Mi sobrina de 18 años y yo (Relato real)

He descubierto hoy este post y me lo he leído del tirón, el mejor del foro bajo mi punto de vista. Esperando con ganas el relato del siguiente encuentro. Morbo en estado puro!!!
 
La verdad que es muy morboso lo que relatas, a los hombres siempre nos gustan mas jóvenes que nosotros jajaja
Mil gracias.
Pues te aseguro que en mi caso es todo lo contrario. Como conté al comienzo de los relatos, a mí me atraen más la mujeres de mi edad o más maduras.
De hecho, la que me daba (y sigue dando) mucho morbo es mi cuñada, la madre de Teresa.
 
Mil gracias.
Pues te aseguro que en mi caso es todo lo contrario. Como conté al comienzo de los relatos, a mí me atraen más la mujeres de mi edad o más maduras.
De hecho, la que me daba (y sigue dando) mucho morbo es mi cuñada, la madre de Teresa.
A mi me pasaba antes como a ti (soy bastante joven aún) y me atraian o mas mayores o de mi edad pero por circunstancias de la vida he conocido a chicas aún más jóvenes que yo y no tiene nada que ver. Son más inocentes y el saber que al ser más jóvenes apenas han tenido relaciones, en mi caso me da algo de morbo, la verdad. Además, son algo más recatadas a la hora de acercarse a un chico y te dejan tomar más la iniciativa, las de mi edad son más directas jajaja
 
Buenos días.

He tenido un poco más de tiempo libre estos dos días atrás y he aprovechado para adelantar el relato, de ahí que pueda compartir parte de su continuación hoy en lugar del próximo fin de semana.

Una semana más, os doy las gracias por la maravillosa acogida y recepción a lo que os estoy contando. Teresa también está muy contenta al saber que el relato de nuestros encuentros está siendo tan de vuestro agrado.

Y dicho esto, procedo a continuar.

Lo último que os conté fue el encuentro que tuvimos mi sobrina y yo en mi casa el lunes 3 de marzo de este año. Si recordáis, en ese encuentro sorprendí a Teresa introduciendo en nuestros juegos tanto un pequeño plug que desapareció en su culo durante un buen rato mientras la follaba; como unas bolas chinas que le puse antes de regresar a su casa y que le quité antes de que bajara del coche.

Pues bien, como siempre, el día después de ese encuentro hablé con ella vía redes sociales para preguntarle qué tal estaba. Respuesta:

- Muy bien, para qué negarlo. Ayer me sentí... Llena, no sé muy bien si esa es la palabra ni cómo explicarlo.
- Pero a qué te refieres con llena? -le pregunté.
- Pues a que cuando creo que ya no se puede recibir más placer, tú haces que me equivoque. Y ayer me pasó eso. Cuando me metiste el plug, me dio mucho placer y pensé que era lo más. Pero fue penetrarme vaginalmente a la vez y toqué el cielo con las manos, casi pierdo el sentido de tanto placer -me contestó Teresa.
- Bueno, ya sabes que te he dicho más de una vez que siempre hay posibilidad de disfrutar más. Y lo sigo diciendo: lo de ayer se puede superar.
- Pues no acierto a imaginar cómo. Bueno, o sí, pero no quiero ni pensarlo -dijo ella.
- Sí? Cómo crees que se superaría? -pregunté pícaramente.
- No, no, me lo quedo para mí, que si te lo cuento juegas con ventaja -dijo riéndose.
- Vale, no pregunto más -respondi entre risas.

Debo reconocer que desde varios encuentros atrás rondaba en mí una morbosa idea que cada día me encendía más imaginar.
Y si habéis seguido todo lo que he ido contando, sobre todo los últimos encuentros, podéis imaginar qué idea era esa

Efectivamente, palpitaba en mí la idea de ver a mi sobrina haciendo un trío conmigo y con otro hombre.

Sabía que era una idea arriesgada pero tampoco perdía nada por plantearla, sugerirla... Pero lo que más me provocaba imaginar era crear esa situación sin que Teresa lo supiera. Sin forzar nada, por supuestísimo, sino provocar ese encuentro de tal manera que le sedujera tanto que quisiera llevarlo adelante.

Por supuesto, lo más importante era encontrar a la persona adecuada para que el trío pudiera salir lo mejor posible. Pensé en algún hombre más joven que yo, pero en realidad no conocía a nadie de esas características en quien pudiera confiar para llegar a cabo tal menester. Quiero decir que hombres más jóvenes que yo conozco, muchos, pero no tengo con ellos la confianza suficiente para tamaña experiencia.

En mi cabeza había un nombre que siempre se repetía: Ricardo.
A Ricardo lo conozco desde hace unos 20 años. Y le conocí gracias a un anuncio que puse en la extinta publicación semanal "Metrópoli", anuncio en el que yo (que estaba soltero y sin compromiso) buscaba parejas o matrimonios para tríos.

Entre las personas que respondieron al anuncio, una de ellas fue Ricardo, con quien quedé para tomar café y me habló de él y de su entonces mujer, Charo, con quien hacía tríos, iban a pubs liberales...
Ricardo, que entonces contaba con 43 años muy bien llevados, y yo nos caímos bien, y días más tarde me invitó a su casa a conocer a Charo, y desde ese momento mantuvimos una relación amistosa y sexual que duró casi 5 años, hasta que ellos se separaron.

A pesar de esa separación, nosotros seguimos manteniendo contacto habitual casi como amigos. Quedábamos para desayunar, para tomar algo... Él me contaba sus aventuras y desventuras sexuales, yo le contaba las mías... Cuando me casé la relación se hizo más a través de mensajes que personalmente, pero aun así hemos seguido hablando regularmente y viéndonos de manera puntual.

Así pues, cuanto la idea de hacer el trío con Teresa más iba en aumento, más estaba convencido de que Ricardo, si él quería, sería la persona ideal. Por supuesto, tenía en cuenta la diferencia de edad con mi sobrina, que ella pudiera rechazarlo por eso, razón por la cual sí la situación finalmente pudiera llegar a intentarse, habría que prepararla bien.

Sin darle más vueltas a todo, contacté con Ricardo y le pregunté si quería quedar a tomar algo (diciéndole que tenía algo que proponerle, pero sin entrar en detalles). Aceptó encantado, y el martes 18 de marzo de este año nos encontramos en la misma cafetería del centro comercial Alcalá Norte donde habíamos tomado algo por primera vez tantos años atrás.

Para sus 62 años, Ricardo estaba casi como siempre, es un tipo con muy buen porte. Alto, fuerte, con algo de barriga pero sin estar gordo, poco pelo, canoso... Nos saludamos con afecto, hablamos de todo un poco para terminar entrando en materia.

Le hablé con detalle de mi relación con Teresa, de los comienzos, del desarrollo y la de la situación actual... Él alucinaba, estaba fascinado, y más se quedó cuando le hice la propuesta por la que habíamos quedado.

Como no podía ser de otro modo, dijo que sí. No le preocupó la diferencia de edad respecto a Teresa porque me contó que ya había tenido relaciones con otra chica de la edad de mi sobrina dos años atrás. La cuestión era lo que pasara por la cabeza de Teresa, pero eso no lo sabríamos hasta llegado el momento.

(Antes de que se me olvide mencionarlo y aunque no esté muy relacionado con lo que acabo de contar, además de y sobre todo por todo lo contado, otra de las razones por las que Ricardo era el hombre perfecto para mi plan es porque está bien dotado, y yo quería que mi sobrina sintiera lo que es disfrutar de una polla más larga y, sobre todo, más gorda que la mía).

Finalmente, concretamos el modo de hacer las cosas y solo faltaba saber qué día sería posible. Él estaba prejubilado años atrás y disponía de casi todo el tiempo libre del mundo, así que quedamos en que yo le avisaría en cuanto supiese qué día podría quedar Teresa conmigo.

Tras despedirnos, mi cabeza volaba. Ya solo podía imaginarme a mi sobrina siendo follada por Ricardo y por mí. Mil imágenes me venían a la cabeza.

Lo que pasó días después lo contaré el fin de semana.

Buen día a todos.
Alberto.
Ostras que way
 
A mi me pasaba antes como a ti (soy bastante joven aún) y me atraian o mas mayores o de mi edad pero por circunstancias de la vida he conocido a chicas aún más jóvenes que yo y no tiene nada que ver. Son más inocentes y el saber que al ser más jóvenes apenas han tenido relaciones, en mi caso me da algo de morbo, la verdad. Además, son algo más recatadas a la hora de acercarse a un chico y te dejan tomar más la iniciativa, las de mi edad son más directas jajaja
A mí me gustan las mujeres maduras porque, aun sin la inocencia de la juventud, tienen experiencia, saben mejor lo que quieren y lo que no y muchas de ellas tienen parejas que no les prestan atención.
 
Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todos.

El relato de hoy será bastante extenso, sin duda el de mayor extensión de los que os he hecho llegar. Os pido perdón por si llegase a resultar tedioso, pero creo que la ocasión merece la pena ser contada de una sola vez, sin dejar nada para otro día.

Viernes 29 de mayo. Ese día quedará grabado a fuego por siempre. Ahora sabréis por qué.

Antes de llegar a ese día y si recordáis, lo último que relaté fue el encuentro del miércoles 7 de mayo en casa de mi sobrina. Encuentro en el que disfrutamos al máximo tanto follando como haciendo el amor, y que terminó con Teresa lamiendo su dedo manchado con mi corrida (que había caído parte en sus tetas y un poco en su barbilla).

Tras aquel extraordinario encuentro, y dado que Teresa había dejado claro que no le importaba nada volver a dejarse sorprender, esta vez sí que tenía claro que la próxima vez que quedásemos seríamos tres.

Hablé con Ricardo el viernes de la misma semana, esto es, el viernes 9 de mayo, para saber si su deseo y su disponibilidad seguían en pie. A ambas preguntas respondió que sí entusiasmado, añadiendo que estaba deseando volver a disfrutar con Teresa y conmigo.

Charlamos unos minutos acerca de lo que había pasado últimamente con Teresa, las conversaciones que había mantenido con ella... Y al mencionarle que ella se prestaba a seguir siendo sorprendida, Ricardo me dijo:
  • Pues eso es un filón.
  • Ya lo sé -le dije yo-, las perversidades que se me ocurren desde que me lo dijo son infinitas.
  • Ya me imagino -comentó Ricardo-, por ejemplo?
  • Pues por ejemplo -le dije sinceramente-, todo el rato me imagino a Teresa en un gangbang, siendo el centro de placer de, al menos, cuatro hombres.
  • Ufff, eso sería increíble -comentó excitado Ricardo-, y encima podría hacerse.
  • Qué quieres decir? -le pregunté.
  • Que si quieres intentar algo así, yo podría ayudarte, siempre que me dejes participar, claro, jajajaja.
  • Jajajaja, ya sabes que eres el número uno... Cuenta, cuenta -yo estaba empezando a ponerme cardiaco-.
  • Bueno -dijo Ricardo-, igual que tú has contado conmigo para el trío con Teresa, yo sigo conservando algunos amigos/conocidos de la época en que teníamos sexo con mi mujer. Y estoy seguro de que más de uno estaría encantado de poder follarse a tu sobrina en grupo.
  • Joder -yo estaba que me subía por las paredes de la excitación-, pues no seré yo quien te impida que les contactes, eso sí sin ningún compromiso, y vemos qué se podría hacer. Pero con dos premisas: que sean formales y discretos como tú; y que como ya los conoces y los has visto desnudos, si pueden estar al menos tan bien dotados como tú, mejor.
  • Jejeje, dalo por hecho. Me pongo a ello y en cuanto tenga algo, te aviso -terminó diciendo Ricardo-. Esto promete.
  • Caray si promete, creo que voy a estar empalmado sin remedio hasta ese día si es que llega, jajaja -terminé diciendo yo-.
Nos despedimos afablemente y, desde ese instante, yo ya era una olla a presión. Era incapaz de imaginarme lo que podía llegar a pasar y eso me ponía cardíaco.

Así pasé el fin de semana, y el domingo 11 de mayo por la noche recibí un mensaje de Ricardo en el que me decía que había hablado con varios amigos y tenía dos o tres candidatos perfectos.

A mí me dio un vuelco el corazón, y más aún cuando, tras pedirle que me hablara un poco de ellos, me los describió:
  • Ernesto, 58 años. 1.76, complexión fuerte, pelo cortado al 1. Dotado más o menos como Ricardo.
  • Julio, 61 años. 1.70, constitución normal, pelo rapado, perilla canosa. Muy bien dotado, 20 cms., y grosor considerable.
  • Álvaro, 64 años. 1.80, tipo osazo, gordo, muy velludo, con pelo corto teñido y barba poblada entre gris y blanca. Polla no tan larga como las de los demás, pero muy muy gorda y con un capullo como una seta y los huevos como pelotas de tenis.
Cuando terminó de describírmelos (lo hizo tan detalladamente porque, en su momento, Ricardo y su mujer habían tenido sexo con cada uno de ellos) yo tenía una doble sensación: la de si tres hombres más Ricardo más yo mismo, esto es, en total, 5 hombres, no serían demasiados; y la de que, ya puestos, mejor algo a lo grande.

Y decidí que fuera a lo grande. Le pedí a Ricardo que creara un grupo de W para así hablar todos y ponernos de acuerdo. Así lo hizo, y la noche siguiente (la del lunes 12 de mayo) coincidimos los 5 hombres hablando de Teresa. Pude ver sus fotos, pude ver sus pollas, pude escucharles en audios y, finalmente, pude estar seguro de que ellos serían los "elegidos".

Con las premisas claras (el uso del preservativo para el sexo vaginal; el respeto absoluto a Teresa en todo lo que quisiera y, sobre todo, lo que no quisiera; etc.), solo faltaba no tanto elegir el día sino cómo poder hacerlo.

Se plantearon varias alternativas, pero la que más me terminó gustando (por el morbo que podía suponer) era la del ofrecimiento de Álvaro de ir a un chalet con piscina que tenía en Aranjuez (que está a unos 55 kms. de Madrid capital).

El inconveniente de esto era que, dada la distancia desde Madrid (sobre todo, desde la casa de mi sobrina), estaría muy bien que se pudiese estar allí más allá de la hora hasta la que solíamos quedar Teresa y yo; esto es, estaría muy bien que al menos se pudiese quedar hasta, cuanto menos, la hora de comer.

Yo no podía prometerles nada, porque dependía de ella, así que, mirando el tiempo de las siguientes semanas y dado que la última semana de mayo iba a hacer un calor importante, decidimos que, si Teresa podía, intentaríamos quedar en esa semana, así también se podría usar la piscina, algo que podía dar mucho juego.

Hablamos de varias cosas más, entre ellas cómo dar el paso una vez que estuviéramos en el chalet, y convenimos en que yo les escribiría cuando Teresa me dijese algo.

No tardé en escribir a mi sobrina a la mañana siguiente, la del martes 13 de mayo, y hablando de cuándo podríamos quedar, le comenté que Ricardo me había dicho que tenía un chalet con piscina en Aranjuez y que nos invitaba a pasar una mañana o medio día allí. Que había visto que la última semana de mayo iba a hacer calor y que estaría genial poder inaugurar la temporada de baños.

A Teresa le pareció una muy buena idea, así que le dije que mirase qué día podría venirle bien para así decírselo a Ricardo. Me pidió esperar a la noche para confirmármelo, y efectivamente esa misma noche me dijo que le vendría bien quedar el viernes 29 de mayo. Que tenía clases pero como ya habría hecho los exámenes no era tan necesario que fuera a clase, y que le diría a sus padres que ese día quedaría con sus amigas de la universidad a comer.

Yo disimulé mi excitación y le dije que perfecto, que se lo diría a Ricardo. Antes de hacer eso, de decírselo a Ricardo, me aseguré al día siguiente de poder pedirme libre en el trabajo el viernes 29 de mayo, cosa que conseguí.

Hecho esto, escribí en el grupo de W para hacerles saber que Teresa podría quedar el viernes 29 y que, además, podría llegar a ser incluso hasta después de comer.

Todos se pusieron muy contentos y solo Julio (el único que aún trabajaba, pues los demás ya estaban prejubilados) tardó un día en confirmar que ese día estaría disponible como los demás.

Todos contentos, reconfirmamos lo que habíamos pensado y planeado días antes, y la noche del 28 de mayo volvimos a poner sobre la mesa nuestras ideas, que podrían llevarse a la práctica o no en virtud de la respuesta de Teresa.

Con mi sobrina había hablado esa mañana, la del 28 de mayo, para confirmar la cita del día siguiente: La recogería en la salida del metro Colombia sobre las 10 horas. Ah, y le recordé que no olvidara el bañador. Ella sonrió y dijo que en ese momento ya lo iba a guardar en el bolso. Y añadió que no era bañador sino bikini.

Esa noche me costó dormir, me costó levantarme, me costó hacer caso a mis hijos... Todo me costaba porque solo estaba pensando en Teresa, en Aranjuez, en los 5 hombres...

A las 10 en punto ya estaba yo junto al metro Colombia, avisando a Teresa de mi posición. Ella llegó sobre las 10.10 horas. Estaba preciosa, con su pelo largo, una camiseta blanca de manga corta, un pantalón vaquero y unas converse rojas.

Nos fundimos en un beso y partimos rumbo a Aranjuez. Allí ya estaría esperando Ricardo en el chalet (yo puse la dirección en el navegador).
  • Con ganas? -le pregunté a Teresa.
  • Nerviosilla como siempre, ya sabes -me respondió ella-, pero con muchas ganas de repetir lo de aquel día. Y además si hay piscina, pues día perfecto.
  • Claro que sí, seguro que lo pasaremos genial -le djje yo.
Seguimos hablando un poco de todo (pero casi nada de sexo), e hicimos los casi 60 kms. de recorrido sin apenas darnos cuenta, llegando al chalet casi a las 11 horas.

Aparcamos en la puerta, llamamos al timbre y al minuto nos abrió Ricardo, vestido con un bañador y una camiseta negra.

Nos recibió efusivamente y nos hizo pasar a la casa. El chalet era amplio, de dos plantas. Nada más entrar, a la derecha estaba la cocina y a la izquierda un salón enorme con dos sofás muy grandes. A continuación, todo era un pasillo en línea recta hasta el final, encontrando a la derecha un baño y una habitación, y a la izquierda las escaleras al primer piso y la habitación grande (con baño en suite) al fondo.

Y en esa habitación había un ventanal con puerta que daba directamente a la parte de atrás de la casa, donde estaban la terraza y la piscina.

Ricardo, además de tres hamacas y colchonetas en el suelo del jardín (que luego supimos que habían preparado estratégicamente entre todos los hombres) tenía preparadas unas viandas en una mesita con sillas, y nos dijo que por qué no nos poníamos el bañador mientras él traía las bebidas.

Así lo hicimos. Yo me puse mi bañador (guardando en uno de los bolsillos la caja de preservativos preparada para lo que pudiera pasar) y una camiseta, y Teresa un bikini que yo ya conocía y que le quedaba genial, poniéndose encima su camiseta.

Salimos a la terraza, tomamos algo, charlamos de todo un poco y entonces Ricardo le dijo a Teresa que si le apetecía darse un baño en la piscina, que él se iba a meter.

Los 32 grados que pegaban fuerte ese día, unidos a lo mucho que le gusta a Teresa la piscina, la playa..., hicieron que ella aceptase y mientras Ricardo iba a la cocina a dejar las cosas (y a avisar a Ernesto, a Julio y a Álvaro, que estaban -como luego nos contaron- en el despacho de Álvaro de la primera planta-), Teresa se quitó la camiseta y se metió en el agua.

Nadó un poco, buceó un rato, y en cuanto Ricardo volvió, él no tardó en meterse también en el agua. Me invitaron a acompañarles, pero yo estaba tan caliente que solo quería quedarme ahí fuera a mirar y a esperar a lo que pudiera pasar.

Una vez los dos en el agua, y después de que cada uno siguiese haciendo sus propios ejercicios, Ricardo no tardó en acercarse a Teresa y, entre intentos de aguadillas y chapoteos varios, terminaron enganchados en un morbosísimo morreo.

Se comían la boca con deseo, y Ricardo no tardó en quitarle la parte superior del bikini a Teresa y devorar sus tetas y sus pezones. Mi sobrina comenzó a gemir, y más lo hizo cuando la braga de su bikini apareció flotando y una de las manos de Ricardo desapareció bajo el agua.

Empezó a masturbar a Teresa, y debía hacerlo tan intensamente que ella le mordía el cuello y le berreaba:
  • Me encantassss. Joder, cómo me vuelves loca, Ricardo.
Él no dijo nada, solo siguió masturbándola durante unos minutos, provocando que ella se corriera entre berridos varias veces más.

Cuando él lo decidió, se quitó su bañador y, sentándose en el borde de la piscina, le dijo a mi sobrina:
  • Ya sabes lo que tienes que hacer.
Teresa no podía quitar el ojo de esa polla que le estaba apuntando, y no tardó en comenzar a hacerle una mamada lenta, disfrutona...

En ese momento aparecieron Ernesto, Julio y Álvaro junto a mí en la terraza, en silencio, los tres en bañador; sin decir nada se sentaron a observar la mamada de Teresa (que estaba de espaldas a nosotros) a Ricardo. Este, que ya habia visto a sus amigos, les hizo un gesto para que se acercasen.

Y ellos, quitándose los bañadores y dejando ver sus pollones (el de Álvaro, sin ser el más grande, era sencillamente espectacular por su grosor), se metieron en el agua.

Cuando Teresa escuchó el chapoteo a sus espaldas, se giró y, al ver a esos tres hombres acercarse a ella, me miró y me dijo:
  • Y esto?
  • Solo relájate y disfruta, mi niña -fue lo único que le dije.
No hubo tiempo para decir más. Los tres hombres ya estaban a su lado, y muy suavemente comenzaron a acariciarla, a besarla, a decirle que ese iba a ser el mejor día de su vida...

Teresa solo tenía los ojos cerrados y se dejaba hacer, pero en cuanto Ernesto y Julio se adueñaron de sus tetas y Álvaro, desde detrás de ella, llevó su mano a su coño y empezó a masturbarla, mi sobrina perdió el sentido y toda vergüenza, pues sus berridos superaban cualquier otro anterior y, como ya había podido comprobar el tamaño de las pollas de esos hombres (la de Álvaro porque la tenía pegada a su culo y las de los otros dos porque las estaba acariciando), lo único que acertó a decir fue:
  • Dios mío, me vais a matar con estos tamaños.
  • Te vamos a matar de placer -dijo Ricardo, bajando del borde de la piscina y sumándose a los demás hombres.
Fue entonces Julio, que era uno de los que le estaba comiendo las tetas a Teresa, quien dijo:
  • Cogedla en volandas, que quiero ver y probar su coño.
Entre los otros tres hombres, recostaron a Teresa sobre el pecho de Álvaro mientras Ernesto y Ricardo sujetaban sus piernas estiradas, las cuales abrió Julio diciendo:
  • Dios, qué delicia de coño peludo.
De inmediato, Julio se lanzó sobre él a devorarlo, provocando el placer inmediato de Teresa, placer que se multiplicó cuando Ernesto y Ricardo, aprovechando su colocación, inclinaron sus cabezas para comerle las tetas entre los dos.

Los berridos de Teresa fueron en aumento, y esto fue así durante los bastantes minutos que duró esta situación, en la que todos los hombres se turnaron para poder disfrutar del coño de Teresa, el cual lamieron, besaron y penetraron con sus dedos, penetración que se hizo extensiva también al culo, sobre todo en el caso de Ricardo y Alfredo, el último en disfrutarla y quien con más energía le penetró coño y culo a la vez con sus dedos.

Tras la enésima corrida de Teresa, Ricardo propuso salir de la piscina y dejarla descansar. Todos aceptaron, y ayudaron a salir de la piscina a Teresa sin dejar de sobarla.

