Raquel

(Continuamos)

Tras la increíble experiencia con Alberto y Julio, nuestras noches de sexo eran más explosivas de lo que siempre ya lo habían sido.

Imaginábamos otros encuentros, recordábamos los ya vividos...

Mientras tanto, hablábamos con Alberto con regularidad, hasta que tuvimos oportunidad de volver a quedar con él, esta vez a solas (Julio estaba casado y su disponibilidad era más limitada).

Nos citamos en su casa el último sábado de febrero de 2022. Pero llegó ese día y yo me encontré muy indispuesto. Raquel dijo que lo dejáramos para otro momento, pero yo le propuse que fuese ella sola a casa de Alberto.

Dudó un poco (no por temor, pues con Alberto ya había total confianza, sino por mí, tanto por dejarme solo como porque me perdiera el encuentro), pero yo le dije que estaría bien y que además me daba mucho morbo saber que mientras yo estaba en casa ella estaba siendo usada por Alberto.

Raquel se puso muy cachonda al decirle esto, y Alberto se puso más cachondo aún al saber que Raquel iría sola. Así que a las 17 horas de ese sábado de febrero Raquel salió en dirección Moratalaz, vestida preciosa con un conjunto de jersey y pantalón, por supuesto sin ropa interior debajo, y cubierta con un abrigo (hacía frío).

Yo me quedé esperando, feliz y muy cachondo.

No supe nada de ellos hasta las 21 horas, cuando recibí un WhatsApp de Alberto diciéndome:

- Raquel acaba de salir de aquí. Gracias por permitirla venir sola. Ha sido increíble, yo he disfrutado muchísimo y creo y espero que ella también. Un abrazo.
- Gracias por avisarme. Me alegra y me enciende saber que lo habéis pasado bien. Estoy seguro que Raquel habrá sentido lo mismo que tú. Ya te contaré. Un abrazo, respondí yo.

Veinte minutos después se abría la puerta de casa. Raquel entró con una sonrisa de oreja a oreja, algo despeinada y con una sonrisa que le iluminaba toda la cara.

Vino a mí, me dio un beso con regusto a lefa, me preguntó qué tal estaba y yo le dije:

- Dime tú qué tal estás, aunque por la cara que traes creo saber la respuesta.
- Solo te voy a enseñar una cosa, respondió Raquel.

Empezó a desnudarse, y cuando llegó al pantalón, se dio la vuelta y me enseñó su culo, culo en el que llevaba insertado un plug de considerable tamaño. Yo me quedé alucinado, y le pregunté:

- Y eso?
- Quítalo y verás, me dijo pícara Raquel.

Así lo hice, y al retirarlo poco a poco comenzó a resbalar desde su culo un hilo de lefa.

- Me lo ha puesto Alberto justo después de correrse, para que lo trajera puesto y lo vieras.

Yo estaba cachondísimo, y le pregunté si le habia gustado llevarlo.

- Uf, qué sensación tan brutal. Sentir la leche dentro sin salir y el plug como si me estuviera follando. Conducir hasta aquí ha sido de lo más increíble.

Nos morreamos y le dije que me contara todo. Ella me dijo que iba a ducharse por tercera vez (luego entendí por qué lo decía) y que preparaba algo de cenar y me contaba con detalle.

Como va a ser ella la que cuente lo que pasó, lo hará en el siguiente relato.

Gracias.
 
Está demás preguntar cómo lo pasó, si al venir con el plug y dentro la leche, es porque le gustó y quería traer algo para que vieras lo bien que lo había pasado, esperaremos su relato enttonces. (y)(y)(y)
 
Está demás preguntar cómo lo pasó, si al venir con el plug y dentro la leche, es porque le gustó y quería traer algo para que vieras lo bien que lo había pasado, esperaremos su relato enttonces. (y)(y)(y)
Le gustó mucho.
 
(Continuamos)

Tras la increíble experiencia con Alberto y Julio, nuestras noches de sexo eran más explosivas de lo que siempre ya lo habían sido.

