazo. Pensó que tendría que tomarse la píldora del día después y pedir hora en el ginecólogo, si ese tío se la iba a follar así, como parecía que seguiría pasando, tenía que tomar precauciones. Cerró los ojos y se pasó una mano por encima, los abrió y se miró en el espejo de la entradita de su apartamento, respiró profundamente, bajó la mirada buscando en el suelo el tanga, no estaba.
Se lo ha llevado el pedazo de cerdo, pensaba mientras caminaba para meterse en la ducha, que vicio tiene ese tío, y como me pone ¡Coño! Hace conmigo lo que quiere el hijo de puta.
Mientras se duchaba pensaba en Víctor, no se merece que su hermano me folle antes que él, que le vamos a hacer, Gus ha sido más rápido ¡Joder si es rápido el cabrón! Tampoco tengo ningún compromiso con nadie… y desde luego Gus no es una persona para comprometerse, ese seguro que se folla a todas las tías del pueblo y alrededores. Víctor es tan gentil, tan buen chico, tal vez tendría que ser más lanzado, mira que le he dado pistas para que se enterara que me gusta, pero el chico… o no las pilla o es muy vergonzoso, no sé. De momento he follado, que hacía mucho tiempo que no…
Por la noche, antes de cenar, Álex hacía una llamada bajo la atenta mirada de Mónica, Elvira miraba el móvil, lo tenía encima de una mesita al lado del sofá, vio que era Álex, miró a Fran, este le devolvió la mirada.- ¿Quién es?- Preguntó Fran.- Es Álex, luego le llamo, no perdamos el ritmo.- Le respondía Elvira siguiendo con su cabalgada, estaba encima de Fran, él, sentado en el sofá con los pantalones y los calzoncillos por los tobillos, ella, desnuda de cintura para abajo lo cabalgaba con ganas follándoselo. -¿No será algo urgente?- Preguntaba Fran. – Cállate que me voy a correr.- Respondía Elvira excitada. Y así lo hizo, se encogió de hombros, se tensó, cerró los ojos y se corrió, gritaba de gusto moviendo con cierta violencia la cintura penetrándose. Finalmente paró de moverse y suspiró, que buen orgasmo, pensó Elvira. Fran no le dejó pensar mucho más, la giró dejándola a cuatro en el sofá, le metió la polla en el coño hasta el fondo, Elvira gritó, él enloqueció follándosela, hasta que se corría y giró a Elvira para tirárselo en la cara, ella aguantó los primeros disparos de leche, después se metió la polla en la boca chupándosela para dejarlo vacio, vacio.
Elvira se duchó, después agarró el móvil para devolverle la llamada a Álex. Mónica organizaba en la mesa las servilletas, los cubiertos y los vasos antes de cenar, Álex acababa de cocinar la cena. Sonó el móvil de Álex, lo vio Mónica, se lo llevó a Álex para que contestara, relevándolo en la cocina.
-¿Qué pasa?- Es lo primero que escuchó Álex al descolgar.
-Un poco desagradable ¿No?
-Es que me imagino para que llamas.- Le decía Elvira con pocas ganas.
-Es que este fin de semana venimos a Madrid, era por si queríais cenar un día, pero bueno, ya veo que no estáis para visitas…
-Perdona, perdona, pensaba que me llamabas para otra cosa, por supuesto que podemos vernos, lo pasamos bien los cuatro juntos.- Se disculpaba Elvira.
-Es mentira tonta, te llamo para otra cosa, para esa que te imaginas ¿Cómo es que todavía no se sabe nada? Ha pasado tiempo suficiente ¿Por qué no está resuelto?
-¡La madre que te parió! Serás cabrón, ya os dije…
-Sí, sí, ya sé lo que nos dijiste, pero aquí no se mueve nada ¿No me estarás ocultando algo?
-¿Qué coño te voy a ocultar? Además, no tengo porqué darte explicaciones tío…
-Te conozco, cuando te pones así es que ocultas algo.
-Una mierda te oculto…
-Lo ves, cuando te pones así es que no quieres decir algo.
