...
Llegaba el fin de semana, ese día por la mañana Mari trabajaba con Gus a su lado y Víctor en la mesa de delante. Víctor se despedía recogiendo las llaves de la furgoneta, entró al almacén y salió con varios paquetes para llevarlos a la agencia de transporte.
-¿Vas a llevar los paquetes al reparto?- Le preguntó Mari.
-Sí, meto los que quedan en el almacén y me voy.- Respondió él.
Salió por la puerta con los paquetes, Gus sujetó a Mari por un brazo.
-Haz lo que quieras, después de comer pasaré por tu apartamento, hoy te voy a follar ese culo que tienes.- Le dijo Gus sin soltarle el brazo.
Mari se soltó de un tirón.
-No, no vendrás más a mi casa sin mi permiso, hoy no vas a follarme nada.
-Eso ya lo veremos.
Mari miraba fijamente a Gus a los ojos, se giró y entró en el almacén para ayudar a Víctor con los paquetes, mientras los recogía le hablaba al padre.
-Voy con Víctor a la agencia de transporte, me gustaría ver como lo hace, por si algún día no puede ir él.
-Me parece buena idea Mari, a estas horas no hay mucho trabajo.- Le decía la madre.
En ese momento entró Víctor al almacén, vio a Mari sujetando unos cuantos paquetes, el agarró los últimos que quedaban.
-Voy contigo.- Le dijo Mari.
-Vale, así me ayudas.- Contestó Víctor saliendo los dos del almacén.
Cuando pasaron por el lado de Gus, este miraba a Mari con descaro, salieron a la calle, dejaron los paquetes en la caja de la furgoneta y se pusieron en marcha.
-Dime una cosa Mari, he visto algo raro entre Gus y tú ¿Tenéis algo entre vosotros?
-¿Algo como qué?- Preguntaba Mari haciéndose la loca.
-Venga tía, ya sabes de qué te hablo.
Mari pensaba.
-Sentimentalmente, nada.- Respondió con seguridad.
-¿’Otra cosa’ sí que ha habido?
Mari volvió a pensar.
-Algo ha habido, pero se acabó, por eso me miraba así cuando nos íbamos.
Víctor no dijo nada y seguía conduciendo.
-Cuándo dejemos los paquetes ¿Podemos ir a comer?- Preguntaba Mari.
Víctor apartó un momento la vista de la carretera para mirarla.
-Si quieres vamos, conozco un sitio por aquí que está muy bien y barato.
Después de entregar los paquetes para ser repartidos, Víctor llevó a Mari a un pequeño restaurante para almorzar. Se sentaron en la mesa, pidieron el menú del día, las bebidas y cuando empezaron a comer.
-Hoy es viernes ¿Quieres que salgamos esta noche? Me gustaría invitarte a cenar, hasta ahora siempre has invitado tú y no es justo.- Le decía Mari a Víctor. Él la miraba pensando.
-No sé, si tienes algo con mi hermano no me quiero meter en medio.- Mari miraba a los ojos a Víctor.
-Con Gus no hay nada, te lo he dicho antes, mira, te diré la verdad, ha habido algo de sexo y nada más…
-Vale, pero ese ‘algo de sexo’ puede que acabe siendo algo más ¿O no?
-¿Es que no conoces a tu hermano? ¿De verdad crees que Gus quiere una relación seria?
-¿Eso es lo que buscas? ¿Una relación seria?
Mari le miraba pensando, apretando los labios, dudando si ser sincera con él.
-Verás, te seré sincera Víctor, ya sé que lo que busco no se hace de un día para el otro… a mí, lo que me gustaría, lo que busco en el futuro, y espero no tener que esperar demasiado es… conocer a un buen hombre, mantener una relación…
-Seria.- Le apuntaba Víctor.
-Sí, seria.
-¿A qué te refieres como seria?- Preguntaba Víctor para que Mari se mojara más en la explicación.
-¡Hombre! Supongo que ya sabes a que me refiero, a tener una relación ‘normal’, de novios, con confianza, con amor, con pasión, con… con fidelidad claro ¿Tú te imaginas a Gus siendo fiel? No, no lo es, le gusta ir picando por ahí…
-No pensaba que fueras tan tradicional.- Decía Víctor un poco sorprendido.
-Es más, mi objetivo es tener una familia, una bonita familia, con niños a los que cuidar y darles amor, un marido guapo y cariñoso… - Mari pensaba sin mirar a ningún sitio en concreto.- Eso es lo que quiero, mi familia.
