Relatos de Famosas

Por favor, mucho más de esto. Recuperad también los de la anterior página, pero nuevos. Hay pocas cosas que se disfruten más que esto.
Había uno de un tio que contrataba a Anna Simon para que fuera follada por desconocidos en un autobús si alguien lo tiene por favor q lo suba
 
Concierto de Malú:
Como cada mañana, me disponía a ir a trabajar. Después de la ducha habitual, procedí a preparar mi café espresso como de costumbre. El día anterior habíamos dejado todo preparado, solo faltaban algunos retoques y que los músicos y demás integrantes de toda la farándula que mueve un concierto dieran el visto bueno.



Cuando, allá por el 2008, puse mi currículum para trabajar en una empresa de mobiliario, nunca pensé que todo aquello me depararía la cantidad de historias, anécdotas, risas y buenos momentos que he vivido. Un muchacho de 27 años que lo dejaba todo atrás, simplemente quería vivir la vida.



Y ahí estaba yo, con mis 1,80 metros de pura vagancia, como solía decirme mi madre siempre que volvía a casa, vistiéndome con los vaqueros y el polo de la empresa, a punto de salir para dejar listo el escenario para un concierto de Malú. Uno más para la cuenta de una lista de conciertos que ya simplemente había dejado de contar.



No tenía pareja, nunca nadie aguantó mi ritmo de vida. Así que cada mañana, lo único que me motivaba era acabar la jornada para ir al bar e intentar que alguna chica entrara en mi juego. Es difícil eso de asumir una relación con alguien tan dominante y tan maniático.



Juan apareció por mi portal como cada mañana con su furgón. Sus gafas último modelo y su camisa de pitillo no hacían presagiar a lo que nos dedicábamos.



-¡Ey, muchacho, date vida que no llegamos! – me dijo Juan sin dejar de esbozar una amplia sonrisa.



-Tranquilo, que tenemos todo el día por delante –le respondí.



Cuando llegamos al recinto, ya se podía sentir el ambiente de concierto. Las típicas quinceañeras fanáticas, mucho chavalaje detrás de ligarse alguna de aquellas chicas y alguna que otra madre que no quería que su hija abandonara el corral. También se notaba que las medidas de seguridad habían aumentado; el vallado exterior ya estaba montado. Paco, nuestro amigo de toda la vida, ya no era el único vigilante jurado. Por su amplia sonrisa, se podía intuir que estaba contento por semejante presencia femenina en los alrededores.



Nada más empezamos con la faena, intuí que no iba a ser un día normal. Normalmente, había mucho más "meneo" detrás de un concierto; era algo extraño que solo estuvieran la representante y el organizador del evento a las 9:00 de la mañana, cuando solo faltaban unas 12 horas para empezar el concierto.



Una rubia con unos ojos azules que te dejaban embobado, unos pantalones vaqueros que le marcaban muy bien el trasero, y un abrigo marrón que ocultaba más que enseñaba, se dirigió hacia mí:



-Oiga, mozo, esos focos de luz no funcionan, alguien debería comprobar todas las conexiones –me dijo con una voz cantarina, la que poco después me enteraría que era la guapa representante de Malú.



-No se preocupe, en un momento llamo a un compañero para que lo revise todo –le respondí.



-He dicho que se debe revisar ahora mismo, así que deje lo que esté haciendo y soluciónelo ya –parecía que había despertado a una mala bestia. ¿Dónde estaba ese ángel que había visto venir con ese andar garboso hacia mí hacía tan solo unos segundos?



Solté mi herramienta, la miré con tono desafiante y me dispuse a llamar por el "walkie" a Juan.



-Juan, parece que aquí en la zona 3 del escenario hay unos focos que no funcionan, ¿me copias? –dije por el walkie.



-Magic, no me jodas que estoy aquí con el inspector de seguridad, ya lo solucionaré más tarde –se escuchó decir a Juan poco después por la emisora. "Magic" era el nombre por el que todos me conocían en mi juventud, porque solía desaparecer de las fiestas sin dejar rastro.



-Señora, ya ha oído, tendrá que esperar –le dije a la representante.



-Vaya mierda de equipo hay aquí en Santander, la próxima vez me lo pensaré dos veces antes de aceptar a esta ciudad en una gira como esta –replicó la arrogante representante.



Me pareció tan fuera de lugar que dejé lo que estaba haciendo y fui a ver qué demonios pasaba con esos focos. Nadie iba a dejar mal a la empresa para la que trabajaba y a mis amigos por ser malos profesionales. Después de revisar todo varias veces, comprobé que una de las conexiones no estaba en la fase correcta y procedí a arreglarlo.



-¡Ta-chán! –le dije a la representante–, y de pronto se hizo la luz.

Cuando vio que estaba todo solucionado, volvió a su móvil como si no hubiera mañana.



Llegó la hora de la comida; los muchachos iban a ir al restaurante chino de la esquina. Yo ya estaba harto de tanto chino; estaba aborreciendo el arroz tres delicias y el cerdo agridulce. Así que simplemente fui a la máquina expendedora que habíamos instalado en la zona de la prensa a sacarme una Twist.



Andaba en mis pensamientos camino de comprar mi ansiada chocolatina cuando de repente me choqué con alguien y la tiré al suelo. El golpe fue como cuando un autobús se choca con un poste de luz. Al autobús no le pasa nada, sin embargo el poste de luz se resquebraja y queda para el arrastre. Agaché la vista para ayudar a levantarse a esa desafortunada que había tenido la mala suerte de chocar con un autobús. ¿Cuál fue mi sorpresa? Al ver esa pequeña cabecita girarse hacia el cielo como pidiendo clemencia, vi una mirada que me dejó embobado.



Malú, esa cantante que pasaba con su gira "Gracias 2008" por Santander, acababa de tener un choque conmigo. Lejos de estar enfadada, aquella muchacha con mirada penetrante y dos trenzas muy sensuales parecía estar pidiéndome perdón.



-Lo siento, ¿estás bien? -alcancé a decir.



-Sí, sí, no te preocupes, hoy ando de un patoso… -me contestó ella.



-"Sí, sí" fue una antigua emperatriz -respondí yo en tono sarcástico-, hay que mirar por donde se camina. Encima de todos los follones que llevo hoy, como para que encima lesione a la artista principal.



-La verdad es que yo estaba más preocupado por cómo estaba Malú que por mí mismo. De hecho, ni siquiera había reparado en que tenía toda mi ropa empapada de café. Bien se veía que ella llevaba una taza de café en la mano cuando nos chocamos y este se proyectó en mi ropa de trabajo. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que esa belleza que tenía ante mí también estaba toda pringada de ese líquido color oscuro.



-No te preocupes, no puedo dejarte así -me dijo en tono apresurado-. Deja que te ofrezca al menos un café y una camiseta para que te cambies.



-Lo que necesito para continuar con mi trabajo de manera satisfactoria no me lo puedes dar tú -le contesté.



-No me lo creo, en mi camerino hay de todo.



-Mira, señorita, si nos vamos a tu set, mi frustración irá en aumento, porque tú no podrás satisfacer mis necesidades y me tendré que ir peor de lo que entré.



Después de haberle manchado de café, no puedo más que ofrecerme a compensarte de la manera que sea.



Estas palabras se grabaron en mi cabeza. Llegaba el momento de intentar aprovechar aquella oportunidad para sacar algún beneficio propio. Así que sin más, puse rumbo al camerino principal acompañado de Malú.



Al entrar y cerrar la puerta, sin más decidí hablarle claro a la señorita. Siempre en mi vida había sido directo en las relaciones, más de una vez me habían dado calabazas o incluso me habían llamado degenerado. Pero a estas alturas de la vida no iba a cambiar.



-Mira, niña, si me has traído aquí para que me tome un café contigo, estás equivocada. Para eso me voy con mis compañeros al chino de la esquina. He venido contigo porque tú te has ofrecido a compensarme por el estropicio este. Si quieres compensarme, ya te estás poniendo de rodillas y abriéndome la bragueta.



Los ojos con los que me miró nunca los olvidaré, una mezcla entre excitación y odio. Parecía como si nunca nadie le hubiese hablado así de claro. Se dio la vuelta y continuó preparando el café. Luego empezó a buscar entre su ropa como si no hubiese oído mis palabras. Así que, visto que allí no tenía nada más que hacer, pues ella no había reaccionado de ninguna manera a mis palabras, me di la vuelta dispuesto a marcharme.



