Las bragas usadas de Marta

Hoy llevaré braguitas, no sé cuál ponerme , las quieres... 💋
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Tengo que verlas puestas para elegir mejor..🥰
 
Título: "Marta toma el control (parte 2)".

Salí del centro comercial en busca de mi coche que estaba aparcado en una de las calles cercanas. Todavía estaba asimilando todo lo que acababa de ocurrir: la actitud dominante de Marta, lo ocurrido en el probador y su inesperada marcha. Caminaba con sus bragas metidas dentro de mi boca. Era una sensación tan excitante como humillante pero me estaba dando cuenta según andaba por la calle que me estaba gustando. Miraba a la cara a las personas con las que me iba cruzando buscando en su rostro algún gesto de sorpresa pero ¿cómo se iba esa mujer a imaginar que el hombre con el que se acababa de cruzar en la calle tenía unas bragas usadas metidas dentro de su boca? También llevaba dentro del bolsillo derecho de mi pantalón una bola de papel hecha con los kleenex que había usado para limpiar mi corrida del espejo del probador. La saqué de mi bolsillo porque había localizado con la mirada una papelera a escasos metros. Acerqué la bola de papel a mi nariz. Sentí el olor de mi semen. ¿Llegaría a contarle a Marta algún día mi secreto en relación a mi semen? Tiré la bola de kleenex a la papelera. Mi coche ya se veía a lo lejos.

Abrí la puerta del coche, entré dentro y cerré. Saqué las bragas negras de mi boca con la punta de mis dedos índice y pulgar. Estaban empapadas de sus jugos y mi saliva. Las acerqué a mi nariz. Cerré los ojos para disfrutarlas. El olor del coño de Marta penetró por mi nariz. Disfruté unos segundos de ese mar de sensaciones. Luego saqué una bolsa hermética que había guardado en la guantera del coche. La había llevado por si volvía de la cita con Marta con otra de sus bragas. Metí las bragas dentro aunque con lo mojadas que estaban no sabía cómo se comportarían con el paso de los días dentro de esa bolsa tan cerrada. Pero aún así dejé la prenda escondida al fondo de la guantera. Luego regresé a la oficina para el turno de tarde pero mi concentración fue bastante escasa. Sólo pensaba en Marta. En como había interpretado a la perfección su rol de Ama Dominante y en cómo había ideado en su cabeza la forma de cumplir mi fantasía. No podía dejar de pensar en ella.

Era casi la una de la madrugada. Todos dormían en casa desde hacía rato y yo llevaba esperando más de una hora a que el nick de Marta se pusiera con ese puntito de color verde que indicaba que estaba conectada al otro lado en *****. Empecé a pensar que ya no se iba a conectar. Era la segunda frustración del día. Había albergado la esperanza de haber vuelto a comer hoy con ella. Pero no había sucedido. Y también de haber tenido otro de nuestros encuentros nocturnos por ***** para hablar de nuestra cita. Pero acababa de cerrar la aplicación así que eso tampoco iba a suceder. Me metí en la cama apesadumbrado y triste. Me costó dormir. Marta se había metido en mi cabeza como si fuera una droga.

A la mañana siguiente entré a la aplicación de ***** cuando me subí al coche para ir a la oficina. Para mi sorpresa y alegría Marta me había dejado unos mensajes.

"Buenos días mi perrito obediente. Te pongo deberes para hoy. Quiero que me escribas una carta donde respondas a todas estas preguntas:
- ¿Qué fue lo que más te excitó de lo vivido ayer?
- ¿Qué otras cosas te excitaron también en menor medida?
- ¿Crees que fuiste obediente?
- ¿Te habría gustado hacer algo más?
- ¿Hubo alguna cosa que te desagradara?

De camino a la oficina fui repasando lo ocurrido el día anterior y pensando las respuestas que escribiría en la carta. Llegué a la oficina. Tenía mucho trabajo pero deseaba escribir esa carta. Enviársela a Marta lo antes posible para demostrarle que era un perrito muy aplicado en la tarea que me había encomendado.

Abrí un archivo Word en blanco. "Voy a escribir un poquito de la carta", me engañé a mí mismo. Al final acabé escribiendo la carta por completo porque mi cabeza no podía pensar en otra cosa.

"Buenos días mi Ama,

Me hizo feliz recibir noticias suyas esta mañana. Me ha excitado que me ponga deberes porque me ha hecho viajar por un momento a mi pasado adolescente en el que casi todas mis profesoras eran las protagonistas de mis fantasías y las musas de mis pajas. Pero sin más preámbulos respondo a sus preguntas.

Lo que más me excitó de nuestro encuentro de ayer fue sin duda alguna que me hiciera sentir como un perro a sus pies. Nuevamente la autoridad que me transmitió con su forma de vestir, la firmeza de sus palabras a la hora de darme órdenes, caminar detrás siguiendo sus pasos, el sonido de sus zapatos de tacón,... Mi fantasía de ser un perro sumiso tomó una dimensión de realidad que nunca había experimentado.

Otras cosas que me excitaron:
- Estar a cuatro patas como un perro dentro del probador mientras cumplía mi fantasía confesada de oler unas bragas entre las piernas de una mujer. Le agradezco que hiciera realidad mi fantasía.
- Su mamada por inesperada y enormemente placentera. Esa forma de recorrer las venas hinchadas de mi polla con la punta de su lengua.
- Correrme en el espejo del probador y ver como resbalaba mi leche hasta el suelo.
- Sus bragas dentro de mi boca porque disfruté enormemente paseando con ellas dentro por el centro comercial y la calle.

¿Crees que fuiste obediente?
Creo que cumplí con todas sus instrucciones pero no sé si con el grado de satisfacción que deseaba. No es algo que yo pueda valorar adecuadamente. Sólo puedo decirle que lo hice lo mejor posible y que si algo no fue de su agrado o no estuvo a su nivel de exigencia acepto sus comentarios para mejorar. Soy consciente de que cometí un error (masturbarme sin su permiso dentro del probador) pero he tomado buena nota de su toque de atención y no volverá a ocurrir. Controlaré a partir de ahora mi instinto pajillero.

¿Te habría gustado hacer algo más?
Me habría gustado llevar alguna situación incluso más lejos como por ejemplo que me hubiera ordenado estar completamente desnudo dentro del probador. Hay una temática en el porno que se conoce por las siglas (CFNM - Clothed Female Naked Male) que se podría traducir como Mujer Vestida Hombre Desnudo. Me excitan mucho ese tipo de situaciones.
Y por otra parte confieso que cuando me permitió oler sus bragas, cuando aún las llevaba puestas, sentí enormes deseos de lamerlas también.

¿Hubo alguna cosa que te desagradara?
No hubo nada que me desagradara. El único momento de "tensión" fue cuando me ordenó dejar la puerta abierta en el momento de su llegada a los probadores. Sentí cierto temor por unos segundos. Y no por el hecho de exhibirme sino por el hecho de ser visto por alguna persona que se sintiera molesta y montara un escándalo. Me encanta el exhibicionismo pero cuando se hace en un lugar público entiendo que puede haber gente que no le guste.

Una vez respondidas sus preguntas me gustaría proponerle un juego por si fuera de su agrado. Que se pusiera en el papel de una profesora de lengua y literatura y me pusiera deberes en forma de escribir redacciones sobre temas que desee saber o investigar acerca de su perrito. Si considera mi propuesta fuera de lugar acepto su castigo.

A sus pies, mi Ama.

Su perrito."

Convertí la carta acabada en un archivo pdf y se la envié a Marta por *****. Estuve toda la mañana pendiente de si sonaba algún mensaje de entrada en esa aplicación. Estaba ansioso por conocer la opinión de Marta sobre la carta. Pero hasta mitad de la tarde no recibí la contestación.

- Buenas tardes mi perro. Gracias por la carta. Veo que fuiste aplicado y rápido. Tomo nota de todo, incluso de tu sugerencia final. ¿Te va bien volver a vernos el próximo martes a las 14:30 horas? Ya tengo en mente cómo deseo que sea nuestra próxima cita. El punto de encuentro será una vez más el centro comercial Sambil.

Me sentí feliz por su respuesta. Marta deseaba que nos volviéramos a ver. Era un deseo mutuo. Por nada del mundo me iba a perder esa cita. Así que confirmé mi disponibilidad de inmediato.

