Compañeros

Me gusta el perdón y la reconciliación, pero a mi parecer, este ha quedado un poco desteñido.

Carlos no es estúpido. Vio a Antonio teniendo la desfachatez de llevar a su amante del trabajo a su casa de campo. Ambos siguen trabajando juntos. Carlos sabía que no era la primera vez ni la última.

El se calló, si, por el supuesto bienestar de Silvia y Gema, pero también por evitar tener en la conciencia esa ruptura.

El debió ser recíproco e investigar a fondo a Antonio al menos, sabiendo de antemano que no tenía intención de cumplir su promesa.

Fue cobarde a conveniencia propia, y me ha jodido que no haya reconocido eso, y que todo lo haya reducido a un error.

Silva también me sorprendió su ingenuidad. Pero en fin, si así son felices, yo no soy quien para criticar.
 
Lo más destacable de ésta situación, es la reacción que han tenido, tanto Carlos como Silvia:
Silvia ha sufrido y llorado mucho más por la " traición" de Carlos, que por la infidelidad de Antonio.
Por su parte, a Carlos le ha dolido mucho más la posibilidad de perder a Silvia, que la ruptura con Carmen, la que iba a ser muy probablemente su esposa.
Cuando entre dos personas: Se da el afecto, el cariño, la amistad sincera, la admiración mutua y por último el deseo sexual... Cómo llamamos a eso?
Carlos y Silvia, se aman y se desean. No han coincidido hasta ahora en el momento adecuado para desarrollar ése amor, pero ha estado ahí siempre.
Sólo Franrel, es el dueño del destino de sus personajes, y no sé si habrá decidido darnos el gusto o no, pero que Carlos y Silvia acaben como pareja, sería una conclusión lógica en la resolución de la historia. En ningún caso parecería un " final Disney ", sólo lógica matemática y emocional.
 

66​

Dos días después. Lunes
Carlos

Entré en mi despacho y me senté, sin encender las luces ni sacar el portátil. Llevaba dos días sin dormir, intentando hablar con Silvia que siempre me cortaba las llamadas. Había ido a su casa pero no me había abierto. Había llamado a Antonio y discutido fuertemente con él aunque me había llorado diciendo que sí que lo había dejado con Rosa pero que recientemente había vuelto. No le creí, ya no me creía nada de él, y estuve a punto de despedirlos, a los dos, a él y a Rosa, pero me contuve.


Y me quería morir. Sabía lo importante que era para Silvia la amistad, la confianza, la fidelidad, y sabiéndolo, no le había contado lo que sabía. Y ahora, muy tarde, me daba cuenta de mi gran error. Y Silvia tenía razón, no me merecía ser su amigo, la había traicionado, sin mala intención pero lo había hecho. Otra vez había vuelto a fallar a quien más me importaba en este mundo, primero a mi familia y ahora a Silvia.


Me había obligado a venir al trabajo porque quedarme en casa sumido en mis pensamientos me estaba matando, necesitaba hacer algo para dejar de machacarme. Entonces miré hacia las mesas y vi la Silvia y pensé que ya nunca la vería ahí y me hundí sin poder evitar las lágrimas. Y no sé cuanto tiempo estuve así cuando, de repente, se encendieron las luces y vi a Cris y Héctor en mi puerta, ambos con cara de sorpresa. Cris dijo:

- Carlos ¿Qué pasa? ¿Estás bien?


Intenté hablar pero no pude, tenía sobre mí un sentimiento tan grande de pérdida y culpa que ni podía hablar. Solo los miré, notando como las lágrimas me caían por las mejillas. La cara de alarma de los dos fue evidente y entraron rápidamente en el despacho. Cris se acuclilló junto a mí y dijo de forma apremiante y angustiada:

- Carlos, Carlos, dime ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?


Aparté la mirada para que no vieran mi patetismo, pero ella me cogió la cara y la giró para mirarme:

- Carlos, por favor ¿Qué ocurre? Dime, por favor ¿Te pasa algo? ¿Te duele algo?


Héctor dijo:

- Voy a llamar a Silvia


Y salió fuera mientras Cris me cogía de las manos y me llamaba. Al poco entró Héctor y dijo:

- Cris

- ¿Qué pasa?

- Silvia dice… dice que ha dejado el trabajo

- ¿QUÉ????


Entonces logré decir:

- La he perdido, la he perdido… Otra vez he perdido lo más importante de mi vida


Cris me miró y dijo:

- ¿A Silvia? ¿Es eso?


Y me derrumbé sobre la mesa, ocultando mi rostro. Sentía vergüenza pero, a la vez, no podía evitarlo, era algo superior a mí, había perdido lo único por lo que merecía seguir viviendo, sin ella estaba totalmente vacío. Cris se levantó y le dijo a Héctor:

- Voy a llamarla, quédate con él

- Claro


Cuando Cris se fue, Héctor se acercó a mí y dijo:

- Tranquilo, Carlos, vamos a arreglarlo, Cris lo arreglará

- No tiene arreglo, es por mi culpa

- No, seguro que Cris lo arregla, ya verás


Y negué con la cabeza aunque me di cuenta en la fe ciega de Héctor sobre Cris.


Tras un buen rato, entró Cris y dijo:

- Carlos, voy a ir a ver a Silvia ¿vale?

- Déjalo, Cris, esto no se puede solucionar

- Claro que se puede, sois vosotros, sois los mejores, claro que se solucionará


Entonces miró a Héctor y le dijo:

- Ven, cariño


Héctor
Salí fuera y Cris me dijo:

- No me he enterado bien porque Silvia se ha puesto a llorar, pero creo que algo ha pasado con Antonio

- ¿Con… con su marido?

- Sí

- ¿Y Carlos qué tiene que ver? Oh ¿Silvia y Carlos tienen un lío?

- No lo sé, pero voy a ir a verla, está muy afectada. Cuida tú de Carlos ¿Vale?

- Claro


Cris me miró angustiada. Le cogí las manos y le di un piquito rápido. Ella me sonrió tristemente y le dije:

- Sé lo mucho que te afecta ver así a Carlos

- Claro, y a Silvia

- Tranquila, vamos a ayudarlos, a los dos


Ahora me sonrió decidida y me dijo:

- Sí, vamos a ayudarlos


Cris se fue rápidamente y yo entré en el despacho, no pensaba dejarlo solo. El trabajo y las llamadas tendrían que esperar.


Cristina
Miré a Silvia que lloraba sin parar. Poco a poco me había ido enterando de la historia. Resultaba que Carlos y Silvia no tenían un lío, el del lío era Antonio. Eso me había quedado claro, pero seguía sin saber el por qué del enfado entre Silvia y Carlos. Me senté a su lado y la abracé esperando a que se calmara.


Silvia había estado conmigo durante los peores momentos de mi ruptura con Alberto y Sara, y no pensaba dejarla sola por nada del mundo. Me quedaría con ella el tiempo que hiciera falta y me encargaría de Gema, que ahora mismo estaba en el cole.


Cuando Silvia se calmó, aproveché para preguntarle:

- Pero ¿Carlos que tiene que ver con todo esto?

- Él… él lo sabía


La miré sorprendida y pregunté:

- ¿Sabía lo del lío de Antonio?

- Sí, desde hace meses, y no me lo dijo, prefirió encubrir a Antonio y no decirme nada, me traicionó, yo que confiaba totalmente en él, que hasta le confiaba a mi hija, lo más importante de mi vida, y me ha traicionado, me ha engañado, me…


Y rompió otra vez a llorar. Al fin entendía todo pero no me cuadraba nada esa actitud de Carlos. Entonces se puso a hablarme de Antonio, que no se esperaba eso de él, que jamás lo pensó, que confiaba en él, que había sido muy tonta sin enterarse de nada en tantos meses,… No dije nada, pero desde el verano me había dado cuenta que Antonio era un mirón, y no se cortaba nada de nada, así que tampoco es que me extrañara mucho que tonteara con otras. Y tras desahogarse con Antonio, pasó a Carlos, y tras un rato, la corté:

- Silvia, Silvia, espera

- ¿Qué?

- Entiendo que te sientas así, estás en tu derecho de enfadarte y de sentirte engañada, está clarísimo


Me miró esperando. Entonces inspiré porque sabía que lo que le iba a decir no le gustaría, y lo solté rápido:

- Pero estamos hablando de Carlos, el hombre más bueno y generoso que he conocido junto a mi Héctor, un hombre que no tiene ni una célula de maldad en su cuerpo, que siempre está pensando en los demás, que siempre está ahí para apoyar, que se desvive por los demás


Me miró sin decir nada. Continué:

- Y me estás diciendo que ese hombre, de repente, decidió engañarte para… ¿para qué?

- Para encubrir a Antonio y…

- No, eso no puede ser, Silvia, y lo sabes en el fondo

- Lo sabía todo, Cris, desde hacía meses

- Sí, pero si no te lo dijo no fue por eso, fue porque pensó que era lo mejor para ti, no para él o para Antonio, para ti y para Gema

- Pues estaba equivocado

- Sí, eso sí puede ser, pero es que no es infalible, es bueno, generoso, pero se equivoca, como todos


Me miró mientras las lágrimas surcaban su rostro. Se las limpié y dijo:

- Yo se lo conté todo cuando me enteré de lo de Carmen, se lo debía, era mi obligación como amiga


En verano, Carlos me había contado un poco de esa historia y sabía que gracias a Silvia había conocido una infidelidad de ella. Le dije:

- Y tomaste una buena decisión y él ahora no, pero no por maldad, estoy totalmente convencida


Silvia no dijo nada. Miró al frente, a la pared. Le dije:

- Silvia, sabes que Carlos te quiere con locura, cuando estuvimos juntos en verano, su tema de conversación favorito eras tú, cada dos por tres me contaba anécdotas sobre ti, sobre tus ideas, tus éxitos, le brillaban los ojos recordándote


Silvia no reaccionó. Le dije:

- ¿Te acuerdas cuando rompió con Carmen? A los dos días estaba en la oficina, abatido, cabizbajo, pero trabajando… Han pasado dos días desde que rompiste con él y ¿Sabes como está? Destrozado, llorando, totalmente hundido, casi incapaz de hablar y mucho menos de trabajar


Silvia empezó a llorar de nuevo, pero silenciosamente, sin mirarme. Continué:

- Solo ha conseguido decir que ha perdido lo más importante de su vida, Silvia, a ti, te ha perdido a ti y está totalmente destrozado


Entonces me miró, llorando sin parar. La abracé y le dije:

- Sé que es difícil perdonar tal como te sientes, pero, por favor, no tomes una decisión radical ahora mismo, por favor, deja pasar unos días, piensa detenidamente en todo, en tu relación con Antonio y con Carlos, y tienes que pensar en Gema

- Lo sé, Gema es lo más importante

- Sí, lo es, y también tú, y Antonio, y Carlos…

- ¿Me estás diciendo que perdone a Antonio?

- Noooo, no te voy a decir nada de eso, eso es una decisión tuya, pero sí te digo que te tomes un tiempo


Seguimos hablando toda la mañana. Después fui a recoger a Gema y les hice el almuerzo. Me quedé también por la tarde, entreteniendo a Gema mientras Silvia se quedaba en su dormitorio, medio durmiendo, medio llorando. A Gema le dijimos que su madre estaba malita, y su padre de viaje de trabajo.


A media tarde, Silvia se levantó y aproveché para decirle que iba a casa a coger algunas cosas, que esa noche me quedaba con ellas. Silvia fue a protestar pero se lo pensó mejor y me sonrió agradecida. Y cuando me iba a ir, me dijo:

- Dile a Carlos que…


Esperé mientras ella pensaba. Al cabo de unos segundos dijo:

- Dile que hablaremos en unos días, que no le prometo nada pero que hablaremos


Sonreí complacida, pero Silvia me advirtió:

- No le des esperanzas, solo dile eso, que necesito pensar y que hablaremos

- Vale… Vengo en un ratito… Hasta ahora, Gemita


Y me fui rápido. Me acerqué a la casa de Carlos donde sabía que Héctor lo había llevado antes de comer. Héctor estaba con él y cuando me abrió la puerta lo abracé con fuerza, todo esto estaba siendo muy duro para mí y Héctor era mi gran apoyo. Cuando entré en el salón, vi a Carlos sentado, mirando por la ventana, totalmente abatido, ahora sí que parecía un viejo. Casi ni me saludó. Me acerqué a él, acuclillándome a su lado, y le dije:

- Silvia me ha dicho...


De inmediato levantó la cabeza, esperanzado. Negué con la cabeza y seguí:

- Está muy mal, pero dice que tiene mucho que pensar y luego hablaréis

- ¿Quiere hablar conmigo?

- Sí, pero no ahora, dale un tiempo ¿Vale?

- ¿Cómo… está? ¿Y Gema?

- Silvia mal, claro, y Gema no se ha enterado de nada, cree que su madre está malita y su padre de viaje

- Ah


Le apreté una mano con cariño y, mirando a Héctor, le dije:

- Héctor y yo hemos hablado y vamos a hacer lo siguiente, yo me quedo con Silvia por las tardes y noches, y Héctor contigo

- No hace falta que se quede conmigo, pero tú sí con Silvia, por favor, apóyala en todo lo que necesite y…

- Nos vamos a quedar con los dos, no vais a estar solos

- Pero…

- Pero ya está

- No obligues a Héctor a…

- Yo no obligo a nada, ha salido de él ¿Verdad, amor?


Héctor dijo:

- Claro, yo me echo en el sofá y…

- Tiene cuarto de invitado

- Ah, vale, mejor jeje, y ya verás, Carlos, que buenos desayunos preparo ¿no, Cris?

- Los mejores jiji


Entonces miré a Carlos y seguí contándole el plan:

- Por las mañanas iremos a trabajar, no podemos dejar aquello abandonado, pero en cuanto terminemos, nos vendremos, aunque si necesitáis algo, venimos corriendo, claro


Carlos sonrió tristemente y asintió. No tenía ni ganas de protestar.


En los días siguientes todo se fue tranquilizando, que no normalizando. Las personas nos acostumbramos a todo, incluso a la muerte de un ser querido o de un cambio brusco en nuestra vida, y eso les fue pasando a Silvia y Carlos.