Cuando estaba agarrando el pomo de la puerta para proceder a abrirla, una mano interrumpió mi movimiento. Me giré y allí estaba ella de nuevo.



-No te vayas, antes de comenzar, tenía que dejar todo listo para la prueba de vestuario -lo que acababa de oír me había dejado descolorado. Y mira que normalmente solía salirme con la mía.



-A mí no me cuentes historias, aquí quien marca los pasos soy yo; tú tienes que satisfacerme a mí, lo demás te debe dar igual -le solté, intentando ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar.



A esas alturas, mi polla ya estaba empezando a ponerse en pie de guerra, y más aún cuando esa belleza que tenía ante mí comenzó a arrodillarse delante mía. Una vez estuvo agachada, me miró con mirada temerosa y me dijo:



-Esto no saldrá de aquí, es la primera vez que hago algo parecido.



-Todavía no te has dado cuenta de que si lo vas a hacer es porque te atrae la idea, y si te atrae la idea, estarás en mis manos -le contesté, sabiéndome ganador.



-De acuerdo, mañana estaré a miles de kilómetros de aquí.



-Sí, eso puede ser peor. Hasta entonces, vas a disfrutar como nunca antes lo has hecho. Ahora, déjate de bobadas y haz tu trabajo, que yo haré el mío.



Sin más, se cayó y procedió a sacarme mi polla, que ya hacía rato que estaba dura, de mis pantalones, y, mirándome a los ojos, comenzó a lamerme con la punta de la lengua. Al principio, la dejé hacer, pues quería saber qué tan bien era capaz de hacerlo. Después de un buen rato, decidí que ya era suficiente; le agarré el pelo por esas trenzas tan sexis que tenía y le dije que abriera la boca. Mi polla no era muy grande, 13-14 cm, pero sí era ancha. Ella abrió la boca entendiendo lo que quería.



Mi polla entraba y salía de su boca a un ritmo frenético, y sabía que si seguía a ese ritmo, acabaría enseguida, y yo quería jugar un poco más. En seco, la paré, e incluso ella pareció enfadarse por ello. La levanté por los hombros y la invité a desnudarse para mí. Llevaba una camisa suelta de esas que usan mucho las mujeres para hacer gimnasia y baile, transparentando un sujetador negro que dejaba muy poco a la imaginación. La dejé hacer, y ante mí aparecieron unos pechos bonitos, algo pequeños, pero muy bonitos y con falta de una buena ración de sol. Poco a poco, se fue despojando de sus vaqueros y de su manga negro. Ante mí apareció su sexo, con poco pelo y bien arreglado. Se tumbó en el sofá como esperando que yo le devolviera el favor, pero no se lo había ganado aún.



La agarré y le di la vuelta, dejándola a cuatro patas encima del sofá. Me escupí en los dedos y me dispuse a penetrarla suavemente con los dedos. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que estaba empapadísima. Sin más, apunté con mi falo a su entrada y comencé a bombear, despacio al principio y rápido después, controlando en todo momento la situación.



En un momento dado, su respiración comenzó a agitarse; sabía lo que venía después, pero no quería que llegara su momento aún. Paré y decidí que era el momento de que me cabalgara ella a mí.



-Eres un cabrón -me dijo, aunque sin apenas convicción.



-Y tú te estás dejando que te folle el que monta el escenario -respondí.



Comenzó a subir y a bajar en un ritmo cada vez más frenético; estaba claro que le estaba gustando y que esa sensación de sentirse dominada la ponía muy cachonda.



Los espasmos y jadeos dejaron bien claro que su momento había llegado; la dejé disfrutar de ello y, cuando me faltaba poco a mí, la quité de encima. Quería que mi corrida fuera de esas que recordara toda la vida. Me levanté y le dije que me la chupara de nuevo.



-córrete en mis tetas, pero no en mi cara, por favor. Tengo la prueba de vestuario en breve y no tengo tiempo de volver a maquillarme -me rogó.



-Prefiero en tu boca. Si no quieres que deje todo esto perdido -le dije.



-No me gusta que lo hagan en mi boca -respondió.



-Me da igual lo que te guste, yo lo quiero.



Continuó chupándomela y, cuando se dio cuenta de que me iba a correr, sacó mi miembro de su boca y comenzó a apuntar a sus pechos. Ese gesto me enfadó mucho, así que la agarré de nuevo por una de las trenzas y, con la otra mano, apunté mi polla hacia su cara. En pocos segundos, comencé a derramar chorros de semen por su cara y su pelo, aunque ella intentaba evitarlo. Cuando quedé satisfecho por completo, busqué mi móvil en el pantalón y le dije que se quedara quieta. Ella intentaba levantarse para mirarse en el espejo el estropicio que tenía en la cara. A mí aquello me parecía súper bello, así que procedí a sacarle una foto para el recuerdo.



-No me saques fotos, cabrón. Ahora no llegaré a tiempo a la prueba de vestuario y tendrán que maquillarme de nuevo.



-Esta foto es para que recuerdes que esta noche, cuando termine el concierto, me buscarás para ir al hotel contigo. Porque sabes que estás en mis manos y te gusta.



-Eres un cabrón…



Sin más, me comencé a vestir y me fui. Ya eran más de las 16:00, y mis compañeros se estarían preguntando dónde estaba su amigo Magic.
 
Capítulo 1: María es una mujer.

La pequeña sala se iluminó y retumbaron los aplausos. Apenas unas decenas de personas habían valido para llenar el acogedor local. María se levantó del piano y recogió en pie la ovación. Había estado pletórica. Tras aquello disfrutó del calor de los fans, que no dudaban en pedirle fotos, autógrafos o dedicarle unas palabras. Era la parte bonita de aquellos conciertos tan en petit comité. Tras casi una hora de recargar emociones se despidió de los pocos que quedaban y se metió en el camerino a recoger sus cosas. Allí, en soledad, volvió a mirar el móvil. En la pantalla la última conversación con su ya ex pareja. El texto, para nada escueto, daba por finalizada la relación, con unos motivos que a María le sonaron a excusas. Estuvo a punto de soltar una lágrima. La coraza que había diseñado antes de subirse al escenario amenazaba con romperse. Un par de golpes sonaron en la puerta. Sin esperar contestación, el pomo giró y apareció la cara de su manager. No eran pocas las veces que lo hacía, a pesar de las broncas que había recibido de la artista, a quien no le gustaba la actitud de quien dirigía su carrera. En más de una ocasión la había pillado cambiándose de ropa, lo que le hacía sospechar que aquellas interrupciones eran bastante adrede.