- Buenas tardes mi Ama. Allí estaré en el lugar, día y hora indicado. Con ganas de vivir una nueva aventura. A sus pies.

Llegó el martes. De nuevo llegué puntual a la cita en el centro comercial esperando allí la llegada de Marta. Las dos veces anteriores ella había llegado por mi espalda. Pero en esta ocasión deseaba verla aparecer andando desde la entrada del parking y disfrutar de su forma tan sensual de caminar subida en sus zapatos de tacón. Así que me quedé esperando en el hall de acceso interior con la mirada puesta en el fondo del pasillo donde estaban las puertas automáticas de acceso al parking. Pero de pronto, me surgió una terrible duda. ¿Cómo le saludo cuando ella llegue a mi altura? Un ¿hola mi Señora? ¿Buenas tardes mi Señora? Por supuesto ni se me ocurriría intentar darle dos besos. De hecho en ese momento me di cuenta de algo: en nuestros dos encuentros anteriores en ningún momento había llegado a tocar su cuerpo. ¿Y ella? Ella sólo había tocado una parte de mi cuerpo: mi polla. Primero con su mano y luego con una mamada inolvidable. Me pareció de lo más morboso que la primera y única parte de mi cuerpo que ella había tocado fuera mi polla. Ojalá que yo pudiera hacer algo similar y que la primera parte de su cuerpo que tocara fuera su coño con mi lengua...

Estaba inmerso en estos pensamientos cuando de repente Marta apareció por el fondo del pasillo. Sólo con escuchar el ruido de sus zapatos de tacón ya empecé a excitarme. Hoy volvía a vestir con un conjunto de chaqueta, blusa, falda, medias y zapatos de tacón. Y un bolso como complemento. Marta se aproximaba andando con paso firme. Me miraba a los ojos. Cada vez estaba más cerca. ¿Qué le digo? Pude ver cómo sus labios esbozaban una sonrisa maliciosa. De repente, observé como me hacía un gesto doblando su dedo índice arriba y abajo para decirme algo así como: "sígueme". Justo después cambió la trayectoria de sus pasos con un giro hacia su izquierda para dirigirse hacia el interior de una tienda. Me fijé en el rótulo de la tienda. Su nombre se asemejaba a la onomatopeya con la que se representa el ladrido de un perro (Guaw). ¡¡Era una tienda de productos para mascotas!! Las otras dos veces que había estado allí no había reparado en esa tienda a pesar de tenerla delante de mis narices. Me dirigí hacia el interior de la tienda. En solo unos segundos y sin mediar ninguna palabra me había vuelto a convertir en su perrito faldero. Marta había vuelto a tomar el control sobre mí. Jamás me habría imaginado empezar nuestra nueva cita de esta manera. ¿Qué tendría en mente?

Cuando llegué a su altura Marta me dijo:
- Hola perrito, vamos a comprarte un regalito.

Dicho esto se dirigió al mostrador de la tienda. Allí había una empleada de la tienda. Era una chica joven y con gafas.

- Buenas tardes, estaba buscando un collar para mi perro. ¿Me podría indicar en qué lugar de la tienda podría encontrarlo?

Una mezcla de sorpresa, humillación y excitación explotó en mi cabeza. Me había llamado perro delante de la chica. Aunque seguramente la chica pensaría que se refería a su mascota. ¡¡Marta quería comprar un collar para mí!!

- Buenas tardes, la zona de collares está al fondo del segundo pasillo. Le acompaño, respondío la chica saliendo de detrás del mostrador.
- Gracias, muy amable, contestó Marta.

Marta y yo seguimos a la chica hasta el lugar que nos había indicado.
- Aquí puede encontrar todo lo que tenemos sobre collares. Estaré por esta zona por si necesitan algo, dijo la chica antes de alejarse.

Marta observó los modelos que había. Por la cara que ponía no le convencía ninguno de ellos. La entendí perfectamente porque a mí me ocurrió lo mismo. Aún así vi como Marta cogía uno de los collares. Era de color marrón. Pero no era un collar como tal. Si no más bien una especie de cinturón pequeño para poner en el cuello.

- Esto no es lo que estaba buscando pero te lo quiero probar, dijo.

Colocó el collar con forma de cinturón alrededor de mi cuello. Me pidió que me girara y me pusiera de espaldas a ella para meter la punta por la hebilla y la parte sobrante quedara por la parte trasera de mi cuello y no se viera. Cuando me giré y levanté la vista observé como la dependienta de la tienda estaba observando la escena desde el final del pasillo. Su cara expresaba sorpresa pero en ningún momento apartó la vista de nosotros. No perdió detalle de como Marta me ponía un collar de perro. Me excitó que me mirara.

- Esto no es lo que busco. Miraré por otros sitios, dijo Marta mientras me quitaba el "collar".

Al retirarme el collar observé como la chica de la tienda dejó de mirar y se desplazó hacia la zona del mostrador.

- Sígueme perrito, vamos a comer, dijo Marta.

Empezó a andar por el pasillo de la tienda en dirección a la salida. Yo seguí sus pasos como un perrito. Se despidió de la dependienta antes de salir del establecimiento.

Marta se dirigió en busca de las escaleras mecánicas. Subimos dos tramos para llegar a la segunda planta que es donde está la zona de restauración. Fue directamente a un restaurante muy concreto y característico por su decoración en color rojo, donde sirven hamburguesas, ensaladas, sándwiches, batidos y postres. Se movía por el centro comercial con una seguridad aplastante. Conociendo su exigencia por la perfección estaba seguro que había preparado con anterioridad lo que quería llevar a cabo en nuestra nueva cita.

Ella se pidió una ensalada y yo un sándwich. Nos dieron un aparato que nos avisaría por medio de una luz y sonido cuando nuestro pedido estuviera listo para recoger en el mostrador. No había apenas gente en el restaurante. Marta eligió para comer una mesa de la zona exterior del restaurante. Para estar en un sitio más discreto eligió la última mesa al fondo del pasillo.

Tomamos asiento uno en frente del otro.

- Es una pena que no haya encontrado un collar que me gustara, dijo Marta con cierto pesar.
- No se preocupe, encontraremos alguno que sea de su gusto en otro lugar, respondí.
- ¿Crees que la chica de la tienda de mascotas se ha dado cuenta de que el collar era para ti?, preguntó Marta.
- Yo creo que sí. No nos ha quitado ojo en ningún momento, respondí.
- Yo también lo creo. ¿Y eso te gusta?, quiso saber.
- Me excita bastante.
- ¿Por qué?, quiso saber Marta.
- Sentimiento de humillación por dar a conocer a otras personas mi condición de perro sumiso... Y me excita imaginar que a ella le gustaba también ese juego porque se quedó mirando todo el rato que tuve el collar en el cuello. Pero parecía una chica tímida.
- No te fies de las chicas tímidas. Muchas veces esconden bajo esa timidez la mente más calenturienta que puedas imaginar. ¿Te imaginas que mojó sus braguitas sabiendo que eras mi perro?

La luz del aparato se encendió. Nuestro pedido estaba listo.

- Yo me encargo de recogerlo, dije mientras me ponía en pie.

De camino al mostrador repetía en mi cabeza sus últimas palabras: "muchas veces esconden bajo esa timidez la mente más calenturienta que puedas imaginar". Yo era así pero en versión masculina.

Recogí la bandeja con nuestra comida y fui a nuestra mesa.

Mientras Marta aliñaba su ensalada volvió a tomar la palabra.

- Una vez leída tu carta he sacado algunas conclusiones. Corrígeme si me equivoco pero creo que podría usar estos adjetivos para describirte: fetichista, sumiso, exhibicionista, y pajillero.
- Está en lo cierto. Me siento muy identificado con esos adjetivos.
- De tu pasión fetichista y tu rol sumiso no tengo dudas porque ya me has dado pruebas de ello. Pero me gustaría poner a prueba hasta que punto eres exhibicionista y pajillero.

Me di cuenta al escuchar esas palabras que no iba a ser una comida normal y corriente. La duda era saber qué se le habría ocurrido a Marta.

- ¿La tienes dura?, preguntó sin ningún tipo de pudor y pillándome totalmente desprevenido.
- No del todo, tuve que admitir con cierto rubor.
- No importa. Será excitante ver cómo se te endurece. Quiero ver tu polla, dijo Marta mirándome a los ojos.

