Le hice un pequeño resumen a la IA y me botó esto
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Luis llegó a casa tras su encuentro con Ana, cargando un peso invisible que se hacía más denso con cada pensamiento que cruzaba por su mente. Carmen estaba en la sala, sentada en el sofá con su teléfono en mano, distraída. Al escuchar los pasos de Luis, levantó la mirada. La tensión en su rostro no pasó desapercibida.
—¿Está todo bien? —preguntó Carmen, intentando sonar casual, aunque un nudo comenzó a formarse en su estómago.
Luis apenas respondió con un gesto, evadiendo el momento, y se dirigió directamente al estudio. Cerró la puerta detrás de él, buscando un refugio para ordenar sus pensamientos. Allí, sentado en la penumbra, el eco de las palabras de Ana resonaba en su mente. Podía sentir el vértigo de una revelación que no quería admitir, una verdad que amenazaba con cambiarlo todo.
Esa noche, mientras Carmen dormía profundamente, Luis se quedó despierto en la sala. Entre la penumbra y el silencio, repasó los últimos meses de su matrimonio. Pensó en las veces que Carmen se había mostrado distante, en los viajes por trabajo que parecían más frecuentes de lo necesario, en la falta de conexión que poco a poco había consumido su relación. Aunque había luchado por acercarse, siempre terminaba encontrándose con una pared de indiferencia que Carmen no se molestaba en disimular.
Luis tenía miedo, miedo de enfrentar lo que se estaba volviendo cada vez más evidente. Su amor por Carmen seguía intacto, pero comenzaba a sentirse como una sombra de lo que había sido. Se preguntó si en algún momento ella había dejado de verlo como su compañero, como el hombre con quien construyó una vida. Y esa pregunta le dolió más que cualquier otra.
Los días pasaron y Luis evitó confrontar a Carmen, aunque su distancia emocional no era difícil de notar. Por su parte, Carmen estaba atrapada en su propia tormenta. Aunque había intentado minimizar la importancia de su relación con Javier, no podía negar que había algo en él que la atraía. Javier le ofrecía un escape, una emoción que hacía mucho no sentía en su matrimonio. Pero incluso en medio de esa atracción, Carmen también tenía miedo, miedo de perder a Luis y quedarse sola, miedo de enfrentar el juicio de los demás, miedo de no saber quién era fuera de su rol como esposa.
Carmen comenzó a percibir el cambio en Luis. Aunque siempre había sido un hombre dedicado, su presencia se sentía más fría, más distante, como si algo lo estuviera consumiendo desde dentro. Esto la hizo sentir aún más insegura. Aunque deseaba hablar, no sabía cómo hacerlo sin arriesgarlo todo.
Finalmente, una noche, Luis decidió que ya no podía seguir así. La incertidumbre lo estaba devorando. Invitó a Carmen a cenar fuera, a un restaurante tranquilo que solían frecuentar en sus primeros años de matrimonio. Carmen aceptó, aunque algo en su interior le decía que esa noche sería diferente.
Mientras esperaban la comida, Luis miró a Carmen, intentando encontrar en su rostro a la mujer que había amado durante tantos años. No pudo evitar notar cómo ella desviaba la mirada, evitando su contacto visual.
—Carmen, necesitamos hablar —dijo Luis con voz firme, pero cargada de emoción.
Carmen lo miró con preocupación. Había evitado este momento tanto como pudo, pero ahora parecía inevitable.
—¿Qué pasa? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
Luis tomó aire y, con el corazón en la mano, continuó:
—He estado notando que algo no está bien entre nosotros. Quiero que me digas la verdad. ¿Qué está pasando?
Carmen sintió un nudo en la garganta. Por un momento, pensó en negarlo todo, en ofrecerle una respuesta que lo tranquilizara. Pero al mirar los ojos de Luis, llenos de dolor y de amor, supo que no podía seguir ocultando la verdad.
—Luis, hay algo que debo confesarte —comenzó, mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos—. He estado viendo a alguien más.
Luis se quedó paralizado, aunque una parte de él ya lo sabía. La traición que sentía era como una herida abierta. Carmen continuó, contándole todo sobre Javier, sobre cómo había comenzado su relación y sobre los fines de semana juntos. También habló del acoso de Carlos, de cómo había sido un episodio que aún la perseguía.
Luis escuchó todo en silencio, sintiendo cada palabra como una carga más sobre sus hombros. Cuando Carmen terminó, hubo un largo silencio.
—No sé qué decir, Carmen —murmuró finalmente—. Todo esto... nos ha destruido. Pero necesito entender si aún queda algo entre nosotros. ¿Qué sientes por él? ¿Qué sientes por mí?
Carmen miró a Luis, incapaz de ofrecer una respuesta clara. Amaba a Luis, pero su conexión con Javier era algo que no podía ignorar. Y eso solo complicaba más las cosas.
Esa noche, ambos se dieron cuenta de que su relación estaba en un punto crítico. Decidieron tomarse un tiempo separados para reflexionar. Luis comenzó a acudir a terapia, intentando procesar sus emociones y decidir si podía perdonar. Carmen, por su parte, cortó todo contacto con Javier y se enfocó en entender quién era y qué quería en su vida.
Meses después, Carmen y Luis se reencontraron. Ambos habían cambiado, pero la distancia había revelado algo importante: aún se amaban, aunque el camino hacia la reconciliación sería largo y lleno de desafíos. Decidieron intentarlo, acudiendo juntos a terapia y trabajando en su comunicación. Sabían que no sería fácil, pero estaban dispuestos a luchar por recuperar lo que habían perdido.
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Parece que la IA es cornuda consentidora