Vi como Carlos volvía al trabajo, aunque era una sombra de él. Trabajaba como siempre, pero no sonreía, no bromeaba, casi no comía…


Una tarde apareció Antonio en casa de Silvia. Quería hablar con Silvia sobre su matrimonio y sobre Gema. Cogí a Gema y me la llevé al parque para que hablaran sin que Gema escuchara gritos entre sus padres. Al rato, Silvia me llamó para que volviera. No lloraba y habían llegado a un acuerdo sobre Gema ya que Silvia veía normal y sano que Gema siguiera viendo a su padre a diario, pero no quiso que él volviera a la casa. Entre los dos le explicaron a Gema, de forma simplificada y dulcificada, la nueva situación.


Esa noche, cuando Gema se iba a ir a dormir, preguntó por Carlos. Miré a Silvia. Yo le había dicho que todos los días él preguntaba por ambas. Silvia dudó antes de decir:

- Ahora lo llamamos y hablas con él


Me alegré de corazón, para Carlos iba a significar mucho, y era un paso adelante de Silvia. Me hizo un gesto y llamé a Carlos. Cuando se puso, le pasé el móvil a Gema:

- Hola, Carlos


Y se escuchó sollozar a Carlos que, como pudo, se recompuso y dijo:

- Gema, preciosa, que alegría ¿Cómo estás?

- Bien

- ¿Y tu mamá?

- Está malita, y llora mucho

- Oh, vaya

- ¿Tú también estás malito?

- Un poco

- ¿Y cuándo vienes?

- No lo sé, preciosa

- Te echo de menos

- Y yo a ti, mucho


Se notaba claramente que Carlos hacía esfuerzos por no llorar. Miré a Silvia que, desde la puerta, escuchaba. Le caían lágrimas por las mejillas. Gema dijo:

- Mi papá tiene otra casa

- Oh

- No la he visto

- Ya

- Está aquí Cris, me gusta Cris, pero quiero que esté aquí mi papá y tú

- Lo sé, cariño ¿Me has hecho algún dibujo?

- Sí, ven y te los enseño

- Sí, pero cuéntame que has dibujado

- He dibujado construcciones, y tu piscina, y...


Gema se puso a hablar algo más animada. Carlos le preguntaba cosas para distraerla hasta que dijo:

- Bueno, cariño, será mejor que te acuestes

- Sí

- Buenas noches, preciosa, que sueñes con los angelitos

- Buenas noches, ven pronto, Carlos


Cuando acostamos a Gema, Silvia me dijo:

- Sé que lo está pasando muy mal, lo conozco bien

- Sí, está muy mal

- No quiero hacerle daño pero es que… no sé si podré perdonarle

- Silvia, en esto no puedo ser imparcial aunque os quiera a los dos un montón, pero es que se me rompe el alma veros así, por eso solo te puedo decir que es Carlos, si fuera otro tendría dudas, pero es que con Carlos sé que hizo eso porque le pareció lo mejor para ti, no pensó en él ni en Antonio, solo en ti, estoy segurísima

- Lo sé

- Habla con él, por favor

- No… no me atrevo

- ¿Por qué?

- ¿Y si me enfado y le digo…?


Suspiró y se calló unos segundos antes de decir:

- Le dije que no quería verlo nunca más

- ¿Y aún sientes eso?


Silvia se volvió a callar. Al cabo de un rato dijo:

- No, y estoy muy arrepentida de haberle dicho eso… Le echo de menos, mucho

- Llámalo, por favor, o ve a verlo mañana y…

- No puedo, aún me duele lo que hizo, y tengo muy mal carácter y le puedo decir otra barbaridad y...


Se quedó callada, mirando al frente. Dijo:

- ¿Ves esa foto?


Miré hacia donde ella miraba. Vi una foto de Silvia y Gema riendo. Ya la había visto y me había gustado, estaban las dos felices y contentas. Dijo:

- Fue en los primeros días tras enterarnos de la diabetes de Gema, yo me moría de preocupación, estaba fatal, hundida. Antonio tampoco reaccionaba. En cambio, Carlos no paró de ayudarnos, me dio todo tipo de facilidades en el trabajo, leyó muchísimo sobre la diabetes, preguntaba constantemente por Gema y por mí, nos dejó su casa… y… y el día de esa foto yo estaba especialmente desanimada, sentía todo el peso del mundo sobre mí, me sentía abrumada por lo de Gema, y Carlos se dio cuenta y vino a por nosotras y nos llevó a dar un paseo, y se dedicó a tontear con Gema, a entretenerla, a entretenernos a las dos, consiguió que me olvidara de todas las preocupaciones… Y eso es solo un ejemplo, cosas así te podría contar a decenas… Carlos siempre… siempre… siempre ha estado ahí para mí


Y se calló. Quería decirle algo más, pero ella no necesitaba que le recordara como era Carlos, lo sabía perfectamente. Entonces, de repente, se levantó y dijo:

- ¿Te puedes quedar pendiente de Gema?

- Eeee, claro

- Voy… voy a ir a verlo

- ¿A Carlos?

- Sí


Y sonreí feliz. Tenía claro que necesitaban hablar, y que el cariño que sentían ambos sería suficiente para aclarar la situación. Silvia miró alrededor, confusa. Entonces se dio cuenta que estaba en bata y pijama y se fue a su dormitorio. Salió al poco con vaqueros y un jersey de cuello alto. Dijo:

- No sé… no sé donde he dejado las llaves del coche


Buscamos un poco y al final dijo:

- Mejor voy en taxi, estoy muy nerviosa para conducir


Nos miramos y me dijo:

- No… no tardaré mucho, solo quiero decirle… No sé que quiero decirle, pero tengo que decirle algo, no puedo seguir así sabiendo que está sufriendo, yo...

- Tranquila, os queréis mucho, todo se arreglará

- No lo sé, Cris, no lo sé, no sé si esto es buena idea o es un arrebato estúpido, quizás mejor me quedo y…

- ¡¡NO!! perdona, no, mejor vas y habláis, estáis los dos fatal, esto tenéis que arreglarlo ya


Silvia me cogió las manos con una media sonrisa y luego se fue. Corriendo llamé a Héctor, que aún pasaba las noches con Carlos. En cuanto se puso, le dije:

- Héctor, amor, Silvia va para allá

- Oh ¿Y eso es bueno o malo?

- Es bueno, creo, pero no le digas nada a Carlos

- Ehhh, vale

- Pero déjales solos, sal de la casa con alguna excusa y déjalos que hablen entre ellos

- Vale, salgo ya ¿No?

- Sí

- ¿Quieres que vaya contigo?

- Síii, por favor, vente un ratito


Colgamos tras despedirnos y me noté el corazón bombeando sin parar. Esperaba que todo fuera bien entre ellos.


Carlos
Escuché el timbre de la puerta y me levanté con trabajo. Me sentía fatal, me costaba moverme, estaba muy bajo de ánimo aunque la llamada de Gema me había ilusionado muchísimo, Silvia me había dejado hablar con ella y había estado llorando todo el rato, emocionado y agradecido, pero intentando que Gema no se diera cuenta.


Abrí la puerta sin mirar quien era, pensando que sería Héctor que me había dicho que tenía que ir a su coche a coger algo. Tanto él como Cris se estaban portando de maravilla. No me gustaba hacerles perder el tiempo así, pero sabía que Silvia necesitaba compañía en estos momentos, y, por mi parte, podría estar solo pero agradecía un montón la compañía de Héctor, que me distraía contándome ideas, planes,… Era un chico con mucha iniciativa e ideas, me recordaba a mí con su edad, aunque él tenía la suerte de haber encontrado a su media naranja.


Mientras abría la puerta, dije:

- Te has dejado las llav…


Y me quedé con la boca abierta al ver a Silvia.


Silvia
Durante el trayecto en taxi no había parado de pensar en qué le diría a Carlos. Ya no tenía claro si seguía enfadada con él o no, si le perdonaría o no, pero al escucharlo con Gema me había dado cuenta de lo muchísimo que le echaba de menos, y como siempre me había apoyado incondicionalmente, sin pedirme nada a cambio, y se me había revuelto todo por dentro al recordar lo que le había dicho de que no quería volver a verle. Ahora tenía claro que no había maldad en su decisión pero no sabía que hacer, la confianza era importantísima para mí y él me había fallado. Lo de Antonio era mucho peor pero él era mi marido y padre de mi hija, y era en lo que tenía que pensar ahora, no en un amigo que me había fallado, pero me estaba engañando a mí misma, Carlos no solo era un amigo, esa era la realidad.


Respiré hondo y llamé a la puerta. Y cuando lo vi, me dio un vuelco al corazón. Carlos parecía haber envejecido 10 años, y eso era por mí, por su preocupación por mí, por lo que le había dicho en mi arrebato, y rompí a llorar.


Carlos
Silvia empezó a llorar y conseguí reaccionar:

- Silvia, perdóname, por favor, te he fallado y lo sé, y no sabes cuanto lo siento, no debería haberte fallado, yo…


Entonces Silvia dio unos pasos y me abrazó, hundiendo su cabeza en mi pecho sin parar de llorar. La abracé mientras seguía pidiéndole perdón, y ella lloraba sin consuelo posible, también repitiendo “perdóname, perdóname”.


Cerré la puerta y nos quedamos así un buen rato, abrazados mientras ella me apretaba fuerte sin dejar de llorar. Cuando consiguió calmarse, pero sin dejar de abrazarme, dijo entre sollozos:

- Todo… todo esto es por mi culpa

- ¿Qué? No digas eso, Silvia

- Me lo advertiste, que le hiciera más caso a Antonio, que nos fuéramos juntos de fin de semana, pero yo no…

- No, Silvia, tú no…

- Soy una histérica, una intransigente, inaguantable, déspota, he dejado de lado a mi marido y ha buscado lo que yo no le daba en otra y te he echado la culpa de todo, y te dije cosas horribles y tú no te mereces eso, soy yo, todo es por mí, por mi forma...


Cogí y aparté a Silvia de mi lado para sujetarla por los hombros y que me mirara:

- Silvia, tú no tienes culpa de lo que ha hecho Antonio, él es el culpable, las cosas no se hacen así, debería haberlo hablado contigo y…

- No le hacía caso

- Silvia, no, no te eches la culpa, tú te has desvivido por tu familia, siempre has pensado en ellos antes que en ti, lo sabes perfectamente

- Pero…

- Nosotros te hemos fallado, no tú a nosotros, nosotros somos los culpables de esta situación


Estuvimos casi una hora hablando. Luego, me vestí y la llevé a su casa. Antes de salir del coche me dijo:

- Carlos, no sé que hacer con mi vida, no lo sé, no sé si volver con Antonio o no, no sé si podré volver a confiar en él, necesito tiempo…

- Claro

- Pero sé que no quiero que salgas de mi vida, eso sí lo sé, siento muchísimo haberte dicho eso, no estaba en mis cabales, pero dame tiempo, dame espacio, necesito pensar, aclararme

- Por supuesto, Silvia


Nos miramos. Tenía los ojos rojos de tanto llorar. Entonces dijo:

- Mañana ven a ver a Gema, te echa mucho de menos y está hecha un lío con todo esto

- Gracias, Silvia, gracias


Silvia medio sonrió al ver mi emoción y salió de coche.​
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 Eres un crack, FranRel 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 Vaya capítulo te has marcado. Me ha tenido enganchadísimo....pero al terminar he tenido la sensación de estar acercándome al desenlace final de la historia. Espero equivocarme.
 

67​


Silvia volvió al trabajo, aunque casi siempre desde su casa. Seguía sin saber que hacer, por un lado notaba que se había roto totalmente la confianza con Antonio, pero por otro, tenía que pensar en Gema. Con Carlos hablaba a diario estaba claro que las cosas ente ellos iban mejor, pero no estaban bien del todo, era evidente el distanciamiento entre ellos.


Carlos, por su parte, había mejorado su ánimo aunque ya no bromeaba ni sonreía tan a menudo como antes. Cris y Héctor se desvivían por ellos pero se desesperaban viendo como Silvia y Carlos no volvían a su complicidad anterior.


Antonio se fue a vivir a un piso de alquiler. Los primeros días los pasó realmente mal, desesperado. Intentó volver con Silvia pero no había forma, ella no quería hablar sobre eso. Por el contrario, no puso ningún impedimento a que él siguiera en contacto con su hija de forma diaria, incluso le regañaba si un día no iba a recogerla, pero en lo referente a su matrimonio, Silvia mantenía un muro ante él.


Antonio rompió con Rosa a la que culpó de todo, aunque unos días después volvió con ella, Rosa lo entendía y sabía consolarlo. Poco a poco empezó a pensar que quizás volver con Silvia no era lo mejor, que eso de ser libre y disfrutar como quisiera no era tan malo.


Casi dos meses después, a dos semanas de Navidad
Cristina


- Y este año os invito a todos a celebrar Nochebuena en mi casa, tengo ya pensado todo lo que voy a hacer con ayuda de Héctor ¿Verdad, cariño?


Él asintió sonriente y dijo:

- Sí, sí, ya tiene pensado los platos que quiere servir, y yo me encargaré del postre, con su supervisión, claro


Le sonreí y continué:

- Vendrá la familia de Héctor, cuantos más mejor, quiero mucha gente, y os quiero a vosotros, que sois ya mi familia, Silvia y Carlos


Vi que Silvia ponía mala cara y pensé “Oh, no, no va a querer venir”, y dije antes de que hablara:

- Porfi, Silvia, tú y Gema sois indispensables, no me vayas a decir que no


Silvia puso cara triste y dijo:

- Cris, lo siento, pero es que nos vamos con mi madre

- Que venga también

- Pero está en el pueblo, con su hermana

- Que también venga


Silvia se rio y dijo:

- Lo siento, cariño, pero es que casi no se puede mover, tenemos que estar allí con ella

- Ohhhhh


Me recorrió por dentro una gran tristeza. Quería hacerle una gran fiesta de Navidad a Gema y Silvia, que con todo lo que habían pasado se lo merecían, pero rápidamente dije:

- Pues en Nochevieja, organizamos otra y os venís y…

- Nochevieja la pasará con el padre, se me rompe el corazón pero también debe estar con su padre

- Ohhhhh, Silvia, pero te vienes con nosotros y, aunque no sea lo mismo, estamos juntos y…

- No sé, Cris, creo que me quedaré en el pueblo, no estoy con ánimo de fiestas


Entonces carraspeó Carlos y dijo:

- Por mi parte, te agradezco de corazón que me invites pero ya sabéis que me gusta pasar estas fiestas en casa tranquilo y…


Le interrumpí con un exabrupto que me salió de alma:

- Y una mierda, ni hablar. Tú, Carlos, te vienes, a ti no te doy opciones


Silvia se rio pero yo estaba seria mirándolo. Carlos dijo:

- Pero es que…

- No, Carlos, jamás dejaré que vuelvas a pasar unas navidades solo, jamás


Carlos miró a Silvia en busca de ayuda pero ella negó con la cabeza sonriendo. Entonces miró a Héctor y dijo:

- Héctor, ayúdame

- ¿Yo? No

- ¿Qué?