-German, ¿Que te he dicho de entrar sin llamar?- María se giró hacia la puerta y vio la sonrisa malvada de él.
-Perdon, siempre se me olvida. Te quería comentar que yo me voy a marchar ya, por si quieres que te acerque al hotel...
-No, no hace falta. Tengo una amiga que vive aquí y a la que hace mucho que no veo. No ha podido venir al concierto pero íbamos a tomar algo juntas ahora.
-Que no se te haga muy tarde, mañana tenemos el AVE temprano.
-No te preocupes.- y se giró otra vez hacia el tocador.
Germán, y sus ganas de acompañar a María a la habitación, se marcharon, cerrando tras de si la puerta.
Se miró al espejo y, esta vez sí, dejó escapar algunas lágrimas. Las estaba conteniendo desde hacía bastante. Se dejó ir. Pensó en todos los momentos vividos junto a su pareja. En la distancia, que hacia que la relación se enfriase, y que acabó por distanciarlos. Lloró todo cuanto pudo, intentando sacar de dentro todo lo que la había estado doliendo, hasta que el grifo se cortó. Se miró al espejo. Tenía todo el maquillaje corrido por la cara. Cogió aire y trató de serenarse. "Así no te puedes ir al hotel" pensó para si misma. La historieta de la amiga era solo una mentira para tratar de escabullirse de Germán. Le daba cierto reparo quedarse con él a solas tras los conciertos. Sabía que ya le quedaba poco junto a él. En unos meses, su contrato de representación finalizaría y ella podría firmar con otro agente con el que llevaba tiempo hablando y al que se veía más serio. Cogio una toalla desmaquillante y arreglo el estropicio que tenía en la cara. Tardó un rato en volver a estar radiante. Miró la pequeña bolsa con ropa que tenía en el camerino. Para cada actuación llevaba un par de modelitos de cambio. En algunos bolos usaba todos y en otros apenas se cambiaba. Escogió un pantalón de cuero oscuro y una camiseta de tirantes ceñida y con algo de escote que ponía en el centro del foco sus dos prominentes pechos. Se miró en el espejo y rotó la cintura un par de veces sin despegar los pies del suelo para verse desde distintos ángulos. Puso mala cara, no le terminaba de quedar bien. Se quitó la camiseta y la apoyó sobre el pequeño tocador. Acto seguido llevo ambas manos a la espalda y desabrocho el sujetador negro que llevaba, lanzándolo contra la pequeña maleta. Volvió a colocarse la camiseta y a ajustarse ambos pechos con las manos para evitar marcar en exceso la zona del pezón. Se miró al espejo y respiro hondo. Ahora sí, ahora estaba radiante.
Recogió un poco toda la estancia y salió del camerino. El propietario de la sala aguardaba fuera, junto a una mujer que parecía dedicarse a la limpieza del local. La gaditana sonrió y le entregó las llaves del camerino.
-Has estado muy bien, chica. Espero que te vaya todo fenomenal en tu carrera.
Ella siguio sonriendo y le dio las gracias. Se fijó en que aquel tipo lanzaba constantes miradas a su escote. No se molestó. Es más, esos gestos no solían molestarla. Al revés, los prefería. Prefería eso a seguir siendo "la niña de la voz." Quería dejar claro que ya no era una cría, sino una mujer. Una mujer que ya había lidiado con la dureza de la vida y que aborrecía las miradas condescendientes. Caminó por el largo pasillo que daba a la salida trasera de la sala. Le daba vueltas a la mirada del dueño, sonriendo por ver que en todo el día había hecho mención al concurso que la catapultó a la fama. Recordó una anécdota de un par de años atrás en otra ciudad en la que actuó gracias a una gira de cierta emisora de radio. El bolo se celebró en un teatro en el que varios artistas cantaron un par de canciones. Varios de ellos habían acabado ya su actuación y compartían unas cervezas en el backstage. Uno de los encargados de luces se acercó al ver a María con un tercio de cerveza en la mano.
-¿Tu no eres muy joven para beber?
María le miró con cara seria y dispuesta a que fuese él quien pagase los platos que otros fueron rompiendo antes.
-Tengo 19 años, cariño. Bebo y follo cuando quiero.
Las caras de todos fueron un poema. Sobre todo la de aquel técnico que no volvió a acercarse a ningún artista en el resto de la noche.
María se acercaba sonriendo a la puerta de salida y el frío se empezaba a hacer notar. Paró un momento para colocarse una chaqueta de cuero antes de lanzarse a las calles de Bilbao. No tenía plan, no sabía dónde iba a acabar, lo que tenía claro es que la noche no era para quedarse en el hotel.

(Continuará)
 
Capítulo 1: María es una mujer.

La pequeña sala se iluminó y retumbaron los aplausos. Apenas unas decenas de personas habían valido para llenar el acogedor local. María se levantó del piano y recogió en pie la ovación. Había estado pletórica. Tras aquello disfrutó del calor de los fans, que no dudaban en pedirle fotos, autógrafos o dedicarle unas palabras. Era la parte bonita de aquellos conciertos tan en petit comité. Tras casi una hora de recargar emociones se despidió de los pocos que quedaban y se metió en el camerino a recoger sus cosas. Allí, en soledad, volvió a mirar el móvil. En la pantalla la última conversación con su ya ex pareja. El texto, para nada escueto, daba por finalizada la relación, con unos motivos que a María le sonaron a excusas. Estuvo a punto de soltar una lágrima. La coraza que había diseñado antes de subirse al escenario amenazaba con romperse. Un par de golpes sonaron en la puerta. Sin esperar contestación, el pomo giró y apareció la cara de su manager. No eran pocas las veces que lo hacía, a pesar de las broncas que había recibido de la artista, a quien no le gustaba la actitud de quien dirigía su carrera. En más de una ocasión la había pillado cambiándose de ropa, lo que le hacía sospechar que aquellas interrupciones eran bastante adrede.

-German, ¿Que te he dicho de entrar sin llamar?- María se giró hacia la puerta y vio la sonrisa malvada de él.
-Perdon, siempre se me olvida. Te quería comentar que yo me voy a marchar ya, por si quieres que te acerque al hotel...
-No, no hace falta. Tengo una amiga que vive aquí y a la que hace mucho que no veo. No ha podido venir al concierto pero íbamos a tomar algo juntas ahora.
-Que no se te haga muy tarde, mañana tenemos el AVE temprano.
-No te preocupes.- y se giró otra vez hacia el tocador.
Germán, y sus ganas de acompañar a María a la habitación, se marcharon, cerrando tras de si la puerta.
Se miró al espejo y, esta vez sí, dejó escapar algunas lágrimas. Las estaba conteniendo desde hacía bastante. Se dejó ir. Pensó en todos los momentos vividos junto a su pareja. En la distancia, que hacia que la relación se enfriase, y que acabó por distanciarlos. Lloró todo cuanto pudo, intentando sacar de dentro todo lo que la había estado doliendo, hasta que el grifo se cortó. Se miró al espejo. Tenía todo el maquillaje corrido por la cara. Cogió aire y trató de serenarse. "Así no te puedes ir al hotel" pensó para si misma. La historieta de la amiga era solo una mentira para tratar de escabullirse de Germán. Le daba cierto reparo quedarse con él a solas tras los conciertos. Sabía que ya le quedaba poco junto a él. En unos meses, su contrato de representación finalizaría y ella podría firmar con otro agente con el que llevaba tiempo hablando y al que se veía más serio. Cogio una toalla desmaquillante y arreglo el estropicio que tenía en la cara. Tardó un rato en volver a estar radiante. Miró la pequeña bolsa con ropa que tenía en el camerino. Para cada actuación llevaba un par de modelitos de cambio. En algunos bolos usaba todos y en otros apenas se cambiaba. Escogió un pantalón de cuero oscuro y una camiseta de tirantes ceñida y con algo de escote que ponía en el centro del foco sus dos prominentes pechos. Se miró en el espejo y rotó la cintura un par de veces sin despegar los pies del suelo para verse desde distintos ángulos. Puso mala cara, no le terminaba de quedar bien. Se quitó la camiseta y la apoyó sobre el pequeño tocador. Acto seguido llevo ambas manos a la espalda y desabrocho el sujetador negro que llevaba, lanzándolo contra la pequeña maleta. Volvió a colocarse la camiseta y a ajustarse ambos pechos con las manos para evitar marcar en exceso la zona del pezón. Se miró al espejo y respiro hondo. Ahora sí, ahora estaba radiante.
Recogió un poco toda la estancia y salió del camerino. El propietario de la sala aguardaba fuera, junto a una mujer que parecía dedicarse a la limpieza del local. La gaditana sonrió y le entregó las llaves del camerino.
-Has estado muy bien, chica. Espero que te vaya todo fenomenal en tu carrera.
Ella siguio sonriendo y le dio las gracias. Se fijó en que aquel tipo lanzaba constantes miradas a su escote. No se molestó. Es más, esos gestos no solían molestarla. Al revés, los prefería. Prefería eso a seguir siendo "la niña de la voz." Quería dejar claro que ya no era una cría, sino una mujer. Una mujer que ya había lidiado con la dureza de la vida y que aborrecía las miradas condescendientes. Caminó por el largo pasillo que daba a la salida trasera de la sala. Le daba vueltas a la mirada del dueño, sonriendo por ver que en todo el día había hecho mención al concurso que la catapultó a la fama. Recordó una anécdota de un par de años atrás en otra ciudad en la que actuó gracias a una gira de cierta emisora de radio. El bolo se celebró en un teatro en el que varios artistas cantaron un par de canciones. Varios de ellos habían acabado ya su actuación y compartían unas cervezas en el backstage. Uno de los encargados de luces se acercó al ver a María con un tercio de cerveza en la mano.
-¿Tu no eres muy joven para beber?
María le miró con cara seria y dispuesta a que fuese él quien pagase los platos que otros fueron rompiendo antes.
-Tengo 19 años, cariño. Bebo y follo cuando quiero.
Las caras de todos fueron un poema. Sobre todo la de aquel técnico que no volvió a acercarse a ningún artista en el resto de la noche.
María se acercaba sonriendo a la puerta de salida y el frío se empezaba a hacer notar. Paró un momento para colocarse una chaqueta de cuero antes de lanzarse a las calles de Bilbao. No tenía plan, no sabía dónde iba a acabar, lo que tenía claro es que la noche no era para quedarse en el hotel.

