Darco13
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- 23 May 2025
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¡Hola a todos!
Soy nuevo en el foro, bueno, más bien en todos los foros. Este es el primero al que me agrego. Me presento: me llamo Darko, un juego de letras de mis nombres. Me describo como un chico normal, delgado y de estatura media. Diría que soy tirando a guapo, pero sin destacar, y bueno, no me han faltado amantes. Aunque de adolescente, he de confesar, que espiaba a mi vecina cuando se duchaba. Me pillaron muchas veces, lo que me valió la fama de “salido” o “depravado” y otros apodos no muy agradables. ¿Pero sabéis qué? Me la sudaba; estaba muy buena y las pajas que me hacía a su costa eran legendarias. He visto por aquí la temática del incesto en uno de los hilos, y tras leer varios relatos, quiero contaros mi experiencia en el tema.
De crío tenía bastante relación con mis primos. Me quedaba a comer en sus casas o venían a la mía. Nos íbamos a la playa a echar el día; como otras familias, debo deciros que cuando nos juntamos, aquello parece una boda. Somos cerca de 50 primos. Mi padre es el pequeño de ocho hermanos y algunos de mis tíos han tenido seis hijos. Mi padre es el “raro” en mi familia: solo estamos mi hermana, a quien alguna vez también espié en la ducha, y yo. Por cosas de la vida que no entiendes, porque eres un niño, dejé de tener contacto con la mayoría de ellos. Tras la pandemia retomamos las relaciones, ¡y todo gracias al grupo de WhatsApp que creé con otros dos primos! Empezamos a realizar quedadas dos veces al año: una en verano y otra en Navidades.
Actualmente tengo 44 años pero, mi historia ocurrió en 2023, durante una mala racha en mi matrimonio que casi acaba con él. El novio de mi prima Mercedes, le organizó una fiesta sorpresa por su cincuenta cumpleaños. Después de la tarta, cuando los cubatas calentaban el ambiente, le contaba mis penas a la cumpleañera y a su hermana Eli, en un rincón apartado.
Les contaba lo mal que me sentía y lo solo que estaba incluso compartiendo techo con alguien. Las dos me escuchaban atentas. De pronto, Mercedes me abrazó y Eli la imitó por el otro lado. Me susurraron al oído que todo iba a salir bien; sentía sus labios en mi cuello, suaves, juguetones, como si intentaran borrar mis penas a base de besos. Sin pensarlo, deslicé mis manos por sus espaldas, hasta que acariciaba sus culos de forma discreta pero evidente. Ellas no se apartaron; ni protestaron, al contrario, sus besos se hicieron más lentos, provocadores y atrevidos, como si disfrutaran al ponerme a mil.
Cuando lleguemos a casa y apenas cerré la puerta, me lancé sobre mi esposa. No hablé, no titubeé, no aceptaba un no por respuesta; casi la forcé. Con el deseo bruto y animal que despertaron mis primas. No fue el típico polvo apagado y automático al que estábamos condenados desde meses. Me la follé como nunca antes: con hambre, con fuerza, con una intensidad que nos hizo olvidar todas las peleas, por lo menos esa noche. La agarré fuerte y la tiré contra la mesa del salón. Le subí el vestido y le aparté las bragas. Le escupí en el coño y se la metí directamente. Gritó, pero no se quejó. La embestía con fuerza, agarrándola de las caderas; gemía como hacía tiempo que no lo hacía. Le agarré del pelo, le hablé sucio al oído, le dije que era mi puta y me iba a correr dentro. No puso resistencia; al contrario, me rogaba más. Al terminar, me dijo con una sonrisa en los labios, con las piernas temblando y mi semen aún resbaladole por su muslo:
—Voy a tener que pedirles a tus primas que te abracen más veces así…
Ese comentario me arrancó una carcajada, pero me dejó pensativo. Esa noche, creo que despertó algo en mí que no sabía que existía.
si os gusta continuo con la hisotiria.
