La mujer del candaulista

Mi polla estaba a reventar mirando su foto mientras hablaba con ella.

-Lo siento pero me has puesto a mil, me la voy a cascar contigo - dije finalmente.
- No me parece justo eso -. Me respondió. - Yo no tengo nada tuyo para estar en igualdad de condiciones.

Dudé de que hacer, yo no estaba a la altura de ella en ninguna foto que pudiese sacarme a mí mismo. No la impresionaría, vamos. Alguna neurona reaccionó en mi excitada cabeza y me hizo recordar algo que había recopilado en nuestras conversaciones y las que mantenía con su esposo a sus espaldas. A ella le gustaba gustar, le excitaba generar excitación. Y de eso yo iba sobrado, así que encendí mi ordenador, abrí allí la foto que me acababa de enviar e hice la foto obvia que demostraba lo que me producía el verla de esa guisa. Dude nuevamente antes de darle ea enviar.

El silencio en nuestro chat se hizo por unos interminables minutos. Luego, tres puntos saltarines anunciaban la redacción su respuesta.

- ¿Cómo me mandas algo así?- respondió. Yo sabía que no había marcha atrás. Había jugado la baza guarra y había que ser constante. Al fin y al cabo, ella me había mandado una foto íntima a mí, su admirador desconocido.
Además, el calentón que llevaba me envalentonaba más que una jarra de mal vino.

-Te lo mandó porque me has puesto muy duro, y es responsabilidad tuya. Así que haber ahora cómo lo solucionas. - dije con tono jocoso. -Seguro que tú también estás cachonda... -aventuré.

- No, yo estoy normal - trató de cortarme el paso.
- ¿Y estando "normal" mandas fotos así?¿Tan sexis?¿Tan de putita?
- Eso fue por darte un capricho, ya que lo pediste con tanta insistencia.
- Yo creo que te excita saber que estoy empalmado y masturbandome por ti como un mono... ¿Verdad?


Un nuevo silencio precedió su respuesta, tan corta como electrizante...

- Si.

Exploté de placer y se lo hice saber.

Había pasado un punto de no retorno, aunque en aquel momento ninguno éramos conscientes de ello.


(Continuará...)
 
Los siguientes días en el trabajo de manera inconsciente fui mostrándome más cercano a Ana. Hasta el punto de que ella empezó a mirarme más cercano y charlatán con ella de lo habitual. Era como que mi subconsciente no separada de manera eficaz no faceta de compañero de trabajo de toda la vida de la faceta de admirador/complice de morbo.

Por otro lado, mis charlas con el candaulista hacían ido avanzando en la línea de planificar ciertas cuestiones a punto en práctica con Ana. Ahora que se había manifestado abiertamente dispuesta a ser el objeto de deseo de otro hombre, de uno al que ni siquiera creía conocer, él tenía ganas de averiguar hasta donde sería capaz de llegar su mujer.

Y en estos días, con Ana ocupando el 90% de mis pensamientos tanto en mi tiempo libre como en mi trabajo, fue cuando mi subconsciente acabó de traicionarme dejando al descubierto mi atracción por ella cuando nuestras miradas se cruzaron en el almacén del trabajo. Ella había notado mi mirada de atracción, puede que incluso de deseo.

Me sentí aterrado.

Me planteé preguntarle al respecto de manera velada en nuestras charlas con mi otro rol, pero finalmente me decanté por qué fuera su marido, el candaulista, el que tratase el tema de si algún compañero de su trabajo alguna vez había mostrado interés o atracción hacia ella.

Días más tarde obtuve la respuesta. Tras insistirle al respecto, Ana le había confesado a su marido parcialmente lo que este ya sabía: aventura con un ex compañero de trabajo, ese al que yo le había atribuido la filtración de sus fotos, y qué había sido mi caballo de troya para llegar hasta ella. Le habló también de otros dos con los que había tenido química "aunque nunca pasó absolutamente nada".

Por último le mencionó también que algunos alguna vez había notado que la miraban de forma más lasciva. Supuse que yo era uno de estos últimos.