La orden era clara. Quería que me sacara la polla allí mismo. Vencí mis deseos de mirar alrededor en busca de alguien cercano. Llevé mis dedos a la cremallera de mi pantalón. La bajé. Luego metí mi mano derecha por la bragueta. Busqué mi polla por debajo del slip y la saqué al exterior. Estaba morcillona.

Marta no se cortó ni un pelo y se agachó para mirar por debajo de la mesa. Mientras lo hacía yo no pude evitar echar un vistazo a ver la gente que había cerca. Estaba todo bastante tranquilo.

- Me encanta tu polla, dijo cuando volvió a colocarse en su sitio.

Quise responder que era suya para lo que deseara pero no me pareció un comentario apropiado para decirle a una Ama porque eso era algo que ella ya sabía.

- ¿Con qué frecuencia te masturbas para considerarte un pajillero?, me preguntó.
- Siempre que tengo ocasión. Por las mañanas al despertar, en la ducha, en el wc, antes de dormir,.... Pero no me corro todos los días, respondí.
- ¿Y eso?, preguntó sorprendida.
- Me gusta practicar edging, dije.
- Cuéntame que es eso, quiso saber ella.
- Consiste en masturbarte pero parar cuando sientes deseos de correrte. Y luego hacerlo otra vez más, y otra, y otra.... Puedo estar horas y horas así y el placer es muy alto.
- ¿Dónde sueles masturbarte?
- Sobre todo en wc, ducha y cama. Cuando me quedo a solas por toda la casa.
- ¿Y fuera de casa en qué sitios te has masturbado llegando a correrte?
- Pues en el coche, en sexshops, en la playa, en un probador, en los baños de la oficina,...
- ¿Nunca en un restaurante mientras comes?
- Eso nunca lo he hecho.
- Siempre puede haber una primera vez, ¿verdad?, dijo Marta mientras me miraba a los ojos a la par que llevaba a su boca el tenedor con un trozo de pollo de su ensalada césar.

Por unos instantes me quedé parado. Marta quería que me hiciera una paja allí bajo la mesa del restaurante.

- ¿Verdad?, volvió a repetir Marta con voz de gata traviesa.
- Así es mi Ama, respondí mientras llevaba mi mano derecha bajo la mesa y agarraba mi polla.
- Con discreción y disimulo que no quiero que nos echen de aquí por escándalo público, dijo ella.

Empecé a menear mi polla bajo la mesa. Ya la tenía dura porque la conversación sobre las pajas me la había puesto tiesa.

- Si que te voy a poder llamar pajillero después de esto. ¿Ya la tienes dura?, dijo Marta.
- Sí, se me puso dura hablando sobre mis pajas, respondí.
- ¿Y has pensado dónde te vas a correr? No me gustaría que nadie tuviera que venir a limpiar tu leche del suelo.

Dudé unos segundos hasta ver las servilletas que habían puesto en la bandeja de la comida.

- Aquí, dije mientras cogía una servilleta.

Pero a Marta no le pareció buena idea.

- No me seas cutre.

No se me ocurría nada más que tuviera a mano.

De repente, Marta se puso en pie cogiendo su bolso.

- Te voy a hacer una sugerencia. Dame unos minutos. No te muevas de aquí, ni guardes tu polla ni te corras.

Marta se alejó y vi como se metía dentro del restaurante. Tenía toda la pinta de que iba a los baños. Saqué mi móvil del bolsillo del pantalón. Seguramente me iba a pedir que fuera tras ella. La mesa donde estábamos era un lugar demasiado arriesgado para una paja. El baño también lo era pero al menos no estábamos a la vista de todo el mundo. Por un momento había llegado a pensar que iba a tener que correrme allí en la mesa. No tenía ningún problema en hacerlo pero me daba miedo que alguien lo viera y montara un espectáculo. Además los baños siempre me habían dado mucho morbo, especialmente si era el baño femenino.

El tiempo pasaba y no recibía ningún mensaje en *****. ¿Qué estaría haciendo? Estaba tardando mucho. ¿Se habría vuelto a ir de repente dejándome allí con la polla al aire? No veía posible que hubiera desaparecido sin haberme dado cuenta pero Marta podía ser capaz de cualquier cosa. ¿Qué se supone que tenía que hacer? En algún momento ella tendría que darme instrucciones. Pero en el móvil no entraba ningún mensaje...

Fue entonces cuando empecé a escuchar una vez más esa música celestial para mis oidos: sus tacones. Estaba de regreso. Entonces... eso significaba que iba a tener que correrme allí mismo donde estaba... Marta llegó a la mesa y se sentó, dejando su bolso a un lado. Luego se agachó y asomó su cabeza por debajo de la mesa.

- Esa polla no está tan dura como cuando me fui, dijo.
- Lo siento mi Ama. Me descolocó que se fuera así tan de repente, respondí.
- ¿Por qué? Sólo fui a mear.

Esa frase me excitó. Aún no le había confesado a Marta mi morbo por la lluvia dorada. La imaginé en el baño y mi polla empezó a crecer.

- Y también fui a preparar un regalito para ti, continuó diciendo.

Entonces metió su mano derecha en el bolso y sacó unas braguitas de color negro perfectamente dobladas. Me las entregó.

- Qué crees, ¿están limpias o usaditas?, preguntó.

No tuve ninguna duda al notar cierta humedad al tacto. Y cuando las acerqué a mi nariz sentí un maravilloso olor a coño.

- Usadas, respondí.

Marta me sonrió de forma pícara y me guiñó un ojo mientras me decía:

- Hasta hace unos minutos las llevaba puestas. Me las acabo de quitar en el baño para ti.

Mi polla terminó de ponerse dura.

De repente, Marta cambió su plato de lugar. Estábamos en una mesa para cuatro personas. Nos habíamos sentado inicialmente frente a frente pero ahora ella estaba desplazando su plato al asiento libre justo a mi derecha. Luego se levantó y se sentó a mi lado. Echó un vistazo a mi polla. Por el gesto de su cara adiviné que estaba contenta de ver mi polla bien tiesa. Entonces acercó su boca a mi oreja.

- Pajéate, me susurró.

Inmediatamente agarré mi polla con la mano derecha y empecé a menear mi polla.

- ¿Sabes hacerlo con la mano izquierda?, preguntó mientras seguía comiendo su ensalada con toda naturalidad.
- Sí, mi Ama. Aunque tardaré una poco más en acabar, respondí.
- Mucho mejor. Cambia de mano porque así te podré ver mejor, dijo.

Agarré mi polla con la mano izquierda y empecé a menear mi polla. Era cierto que al estar ella sentada en el lado derecho ahora podía ver mejor mi polla porque mi mano no la tapaba.

- ¿Ya has pensado dónde te vas a correr?, preguntó de repente.

Me quedé en blanco de nuevo. No había pensado en ello porque en su ausencia sólo había estado pendiente de mi móvil por si me enviaba algún mensaje para ir con ella a los baños. Pero entonces caí en que ella había dicho mientras se levantaba para ir al baño que me iba a hacer una sugerencia. Entonces se me ocurrió una idea... sus bragas.

- ¿Podría hacerlo en sus bragas?, pregunté con cierto temor por si no era la respuesta adecuada.

Ella acercó de nuevo su boca a mi oreja.

- Debes hacerlo. Quiero tu leche de pajillero dentro de mis bragas, susurró de nuevo.

Aquello hizo que explotara de excitación. Cogí sus bragas y las desdoblé. Busqué la zona interior. Había una mancha de flujo muy visible. Coloqué las bragas por debajo de mi polla. Mientras me pajeaba con la mano izquierda con la mano derecha sujetaba las bragas de forma que la punta de mi polla rozara la zona donde minutos antes había estado el coño de Marta. Es ahí donde quería soltar mi leche. Mi mano no paraba pero me notaba un poco torpe al hacerlo con la mano izquierda.

- ¿Dónde nos sentamos?, escuché decir a una voz femenina desconocida.

De repente, me di cuenta que estaba en el restaurante. Me había evadido por completo. Pero había dos mujeres que estaban decidiendo en qué lugar sentarse. Paré de masturbarme hasta ver dónde se sentaban. Estuvieron a punto de sentarse en la mesa que había a nuestra derecha. Pero al final decidieron hacerlo en la mesa que había delante de nosotros. Cada mesa estaba separada de la otra por un pequeño muro. Una vez sentadas yo veía la larga melena suelta de una de ellas. A la otra no la veía porque la tapaba su amiga.

