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pauliski

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30 Ene 2025
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alguna vez habeis tenido un encuentro extraño y erotico con vuestro profesor/profesora?
contadme!
 
para empezar yo,una profesora una vez me saco de clase para hablar conmigo porq "le contestaba mal",me dio una pequeña charla y me cogio de la cintura,casi el culo,y me dio un beso y un abrazo,y el beso,me rozo bastante los labios,aunque no dijimos nada...
 
A mi una vez una profesora que era muy guapa tendría veintitantos y toda la clase siempre hablaba de ella
Pues un día se puso delante de mi mesa y se apoyó para explicarme un ejercicio y llevaba un jersey sin sujetador al agacharse se le veían las tetas.
Me acuerdo que me mojé entera después en casa me toque recordándolo
 
A mi una vez una profesora que era muy guapa tendría veintitantos y toda la clase siempre hablaba de ella
Pues un día se puso delante de mi mesa y se apoyó para explicarme un ejercicio y llevaba un jersey sin sujetador al agacharse se le veían las tetas.
Me acuerdo que me mojé entera después en casa me toque recordándolo
Nosotros teníamos también una profesora joven, en bachiller, que nos daba física. La chica sabía que estaba tremenda y recibía comentarios por todo el instituto. En clase, se solía poner la típica bata blanca de química porque si no la gente se volvía loca. Que recuerdos cuando se apoyaba en la mesa para explicar algo y estaba escotada...
 
Yo tuve una profesora de Ciencias Naturales que era muy atractiva, y que nos tenía locos a todos, le gustaba andar contoneándose. Años después nos volvimos a encontrar y tuvimos una breve historia.
 
Yo tuve una profesora de Ciencias Naturales que era muy atractiva, y que nos tenía locos a todos, le gustaba andar contoneándose. Años después nos volvimos a encontrar y tuvimos una breve historia.
Molaría que profundizases en esa "breve historia" 😉
 
Yo recuerdo a una de Lengua Española en primero de BUP, que estaba como un auténtico cañón. De cara se parecía mucho a Lidia Bosch. Era una chica alta, delgada y a veces venía vestida con aquellas típicas falditas de cuadros que se llevaban a finales de los 90. Tenía además una voz dulce y sensual. Me la ponía muuuuy dura (creo a toda la clase vamos). La "decepción" vino cuando en una excursión la vimos dándose el lote con el profesor de matemáticas, que era un imbécil y nos caía a todos fatal...😂
 