(Continuará)
Buen relato la verdad. Pero de qué famosas se trata? No la consigo pillar
 
Alguien tiene más relatos? En el foro anterior había muchísimos bastante buenos
 
Había un relato de Ivonne Armant en el foro anterior. Si alguien lo tiene...
 

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Estaba mirando por la ventana de mi habitación, a última hora de la tarde ... haciendo un poco de turismo con mis binoculares ... por el vecindario para algo de acción. No pasó mucho tiempo, ya que me di cuenta de que mi nueva vecina de al lado era Eva Isanta.



La morbosa milf actriz de la que avecina acababa de tomar una ducha y accidentalmente ... oa propósito ... había dejado las cortinas abiertas en su dormitorio de arriba.



Sonreí felizmente. He tenido algo por la diosa madura del sexo por un tiempo .... Ella es una fantasía de follar esperando ser soñada ... y correrse por todas partes.



Observé de cerca cómo mi vecina milf caliente cepillaba lentamente su pelo ... sonriendo mientras lo hacía. Solo llevaba una toalla blanca ... y esa sonrisa sexy. Empecé a frotar mi polla a través de mis pantalones de chándal .



Es casi como si Eva supiera que la estaba mirando. Ella mantuvo lentamente el brillo de su cabello. Lo sostuvo en su mano izquierda y lo cepilló ... hacia abajo y hacia afuera ... con la derecha. Su gran cepillo negro pasó suavemente por ese cabello. Era como si me estuviera dando instrucciones para masturbarme con sus hermosos movimientos..



Lentamente hacia arriba y hacia abajo ... hacia adelante y hacia atrás ... movimientos lentos y constantes con ese gran cepillo ... su pequeña mano agarrándolo con fuerza mientras cepilla ese cabell que fluye ... una suave sonrisa en sus labios. Suavemente se lamió los labios carnosos ... mordiendo seductoramente el inferior. Eva siguió sonriendo ... y saqué mi polla. Lo dejé colgar allí mientras me enfocaba claramente en la exhibición de burlas del cabello de Eva. Quería a esta perra ... y sabía que la iba a tener.



Se cepilló todo el cabello ... arqueando la espalda ... inclinándose ligeramente hacia atrás ... mientras se cepillaba la espalda con los mismos movimientos lentos y provocadores que usaba en el resto de su cabello. Eva siguió sonriendo ... lamiendo lentamente sus deliciosos labios desnudos.



Eva dejó su cepillo y fue al evento principal. Miré ansiosamente a través de mis binoculares mientras Eva agarraba su toalla ... luego la abría ... sonriendo con confianza mientras desnudaba ese hermoso cuerpo. Mi gran

polla saltó con lujurioso entusiasmo ... ahora completamente erecto desde la exhibición de cepillado de cabello de Eva.



Mi gran polla seguía saltando, viendo a Eva acariciar suavemente su cuerpo suave y flexible ... su piel blanca brillando con gotas de agua adheridas a sus pechos alegres y perfectamente formados.



Eva amasó sus tetas ... secándolas ... ahuecándolas ... frotando suavemente sus pezones duros y rosados para secarlos. Observé de cerca ... todavía sin tocarme. Dejé que mi gran polla saltara y rebotara ... dura como el acero mirando a la madura al rojo vivo secándose al lado.



Eva se pasó las manos por su cuerpo maduro. Se secó ... asegurándose de secar cada pulgada blanca y suave. Frunció sus labios carnosos ... mordiéndolos seductoramente ... mientras sus manos bajaban lentamente por su barriga ... más allá de su cabello ... hasta su vagina pulsante.



Me acerqué y finalmente agarré mi polla. Lo acaricié mientras veía a mi vecina milf caliente frotar su clítoris. Cerró los ojos y gimió mientras "secaba" su clítoris. Ella lo frotó en círculos ... luego lo movió hacia arriba desde el fondo ... moviendo su cuerpo al ritmo de su clítoris jugueteando.



Ella se movió a sus labios hinchados ... frotando esos labios carnosos. Su dedo índice derecho se deslizó entre sus labios ... frotando lentamente hacia arriba y hacia abajo una y otra vez. Eva se lamió los labios, sonriendo tan grande. Se frotó los labios cada vez más rápido ... su cuerpo temblaba. Eva palmeó constantemente su alegre clítoris rosa. Se mordió el labio inferior y se frotó su hermoso coño tan asombrosamente rápido. Tiré más rápido.



Eva hizo su cara de orgasmo ... frotando su jugoso coño rosado cada vez más rápido. Ella se corrió por todos sus dedos ... gimiendo en éxtasis orgásmica. Sonreí. Me iba a gustar tener a Eva como vecina.



Al día siguiente, Eva estaba sola en casa. Decidí tener mi cámara lista ... en caso de que hiciera otro show. Tuve el presentimiento de que ella iba a volver... y tenía razón.



Supongo que Eva pidió una pizza porque un joven ... probablemente 18 o 19 ... el repartidor de pizzas tocó el timbre ... pizza en la mano.



Eva abrió la puerta con solo una bata blanca de algodón. El joven repartidor se sorprendió gratamente. Decidí sacar la cámara y filmar una posible pornografía casera.



Eva consiguió que el joven entrara mientras ella conseguía el dinero para pagarle. Esto iba en una buena dirección. Pagó al repartidor y tomó la pizza ... sentándola en el sofá.



Eva se acercó al repartidor y le dedicó una sonrisa muy sexy ... pasando lentamente su dedo por su pecho. Abrió su bata ... mostrándonos a él ... ya mí ... sus hermosas y alegres teta.



El repartidor lo miró con asombro. Eva le agarró las manos y se las puso sobre los senos. Se quedó allí mirando. Eva se rió ... luego apretó sus pechos con sus manos ... las de ella sobre las de él.



Se mordió el labio inferior de una manera tan sexy. Eva estaba en celo y yo estaba duro como una roca mirándola.



Eva movió su mano derecha hacia su entrepierna y la apretó a través de sus vaqueros. Ella sonrió, le gustó su tamaño. Ella se arrodilló y le desabrochó los vaqueros. Eva sacó su polla ... mirándola ... lamiendo la cabeza. Ella plantó besos ... dejando huellas de labios rojos ... en todo su eje y corona regordeta.



Eva chupó la dura polla del repartidor en su boca ... moviendo la cabeza rápidamente sobre ella. Su largo y ondulado cabello voló salvajemente mientras su cabeza se balanceaba sobre esa joven y dura polla.



Las mejillas de Eva estaban ahuecadas, subastando con fuerza el largo pero delgado eje. Ella le hizo cosquillas en las bolas con uñas rojas. El joven repartidor agarró el cabello de Eva y agachó su boca. Eva felizmente lo dejó hacerse cargo. Golpeó su carne joven en la garganta del bombón de la que se avecina. Eva se atragantó un poco ... su saliva rezumaba por las comisuras de su boca.



El repartidor no duró mucho. Estaba demasiado emocionado de poder enfrentarse a la hermosa Eva Isanta. Él gimió y empujó su polla hasta el fondo de la garganta de Eva. Su cuerpo tembló cuando su polla bombeó su esperma directamente al estómago de Eva. Salió alrededor de cuatro ráfagas de esperma antes de que su polla se deslizara fuera de la dulce boca chupadora de Eva. Ella le sonrió y besó la cabeza de su polla ... lamiendo su raja de orina para sacarle cada gota de crema joven.



Eva se levantó ... se lamió los labios para limpiarlos ... y sonrió al joven repartidor. Rápidamente guardó su polla y cerró la cremallera. Recibió una propina increíble. Él le devolvió la sonrisa a la milf cachonda y se fue.



Filmé todo y decidí usarlo para conseguir qué ... y a quién ... quería.



Al día siguiente, noté que Eva estaba otra vez, sola en casa. Agarré la cinta y me dirigí a la puerta de al lado ... para presentarme formalmente a mi vecina milf y cachonda. Toqué el timbre. Eva respondió ... vestida con mucho escote, marcando coño y tanta ... y tacones rojos. A ella le gusta estar cómoda en casa ... como yo.



