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Al día siguiente, todos los agentes sabían que tenían que encontrar una furgoneta de color naranja, también le pasaron la información a la policía local, todos los ojos que pudieran conseguir para buscar por las calles eran pocos.
El primer aviso llegó precisamente de la policía local, vieron una furgoneta de color naranja en un desguace. Cuando llegaron Mónica y Álex vieron un coche de la policía local y el de Soria. Cuando bajaron del coche los agentes de la policía local les indicaron por donde tenían que ir para encontrarse con sus compañeros. Vieron a Soria con su nuevo compañero hablando con una persona.
-Hola chicos, él es el dueño del desguace, nos dice que hace mucho tiempo que tiene la furgoneta aquí, le ha estado quitando las piezas que puede vender por separado antes de aplastarla con la máquina.- Les decía Soria.
Álex dio una vuelta alrededor de la furgoneta, desde luego no podía ser aquella, no tenía motor, por dentro estaba totalmente desmontada, ni asientos, ni retrovisor, ni volante, ni nada de nada.
Salían los cuatro agentes defraudados.
-Os presento a Benítez, mi nuevo compañero.- Les decía Soria a Mónica y Álex.
-Nos conocemos de vernos por la comisaría.- Decía Álex estrechándole la mano a Benítez.
Mónica le dio dos besos y cada pareja de agentes se fue, con los coches, por un lado diferente, había que seguir buscando.
El segundo aviso llegó casi al medio día, García y su compañero vieron entrar en la ciudad por la carretera nacional una furgoneta de color naranja, la siguieron hasta un polígono industrial donde entró en una nave. Avisaron por radio, Álex respondió el primero, Mónica puso la luz en el techo del coche y salieron a toda hostia para encontrarse con García. El coche de patrulla los esperó una manzana antes de llegar al lugar en concreto. Salieron del coche Álex, Mónica, García y su compañero.
-Está en aquella nave con la persiana de color verde.- Les indicaba la agente García.
-¿Habéis visto algo sospechoso?- Preguntaba Mónica nerviosa.
-Mucha gente entrando y saliendo.- Respondió el compañero de García.
Mónica y Álex se subieron al coche, Álex abrió la ventanilla.
-García, si veis algo raro pedir refuerzos cagando leches.- Avisaba Álex.
-Si quieres los pedimos ya.- Contestó García más nerviosa que Mónica.
-No, no nos precipitemos.- Contestó intentando tranquilizarla Álex.
Dejaron el coche justo delante de la entrada, por si querían huir con la furgoneta, pensó Álex. Entraron él y Mónica, le enseñaron la placa al primer hombre que vieron, por allí no paraba de moverse gente de un lado para el otro. El hombre les indicó donde estaba el jefe, con él se fueron a hablar. Se volvieron a identificar.
-¿Qué quieren agentes? Ya ven que estamos muy atareados.
-Queremos saber de quién es esa furgoneta naranja.
-Esa furgoneta es de los técnicos que llevo una puta semana esperando para que me reparen la máquina más importante de este negocio, estoy perdiendo un pastón desde que dejó de funcionar, han venido de otra ciudad.
Álex lo comprobó todo, los papeles que estuvieran en regla, hasta habló con tráfico para comprobar que realmente la furgoneta pertenecía a la empresa aquella, habló con el jefe de los operarios que lógicamente les confirmó el desplazamiento para arreglar la máquina. Decepcionado se subió al coche con Mónica, avisó a García para que se fueran y siguieran buscando. Mónica notó ese día que Álex estaba muy pensativo, pensó que debía de ser por la búsqueda de la dichosa furgoneta.
Durante el día comprobaron un par más, se extrañaron que en aquella ciudad pudiera haber tantas furgonetas naranjas.
Al medio día, Soria entró en el depósito de cadáveres para hacerle una visita a su ‘amiga’ Lita, la forense. Encontró a un chico trajinando con un cadáver.
-¿Qué haces aquí?- Le preguntó sorprendido.
El chico lo miró fijamente, a través de los cristales, bastante gordos por cierto, de sus gafas.
