Saunas X

Se k hay una en Santander llevo tiempo con ganas de probar pero me da corte .

Alguno estuvo en la de Santander y pueda decir cómo es y k tal
 
Yo he estado en muchas saunas en madrid , en Sevilla , en Benidorm , en la apolo de Torremolinos, en la olimpia de valencia. La mejor en la que he estado es en la urban de Sevilla .
 
La primera vez que entré estaba aterrado, llegué a la puerta con mucho sigilo y el corazón a mil, intentando evitar miradas indiscretas de gente que pudiera estar paseando por allí, afortunadamente la entrada al local es muy discreta (sin rótulos, con cristales traslúcidos) y el barrio muy tranquilo. Toqué el timbre y me abrieron la puerta de acceso. En taquilla fueron amables, me explicaron las normas y me facilitaron una llave de taquilla, dentro de la taquilla tenía todo lo necesario: unas chanclas, una pequeña toalla y condones. Accedí a la zona de vestuario y allí ya pude recrearme viendo los cuerpos desnudos y algún rabo de alguno de los tíos que se estaban cambiando. Me faltó un poco menos de vergüenza y más descaro, porque al fin y al cabo los tíos que están allí también van a pasar un rato agradable. Me desnudé, guardé las cosas en la taquilla, y me fui hacia las duchas con esa pequeña toalla atada a la cintura. Las duchas se repartían a lo largo de dos paredes, duchas abiertas, quien estuviese allí duchándose quedaba a la vista de todo el que pasase por allí, y del mismo modo eso resultaba muy placentero para los sentidos. Mientras iba avanzando por las instalaciones echaba miradas furtivas para hacerme con el lugar, los espacios estaban repartidos, una puerta daba acceso a la sauna húmeda y otra puerta de madera con ventana de cristal daba acceso a la sauna seca, había una piscina, una barra de bar con taburetes, y al fondo pasillos con sofás y habitáculos con camas para seguir disfrutando.

Decidí entrar en la sauna húmeda, el vapor lo invadía todo, dentro no había más luz que la que se colaba a través de la puerta, a ratos salía un nuevo chorro de vapor creando una atmósfera misteriosa tras el estruendo del chorro. Luego se hacía el silencio, a veces la estancia quedaba vacía y uno permanecía en silencio intentando aprovechar el momento para relajarse, pero otras veces entraban y salían hombres que paseaban por ese pequeño espacio con recovecos y asientos de piedra, silencio roto por las pisadas de los hombres que por allí circulaban o los sonidos tenues de caricias furtivas, algunos besos robados, a veces incluso el chasquido de una mano masturbando un buen rabo siguiendo una cadencia delirante, o el chasquido de unos labios imprimiendo placer sobre el pecho, la polla o los huevos de otro tío tumbado disfrutando, o incluso el golpeteo de piel contra piel en algo más profundo e intenso ¡qué banda sonora tan deliciosa! (aquellos sonidos provocaban en mi erecciones intensas). Uno apenas podía ver con el vapor, se anulaba el sentido de la vista para dar paso a otros sentidos que desataban la imaginación y la fantasía.

Concentrado en los sonidos y en todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor, contemplando y escuchando con atención, de repente me sorprende la caricia de una mano próxima. No me había llegado a percatar que a pocos centímetros de donde yo estaba sentado también había un hombre excitado que con ese pequeño gesto me pide permiso para poder tocarme. Con un simple gesto, apartando su mano, el mensaje queda claro: ahora no me apetece o no es eso lo que quiero, y al instante ese hombre se aparta; con un simple gesto, tomando su mano con firmeza y conduciéndola hasta mi rabo, el mensaje también queda claro. Tú decides el tipo de experiencia que te apetece disfrutar en cada momento.

A veces la humedad y el calor son tan intensos que es necesario abandonar la estancia para darse una ducha refrescante. Hay quién decide seguir avanzando por el circuito y entrar en la sauna seca, pero esta opción solo está reservada para valientes. Los asientos de madera invitan a estar sentados, con la toalla entre las piernas, pero con asientos a distintas alturas que a veces invitan a miradas furtivas descubriendo cómo se asoman tímidamente algunos atributos. En esta ocasión la estancia está mucho más iluminada y es más fácil recrearte mientras recorres con la mirada el cuerpo de quienes disfrutan de ese momento. Al rato me percato que dentro de esta sauna seca hay una puerta que conduce a una estancia más pequeña y oscura, para quienes prefieren evadirse en todos los sentidos.