Antes de estirarse en una de las hamacas, mi sobrina me miró sonriendo y me dijo:
  • Estás satisfecho?
  • Jejeje, yo si, pero la que tiene que estar satisfecha eres tú -le respondí.
  • Creo que ya has visto que lo estoy, y mucho -me dijo antes de tumbarse boca arriba en la hamaca.
Los cuatro hombres, desnudos y con sus pollas muy firmes, se sentaron en el resto de hamacas y en las sillas junto a las víandas, y mientras comentaban lo maravilloso que era poder disfrutar de un cuerpo como el de Teresa, no dejaban de comérsela con la mirada.

Yo no tardé en dejar los preservativos encima de la mesa, a la vista, previniendo lo que podía pasar.

Y no tardó mucho Álvaro en dejar su bebida mientras decía:
  • Voy a ver si esta preciosidad tiene hambre.
Acercándose a Teresa, que seguía tumbada boca arriba y estaba con los ojos cerrados, Álvaro le dijo:
  • Te animas a probarla?
Mi sobrina abrió los ojos lentamente para abrirlos del todo cuando se encontró esa polla tan gorda y esos huevos colgando delante de su cara.
  • Uf, qué maravilla, pero no creo que me quepa en la boca -dijo ella.
  • Bueno, inténtalo, poco a poco, hasta donde puedas -le dijo Álvaro.
Y dicho esto, Teresa se incorporó un poco en la hamaca, quedando casi sentada en ella, y entonces Álvaro acercó su polla hasta la boca de mi sobrina. Ella comenzó a dar besos a esa seta que era el capullo de Álvaro, y los besos pasaron a ser lametones, y mientras Teresa lamía el capullo de Álvaro al tiempo le cogió los huevazos, tras lo cual no pudo evitar exclamar sonriendo:
  • Joder, si es que todo lo tienes enorme.
  • Más lo disfrutarás, querida -le dijo Álvaro, añadiendo firmemente: Sigue.
Teresa obedeció encantada y, poco a poco, empezó a encontrar el modo de disfrutar de ese pollón. Consiguió con mimo que parte del capullo le entrara en la boca, y mientras lo tragaba pajeaba el tronco.

Ernesto, Julio y Ricardo miraban fascinados la escena, masturbándose, hasta que Julio dijo:
  • No puedo aguantar más, yo tengo que probar esa boca.
Y dicho esto, se levantó en dirección a la hamaca, y Ernesto y Ricardo le siguieron.

Así, aún conservo como si fuera hoy la imagen siguiente: mi sobrina de 19 años sentada en la hamaca, desnuda; y cuatro hombres maduros dándole a mamar sus respectivas pollas, por no decir pollones.

Era maravilloso ver cómo, aun siendo una situación viciosa a más no poder, esos hombres la trataban con mimo (sin follarle la boca, diciéndole en todo momento lo bien que lo que estaba haciendo y lo afortunados que eran ellos...), mientras ella se afanaba en darles placer a todos, alternando mamadas a los cuatro y mientras tenía una polla en la boca masturbaba las demás indistintamente.

Ellos, además de decirle todo lo mencionado, no tenían las manos quietas, y aprovechaban para jugar con su pelo, apretar sus tetas...

...Hasta que Álvaro dijo:
  • No aguanto más, necesito follarte.
No hizo falta ni que se acercara a la mesa. Yo mismo le acerqué un preservativo. Me dio las gracias, y mientras se lo ponía le pidió a Teresa que se supiera a cuatro patas en la hamaca, mirando hacia donde yo estaba.

Teresa no tardó en colocarse así, y Ernesto, Julio y Ricardo se quedaron quietos durante los segundos que tardó Álvaro en darle unos golpes con la polla en el culo de mi sobrina y de inmediato, sin avisar pero muy lentamente, meter su pollón hasta los huevos en el coño de Teresa.
  • Aaaaaaahhhhh, qué es estoooo, Dioossss, es como una barra de hierro ardienteeeeee, qué gustooooooo -berreó ella descontrolada.
  • Joder, qué coño tan maravilloso -dijo Álvaro mientras empezaba a moverse, entrando y saliendo de él.
  • Ya os dije que difícilmente habíais probado algo así jamás -dijo Ricardo mientras acercaba de nuevo su polla a la boca de Teresa, algo que también hicieron los demás, añadiendo: Pues veréis cuando probéis ese culo.
Álvaro había cogido ritmo, y sus embestidas eran tremendas, y con cada empujón hacía que Teresa gritara y engullera las pollas de los demás hasta el fondo.

La secuencia era puro sexo. Por supuesto, no pude quedarme sentado, así que me quité el bañador, cogí los preservativos y me puse al lado pajeándome mientras Álvaro seguía empotrando a Teresa, Ricardo y Julio le daban de mamar y Ernesto se había metido debajo para jugar con sus tetas.

La visión de Álvaro, ese hombre que casi doblaba en envergadura a Teresa, hundiendo su rabazo en el coño de mi sobrina mientras él bufaba y ella se corría sin descanso, era increíble.

Así estuvieron un buen rato hasta que él dijo que necesitaba un descanso y un relevo, y uno por uno los cuatro amigos se fueron follando a Teresa mientras los demás le daban de mamar o, simplemente, miraban.

Cuando le tocó al último en follarla, que fue Ernesto, dijo que quería probar el culo de Teresa, así que se colocó tras ella y, tras pegarle una buena lamida a su culo, apuntó su firme polla y poco a poco la fue metiendo...

Los demás hombres, Ricardo incluído, que daban de mamar a Teresa, disfrutaban viendo cómo su amigo comenzó a moverse despacio en el culo de mi sobrina, la cual chillaba:
  • Oohhh, me encanta sentirte así, no pareesss.
  • Madre mía, qué maravilla de culo -dijo Ernesto-, estrecho y caliente como decías, Ricardo.
  • Es una bendición -apostilló Ricardo.
  • Joder, no sé si voy a poder aguantar más, pero me da igual, quiero correrme en tu culo, Teresa.
  • Sí, por favor, hazlo, quiero sentirte -suplicó mi sobrina.
A Ernesto no le hizo falta mucho más, y diez segundos después empezó a contraerse gritando:
  • Síiiii, Jodeeeer, me corrooooo.
  • Ahhhhh, cómo te siento, Dios mío, qué locura -gritó también Teresa sin dejar de mamar.
Ernesto mantuvo su polla durante un par de minutos dentro del culo de mi sobrina, hasta que fue relajándose y salió de su interior. De inmediato parte de su leche empezó a caer por los muslos de Teresa, y ella se dejó caer sobre la hamaca, le flaqueaban las piernas.

El resto de hombres, que estaban deseando igualmente probar su culo, determinaron que era momento de volver a descansar, sobre todo Teresa que estaba aguantando como una campeona.

Yo me acerqué a ella para limpiar un poco la leche que aún le salía del culo, y dándole un beso le pregunté qué tal estaba.
  • Tú qué crees? Sí estos caballeros me tienen bien servida -dijo sonriendo.
Todos reímos, y Ricardo dijo:
  • Y tú nos tienes salidos como adolescentes, vas a acabar con nosotros, jajajaja.
Las carcajadas fueron estruendosas, y solo podía estar feliz viendo cómo ese encuentro que podía haber resultado muy delicado estaba resultando ser algo muy especial, amén de muy morboso y vicioso.

Tomamos algo, todos desnudos, y pasados unos minutos y cuando Teresa se levantó para dejar en la mesa su vaso vacío, Julio la tomó de la mano y la sentó en su regazo, comenzando entonces a comerse la boca los dos sin descanso mientras él la masturbaba fuertemente, llegando a provocarle un squirt mientras ella volvía a dar alaridos de placer abrazada a él y los demás alucinaban con las continuas corridas de Teresa.

Ya repuestos, Álvaro propuso pasar a la habitación, coronada por una cama de 1,50 m en la que, una vez dentro, tumbaron a Teresa boca arriba con las piernas bien abiertas. Todos se quedaron admirando esa juvenil desnudez mientras se pajeaban, y ella dijo:
  • Qué estáis maquinando, que os temo?
  • Te lo digo yo sin tapujos? -le pregunté.
  • Por supuesto -contestó Teresa.
  • Creo que te van a rellenar por todos tus agujeros como a un pavo en Navidad -dije antes de soltar una carcajada que se hizo común entre todos, incluída Teresa, que añadió:
  • Pues no voy a poder caminar en varios días, pero sarna con gusto no pica -y dicho esto y tras volver todos a reírnos con su comentario...
... Aquello se convirtió en un "Todos para Teresa". La habitación olía a feromonas, a testosterona, a sexo, y más siguió oliendo cuando los cuatro hombres se repartieron el cuerpo de Teresa, ocupando uno de ellos su coño, el cual se dedicó a comer; otros dos, sus tetas, sobre todo jugando con sus pezones mientras mi sobrina les masturbaba; y el cuarto se puso de pie a la altura de la almohada y se agachó hasta poner su polla en la boca de Teresa.

Fueron unos minutos eternos en los que los hombres se fueron turnando en el cuerpo de Teresa sin dejarle descansar, haciendo que se corriera continuamente, ahogados sus berridos con sus pollas (una o incluso dos a la vez), pollas que pronto pasaron a follar a mi sobrina.

Fue Ricardo quien tomó las piernas de Teresa, las puso sobre sus hombros y tal y como había hecho Ernesto, apuntó a su culo y, ayudado por la leche de Ernesto que aún tenía mi sobrina en el culo, se la metió hasta los huevos, comenzando a embestirla mientras Julio la masturbaba y Álvaro y yo (Ernesto aún estaba recuperándose de la corrida y estaba allí mirando mientras se pajeaba) pellizcábamos sus duros pezones y le dábamos de mamar.

Ricardo no aguantó mucho así, pues dijo estar a punto de correrse y aún no quería hacerlo, así que fui hoy quien ocupé su lugar y con todo el morbo y el placer del mundo seguí follando ese culo empapado de sudor y leche mientras Teresa me gritaba:
  • Síiii, eso es, disfruta tú también conmigo, tío, jodeeeeeer, esto es maravillosoooo.
  • Pues ahora viene lo mejor, tesoro -le dije saliendo de su culo, invitándola a que se incorporase y diciéndole a Álvaro:
  • Quieres probar este culo?
  • Joder si quiero, muero por ello -dijo él.
  • Pues túmbate y prepárate.
Álvaro se tumbó boca arriba, con su pollón apuntando al techo. Y, cogiendo a Teresa de un brazo, le dije a Ernesto:
  • Me ayudas?
Todos ya sabíamos lo que iba a pasar, y aunque Teresa en ese momento no lo tenía claro, cuando entre Ernesto y yo la colocamos con el culo encima del rabo de Álvaro, mi sobrina dijo:
  • Ufff, esto me va a doler.
  • Seguro que no, tranquila -le dije yo-, y si te duele un poco haremos cuanto esté en nuestras manos para que se pase enseguida. Eres la mejor...
...Y dicho esto, Ernesto y yo la empezamos dejar caer sobre la seta de Álvaro. Nada más empezar a desaparecer, Teresa dijo:
  • Ayyyyyy, me duele un poco.
  • No te preocupes, esperamos, poquito a poco -le dije yo mientras Álvaro estaba deseando seguir y Ricardo y Julio miraban expectantes sin dejar de tocarse.
  • Es que es gordísima tu polla, Álvaro -le dijo mi sobrina.
  • Si logras que entre en ti, vas a tocar el cielo con las manos del placer que vas a sentir -contestó él.
  • Lo estoy deseando -replicó Teresa mientras se agachaba lentamente con la intención de volver a hacer desaparecer semejante polla en su culo.
  • Despacio, despacio -le dije a Teresa ayudado por Ernesto.
Muy lentamente y no sin algún quejido más, la seta de Álvaro empezó a desaparecer dentro del culo de mi sobrina, que cambió sus berridos por auténticos alaridos pero no de dolor sino de placer.
  • Aaaaaaahhhhhhhh, jodeeeeerr, me partes en dosssss, Diossss cómo te siento Alvaroooo.
  • Te duele? -le pregunté.
  • Síiiii, un poco, pero no quiero parar -respondió Teresa.
  • Pues sigue bajando despacio -le dije.
Julio y Ricardo se habían subido a la cama para comerle las tetas a Teresa y así aliviar sus molestias con el placer de sus pezones mordidos.
  • Uffffff, genial, cómo me gusta, chicos -dijo ella.
Y poco a poco casi sin darnos cuenta, el pollón de Álvaro ya estaba por completo dentro del culo de mi sobrina.
  • Esto no puede estar bien, tanto placer es imposibleeeee, joder me partes enteraaaa -aullaba Teresa.
  • Dios, esto es increíble -dijo Álvaro-, lo tiene todo dentro. Cabálgame, preciosa.
Y mi sobrina se puso lenta pero morbosamente a cabalgar el pollón de Álvaro. Muy suave, Teresa empezó a subir y a bajar, haciendo aparecer y desaparecer la polla de Álvaro mientras Ernesto y yo le comíamos las tetas, Julio le daba de mamar y Ricardo le masturbaba el clítoris con brío.

Casa vez que Teresa subía y volvía a caer sobre la polla de Álvaro, sus berridos eran increíbles, pero más lo pasaron a ser cuando Álvaro la agarró de las tetas e hizo que Teresa inclinara su espalda sobre el pecho de Álvaro.

En ese momento, mi sobrina estaba totalmente ofrecida. La invitación estaba lanzada, y no tardó Julio en decir:
  • Uf, estoy hay que aprovecharlo y disfrutarlo.
Se puso un preservativo de inmediato, se subió a la cama y apuntando al coño de Teresa, lentamente (la verdad es que todos se estaban portando de modo extraordinario con ella, haciendo lento y con cuidado el comienzo de cada penetración) entró en ella, que ahora sí ya no sentía dolor, solo placer.

Tanto placer sentía que dejó de ser la chica recatada para gritar:
  • Síiiii, me encantaaa cómo me FOLLÁIS, no paréis, por favooor.
Julio y Álvaro no tardaron en tomar buena nota y, rítmicamente, empezaron a moverse dentro del coño y del culo de mi sobrina. Tampoco tardamos los demás en tomar posiciones, y, de este modo, Ricardo y yo nos pusimos a los lados para comerle las tetas mientras ella nos masturbaba, y Ernesto se subió a la cama para poner su polla en la boca de Teresa y empezar a follársela también intensamente (más de lo que yo lo había hecho nunca), algo que ella no solo no rechazó sino que entre arcada y arcada y con la cara llena de sus propias babas, gritaba:
  • Uffff, síiiiii, esto es lo que quiero, hacedme vuestraaaaa.
Imposible describir la imagen. Imposible.

Era mi sobrina Teresa, 19 años. A la que conocía desde que tenía 6 años. A la que había visto crecer, pasar de niña a adolescente. A la que siempre había visto y mimado como lo que era, una chica sencilla, tímida, tradicional en el vestir, de ir a misa los domingos con sus padres...

Pues todo esto, en ese momento, no era incompatible con verla así, empalada por 5 pollas de 5 hombres maduros. Gritando, berreando, aullando. Corriéndose sin descanso y pidiendo más.

Pues tuvo más. Nuestro aguante no era como el de hacia 20 años, pero como la experiencia es un grado, nos fuimos turnando para tener ocupados siempre sus agujeros y no llegar a corrernos, incluso poder tomar un respiro.

Como era más cómodo para todos, empezando por ella, cuando Álvaro y Julio se detuvieron en esta primera doble penetración, yo me tumbé en el lugar de Álvaro y le pedí a mi sobrina que me cabalgara pero de frente, por su coño, así podría abrazarla y dejar expuestos su culo y si boca de manera más fácil para el resto de hombres.

Así lo hizo, y cuando la atraje hacia mí le dije:
  • No te voy a preguntar si estás bien, jejeje.
  • Madre mía, tío, no puede haber placer más grande en la vida, gracias por haberme enseñado todo esto -me dijo justo antes de besarme.
De inmediato, nuestros amigos ocuparon su culo y su boca, y los otros dos le dieron sus pollas para ser masturbadas.

Teresa ahogaba sus berridos con las pollas que iban follándole la garganta (todos lo hicimos), de igual modo que todos también pasamos por su coño, culo, y manos.

Y esto fue así hasta que fuimos cayendo de cansancio y de ganas de corrernos.

El primero que se corrió fue Julio, y lo hizo mientras Teresa le masturbaba, así que echó su leche sobre la espalda de mi sobrina.

El siguiente en terminar fue Ricardo, quien en ese momento estaba follando el coño de Teresa, así que, al no darle tiempo a sacar su polla para correrse en el cuerpo de mi sobrina, entre bufidos descargó su leche dentro del preservativo.

Álvaro estaba en ese momento taladrando el culo de Teresa, y pocos segundos después de sentir que Ricardo se corría en su coño, él bufó como un toro y gritó:
  • Te voy a llenar el culo con mi leche, me corrooooo.
  • Joderrrr, me estás inundando, qué corrida! -dijo Teresa mientras ella también llegaba al orgasmo.
Solo quedábamos Ernesto (que había aguantado más debido a su corrida en la terraza) y yo (que había tardado más en sumarme a la fiesta), así que se me ocurrió ayudar a Teresa (que estaba empapada de sudor y con restos de la leche de Julio en la espalda y la de Álvaro saliendo de su culo, que estaba muy abierto) a bajar de la cama, ponerla de rodillas en el suelo y pedirle que nos sacara la leche a los dos para echarla sobre sus tetas.

Mi sobrina, agotada pero con una caras de felicidad y de placer como jamás le había visto a ninguna otra mujer, cogió nuestras empapadas pollas y fue masturbándonos y mamándonoslas alternativamente, con el morbo añadido de que lo hacía mirándonos a los ojos.

No tardó apenas en hacernos estallar, y primero yo y casi de inmediato Ernesto descargamos nuestra leche sobre las tetas de Teresa.

Ella sonrió satisfecha y, mirándonos uno a uno con una sonrisa de picaresca total, dijo:
  • No me puedo creer que haya pasado esto.
  • Ha pasado, y has acabado con todos -dijo Ricardo riendo, y añadió: Bendita juventud.
Todos reímos. Yo ayudé a levantarse a mi sobrina y no pude menos que darle las gracias y, a continuación, fundirme en un beso con ella, beso que fue correspondido por su parte, tras el cual me dijo:
  • Gracias a ti por esta experiencia tan maravillosa. Y gracias a vosotros -dijo mirando a los demás- por haberme tratado como lo habéis hecho.
  • Los afortunados hemos sido nosotros -dijo Julio-, yo jamás soñé tener un encuentro sexual así, y menos con una chica como tú, de tu edad. Ha sido la caña.
  • Estoy de acuerdo -añadió Álvaro-, a mí no me ha costado nada ser menos dominante y cañero de lo que lo suelo ser, pero es que contigo todo ha sido muy fácil, muy sencillo, muy natural.
  • Ya os dije que esta preciosidad era distinta, de ahí mi insistencia en que fuéramos todos respetuosos con ella -dijo Ricardo.
  • Pues lo habéis sido, y mucho -dijo Teresa-. Es más, en algún momento en que habéis sido más cañeros, no habéis tardado en dejar de serlo, y eso me ha encantado. Aunque debo decir que también me estaba encantando cuando me estábais follando la boca, para qué engañaros -añadió con una sonrisa.
  • Jajaja, está bien saberlo, por si hay una próxima vez -terminé diciendo yo-.
Eran casi las 2 de la tarde.

Seguimos hablando todos de todo un poco unos minutos, hasta que Teresa dijo que necesitaría lavarse o ducharse. Álvaro le ofreció la ducha de la misma habitación donde estábamos, y tanto él como Julio decidieron darse un baño en la piscina.

Por su parte, Ernesto dijo que él debía volver a casa, algo que también iba a hacer Julio en cuanto saliera de la piscina.

Álvaro nos invitó a quedarnos a comer a Teresa, a Ricardo y a mí.

Ricardo aceptó de inmediato, y Teresa (que, como comenté, ya había dicho en su casa que comería con una amiga) también aceptó, con lo que, tras despedirnos amable y efusivamente (sobre todo Teresa, que les despidió con un morreo a cada uno) de Julio y de Ernesto, Álvaro preparó unas ensaladas y un poco de pasta, regado todo ello con un rico vino tinto, y nos pusimos a comer en la terraza.

Casi dos horas estuvimos disfrutando de la comida (que estaba deliciosa), del solecito, de una conversación la mar de animada (sin casi mencionar nada de sexo), de unos riquísimos cafés con hielo...

En una de estas idas y venidas a la cocina para traer y llevar cosas, Ricardo y yo nos ofrecimos a echar una mano para terminar de recoger todo. Llevamos las cosas a la cocina, y colocamos lo que pudimos y supimos mientras hablábamos de la extraordinaria experiencia que habíamos tenido.

Aunque él ya sabía que Álvaro, Julio y Ernesto eran hombres de los que fiarse, ambos coincidimos en que la experiencia había resultado mucho mejor de lo que habríamos podido imaginar, y también coincidimos en que, si Teresa quería, era algo que habría que volver a repetir.

Fuimos de nuevo hacia la terraza, y antes de salir a la misma desde la habitación, ambos nos quedamos parados por lo que vimos:

Teresa estaba sentada encima de las gordas piernas de Álvaro. Con la parte de arriba quitada, esto es, con las tetas al aire, y él estaba comiéndoselas con gusto mientras le metía dos de sus dedos en la boca, haciendo que ella los chupase como si fuese una polla, gimiendo de placer.

No hizo falta que Ricardo y yo nos dijéramos nada. Ni se nos ocurría romper ese momento, nos quedamos quietos donde estábamos para ver qué sucedía.

Y lo que sucedió fue que, tras comerle Álvaro las tetas a mi sobrina, la hizo sentarse en la silla tras levantarse él, no sin antes quitarle a ella la parte de abajo del bikini; entonces Álvaro se bajó un poco el bañador y su polla salió disparada, estaba de nuevo dispuesta, diciéndole:
  • Te gusta?
  • Ya sabes que me tiene hipnotizada -respondió Teresa.
  • Pues quitame el bañador y prepárate.
Teresa le hizo caso y le quitó del todo el bañador. Él se acercó a ella, le cogió del pelo como si fuera una coleta y, cogiéndose la polla con la otra mano, apuntó a la boca de mi sobrina.
  • Abre bien la boca, que la voy a a hacer mía -dijo Álvaro.
Lo que tardó Teresa en abrir la boca fue lo que tardó Álvaro en hundir su polla hasta la garganta de ella. Él nos había visto ya tras los estores de la habitación, y sin dejar de mirarnos y estirando de la coleta de mi sobrina, comenzó a follarle la boca despacio.

Ella abría la boca todo lo que podía para poder tragar esa seta, y tal y como había hecho por la mañana en la hamaca, finalmente consiguió tragársela.

Eso lo aprovechó Álvaro para empezar a darle más duro con su polla, haciendo que Teresa sonara como si estuviera haciendo gárgaras, como si estuviera atragantándose, pero con la particularidad de que ella había puesto las manos en el culo de Álvaro, invitándole a que él siguiera follándole fuerte la boca.
  • Arrrggg, así me gusta, aguanta, que lo estás haciendo muy bien -dijo Álvaro.
Esto lo decía mientras jugaba con los pezones de Teresa, llegando incluso a azotarlos un poco, a palmearlos duro con sus manazas, y cada vez que hacía esto Teresa gemía mezcla de (dicho por ella después) un poco de dolor y, sobre todo, mucho placer.

Cuando él se cansó, sacó su pollón de la boca de Teresa, que gemía incansablemente mientras las babas y la saliva bañaban su barbilla y llegaban por su cuello hasta sus tetas.