Fueron pagando los días y aunque no habíamos vuelto a alcanzar un nivel de intimidad ni de morbo igual al del día en el que me envío su foto, si mantuvimos alguna conversación breve y picante

Durante una de ellas, le saqué el tema de si ella seguía siendo una mujer que buscaba complacer. Le pregunté si alguien cercano a ella de algún entorno como su gimnasio o su trabajo estaban claramente interesados en ella. Me dijo que creía que si. Parecía divertirte el tema, así que force la máquina e indagué quiénes. Ella finalmente, tras algún rodeo, mencionó a un compañero, que por lo que contaba s todas luces era yo. También mencionó a otro al que no me costó identificar, pues lo conocía bien. Este último había terminado con un bofetón pues puedo de las moradas furtivas a las manos, ganándose esa bofetada a modo de respuesta ayer su desfachatez al haberla abrazado y tocado. Ella confesó haberse sentido incómoda y violentada por su conducta en el momento, pero estaba también confesando que, en la seguridad de su hogar, en días sucesivos, más de una vez se sintió excitada al recordarlo.

Yo estaba perplejo ante el escenario que se habría ante mi. Por un lado, un imbécil al que no soportaba había tenido la osadía de manosearla en el almacén, y ese evento la había excitado de manera secreta. Y por otro, era claramente consciente de que yo, su compañero de trabajo de muchos años, me sentía atraído por ella.

- Deberías hacerle un favor a ese compañero que te mía con deseo. - Le dije tratando de abrir o al menos sembrar una idea en su cabeza.

-No podría, es un compañero de toda la vida. ¿Que pensaría de mi?- respondió

-No creo que pensase nada, disfrutaría y guardaría eso como un tesoro. -Trataba de que la idea arraigase en su mente.

No me atreví a insistir más. Días más tarde fantasee con ella durante una de nuestras charlas, con que hacía algo sexi para agradar a su compañero el que la miraba con deseo.

Pocos días tan aquello tardó en que otro engranaje girase sin vuelta atrás para todos.


(Continuará...)
 
Los siguientes días en el trabajo de manera inconsciente fui mostrándome más cercano a Ana. Hasta el punto de que ella empezó a mirarme más cercano y charlatán con ella de lo habitual. Era como que mi subconsciente no separada de manera eficaz no faceta de compañero de trabajo de toda la vida de la faceta de admirador/complice de morbo.

Por otro lado, mis charlas con el candaulista hacían ido avanzando en la línea de planificar ciertas cuestiones a punto en práctica con Ana. Ahora que se había manifestado abiertamente dispuesta a ser el objeto de deseo de otro hombre, de uno al que ni siquiera creía conocer, él tenía ganas de averiguar hasta donde sería capaz de llegar su mujer.

Y en estos días, con Ana ocupando el 90% de mis pensamientos tanto en mi tiempo libre como en mi trabajo, fue cuando mi subconsciente acabó de traicionarme dejando al descubierto mi atracción por ella cuando nuestras miradas se cruzaron en el almacén del trabajo. Ella había notado mi mirada de atracción, puede que incluso de deseo.

Me sentí aterrado.

Me planteé preguntarle al respecto de manera velada en nuestras charlas con mi otro rol, pero finalmente me decanté por qué fuera su marido, el candaulista, el que tratase el tema de si algún compañero de su trabajo alguna vez había mostrado interés o atracción hacia ella.

Días más tarde obtuve la respuesta. Tras insistirle al respecto, Ana le había confesado a su marido parcialmente lo que este ya sabía: aventura con un ex compañero de trabajo, ese al que yo le había atribuido la filtración de sus fotos, y qué había sido mi caballo de troya para llegar hasta ella. Le habló también de otros dos con los que había tenido química "aunque nunca pasó absolutamente nada".

Por último le mencionó también que algunos alguna vez había notado que la miraban de forma más lasciva. Supuse que yo era uno de estos últimos.

Fueron pagando los días y aunque no habíamos vuelto a alcanzar un nivel de intimidad ni de morbo igual al del día en el que me envío su foto, si mantuvimos alguna conversación breve y picante

Durante una de ellas, le saqué el tema de si ella seguía siendo una mujer que buscaba complacer. Le pregunté si alguien cercano a ella de algún entorno como su gimnasio o su trabajo estaban claramente interesados en ella. Me dijo que creía que si. Parecía divertirte el tema, así que force la máquina e indagué quiénes. Ella finalmente, tras algún rodeo, mencionó a un compañero, que por lo que contaba s todas luces era yo. También mencionó a otro al que no me costó identificar, pues lo conocía bien. Este último había terminado con un bofetón pues puedo de las moradas furtivas a las manos, ganándose esa bofetada a modo de respuesta ayer su desfachatez al haberla abrazado y tocado. Ella confesó haberse sentido incómoda y violentada por su conducta en el momento, pero estaba también confesando que, en la seguridad de su hogar, en días sucesivos, más de una vez se sintió excitada al recordarlo.

