Las bragas usadas de Marta

Mis braguitas 💋💋💋
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Estás bragas son de mi admirador.
Escritor45Madrid., para inspirar sus relatos
 
Las tendrás de color rosa
Sí pero las azules ya lo sabes que tengo una debilidad por ellas aparte de por ti pero también rosas también me gustan todo lo que lleves puesto me encanta ya lo sabes el fetiche que tengo
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
Ufff la verdad es que es una buena historia.... Te quedas con las ganas de la siguiente parte..... Me ha puesto mogollón.... Saludos.
 
usaras mis braguitas y las llevaras en la boca perrito :bdsm1::follar1:💋
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Donde quítatelas ahora mismo y te busco buf Dios como me gustan así transparentes en ese colorcito dios mío qué culo tienes con esas braguitas como me pone Susan Dios me las metería en la boca y la solería y si están con tu flujo más todavía
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
Magnífica historia. Solo un fetichista de verdad puede escribir algo tan morboso y que te provoca tantisimas ganas de oler y lamer esas braguitas negras!!!


Danos más, por favor!!!
 
Voy a publicar a continuación la segunda parte del relato "Marta toma el control". Siento que la espera haya sido más larga de lo que era mi deseo.
Quiero aprovechar para agradecer todos los buenos comentarios recibidos acerca de mis dos anteriores relatos. Eso me anima a seguir escribiendo.
 
Título: "Marta toma el control (parte 2)".

Salí del centro comercial en busca de mi coche que estaba aparcado en una de las calles cercanas. Todavía estaba asimilando todo lo que acababa de ocurrir: la actitud dominante de Marta, lo ocurrido en el probador y su inesperada marcha. Caminaba con sus bragas metidas dentro de mi boca. Era una sensación tan excitante como humillante pero me estaba dando cuenta según andaba por la calle que me estaba gustando. Miraba a la cara a las personas con las que me iba cruzando buscando en su rostro algún gesto de sorpresa pero ¿cómo se iba esa mujer a imaginar que el hombre con el que se acababa de cruzar en la calle tenía unas bragas usadas metidas dentro de su boca? También llevaba dentro del bolsillo derecho de mi pantalón una bola de papel hecha con los kleenex que había usado para limpiar mi corrida del espejo del probador. La saqué de mi bolsillo porque había localizado con la mirada una papelera a escasos metros. Acerqué la bola de papel a mi nariz. Sentí el olor de mi semen. ¿Llegaría a contarle a Marta algún día mi secreto en relación a mi semen? Tiré la bola de kleenex a la papelera. Mi coche ya se veía a lo lejos.

Abrí la puerta del coche, entré dentro y cerré. Saqué las bragas negras de mi boca con la punta de mis dedos índice y pulgar. Estaban empapadas de sus jugos y mi saliva. Las acerqué a mi nariz. Cerré los ojos para disfrutarlas. El olor del coño de Marta penetró por mi nariz. Disfruté unos segundos de ese mar de sensaciones. Luego saqué una bolsa hermética que había guardado en la guantera del coche. La había llevado por si volvía de la cita con Marta con otra de sus bragas. Metí las bragas dentro aunque con lo mojadas que estaban no sabía cómo se comportarían con el paso de los días dentro de esa bolsa tan cerrada. Pero aún así dejé la prenda escondida al fondo de la guantera. Luego regresé a la oficina para el turno de tarde pero mi concentración fue bastante escasa. Sólo pensaba en Marta. En como había interpretado a la perfección su rol de Ama Dominante y en cómo había ideado en su cabeza la forma de cumplir mi fantasía. No podía dejar de pensar en ella.

Era casi la una de la madrugada. Todos dormían en casa desde hacía rato y yo llevaba esperando más de una hora a que el nick de Marta se pusiera con ese puntito de color verde que indicaba que estaba conectada al otro lado en *****. Empecé a pensar que ya no se iba a conectar. Era la segunda frustración del día. Había albergado la esperanza de haber vuelto a comer hoy con ella. Pero no había sucedido. Y también de haber tenido otro de nuestros encuentros nocturnos por ***** para hablar de nuestra cita. Pero acababa de cerrar la aplicación así que eso tampoco iba a suceder. Me metí en la cama apesadumbrado y triste. Me costó dormir. Marta se había metido en mi cabeza como si fuera una droga.