Agarré de nuevo mi polla. Con más morbo si cabe. Si esas dos mujeres supieran que a escasos dos metros a sus espaldas tenían a un hombre con la polla fuera del pantalón, haciéndose una paja y a punto de correrse en unas bragas usadas....

Quería correrme pronto. Antes de que pudiera llegar más gente.

Pero de repente empezó a sonar un móvil dentro del bolsillo de mi pantalón. Era mi móvil de trabajo.
- Necesito ver quien me llama, le dije a Marta.
- Sin problema. Estamos en horario de trabajo, respondió.

Saqué el móvil de mi pantalón para ver la pantalla.
- ¿Tu jefe?, preguntó Marta.
- No, una compañera. No creo que sea importante, respondí.
- Quiero que atiendas su llamada. Necesitará algo de ti, dijo ella.

Aquello era una orden así que obedecí a Marta y desplace el botón verde hacia la derecha.
- Hola Lucía, dije.

Al otro lado del teléfono mi compañera empezó a contarme que necesitaba un favor. Mientras la escuchaba miré a Marta. Y entonces vi como me hacia un gesto con su mano derecha. Puño cerrado y moviendo la mano de arriba a abajo. Leí en sus labios una palabra: "pajéate".

Agarré mi polla con mi mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el móvil y seguía escuchando a Lucía.
- He salido un momento a comer fuera. Pero en un rato estoy por allí y vemos como puedo ayudarte, le dije a Lucía intentando que no notara que me estaba pajeando.

Lucía se despidió al otro lado del teléfono.
- Hasta dentro de un rato, dije antes de colgar la llamada.

Dejé el teléfono encima de la mesa para no tener que guardarlo de nuevo en el bolsillo trasero de mi pantalón.
- ¿Te gusta?, preguntó de repente Marta.
- ¿Quién?, respondí de forma estúpida porque sabía a quien se refería.
- Tu compañera de trabajo, dijo ella.
- No está mal la verdad, respondí.
- ¿Cómo es?, quiso saber.
- Tiene el pelo moreno y largo, un poco más baja que yo, delgada, no sé su edad exacta pero debe estar cerca de cumplir los 30.
- Una veinteañera. ¿Te gustan jóvenes?
- Me gustan de muchas edades. Hay mujeres hermosas de todas las edades.
- ¿Qué te atrae de ella?
- Sus piernas sobre todo. Le gusta ponerse vestidos y en verano a veces usa pantalones cortos. Y eso me hace tener muchas fantasías con ella.
- ¿Alguna vez te has pajeado pensando en ella?
- Sí, alguna vez.
- ¿Tienes alguna foto de ella?
- No, lo siento.
- Que pena. Me habría gustado que la hubieras puesto en tu móvil encima de la mesa y te hubieras corrido en mis bragas mirando su foto.

Marta no dejaba de sorprenderme. Su mente era de una imaginación desbordante. De cada detalle era capaz de sacar su lado más morboso.

Aquella conversación me había excitado muchísimo y empecé a sentir que me correría pronto. Miré a Marta a los ojos para hacerle saber que me faltaba poco. Ella asintió con la cabeza. Cerré mi boca para no emitir ningún tipo de gemido. Intenté controlar la respiración agitada que salía por mi nariz. Coloqué la braguita encima de mi mano derecha en forma de cuenco para que todo cayera allí dentro. Mi mano izquierda no paraba de moverse. Segundos después mi leche empezó a salir dejando una mancha blanca en las bragas negras. Miré a Marta. Me sonrió de forma pícara. Luego acercó su boca a mi oreja.

- Dóblalas para que las pueda guardar en mi bolso.

Me sorprendió su respuesta. Pensé que esas bragas volverían a ser para mí pero Marta se iba a llevar sus bragas con mi semen en su interior. Doblé cuidadosamente las bragas de forma que mi corrida quedara dentro de la prenda. Luego se las entregué. Marta se levantó y volvió a sentarse frente a mí. Guardó las bragas dentro de su bolso.

Decidí seguir con la polla por fuera de la bragueta hasta que ella no me dijera lo contrario. Estaba perdiendo dureza.

- Has superado la prueba. Ahora no tengo duda de que eres un pajillero de primera categoría, dijo Marta en un volumen de voz más bien alto, sobre todo cuando dijo las palabras de "eres un pajillero de primera categoría".

La chica de la mesa de enfrente que estaba de espaldas se giró sorprendida al escuchar las palabras de Marta. Y luego cuando volvió a mirar a su amiga ambos escuchamos como le decía "le ha llamado pajillero". Y escuché como se reían. Mi morbo por el sentimiento de humillación hizo que en vez de avergonzarme me excitara que lo supieran.

- Vaya, parece que se ha extendido tu fama de pajillero, dijo Marta esta vez en un volumen más bajo.

Sentí deseos de darle algún meneo a mi polla pero evité la tentación. No quería que mi Ama volviera a llamarme la atención por tocarme sin su permiso como había ocurrido días antes en el probador.

Marta cogió su móvil y empezó a escribir. Instantes después recibí un mensaje en *****.

"Si no fuera porque antes me fijé que eran unas sosas les habría invitado a nuestra mesa a verte la polla. Pero no quiero problemas. Así que puedes guardar tu juguete".

Sonreí ante su comentario sobre aquellas dos mujeres y obedecí. Mientras guardaba mi polla vi que Marta buscaba algo en su móvil. Por como movía su dedo sobre la pantalla daba la sensación de estar en la galería de fotos. Buscaba algo. Al fin lo encontró. Me mostró la pantalla de su móvil. Era la foto de una mujer madura, de pelo rubio, delgada y que llevaba un vestido elegante. Parecía una foto tomada en una celebración de boda.

- ¿Qué te parece esta mujer?, me preguntó Marta.

Me pilló totalmente de imprevisto tanto la foto como la pregunta. Fui sincero.
- No es tan atractiva como mi Ama pero me atrae sexualmente. Comería su coño sin dudarlo.

Sin decir nada guardó su móvil en el bolso. Así que me quedé con la duda de si mi respuesta había sido de su agrado.

- Tengo que marcharme. Me espera una reunión. Dentro de 5 minutos puedes levantarte de la mesa. Hasta la próxima.

Marta se levantó y empezó a andar en busca de las escaleras mecánicas que la llevaran a las plantas de abajo. Yo miré, totalmente hipnotizado por el ruido de sus tacones, todo su recorrido hasta que la perdí de vista. Obedecí y permanecí sentado durante los 5 minutos. Supuse que era el tiempo que ella habría calculado que necesitaba para abandonar el centro comercial. Pasado ese tiempo me levanté y abandoné el restaurante. No pude evitar mirar a las dos mujeres sentadas cuando pasé a su lado. Ellas también lo hicieron. Cuando quedaron a mis espaldas escuché como se reían.

Aquella noche me conecté a ***** cuando todos dormían en casa. No tenía mucha esperanza de encontrar a Marta allí. Y efectivamente no estaba pero me había dejado un mensaje unos minutos antes de que yo entrara:

- Buenas noches mi perrito. Te escribo desde la cama con mi marido durmiendo a mi lado. Si supiera que dentro de mis bragas está el semen de otro hombre... No podía dejar de pensar en ti así que me puse las bragas negras para dormir y sentirte cerca. Que descanses. Tengo ganas de volver a verte. Espero que pueda ser pronto.
Impecable ❤️❤️❤️
La espera ha merecido la pena y como siempre no defraudas
Ágil, morbosa y cuidada redacción.
Una vez Marta corre por lo más profundo de mi cuerpo, como las drogas que sabes que no puedes dejar.
Y como una imagen vale más que mil palabras... Creo que Marta se lo merece😘😘😘
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Título: "Marta toma el control (parte 2)".