Molaría que profundizases en esa "breve historia" 😉
Pues a ver, cuento el primer capítulo. Mi profe era una mujer morena, ojos oscuros, bajita (debía medir poco más de 1.50m), pero monilla de cara y con un culo bastante bonito. Durante aquel curso me hice unas cuantas pajas en su honor, siempre soñando con correrme en su cara.
La cosa es que, años después, cuando yo estaba en la Universidad, volví al instituto a por unos papeles que necesitaba. A la salida me encontré con ella. Habían pasado unos 5 años, y la señora, se llamaba Margarita (Marga la llamábamos en clase), había mejorado con el tiempo. Tendría ya unos 40 años. Me saludó muy contenta y me dio dos besos, diciendo que había sido uno de sus mejores alumnos de ese curso. Yo estaba algo cortado, la verdad. Pero ella me agarró del brazo y se ofreció a invitarme a un café.
Fuimos a una cafetería y allí hablamos de lo bien que se me había dado aquel curso, de la buena nota que había sacado en Ciencias, y de cosas intrascendentes, recordando nuestra época del insti.
-¿Sabes? -me dijo de pronto bajando la voz- Me contó Chiqui... Te acordarás de Chiqui, ¿no?
Yo me debí poner rojo hasta las cejas. Chiqui era una profe de francés con la que me había enrollado en el viaje de fin de curso de COU.
-Sí... sí, claro que me acuerdo de ella...
-Jajajaja... No te pongas colorado hombre... Me dijo que fue muy bien... Y que no estás nada mal de ahí...
La tía no se cortaba, y me sonreía con picardía. Yo no sabía qué decir.
-Mejor vamos a casa... Estaremos mejor. Ya no soy una mujer casada… Además, ya no somos profe y alumno, y si te digo la verdad, tengo un buen calentón...
Al entrar en su casa, me metió la lengua hasta la garganta y me agarró el paquete. Me estaba empezando a dar mucho morbo y empecé a perder la vergüenza. Agarré el culo que tantas pajas había provocado y lo sobé bien. Todavía estaba firme, no como los de las veinteañeras con las que acostumbraba a follar, pero muy rico.
-Mmmmm -susurró- Pues es verdad que no está nada mal.... Bien gorda, ¿eh?
Me llevó al dormitorio y me desnudó. Cuando mi rabo saltó del calzoncillo, abrió los ojos de par en par.
-Uffff... nos lo vamos a pasar bien...
Se desnudó delante de mí. Nunca había visto sus tetas, recordaba que solía ir con sueters anchos o con chaquetas amplias sobre las camisas, así que nunca había podido imaginarlas. No eran muy grandes, pero no tenían mala pinta y, además, tenía unos bonitos puffy nipples rosa pálido.
Llevaba el vello púbico arregladito, con un triangulito de vello, no un matojo. Me amorré a sus puffies (los puffy nipples me dan un morbazo increíble) mientras echaba mano a su chocho y le empezaba a masajear el clítoris. Recuerdo que me metí pezón y areola en la boca y ella gemía suavemente. Ella se dejó caer en la cama. Me arrodillé entre sus piernas, las separé bien y me puse a jugar con la lengua dentro de sus labios. El chocho era pequeño y tuve que separar los labios para poder meter la lengua. Apenas me cabían dos dedos, me pregunté cómo le metería el rabo, pero ella iba tan caliente que no tardó en gemir como una loca, mientras yo me dedicaba a su clítoris con la lengua hasta que me separó la cara de su chocho.
-Túmbate -me ordenó.
Obedecí y se montó sobre mí. Se notaba que estaba separada y hacía tiempo que no follaba. Me agarró el rabo y empezó a metérselo. Notaba la apretura de su vagina estrechita alrededor, mientras Marga gemía a cada centímetro que entraba. Sólo se metió la mitad, pero con eso le bastó para correrse dos veces seguidas, moviendo las caderas como una experta.
Después de su segundo orgasmo, se echó sobre mi rabo y empezó a pajearme y a mamarlo. Una gran mamadora, la verdad, jugando con mis huevos y con el rabo, haciendo maravillas con los dedos, la lengua y los labios... Cuando iba a correrme, le pedí:
-¡En la cara, en la cara!
Y así fue. La regué bien y ella me miró con su picardía antes de ir al baño a limpiarse la cara. Estuvimos un rato más charlando y tocándonos, hasta que me di cuenta de que tenía que irme, así que me vestí y me despedí de ella, que me dio su teléfono.
Hubo más capítulos de esta historia, tal vez cuente alguno más adelante.
 