No sé si el calor de la propia sauna o el fragor de la excitación, o ambas, me tienen sofocado, así que decido abandonar ese habitáculo, darme una ducha refrescante y a continuación me dirijo a la piscina y me sumerjo en ella. Y aunque está a la vista de todos porque ocupa la parte central de la instalación, desde allí también puedes observar a quienes van y vienen, sus miradas insinuantes, el movimiento de sus cuerpos, los gestos acompañando las toallas que cubren y descubren, invitando a imaginar y ayudándote a recrearte la vista. Quienes avanzan por el pasillo del fondo se adentran en salas oscuras donde se proyectan películas o en habitáculos con camas. Para mí y por ser ésta la primera decido reservar esa experiencia para otra ocasión, así que disfruto de esa sensación de estar flotando en el agua dejándome llevar por la música relajante que suena en ese momento.

Al rato entran y salen otros chicos, que se desnudan por completo para entrar en el agua, con paso lento bajan las escaleras y se van sumergiendo en el agua. La piscina no es profunda, pero tener tan cerca sus cuerpos, y ver sus rabos y sus huevos moverse a escasos metros, es toda una fantasía. Disfruto observando la variedad de cuerpos. Una vez dentro hay cruce de miradas, algunos intentan nadar un poco, otros están sentados, algunos se llevan las manos a la cintura y se masturban, otros aprovechan para besarse y juntar sus cuerpos en el agua.

Esa primera vez en la sauna cumplió mis expectativas. Temblaba de la emoción, la excitación que sentía me impedía articular ni media palabra, pero sentí que todas esas fantasías que siempre había tenido de ver a otros tíos desnudos e incluso excitados en duchas, saunas o en una piscina, se había hecho realidad. Al cabo de un rato me marché, sin apenas interactuar con nadie más, con una sensación de euforia y muy excitado, pero también con ganas de poder regresar en otro momento, quizás ya más sereno y tranquilo, y por qué no quizás también con más iniciativa para buscar el juego cómplice y el placer.
 
La primera vez que entré estaba aterrado, llegué a la puerta con mucho sigilo y el corazón a mil, intentando evitar miradas indiscretas de gente que pudiera estar paseando por allí, afortunadamente la entrada al local es muy discreta (sin rótulos, con cristales traslúcidos) y el barrio muy tranquilo. Toqué el timbre y me abrieron la puerta de acceso. En taquilla fueron amables, me explicaron las normas y me facilitaron una llave de taquilla, dentro de la taquilla tenía todo lo necesario: unas chanclas, una pequeña toalla y condones. Accedí a la zona de vestuario y allí ya pude recrearme viendo los cuerpos desnudos y algún rabo de alguno de los tíos que se estaban cambiando. Me faltó un poco menos de vergüenza y más descaro, porque al fin y al cabo los tíos que están allí también van a pasar un rato agradable. Me desnudé, guardé las cosas en la taquilla, y me fui hacia las duchas con esa pequeña toalla atada a la cintura. Las duchas se repartían a lo largo de dos paredes, duchas abiertas, quien estuviese allí duchándose quedaba a la vista de todo el que pasase por allí, y del mismo modo eso resultaba muy placentero para los sentidos. Mientras iba avanzando por las instalaciones echaba miradas furtivas para hacerme con el lugar, los espacios estaban repartidos, una puerta daba acceso a la sauna húmeda y otra puerta de madera con ventana de cristal daba acceso a la sauna seca, había una piscina, una barra de bar con taburetes, y al fondo pasillos con sofás y habitáculos con camas para seguir disfrutando.

