Mi sobrina de 18 años y yo (Relato real)

Sigo contando.

Como dije, había quedado con mi sobrina en casa mientras la familia iba a misa y a una procesión.

Diez minutos después de llegar yo a casa lo hizo mi sobrina. Como conté, con el pelo largo mojado y muy radiante, además de muy morena de todos los días que llevaba tomando el sol.

Nada más entrar, me dijo:

- Me da tiempo a una ducha rápida antes del masaje?
- Claro que sí, sin prisas, le respondí.
- Vale, pues no tardo nada, añadió ella.

Si había algo que me gustaba mucho de lo que venía pasando es que en ningún momento ninguno de los dos se comportaba como la persona que no era.
Digo esto porque, tras decirme mi sobrina que se iba a duchar, igual lo normal y habiendo pasado lo que había pasado ya entre nosotros, era que se hubiese desnudado delante de mí o que no hubiera entornado la puerta del baño. Pero lo hizo, y a mí me encantó que siguiera siendo así.

Con todo y con eso, a mi mente morbosa se le encendió más aún la bombillita, y cuando escuché el agua de la ducha, siendo prudente asomé mi cabeza a la puerta del baño y le dije:

- Si necesitas ayuda para enjabonarte la espalda, no dudes en avisarme.
- Jejeje -sonrió mi sobrina, pues oye, no me vendría nada mal.
- No se diga más, respondí yo.

Tras el cristal dibujado de la mampara y bajo el agua de la ducha se adivinaban su espalda, sus piernas, su culo...

Me desnudé, y con una erección impresionante entré con cuidado en la ducha. Siempre siendo cauto o, mejor dicho, yendo con tiento, cogí el gel de baño de la balda habilitada para el mismo, y comencé a enjabonar y masajear su espalda.
Y le dije:

- Dos por uno: enjabonada y masajeada.
- Ummm, no se puede pedir más, respondió mi sobrina susurrando.

No me detuve mucho en enjabonarla, el tiempo suficiente para masajear su cuello, sus caderas, sus piernas, su culo...
Fue tocarle el culo e instintivamente Teresa abrió sus piernas, pero en lugar de comenzar a masturbarla tal y como estábamos (es decir, ella dándome la espalda), le pedí que se diera la vuelta.

Mi sobrina se giró lentamente, nos quedamos mirándonos sin decirnos nada durante un par de segundos, e instintiva e irremediablemente fui acercando mi boca a la suya, que no tardó en unir, fundiéndonos en un beso poco ortodoxo (porque ella no estaba acostumbrada y yo quería devorarla) pero muy morboso, tanto fue así que hasta ella misma llevó sus manos a mi durísima polla, que chocaba con sus piernas de lo pegados que estábamos.

De su boca pasé a sus deseados pechos. Vale, ya dije que eran pequeños, pero sin duda resultaron ser el mejor de los manjares, pues los hice desaparecer en mi boca infinidad de veces, así como los mordí, lamí, jugué con sus pezones...

Mi sobrina gritaba, y cuanto más excitada estaba, más gritaba y más rápido y fuerte me masturbaba. Entonces yo llevé mis manos a su culo y la atraje más hacia mí.

Teresa empezó a dirigir mi polla hacia la entrada de su coño, y empezó a frotarse mientras me decía:

- Por favor, te necesito dentro, quiero saber lo que se siente, entra en mí.

La verdad es que hubiera roto mi autopromesa de esperar a tener más tiempo para penetrarla, pero fue inviable porque no teníamos preservativos (yo llevo muchos años sin usarlos y ella jamás hubiera imaginado tener que necesitarlos), y así se lo hice saber.

- Joooo, -dijo refunfuñando pero con una sonrisa, dejando salir su parte aún de niña-, qué desperdicio de dureza, y qué ganas tengo.

Enseguida se me ocurrió algo, y le dije:

- Ven conmigo, que vamos a terminar a lo grande aun sin penetración.

La sequé sin dejar de masturbarla, me sequé yo, y así desnudos como estábamos la tomé de la mano y la llevé hacia su habitación.

Me tumbé en la cama boca arriba y le dije que se sentara con su coño encima de mi boca. No tardo en hacerlo, y cuando empecé a comérselo, le dije:

- Y si ahora quieres estar en igualdad de condiciones, no tienes más que hacer lo mismo conmigo.
- Ahora mismo, respondió ella.

Y agachándose conformamos un 69 que resultó ser más poco ortodoxo incluso que el beso, tanto porque era la primera vez que mi sobrina hacía eso como porque, al usar al principio más los dientes que los labios, esos mordisquitos en mi polla me desviaban de mi objetivo, que no era otro que hacerla correrse comiéndole el coño.

Tuve que parar e indicarle, con mucho cariño y para intentar evitar que se sintiera mal, que se lo tomase con más calma, que lo hiciese como si estuviera lamiendo un helado, de arriba a abajo.
Me preguntó si lo estaba haciendo mal, y le mentí piadosamente diciéndole que no, que simplemente se dedicara a saborear, lamer, chupar... Que ya habría tiempo de desatarse sin remedio.

Entonces mi sobrina, como chica inteligente que es, comenzó a hacer justamente lo que le había aconsejado: lamió, besó, se tragó mi polla muy lentamente..., y todo eso hizo que yo continuara con la comida de coño, esta vez no tan dedicada a su clítoris como la primera vez, sino haciendo viajar mi lengua por todo su coño, metiendo la punta (de la lengua) dentro, incluso llegando a pasar superficialmente por su culo...

Todo eso hizo que Teresa se corriera varias veces gritando, incluso berreando, e incrementara la intensidad de su trabajo oral, lo que provocó que mis ganas de correrme fueran muchas.