- Que estoy de acuerdo con Cris, te vienes y ya está

- Pero…

- A ver, Carlos ¿Cómo crees que pasaríamos nosotros esa noche sabiendo que estás solo? ¿Crees que estaríamos bien? Pues no, así que te vienes porque si no vas a fastidiar las primeras fiestas que vamos a organizar, y eso no solo entristecería a Cris, me enfadarías mucho a mí


Cogí de la mano a Héctor y se la apreté con cariño. La verdad es que no habíamos hablado de esto más allá de que los íbamos a invitar, pero me alegraba el corazón que mi Héctor pensara como yo. Dije:

- Sí, la primera de muchas, pero la primera, y eso, no nos las vas a fastidiar, Carlos


Y los dos le sonreímos. Sabíamos que Carlos era incapaz de decir que no a una cosa así. Carlos hizo un gesto de desespero y dijo:

- Me estáis chantajeando

- ¿Y?


Miró a Silvia y dijo:

- Esto lo han aprendido de ti


Silvia sonrió y dijo:

- ¿De mí? ¿Soy una chantajista?

- La número uno


Y empezaron a discutir riendo. Miré a Héctor que me devolvió la mirada sonriendo. Hacía mucho que estos dos no discutían así, lanzándose chanzas y haciéndose los ofendidos mientras reían, y eso nos hacía felices.


Tras la reunión, cada uno nos fuimos a nuestros sitios, pero me acerque al de Silvia y le dije:

- Pero estas Navidades tenemos que quedar ¿eh?


Silvia suspiró y dijo:

- Cris, no sé ni lo que voy a hacer o no, todo es un lío

- Ya

- Quizás hasta pasemos la Nochevieja con Antonio, o Antonio se venga en Nochebuena, no sé

- ¿Sí?

- En principio dice que se va con su familia, pero si me pregunta si la puede pasar con nosotras, creo que le diría que sí, por Gema

- ¿Y por ti?

- Mmmm no lo sé, aún estoy tan confusa que ni eso sé, hay días que no quiero ni verlo y otros que miro a Gema y me planteo si debo darle otra oportunidad por ella

- Ah

- Este sábado es el cumpleaños de su madre y querrá ir, lo mismo voy con él si me lo pide, por ver a su familia y darle algo de estabilidad a Gema

- ¿Y quieres ir?

- Sí y no… Por un lado, no quiero ir, será muy incómodo, pero por otro lado, quizás sea bueno por acercarnos

- ¿Quieres volver con él?

- No lo sé, Cris, no lo sé, tengo que pensar también en Gema y… No sé que hacer

- Pero ¿Sigues queriéndolo?

- Ufff, creo que está todo muy reciente como para plantearme eso… No le odio y eso es un paso ¿No?

- Mmmm

- ¿Qué opinas? ¿Qué harías?

- Huy, eso es complicadísimo, no tengo ni idea de lo que haría, y no tengo hija, no puedo opinar en las mismas condiciones que tú

- Ya pero ¿Te parece una locura volver con un hombre que te ha engañado?

- En principio mmmm sí, no creo que hiciera eso, pero es que depende de muchas cosas, no me hagas caso

- Ya, pero es lo mismo que yo siempre he opinado, pero ahora dudo, y no dudo por mí, dudo principalmente por Gema

- Que complicado es todo

- No lo sabes bien, Cris


Nos callamos hasta que dijo:

- Me ha gustado mucho verte bromear con Carlos


Ella me miró con una medio sonrisa y dijo:

- Por un momento parecía que estábamos como antes de enterarme de lo de Antonio ¿No?

- Sí


Silvia miró al despacho donde estaba Carlos y dijo de forma pensativa:

- A mí también me ha gustado


Entonces sonó su teléfono, el de la empresa, y me dijo:

- Tengo que cogerlo, son los de finanzas con el cierre, les dije que les ayudaría

- Ah, vale, te dejo


Y me fui pensando “Jo, Silvia, con lo buena pareja que hacéis tú y Carlos”, pero no quería entrometerme en todo el follón que tenía Silvia encima.


Sábado noche
Carlos


Estaba pensando en irme a la cama aunque no eran ni las 11 de la noche, pero no tenía ganas ni de ver una película, ni de leer, ni de nada. Entonces, empezó a sonar mi móvil. Lo miré, era Silvia y respondí rápidamente muy extrañado:

- ¿Silvia? ¿Qué ocurre?


No se escuchó nada durante unos segundos hasta que dijo:

- Se la ha llevado

- ¿Qué? ¿A Gema?

- Sí, se la llevó esta mañana para el cumpleaños de su madre y… y… no me ha invitado y… y… luego me dijo que… que… que se quedaba a dormir con él y… y…


Noté que hablaba raro pero le pregunté:

- ¿Sin tu consentimiento?

- ¿Qué? No, yo no… Gema me dijo que se quería quedar con su papá y no pude decirle que no ¿Debería haberme negado? Es su padre y…

- ¿Has bebido, Silvia?

- Un poco


Inspiré hondo. Silvia no era de las que se emborrachaban. Tenía que estar fatal para llegar a eso. Le dije:

- Silvia, acuéstate, Gema está bien con su padre

- Lo sé, lo sé, no tengo miedo por ella

- Ya

- Pero estoy sola, Carlos, sola sin mi niña, sin mi marido, sola en esta casa y… y estoy harta de llorar, no quiero llorar más, por eso me he bebido una copa de vino, o dos, o tres…

- Silvia, es comprensible, pero mejor te acuestas y duermes

- Tengo sangre en las manos

-¿Cómo?

- Me he caído y… Tengo sangre en los dedos ¿O es vino?

- ¿Te has clavado cristales?

- No... o sí, no lo sé

- Silvia ¿Te duele algo?

- La cabeza

- ¿De la borrachera?

- Del golpe

- ¿Te has dado un golpe?

- Ya te lo he dicho, tonto, me he caído


Y se rio como una borracha porque lo estaba. Me levanté y le dije:

- Voy a ir a ver como estás

- Creo que me he hecho daño

- Tú háblame


Y me vestí rápidamente para luego coger el coche sin dejar de darle conversación. No me fiaba de que se durmiera por si se había dado un buen golpe o no. Cuando llegué a su casa, seguía hablando con ella por el móvil, casi todo lo que decía eran incoherencias. Cuando me abrió, me alarmé, tenía una brecha en la frente y la mano izquierda con heridas de cristales. Rápidamente la llevé a urgencias donde, entre las curas, pruebas y esperas, estuvimos más de tres horas. Al final, le pusieron en la cabeza unos puntos de los que se caen solos y le vendaron la mano y no vieron nada más. Nos dijeron lo normal de que si tenía problemas de visión, dolores de cabeza… volviéramos.


En el coche ambos callábamos. La borrachera de Silvia ya había desaparecido y ahora estaba en silencio mirando por la ventanilla. Aparqué frente a su casa y le dije:

- Mañana me llamas en cuanto te despiertes


Entonces me miró sin decir nada durante varios segundos. Me sentí incómodo porque era una mirada intensa. Cuando habló, dijo:

- Cuando me he dado el golpe y visto la sangre ¿Sabes qué he pensado?


La miré esperando. Ella rio sin ganas y dijo:

- De forma automática he pensado “Tengo que llamar a Carlos, él me llevará a Urgencias”

- Y has hecho bien en llamar

- Ni se me ha ocurrido pensar en Antonio

- Bueno, estabas confusa y borracha


Silvia continuó sin haber dado muestras de escucharme:

- Y ni falta ha hecho que te lo diga ¿Eh? Rápidamente has aparecido en mi casa y te has encargado de mí

- Silvia, te has hecho una brecha, tenía que llevarte a…

- Ni una queja, ni una reprimenda, nada, solo preocupación por mí


La miré sin comprender que le pasaba. Le dije:

- Sube y te acuestas, es tarde y mañana tendrás resaca y…


Entonces preguntó:

- ¿Desde cuándo estás enamorado de mí?


Me quedé impactado por la pregunta. Nos miramos sin decirnos nada. Entonces abrió la puerta y salió fuera. Se fue caminando a su portal pero se paró:

- Estoy mareada ¿Me ayudas?


Salí del coche y me acerqué a ella. Silvia se cogió de mi brazo y fuimos andando al portal. Me dio sus llaves y lo abrí. Entró llevándome con ella. Subimos en el ascensor en silencio, ella aún agarrada de mi brazo. Al llegar a su puerta, la abrí. Entonces ella me llevó dentro en la casa, cerrando la puerta detrás mía y me miró. Luego, se acercó y me besó en la boca, un beso lento, con algo de lengua, pero rápidamente se echó para atrás:

- No…. No puedo, lo siento, no puedo

- Silvia, no pasa nada

- No… tengo la cabeza hecha un lío, Carlos

- Lo sé, Silvia, lo sé


Nos miramos a los ojos hasta que dijo:

- Buenas noches


Asentí y me giré para abrir la puerta. La miré y le dije:

- Buenas noches, llámame si te sientes mal


Ella asintió y cerró la puerta. Suspiré y me fui a casa, notando aún su sabor en mi boca.


Noche del 23 al 24 de diciembre
Silvia


Me estaba preparando una infusión en la cocina de mi madre en el pueblo cuando escuche detrás mía:

- ¿No puedes dormir, hija?


Me volví para ver a mi madre en bata. Negué con la cabeza y ella se sentó y dijo:

- Prepárame otra taza


Así hice y se la di cuando estuvo lista, sentándome frente a ella. Bebimos lentamente, estaba muy caliente. Entonces ella preguntó:

- ¿Qué ocurre?


La miré y luego cogí mi móvil. Busqué en WhatsApp y le di el chat con Antonio. Ella lo leyó y me miró sin entender. Le dije:

- Lee desde hace 3 o 4 semanas


Mi madre leyó y luego me dijo:

- ¿Qué tengo que ver?

- No me ha preguntado ni una vez como estoy, ni se disculpa, ni pregunta por mis heridas… Solo cosas de Gema, de con quién va a pasar las fiestas y qué regalos vamos a comprarle

- Ah

- Ni me invitó al cumpleaños de su madre ni ha intentado que pasemos la Nochebuena juntos

- ¿Se lo dijiste?

- Le dije que la pasaríamos aquí y dijo “bien, yo con mi familia”


Cogí el móvil y busqué. Le di otro chat. Le dije:

- Y mira éste


Mi madre cogió el móvil y vio el nombre:

- Carlos


Asentí. Ella lo conocía bien porque eran ya muchos años los que Carlos y yo nos conocíamos, y había coincidido con él muchas veces. Ella se puso a leer. Luego me miró y dijo:

- Este hombre lleva enamorado de ti desde hace mucho tiempo, Silvia ¿No lo sabías?

- Creo que sí, pero nunca he querido verlo más que como un amigo porque estaba con Antonio y yo no… no soy como Antonio

- Lo sé, hija, y Carlos siempre te ha respetado, nunca ha intentado nada ¿Verdad?

- Nunca


Señalé el móvil y pregunté:

- Pero ¿Ves la diferencia? Carlos no para de preguntarme como estoy, pregunta por Gema pero también por mí, por mi ánimo, por mis heridas, y no para de disculparse por no haberme contado lo de Antonio, se siente muy culpable, todo lo contrario que Antonio que lo tiene ya como asumido, creo que ni siquiera me ha pedido perdón por la infidelidad, solo dice que era sexo y no significaba nada, solo eso

- Hija, Antonio es como es, ya lo sabes

- No, mamá, pensaba que sí lo sabía pero no, no lo sé

- Me refiero a que siempre ha ido a la suya, en cambio, Carlos es lo contrario, mira antes por ti que por él ¿Verdad?

- Eso es

- Está claro que Carlos es un hombre que se preocupa y cuida de ti pero ¿Te gusta?


Miré el humo de la taza durante unos segundos antes de responder:

- Mucho, mamá

- ¿Estás enamorada de él?

- No… no estoy segura pero…

- ¿Pero?

- La noche de mi accidente estuve a punto de acostarme con él

- ¿Y qué pasó?

- Lo besé, lo deseaba con toda mi alma, no te puedes hacer una idea, pero no pude

- ¿Por Antonio?

- Por Antonio, por Gema…

- ¿Quieres a Antonio?


Pensé durante unos segundos antes de responder:

- Estoy muy enfadada con él, pero no lo odio

- Pero ¿Sigues enamorada de él?


Negué con la cabeza, incapaz de decirlo en voz alta. Entonces dije:

- Mamá, no sé que hacer y esto me está matando

- Ay, hija

- ¿Perdono a Antonio e intento recuperar a mi familia o me va a volver a hacer lo mismo o estaré obsesionada por si me hace lo mismo?

- ¿Y la otra? ¿Sabes si sigue viéndola?

- No lo sé, quizás, no me extrañaría, no es el hombre que pensaba que era así que puede estar con ella. Gema no la ha visto, eso seguro

- ¿Y Carlos?

- Carlos… Primero tengo que pensar en Gema, no en mí

- Gema adora a Carlos, y Carlos os adora a las dos ¿verdad?

- Sí ¿Qué quieres decir? ¿Que sustituya a Antonio por Carlos como padre de Gema?

- Nooo, Silvia, eso no, Gema tiene su padre y así debe ser, pero quizás lo mejor para Gema no es ver a dos personas que no se llevan bien y se pelean


Suspiré, y casi implorando, le pregunté:

- ¿Qué hago, mamá?