Álvaro recogió esa baba con sus manazas y le metió los dedos salivados en la boca de Teresa, que no los rechazó sino que los lamió como si le fuera la vida en ello.
  • Uf, eres increíble, cómo tragas -le dijo, añadiendo: Quieres que te folle?
  • Síiiii, por favor, quiero sentirte -respondió mi sobrina.
  • Pues a ver si estos chicos que nos están mirando desde hace rato hacen el favor de traerme un preservativo -dijo sonriendo mientras señalaba hacia donde estábamos.
Teresa giró la cabeza sonriendo, diciendo:
  • Ya decía yo que tardábais mucho.
  • No mientas que ni te acordabas de nosotros con esa monstruosidad en la boca -dije yo riendo mientras acercaba los preservativos a Álvaro.
  • Bueno, también es verdad -se rió Teresa haciendo que los demás también nos sonriéramos.
  • Queréis uniros? -preguntó Álvaro.
  • No, en absoluto -contesté yo-, vosotros habéis empezado solos y termináis solos, me encantará veros.
  • Yo también disfrutaré viéndoos, no estoy para muchos más trotes -dijo Ricardo.
  • Estos chicos no tienen nada de aguante, son unos flojos -dijo Álvaro entre carcajadas dirigiéndose a Teresa, añadiendo: Ven, vamos a la hamaca.
Como dos adolescentes, Teresa, mi sobrina, de 19 años, fue de la mano de Álvaro, 64 años, desnudos los dos, hasta la hamaca, donde la hizo tumbarse boca arriba.

Entonces él se puso el preservativo, separó las piernas de Teresa, dejándolas caer a cada lado de la hamaca y, tumbándose sobre ella, le clavó la polla hasta los huevos, haciendo que Teresa aullara de placer:
  • Ayyyy, qué gusto, por Diosssss, si es que me llenas tantooooo.
Álvaro tenía tumbados sus casi 100 kgs sobre el cuerpo delgado de mi sobrina, sin dejar de morrearse, pero no la aplastaba porque él apoyaba sus manos sobre los bordes de la misma, lo que también le servía de apoyo e impulso para montarla a destajo.

Ricardo y yo estábamos sentados en las sillas junto a la mesita, y desde ahí escuchábamos el "chof chof" de la polla de Álvaro entrando y saliendo con energía del coño encharcadísimo de Teresa, la cual chillaba cada vez que esa polla se instalaba dentro de ella hasta los huevos.

Después de casi 5 minutos sin parar de montar a mi sobrina, Álvaro dijo:
  • Joder, no me va a dar tiempo a follarte otra vez el culo, me voy a correr enseguida.
  • Pues no pares, por favorrr, sigueeeee.
Él aceleró un poco más el ritmo, hasta que bramó:
  • Qué maravilla es follarte, me corrooooo.
  • Yo tambiéennnn, jodeeerrr -berreó también Teresa.
Los dos estaban espasmódicos, se agitaban de placer, gemían, gritaban y bufaban, y todo sin dejar de besarse.

Poco a poco, sin prisas, fueron recuperando el aliento y casi el sentido, y poco a poco también fue Alvaro saliendo del cuerpo de mi sobrina. Una vez que lo hizo, se sentó junto a ella (que seguía tumbada y aún gimiendo un poco), se quitó el preservativo, al que le hizo un nudo, y le dijo a Teresa:
  • Puedo pedirte un favor?
  • Dime, a ver si puedo ayudarte -respondió ella.
  • Ya sé que nunca has tragado una corrida, por eso ninguno de nosotros te lo ha propuesto hoy. Pero nos dijo tu tío que si habías probado el sabor del semen y que no te había disgustado. Es así?
  • Sí, así es.
  • Por eso... No sé si te apetecería limpiarme ahora la polla con tu lengua. Sería más o menos como lo que hiciste con tu tío.
Mi sobrina me miró, y no hizo falta que dijera o preguntara nada. Antes de eso, le dije:
  • Si te apetece hacerlo, adelante.
  • Pero nunca te lo he hecho a ti -me dijo Teresa.
  • Da igual, yo lo que quiero es que disfrutes, ya habrá oportunidad de que me lo hagas. Adelante, saboréalo -le pedí yo.
Sin decir nada más, Teresa se incorporó, y Álvaro entonces se tumbó boca arriba en su lugar, dejando vía libre a Teresa para que jugara con su polla a placer.

Ella cogió esa polla morcillona por el tronco, masajeando sus huevazos, para enseguida lamerla de abajo a arriba hasta llegar al gordo capullo, el cual también lamió y terminó engullendo.
  • Te gusta? -le preguntó Teresa a Álvaro.
  • Me tienes loco -respondió él antes de preguntarle: Y a ti, te gusta el sabor?
  • Ya le dije a mi tío que el suyo no me desagradó, que era algo salado, y este es parecido -respondió mi sobrina.
  • Pues la estás dejando impoluta -dijo Álvaro.
Teresa siguió lamiendo y limpiando esa polla unos minutos más, hasta que se incorporó mientas seguía acariciando la polla de Álvaro, el cual se incorporó también y, besándola, le dijo:
  • Gracias por este día tan especial.
  • Gracias a ti y a vosotros -dijo Teresa-.
Se levantaron, y vinieron de la mano hasta donde estábamos nosotros, que no habíamos quitado el ojo de lo que había pasado.

Ricardo y yo también besamos a Teresa. La mimamos, la cuidamos y, tras volver a disfrutar de la tranquilidad del lugar y satisfechos todos por lo que había pasado allí, a las 18 horas tomamos rumbo a Madrid no sin antes despedirnos afectuosamente de Ricardo (que se quedaba un rato más allí con Álvaro) y de Álvaro.

Ya en el coche, le pregunté a Teresa cómo estaba, cómo se sentía, y su única respuesta antes de quedarse adormilada en el asiento del copiloto fue:
  • Feliz, muy feliz.
Esta vez la llevé hasta cerca de su casa, donde nos besamos antes de despedirnos dándonos de nuevo las gracias mutuamente.

Yo me fui a casa intentado asimilar lo que había ocurrido, que había sido mucho y maravilloso.

Espero no haber resultado tedioso o aburrido. He intentado contar cada detalle de lo que aquel día sucedió.

Lo próximo lo contaré, como siempre, en cuanto me sea posible.

Gracias.
Alberto.
 
Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todos.

El relato de hoy será bastante extenso, sin duda el de mayor extensión de los que os he hecho llegar. Os pido perdón por si llegase a resultar tedioso, pero creo que la ocasión merece la pena ser contada de una sola vez, sin dejar nada para otro día.

Viernes 29 de mayo. Ese día quedará grabado a fuego por siempre. Ahora sabréis por qué.

Antes de llegar a ese día y si recordáis, lo último que relaté fue el encuentro del miércoles 7 de mayo en casa de mi sobrina. Encuentro en el que disfrutamos al máximo tanto follando como haciendo el amor, y que terminó con Teresa lamiendo su dedo manchado con mi corrida (que había caído parte en sus tetas y un poco en su barbilla).

Tras aquel extraordinario encuentro, y dado que Teresa había dejado claro que no le importaba nada volver a dejarse sorprender, esta vez sí que tenía claro que la próxima vez que quedásemos seríamos tres.

Hablé con Ricardo el viernes de la misma semana, esto es, el viernes 9 de mayo, para saber si su deseo y su disponibilidad seguían en pie. A ambas preguntas respondió que sí entusiasmado, añadiendo que estaba deseando volver a disfrutar con Teresa y conmigo.

Charlamos unos minutos acerca de lo que había pasado últimamente con Teresa, las conversaciones que había mantenido con ella... Y al mencionarle que ella se prestaba a seguir siendo sorprendida, Ricardo me dijo:
  • Pues eso es un filón.
  • Ya lo sé -le dije yo-, las perversidades que se me ocurren desde que me lo dijo son infinitas.
  • Ya me imagino -comentó Ricardo-, por ejemplo?
  • Pues por ejemplo -le dije sinceramente-, todo el rato me imagino a Teresa en un gangbang, siendo el centro de placer de, al menos, cuatro hombres.
  • Ufff, eso sería increíble -comentó excitado Ricardo-, y encima podría hacerse.
  • Qué quieres decir? -le pregunté.
  • Que si quieres intentar algo así, yo podría ayudarte, siempre que me dejes participar, claro, jajajaja.
  • Jajajaja, ya sabes que eres el número uno... Cuenta, cuenta -yo estaba empezando a ponerme cardiaco-.
  • Bueno -dijo Ricardo-, igual que tú has contado conmigo para el trío con Teresa, yo sigo conservando algunos amigos/conocidos de la época en que teníamos sexo con mi mujer. Y estoy seguro de que más de uno estaría encantado de poder follarse a tu sobrina en grupo.
  • Joder -yo estaba que me subía por las paredes de la excitación-, pues no seré yo quien te impida que les contactes, eso sí sin ningún compromiso, y vemos qué se podría hacer. Pero con dos premisas: que sean formales y discretos como tú; y que como ya los conoces y los has visto desnudos, si pueden estar al menos tan bien dotados como tú, mejor.
  • Jejeje, dalo por hecho. Me pongo a ello y en cuanto tenga algo, te aviso -terminó diciendo Ricardo-. Esto promete.
  • Caray si promete, creo que voy a estar empalmado sin remedio hasta ese día si es que llega, jajaja -terminé diciendo yo-.
Nos despedimos afablemente y, desde ese instante, yo ya era una olla a presión. Era incapaz de imaginarme lo que podía llegar a pasar y eso me ponía cardíaco.

Así pasé el fin de semana, y el domingo 11 de mayo por la noche recibí un mensaje de Ricardo en el que me decía que había hablado con varios amigos y tenía dos o tres candidatos perfectos.

A mí me dio un vuelco el corazón, y más aún cuando, tras pedirle que me hablara un poco de ellos, me los describió:
  • Ernesto, 58 años. 1.76, complexión fuerte, pelo cortado al 1. Dotado más o menos como Ricardo.
  • Julio, 61 años. 1.70, constitución normal, pelo rapado, perilla canosa. Muy bien dotado, 20 cms., y grosor considerable.
  • Álvaro, 64 años. 1.80, tipo osazo, gordo, muy velludo, con pelo corto teñido y barba poblada entre gris y blanca. Polla no tan larga como las de los demás, pero muy muy gorda y con un capullo como una seta y los huevos como pelotas de tenis.
Cuando terminó de describírmelos (lo hizo tan detalladamente porque, en su momento, Ricardo y su mujer habían tenido sexo con cada uno de ellos) yo tenía una doble sensación: la de si tres hombres más Ricardo más yo mismo, esto es, en total, 5 hombres, no serían demasiados; y la de que, ya puestos, mejor algo a lo grande.

Y decidí que fuera a lo grande. Le pedí a Ricardo que creara un grupo de W para así hablar todos y ponernos de acuerdo. Así lo hizo, y la noche siguiente (la del lunes 12 de mayo) coincidimos los 5 hombres hablando de Teresa. Pude ver sus fotos, pude ver sus pollas, pude escucharles en audios y, finalmente, pude estar seguro de que ellos serían los "elegidos".

Con las premisas claras (el uso del preservativo para el sexo vaginal; el respeto absoluto a Teresa en todo lo que quisiera y, sobre todo, lo que no quisiera; etc.), solo faltaba no tanto elegir el día sino cómo poder hacerlo.

Se plantearon varias alternativas, pero la que más me terminó gustando (por el morbo que podía suponer) era la del ofrecimiento de Álvaro de ir a un chalet con piscina que tenía en Aranjuez (que está a unos 55 kms. de Madrid capital).

El inconveniente de esto era que, dada la distancia desde Madrid (sobre todo, desde la casa de mi sobrina), estaría muy bien que se pudiese estar allí más allá de la hora hasta la que solíamos quedar Teresa y yo; esto es, estaría muy bien que al menos se pudiese quedar hasta, cuanto menos, la hora de comer.

Yo no podía prometerles nada, porque dependía de ella, así que, mirando el tiempo de las siguientes semanas y dado que la última semana de mayo iba a hacer un calor importante, decidimos que, si Teresa podía, intentaríamos quedar en esa semana, así también se podría usar la piscina, algo que podía dar mucho juego.

Hablamos de varias cosas más, entre ellas cómo dar el paso una vez que estuviéramos en el chalet, y convenimos en que yo les escribiría cuando Teresa me dijese algo.

No tardé en escribir a mi sobrina a la mañana siguiente, la del martes 13 de mayo, y hablando de cuándo podríamos quedar, le comenté que Ricardo me había dicho que tenía un chalet con piscina en Aranjuez y que nos invitaba a pasar una mañana o medio día allí. Que había visto que la última semana de mayo iba a hacer calor y que estaría genial poder inaugurar la temporada de baños.

A Teresa le pareció una muy buena idea, así que le dije que mirase qué día podría venirle bien para así decírselo a Ricardo. Me pidió esperar a la noche para confirmármelo, y efectivamente esa misma noche me dijo que le vendría bien quedar el viernes 29 de mayo. Que tenía clases pero como ya habría hecho los exámenes no era tan necesario que fuera a clase, y que le diría a sus padres que ese día quedaría con sus amigas de la universidad a comer.

Yo disimulé mi excitación y le dije que perfecto, que se lo diría a Ricardo. Antes de hacer eso, de decírselo a Ricardo, me aseguré al día siguiente de poder pedirme libre en el trabajo el viernes 29 de mayo, cosa que conseguí.

Hecho esto, escribí en el grupo de W para hacerles saber que Teresa podría quedar el viernes 29 y que, además, podría llegar a ser incluso hasta después de comer.

Todos se pusieron muy contentos y solo Julio (el único que aún trabajaba, pues los demás ya estaban prejubilados) tardó un día en confirmar que ese día estaría disponible como los demás.

Todos contentos, reconfirmamos lo que habíamos pensado y planeado días antes, y la noche del 28 de mayo volvimos a poner sobre la mesa nuestras ideas, que podrían llevarse a la práctica o no en virtud de la respuesta de Teresa.

Con mi sobrina había hablado esa mañana, la del 28 de mayo, para confirmar la cita del día siguiente: La recogería en la salida del metro Colombia sobre las 10 horas. Ah, y le recordé que no olvidara el bañador. Ella sonrió y dijo que en ese momento ya lo iba a guardar en el bolso. Y añadió que no era bañador sino bikini.

Esa noche me costó dormir, me costó levantarme, me costó hacer caso a mis hijos... Todo me costaba porque solo estaba pensando en Teresa, en Aranjuez, en los 5 hombres...

A las 10 en punto ya estaba yo junto al metro Colombia, avisando a Teresa de mi posición. Ella llegó sobre las 10.10 horas. Estaba preciosa, con su pelo largo, una camiseta blanca de manga corta, un pantalón vaquero y unas converse rojas.

Nos fundimos en un beso y partimos rumbo a Aranjuez. Allí ya estaría esperando Ricardo en el chalet (yo puse la dirección en el navegador).
  • Con ganas? -le pregunté a Teresa.
  • Nerviosilla como siempre, ya sabes -me respondió ella-, pero con muchas ganas de repetir lo de aquel día. Y además si hay piscina, pues día perfecto.
  • Claro que sí, seguro que lo pasaremos genial -le djje yo.
Seguimos hablando un poco de todo (pero casi nada de sexo), e hicimos los casi 60 kms. de recorrido sin apenas darnos cuenta, llegando al chalet casi a las 11 horas.

Aparcamos en la puerta, llamamos al timbre y al minuto nos abrió Ricardo, vestido con un bañador y una camiseta negra.

Nos recibió efusivamente y nos hizo pasar a la casa. El chalet era amplio, de dos plantas. Nada más entrar, a la derecha estaba la cocina y a la izquierda un salón enorme con dos sofás muy grandes. A continuación, todo era un pasillo en línea recta hasta el final, encontrando a la derecha un baño y una habitación, y a la izquierda las escaleras al primer piso y la habitación grande (con baño en suite) al fondo.

Y en esa habitación había un ventanal con puerta que daba directamente a la parte de atrás de la casa, donde estaban la terraza y la piscina.

Ricardo, además de tres hamacas y colchonetas en el suelo del jardín (que luego supimos que habían preparado estratégicamente entre todos los hombres) tenía preparadas unas viandas en una mesita con sillas, y nos dijo que por qué no nos poníamos el bañador mientras él traía las bebidas.

Así lo hicimos. Yo me puse mi bañador (guardando en uno de los bolsillos la caja de preservativos preparada para lo que pudiera pasar) y una camiseta, y Teresa un bikini que yo ya conocía y que le quedaba genial, poniéndose encima su camiseta.

Salimos a la terraza, tomamos algo, charlamos de todo un poco y entonces Ricardo le dijo a Teresa que si le apetecía darse un baño en la piscina, que él se iba a meter.

Los 32 grados que pegaban fuerte ese día, unidos a lo mucho que le gusta a Teresa la piscina, la playa..., hicieron que ella aceptase y mientras Ricardo iba a la cocina a dejar las cosas (y a avisar a Ernesto, a Julio y a Álvaro, que estaban -como luego nos contaron- en el despacho de Álvaro de la primera planta-), Teresa se quitó la camiseta y se metió en el agua.

Nadó un poco, buceó un rato, y en cuanto Ricardo volvió, él no tardó en meterse también en el agua. Me invitaron a acompañarles, pero yo estaba tan caliente que solo quería quedarme ahí fuera a mirar y a esperar a lo que pudiera pasar.

Una vez los dos en el agua, y después de que cada uno siguiese haciendo sus propios ejercicios, Ricardo no tardó en acercarse a Teresa y, entre intentos de aguadillas y chapoteos varios, terminaron enganchados en un morbosísimo morreo.

Se comían la boca con deseo, y Ricardo no tardó en quitarle la parte superior del bikini a Teresa y devorar sus tetas y sus pezones. Mi sobrina comenzó a gemir, y más lo hizo cuando la braga de su bikini apareció flotando y una de las manos de Ricardo desapareció bajo el agua.

Empezó a masturbar a Teresa, y debía hacerlo tan intensamente que ella le mordía el cuello y le berreaba:
  • Me encantassss. Joder, cómo me vuelves loca, Ricardo.
Él no dijo nada, solo siguió masturbándola durante unos minutos, provocando que ella se corriera entre berridos varias veces más.

Cuando él lo decidió, se quitó su bañador y, sentándose en el borde de la piscina, le dijo a mi sobrina:
  • Ya sabes lo que tienes que hacer.
Teresa no podía quitar el ojo de esa polla que le estaba apuntando, y no tardó en comenzar a hacerle una mamada lenta, disfrutona...

En ese momento aparecieron Ernesto, Julio y Álvaro junto a mí en la terraza, en silencio, los tres en bañador; sin decir nada se sentaron a observar la mamada de Teresa (que estaba de espaldas a nosotros) a Ricardo. Este, que ya habia visto a sus amigos, les hizo un gesto para que se acercasen.

Y ellos, quitándose los bañadores y dejando ver sus pollones (el de Álvaro, sin ser el más grande, era sencillamente espectacular por su grosor), se metieron en el agua.

Cuando Teresa escuchó el chapoteo a sus espaldas, se giró y, al ver a esos tres hombres acercarse a ella, me miró y me dijo:
  • Y esto?
  • Solo relájate y disfruta, mi niña -fue lo único que le dije.
No hubo tiempo para decir más. Los tres hombres ya estaban a su lado, y muy suavemente comenzaron a acariciarla, a besarla, a decirle que ese iba a ser el mejor día de su vida...

Teresa solo tenía los ojos cerrados y se dejaba hacer, pero en cuanto Ernesto y Julio se adueñaron de sus tetas y Álvaro, desde detrás de ella, llevó su mano a su coño y empezó a masturbarla, mi sobrina perdió el sentido y toda vergüenza, pues sus berridos superaban cualquier otro anterior y, como ya había podido comprobar el tamaño de las pollas de esos hombres (la de Álvaro porque la tenía pegada a su culo y las de los otros dos porque las estaba acariciando), lo único que acertó a decir fue:
  • Dios mío, me vais a matar con estos tamaños.
  • Te vamos a matar de placer -dijo Ricardo, bajando del borde de la piscina y sumándose a los demás hombres.
Fue entonces Julio, que era uno de los que le estaba comiendo las tetas a Teresa, quien dijo:
  • Cogedla en volandas, que quiero ver y probar su coño.
Entre los otros tres hombres, recostaron a Teresa sobre el pecho de Álvaro mientras Ernesto y Ricardo sujetaban sus piernas estiradas, las cuales abrió Julio diciendo:
  • Dios, qué delicia de coño peludo.
De inmediato, Julio se lanzó sobre él a devorarlo, provocando el placer inmediato de Teresa, placer que se multiplicó cuando Ernesto y Ricardo, aprovechando su colocación, inclinaron sus cabezas para comerle las tetas entre los dos.

Los berridos de Teresa fueron en aumento, y esto fue así durante los bastantes minutos que duró esta situación, en la que todos los hombres se turnaron para poder disfrutar del coño de Teresa, el cual lamieron, besaron y penetraron con sus dedos, penetración que se hizo extensiva también al culo, sobre todo en el caso de Ricardo y Alfredo, el último en disfrutarla y quien con más energía le penetró coño y culo a la vez con sus dedos.

Tras la enésima corrida de Teresa, Ricardo propuso salir de la piscina y dejarla descansar. Todos aceptaron, y ayudaron a salir de la piscina a Teresa sin dejar de sobarla.

Antes de estirarse en una de las hamacas, mi sobrina me miró sonriendo y me dijo:
  • Estás satisfecho?
  • Jejeje, yo si, pero la que tiene que estar satisfecha eres tú -le respondí.
  • Creo que ya has visto que lo estoy, y mucho -me dijo antes de tumbarse boca arriba en la hamaca.
Los cuatro hombres, desnudos y con sus pollas muy firmes, se sentaron en el resto de hamacas y en las sillas junto a las víandas, y mientras comentaban lo maravilloso que era poder disfrutar de un cuerpo como el de Teresa, no dejaban de comérsela con la mirada.

Yo no tardé en dejar los preservativos encima de la mesa, a la vista, previniendo lo que podía pasar.

Y no tardó mucho Álvaro en dejar su bebida mientras decía:
  • Voy a ver si esta preciosidad tiene hambre.
Acercándose a Teresa, que seguía tumbada boca arriba y estaba con los ojos cerrados, Álvaro le dijo:
  • Te animas a probarla?
Mi sobrina abrió los ojos lentamente para abrirlos del todo cuando se encontró esa polla tan gorda y esos huevos colgando delante de su cara.
  • Uf, qué maravilla, pero no creo que me quepa en la boca -dijo ella.
  • Bueno, inténtalo, poco a poco, hasta donde puedas -le dijo Álvaro.
Y dicho esto, Teresa se incorporó un poco en la hamaca, quedando casi sentada en ella, y entonces Álvaro acercó su polla hasta la boca de mi sobrina. Ella comenzó a dar besos a esa seta que era el capullo de Álvaro, y los besos pasaron a ser lametones, y mientras Teresa lamía el capullo de Álvaro al tiempo le cogió los huevazos, tras lo cual no pudo evitar exclamar sonriendo:
  • Joder, si es que todo lo tienes enorme.
  • Más lo disfrutarás, querida -le dijo Álvaro, añadiendo firmemente: Sigue.
Teresa obedeció encantada y, poco a poco, empezó a encontrar el modo de disfrutar de ese pollón. Consiguió con mimo que parte del capullo le entrara en la boca, y mientras lo tragaba pajeaba el tronco.

Ernesto, Julio y Ricardo miraban fascinados la escena, masturbándose, hasta que Julio dijo:
  • No puedo aguantar más, yo tengo que probar esa boca.
Y dicho esto, se levantó en dirección a la hamaca, y Ernesto y Ricardo le siguieron.

Así, aún conservo como si fuera hoy la imagen siguiente: mi sobrina de 19 años sentada en la hamaca, desnuda; y cuatro hombres maduros dándole a mamar sus respectivas pollas, por no decir pollones.