Imaginábamos otros encuentros, recordábamos los ya vividos...

Mientras tanto, hablábamos con Alberto con regularidad, hasta que tuvimos oportunidad de volver a quedar con él, esta vez a solas (Julio estaba casado y su disponibilidad era más limitada).

Nos citamos en su casa el último sábado de febrero de 2022. Pero llegó ese día y yo me encontré muy indispuesto. Raquel dijo que lo dejáramos para otro momento, pero yo le propuse que fuese ella sola a casa de Alberto.

Dudó un poco (no por temor, pues con Alberto ya había total confianza, sino por mí, tanto por dejarme solo como porque me perdiera el encuentro), pero yo le dije que estaría bien y que además me daba mucho morbo saber que mientras yo estaba en casa ella estaba siendo usada por Alberto.

Raquel se puso muy cachonda al decirle esto, y Alberto se puso más cachondo aún al saber que Raquel iría sola. Así que a las 17 horas de ese sábado de febrero Raquel salió en dirección Moratalaz, vestida preciosa con un conjunto de jersey y pantalón, por supuesto sin ropa interior debajo, y cubierta con un abrigo (hacía frío).

Yo me quedé esperando, feliz y muy cachondo.

No supe nada de ellos hasta las 21 horas, cuando recibí un WhatsApp de Alberto diciéndome:

- Raquel acaba de salir de aquí. Gracias por permitirla venir sola. Ha sido increíble, yo he disfrutado muchísimo y creo y espero que ella también. Un abrazo.
- Gracias por avisarme. Me alegra y me enciende saber que lo habéis pasado bien. Estoy seguro que Raquel habrá sentido lo mismo que tú. Ya te contaré. Un abrazo, respondí yo.

Veinte minutos después se abría la puerta de casa. Raquel entró con una sonrisa de oreja a oreja, algo despeinada y con una sonrisa que le iluminaba toda la cara.

Vino a mí, me dio un beso con regusto a lefa, me preguntó qué tal estaba y yo le dije:

- Dime tú qué tal estás, aunque por la cara que traes creo saber la respuesta.
- Solo te voy a enseñar una cosa, respondió Raquel.

Empezó a desnudarse, y cuando llegó al pantalón, se dio la vuelta y me enseñó su culo, culo en el que llevaba insertado un plug de considerable tamaño. Yo me quedé alucinado, y le pregunté:

- Y eso?
- Quítalo y verás, me dijo pícara Raquel.

Así lo hice, y al retirarlo poco a poco comenzó a resbalar desde su culo un hilo de lefa.

- Me lo ha puesto Alberto justo después de correrse, para que lo trajera puesto y lo vieras.

Yo estaba cachondísimo, y le pregunté si le habia gustado llevarlo.

- Uf, qué sensación tan brutal. Sentir la leche dentro sin salir y el plug como si me estuviera follando. Conducir hasta aquí ha sido de lo más increíble.

Nos morreamos y le dije que me contara todo. Ella me dijo que iba a ducharse por tercera vez (luego entendí por qué lo decía) y que preparaba algo de cenar y me contaba con detalle.

Como va a ser ella la que cuente lo que pasó, lo hará en el siguiente relato.

Gracias.
Guauuuu, mejoras día a día 😈
 
(Disculpad la demora)

Dejamos el relato cuando Raquel regresó de pasar la tarde con Alberto. Es ella la que pasa a contar lo mismo que me contó a mí cuando llegó.

Soy Raquel. Esa tarde del sábado 22 de febrero del 22 estaba muy nerviosa y, sobre todo, caliente. Saber que iba a volver a estar con Alberto me encendía mucho, y más saberme a solas con él. Los nervios no eran por nada malo, sino porque era la primera vez que iba a estar con otro hombre a solas solo por sexo, por morbo, por vicio, y no era capaz de imaginar lo que Alberto querría hacer conmigo.

Como comentó Pablo en la anterior entrada, a las 17 horas salí de nuestra casa rumbo a la de Alberto, junto a la que llegué 20 minutos después.