-¿Y usted es?- Le preguntó el chaval.
Soria le enseñó la placa.
-Vale, si es por algo policial tendrá que esperar, Lita se ha marchado y no volverá hasta mañana.
-¿Dónde? ¿Dónde se ha ido?
-No lo sé, yo no soy nadie para preguntarle lo que hace y lo que no, me ha dicho que arregle este cadáver que le hizo la autopsia ayer, ya ve, un viejecito que murió aquí, en el hospital.
-Vale, vale, me voy.
Le dijo Soria disgustado, él esperaba poder follar aquel medio día y de eso nada. Por la tarde, Soria entró en la panadería de los padres de Álex por la puerta trasera, un oscuro pasillo llegaba a la habitación donde estaban los hornos, la harina y todo lo necesario para que el padre de Álex hiciera los diferentes panes y pastas que luego vendían en la parte de la tienda. Encima de la mesa donde se amasaba el pan, sentada, estaba Noelia, delante de ella, su novio le comía el coño, ella tenía los leotardos y las bragas a la altura de las rodillas, el novio le sujetaba las piernas en alto para poder lamerle el chichi, ella gemía agarrada al pelo de la cabeza de su novio. Soria se quedó allí, escondido detrás de unas estanterías mirándolos. Al rato, el novio se separó, Noelia se bajó de la mesa, se arrodilló, le sacó la polla y se la comió casi entera, se la chupaba con ganas y el novio movía las piernas del gusto que le daba. Cuando se sacó la polla de la boca y Soria la volvió a ver, pensó que el novio de Noelia no era muy guapo, pero estaba bien armando, había que ver el pedazo de polla que tenía aquel hombre. Le dio la vuelta a su novia colocándola apoyada en la mesa, las tetas de Noelia se aplastaron encima de la mesa, sacó el culo, el novio se mojó dos dedos con saliva pasándoselos por encima de la punta de la polla, Soria pensó que no hacía falta hacer aquello después de la mamada de su novia, pero bueno, iba a ser divertido ver cómo le metía aquello tan grande a Noelia. El novio le apuntó la polla en la entrada del coño, Soria pensó que no iba a entrar, era demasiado grande comparada con el cuerpo de Noelia ¡Joder si entró! De un tirón se la clavó, Noelia grito de gusto, el novio movía las caderas adelante atrás metiéndole y sacándole del coño aquella estaca importante, ella se agarraba a la mesa con fuerza para aguantar el placer que le estaba dando su novio follándosela. Cuando Noelia empezó a correrse el novio también lo hizo, le debía entrar la polla tan ajustada que cada vez que se la metía salía un chorrito de semen cayendo al suelo.
Cuando acabaron, Noelia se metió en el cuarto de baño, el novio se subió la ropa interior y los pantalones, espero que ella saliera y se fueron, Soria los siguió con la vista, vio como Noelia abría con llave la puerta de entrada y se despedía de él, después cambió el cartelito de cerrado a abierto.
-Déjalo cerrado cariño, quiero hablar contigo un rato.- Le dijo Soria.
-¡Joder! Que susto me has dado ¿Qué haces aquí?- Preguntó Noelia.
-He entrado por la puerta de atrás, no te has acordado de cerrarla, supongo.
-¡Hostia! ¿Así…?
-Sí, me he enterado de todo, hay que ver que buen novio te has buscado, tiene una…
-¿Qué quieres Soria?- Preguntó Noelia para que no siguiera hablando Soria.
-Hablar contigo, deja la puerta cerrada y ven conmigo.
Le dijo Soria entrando de nuevo en la trastienda, Noelia comprobó que la puerta estaba cerrada y el cartelito de cerrado puesto, suspiró y entró en la trastienda. Soria la agarró por la espalda y le besó el cuello.
-Hace tiempo que tú y yo no nos veíamos.- Le decía excitado Soria.
-Soria por favor, que tengo novio.