-¿No eres muy joven para pensar así? Ahora las chicas piensan diferente, vamos eso creo, quieren disfrutar el momento y más tarde, con el tiempo, con los años, ya decidirán lo de la familia, la gente cada día se casa más tarde…
-La gente puede hacer lo que quiera, yo te estoy confesando lo que me gustaría a mí…
-Ya lo sé, no te enfades, a mi no me parece ni bien ni mal, respeto tu opinión.
-No me enfado, es la primera vez que le digo a alguien lo que me hace ilusión, es la primera vez que me abro a explicarlo.
Claro que le hacía ilusión a Mari tener su familia, una niña criada en un orfanato, sin el amor de unos padres, sintiéndose sola toda la vida ¿Cómo no iba a pensar en eso? En poder darles a sus hijos la protección y el amor que a ella nunca le dieron, estar rodeada de personas a las que querría y que la querrían, de su familia, lo que nunca había tenido. Eso, lo pensaba para ella, por la situación no podía explicar su procedencia, no podía decirle a Víctor que ella salió de un orfanato donde había estado toda su vida, ahora tenía una nueva vida, una vida que le podría proporcionar fácilmente su sueño.
-Te has quedado callada.- Le decía Víctor, viendo que Mari llevaba pensando un rato.
Ella sacudió la cabeza, como si quisiera desprenderse de los pensamientos.
-Perdona, es una cosa que me gusta pensar desde que era una niña, supongo que algún día podre cumplir mi sueño ¿Qué? ¿Vamos a cenar esta noche? Te prometo que no intentaré cazarte, como te he explicado todo esto no quiero que pienses que voy por ahí buscando marido como una loca.- Le decía Mari riendo.
-De acuerdo, cenamos.
Confirmaron la hora para verse por la noche y cenar, después volvieron al trabajo. Por la tarde, Gus, aprovechó que su hermano hablaba con sus padres en el almacén.
-He ido a tu casa esta tarde y no estabas.- Le reprochaba a Mari.
-Ya te he dicho esta mañana que se han acabado esas visitas, se ha acabado ese tipo de sexo…
-¿Pero tú qué quieres?- Se enfadaba Gus.
-Quiero una relación estable ¿Me la puedes dar? Pregunto.
-¿Una relación estable?- Preguntaba Gus sorprendido.
-Sí, estable ¿Puedes ser mi novio? ¿Puedes tener sexo solo conmigo? ¿Me puedes dedicar tu tiempo sin pensar en nadie más? ¿Puedes hacer eso?
Gus la miraba como si fuera una extraterrestre.
-No lo dices en serio ¿No?- Preguntaba Gus extrañado.
-Claro que lo digo en serio, eso es lo que yo quiero.
-Eres muy rara tía, no conozco a nadie que piense así…
-¡Ya! Tú conoces a gente para follar en el momento, hoy con una, o unas, y mañana con otra u otras ¿No?
-Bueno…
-Pues yo soy muy diferente, por eso te digo que se ha acabado.
-¡Hostia! Pues no es que me rechazaras estos días…
-¡Eh! También tengo derecho a tener un calentón… y solucionarlo como quiera, pero se acabó, no es la manera que quiero vivir.
Vale, vale, tú misma.
-Eso, yo misma.
Se quedaron los dos en silencio, salió Víctor y vio que algo pasaba. Más tarde, a la hora de cerrar.
-Mari, te paso a buscar, te llamaré antes de salir.- Le dijo Víctor recordándole la cita de aquella noche.
-Ten cuidado hermano, esta chica tiene ideas muy raras.- Se cachondeaba Gus.
Mari le enviaba rayos con los ojos a Gus.
-¿Te ha explicado su sueño de tener una familia?- Le preguntaba Víctor.
-¡Joder!
Respondía Gus, levantándose de la mesa y saliendo de la oficina, moviendo las manos como si no entendiera nada. Víctor y Mari reían.
Fueron a cenar, después a tomar una copa, mantuvieron una bonita e intensa conversación, se les notaba que estaban a gusto uno con el otro. Mari, cuando Víctor la acompañaba a su apartamento en el coche, pensaba, tengo que hacer algo, si no lo provoco Víctor se va a ir tan tranquilo a su casa, si he sido capaz de follarme a su hermano tengo que intentarlo con él… y mira que hemos salido veces, le he intentado enviar señales con la mirada y eso, pero es que el chico es un poco parado ¡Coño! Totalmente diferente a su hermano, que me metió mano de buenas a primeras el cabronazo. Llegaron donde vivía Mari.
