Hans
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El sábado llegamos a nuestra residencia de playa en una utbanización de apartamentos. Llegamos desde Albacete hasta un precioso pueblo costero del sur. Somos habituales desde que compramos está vivienda hace más de 10 años.
Tenemos unos vecinos catalanes con los que compartimos estos días de vacaciones desde el día en que nos convertimos en propietarios. Pero este año por cuestiones laborales no han venido durante el mes de julio. Han optado por rentabilizar su ausencia alquilando su vivienda
Los inquilinos llegaron el domingo por la tarde. Era una pareja joven, en torno a los 25 o 30 años. Era la típica pareja de anuncio, parecían modelos. Ella, alta, rubia, cara preciosa, ojos verdes y unos labios carnosos espectaculares. Él, fuerte, grande, rasgos angulosos, moreno. Cuando llegaron, les recibimos como anfitriones de nuestros vecinos. La pareja se mostró muy simpática y educada. Un encanto de perosnas.
Fue sobre las 2 de la mañana. El calor era insoportable y me costaba dormir. Mi marido, cansado, lo hacía a pierna suelta (él no tiene problemas para conciliar el sueño aún con calor). Me levanté y me puse en la ventana del dormitorio a intentar respirar un poco de aire. Fue entonces cuando lo vi.
Justo en frente, los inquilinos tampoco podían dormir. Pero a diferencia de mi ellos encontraron otro medio para relajarse. Tenían encendía una pequeña lámpara en la mesita de noche que permitía una "romántica" luz tenue que, a su vez, me permitían a mi verlo todo.
Él estaba de pie en la cama mostrando un espectacular desnudo. Se le veía una buena polla. Si chica estaba arrodillada ante él dispuesta a darle una mamada. El hombre, en actitud dominante, la tenía cogía del pelo y le pedía que abriese la boca. Ella, sumisa, acataba y se dejaba follar la boca.
Ante el espectáculo que estaba presenciando desde la oscuridad de mi dormitorio, mi clitoris comenzó a palpitar y mi coño a inundarse de flujo caliente. Comencé a acariciarme las tetas cuando el tipo, después de correrse en la boca de su novia, la colocó no a arriba para comerle un coño cubierto con una fina franja de vellos.
La mujer, abría las piernas y movía su cadera contra la cara de él mientras le agarraba la cabeza. Sus gemidos eran tremendamente sensuales hasta alcanzar el orgasmo.
Para entonces, mis dedos surfeaban entre mis labios vaginales, frotando mi clitoris e introduciéndose en mi raja ardiente como un volcán en erupción.
La pareja había cambiado de postura y el novio estaba tras la rubia, agarrado a sus caderas mientras ella, a cuatro patas, recibía una espectacular follada. El tipo embestía como una bestia haciendo que el cabecero de la cama golpease contra la pared. Ella le pedía que le diera fuerte, que no dejase de follarla. Yo me follaba con los dedos viendo el espectáculo. Mi cuerpo sudaba, caliente y excitado.
No pude (ni quise) evitar el grito cuando me alcanzó el orgasmo. Los inquilinos me siguieron con el final de una follada espectacular. La chica cayó de bruces en la cama con el coño abierto y relleno de leche. El hombre, con la polla aún palpitante se acercó a la ventana para comprobar que era yo la que se había corrido junto a ellos. Me hice visible encendiendo la luz de la mesita de noche.
Nos miramos fijamente. Yo me acaricié las tetas y él me sonrió. Luego nos fuimos a dormir.
Tenemos unos vecinos catalanes con los que compartimos estos días de vacaciones desde el día en que nos convertimos en propietarios. Pero este año por cuestiones laborales no han venido durante el mes de julio. Han optado por rentabilizar su ausencia alquilando su vivienda
Los inquilinos llegaron el domingo por la tarde. Era una pareja joven, en torno a los 25 o 30 años. Era la típica pareja de anuncio, parecían modelos. Ella, alta, rubia, cara preciosa, ojos verdes y unos labios carnosos espectaculares. Él, fuerte, grande, rasgos angulosos, moreno. Cuando llegaron, les recibimos como anfitriones de nuestros vecinos. La pareja se mostró muy simpática y educada. Un encanto de perosnas.
Fue sobre las 2 de la mañana. El calor era insoportable y me costaba dormir. Mi marido, cansado, lo hacía a pierna suelta (él no tiene problemas para conciliar el sueño aún con calor). Me levanté y me puse en la ventana del dormitorio a intentar respirar un poco de aire. Fue entonces cuando lo vi.
Justo en frente, los inquilinos tampoco podían dormir. Pero a diferencia de mi ellos encontraron otro medio para relajarse. Tenían encendía una pequeña lámpara en la mesita de noche que permitía una "romántica" luz tenue que, a su vez, me permitían a mi verlo todo.
Él estaba de pie en la cama mostrando un espectacular desnudo. Se le veía una buena polla. Si chica estaba arrodillada ante él dispuesta a darle una mamada. El hombre, en actitud dominante, la tenía cogía del pelo y le pedía que abriese la boca. Ella, sumisa, acataba y se dejaba follar la boca.
Ante el espectáculo que estaba presenciando desde la oscuridad de mi dormitorio, mi clitoris comenzó a palpitar y mi coño a inundarse de flujo caliente. Comencé a acariciarme las tetas cuando el tipo, después de correrse en la boca de su novia, la colocó no a arriba para comerle un coño cubierto con una fina franja de vellos.
La mujer, abría las piernas y movía su cadera contra la cara de él mientras le agarraba la cabeza. Sus gemidos eran tremendamente sensuales hasta alcanzar el orgasmo.
Para entonces, mis dedos surfeaban entre mis labios vaginales, frotando mi clitoris e introduciéndose en mi raja ardiente como un volcán en erupción.
La pareja había cambiado de postura y el novio estaba tras la rubia, agarrado a sus caderas mientras ella, a cuatro patas, recibía una espectacular follada. El tipo embestía como una bestia haciendo que el cabecero de la cama golpease contra la pared. Ella le pedía que le diera fuerte, que no dejase de follarla. Yo me follaba con los dedos viendo el espectáculo. Mi cuerpo sudaba, caliente y excitado.
No pude (ni quise) evitar el grito cuando me alcanzó el orgasmo. Los inquilinos me siguieron con el final de una follada espectacular. La chica cayó de bruces en la cama con el coño abierto y relleno de leche. El hombre, con la polla aún palpitante se acercó a la ventana para comprobar que era yo la que se había corrido junto a ellos. Me hice visible encendiendo la luz de la mesita de noche.
Nos miramos fijamente. Yo me acaricié las tetas y él me sonrió. Luego nos fuimos a dormir.