-Ya lo sé, no te preocupes que no soy celoso. También me pides por favor que te quite las multas de tráfico, las tuyas y las de tu familia, favor por favor ¿No te parece?
Soria la había acercado a la mesa otra vez, él por detrás le metía las manos por dentro de los leotardos y las bragas bajándoselo todo muy lentamente.
-¿Me quieres follar Soria?- Preguntaba Noelia. Él le apoyaba otra vez las tetas en la mesa, volviendo a dejarle la ropa a la altura de las rodillas. Se mojó dos dedos con saliva y se los pasó por el agujero del culo.
-Te voy a follar, pero no será el coño, después de meterte tu novio su polla no voy a sentir nada, te voy a follar este culo que tienes.
-Soria por favor, me vas a hacer daño.
-No te preocupes que iré con cuidado.- Le contestaba él mientras se mojaba con saliva la punta de la polla, imitando lo que había visto hacer al novio.
Le apuntó la punta en el agujerito y apretó, Noelia gritó y se sujetó con fuerza a la mesa.
-No te quejes todavía que no te la he metido, parece que tienes el agujero muy estrecho, mejor, cuanto más apretada entre más voy a disfrutar.
Noelia cerraba los ojos, veía que se la iba a meter y le haría daño. Soria volvió sujetarse la polla con la punta encima del agujerito, apretó, esta vez siguió sujetándose la polla hasta que notó que la puntita se abría paso en el culo de Noelia, ella gritó y el no dejó de metérsela hasta tenerla toda dentro.
-Me duele Soria.- Se quejaba Noelia.
-No te preocupes, pronto se te dilatara y lubricará.
Sin decirle nada más se empezó a mover, a sacarle y meterle la polla del culo, Noelia se movía, se sujetaba cambiando las manos de sitio por la mesa, dando claros síntomas que le estaba doliendo. Él fue aumentando el ritmo, le excitaba que la polla le entrara tan apretada al hacer ella fuerza para cerrar el culo. Al poco rato ya la sodomizaba sin ningún esfuerzo, en unos cuatro o cinco golpes de cadera follándosela, Soria se corrió dentro. Le sacó la polla del culo, Noelia salió corriendo otra vez para entrar al cuarto de baño, cuando salió Soria se había ido, miró el pasillo oscuro… y despacio, poco a poco, entró para llegar hasta el final y cerrar la puerta trasera de la tienda, a aquellas horas siempre le había dado mucho miedo ese pasillo a Noelia, estaba demasiado oscuro.
Álex y Mónica al final del día regresaban a la casa de Álex, él seguía serio, Mónica no tenía muy claro por qué. Llegaron a la puerta de la casa de la señora Satu, la casera, Álex detuvo el vehículo sin parar el motor.
-Mónica, tengo que hacer algo esta noche.
-¿Quieres decir que te vas solo?- Preguntó ella para confirmarlo.
-Sí, tengo que hacer algo y lo tengo que hacer solo.
Mónica le miró a los ojos, bajó del coche y se dirigió al apartamento de Álex, él espero hasta que la vio entrar. Puso de nuevo el coche en marcha y se fue.
Elvira salió de la comisaría, subió a su coche de gama muy alta, saludó al agente que le abrió la barrera y avanzó por la calle, otro coche, aparcado en la misma calle, puso el motor y los faros en marcha y la fue siguiendo. Por las calles que giraba y la dirección que tomaba Elvira, Álex supo rápidamente donde se dirigía, a la casa de sus padres, y no se equivocó, Elvira aparcó justo delante de la carpintería, el negocio familiar de toda la vida ya cerrado, encima, vivían sus padres y vivió ella toda su juventud. Elvira salió del coche, buscó en su bolso, sacó un cigarrillo y un mechero, apoyada en el coche, mirando la carpintería y la casa, se lo fumó tranquilamente. Álex había estacionado unos ciento cincuenta metros antes, no quería acercarse demasiado, sabía que Elvira era una policía experimentada y se daría cuenta de que la seguían.