Soy nuevo en el foro, bueno, más bien en todos los foros. Este es el primero al que me agrego. Me presento: me llamo Darko, un juego de letras de mis nombres. Me describo como un chico normal, delgado y de estatura media. Diría que soy tirando a guapo, pero sin destacar, y bueno, no me han faltado amantes. Aunque de adolescente, he de confesar, que espiaba a mi vecina cuando se duchaba. Me pillaron muchas veces, lo que me valió la fama de “salido” o “depravado” y otros apodos no muy agradables. ¿Pero sabéis qué? Me la sudaba; estaba muy buena y las pajas que me hacía a su costa eran legendarias. He visto por aquí la temática del incesto en uno de los hilos, y tras leer varios relatos, quiero contaros mi experiencia en el tema.
De crío tenía bastante relación con mis primos. Me quedaba a comer en sus casas o venían a la mía. Nos íbamos a la playa a echar el día; como otras familias, debo deciros que cuando nos juntamos, aquello parece una boda. Somos cerca de 50 primos. Mi padre es el pequeño de ocho hermanos y algunos de mis tíos han tenido seis hijos. Mi padre es el “raro” en mi familia: solo estamos mi hermana, a quien alguna vez también espié en la ducha, y yo. Por cosas de la vida que no entiendes, porque eres un niño, dejé de tener contacto con la mayoría de ellos. Tras la pandemia retomamos las relaciones, ¡y todo gracias al grupo de WhatsApp que creé con otros dos primos! Empezamos a realizar quedadas dos veces al año: una en verano y otra en Navidades.
Actualmente tengo 44 años pero, mi historia ocurrió en 2023, durante una mala racha en mi matrimonio que casi acaba con él. El novio de mi prima Mercedes, le organizó una fiesta sorpresa por su cincuenta cumpleaños. Después de la tarta, cuando los cubatas calentaban el ambiente, le contaba mis penas a la cumpleañera y a su hermana Eli, en un rincón apartado.
Les contaba lo mal que me sentía y lo solo que estaba incluso compartiendo techo con alguien. Las dos me escuchaban atentas. De pronto, Mercedes me abrazó y Eli la imitó por el otro lado. Me susurraron al oído que todo iba a salir bien; sentía sus labios en mi cuello, suaves, juguetones, como si intentaran borrar mis penas a base de besos. Sin pensarlo, deslicé mis manos por sus espaldas, hasta que acariciaba sus culos de forma discreta pero evidente. Ellas no se apartaron; ni protestaron, al contrario, sus besos se hicieron más lentos, provocadores y atrevidos, como si disfrutaran al ponerme a mil.
Cuando lleguemos a casa y apenas cerré la puerta, me lancé sobre mi esposa. No hablé, no titubeé, no aceptaba un no por respuesta; casi la forcé. Con el deseo bruto y animal que despertaron mis primas. No fue el típico polvo apagado y automático al que estábamos condenados desde meses. Me la follé como nunca antes: con hambre, con fuerza, con una intensidad que nos hizo olvidar todas las peleas, por lo menos esa noche. La agarré fuerte y la tiré contra la mesa del salón. Le subí el vestido y le aparté las bragas. Le escupí en el coño y se la metí directamente. Gritó, pero no se quejó. La embestía con fuerza, agarrándola de las caderas; gemía como hacía tiempo que no lo hacía. Le agarré del pelo, le hablé sucio al oído, le dije que era mi puta y me iba a correr dentro. No puso resistencia; al contrario, me rogaba más. Al terminar, me dijo con una sonrisa en los labios, con las piernas temblando y mi semen aún resbaladole por su muslo:
—Voy a tener que pedirles a tus primas que te abracen más veces así…
Ese comentario me arrancó una carcajada, pero me dejó pensativo. Esa noche, creo que despertó algo en mí que no sabía que existía.
si os gusta continuo con la hisotiria.