Salí del centro comercial en busca de mi coche que estaba aparcado en una de las calles cercanas. Todavía estaba asimilando todo lo que acababa de ocurrir: la actitud dominante de Marta, lo ocurrido en el probador y su inesperada marcha. Caminaba con sus bragas metidas dentro de mi boca. Era una sensación tan excitante como humillante pero me estaba dando cuenta según andaba por la calle que me estaba gustando. Miraba a la cara a las personas con las que me iba cruzando buscando en su rostro algún gesto de sorpresa pero ¿cómo se iba esa mujer a imaginar que el hombre con el que se acababa de cruzar en la calle tenía unas bragas usadas metidas dentro de su boca? También llevaba dentro del bolsillo derecho de mi pantalón una bola de papel hecha con los kleenex que había usado para limpiar mi corrida del espejo del probador. La saqué de mi bolsillo porque había localizado con la mirada una papelera a escasos metros. Acerqué la bola de papel a mi nariz. Sentí el olor de mi semen. ¿Llegaría a contarle a Marta algún día mi secreto en relación a mi semen? Tiré la bola de kleenex a la papelera. Mi coche ya se veía a lo lejos.

Abrí la puerta del coche, entré dentro y cerré. Saqué las bragas negras de mi boca con la punta de mis dedos índice y pulgar. Estaban empapadas de sus jugos y mi saliva. Las acerqué a mi nariz. Cerré los ojos para disfrutarlas. El olor del coño de Marta penetró por mi nariz. Disfruté unos segundos de ese mar de sensaciones. Luego saqué una bolsa hermética que había guardado en la guantera del coche. La había llevado por si volvía de la cita con Marta con otra de sus bragas. Metí las bragas dentro aunque con lo mojadas que estaban no sabía cómo se comportarían con el paso de los días dentro de esa bolsa tan cerrada. Pero aún así dejé la prenda escondida al fondo de la guantera. Luego regresé a la oficina para el turno de tarde pero mi concentración fue bastante escasa. Sólo pensaba en Marta. En como había interpretado a la perfección su rol de Ama Dominante y en cómo había ideado en su cabeza la forma de cumplir mi fantasía. No podía dejar de pensar en ella.

Era casi la una de la madrugada. Todos dormían en casa desde hacía rato y yo llevaba esperando más de una hora a que el nick de Marta se pusiera con ese puntito de color verde que indicaba que estaba conectada al otro lado en *****. Empecé a pensar que ya no se iba a conectar. Era la segunda frustración del día. Había albergado la esperanza de haber vuelto a comer hoy con ella. Pero no había sucedido. Y también de haber tenido otro de nuestros encuentros nocturnos por ***** para hablar de nuestra cita. Pero acababa de cerrar la aplicación así que eso tampoco iba a suceder. Me metí en la cama apesadumbrado y triste. Me costó dormir. Marta se había metido en mi cabeza como si fuera una droga.

A la mañana siguiente entré a la aplicación de ***** cuando me subí al coche para ir a la oficina. Para mi sorpresa y alegría Marta me había dejado unos mensajes.

"Buenos días mi perrito obediente. Te pongo deberes para hoy. Quiero que me escribas una carta donde respondas a todas estas preguntas:
- ¿Qué fue lo que más te excitó de lo vivido ayer?
- ¿Qué otras cosas te excitaron también en menor medida?
- ¿Crees que fuiste obediente?
- ¿Te habría gustado hacer algo más?
- ¿Hubo alguna cosa que te desagradara?

De camino a la oficina fui repasando lo ocurrido el día anterior y pensando las respuestas que escribiría en la carta. Llegué a la oficina. Tenía mucho trabajo pero deseaba escribir esa carta. Enviársela a Marta lo antes posible para demostrarle que era un perrito muy aplicado en la tarea que me había encomendado.

Abrí un archivo Word en blanco. "Voy a escribir un poquito de la carta", me engañé a mí mismo. Al final acabé escribiendo la carta por completo porque mi cabeza no podía pensar en otra cosa.

"Buenos días mi Ama,

Me hizo feliz recibir noticias suyas esta mañana. Me ha excitado que me ponga deberes porque me ha hecho viajar por un momento a mi pasado adolescente en el que casi todas mis profesoras eran las protagonistas de mis fantasías y las musas de mis pajas. Pero sin más preámbulos respondo a sus preguntas.

Lo que más me excitó de nuestro encuentro de ayer fue sin duda alguna que me hiciera sentir como un perro a sus pies. Nuevamente la autoridad que me transmitió con su forma de vestir, la firmeza de sus palabras a la hora de darme órdenes, caminar detrás siguiendo sus pasos, el sonido de sus zapatos de tacón,... Mi fantasía de ser un perro sumiso tomó una dimensión de realidad que nunca había experimentado.

Otras cosas que me excitaron:
- Estar a cuatro patas como un perro dentro del probador mientras cumplía mi fantasía confesada de oler unas bragas entre las piernas de una mujer. Le agradezco que hiciera realidad mi fantasía.
- Su mamada por inesperada y enormemente placentera. Esa forma de recorrer las venas hinchadas de mi polla con la punta de su lengua.
- Correrme en el espejo del probador y ver como resbalaba mi leche hasta el suelo.
- Sus bragas dentro de mi boca porque disfruté enormemente paseando con ellas dentro por el centro comercial y la calle.

¿Crees que fuiste obediente?
Creo que cumplí con todas sus instrucciones pero no sé si con el grado de satisfacción que deseaba. No es algo que yo pueda valorar adecuadamente. Sólo puedo decirle que lo hice lo mejor posible y que si algo no fue de su agrado o no estuvo a su nivel de exigencia acepto sus comentarios para mejorar. Soy consciente de que cometí un error (masturbarme sin su permiso dentro del probador) pero he tomado buena nota de su toque de atención y no volverá a ocurrir. Controlaré a partir de ahora mi instinto pajillero.

¿Te habría gustado hacer algo más?
Me habría gustado llevar alguna situación incluso más lejos como por ejemplo que me hubiera ordenado estar completamente desnudo dentro del probador. Hay una temática en el porno que se conoce por las siglas (CFNM - Clothed Female Naked Male) que se podría traducir como Mujer Vestida Hombre Desnudo. Me excitan mucho ese tipo de situaciones.
Y por otra parte confieso que cuando me permitió oler sus bragas, cuando aún las llevaba puestas, sentí enormes deseos de lamerlas también.

¿Hubo alguna cosa que te desagradara?
No hubo nada que me desagradara. El único momento de "tensión" fue cuando me ordenó dejar la puerta abierta en el momento de su llegada a los probadores. Sentí cierto temor por unos segundos. Y no por el hecho de exhibirme sino por el hecho de ser visto por alguna persona que se sintiera molesta y montara un escándalo. Me encanta el exhibicionismo pero cuando se hace en un lugar público entiendo que puede haber gente que no le guste.

Una vez respondidas sus preguntas me gustaría proponerle un juego por si fuera de su agrado. Que se pusiera en el papel de una profesora de lengua y literatura y me pusiera deberes en forma de escribir redacciones sobre temas que desee saber o investigar acerca de su perrito. Si considera mi propuesta fuera de lugar acepto su castigo.

A sus pies, mi Ama.

Su perrito."

Convertí la carta acabada en un archivo pdf y se la envié a Marta por *****. Estuve toda la mañana pendiente de si sonaba algún mensaje de entrada en esa aplicación. Estaba ansioso por conocer la opinión de Marta sobre la carta. Pero hasta mitad de la tarde no recibí la contestación.

- Buenas tardes mi perro. Gracias por la carta. Veo que fuiste aplicado y rápido. Tomo nota de todo, incluso de tu sugerencia final. ¿Te va bien volver a vernos el próximo martes a las 14:30 horas? Ya tengo en mente cómo deseo que sea nuestra próxima cita. El punto de encuentro será una vez más el centro comercial Sambil.

Me sentí feliz por su respuesta. Marta deseaba que nos volviéramos a ver. Era un deseo mutuo. Por nada del mundo me iba a perder esa cita. Así que confirmé mi disponibilidad de inmediato.

- Buenas tardes mi Ama. Allí estaré en el lugar, día y hora indicado. Con ganas de vivir una nueva aventura. A sus pies.