- Espera a después de Navidad, quizás el Señor te dé una señal

- ¡¡Mamá!! (dije cansada y molesta, mi madre se había vuelto muy beata desde que estaba con mi tía)

- Tú hazme caso, y ahora, vamos a terminarnos las infusiones y a dormir, que mañana hay que hacer muchas cosas

- ¿Muchas cosas? Pero si tú y la tía coméis como pajarillos, la cena de mañana la preparamos en un momento

- Es una cena especial, cariño, y hay que prepararla como es debido


Reí por dentro. Sí, una cena especial para tres mujeres y una niña con unas ganas de fiesta flipantes, “Va a ser una cena super triste, mi peor cena de Nochebuena desde la muerte de papá” pensé desanimada. Inspiré y, desechando esas ideas negativas, dije:

- Algo tenemos que preparar para Gema, no podemos darle una Nochebuena triste, mamá

- De eso ya me encargo yo, cariño, verás lo bien que se lo pasa, ella y nosotras


Reí. Sí, un jolgorio total será, entre mi tía en su silla de ruedas, mi madre con sus problemas estomacales y yo con mi ánimo. Un fiestón.


Al día siguiente por la tarde
Silvia


Miré la hora en el móvil, eran casi las 7 de la tarde. Se nos había hecho tarde visitando a la familia de mi madre. Nos había estado insistiendo que teníamos que ir a verlos, para saludarlos y que vieran a Gema, mientras ella preparaba la cena. Yo no tenía ganas pero casi que me había echado de casa porque “tiene que daros el aire, esta niña tiene que salir, Silvia”. Y aire hacía, un frío tremendo, que ganas de llegar a la casa que seguro que estaba bien caldeada. Además, mi madre había perdido mucho del sentido del gusto y a saber como le estaba saliendo la cena.


Cuando estábamos llegando, Gema que casi no se podía mover por la cantidad de ropa que llevaba dijo en tono lastimero:

- Mami

- ¿Qué, cariño?

- Hace mucho frío

- Ya estamos llegando, verás que bien se está en la casa de la abuela

- ¿Puedo llamar a papá y a Carlos?


Llevaba todo el día preguntando por los dos. Se me partía el corazón. Carlos la había llamado a primera hora, Antonio aún no. Meneé la cabeza porque no era que Antonio no quisiese a su hija, la quería con locura, pero no era nada atento con estas cosas ni con lo de ver a diario a gema, cada vez ponía más excusas para no estar con su hija todos los días, espaciando más esas visitas y se contentaba con una llamada por las noches. Dije:

- Sí, ahora en casa llamamos a los dos

- Biennnn (dijo con alegría)


En cuanto entramos en la casa grité:

- MAMÁ, YA ESTAMOS AQUÍ


Mientras le quitaba el abrigo, gorro, guantes y botas a Gema. Me llegó un olor muy rico y me sorprendió. Gema dijo:

- Huele rico

- Eso estaba pensando, la abuela se está esmerando con la cena ¿Vamos a ver lo que es?

- Síiii


En cuanto le puse las zapatillas, Gema salió corriendo a la cocina. Me empecé a quitar el abrigo cuando escuché un grito de alegría de Gema y risas. Sonreí y me dirigí a la cocina diciendo:

- Mamá, que bien huele ¿Qué estás haciendo?


Y al entrar en la cocina, me sobresalté por un grito:

- ¡¡SORPRESA!!


Y me quedé con la boca abierta viendo a Carlos con Gema en brazos, a Cris con un delantal y a Héctor al lado suya, todos sonriendo. Gema daba saltitos de alegría en los brazos de Carlos, mientras gritaba de felicidad y le daba besitos. Entonces llegó mi madre y me abrazó por la cintura diciendo:

- ¿Has visto que buenos cocineros he conseguido?


Conseguí decir:

- Pero… pero… ¿Qué hacéis aquí? ¿Y tu cena, Cris?

- Aquí (señalando la mesa llena de comida)

- Pero llevabas días organizando todo en tu casa y…

- Era una mentirijilla, jiji, toda la organización era para traerla aquí

- ¿Y tus suegros?

- Son un cielo, lo entendieron sin problema, pero mañana nos vamos tempranito para comer con ellos


Y todos se me acercaron para abrazarme y besarme, mientras yo aún me reponía de la sorpresa. Gema fue saltando de brazos en brazos, besando y abrazando a Cris y a Héctor, sin parar de reír. Cuando Carlos llegó a mí, lo miré y le dije bajito:

- Esto es cosa tuya

- Es cosa de todos, Silvia

- Ya, seguro

- No podíamos consentir que pasarais una Nochebuena triste


Y no pude reprimir más mis lágrimas, lo abracé con fuerza llorando de agradecimiento pero no sorprendida del todo, era algo muy típico de Carlos, siempre pensando en mí. Y al soltarlo, vi como mi madre me miraba con una sonrisa. Le dije:

- Y tú ¿Desde cuándo lo sabías?

- ¿Yo? Desde que me llamaron hace 4 o 5 días

- ¡¡Mamá!! y no me dices nada


Fue una Nochebuena espectacular. Gema no paró de jugar, reír y corretear. Jugó con Carlos y las construcciones, dibujó con Héctor, ayudó a Cris en la cocina. Comimos y bebimos muchísimo, todo riquísimo porque a Cris se le daba genial cocinar. La casa era un jolgorio como hacía años y años no ocurría. Villancicos todo el rato, risas, cantos, Gema bailando incluso con Héctor… Hasta mi tía se animó cantando y quedándose hasta el final.


Cuando acostamos a una exhausta pero feliz Gema, empezamos a recoger. La siguiente fue mi tía y tras ella, mi madre, que antes de meterse en su habitación, me cogió de brazo y me dijo muy bajo:

- Te dije que esperaras a una señal en Navidad

- Pero eso es trampa, tú lo sabías

- Pero ¿Qué más señal quieres, hija?


La miré sin decir nada. Ella continuó:

- Este hombre te quiere con locura, Silvia, y estoy segura que tú también lo quieres, solo hay que veros juntos para saberlo

- Pero mamá…

- Carlos siempre hará todo lo que esté en su mano para que seas feliz


La miré y asentí diciendo:

- Lo sé

- Lo importante es que seas feliz, Silvia, si eres feliz, Gema también lo será


Y me dio un beso de buenas noches para luego meterse en su dormitorio. Me quedé un rato pensando, sin moverme. Luego, fui a la cocina donde Cris y Héctor recogían cosas y les dije:

- Dejadlo, mañana terminamos, es muy tarde


Cris dijo:

- Ya acabamos, hay que guardar esto que no se ponga malo, así podéis comerlo estos días si os apetece

- Estaba todo buenísimo, Cris

- ¿Sí?


Héctor dijo:

- Cris tiene como un instinto natural a la hora de mezclar sabores, todo le sale bien


Cris se puso un poco colorada y dijo:

- No exageres, cari


Pero le dio un piquito sonriendo. “Vaya dos” pensé riéndome. Entonces Cris dijo:

- Ah, Silvia ¿Dónde dejamos los regalitos? Que seguro que Gema se levanta temprano buscando sus regalos

- Ay, pero si yo no os he comprado nada

- Claro, no sabías que veníamos, pero nosotros sí traemos, para ti, para Gema, para tu madre, también para tu tía… Carlos se encargó de todo, y obviamente suya fue la idea de organizar esto, por si no te habías dado cuenta


Le sonreí. Claro que me había dado cuenta, así era él. Les dije:

- Dejadlos en el árbol

- Cari ¿Vas tú al dormitorio y los traes?

- Claro


Y se volvieron a dar un pico antes de salir Héctor de la cocina. Le dije a Cris:

- Que bien estáis los dos ¿eh?

- Si, jiji, es un amor, mi amor, y me tiene loquita jiji


Me reí, Cris estaba radiante de felicidad. Bajó la voz y dijo:

- Le quiero pedir que se venga a vivir conmigo

- ¿Sí? Genial

- Sí, pero me da miedo que piense que quiero tenerlo más controlado o algo, con Mónica le pasó eso, me lo decía cuando estaban juntos, que había dejado todas sus aficiones por ella, y yo no quiero eso

- Ah

- Ha vuelto a dibujar ¿Sabes?

- Ah, no, no lo sabía

- Sí, le he insistido tanto que al final lo he conseguido jiji. Pasa casi todas las noches conmigo pero el otro día se quedó en su casa, y al día siguiente me trajo un retrato mío que había hecho esa noche, me encantó

- Que bonito

- Sí, luego le demostré lo mucho que me gustó, un día de estos lo voy a matar a polvos porque lo cojo y no puedo parar jiji, pero es que me pone una barbaridad ufff, o quizás me va a matar él a mí porque nunca pensé que se podían tener orgasmos tan grandes y seguidos, me deja totalmente muerta jiji

- Jajaja

- Sí. Tú ríete pero no sabes como me deja jajajaja


Entonces entró Héctor y nos miró sonriendo:

- Bueno, ya están los regalos en el árbol ¿De qué os reís?

- De lo cansada que está Cris


Y él, rápidamente, dijo:

- Ah, pero deja eso, ya termino yo, no…


Las dos nos reímos, aunque Héctor miraba a Cris preocupado, siempre atento a ella ¿A quién me recordaba? Le dije:

- Cansada ahora no, cansada en “otras” ocasiones


Él nos miró sin comprender, pero cuando nos volvimos a reír comprendió y se puso rojo, riendo también.


Entonces pregunté:

- ¿Y Carlos?

- Lo he dejado en el salón, recogiendo un poco aquello

- Ah, voy a ayudarlo


Y fui allí. Me lo encontré mirando por la ventana, con una copa en la mano. Me reí diciendo:

- Míralo, me habían dicho que estabas recogiendo pero aquí estás, con otra copa más en la mano


Me acerqué a él y le miré sonriendo. Él, algo compungido, rio y dijo:

- Estoy intentando reunir algo de valor

- ¿Valor?


Me miró a los ojos y me estremecí porque esos ojos me transmitían mucho sentimiento. Dijo:

- La respuesta es “desde que te conocí”


No dije nada. Supe de inmediato a lo que se refería, me respondía a la pregunta que le había hecho aquella noche “¿Desde cuándo estás enamorado de mí?”. Él siguió mirándome sin decir nada. Al final, le dije:

- Cuando me conociste era una niña tonta y engreída

- Cuando te conocí me pareciste la chica más guapa que había visto nunca

- Entonces no es que te enamoraras, me deseaste físicamente

- No, bueno, sí, claro, eres una belleza, eso es normal, pero quiero decir que inicialmente me pareciste guapísima, pero cuando empezamos a hablar durante la entrevista de trabajo me cautivaste, no podía dejar de escucharte. No solo eras guapa e inteligente, eso se veía al momento de conocerte, es que eras atrevida, mordaz, con mucho sentido del humor, ocurrente, con carácter, sin miedo a aprender, muy trabajadora y responsable... Me enamoré de ti porque es imposible no hacerlo, Silvia, eres increíble. Pero obviamente me dije que eran tonterías de un viejo verde, e intenté convencerme que no eras tan guapa, ni tan cautivadora, que eran solo cosas de un viejo solitario.


Sentía mi corazón desbocado pero no dije nada, no era capaz. Él rio con algo de amargura y continuó:

- Jamás tuve esperanza alguna contigo, lo tenía clarísimo, lo mío era solo amor platónico, me contentaba con que me alegraras el corazón a diario cuando aparecías por la oficina, con tus preciosos ojos y tu sonrisa radiante. Me encantaba escucharte contar cualquier cosa


Sonrió triste mientras decía:

- El día que me contaste que estabas saliendo con Antonio me alegré, no sentí celos ni nada por el estilo. Se te veía tan feliz que me alegré mucho. Lo importante eras tú, siempre tú, y me consideraba muy afortunado de que me dejaras participar en tu vida cuando me contabas las cosas que hacías o querías, y sobre todo cuando te quedaste embarazada, y como me hacías partícipe de tu inmensa felicidad. Y luego cuando me dejaste involucrarme con Gema, pidiéndome ser su padrino… Me hiciste muy feliz, Silvia, jamás te podrás imaginar lo que sentí cuando me lo pediste

- Carlos...

- Espera, espera, déjame seguir, que soy muy cobarde y como no siga, me echaré para atrás


Esperé mientras él pensaba. Al cabo de unos segundos, continuó:

- Siempre he tenido muy claro mi papel en tu vida, Silvia, mi papel como amigo, y siempre he intentado serlo, sin sobrepasarme en nada porque tú lo que necesitabas era un amigo, solo eso. Y en el momento clave te fallé, conociéndote como te conozco, te fallé

- Eso no es verdad, he tenido muchos momentos clave y nunca me has fallado, cometiste un error pero solo uno, Carlos

- Pero un error en algo importantísimo, y que me hayas perdonado me parece inmerecido, no es…

- Carlos, te equivocaste pero no obraste con maldad, eso es lo importante, tomaste esa decisión pensando en mí, no en ti o en Antonio, fue pensando en mí y en Gema

- Sí, es así pero no debería haberte fallado, te conozco muy bien, Silvia, no debería…


Se calló y miró por la ventana, pensando. Iba a decirle algo cuando él siguió:

- Y ahora estoy en otra disyuntiva, algo que puede alejarte de mi lado para siempre, y no sé qué hacer, Silvia


Lo miré alarmada ¿Qué le pasaba como para estar en una disyuntiva? Entonces él continuó:

- Bueno, en realidad, sí sé que voy a hacer, lo que no sé es que resultado tendrá porque sé que la situación, tu situación, es muy complicada y seré lo que menos necesitas ahora mismo, pero es que no puedo seguir así, Silvia, no puedo


Lo miré con expectación. Carlos se giró hacia mí y me dijo:

- Silvia ¿Te puedo invitar a cenar una noche?


Lo miré sorprendida, no me lo esperaba, y me reí diciendo:

- ¿A cenar?

- Sí, los dos solos

- ¿Quieres seducirme con una cena?

- Bueno, quiero intentarlo, la cena será el primer paso

- ¿Y el segundo paso cuál es? ¿Llevarme a la cama?


Carlos se puso rojo y reí, pasándole los brazos por el cuello, atrayéndole hacia mí y besándolo.


Héctor
Salimos de la cocina y fuimos para el salón con la idea de despedirnos hasta el día siguiente, pero nos quedamos en la puerta viendo el beso entre Carlos y Silvia. Cris me cogió de la mano y tiró de mí para que nos fuéramos en silencio y diciendo muy bajito “Bien, bien, bien, al fin se dan cuenta que están hechos el uno para el otro, al fin”.


Entramos en el dormitorio y Cris reía feliz, y yo con ella, también me alegraba mucho por ellos. Cris me abrazó y entonces me decidí a algo que llevaba semanas pensando pero no me atrevía a proponérselo por si era muy pronto. Le dije:

- Cris, yo… he pensando… mmmm


Ella me miraba sonriente, esperando. Inspiré hondo y lo solté:

- He pensado que mmmmm si te gustaría que me fuera a vivir contigo, aunque si es muy pronto...


