Mi sobrina de 18 años y yo (Relato real)

Hola.

Ahora que tengo un poco de tiempo para escribir, sigo contando.

Dejé el relato en el momento en el que iba a darle el masaje a mi sobrina.

Ella, tumbada boca abajo en la cama. En ropa interior.
Braguitas blancas y sujetador color carne (sí, es muy clásica).
Yo, en camiseta y calzoncillos. Y con mi bote de masaje en la mano.

Me quité el reloj y lo puse a la vista encima de la mesilla.
Eran las 20.25 horas.
Como comenté, teníamos más o menos una hora disponible.

No iba a correr, iba a hacerla disfrutar hasta donde llegásemos; tenía claro que no se trataba de hacer muchas cosas en una hora sino hacer las justas y bien hechas.

Me deleité mirándola unos segundos, sentado a su lado, al borde de la cama.
Desde ahí retiré su pelo al lado contrario, dejando vía libre a su cuello.

Repetí el movimiento con el dorso de la mano que tanto le había gustado cuando la toqué por primera vez.
Y muy lentamente bajé, haciendo un movimiento en forma de S, desde su cuello hasta su cadera, justo hasta el borde de sus bragas, donde me detuve para seguir el recorrido por encima de sus nalgas, bajar por sus muslos y terminar en sus pies.

Desde el mismo momento en que empecé a bajar mi mano por su cuerpo, Teresa se estremeció. S
e le puso la carne de gallina, y entre susurros dijo:

- Oh, Dios, otra vez esa sensación.
- Te gusta?, le pregunté.
- Me encanta, me tiene desnortada, dijo con una media sonrisa.
- Así debe ser, añadí yo.

Tras recorrer su cuerpo con mi mano, cogí el gel de masaje y eché una pequeña cantidad en cada una de mis palmas y, desde la misma posición en la que estaba (sentado a su lado), empecé el masaje.

(Sí, sé que hubiera sido mejor colocarme encima de ella para empezar el masaje, pero me parecía demasiado invasivo, así de golpe).

Para no extenderme demasiado, diré que comencé a masajear suavemente su cuello, su nuca, sus hombros...
Teresa respiraba profunda y agitadamente.

Bajé por su espalda, y al llegar al sujetador le pedí permiso para desabrochárselo.
Entre susurros, me dijo que sí, y con tacto y muy excitado desabroché ese sujetador color carne, dejando a la vista su espalda, con una sorpresa añadida: entre que Teresa es de piel más bien blanca y los días que ya llevábamos en la playa, tenía bien pronunciada la marca del bronceado, excepto la de la zona del sujetador.

Aquello me puso burrísimo, porque empecé a imaginar sus tetas y su coño con esa marca de bronceado, y ese pensamiento me hizo entrar en ebullición. Afortunadamente, conté hasta diez sin dejar de masajearla y pude aplacar un poco mi deseo para centrarme en seguir con el masaje bajando por su espalda, hasta llegar a sus bragas.

A todo esto, Teresa seguía suspirando con cada toque de mis manos, de mis dedos, y más lo hizo cuando estos pasaron por encima de sus bragas sin detenerse, hasta llegar a sus muslos.

No quería ser muy directo aún, y como todavía eran las 20.35 (yo estaba pendiente de la hora) y, por supuesto, quería que ella siguiera disfrutando, seguí con el masaje por la cara externa de sus muslos, hacia los pies.

Ahí me costaba llegar, así que me coloqué precisamente a sus pies para así poder masajearla mejor para ella y más cómodamente para mí.

Subía y bajaba por sus muslos, hasta los pies, presionando, masajeando...
Y poco a poco empecé a hacer llegar mis manos hacia el interior de esos muslos delgados, y poco a poco no solo iban más hacia el interior sino también más hacia arriba, hasta que llegó un punto en el que mi sobrina empezó a gemir y a decir:

- Uffff, me arde todo el cuerpo, me estás matando.
- Y eso que aún no te he tocado, sonreí yo.
- Ay, no me digas eso que me derrito, respondió ella.

Yo ya no pude aguantar más.

- Espera y verás, le dije.

Y dicho y hecho.
Sin ya pedirle permiso, empecé a jugar con sus bragas, haciendo pasar mis dedos por debajo de ellas y acariciar su firme culo, para después acomodarlos de tal manera que ya noté todo el calor que Teresa desprendía y, sobre todo, todo lo empapada que estaba.