Era maravilloso ver cómo, aun siendo una situación viciosa a más no poder, esos hombres la trataban con mimo (sin follarle la boca, diciéndole en todo momento lo bien que lo que estaba haciendo y lo afortunados que eran ellos...), mientras ella se afanaba en darles placer a todos, alternando mamadas a los cuatro y mientras tenía una polla en la boca masturbaba las demás indistintamente.

Ellos, además de decirle todo lo mencionado, no tenían las manos quietas, y aprovechaban para jugar con su pelo, apretar sus tetas...

...Hasta que Álvaro dijo:
  • No aguanto más, necesito follarte.
No hizo falta ni que se acercara a la mesa. Yo mismo le acerqué un preservativo. Me dio las gracias, y mientras se lo ponía le pidió a Teresa que se supiera a cuatro patas en la hamaca, mirando hacia donde yo estaba.

Teresa no tardó en colocarse así, y Ernesto, Julio y Ricardo se quedaron quietos durante los segundos que tardó Álvaro en darle unos golpes con la polla en el culo de mi sobrina y de inmediato, sin avisar pero muy lentamente, meter su pollón hasta los huevos en el coño de Teresa.
  • Aaaaaaahhhhh, qué es estoooo, Dioossss, es como una barra de hierro ardienteeeeee, qué gustooooooo -berreó ella descontrolada.
  • Joder, qué coño tan maravilloso -dijo Álvaro mientras empezaba a moverse, entrando y saliendo de él.
  • Ya os dije que difícilmente habíais probado algo así jamás -dijo Ricardo mientras acercaba de nuevo su polla a la boca de Teresa, algo que también hicieron los demás, añadiendo: Pues veréis cuando probéis ese culo.
Álvaro había cogido ritmo, y sus embestidas eran tremendas, y con cada empujón hacía que Teresa gritara y engullera las pollas de los demás hasta el fondo.

La secuencia era puro sexo. Por supuesto, no pude quedarme sentado, así que me quité el bañador, cogí los preservativos y me puse al lado pajeándome mientras Álvaro seguía empotrando a Teresa, Ricardo y Julio le daban de mamar y Ernesto se había metido debajo para jugar con sus tetas.

La visión de Álvaro, ese hombre que casi doblaba en envergadura a Teresa, hundiendo su rabazo en el coño de mi sobrina mientras él bufaba y ella se corría sin descanso, era increíble.

Así estuvieron un buen rato hasta que él dijo que necesitaba un descanso y un relevo, y uno por uno los cuatro amigos se fueron follando a Teresa mientras los demás le daban de mamar o, simplemente, miraban.

Cuando le tocó al último en follarla, que fue Ernesto, dijo que quería probar el culo de Teresa, así que se colocó tras ella y, tras pegarle una buena lamida a su culo, apuntó su firme polla y poco a poco la fue metiendo...

Los demás hombres, Ricardo incluído, que daban de mamar a Teresa, disfrutaban viendo cómo su amigo comenzó a moverse despacio en el culo de mi sobrina, la cual chillaba:
  • Oohhh, me encanta sentirte así, no pareesss.
  • Madre mía, qué maravilla de culo -dijo Ernesto-, estrecho y caliente como decías, Ricardo.
  • Es una bendición -apostilló Ricardo.
  • Joder, no sé si voy a poder aguantar más, pero me da igual, quiero correrme en tu culo, Teresa.
  • Sí, por favor, hazlo, quiero sentirte -suplicó mi sobrina.
A Ernesto no le hizo falta mucho más, y diez segundos después empezó a contraerse gritando:
  • Síiiii, Jodeeeer, me corrooooo.
  • Ahhhhh, cómo te siento, Dios mío, qué locura -gritó también Teresa sin dejar de mamar.
Ernesto mantuvo su polla durante un par de minutos dentro del culo de mi sobrina, hasta que fue relajándose y salió de su interior. De inmediato parte de su leche empezó a caer por los muslos de Teresa, y ella se dejó caer sobre la hamaca, le flaqueaban las piernas.

El resto de hombres, que estaban deseando igualmente probar su culo, determinaron que era momento de volver a descansar, sobre todo Teresa que estaba aguantando como una campeona.

Yo me acerqué a ella para limpiar un poco la leche que aún le salía del culo, y dándole un beso le pregunté qué tal estaba.
  • Tú qué crees? Sí estos caballeros me tienen bien servida -dijo sonriendo.
Todos reímos, y Ricardo dijo:
  • Y tú nos tienes salidos como adolescentes, vas a acabar con nosotros, jajajaja.
Las carcajadas fueron estruendosas, y solo podía estar feliz viendo cómo ese encuentro que podía haber resultado muy delicado estaba resultando ser algo muy especial, amén de muy morboso y vicioso.

Tomamos algo, todos desnudos, y pasados unos minutos y cuando Teresa se levantó para dejar en la mesa su vaso vacío, Julio la tomó de la mano y la sentó en su regazo, comenzando entonces a comerse la boca los dos sin descanso mientras él la masturbaba fuertemente, llegando a provocarle un squirt mientras ella volvía a dar alaridos de placer abrazada a él y los demás alucinaban con las continuas corridas de Teresa.

Ya repuestos, Álvaro propuso pasar a la habitación, coronada por una cama de 1,50 m en la que, una vez dentro, tumbaron a Teresa boca arriba con las piernas bien abiertas. Todos se quedaron admirando esa juvenil desnudez mientras se pajeaban, y ella dijo:
  • Qué estáis maquinando, que os temo?
  • Te lo digo yo sin tapujos? -le pregunté.
  • Por supuesto -contestó Teresa.
  • Creo que te van a rellenar por todos tus agujeros como a un pavo en Navidad -dije antes de soltar una carcajada que se hizo común entre todos, incluída Teresa, que añadió:
  • Pues no voy a poder caminar en varios días, pero sarna con gusto no pica -y dicho esto y tras volver todos a reírnos con su comentario...
... Aquello se convirtió en un "Todos para Teresa". La habitación olía a feromonas, a testosterona, a sexo, y más siguió oliendo cuando los cuatro hombres se repartieron el cuerpo de Teresa, ocupando uno de ellos su coño, el cual se dedicó a comer; otros dos, sus tetas, sobre todo jugando con sus pezones mientras mi sobrina les masturbaba; y el cuarto se puso de pie a la altura de la almohada y se agachó hasta poner su polla en la boca de Teresa.

Fueron unos minutos eternos en los que los hombres se fueron turnando en el cuerpo de Teresa sin dejarle descansar, haciendo que se corriera continuamente, ahogados sus berridos con sus pollas (una o incluso dos a la vez), pollas que pronto pasaron a follar a mi sobrina.

Fue Ricardo quien tomó las piernas de Teresa, las puso sobre sus hombros y tal y como había hecho Ernesto, apuntó a su culo y, ayudado por la leche de Ernesto que aún tenía mi sobrina en el culo, se la metió hasta los huevos, comenzando a embestirla mientras Julio la masturbaba y Álvaro y yo (Ernesto aún estaba recuperándose de la corrida y estaba allí mirando mientras se pajeaba) pellizcábamos sus duros pezones y le dábamos de mamar.

Ricardo no aguantó mucho así, pues dijo estar a punto de correrse y aún no quería hacerlo, así que fui hoy quien ocupé su lugar y con todo el morbo y el placer del mundo seguí follando ese culo empapado de sudor y leche mientras Teresa me gritaba:
  • Síiii, eso es, disfruta tú también conmigo, tío, jodeeeeeer, esto es maravillosoooo.
  • Pues ahora viene lo mejor, tesoro -le dije saliendo de su culo, invitándola a que se incorporase y diciéndole a Álvaro:
  • Quieres probar este culo?
  • Joder si quiero, muero por ello -dijo él.
  • Pues túmbate y prepárate.
Álvaro se tumbó boca arriba, con su pollón apuntando al techo. Y, cogiendo a Teresa de un brazo, le dije a Ernesto:
  • Me ayudas?
Todos ya sabíamos lo que iba a pasar, y aunque Teresa en ese momento no lo tenía claro, cuando entre Ernesto y yo la colocamos con el culo encima del rabo de Álvaro, mi sobrina dijo:
  • Ufff, esto me va a doler.
  • Seguro que no, tranquila -le dije yo-, y si te duele un poco haremos cuanto esté en nuestras manos para que se pase enseguida. Eres la mejor...
...Y dicho esto, Ernesto y yo la empezamos dejar caer sobre la seta de Álvaro. Nada más empezar a desaparecer, Teresa dijo:
  • Ayyyyyy, me duele un poco.
  • No te preocupes, esperamos, poquito a poco -le dije yo mientras Álvaro estaba deseando seguir y Ricardo y Julio miraban expectantes sin dejar de tocarse.
  • Es que es gordísima tu polla, Álvaro -le dijo mi sobrina.
  • Si logras que entre en ti, vas a tocar el cielo con las manos del placer que vas a sentir -contestó él.
  • Lo estoy deseando -replicó Teresa mientras se agachaba lentamente con la intención de volver a hacer desaparecer semejante polla en su culo.
  • Despacio, despacio -le dije a Teresa ayudado por Ernesto.
Muy lentamente y no sin algún quejido más, la seta de Álvaro empezó a desaparecer dentro del culo de mi sobrina, que cambió sus berridos por auténticos alaridos pero no de dolor sino de placer.
  • Aaaaaaahhhhhhhh, jodeeeeerr, me partes en dosssss, Diossss cómo te siento Alvaroooo.
  • Te duele? -le pregunté.
  • Síiiii, un poco, pero no quiero parar -respondió Teresa.
  • Pues sigue bajando despacio -le dije.
Julio y Ricardo se habían subido a la cama para comerle las tetas a Teresa y así aliviar sus molestias con el placer de sus pezones mordidos.
  • Uffffff, genial, cómo me gusta, chicos -dijo ella.
Y poco a poco casi sin darnos cuenta, el pollón de Álvaro ya estaba por completo dentro del culo de mi sobrina.
  • Esto no puede estar bien, tanto placer es imposibleeeee, joder me partes enteraaaa -aullaba Teresa.
  • Dios, esto es increíble -dijo Álvaro-, lo tiene todo dentro. Cabálgame, preciosa.
Y mi sobrina se puso lenta pero morbosamente a cabalgar el pollón de Álvaro. Muy suave, Teresa empezó a subir y a bajar, haciendo aparecer y desaparecer la polla de Álvaro mientras Ernesto y yo le comíamos las tetas, Julio le daba de mamar y Ricardo le masturbaba el clítoris con brío.

Casa vez que Teresa subía y volvía a caer sobre la polla de Álvaro, sus berridos eran increíbles, pero más lo pasaron a ser cuando Álvaro la agarró de las tetas e hizo que Teresa inclinara su espalda sobre el pecho de Álvaro.

En ese momento, mi sobrina estaba totalmente ofrecida. La invitación estaba lanzada, y no tardó Julio en decir:
  • Uf, estoy hay que aprovecharlo y disfrutarlo.
Se puso un preservativo de inmediato, se subió a la cama y apuntando al coño de Teresa, lentamente (la verdad es que todos se estaban portando de modo extraordinario con ella, haciendo lento y con cuidado el comienzo de cada penetración) entró en ella, que ahora sí ya no sentía dolor, solo placer.

Tanto placer sentía que dejó de ser la chica recatada para gritar:
  • Síiiii, me encantaaa cómo me FOLLÁIS, no paréis, por favooor.
Julio y Álvaro no tardaron en tomar buena nota y, rítmicamente, empezaron a moverse dentro del coño y del culo de mi sobrina. Tampoco tardamos los demás en tomar posiciones, y, de este modo, Ricardo y yo nos pusimos a los lados para comerle las tetas mientras ella nos masturbaba, y Ernesto se subió a la cama para poner su polla en la boca de Teresa y empezar a follársela también intensamente (más de lo que yo lo había hecho nunca), algo que ella no solo no rechazó sino que entre arcada y arcada y con la cara llena de sus propias babas, gritaba:
  • Uffff, síiiiii, esto es lo que quiero, hacedme vuestraaaaa.
Imposible describir la imagen. Imposible.

Era mi sobrina Teresa, 19 años. A la que conocía desde que tenía 6 años. A la que había visto crecer, pasar de niña a adolescente. A la que siempre había visto y mimado como lo que era, una chica sencilla, tímida, tradicional en el vestir, de ir a misa los domingos con sus padres...

Pues todo esto, en ese momento, no era incompatible con verla así, empalada por 5 pollas de 5 hombres maduros. Gritando, berreando, aullando. Corriéndose sin descanso y pidiendo más.

Pues tuvo más. Nuestro aguante no era como el de hacia 20 años, pero como la experiencia es un grado, nos fuimos turnando para tener ocupados siempre sus agujeros y no llegar a corrernos, incluso poder tomar un respiro.

Como era más cómodo para todos, empezando por ella, cuando Álvaro y Julio se detuvieron en esta primera doble penetración, yo me tumbé en el lugar de Álvaro y le pedí a mi sobrina que me cabalgara pero de frente, por su coño, así podría abrazarla y dejar expuestos su culo y si boca de manera más fácil para el resto de hombres.

Así lo hizo, y cuando la atraje hacia mí le dije:
  • No te voy a preguntar si estás bien, jejeje.
  • Madre mía, tío, no puede haber placer más grande en la vida, gracias por haberme enseñado todo esto -me dijo justo antes de besarme.
De inmediato, nuestros amigos ocuparon su culo y su boca, y los otros dos le dieron sus pollas para ser masturbadas.

Teresa ahogaba sus berridos con las pollas que iban follándole la garganta (todos lo hicimos), de igual modo que todos también pasamos por su coño, culo, y manos.

Y esto fue así hasta que fuimos cayendo de cansancio y de ganas de corrernos.

El primero que se corrió fue Julio, y lo hizo mientras Teresa le masturbaba, así que echó su leche sobre la espalda de mi sobrina.

El siguiente en terminar fue Ricardo, quien en ese momento estaba follando el coño de Teresa, así que, al no darle tiempo a sacar su polla para correrse en el cuerpo de mi sobrina, entre bufidos descargó su leche dentro del preservativo.

Álvaro estaba en ese momento taladrando el culo de Teresa, y pocos segundos después de sentir que Ricardo se corría en su coño, él bufó como un toro y gritó:
  • Te voy a llenar el culo con mi leche, me corrooooo.
  • Joderrrr, me estás inundando, qué corrida! -dijo Teresa mientras ella también llegaba al orgasmo.
Solo quedábamos Ernesto (que había aguantado más debido a su corrida en la terraza) y yo (que había tardado más en sumarme a la fiesta), así que se me ocurrió ayudar a Teresa (que estaba empapada de sudor y con restos de la leche de Julio en la espalda y la de Álvaro saliendo de su culo, que estaba muy abierto) a bajar de la cama, ponerla de rodillas en el suelo y pedirle que nos sacara la leche a los dos para echarla sobre sus tetas.

Mi sobrina, agotada pero con una caras de felicidad y de placer como jamás le había visto a ninguna otra mujer, cogió nuestras empapadas pollas y fue masturbándonos y mamándonoslas alternativamente, con el morbo añadido de que lo hacía mirándonos a los ojos.

No tardó apenas en hacernos estallar, y primero yo y casi de inmediato Ernesto descargamos nuestra leche sobre las tetas de Teresa.

Ella sonrió satisfecha y, mirándonos uno a uno con una sonrisa de picaresca total, dijo:
  • No me puedo creer que haya pasado esto.
  • Ha pasado, y has acabado con todos -dijo Ricardo riendo, y añadió: Bendita juventud.
Todos reímos. Yo ayudé a levantarse a mi sobrina y no pude menos que darle las gracias y, a continuación, fundirme en un beso con ella, beso que fue correspondido por su parte, tras el cual me dijo:
  • Gracias a ti por esta experiencia tan maravillosa. Y gracias a vosotros -dijo mirando a los demás- por haberme tratado como lo habéis hecho.
  • Los afortunados hemos sido nosotros -dijo Julio-, yo jamás soñé tener un encuentro sexual así, y menos con una chica como tú, de tu edad. Ha sido la caña.
  • Estoy de acuerdo -añadió Álvaro-, a mí no me ha costado nada ser menos dominante y cañero de lo que lo suelo ser, pero es que contigo todo ha sido muy fácil, muy sencillo, muy natural.
  • Ya os dije que esta preciosidad era distinta, de ahí mi insistencia en que fuéramos todos respetuosos con ella -dijo Ricardo.
  • Pues lo habéis sido, y mucho -dijo Teresa-. Es más, en algún momento en que habéis sido más cañeros, no habéis tardado en dejar de serlo, y eso me ha encantado. Aunque debo decir que también me estaba encantando cuando me estábais follando la boca, para qué engañaros -añadió con una sonrisa.
  • Jajaja, está bien saberlo, por si hay una próxima vez -terminé diciendo yo-.
Eran casi las 2 de la tarde.

Seguimos hablando todos de todo un poco unos minutos, hasta que Teresa dijo que necesitaría lavarse o ducharse. Álvaro le ofreció la ducha de la misma habitación donde estábamos, y tanto él como Julio decidieron darse un baño en la piscina.

Por su parte, Ernesto dijo que él debía volver a casa, algo que también iba a hacer Julio en cuanto saliera de la piscina.

Álvaro nos invitó a quedarnos a comer a Teresa, a Ricardo y a mí.

Ricardo aceptó de inmediato, y Teresa (que, como comenté, ya había dicho en su casa que comería con una amiga) también aceptó, con lo que, tras despedirnos amable y efusivamente (sobre todo Teresa, que les despidió con un morreo a cada uno) de Julio y de Ernesto, Álvaro preparó unas ensaladas y un poco de pasta, regado todo ello con un rico vino tinto, y nos pusimos a comer en la terraza.

Casi dos horas estuvimos disfrutando de la comida (que estaba deliciosa), del solecito, de una conversación la mar de animada (sin casi mencionar nada de sexo), de unos riquísimos cafés con hielo...

En una de estas idas y venidas a la cocina para traer y llevar cosas, Ricardo y yo nos ofrecimos a echar una mano para terminar de recoger todo. Llevamos las cosas a la cocina, y colocamos lo que pudimos y supimos mientras hablábamos de la extraordinaria experiencia que habíamos tenido.

Aunque él ya sabía que Álvaro, Julio y Ernesto eran hombres de los que fiarse, ambos coincidimos en que la experiencia había resultado mucho mejor de lo que habríamos podido imaginar, y también coincidimos en que, si Teresa quería, era algo que habría que volver a repetir.

Fuimos de nuevo hacia la terraza, y antes de salir a la misma desde la habitación, ambos nos quedamos parados por lo que vimos:

Teresa estaba sentada encima de las gordas piernas de Álvaro. Con la parte de arriba quitada, esto es, con las tetas al aire, y él estaba comiéndoselas con gusto mientras le metía dos de sus dedos en la boca, haciendo que ella los chupase como si fuese una polla, gimiendo de placer.

No hizo falta que Ricardo y yo nos dijéramos nada. Ni se nos ocurría romper ese momento, nos quedamos quietos donde estábamos para ver qué sucedía.

Y lo que sucedió fue que, tras comerle Álvaro las tetas a mi sobrina, la hizo sentarse en la silla tras levantarse él, no sin antes quitarle a ella la parte de abajo del bikini; entonces Álvaro se bajó un poco el bañador y su polla salió disparada, estaba de nuevo dispuesta, diciéndole:
  • Te gusta?
  • Ya sabes que me tiene hipnotizada -respondió Teresa.
  • Pues quitame el bañador y prepárate.
Teresa le hizo caso y le quitó del todo el bañador. Él se acercó a ella, le cogió del pelo como si fuera una coleta y, cogiéndose la polla con la otra mano, apuntó a la boca de mi sobrina.
  • Abre bien la boca, que la voy a a hacer mía -dijo Álvaro.
Lo que tardó Teresa en abrir la boca fue lo que tardó Álvaro en hundir su polla hasta la garganta de ella. Él nos había visto ya tras los estores de la habitación, y sin dejar de mirarnos y estirando de la coleta de mi sobrina, comenzó a follarle la boca despacio.

Ella abría la boca todo lo que podía para poder tragar esa seta, y tal y como había hecho por la mañana en la hamaca, finalmente consiguió tragársela.

Eso lo aprovechó Álvaro para empezar a darle más duro con su polla, haciendo que Teresa sonara como si estuviera haciendo gárgaras, como si estuviera atragantándose, pero con la particularidad de que ella había puesto las manos en el culo de Álvaro, invitándole a que él siguiera follándole fuerte la boca.
  • Arrrggg, así me gusta, aguanta, que lo estás haciendo muy bien -dijo Álvaro.
Esto lo decía mientras jugaba con los pezones de Teresa, llegando incluso a azotarlos un poco, a palmearlos duro con sus manazas, y cada vez que hacía esto Teresa gemía mezcla de (dicho por ella después) un poco de dolor y, sobre todo, mucho placer.

Cuando él se cansó, sacó su pollón de la boca de Teresa, que gemía incansablemente mientras las babas y la saliva bañaban su barbilla y llegaban por su cuello hasta sus tetas.

Álvaro recogió esa baba con sus manazas y le metió los dedos salivados en la boca de Teresa, que no los rechazó sino que los lamió como si le fuera la vida en ello.
  • Uf, eres increíble, cómo tragas -le dijo, añadiendo: Quieres que te folle?
  • Síiiii, por favor, quiero sentirte -respondió mi sobrina.
  • Pues a ver si estos chicos que nos están mirando desde hace rato hacen el favor de traerme un preservativo -dijo sonriendo mientras señalaba hacia donde estábamos.
Teresa giró la cabeza sonriendo, diciendo:
  • Ya decía yo que tardábais mucho.
  • No mientas que ni te acordabas de nosotros con esa monstruosidad en la boca -dije yo riendo mientras acercaba los preservativos a Álvaro.
  • Bueno, también es verdad -se rió Teresa haciendo que los demás también nos sonriéramos.
  • Queréis uniros? -preguntó Álvaro.
  • No, en absoluto -contesté yo-, vosotros habéis empezado solos y termináis solos, me encantará veros.
  • Yo también disfrutaré viéndoos, no estoy para muchos más trotes -dijo Ricardo.
  • Estos chicos no tienen nada de aguante, son unos flojos -dijo Álvaro entre carcajadas dirigiéndose a Teresa, añadiendo: Ven, vamos a la hamaca.
Como dos adolescentes, Teresa, mi sobrina, de 19 años, fue de la mano de Álvaro, 64 años, desnudos los dos, hasta la hamaca, donde la hizo tumbarse boca arriba.

Entonces él se puso el preservativo, separó las piernas de Teresa, dejándolas caer a cada lado de la hamaca y, tumbándose sobre ella, le clavó la polla hasta los huevos, haciendo que Teresa aullara de placer:
  • Ayyyy, qué gusto, por Diosssss, si es que me llenas tantooooo.
Álvaro tenía tumbados sus casi 100 kgs sobre el cuerpo delgado de mi sobrina, sin dejar de morrearse, pero no la aplastaba porque él apoyaba sus manos sobre los bordes de la misma, lo que también le servía de apoyo e impulso para montarla a destajo.

Ricardo y yo estábamos sentados en las sillas junto a la mesita, y desde ahí escuchábamos el "chof chof" de la polla de Álvaro entrando y saliendo con energía del coño encharcadísimo de Teresa, la cual chillaba cada vez que esa polla se instalaba dentro de ella hasta los huevos.

Después de casi 5 minutos sin parar de montar a mi sobrina, Álvaro dijo:
  • Joder, no me va a dar tiempo a follarte otra vez el culo, me voy a correr enseguida.
  • Pues no pares, por favorrr, sigueeeee.
Él aceleró un poco más el ritmo, hasta que bramó:
  • Qué maravilla es follarte, me corrooooo.
  • Yo tambiéennnn, jodeeerrr -berreó también Teresa.
Los dos estaban espasmódicos, se agitaban de placer, gemían, gritaban y bufaban, y todo sin dejar de besarse.