Cris dio un grito de alegría y luego, se tapó la boca con la mano, sin parar de reírse, para luego abrazarme y decir:

- Sí, sí, sí, sí, sí


Y nos echamos en la cama abrazados y riendo. Cuando paró el frenesí, me dijo:

- Lo tengo todo pensado, en la habitación del fondo pondremos dos mesas de escritorio, para tu ordenador y el mío, y una mesa de dibujo, para que estés cómodo, y volverás con tu escuadra y…

- Espera, espera ¿Llevas pensándolo un tiempo?

- Desde que volvimos de Grecia jiji, pero me daba miedo pedírtelo, no quiero controlarte, pero quiero tenerte a mi lado cuando me despierte, y...

- ¿Controlarme? ¿Por eso lo de volver con mi escuadra?

- Sí, porque quiero que tengas tus aficiones, y me las cuentes como antes hacías, que me encantaba, y…


Entonces se puso encima y me miró de esa forma que bien conocía. Le dije:

- Oh, no, Cris

- ¿No qué?

- Aquí no podemos, es la casa de la madre de Silvia y…

- ¿Y crees que me voy a poder aguantar sin follarte como una loca después de esta noticia?


Y me sonrió con esa mirada de calentura total. Se incorporó para quitarse el jersey, la camiseta y luego el sujetador, dejando sus preciosos pechos a mi alcance. Entonces, mientras me desabrochaba la camisa, dijo:

- ¿Y crees que te vas a poder aguantar sin follarme como un loco?

- No

- Eso me parecía jiji


Y se abalanzó sobre mí.


Silvia
Paramos el beso al escuchar el grito de Cris. Nos miramos extrañados para luego reírnos porque claramente era un grito de alegría. Volví a besar a Carlos que ahora me abrazaba con sus manos alrededor de mi cintura mientras yo seguía con mis brazos alrededor de su cuello. Carlos besaba muy bien, mucho. Su lengua tocaba la mía, a veces delicadamente, otras enredándose con la mía. Nos besamos sin parar hasta que paré y le dije:

- ¿Y si nos saltamos el primer paso… por ahora?


Él me miró sonriendo y dijo:

- ¿Por ahora?

- Me debes esa invitación, no lo voy a olvidar

- Por supuesto jeje


Entonces sus manos bajaron a mi culo, apretándolo. Su mirada lujuriosa me encantó. Me dijo:

- Me encanta este culo

- Ay, mentiroso

- ¿Cómo?

- Te recuerdo que este año has tenido en tus manos a 4 mujeres espectaculares y…

- Y ninguna tan guapa y espectacular como tú

- Que mentiroso


Dije sonriendo. Él sonrió y dijo:

- Ahora te recuerdo yo que te he visto desnuda y sé de qué hablo

- Bueno, no te veo con mucha prisa por volver a verme así


Dije maliciosamente aunque notaba claramente el abultamiento de Carlos contra mí. Me soltó y se puso serio:

- Silvia ¿Estás segura de… esto?

- Segurísima


Y lo cogí de la mano para llevarlo a mi dormitorio. Subimos al piso de arriba y escuchamos claramente los gemidos de Cris. Nos miramos sonriendo y dije:

- ¿Ves? Se nos han adelantado

- No por mucho tiempo


Y Carlos me llevó casi corriendo a mi habitación donde nos volvimos a besar mientras nos desnudábamos rápidamente.


Carlos
No podía creerme lo que estaba pasando. Desde la noche del beso no había parado de pensar en Silvia, en que necesitaba estar con ella, pero no me atrevía a decirle nada, no quería volver a estropearlo con ella pero al verla hoy lo había tenido claro, debía ir a por todas y decírselo.


La miré a la luz de la lamparita de la mesita de noche. Se estaba quitando el vestido rápidamente. Cuando lo consiguió, me miró dudando, nerviosa. Estaba en ropa interior, unas bragas y sujetador blanco, con muchos encajes. Titubeó pero finalmente se quitó el sujetador y las bragas, quedándose totalmente desnuda.


La admiré unos segundos mientras ella me observaba. Le dije:

- Eres preciosa, Silvia, eres increíble

- Que tonto


Y se ruborizó. Entonces alargó sus manos a mi cinturón, quitándomelo para luego desabrocharme el pantalón y tirar de él. Me quité los zapatos mientras ella tiraba del pantalón. Tras el pantalón, Silvia me quitó la camisa, quedándome solo con los calzoncillos y su claro abultamiento. Fue a quitármelos pero tiré de ella para acercarla a mí, necesitaba acariciarla. Mis manos recorrieron su cuerpo desnudo, lentamente, mientras la besaba. Besé su cuello y le dije al oído:

- Eres perfecta, Silvia

- Y tú muy tonto, pero me encanta que me digas estas cosas


Bajé a sus pechos que besé, lamí y chupé hasta que ella me empujó diciendo:

- Te quiero dentro de mí


Y tiró de mis calzoncillos, saltando mi polla totalmente dura. Silvia me miró con una sonrisa pícara y me la cogió. Luego besó la punta y se la metió en la boca, chupándola lentamente durante unos segundos. Entonces se tumbó boca arriba y dijo:

- Luego más, pero ahora ven, tómame


Me puse encima y la penetré lentamente. Silvia jadeó, mirándome a los ojos mientras penetraba más y más en ella. Entonces se estremeció y dijo:

- Fóllame, Carlos, rápido


Y me besó apasionadamente mientras yo me movía cada vez más rápido. Sus gemidos aumentaron de volumen hasta que nos corrimos a la vez, con sus dedos clavados en mi espalda. Empezó a temblar con los ojos cerrados, gimiendo bajito, hasta que se controló y abrió los ojos. Nos miramos y sonreímos, entonces dijo:

- Vaya, vaya


Y me besó lentamente.


25 de diciembre. Primera hora
Silvia


Abrí los ojos de repente. Era mi reloj interno que me decía que era hora de levantarse. Estaba acurrucada junto a Carlos, que dormía aún. Lo miré. Había sido una noche larga, intensa. Tras un primer polvo intensísimo, habíamos charlado y vuelto a hacerlo, para luego descansar, charlar y volver a hacerlo. Y si el primer polvo me había provocado un orgasmo sorprendente, los demás polvos habían sido aún mejores. Sonreí pensando en Laira y Cris, tenían razón, Carlos era un amante genial, generoso, fogoso, delicado…


Me levanté con cuidado para no despertarlo, me dolía todo el cuerpo después de tanto “deporte”, pero era un dolor gustoso, sonreí al notarlo. Me fui a la ducha sin hacer ruido, todo el mundo dormía. Luego, me vestí y lo llamé:

- Carlos, Carlos

- Mmm ¿Qué… qué pasa?

- Buenos días, voy a despertar a Gema ¿Quieres ver como abre los regalos?


Carlos, aún medio dormido, dijo:

- Cl… claro


Entonces me miró y, sonriendo tímidamente, me preguntó:

- ¿Cómo estás, Silvia?


“Típico de Carlos” pensé sonriendo. Le dije:

- Molida por culpa tuya


Y me reí al ver su cara de sorpresa. Le dije:

- Hasta las 4 dale que te pego, nene, no estoy acostumbrada a eso jeje

- Ah, jeje, perdona, estoy aún dormido…

- Estoy genial, tonto, genial de verdad


Él sonrió ampliamente y dijo:

- Buenos días, preciosa

- Buenos días, guapo… Anda, levanta, verás que espectáculo es Gema con los regalos

- Voy, voy, espera


Le di un beso en la boca y lo dejé levantarse. Fuimos a por Gema que se levantó como si tuviera un resorte al darse cuenta del día que era, y salió corriendo al árbol. Sus grititos despertaron al resto que poco a poco se fueron acercando para ver a Gema abrir regalos, saltar, bailar, gritar… Dejé a mi madre y a mi tía con Gema y el resto fuimos a la cocina para preparar café y el desayuno. Allí, Carlos repartió más regalos, para mí, para Cris y para Héctor, y ellos para Carlos y para mí. Les dije:

- Oh, mierda, y yo no os he comprado nada, me deberíais haber dicho que veníais


Carlos, sonriendo, dijo:

- ¿No te gustó la sorpresa?

- Me encantó, tonto, jejeje


Entonces me acerqué a él y le di un beso tierno. Tras el beso, Cris y Héctor sonreían mirándonos, y Carlos dijo:

- Además, yo ya tengo el mejor regalo que podría recibir


Y me abrazó. Cris, aplaudiendo, dijo:

- Ya era hora que os dierais cuenta que estáis hechos el uno para el otro

- Ya ves tú, pero mejor tarde que nunca

- Yo también he recibido un gran regalo


Héctor dijo:

- Pero si aún no te lo he dado

- Me lo diste anoche, tontín


Y mirándonos con una sonrisa radiante dijo:

- Vamos a vivir juntos


Y Carlos y yo los felicitamos riéndonos todos felices.


Carlos
Estábamos todos en la mesa de la cocina, desayunando. Había mucho ruido con todos hablando y riendo. Miré a mi alrededor, muy feliz por lo que veía. Silvia tenía en sus piernas a Gema, que, mientras desayunaba, leía un cuento de los que le habían dado de regalo. Silvia reía feliz hablando con Cris que también reía. Héctor también reía escuchando algo que le contaba la tía de Silvia sobre Silvia cuando era una niña.


Entonces vi que la madre de Silvia me miraba con una sonrisa. Me incliné sobre ella y le pregunté:

- ¿Cómo está, Marisa? Le hemos traído mucho jaleo con lo tranquilas que siempre están ustedes

- Estoy feliz, Carlos, muy feliz

- ¿Sí? ¿Por tener a tanta gente por aquí?

- Sí, pero sobre todo porque sé que Silvia ahora está muy bien y que tú la vas a cuidar y la vas a hacer muy feliz


La buena mujer ya se había enterado. La miré y le dije:

- Lo intentaré con toda mi alma, Marisa, se lo prometo

- No hace falta que prometas nada, lo sé, Carlos, lo sé​
 
Lo cree con IA jajajaja
 

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Ya están juntos Carlos y Silvia, todo es felicidad, pero, como reaccionará Antonio ante la noticia?
Cris y Hector viviendo juntos felices y contentos, pero, como se lo tomará Mónica cuando regrese?
Laira y Yolanda en Alemania, juntas y felices comiendo codillo con chucrut, les importa su pasado una mierda.
Carmen y Jamal en la cárcel, disfrutando de un nuevo ambiente.
Por donde seguirá la historia?
 
Este es el segundo capítulo que publico hoy. No lo leáis sin haber leído el publicado a primera hora, el 67.


68​

Cinco meses después. Mayo. Viernes.
Silvia


Salimos fuera del edificio y me volví hacia Antonio. Nos miramos y le dije:

- Bueno, pues ya está hecho

- Eeeee, sí…


No dijimos nada durante unos incómodos segundos. Entonces dije:

- Es raro

- Sí

- Ahora somos padres divorciados

- Ya

- Quien lo iba a decir el año pasado por estas fechas ¿No?

- Sí

- Aunque por estas fechas ya me estabas poniendo los cuernos

- Silvi…

- ¿Qué? Es la verdad ¿No? Pero vamos, que ya da igual, era solo un dato


Acabábamos de firmar los papeles del divorcio. Todo había sido sencillo y sin problemas, nos habíamos puesto de acuerdo en todo, incluso en la custodia de Gema. Le pregunté:

- Entonces, este fin de semana Gema se queda conmigo ¿no?

- Sí, sí, Rosa y yo vamos a Lisboa y…

- Vale, no hay problema, seguramente nos iremos al campo, a la casa de Carlos, dice que va a ser buen tiempo y que estrenaremos la temporada de piscina

- Ah, genial

- Pero acuérdate de comprarle un recuerdo a Gema

- Sí, ya se lo he dicho a Rosa, por si se me olvida

- Bien


Otro silencio incómodo. No es que nos lleváramos mal, al contrario, todo había sido muy civilizado y tranquilo. Ahora Antonio vivía con esa zorr… bueno, con esa, Rosa, y parecía que le iban bien. Me alegraba por él, de verdad.


Nos miramos y me preguntó:

- ¿Quieres que te lleve a algún sitio?

- No, gracias, Carlos me espera

- Ah, bien, bien… pues nada, dale recuerdos, nos vemos en unos 10 días, cuando vuelva de Portugal

- Vale, tened cuidado, y a la vuelta vaciamos la casa y la ponemos en venta, que para ese día ya me habré llevado todo lo mío a la casa de Carlos

- Bien


Nos dimos dos besos y me fui hacia el aparcamiento. Localicé rápidamente el coche de Carlos, ese Tesla llamaba la atención. Carlos me vio acercarme y salió del coche. Me dio un pequeño pico para luego preguntar:

- ¿Cómo estás? ¿Todo bien?


Sonreí, Carlos siempre pendiente de mi ánimo. Le dije:

- Bien, oficialmente ya no soy una adúltera jejeje

- Jejeje, que mala eres


Entonces me abrazó y dijo:

- Es raro ¿No?

- Sí, un poco, quién me lo iba a decir hace un año...

- Lo sé, lo sé, pequeña

- Me parece una situación rara, pero no estoy triste ¿eh?


Levanté la cabeza para mirarle mientras seguíamos abrazados. Le dije:

- Es una situación rara porque soy muy feliz, estoy todo el día contenta y feliz, y no triste por el divorcio, me parece raro, anti natural


Carlos me besó tiernamente. Tras el beso, le dije con malicia:

- Bueno, ahora soy una mujer libre ¿Sabes que significa eso?

- Mmmm no

- Que puedo follar con quien quiera sin tener remordimientos, mola ¿Eh?


Carlos se rio y dijo:

- Ajá

- Sí, a quien quiera y no estaría haciendo nada malo ¿No?

- ¿Tú crees?

- Claro, ahora puedo zorrear todo lo que quiera, soy una mujer libre

- Ya

- Lástima que mañana nos mudamos contigo y se me acabará la libertad


Uno de los acuerdos del divorcio era vender el piso ya que estaba a nombre de los dos, y cuando se lo dije a Carlos, él rápidamente me ofreció vivir con él, cosa que acepté de inmediato, no pensaba separarme de él por nada del mundo.


Carlos rio y dijo:

- ¿Te mudas conmigo y te quito la libertad? ¿Piensas que te voy a encadenar o qué?