Sus bragas ya eran un impedimento, así que con cuidado se las quité y, efectivamente, allí estaba ese culo delgado pero firme y con una pronunciada marca de sol. Yo me quedé absorto, pero de inmediato cogí un cojín y se lo puse por debajo del estómago, para alzar ese trasero.

Teresa no puso ninguna objeción, así que con mis manos empecé a amasar suavemente su culito y mis dedos empezaron a acercarse a su sexo, hasta que finalmente se posaron sobre él.

Teresa empezó a elevar el volumen de sus gemidos, y más lo hizo cuando mis dedos se encontraron con su ya hinchadísimo clítoris, el cual delicadamente comencé a masturbar mientras con la otra mano acariciaba su culo, su espalda...

Mi sobrina empezó a gritar.

- Aasaah, Dios mío, me matas de placer. No pareeeeessss.

Y esos gritos se convirtieron en bufidos cuando empezó a convulsionar y yo empecé a notar cómo se corría, momento en el que ella dijo:

- Uffffffff, me estás matandooooo, ay qué gustooooooo.

Aparté lentamente mis dedos de su sexo mientras Teresa, empapada de sudor y empezando a respirar más lentamente, aplastaba su cuerpo contra el colchón.

Yo no pude evitar lamerme los dedos con los que había estado jugando en su coño, y el sabor me sorprendió pero no me desagradó.
Era un sabor fuerte, pero delicioso.

Cuando Teresa recuperó parte de la normalidad, me dijo:

- Qué me estás haciendo, que me vuelves loca?

Miré el reloj. Las 20.45 horas. Y le respondí:

- Pues esto no ha sido nada, qué tal si te das la vuelta?

Tiernamente le ayudé a dar la vuelta y allí pude contemplar por primera vez su cuerpo desnudo.
Esas tetitas pequeñas, blancas, pero con la marca del bañador pronunciada, unas aureolas grandes y oscuras y unos pezones de tamaño mediano también oscuros y que estaban muy desafiantes.
Ese coño también con la marca del bañador. Peludo pero no poblado, y completamente empapado.

Yo estaba obnubilado, y solo acerté a decir:

- Maravillosa.

Y en ese momento le puse el cojín bajo la espalda y me agaché a la altura de su coño para comérselo.

- Qué vas a hacerme ahora?, me preguntó ella agitada.
- Saborearte, respondí yo.

Y eso fue lo que hice.
Empecé a besar la parte interna de sus muslos, y poco a poco fui abriendo sus labios y pasando mi lengua por ellos, hasta volver a encontrarme con su clítoris, el cual toqué, lamí, disfruté (siempre con cuidado de no hacerle daño a ella)...
Teresa gritaba, gemía, suspiraba, me apretaba la cabeza contra su coño...
Y así logré hacer que se corriera no una sino dos veces más (menudo sorpresón, era multiorgásmica), empapándome la cara mientras mis manos a veces dejaban su coño y, sin dejar de comérselo, las subía para jugar con sus pezones.

Tras la segunda corrida con mi boca, yo me fui retirando para admirarla.
Y la estampa no podía ser más morbosa.
Mi sobrina estaba con los ojos cerrados, respirando fuerte y acariciándose las tetas... Aquello era maravilloso.

Para hacer aquello más sensible, mientras ella recuperaba el fuelle yo fui besándola tiernamente por su cuerpo hasta terminar haciéndolo en su mejilla.
Ella abrió los ojos, me miró profundamente, me tocó la cara, y me dijo:

- Digo otra vez lo mismo, qué estás haciendo conmigo, que desde el otro día no puedo dejar de pensar en esto? Y ahora ya lo voy a querer a todas horas, añadió mientras se reía.
- Lo importante es que estés bien, y que disfrutes, respondí yo.
- Y tú, estás disfrutando?, me preguntó.
- Yo estoy en la gloria, esto es un regalo para mí, ya ves cómo voy todo el día de... Duro.
- Sí, ya sabes que no te quito el ojo de encima, me dijo, y ambos nos partimos de risa a la vez.

No había terminado de completar la frase cuando sonó mi teléfono. Era mi mujer, ya venían de vuelta a casa.


- Justo a tiempo, le dije, y sonreímos los dos.