A la mañana siguiente entré a la aplicación de ***** cuando me subí al coche para ir a la oficina. Para mi sorpresa y alegría Marta me había dejado unos mensajes.

"Buenos días mi perrito obediente. Te pongo deberes para hoy. Quiero que me escribas una carta donde respondas a todas estas preguntas:
- ¿Qué fue lo que más te excitó de lo vivido ayer?
- ¿Qué otras cosas te excitaron también en menor medida?
- ¿Crees que fuiste obediente?
- ¿Te habría gustado hacer algo más?
- ¿Hubo alguna cosa que te desagradara?

De camino a la oficina fui repasando lo ocurrido el día anterior y pensando las respuestas que escribiría en la carta. Llegué a la oficina. Tenía mucho trabajo pero deseaba escribir esa carta. Enviársela a Marta lo antes posible para demostrarle que era un perrito muy aplicado en la tarea que me había encomendado.

Abrí un archivo Word en blanco. "Voy a escribir un poquito de la carta", me engañé a mí mismo. Al final acabé escribiendo la carta por completo porque mi cabeza no podía pensar en otra cosa.

"Buenos días mi Ama,

Me hizo feliz recibir noticias suyas esta mañana. Me ha excitado que me ponga deberes porque me ha hecho viajar por un momento a mi pasado adolescente en el que casi todas mis profesoras eran las protagonistas de mis fantasías y las musas de mis pajas. Pero sin más preámbulos respondo a sus preguntas.

Lo que más me excitó de nuestro encuentro de ayer fue sin duda alguna que me hiciera sentir como un perro a sus pies. Nuevamente la autoridad que me transmitió con su forma de vestir, la firmeza de sus palabras a la hora de darme órdenes, caminar detrás siguiendo sus pasos, el sonido de sus zapatos de tacón,... Mi fantasía de ser un perro sumiso tomó una dimensión de realidad que nunca había experimentado.

Otras cosas que me excitaron:
- Estar a cuatro patas como un perro dentro del probador mientras cumplía mi fantasía confesada de oler unas bragas entre las piernas de una mujer. Le agradezco que hiciera realidad mi fantasía.
- Su mamada por inesperada y enormemente placentera. Esa forma de recorrer las venas hinchadas de mi polla con la punta de su lengua.
- Correrme en el espejo del probador y ver como resbalaba mi leche hasta el suelo.
- Sus bragas dentro de mi boca porque disfruté enormemente paseando con ellas dentro por el centro comercial y la calle.

¿Crees que fuiste obediente?
Creo que cumplí con todas sus instrucciones pero no sé si con el grado de satisfacción que deseaba. No es algo que yo pueda valorar adecuadamente. Sólo puedo decirle que lo hice lo mejor posible y que si algo no fue de su agrado o no estuvo a su nivel de exigencia acepto sus comentarios para mejorar. Soy consciente de que cometí un error (masturbarme sin su permiso dentro del probador) pero he tomado buena nota de su toque de atención y no volverá a ocurrir. Controlaré a partir de ahora mi instinto pajillero.

¿Te habría gustado hacer algo más?
Me habría gustado llevar alguna situación incluso más lejos como por ejemplo que me hubiera ordenado estar completamente desnudo dentro del probador. Hay una temática en el porno que se conoce por las siglas (CFNM - Clothed Female Naked Male) que se podría traducir como Mujer Vestida Hombre Desnudo. Me excitan mucho ese tipo de situaciones.
Y por otra parte confieso que cuando me permitió oler sus bragas, cuando aún las llevaba puestas, sentí enormes deseos de lamerlas también.

¿Hubo alguna cosa que te desagradara?
No hubo nada que me desagradara. El único momento de "tensión" fue cuando me ordenó dejar la puerta abierta en el momento de su llegada a los probadores. Sentí cierto temor por unos segundos. Y no por el hecho de exhibirme sino por el hecho de ser visto por alguna persona que se sintiera molesta y montara un escándalo. Me encanta el exhibicionismo pero cuando se hace en un lugar público entiendo que puede haber gente que no le guste.

