HUGGO
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Este relato ocurre hace 14 años...
Vivía en una urbanización de calle única y mi casa, un adosado que daba a un pequeño parque, al final de la calle. Todas las mañanas sacaba a mis dos perros a las 6.15 de la mañana, antes de irme a trabajar. Cuando me cambiaron el horario de trabajo, que tuve que ir por las tardes, empecé a sacar más tardes mis mascotas. Yo tenía por aquel entonces 43 años, había tenido varias parejas pero hacía 2 meses que estaba sin nadie. Una mujer venía todos los días unas horas para hacer labores de la casa. Siempre comía fuera y la verdad es que no cenaba mucho, habitualmente fruta.
Al segundo dia, era invierno, algo de frío… vi al fondo una figura de una mujer, con un anorak y la capucha puesta. No se apreciaba bien, con un pequeña perrita. Le dí los buenos días al acercase mis perros a su perrita. No recibí respuesta por su parte… pensé o no se ha enterado o es una desagradable…
Coincidía con esa “mujer” todas las mañanas de Lunes a Viernes. Una mañana, salí pero dejé suelto a los perros… al abrir la puerta, mis perros se fueron a oler a la perrita y luego a su dueña… Se le subieron a sus piernas y se agachó toscamente para acariciarlos. Fui corriendo y le pedí perdón por la actitud “amistosa” de mis animales. Fue entonces, que después de 3 semanas pude ver la cara de esa misteriosa mujer. Era una chica, me pareció que tendría entre 14/16 años, cara graciosa, agradable a la vista, pelo corto negro. Caderas un poco anchitas. La saludé y me contestó con un frío “hola”.
Le miré a los ojos de nuevo y le dije, por fin pongo cara a la mujer de la extraña figura. Ella me mira y me dice, a que viene ese comentario, en tono seco, y le explico que desde hace 3 semanas solo veo “un bulto” en una chaqueta con gorro acompañada de una perrita. Se rió!!. A lo que ya me presenté, soy Ernesto y vivo en esa casa de la esquina. Ella se llama Noelia, tiene 17 años y vive 6 casas más bajo. Nos despedimos, pero ya había roto el hielo, al menos tenía alguien con quien hablar por las mañanas.
Los días pasaban y ya charlábamos cada vez más, me contaba cosas de sus estudios, amigas, que apenas salía, que sus padres eran muy clásicos, que tenía una hermana más pequeña y dos hermanos mayores que ella.
Un viernes que fui a cenar con unos amigos, al volver, llegando a casa, vi una persona sentaba en el bordillo de la calle paralela… al acercarme, desde el coche, vi que era Noelia. Paré en seco, bajé la ventana y le pregunté que le pasaba. Me miró con los ojos llorosos y se levantó, le abrí la puerta. Se sentó de copiloto y me dijo que si le daba una vuelta que no quería entrar con los ojos irritados. Obviamente, le dije que si podía ayudarla en algo, que si le había pasado algo… Estuvo un tiempo en silencio mientras yo conducía. Y de buenas a primera me dijo que había estado con un chico que le gustaba, que era un poco chulito, que se habían apartados de la pandilla y se sentaron en un banco y que él le quiso besar, que ella apartó la cara, vamos que le hizo una cobra, y que el insistía hasta que se besaron. Él le metió la lengua y ella le correspondió. Y que el chico le dijo que besaba fatal y que se fue. Se sitió humillada.
Entendí que se sintiera frustrada y agobiada. De hecho se fue llorando avergonzada por el comentario del chulito, dejando a las amigas y resto del grupo hasta llegar a donde la encontré.
Vivía en una urbanización de calle única y mi casa, un adosado que daba a un pequeño parque, al final de la calle. Todas las mañanas sacaba a mis dos perros a las 6.15 de la mañana, antes de irme a trabajar. Cuando me cambiaron el horario de trabajo, que tuve que ir por las tardes, empecé a sacar más tardes mis mascotas. Yo tenía por aquel entonces 43 años, había tenido varias parejas pero hacía 2 meses que estaba sin nadie. Una mujer venía todos los días unas horas para hacer labores de la casa. Siempre comía fuera y la verdad es que no cenaba mucho, habitualmente fruta.
Al segundo dia, era invierno, algo de frío… vi al fondo una figura de una mujer, con un anorak y la capucha puesta. No se apreciaba bien, con un pequeña perrita. Le dí los buenos días al acercase mis perros a su perrita. No recibí respuesta por su parte… pensé o no se ha enterado o es una desagradable…
Coincidía con esa “mujer” todas las mañanas de Lunes a Viernes. Una mañana, salí pero dejé suelto a los perros… al abrir la puerta, mis perros se fueron a oler a la perrita y luego a su dueña… Se le subieron a sus piernas y se agachó toscamente para acariciarlos. Fui corriendo y le pedí perdón por la actitud “amistosa” de mis animales. Fue entonces, que después de 3 semanas pude ver la cara de esa misteriosa mujer. Era una chica, me pareció que tendría entre 14/16 años, cara graciosa, agradable a la vista, pelo corto negro. Caderas un poco anchitas. La saludé y me contestó con un frío “hola”.
Le miré a los ojos de nuevo y le dije, por fin pongo cara a la mujer de la extraña figura. Ella me mira y me dice, a que viene ese comentario, en tono seco, y le explico que desde hace 3 semanas solo veo “un bulto” en una chaqueta con gorro acompañada de una perrita. Se rió!!. A lo que ya me presenté, soy Ernesto y vivo en esa casa de la esquina. Ella se llama Noelia, tiene 17 años y vive 6 casas más bajo. Nos despedimos, pero ya había roto el hielo, al menos tenía alguien con quien hablar por las mañanas.
Los días pasaban y ya charlábamos cada vez más, me contaba cosas de sus estudios, amigas, que apenas salía, que sus padres eran muy clásicos, que tenía una hermana más pequeña y dos hermanos mayores que ella.
Un viernes que fui a cenar con unos amigos, al volver, llegando a casa, vi una persona sentaba en el bordillo de la calle paralela… al acercarme, desde el coche, vi que era Noelia. Paré en seco, bajé la ventana y le pregunté que le pasaba. Me miró con los ojos llorosos y se levantó, le abrí la puerta. Se sentó de copiloto y me dijo que si le daba una vuelta que no quería entrar con los ojos irritados. Obviamente, le dije que si podía ayudarla en algo, que si le había pasado algo… Estuvo un tiempo en silencio mientras yo conducía. Y de buenas a primera me dijo que había estado con un chico que le gustaba, que era un poco chulito, que se habían apartados de la pandilla y se sentaron en un banco y que él le quiso besar, que ella apartó la cara, vamos que le hizo una cobra, y que el insistía hasta que se besaron. Él le metió la lengua y ella le correspondió. Y que el chico le dijo que besaba fatal y que se fue. Se sitió humillada.
Entendí que se sintiera frustrada y agobiada. De hecho se fue llorando avergonzada por el comentario del chulito, dejando a las amigas y resto del grupo hasta llegar a donde la encontré.