No pude evitar darle un beso en los labios y añadir:

- Eres maravillosa, ojalá tengamos ocasión de repetir.
- De repetir y de algo más, añadió ella.
- A qué te refieres?, le dije yo aun imaginando lo que Teresa quería decir.
- Que te quiero dentro, te necesito dentro, necesito sentir esa dureza dentro.
- Uf, eso sería increíble, y yo también lo deseo, le dije yo. Pero aquí va a ser difícil, porque no tenemos muchas ocasiones de estar a solas y si lo estamos tampoco vamos a tener mucho tiempo. Te propongo algo: sigamos disfrutando. Déjame volverte loca de placer una y mil veces cuando tengamos ocasión, por pequeña que sea. Que surge una como la de esta tarde, pues la aprovechamos al máximo. Que no, sigamos disfrutando de todo lo que no es la penetración y en cuanto volvamos a Madrid, buscamos una mañana o una tarde completa para nosotros solos. Te parece? Es que no quiero que ese momento que deseas (y que yo también deseo por supuesto) tenga que pasar deprisa y corriendo, sino disfrutando cada segundo.

Ella me miró con ternura y me dijo:

- Gracias, tío, por cuidarme. Me parece perfecto. Y gracias por darme tanto placer.

Me dio un beso en los labios y, sin añadir nada más, nos levantamos para arreglarnos.

Esa tarde no se me olvidará en la vida, como tampoco todo lo que pasó en los días siguientes tanto en la playa como en Madrid.

Espero que os guste. Sigo contando en cuanto pueda.

Gracias.
Alberto.
Fantástico, como siempre. Deseando seguir leyendo
 
Fake o no? Que solo lo sabra el autor, lo cierto es que tiene muy buen ritmo, y está bien escrito. Aunque a veces parece de antena 3, siempre pausa (publicidad) en los momentos álgidos 😂
Que cada uno crea lo que quiera. Cuando adjunte una foto de Teresa también dirán que es fake.
Y sí, sé que al principio corté el relato en los momentos álgidos, pero o lo hacía así o se me hacía eterno.
Pero el de ayer sí que tenía que ponerlo completo.
Intentaré que la continuación también sea así, aunque me lleve más tiempo hacerlo.
Gracias.
 
Después de un tiempo perdido he leído este relato y además de buen escrito trata un tema que a más de uno le es familiar, bien con alguien de la familia o como en mi caso una alumna de la universidad que por suerte no estaba en mis clases. Bien por el protagonista va despacio sin presionarla y dejando que sea ella la que decida pero es una relación peligrosa. El tiempo dirá.
Nota para el autor: toma los comentarios de todos con humor y buena fe, que no te moleste nada, aquí somos puñeteros.
 
Que cada uno crea lo que quiera. Cuando adjunte una foto de Teresa también dirán que es fake.
Y sí, sé que al principio corté el relato en los momentos álgidos, pero o lo hacía así o se me hacía eterno.
Pero el de ayer sí que tenía que ponerlo completo.
Intentaré que la continuación también sea así, aunque me lleve más tiempo hacerlo.
Gracias.
Se agradece el escribir de manera estructurada y sin faltas de ortografía... y molaría ver fotos, claro que si.
 
Se agradece el escribir de manera estructurada y sin faltas de ortografía... y molaría ver fotos, claro que si.
Totalmente de acuerdo y también se entiende que al principio cortaras para no alargar demasiado las entregas, sólo el que ha escrito alguna vez sabe el tiempo que hay que dedicarle para poder hacerlo de una forma coherente y amena, ese tiempo muchas veces hay que robárselo a nuestro entorno por lo que simplemente, gracias por dedicarnos tu tiempo!
 
Que cada uno crea lo que quiera. Cuando adjunte una foto de Teresa también dirán que es fake.
Y sí, sé que al principio corté el relato en los momentos álgidos, pero o lo hacía así o se me hacía eterno.
Pero el de ayer sí que tenía que ponerlo completo.
Intentaré que la continuación también sea así, aunque me lleve más tiempo hacerlo.
Gracias.
Uf una foto de ella para ilustrar la historia, seria lo mas!!!!
 
Hola.

Ahora que tengo un poco de tiempo para escribir, sigo contando.

Dejé el relato en el momento en el que iba a darle el masaje a mi sobrina.

Ella, tumbada boca abajo en la cama. En ropa interior. Braguitas blancas y sujetador color carne (sí, es muy clásica). Yo, en camiseta y calzoncillos. Y con mi bote de masaje en la mano.