Una vez respondidas sus preguntas me gustaría proponerle un juego por si fuera de su agrado. Que se pusiera en el papel de una profesora de lengua y literatura y me pusiera deberes en forma de escribir redacciones sobre temas que desee saber o investigar acerca de su perrito. Si considera mi propuesta fuera de lugar acepto su castigo.

A sus pies, mi Ama.

Su perrito."

Convertí la carta acabada en un archivo pdf y se la envié a Marta por *****. Estuve toda la mañana pendiente de si sonaba algún mensaje de entrada en esa aplicación. Estaba ansioso por conocer la opinión de Marta sobre la carta. Pero hasta mitad de la tarde no recibí la contestación.

- Buenas tardes mi perro. Gracias por la carta. Veo que fuiste aplicado y rápido. Tomo nota de todo, incluso de tu sugerencia final. ¿Te va bien volver a vernos el próximo martes a las 14:30 horas? Ya tengo en mente cómo deseo que sea nuestra próxima cita. El punto de encuentro será una vez más el centro comercial Sambil.

Me sentí feliz por su respuesta. Marta deseaba que nos volviéramos a ver. Era un deseo mutuo. Por nada del mundo me iba a perder esa cita. Así que confirmé mi disponibilidad de inmediato.

- Buenas tardes mi Ama. Allí estaré en el lugar, día y hora indicado. Con ganas de vivir una nueva aventura. A sus pies.

Llegó el martes. De nuevo llegué puntual a la cita en el centro comercial esperando allí la llegada de Marta. Las dos veces anteriores ella había llegado por mi espalda. Pero en esta ocasión deseaba verla aparecer andando desde la entrada del parking y disfrutar de su forma tan sensual de caminar subida en sus zapatos de tacón. Así que me quedé esperando en el hall de acceso interior con la mirada puesta en el fondo del pasillo donde estaban las puertas automáticas de acceso al parking. Pero de pronto, me surgió una terrible duda. ¿Cómo le saludo cuando ella llegue a mi altura? Un ¿hola mi Señora? ¿Buenas tardes mi Señora? Por supuesto ni se me ocurriría intentar darle dos besos. De hecho en ese momento me di cuenta de algo: en nuestros dos encuentros anteriores en ningún momento había llegado a tocar su cuerpo. ¿Y ella? Ella sólo había tocado una parte de mi cuerpo: mi polla. Primero con su mano y luego con una mamada inolvidable. Me pareció de lo más morboso que la primera y única parte de mi cuerpo que ella había tocado fuera mi polla. Ojalá que yo pudiera hacer algo similar y que la primera parte de su cuerpo que tocara fuera su coño con mi lengua...

Estaba inmerso en estos pensamientos cuando de repente Marta apareció por el fondo del pasillo. Sólo con escuchar el ruido de sus zapatos de tacón ya empecé a excitarme. Hoy volvía a vestir con un conjunto de chaqueta, blusa, falda, medias y zapatos de tacón. Y un bolso como complemento. Marta se aproximaba andando con paso firme. Me miraba a los ojos. Cada vez estaba más cerca. ¿Qué le digo? Pude ver cómo sus labios esbozaban una sonrisa maliciosa. De repente, observé como me hacía un gesto doblando su dedo índice arriba y abajo para decirme algo así como: "sígueme". Justo después cambió la trayectoria de sus pasos con un giro hacia su izquierda para dirigirse hacia el interior de una tienda. Me fijé en el rótulo de la tienda. Su nombre se asemejaba a la onomatopeya con la que se representa el ladrido de un perro (Guaw). ¡¡Era una tienda de productos para mascotas!! Las otras dos veces que había estado allí no había reparado en esa tienda a pesar de tenerla delante de mis narices. Me dirigí hacia el interior de la tienda. En solo unos segundos y sin mediar ninguna palabra me había vuelto a convertir en su perrito faldero. Marta había vuelto a tomar el control sobre mí. Jamás me habría imaginado empezar nuestra nueva cita de esta manera. ¿Qué tendría en mente?

Cuando llegué a su altura Marta me dijo:
- Hola perrito, vamos a comprarte un regalito.

Dicho esto se dirigió al mostrador de la tienda. Allí había una empleada de la tienda. Era una chica joven y con gafas.

- Buenas tardes, estaba buscando un collar para mi perro. ¿Me podría indicar en qué lugar de la tienda podría encontrarlo?