Decidí entrar en la sauna húmeda, el vapor lo invadía todo, dentro no había más luz que la que se colaba a través de la puerta, a ratos salía un nuevo chorro de vapor creando una atmósfera misteriosa tras el estruendo del chorro. Luego se hacía el silencio, a veces la estancia quedaba vacía y uno permanecía en silencio intentando aprovechar el momento para relajarse, pero otras veces entraban y salían hombres que paseaban por ese pequeño espacio con recovecos y asientos de piedra, silencio roto por las pisadas de los hombres que por allí circulaban o los sonidos tenues de caricias furtivas, algunos besos robados, a veces incluso el chasquido de una mano masturbando un buen rabo siguiendo una cadencia delirante, o el chasquido de unos labios imprimiendo placer sobre el pecho, la polla o los huevos de otro tío tumbado disfrutando, o incluso el golpeteo de piel contra piel en algo más profundo e intenso ¡qué banda sonora tan deliciosa! (aquellos sonidos provocaban en mi erecciones intensas). Uno apenas podía ver con el vapor, se anulaba el sentido de la vista para dar paso a otros sentidos que desataban la imaginación y la fantasía.

Concentrado en los sonidos y en todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor, contemplando y escuchando con atención, de repente me sorprende la caricia de una mano próxima. No me había llegado a percatar que a pocos centímetros de donde yo estaba sentado también había un hombre excitado que con ese pequeño gesto me pide permiso para poder tocarme. Con un simple gesto, apartando su mano, el mensaje queda claro: ahora no me apetece o no es eso lo que quiero, y al instante ese hombre se aparta; con un simple gesto, tomando su mano con firmeza y conduciéndola hasta mi rabo, el mensaje también queda claro. Tú decides el tipo de experiencia que te apetece disfrutar en cada momento.

A veces la humedad y el calor son tan intensos que es necesario abandonar la estancia para darse una ducha refrescante. Hay quién decide seguir avanzando por el circuito y entrar en la sauna seca, pero esta opción solo está reservada para valientes. Los asientos de madera invitan a estar sentados, con la toalla entre las piernas, pero con asientos a distintas alturas que a veces invitan a miradas furtivas descubriendo cómo se asoman tímidamente algunos atributos. En esta ocasión la estancia está mucho más iluminada y es más fácil recrearte mientras recorres con la mirada el cuerpo de quienes disfrutan de ese momento. Al rato me percato que dentro de esta sauna seca hay una puerta que conduce a una estancia más pequeña y oscura, para quienes prefieren evadirse en todos los sentidos.

No sé si el calor de la propia sauna o el fragor de la excitación, o ambas, me tienen sofocado, así que decido abandonar ese habitáculo, darme una ducha refrescante y a continuación me dirijo a la piscina y me sumerjo en ella. Y aunque está a la vista de todos porque ocupa la parte central de la instalación, desde allí también puedes observar a quienes van y vienen, sus miradas insinuantes, el movimiento de sus cuerpos, los gestos acompañando las toallas que cubren y descubren, invitando a imaginar y ayudándote a recrearte la vista. Quienes avanzan por el pasillo del fondo se adentran en salas oscuras donde se proyectan películas o en habitáculos con camas. Para mí y por ser ésta la primera decido reservar esa experiencia para otra ocasión, así que disfruto de esa sensación de estar flotando en el agua dejándome llevar por la música relajante que suena en ese momento.

Al rato entran y salen otros chicos, que se desnudan por completo para entrar en el agua, con paso lento bajan las escaleras y se van sumergiendo en el agua. La piscina no es profunda, pero tener tan cerca sus cuerpos, y ver sus rabos y sus huevos moverse a escasos metros, es toda una fantasía. Disfruto observando la variedad de cuerpos. Una vez dentro hay cruce de miradas, algunos intentan nadar un poco, otros están sentados, algunos se llevan las manos a la cintura y se masturban, otros aprovechan para besarse y juntar sus cuerpos en el agua.

Esa primera vez en la sauna cumplió mis expectativas. Temblaba de la emoción, la excitación que sentía me impedía articular ni media palabra, pero sentí que todas esas fantasías que siempre había tenido de ver a otros tíos desnudos e incluso excitados en duchas, saunas o en una piscina, se había hecho realidad. Al cabo de un rato me marché, sin apenas interactuar con nadie más, con una sensación de euforia y muy excitado, pero también con ganas de poder regresar en otro momento, quizás ya más sereno y tranquilo, y por qué no quizás también con más iniciativa para buscar el juego cómplice y el placer.
Magnífico relato. Gracias.
 