Por supuesto, no quería correrme en su boca sin haberla preparado para ello, así que me retiré de su coño y, besándola profundamente para que conociera el sabor de su sexo, le dije:

- Eres increíble, me he apartado porque estoy a punto de acabar, y no quería hacerlo en tu boca...
- Y dónde quieres?, preguntó ella.
- Dime tú.
- No sé... Aquí?, dijo señalando sus tetas.
- Te gustaría?, pregunté yo sin dejar de tocarme.
- Sí -dijo ella, algunas noches después de lo del baño me he preguntado cómo sería sentir eso encima, así que...
- Túmbate, por favor.

Teresa se tumbó boca arriba, yo me puse a su lado y, acariciándole las tetas con una mano y masturbándome con la otra, le dije que no dejara de mirarme, para que comprobara lo que me hacía sentir.

Ella puso su mano en mis huevos mientras me masturbaba y no pude aguantar ni dos minutos más, así que cuando estaba a punto le dije:

- Me corro, Teresa, mira lo que haces conmigooooo.

Y, así, descargué (no mucha cantidad, dado que venía haciéndolo cada noche) sobre sus pechos mi corrida, viendo cómo sus ojos se abrían de par en par relamiéndose.

Cuando recuperé el aliento, me tumbé junto a ella, nos besamos, le pregunté qué tal estaba y su sonrisa y su abrazo, que hizo que la corrida que estaba en su pecho también se uniera al mío. fueron respuesta suficiente para saber que todo estaba bien.

Nos quedamos así unos minutos mientras mi sobrina me contaba la infinidad de sensaciones placenteras había tenido. También me pidió perdón por no haberme sabido dar sexo oral, y yo le resté toda importancia diciéndole que había sido muy osada al animarse a hacerlo, y que lo demás carecía de importancia.

Era un momento brutal, pero había que tener cabeza, así que le dije que me iba a duchar rápido y me bajaría a la calle a tomar algo, para que cuando llamarán o aparecieran los demás no estuviéramos juntos como la vez anterior.

No porque fueran a sospechar (realmente, podíamos estar en casa esperándoles por mil razones), pero como dijo Confucio, "La precaución raramente comete un error".

Y así lo hicimos, y así terminó aquel encuentro tan extraordinario del inolvidable 15 de agosto de 2024.

(Nota: esa madrugada no quedamos porque yo le dije que, después de haberme corrido a esa hora de la tarde, iba a ser casi imposible que pudiera volver a hacerlo de madrugada; y Teresa, que nada entendía de posibilidades de eyaculación masculina, me dijo que no había problema, y mucho menos después de lo bien que lo había pasado).

Lo que sucedió (que no fue mucho) los últimos dos días antes de regresar a Madrid, lo contaré lo antes posible.
 
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Sigo contando.

Como dije, había quedado con mi sobrina en casa mientras la familia iba a misa y a una procesión.

Diez minutos después de llegar yo a casa lo hizo mi sobrina. Como conté, con el pelo largo mojado y muy radiante, además de muy morena de todos los días que llevaba tomando el sol.

Nada más entrar, me dijo:

- Me da tiempo a una ducha rápida antes del masaje?
- Claro que sí, sin prisas, le respondí.
- Vale, pues no tardo nada, añadió ella.

Si había algo que me gustaba mucho de lo que venía pasando es que en ningún momento ninguno de los dos se comportaba como la persona que no era.
Digo esto porque, tras decirme mi sobrina que se iba a duchar, igual lo normal y habiendo pasado lo que había pasado ya entre nosotros, era que se hubiese desnudado delante de mí o que no hubiera entornado la puerta del baño. Pero lo hizo, y a mí me encantó que siguiera siendo así.

Con todo y con eso, a mi mente morbosa se le encendió más aún la bombillita, y cuando escuché el agua de la ducha, siendo prudente asomé mi cabeza a la puerta del baño y le dije:

- Si necesitas ayuda para enjabonarte la espalda, no dudes en avisarme.
- Jejeje -sonrió mi sobrina, pues oye, no me vendría nada mal.
- No se diga más, respondí yo.

Tras el cristal dibujado de la mampara y bajo el agua de la ducha se adivinaban su espalda, sus piernas, su culo...

Me desnudé, y con una erección impresionante entré con cuidado en la ducha. Siempre siendo cauto o, mejor dicho, yendo con tiento, cogí el gel de baño de la balda habilitada para el mismo, y comencé a enjabonar y masajear su espalda.
Y le dije:

- Dos por uno: enjabonada y masajeada.
- Ummm, no se puede pedir más, respondió mi sobrina susurrando.

No me detuve mucho en enjabonarla, el tiempo suficiente para masajear su cuello, sus caderas, sus piernas, su culo...
Fue tocarle el culo e instintivamente Teresa abrió sus piernas, pero en lugar de comenzar a masturbarla tal y como estábamos (es decir, ella dándome la espalda), le pedí que se diera la vuelta.

Mi sobrina se giró lentamente, nos quedamos mirándonos sin decirnos nada durante un par de segundos, e instintiva e irremediablemente fui acercando mi boca a la suya, que no tardó en unir, fundiéndonos en un beso poco ortodoxo (porque ella no estaba acostumbrada y yo quería devorarla) pero muy morboso, tanto fue así que hasta ella misma llevó sus manos a mi durísima polla, que chocaba con sus piernas de lo pegados que estábamos.

De su boca pasé a sus deseados pechos. Vale, ya dije que eran pequeños, pero sin duda resultaron ser el mejor de los manjares, pues los hice desaparecer en mi boca infinidad de veces, así como los mordí, lamí, jugué con sus pezones...

Mi sobrina gritaba, y cuanto más excitada estaba, más gritaba y más rápido y fuerte me masturbaba. Entonces yo llevé mis manos a su culo y la atraje más hacia mí.