Una mezcla de sorpresa, humillación y excitación explotó en mi cabeza. Me había llamado perro delante de la chica. Aunque seguramente la chica pensaría que se refería a su mascota. ¡¡Marta quería comprar un collar para mí!!

- Buenas tardes, la zona de collares está al fondo del segundo pasillo. Le acompaño, respondío la chica saliendo de detrás del mostrador.
- Gracias, muy amable, contestó Marta.

Marta y yo seguimos a la chica hasta el lugar que nos había indicado.
- Aquí puede encontrar todo lo que tenemos sobre collares. Estaré por esta zona por si necesitan algo, dijo la chica antes de alejarse.

Marta observó los modelos que había. Por la cara que ponía no le convencía ninguno de ellos. La entendí perfectamente porque a mí me ocurrió lo mismo. Aún así vi como Marta cogía uno de los collares. Era de color marrón. Pero no era un collar como tal. Si no más bien una especie de cinturón pequeño para poner en el cuello.

- Esto no es lo que estaba buscando pero te lo quiero probar, dijo.

Colocó el collar con forma de cinturón alrededor de mi cuello. Me pidió que me girara y me pusiera de espaldas a ella para meter la punta por la hebilla y la parte sobrante quedara por la parte trasera de mi cuello y no se viera. Cuando me giré y levanté la vista observé como la dependienta de la tienda estaba observando la escena desde el final del pasillo. Su cara expresaba sorpresa pero en ningún momento apartó la vista de nosotros. No perdió detalle de como Marta me ponía un collar de perro. Me excitó que me mirara.

- Esto no es lo que busco. Miraré por otros sitios, dijo Marta mientras me quitaba el "collar".

Al retirarme el collar observé como la chica de la tienda dejó de mirar y se desplazó hacia la zona del mostrador.

- Sígueme perrito, vamos a comer, dijo Marta.

Empezó a andar por el pasillo de la tienda en dirección a la salida. Yo seguí sus pasos como un perrito. Se despidió de la dependienta antes de salir del establecimiento.

Marta se dirigió en busca de las escaleras mecánicas. Subimos dos tramos para llegar a la segunda planta que es donde está la zona de restauración. Fue directamente a un restaurante muy concreto y característico por su decoración en color rojo, donde sirven hamburguesas, ensaladas, sándwiches, batidos y postres. Se movía por el centro comercial con una seguridad aplastante. Conociendo su exigencia por la perfección estaba seguro que había preparado con anterioridad lo que quería llevar a cabo en nuestra nueva cita.

Ella se pidió una ensalada y yo un sándwich. Nos dieron un aparato que nos avisaría por medio de una luz y sonido cuando nuestro pedido estuviera listo para recoger en el mostrador. No había apenas gente en el restaurante. Marta eligió para comer una mesa de la zona exterior del restaurante. Para estar en un sitio más discreto eligió la última mesa al fondo del pasillo.

Tomamos asiento uno en frente del otro.

- Es una pena que no haya encontrado un collar que me gustara, dijo Marta con cierto pesar.
- No se preocupe, encontraremos alguno que sea de su gusto en otro lugar, respondí.
- ¿Crees que la chica de la tienda de mascotas se ha dado cuenta de que el collar era para ti?, preguntó Marta.
- Yo creo que sí. No nos ha quitado ojo en ningún momento, respondí.
- Yo también lo creo. ¿Y eso te gusta?, quiso saber.
- Me excita bastante.
- ¿Por qué?, quiso saber Marta.
- Sentimiento de humillación por dar a conocer a otras personas mi condición de perro sumiso... Y me excita imaginar que a ella le gustaba también ese juego porque se quedó mirando todo el rato que tuve el collar en el cuello. Pero parecía una chica tímida.
- No te fies de las chicas tímidas. Muchas veces esconden bajo esa timidez la mente más calenturienta que puedas imaginar. ¿Te imaginas que mojó sus braguitas sabiendo que eras mi perro?

La luz del aparato se encendió. Nuestro pedido estaba listo.

- Yo me encargo de recogerlo, dije mientras me ponía en pie.

De camino al mostrador repetía en mi cabeza sus últimas palabras: "muchas veces esconden bajo esa timidez la mente más calenturienta que puedas imaginar". Yo era así pero en versión masculina.