La primera vez que entré estaba aterrado, llegué a la puerta con mucho sigilo y el corazón a mil, intentando evitar miradas indiscretas de gente que pudiera estar paseando por allí, afortunadamente la entrada al local es muy discreta (sin rótulos, con cristales traslúcidos) y el barrio muy tranquilo. Toqué el timbre y me abrieron la puerta de acceso. En taquilla fueron amables, me explicaron las normas y me facilitaron una llave de taquilla, dentro de la taquilla tenía todo lo necesario: unas chanclas, una pequeña toalla y condones. Accedí a la zona de vestuario y allí ya pude recrearme viendo los cuerpos desnudos y algún rabo de alguno de los tíos que se estaban cambiando. Me faltó un poco menos de vergüenza y más descaro, porque al fin y al cabo los tíos que están allí también van a pasar un rato agradable. Me desnudé, guardé las cosas en la taquilla, y me fui hacia las duchas con esa pequeña toalla atada a la cintura. Las duchas se repartían a lo largo de dos paredes, duchas abiertas, quien estuviese allí duchándose quedaba a la vista de todo el que pasase por allí, y del mismo modo eso resultaba muy placentero para los sentidos. Mientras iba avanzando por las instalaciones echaba miradas furtivas para hacerme con el lugar, los espacios estaban repartidos, una puerta daba acceso a la sauna húmeda y otra puerta de madera con ventana de cristal daba acceso a la sauna seca, había una piscina, una barra de bar con taburetes, y al fondo pasillos con sofás y habitáculos con camas para seguir disfrutando.

Decidí entrar en la sauna húmeda, el vapor lo invadía todo, dentro no había más luz que la que se colaba a través de la puerta, a ratos salía un nuevo chorro de vapor creando una atmósfera misteriosa tras el estruendo del chorro. Luego se hacía el silencio, a veces la estancia quedaba vacía y uno permanecía en silencio intentando aprovechar el momento para relajarse, pero otras veces entraban y salían hombres que paseaban por ese pequeño espacio con recovecos y asientos de piedra, silencio roto por las pisadas de los hombres que por allí circulaban o los sonidos tenues de caricias furtivas, algunos besos robados, a veces incluso el chasquido de una mano masturbando un buen rabo siguiendo una cadencia delirante, o el chasquido de unos labios imprimiendo placer sobre el pecho, la polla o los huevos de otro tío tumbado disfrutando, o incluso el golpeteo de piel contra piel en algo más profundo e intenso ¡qué banda sonora tan deliciosa! (aquellos sonidos provocaban en mi erecciones intensas). Uno apenas podía ver con el vapor, se anulaba el sentido de la vista para dar paso a otros sentidos que desataban la imaginación y la fantasía.

Concentrado en los sonidos y en todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor, contemplando y escuchando con atención, de repente me sorprende la caricia de una mano próxima. No me había llegado a percatar que a pocos centímetros de donde yo estaba sentado también había un hombre excitado que con ese pequeño gesto me pide permiso para poder tocarme. Con un simple gesto, apartando su mano, el mensaje queda claro: ahora no me apetece o no es eso lo que quiero, y al instante ese hombre se aparta; con un simple gesto, tomando su mano con firmeza y conduciéndola hasta mi rabo, el mensaje también queda claro. Tú decides el tipo de experiencia que te apetece disfrutar en cada momento.

A veces la humedad y el calor son tan intensos que es necesario abandonar la estancia para darse una ducha refrescante. Hay quién decide seguir avanzando por el circuito y entrar en la sauna seca, pero esta opción solo está reservada para valientes. Los asientos de madera invitan a estar sentados, con la toalla entre las piernas, pero con asientos a distintas alturas que a veces invitan a miradas furtivas descubriendo cómo se asoman tímidamente algunos atributos. En esta ocasión la estancia está mucho más iluminada y es más fácil recrearte mientras recorres con la mirada el cuerpo de quienes disfrutan de ese momento. Al rato me percato que dentro de esta sauna seca hay una puerta que conduce a una estancia más pequeña y oscura, para quienes prefieren evadirse en todos los sentidos.