Teresa empezó a dirigir mi polla hacia la entrada de su coño, y empezó a frotarse mientras me decía:

- Por favor, te necesito dentro, quiero saber lo que se siente, entra en mí.

La verdad es que hubiera roto mi autopromesa de esperar a tener más tiempo para penetrarla, pero fue inviable porque no teníamos preservativos (yo llevo muchos años sin usarlos y ella jamás hubiera imaginado tener que necesitarlos), y así se lo hice saber.

- Joooo, -dijo refunfuñando pero con una sonrisa, dejando salir su parte aún de niña-, qué desperdicio de dureza, y qué ganas tengo.

Enseguida se me ocurrió algo, y le dije:

- Ven conmigo, que vamos a terminar a lo grande aun sin penetración.

La sequé sin dejar de masturbarla, me sequé yo, y así desnudos como estábamos la tomé de la mano y la llevé hacia su habitación.

Me tumbé en la cama boca arriba y le dije que se sentara con su coño encima de mi boca. No tardo en hacerlo, y cuando empecé a comérselo, le dije:

- Y si ahora quieres estar en igualdad de condiciones, no tienes más que hacer lo mismo conmigo.
- Ahora mismo, respondió ella.

Y agachándose conformamos un 69 que resultó ser más poco ortodoxo incluso que el beso, tanto porque era la primera vez que mi sobrina hacía eso como porque, al usar al principio más los dientes que los labios, esos mordisquitos en mi polla me desviaban de mi objetivo, que no era otro que hacerla correrse comiéndole el coño.

Tuve que parar e indicarle, con mucho cariño y para intentar evitar que se sintiera mal, que se lo tomase con más calma, que lo hiciese como si estuviera lamiendo un helado, de arriba a abajo.
Me preguntó si lo estaba haciendo mal, y le mentí piadosamente diciéndole que no, que simplemente se dedicara a saborear, lamer, chupar... Que ya habría tiempo de desatarse sin remedio.

Entonces mi sobrina, como chica inteligente que es, comenzó a hacer justamente lo que le había aconsejado: lamió, besó, se tragó mi polla muy lentamente..., y todo eso hizo que yo continuara con la comida de coño, esta vez no tan dedicada a su clítoris como la primera vez, sino haciendo viajar mi lengua por todo su coño, metiendo la punta (de la lengua) dentro, incluso llegando a pasar superficialmente por su culo...

Todo eso hizo que Teresa se corriera varias veces gritando, incluso berreando, e incrementara la intensidad de su trabajo oral, lo que provocó que mis ganas de correrme fueran muchas.

Por supuesto, no quería correrme en su boca sin haberla preparado para ello, así que me retiré de su coño y, besándola profundamente para que conociera el sabor de su sexo, le dije:

- Eres increíble, me he apartado porque estoy a punto de acabar, y no quería hacerlo en tu boca...
- Y dónde quieres?, preguntó ella.
- Dime tú.
- No sé... Aquí?, dijo señalando sus tetas.
- Te gustaría?, pregunté yo sin dejar de tocarme.
- Sí -dijo ella, algunas noches después de lo del baño me he preguntado cómo sería sentir eso encima, así que...
- Túmbate, por favor.

Teresa se tumbó boca arriba, yo me puse a su lado y, acariciándole las tetas con una mano y masturbándome con la otra, le dije que no dejara de mirarme, para que comprobara lo que me hacía sentir.

Ella puso su mano en mis huevos mientras me masturbaba y no pude aguantar ni dos minutos más, así que cuando estaba a punto le dije:

- Me corro, Teresa, mira lo que haces conmigooooo.

Y, así, descargué (no mucha cantidad, dado que venía haciéndolo cada noche) sobre sus pechos mi corrida, viendo cómo sus ojos se abrían de par en par relamiéndose.

Cuando recuperé el aliento, me tumbé junto a ella, nos besamos, le pregunté qué tal estaba y su sonrisa y su abrazo, que hizo que la corrida que estaba en su pecho también se uniera al mío. fueron respuesta suficiente para saber que todo estaba bien.

Nos quedamos así unos minutos mientras mi sobrina me contaba la infinidad de sensaciones placenteras había tenido. También me pidió perdón por no haberme sabido dar sexo oral, y yo le resté toda importancia diciéndole que había sido muy osada al animarse a hacerlo, y que lo demás carecía de importancia.

Era un momento brutal, pero había que tener cabeza, así que le dije que me iba a duchar rápido y me bajaría a la calle a tomar algo, para que cuando llamarán o aparecieran los demás no estuviéramos juntos como la vez anterior.

No porque fueran a sospechar (realmente, podíamos estar en casa esperándoles por mil razones), pero como dijo Confucio, "La precaución raramente comete un error".

Y así lo hicimos, y así terminó aquel encuentro tan extraordinario del inolvidable 15 de agosto de 2024.

(Nota: esa madrugada no quedamos porque yo le dije que, después de haberme corrido a esa hora de la tarde, iba a ser casi imposible que pudiera volver a hacerlo de madrugada; y Teresa, que nada entendía de posibilidades de eyaculación masculina, me dijo que no había problema, y mucho menos después de lo bien que lo había pasado).

Lo que sucedió (que no fue mucho) los ú
ltimos dos días antes de regresar a Madrid, lo contaré lo antes posible.
de locos !!! Me encanta
 
Sigo contando.

Como dije, había quedado con mi sobrina en casa mientras la familia iba a misa y a una procesión.

Diez minutos después de llegar yo a casa lo hizo mi sobrina. Como conté, con el pelo largo mojado y muy radiante, además de muy morena de todos los días que llevaba tomando el sol.