- Mmmm mira, eso es interesante, que me ates y me hagas cositas jejeje

- Jajaja, entonces te quedas sin libertad y sin zorrear ¿No?


Me aparté de él haciéndome la ofendida:

- ¡¡Oye!! ¿Me estás diciendo que no soy una zorra contigo?

- Jajaja

- Porque puedo serlo más, mucho más

- No sé…

- Anda éste, te vas a enterar en casa si soy o no una zorrita, y de las buenas


Y le saqué la lengua para luego reírnos los dos. Le volví a besar y le dije poniendo voz seductora:

- Tengo una sorpresita preparada para esta noche, y ya me dirás si soy suficiente zorrita o no

- ¿Una sorpresa?

- Claro, para celebrar mi soltería y, lo mejor de todo, para celebrar que me vuelvo a enganchar de un tío, el hombre más atractivo del mundo


Carlos me miró con pena y dijo:

- Oh ¿Me abandonas?


Le di un pequeño empujón y le dije:

- Pero serás tonto, tú sigue así y verás como te quedas sin sorpresa

- Nooooo, eso no


Y nos reímos contentos. Entonces Carlos me miró a los ojos y dijo:

- Me encantan como te brillan tus preciosos ojos, Silvia ¿Te he dicho lo guapa que estás hoy?

- Sí, pero no me importa si me lo dices de nuevo

- Eres preciosa, Silvia

- Te quiero, Carlos

- Y yo a ti, Silvia, más de lo que nunca imaginarás


Y nos besamos. Estábamos que no parábamos de tontear el uno con el otro, y a mí me encantaba. Le dije:

- ¿Vamos y recogemos ya a Gema?

- Sí, entra en el coche, pero antes quiero llevarte a un sitio, vamos con tiempo ¿no?


Lo miré con malicia y dije:

- ¿Quieres que vayamos a tu casa para celebrar mi divorcio? Jejeje

- Jeje, bueno, ese tipo de celebración siempre está bien, pero no, no es eso

- Oh,que pena ¿Tengo que esperar a la noche para la gran celebración?

- Me temo que sí

- Mierda jajaja

- Jeje, bueno, entonces ¿Vamos?

- Sí, pero a ver si nos dicen algo en el trabajo jejeje

- No creo, el de RRHH no se entera de nada, dicen que anda enamorado y está medio lelo

- Que tonto eres jejeje ¿Dónde quieres ir?

- He estado pensando que mi casa está lejos del cole de Gema, y cerca no hay ningún buen cole ni parque

- Bueno, nos apañaremos

- Es que he encontrado una casa en una buena zona, cerca de un cole que está muy bien y...

- Ah, no, no nos vamos a meter ahora en líos económicos, tu casa es genial y allí estaremos muy bien los tres

- Pero…

- Que no, Carlos, sería feliz debajo de un puente contigo, aunque no con Gema, por Gema no me iría a un puente jeje

- Jejeje

- Pero que no, no nos vamos a meter en líos…

- No es un lío

- Sí lo es, Carlos, vamos a ir tranquilos y vivir bien en tu casa y…

- Hay una cosa que te tengo que contar, Silvia


Se había puesto serio y me asusté. No dije nada temiendo una mala noticia sobre su salud o algo así, pero se me había formado un nudo en el estómago de forma repentina. Él sonrió y dijo:

- Tranquila, no es nada malo

- Joe, Carlos, me ha sonado fatal como lo has dicho, no me des esos sustos, se me ha agarrado aquí el miedo y...

- Lo siento, lo siento, pero es algo que nunca te he contado

- Mierda, Carlos, que me estás asustando

- Verás, es sobre mi situación mmmm económica...

- ¿Qué pasa? ¿Es porque necesitas vender la casa? No pasa nada, buscamos una de alquiler y la pagamos entre los dos, eso no es…

- No, no jejeje


Y angustiada le pregunté:

- ¿Entonces?


Carlos
Terminé de contarle todo sobre mis negocios, propiedades y, principalmente, lo de la empresa. Silvia me miraba con la boca abierta. Terminé diciendo:

- Así que ya ves, problemas económicos ninguno, al contrario, así que podemos ir a ver esa casa, y si te gusta, nos mudamos allí


Silvia meneó la cabeza y dijo:

- No sé ni por qué me sorprendo, es tan típico de ti no querer hacerte notar

- Bueno, es que no es para…

- Espera, espera, a ver si lo entiendo… ¿Resulta que me he enamorado y me estoy acostando con un millonario que podría estar todo el día de fiesta en un yate tirándose a chicas de 20 años, y en cambio, se ha conformado con una madre divorciada treintañera?

- Bueno, una madre divorciada preciosa y cautivadora

- Que tonto eres jajajajaja

- Y millonario tampoco, solo que tengo una situación económica bastante desahogada


Y se empezó a reír con ganas. Luego, cuando se calmó, me miró y dijo:

- Eres de lo que no hay

- Ya me lo has dicho más veces

- Es que es la verdad


Y me miró divertida. Entonces dijo:

- Que conste que me he enamorado de ti antes de saber que eres un puñetero millonario

- ¿Seguro?

- ¿Qué? Pero serás…

- Jejeje


Entonces se puso seria y dijo:

- Carlos, yo no quiero nada especial, quiero vivir contigo, con eso tengo de sobra porque me siento segura, feliz, y veo como quieres a Gema, y como la cuidas, igual de bien que a mí, eso es más que suficiente para nosotras

- Lo sé, pero si podemos tener alguna comodidad extra vamos a aprovechar ¿No? Y hay que pensar en Gema… Venga, vamos a ver la casa y la zona, a mí me ha encantado pensando en Gema, ya verás, tiene un jardín precioso


Y ella sonrió antes de darme un beso.


Cristina
Me moví con la silla hasta quedar al lado de Héctor que estaba revisando algo junto a Esteban y Marcos, los programadores que llevaban unos meses con nosotros. Le pregunté:

- ¿Tienes un momento, Héctor?

- Eeee sí, ya hemos acabado…


Miró a los dos y les preguntó:

- ¿Alguna duda?


Ambos negaron y Héctor dijo:

- Pues venga, poneos con ello


Héctor estaba al cargo de los dos realizando su proyecto que había ideado hacía unos meses, y todo iba muy bien según nos contaba él en las reuniones con Carlos y Silvia. Le dije bajito:

- ¿Nos echamos un café y salimos fuera?

- Mmm vale


Cuando estuvimos en la calle, le dije:

- Me ha escrito Silvia

- Ah ¿Algún problema?

- No, no, ya es una mujer divorciada

- Ah, bien, bien. Está contenta ¿No?

- Sí, y ya se va a ir a vivir con Carlos

- Genial

- Dice que mañana quiere hacer Carlos una fiestecilla en la piscina de su casa, que si nos apuntamos… Vamos ¿No?

- Claro

- Genial, así estreno uno de los bikinis nuevos que compré la semana pasada con Silvia

- Jeje

- Bueno, le contesto que nos apuntamos

- ¿No van a venir al trabajo?

- Creo que no, dice que han ido a ver algo, que mañana nos cuentan

- Ah, vale

- Y me ha escrito tu madre, que nos invitan esta noche a cenar en ese restaurante que tanto les gusta

- Y te lo dice a ti porque sabe que le vas a decir que sí

- Jajaja, claro, le tengo que hacer la pelota a mi suegra


Lo cierto es que me llevaba de maravilla con mi suegra, me partía de risa con ella. Héctor dijo:

- Si no tienes ganas, dile que me duele la cabeza o algo, échame la culpa, se lo va a creer

- Pues claro que tengo ganas, pero si me lo paso genial


Y sonriéndole con malicia, le dije:

- El último día que salimos de compras, me contó un montón de cosas interesantes


Héctor puso los ojos en blanco y dijo:

- No me digas que te volvió a hablar de sexo

- Sí, jijiji, y me encanta

- Vaya dos

- Así sé de donde viene tu potencia sexual jiji

- ¿Po… potencia?

- Tu padre es como tú, es capaz de tirarse todo el día dale que te pego y…

- Dios, vale, vale, no necesito esa información

- Pues a mí me gusta saberlo, así sé lo que me espera en 30 años jiji


Héctor meneó la cabeza hasta que le dije:

- Me contó que en su 25 aniversario, tu padre se la folló durante…

- Chisst, chissst, para, no quiero saberlo, que eso fue el año pasado

- Jiji, pues la dejó muerta y…

- Ayyy, que no quiero saberlooooo

- Jajaja, que tonto, si es muy natural, y muy bonito lo mucho que se quieren y desean, y que siguen igual que cuando eran jovencitos

- Pufff

- Así me imagino yo a nosotros, nene, así


Entonces me miró sonriendo y dijo:

-De eso no tengas dudas


Silvia
Me miré al espejo del cuarto de baño y me gustó lo que vi. El pasado fin de semana había ido de compras con Cris y le había dicho que quería comprarme ropa interior muy sexy para celebrar mi divorcio/”arrejuntamiento” a lo grande, y nos habíamos tirado horas de tiendas y charla, había sido muy divertido. Me reía mucho con Cris viendo lo coladísima que seguía por Héctor, como se emocionaba hablando de él, y me di cuenta que a mí me pasaba lo mismo con Carlos, y me quedé sorprendida porque se suponía que yo era más madura que Cris, una mamá treintañera en proceso de divorcio con los pies en el suelo y con más experiencia en tíos y amores, pero ahí estaba yo, emocionada hablando de él y siendo consciente de que cada vez que me tocaba o me decía algo bonito, literalmente mojaba las bragas por él.


Al final había elegido algo clásico pero efectivo, taconazos, medias, liguero, tanga mínimo y sujetador a juego, todo negro, y todo me quedaba perfecto. Me puse de perfil y me miré. Me gustaba lo que veía, me sentía sexy, muy sexy. Mi culo era bastante aceptable, y sabía sin lugar a dudas, que a Carlos le encantaba. No era el culo de Cris pero aún estaba bien. Y mis piernas me gustaban y las medias me quedaban geniales.


Me volví a poner de frente al espejo y seguí la inspección. Mi vientre también estaba bien, plano. El problema eran mis tetas, pero eso no tenía remedio. Suspiré, estaba muy nerviosa, una tontería porque Carlos y yo follábamos bastante, todo lo que podíamos, pero es que el día había sido estresante y lleno de emociones, y esta noche tenía que ser perfecta para él, se lo merecía. Y rememoré lo que había pasado aquella tarde durante la visita a la casa.


Carlos estaba nervioso y ansioso, “vendiéndome” la casa que era magnífica y que estaba en el mejor barrio de la ciudad. Lo primero que hizo fue asegurarme que no era la que Carmen había elegido, y me reí. Luego, me enseñó la casa como si él fuera el vendedor. Cuando terminó el recorrido, me miraba ansioso y le dije:

- Carlos, esto es precioso pero es demasiado

- No, no, aquí Gema tendrá…

- Sí, pero es que la casa es muy grande, tiene montones de habitaciones y no necesitamos tantas, solo somos tres


Y entonces me lo dijo:

- Tres por ahora

- ¿Cómo?

- Silvia, sé perfectamente que quieres tener más hijos, y si no te cansas antes de mí, yo…


Me quedé de piedra. Era un tema que me preocupaba mucho. En efecto, quería tener más hijos, eso lo tenía muy claro, pero no me atrevía a decírselo aún, por miedo a asustarlo ya que entre que se veía mayor y lo que le pasó con su hijo, sabía que eso le daba mucho miedo. Además, llevábamos muy poco tiempo juntos y lo podía espantar si me ponía a hablar de niños. Nos quedamos unos segundos mirándonos, mi cara debía ser un poema y él empezó a titubear:

- Quiero decir, que mmmm que si mmmm


Entonces le cogí las manos y le dije:

- Claro que he pensado en tener hijos contigo, pero no sabía como decírtelo sin que te asustaras

- Silvia, me da pánico, pero contigo sí me atrevería a dar ese paso, no ahora mismo pero sí cuando estés segura que yo mmm te sirvo para eso

- Que tonto eres, que “si me sirves”, ayyyy, que tonto


Y me lo comí a besos. Y no me lo follé allí porque en la puerta estaba el vendedor de verdad, esperando ansioso.


Me reí en silencio. Estaba demasiado nerviosa, nerviosa y muy excitada. “Venga, Silvia, haz que sea una noche memorable para él, se merece eso y mucho más, y tú lo vas a disfrutar incluso más que él”. Cogí el pintalabios de un rojo intenso, y me lo puse. Me di un último repaso y salí del baño.


Carlos estaba acostado, esperando con la luz encendida, con una sábana por encima. Escuchó mis tacones y levantó la vista. Le dije:

- Mi sorpresita ¿Te gusta?


Y me giré 360 grados para que me viera bien. Y su reacción fue perfecta porque primero puso cara de asombro e inmediatamente de excitación, y sobre todo, por el bulto que apareció a los pocos segundos en la sábana mostrando su rápida erección. Me situé a los pies de la cama, sonriéndole, feliz por su reacción. Entonces le di la espalda y me incliné un poquito para mostrarle bien mi culo con el tanga y pensé “Esta noche me lo vas a follar por primera vez, cariño, estoy tan excitada que hasta tengo ganas de eso”.


Volví a girarme y lo miré:

- Bueno ¿No dices nada? ¿Te gusta o no?

- Silvia, eres… eres… eres perfecta


Le sonreí, sabía que eso era mentira, estaba lejos de ser perfecta, pero tenía clarísimo que a sus ojos lo era, y con eso me bastaba y sobraba. Cogí la sábana y la fui deslizando lentamente para ir viendo su cuerpo desnudo poco a poco. Sabía que Carlos era un hombre maduro con cuerpo de hombre maduro, pero a mis ojos, era un cuerpo tremendamente atractivo, me gustaba verlo desnudo, me excitaba, y por eso lo desnudé lentamente, regodeándome en el momento. Y cuando su polla apareció totalmente erguida, le sonreí. Carlos tenía una buena polla y no necesitaba tomar viagra ni nada, y ahí estaba, recta y dura sin haberme aún tocado, solo por verme. Me encantaba.


Me subí a la cama y fui a 4 patas hacia él. Nos miramos a los ojos y le dije:

- Entonces ¿Puedo ser una zorrita?

- Eres una mujer libre ¿No?

- Ajá

- Que se puede acostar con quien le apetezca ¿No?

