Una tórrida historieta
en tres actos
(O como la pasión nos ciega
muchas veces)
Ep. 1
Silvia eterna en mi corazón
Se acercó a mi, musitó algo que no entendí, me besó levemente y se despidió.
- Ciao
Apenas me dio tiempo a pedirle que esperase, abrió la puerta del coche, se deslizó veloz sobre el asiento y se puso a andar rápidamente por el arcén en dirección a la ciudad que estaba a un kilómetro escaso.
Me quedé unos instante mirándola alejarse, me parecía irresistiblemente atractiva, como si la amara un poco. Era aún temprano, no podía permitir que saliera así de mi vida, un polvo no era nada, necesitaba saber quien era realmente… joder, era una locura pero la quería a mi lado, un rato más, aunque tuviera que pagarle… ya está! Pensé, la invitaré a cenar!
Amagué por dar marcha atrás pero venían algunos coches, era una carretera comarcal, estaba obligado a seguir adelante, joder, y solo veía que ella se alejaba, abrí mi ventanilla, grité su nombre que aparentó no escuchar, le pedí que esperase… pero me ignoró.
Nervioso, avancé por la carretera muy rápido hasta una rotonda donde podría hacer el cambio de sentido y volver sobre sus pasos, que ahora eran los míos.
No tardé en volver a estar a su lado, en el otro carril.
- Silvia!
- Oye, qué quieres?
- Déjame invitarte a cenar
- Qué dices? Vete a tu hotel!
- Ven conmigo
- jajajaja, estás loco, yo ya me voy a casa
- espera, hablemos
- te equivocas conmigo
- no, no lo hago, te puedo pagar
- lo dices en serio?
- espera, por favor, no te marches
Me adelanté hasta el cruce y volví a cambiar de sentido, avancé hasta ella que estaba detenida junto a un banco y una farola, mirándome y riendo.
- Estás como una chota
- No te voy a discutir eso
- que te pasa cielo?
- no quiero irme, te quiero conocer
- y cuanto vas a pagar por conocerme?
- Lo que llevo encima
- y eso cuánto es?
- No lo sé, no es mucho la verdad
- jajajajajajajaja
- aceptas visa?
- jajajajaja - se partía de la risa, y mientras lo hacía, me miraba y me volvía loco como lo hacía
- podemos ir a cenar
- Vale, venga, invítame a cenar
- genial, te apetece venir a mi hotel? Tiene un restaurante muy bueno
- no cielo, no creo que sea buena idea, llévame allí
Y señaló nuestro destino, un pequeño centro comercial donde lucía una enorme letra M de color amarillo.
Pedimos unos bigmac y unos refrescos y nos sentamos en un rincón de la terraza, totalmente a solas.
- Te vendrías a mi casa?
- a tu casa? Ahora?
- si, claro, a follar, es lo que quieres no?
- mi hotel está aquí al lado
- lo se, pero necesito ir a casa, por eso te pregunto
- quieres invitarme a tu casa?
- si te da apuro o temor no, pero yo tendré que irme
- vives sola?
- en realidad no, pero no te vas a encontrar con nadie , hoy no
- por qué tienes que irte a casa?
- porque vivo allí??
- jajaja, ya, pero quiero decir…
- mi gato. Por mi gato, tengo que ponerle sus gotitas en los ojos y mi amiga me ha llamado que ella no vendrá a dormir hoy
- en serio?
- si, qué tiene de raro?
- en realidad nada. Es entrañable.
- oye… que quieres de mí?
- Qué quieres decir?
- todo esto es muy raro
- si, si que lo es, estás incómoda?
- no, no, al contrario…
- parece una cita
- si, eso es! Jajaja
- para mi lo es
- vas a pagarme, no es una cita
- aún no me has dicho cuanto
- ni tu cuanto llevas encima
- cierto
- y la cena es aparte, que me has invitado
- cierto también
Y durante unos segundos bebimos y suspiramos sin hablarnos con palabras, pero nos miramos y sonreímos como dos chiquillos en su primera cita
- Tu casa está muy lejos?
- mi amiga al final si que irá a casa
- como?
- que le pondrá las gotas a mi gato
- ah, pero, no entiendo…
- me ha enviado un wasap, ella va a casa ahora
- ah, ok, ok. Aja?
- llévame a tu hotel
Aún resuena en mi mente el eco de sus pisadas entaconadas camino de mi habitación. Su estampa, su espalda, su rectitud, su cuello… aquel espectáculo de alta gama andando justo delante de mi, su brisa deliciosa…

(no te he olvidado Silvia, no lo haré nunca)
La puerta al cerrarse detrás de nosotros sonó como una claqueta, y no hizo falta gritar acción. Lo siguiente fue la cadena del bolso de Silvia derramándose sobre el sobre de cristal de la cómoda.
- Ya está, ya me tienes otra vez
- te pago primero
- vale
Y saqué lo que tenía en la cartera, sin contarlo, se lo di, y ella se apartó de mi un instante, colocó los billetes doblados y rebujados debajo de su bolso
- No lo cuentas?