Me quité el reloj y lo puse a la vista encima de la mesilla. Eran las 20.25 horas. Como comenté, teníamos más o menos una hora disponible.

No iba a correr, iba a hacerla disfrutar hasta donde llegásemos; tenía claro que no se trataba de hacer muchas cosas en una hora sino hacer las justas y bien hechas.

Me deleité mirándola unos segundos, sentado a su lado, al borde de la cama. Desde ahí retiré su pelo al lado contrario, dejando vía libre a su cuello.

Repetí el movimiento con el dorso de la mano que tanto le había gustado cuando la toqué por primera vez. Y muy lentamente bajé, haciendo un movimiento en forma de S, desde su cuello hasta su cadera, justo hasta el borde de sus bragas, donde me detuve para seguir el recorrido por encima de sus nalgas, bajar por sus muslos y terminar en sus pies.

Desde el mismo momento en que empecé a bajar mi mano por su cuerpo, Teresa se estremeció. Se le puso la carne de gallina, y entre susurros dijo:
Oh, Dios, otra vez esa sensación.
Te gusta?, le pregunté.
Me encanta, me tiene desnortada, dijo con una media sonrisa.
Así debe ser, añadí yo.
Tras recorrer su cuerpo con mi mano, cogí el gel de masaje y eché una pequeña cantidad en cada una de mis palmas y, desde la misma posición en la que estaba (sentado a su lado), empecé el masaje.

(Sí, sé que hubiera sido mejor colocarme encima de ella para empezar el masaje, pero me parecía demasiado invasivo, así de golpe).

Para no extenderme demasiado, diré que comencé a masajear suavemente su cuello, su nuca, sus hombros... Teresa respiraba profunda y agitadamente.

Bajé por su espalda, y al llegar al sujetador le pedí permiso para desabrochárselo. Entre susurros, me dijo que sí, y con tacto y muy excitado desabroché ese sujetador color carne, dejando a la vista su espalda, con una sorpresa añadida: entre que Teresa es de piel más bien blanca y los días que ya llevábamos en la playa, tenía bien pronunciada la marca del bronceado, excepto la de la zona del sujetador.

Aquello me puso burrísimo, porque empecé a imaginar sus tetas y su coño con esa marca de bronceado, y ese pensamiento me hizo entrar en ebullición. Afortunadamente, conté hasta diez sin dejar de masajearla y pude aplacar un poco mi deseo para centrarme en seguir con el masaje bajando por su espalda, hasta llegar a sus bragas.

A todo esto, Teresa seguía suspirando con cada toque de mis manos, de mis dedos, y más lo hizo cuando estos pasaron por encima de sus bragas sin detenerse, hasta llegar a sus muslos.

No quería ser muy directo aún, y como todavía eran las 20.35 (yo estaba pendiente de la hora) y, por supuesto, quería que ella siguiera disfrutando, seguí con el masaje por la cara externa de sus muslos, hacia los pies.

Ahí me costaba llegar, así que me coloqué precisamente a sus pies para así poder masajearla mejor para ella y más cómodamente para mí.

Subía y bajaba por sus muslos, hasta los pies, presionando, masajeando... Y poco a poco empecé a hacer llegar mis manos hacia el interior de esos muslos delgados, y poco a poco no solo iban más hacia el interior sino también más hacia arriba, hasta que llegó un punto en el que mi sobrina empezó a gemir y a decir:

Uffff, me arde todo el cuerpo, me estás matando.
Y eso que aún no te he tocado, sonreí yo.
Ay, no me digas eso que me derrito, respondió ella.
Yo ya no pude aguantar más.
Espera y verás, le dije.
Y dicho y hecho. Sin ya pedirle permiso, empecé a jugar con sus bragas, haciendo pasar mis dedos por debajo de ellas y acariciar su firme culo, para después acomodarlos de tal manera que ya noté todo el calor que Teresa desprendía y, sobre todo, todo lo empapada que estaba.

Sus bragas ya eran un impedimento, así que con cuidado se las quité y, efectivamente, allí estaba ese culo delgado pero firme y con una pronunciada marca de sol. Yo me quedé absorto, pero de inmediato cogí un cojín y se lo puse por debajo del estómago, para alzar ese trasero.

Teresa no puso ninguna objeción, así que con mis manos empecé a amasar suavemente su culito y mis dedos empezaron a acercarse a su sexo, hasta que finalmente se posaron sobre él.