- Eso es

- ¿Y con quién te apetece?

- Mmmm no lo sé, estoy dudando entre el del butano, el panadero o el chico del sexto que parece que está macizorro

- Ah, el del butano, que clasicazo ¿no?

- Claro

- Lástima que tengas gas y no bombona

- Un detalle menor


Entonces le puse un dedo en el pecho y se lo acaricié lentamente, sin dejar de mirarnos a los ojos y le dije:

- O quizás me acueste con el tío bueno que está ahora mismo desnudo en mi cama

- ¿Quizás?

- Quizás, no sé, depende

- ¿De qué depende?

- De si tiene ganas de follarse a una zorrita que está muy, muy cachonda


Y ya no pudo aguantar más y me acercó a él para besarme, beso que se transformó rápidamente en un morreo apasionado mientras sus manos recorrían ansiosamente mi cuerpo. Mi sujetador voló rápidamente y sus manos acariciaron mis pequeños pechos pero que a él tanto le gustaban. Y cuando quiso tumbarme boca arriba en la cama para follarme o comerme, me resistí y dejé de besarlo diciéndole:

- No, no


Él me miró entre desesperado y ansioso. Le dije cogiéndole la polla:

- Hoy mando yo, y primero quiero comerme esto


Y comencé a chupársela. Ya le había mostrado muchas veces lo buena que era mamándola pero hoy pensaba hacerle una mamada espectacular, y me moría de ganas de hacérsela. Comencé lentamente, mirándolo, mientras movía mi cabeza en un rítmico sube y baja pero solo con la punta, mientras mi lengua no paraba de moverse. Poco a poco me fui metiendo más polla en mi boca, pensaba llegar hasta la garganta porque quería comérmela entera.


Y entonces lo escuchamos “MAMIIII”. Me quedé quieta, con su polla en mi boca, esperando mientras pensaba “no, no, no”. Lo miré, Carlos también estaba expectante mirando hacia la puerta. Por un momento albergué la esperanza de que solo había sido una llamada en sueños, pero entonces llegó claro “PAPIII, mi barriguita” y sollozos. Me levanté de inmediato mientras Carlos decía “Ya voy”. Busqué mi bata y salí rápido de la habitación mientras me la ponía y decía en alto “Voy, cariñito, voy”.


Entré en la habitación de Gema que ya lloraba y la abracé. Carlos llegó al poco, también con una bata y cuando Gema lo vio, dijo “Papi, me duele”. Gema había empezado a llamar papá a Carlos desde hacía unas semanas, para gran alegría de él y mía, y gran disgusto de Antonio. Había sido de lo poco por lo que habíamos discutido durante la separación porque él creía que era cosa mía, pero no, había sido cosa de Gema al vernos siempre juntos a Carlos y a mí, dándonos besos y acariciándonos cariñosamente. Ahora decía que tenía dos papis.


Carlos le dijo unas palabras de cariño mientras sacaba las cosas para comprobar el azúcar. Hizo todo mientras yo la abrazaba y cuando comprobamos que todo estaba bien y solo era un dolor normal, nos tranquilizamos. Entonces Gema empezó a chuparse el pulgar, manía que había cogido recientemente como cuando era un bebé y dijo:

- ¿Puedo dormir con vosotros, porfi?


Miré a Carlos que sonrió y dijo:

- Claro que sí, cariñito


No era la primera noche que pasaba algo así y Carlos sabía que yo ya no iba a ser capaz de dejarla sola. La cogió en brazos y la llevó al dormitorio donde la puso en el medio de la cama mientras yo iba al baño a ponerme el pijama. Cuando nos acostamos con Gema entre medias de los dos, le dije muy bajito:

- Lo siento, lo siento


Vi su sonrisa en la casi oscuridad y dijo:

- No, importa, cariño, hay muchas noches

- Pero quería que esta noche fuera especial, lo siento de verdad

- No tienes culpa de nada, Silvia, ni Gema tampoco, por favor, no te disculpes por algo así, son cosas que pasan, solo eso… y todas las noches son especiales contigo


Lo miré con un cariño que me oprimía el corazón. Entonces me dijo:

- Y me ha encantado tu sorpresa, estabas espectacular, eres fabulosa

- Te lo compensaré

- Me lo compensas todos los días estando conmigo, cariño, soy muy afortunado

- Te quiero, Carlos

- Ni una pizca de lo que yo te quiero, Silvia


Le di un beso y me hubiera encantado abrazarlo fuerte pero con Gema entre nosotros no podía ser, así que me conformé cogiéndole de la mano. Y sonreí, él no era capaz de hacerse una idea de lo mucho que lo quería.


Al día siguiente, Cris y Héctor llegaron temprano y estrenamos la nueva temporada de piscina, pasándonoslo en grande los cinco. Al medio día, los chicos comenzaron a preparar todo para la barbacoa y Cris y yo nos tumbamos a tomar el sol, sin dejar de vigilar a Gema que jugaba en el césped. Cris me contó:

- Anoche me moría de risa con la madre de Héctor

- ¿Y eso?

- Está super salida jijiji

- Cuenta, cuenta

- Fuimos a cenar y luego a tomar algo a un bar, y no paraba de decirme todo lo que pensaba hacerle al marido esa noche porque ahora que están solos en su casa, follan muchísimo jajaja

- Anda

- Sin Héctor y el hermano en casa que se ha ido a estudiar fuera, pues están que no paran

- Jaja

- Y me da consejos y todo jajaja


Cris reía feliz. Ahora siempre estaba feliz y sonriente. Entonces me preguntó:

- Oye ¿Y tu fiesta especial de divorcio? ¿Le gustó a Carlos el conjuntito? Jajaja, que tontería de pregunta jaja

- Le encantó pero…


Y le conté con pena lo ocurrido. Y terminé diciéndole:

- Y me quedé con las ganas, porque él tenía pero yo… uffff, estaba loca de ganas jejeje

- Que pena, pero esta noche seguro que sí ¿No?

- Ya te digo, esta noche lo pienso dejar para el arrastre jajajaja, tengo que compensar lo de anoche, que lo pensaba destrozar y ya ves tú

- Entonces mejor no te cuento lo que hicimos mi nene y yo cuando llegamos a casa anoche jajaja

- Que guarra eres, ahí, ahí, restregándomelo bien

- O mejor no te cuento lo que hicimos por la tarde, dos veces, o esta mañana al levantarnos jajaja

- Pero serás…


Y le tiré una toalla entre risas y gritos de las dos. Entonces escuchamos a Carlos decir a voces:

- ¿De qué os reís tanto?

- Cris, que es muy mala persona y no sabe lo que es la compasión por una amiga


Y Cris se partía de risa mientras Carlos y Héctor nos miraban sin entender nada. Gema llegó riendo y queriendo participar, y empezamos a hacerle cosquillas y nos tiramos con ella a la piscina. Tras un poco de juego, ya calmadas y dentro del agua, le pregunté:

- Oye, ¿y Mónica ha vuelto a dar señales de vida?


Hacía un par de meses había llamado a Héctor para intentar convencerlo de ir donde ella estaba, en la India, que lo echaba mucho de menos. Héctor le había contado que estaba con Cris y Mónica se había enfadado mucho, y había llamado a Cris para insultarla, llamarla roba novios y un montón de cosas. Cris me miró y afirmó con la cabeza diciendo:

- Ah, no te hemos contado… La hemos visto en sus redes sociales colaborando con una ONG, y parece que está con alguien, se la veía contenta y abrazada a él

- Ah ¿Quién? ¿El hippie ese que fue con ellos al viaje?

- No, no, Héctor cree que se liaron pero duró poco, desapareció pronto de sus redes sociales… El nuevo es chino o algo así, asiático

- Ah

- Parece que está bien, feliz con sus viajes y con ese chico

- Bien por ella ¿No?

- Sí, a ver si aprende a no dejar ir a novios buenorros jajaja ahhh, espera, que no te he contado lo mejor

- ¿De Mónica?

- No, de mis ex

- ¿Te han llamado?

- No, no, que va, aghhh, quita, quita

- Jejeje

- Es que me encontré con una chica que era novia de uno de los amigos de Alberto y me estuvo contando sobre ellos

- ¿Les va bien?

- Me contó que estuvieron de folla amigos un tiempo pero viéndose de tarde en tarde porque Sara se fue a su pueblo. Allí, el padre la puso a trabajar en el campo jajajajaja, no me la puedo imaginar trabajando en el campo jajajajaja


Cris se partía de risa imaginando a esa chica trabajando. Cuando terminó de reírse, dijo:

- Pero duró poco, claro, Sara no está hecha para esas cosas

- Ya

- Se enfadó con sus padres y se fue a vivir con unos tíos, pero tampoco duró mucho allí y se fue a mmmm no recuerdo a qué ciudad me dijo la chica… bueno, la cosa es que me dijo que Sara se puso a trabajar...


Cris bajó mucho la voz para decir:

- De escort

- Hostias

- Sí, eso dice la chica que le dijo Alberto

- Que fuerte ¿No?

- Es que sin el dinero de papá y sin querer trabajar, pocas opciones le quedaban

- Que pena de muchacha

- Ya

- ¿Y Alberto?

- Está haciendo trabajillos de portero de discotecas y cosas así

- ¿Dejó las oposiciones?

- Ajá, el padre lo obligó a ponerse a trabajar si quería vivir en su casa. Lo llevó a su obra para trabajar de albañil pero Alberto no duró mucho, lo echaron, y no me extraña porque mira que es flojo, no era capaz ni de hacerse un bocadillo

- Como Antonio

- Pero estará contento, seguro que se hincha de follar en las discotecas, eso es lo que le importa, follar y divertirse

- ¿Y no se ha hecho puto? Sabía follar ¿No?

- Sí, peor que Carlos y mi Héctor, pero tiene cuerpazo, sí, podría haber hecho como Sara, pero yo creo que no lo ha hecho porque no sabe como hacerlo, muy listo no es jajaja

- Jajaja

- Yo tampoco es que sea muy lista porque hay que ver lo tonta que fui con esos dos, cada vez que lo pienso..

- Ahora es fácil verlo, en ese momento no

- Ya, pero lo peor de todo es que tenía al amor de mi vida al lado mía y no lo veía ¿Cómo pude estar tan ciega? No me lo explico

- ¿Me lo cuentas a mí?


Y las dos nos reímos. Las dos miramos a la zona de la barbacoa donde estaban los dos liados. Le dije a Cris:

- Mira que guapos

- Sí, jiji

- Menos mal que hoy Gema se dormirá agotada con tanta piscina, porque pienso comérmelo enterito jajaja

- Jajaja, eso, eso, jajaja


Entonces recordé algo y le dije:

- Ah, te tengo que contar donde me llevó ayer Carlos y lo que me dijo


Y empecé a contarle emocionada lo del chalet y su idea sobre las habitaciones.


Carlos
No parábamos de escuchar las risas de la dos chicas, cosa que me encantaba porque era una maravilla estar rodeado de risas y buen ambiente. Miré a Héctor que sonreía mientras cortaba tomates, disfrutando también de esas risas. Entonces escuchamos ruido de agua y los dos miramos a la piscina para verlas salir, y nos quedamos abobados mirándolas, tan guapas y sexis en bikini, con los reflejos del sol en sus cuerpos húmedos. Le dije:

- Menuda suerte tenemos, Héctor

- Ya te digo, Carlos

- Tenemos que cuidarlas muy bien, somos muy afortunados

- Lo sé, lo sé

- ¿Aún temes que Cris no sea para ti?

- Claro, es demasiado guapa y lista para mí

- Ya, jeje, me suena esa forma de pensar

- Pero estamos muy bien, estamos genial, sé que me quiere mucho

- Así es

- Mmmm Te… te quería pedir consejo con una cosa, Carlos


Lo miré extrañado y asentí:

- Ya sabes lo de la familia de Cris

- Ajá

- He mmmm he estado intentando hablar con ellos para ver si puede haber un acercamiento

- Anda

- Es que Cris los echa mucho de menos, ya lo sabes, a sus hermanos, no a su madre

- Lo sé, se siente muy culpable por lo que pasó

- Sí… Pues eso, intenté hablar con ellos y fue difícil, no querían saber nada, pero un día me respondió el hermano paralítico y estoy hablando con él sobre Cris ¿Crees que estoy haciendo mal?

- ¿Mal? ¿El qué?

- Hacer esto a escondidas de ella, es que si sale mal no quiero que se lleve una desilusión

- Ya ¿Y qué dice el hermano?

- Al principio todo fue mal, era muy borde, pero le insistí y poco a poco me ha dicho que no se lleva bien con la madre, que ella siempre le ha echado la culpa a Cris de todo, pero que él recuerda que quien le empujó no fue Cris, y cada vez lo noto más dispuesto a verse con Cris ¿Crees que hago mal?


Le puse una mano en el hombro y le dije:

- No, si lo consigues, la harás muy feliz, está muy traumatizada con eso y si ese hermano la perdona, la ayudará mucho

- Ya, eso espero… Entonces ¿Sigo intentándolo?


Me lo pensé unos segundos y asentí pero le dije:

- Si te parece bien, se lo contaré a Silvia, ella es muy perceptiva y entiende mucho mejor los sentimientos que yo

- Gracias, estaría genial, pero no le digáis nada a Cris, no sé como va a acabar esto

- Tranquilo


Y lo miré. Era un gran chico y se estaba convirtiendo en un gran hombre cada vez más seguro de sí mismo. Y si conseguía lo que se había propuesto y los hermanos hacían las paces, la haría muy feliz.


Al poco llegaron las chicas y nos pusimos a preparar la carne y tuvimos un almuerzo entre risas, besos y miradas llenas de cariño, éramos una familia de verdad.


Y para el postre, fui a la cocina y volví con una bandeja de dulces, la puse en la mesa, dándole a Gema un dulce que ella podía comer sin problema, y a Silvia le serví uno que sabía que le encantaba.


Silvia
Me sentía exultante, estaba siendo un día perfecto. Miré a Gema que, sentada en el suelo, le daba mordiscos a su dulce especial para ella, contenta mientras leía su libro de cuentos.