"Hola Eva ... soy tu vecino Juan".



"Oh ... hola. Es un placer conocerte finalmente, Juan. Me preguntaba cuándo vendrías y te presentarías . Por favor, pasa".



Entré. Es una hermosa casa. Es un vecindario exclusivo, así que sabía que era una hermosa casa de todos modos. Nos sentamos en el sofá de Eva ... Busqué restos de pizza de la noche anterior. No había ninguno ... pero sonreí de todos modos ... sabiendo lo que Eva hizo con el joven repartidor.



Hablamos unos pocos ... y bebimos un poco de vino blanco. Eva se sentó a mi izquierda ... rebotando su pierna ... besando su copa de vino mientras sorbía el vino. Eva era una seductora ... y supe cómo manejarla.



Empecé a pasar mi mano por su pierna. Ella no me detuvo, así que seguí adelante. Eva me miró, su copa de vino presionada suavemente contra sus deliciosos labios. "Sabes ... te vi mamar al repartidor, así que quiero follarte ". Lo puse sobre la mesa. También desabroché el cinturón de su bata ... y lo abrí. Esas hermosas tetas milf inmediatamente me llamaron la atención. Empecé a tantearlos.



"Oh ... me alegro de que lo hicieras. Al igual que me alegro de que me hayas visto después de mi ducha."



Ella sabía que estaba mirando. Lo sabía. Realmente me gusta esta mujer.



"Entonces ..." Saqué mi polla y dejé que se lo comiera con los ojos. "¿Consigo lo que quiero?" Me acerco y pongo mi mano sobre su hermosa cabeza y la animo a chupar mi polla.



"Bueno ... supongo que me tienes sobre un sable, por así decirlo. Sin embargo, nunca he sido proxeneta. Sin embargo, la idea me excita. No dejes que mi marido se entere. Es un mojigato. .. y Soy una puta ". Eva pateó sus labios carnosos y húmedos, mientras dejaba su copa de vino y se inclinaba ... lamiendo mi raja ... mirándome con una enorme sonrisa en su rostro sexy.



"Tú y yo vamos a tener una hermosa relación perra. Ahora chúpame la polla". Empujé su cabeza hacia abajo sobre mi gran y gruesa polla. Eva obedeció alegremente.



Eva me chupo la polla durante media hora. Tragarme lentamente ... luego acelerar su paso. Ella tomó mi base gruesa mientras tomaba cada centímetro de la cabeza de mi polla palpitante. Ella lo masticó perfectamente ... lamiendo lentamente la parte inferior sensible ... sonriéndome, mientras yo gemía feliz por la increíble sensación.



Rachel asintió rápidamente con la cabeza sobre mi polla excitada ... su cabello largo, ondulado y rojo caía salvajemente. Agarré su hermoso cabello y lo envolví alrededor de mi mano. Me follé su boca de cachonda ... conduciendo hacia esa hermosa boca y garganta de succión, profundamente.



Eva gimió feliz ... su saliva rezumaba por todo mi eje y mis bolas. Eva lo lamió, ahuecando y apretando suavemente mis bolas grandes. Lancé mi carga cremosa en su boca ... luego empujé profundamente por su garganta y terminé allí. Eva chupó hasta la última gota, lamiendo y chupando.



"Delicioso, papi. Me encantará ser tu puta. Soy una puta tan cachonda".



Solo sonreí ... sabiendo lo divertido que me iba a divertir con esta perra cachonda. Chupé sus tetas. Exprimiéndolos ... chupándolos con avidez. Mastiqué sus pezones gruesos. Eva tiene pezones perfectos.



Me comí su coño, cuidadosamente recortado. Tiré de ese alegre y rosado clítoris, tan lejos como pude y dejé que retrocediera. "¡Yessssssssss!" A Eva le encantó. Lo hice una y otra vez. Toqué su apretado y suave botín mientras sacaba su jugoso y rosado coño. Rodé mi lengua como loca, dentro de ese dulce coño. Eva jugó con mi cabello castaño, mientras yo reventaba y lamía mi lengua en esos pliegues rosados. Froté su clítoris duro tan malditamente rápido. Eva se vino en mi boca tres veces. Me tragué la nuez de su sabroso coño y la lamí hasta dejarla limpia.



Eva monta mi gran polla, golpeando tan fuerte en mi regazo. Le di una bofetada y apreté sus hermosas tetas .... Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa ... una sonrisa tan cachonda.



Golpeé el coño a Eva al estilo perrito ... golpeando ese coño húmedo y apretado como solo yo puedo. La perforé como una puta. Eva estaba inclinada sobre su sofá. Su marido llamó y seguí follándola mientras ella hablaba con él. "Sí querida ... ¡¡OH DIOS MÍO !! ... no, estoy bien ... estoy haciendo ejercicio. Se siente tan malditamente bien. ¡¡YESSSSSSSSSSS !!" Sonreí y le di una palmada en su dulce y bien tonificado trasero. "¡¡YESSSSSS !! ... lo siento ... es un entrenamiento intenso". Eva me miró y sonrió ... me guiñó un ojo y me lanzó un gran beso.



Golpeé su culo apretado. Ella dijo que no había hecho anal en un tiempo. Me estiré y revisé ese culo apretado tan jodidamente bueno. Me echó a chorros cinco veces y me encantó cada maldito segundo. Eva gritó de pura felicidad orgásmica y sexualmente poderosa. Perforé ese culo apretado una y otra y otra vez ... tirando de su hermoso cabello ... golpeando ese hermoso, tan perfectamente redondeado botín más y más fuerte. "YESSSSSSSSSSS ... ¡¡PERFORA MI CULO PAPIIIIIIIIIIII !!" Eva estaba jodidamente cachonda.



Golpeé ese trasero durante dos horas ... sin parar. Ella chorreó tantas malditas veces que perdí la cuenta. Su corrida estaba por todas partes. Podías olerlo y yo sonreí como loco. Me encantan las zorras calientes ... y realmente me encantaba esta.



Finalmente me corrí con su hermoso rostro. Eva estaba de rodillas y cubrí esa hermosa cara de milf con semen. Ella solo sonrió y tomó la masiva corrida facial. Cuando terminé, me chupó profundamente ... chupando cada jodida gota de esperma en mí. Comencé a besar su garganta. Eva se asustó. La miré para ver qué iba a hacer. Ella me hizo feliz cuando me tragó la polla profundamente y tomó mi orina caliente hasta su garganta. Sonreí y me enojé.



Dejé escapar un gran chorro de orina y Eva lo manejó perfectamente ... bebiéndolo todo. Me retiré y oriné en su cara cubierta de semen y sus tetas chorreando leche. "¡SÍHHHHHHHHHHHH ... MMMMMMMMMMMMM! ¡ME ENCANTA PAPI!" Eva es una puta tan sexy.



Eva me chupó hasta dejarme seco ... sonriéndome con esa dulce, hermosa ... y cachonda ... sonrisa en mí todo el tiempo. "Vas a ser un buena puta Eva ... y un buen juguete para follar para mí." Le di una bofetada en la cara y le escupí. Eva sonrió tan feliz y gimió su aprobación. Lamió mi saliva y besó cada centímetro de mi polla y mis bolas. Luego se limpió la cara con las manos y lamió cada jodida gota de semen y orina. Ella jugó con el semen, sacándolo de sus labios y succionándolo. Maldita sea ... me encanta esta mujer madura.



Fin


Si alguien quiere que le escriba un relato solo hago intercambio de relatos, es decir, me dices de qué quieres el relato y yo lo hago, a cambio tú haces un relato para mí sobre lo que yo quiera, sin límites
 
¡Vamos, David! ¡Ve a divertirte! "



Las palabras resonaron lo suficientemente fuerte como para ser escuchadas por David Muñoz, a pesar de la música fuerte que los rodeaba. Su mujer, Cristina Pedroche, lo miró con una mirada suplicante en su rostro, tratando de que se levantara de su silla y entrara a la pista de baile.



Estaban filmando el último de un programa sobre cocina que presentaban juntos para Antena tres; con el suficiente tiempo libre en sus manos, habían decidido tomarse un descanso del trabajo y salir con algunos de los chicos del equipo. Ya sabes, relájate un poco y diviértete antes de volver a la acción.



Aunque 'volver a la acción' no eran palabras que a David Muñoz le gustaría escuchar, y mucho menos usar, por el momento ...