Conjunto rosa y morado de jersey y pantalón de punto. Abrigo negro. Sin nada de ropa interior.

Llamé al telefonillo, me abrió y cuando llegué a la vivienda la puerta estaba abierta. Entré, cerré y accedí al salón, donde Alberto me esperaba con la calefacción funcionando a pleno rendimiento y vestido únicamente con una camiseta de manga corta y un calzoncillo en el que ya se marcaba considerablemente su preciosa polla.

Lo primero que hizo, tras darme la bienvenida y ayudarme a quitar el abrigo, fue plantarme un morreo que me hizo temblar las piernas y empaparme el coño más aún de lo que ya lo tenía.

Me dijo que estaba muy contento de que estuviera allí y más aún de que me hubiera atrevido a ir sola. Yo le contesté que no había nada de atrevimiento, sino confianza y deseo.
Sonrió y me pidió que abriera bien la boca, algo que hice y tras lo cual Alberto me hizo caer dentro de la garganta un buen lapo seguido de sus dedos, que me los metió hasta el fondo. Mientras, yo frotaba su ya durísima polla por encima del calzoncillo.

Esto me hizo dar alguna arcada pero me gustaba tanto que aguanté mientras él empezó a mostrar su lado más guarro, diciéndome:

- Ya sabes que te voy a respetar profundamente, pero igualmente desde ese respeto hoy te voy a usar como la perra que eres.

Sin sacarme la mano de la boca, me hizo sentar en el sofá. Entonces se puso de rodillas a mis pies, me quitó las botas y de un solo tirón me quitó el pantalón.

Tras admirar mi coño empapado, acercó su nariz al mismo para olerlo bien, lo abrió con dos dedos y comenzó a comérmelo primero despacio pero después frenéticamente, paseando lengua, boca y labios por todo mi coño, besando y mordisqueando suavemente mi ya endurecido clítoris, haciendo que me corriera varias veces, empapando su cara.

Sin dejar de comerme el coño, Alberto comenzó a follármelo con los dedos. Yo estaba tan cachonda que no pude ni quise evitar decirle:

- Méteme el puño, cabrón, mátame de placer.
- Sssh, zorrita, ya tenía pensado hacerlo, pero a mí ritmo, respondió él.

Me tenía loca. Uno a uno fue metiendo sus dedos mientras me lamía el clítoris o jugaba con mi culo. Cuando ya tenía cuatro dedos dentro, los dejó quietos y, mirándome a los ojos mientras yo me apretaba las tetas, me preguntó:

- Te acuerdas lo que hablamos aquella tarde en la cama de Pepe? Lo de la garganta profunda, el fist y la lluvia dorada.
- Si, me acuerdo perfectamente, respondí yo.
- Pues hoy toca completar el trio, o mejor dicho, tres por uno.

Y sin decir más, introdujo el dedo que le faltaba en mi coño. Entró sin problema, y en un instante tenía todo su puño dentro. Yo más que gritar aullaba, pero no de dolor sino de puro placer. Tener ya el coño acostumbrado hacia que no me doliera nada y que solo tuviera orgasmo tras orgasmo, más aún cuando Alberto movía el puño dentro.

Yo tenía el corazón a mil, sudaba como nunca y mi coño era una auténtica fuente. Mientras, Alberto me miraba con una cara de perversión sin igual y me dijo:

- Así me gusta, que seas una perrita gritona y gozosa.
- Me estás matando de gusto, joder, respondí yo, a lo que él respondió con una carcajada.

Cuando lo creyó oportuno, Alberto sacó su puño de mi coño. Lo tenía en carne viva, muy abierto, y él se acercó para escupir dentro y darle un lametón justo antes de incorporarse e introducirme su mano, sus dedos en mi boca, los cuales lamí y chupé como si me fuera la vida en ello.

Yo estaba empapada no solo de cintura para abajo. Como no me había quitado el jersey también estaba sudorosa por el resto de mi cuerpo.

Alberto me quitó el jersey y, cogiéndome de los pezones, me hizo incorporar y me llevó así, tirando de mis durísimos pezones, hasta el baño.