Nada más entrar, me dijo:

- Me da tiempo a una ducha rápida antes del masaje?
- Claro que sí, sin prisas, le respondí.
- Vale, pues no tardo nada, añadió ella.

Si había algo que me gustaba mucho de lo que venía pasando es que en ningún momento ninguno de los dos se comportaba como la persona que no era.
Digo esto porque, tras decirme mi sobrina que se iba a duchar, igual lo normal y habiendo pasado lo que había pasado ya entre nosotros, era que se hubiese desnudado delante de mí o que no hubiera entornado la puerta del baño. Pero lo hizo, y a mí me encantó que siguiera siendo así.

Con todo y con eso, a mi mente morbosa se le encendió más aún la bombillita, y cuando escuché el agua de la ducha, siendo prudente asomé mi cabeza a la puerta del baño y le dije:

- Si necesitas ayuda para enjabonarte la espalda, no dudes en avisarme.
- Jejeje -sonrió mi sobrina, pues oye, no me vendría nada mal.
- No se diga más, respondí yo.

Tras el cristal dibujado de la mampara y bajo el agua de la ducha se adivinaban su espalda, sus piernas, su culo...

Me desnudé, y con una erección impresionante entré con cuidado en la ducha. Siempre siendo cauto o, mejor dicho, yendo con tiento, cogí el gel de baño de la balda habilitada para el mismo, y comencé a enjabonar y masajear su espalda.
Y le dije:

- Dos por uno: enjabonada y masajeada.
- Ummm, no se puede pedir más, respondió mi sobrina susurrando.

No me detuve mucho en enjabonarla, el tiempo suficiente para masajear su cuello, sus caderas, sus piernas, su culo...
Fue tocarle el culo e instintivamente Teresa abrió sus piernas, pero en lugar de comenzar a masturbarla tal y como estábamos (es decir, ella dándome la espalda), le pedí que se diera la vuelta.

Mi sobrina se giró lentamente, nos quedamos mirándonos sin decirnos nada durante un par de segundos, e instintiva e irremediablemente fui acercando mi boca a la suya, que no tardó en unir, fundiéndonos en un beso poco ortodoxo (porque ella no estaba acostumbrada y yo quería devorarla) pero muy morboso, tanto fue así que hasta ella misma llevó sus manos a mi durísima polla, que chocaba con sus piernas de lo pegados que estábamos.

De su boca pasé a sus deseados pechos. Vale, ya dije que eran pequeños, pero sin duda resultaron ser el mejor de los manjares, pues los hice desaparecer en mi boca infinidad de veces, así como los mordí, lamí, jugué con sus pezones...

Mi sobrina gritaba, y cuanto más excitada estaba, más gritaba y más rápido y fuerte me masturbaba. Entonces yo llevé mis manos a su culo y la atraje más hacia mí.

Teresa empezó a dirigir mi polla hacia la entrada de su coño, y empezó a frotarse mientras me decía:

- Por favor, te necesito dentro, quiero saber lo que se siente, entra en mí.

La verdad es que hubiera roto mi autopromesa de esperar a tener más tiempo para penetrarla, pero fue inviable porque no teníamos preservativos (yo llevo muchos años sin usarlos y ella jamás hubiera imaginado tener que necesitarlos), y así se lo hice saber.

- Joooo, -dijo refunfuñando pero con una sonrisa, dejando salir su parte aún de niña-, qué desperdicio de dureza, y qué ganas tengo.

Enseguida se me ocurrió algo, y le dije:

- Ven conmigo, que vamos a terminar a lo grande aun sin penetración.

La sequé sin dejar de masturbarla, me sequé yo, y así desnudos como estábamos la tomé de la mano y la llevé hacia su habitación.

Me tumbé en la cama boca arriba y le dije que se sentara con su coño encima de mi boca. No tardo en hacerlo, y cuando empecé a comérselo, le dije:

- Y si ahora quieres estar en igualdad de condiciones, no tienes más que hacer lo mismo conmigo.
- Ahora mismo, respondió ella.

Y agachándose conformamos un 69 que resultó ser más poco ortodoxo incluso que el beso, tanto porque era la primera vez que mi sobrina hacía eso como porque, al usar al principio más los dientes que los labios, esos mordisquitos en mi polla me desviaban de mi objetivo, que no era otro que hacerla correrse comiéndole el coño.

Tuve que parar e indicarle, con mucho cariño y para intentar evitar que se sintiera mal, que se lo tomase con más calma, que lo hiciese como si estuviera lamiendo un helado, de arriba a abajo.
Me preguntó si lo estaba haciendo mal, y le mentí piadosamente diciéndole que no, que simplemente se dedicara a saborear, lamer, chupar... Que ya habría tiempo de desatarse sin remedio.

Entonces mi sobrina, como chica inteligente que es, comenzó a hacer justamente lo que le había aconsejado: lamió, besó, se tragó mi polla muy lentamente..., y todo eso hizo que yo continuara con la comida de coño, esta vez no tan dedicada a su clítoris como la primera vez, sino haciendo viajar mi lengua por todo su coño, metiendo la punta (de la lengua) dentro, incluso llegando a pasar superficialmente por su culo...

Todo eso hizo que Teresa se corriera varias veces gritando, incluso berreando, e incrementara la intensidad de su trabajo oral, lo que provocó que mis ganas de correrme fueran muchas.

Por supuesto, no quería correrme en su boca sin haberla preparado para ello, así que me retiré de su coño y, besándola profundamente para que conociera el sabor de su sexo, le dije:

- Eres increíble, me he apartado porque estoy a punto de acabar, y no quería hacerlo en tu boca...
- Y dónde quieres?, preguntó ella.
- Dime tú.
- No sé... Aquí?, dijo señalando sus tetas.
- Te gustaría?, pregunté yo sin dejar de tocarme.
- Sí -dijo ella, algunas noches después de lo del baño me he preguntado cómo sería sentir eso encima, así que...
- Túmbate, por favor.