No sé si el calor de la propia sauna o el fragor de la excitación, o ambas, me tienen sofocado, así que decido abandonar ese habitáculo, darme una ducha refrescante y a continuación me dirijo a la piscina y me sumerjo en ella. Y aunque está a la vista de todos porque ocupa la parte central de la instalación, desde allí también puedes observar a quienes van y vienen, sus miradas insinuantes, el movimiento de sus cuerpos, los gestos acompañando las toallas que cubren y descubren, invitando a imaginar y ayudándote a recrearte la vista. Quienes avanzan por el pasillo del fondo se adentran en salas oscuras donde se proyectan películas o en habitáculos con camas. Para mí y por ser ésta la primera decido reservar esa experiencia para otra ocasión, así que disfruto de esa sensación de estar flotando en el agua dejándome llevar por la música relajante que suena en ese momento.

Al rato entran y salen otros chicos, que se desnudan por completo para entrar en el agua, con paso lento bajan las escaleras y se van sumergiendo en el agua. La piscina no es profunda, pero tener tan cerca sus cuerpos, y ver sus rabos y sus huevos moverse a escasos metros, es toda una fantasía. Disfruto observando la variedad de cuerpos. Una vez dentro hay cruce de miradas, algunos intentan nadar un poco, otros están sentados, algunos se llevan las manos a la cintura y se masturban, otros aprovechan para besarse y juntar sus cuerpos en el agua.

Esa primera vez en la sauna cumplió mis expectativas. Temblaba de la emoción, la excitación que sentía me impedía articular ni media palabra, pero sentí que todas esas fantasías que siempre había tenido de ver a otros tíos desnudos e incluso excitados en duchas, saunas o en una piscina, se había hecho realidad. Al cabo de un rato me marché, sin apenas interactuar con nadie más, con una sensación de euforia y muy excitado, pero también con ganas de poder regresar en otro momento, quizás ya más sereno y tranquilo, y por qué no quizás también con más iniciativa para buscar el juego cómplice y el placer.
Felicidades por una historia tan excitante y tan bien contada. Deseando leer más
 
La primera vez que entré estaba aterrado, llegué a la puerta con mucho sigilo y el corazón a mil, intentando evitar miradas indiscretas de gente que pudiera estar paseando por allí, afortunadamente la entrada al local es muy discreta (sin rótulos, con cristales traslúcidos) y el barrio muy tranquilo. Toqué el timbre y me abrieron la puerta de acceso. En taquilla fueron amables, me explicaron las normas y me facilitaron una llave de taquilla, dentro de la taquilla tenía todo lo necesario: unas chanclas, una pequeña toalla y condones. Accedí a la zona de vestuario y allí ya pude recrearme viendo los cuerpos desnudos y algún rabo de alguno de los tíos que se estaban cambiando. Me faltó un poco menos de vergüenza y más descaro, porque al fin y al cabo los tíos que están allí también van a pasar un rato agradable. Me desnudé, guardé las cosas en la taquilla, y me fui hacia las duchas con esa pequeña toalla atada a la cintura. Las duchas se repartían a lo largo de dos paredes, duchas abiertas, quien estuviese allí duchándose quedaba a la vista de todo el que pasase por allí, y del mismo modo eso resultaba muy placentero para los sentidos. Mientras iba avanzando por las instalaciones echaba miradas furtivas para hacerme con el lugar, los espacios estaban repartidos, una puerta daba acceso a la sauna húmeda y otra puerta de madera con ventana de cristal daba acceso a la sauna seca, había una piscina, una barra de bar con taburetes, y al fondo pasillos con sofás y habitáculos con camas para seguir disfrutando.

Decidí entrar en la sauna húmeda, el vapor lo invadía todo, dentro no había más luz que la que se colaba a través de la puerta, a ratos salía un nuevo chorro de vapor creando una atmósfera misteriosa tras el estruendo del chorro. Luego se hacía el silencio, a veces la estancia quedaba vacía y uno permanecía en silencio intentando aprovechar el momento para relajarse, pero otras veces entraban y salían hombres que paseaban por ese pequeño espacio con recovecos y asientos de piedra, silencio roto por las pisadas de los hombres que por allí circulaban o los sonidos tenues de caricias furtivas, algunos besos robados, a veces incluso el chasquido de una mano masturbando un buen rabo siguiendo una cadencia delirante, o el chasquido de unos labios imprimiendo placer sobre el pecho, la polla o los huevos de otro tío tumbado disfrutando, o incluso el golpeteo de piel contra piel en algo más profundo e intenso ¡qué banda sonora tan deliciosa! (aquellos sonidos provocaban en mi erecciones intensas). Uno apenas podía ver con el vapor, se anulaba el sentido de la vista para dar paso a otros sentidos que desataban la imaginación y la fantasía.