Dándome una palmada en el culo, me hizo entrar en la ducha, entrando él a continuación. El espacio no era muy grande pero nos permitía movernos sin estar apretujados.

Alberto me hizo abrir la boca para escupirme otra vez al tiempo que abría el agua que empezó a mojarnos. Él cogió el gel de ducha y me hizo una limpieza a fondo, no dejando nada de mí por frotar, llegando a meterme de nuevo los dedos en mi coño e, incluso, mi culo al mismo tiempo, lo que me hizo casi desmayar de placer, agarrándome a él con fuerza.

Alberto no dijo nada, tan solo abrió la boca para ordenar:

- De rodillas, perra. Te voy a violar la boca.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo con esa orden, y enseguida estaba arrodillada delante de esa polla mojada y reluciente, que enseguida, y después de permitirme lamérsela un poco, empezó a taladrarme boca y garganta.

Alberto me tenía cogida la cabeza con sus manos y no me permitía zafarme de esa polla que me llegaba hasta la campanilla, que entraba y salía de mi con furia mientras él me insultaba , que me hacía dar una arcada tras otra... Pero nada de eso me producía rechazo, todo lo contrario, hacia que estuviera más cachonda aún y así se lo hice saber poniendo mis manos en su culo, invitándole a que siguiera.

- Eso es, perra, aguanta como una campeona.

Así estuvo varios minutos hasta que, casi sin previo aviso, me dijo que me iba a llenar la boca de su leche y dos segundos después mi garganta recibía su descarga, espesa y prolongada.

Dejé que él se fuera retirando y, sin esperar su orden, le enseñé mi boca para que viera que me había tragado toda su leche y de inmediato repasé esa polla a conciencia, dejándola reluciente.

(Como la tarde aún dió para más, dejo el relato aquí para seguir a más tardar mañana).

Gracias.
 
Fue una verdadera fiesta de sexo a todo dar, buen relato, gracias por compartirla.
 
(Disculpad la demora)

Dejamos el relato cuando Raquel regresó de pasar la tarde con Alberto. Es ella la que pasa a contar lo mismo que me contó a mí cuando llegó.

Soy Raquel. Esa tarde del sábado 22 de febrero del 22 estaba muy nerviosa y, sobre todo, caliente. Saber que iba a volver a estar con Alberto me encendía mucho, y más saberme a solas con él. Los nervios no eran por nada malo, sino porque era la primera vez que iba a estar con otro hombre a solas solo por sexo, por morbo, por vicio, y no era capaz de imaginar lo que Alberto querría hacer conmigo.

Como comentó Pablo en la anterior entrada, a las 17 horas salí de nuestra casa rumbo a la de Alberto, junto a la que llegué 20 minutos después.

Conjunto rosa y morado de jersey y pantalón de punto. Abrigo negro. Sin nada de ropa interior.

Llamé al telefonillo, me abrió y cuando llegué a la vivienda la puerta estaba abierta. Entré, cerré y accedí al salón, donde Alberto me esperaba con la calefacción funcionando a pleno rendimiento y vestido únicamente con una camiseta de manga corta y un calzoncillo en el que ya se marcaba considerablemente su preciosa polla.

Lo primero que hizo, tras darme la bienvenida y ayudarme a quitar el abrigo, fue plantarme un morreo que me hizo temblar las piernas y empaparme el coño más aún de lo que ya lo tenía.

Me dijo que estaba muy contento de que estuviera allí y más aún de que me hubiera atrevido a ir sola. Yo le contesté que no había nada de atrevimiento, sino confianza y deseo.
Sonrió y me pidió que abriera bien la boca, algo que hice y tras lo cual Alberto me hizo caer dentro de la garganta un buen lapo seguido de sus dedos, que me los metió hasta el fondo. Mientras, yo frotaba su ya durísima polla por encima del calzoncillo.

Esto me hizo dar alguna arcada pero me gustaba tanto que aguanté mientras él empezó a mostrar su lado más guarro, diciéndome:

- Ya sabes que te voy a respetar profundamente, pero igualmente desde ese respeto hoy te voy a usar como la perra que eres.