- no
Y me lanzó su lengua a mi boca, lamiéndome, como una perrita que saluda a su dueño al llegar éste a casa.
- mmmmm
Y volvió a lamerme la boca, esta vez sujetando mi rostro entre sus manos y empujándome firme hacia la cama donde caí sentado y ella me acompañó.
Su lengua acabó abriéndose paso y entró en mi boca, conociendo a la mía, Silvia sabía ahora deliciosa, ahora su boca sabía a bigmac y cocacola zero. También a fresa y carmín, a saliva, a sexo, a pasión…
Hicimos el amor, otra vez. y otra vez sin protección. Me vertí en ella, profundamente, mientras la penetraba con mi lengua hasta su garganta. La desmaquillé, la mordí, y ella a mi.
No follábamos, lo hacíamos como si fuéramos una pareja de amantes. La atracción era mutua y era mucho más densa que una simple atracción física. Yo le dije cosas que la hicieron llorar, sin lágrimas apenas, pero su manera de mirarme, su brillo... y que me abrazara y me obligara a perderme entre su cabello y la almohada que compartíamos me hizo sentir que ella huía de si misma. Y mira, me dio esas pistas, pero no las reconocí.
Cuando los dos suspiramos a la vez, y tras un minuto, ella se metió en el lavabo, la escuché orinar. Y al volver pasó por su bolso, y se metió de nuevo en la cama conmigo, con su móvil y unos auriculares inalámbricos. Me dio uno y me dijo que me lo pusiera.
- Aquí no puedo fumar. Odio los hoteles por eso.
Me reí y respondí:
- Yo adoro los hoteles por eso.
Y entonces en mi cabeza empezó a sonar la canción que ella eligió:
Y resultó un flechazo, como ella en sí misma. Me descubrió ese día canción y artista. En ese momento me pareció una señal de frescura, casi como una señal divina, sentí realmente que mi vida cambiaba para siempre en ese instante.
Dejó su móvil sobre la mesilla y se puso sobre mí, a horcajadas, y compartiendo aquella intensa canción, volvimos a compartir lenguas, labios, saliva... devorándonos como jóvenes adolescentes... y en un par de minutos, volví a estar dentro de ella, y todo iba suave, delicioso, húmedo y cálido... como si estuviéramos diseñados el uno para el otro.
Silvia era pura pasión y magia.
Multiorgásmica también.
Nos volvimos a derrotar, y permanecimos un buen rato juntos, ella sobre mi, con su cabeza junto a la mia, sentía su respiración acariciar mi piel.
- Te has dormido? - le pregunté suavemente
- no
- Quédate a dormir
- vale
Después se giró, se puso a mi lado, tomó otra vez su móvil y se puso a mirar fotos en IG. Eran imágenes de esculturas, obras clásicas.
- Qué bonito, qué es?
- El rapto de proserpina, de Bernini
- Te gusta el arte italiano?
- Me encanta el arte... ahora es como mi cigarrillo
Y empezó a hablarme de aquella escultura, hasta entonces desconocida para mi, de los detalles espectaculares que contenía, de lo que representaba para ella, de la historia mitológica detrás...
Luego siguió con otra foto, y otra historia... y yo me adormecí, mirando sus dedos finos sujetar y deslizarse sobre la pantalla de colores que se tornaba borrosa por momentos, escuchando su voz, sintiendo su aliento, su aroma...
Me dormí.
Y en algún momento posterior... desperté descubriéndola silente, a mi lado, durmiendo como un ángel del que ya me había enamorado, y la besé, y volvimos a besarnos, y volví a entrar en ella, con total facilidad, otra vez, su jugosidad era una delicia de otro mundo.
Y creo que hicimos el amor de nuevo, casi durmiendo, casi sin despertarnos del todo, volvimos a amarnos, y yo a irme en su interior otra vez... y creo que mientras lo hacía, ya deseaba volver a hacerlo otra vez, perdido en la noche, la hora, el cansancio, y mi pasión por
ELLA.
Y pasado otro número indeterminado de minutos, largos, ya iluminados por el sol de la mañana, abrí los ojos y mi princesa ya no estaba.
Y el corazón se me hizo vacío cuando descubrí que no estaba en la cama, ni en el lavabo, ni estaba su ropa. Solo me quedaba su olor. Llegué a pensar que todo lo había soñado. El dinero que le había dado estaba sobre la cómoda, pisado levemente por el pie de una lámpara.
No me lo podía creer.
Ese día no fui yo. Odié todo lo que hice, todo lo que me dijeron, me sentí fatal, solo deseaba que llegara la tarde para ir a buscar a Silvia.
Llegó la tarde pero no la encontré. Nadie la conocía. Nadie conocía a ninguna Silvia. Tampoco al día siguiente. Ni la encontré en internet, ni la volví a ver en regresos a Alicante... y os diré, que esto me deprimió mucho y tuve que hacer mucho esfuerzo para resignarme a vivir sin encontrarla de nuevo. Aún hoy, de alguna manera, me atormenta no poder saber como está.
Mi amada Perséfone, si me lees... soy yo.