Concentrado en los sonidos y en todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor, contemplando y escuchando con atención, de repente me sorprende la caricia de una mano próxima. No me había llegado a percatar que a pocos centímetros de donde yo estaba sentado también había un hombre excitado que con ese pequeño gesto me pide permiso para poder tocarme. Con un simple gesto, apartando su mano, el mensaje queda claro: ahora no me apetece o no es eso lo que quiero, y al instante ese hombre se aparta; con un simple gesto, tomando su mano con firmeza y conduciéndola hasta mi rabo, el mensaje también queda claro. Tú decides el tipo de experiencia que te apetece disfrutar en cada momento.

A veces la humedad y el calor son tan intensos que es necesario abandonar la estancia para darse una ducha refrescante. Hay quién decide seguir avanzando por el circuito y entrar en la sauna seca, pero esta opción solo está reservada para valientes. Los asientos de madera invitan a estar sentados, con la toalla entre las piernas, pero con asientos a distintas alturas que a veces invitan a miradas furtivas descubriendo cómo se asoman tímidamente algunos atributos. En esta ocasión la estancia está mucho más iluminada y es más fácil recrearte mientras recorres con la mirada el cuerpo de quienes disfrutan de ese momento. Al rato me percato que dentro de esta sauna seca hay una puerta que conduce a una estancia más pequeña y oscura, para quienes prefieren evadirse en todos los sentidos.

No sé si el calor de la propia sauna o el fragor de la excitación, o ambas, me tienen sofocado, así que decido abandonar ese habitáculo, darme una ducha refrescante y a continuación me dirijo a la piscina y me sumerjo en ella. Y aunque está a la vista de todos porque ocupa la parte central de la instalación, desde allí también puedes observar a quienes van y vienen, sus miradas insinuantes, el movimiento de sus cuerpos, los gestos acompañando las toallas que cubren y descubren, invitando a imaginar y ayudándote a recrearte la vista. Quienes avanzan por el pasillo del fondo se adentran en salas oscuras donde se proyectan películas o en habitáculos con camas. Para mí y por ser ésta la primera decido reservar esa experiencia para otra ocasión, así que disfruto de esa sensación de estar flotando en el agua dejándome llevar por la música relajante que suena en ese momento.

Al rato entran y salen otros chicos, que se desnudan por completo para entrar en el agua, con paso lento bajan las escaleras y se van sumergiendo en el agua. La piscina no es profunda, pero tener tan cerca sus cuerpos, y ver sus rabos y sus huevos moverse a escasos metros, es toda una fantasía. Disfruto observando la variedad de cuerpos. Una vez dentro hay cruce de miradas, algunos intentan nadar un poco, otros están sentados, algunos se llevan las manos a la cintura y se masturban, otros aprovechan para besarse y juntar sus cuerpos en el agua.

Esa primera vez en la sauna cumplió mis expectativas. Temblaba de la emoción, la excitación que sentía me impedía articular ni media palabra, pero sentí que todas esas fantasías que siempre había tenido de ver a otros tíos desnudos e incluso excitados en duchas, saunas o en una piscina, se había hecho realidad. Al cabo de un rato me marché, sin apenas interactuar con nadie más, con una sensación de euforia y muy excitado, pero también con ganas de poder regresar en otro momento, quizás ya más sereno y tranquilo, y por qué no quizás también con más iniciativa para buscar el juego cómplice y el placer.
Cómo me recuerda a mi primera experiencia en una sauna, los nervios, las pollas por todos lados sin saber a cual agarrarse... y el enganche que produce ir a un sitio de estos a tener sexo con otros tíos como tú, que se mueren por comer una polla y que solo buscan placer. Hace mucho que no voy a una, y lo echo de menos
 

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