Sin sacarme la mano de la boca, me hizo sentar en el sofá. Entonces se puso de rodillas a mis pies, me quitó las botas y de un solo tirón me quitó el pantalón.

Tras admirar mi coño empapado, acercó su nariz al mismo para olerlo bien, lo abrió con dos dedos y comenzó a comérmelo primero despacio pero después frenéticamente, paseando lengua, boca y labios por todo mi coño, besando y mordisqueando suavemente mi ya endurecido clítoris, haciendo que me corriera varias veces, empapando su cara.

Sin dejar de comerme el coño, Alberto comenzó a follármelo con los dedos. Yo estaba tan cachonda que no pude ni quise evitar decirle:

- Méteme el puño, cabrón, mátame de placer.
- Sssh, zorrita, ya tenía pensado hacerlo, pero a mí ritmo, respondió él.

Me tenía loca. Uno a uno fue metiendo sus dedos mientras me lamía el clítoris o jugaba con mi culo. Cuando ya tenía cuatro dedos dentro, los dejó quietos y, mirándome a los ojos mientras yo me apretaba las tetas, me preguntó:

- Te acuerdas lo que hablamos aquella tarde en la cama de Pepe? Lo de la garganta profunda, el fist y la lluvia dorada.
- Si, me acuerdo perfectamente, respondí yo.
- Pues hoy toca completar el trio, o mejor dicho, tres por uno.

Y sin decir más, introdujo el dedo que le faltaba en mi coño. Entró sin problema, y en un instante tenía todo su puño dentro. Yo más que gritar aullaba, pero no de dolor sino de puro placer. Tener ya el coño acostumbrado hacia que no me doliera nada y que solo tuviera orgasmo tras orgasmo, más aún cuando Alberto movía el puño dentro.

Yo tenía el corazón a mil, sudaba como nunca y mi coño era una auténtica fuente. Mientras, Alberto me miraba con una cara de perversión sin igual y me dijo:

- Así me gusta, que seas una perrita gritona y gozosa.
- Me estás matando de gusto, joder, respondí yo, a lo que él respondió con una carcajada.

Cuando lo creyó oportuno, Alberto sacó su puño de mi coño. Lo tenía en carne viva, muy abierto, y él se acercó para escupir dentro y darle un lametón justo antes de incorporarse e introducirme su mano, sus dedos en mi boca, los cuales lamí y chupé como si me fuera la vida en ello.

Yo estaba empapada no solo de cintura para abajo. Como no me había quitado el jersey también estaba sudorosa por el resto de mi cuerpo.

Alberto me quitó el jersey y, cogiéndome de los pezones, me hizo incorporar y me llevó así, tirando de mis durísimos pezones, hasta el baño.

Dándome una palmada en el culo, me hizo entrar en la ducha, entrando él a continuación. El espacio no era muy grande pero nos permitía movernos sin estar apretujados.

Alberto me hizo abrir la boca para escupirme otra vez al tiempo que abría el agua que empezó a mojarnos. Él cogió el gel de ducha y me hizo una limpieza a fondo, no dejando nada de mí por frotar, llegando a meterme de nuevo los dedos en mi coño e, incluso, mi culo al mismo tiempo, lo que me hizo casi desmayar de placer, agarrándome a él con fuerza.

Alberto no dijo nada, tan solo abrió la boca para ordenar:

- De rodillas, perra. Te voy a violar la boca.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo con esa orden, y enseguida estaba arrodillada delante de esa polla mojada y reluciente, que enseguida, y después de permitirme lamérsela un poco, empezó a taladrarme boca y garganta.

Alberto me tenía cogida la cabeza con sus manos y no me permitía zafarme de esa polla que me llegaba hasta la campanilla, que entraba y salía de mi con furia mientras él me insultaba , que me hacía dar una arcada tras otra... Pero nada de eso me producía rechazo, todo lo contrario, hacia que estuviera más cachonda aún y así se lo hice saber poniendo mis manos en su culo, invitándole a que siguiera.