"Lo siento, Cris, pero realmente no estoy de humor para esto. Ve a divertirte solo, no te preocupes por mí."



La morena de pelo largo parecía casi indignada por esto, negándose a retroceder. "En serio, David. ¡Han pasado meses desde que te quitaron esa estrella michellin! ¡Hombre, diviértete!" Cris lo agarró del brazo, tratando de levantarlo.



No se movió. "Vas a hacer una escena". Dijo, riendo un poco.



"¿Y qué? No es como si nadie más supiera quiénes somos”



"No puedo creer que esté escuchando esto". David se rió. La cara de Cris sonriente, pero algo seria, solo lo hace más divertida. "En serio, Cris. Simplemente no estoy de humor en este momento."



"Entonces súbete ahora mismo. Vinimos aquí para divertirnos, y lo tendrás incluso si tengo que forzarte". Cris dijo, adoptando un tono 'amenazante'.



Todavía le costó un poco convencerla, pero finalmente logró que él fuera a la pista de baile con ella. Una vez allí, Cris tuvo mucha más influencia con la que trabajar y tratar de hacer que se relajara.



Durante la siguiente hora más o menos, los dos bailaron juntos en la pista, David finalmente se metió en ello cuando su esposa hizo que se relajara y se soltara. Los dos llamaron mucho la atención, aunque nadie pareció reconocerlos realmente; se estaban divirtiendo el uno con el otro, una alegría amistosa que podría malinterpretarse como burla e intimidad, que combinada con su buena apariencia los hacía destacar.



Después de un tiempo, Cris lo soltó, entonces unas chicas que habían estado comiéndose con los ojos mirando al macho cocinero aprovecharon y ocuparon su lugar a su alrededor; él no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde, y para entonces no pudo hacer mucho más que mirar fijamente a su figura que se alejaba y se reía mientras era casi agredido sexualmente por las chicas.



"Bueno, si echar un polvo con dos veinteañeras universitarias no le hace olvidar que perdió una estrella de su restaurante, no sé qué lo hará". Dijo, Cris todavía riendo un poco.



"Supongo que depende de con quién se acueste". Una de las compañeras de trabajo de Cris fue a la discoteca en secreto para apoyar a su amiga en la realización de su plan de ofrecer a su marido coños más jóvenes ya que parece ser que el suyo no le fue suficiente durante los anteriores meses. La amiga era Lorena Castell y le dijo mientras tomaba una copa en el bar. "El chico se las arregló para permanecer en la misma relación durante varios años, no parece del tipo que simplemente salta a la siguiente chica".



"Pero sigue siendo un hombre; no importa lo dulce que sea, un idiota siempre intentará abrirse camino en un coño". Cris filosofó, su tono práctico hizo que Lorena casi derramara su bebida mientras se reía. "Además, no será tanto él saltando sobre ellas como ellas saltando sobre él. Mira, la chica se está frotando tanto contra él que terminará quemando sus ropas por puro desgaste".



Entonces Cris simplemente se encogió de hombros y dio un sorbo a su bebida. "Voy al baño. Llámame si las cosas van bien".



Lorena sonrió y le guiñó un ojo, riendo. "Hasta luego, buena esposa."



Cristina Pedroche se rió un poco, se abrió paso entre la pequeña multitud y abrió la puerta del baño. Rápidamente entró en uno de los cubículos y se sentó, suspirando mientras se aliviaba la vejiga.



Una vez que terminó y estaba a punto de irse ...



"Hombre, que jodidamente aburrida fiesta."



"¿De qué estás hablando? ¡Acabamos de llegar aquí!"



"Y ya me di cuenta de que había un idiota en la pista de baile llamando la atención de todas las chicas".



Cristina sintió ganas de gritar. Esas eran voces masculinas ... ¡¿Qué diablos estaban haciendo en el baño de chicas ?!



...



Era el baño de chicas, ¿no?



Ahora que lo pensaba, recordaba vagamente haber visto algo parecido a un urinario cuando entró; en su prisa por aliviarse, no le prestó atención ...



"¡Dios mío! ... Bueno, al menos puedo decir que usé el baño de hombres una vez." Pensó, escondiendo el rostro entre las manos y sin saber realmente si avergonzarse o reír.



"¿No dijeron que ese tipo entró con una linda chica morena? ¿Viste con quién estaban hablando fuera...?



"Genial, ahora están hablando de mí ..." dijo Cristina en su mente.



Pensó en la situación. Podía esperar a que se fueran y luego salir; esta era una buena idea, y obviamente la que haría cualquier persona cuerda en su situación. Pero entonces, ninguna persona cuerda estaría en su situación.



Entonces, en lugar de esperar, decidió enfrentarlo. Abra la puerta —con cuidado, no había necesidad de una gran entrada— y salga, ya sea que la vean o no; después de todo, ¿qué es lo peor que podría pasar? A lo sumo, tendría una buena historia que contar si alguna vez dejaba salir esto.



Entonces, abrió la puerta y salió ...



"¡¿Qué diablos ?!"



... justo en frente de uno de los hombres.



Uno de los chicos acababa de terminar de orinar y se dirigía al fregadero cuando Cristina salió, por lo que era imposible que la echara de menos. El otro, que acababa de orinar, casi había saltado uno que vio lo que molestó a su amigo.



"Yo ... creo que estoy en el baño equivocado ..." dijo Cristina, un poco avergonzada para ser inteligente.



El tipo que la atrapó parecía incrédulo. "No acabas de entrar. Estabas en el establo ..."



"Incluso antes de que llegáramos." Agregó el otro chico.



"Uhmm ... En realidad ... no me di cuenta de que estaba en el baño equivocado cuando entré ..." "Bueno, esto se estaba poniendo demasiado incómodo".



Hubo silencio por un momento, Cristina tratando de no mirarlos a los ojos. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en el chico que aún estaba junto al urinario, su estrategia de desviar la vista fracasó.



"Uhmm ... ¿Puedes subirte la cremallera de los pantalones, por favor?"



El chico parpadeó, notando inmediatamente que todavía tenía su pene afuera para que todos lo vieran. Y por el aspecto de las cosas, parecía bastante ... feliz, por decir lo menos.



"Mierda." Dijo, y estaba a punto de cerrar la cremallera antes de detenerse de repente; sus manos cayeron a sus costados, su rostro se volvió hacia Cristina con una sonrisa burlona tirando de sus labios.



"Solo pensé ... No creo que hayas venido aquí por accidente. Y tampoco te estás asustando por esto".



El otro chico pareció entender lo que estaba diciendo, pero Cristina no. Tampoco se dio cuenta de que la situación empezaba a volverse bastante mala para ella y que no era el momento adecuado para hacer bromas.



Sin embargo, siendo Cristina Pedroche, no pudo resistirse a bromear. "¿Por qué debería asustarme? Francamente, no es muy impresionante".



Ambos hombres la miraron en estado de shock, el primero parecía que iba a reír mientras que el que mostraba la polla parecía enojado. Avanzó hacia Cristina.



"¡Está bien, perra sabelotodo!" Dijo, y Cristina enarcó una ceja. "Creo que conozco tu tipo. Tú eras el que bailaba con ese tipo antes, ¿verdad? ¿El que dijeron que se frotaba sobre él?"



De acuerdo, esto también irritó a Cristina. "Si lo soy, ¿qué te importa?"



"Cuando una chica viene al baño de hombres, generalmente es para darle la cabeza a alguien. Y ciertamente eres del tipo que hace eso".



"¿Qué cojones?" Cristina preguntó, indignada. Ella avanzó hacia él, sin rehuir la confrontación. "Mira, idiota sin cabeza, ¿quién diablos te crees que eres? Mejor aún, ¡¿quién diablos crees que soy para llamarme puta ?!"



"No lo sé, y no me importa quién carajos seas, puta".



Cristina no se apartó del insulto y rápidamente le dio una bofetada en la cara. El otro chico, simplemente mirando, parecía estupefacto; el que fue golpeado, sin embargo, no lo tomó muy bien.



Agarró los brazos de Cristina, superando fácilmente a la luchadora presentadora; la atrajo hacia él, sus miradas aburridas en los ojos del otro.



La tensión era palpable en el aire entre los dos ... y solo parecía hacerlo más feliz.



"¿Ya le habías volado a alguien antes de que entramos, puta? ¿Quizás el chico del baile?" Preguntó, su voz enojada y sus ojos nunca dejaron los de ella.