Pues a ver, cuento el primer capítulo. Mi profe era una mujer morena, ojos oscuros, bajita (debía medir poco más de 1.50m), pero monilla de cara y con un culo bastante bonito. Durante aquel curso me hice unas cuantas pajas en su honor, siempre soñando con correrme en su cara.
La cosa es que, años después, cuando yo estaba en la Universidad, volví al instituto a por unos papeles que necesitaba. A la salida me encontré con ella. Habían pasado unos 5 años, y la señora, se llamaba Margarita (Marga la llamábamos en clase), había mejorado con el tiempo. Tendría ya unos 40 años. Me saludó muy contenta y me dio dos besos, diciendo que había sido uno de sus mejores alumnos de ese curso. Yo estaba algo cortado, la verdad. Pero ella me agarró del brazo y se ofreció a invitarme a un café.
Fuimos a una cafetería y allí hablamos de lo bien que se me había dado aquel curso, de la buena nota que había sacado en Ciencias, y de cosas intrascendentes, recordando nuestra época del insti.
-¿Sabes? -me dijo de pronto bajando la voz- Me contó Chiqui... Te acordarás de Chiqui, ¿no?
Yo me debí poner rojo hasta las cejas. Chiqui era una profe de francés con la que me había enrollado en el viaje de fin de curso de COU.
-Sí... sí, claro que me acuerdo de ella...
-Jajajaja... No te pongas colorado hombre... Me dijo que fue muy bien... Y que no estás nada mal de ahí...
La tía no se cortaba, y me sonreía con picardía. Yo no sabía qué decir.
-Mejor vamos a casa... Estaremos mejor. Ya no soy una mujer casada… Además, ya no somos profe y alumno, y si te digo la verdad, tengo un buen calentón...
Al entrar en su casa, me metió la lengua hasta la garganta y me agarró el paquete. Me estaba empezando a dar mucho morbo y empecé a perder la vergüenza. Agarré el culo que tantas pajas había provocado y lo sobé bien. Todavía estaba firme, no como los de las veinteañeras con las que acostumbraba a follar, pero muy rico.
-Mmmmm -susurró- Pues es verdad que no está nada mal.... Bien gorda, ¿eh?
Me llevó al dormitorio y me desnudó. Cuando mi rabo saltó del calzoncillo, abrió los ojos de par en par.
-Uffff... nos lo vamos a pasar bien...
Se desnudó delante de mí. Nunca había visto sus tetas, recordaba que solía ir con sueters anchos o con chaquetas amplias sobre las camisas, así que nunca había podido imaginarlas. No eran muy grandes, pero no tenían mala pinta y, además, tenía unos bonitos puffy nipples rosa pálido.
Llevaba el vello púbico arregladito, con un triangulito de vello, no un matojo. Me amorré a sus puffies (los puffy nipples me dan un morbazo increíble) mientras echaba mano a su chocho y le empezaba a masajear el clítoris. Recuerdo que me metí pezón y areola en la boca y ella gemía suavemente. Ella se dejó caer en la cama. Me arrodillé entre sus piernas, las separé bien y me puse a jugar con la lengua dentro de sus labios. El chocho era pequeño y tuve que separar los labios para poder meter la lengua. Apenas me cabían dos dedos, me pregunté cómo le metería el rabo, pero ella iba tan caliente que no tardó en gemir como una loca, mientras yo me dedicaba a su clítoris con la lengua hasta que me separó la cara de su chocho.
-Túmbate -me ordenó.
Obedecí y se montó sobre mí. Se notaba que estaba separada y hacía tiempo que no follaba. Me agarró el rabo y empezó a metérselo. Notaba la apretura de su vagina estrechita alrededor, mientras Marga gemía a cada centímetro que entraba. Sólo se metió la mitad, pero con eso le bastó para correrse dos veces seguidas, moviendo las caderas como una experta.
Después de su segundo orgasmo, se echó sobre mi rabo y empezó a pajearme y a mamarlo. Una gran mamadora, la verdad, jugando con mis huevos y con el rabo, haciendo maravillas con los dedos, la lengua y los labios... Cuando iba a correrme, le pedí:
-¡En la cara, en la cara!
Y así fue. La regué bien y ella me miró con su picardía antes de ir al baño a limpiarse la cara. Estuvimos un rato más charlando y tocándonos, hasta que me di cuenta de que tenía que irme, así que me vestí y me despedí de ella, que me dio su teléfono.
Hubo más capítulos de esta historia, tal vez cuente alguno más adelante.
Por supuesto!. Deberías contar mas! 😂😉
 
En mi época de instituto justo el último curso una profesora se lió con un alumno de otra clase y evidentemente fue despedida
 