- Eso es, perra, aguanta como una campeona.

Así estuvo varios minutos hasta que, casi sin previo aviso, me dijo que me iba a llenar la boca de su leche y dos segundos después mi garganta recibía su descarga, espesa y prolongada.

Dejé que él se fuera retirando y, sin esperar su orden, le enseñé mi boca para que viera que me había tragado toda su leche y de inmediato repasé esa polla a conciencia, dejándola reluciente.

(Como la tarde aún dió para más, dejo el relato aquí para seguir a más tardar mañana).

Gracias.
Perra y viciosa... toda una señora 🥰
 
Buenos días.
Habida cuenta del poco interés mostrado por parte de los usuarios de este foro, desafortunadamente Raquel ha perdido el interés en continuar contando lo ocurrido.
Hemos dedicado mucho tiempo en intentar ser lo más fieles y exactos a todo lo ocurrido, intentando no obviar ningún detalle e intentando contarlo del mejor modo posible para facilitar la lectura, pero ni aun así ha sido suficiente para ser atrayentes.
Parece ser que ponen más los relatos fakes que una historia real y bien contada, asi que este no es nuestro lugar.
Un saludo.
 
Buenos días.
Habida cuenta del poco interés mostrado por parte de los usuarios de este foro, desafortunadamente Raquel ha perdido el interés en continuar contando lo ocurrido.
Hemos dedicado mucho tiempo en intentar ser lo más fieles y exactos a todo lo ocurrido, intentando no obviar ningún detalle e intentando contarlo del mejor modo posible para facilitar la lectura, pero ni aun así ha sido suficiente para ser atrayentes.
Parece ser que ponen más los relatos fakes que una historia real y bien contada, asi que este no es nuestro lugar.
Un saludo.
Es verdad que aquí hay mucha gente que no sabe lo que es sexo real y piensan que el sexo es lo que vem por internet .
Pero como yo hay más gente que valoramos mucho vuestra historia, ya que tal y como está contada se ve claramente que es real y sin nada de fake.

De verdad os digo que a sido un placer leer lo que habéis escrito hasta ahora, y le da mucha pena que lo dejéis pero si es vuestra decisión adelante.
 
(Disculpad la demora)

Dejamos el relato cuando Raquel regresó de pasar la tarde con Alberto. Es ella la que pasa a contar lo mismo que me contó a mí cuando llegó.

Soy Raquel. Esa tarde del sábado 22 de febrero del 22 estaba muy nerviosa y, sobre todo, caliente. Saber que iba a volver a estar con Alberto me encendía mucho, y más saberme a solas con él. Los nervios no eran por nada malo, sino porque era la primera vez que iba a estar con otro hombre a solas solo por sexo, por morbo, por vicio, y no era capaz de imaginar lo que Alberto querría hacer conmigo.

Como comentó Pablo en la anterior entrada, a las 17 horas salí de nuestra casa rumbo a la de Alberto, junto a la que llegué 20 minutos después.

Conjunto rosa y morado de jersey y pantalón de punto. Abrigo negro. Sin nada de ropa interior.

Llamé al telefonillo, me abrió y cuando llegué a la vivienda la puerta estaba abierta. Entré, cerré y accedí al salón, donde Alberto me esperaba con la calefacción funcionando a pleno rendimiento y vestido únicamente con una camiseta de manga corta y un calzoncillo en el que ya se marcaba considerablemente su preciosa polla.

Lo primero que hizo, tras darme la bienvenida y ayudarme a quitar el abrigo, fue plantarme un morreo que me hizo temblar las piernas y empaparme el coño más aún de lo que ya lo tenía.

Me dijo que estaba muy contento de que estuviera allí y más aún de que me hubiera atrevido a ir sola. Yo le contesté que no había nada de atrevimiento, sino confianza y deseo.
Sonrió y me pidió que abriera bien la boca, algo que hice y tras lo cual Alberto me hizo caer dentro de la garganta un buen lapo seguido de sus dedos, que me los metió hasta el fondo. Mientras, yo frotaba su ya durísima polla por encima del calzoncillo.