Teresa empezó a elevar el volumen de sus gemidos, y más lo hizo cuando mis dedos se encontraron con su ya hinchadísimo clítoris, el cual delicadamente comencé a masturbar mientras con la otra mano acariciaba su culo, su espalda...

Mi sobrina empezó a gritar
Aasaah, Dios mío, me matas de placer. No pareeeeessss.
Y esos gritos se convirtieron en bufidos cuando empezó a convulsionar y yo empecé a notar cómo se corría, momento en el que ella dijo:
Uffffffff, me estás matandooooo, ay qué gustooooooo.
Aparté lentamente mis dedos de su sexo mientras Teresa, empapada de sudor y empezando a respirar más lentamente, aplastaba su cuerpo contra el colchón.

Yo no pude evitar lamerme los dedos con los que había estado jugando en su coño, y el sabor me sorprendió pero no me desagradó. Era una sabor fuerte, pero delicioso.

Cuando Teresa recuperó parte de la normalidad, me dijo:
Qué me estás haciendo, que me vuelves loca?
Mire el reloj. Las 20.45 horas. Y le respondí:
Pues esto no ha sido nada, qué tal si te das la vuelta?
Tiernamente le ayudé a dar la vuelta y allí pude contemplar por primera vez su cuerpo desnudo.
Esas tetitas pequeñas, blancas, pero con la marca del bañador pronunciada, unas aureolas grandes y oscuras y unos pezones de tamaño mediano también oscuros y que estaban muy desafiantes.
Ese coño también con la marca del bañador. Peludo pero no poblado, y completamente empapado.

Yo estaba obnubilado, y solo acerté a decir:
Maravillosa.
Y en ese momento le puse el cojín bajo la espalda y me agaché a la altura de su coño para comérselo.
Qué vas a hacerme ahora?, me preguntó ella agitada.
Saborearte, respondí yo.
Y eso fue lo que hice. Empecé a besar la parte interna de sus muslos, y poco a poco fui abriendo sus labios y pasando mi lengua por ellos, hasta volver a encontrarme con su clítoris, el cual toqué, lamí, disfruté (siempre con cuidado de no hacerle daño a ella)...
Teresa gritaba, gemía, suspiraba, me apretaba la cabeza contra su coño... Y así logré hacer que se corriera no una sino dos veces más (menudo sorpresón, era multiorgásmica), empapándome la cara mientras mis manos a veces dejaban su coño y, sin dejar de comérselo, las subía para jugar con sus pezones.

Tras la segunda corrida con mi boca, yo me fui retirando para admirarla. Y la estampa no podía ser más morbosa. Mi sobrina estaba con los ojos cerrados, respirando fuerte y acariciándose las tetas... Aquello era maravilloso.

Para hacer aquello más sensible, mientras ella recuperaba el fuelle yo fui besándola tiernamente por su cuerpo hasta terminar haciéndolo en su mejilla. Ella abrió los ojos, me miró profundamente, me tocó la cara, y me dijo:

Qué estás haciendo conmigo, que desde el otro día no puedo dejar de pensar en esto? Y ahora ya lo voy a querer a todas horas, añadió mientras se reía.
Lo importante es que estés bien, y que disfrutes, respondí yo.
Y tú, estás disfrutando?, me preguntó.
Yo estoy en la gloria, esto es un regalo para mí, ya ves cómo voy todo el día de... Duro.
Sí, ya sabes que no te quito el ojo de encima, me dijo, y ambos nos partimos de risa a la vez.
No había terminado de completar la frase cuando sonó mi teléfono. Era mi mujer, ya venían de vuelta a casa.
Justo a tiempo, le dije, y sonreímos los dos.
No pude evitar darle un beso en los labios y añadir:
Eres maravillosa, ojalá tengamos ocasión de repetir.
De repetir y de algo más, añadió ella.
A qué te refieres?, le dije yo aun imaginando lo que Teresa quería decir.
Que te quiero dentro, te necesito dentro, necesito sentir esa dureza dentro.
Uf, eso sería increíble, y yo también lo deseo, le dije yo. Pero aquí va a ser difícil, porque no tenemos muchas ocasiones de estar a solas y si lo estamos tampoco vamos a tener mucho tiempo.
Te propongo algo: sigamos disfrutando. Déjame volverte loca de placer una y mil veces cuando tengamos ocasión, por pequeña que sea. Que surge una como la de esta tarde, pues la aprovechamos al máximo. Que no, sigamos disfrutando de todo lo que no es la penetración y en cuanto volvamos a Madrid, buscamos una mañana o una tarde completa para nosotros solos. Te parece? Es que no quiero que ese momento que deseas (y que yo también deseo por supuesto) tenga que pasar deprisa y corriendo, sino disfrutando cada segundo.
Ella me miró con ternura y me dijo:
Gracias, tío, por cuidarme. Me parece perfecto. Y gracias por darme tanto placer.
Me dio un beso en los labios y, sin añadir nada más, nos levantamos para arreglarnos.