"Vete a la mierda". Ella respondió de la misma manera, sin dejar de mirarlo.



"¿No? Bueno, entonces es una pena, puta; tenemos que corregirlo. Baja ahí." Con sorprendente fuerza empujó a Cristina hacia abajo, haciéndola dar un pequeño grito de sorpresa. Ella terminó de rodillas, su cara al nivel de su pene, ahora completamente rígido. "Haz tu trabajo ahora. Chúpame".



"Oye, no la fuerces." Dijo el otro tipo, junto al fregadero. Simplemente lo estaba viendo todo, con no poco interés.



"No estoy forzando nada, ella quiere esto. ¿No tú, perra?"



Cristina no estaba escuchando en este momento, ya que su mente se quedó en shock cuando su ojos vieron a la barra de carne frente a ella. Tenía un gran tamaño, alrededor de 9 o 10; antes de casarse con David eso no era nada extraño para ella. Ciertamente era muchísimo más grande que el de su marido, la verdad es que ella no se casó con David por su eficiencia en la cama, le quería pero hacía tiempo que no recibía una gran satisfacción por parte de un miembro de gran tamaño, así que instintivamente se lamió los labios.



"¿Ves? ¡Ella casi lo está suplicando!" El tipo liberado de la polla se rió. "Vamos, morena. No te atrevas a morder."



Ella no lo escuchó. Ella ni siquiera notó que sus manos le bajaban los pantalones y la ropa interior, y probablemente no habría notado sus manos agarrando su largo cabello moreno si no hubiera comenzado a jalarla hacia adelante. Cuando recuperó sus sentidos, la cabeza del pene estaba a punto de tocar sus labios ...



"Represa, Cris! ¡Esto es degradante! ¡¡Empújalo, no dejes que este imbécil te moleste así !! "Escuchó brevemente que su mente le gritaba, demasiado tarde para detener el contacto; y cuando sucedió, su cuerpo parecía en llamas, qué irónico. Y ya no podía volver.



La cabeza de la polla empujó contra su cara, el hombre la arrastró brevemente a lo largo de sus labios como un lápiz labial antes de forzar su camino más allá de ellos. Ya sea por su propia voluntad o por puro instinto, la boca de Cristina se aferró inmediatamente a ella, su lengua comenzó a girar alrededor de la cabeza bulbosa. . Sus manos, igualmente, fueron a agarrar el eje, apretándolo y acariciándolo con creciente entusiasmo.



Ella movió sus manos a sus bolas, jugando con ellas mientras apartaba la boca de la cabeza de su polla para en su lugar lamer hacia arriba y hacia abajo; alternaba entre mantener los ojos cerrados, gimiendo suavemente a veces, y mirarlo con ojos sensuales.



"Mierda." Dijo, usando su mano en su cabello para empujar su cara hacia adelante y hacer que ella tomara más de su polla. Con aún más carne dentro de su boca, Cristina comenzó a chuparla con fuerza, su cabeza sacudiéndose eróticamente como una estrella porno profesional, moviendo las manos.





Gimiendo y de vez en cuando balbuceando obscenidades, el hombre de repente la tiró violentamente, metiendo toda su longitud dentro de su cueva y atravesando su garganta. Cristina trató de retroceder, pero él mantuvo el agarre en la parte posterior de su cabeza, sosteniendo su cara contra su vello púbico y prácticamente tratando de asfixiarla con su polla.



Cristina Pedroche, una de las presentadoras más famosas de los últimos años en España, deseada por muchos hombres, e incluso mujeres, de todo España.



Y todas esas personas darían cualquier cosa solo por verla en su situación actual: luchando por respirar, agitando las manos y golpeando débilmente los muslos de un hombre mientras su boca y garganta se llenaban con la polla del mismo hombre.



Su cara se estaba poniendo roja, sus ojos se humedecían, y justo cuando se sentía a punto de desmayarse por la falta de aire sintió que él la soltaba; ella inmediatamente echó la cabeza hacia atrás, alejándola de su polla. La cantidad excesivamente copiosa de saliva que se había acumulado salió babeando, una hebra espesa que mantuvo su boca conectada a la cabeza de su polla; un poco incluso salió volando, consecuencia de su brusca toma de aire.



Se tomó un momento para respirar de nuevo, dejando que la saliva cayera al suelo mientras tosía para recomponerse. Era una suerte que se hubiera maquillado poco o nada esa noche, de lo contrario su rostro estaría hecho un desastre.



"Vamos, morena. Eres lo suficientemente grande como para estar recuperada".



Agarrándola del pelo de nuevo, el hombre tiró de su rostro hacia arriba, dándole una muestra de lo duro que se estaba volviendo su cita. Cristina estaba totalmente de acuerdo con eso, dándole una sonrisa tonta antes de agarrar su herramienta y una vez más regresar al trabajo: lamiendo, chupando, sacudiendo, haciendo garganta profunda.



"¡Eso es, puta! ¡Juega con esas tetas y cómeme la polla!"



A medida que la diversión se volvía cada vez más áspera, Cristina se perdía cada vez más. Muy pronto ella tenía sus manos en su camisa, acariciando sus pechos mientras movía su cabeza agresivamente — probablemente iba a tener un poco de dolor de cuello más tarde — para encontrarse con su pene empujando mientras él golpeaba su cara sin piedad. Finalmente, la obligó a hacer otra garganta profunda, agarrando su rostro con rudeza contra su pelvis.



Excepto que, esta vez, su polla no fue lo único que llenó su garganta.



"¡Toma eso, puta sucia! ¡Bébete todo, no dejes que se te escape ni uno!" Gritó, sin importarle si alguien los escuchó mientras sus ojos se cerraban con fuerza mientras llegaba al orgasmo.



La semilla jugosa y salada se disparó directamente a su esófago, haciéndola sentir un poco de arcadas; el disparo no fue como una manguera, sino más como disparos de escopeta constantes, continuando disparando por un tiempo. Incluso cuando terminó, se las arregló para mantener el agarre por un tiempo, tratando de repetir la casi asfixia erótica de antes y obligándola a tragar todo en lugar de escupir ni siquiera un poco.



"Dios ... Dios mío ... Qué boca ..." dijo el hombre, soltando a Cris y descansando contra una pared mientras se recuperaba.



"Me alegra ser de ayuda..."



... Bueno, fue Cristina Pedroche. Incluso en este estado, de rodillas en el suelo y secándose la boca, podía intentar ser descarada.



"Entonces ... ¿Puedes ayudar aquí también?"



Girándose hacia el fregadero, resistió el impulso de poner los ojos en blanco. El otro, aparentemente más educado, también tenía los pantalones bajados y la polla fuera. Aparentemente, él había estado observando todo este tiempo, y si ella tenía que adivinar, se estaba masturbando.



Aún así, sería bastante grosero dejarlo colgado.



Haciéndole señas para que se acercara, agarró la base de su polla. Era un poco más grande, unos veinticinco centímetros.



Al principio se tomó despacio, sopló un poco en la cabeza y disfrutó de la vista del pre-semen. Después de un par de lamidos, ella comenzó a masturbarlo y se acercó, tomando una de sus bolas en su boca y chupándola.



"¡Oh, mierda!"



Ella lo torturó haciendo que el hombre retroceda y se apoye en el fregadero. En esta posición podía echar un vistazo a la puerta del baño; cómo nadie había entrado tan lejos, no tenía ni puta idea. No es que importara, probablemente terminarían queriendo una parte de ella también, y obteniéndolo.



Hacia tanto tiempo que no se sentía tan morbosa, tan caliente, tan nifomana que no hubiera podido parar aunque hubiera querido.







Después de un tiempo, se aburrió de torturar y decidió salirse con la suya de nuevo.



Manteniendo contacto visual con él, agarró su polla rígida y la apuntó hacia arriba, luego lamió desde la base a una velocidad insoportablemente lenta hasta llegar a la cabeza. Cuando alcanzó la cima, en un solo y rápido movimiento, se echó hacia adelante y lo envolvió, inmediatamente estableciendo un paso violento y rápido.



Gruñó en voz alta, casi un gruñido, y sus manos agarraron con fuerza el fregadero. Cristina una vez más hizo una mamada demasiado vistosa y desordenada, moviendo la cabeza y las manos de una manera tan tentadora que la mayoría de las estrellas porno sentirían envidia. No fue menos placentero, ya que el receptor tenía la cabeza echada hacia atrás de puro placer.