Esto me hizo dar alguna arcada pero me gustaba tanto que aguanté mientras él empezó a mostrar su lado más guarro, diciéndome:

- Ya sabes que te voy a respetar profundamente, pero igualmente desde ese respeto hoy te voy a usar como la perra que eres.

Sin sacarme la mano de la boca, me hizo sentar en el sofá. Entonces se puso de rodillas a mis pies, me quitó las botas y de un solo tirón me quitó el pantalón.

Tras admirar mi coño empapado, acercó su nariz al mismo para olerlo bien, lo abrió con dos dedos y comenzó a comérmelo primero despacio pero después frenéticamente, paseando lengua, boca y labios por todo mi coño, besando y mordisqueando suavemente mi ya endurecido clítoris, haciendo que me corriera varias veces, empapando su cara.

Sin dejar de comerme el coño, Alberto comenzó a follármelo con los dedos. Yo estaba tan cachonda que no pude ni quise evitar decirle:

- Méteme el puño, cabrón, mátame de placer.
- Sssh, zorrita, ya tenía pensado hacerlo, pero a mí ritmo, respondió él.

Me tenía loca. Uno a uno fue metiendo sus dedos mientras me lamía el clítoris o jugaba con mi culo. Cuando ya tenía cuatro dedos dentro, los dejó quietos y, mirándome a los ojos mientras yo me apretaba las tetas, me preguntó:

- Te acuerdas lo que hablamos aquella tarde en la cama de Pepe? Lo de la garganta profunda, el fist y la lluvia dorada.
- Si, me acuerdo perfectamente, respondí yo.
- Pues hoy toca completar el trio, o mejor dicho, tres por uno.

Y sin decir más, introdujo el dedo que le faltaba en mi coño. Entró sin problema, y en un instante tenía todo su puño dentro. Yo más que gritar aullaba, pero no de dolor sino de puro placer. Tener ya el coño acostumbrado hacia que no me doliera nada y que solo tuviera orgasmo tras orgasmo, más aún cuando Alberto movía el puño dentro.

Yo tenía el corazón a mil, sudaba como nunca y mi coño era una auténtica fuente. Mientras, Alberto me miraba con una cara de perversión sin igual y me dijo:

- Así me gusta, que seas una perrita gritona y gozosa.
- Me estás matando de gusto, joder, respondí yo, a lo que él respondió con una carcajada.

Cuando lo creyó oportuno, Alberto sacó su puño de mi coño. Lo tenía en carne viva, muy abierto, y él se acercó para escupir dentro y darle un lametón justo antes de incorporarse e introducirme su mano, sus dedos en mi boca, los cuales lamí y chupé como si me fuera la vida en ello.

Yo estaba empapada no solo de cintura para abajo. Como no me había quitado el jersey también estaba sudorosa por el resto de mi cuerpo.

Alberto me quitó el jersey y, cogiéndome de los pezones, me hizo incorporar y me llevó así, tirando de mis durísimos pezones, hasta el baño.

Dándome una palmada en el culo, me hizo entrar en la ducha, entrando él a continuación. El espacio no era muy grande pero nos permitía movernos sin estar apretujados.

Alberto me hizo abrir la boca para escupirme otra vez al tiempo que abría el agua que empezó a mojarnos. Él cogió el gel de ducha y me hizo una limpieza a fondo, no dejando nada de mí por frotar, llegando a meterme de nuevo los dedos en mi coño e, incluso, mi culo al mismo tiempo, lo que me hizo casi desmayar de placer, agarrándome a él con fuerza.

Alberto no dijo nada, tan solo abrió la boca para ordenar:

- De rodillas, perra. Te voy a violar la boca.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo con esa orden, y enseguida estaba arrodillada delante de esa polla mojada y reluciente, que enseguida, y después de permitirme lamérsela un poco, empezó a taladrarme boca y garganta.