Recogí la bandeja con nuestra comida y fui a nuestra mesa.

Mientras Marta aliñaba su ensalada volvió a tomar la palabra.

- Una vez leída tu carta he sacado algunas conclusiones. Corrígeme si me equivoco pero creo que podría usar estos adjetivos para describirte: fetichista, sumiso, exhibicionista, y pajillero.
- Está en lo cierto. Me siento muy identificado con esos adjetivos.
- De tu pasión fetichista y tu rol sumiso no tengo dudas porque ya me has dado pruebas de ello. Pero me gustaría poner a prueba hasta que punto eres exhibicionista y pajillero.

Me di cuenta al escuchar esas palabras que no iba a ser una comida normal y corriente. La duda era saber qué se le habría ocurrido a Marta.

- ¿La tienes dura?, preguntó sin ningún tipo de pudor y pillándome totalmente desprevenido.
- No del todo, tuve que admitir con cierto rubor.
- No importa. Será excitante ver cómo se te endurece. Quiero ver tu polla, dijo Marta mirándome a los ojos.

La orden era clara. Quería que me sacara la polla allí mismo. Vencí mis deseos de mirar alrededor en busca de alguien cercano. Llevé mis dedos a la cremallera de mi pantalón. La bajé. Luego metí mi mano derecha por la bragueta. Busqué mi polla por debajo del slip y la saqué al exterior. Estaba morcillona.

Marta no se cortó ni un pelo y se agachó para mirar por debajo de la mesa. Mientras lo hacía yo no pude evitar echar un vistazo a ver la gente que había cerca. Estaba todo bastante tranquilo.

- Me encanta tu polla, dijo cuando volvió a colocarse en su sitio.

Quise responder que era suya para lo que deseara pero no me pareció un comentario apropiado para decirle a una Ama porque eso era algo que ella ya sabía.

- ¿Con qué frecuencia te masturbas para considerarte un pajillero?, me preguntó.
- Siempre que tengo ocasión. Por las mañanas al despertar, en la ducha, en el wc, antes de dormir,.... Pero no me corro todos los días, respondí.
- ¿Y eso?, preguntó sorprendida.
- Me gusta practicar edging, dije.
- Cuéntame que es eso, quiso saber ella.
- Consiste en masturbarte pero parar cuando sientes deseos de correrte. Y luego hacerlo otra vez más, y otra, y otra.... Puedo estar horas y horas así y el placer es muy alto.
- ¿Dónde sueles masturbarte?
- Sobre todo en wc, ducha y cama. Cuando me quedo a solas por toda la casa.
- ¿Y fuera de casa en qué sitios te has masturbado llegando a correrte?
- Pues en el coche, en sexshops, en la playa, en un probador, en los baños de la oficina,...
- ¿Nunca en un restaurante mientras comes?
- Eso nunca lo he hecho.
- Siempre puede haber una primera vez, ¿verdad?, dijo Marta mientras me miraba a los ojos a la par que llevaba a su boca el tenedor con un trozo de pollo de su ensalada césar.

Por unos instantes me quedé parado. Marta quería que me hiciera una paja allí bajo la mesa del restaurante.

- ¿Verdad?, volvió a repetir Marta con voz de gata traviesa.
- Así es mi Ama, respondí mientras llevaba mi mano derecha bajo la mesa y agarraba mi polla.
- Con discreción y disimulo que no quiero que nos echen de aquí por escándalo público, dijo ella.

Empecé a menear mi polla bajo la mesa. Ya la tenía dura porque la conversación sobre las pajas me la había puesto tiesa.

- Si que te voy a poder llamar pajillero después de esto. ¿Ya la tienes dura?, dijo Marta.
- Sí, se me puso dura hablando sobre mis pajas, respondí.
- ¿Y has pensado dónde te vas a correr? No me gustaría que nadie tuviera que venir a limpiar tu leche del suelo.

Dudé unos segundos hasta ver las servilletas que habían puesto en la bandeja de la comida.

- Aquí, dije mientras cogía una servilleta.

Pero a Marta no le pareció buena idea.

- No me seas cutre.

No se me ocurría nada más que tuviera a mano.

De repente, Marta se puso en pie cogiendo su bolso.

- Te voy a hacer una sugerencia. Dame unos minutos. No te muevas de aquí, ni guardes tu polla ni te corras.