Yo estaba perplejo ante el escenario que se habría ante mi. Por un lado, un imbécil al que no soportaba había tenido la osadía de manosearla en el almacén, y ese evento la había excitado de manera secreta. Y por otro, era claramente consciente de que yo, su compañero de trabajo de muchos años, me sentía atraído por ella.

- Deberías hacerle un favor a ese compañero que te mía con deseo. - Le dije tratando de abrir o al menos sembrar una idea en su cabeza.

-No podría, es un compañero de toda la vida. ¿Que pensaría de mi?- respondió

-No creo que pensase nada, disfrutaría y guardaría eso como un tesoro. -Trataba de que la idea arraigase en su mente.

No me atreví a insistir más. Días más tarde fantasee con ella durante una de nuestras charlas, con que hacía algo sexi para agradar a su compañero el que la miraba con deseo.

Pocos días tan aquello tardó en que otro engranaje girase sin vuelta atrás para todos.


(Continuará...)
Ufffffffff q morbazooooooo
 
Era un día de mucho ajetreo en el trabajo . Primeros de mes y gente deseando hacer compras con las que poner al rojo. Vivo de nuevo sus tarjetas de crédito. La actividad era frenética. En momentos así, mi cabeza no tenía tiempo ni para el morbo, estaba plenamente concentrado en mi tarea. Y fue en un momento como ese, en el que sucedió lo que nunca había imaginado.

Entraba con prisa al almacén a comprobar el surtido de unos artículos que me demandaban y coincidí con ella en un angosto pasillo. Choqué con ella. Nuestros cuerpos se quedaron pegados durante unos breves instantes en los que sus ojos, con las pupilas dilatadas, se clavaron en los míos. Cuestión que me hizo salir bruscamente de mis tareas para ser consciente de lo que estaba sucediendo.

- Perdón - fui capaz de decir mientras terminaba de pasar a su lado notando sus pechos turgentes a través de mi camisa.

- No te preocupes, yo también iba distraída.- Respondió ella con una sonrisa.

A lo largo del resto de la jornada cruzamos cuatro o cinco miradas curiosas, en las que no nos dijimos nada, y en las que me costaba más de lo habitual mantener la naturalidad en el trato con ella.

Esa noche en la intimidad de mi casa volví a contactar con ella. Tenía la esperanza de que me comentase algo respecto a lo sucedido. Al ver que ella no sacaba el tema, tuve que optar por ser más directo y retomar el tema que habíamos hablado semanas atrás, respecto a ser complaciente y las personas que en su entorno, creía ella que tenían interés en su persona.

Entonces me comentó lo sucedido.

Me comentaba como fortuitamente. Había tenido un encontronazo en uno de los pasillos del almacén esa mañana con un compañero al que ella había pillado en más de una ocasión mirándola de una forma diferente a la habitual entre compañeros.

Le pregunté si creía que eso había sucedido provocado aposta por su compañero, cosa que ella descartó. Pero si notó que cuando había sucedido esa persona (o sea yo) se había sentido turbada y tensa por la situación, y que ella instintivamente, había forzado y exagerado aún más el encuentro de sus cuerpos ante su reacción.

Yo estaba flipando. Recordaba perfectamente como la forma de sus pechos, se deslizó a lo largo de mi costado. Como mi polla se endureció repentinamente contra su pierna. Y sobre todo recuerdo esa mirada de ella en la que claramente había, por lo que me estaba contando, unas notas de divertimento y picardía.

- Pues ese compañero tuyo se le habrá cascado como un mono después de eso.- Bromeé.- Eres una chica mala.

- Ha sido inesperado pero divertido.

- Imagino que no tiene nada de malo en divertirse, un poco con cosas tan sutiles. Y seguro que tu compañero está ahora más enganchado y encandilado de ti que nunca.

- Sí, lo noté más nervioso y diferente durante el resto del día cada vez que lo miraba.

Vi la oportunidad de dar un empujón más a mi favor.

- Pobre hombre . Ahora no sabe si desearte abiertamente o esconderse, jajaja!