Pues a ver, cuento el primer capítulo. Mi profe era una mujer morena, ojos oscuros, bajita (debía medir poco más de 1.50m), pero monilla de cara y con un culo bastante bonito. Durante aquel curso me hice unas cuantas pajas en su honor, siempre soñando con correrme en su cara.
La cosa es que, años después, cuando yo estaba en la Universidad, volví al instituto a por unos papeles que necesitaba. A la salida me encontré con ella. Habían pasado unos 5 años, y la señora, se llamaba Margarita (Marga la llamábamos en clase), había mejorado con el tiempo. Tendría ya unos 40 años. Me saludó muy contenta y me dio dos besos, diciendo que había sido uno de sus mejores alumnos de ese curso. Yo estaba algo cortado, la verdad. Pero ella me agarró del brazo y se ofreció a invitarme a un café.
Fuimos a una cafetería y allí hablamos de lo bien que se me había dado aquel curso, de la buena nota que había sacado en Ciencias, y de cosas intrascendentes, recordando nuestra época del insti.
-¿Sabes? -me dijo de pronto bajando la voz- Me contó Chiqui... Te acordarás de Chiqui, ¿no?
Yo me debí poner rojo hasta las cejas. Chiqui era una profe de francés con la que me había enrollado en el viaje de fin de curso de COU.
-Sí... sí, claro que me acuerdo de ella...
-Jajajaja... No te pongas colorado hombre... Me dijo que fue muy bien... Y que no estás nada mal de ahí...
La tía no se cortaba, y me sonreía con picardía. Yo no sabía qué decir.
-Mejor vamos a casa... Estaremos mejor. Ya no soy una mujer casada… Además, ya no somos profe y alumno, y si te digo la verdad, tengo un buen calentón...
Al entrar en su casa, me metió la lengua hasta la garganta y me agarró el paquete. Me estaba empezando a dar mucho morbo y empecé a perder la vergüenza. Agarré el culo que tantas pajas había provocado y lo sobé bien. Todavía estaba firme, no como los de las veinteañeras con las que acostumbraba a follar, pero muy rico.
-Mmmmm -susurró- Pues es verdad que no está nada mal.... Bien gorda, ¿eh?
Me llevó al dormitorio y me desnudó. Cuando mi rabo saltó del calzoncillo, abrió los ojos de par en par.
-Uffff... nos lo vamos a pasar bien...
Se desnudó delante de mí. Nunca había visto sus tetas, recordaba que solía ir con sueters anchos o con chaquetas amplias sobre las camisas, así que nunca había podido imaginarlas. No eran muy grandes, pero no tenían mala pinta y, además, tenía unos bonitos puffy nipples rosa pálido.
Llevaba el vello púbico arregladito, con un triangulito de vello, no un matojo. Me amorré a sus puffies (los puffy nipples me dan un morbazo increíble) mientras echaba mano a su chocho y le empezaba a masajear el clítoris. Recuerdo que me metí pezón y areola en la boca y ella gemía suavemente. Ella se dejó caer en la cama. Me arrodillé entre sus piernas, las separé bien y me puse a jugar con la lengua dentro de sus labios. El chocho era pequeño y tuve que separar los labios para poder meter la lengua. Apenas me cabían dos dedos, me pregunté cómo le metería el rabo, pero ella iba tan caliente que no tardó en gemir como una loca, mientras yo me dedicaba a su clítoris con la lengua hasta que me separó la cara de su chocho.
-Túmbate -me ordenó.
Obedecí y se montó sobre mí. Se notaba que estaba separada y hacía tiempo que no follaba. Me agarró el rabo y empezó a metérselo. Notaba la apretura de su vagina estrechita alrededor, mientras Marga gemía a cada centímetro que entraba. Sólo se metió la mitad, pero con eso le bastó para correrse dos veces seguidas, moviendo las caderas como una experta.
Después de su segundo orgasmo, se echó sobre mi rabo y empezó a pajearme y a mamarlo. Una gran mamadora, la verdad, jugando con mis huevos y con el rabo, haciendo maravillas con los dedos, la lengua y los labios... Cuando iba a correrme, le pedí:
-¡En la cara, en la cara!
Y así fue. La regué bien y ella me miró con su picardía antes de ir al baño a limpiarse la cara. Estuvimos un rato más charlando y tocándonos, hasta que me di cuenta de que tenía que irme, así que me vestí y me despedí de ella, que me dio su teléfono.
Hubo más capítulos de esta historia, tal vez cuente alguno más adelante.
Tendrás que contar más,por supuesto 😜
 
Yo tenía un profesor de unos 40 años que se dedicaba a poner comentarios en las fotos que subían a ********* sus alumnas de 16 años, piropeandoles. En cuanto a mi, los únicos encuentros sexuales que he tenido con mis profesoras han ocurrido en mi imaginación, ya que me mataba a pajas con todas y cada una de ellas, fuesen atractivas o no
 

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