Seguimos.
Pausamos el relato en el momento en el que Julio dejó de comerle el coño a Raquel y pasó a morrearla y comerle las tetas mientras Alberto se desnudaba.
Ya desnudo, Alberto hizo ponerse de rodillas a Raquel para que le hiciera una mamada, que pasó de ser mamada a follada de garganta casi de inmediato, mientras Julio se despojaba de su ropa.
Una vez desnudo, efectivamente tuve que dar la razón a Alberto: la polla de Julio es asombrosamente gorda. No se le veía por debajo de su prominente y peluda barriga porque de longitud es normal, pero su grosor es increíble. Donde además destaca un gran capullo rosado en forma de seta y unos huevos gordos que sí asoman bien por debajo de su barriga y su polla.
Alberto detuvo su follada de garganta y le dijo a Raquel que se girase.
Aún recuerdo la expresión de Raquel al ver el pollón gordo de Julio. Se le abrieron los ojos como platos y dijo:
- Joder, cómo sabéis lo que me gusta. Y encima os superáis, lo que nos hizo reír a los cuatro.
No tardó Raquel en comenzar a adorar la polla de Julio. Acariciándola, besando el grueso capullo, lamiéndole los cojones... Se veía que Julio tenía ganas de más, así que le pidió a Raquel que abriera la boca, que iba a hacer una prueba.
Raquel la abrió para que Julio le metiera cuatro de sus morcillones dedos en ella con los que empezó a follarle la boca mientras Alberto, que se había puesto de rodillas junto a Raquel, azotaba sus tetas con una mano mientras con la otra la masturbaba.
Raquel comenzó a correrse mientras Alberto no dejaba de masturbarla y Julio de meterle más profundamente los dedos en la boca, haciéndola atragantarse y babear mucho. Julio sacó los dedos y cogió esos restos de baba con su mano, que pasó por toda la cara de Raquel. De inmediato le pidió que abriera de nuevo la boca y, tras morrearla, se apartó un poco y le echó un buen escupitajo en la garganta, que Raquel recibió sin rechistar antes de que Julio agarrara su cabeza y le metiera su rabo hasta la campanilla, sujetando la cabeza de Raquel para que no se moviera.
Y Raquel no sólo no se movió sino que puso sus manos en el culo de Julio, empujándole hacia ella.
Julio no puedo evitar decir:
- Por favor, esto es increíble, cómo traga, es de las pocas veces que una mujer me aguanta así.
- Ya te dije que Raquel te iba a sorprender. Además, está bien entrenada ya, sonrió Alberto, a quien Raquel masturbaba mientras él le retorcía los pezones.
Fueron casi quince minutos de un morbo sin igual. Entre los dos hombres se turnaban para someter la boca y la garganta de Raquel al tiempo que la torturaban los pezones o la masturbaban. Y Raquel no sólo aguantó como una jabata sino que cuando le daban algún respiro ella misma seguía mamándoles.
Entonces Julio decidió que era momento de cambiar de habitación, y fueron a la habitación principal, situada justo a la espalda del salón. Una habitación también cuadrada, no muy grande, coronada por una cama de 1,50 y donde no cabía mucho más, apenas dos mesillas y un armario empotrado.
Allá fueron los tres, Raquel entre ellos, con la cara llena de babas y el coño chorreando. Al entrar en la habitación, Julio se puso a cuatro patas encima de la cama con el culo sobresaliendo de la misma, y le ordenó a Raquel que se lo comiera.
No tardó Raquel en afanarse en hacerle una gran comida de culo (como Julio la calificó), a la que añadió también una comida de sus huevazos. Mientras, Alberto no perdió el tiempo y, sujetando las caderas de Raquel, metió de un solo golpe su rabo en su coño, empujándola más si cabe hacia el culo de Julio, quien no tardó en girarse poniéndose boca arriba para ofrecer su polla a Raquel.
Esta, muy caliente debido a que Alberto además de follarla duramente también le masturbaba el clítoris, se lanzó a por la polla de Julio sin miramientos, metiéndosela hasta la garganta sin dejar de masturbarme ni de acariciarle los huevos.