-¿Por qué no aparcas el coche y subes a tomarnos la última copa?- Le preguntó Mari mirándole a los ojos, a ver si así pillaba la indirecta el chaval.
-¿Quieres que suba a tu apartamento?- Preguntó Víctor.
-¡Hombre! Es lo que acabo de proponerte.
Le contestó ella un poco alterada, a ver si este chico es tonto de verdad, pensó.
-Vale.- Accedió Víctor, mientras aparcaba con una sonrisa.
Subieron, Mari abrió la puerta, entraron, se quitaron las chaquetas dejándolas colgadas en la entradita, traspasaron la puerta pasando al salón. Mari miró a los ojos a Víctor, este se acercó despacio, se paró justo delante de ella, mirándole fijamente a los ojos.
-¿Qué quieres tomar?
Preguntó en un susurro Mari, viendo que Víctor no le apartaba la mirada de los ojos, de pronto parecía otro Víctor, mucho más seguro de él mismo. Él acercó los labios a los de Mari y se los besó, un beso suave y tierno.
-Esto es lo que quiero tomar.
Le dijo Víctor también susurrando, eso hizo que se engancharan los labios y los brazos por la espalda, se besaban suavemente, saboreándose los labios. A Mari se le ponía la piel de gallina notando aquellos besos, sin hablar, sin parar de besarse, se fueron desplazando, hasta entrar en la habitación de Mari. Dejaron de besarse para quitarse la ropa, ella se quedó solo con el tanga puesto, él en calzoncillos. Volvieron a besarse mientras se dejaban caer en la cama, aquellos besos, aquellas caricias de Víctor estaban consiguiendo hacer volar a Mari. Se entregaban las lenguas, paraban para mirarse a los ojos y seguían besándose con dulzura, con delicadeza, sintiendo cada roce. La mano de Víctor recorría con caricias el cuerpo de Mari, subía por los muslos, se colaba en medio de ellos, ella abría las piernas para facilitárselo, él jugaba por la parte superior de los muslos y la ingle, no llegaba a meterle mano, acariciaba y tocaba justo donde empezaba la tela del tanga que le tapaba el coño. Mari resoplaba, eso la estaba poniendo muy caliente, justo antes de que ella le suplicara que le tocara el coño, que la masturbara, que le diera gusto tocándole el chichi. Víctor dejó de besarla, se desplazó por su cuerpo besándoselo, en las tetas, en la barriga justo encima del tanga, mientras se lo fue bajando lo acompañó con la boca, hasta quitárselo totalmente y atacarle el coño comiéndoselo. Y como se lo comía, con calma, sin prisas, pasándole suavemente la lengua, dándole a Mari un gusto tremendo, se le volvía a erizar todo el vello del cuerpo.
¡Dios! Pensaba Mari jadeando de gusto ¿Cómo puede ser este hombre así? Yo que pensaba que era demasiado parado ¡Una mierda! Esta siendo la follada más impresionante de mi vida y ni ha comenzado. Y no se equivocaba Mari, Víctor le estuvo comiendo el coño un buen rato, se lo dejó ensalivado y lubricado. Luego fue ella quien estiró a Víctor, le quitó la ropa interior y sin más se tiró directamente a comerle la polla, se la comía con ganas a la vez que intentaba no parecer demasiado excitada, no quería perder el ritmo que llevaba Víctor, tranquilo pero profundo, haciendo sentir, y lo conseguía a juzgar por los pequeños gemidos que escuchaba, y por sus caricias en la cara y la cabeza. Cuando se cansó, le agarró la polla, se colocó encima de él y se la metió dejándose caer, mientras se penetraba se miraban a los ojos, se sonreían, las caricias no paraban, se sucedían una detrás de otra mientras Mari se movía follándoselo, él la acompañaba con pequeños movimientos de cintura. Este tío sabe lo que hace, pensaba Mari, no pudo pensar mucho más, le llegó un tremendo orgasmo antes de lo que creía. No me extraña ¡Coño! Víctor me pone a cien con esas caricias, volvía a pensar Mari mientras se recuperaba del primer orgasmo.
Víctor se giró con ella encima dejándola debajo, Mari notó como la volvía a penetrar, soltó un gemido… y no paró de gemir, aquello era un espectáculo para ella, se la estaba follando con tanta delicadeza, con tanto mimo… y a la vez le proporcionaba un placer enorme con sus caricias, sus manos parecían mágicas, tocaran donde tocaran la excitaba, cuando se las pasaba por las tetas se las ponía duras como una piedra, los pezones parecía que le iban a saltar de duros que se los ponía. Así que no tardó en tener un segundo orgasmo, más fuerte que el primero. Víctor le miraba a los ojos besándola, acariciándole la carita.