Después de fumarse el cigarrillo, tirarlo a la acera y pisarlo para apagarlo, se acercó a la puerta del piso y llamó, al poco le abrieron la puerta y Elvira se metió dentro. Álex se colocó bien en el asiento de su coche, sabía que estaría un rato, seguramente Elvira había ido a cenar con sus padres, o, en la peor situación, aquellos días que estaba por allí vivía con ellos, pero no lo creía, Álex estaba convencido que estaría alojada en algún hotel pagado por la policía.
Aproximadamente una hora más tarde, Elvira volvió a salir y se subió a su coche, Álex puso en marcha el motor del suyo, sin encender las luces, cuando vio que tenía una distancia prudencial con el coche de Elvira, encendió las luces y salió detrás de ella, unos diez minutos más tarde, Elvira paraba el coche delante de un hotel, Álex se apartó rápidamente de la calzada, apagó las luces del coche y lo estacionó detrás de otro vehículo para que no lo viera Elvira.
Ella salió, volvió a buscar en su bolso, se volvió a encender otro cigarrillo y se acercó a un parque que había delante del hotel, desde la puerta, cerrada por ser muy tarde, miraba un pequeño lago con una fuente en medio. Cuando acabó el cigarrillo, atravesó la calle y se metió dentro del hotel. Álex esperó, le dio tiempo, pensó que si Elvira se duchaba y relajaba estaría más receptiva. Cuando pasó el tiempo que él creyó conveniente, Álex salió de su coche, sin abrigarse, en vaqueros y un polo, se dirigió a la entrada del hotel.
Entró en el hotel, se dirigió a recepción, le enseñó la placa de policía al recepcionista y le preguntó por la habitación de la inspectora jefe Elvira, le puso como excusa que tenía que hablar con ella urgentemente de un caso, que no la avisara porque ya lo estaba esperando. Entró en el ascensor, apretó el botón del tercer piso, mientras el ascensor subía, Álex se miró en el espejo, suspiró. Se abrieron las puertas, salió al pasillo, miró los números de las habitaciones, fue caminando lentamente, como si no quisiera hacer ruido, como si estuviera dudando de haber llegado hasta allí, cuando vio el número que le había dicho el recepcionista se paró, se acercó a la puerta lentamente, apoyó los nudillos de la mano derecha en la puerta, y después de suspirar una vez más, la golpeó varias veces.
Abrió Elvira, en la cara se le podía notar la sorpresa de ver a Álex, él la miró, llevaba puesto un camisón de dormir, igual que los que se ponía cuando dormía con él. Álex no dudó, entró, ella dio unos pasos atrás, él cerró la puerta con el talón, la agarró por la cintura y la besó, le metió la lengua en la boca, Elvira en el primer momento aceptó el beso, devolviéndoselo por un instante, rápidamente intentó apartarse.- Álex, no.- Llegó a decir, él no la escuchaba, la había levantado agarrándola por el culo y la tumbaba en la cama, se colocó encima de ella, Elvira intentaba cerrar las piernas, él le coló una mano por dentro del camisón, entre las piernas la fue subiendo, Elvira le repetía que no, que se estuviera quieto, pero no hacía fuerza ni para cerrar las piernas del todo ni para quitárselo de encima.
Cuando Álex llegó con su mano a agarrarle el coño, y poco después a meterle un dedo dentro notando que lo tenía mojado. Elvira suspiró y le agarró la cabeza a Álex apoyándosela en el cuello, él mientras le besaba y lamía el cuello, se desabrochó los pantalones y se los bajó de un tirón con la ropa interior. Elvira abrió las piernas, él se colocó en medio, se agarró la polla y directamente, sin tener que medir nada, se la metió hasta el fondo.
Álex gimió, Elvira resopló, muy suave, no quería que Álex pensara que se lo pasaba bien, que disfrutaba de aquella improvisada follada. Él sí que la disfrutaba, disfrutaba volver a follarse a Elvira, disfrutaba volver a oler su piel. Se fue moviendo, a Elvira, sin quererlo, se le mojaba el coño, subía las caderas cada vez que Álex la penetraba, para que pudiera hacerlo más profundamente. Él se la metía cada vez con más fuerza, con golpes secos y duros, como sabía que a ella le gustaba, Elvira le colocaba una mano en la espalda, casi en el culo, notando como subía y bajaba follándosela, como tantas veces antes lo había hecho en el pasado, pero esta vez casi sin apoyarla, para que él no se diera cuenta.