-Déjate de gilipolleces, no tengo nada que ocultarte ni que decirte.
-¿Cómo está Dolores?
-Está bien, no os preocupéis por ella, Dolores ya no existe.
-¿Cómo que no existe?- Se asustaba Álex pensando que la habían matado.
-Desde luego chaval, pareces tonto, de verdad ¡Eh!
-Vale, vale, ya lo entiendo, perdona.- Se tranquilizó Álex al entender que le habían cambiado la identidad.
-Pues no tenemos nada más de que hablar, avísame cuando sea cierto que venís a Madrid.
-Espera, espera ¿Y de lo otro?
-De lo otro nada…
-Nada no, me llamó Esteban, hay mucho revuelo buscándola, están moviendo cielo y tierra.
-Escucha ¿No le dirías nada?
-¿Yo? Nada, no le dije nada de Dolores, me dijo que estaba preocupado por lo del orfanato que veía cosas raras.
-¿Y no le dijiste nada?
-Nada, solo que no se preocupara, que se estaba investigando por otro lado.
-¿Tú eres gilipollas? ¿Qué coño le dijiste?
-Solo eso, que estuviera tranquilo, que se investigaba, porque él creía que no se estaba haciendo nada.
-¡La hostia! Espero que no la hayas liado tío.
-No te entiendo.
-Es que no tienes que entender nada ¡Joder! Tienes que estarte quietecito y calladito ¡Coño!
-Es que no he hecho nada.
-Le has dicho a Esteban que se está investigando.
Álex abrió los ojos pensando ¿Sería posible que Esteban fuera de los malos y le dio información?
-¿Crees que la he liado?- Preguntaba Álex arrepentido.
-No lo sé, espero que no, como eres especialista en liarla no me fio.
Se hizo un silencio.
-Lo siento Elvira.
Otro pequeño silencio.
-No te preocupes.- Le dijo Elvira.
Colgaron la llamada sin decirse nada más, Elvira se giró con el móvil en la mano, mirando a Fran, este levantó las cejas devolviéndole la mirada, sabía que algo había pasado.
-¡Joder!
Dijo Elvira, mirando por el ventanal la noche de Madrid.
…
Al día siguiente, Mari, al medio día, después del trabajo y haber comido, estaba en su casa, sonó el timbre de la puerta, ella se mordió el labio, se imaginaba quien llamaba. Así era, cuando abrió la puerta, entró Gus, la levantó en brazos, cerró la puerta, entró con ella al salón, paró y le miró a los ojos, ella, con la vista le señaló la puerta de la habitación, para allá que se dirigió, con ella en brazos, Gus entró en la habitación, dejó a Mari sentada en la cama, se desabrochó el pantalón y se sacó la polla, se la puso a Mari en la boca, empujó y se la metió hasta la garganta, Mari casi se ahoga, intentó sacársela un poco, Gus no le dejó, siguió follándole la garganta mientras a ella le venían pequeñas arcadas, le dejó la polla totalmente llena de saliva. Gus se la sacó de la boca y la puso a cuatro en la cama, le levantó la falda del vestido y le bajó el tanga de un tirón, Mari cerraba los ojos y apretaba los labios, sabía lo que iba a pasar, y pasó, Gus la penetró de un pollazo tremendo, le hizo gritar de gusto y un poco de dolor, el cabrón no se había preocupado de lubricarle el chichi mínimamente. Después de unas cuantas embestidas ya se lubricó solo y comenzó el placer, placer no, un tremendo gusto que le hacía gritar sin control, igual que se la estaba follando Gus, sin ningún control, moviendo la cintura a todo tren, levantándole las rodillas de la cama de lo fuerte que la agarraba por la cintura, pero aun así, Mari estaba a punto de correrse, se sentía tan dominada por aquel hombre que se excitaba, no la dejaba hacer nada y se la follaba como a él le daba la gana. Se corrió, se corrió gritando de gusto, cuando él estuvo a punto la giró y le tiró toda la leche por la cara, ella cerró los ojos, cuando los abrió Gus ya no estaba, que rápido es en subirse los pantalones y desaparecer, pensó Mari.
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