Teresa se tumbó boca arriba, yo me puse a su lado y, acariciándole las tetas con una mano y masturbándome con la otra, le dije que no dejara de mirarme, para que comprobara lo que me hacía sentir.

Ella puso su mano en mis huevos mientras me masturbaba y no pude aguantar ni dos minutos más, así que cuando estaba a punto le dije:

- Me corro, Teresa, mira lo que haces conmigooooo.

Y, así, descargué (no mucha cantidad, dado que venía haciéndolo cada noche) sobre sus pechos mi corrida, viendo cómo sus ojos se abrían de par en par relamiéndose.

Cuando recuperé el aliento, me tumbé junto a ella, nos besamos, le pregunté qué tal estaba y su sonrisa y su abrazo, que hizo que la corrida que estaba en su pecho también se uniera al mío. fueron respuesta suficiente para saber que todo estaba bien.

Nos quedamos así unos minutos mientras mi sobrina me contaba la infinidad de sensaciones placenteras había tenido. También me pidió perdón por no haberme sabido dar sexo oral, y yo le resté toda importancia diciéndole que había sido muy osada al animarse a hacerlo, y que lo demás carecía de importancia.

Era un momento brutal, pero había que tener cabeza, así que le dije que me iba a duchar rápido y me bajaría a la calle a tomar algo, para que cuando llamarán o aparecieran los demás no estuviéramos juntos como la vez anterior.

No porque fueran a sospechar (realmente, podíamos estar en casa esperándoles por mil razones), pero como dijo Confucio, "La precaución raramente comete un error".

Y así lo hicimos, y así terminó aquel encuentro tan extraordinario del inolvidable 15 de agosto de 2024.

(Nota: esa madrugada no quedamos porque yo le dije que, después de haberme corrido a esa hora de la tarde, iba a ser casi imposible que pudiera volver a hacerlo de madrugada; y Teresa, que nada entendía de posibilidades de eyaculación masculina, me dijo que no había problema, y mucho menos después de lo bien que lo había pasado).

Lo que sucedió (que no fue mucho) los últimos dos días antes de regresar a Madrid, lo contaré lo antes posible.
Gracias de nuevo, fantástico capitulo como todos los anteriores.
Teresa está deseando tenerte dentro de ella, seguro que aún nos queda por leer muchos más capítulos increíbles. Ella está descubriendo un mundo nuevo y parece que tiene muchas ganas de aprender y practicar
 
Sigo contando.

Como dije, había quedado con mi sobrina en casa mientras la familia iba a misa y a una procesión.

Diez minutos después de llegar yo a casa lo hizo mi sobrina. Como conté, con el pelo largo mojado y muy radiante, además de muy morena de todos los días que llevaba tomando el sol.

Nada más entrar, me dijo:

- Me da tiempo a una ducha rápida antes del masaje?
- Claro que sí, sin prisas, le respondí.
- Vale, pues no tardo nada, añadió ella.

Si había algo que me gustaba mucho de lo que venía pasando es que en ningún momento ninguno de los dos se comportaba como la persona que no era.
Digo esto porque, tras decirme mi sobrina que se iba a duchar, igual lo normal y habiendo pasado lo que había pasado ya entre nosotros, era que se hubiese desnudado delante de mí o que no hubiera entornado la puerta del baño. Pero lo hizo, y a mí me encantó que siguiera siendo así.

Con todo y con eso, a mi mente morbosa se le encendió más aún la bombillita, y cuando escuché el agua de la ducha, siendo prudente asomé mi cabeza a la puerta del baño y le dije:

- Si necesitas ayuda para enjabonarte la espalda, no dudes en avisarme.
- Jejeje -sonrió mi sobrina, pues oye, no me vendría nada mal.
- No se diga más, respondí yo.

Tras el cristal dibujado de la mampara y bajo el agua de la ducha se adivinaban su espalda, sus piernas, su culo...

Me desnudé, y con una erección impresionante entré con cuidado en la ducha. Siempre siendo cauto o, mejor dicho, yendo con tiento, cogí el gel de baño de la balda habilitada para el mismo, y comencé a enjabonar y masajear su espalda.
Y le dije:

- Dos por uno: enjabonada y masajeada.
- Ummm, no se puede pedir más, respondió mi sobrina susurrando.

No me detuve mucho en enjabonarla, el tiempo suficiente para masajear su cuello, sus caderas, sus piernas, su culo...
Fue tocarle el culo e instintivamente Teresa abrió sus piernas, pero en lugar de comenzar a masturbarla tal y como estábamos (es decir, ella dándome la espalda), le pedí que se diera la vuelta.

Mi sobrina se giró lentamente, nos quedamos mirándonos sin decirnos nada durante un par de segundos, e instintiva e irremediablemente fui acercando mi boca a la suya, que no tardó en unir, fundiéndonos en un beso poco ortodoxo (porque ella no estaba acostumbrada y yo quería devorarla) pero muy morboso, tanto fue así que hasta ella misma llevó sus manos a mi durísima polla, que chocaba con sus piernas de lo pegados que estábamos.

De su boca pasé a sus deseados pechos. Vale, ya dije que eran pequeños, pero sin duda resultaron ser el mejor de los manjares, pues los hice desaparecer en mi boca infinidad de veces, así como los mordí, lamí, jugué con sus pezones...

Mi sobrina gritaba, y cuanto más excitada estaba, más gritaba y más rápido y fuerte me masturbaba. Entonces yo llevé mis manos a su culo y la atraje más hacia mí.

Teresa empezó a dirigir mi polla hacia la entrada de su coño, y empezó a frotarse mientras me decía:

- Por favor, te necesito dentro, quiero saber lo que se siente, entra en mí.