Llegó el martes. De nuevo llegué puntual a la cita en el centro comercial esperando allí la llegada de Marta. Las dos veces anteriores ella había llegado por mi espalda. Pero en esta ocasión deseaba verla aparecer andando desde la entrada del parking y disfrutar de su forma tan sensual de caminar subida en sus zapatos de tacón. Así que me quedé esperando en el hall de acceso interior con la mirada puesta en el fondo del pasillo donde estaban las puertas automáticas de acceso al parking. Pero de pronto, me surgió una terrible duda. ¿Cómo le saludo cuando ella llegue a mi altura? Un ¿hola mi Señora? ¿Buenas tardes mi Señora? Por supuesto ni se me ocurriría intentar darle dos besos. De hecho en ese momento me di cuenta de algo: en nuestros dos encuentros anteriores en ningún momento había llegado a tocar su cuerpo. ¿Y ella? Ella sólo había tocado una parte de mi cuerpo: mi polla. Primero con su mano y luego con una mamada inolvidable. Me pareció de lo más morboso que la primera y única parte de mi cuerpo que ella había tocado fuera mi polla. Ojalá que yo pudiera hacer algo similar y que la primera parte de su cuerpo que tocara fuera su coño con mi lengua...

Estaba inmerso en estos pensamientos cuando de repente Marta apareció por el fondo del pasillo. Sólo con escuchar el ruido de sus zapatos de tacón ya empecé a excitarme. Hoy volvía a vestir con un conjunto de chaqueta, blusa, falda, medias y zapatos de tacón. Y un bolso como complemento. Marta se aproximaba andando con paso firme. Me miraba a los ojos. Cada vez estaba más cerca. ¿Qué le digo? Pude ver cómo sus labios esbozaban una sonrisa maliciosa. De repente, observé como me hacía un gesto doblando su dedo índice arriba y abajo para decirme algo así como: "sígueme". Justo después cambió la trayectoria de sus pasos con un giro hacia su izquierda para dirigirse hacia el interior de una tienda. Me fijé en el rótulo de la tienda. Su nombre se asemejaba a la onomatopeya con la que se representa el ladrido de un perro (Guaw). ¡¡Era una tienda de productos para mascotas!! Las otras dos veces que había estado allí no había reparado en esa tienda a pesar de tenerla delante de mis narices. Me dirigí hacia el interior de la tienda. En solo unos segundos y sin mediar ninguna palabra me había vuelto a convertir en su perrito faldero. Marta había vuelto a tomar el control sobre mí. Jamás me habría imaginado empezar nuestra nueva cita de esta manera. ¿Qué tendría en mente?

Cuando llegué a su altura Marta me dijo:
- Hola perrito, vamos a comprarte un regalito.

Dicho esto se dirigió al mostrador de la tienda. Allí había una empleada de la tienda. Era una chica joven y con gafas.

- Buenas tardes, estaba buscando un collar para mi perro. ¿Me podría indicar en qué lugar de la tienda podría encontrarlo?

Una mezcla de sorpresa, humillación y excitación explotó en mi cabeza. Me había llamado perro delante de la chica. Aunque seguramente la chica pensaría que se refería a su mascota. ¡¡Marta quería comprar un collar para mí!!

- Buenas tardes, la zona de collares está al fondo del segundo pasillo. Le acompaño, respondío la chica saliendo de detrás del mostrador.
- Gracias, muy amable, contestó Marta.

Marta y yo seguimos a la chica hasta el lugar que nos había indicado.
- Aquí puede encontrar todo lo que tenemos sobre collares. Estaré por esta zona por si necesitan algo, dijo la chica antes de alejarse.

Marta observó los modelos que había. Por la cara que ponía no le convencía ninguno de ellos. La entendí perfectamente porque a mí me ocurrió lo mismo. Aún así vi como Marta cogía uno de los collares. Era de color marrón. Pero no era un collar como tal. Si no más bien una especie de cinturón pequeño para poner en el cuello.

- Esto no es lo que estaba buscando pero te lo quiero probar, dijo.

Colocó el collar con forma de cinturón alrededor de mi cuello. Me pidió que me girara y me pusiera de espaldas a ella para meter la punta por la hebilla y la parte sobrante quedara por la parte trasera de mi cuello y no se viera. Cuando me giré y levanté la vista observé como la dependienta de la tienda estaba observando la escena desde el final del pasillo. Su cara expresaba sorpresa pero en ningún momento apartó la vista de nosotros. No perdió detalle de como Marta me ponía un collar de perro. Me excitó que me mirara.

- Esto no es lo que busco. Miraré por otros sitios, dijo Marta mientras me quitaba el "collar".

Al retirarme el collar observé como la chica de la tienda dejó de mirar y se desplazó hacia la zona del mostrador.

- Sígueme perrito, vamos a comer, dijo Marta.

Empezó a andar por el pasillo de la tienda en dirección a la salida. Yo seguí sus pasos como un perrito. Se despidió de la dependienta antes de salir del establecimiento.

Marta se dirigió en busca de las escaleras mecánicas. Subimos dos tramos para llegar a la segunda planta que es donde está la zona de restauración. Fue directamente a un restaurante muy concreto y característico por su decoración en color rojo, donde sirven hamburguesas, ensaladas, sándwiches, batidos y postres. Se movía por el centro comercial con una seguridad aplastante. Conociendo su exigencia por la perfección estaba seguro que había preparado con anterioridad lo que quería llevar a cabo en nuestra nueva cita.

Ella se pidió una ensalada y yo un sándwich. Nos dieron un aparato que nos avisaría por medio de una luz y sonido cuando nuestro pedido estuviera listo para recoger en el mostrador. No había apenas gente en el restaurante. Marta eligió para comer una mesa de la zona exterior del restaurante. Para estar en un sitio más discreto eligió la última mesa al fondo del pasillo.

Tomamos asiento uno en frente del otro.

- Es una pena que no haya encontrado un collar que me gustara, dijo Marta con cierto pesar.
- No se preocupe, encontraremos alguno que sea de su gusto en otro lugar, respondí.
- ¿Crees que la chica de la tienda de mascotas se ha dado cuenta de que el collar era para ti?, preguntó Marta.
- Yo creo que sí. No nos ha quitado ojo en ningún momento, respondí.
- Yo también lo creo. ¿Y eso te gusta?, quiso saber.
- Me excita bastante.
- ¿Por qué?, quiso saber Marta.
- Sentimiento de humillación por dar a conocer a otras personas mi condición de perro sumiso... Y me excita imaginar que a ella le gustaba también ese juego porque se quedó mirando todo el rato que tuve el collar en el cuello. Pero parecía una chica tímida.
- No te fies de las chicas tímidas. Muchas veces esconden bajo esa timidez la mente más calenturienta que puedas imaginar. ¿Te imaginas que mojó sus braguitas sabiendo que eras mi perro?

La luz del aparato se encendió. Nuestro pedido estaba listo.

- Yo me encargo de recogerlo, dije mientras me ponía en pie.

De camino al mostrador repetía en mi cabeza sus últimas palabras: "muchas veces esconden bajo esa timidez la mente más calenturienta que puedas imaginar". Yo era así pero en versión masculina.

Recogí la bandeja con nuestra comida y fui a nuestra mesa.

Mientras Marta aliñaba su ensalada volvió a tomar la palabra.

- Una vez leída tu carta he sacado algunas conclusiones. Corrígeme si me equivoco pero creo que podría usar estos adjetivos para describirte: fetichista, sumiso, exhibicionista, y pajillero.
- Está en lo cierto. Me siento muy identificado con esos adjetivos.
- De tu pasión fetichista y tu rol sumiso no tengo dudas porque ya me has dado pruebas de ello. Pero me gustaría poner a prueba hasta que punto eres exhibicionista y pajillero.

Me di cuenta al escuchar esas palabras que no iba a ser una comida normal y corriente. La duda era saber qué se le habría ocurrido a Marta.

- ¿La tienes dura?, preguntó sin ningún tipo de pudor y pillándome totalmente desprevenido.
- No del todo, tuve que admitir con cierto rubor.
- No importa. Será excitante ver cómo se te endurece. Quiero ver tu polla, dijo Marta mirándome a los ojos.

La orden era clara. Quería que me sacara la polla allí mismo. Vencí mis deseos de mirar alrededor en busca de alguien cercano. Llevé mis dedos a la cremallera de mi pantalón. La bajé. Luego metí mi mano derecha por la bragueta. Busqué mi polla por debajo del slip y la saqué al exterior. Estaba morcillona.

Marta no se cortó ni un pelo y se agachó para mirar por debajo de la mesa. Mientras lo hacía yo no pude evitar echar un vistazo a ver la gente que había cerca. Estaba todo bastante tranquilo.