- Ya. Supongo que en un par de días la situación se normalizará, la verdad es que no actúe bien. Me da un poco de pena porque es un tío que siempre ha sido muy correcto y bueno conmigo.

-¿Y si lo hablas con él para tratar de quitarle presión?

- ¿ Y qué le iba a decir? Se me iría súper violento y además igual son todo cosas mías y no ve las cosas del mismo modo que yo creo.- respondió mi musa.

-No sé, supongo que será algo que surgiría en el momento en el que tengáis una conversación tranquila. Pero como tú dices te ha divertido y no tienes por qué renunciar a seguir divirtiéndote.

- Jajaja! No podría, por dios, jajaja! - río ella.

- Los dos sabemos que una parte de ti no tendría inconveniente en regalarle tus encantos y cumplirle sus fantasías contigo.

La conversación no fue mucho más allá, y la concluí esperando que esas ideas en algún momento hiciesen que ella moviese ficha.

Todas estas cuestiones las trasladaba puntualmente a su marido, el candaulista, que estaba disfrutando enormemente de la faceta que su mujer estaba manifestando.

Días más tarde en el trabajo, ella y yo volvimos a coincidir a solas en el almacén. Nuestras miradas se cruzaron en silencio y esta vez yo sí fui capaz de aguantar la mirada y mostrar un poco más mi admiración ante su belleza. Pareció ruborizarse. Y eso me hizo tener fuerzas para tratar de ahondar más en ese momento.

- Oye Ana, no sé por qué pero últimamente me pones nervioso. Así que discúlpame si te ha molestado algo en mi comportamiento estos días.

- No, no pasa nada. Supongo que yo también estoy un poco extraña desde lo del otro día. ¿Qué tontería ¿No?

- Me da vergüenza hacerte sentir violenta e incómoda. Lo siento. Pero no puedo evitar que me asalten las sensaciones de ese momento cada vez que me cruzo contigo.- Respondí. Estaba poniendo toda la carne en el asador sin saber cuál sería el resultado de mi apuesta.

- Pero... ¿Son sensaciones malas?.- Me contestó Ana con un tono entre la duda y la picardía. - Somos adultos, no debería de ser un problema el poder hablar con normalidad de cosas que son perfectamente naturales.

- O sea, que te diste cuenta de lo mucho que me atraes y me excita a tenerte cerca. Qué vergüenza.- Lo dije apartando mi mirada de la suya, porque realmente me sentía un poco avergonzado de afrontar cara a cara, y no desde el anonimato de las redes y mi falso perfil, este tipo de conversación con mi deseada compañera.

- Lo llevo notando desde hace muchos meses. Supongo que por algo que me ha pasado soy más consciente de ese tipo de cosas, ahora que hasta el momento me habían pasado totalmente desapercibidas.- añadió ella tratando de suavizar mi vergüenza.

- Joder Ana, no quería...

- No te sientas mal.- Dijo poniendo su delicada mano sobre mi pecho para acallar mis titubeantes disculpas.- Llevamos años conociéndonos y creo que ambos nos tenemos afecto y respeto.

- Si, por eso se me hace violento lo que siento al verte.

- ¿Qué sientes?¿Atracción?

- Un deseo... Primario, irresistible.

- Bueno, lo estás resistiendo bien. Jajajaja!.- dijo Ana tratando de relajar la tensión del momento.

- No te sientas mal . Si te sirve de algo a mí me divierte mucho el saber que me ves de esa forma después de tantos años juntos trabajando.

Pasó su mano de mi pecho a mi mejilla y se acercó para darme un casto beso en mi otra mejilla. Al hacerlo nuevamente, su cuerpo se pegó al mío y mi pene reaccionó instantáneamente, cosa que a ella no le pasó desapercibida al presionar su vientre.
Clavó su mirada en mí mientras me decía:

- Ummm! Pues si que te excitas. Tendré que tener cuidado con lo que hago no sea que dejes de resistir tú impulso primario.

Me guiño un ojo y salió.

El resto del día y de la semana transcurrió con muchas miradas pícaras entre ambos que pasaban desapercibidas para el resto de la gente a nuestro alrededor.