La verdad es que hubiera roto mi autopromesa de esperar a tener más tiempo para penetrarla, pero fue inviable porque no teníamos preservativos (yo llevo muchos años sin usarlos y ella jamás hubiera imaginado tener que necesitarlos), y así se lo hice saber.

- Joooo, -dijo refunfuñando pero con una sonrisa, dejando salir su parte aún de niña-, qué desperdicio de dureza, y qué ganas tengo.

Enseguida se me ocurrió algo, y le dije:

- Ven conmigo, que vamos a terminar a lo grande aun sin penetración.

La sequé sin dejar de masturbarla, me sequé yo, y así desnudos como estábamos la tomé de la mano y la llevé hacia su habitación.

Me tumbé en la cama boca arriba y le dije que se sentara con su coño encima de mi boca. No tardo en hacerlo, y cuando empecé a comérselo, le dije:

- Y si ahora quieres estar en igualdad de condiciones, no tienes más que hacer lo mismo conmigo.
- Ahora mismo, respondió ella.

Y agachándose conformamos un 69 que resultó ser más poco ortodoxo incluso que el beso, tanto porque era la primera vez que mi sobrina hacía eso como porque, al usar al principio más los dientes que los labios, esos mordisquitos en mi polla me desviaban de mi objetivo, que no era otro que hacerla correrse comiéndole el coño.

Tuve que parar e indicarle, con mucho cariño y para intentar evitar que se sintiera mal, que se lo tomase con más calma, que lo hiciese como si estuviera lamiendo un helado, de arriba a abajo.
Me preguntó si lo estaba haciendo mal, y le mentí piadosamente diciéndole que no, que simplemente se dedicara a saborear, lamer, chupar... Que ya habría tiempo de desatarse sin remedio.

Entonces mi sobrina, como chica inteligente que es, comenzó a hacer justamente lo que le había aconsejado: lamió, besó, se tragó mi polla muy lentamente..., y todo eso hizo que yo continuara con la comida de coño, esta vez no tan dedicada a su clítoris como la primera vez, sino haciendo viajar mi lengua por todo su coño, metiendo la punta (de la lengua) dentro, incluso llegando a pasar superficialmente por su culo...

Todo eso hizo que Teresa se corriera varias veces gritando, incluso berreando, e incrementara la intensidad de su trabajo oral, lo que provocó que mis ganas de correrme fueran muchas.

Por supuesto, no quería correrme en su boca sin haberla preparado para ello, así que me retiré de su coño y, besándola profundamente para que conociera el sabor de su sexo, le dije:

- Eres increíble, me he apartado porque estoy a punto de acabar, y no quería hacerlo en tu boca...
- Y dónde quieres?, preguntó ella.
- Dime tú.
- No sé... Aquí?, dijo señalando sus tetas.
- Te gustaría?, pregunté yo sin dejar de tocarme.
- Sí -dijo ella, algunas noches después de lo del baño me he preguntado cómo sería sentir eso encima, así que...
- Túmbate, por favor.

Teresa se tumbó boca arriba, yo me puse a su lado y, acariciándole las tetas con una mano y masturbándome con la otra, le dije que no dejara de mirarme, para que comprobara lo que me hacía sentir.

Ella puso su mano en mis huevos mientras me masturbaba y no pude aguantar ni dos minutos más, así que cuando estaba a punto le dije:

- Me corro, Teresa, mira lo que haces conmigooooo.

Y, así, descargué (no mucha cantidad, dado que venía haciéndolo cada noche) sobre sus pechos mi corrida, viendo cómo sus ojos se abrían de par en par relamiéndose.

Cuando recuperé el aliento, me tumbé junto a ella, nos besamos, le pregunté qué tal estaba y su sonrisa y su abrazo, que hizo que la corrida que estaba en su pecho también se uniera al mío. fueron respuesta suficiente para saber que todo estaba bien.

Nos quedamos así unos minutos mientras mi sobrina me contaba la infinidad de sensaciones placenteras había tenido. También me pidió perdón por no haberme sabido dar sexo oral, y yo le resté toda importancia diciéndole que había sido muy osada al animarse a hacerlo, y que lo demás carecía de importancia.

Era un momento brutal, pero había que tener cabeza, así que le dije que me iba a duchar rápido y me bajaría a la calle a tomar algo, para que cuando llamarán o aparecieran los demás no estuviéramos juntos como la vez anterior.

No porque fueran a sospechar (realmente, podíamos estar en casa esperándoles por mil razones), pero como dijo Confucio, "La precaución raramente comete un error".

Y así lo hicimos, y así terminó aquel encuentro tan extraordinario del inolvidable 15 de agosto de 2024.

(Nota: esa madrugada no quedamos porque yo le dije que, después de haberme corrido a esa hora de la tarde, iba a ser casi imposible que pudiera volver a hacerlo de madrugada; y Teresa, que nada entendía de posibilidades de eyaculación masculina, me dijo que no había problema, y mucho menos después de lo bien que lo había pasado).

Lo que sucedió (que no fue mucho) los últimos dos días antes de regresar a Madrid, lo contaré lo antes posible.
Nos sabe a poco tus episodios deseando de leer más
 
Gracias de nuevo, fantástico capitulo como todos los anteriores.
Teresa está deseando tenerte dentro de ella, seguro que aún nos queda por leer muchos más capítulos increíbles. Ella está descubriendo un mundo nuevo y parece que tiene muchas ganas de aprender y practicar
Muchas gracias a ti.
Sí, estás en lo cierto, queda mucho por contar, afortunadamente para mí.
 
He descubierto este hilo esta mañana y me lo he leído de arriba a abajo con mucho interés y excitación.