Marta se alejó y vi como se metía dentro del restaurante. Tenía toda la pinta de que iba a los baños. Saqué mi móvil del bolsillo del pantalón. Seguramente me iba a pedir que fuera tras ella. La mesa donde estábamos era un lugar demasiado arriesgado para una paja. El baño también lo era pero al menos no estábamos a la vista de todo el mundo. Por un momento había llegado a pensar que iba a tener que correrme allí en la mesa. No tenía ningún problema en hacerlo pero me daba miedo que alguien lo viera y montara un espectáculo. Además los baños siempre me habían dado mucho morbo, especialmente si era el baño femenino.

El tiempo pasaba y no recibía ningún mensaje en *****. ¿Qué estaría haciendo? Estaba tardando mucho. ¿Se habría vuelto a ir de repente dejándome allí con la polla al aire? No veía posible que hubiera desaparecido sin haberme dado cuenta pero Marta podía ser capaz de cualquier cosa. ¿Qué se supone que tenía que hacer? En algún momento ella tendría que darme instrucciones. Pero en el móvil no entraba ningún mensaje...

Fue entonces cuando empecé a escuchar una vez más esa música celestial para mis oidos: sus tacones. Estaba de regreso. Entonces... eso significaba que iba a tener que correrme allí mismo donde estaba... Marta llegó a la mesa y se sentó, dejando su bolso a un lado. Luego se agachó y asomó su cabeza por debajo de la mesa.

- Esa polla no está tan dura como cuando me fui, dijo.
- Lo siento mi Ama. Me descolocó que se fuera así tan de repente, respondí.
- ¿Por qué? Sólo fui a mear.

Esa frase me excitó. Aún no le había confesado a Marta mi morbo por la lluvia dorada. La imaginé en el baño y mi polla empezó a crecer.

- Y también fui a preparar un regalito para ti, continuó diciendo.

Entonces metió su mano derecha en el bolso y sacó unas braguitas de color negro perfectamente dobladas. Me las entregó.

- Qué crees, ¿están limpias o usaditas?, preguntó.

No tuve ninguna duda al notar cierta humedad al tacto. Y cuando las acerqué a mi nariz sentí un maravilloso olor a coño.

- Usadas, respondí.

Marta me sonrió de forma pícara y me guiñó un ojo mientras me decía:

- Hasta hace unos minutos las llevaba puestas. Me las acabo de quitar en el baño para ti.

Mi polla terminó de ponerse dura.

De repente, Marta cambió su plato de lugar. Estábamos en una mesa para cuatro personas. Nos habíamos sentado inicialmente frente a frente pero ahora ella estaba desplazando su plato al asiento libre justo a mi derecha. Luego se levantó y se sentó a mi lado. Echó un vistazo a mi polla. Por el gesto de su cara adiviné que estaba contenta de ver mi polla bien tiesa. Entonces acercó su boca a mi oreja.

- Pajéate, me susurró.

Inmediatamente agarré mi polla con la mano derecha y empecé a menear mi polla.

- ¿Sabes hacerlo con la mano izquierda?, preguntó mientras seguía comiendo su ensalada con toda naturalidad.
- Sí, mi Ama. Aunque tardaré una poco más en acabar, respondí.
- Mucho mejor. Cambia de mano porque así te podré ver mejor, dijo.

Agarré mi polla con la mano izquierda y empecé a menear mi polla. Era cierto que al estar ella sentada en el lado derecho ahora podía ver mejor mi polla porque mi mano no la tapaba.

- ¿Ya has pensado dónde te vas a correr?, preguntó de repente.

Me quedé en blanco de nuevo. No había pensado en ello porque en su ausencia sólo había estado pendiente de mi móvil por si me enviaba algún mensaje para ir con ella a los baños. Pero entonces caí en que ella había dicho mientras se levantaba para ir al baño que me iba a hacer una sugerencia. Entonces se me ocurrió una idea... sus bragas.

- ¿Podría hacerlo en sus bragas?, pregunté con cierto temor por si no era la respuesta adecuada.

Ella acercó de nuevo su boca a mi oreja.

- Debes hacerlo. Quiero tu leche de pajillero dentro de mis bragas, susurró de nuevo.

