Mi primer gloryhole

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24 Jun 2023
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Soy una chica de 26 años, madre primeriza desde hace un año. Mi cuerpo todavía está produciendo leche materna y eso, junto con las hormonas post-parto, ha creado una mezcla de deseo y culpa en mí. Hoy decidí hacer algo que nunca antes había considerado: ir a un gloryhole. Sí, eso es lo que estoy a punto de hacer. Es un lugar donde los hombres y las mujeres desconocidos se encuentran para tener relaciones sexuales anónimas. La idea de ser infiel a mi pareja me llena de mala conciencia, pero también me excita de una manera que no puedo explicar.

Llegué al lugar, un pequeño local en un barrio desconocido. El ambiente estaba oscuro y cargado de adrenalina. Nunca antes había estado en un lugar así, y la verdad, estaba un poco asustada. Pero algo dentro de mí me impulsaba a seguir adelante.

Entré en el local y me encontré con un pasillo oscuro y estrecho. Había varias cabinas a lo largo de las paredes, y podía oír gemidos y susurros provenientes de algunas de ellas. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia una de las cabinas.

Me deslicé en la oscuridad y me senté en el suelo. Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba a que alguien apareciera. Entonces, lo vi. Un pene anónimo asomándose por un agujero en la pared. Mi primera reacción fue de pánico, pero luego, algo dentro de mí se prendió. Tomé su miembro en mi mano y comencé a acariciarlo suavemente. La sensación de la piel cálida y suave bajo mis dedos me hizo estremecer de deseo.

Comencé a chupar suavemente, sintiendo su erección crecer en mi boca. Mi cuerpo temblaba de excitación y culpabilidad. Pero no podía detenerme. Quería más. Quería sentirlo dentro de mí.

Me deslicé hacia abajo, abriendo mis piernas para él. Sentí su miembro deslizarse en mi interior, llenándome por completo. Mis pechos aún llenos de leche se mecían con cada embestida, y yo no podía evitar gemir de placer.

Mientras se movía dentro de mí, mi mano libre se deslizó entre mis piernas, tocando suavemente mi clítoris. Con cada embestida, mi dedo se movía más rápido, haciéndome gemir de placer. Mi coño se mojaba cada vez más, y yo no podía evitar mover mis caderas, buscando más fricción.

El pene que tenía dentro de mí era impresionante. Era grande y grueso, con una cabeza bulbosa que se sentía increíble en mi coño. La piel estaba suave pero firme, y podía sentir la vena que corría por el lado de su eje mientras me llenaba.

Cuando llegó el momento de su orgasmo, él gruñó y me llamó "puta" mientras se corría dentro de mí. Su semen caliente llenó mi interior, y yo no pude evitar seguirme moviendo, buscando mi propio orgasmo. Cuando finalmente llegué al clímax, mi cuerpo se sacudió con violencia, y mi vagina se contrajo alrededor de su miembro, exprimiendo cada gota de su semen.

Fue una experiencia intensa y liberadora. Me sentí sucia y culpable, pero también viva y deseada. Fue algo que nunca olvidaré. Ahora, mientras vuelvo a casa hacia mi hija y mi marido, me siento algo culpable.
 
Soy una chica de 26 años, madre primeriza desde hace un año. Mi cuerpo todavía está produciendo leche materna y eso, junto con las hormonas post-parto, ha creado una mezcla de deseo y culpa en mí. Hoy decidí hacer algo que nunca antes había considerado: ir a un gloryhole. Sí, eso es lo que estoy a punto de hacer. Es un lugar donde los hombres y las mujeres desconocidos se encuentran para tener relaciones sexuales anónimas. La idea de ser infiel a mi pareja me llena de mala conciencia, pero también me excita de una manera que no puedo explicar.

Llegué al lugar, un pequeño local en un barrio desconocido. El ambiente estaba oscuro y cargado de adrenalina. Nunca antes había estado en un lugar así, y la verdad, estaba un poco asustada. Pero algo dentro de mí me impulsaba a seguir adelante.

Entré en el local y me encontré con un pasillo oscuro y estrecho. Había varias cabinas a lo largo de las paredes, y podía oír gemidos y susurros provenientes de algunas de ellas. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia una de las cabinas.

Me deslicé en la oscuridad y me senté en el suelo. Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba a que alguien apareciera. Entonces, lo vi. Un pene anónimo asomándose por un agujero en la pared. Mi primera reacción fue de pánico, pero luego, algo dentro de mí se prendió. Tomé su miembro en mi mano y comencé a acariciarlo suavemente. La sensación de la piel cálida y suave bajo mis dedos me hizo estremecer de deseo.

Comencé a chupar suavemente, sintiendo su erección crecer en mi boca. Mi cuerpo temblaba de excitación y culpabilidad. Pero no podía detenerme. Quería más. Quería sentirlo dentro de mí.

Me deslicé hacia abajo, abriendo mis piernas para él. Sentí su miembro deslizarse en mi interior, llenándome por completo. Mis pechos aún llenos de leche se mecían con cada embestida, y yo no podía evitar gemir de placer.

Mientras se movía dentro de mí, mi mano libre se deslizó entre mis piernas, tocando suavemente mi clítoris. Con cada embestida, mi dedo se movía más rápido, haciéndome gemir de placer. Mi coño se mojaba cada vez más, y yo no podía evitar mover mis caderas, buscando más fricción.

El pene que tenía dentro de mí era impresionante. Era grande y grueso, con una cabeza bulbosa que se sentía increíble en mi coño. La piel estaba suave pero firme, y podía sentir la vena que corría por el lado de su eje mientras me llenaba.

Cuando llegó el momento de su orgasmo, él gruñó y me llamó "puta" mientras se corría dentro de mí. Su semen caliente llenó mi interior, y yo no pude evitar seguirme moviendo, buscando mi propio orgasmo. Cuando finalmente llegué al clímax, mi cuerpo se sacudió con violencia, y mi vagina se contrajo alrededor de su miembro, exprimiendo cada gota de su semen.

Fue una experiencia intensa y liberadora. Me sentí sucia y culpable, pero también viva y deseada. Fue algo que nunca olvidaré. Ahora, mientras vuelvo a casa hacia mi hija y mi marido, me siento algo culpable.
No te sientas culpable.... esa liberación te hacía falta
 
Lo mismo te pide sexo tu marido esta noche y aprovechas el calentón....
 
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