Desconozco si es real o no, aunque no tengo porqué dudar, entiendo que algún diálogo puede estar recreado y alguna situación puede haberse embellecido, pero no me parecen unos sucesos tan descabellados. Y si al final es pura invención, a mi particularmente me da igual porque me quedo con el cuidado con el que está redactado y lo bien que has ido dosificando los capítulos para generar interés y morbo.

Me siento bastante identificado con el relato porque justo el 2 de mayo cumplí 49 años, estoy en tu rango de edad… y veo que me estoy convirtiendo en un viejo verde 🤣 Hasta hace tres o cuatro años, las jovencitas me resultaban totalmente invisibles, todas las que me interesaban rondaban de los 30 años para arriba.

Sin embargo, desde hace un par de años, veo a las muchachitas de 18 y 19 con otros ojos, cuando me cruzo en el transporte público con las chicas que van a la universidad me oigo muy malito y, lo dicho: antes eran totalmente “invisibles” para mí. He de decir que algunos hilos de este foro han contribuido a suscitar ese interés en mí (como este mismo relato, sin ir más lejos).
 
He descubierto este hilo esta mañana y me lo he leído de arriba a abajo con mucho interés y excitación.

Desconozco si es real o no, aunque no tengo porqué dudar, entiendo que algún diálogo puede estar recreado y alguna situación puede haberse embellecido, pero no me parecen unos sucesos tan descabellados. Y si al final es pura invención, a mi particularmente me da igual porque me quedo con el cuidado con el que está redactado y lo bien que has ido dosificando los capítulos para generar interés y morbo.

Me siento bastante identificado con el relato porque justo el 2 de mayo cumplí 49 años, estoy en tu rango de edad… y veo que me estoy convirtiendo en un viejo verde 🤣 Hasta hace tres o cuatro años, las jovencitas me resultaban totalmente invisibles, todas las que me interesaban rondaban de los 30 años para arriba.

Sin embargo, desde hace un par de años, veo a las muchachitas de 18 y 19 con otros ojos, cuando me cruzo en el transporte público con las chicas que van a la universidad me oigo muy malito y, lo dicho: antes eran totalmente “invisibles” para mí. He de decir que algunos hilos de este foro han contribuido a suscitar ese interés en mí (como este mismo relato, sin ir más lejos).
Agradezco mucho tus palabras.
No voy a volver a justificar la veracidad de mi relato, solo añadiré que no hay nada embellecido ni recreado, es más, creo que cuento hasta lo que no salió bien.
Por lo demás, a mí me pasa lo mismo que a ti desde que tengo contacto con mi sobrina: antes las chicas de su edad me resultaban indiferentes, sobre todo pensando en la diferencia de edad.
Pero ahora, y esto ya se lo he dicho a mi sobrina en alguna ocasión, las chicas de 18 a 20 años me ponen cardíaco.
 
Última edición:
Sigo contando.

Como dije, había quedado con mi sobrina en casa mientras la familia iba a misa y a una procesión.

Diez minutos después de llegar yo a casa lo hizo mi sobrina. Como conté, con el pelo largo mojado y muy radiante, además de muy morena de todos los días que llevaba tomando el sol.

Nada más entrar, me dijo:

- Me da tiempo a una ducha rápida antes del masaje?
- Claro que sí, sin prisas, le respondí.
- Vale, pues no tardo nada, añadió ella.

Si había algo que me gustaba mucho de lo que venía pasando es que en ningún momento ninguno de los dos se comportaba como la persona que no era.
Digo esto porque, tras decirme mi sobrina que se iba a duchar, igual lo normal y habiendo pasado lo que había pasado ya entre nosotros, era que se hubiese desnudado delante de mí o que no hubiera entornado la puerta del baño. Pero lo hizo, y a mí me encantó que siguiera siendo así.

Con todo y con eso, a mi mente morbosa se le encendió más aún la bombillita, y cuando escuché el agua de la ducha, siendo prudente asomé mi cabeza a la puerta del baño y le dije:

- Si necesitas ayuda para enjabonarte la espalda, no dudes en avisarme.
- Jejeje -sonrió mi sobrina, pues oye, no me vendría nada mal.
- No se diga más, respondí yo.

Tras el cristal dibujado de la mampara y bajo el agua de la ducha se adivinaban su espalda, sus piernas, su culo...

Me desnudé, y con una erección impresionante entré con cuidado en la ducha. Siempre siendo cauto o, mejor dicho, yendo con tiento, cogí el gel de baño de la balda habilitada para el mismo, y comencé a enjabonar y masajear su espalda.
Y le dije:

- Dos por uno: enjabonada y masajeada.
- Ummm, no se puede pedir más, respondió mi sobrina susurrando.

No me detuve mucho en enjabonarla, el tiempo suficiente para masajear su cuello, sus caderas, sus piernas, su culo...
Fue tocarle el culo e instintivamente Teresa abrió sus piernas, pero en lugar de comenzar a masturbarla tal y como estábamos (es decir, ella dándome la espalda), le pedí que se diera la vuelta.

Mi sobrina se giró lentamente, nos quedamos mirándonos sin decirnos nada durante un par de segundos, e instintiva e irremediablemente fui acercando mi boca a la suya, que no tardó en unir, fundiéndonos en un beso poco ortodoxo (porque ella no estaba acostumbrada y yo quería devorarla) pero muy morboso, tanto fue así que hasta ella misma llevó sus manos a mi durísima polla, que chocaba con sus piernas de lo pegados que estábamos.

De su boca pasé a sus deseados pechos. Vale, ya dije que eran pequeños, pero sin duda resultaron ser el mejor de los manjares, pues los hice desaparecer en mi boca infinidad de veces, así como los mordí, lamí, jugué con sus pezones...