Álex gemía, se excitaba por momentos, ella intentaba apagar todo movimiento o sonido de estar a punto de correrse como estaba. Él también sabía que se iba a correr, la conocía bien, Elvira cerró los ojos, un pequeño suspiro salió de su boca, Álex sabía que se había empezado a correr, con cinco pollazos más empotrándola contra la cama, él también se corrió. Se quedaron quietos un momento, un momento muy corto.
Elvira se movió para salirse de debajo, Álex se apartó poniéndose de pie, se guardó la polla y se abrochó el pantalón. Allí estaban los dos, uno delante del otro.
-¿Qué haces?- Preguntó levantando la voz enfadada Elvira.
-Creo que ya los has visto y disfrutado.
-¿Estás loco o que te pasa? Yo no he disfrutado nada ¡Perdona!
-Pues no lo parecía, gemías y me agarrabas el culo.
-¿Qué dices? Eso es lo que te hubiera gustado a ti ¡Capullo!
-Elvira.- Le decía Álex casi susurrando.
-Ni Elvira ni nada, te has pasado, no volverás nunca más aquí, no volverás a intentar lo que has hecho esta noche, no lo entiendes, no entiendes que ya no te quiero, no quiero saber nada más de ti, si nos vemos es por esta mierda de caso.
-¿Por qué?- Preguntaba contrariado Álex.
-¿Por qué? Por qué no puedes usarme cuando tú quieras ¿No lo entiendes?
-No me refiero a eso, quiero decir que ¿Por qué? Me dejaste, por qué te liaste con otro.
Se hizo un silencio.
-Tengo derecho a enamorarme de quien quiera, me enamoré Álex, tan difícil es aceptarlo.
-¿Y tuviste que restregármelo? ¿Te tuve que ver follando con él?
-Eso pasó por qué no te fuiste cuando te tenías que haber ido, si lo viste es porque me seguiste, no lo hice en el apartamento...
-Elvira por favor…
-Mira Álex, como vuelva a pasar algo parecido a lo de esta noche, te prometo que te denunciaré, haré que te expulsen del cuerpo. Déjame en paz, no seas tonto y hazle caso a esa compañera que tienes, se le caen las bragas cuando está contigo ¿No te has dado cuenta? Además, parece buena chica, seguro que serás feliz con ella.
-Yo era feliz contigo.- Le contestaba muy triste Álex.
-¡Lárgate de aquí! Y no vuelvas a hablarme nunca más de cosas personales.
Álex la miró, con tristeza, dándose cuenta que la Elvira que él había conocido ya no estaba, no sabía que podía haber pasado, pero ella había cambiado mucho.
Despacio, se giró, abrió la puerta, salió de la habitación y la cerró detrás de él. Elvira cerró los ojos, notó como le caía el semen de Álex entre las piernas, se metió en el cuarto de baño, se miró al espejo, apoyó las manos en la pica del lavabo y unos lagrimones le cayeron por las mejillas.
Cuando Álex regresó a su apartamento, desde la calle vio que no había luz, abrió la puerta y entró en la habitación, tal como sospechaba Mónica había recogido sus cosas y se había ido. Se sentó en la cama, buscó su móvil.
-¿Estás en tu apartamento?- Le preguntó por un mensaje a Mónica.
-Sí ¿Tú estás bien?
-Sí, solo quería comprobar que no te había pasado nada.
-Buenas noches Álex.
-Hasta mañana Mónica, te vendré a buscar, es una tontería ir con dos coches hasta la comisaría.
-Como quieras.
Álex dejó el móvil encima de la cama, pensó que no había cenado, se duchó y se metió directamente en la cama, esa noche no tenía hambre.