Poco a poco, sin prisas, fueron recuperando el aliento y casi el sentido, y poco a poco también fue Alvaro saliendo del cuerpo de mi sobrina. Una vez que lo hizo, se sentó junto a ella (que seguía tumbada y aún gimiendo un poco), se quitó el preservativo, al que le hizo un nudo, y le dijo a Teresa:
  • Puedo pedirte un favor?
  • Dime, a ver si puedo ayudarte -respondió ella.
  • Ya sé que nunca has tragado una corrida, por eso ninguno de nosotros te lo ha propuesto hoy. Pero nos dijo tu tío que si habías probado el sabor del semen y que no te había disgustado. Es así?
  • Sí, así es.
  • Por eso... No sé si te apetecería limpiarme ahora la polla con tu lengua. Sería más o menos como lo que hiciste con tu tío.
Mi sobrina me miró, y no hizo falta que dijera o preguntara nada. Antes de eso, le dije:
  • Si te apetece hacerlo, adelante.
  • Pero nunca te lo he hecho a ti -me dijo Teresa.
  • Da igual, yo lo que quiero es que disfrutes, ya habrá oportunidad de que me lo hagas. Adelante, saboréalo -le pedí yo.
Sin decir nada más, Teresa se incorporó, y Álvaro entonces se tumbó boca arriba en su lugar, dejando vía libre a Teresa para que jugara con su polla a placer.

Ella cogió esa polla morcillona por el tronco, masajeando sus huevazos, para enseguida lamerla de abajo a arriba hasta llegar al gordo capullo, el cual también lamió y terminó engullendo.
  • Te gusta? -le preguntó Teresa a Álvaro.
  • Me tienes loco -respondió él antes de preguntarle: Y a ti, te gusta el sabor?
  • Ya le dije a mi tío que el suyo no me desagradó, que era algo salado, y este es parecido -respondió mi sobrina.
  • Pues la estás dejando impoluta -dijo Álvaro.
Teresa siguió lamiendo y limpiando esa polla unos minutos más, hasta que se incorporó mientas seguía acariciando la polla de Álvaro, el cual se incorporó también y, besándola, le dijo:
  • Gracias por este día tan especial.
  • Gracias a ti y a vosotros -dijo Teresa-.
Se levantaron, y vinieron de la mano hasta donde estábamos nosotros, que no habíamos quitado el ojo de lo que había pasado.

Ricardo y yo también besamos a Teresa. La mimamos, la cuidamos y, tras volver a disfrutar de la tranquilidad del lugar y satisfechos todos por lo que había pasado allí, a las 18 horas tomamos rumbo a Madrid no sin antes despedirnos afectuosamente de Ricardo (que se quedaba un rato más allí con Álvaro) y de Álvaro.

Ya en el coche, le pregunté a Teresa cómo estaba, cómo se sentía, y su única respuesta antes de quedarse adormilada en el asiento del copiloto fue:
  • Feliz, muy feliz.
Esta vez la llevé hasta cerca de su casa, donde nos besamos antes de despedirnos dándonos de nuevo las gracias mutuamente.

Yo me fui a casa intentado asimilar lo que había ocurrido, que había sido mucho y maravilloso.

Espero no haber resultado tedioso o aburrido. He intentado contar cada detalle de lo que aquel día sucedió.

Lo próximo lo contaré, como siempre, en cuanto me sea posible.

Gracias.
Alberto.
Espectacular, increíblemente sensual y haces q me imaginé la escena. Parece q estoy viendo a Teresa empalada x los cinco. Un relato brutal y maravilloso. Ole, ole y ole. Contado con todo lujo de detalles. Enhorabuena Alberto.
 
Espectacular, increíblemente sensual y haces q me imaginé la escena. Parece q estoy viendo a Teresa empalada x los cinco. Un relato brutal y maravilloso. Ole, ole y ole. Contado con todo lujo de detalles. Enhorabuena Alberto.
He intentado no olvidarme de nada. Como ha sido hace menos de dos meses, los recuerdos están más frescos.
Muchas gracias por tus siempre animosas palabras, @fernando55 .
Un placer.
 
Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todos.

El relato de hoy será bastante extenso, sin duda el de mayor extensión de los que os he hecho llegar. Os pido perdón por si llegase a resultar tedioso, pero creo que la ocasión merece la pena ser contada de una sola vez, sin dejar nada para otro día.

Viernes 29 de mayo. Ese día quedará grabado a fuego por siempre. Ahora sabréis por qué.

Antes de llegar a ese día y si recordáis, lo último que relaté fue el encuentro del miércoles 7 de mayo en casa de mi sobrina. Encuentro en el que disfrutamos al máximo tanto follando como haciendo el amor, y que terminó con Teresa lamiendo su dedo manchado con mi corrida (que había caído parte en sus tetas y un poco en su barbilla).

Tras aquel extraordinario encuentro, y dado que Teresa había dejado claro que no le importaba nada volver a dejarse sorprender, esta vez sí que tenía claro que la próxima vez que quedásemos seríamos tres.

Hablé con Ricardo el viernes de la misma semana, esto es, el viernes 9 de mayo, para saber si su deseo y su disponibilidad seguían en pie. A ambas preguntas respondió que sí entusiasmado, añadiendo que estaba deseando volver a disfrutar con Teresa y conmigo.

Charlamos unos minutos acerca de lo que había pasado últimamente con Teresa, las conversaciones que había mantenido con ella... Y al mencionarle que ella se prestaba a seguir siendo sorprendida, Ricardo me dijo:
  • Pues eso es un filón.
  • Ya lo sé -le dije yo-, las perversidades que se me ocurren desde que me lo dijo son infinitas.
  • Ya me imagino -comentó Ricardo-, por ejemplo?
  • Pues por ejemplo -le dije sinceramente-, todo el rato me imagino a Teresa en un gangbang, siendo el centro de placer de, al menos, cuatro hombres.
  • Ufff, eso sería increíble -comentó excitado Ricardo-, y encima podría hacerse.
  • Qué quieres decir? -le pregunté.
  • Que si quieres intentar algo así, yo podría ayudarte, siempre que me dejes participar, claro, jajajaja.
  • Jajajaja, ya sabes que eres el número uno... Cuenta, cuenta -yo estaba empezando a ponerme cardiaco-.
  • Bueno -dijo Ricardo-, igual que tú has contado conmigo para el trío con Teresa, yo sigo conservando algunos amigos/conocidos de la época en que teníamos sexo con mi mujer. Y estoy seguro de que más de uno estaría encantado de poder follarse a tu sobrina en grupo.
  • Joder -yo estaba que me subía por las paredes de la excitación-, pues no seré yo quien te impida que les contactes, eso sí sin ningún compromiso, y vemos qué se podría hacer. Pero con dos premisas: que sean formales y discretos como tú; y que como ya los conoces y los has visto desnudos, si pueden estar al menos tan bien dotados como tú, mejor.
  • Jejeje, dalo por hecho. Me pongo a ello y en cuanto tenga algo, te aviso -terminó diciendo Ricardo-. Esto promete.
  • Caray si promete, creo que voy a estar empalmado sin remedio hasta ese día si es que llega, jajaja -terminé diciendo yo-.
Nos despedimos afablemente y, desde ese instante, yo ya era una olla a presión. Era incapaz de imaginarme lo que podía llegar a pasar y eso me ponía cardíaco.

Así pasé el fin de semana, y el domingo 11 de mayo por la noche recibí un mensaje de Ricardo en el que me decía que había hablado con varios amigos y tenía dos o tres candidatos perfectos.

A mí me dio un vuelco el corazón, y más aún cuando, tras pedirle que me hablara un poco de ellos, me los describió:
  • Ernesto, 58 años. 1.76, complexión fuerte, pelo cortado al 1. Dotado más o menos como Ricardo.
  • Julio, 61 años. 1.70, constitución normal, pelo rapado, perilla canosa. Muy bien dotado, 20 cms., y grosor considerable.
  • Álvaro, 64 años. 1.80, tipo osazo, gordo, muy velludo, con pelo corto teñido y barba poblada entre gris y blanca. Polla no tan larga como las de los demás, pero muy muy gorda y con un capullo como una seta y los huevos como pelotas de tenis.
Cuando terminó de describírmelos (lo hizo tan detalladamente porque, en su momento, Ricardo y su mujer habían tenido sexo con cada uno de ellos) yo tenía una doble sensación: la de si tres hombres más Ricardo más yo mismo, esto es, en total, 5 hombres, no serían demasiados; y la de que, ya puestos, mejor algo a lo grande.

Y decidí que fuera a lo grande. Le pedí a Ricardo que creara un grupo de W para así hablar todos y ponernos de acuerdo. Así lo hizo, y la noche siguiente (la del lunes 12 de mayo) coincidimos los 5 hombres hablando de Teresa. Pude ver sus fotos, pude ver sus pollas, pude escucharles en audios y, finalmente, pude estar seguro de que ellos serían los "elegidos".

Con las premisas claras (el uso del preservativo para el sexo vaginal; el respeto absoluto a Teresa en todo lo que quisiera y, sobre todo, lo que no quisiera; etc.), solo faltaba no tanto elegir el día sino cómo poder hacerlo.

Se plantearon varias alternativas, pero la que más me terminó gustando (por el morbo que podía suponer) era la del ofrecimiento de Álvaro de ir a un chalet con piscina que tenía en Aranjuez (que está a unos 55 kms. de Madrid capital).

El inconveniente de esto era que, dada la distancia desde Madrid (sobre todo, desde la casa de mi sobrina), estaría muy bien que se pudiese estar allí más allá de la hora hasta la que solíamos quedar Teresa y yo; esto es, estaría muy bien que al menos se pudiese quedar hasta, cuanto menos, la hora de comer.

Yo no podía prometerles nada, porque dependía de ella, así que, mirando el tiempo de las siguientes semanas y dado que la última semana de mayo iba a hacer un calor importante, decidimos que, si Teresa podía, intentaríamos quedar en esa semana, así también se podría usar la piscina, algo que podía dar mucho juego.

Hablamos de varias cosas más, entre ellas cómo dar el paso una vez que estuviéramos en el chalet, y convenimos en que yo les escribiría cuando Teresa me dijese algo.

No tardé en escribir a mi sobrina a la mañana siguiente, la del martes 13 de mayo, y hablando de cuándo podríamos quedar, le comenté que Ricardo me había dicho que tenía un chalet con piscina en Aranjuez y que nos invitaba a pasar una mañana o medio día allí. Que había visto que la última semana de mayo iba a hacer calor y que estaría genial poder inaugurar la temporada de baños.

A Teresa le pareció una muy buena idea, así que le dije que mirase qué día podría venirle bien para así decírselo a Ricardo. Me pidió esperar a la noche para confirmármelo, y efectivamente esa misma noche me dijo que le vendría bien quedar el viernes 29 de mayo. Que tenía clases pero como ya habría hecho los exámenes no era tan necesario que fuera a clase, y que le diría a sus padres que ese día quedaría con sus amigas de la universidad a comer.

Yo disimulé mi excitación y le dije que perfecto, que se lo diría a Ricardo. Antes de hacer eso, de decírselo a Ricardo, me aseguré al día siguiente de poder pedirme libre en el trabajo el viernes 29 de mayo, cosa que conseguí.

Hecho esto, escribí en el grupo de W para hacerles saber que Teresa podría quedar el viernes 29 y que, además, podría llegar a ser incluso hasta después de comer.

Todos se pusieron muy contentos y solo Julio (el único que aún trabajaba, pues los demás ya estaban prejubilados) tardó un día en confirmar que ese día estaría disponible como los demás.

Todos contentos, reconfirmamos lo que habíamos pensado y planeado días antes, y la noche del 28 de mayo volvimos a poner sobre la mesa nuestras ideas, que podrían llevarse a la práctica o no en virtud de la respuesta de Teresa.

Con mi sobrina había hablado esa mañana, la del 28 de mayo, para confirmar la cita del día siguiente: La recogería en la salida del metro Colombia sobre las 10 horas. Ah, y le recordé que no olvidara el bañador. Ella sonrió y dijo que en ese momento ya lo iba a guardar en el bolso. Y añadió que no era bañador sino bikini.

Esa noche me costó dormir, me costó levantarme, me costó hacer caso a mis hijos... Todo me costaba porque solo estaba pensando en Teresa, en Aranjuez, en los 5 hombres...

A las 10 en punto ya estaba yo junto al metro Colombia, avisando a Teresa de mi posición. Ella llegó sobre las 10.10 horas. Estaba preciosa, con su pelo largo, una camiseta blanca de manga corta, un pantalón vaquero y unas converse rojas.

Nos fundimos en un beso y partimos rumbo a Aranjuez. Allí ya estaría esperando Ricardo en el chalet (yo puse la dirección en el navegador).
  • Con ganas? -le pregunté a Teresa.
  • Nerviosilla como siempre, ya sabes -me respondió ella-, pero con muchas ganas de repetir lo de aquel día. Y además si hay piscina, pues día perfecto.
  • Claro que sí, seguro que lo pasaremos genial -le djje yo.
Seguimos hablando un poco de todo (pero casi nada de sexo), e hicimos los casi 60 kms. de recorrido sin apenas darnos cuenta, llegando al chalet casi a las 11 horas.

Aparcamos en la puerta, llamamos al timbre y al minuto nos abrió Ricardo, vestido con un bañador y una camiseta negra.

Nos recibió efusivamente y nos hizo pasar a la casa. El chalet era amplio, de dos plantas. Nada más entrar, a la derecha estaba la cocina y a la izquierda un salón enorme con dos sofás muy grandes. A continuación, todo era un pasillo en línea recta hasta el final, encontrando a la derecha un baño y una habitación, y a la izquierda las escaleras al primer piso y la habitación grande (con baño en suite) al fondo.

Y en esa habitación había un ventanal con puerta que daba directamente a la parte de atrás de la casa, donde estaban la terraza y la piscina.

Ricardo, además de tres hamacas y colchonetas en el suelo del jardín (que luego supimos que habían preparado estratégicamente entre todos los hombres) tenía preparadas unas viandas en una mesita con sillas, y nos dijo que por qué no nos poníamos el bañador mientras él traía las bebidas.

Así lo hicimos. Yo me puse mi bañador (guardando en uno de los bolsillos la caja de preservativos preparada para lo que pudiera pasar) y una camiseta, y Teresa un bikini que yo ya conocía y que le quedaba genial, poniéndose encima su camiseta.

Salimos a la terraza, tomamos algo, charlamos de todo un poco y entonces Ricardo le dijo a Teresa que si le apetecía darse un baño en la piscina, que él se iba a meter.

Los 32 grados que pegaban fuerte ese día, unidos a lo mucho que le gusta a Teresa la piscina, la playa..., hicieron que ella aceptase y mientras Ricardo iba a la cocina a dejar las cosas (y a avisar a Ernesto, a Julio y a Álvaro, que estaban -como luego nos contaron- en el despacho de Álvaro de la primera planta-), Teresa se quitó la camiseta y se metió en el agua.

Nadó un poco, buceó un rato, y en cuanto Ricardo volvió, él no tardó en meterse también en el agua. Me invitaron a acompañarles, pero yo estaba tan caliente que solo quería quedarme ahí fuera a mirar y a esperar a lo que pudiera pasar.

Una vez los dos en el agua, y después de que cada uno siguiese haciendo sus propios ejercicios, Ricardo no tardó en acercarse a Teresa y, entre intentos de aguadillas y chapoteos varios, terminaron enganchados en un morbosísimo morreo.

Se comían la boca con deseo, y Ricardo no tardó en quitarle la parte superior del bikini a Teresa y devorar sus tetas y sus pezones. Mi sobrina comenzó a gemir, y más lo hizo cuando la braga de su bikini apareció flotando y una de las manos de Ricardo desapareció bajo el agua.

Empezó a masturbar a Teresa, y debía hacerlo tan intensamente que ella le mordía el cuello y le berreaba:
  • Me encantassss. Joder, cómo me vuelves loca, Ricardo.
Él no dijo nada, solo siguió masturbándola durante unos minutos, provocando que ella se corriera entre berridos varias veces más.

Cuando él lo decidió, se quitó su bañador y, sentándose en el borde de la piscina, le dijo a mi sobrina:
  • Ya sabes lo que tienes que hacer.
Teresa no podía quitar el ojo de esa polla que le estaba apuntando, y no tardó en comenzar a hacerle una mamada lenta, disfrutona...

En ese momento aparecieron Ernesto, Julio y Álvaro junto a mí en la terraza, en silencio, los tres en bañador; sin decir nada se sentaron a observar la mamada de Teresa (que estaba de espaldas a nosotros) a Ricardo. Este, que ya habia visto a sus amigos, les hizo un gesto para que se acercasen.

Y ellos, quitándose los bañadores y dejando ver sus pollones (el de Álvaro, sin ser el más grande, era sencillamente espectacular por su grosor), se metieron en el agua.

Cuando Teresa escuchó el chapoteo a sus espaldas, se giró y, al ver a esos tres hombres acercarse a ella, me miró y me dijo:
  • Y esto?
  • Solo relájate y disfruta, mi niña -fue lo único que le dije.
No hubo tiempo para decir más. Los tres hombres ya estaban a su lado, y muy suavemente comenzaron a acariciarla, a besarla, a decirle que ese iba a ser el mejor día de su vida...

Teresa solo tenía los ojos cerrados y se dejaba hacer, pero en cuanto Ernesto y Julio se adueñaron de sus tetas y Álvaro, desde detrás de ella, llevó su mano a su coño y empezó a masturbarla, mi sobrina perdió el sentido y toda vergüenza, pues sus berridos superaban cualquier otro anterior y, como ya había podido comprobar el tamaño de las pollas de esos hombres (la de Álvaro porque la tenía pegada a su culo y las de los otros dos porque las estaba acariciando), lo único que acertó a decir fue:
  • Dios mío, me vais a matar con estos tamaños.
  • Te vamos a matar de placer -dijo Ricardo, bajando del borde de la piscina y sumándose a los demás hombres.
Fue entonces Julio, que era uno de los que le estaba comiendo las tetas a Teresa, quien dijo:
  • Cogedla en volandas, que quiero ver y probar su coño.
Entre los otros tres hombres, recostaron a Teresa sobre el pecho de Álvaro mientras Ernesto y Ricardo sujetaban sus piernas estiradas, las cuales abrió Julio diciendo:
  • Dios, qué delicia de coño peludo.
De inmediato, Julio se lanzó sobre él a devorarlo, provocando el placer inmediato de Teresa, placer que se multiplicó cuando Ernesto y Ricardo, aprovechando su colocación, inclinaron sus cabezas para comerle las tetas entre los dos.

Los berridos de Teresa fueron en aumento, y esto fue así durante los bastantes minutos que duró esta situación, en la que todos los hombres se turnaron para poder disfrutar del coño de Teresa, el cual lamieron, besaron y penetraron con sus dedos, penetración que se hizo extensiva también al culo, sobre todo en el caso de Ricardo y Alfredo, el último en disfrutarla y quien con más energía le penetró coño y culo a la vez con sus dedos.

Tras la enésima corrida de Teresa, Ricardo propuso salir de la piscina y dejarla descansar. Todos aceptaron, y ayudaron a salir de la piscina a Teresa sin dejar de sobarla.

Antes de estirarse en una de las hamacas, mi sobrina me miró sonriendo y me dijo:
  • Estás satisfecho?
  • Jejeje, yo si, pero la que tiene que estar satisfecha eres tú -le respondí.
  • Creo que ya has visto que lo estoy, y mucho -me dijo antes de tumbarse boca arriba en la hamaca.
Los cuatro hombres, desnudos y con sus pollas muy firmes, se sentaron en el resto de hamacas y en las sillas junto a las víandas, y mientras comentaban lo maravilloso que era poder disfrutar de un cuerpo como el de Teresa, no dejaban de comérsela con la mirada.

Yo no tardé en dejar los preservativos encima de la mesa, a la vista, previniendo lo que podía pasar.

Y no tardó mucho Álvaro en dejar su bebida mientras decía:
  • Voy a ver si esta preciosidad tiene hambre.
Acercándose a Teresa, que seguía tumbada boca arriba y estaba con los ojos cerrados, Álvaro le dijo:
  • Te animas a probarla?
Mi sobrina abrió los ojos lentamente para abrirlos del todo cuando se encontró esa polla tan gorda y esos huevos colgando delante de su cara.
  • Uf, qué maravilla, pero no creo que me quepa en la boca -dijo ella.
  • Bueno, inténtalo, poco a poco, hasta donde puedas -le dijo Álvaro.
Y dicho esto, Teresa se incorporó un poco en la hamaca, quedando casi sentada en ella, y entonces Álvaro acercó su polla hasta la boca de mi sobrina. Ella comenzó a dar besos a esa seta que era el capullo de Álvaro, y los besos pasaron a ser lametones, y mientras Teresa lamía el capullo de Álvaro al tiempo le cogió los huevazos, tras lo cual no pudo evitar exclamar sonriendo:
  • Joder, si es que todo lo tienes enorme.
  • Más lo disfrutarás, querida -le dijo Álvaro, añadiendo firmemente: Sigue.
Teresa obedeció encantada y, poco a poco, empezó a encontrar el modo de disfrutar de ese pollón. Consiguió con mimo que parte del capullo le entrara en la boca, y mientras lo tragaba pajeaba el tronco.

Ernesto, Julio y Ricardo miraban fascinados la escena, masturbándose, hasta que Julio dijo:
  • No puedo aguantar más, yo tengo que probar esa boca.
Y dicho esto, se levantó en dirección a la hamaca, y Ernesto y Ricardo le siguieron.

Así, aún conservo como si fuera hoy la imagen siguiente: mi sobrina de 19 años sentada en la hamaca, desnuda; y cuatro hombres maduros dándole a mamar sus respectivas pollas, por no decir pollones.

Era maravilloso ver cómo, aun siendo una situación viciosa a más no poder, esos hombres la trataban con mimo (sin follarle la boca, diciéndole en todo momento lo bien que lo que estaba haciendo y lo afortunados que eran ellos...), mientras ella se afanaba en darles placer a todos, alternando mamadas a los cuatro y mientras tenía una polla en la boca masturbaba las demás indistintamente.

Ellos, además de decirle todo lo mencionado, no tenían las manos quietas, y aprovechaban para jugar con su pelo, apretar sus tetas...

...Hasta que Álvaro dijo:
  • No aguanto más, necesito follarte.
No hizo falta ni que se acercara a la mesa. Yo mismo le acerqué un preservativo. Me dio las gracias, y mientras se lo ponía le pidió a Teresa que se supiera a cuatro patas en la hamaca, mirando hacia donde yo estaba.

Teresa no tardó en colocarse así, y Ernesto, Julio y Ricardo se quedaron quietos durante los segundos que tardó Álvaro en darle unos golpes con la polla en el culo de mi sobrina y de inmediato, sin avisar pero muy lentamente, meter su pollón hasta los huevos en el coño de Teresa.
  • Aaaaaaahhhhh, qué es estoooo, Dioossss, es como una barra de hierro ardienteeeeee, qué gustooooooo -berreó ella descontrolada.
  • Joder, qué coño tan maravilloso -dijo Álvaro mientras empezaba a moverse, entrando y saliendo de él.
  • Ya os dije que difícilmente habíais probado algo así jamás -dijo Ricardo mientras acercaba de nuevo su polla a la boca de Teresa, algo que también hicieron los demás, añadiendo: Pues veréis cuando probéis ese culo.
Álvaro había cogido ritmo, y sus embestidas eran tremendas, y con cada empujón hacía que Teresa gritara y engullera las pollas de los demás hasta el fondo.

