vista y gusto
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Buenos días. Pues voy a continuar relatando la morbosa situación vivida en el relato que comencé ayer.
Como ya os había contado, mi mujer iba vestida tremendamente atrevida y con la intención de hacerme temblar de emoción ante la posible mirada de cualquier chico que pudiera pasar, camarero, repartidor o transeúnte.
Para ello, ya fuera de nuestra comunidad, elegimos una terraza al sol (tuvimos mucha suerte con el día elegido), en un restaurante con mucha afluencia de público de todo tipo. Escogimos la mesa más lejana de la puerta de entrada del establecimiento pero, a su vez, la más cercana al aparcamiento de vehículos, que quedaba al mismo nivel de la terraza, tan solo separada por una valla de madera y que quedaba muy a la vista de cualquiera que pudiera mirar a mi mujer, ya que ella se puso de cara al aparcamiento y yo de espalda pero controlando la entrada del bar, de modo que ella controlaba el paso de las personas que llegaban y yo controlaba a quien se pudiera acercar desde el bar.
Nuestra máxima en este juego es que ella se deja ver cuando solo pasan hombres. Si pasan mujeres, parejas o niños discretamente se tapa para ocultar sus encantos y no generar incomodidades (decir que las miradas de las mujeres suelen ser muy inquisidoras).
Otra máxima de mi esposa es que los trabajadores "tienen derecho" a un gesto de generosidad por parte de ella para alegrarles un poco su jornada laboral.
Total, que ya colocados estratégicamente comienza el juego. La primera cosa positiva es que viene un CAMARERO a atendernos, con lo que mi esposa se pone estratégicamente despistada con las piernas separadas, dejando ver un poco de su zona púbica con total naturalidad. Pedimos nuestras consumiciones y, a continuación, ella decide que después del primer examen visual, el chico se merece un "premio", con lo que se desprende de la gabardina que aún tapaba sus tetas y ya se las deja ver cuando viene a servirnos .La verdad es que el chico fue muy profesional y no sabemos si se fijó o no, pero lo que si sé es que yo estaba que se me salía el corazón por la boca.
Como yo estaba de espalda al aparcamiento, era ella quien iba controlando quién llegaba y me informaba. Cuando llegaba un repartidor me avisaba y cogía su móvil para disimular y abría sus piernas para que el trabajador pudiera ver sus encantos si quisiera mirar.
Ya llevábamos un rato con este juego, (que a mi me excita tanto y que os recomiendo; a mi me resulta muy emocionante que mi mujer se exhiba a desconocidos), el camarero ya había pasado un par de veces por la mesa para ver si necesitábamos algo, un repartidor había mirado sin ningún pudor a mi chica mientras ella se mostraba con naturalidad, yo estaba que explotaba de excitación, cuando sorprendentemente, ese repartidor que había mirado bien, al salir del bar, me mira y....ME SALUDA. Tierra trágame. Era un antiguo compañero del instituto al que hacía mas de 20 años que no veía. Yo quise acercarme hacia él para que no viniera a la mesa, pero él fue más rápido que yo y vino hacia nosotros. Ahí sí que mi corazón estaba a punto de estallar, pero fue mi mujer quien, con toda la naturalidad del mundo le invitó a acompañarnos a tomar una cerveza y le contó nuestro juego sin el más mínimo pudor. Total, dijo, ya nos has pillado así que únete al juego y nos hacemos una foto.
Pues esta fue nuestra experiencia morbosa por sorpresa que os quería relatar.
Mi esposa se aplicó el refrán de "si no puedes con tu enemigo, únete a él" aunque en esta ocasión fue al revés, unió al trabajador a nuestra causa.
Por cierto, ahora ya nos hemos intercambiado los teléfonos y se presta voluntario a ir a repartir sus productos por la zona en la que estemos tomando el vermut.
Bendita la hora del vermut...
Como siempre, os dejo la foto del momento y ojalá os guste.
Como ya os había contado, mi mujer iba vestida tremendamente atrevida y con la intención de hacerme temblar de emoción ante la posible mirada de cualquier chico que pudiera pasar, camarero, repartidor o transeúnte.
Para ello, ya fuera de nuestra comunidad, elegimos una terraza al sol (tuvimos mucha suerte con el día elegido), en un restaurante con mucha afluencia de público de todo tipo. Escogimos la mesa más lejana de la puerta de entrada del establecimiento pero, a su vez, la más cercana al aparcamiento de vehículos, que quedaba al mismo nivel de la terraza, tan solo separada por una valla de madera y que quedaba muy a la vista de cualquiera que pudiera mirar a mi mujer, ya que ella se puso de cara al aparcamiento y yo de espalda pero controlando la entrada del bar, de modo que ella controlaba el paso de las personas que llegaban y yo controlaba a quien se pudiera acercar desde el bar.
Nuestra máxima en este juego es que ella se deja ver cuando solo pasan hombres. Si pasan mujeres, parejas o niños discretamente se tapa para ocultar sus encantos y no generar incomodidades (decir que las miradas de las mujeres suelen ser muy inquisidoras).
Otra máxima de mi esposa es que los trabajadores "tienen derecho" a un gesto de generosidad por parte de ella para alegrarles un poco su jornada laboral.
Total, que ya colocados estratégicamente comienza el juego. La primera cosa positiva es que viene un CAMARERO a atendernos, con lo que mi esposa se pone estratégicamente despistada con las piernas separadas, dejando ver un poco de su zona púbica con total naturalidad. Pedimos nuestras consumiciones y, a continuación, ella decide que después del primer examen visual, el chico se merece un "premio", con lo que se desprende de la gabardina que aún tapaba sus tetas y ya se las deja ver cuando viene a servirnos .La verdad es que el chico fue muy profesional y no sabemos si se fijó o no, pero lo que si sé es que yo estaba que se me salía el corazón por la boca.
Como yo estaba de espalda al aparcamiento, era ella quien iba controlando quién llegaba y me informaba. Cuando llegaba un repartidor me avisaba y cogía su móvil para disimular y abría sus piernas para que el trabajador pudiera ver sus encantos si quisiera mirar.
Ya llevábamos un rato con este juego, (que a mi me excita tanto y que os recomiendo; a mi me resulta muy emocionante que mi mujer se exhiba a desconocidos), el camarero ya había pasado un par de veces por la mesa para ver si necesitábamos algo, un repartidor había mirado sin ningún pudor a mi chica mientras ella se mostraba con naturalidad, yo estaba que explotaba de excitación, cuando sorprendentemente, ese repartidor que había mirado bien, al salir del bar, me mira y....ME SALUDA. Tierra trágame. Era un antiguo compañero del instituto al que hacía mas de 20 años que no veía. Yo quise acercarme hacia él para que no viniera a la mesa, pero él fue más rápido que yo y vino hacia nosotros. Ahí sí que mi corazón estaba a punto de estallar, pero fue mi mujer quien, con toda la naturalidad del mundo le invitó a acompañarnos a tomar una cerveza y le contó nuestro juego sin el más mínimo pudor. Total, dijo, ya nos has pillado así que únete al juego y nos hacemos una foto.
Pues esta fue nuestra experiencia morbosa por sorpresa que os quería relatar.
Mi esposa se aplicó el refrán de "si no puedes con tu enemigo, únete a él" aunque en esta ocasión fue al revés, unió al trabajador a nuestra causa.
Por cierto, ahora ya nos hemos intercambiado los teléfonos y se presta voluntario a ir a repartir sus productos por la zona en la que estemos tomando el vermut.
Bendita la hora del vermut...
Como siempre, os dejo la foto del momento y ojalá os guste.