- Me encanta tu polla, dijo cuando volvió a colocarse en su sitio.

Quise responder que era suya para lo que deseara pero no me pareció un comentario apropiado para decirle a una Ama porque eso era algo que ella ya sabía.

- ¿Con qué frecuencia te masturbas para considerarte un pajillero?, me preguntó.
- Siempre que tengo ocasión. Por las mañanas al despertar, en la ducha, en el wc, antes de dormir,.... Pero no me corro todos los días, respondí.
- ¿Y eso?, preguntó sorprendida.
- Me gusta practicar edging, dije.
- Cuéntame que es eso, quiso saber ella.
- Consiste en masturbarte pero parar cuando sientes deseos de correrte. Y luego hacerlo otra vez más, y otra, y otra.... Puedo estar horas y horas así y el placer es muy alto.
- ¿Dónde sueles masturbarte?
- Sobre todo en wc, ducha y cama. Cuando me quedo a solas por toda la casa.
- ¿Y fuera de casa en qué sitios te has masturbado llegando a correrte?
- Pues en el coche, en sexshops, en la playa, en un probador, en los baños de la oficina,...
- ¿Nunca en un restaurante mientras comes?
- Eso nunca lo he hecho.
- Siempre puede haber una primera vez, ¿verdad?, dijo Marta mientras me miraba a los ojos a la par que llevaba a su boca el tenedor con un trozo de pollo de su ensalada césar.

Por unos instantes me quedé parado. Marta quería que me hiciera una paja allí bajo la mesa del restaurante.

- ¿Verdad?, volvió a repetir Marta con voz de gata traviesa.
- Así es mi Ama, respondí mientras llevaba mi mano derecha bajo la mesa y agarraba mi polla.
- Con discreción y disimulo que no quiero que nos echen de aquí por escándalo público, dijo ella.

Empecé a menear mi polla bajo la mesa. Ya la tenía dura porque la conversación sobre las pajas me la había puesto tiesa.

- Si que te voy a poder llamar pajillero después de esto. ¿Ya la tienes dura?, dijo Marta.
- Sí, se me puso dura hablando sobre mis pajas, respondí.
- ¿Y has pensado dónde te vas a correr? No me gustaría que nadie tuviera que venir a limpiar tu leche del suelo.

Dudé unos segundos hasta ver las servilletas que habían puesto en la bandeja de la comida.

- Aquí, dije mientras cogía una servilleta.

Pero a Marta no le pareció buena idea.

- No me seas cutre.

No se me ocurría nada más que tuviera a mano.

De repente, Marta se puso en pie cogiendo su bolso.

- Te voy a hacer una sugerencia. Dame unos minutos. No te muevas de aquí, ni guardes tu polla ni te corras.

Marta se alejó y vi como se metía dentro del restaurante. Tenía toda la pinta de que iba a los baños. Saqué mi móvil del bolsillo del pantalón. Seguramente me iba a pedir que fuera tras ella. La mesa donde estábamos era un lugar demasiado arriesgado para una paja. El baño también lo era pero al menos no estábamos a la vista de todo el mundo. Por un momento había llegado a pensar que iba a tener que correrme allí en la mesa. No tenía ningún problema en hacerlo pero me daba miedo que alguien lo viera y montara un espectáculo. Además los baños siempre me habían dado mucho morbo, especialmente si era el baño femenino.

El tiempo pasaba y no recibía ningún mensaje en *****. ¿Qué estaría haciendo? Estaba tardando mucho. ¿Se habría vuelto a ir de repente dejándome allí con la polla al aire? No veía posible que hubiera desaparecido sin haberme dado cuenta pero Marta podía ser capaz de cualquier cosa. ¿Qué se supone que tenía que hacer? En algún momento ella tendría que darme instrucciones. Pero en el móvil no entraba ningún mensaje...

Fue entonces cuando empecé a escuchar una vez más esa música celestial para mis oidos: sus tacones. Estaba de regreso. Entonces... eso significaba que iba a tener que correrme allí mismo donde estaba... Marta llegó a la mesa y se sentó, dejando su bolso a un lado. Luego se agachó y asomó su cabeza por debajo de la mesa.

- Esa polla no está tan dura como cuando me fui, dijo.
- Lo siento mi Ama. Me descolocó que se fuera así tan de repente, respondí.
- ¿Por qué? Sólo fui a mear.

Esa frase me excitó. Aún no le había confesado a Marta mi morbo por la lluvia dorada. La imaginé en el baño y mi polla empezó a crecer.

- Y también fui a preparar un regalito para ti, continuó diciendo.

Entonces metió su mano derecha en el bolso y sacó unas braguitas de color negro perfectamente dobladas. Me las entregó.

- Qué crees, ¿están limpias o usaditas?, preguntó.

No tuve ninguna duda al notar cierta humedad al tacto. Y cuando las acerqué a mi nariz sentí un maravilloso olor a coño.

- Usadas, respondí.

Marta me sonrió de forma pícara y me guiñó un ojo mientras me decía:

- Hasta hace unos minutos las llevaba puestas. Me las acabo de quitar en el baño para ti.

Mi polla terminó de ponerse dura.

De repente, Marta cambió su plato de lugar. Estábamos en una mesa para cuatro personas. Nos habíamos sentado inicialmente frente a frente pero ahora ella estaba desplazando su plato al asiento libre justo a mi derecha. Luego se levantó y se sentó a mi lado. Echó un vistazo a mi polla. Por el gesto de su cara adiviné que estaba contenta de ver mi polla bien tiesa. Entonces acercó su boca a mi oreja.

- Pajéate, me susurró.

Inmediatamente agarré mi polla con la mano derecha y empecé a menear mi polla.

- ¿Sabes hacerlo con la mano izquierda?, preguntó mientras seguía comiendo su ensalada con toda naturalidad.
- Sí, mi Ama. Aunque tardaré una poco más en acabar, respondí.
- Mucho mejor. Cambia de mano porque así te podré ver mejor, dijo.

Agarré mi polla con la mano izquierda y empecé a menear mi polla. Era cierto que al estar ella sentada en el lado derecho ahora podía ver mejor mi polla porque mi mano no la tapaba.

- ¿Ya has pensado dónde te vas a correr?, preguntó de repente.

Me quedé en blanco de nuevo. No había pensado en ello porque en su ausencia sólo había estado pendiente de mi móvil por si me enviaba algún mensaje para ir con ella a los baños. Pero entonces caí en que ella había dicho mientras se levantaba para ir al baño que me iba a hacer una sugerencia. Entonces se me ocurrió una idea... sus bragas.

- ¿Podría hacerlo en sus bragas?, pregunté con cierto temor por si no era la respuesta adecuada.

Ella acercó de nuevo su boca a mi oreja.

- Debes hacerlo. Quiero tu leche de pajillero dentro de mis bragas, susurró de nuevo.

Aquello hizo que explotara de excitación. Cogí sus bragas y las desdoblé. Busqué la zona interior. Había una mancha de flujo muy visible. Coloqué las bragas por debajo de mi polla. Mientras me pajeaba con la mano izquierda con la mano derecha sujetaba las bragas de forma que la punta de mi polla rozara la zona donde minutos antes había estado el coño de Marta. Es ahí donde quería soltar mi leche. Mi mano no paraba pero me notaba un poco torpe al hacerlo con la mano izquierda.

- ¿Dónde nos sentamos?, escuché decir a una voz femenina desconocida.

De repente, me di cuenta que estaba en el restaurante. Me había evadido por completo. Pero había dos mujeres que estaban decidiendo en qué lugar sentarse. Paré de masturbarme hasta ver dónde se sentaban. Estuvieron a punto de sentarse en la mesa que había a nuestra derecha. Pero al final decidieron hacerlo en la mesa que había delante de nosotros. Cada mesa estaba separada de la otra por un pequeño muro. Una vez sentadas yo veía la larga melena suelta de una de ellas. A la otra no la veía porque la tapaba su amiga.

Agarré de nuevo mi polla. Con más morbo si cabe. Si esas dos mujeres supieran que a escasos dos metros a sus espaldas tenían a un hombre con la polla fuera del pantalón, haciéndose una paja y a punto de correrse en unas bragas usadas....

Quería correrme pronto. Antes de que pudiera llegar más gente.