-Haz lo que quieras Víctor, lo que quieras.- Le decía Mari totalmente excitada, entregándose.
Víctor sonrió, la giró boca abajo, le colocó un cojín debajo de la barriga levantándole el culo, le besó la espalda, poco a poco fue bajando metiéndole la lengua en medio de las nalgas, hasta mojarle y lubricarle con la lengua el agujerito del culo. Mari abrió los ojos, sabía lo que le iba a hacer, nunca lo había hecho, no sabía si le dolería o no, por un momento se tensó, pero aquellas caricias con la lengua de Víctor, aquel gustito que sentía en el culo… y verlo a él tan seguro, pensó que sabía lo que hacía y debía confiar. No se equivocó, él supo, sin hablarle, relajarla, hacer que dejara de apretar el culo, dilatarlo sin prisas, hasta que se colocó y muy despacio le fue metiendo la polla dentro, muy lentamente, asegurando todos los pasos, hasta tenerla totalmente dentro. Mari suspiró, sabía que la estaban sodomizando, dándole por el culo literalmente, y no notaba nada de lo que se esperaba, al revés, se excitaba de pensarlo, de notar a Víctor dentro de ella, de notar como él se movía sacándole y metiéndole la polla lentamente. Mari gimió de excitación, Víctor la penetró un poco más duro, ella volvió a gemir, a partir de ahí él se animó acelerando hasta correrse dentro, gruñendo, gritando de gusto.
Cuando acabó se dejó caer al lado de Mari, se miraron a los ojos, él la besó con cariño, con dulzura.
-¿Te ha gustado?- Le preguntó Mari.
-Eres una diosa en la cama Mari, una diosa.
Ella le sonrió y se acurrucó apoyando la cabeza en el pecho de Víctor.
-Estaba pensando… que si tú quieres…- Le decía Víctor.- si me dejas, me gustaría probar si soy la persona que te conviene para conseguir tu sueño, no digo que sea mañana mismo, pero si nos vamos conociendo, a lo mejor, con el tiempo.
Ella, sin que él la viera, con la cabeza en el pecho de Víctor, sonreía feliz.
Pasaron los días, semanas incluso, en Ciudadseca todo era calma y tranquilidad, incluso Álex después de pasar bastantes días sin noticias de Elvira, él esperaba que lo llamara para decirle que la había cagado, cosa que no pasó, estaba más tranquilo. En la comisaría no había movimiento, se hacían básicamente trabajos administrativos, las patrullas solucionaban los casos más grabes que ocurrían en la ciudad, un chaval que acompañaron al hospital por que se pegó un talegazo con el patinete, un vecino que se quejaba de que un balón de futbol, reglamentario, de los buenos, había atravesado una ventana de su casa y se paró en su salón, y alguna cosilla más por el estilo. Así que la buena convivencia y las risas predominaban en las vidas de nuestros amigos policías, y el sexo, claro, allí follaban todos como locos, tenían tiempo y poco estrés, además, que mejor forma de pasar una aburrida tarde, pues eso, follando.
La futura casa de Mónica y Álex tomaba forma, casi cada tarde, cuando llegaban de la comisaría, entraban a inspeccionar el trabajo del día, los acompañaba el encargado de la obra y pulían detalles.
Mari ya era oficialmente la novia de Víctor, a sus padres se les notaba contentos, era la primera chica que les presentó como su novia, en algún momento llegaron a pensar que Víctor era tan exigente con las mujeres que no se casaría nunca. Mari, por supuesto, muy contenta, había descubierto a un Víctor mucho mejor de lo que se pensaba, además de cariñoso y atento con ella, follando era un espectáculo, le ponía los pelos de punta con sus caricias y besos o… la ponía a mil follándosela muy duramente, era capaz, dependiendo del momento, ser de lo más tierno, o ser un animal dominante que le hacía lo que le daba la gana, eso a ella, a la antigua Dolores y a la nueva Mari, le encantaba, Víctor tenía la parte que le atrajo de Gus en su momento y la otra parte, la de las caricias, la de los tiernos besos, la del romanticismo, mejor novio no podía tener. Gus, por su parte, ya se había hecho a la idea de que su hermano era mucho mejor que él con las mujeres, nunca se excedió con ninguna, nunca quiso follar por follar, aunque sus cosas tendría por ahí, pensaba Gus. La realidad era que él nunca podría comportarse como su hermano, eso de ser tan cariñoso con una novia oficial y tal, no estaba hecho para él, lo suyo era el aquí te pillo aquí te mato, y si era con más de una a la vez mejor, así que les deseó lo mejor a la parejita y él se dedicó a lo suyo, o eso parecía.