Su marido, tras informarlo de lo sucedido, me comentó que ella le había contado una versión light del suceso y que él había aprovechado para tratar de impulsar un poco su coqueteo, te dijo que le parecía algo natural y normal que un compañero que llevaba tantos años trabajando con ella, desarrollase sentimientos más allá de la amistad, maxime siendo ella una mujer tan sensual y hermosa. Notaba que ella se sentía tranquila y complacida por la naturalidad con la que su marido parecía ver y disfrutar de esa situación qué le parecía divertida. Incluso bromeó diciéndole que tenía una responsabilidad para con su compañero tras haberlo excitado de tal manera.

Evidentemente ella, sin llegar a tomar en serio las palabras de su esposo, sí, que se sintió, en cierto modo liberada del peso, la responsabilidad que ese acto u otro similares podían conllevar en su relación.

(Continuará...)
 
Era un día de mucho ajetreo en el trabajo . Primeros de mes y gente deseando hacer compras con las que poner al rojo. Vivo de nuevo sus tarjetas de crédito. La actividad era frenética. En momentos así, mi cabeza no tenía tiempo ni para el morbo, estaba plenamente concentrado en mi tarea. Y fue en un momento como ese, en el que sucedió lo que nunca había imaginado.

Entraba con prisa al almacén a comprobar el surtido de unos artículos que me demandaban y coincidí con ella en un angosto pasillo. Choqué con ella. Nuestros cuerpos se quedaron pegados durante unos breves instantes en los que sus ojos, con las pupilas dilatadas, se clavaron en los míos. Cuestión que me hizo salir bruscamente de mis tareas para ser consciente de lo que estaba sucediendo.

- Perdón - fui capaz de decir mientras terminaba de pasar a su lado notando sus pechos turgentes a través de mi camisa.

- No te preocupes, yo también iba distraída.- Respondió ella con una sonrisa.

A lo largo del resto de la jornada cruzamos cuatro o cinco miradas curiosas, en las que no nos dijimos nada, y en las que me costaba más de lo habitual mantener la naturalidad en el trato con ella.

Esa noche en la intimidad de mi casa volví a contactar con ella. Tenía la esperanza de que me comentase algo respecto a lo sucedido. Al ver que ella no sacaba el tema, tuve que optar por ser más directo y retomar el tema que habíamos hablado semanas atrás, respecto a ser complaciente y las personas que en su entorno, creía ella que tenían interés en su persona.

Entonces me comentó lo sucedido.

Me comentaba como fortuitamente. Había tenido un encontronazo en uno de los pasillos del almacén esa mañana con un compañero al que ella había pillado en más de una ocasión mirándola de una forma diferente a la habitual entre compañeros.

Le pregunté si creía que eso había sucedido provocado aposta por su compañero, cosa que ella descartó. Pero si notó que cuando había sucedido esa persona (o sea yo) se había sentido turbada y tensa por la situación, y que ella instintivamente, había forzado y exagerado aún más el encuentro de sus cuerpos ante su reacción.

Yo estaba flipando. Recordaba perfectamente como la forma de sus pechos, se deslizó a lo largo de mi costado. Como mi polla se endureció repentinamente contra su pierna. Y sobre todo recuerdo esa mirada de ella en la que claramente había, por lo que me estaba contando, unas notas de divertimento y picardía.

- Pues ese compañero tuyo se le habrá cascado como un mono después de eso.- Bromeé.- Eres una chica mala.

- Ha sido inesperado pero divertido.

- Imagino que no tiene nada de malo en divertirse, un poco con cosas tan sutiles. Y seguro que tu compañero está ahora más enganchado y encandilado de ti que nunca.

- Sí, lo noté más nervioso y diferente durante el resto del día cada vez que lo miraba.

Vi la oportunidad de dar un empujón más a mi favor.

- Pobre hombre . Ahora no sabe si desearte abiertamente o esconderse, jajaja!

- Ya. Supongo que en un par de días la situación se normalizará, la verdad es que no actúe bien. Me da un poco de pena porque es un tío que siempre ha sido muy correcto y bueno conmigo.

-¿Y si lo hablas con él para tratar de quitarle presión?

- ¿ Y qué le iba a decir? Se me iría súper violento y además igual son todo cosas mías y no ve las cosas del mismo modo que yo creo.- respondió mi musa.

-No sé, supongo que será algo que surgiría en el momento en el que tengáis una conversación tranquila. Pero como tú dices te ha divertido y no tienes por qué renunciar a seguir divirtiéndote.

- Jajaja! No podría, por dios, jajaja! - río ella.