La secuencia era puro sexo. Por supuesto, no pude quedarme sentado, así que me quité el bañador, cogí los preservativos y me puse al lado pajeándome mientras Álvaro seguía empotrando a Teresa, Ricardo y Julio le daban de mamar y Ernesto se había metido debajo para jugar con sus tetas.

La visión de Álvaro, ese hombre que casi doblaba en envergadura a Teresa, hundiendo su rabazo en el coño de mi sobrina mientras él bufaba y ella se corría sin descanso, era increíble.

Así estuvieron un buen rato hasta que él dijo que necesitaba un descanso y un relevo, y uno por uno los cuatro amigos se fueron follando a Teresa mientras los demás le daban de mamar o, simplemente, miraban.

Cuando le tocó al último en follarla, que fue Ernesto, dijo que quería probar el culo de Teresa, así que se colocó tras ella y, tras pegarle una buena lamida a su culo, apuntó su firme polla y poco a poco la fue metiendo...

Los demás hombres, Ricardo incluído, que daban de mamar a Teresa, disfrutaban viendo cómo su amigo comenzó a moverse despacio en el culo de mi sobrina, la cual chillaba:
  • Oohhh, me encanta sentirte así, no pareesss.
  • Madre mía, qué maravilla de culo -dijo Ernesto-, estrecho y caliente como decías, Ricardo.
  • Es una bendición -apostilló Ricardo.
  • Joder, no sé si voy a poder aguantar más, pero me da igual, quiero correrme en tu culo, Teresa.
  • Sí, por favor, hazlo, quiero sentirte -suplicó mi sobrina.
A Ernesto no le hizo falta mucho más, y diez segundos después empezó a contraerse gritando:
  • Síiiii, Jodeeeer, me corrooooo.
  • Ahhhhh, cómo te siento, Dios mío, qué locura -gritó también Teresa sin dejar de mamar.
Ernesto mantuvo su polla durante un par de minutos dentro del culo de mi sobrina, hasta que fue relajándose y salió de su interior. De inmediato parte de su leche empezó a caer por los muslos de Teresa, y ella se dejó caer sobre la hamaca, le flaqueaban las piernas.

El resto de hombres, que estaban deseando igualmente probar su culo, determinaron que era momento de volver a descansar, sobre todo Teresa que estaba aguantando como una campeona.

Yo me acerqué a ella para limpiar un poco la leche que aún le salía del culo, y dándole un beso le pregunté qué tal estaba.
  • Tú qué crees? Sí estos caballeros me tienen bien servida -dijo sonriendo.
Todos reímos, y Ricardo dijo:
  • Y tú nos tienes salidos como adolescentes, vas a acabar con nosotros, jajajaja.
Las carcajadas fueron estruendosas, y solo podía estar feliz viendo cómo ese encuentro que podía haber resultado muy delicado estaba resultando ser algo muy especial, amén de muy morboso y vicioso.

Tomamos algo, todos desnudos, y pasados unos minutos y cuando Teresa se levantó para dejar en la mesa su vaso vacío, Julio la tomó de la mano y la sentó en su regazo, comenzando entonces a comerse la boca los dos sin descanso mientras él la masturbaba fuertemente, llegando a provocarle un squirt mientras ella volvía a dar alaridos de placer abrazada a él y los demás alucinaban con las continuas corridas de Teresa.

Ya repuestos, Álvaro propuso pasar a la habitación, coronada por una cama de 1,50 m en la que, una vez dentro, tumbaron a Teresa boca arriba con las piernas bien abiertas. Todos se quedaron admirando esa juvenil desnudez mientras se pajeaban, y ella dijo:
  • Qué estáis maquinando, que os temo?
  • Te lo digo yo sin tapujos? -le pregunté.
  • Por supuesto -contestó Teresa.
  • Creo que te van a rellenar por todos tus agujeros como a un pavo en Navidad -dije antes de soltar una carcajada que se hizo común entre todos, incluída Teresa, que añadió:
  • Pues no voy a poder caminar en varios días, pero sarna con gusto no pica -y dicho esto y tras volver todos a reírnos con su comentario...
... Aquello se convirtió en un "Todos para Teresa". La habitación olía a feromonas, a testosterona, a sexo, y más siguió oliendo cuando los cuatro hombres se repartieron el cuerpo de Teresa, ocupando uno de ellos su coño, el cual se dedicó a comer; otros dos, sus tetas, sobre todo jugando con sus pezones mientras mi sobrina les masturbaba; y el cuarto se puso de pie a la altura de la almohada y se agachó hasta poner su polla en la boca de Teresa.

Fueron unos minutos eternos en los que los hombres se fueron turnando en el cuerpo de Teresa sin dejarle descansar, haciendo que se corriera continuamente, ahogados sus berridos con sus pollas (una o incluso dos a la vez), pollas que pronto pasaron a follar a mi sobrina.

Fue Ricardo quien tomó las piernas de Teresa, las puso sobre sus hombros y tal y como había hecho Ernesto, apuntó a su culo y, ayudado por la leche de Ernesto que aún tenía mi sobrina en el culo, se la metió hasta los huevos, comenzando a embestirla mientras Julio la masturbaba y Álvaro y yo (Ernesto aún estaba recuperándose de la corrida y estaba allí mirando mientras se pajeaba) pellizcábamos sus duros pezones y le dábamos de mamar.

Ricardo no aguantó mucho así, pues dijo estar a punto de correrse y aún no quería hacerlo, así que fui hoy quien ocupé su lugar y con todo el morbo y el placer del mundo seguí follando ese culo empapado de sudor y leche mientras Teresa me gritaba:
  • Síiii, eso es, disfruta tú también conmigo, tío, jodeeeeeer, esto es maravillosoooo.
  • Pues ahora viene lo mejor, tesoro -le dije saliendo de su culo, invitándola a que se incorporase y diciéndole a Álvaro:
  • Quieres probar este culo?
  • Joder si quiero, muero por ello -dijo él.
  • Pues túmbate y prepárate.
Álvaro se tumbó boca arriba, con su pollón apuntando al techo. Y, cogiendo a Teresa de un brazo, le dije a Ernesto:
  • Me ayudas?
Todos ya sabíamos lo que iba a pasar, y aunque Teresa en ese momento no lo tenía claro, cuando entre Ernesto y yo la colocamos con el culo encima del rabo de Álvaro, mi sobrina dijo:
  • Ufff, esto me va a doler.
  • Seguro que no, tranquila -le dije yo-, y si te duele un poco haremos cuanto esté en nuestras manos para que se pase enseguida. Eres la mejor...
...Y dicho esto, Ernesto y yo la empezamos dejar caer sobre la seta de Álvaro. Nada más empezar a desaparecer, Teresa dijo:
  • Ayyyyyy, me duele un poco.
  • No te preocupes, esperamos, poquito a poco -le dije yo mientras Álvaro estaba deseando seguir y Ricardo y Julio miraban expectantes sin dejar de tocarse.
  • Es que es gordísima tu polla, Álvaro -le dijo mi sobrina.
  • Si logras que entre en ti, vas a tocar el cielo con las manos del placer que vas a sentir -contestó él.
  • Lo estoy deseando -replicó Teresa mientras se agachaba lentamente con la intención de volver a hacer desaparecer semejante polla en su culo.
  • Despacio, despacio -le dije a Teresa ayudado por Ernesto.
Muy lentamente y no sin algún quejido más, la seta de Álvaro empezó a desaparecer dentro del culo de mi sobrina, que cambió sus berridos por auténticos alaridos pero no de dolor sino de placer.
  • Aaaaaaahhhhhhhh, jodeeeeerr, me partes en dosssss, Diossss cómo te siento Alvaroooo.
  • Te duele? -le pregunté.
  • Síiiii, un poco, pero no quiero parar -respondió Teresa.
  • Pues sigue bajando despacio -le dije.
Julio y Ricardo se habían subido a la cama para comerle las tetas a Teresa y así aliviar sus molestias con el placer de sus pezones mordidos.
  • Uffffff, genial, cómo me gusta, chicos -dijo ella.
Y poco a poco casi sin darnos cuenta, el pollón de Álvaro ya estaba por completo dentro del culo de mi sobrina.
  • Esto no puede estar bien, tanto placer es imposibleeeee, joder me partes enteraaaa -aullaba Teresa.
  • Dios, esto es increíble -dijo Álvaro-, lo tiene todo dentro. Cabálgame, preciosa.
Y mi sobrina se puso lenta pero morbosamente a cabalgar el pollón de Álvaro. Muy suave, Teresa empezó a subir y a bajar, haciendo aparecer y desaparecer la polla de Álvaro mientras Ernesto y yo le comíamos las tetas, Julio le daba de mamar y Ricardo le masturbaba el clítoris con brío.

Casa vez que Teresa subía y volvía a caer sobre la polla de Álvaro, sus berridos eran increíbles, pero más lo pasaron a ser cuando Álvaro la agarró de las tetas e hizo que Teresa inclinara su espalda sobre el pecho de Álvaro.

En ese momento, mi sobrina estaba totalmente ofrecida. La invitación estaba lanzada, y no tardó Julio en decir:
  • Uf, estoy hay que aprovecharlo y disfrutarlo.
Se puso un preservativo de inmediato, se subió a la cama y apuntando al coño de Teresa, lentamente (la verdad es que todos se estaban portando de modo extraordinario con ella, haciendo lento y con cuidado el comienzo de cada penetración) entró en ella, que ahora sí ya no sentía dolor, solo placer.

Tanto placer sentía que dejó de ser la chica recatada para gritar:
  • Síiiii, me encantaaa cómo me FOLLÁIS, no paréis, por favooor.
Julio y Álvaro no tardaron en tomar buena nota y, rítmicamente, empezaron a moverse dentro del coño y del culo de mi sobrina. Tampoco tardamos los demás en tomar posiciones, y, de este modo, Ricardo y yo nos pusimos a los lados para comerle las tetas mientras ella nos masturbaba, y Ernesto se subió a la cama para poner su polla en la boca de Teresa y empezar a follársela también intensamente (más de lo que yo lo había hecho nunca), algo que ella no solo no rechazó sino que entre arcada y arcada y con la cara llena de sus propias babas, gritaba:
  • Uffff, síiiiii, esto es lo que quiero, hacedme vuestraaaaa.
Imposible describir la imagen. Imposible.

Era mi sobrina Teresa, 19 años. A la que conocía desde que tenía 6 años. A la que había visto crecer, pasar de niña a adolescente. A la que siempre había visto y mimado como lo que era, una chica sencilla, tímida, tradicional en el vestir, de ir a misa los domingos con sus padres...

Pues todo esto, en ese momento, no era incompatible con verla así, empalada por 5 pollas de 5 hombres maduros. Gritando, berreando, aullando. Corriéndose sin descanso y pidiendo más.

Pues tuvo más. Nuestro aguante no era como el de hacia 20 años, pero como la experiencia es un grado, nos fuimos turnando para tener ocupados siempre sus agujeros y no llegar a corrernos, incluso poder tomar un respiro.

Como era más cómodo para todos, empezando por ella, cuando Álvaro y Julio se detuvieron en esta primera doble penetración, yo me tumbé en el lugar de Álvaro y le pedí a mi sobrina que me cabalgara pero de frente, por su coño, así podría abrazarla y dejar expuestos su culo y si boca de manera más fácil para el resto de hombres.

Así lo hizo, y cuando la atraje hacia mí le dije:
  • No te voy a preguntar si estás bien, jejeje.
  • Madre mía, tío, no puede haber placer más grande en la vida, gracias por haberme enseñado todo esto -me dijo justo antes de besarme.
De inmediato, nuestros amigos ocuparon su culo y su boca, y los otros dos le dieron sus pollas para ser masturbadas.

Teresa ahogaba sus berridos con las pollas que iban follándole la garganta (todos lo hicimos), de igual modo que todos también pasamos por su coño, culo, y manos.

Y esto fue así hasta que fuimos cayendo de cansancio y de ganas de corrernos.

El primero que se corrió fue Julio, y lo hizo mientras Teresa le masturbaba, así que echó su leche sobre la espalda de mi sobrina.

El siguiente en terminar fue Ricardo, quien en ese momento estaba follando el coño de Teresa, así que, al no darle tiempo a sacar su polla para correrse en el cuerpo de mi sobrina, entre bufidos descargó su leche dentro del preservativo.

Álvaro estaba en ese momento taladrando el culo de Teresa, y pocos segundos después de sentir que Ricardo se corría en su coño, él bufó como un toro y gritó:
  • Te voy a llenar el culo con mi leche, me corrooooo.
  • Joderrrr, me estás inundando, qué corrida! -dijo Teresa mientras ella también llegaba al orgasmo.
Solo quedábamos Ernesto (que había aguantado más debido a su corrida en la terraza) y yo (que había tardado más en sumarme a la fiesta), así que se me ocurrió ayudar a Teresa (que estaba empapada de sudor y con restos de la leche de Julio en la espalda y la de Álvaro saliendo de su culo, que estaba muy abierto) a bajar de la cama, ponerla de rodillas en el suelo y pedirle que nos sacara la leche a los dos para echarla sobre sus tetas.

Mi sobrina, agotada pero con una caras de felicidad y de placer como jamás le había visto a ninguna otra mujer, cogió nuestras empapadas pollas y fue masturbándonos y mamándonoslas alternativamente, con el morbo añadido de que lo hacía mirándonos a los ojos.

No tardó apenas en hacernos estallar, y primero yo y casi de inmediato Ernesto descargamos nuestra leche sobre las tetas de Teresa.

Ella sonrió satisfecha y, mirándonos uno a uno con una sonrisa de picaresca total, dijo:
  • No me puedo creer que haya pasado esto.
  • Ha pasado, y has acabado con todos -dijo Ricardo riendo, y añadió: Bendita juventud.
Todos reímos. Yo ayudé a levantarse a mi sobrina y no pude menos que darle las gracias y, a continuación, fundirme en un beso con ella, beso que fue correspondido por su parte, tras el cual me dijo:
  • Gracias a ti por esta experiencia tan maravillosa. Y gracias a vosotros -dijo mirando a los demás- por haberme tratado como lo habéis hecho.
  • Los afortunados hemos sido nosotros -dijo Julio-, yo jamás soñé tener un encuentro sexual así, y menos con una chica como tú, de tu edad. Ha sido la caña.
  • Estoy de acuerdo -añadió Álvaro-, a mí no me ha costado nada ser menos dominante y cañero de lo que lo suelo ser, pero es que contigo todo ha sido muy fácil, muy sencillo, muy natural.
  • Ya os dije que esta preciosidad era distinta, de ahí mi insistencia en que fuéramos todos respetuosos con ella -dijo Ricardo.
  • Pues lo habéis sido, y mucho -dijo Teresa-. Es más, en algún momento en que habéis sido más cañeros, no habéis tardado en dejar de serlo, y eso me ha encantado. Aunque debo decir que también me estaba encantando cuando me estábais follando la boca, para qué engañaros -añadió con una sonrisa.
  • Jajaja, está bien saberlo, por si hay una próxima vez -terminé diciendo yo-.
Eran casi las 2 de la tarde.

Seguimos hablando todos de todo un poco unos minutos, hasta que Teresa dijo que necesitaría lavarse o ducharse. Álvaro le ofreció la ducha de la misma habitación donde estábamos, y tanto él como Julio decidieron darse un baño en la piscina.

Por su parte, Ernesto dijo que él debía volver a casa, algo que también iba a hacer Julio en cuanto saliera de la piscina.

Álvaro nos invitó a quedarnos a comer a Teresa, a Ricardo y a mí.

Ricardo aceptó de inmediato, y Teresa (que, como comenté, ya había dicho en su casa que comería con una amiga) también aceptó, con lo que, tras despedirnos amable y efusivamente (sobre todo Teresa, que les despidió con un morreo a cada uno) de Julio y de Ernesto, Álvaro preparó unas ensaladas y un poco de pasta, regado todo ello con un rico vino tinto, y nos pusimos a comer en la terraza.

Casi dos horas estuvimos disfrutando de la comida (que estaba deliciosa), del solecito, de una conversación la mar de animada (sin casi mencionar nada de sexo), de unos riquísimos cafés con hielo...

En una de estas idas y venidas a la cocina para traer y llevar cosas, Ricardo y yo nos ofrecimos a echar una mano para terminar de recoger todo. Llevamos las cosas a la cocina, y colocamos lo que pudimos y supimos mientras hablábamos de la extraordinaria experiencia que habíamos tenido.

Aunque él ya sabía que Álvaro, Julio y Ernesto eran hombres de los que fiarse, ambos coincidimos en que la experiencia había resultado mucho mejor de lo que habríamos podido imaginar, y también coincidimos en que, si Teresa quería, era algo que habría que volver a repetir.

Fuimos de nuevo hacia la terraza, y antes de salir a la misma desde la habitación, ambos nos quedamos parados por lo que vimos:

Teresa estaba sentada encima de las gordas piernas de Álvaro. Con la parte de arriba quitada, esto es, con las tetas al aire, y él estaba comiéndoselas con gusto mientras le metía dos de sus dedos en la boca, haciendo que ella los chupase como si fuese una polla, gimiendo de placer.

No hizo falta que Ricardo y yo nos dijéramos nada. Ni se nos ocurría romper ese momento, nos quedamos quietos donde estábamos para ver qué sucedía.

Y lo que sucedió fue que, tras comerle Álvaro las tetas a mi sobrina, la hizo sentarse en la silla tras levantarse él, no sin antes quitarle a ella la parte de abajo del bikini; entonces Álvaro se bajó un poco el bañador y su polla salió disparada, estaba de nuevo dispuesta, diciéndole:
  • Te gusta?
  • Ya sabes que me tiene hipnotizada -respondió Teresa.
  • Pues quitame el bañador y prepárate.
Teresa le hizo caso y le quitó del todo el bañador. Él se acercó a ella, le cogió del pelo como si fuera una coleta y, cogiéndose la polla con la otra mano, apuntó a la boca de mi sobrina.
  • Abre bien la boca, que la voy a a hacer mía -dijo Álvaro.
Lo que tardó Teresa en abrir la boca fue lo que tardó Álvaro en hundir su polla hasta la garganta de ella. Él nos había visto ya tras los estores de la habitación, y sin dejar de mirarnos y estirando de la coleta de mi sobrina, comenzó a follarle la boca despacio.

Ella abría la boca todo lo que podía para poder tragar esa seta, y tal y como había hecho por la mañana en la hamaca, finalmente consiguió tragársela.

Eso lo aprovechó Álvaro para empezar a darle más duro con su polla, haciendo que Teresa sonara como si estuviera haciendo gárgaras, como si estuviera atragantándose, pero con la particularidad de que ella había puesto las manos en el culo de Álvaro, invitándole a que él siguiera follándole fuerte la boca.
  • Arrrggg, así me gusta, aguanta, que lo estás haciendo muy bien -dijo Álvaro.
Esto lo decía mientras jugaba con los pezones de Teresa, llegando incluso a azotarlos un poco, a palmearlos duro con sus manazas, y cada vez que hacía esto Teresa gemía mezcla de (dicho por ella después) un poco de dolor y, sobre todo, mucho placer.

Cuando él se cansó, sacó su pollón de la boca de Teresa, que gemía incansablemente mientras las babas y la saliva bañaban su barbilla y llegaban por su cuello hasta sus tetas.

Álvaro recogió esa baba con sus manazas y le metió los dedos salivados en la boca de Teresa, que no los rechazó sino que los lamió como si le fuera la vida en ello.
  • Uf, eres increíble, cómo tragas -le dijo, añadiendo: Quieres que te folle?
  • Síiiii, por favor, quiero sentirte -respondió mi sobrina.
  • Pues a ver si estos chicos que nos están mirando desde hace rato hacen el favor de traerme un preservativo -dijo sonriendo mientras señalaba hacia donde estábamos.
Teresa giró la cabeza sonriendo, diciendo:
  • Ya decía yo que tardábais mucho.
  • No mientas que ni te acordabas de nosotros con esa monstruosidad en la boca -dije yo riendo mientras acercaba los preservativos a Álvaro.
  • Bueno, también es verdad -se rió Teresa haciendo que los demás también nos sonriéramos.
  • Queréis uniros? -preguntó Álvaro.
  • No, en absoluto -contesté yo-, vosotros habéis empezado solos y termináis solos, me encantará veros.
  • Yo también disfrutaré viéndoos, no estoy para muchos más trotes -dijo Ricardo.
  • Estos chicos no tienen nada de aguante, son unos flojos -dijo Álvaro entre carcajadas dirigiéndose a Teresa, añadiendo: Ven, vamos a la hamaca.
Como dos adolescentes, Teresa, mi sobrina, de 19 años, fue de la mano de Álvaro, 64 años, desnudos los dos, hasta la hamaca, donde la hizo tumbarse boca arriba.

Entonces él se puso el preservativo, separó las piernas de Teresa, dejándolas caer a cada lado de la hamaca y, tumbándose sobre ella, le clavó la polla hasta los huevos, haciendo que Teresa aullara de placer:
  • Ayyyy, qué gusto, por Diosssss, si es que me llenas tantooooo.
Álvaro tenía tumbados sus casi 100 kgs sobre el cuerpo delgado de mi sobrina, sin dejar de morrearse, pero no la aplastaba porque él apoyaba sus manos sobre los bordes de la misma, lo que también le servía de apoyo e impulso para montarla a destajo.

Ricardo y yo estábamos sentados en las sillas junto a la mesita, y desde ahí escuchábamos el "chof chof" de la polla de Álvaro entrando y saliendo con energía del coño encharcadísimo de Teresa, la cual chillaba cada vez que esa polla se instalaba dentro de ella hasta los huevos.

Después de casi 5 minutos sin parar de montar a mi sobrina, Álvaro dijo:
  • Joder, no me va a dar tiempo a follarte otra vez el culo, me voy a correr enseguida.
  • Pues no pares, por favorrr, sigueeeee.
Él aceleró un poco más el ritmo, hasta que bramó:
  • Qué maravilla es follarte, me corrooooo.
  • Yo tambiéennnn, jodeeerrr -berreó también Teresa.
Los dos estaban espasmódicos, se agitaban de placer, gemían, gritaban y bufaban, y todo sin dejar de besarse.

Poco a poco, sin prisas, fueron recuperando el aliento y casi el sentido, y poco a poco también fue Alvaro saliendo del cuerpo de mi sobrina. Una vez que lo hizo, se sentó junto a ella (que seguía tumbada y aún gimiendo un poco), se quitó el preservativo, al que le hizo un nudo, y le dijo a Teresa:
  • Puedo pedirte un favor?
  • Dime, a ver si puedo ayudarte -respondió ella.
  • Ya sé que nunca has tragado una corrida, por eso ninguno de nosotros te lo ha propuesto hoy. Pero nos dijo tu tío que si habías probado el sabor del semen y que no te había disgustado. Es así?
  • Sí, así es.
  • Por eso... No sé si te apetecería limpiarme ahora la polla con tu lengua. Sería más o menos como lo que hiciste con tu tío.
Mi sobrina me miró, y no hizo falta que dijera o preguntara nada. Antes de eso, le dije:
  • Si te apetece hacerlo, adelante.
  • Pero nunca te lo he hecho a ti -me dijo Teresa.
  • Da igual, yo lo que quiero es que disfrutes, ya habrá oportunidad de que me lo hagas. Adelante, saboréalo -le pedí yo.
Sin decir nada más, Teresa se incorporó, y Álvaro entonces se tumbó boca arriba en su lugar, dejando vía libre a Teresa para que jugara con su polla a placer.