Julio y Alberto se felicitaban por tener a Raquel así, y me decían que era muy afortunado y a la vez un jodido cornudo que disfrutaba viendo cómo sometían a su zorra. Y yo solo podía asentir mientras me tocaba la polla por encima del pantalón.
Julio (que, como era previsible por lo que me había advertido Alberto, llevaba la voz cantante) dijo que quería probar ese coño, así que se estiró en la cama y ordenó a Raquel que le cabalgase. Alberto salió del coño de Raquel permitiendo que esta subiera a la cama, agarrase la polla de Julio por la base y, situándose encima de ella, se dejó caer poco a poco, haciéndola desaparecer en su coño mientras gritaba y se retorcía de placer.
Con la polla de Julio dentro de ella, Julio tiró de sus pezones atrayéndola hacia su pecho. Quedaron pecho con pecho y boca con boca, posición ideal para Julio quien, mientras morreaba con ganas a Raquel comenzó a mover su cuerpo de oso, entrando y saliendo de Raquel con una fuerza, una energía y una velocidad insólitas para alguien de su constitución.
Raquel solo podía gritar, gritos apenas silenciados por los besos de Julio, y gritos que se multiplicaron por dos cuando Alberto, escupiendo antes en el culo de Raquel, acercó su polla a la entrada e, igual que había hecho antes con el coño, la empotró de un solo golpe de cadera.
Ahí Raquel se convirtió en una muñeca en sus manos (si es que no lo estaba siendo ya antes). Entre esos dos hombretones que la estaban destrozando con sus pollas, que se movían rítmicamente entrando y saliendo de ella, llamándola puta.
Alberto advirtió que estaba cerca de correrse (algo que no suponía problema porque, como siempre, habia tomado Viagra, lo que también había hecho Julio como contó después), pero Julio aún tenía cuerda para follarle el culo a Raquel, así que la hizo cabalgarle dándole la espalda e, igual que había hecho con el coño, se dejó caer lentamente con su culo (ya abierto por la polla de Alberto) sobre el pollón de Julio, quien solo acertó a decir:
- Qué puta maravilla, mira tú como la has hecho desaparecer.
- Es que me tenéis loca, dijo Raquel gritando.
Julio volvió a atraerla sobre su pecho y la postura le facilitaba rodearla con sus brazos y, mientras, seguía jugando con sus pezones.
Alberto, que quería esperar para correrse, aprovechó para masturbar firmemente a Raquel mientras Julio la sodomizaba. Tanto es así que llegó a meterle cuatro dedos en su coño mientras con el quinto frotaba su clítoris, lo que provocó un squirt impresionante de Raquel que empapó la cama y el pecho de Alberto, gritando como poseída.
Entonces, Julio también advirtió que estaba a punto de correrse, así que ordenó a Raquel que se pusiera de rodillas en el suelo de la habitación. Y le dijo que se iba a correr en su boca y que no quería que dejase caer ni una sola gota.
Raquel abrió la boca y Julio se la volvió a taladrar, haciendo que se atragantase más si cabe que la vez anterior, hasta que, anunciando que se corría, sujetó la cabeza de Raquel para que no pudiera moverse y, bufando y gritando, dijo:
- Me corro, puta, trágatela todaaaaa.
Los ojos de Raquel se abrieron como platos recibiendo la corrida de Julio, quien contraía sus glúteos con cada lechada. Raquel no se movió y por la comisura de sus labios asomó un hilillo de la leche de Julio, quien a los pocos segundos se retiró y ordenó a Raquel que abriera bien la boca, comprobando que, efectivamente, no había dejado ni una gota de leche por tragar. Pero no contento con eso, le metió de nuevo los dedos para sacarlos mojados de saliva pero sin restos de leche. La única que le resbalaba por los labios la recogió Julio con un dedo e hizo que Raquel se lo lamiera.
Entonces fue el turno de Alberto quien, animado por lo que acababa de ver, prácticamente repitió la acción de Julio, hasta que, igual que este, llenó la boca y la garganta de Raquel de su leche.
Raquel repasó las dos pollas a conciencia, dejándolas impolutas. Pero como gracias a la Viagra apenas tuvieron unos minutos de bajón, cuando volvieron a estar duras la fiesta prosiguió.
Seguimos con el relato lo antes posible.
Esperamos os esté gustando.
Gracias.