Aquello hizo que explotara de excitación. Cogí sus bragas y las desdoblé. Busqué la zona interior. Había una mancha de flujo muy visible. Coloqué las bragas por debajo de mi polla. Mientras me pajeaba con la mano izquierda con la mano derecha sujetaba las bragas de forma que la punta de mi polla rozara la zona donde minutos antes había estado el coño de Marta. Es ahí donde quería soltar mi leche. Mi mano no paraba pero me notaba un poco torpe al hacerlo con la mano izquierda.

- ¿Dónde nos sentamos?, escuché decir a una voz femenina desconocida.

De repente, me di cuenta que estaba en el restaurante. Me había evadido por completo. Pero había dos mujeres que estaban decidiendo en qué lugar sentarse. Paré de masturbarme hasta ver dónde se sentaban. Estuvieron a punto de sentarse en la mesa que había a nuestra derecha. Pero al final decidieron hacerlo en la mesa que había delante de nosotros. Cada mesa estaba separada de la otra por un pequeño muro. Una vez sentadas yo veía la larga melena suelta de una de ellas. A la otra no la veía porque la tapaba su amiga.

Agarré de nuevo mi polla. Con más morbo si cabe. Si esas dos mujeres supieran que a escasos dos metros a sus espaldas tenían a un hombre con la polla fuera del pantalón, haciéndose una paja y a punto de correrse en unas bragas usadas....

Quería correrme pronto. Antes de que pudiera llegar más gente.

Pero de repente empezó a sonar un móvil dentro del bolsillo de mi pantalón. Era mi móvil de trabajo.
- Necesito ver quien me llama, le dije a Marta.
- Sin problema. Estamos en horario de trabajo, respondió.

Saqué el móvil de mi pantalón para ver la pantalla.
- ¿Tu jefe?, preguntó Marta.
- No, una compañera. No creo que sea importante, respondí.
- Quiero que atiendas su llamada. Necesitará algo de ti, dijo ella.

Aquello era una orden así que obedecí a Marta y desplace el botón verde hacia la derecha.
- Hola Lucía, dije.

Al otro lado del teléfono mi compañera empezó a contarme que necesitaba un favor. Mientras la escuchaba miré a Marta. Y entonces vi como me hacia un gesto con su mano derecha. Puño cerrado y moviendo la mano de arriba a abajo. Leí en sus labios una palabra: "pajéate".

Agarré mi polla con mi mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el móvil y seguía escuchando a Lucía.
- He salido un momento a comer fuera. Pero en un rato estoy por allí y vemos como puedo ayudarte, le dije a Lucía intentando que no notara que me estaba pajeando.

Lucía se despidió al otro lado del teléfono.
- Hasta dentro de un rato, dije antes de colgar la llamada.

Dejé el teléfono encima de la mesa para no tener que guardarlo de nuevo en el bolsillo trasero de mi pantalón.
- ¿Te gusta?, preguntó de repente Marta.
- ¿Quién?, respondí de forma estúpida porque sabía a quien se refería.
- Tu compañera de trabajo, dijo ella.
- No está mal la verdad, respondí.
- ¿Cómo es?, quiso saber.
- Tiene el pelo moreno y largo, un poco más baja que yo, delgada, no sé su edad exacta pero debe estar cerca de cumplir los 30.
- Una veinteañera. ¿Te gustan jóvenes?
- Me gustan de muchas edades. Hay mujeres hermosas de todas las edades.
- ¿Qué te atrae de ella?
- Sus piernas sobre todo. Le gusta ponerse vestidos y en verano a veces usa pantalones cortos. Y eso me hace tener muchas fantasías con ella.
- ¿Alguna vez te has pajeado pensando en ella?
- Sí, alguna vez.
- ¿Tienes alguna foto de ella?
- No, lo siento.
- Que pena. Me habría gustado que la hubieras puesto en tu móvil encima de la mesa y te hubieras corrido en mis bragas mirando su foto.

Marta no dejaba de sorprenderme. Su mente era de una imaginación desbordante. De cada detalle era capaz de sacar su lado más morboso.