- Los dos sabemos que una parte de ti no tendría inconveniente en regalarle tus encantos y cumplirle sus fantasías contigo.

La conversación no fue mucho más allá, y la concluí esperando que esas ideas en algún momento hiciesen que ella moviese ficha.

Todas estas cuestiones las trasladaba puntualmente a su marido, el candaulista, que estaba disfrutando enormemente de la faceta que su mujer estaba manifestando.

Días más tarde en el trabajo, ella y yo volvimos a coincidir a solas en el almacén. Nuestras miradas se cruzaron en silencio y esta vez yo sí fui capaz de aguantar la mirada y mostrar un poco más mi admiración ante su belleza. Pareció ruborizarse. Y eso me hizo tener fuerzas para tratar de ahondar más en ese momento.

- Oye Ana, no sé por qué pero últimamente me pones nervioso. Así que discúlpame si te ha molestado algo en mi comportamiento estos días.

- No, no pasa nada. Supongo que yo también estoy un poco extraña desde lo del otro día. ¿Qué tontería ¿No?

- Me da vergüenza hacerte sentir violenta e incómoda. Lo siento. Pero no puedo evitar que me asalten las sensaciones de ese momento cada vez que me cruzo contigo.- Respondí. Estaba poniendo toda la carne en el asador sin saber cuál sería el resultado de mi apuesta.

- Pero... ¿Son sensaciones malas?.- Me contestó Ana con un tono entre la duda y la picardía. - Somos adultos, no debería de ser un problema el poder hablar con normalidad de cosas que son perfectamente naturales.

- O sea, que te diste cuenta de lo mucho que me atraes y me excita a tenerte cerca. Qué vergüenza.- Lo dije apartando mi mirada de la suya, porque realmente me sentía un poco avergonzado de afrontar cara a cara, y no desde el anonimato de las redes y mi falso perfil, este tipo de conversación con mi deseada compañera.

- Lo llevo notando desde hace muchos meses. Supongo que por algo que me ha pasado soy más consciente de ese tipo de cosas, ahora que hasta el momento me habían pasado totalmente desapercibidas.- añadió ella tratando de suavizar mi vergüenza.

- Joder Ana, no quería...

- No te sientas mal.- Dijo poniendo su delicada mano sobre mi pecho para acallar mis titubeantes disculpas.- Llevamos años conociéndonos y creo que ambos nos tenemos afecto y respeto.

- Si, por eso se me hace violento lo que siento al verte.

- ¿Qué sientes?¿Atracción?

- Un deseo... Primario, irresistible.

- Bueno, lo estás resistiendo bien. Jajajaja!.- dijo Ana tratando de relajar la tensión del momento.

- No te sientas mal . Si te sirve de algo a mí me divierte mucho el saber que me ves de esa forma después de tantos años juntos trabajando.

Pasó su mano de mi pecho a mi mejilla y se acercó para darme un casto beso en mi otra mejilla. Al hacerlo nuevamente, su cuerpo se pegó al mío y mi pene reaccionó instantáneamente, cosa que a ella no le pasó desapercibida al presionar su vientre.
Clavó su mirada en mí mientras me decía:

- Ummm! Pues si que te excitas. Tendré que tener cuidado con lo que hago no sea que dejes de resistir tú impulso primario.

Me guiño un ojo y salió.

El resto del día y de la semana transcurrió con muchas miradas pícaras entre ambos que pasaban desapercibidas para el resto de la gente a nuestro alrededor.

Su marido, tras informarlo de lo sucedido, me comentó que ella le había contado una versión light del suceso y que él había aprovechado para tratar de impulsar un poco su coqueteo, te dijo que le parecía algo natural y normal que un compañero que llevaba tantos años trabajando con ella, desarrollase sentimientos más allá de la amistad, maxime siendo ella una mujer tan sensual y hermosa. Notaba que ella se sentía tranquila y complacida por la naturalidad con la que su marido parecía ver y disfrutar de esa situación qué le parecía divertida. Incluso bromeó diciéndole que tenía una responsabilidad para con su compañero tras haberlo excitado de tal manera.

Evidentemente ella, sin llegar a tomar en serio las palabras de su esposo, sí, que se sintió, en cierto modo liberada del peso, la responsabilidad que ese acto u otro similares podían conllevar en su relación.

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Ufffffffffff q morbazo esas situaciones en el curro mmmmmmmmmm
 

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