Esa tarde no se me olvidará en la vida, como tampoco todo lo que pasó en los días siguientes tanto en

la playa como en Madrid.

Espero que os guste. Sigo contando en cuanto pueda.

Gracias.
Alberto.

Que cada uno crea lo que quiera. Cuando adjunte una foto de Teresa también dirán que es fake.
Y sí, sé que al principio corté el relato en los momentos álgidos, pero o lo hacía así o se me hacía eterno.
Pero el de ayer sí que tenía que ponerlo completo.
Intentaré que la continuación también sea así, aunque me lleve más tiempo hacerlo.
Gracias.
Espero que Teresa no esté x aquí de alta y pueda leer todo. Jejeje...Aunq seguramente tú ya le hayas contado esto jejeje
 
Espero que Teresa no esté x aquí de alta y pueda leer todo. Jejeje...Aunq seguramente tú ya le hayas contado esto jejeje
No, Teresa no está por aquí.
Pero sabe que estoy contándoos todo esto, y me ha dicho que algún día le gustaría leerlo.
Le pregunté si podía poner alguna foto suya y ella me preguntó a mí si no la criticarían aquí por estar tan delgada o tener tan poco pecho...
Yo le he dicho que me deje probar y así podrá comprobar ella misma la respuesta.
Así que está eligiendo qué foto darme (una foto vestida, por supuesto) para poder enseñárosla.
 
No, Teresa no está por aquí.
Pero sabe que estoy contándoos todo esto, y me ha dicho que algún día le gustaría leerlo.
Le pregunté si podía poner alguna foto suya y ella me preguntó a mí si no la criticarían aquí por estar tan delgada o tener tan poco pecho...
Yo le he dicho que me deje probar y así podrá comprobar ella misma la respuesta.
Así que está eligiendo qué foto darme (una foto vestida, por supuesto) para poder enseñárosla.
Genial jejejeje. Gracias x hacernos algunos ratos más agradables..
 
No, Teresa no está por aquí.
Pero sabe que estoy contándoos todo esto, y me ha dicho que algún día le gustaría leerlo.
Le pregunté si podía poner alguna foto suya y ella me preguntó a mí si no la criticarían aquí por estar tan delgada o tener tan poco pecho...
Yo le he dicho que me deje probar y así podrá comprobar ella misma la respuesta.
Así que está eligiendo qué foto darme (una foto vestida, por supuesto) para poder enseñárosla.
y si.. le da tanto morbo que al final acaba haciendote un 2x1 te envia una foto desnuda a ti y te dice que la subas.. En ese caso muy remoto, yo en tu posición le pixelaba la cara
 
No, Teresa no está por aquí.
Pero sabe que estoy contándoos todo esto, y me ha dicho que algún día le gustaría leerlo.
Le pregunté si podía poner alguna foto suya y ella me preguntó a mí si no la criticarían aquí por estar tan delgada o tener tan poco pecho...
Yo le he dicho que me deje probar y así podrá comprobar ella misma la respuesta.
Así que está eligiendo qué foto darme (una foto vestida, por supuesto) para poder enseñárosla.
Gracias amigo por contarnos tú historia, y por compartir tan buenos momentos con nosotros. Yo te lo agradezco muchísimo, me gusta todo y quiero que lo sepas!
 
No, Teresa no está por aquí.
Pero sabe que estoy contándoos todo esto, y me ha dicho que algún día le gustaría leerlo.
Le pregunté si podía poner alguna foto suya y ella me preguntó a mí si no la criticarían aquí por estar tan delgada o tener tan poco pecho...
Yo le he dicho que me deje probar y así podrá comprobar ella misma la respuesta.
Así que está eligiendo qué foto darme (una foto vestida, por supuesto) para poder enseñárosla.
Al final le pediremos que se haga miembro del foro. Estaría guay jejejeje
 

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