Alberto me tenía cogida la cabeza con sus manos y no me permitía zafarme de esa polla que me llegaba hasta la campanilla, que entraba y salía de mi con furia mientras él me insultaba , que me hacía dar una arcada tras otra... Pero nada de eso me producía rechazo, todo lo contrario, hacia que estuviera más cachonda aún y así se lo hice saber poniendo mis manos en su culo, invitándole a que siguiera.

- Eso es, perra, aguanta como una campeona.

Así estuvo varios minutos hasta que, casi sin previo aviso, me dijo que me iba a llenar la boca de su leche y dos segundos después mi garganta recibía su descarga, espesa y prolongada.

Dejé que él se fuera retirando y, sin esperar su orden, le enseñé mi boca para que viera que me había tragado toda su leche y de inmediato repasé esa polla a conciencia, dejándola reluciente.

(Como la tarde aún dió para más, dejo el relato aquí para seguir a más tardar mañana).

Gracias.
Que ganas de que Raquel siga con lo sucedido ya que en el primer asalto parece que disfruto al maximo
 
Buenos días.
Habida cuenta del poco interés mostrado por parte de los usuarios de este foro, desafortunadamente Raquel ha perdido el interés en continuar contando lo ocurrido.
Hemos dedicado mucho tiempo en intentar ser lo más fieles y exactos a todo lo ocurrido, intentando no obviar ningún detalle e intentando contarlo del mejor modo posible para facilitar la lectura, pero ni aun así ha sido suficiente para ser atrayentes.
Parece ser que ponen más los relatos fakes que una historia real y bien contada, asi que este no es nuestro lugar.
Un saludo.
Si te soy sincero, entraba cada día al foro sólo esperando encontrar un nuevo capítulo de esta morbosa historia. Me dan mucha envidia Alberto y Julio de poder disfrutar con una mujer que disfrute tanto acatando sus deseos.
Me ha dado mucha pena leer que no vais a seguir compartiendo con nosotros vuestras morbosas experiencias.
 
Si te soy sincero, entraba cada día al foro sólo esperando encontrar un nuevo capítulo de esta morbosa historia. Me dan mucha envidia Alberto y Julio de poder disfrutar con una mujer que disfrute tanto acatando sus deseos.
Me ha dado mucha pena leer que no vais a seguir compartiendo con nosotros vuestras morbosas experiencias.
Eres muy gentil. Se lo haré saber a Raquel por si le apeteciese continuar relatando lo sucedido, pero de manera privada.
 
Es verdad que aquí hay mucha gente que no sabe lo que es sexo real y piensan que el sexo es lo que vem por internet .
Pero como yo hay más gente que valoramos mucho vuestra historia, ya que tal y como está contada se ve claramente que es real y sin nada de fake.

De verdad os digo que a sido un placer leer lo que habéis escrito hasta ahora, y le da mucha pena que lo dejéis pero si es vuestra decisión adelante.
Lo tenemos claro. Mejor dicho, lo tiene clarísimo Raquel. Pero dado que has tenido la amabilidad de escribir, te digo lo mismo que al otro compañero. Le enseñaré a Raquel lo que nos has puesto y si le apetece seguir relatando lo que pasó de manera privada, te lo haremos saber. Un saludo.
 
Eres muy gentil. Se lo haré saber a Raquel por si le apeteciese continuar relatando lo sucedido, pero de manera privada.
Os estaría muy agradecido, si eso ocurriese, ya que el relato de vuestras experiencias me parece tremendamente excitante.
 
Deberían seguir, habemos muchos que los seguimos algunos los leen y otros los leemos y luego damos las gracias y escribimos sobre lo leído.
 
Lo tenemos claro. Mejor dicho, lo tiene clarísimo Raquel. Pero dado que has tenido la amabilidad de escribir, te digo lo mismo que al otro compañero. Le enseñaré a Raquel lo que nos has puesto y si le apetece seguir relatando lo que pasó de manera privada, te lo haremos saber. Un saludo.
Si os apetece estaré encantado de seguir leyendo vuestro relato
 
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