Ella cogió esa polla morcillona por el tronco, masajeando sus huevazos, para enseguida lamerla de abajo a arriba hasta llegar al gordo capullo, el cual también lamió y terminó engullendo.
  • Te gusta? -le preguntó Teresa a Álvaro.
  • Me tienes loco -respondió él antes de preguntarle: Y a ti, te gusta el sabor?
  • Ya le dije a mi tío que el suyo no me desagradó, que era algo salado, y este es parecido -respondió mi sobrina.
  • Pues la estás dejando impoluta -dijo Álvaro.
Teresa siguió lamiendo y limpiando esa polla unos minutos más, hasta que se incorporó mientas seguía acariciando la polla de Álvaro, el cual se incorporó también y, besándola, le dijo:
  • Gracias por este día tan especial.
  • Gracias a ti y a vosotros -dijo Teresa-.
Se levantaron, y vinieron de la mano hasta donde estábamos nosotros, que no habíamos quitado el ojo de lo que había pasado.

Ricardo y yo también besamos a Teresa. La mimamos, la cuidamos y, tras volver a disfrutar de la tranquilidad del lugar y satisfechos todos por lo que había pasado allí, a las 18 horas tomamos rumbo a Madrid no sin antes despedirnos afectuosamente de Ricardo (que se quedaba un rato más allí con Álvaro) y de Álvaro.

Ya en el coche, le pregunté a Teresa cómo estaba, cómo se sentía, y su única respuesta antes de quedarse adormilada en el asiento del copiloto fue:
  • Feliz, muy feliz.
Esta vez la llevé hasta cerca de su casa, donde nos besamos antes de despedirnos dándonos de nuevo las gracias mutuamente.

Yo me fui a casa intentado asimilar lo que había ocurrido, que había sido mucho y maravilloso.

Espero no haber resultado tedioso o aburrido. He intentado contar cada detalle de lo que aquel día sucedió.

Lo próximo lo contaré, como siempre, en cuanto me sea posible.

Gracias.
Alberto.
Impresionante. Vaya espectáculo debió ser ese día.
 
Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todos.

El relato de hoy será bastante extenso, sin duda el de mayor extensión de los que os he hecho llegar. Os pido perdón por si llegase a resultar tedioso, pero creo que la ocasión merece la pena ser contada de una sola vez, sin dejar nada para otro día.

Viernes 29 de mayo. Ese día quedará grabado a fuego por siempre. Ahora sabréis por qué.

Antes de llegar a ese día y si recordáis, lo último que relaté fue el encuentro del miércoles 7 de mayo en casa de mi sobrina. Encuentro en el que disfrutamos al máximo tanto follando como haciendo el amor, y que terminó con Teresa lamiendo su dedo manchado con mi corrida (que había caído parte en sus tetas y un poco en su barbilla).

Tras aquel extraordinario encuentro, y dado que Teresa había dejado claro que no le importaba nada volver a dejarse sorprender, esta vez sí que tenía claro que la próxima vez que quedásemos seríamos tres.

Hablé con Ricardo el viernes de la misma semana, esto es, el viernes 9 de mayo, para saber si su deseo y su disponibilidad seguían en pie. A ambas preguntas respondió que sí entusiasmado, añadiendo que estaba deseando volver a disfrutar con Teresa y conmigo.

Charlamos unos minutos acerca de lo que había pasado últimamente con Teresa, las conversaciones que había mantenido con ella... Y al mencionarle que ella se prestaba a seguir siendo sorprendida, Ricardo me dijo:
  • Pues eso es un filón.
  • Ya lo sé -le dije yo-, las perversidades que se me ocurren desde que me lo dijo son infinitas.
  • Ya me imagino -comentó Ricardo-, por ejemplo?
  • Pues por ejemplo -le dije sinceramente-, todo el rato me imagino a Teresa en un gangbang, siendo el centro de placer de, al menos, cuatro hombres.
  • Ufff, eso sería increíble -comentó excitado Ricardo-, y encima podría hacerse.
  • Qué quieres decir? -le pregunté.
  • Que si quieres intentar algo así, yo podría ayudarte, siempre que me dejes participar, claro, jajajaja.
  • Jajajaja, ya sabes que eres el número uno... Cuenta, cuenta -yo estaba empezando a ponerme cardiaco-.
  • Bueno -dijo Ricardo-, igual que tú has contado conmigo para el trío con Teresa, yo sigo conservando algunos amigos/conocidos de la época en que teníamos sexo con mi mujer. Y estoy seguro de que más de uno estaría encantado de poder follarse a tu sobrina en grupo.
  • Joder -yo estaba que me subía por las paredes de la excitación-, pues no seré yo quien te impida que les contactes, eso sí sin ningún compromiso, y vemos qué se podría hacer. Pero con dos premisas: que sean formales y discretos como tú; y que como ya los conoces y los has visto desnudos, si pueden estar al menos tan bien dotados como tú, mejor.
  • Jejeje, dalo por hecho. Me pongo a ello y en cuanto tenga algo, te aviso -terminó diciendo Ricardo-. Esto promete.
  • Caray si promete, creo que voy a estar empalmado sin remedio hasta ese día si es que llega, jajaja -terminé diciendo yo-.
Nos despedimos afablemente y, desde ese instante, yo ya era una olla a presión. Era incapaz de imaginarme lo que podía llegar a pasar y eso me ponía cardíaco.

Así pasé el fin de semana, y el domingo 11 de mayo por la noche recibí un mensaje de Ricardo en el que me decía que había hablado con varios amigos y tenía dos o tres candidatos perfectos.

A mí me dio un vuelco el corazón, y más aún cuando, tras pedirle que me hablara un poco de ellos, me los describió:
  • Ernesto, 58 años. 1.76, complexión fuerte, pelo cortado al 1. Dotado más o menos como Ricardo.
  • Julio, 61 años. 1.70, constitución normal, pelo rapado, perilla canosa. Muy bien dotado, 20 cms., y grosor considerable.
  • Álvaro, 64 años. 1.80, tipo osazo, gordo, muy velludo, con pelo corto teñido y barba poblada entre gris y blanca. Polla no tan larga como las de los demás, pero muy muy gorda y con un capullo como una seta y los huevos como pelotas de tenis.
Cuando terminó de describírmelos (lo hizo tan detalladamente porque, en su momento, Ricardo y su mujer habían tenido sexo con cada uno de ellos) yo tenía una doble sensación: la de si tres hombres más Ricardo más yo mismo, esto es, en total, 5 hombres, no serían demasiados; y la de que, ya puestos, mejor algo a lo grande.

Y decidí que fuera a lo grande. Le pedí a Ricardo que creara un grupo de W para así hablar todos y ponernos de acuerdo. Así lo hizo, y la noche siguiente (la del lunes 12 de mayo) coincidimos los 5 hombres hablando de Teresa. Pude ver sus fotos, pude ver sus pollas, pude escucharles en audios y, finalmente, pude estar seguro de que ellos serían los "elegidos".

Con las premisas claras (el uso del preservativo para el sexo vaginal; el respeto absoluto a Teresa en todo lo que quisiera y, sobre todo, lo que no quisiera; etc.), solo faltaba no tanto elegir el día sino cómo poder hacerlo.

Se plantearon varias alternativas, pero la que más me terminó gustando (por el morbo que podía suponer) era la del ofrecimiento de Álvaro de ir a un chalet con piscina que tenía en Aranjuez (que está a unos 55 kms. de Madrid capital).

El inconveniente de esto era que, dada la distancia desde Madrid (sobre todo, desde la casa de mi sobrina), estaría muy bien que se pudiese estar allí más allá de la hora hasta la que solíamos quedar Teresa y yo; esto es, estaría muy bien que al menos se pudiese quedar hasta, cuanto menos, la hora de comer.

Yo no podía prometerles nada, porque dependía de ella, así que, mirando el tiempo de las siguientes semanas y dado que la última semana de mayo iba a hacer un calor importante, decidimos que, si Teresa podía, intentaríamos quedar en esa semana, así también se podría usar la piscina, algo que podía dar mucho juego.

Hablamos de varias cosas más, entre ellas cómo dar el paso una vez que estuviéramos en el chalet, y convenimos en que yo les escribiría cuando Teresa me dijese algo.

No tardé en escribir a mi sobrina a la mañana siguiente, la del martes 13 de mayo, y hablando de cuándo podríamos quedar, le comenté que Ricardo me había dicho que tenía un chalet con piscina en Aranjuez y que nos invitaba a pasar una mañana o medio día allí. Que había visto que la última semana de mayo iba a hacer calor y que estaría genial poder inaugurar la temporada de baños.

A Teresa le pareció una muy buena idea, así que le dije que mirase qué día podría venirle bien para así decírselo a Ricardo. Me pidió esperar a la noche para confirmármelo, y efectivamente esa misma noche me dijo que le vendría bien quedar el viernes 29 de mayo. Que tenía clases pero como ya habría hecho los exámenes no era tan necesario que fuera a clase, y que le diría a sus padres que ese día quedaría con sus amigas de la universidad a comer.

Yo disimulé mi excitación y le dije que perfecto, que se lo diría a Ricardo. Antes de hacer eso, de decírselo a Ricardo, me aseguré al día siguiente de poder pedirme libre en el trabajo el viernes 29 de mayo, cosa que conseguí.

Hecho esto, escribí en el grupo de W para hacerles saber que Teresa podría quedar el viernes 29 y que, además, podría llegar a ser incluso hasta después de comer.

Todos se pusieron muy contentos y solo Julio (el único que aún trabajaba, pues los demás ya estaban prejubilados) tardó un día en confirmar que ese día estaría disponible como los demás.

Todos contentos, reconfirmamos lo que habíamos pensado y planeado días antes, y la noche del 28 de mayo volvimos a poner sobre la mesa nuestras ideas, que podrían llevarse a la práctica o no en virtud de la respuesta de Teresa.

Con mi sobrina había hablado esa mañana, la del 28 de mayo, para confirmar la cita del día siguiente: La recogería en la salida del metro Colombia sobre las 10 horas. Ah, y le recordé que no olvidara el bañador. Ella sonrió y dijo que en ese momento ya lo iba a guardar en el bolso. Y añadió que no era bañador sino bikini.

Esa noche me costó dormir, me costó levantarme, me costó hacer caso a mis hijos... Todo me costaba porque solo estaba pensando en Teresa, en Aranjuez, en los 5 hombres...

A las 10 en punto ya estaba yo junto al metro Colombia, avisando a Teresa de mi posición. Ella llegó sobre las 10.10 horas. Estaba preciosa, con su pelo largo, una camiseta blanca de manga corta, un pantalón vaquero y unas converse rojas.

Nos fundimos en un beso y partimos rumbo a Aranjuez. Allí ya estaría esperando Ricardo en el chalet (yo puse la dirección en el navegador).
  • Con ganas? -le pregunté a Teresa.
  • Nerviosilla como siempre, ya sabes -me respondió ella-, pero con muchas ganas de repetir lo de aquel día. Y además si hay piscina, pues día perfecto.
  • Claro que sí, seguro que lo pasaremos genial -le djje yo.
Seguimos hablando un poco de todo (pero casi nada de sexo), e hicimos los casi 60 kms. de recorrido sin apenas darnos cuenta, llegando al chalet casi a las 11 horas.

Aparcamos en la puerta, llamamos al timbre y al minuto nos abrió Ricardo, vestido con un bañador y una camiseta negra.

Nos recibió efusivamente y nos hizo pasar a la casa. El chalet era amplio, de dos plantas. Nada más entrar, a la derecha estaba la cocina y a la izquierda un salón enorme con dos sofás muy grandes. A continuación, todo era un pasillo en línea recta hasta el final, encontrando a la derecha un baño y una habitación, y a la izquierda las escaleras al primer piso y la habitación grande (con baño en suite) al fondo.

Y en esa habitación había un ventanal con puerta que daba directamente a la parte de atrás de la casa, donde estaban la terraza y la piscina.

Ricardo, además de tres hamacas y colchonetas en el suelo del jardín (que luego supimos que habían preparado estratégicamente entre todos los hombres) tenía preparadas unas viandas en una mesita con sillas, y nos dijo que por qué no nos poníamos el bañador mientras él traía las bebidas.

Así lo hicimos. Yo me puse mi bañador (guardando en uno de los bolsillos la caja de preservativos preparada para lo que pudiera pasar) y una camiseta, y Teresa un bikini que yo ya conocía y que le quedaba genial, poniéndose encima su camiseta.

Salimos a la terraza, tomamos algo, charlamos de todo un poco y entonces Ricardo le dijo a Teresa que si le apetecía darse un baño en la piscina, que él se iba a meter.

Los 32 grados que pegaban fuerte ese día, unidos a lo mucho que le gusta a Teresa la piscina, la playa..., hicieron que ella aceptase y mientras Ricardo iba a la cocina a dejar las cosas (y a avisar a Ernesto, a Julio y a Álvaro, que estaban -como luego nos contaron- en el despacho de Álvaro de la primera planta-), Teresa se quitó la camiseta y se metió en el agua.

Nadó un poco, buceó un rato, y en cuanto Ricardo volvió, él no tardó en meterse también en el agua. Me invitaron a acompañarles, pero yo estaba tan caliente que solo quería quedarme ahí fuera a mirar y a esperar a lo que pudiera pasar.

Una vez los dos en el agua, y después de que cada uno siguiese haciendo sus propios ejercicios, Ricardo no tardó en acercarse a Teresa y, entre intentos de aguadillas y chapoteos varios, terminaron enganchados en un morbosísimo morreo.

Se comían la boca con deseo, y Ricardo no tardó en quitarle la parte superior del bikini a Teresa y devorar sus tetas y sus pezones. Mi sobrina comenzó a gemir, y más lo hizo cuando la braga de su bikini apareció flotando y una de las manos de Ricardo desapareció bajo el agua.

Empezó a masturbar a Teresa, y debía hacerlo tan intensamente que ella le mordía el cuello y le berreaba:
  • Me encantassss. Joder, cómo me vuelves loca, Ricardo.
Él no dijo nada, solo siguió masturbándola durante unos minutos, provocando que ella se corriera entre berridos varias veces más.

Cuando él lo decidió, se quitó su bañador y, sentándose en el borde de la piscina, le dijo a mi sobrina:
  • Ya sabes lo que tienes que hacer.
Teresa no podía quitar el ojo de esa polla que le estaba apuntando, y no tardó en comenzar a hacerle una mamada lenta, disfrutona...

En ese momento aparecieron Ernesto, Julio y Álvaro junto a mí en la terraza, en silencio, los tres en bañador; sin decir nada se sentaron a observar la mamada de Teresa (que estaba de espaldas a nosotros) a Ricardo. Este, que ya habia visto a sus amigos, les hizo un gesto para que se acercasen.

Y ellos, quitándose los bañadores y dejando ver sus pollones (el de Álvaro, sin ser el más grande, era sencillamente espectacular por su grosor), se metieron en el agua.

Cuando Teresa escuchó el chapoteo a sus espaldas, se giró y, al ver a esos tres hombres acercarse a ella, me miró y me dijo:
  • Y esto?
  • Solo relájate y disfruta, mi niña -fue lo único que le dije.
No hubo tiempo para decir más. Los tres hombres ya estaban a su lado, y muy suavemente comenzaron a acariciarla, a besarla, a decirle que ese iba a ser el mejor día de su vida...

Teresa solo tenía los ojos cerrados y se dejaba hacer, pero en cuanto Ernesto y Julio se adueñaron de sus tetas y Álvaro, desde detrás de ella, llevó su mano a su coño y empezó a masturbarla, mi sobrina perdió el sentido y toda vergüenza, pues sus berridos superaban cualquier otro anterior y, como ya había podido comprobar el tamaño de las pollas de esos hombres (la de Álvaro porque la tenía pegada a su culo y las de los otros dos porque las estaba acariciando), lo único que acertó a decir fue:
  • Dios mío, me vais a matar con estos tamaños.
  • Te vamos a matar de placer -dijo Ricardo, bajando del borde de la piscina y sumándose a los demás hombres.
Fue entonces Julio, que era uno de los que le estaba comiendo las tetas a Teresa, quien dijo:
  • Cogedla en volandas, que quiero ver y probar su coño.
Entre los otros tres hombres, recostaron a Teresa sobre el pecho de Álvaro mientras Ernesto y Ricardo sujetaban sus piernas estiradas, las cuales abrió Julio diciendo:
  • Dios, qué delicia de coño peludo.
De inmediato, Julio se lanzó sobre él a devorarlo, provocando el placer inmediato de Teresa, placer que se multiplicó cuando Ernesto y Ricardo, aprovechando su colocación, inclinaron sus cabezas para comerle las tetas entre los dos.

Los berridos de Teresa fueron en aumento, y esto fue así durante los bastantes minutos que duró esta situación, en la que todos los hombres se turnaron para poder disfrutar del coño de Teresa, el cual lamieron, besaron y penetraron con sus dedos, penetración que se hizo extensiva también al culo, sobre todo en el caso de Ricardo y Alfredo, el último en disfrutarla y quien con más energía le penetró coño y culo a la vez con sus dedos.

Tras la enésima corrida de Teresa, Ricardo propuso salir de la piscina y dejarla descansar. Todos aceptaron, y ayudaron a salir de la piscina a Teresa sin dejar de sobarla.

Antes de estirarse en una de las hamacas, mi sobrina me miró sonriendo y me dijo:
  • Estás satisfecho?
  • Jejeje, yo si, pero la que tiene que estar satisfecha eres tú -le respondí.
  • Creo que ya has visto que lo estoy, y mucho -me dijo antes de tumbarse boca arriba en la hamaca.
Los cuatro hombres, desnudos y con sus pollas muy firmes, se sentaron en el resto de hamacas y en las sillas junto a las víandas, y mientras comentaban lo maravilloso que era poder disfrutar de un cuerpo como el de Teresa, no dejaban de comérsela con la mirada.

Yo no tardé en dejar los preservativos encima de la mesa, a la vista, previniendo lo que podía pasar.

Y no tardó mucho Álvaro en dejar su bebida mientras decía:
  • Voy a ver si esta preciosidad tiene hambre.
Acercándose a Teresa, que seguía tumbada boca arriba y estaba con los ojos cerrados, Álvaro le dijo:
  • Te animas a probarla?
Mi sobrina abrió los ojos lentamente para abrirlos del todo cuando se encontró esa polla tan gorda y esos huevos colgando delante de su cara.
  • Uf, qué maravilla, pero no creo que me quepa en la boca -dijo ella.
  • Bueno, inténtalo, poco a poco, hasta donde puedas -le dijo Álvaro.
Y dicho esto, Teresa se incorporó un poco en la hamaca, quedando casi sentada en ella, y entonces Álvaro acercó su polla hasta la boca de mi sobrina. Ella comenzó a dar besos a esa seta que era el capullo de Álvaro, y los besos pasaron a ser lametones, y mientras Teresa lamía el capullo de Álvaro al tiempo le cogió los huevazos, tras lo cual no pudo evitar exclamar sonriendo:
  • Joder, si es que todo lo tienes enorme.
  • Más lo disfrutarás, querida -le dijo Álvaro, añadiendo firmemente: Sigue.
Teresa obedeció encantada y, poco a poco, empezó a encontrar el modo de disfrutar de ese pollón. Consiguió con mimo que parte del capullo le entrara en la boca, y mientras lo tragaba pajeaba el tronco.

Ernesto, Julio y Ricardo miraban fascinados la escena, masturbándose, hasta que Julio dijo:
  • No puedo aguantar más, yo tengo que probar esa boca.
Y dicho esto, se levantó en dirección a la hamaca, y Ernesto y Ricardo le siguieron.

Así, aún conservo como si fuera hoy la imagen siguiente: mi sobrina de 19 años sentada en la hamaca, desnuda; y cuatro hombres maduros dándole a mamar sus respectivas pollas, por no decir pollones.

Era maravilloso ver cómo, aun siendo una situación viciosa a más no poder, esos hombres la trataban con mimo (sin follarle la boca, diciéndole en todo momento lo bien que lo que estaba haciendo y lo afortunados que eran ellos...), mientras ella se afanaba en darles placer a todos, alternando mamadas a los cuatro y mientras tenía una polla en la boca masturbaba las demás indistintamente.

Ellos, además de decirle todo lo mencionado, no tenían las manos quietas, y aprovechaban para jugar con su pelo, apretar sus tetas...

...Hasta que Álvaro dijo:
  • No aguanto más, necesito follarte.
No hizo falta ni que se acercara a la mesa. Yo mismo le acerqué un preservativo. Me dio las gracias, y mientras se lo ponía le pidió a Teresa que se supiera a cuatro patas en la hamaca, mirando hacia donde yo estaba.

Teresa no tardó en colocarse así, y Ernesto, Julio y Ricardo se quedaron quietos durante los segundos que tardó Álvaro en darle unos golpes con la polla en el culo de mi sobrina y de inmediato, sin avisar pero muy lentamente, meter su pollón hasta los huevos en el coño de Teresa.
  • Aaaaaaahhhhh, qué es estoooo, Dioossss, es como una barra de hierro ardienteeeeee, qué gustooooooo -berreó ella descontrolada.
  • Joder, qué coño tan maravilloso -dijo Álvaro mientras empezaba a moverse, entrando y saliendo de él.
  • Ya os dije que difícilmente habíais probado algo así jamás -dijo Ricardo mientras acercaba de nuevo su polla a la boca de Teresa, algo que también hicieron los demás, añadiendo: Pues veréis cuando probéis ese culo.
Álvaro había cogido ritmo, y sus embestidas eran tremendas, y con cada empujón hacía que Teresa gritara y engullera las pollas de los demás hasta el fondo.

La secuencia era puro sexo. Por supuesto, no pude quedarme sentado, así que me quité el bañador, cogí los preservativos y me puse al lado pajeándome mientras Álvaro seguía empotrando a Teresa, Ricardo y Julio le daban de mamar y Ernesto se había metido debajo para jugar con sus tetas.

La visión de Álvaro, ese hombre que casi doblaba en envergadura a Teresa, hundiendo su rabazo en el coño de mi sobrina mientras él bufaba y ella se corría sin descanso, era increíble.

Así estuvieron un buen rato hasta que él dijo que necesitaba un descanso y un relevo, y uno por uno los cuatro amigos se fueron follando a Teresa mientras los demás le daban de mamar o, simplemente, miraban.

Cuando le tocó al último en follarla, que fue Ernesto, dijo que quería probar el culo de Teresa, así que se colocó tras ella y, tras pegarle una buena lamida a su culo, apuntó su firme polla y poco a poco la fue metiendo...

Los demás hombres, Ricardo incluído, que daban de mamar a Teresa, disfrutaban viendo cómo su amigo comenzó a moverse despacio en el culo de mi sobrina, la cual chillaba:
  • Oohhh, me encanta sentirte así, no pareesss.
  • Madre mía, qué maravilla de culo -dijo Ernesto-, estrecho y caliente como decías, Ricardo.
  • Es una bendición -apostilló Ricardo.
  • Joder, no sé si voy a poder aguantar más, pero me da igual, quiero correrme en tu culo, Teresa.
  • Sí, por favor, hazlo, quiero sentirte -suplicó mi sobrina.
A Ernesto no le hizo falta mucho más, y diez segundos después empezó a contraerse gritando:
  • Síiiii, Jodeeeer, me corrooooo.
  • Ahhhhh, cómo te siento, Dios mío, qué locura -gritó también Teresa sin dejar de mamar.
Ernesto mantuvo su polla durante un par de minutos dentro del culo de mi sobrina, hasta que fue relajándose y salió de su interior. De inmediato parte de su leche empezó a caer por los muslos de Teresa, y ella se dejó caer sobre la hamaca, le flaqueaban las piernas.

El resto de hombres, que estaban deseando igualmente probar su culo, determinaron que era momento de volver a descansar, sobre todo Teresa que estaba aguantando como una campeona.