Mi sobrina gritaba, y cuanto más excitada estaba, más gritaba y más rápido y fuerte me masturbaba. Entonces yo llevé mis manos a su culo y la atraje más hacia mí.

Teresa empezó a dirigir mi polla hacia la entrada de su coño, y empezó a frotarse mientras me decía:

- Por favor, te necesito dentro, quiero saber lo que se siente, entra en mí.

La verdad es que hubiera roto mi autopromesa de esperar a tener más tiempo para penetrarla, pero fue inviable porque no teníamos preservativos (yo llevo muchos años sin usarlos y ella jamás hubiera imaginado tener que necesitarlos), y así se lo hice saber.

- Joooo, -dijo refunfuñando pero con una sonrisa, dejando salir su parte aún de niña-, qué desperdicio de dureza, y qué ganas tengo.

Enseguida se me ocurrió algo, y le dije:

- Ven conmigo, que vamos a terminar a lo grande aun sin penetración.

La sequé sin dejar de masturbarla, me sequé yo, y así desnudos como estábamos la tomé de la mano y la llevé hacia su habitación.

Me tumbé en la cama boca arriba y le dije que se sentara con su coño encima de mi boca. No tardo en hacerlo, y cuando empecé a comérselo, le dije:

- Y si ahora quieres estar en igualdad de condiciones, no tienes más que hacer lo mismo conmigo.
- Ahora mismo, respondió ella.

Y agachándose conformamos un 69 que resultó ser más poco ortodoxo incluso que el beso, tanto porque era la primera vez que mi sobrina hacía eso como porque, al usar al principio más los dientes que los labios, esos mordisquitos en mi polla me desviaban de mi objetivo, que no era otro que hacerla correrse comiéndole el coño.

Tuve que parar e indicarle, con mucho cariño y para intentar evitar que se sintiera mal, que se lo tomase con más calma, que lo hiciese como si estuviera lamiendo un helado, de arriba a abajo.
Me preguntó si lo estaba haciendo mal, y le mentí piadosamente diciéndole que no, que simplemente se dedicara a saborear, lamer, chupar... Que ya habría tiempo de desatarse sin remedio.

Entonces mi sobrina, como chica inteligente que es, comenzó a hacer justamente lo que le había aconsejado: lamió, besó, se tragó mi polla muy lentamente..., y todo eso hizo que yo continuara con la comida de coño, esta vez no tan dedicada a su clítoris como la primera vez, sino haciendo viajar mi lengua por todo su coño, metiendo la punta (de la lengua) dentro, incluso llegando a pasar superficialmente por su culo...

Todo eso hizo que Teresa se corriera varias veces gritando, incluso berreando, e incrementara la intensidad de su trabajo oral, lo que provocó que mis ganas de correrme fueran muchas.

Por supuesto, no quería correrme en su boca sin haberla preparado para ello, así que me retiré de su coño y, besándola profundamente para que conociera el sabor de su sexo, le dije:

- Eres increíble, me he apartado porque estoy a punto de acabar, y no quería hacerlo en tu boca...
- Y dónde quieres?, preguntó ella.
- Dime tú.
- No sé... Aquí?, dijo señalando sus tetas.
- Te gustaría?, pregunté yo sin dejar de tocarme.
- Sí -dijo ella, algunas noches después de lo del baño me he preguntado cómo sería sentir eso encima, así que...
- Túmbate, por favor.

Teresa se tumbó boca arriba, yo me puse a su lado y, acariciándole las tetas con una mano y masturbándome con la otra, le dije que no dejara de mirarme, para que comprobara lo que me hacía sentir.

Ella puso su mano en mis huevos mientras me masturbaba y no pude aguantar ni dos minutos más, así que cuando estaba a punto le dije:

- Me corro, Teresa, mira lo que haces conmigooooo.

Y, así, descargué (no mucha cantidad, dado que venía haciéndolo cada noche) sobre sus pechos mi corrida, viendo cómo sus ojos se abrían de par en par relamiéndose.

Cuando recuperé el aliento, me tumbé junto a ella, nos besamos, le pregunté qué tal estaba y su sonrisa y su abrazo, que hizo que la corrida que estaba en su pecho también se uniera al mío. fueron respuesta suficiente para saber que todo estaba bien.

Nos quedamos así unos minutos mientras mi sobrina me contaba la infinidad de sensaciones placenteras había tenido. También me pidió perdón por no haberme sabido dar sexo oral, y yo le resté toda importancia diciéndole que había sido muy osada al animarse a hacerlo, y que lo demás carecía de importancia.

Era un momento brutal, pero había que tener cabeza, así que le dije que me iba a duchar rápido y me bajaría a la calle a tomar algo, para que cuando llamarán o aparecieran los demás no estuviéramos juntos como la vez anterior.

No porque fueran a sospechar (realmente, podíamos estar en casa esperándoles por mil razones), pero como dijo Confucio, "La precaución raramente comete un error".

Y así lo hicimos, y así terminó aquel encuentro tan extraordinario del inolvidable 15 de agosto de 2024.

(Nota: esa madrugada no quedamos porque yo le dije que, después de haberme corrido a esa hora de la tarde, iba a ser casi imposible que pudiera volver a hacerlo de madrugada; y Teresa, que nada entendía de posibilidades de eyaculación masculina, me dijo que no había problema, y mucho menos después de lo bien que lo había pasado).

Lo que sucedió (que no fue mucho) los últimos dos días antes de regresar a Madrid, lo contaré lo antes posible.
Enorabuena por este relato tan morboso . Espero al siguiente capítulo
 
dos dias sin poder entrar y lo primero que he hecho solo llegar a casa mirar este foro me tiene enganchado y con alguna duda al respecto de este relato vibrante y que tanta leche leyendo he sacado
 

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