"¡Maldita sea, que boca!" Se las arregló para pensar, sintiendo sus labios suaves y regordetes moviéndose alrededor de su piel sensible, así como la humedad de su lengua y saliva; todo fue abrumador.



Cristina sintió que su garganta se tensó para adaptarse a su tamaño más grande, su saliva excesiva sirvió como un buen lubricante. No era tan contundente como el primero, en verdad, ella era la que lo hacía, pero el tamaño adicional lo compensaba con creces en términos de placer.



"¡Oh Dios!" Ella lo escuchó gemir, sus manos moviéndose a lo largo de su cabello, pero sin agarrarlo, mientras ella continuaba moviendo la cabeza hacia atrás y hacia adelante, tomando toda su longitud en su boca; ella estaba prácticamente golpeando su cara contra su pelvis ahora.



"¡AAARGHH!"



Mientras trataba de sostener su rostro contra su pelvis, Cristina fue repentinamente tirada hacia atrás por un fuerte tirón de su cabello, lo suficiente como para hacerla soltar un grito de dolor. Cuando sus ojos miraron a su atacante, vio que era el primer chico, su rostro con una sonrisa maliciosa.



"No creas que puedes olvidarte de mí todavía, morena."



Cristina le devolvió la sonrisa, manteniendo la mirada fija en él mientras abría la boca con expectación para que él pudiera meter su polla algo flácida en su boca de nuevo, esta vez manteniendo su mano en su cabello y forzando su cabeza hacia adelante y hacia atrás.



"No pensé que me divertiría tanto ...", pensó Cristina mientras él la obligaba bruscamente a inclinar la cabeza hacia un lado, follando el interior de su mejilla. Ella gimió, dejando que la saliva se le cayera de la boca.



"Hhhmmmm ..." Cristina gimió, dejando brevemente que la polla se le cayera de la boca para poder mirar a un lado. El otro chico, tal vez ella debería haber sabido sus nombres, se había arrodillado a su lado y estaba moviendo su mano en su pecho, ahuecando un pecho sobre su camisa. "Ustedes realmente están cachondos ..."



"No todos los días nos encontramos con una puta chupa pollas en el baño de hombres". El chico —no es necesario adivinar cuál— dijo, tirando de su cabello de nuevo. "¡Ahora, vuelve a poner tu boca a trabajar!"



Cuando Cristina fue tratada una vez más con un bocado de polla, sintió que le subían la camisa y que sus tetas envueltas en sujetador rebotaban libres. Eran más que un puñado, un orgullo suyo, y obviamente el 'caballero' los admiraba.



"Hhhhmmm ..." Ella gimió en voz alta, mientras él tocaba y apretaba sus pechos. Al momento siguiente llegó un gemido aún más grande cuando el hombre se inclinó, le quitó el sostén para revelar sus suculentos pechos y lo sujetó con la boca, lamiendo y succionando como lo haría un bebé recién nacido.



"Maldita sea, sus tetas son increíbles ..." Dijo el chico educado lamiendo la areola y alcanzando su otro globo con la mano. Todo el tiempo la chica siguió siendo follada violentamente por su amigo.



"¿Qué tal si las ponemos a prueba también, eh?"



Empujada hacia atrás y cayendo sin ceremonias sobre su espalda, Cristina ni siquiera pudo intentar sentarse antes de que el maldito bastardo le montara la barriga. Terminó de quitarle la camisa, y justo después de eso, los sonidos de rasgado llenaron sus oídos mientras tiraba y rasgaba su sostén antes de tirar los restos al suelo.



"Joder, no estabas bromeando. Mira esas tetas ..."



A decir verdad, a Cristina Pedroche siempre le encantó que sus pechos recibieran esta atención. Eran muy sensibles, ya ella siempre le gustó que un amante les prestara una atención especial, ya fuera amorosamente, besando los montículos, jugando con los pezones, simplemente abrazándolos, o incluso con violencia, apretando, mordiendo, pellizcando. .. La atención era atención, y de cualquier manera era placentera.



¿Adivina de qué manera la manejaron en este momento?



"¡Jaja! ¡No me había divertido tanto desde hace tiempo!" Dijo Cristina.



"Me alegro de que te esté gustando, puta."



Cristina gimió en voz alta mientras sus tetas eran manoseadas y apretadas, el hombre prácticamente yacía sobre ella mientras succionaba y mordía; de vez en cuando les daba fuertes bofetadas, haciéndolas rebotar y Cristina gritaba de dolor y de placer. Estaba realmente fascinado por sus pechos, cómo apenas podía agarrarlos todos con sus manos, y sus puntiagudos y duros pezones que perforaban su palma cada vez que apretaba los montículos.



"¿Tienes alguna experiencia con follar con las tetas?"



"¿Quieres descubrir el buen camino?" Cristina respondió sonriendo.



No necesitaba pensarlo dos veces mientras mantenía sus tetas en su lugar y avanzaba, deslizando su polla entre los montículos gemelos. Comenzó a mover sus caderas hacia adelante y hacia atrás en esa posición, simulando un coño con su perchero; la parte superior de su polla saliendo de la parte superior de sus pechos.



"¡Esas tetas fueron hechas para follar!" Gruñó, pellizcando y torciendo los pezones sin dejar de moverse.



Cristina gritó en una mezcla de dolor y placer por las acciones, mientras dejaba que la parte superior de su cuerpo se usara como una muñeca de sexo real. Mientras se mordía los labios para evitar lo que hubiera sido un grito bastante fuerte, sintió una mano en su barbilla volviendo su rostro hacia un lado; dejando que la guiara, vio al otro chico, su polla aún dura y apuntándola.



Con un entendimiento y un acuerdo silenciosos, se movió para sentarse con la cabeza de ella en su muslo; de esta manera, simplemente tenía que girar la cabeza hacia un lado para dejar que su polla entrara en su boca.



En esta posición, con un hombre sentado boca abajo y follándole el pecho y su cabeza apoyada en la de otro mientras le chupaba la polla, la presentadora pronto se encontró alcanzando su propio punto de ruptura. Mientras ambos hombres empujaban en equipo, logrando un ritmo alucinante, Cristina soltó un gemido sordo y fuerte mientras se corría con fuerza; sus jugos se derramaron en sus bragas, hasta el punto en que estaba segura de que sus pantalones cortos tendrían una mancha húmeda.



Las vibraciones de su gemido, junto con el hecho de que él no se había corrido antes, hicieron que la polla en su boca explotara y, por segunda vez esta noche, Cristina sintió que le disparaban la garganta con semen. Esta vez, sin embargo, lo sacaron antes de que pudiera conseguirlo todo; el hombre, en cambio, terminó su eyaculación en su rostro, disparando cuerdas de su sustancia blanca por todo el rostro de la estrella.



Su rostro probablemente estaba hecho un desastre, empapado con el semen, con manchas particularmente blancas en sus mejillas y barbilla, esta última comenzando a caer a su cuello. Con él terminado, Cristina miró al primer chico; al verla, su rostro ensuciado por el semen ...



Él joroba su pecho con renovado vigor, moviendo su polla más rápido y más fuerte contra sus tetas mientras las abofetea. Después de un rato se levantó rápidamente y empezó a masturbarse mientras miraba su cuerpo medio desnudo y maltratado; en poco tiempo comenzó a correrse por segunda vez, disparando una cantidad menor pero esta vez disparándolo directamente a su pecho desnudo. Mientras lo hacía, Cristina ayudó acariciando sus propios pechos, untando su semen sobre ella.



Una vez que terminaron, Cristina se sentó y revisó su situación. Estaba cansada y desordenada, su cuerpo cubierto de sudor, con algo de semen mezclado tanto en la cara como en el pecho, y su sostén ahora era solo un trapo espinoso en el piso con su camisa al lado. En este momento, toda esta escena era un espectáculo digno de contemplar.



"Afortunadamente nadie entró al baño ..." pensó Cristina.



En ese momento exacto se abrió la puerta del baño, y ella giró la cabeza en esa dirección para ver a un David Muñoz completamente asombrado y conmocionado allí de pie.



"¡¿QUÉ MIERDA ?!"....





Fin.

Si alguien quiere que le escriba un relato solo hago intercambio de relatos, es decir, me dices de qué quieres el relato y yo lo hago, a cambio tú haces un relato para mí sobre lo que yo quiera, sin límites
 
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