Yo me acerqué a ella para limpiar un poco la leche que aún le salía del culo, y dándole un beso le pregunté qué tal estaba.
  • Tú qué crees? Sí estos caballeros me tienen bien servida -dijo sonriendo.
Todos reímos, y Ricardo dijo:
  • Y tú nos tienes salidos como adolescentes, vas a acabar con nosotros, jajajaja.
Las carcajadas fueron estruendosas, y solo podía estar feliz viendo cómo ese encuentro que podía haber resultado muy delicado estaba resultando ser algo muy especial, amén de muy morboso y vicioso.

Tomamos algo, todos desnudos, y pasados unos minutos y cuando Teresa se levantó para dejar en la mesa su vaso vacío, Julio la tomó de la mano y la sentó en su regazo, comenzando entonces a comerse la boca los dos sin descanso mientras él la masturbaba fuertemente, llegando a provocarle un squirt mientras ella volvía a dar alaridos de placer abrazada a él y los demás alucinaban con las continuas corridas de Teresa.

Ya repuestos, Álvaro propuso pasar a la habitación, coronada por una cama de 1,50 m en la que, una vez dentro, tumbaron a Teresa boca arriba con las piernas bien abiertas. Todos se quedaron admirando esa juvenil desnudez mientras se pajeaban, y ella dijo:
  • Qué estáis maquinando, que os temo?
  • Te lo digo yo sin tapujos? -le pregunté.
  • Por supuesto -contestó Teresa.
  • Creo que te van a rellenar por todos tus agujeros como a un pavo en Navidad -dije antes de soltar una carcajada que se hizo común entre todos, incluída Teresa, que añadió:
  • Pues no voy a poder caminar en varios días, pero sarna con gusto no pica -y dicho esto y tras volver todos a reírnos con su comentario...
... Aquello se convirtió en un "Todos para Teresa". La habitación olía a feromonas, a testosterona, a sexo, y más siguió oliendo cuando los cuatro hombres se repartieron el cuerpo de Teresa, ocupando uno de ellos su coño, el cual se dedicó a comer; otros dos, sus tetas, sobre todo jugando con sus pezones mientras mi sobrina les masturbaba; y el cuarto se puso de pie a la altura de la almohada y se agachó hasta poner su polla en la boca de Teresa.

Fueron unos minutos eternos en los que los hombres se fueron turnando en el cuerpo de Teresa sin dejarle descansar, haciendo que se corriera continuamente, ahogados sus berridos con sus pollas (una o incluso dos a la vez), pollas que pronto pasaron a follar a mi sobrina.

Fue Ricardo quien tomó las piernas de Teresa, las puso sobre sus hombros y tal y como había hecho Ernesto, apuntó a su culo y, ayudado por la leche de Ernesto que aún tenía mi sobrina en el culo, se la metió hasta los huevos, comenzando a embestirla mientras Julio la masturbaba y Álvaro y yo (Ernesto aún estaba recuperándose de la corrida y estaba allí mirando mientras se pajeaba) pellizcábamos sus duros pezones y le dábamos de mamar.

Ricardo no aguantó mucho así, pues dijo estar a punto de correrse y aún no quería hacerlo, así que fui hoy quien ocupé su lugar y con todo el morbo y el placer del mundo seguí follando ese culo empapado de sudor y leche mientras Teresa me gritaba:
  • Síiii, eso es, disfruta tú también conmigo, tío, jodeeeeeer, esto es maravillosoooo.
  • Pues ahora viene lo mejor, tesoro -le dije saliendo de su culo, invitándola a que se incorporase y diciéndole a Álvaro:
  • Quieres probar este culo?
  • Joder si quiero, muero por ello -dijo él.
  • Pues túmbate y prepárate.
Álvaro se tumbó boca arriba, con su pollón apuntando al techo. Y, cogiendo a Teresa de un brazo, le dije a Ernesto:
  • Me ayudas?
Todos ya sabíamos lo que iba a pasar, y aunque Teresa en ese momento no lo tenía claro, cuando entre Ernesto y yo la colocamos con el culo encima del rabo de Álvaro, mi sobrina dijo:
  • Ufff, esto me va a doler.
  • Seguro que no, tranquila -le dije yo-, y si te duele un poco haremos cuanto esté en nuestras manos para que se pase enseguida. Eres la mejor...
...Y dicho esto, Ernesto y yo la empezamos dejar caer sobre la seta de Álvaro. Nada más empezar a desaparecer, Teresa dijo:
  • Ayyyyyy, me duele un poco.
  • No te preocupes, esperamos, poquito a poco -le dije yo mientras Álvaro estaba deseando seguir y Ricardo y Julio miraban expectantes sin dejar de tocarse.
  • Es que es gordísima tu polla, Álvaro -le dijo mi sobrina.
  • Si logras que entre en ti, vas a tocar el cielo con las manos del placer que vas a sentir -contestó él.
  • Lo estoy deseando -replicó Teresa mientras se agachaba lentamente con la intención de volver a hacer desaparecer semejante polla en su culo.
  • Despacio, despacio -le dije a Teresa ayudado por Ernesto.
Muy lentamente y no sin algún quejido más, la seta de Álvaro empezó a desaparecer dentro del culo de mi sobrina, que cambió sus berridos por auténticos alaridos pero no de dolor sino de placer.
  • Aaaaaaahhhhhhhh, jodeeeeerr, me partes en dosssss, Diossss cómo te siento Alvaroooo.
  • Te duele? -le pregunté.
  • Síiiii, un poco, pero no quiero parar -respondió Teresa.
  • Pues sigue bajando despacio -le dije.
Julio y Ricardo se habían subido a la cama para comerle las tetas a Teresa y así aliviar sus molestias con el placer de sus pezones mordidos.
  • Uffffff, genial, cómo me gusta, chicos -dijo ella.
Y poco a poco casi sin darnos cuenta, el pollón de Álvaro ya estaba por completo dentro del culo de mi sobrina.
  • Esto no puede estar bien, tanto placer es imposibleeeee, joder me partes enteraaaa -aullaba Teresa.
  • Dios, esto es increíble -dijo Álvaro-, lo tiene todo dentro. Cabálgame, preciosa.
Y mi sobrina se puso lenta pero morbosamente a cabalgar el pollón de Álvaro. Muy suave, Teresa empezó a subir y a bajar, haciendo aparecer y desaparecer la polla de Álvaro mientras Ernesto y yo le comíamos las tetas, Julio le daba de mamar y Ricardo le masturbaba el clítoris con brío.

Casa vez que Teresa subía y volvía a caer sobre la polla de Álvaro, sus berridos eran increíbles, pero más lo pasaron a ser cuando Álvaro la agarró de las tetas e hizo que Teresa inclinara su espalda sobre el pecho de Álvaro.

En ese momento, mi sobrina estaba totalmente ofrecida. La invitación estaba lanzada, y no tardó Julio en decir:
  • Uf, estoy hay que aprovecharlo y disfrutarlo.
Se puso un preservativo de inmediato, se subió a la cama y apuntando al coño de Teresa, lentamente (la verdad es que todos se estaban portando de modo extraordinario con ella, haciendo lento y con cuidado el comienzo de cada penetración) entró en ella, que ahora sí ya no sentía dolor, solo placer.

Tanto placer sentía que dejó de ser la chica recatada para gritar:
  • Síiiii, me encantaaa cómo me FOLLÁIS, no paréis, por favooor.
Julio y Álvaro no tardaron en tomar buena nota y, rítmicamente, empezaron a moverse dentro del coño y del culo de mi sobrina. Tampoco tardamos los demás en tomar posiciones, y, de este modo, Ricardo y yo nos pusimos a los lados para comerle las tetas mientras ella nos masturbaba, y Ernesto se subió a la cama para poner su polla en la boca de Teresa y empezar a follársela también intensamente (más de lo que yo lo había hecho nunca), algo que ella no solo no rechazó sino que entre arcada y arcada y con la cara llena de sus propias babas, gritaba:
  • Uffff, síiiiii, esto es lo que quiero, hacedme vuestraaaaa.
Imposible describir la imagen. Imposible.

Era mi sobrina Teresa, 19 años. A la que conocía desde que tenía 6 años. A la que había visto crecer, pasar de niña a adolescente. A la que siempre había visto y mimado como lo que era, una chica sencilla, tímida, tradicional en el vestir, de ir a misa los domingos con sus padres...

Pues todo esto, en ese momento, no era incompatible con verla así, empalada por 5 pollas de 5 hombres maduros. Gritando, berreando, aullando. Corriéndose sin descanso y pidiendo más.

Pues tuvo más. Nuestro aguante no era como el de hacia 20 años, pero como la experiencia es un grado, nos fuimos turnando para tener ocupados siempre sus agujeros y no llegar a corrernos, incluso poder tomar un respiro.

Como era más cómodo para todos, empezando por ella, cuando Álvaro y Julio se detuvieron en esta primera doble penetración, yo me tumbé en el lugar de Álvaro y le pedí a mi sobrina que me cabalgara pero de frente, por su coño, así podría abrazarla y dejar expuestos su culo y si boca de manera más fácil para el resto de hombres.

Así lo hizo, y cuando la atraje hacia mí le dije:
  • No te voy a preguntar si estás bien, jejeje.
  • Madre mía, tío, no puede haber placer más grande en la vida, gracias por haberme enseñado todo esto -me dijo justo antes de besarme.
De inmediato, nuestros amigos ocuparon su culo y su boca, y los otros dos le dieron sus pollas para ser masturbadas.

Teresa ahogaba sus berridos con las pollas que iban follándole la garganta (todos lo hicimos), de igual modo que todos también pasamos por su coño, culo, y manos.

Y esto fue así hasta que fuimos cayendo de cansancio y de ganas de corrernos.

El primero que se corrió fue Julio, y lo hizo mientras Teresa le masturbaba, así que echó su leche sobre la espalda de mi sobrina.

El siguiente en terminar fue Ricardo, quien en ese momento estaba follando el coño de Teresa, así que, al no darle tiempo a sacar su polla para correrse en el cuerpo de mi sobrina, entre bufidos descargó su leche dentro del preservativo.

Álvaro estaba en ese momento taladrando el culo de Teresa, y pocos segundos después de sentir que Ricardo se corría en su coño, él bufó como un toro y gritó:
  • Te voy a llenar el culo con mi leche, me corrooooo.
  • Joderrrr, me estás inundando, qué corrida! -dijo Teresa mientras ella también llegaba al orgasmo.
Solo quedábamos Ernesto (que había aguantado más debido a su corrida en la terraza) y yo (que había tardado más en sumarme a la fiesta), así que se me ocurrió ayudar a Teresa (que estaba empapada de sudor y con restos de la leche de Julio en la espalda y la de Álvaro saliendo de su culo, que estaba muy abierto) a bajar de la cama, ponerla de rodillas en el suelo y pedirle que nos sacara la leche a los dos para echarla sobre sus tetas.

Mi sobrina, agotada pero con una caras de felicidad y de placer como jamás le había visto a ninguna otra mujer, cogió nuestras empapadas pollas y fue masturbándonos y mamándonoslas alternativamente, con el morbo añadido de que lo hacía mirándonos a los ojos.

No tardó apenas en hacernos estallar, y primero yo y casi de inmediato Ernesto descargamos nuestra leche sobre las tetas de Teresa.

Ella sonrió satisfecha y, mirándonos uno a uno con una sonrisa de picaresca total, dijo:
  • No me puedo creer que haya pasado esto.
  • Ha pasado, y has acabado con todos -dijo Ricardo riendo, y añadió: Bendita juventud.
Todos reímos. Yo ayudé a levantarse a mi sobrina y no pude menos que darle las gracias y, a continuación, fundirme en un beso con ella, beso que fue correspondido por su parte, tras el cual me dijo:
  • Gracias a ti por esta experiencia tan maravillosa. Y gracias a vosotros -dijo mirando a los demás- por haberme tratado como lo habéis hecho.
  • Los afortunados hemos sido nosotros -dijo Julio-, yo jamás soñé tener un encuentro sexual así, y menos con una chica como tú, de tu edad. Ha sido la caña.
  • Estoy de acuerdo -añadió Álvaro-, a mí no me ha costado nada ser menos dominante y cañero de lo que lo suelo ser, pero es que contigo todo ha sido muy fácil, muy sencillo, muy natural.
  • Ya os dije que esta preciosidad era distinta, de ahí mi insistencia en que fuéramos todos respetuosos con ella -dijo Ricardo.
  • Pues lo habéis sido, y mucho -dijo Teresa-. Es más, en algún momento en que habéis sido más cañeros, no habéis tardado en dejar de serlo, y eso me ha encantado. Aunque debo decir que también me estaba encantando cuando me estábais follando la boca, para qué engañaros -añadió con una sonrisa.
  • Jajaja, está bien saberlo, por si hay una próxima vez -terminé diciendo yo-.
Eran casi las 2 de la tarde.

Seguimos hablando todos de todo un poco unos minutos, hasta que Teresa dijo que necesitaría lavarse o ducharse. Álvaro le ofreció la ducha de la misma habitación donde estábamos, y tanto él como Julio decidieron darse un baño en la piscina.

Por su parte, Ernesto dijo que él debía volver a casa, algo que también iba a hacer Julio en cuanto saliera de la piscina.

Álvaro nos invitó a quedarnos a comer a Teresa, a Ricardo y a mí.

Ricardo aceptó de inmediato, y Teresa (que, como comenté, ya había dicho en su casa que comería con una amiga) también aceptó, con lo que, tras despedirnos amable y efusivamente (sobre todo Teresa, que les despidió con un morreo a cada uno) de Julio y de Ernesto, Álvaro preparó unas ensaladas y un poco de pasta, regado todo ello con un rico vino tinto, y nos pusimos a comer en la terraza.

Casi dos horas estuvimos disfrutando de la comida (que estaba deliciosa), del solecito, de una conversación la mar de animada (sin casi mencionar nada de sexo), de unos riquísimos cafés con hielo...

En una de estas idas y venidas a la cocina para traer y llevar cosas, Ricardo y yo nos ofrecimos a echar una mano para terminar de recoger todo. Llevamos las cosas a la cocina, y colocamos lo que pudimos y supimos mientras hablábamos de la extraordinaria experiencia que habíamos tenido.

Aunque él ya sabía que Álvaro, Julio y Ernesto eran hombres de los que fiarse, ambos coincidimos en que la experiencia había resultado mucho mejor de lo que habríamos podido imaginar, y también coincidimos en que, si Teresa quería, era algo que habría que volver a repetir.

Fuimos de nuevo hacia la terraza, y antes de salir a la misma desde la habitación, ambos nos quedamos parados por lo que vimos:

Teresa estaba sentada encima de las gordas piernas de Álvaro. Con la parte de arriba quitada, esto es, con las tetas al aire, y él estaba comiéndoselas con gusto mientras le metía dos de sus dedos en la boca, haciendo que ella los chupase como si fuese una polla, gimiendo de placer.

No hizo falta que Ricardo y yo nos dijéramos nada. Ni se nos ocurría romper ese momento, nos quedamos quietos donde estábamos para ver qué sucedía.

Y lo que sucedió fue que, tras comerle Álvaro las tetas a mi sobrina, la hizo sentarse en la silla tras levantarse él, no sin antes quitarle a ella la parte de abajo del bikini; entonces Álvaro se bajó un poco el bañador y su polla salió disparada, estaba de nuevo dispuesta, diciéndole:
  • Te gusta?
  • Ya sabes que me tiene hipnotizada -respondió Teresa.
  • Pues quitame el bañador y prepárate.
Teresa le hizo caso y le quitó del todo el bañador. Él se acercó a ella, le cogió del pelo como si fuera una coleta y, cogiéndose la polla con la otra mano, apuntó a la boca de mi sobrina.
  • Abre bien la boca, que la voy a a hacer mía -dijo Álvaro.
Lo que tardó Teresa en abrir la boca fue lo que tardó Álvaro en hundir su polla hasta la garganta de ella. Él nos había visto ya tras los estores de la habitación, y sin dejar de mirarnos y estirando de la coleta de mi sobrina, comenzó a follarle la boca despacio.

Ella abría la boca todo lo que podía para poder tragar esa seta, y tal y como había hecho por la mañana en la hamaca, finalmente consiguió tragársela.

Eso lo aprovechó Álvaro para empezar a darle más duro con su polla, haciendo que Teresa sonara como si estuviera haciendo gárgaras, como si estuviera atragantándose, pero con la particularidad de que ella había puesto las manos en el culo de Álvaro, invitándole a que él siguiera follándole fuerte la boca.
  • Arrrggg, así me gusta, aguanta, que lo estás haciendo muy bien -dijo Álvaro.
Esto lo decía mientras jugaba con los pezones de Teresa, llegando incluso a azotarlos un poco, a palmearlos duro con sus manazas, y cada vez que hacía esto Teresa gemía mezcla de (dicho por ella después) un poco de dolor y, sobre todo, mucho placer.

Cuando él se cansó, sacó su pollón de la boca de Teresa, que gemía incansablemente mientras las babas y la saliva bañaban su barbilla y llegaban por su cuello hasta sus tetas.

Álvaro recogió esa baba con sus manazas y le metió los dedos salivados en la boca de Teresa, que no los rechazó sino que los lamió como si le fuera la vida en ello.
  • Uf, eres increíble, cómo tragas -le dijo, añadiendo: Quieres que te folle?
  • Síiiii, por favor, quiero sentirte -respondió mi sobrina.
  • Pues a ver si estos chicos que nos están mirando desde hace rato hacen el favor de traerme un preservativo -dijo sonriendo mientras señalaba hacia donde estábamos.
Teresa giró la cabeza sonriendo, diciendo:
  • Ya decía yo que tardábais mucho.
  • No mientas que ni te acordabas de nosotros con esa monstruosidad en la boca -dije yo riendo mientras acercaba los preservativos a Álvaro.
  • Bueno, también es verdad -se rió Teresa haciendo que los demás también nos sonriéramos.
  • Queréis uniros? -preguntó Álvaro.
  • No, en absoluto -contesté yo-, vosotros habéis empezado solos y termináis solos, me encantará veros.
  • Yo también disfrutaré viéndoos, no estoy para muchos más trotes -dijo Ricardo.
  • Estos chicos no tienen nada de aguante, son unos flojos -dijo Álvaro entre carcajadas dirigiéndose a Teresa, añadiendo: Ven, vamos a la hamaca.
Como dos adolescentes, Teresa, mi sobrina, de 19 años, fue de la mano de Álvaro, 64 años, desnudos los dos, hasta la hamaca, donde la hizo tumbarse boca arriba.

Entonces él se puso el preservativo, separó las piernas de Teresa, dejándolas caer a cada lado de la hamaca y, tumbándose sobre ella, le clavó la polla hasta los huevos, haciendo que Teresa aullara de placer:
  • Ayyyy, qué gusto, por Diosssss, si es que me llenas tantooooo.
Álvaro tenía tumbados sus casi 100 kgs sobre el cuerpo delgado de mi sobrina, sin dejar de morrearse, pero no la aplastaba porque él apoyaba sus manos sobre los bordes de la misma, lo que también le servía de apoyo e impulso para montarla a destajo.

Ricardo y yo estábamos sentados en las sillas junto a la mesita, y desde ahí escuchábamos el "chof chof" de la polla de Álvaro entrando y saliendo con energía del coño encharcadísimo de Teresa, la cual chillaba cada vez que esa polla se instalaba dentro de ella hasta los huevos.

Después de casi 5 minutos sin parar de montar a mi sobrina, Álvaro dijo:
  • Joder, no me va a dar tiempo a follarte otra vez el culo, me voy a correr enseguida.
  • Pues no pares, por favorrr, sigueeeee.
Él aceleró un poco más el ritmo, hasta que bramó:
  • Qué maravilla es follarte, me corrooooo.
  • Yo tambiéennnn, jodeeerrr -berreó también Teresa.
Los dos estaban espasmódicos, se agitaban de placer, gemían, gritaban y bufaban, y todo sin dejar de besarse.

Poco a poco, sin prisas, fueron recuperando el aliento y casi el sentido, y poco a poco también fue Alvaro saliendo del cuerpo de mi sobrina. Una vez que lo hizo, se sentó junto a ella (que seguía tumbada y aún gimiendo un poco), se quitó el preservativo, al que le hizo un nudo, y le dijo a Teresa:
  • Puedo pedirte un favor?
  • Dime, a ver si puedo ayudarte -respondió ella.
  • Ya sé que nunca has tragado una corrida, por eso ninguno de nosotros te lo ha propuesto hoy. Pero nos dijo tu tío que si habías probado el sabor del semen y que no te había disgustado. Es así?
  • Sí, así es.
  • Por eso... No sé si te apetecería limpiarme ahora la polla con tu lengua. Sería más o menos como lo que hiciste con tu tío.
Mi sobrina me miró, y no hizo falta que dijera o preguntara nada. Antes de eso, le dije:
  • Si te apetece hacerlo, adelante.
  • Pero nunca te lo he hecho a ti -me dijo Teresa.
  • Da igual, yo lo que quiero es que disfrutes, ya habrá oportunidad de que me lo hagas. Adelante, saboréalo -le pedí yo.
Sin decir nada más, Teresa se incorporó, y Álvaro entonces se tumbó boca arriba en su lugar, dejando vía libre a Teresa para que jugara con su polla a placer.

Ella cogió esa polla morcillona por el tronco, masajeando sus huevazos, para enseguida lamerla de abajo a arriba hasta llegar al gordo capullo, el cual también lamió y terminó engullendo.
  • Te gusta? -le preguntó Teresa a Álvaro.
  • Me tienes loco -respondió él antes de preguntarle: Y a ti, te gusta el sabor?
  • Ya le dije a mi tío que el suyo no me desagradó, que era algo salado, y este es parecido -respondió mi sobrina.
  • Pues la estás dejando impoluta -dijo Álvaro.
Teresa siguió lamiendo y limpiando esa polla unos minutos más, hasta que se incorporó mientas seguía acariciando la polla de Álvaro, el cual se incorporó también y, besándola, le dijo:
  • Gracias por este día tan especial.
  • Gracias a ti y a vosotros -dijo Teresa-.
Se levantaron, y vinieron de la mano hasta donde estábamos nosotros, que no habíamos quitado el ojo de lo que había pasado.

Ricardo y yo también besamos a Teresa. La mimamos, la cuidamos y, tras volver a disfrutar de la tranquilidad del lugar y satisfechos todos por lo que había pasado allí, a las 18 horas tomamos rumbo a Madrid no sin antes despedirnos afectuosamente de Ricardo (que se quedaba un rato más allí con Álvaro) y de Álvaro.

Ya en el coche, le pregunté a Teresa cómo estaba, cómo se sentía, y su única respuesta antes de quedarse adormilada en el asiento del copiloto fue:
  • Feliz, muy feliz.
Esta vez la llevé hasta cerca de su casa, donde nos besamos antes de despedirnos dándonos de nuevo las gracias mutuamente.

Yo me fui a casa intentado asimilar lo que había ocurrido, que había sido mucho y maravilloso.

Espero no haber resultado tedioso o aburrido. He intentado contar cada detalle de lo que aquel día sucedió.

Lo próximo lo contaré, como siempre, en cuanto me sea posible.

Gracias.
Alberto.
Buah!!! Sin palabras me quedo !!!! Maravilla es poco 🤗 🤗 , muchas gracias @AlbertoBenitez por tu generosidad y por el calentón que me provocas cada vez jajajjj . Esperando más de vuestra historia!!!!!!
 
Buah!!! Sin palabras me quedo !!!! Maravilla es poco 🤗 🤗 , muchas gracias @AlbertoBenitez por tu generosidad y por el calentón que me provocas cada vez jajajjj . Esperando más de vuestra historia!!!!!!
Mil gracias, admirada @LADYNALA !!
La pena es que me queda poco por contar, porque desde ese día (29 de mayo) hasta el 5 de julio, que es cuando Teresa se ha ido de vacaciones, apenas hemos tenido tres encuentros más.
Pero todos han sido estupendos y dignos de contar, así que en cuanto pueda os los relataré.
 

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