Elvira se despertaba aquella mañana, le daba un beso de buenos días a Fran, Paco para ella, en la cama y se levantaba.
-¿Dónde vas a las seis de la mañana?- Le preguntaba Fran medio dormido.
-A la ducha y a una reunión, ya sabes… trabajo, tú duerme, llegaré para desayunar contigo.
-¿Tan corta será la reunión?
-Seguro, duérmete amor.
Fran se acurrucaba en la cama cerrando los ojos sonriendo. Elvira se duchaba, se vestía y salía del apartamento, llegó con el coche a la entrada del parque, sí, el mismo parque donde se reunía con el jefe, cerró el vehículo, de pie, en la acera, buscó en el bolso, sacó del paquete de tabaco un cigarrillo que se puso entre los labios, volvió a buscar en el bolso, encontró el mechero con el que se encendió el cigarro. Al acercarse a la puerta del parque vio un letrero que prohibía fumar dentro, se encogió de hombros y entró, se la sudaba si se podía fumar o no en el parque, caminó tranquilamente, disfrutando del cigarrillo, era cerca de las siete de la mañana cuando llegó al banco de las ‘reuniones’, se sentó, acabó el cigarro y lo tiró, miró la hora, pasaban unos minutos de las siete, era raro que el jefe no hubiera llegado, el siempre tan puntual, su cabeza relacionó con rapidez la tardanza del jefe con una trampa, metió la mano en el bolso y agarró la pistola a la vez que le quitaba el seguro, mantuvo dentro del bolso la mano, no quería que alguien que pasara casualmente por allí, viera a una tía armada sentada en un banco. Lentamente, disimulando, fue girando la cabeza para un lado y el otro, buscando algo raro, una señal que le indicara si estaba en peligro o no.
-¿Qué coño haces Elvira?- Escuchó, pegándose un susto.
-¡Coño jefe! No estoy acostumbrada a que llegues tarde.- Le contestaba volviendo a ponerle el seguro al arma dentro del bolso.
-Es por culpa de este- Le decía señalando al perro.- se ha parado a cagar y no terminaba nunca ¿Y tú? ¿Qué buscabas? ¿Ya habías pensado en una emboscada?- Reía el jefe.
-No te puedes fiar de nada, tú tardabas y no me parecía lógico, siempre estás antes de que yo llegue…
-Haces bien en no fiarte.- Le decía el jefe sentándose a su lado.
-¿Ha pasado algo? Ese tono me ha parecido de preocupación.
El jefe la miraba fijamente a los ojos.
-Elvira, están investigando, no sé como lo han hecho, supongo que han conseguido convencer a algunos agentes de la central, están haciendo preguntas, sobre tú trabajo, sobre tus casos, se interesan por si se investiga algo del sur, sobre el orfanato, sobre la chica desaparecida, si es posible que alguien la haya ayudado a desaparecer, sospechan algo…
-Espera, espera- Lo paraba Elvira sorprendida.- ¿La central no era un lugar seguro? ¿Dónde solo teníamos compañeros afines?
-Sí, hasta ahora, han conseguido convencer a alguien, a algún agente…
-¿Convencer? Lo habrán comprado o amenazado, ya sabes cómo trabajan esos.
-Claro que lo sé, también sé con quién hablan, he podido interceptar unas comunicaciones, van directamente a la comisaría del sur, a un tal agente Esteban.
-¿Esteban? Que hijo de puta.
-¿Lo conoces?
-Un compañero en la academia, este ascendió chupando pijas.
-Pues aparte de chupar pijas está haciendo un buen trabajo, se están acercando Elvira, si no hacemos algo en poco tiempo nos descubrirán, sabrán lo que estamos haciendo y tú sabes lo que pasará.
Elvira se mordía el labio mientras miraba al jefe.
-Está bien, pensaré en algo…
-No hay mucho en lo que pensar.- Decía el jefe.
-Usted descubra quien es el agente, o los agentes traidores, cuando acabe esto tendrán que ser destinados a otro sitio.
-Elvira.- Le llamaba la atención el jefe, ella le volvía a mirar.- Sabes que estás sola, no puedo mover a ninguna unidad para ayudarte en esto, como mucho te podrían ayudar, si hay acción, un par de agentes de confianza.
-Lo sé jefe, lo sé, estaremos en contacto.
...