Pero de repente empezó a sonar un móvil dentro del bolsillo de mi pantalón. Era mi móvil de trabajo.
- Necesito ver quien me llama, le dije a Marta.
- Sin problema. Estamos en horario de trabajo, respondió.

Saqué el móvil de mi pantalón para ver la pantalla.
- ¿Tu jefe?, preguntó Marta.
- No, una compañera. No creo que sea importante, respondí.
- Quiero que atiendas su llamada. Necesitará algo de ti, dijo ella.

Aquello era una orden así que obedecí a Marta y desplace el botón verde hacia la derecha.
- Hola Lucía, dije.

Al otro lado del teléfono mi compañera empezó a contarme que necesitaba un favor. Mientras la escuchaba miré a Marta. Y entonces vi como me hacia un gesto con su mano derecha. Puño cerrado y moviendo la mano de arriba a abajo. Leí en sus labios una palabra: "pajéate".

Agarré mi polla con mi mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el móvil y seguía escuchando a Lucía.
- He salido un momento a comer fuera. Pero en un rato estoy por allí y vemos como puedo ayudarte, le dije a Lucía intentando que no notara que me estaba pajeando.

Lucía se despidió al otro lado del teléfono.
- Hasta dentro de un rato, dije antes de colgar la llamada.

Dejé el teléfono encima de la mesa para no tener que guardarlo de nuevo en el bolsillo trasero de mi pantalón.
- ¿Te gusta?, preguntó de repente Marta.
- ¿Quién?, respondí de forma estúpida porque sabía a quien se refería.
- Tu compañera de trabajo, dijo ella.
- No está mal la verdad, respondí.
- ¿Cómo es?, quiso saber.
- Tiene el pelo moreno y largo, un poco más baja que yo, delgada, no sé su edad exacta pero debe estar cerca de cumplir los 30.
- Una veinteañera. ¿Te gustan jóvenes?
- Me gustan de muchas edades. Hay mujeres hermosas de todas las edades.
- ¿Qué te atrae de ella?
- Sus piernas sobre todo. Le gusta ponerse vestidos y en verano a veces usa pantalones cortos. Y eso me hace tener muchas fantasías con ella.
- ¿Alguna vez te has pajeado pensando en ella?
- Sí, alguna vez.
- ¿Tienes alguna foto de ella?
- No, lo siento.
- Que pena. Me habría gustado que la hubieras puesto en tu móvil encima de la mesa y te hubieras corrido en mis bragas mirando su foto.

Marta no dejaba de sorprenderme. Su mente era de una imaginación desbordante. De cada detalle era capaz de sacar su lado más morboso.

Aquella conversación me había excitado muchísimo y empecé a sentir que me correría pronto. Miré a Marta a los ojos para hacerle saber que me faltaba poco. Ella asintió con la cabeza. Cerré mi boca para no emitir ningún tipo de gemido. Intenté controlar la respiración agitada que salía por mi nariz. Coloqué la braguita encima de mi mano derecha en forma de cuenco para que todo cayera allí dentro. Mi mano izquierda no paraba de moverse. Segundos después mi leche empezó a salir dejando una mancha blanca en las bragas negras. Miré a Marta. Me sonrió de forma pícara. Luego acercó su boca a mi oreja.

- Dóblalas para que las pueda guardar en mi bolso.

Me sorprendió su respuesta. Pensé que esas bragas volverían a ser para mí pero Marta se iba a llevar sus bragas con mi semen en su interior. Doblé cuidadosamente las bragas de forma que mi corrida quedara dentro de la prenda. Luego se las entregué. Marta se levantó y volvió a sentarse frente a mí. Guardó las bragas dentro de su bolso.

Decidí seguir con la polla por fuera de la bragueta hasta que ella no me dijera lo contrario. Estaba perdiendo dureza.

- Has superado la prueba. Ahora no tengo duda de que eres un pajillero de primera categoría, dijo Marta en un volumen de voz más bien alto, sobre todo cuando dijo las palabras de "eres un pajillero de primera categoría".

La chica de la mesa de enfrente que estaba de espaldas se giró sorprendida al escuchar las palabras de Marta. Y luego cuando volvió a mirar a su amiga ambos escuchamos como le decía "le ha llamado pajillero". Y escuché como se reían. Mi morbo por el sentimiento de humillación hizo que en vez de avergonzarme me excitara que lo supieran.

- Vaya, parece que se ha extendido tu fama de pajillero, dijo Marta esta vez en un volumen más bajo.

Sentí deseos de darle algún meneo a mi polla pero evité la tentación. No quería que mi Ama volviera a llamarme la atención por tocarme sin su permiso como había ocurrido días antes en el probador.

Marta cogió su móvil y empezó a escribir. Instantes después recibí un mensaje en *****.

"Si no fuera porque antes me fijé que eran unas sosas les habría invitado a nuestra mesa a verte la polla. Pero no quiero problemas. Así que puedes guardar tu juguete".

Sonreí ante su comentario sobre aquellas dos mujeres y obedecí. Mientras guardaba mi polla vi que Marta buscaba algo en su móvil. Por como movía su dedo sobre la pantalla daba la sensación de estar en la galería de fotos. Buscaba algo. Al fin lo encontró. Me mostró la pantalla de su móvil. Era la foto de una mujer madura, de pelo rubio, delgada y que llevaba un vestido elegante. Parecía una foto tomada en una celebración de boda.

- ¿Qué te parece esta mujer?, me preguntó Marta.

Me pilló totalmente de imprevisto tanto la foto como la pregunta. Fui sincero.
- No es tan atractiva como mi Ama pero me atrae sexualmente. Comería su coño sin dudarlo.

Sin decir nada guardó su móvil en el bolso. Así que me quedé con la duda de si mi respuesta había sido de su agrado.

- Tengo que marcharme. Me espera una reunión. Dentro de 5 minutos puedes levantarte de la mesa. Hasta la próxima.

Marta se levantó y empezó a andar en busca de las escaleras mecánicas que la llevaran a las plantas de abajo. Yo miré, totalmente hipnotizado por el ruido de sus tacones, todo su recorrido hasta que la perdí de vista. Obedecí y permanecí sentado durante los 5 minutos. Supuse que era el tiempo que ella habría calculado que necesitaba para abandonar el centro comercial. Pasado ese tiempo me levanté y abandoné el restaurante. No pude evitar mirar a las dos mujeres sentadas cuando pasé a su lado. Ellas también lo hicieron. Cuando quedaron a mis espaldas escuché como se reían.

Aquella noche me conecté a ***** cuando todos dormían en casa. No tenía mucha esperanza de encontrar a Marta allí. Y efectivamente no estaba pero me había dejado un mensaje unos minutos antes de que yo entrara:

- Buenas noches mi perrito. Te escribo desde la cama con mi marido durmiendo a mi lado. Si supiera que dentro de mis bragas está el semen de otro hombre... No podía dejar de pensar en ti así que me puse las bragas negras para dormir y sentirte cerca. Que descanses. Tengo ganas de volver a verte. Espero que pueda ser pronto.
Increíble, a parte de que me encanta como escribe, no se puede imaginar como me ha puesto leerle, en todo momento estaba en la situación de ser yo el/la perrit@.
Me excita chismoso esa forma tan sutil de humillación cuando entran a por el collar 😍😍
Y que decir de la marcha de Marta.... me le imagino sin bragas por el centro comercial, con los muslos mojados por la situación que acaba de vivir.
No voy a mentirle, me hubiera gustado que se pusiera esas braguitas bien "feticheadas", pero espero que siga su relato,boara ver qué pasa 😋
 
Impecable ❤️❤️❤️
La espera ha merecido la pena y como siempre no defraudas
Ágil, morbosa y cuidada redacción.
Una vez Marta corre por lo más profundo de mi cuerpo, como las drogas que sabes que no puedes dejar.
Y como una imagen vale más que mil palabras... Creo que Marta se lo merece😘😘😘
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Tremenda como siempre y esas braguitas negras🤤
 
Impecable ❤️❤️❤️
La espera ha merecido la pena y como siempre no defraudas
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Una vez Marta corre por lo más profundo de mi cuerpo, como las drogas que sabes que no puedes dejar.
Y como una imagen vale más que mil palabras... Creo que Marta se lo merece😘😘😘
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Mmmmm que ticas esas braguitas mmm y más para los fetichistas como nosotris mm menudo manjar 💋💋💋
 
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