Aquella conversación me había excitado muchísimo y empecé a sentir que me correría pronto. Miré a Marta a los ojos para hacerle saber que me faltaba poco. Ella asintió con la cabeza. Cerré mi boca para no emitir ningún tipo de gemido. Intenté controlar la respiración agitada que salía por mi nariz. Coloqué la braguita encima de mi mano derecha en forma de cuenco para que todo cayera allí dentro. Mi mano izquierda no paraba de moverse. Segundos después mi leche empezó a salir dejando una mancha blanca en las bragas negras. Miré a Marta. Me sonrió de forma pícara. Luego acercó su boca a mi oreja.

- Dóblalas para que las pueda guardar en mi bolso.

Me sorprendió su respuesta. Pensé que esas bragas volverían a ser para mí pero Marta se iba a llevar sus bragas con mi semen en su interior. Doblé cuidadosamente las bragas de forma que mi corrida quedara dentro de la prenda. Luego se las entregué. Marta se levantó y volvió a sentarse frente a mí. Guardó las bragas dentro de su bolso.

Decidí seguir con la polla por fuera de la bragueta hasta que ella no me dijera lo contrario. Estaba perdiendo dureza.

- Has superado la prueba. Ahora no tengo duda de que eres un pajillero de primera categoría, dijo Marta en un volumen de voz más bien alto, sobre todo cuando dijo las palabras de "eres un pajillero de primera categoría".

La chica de la mesa de enfrente que estaba de espaldas se giró sorprendida al escuchar las palabras de Marta. Y luego cuando volvió a mirar a su amiga ambos escuchamos como le decía "le ha llamado pajillero". Y escuché como se reían. Mi morbo por el sentimiento de humillación hizo que en vez de avergonzarme me excitara que lo supieran.

- Vaya, parece que se ha extendido tu fama de pajillero, dijo Marta esta vez en un volumen más bajo.

Sentí deseos de darle algún meneo a mi polla pero evité la tentación. No quería que mi Ama volviera a llamarme la atención por tocarme sin su permiso como había ocurrido días antes en el probador.

Marta cogió su móvil y empezó a escribir. Instantes después recibí un mensaje en *****.

"Si no fuera porque antes me fijé que eran unas sosas les habría invitado a nuestra mesa a verte la polla. Pero no quiero problemas. Así que puedes guardar tu juguete".

Sonreí ante su comentario sobre aquellas dos mujeres y obedecí. Mientras guardaba mi polla vi que Marta buscaba algo en su móvil. Por como movía su dedo sobre la pantalla daba la sensación de estar en la galería de fotos. Buscaba algo. Al fin lo encontró. Me mostró la pantalla de su móvil. Era la foto de una mujer madura, de pelo rubio, delgada y que llevaba un vestido elegante. Parecía una foto tomada en una celebración de boda.

- ¿Qué te parece esta mujer?, me preguntó Marta.

Me pilló totalmente de imprevisto tanto la foto como la pregunta. Fui sincero.
- No es tan atractiva como mi Ama pero me atrae sexualmente. Comería su coño sin dudarlo.

Sin decir nada guardó su móvil en el bolso. Así que me quedé con la duda de si mi respuesta había sido de su agrado.

- Tengo que marcharme. Me espera una reunión. Dentro de 5 minutos puedes levantarte de la mesa. Hasta la próxima.

Marta se levantó y empezó a andar en busca de las escaleras mecánicas que la llevaran a las plantas de abajo. Yo miré, totalmente hipnotizado por el ruido de sus tacones, todo su recorrido hasta que la perdí de vista. Obedecí y permanecí sentado durante los 5 minutos. Supuse que era el tiempo que ella habría calculado que necesitaba para abandonar el centro comercial. Pasado ese tiempo me levanté y abandoné el restaurante. No pude evitar mirar a las dos mujeres sentadas cuando pasé a su lado. Ellas también lo hicieron. Cuando quedaron a mis espaldas escuché como se reían.

Aquella noche me conecté a ***** cuando todos dormían en casa. No tenía mucha esperanza de encontrar a Marta allí. Y efectivamente no estaba pero me había dejado un mensaje unos minutos antes de que yo entrara:

- Buenas noches mi perrito. Te escribo desde la cama con mi marido durmiendo a mi lado. Si supiera que dentro de mis bragas está el semen de otro hombre... No podía dejar de pensar en ti así que me puse las bragas negras para dormir y sentirte cerca. Que descanses. Tengo ganas de volver a verte. Espero que pueda ser pronto.
 
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