Miré a Cris y Héctor, que entre risas y mimos, compartían sus dulces, siempre compartían todo. Y miré a Carlos, que me miraba fijamente, sonriendo, y sentí como por dentro me recorría una ola de felicidad, amor.. me parecía increíble lo mucho que lo quería y lo bien que me sentía a su lado. Me incliné, le di un beso y le dije bajito:

- Te quiero, amor

- Ni una pizca de lo que yo te quiero a ti


Me reí pensando que nunca sería capaz de expresarle con palabras lo muchísimo que le quería, y le di un mordisco a mi dulce. Entonces vi algo dentro del dulce. Dije:

- Oh, mierda, mi dulce tiene algo dentro, tened cuidado


Tiré de esa cosa con algo de asco. Lo miré y vi que era una bolsita con algo dentro. Entonces me fijé mejor y vi lo que era… Nerviosa, lo cogí, desenvolví y me quedé boquiabierta mirando un anillo. Entonces, Carlos se puso delante mía, con una rodilla en el suelo y me dijo:

- Silvia, eres la mujer de mi vida y no puedo imaginar mi vida sin ti


Se hizo un silencio total. Carlos, muy nervioso, carraspeó y mientras cogía el anillo de mi mano y me lo ponía en un dedo, preguntó:

- ¿Te…. Te casarías conmigo?


Lo miré con la boca abierta. Miré a mi alrededor, todos estaban quietos, expectantes mirándonos, hasta Gema nos miraba con la boca abierta. Me arrodillé junto a Carlos y lo abracé llorando mientras respondía:

- SÍ, SÍ, SÍÍÍÍÍÍÍ​
 

Leer después del 68

Epílogo​

Días después
El abogado


Esperé a que el funcionario de prisiones me diera paso y entré en la sala donde me esperaba mi clienta. La miré unos segundos antes de dirigirme a la mesa. Tenía un aspecto desmejorado, bastante desmejorado respecto al primer día que la conocí hacía unos meses. Entonces me pareció una mujer tremendamente atractiva, una morena altiva, muy sensual y acostumbrada a que todos los hombres giraran la cabeza al verla pasar. Ahora era una sombra de aquella mujer. Quizás fuera la falta de maquillaje, el uniforme de prisión,… pero no, no era solo eso, era más, era su ánimo, había perdido su seguridad.


La saludé y me senté frente a ella. Carmen me dijo rápidamente:

- ¿Qué tal ha ido? ¿Me ayudará? ¿Lo hará?


Carraspeé. Carmen tenía problemas serios, muy serios. Además de los cargos por prostitución, drogas y extorsión, estaba el cargo por los menores. Encima, su socio, Jamal, había declarado en su contra para rebajar su propia condena, presentando pruebas donde la involucraba como la cabecilla de toda la trama. Y luego estaban los videos, los de prostitución y, sobre todo, con los menores. Y la cantidad de correos hablando de las extorsiones. Tenía que reconocer que Jamal había sido hábil delegando todo ese trabajo en Carmen, sin aparecer él directamente. Y Carmen había sido muy ingenua.


La miré y negué con la cabeza. Ella dijo:

- No, no puede ser

- Carmen, lo siento pero dice que no quiere…

- Pero ¿Le has dicho lo que te dije? ¿Se lo has dicho todo?

- Sí, claro y…

- ¿Sabe que me han quitado a mi hijo? ¿Sabe que era Jamal quien se encargaba de todo? ¿Que se ha aprovechado de mí? ¿Se lo has dicho?

- Sí, todo pero..

- NO, NO, NO

- Carmen, no grites, vendrán y…

- Tenías que haberle dicho que viniera a verme, yo lo hubiera convencido, siempre he sabido como…

- No quiere venir

- No puede ser, Carlos no puede abandonarme también


Meneé la cabeza con tristeza. Carmen, tras conocer la traición de Jamal, había depositado todas sus esperanzas en ese tal Carlos, un ex que había roto con ella al darse cuenta de como era. Ella lo tenía en alta consideración, por su dinero y porque decía que era muy inteligente, que algo se le ocurriría para ayudarla. Era una ilusión fruto de su desesperación, ese hombre nada podía hacer frente al peso de las pruebas en contra de ella.


Carmen me miró con lágrimas en los ojos. Dijo:

- No, tienes que convencerlo para que venga, Carlos es muy generoso, seguro que si sabe la verdad me ayudará, él es la persona más inteligente que conozco, y tiene dinero, seguro que puede…

- Carmen, no va a venir

- Sí, tú háblale de mi hijo, eso lo enternecerá y seguro que viene y entonces yo lo convenceré y…

- Carmen, este fin de semana se casa y se va de viaje


Carmen me miró con sorpresa total. Luego dijo incrédula:

- No, no se puede casar, él no, él me perdió y no…

- Sí, se casa

- ¿Con quién?

- Creo que se llama… A ver, déjame ver, lo tengo apuntado por aquí… Trabaja con él.. Ah, sí, aquí lo tengo, se llama Silvia…

- ¡¡NO, ESA NO!!

- Carmen, no grites, que los funcionarios van a venir y...

- Será hija de puta esa zorra, es que lo sabía, sabía que estaba detrás de él, la muy zorra mosquita muerta, seguro que se enteró de la pasta que tiene Carlos y ha dejado al gilipollas del marido y…

- Carmen, se van a casar, deja de pensar en ese hombre, tenemos que ver las alternativas para…

- No, no, déjame pensar…


Me callé. La miré, daba un poco de miedo su mirada desquiciada. Pensé en la entrevista con el tal Carlos. Había tenido que ir a su despacho, y llamó a la tal Silvia a pesar de que le insistí que era algo privado, pero se negó. Y la tal Silvia, además de ser una mujer muy atractiva, me pareció que era una persona de carácter y muy inteligente. Los dos me escucharon, y hablar con ellos era como hablar con una sola persona, opinaban exactamente lo mismo y se terminaban las frases del otro sin problema ni dudas, los dos estaban extremadamente compenetrados. No me había parecido para nada que esa mujer fuera una caza fortunas.


De repente, Carmen dijo:

- Me da igual esa zorra, cuando salga de aquí, Carlos será mío y la abandonará, pero tienes que traerlo, tengo que hablar con él y…


Carmen desvariaba totalmente. Negué con la cabeza mientras le decía:

- Carmen, no va a venir

- Sí, coño, tú haz tu puto trabajo y que…

- Carmen, sabe lo de los videos con menores


La cara de Carmen cambió mostrando una sorpresa total. Tras unos segundos digiriendo la nueva información, dijo:

- Pero le dirías que estaba drogada, que no sabía que hacía, que no fue cosa mía, que…

- Carmen, saben también lo de los correos donde tú arreglaste todo, no sé como pero lo sabe


Carmen se echó para atrás como si le hubiera dado una bofetada. Esta vez no dijo nada durante casi un minuto. De repente, su cara cambió a una expresión de furia que me asustó:

- Él, fue él

- ¿Qué? ¿A qué te refieres?

- Esas zorras le dieron el puto portátil a él… Y Carlos me denunció

- No según las…

- Te he dicho que es muy inteligente, fue él, el hijo de puta que me ha hecho todo esto, él lo preparó para que todo el proceso fuera legal, pero fue él, te lo digo yo

- Eso no importa ya, Carmen, ahora tenemos que ver como podemos rebajar los años que te van a caer por…

- Sí, pero me dan igual los años, cuando salga de aquí ese hijo de puta va a saber quien soy, te lo juro, se va a arrepentir de haberme hecho esto


FIN
 
Bueno, pues se acabó el culebrón de estos cuatro compañeros. El último capítulo es que me salió demasiado largo y lo tuve que dividir en dos, pero como en realidad es uno, pensé que lo mejor era publicarlos a la vez, pero es que esta mañana me lie mucho en el trabajo.


Gracias a los que habéis llegado hasta el final, sé que ha sido un relato demasiado largo, y eso que he recortado mucho, por ejemplo, el capítulo donde se resuelve lo de Laira/Yolanda eran 3 capítulos originalmente, pero metí tijera y resumí varios eventos de 2 o 3 páginas en varios párrafos, o la misma historia de esas dos chicas la he acortado mucho respecto a lo que pensaba hacer inicialmente. Y lo mismo pasa con Marina, iba a tener más protagonismo pero al final solo ha estado para crear un pelín de incertidumbre sobre lo que haría Carlos. Y otras cosas que tenía pensadas pero es que se me estaba haciendo bola el relato durante la escritura de esta cuarta parte, es mucho tiempo escribiendo, al menos para mí.


En fin, 711 páginas me indica mi fichero para una historia bastante simple, es que mira que me he enrollado a veces :rolleyes:


Así que nada, dejemos descansar a nuestro santo varón y sus amigos en este final feliz, aunque he dejado abierta una rendija por si algún día me da por volver a estos personajes, quien sabe ;)


Gracias, queridos lectores.​
 

Leer después del 68

Epílogo​

Días después
El abogado


Esperé a que el funcionario de prisiones me diera paso y entré en la sala donde me esperaba mi clienta. La miré unos segundos antes de dirigirme a la mesa. Tenía un aspecto desmejorado, bastante desmejorado respecto al primer día que la conocí hacía unos meses. Entonces me pareció una mujer tremendamente atractiva, una morena altiva, muy sensual y acostumbrada a que todos los hombres giraran la cabeza al verla pasar. Ahora era una sombra de aquella mujer. Quizás fuera la falta de maquillaje, el uniforme de prisión,… pero no, no era solo eso, era más, era su ánimo, había perdido su seguridad.


La saludé y me senté frente a ella. Carmen me dijo rápidamente:

- ¿Qué tal ha ido? ¿Me ayudará? ¿Lo hará?


Carraspeé. Carmen tenía problemas serios, muy serios. Además de los cargos por prostitución, drogas y extorsión, estaba el cargo por los menores. Encima, su socio, Jamal, había declarado en su contra para rebajar su propia condena, presentando pruebas donde la involucraba como la cabecilla de toda la trama. Y luego estaban los videos, los de prostitución y, sobre todo, con los menores. Y la cantidad de correos hablando de las extorsiones. Tenía que reconocer que Jamal había sido hábil delegando todo ese trabajo en Carmen, sin aparecer él directamente. Y Carmen había sido muy ingenua.


La miré y negué con la cabeza. Ella dijo:

- No, no puede ser

- Carmen, lo siento pero dice que no quiere…

- Pero ¿Le has dicho lo que te dije? ¿Se lo has dicho todo?

- Sí, claro y…

- ¿Sabe que me han quitado a mi hijo? ¿Sabe que era Jamal quien se encargaba de todo? ¿Que se ha aprovechado de mí? ¿Se lo has dicho?

- Sí, todo pero..

- NO, NO, NO

- Carmen, no grites, vendrán y…

- Tenías que haberle dicho que viniera a verme, yo lo hubiera convencido, siempre he sabido como…

- No quiere venir

- No puede ser, Carlos no puede abandonarme también


Meneé la cabeza con tristeza. Carmen, tras conocer la traición de Jamal, había depositado todas sus esperanzas en ese tal Carlos, un ex que había roto con ella al darse cuenta de como era. Ella lo tenía en alta consideración, por su dinero y porque decía que era muy inteligente, que algo se le ocurriría para ayudarla. Era una ilusión fruto de su desesperación, ese hombre nada podía hacer frente al peso de las pruebas en contra de ella.


Carmen me miró con lágrimas en los ojos. Dijo:

- No, tienes que convencerlo para que venga, Carlos es muy generoso, seguro que si sabe la verdad me ayudará, él es la persona más inteligente que conozco, y tiene dinero, seguro que puede…

- Carmen, no va a venir

- Sí, tú háblale de mi hijo, eso lo enternecerá y seguro que viene y entonces yo lo convenceré y…

- Carmen, este fin de semana se casa y se va de viaje


Carmen me miró con sorpresa total. Luego dijo incrédula:

- No, no se puede casar, él no, él me perdió y no…

- Sí, se casa

- ¿Con quién?

- Creo que se llama… A ver, déjame ver, lo tengo apuntado por aquí… Trabaja con él.. Ah, sí, aquí lo tengo, se llama Silvia…

- ¡¡NO, ESA NO!!

- Carmen, no grites, que los funcionarios van a venir y...

- Será hija de puta esa zorra, es que lo sabía, sabía que estaba detrás de él, la muy zorra mosquita muerta, seguro que se enteró de la pasta que tiene Carlos y ha dejado al gilipollas del marido y…

- Carmen, se van a casar, deja de pensar en ese hombre, tenemos que ver las alternativas para…

- No, no, déjame pensar…


Me callé. La miré, daba un poco de miedo su mirada desquiciada. Pensé en la entrevista con el tal Carlos. Había tenido que ir a su despacho, y llamó a la tal Silvia a pesar de que le insistí que era algo privado, pero se negó. Y la tal Silvia, además de ser una mujer muy atractiva, me pareció que era una persona de carácter y muy inteligente. Los dos me escucharon, y hablar con ellos era como hablar con una sola persona, opinaban exactamente lo mismo y se terminaban las frases del otro sin problema ni dudas, los dos estaban extremadamente compenetrados. No me había parecido para nada que esa mujer fuera una caza fortunas.


De repente, Carmen dijo:

- Me da igual esa zorra, cuando salga de aquí, Carlos será mío y la abandonará, pero tienes que traerlo, tengo que hablar con él y…


Carmen desvariaba totalmente. Negué con la cabeza mientras le decía:

- Carmen, no va a venir

- Sí, coño, tú haz tu puto trabajo y que…

- Carmen, sabe lo de los videos con menores


La cara de Carmen cambió mostrando una sorpresa total. Tras unos segundos digiriendo la nueva información, dijo:

- Pero le dirías que estaba drogada, que no sabía que hacía, que no fue cosa mía, que…

- Carmen, saben también lo de los correos donde tú arreglaste todo, no sé como pero lo sabe


Carmen se echó para atrás como si le hubiera dado una bofetada. Esta vez no dijo nada durante casi un minuto. De repente, su cara cambió a una expresión de furia que me asustó:

- Él, fue él

- ¿Qué? ¿A qué te refieres?

- Esas zorras le dieron el puto portátil a él… Y Carlos me denunció

- No según las…

- Te he dicho que es muy inteligente, fue él, el hijo de puta que me ha hecho todo esto, él lo preparó para que todo el proceso fuera legal, pero fue él, te lo digo yo

- Eso no importa ya, Carmen, ahora tenemos que ver como podemos rebajar los años que te van a caer por…

- Sí, pero me dan igual los años, cuando salga de aquí ese hijo de puta va a saber quien soy, te lo juro, se va a arrepentir de haberme hecho esto


FIN
Genial muchisimas gracias @FranRel me ha encantado de principio a fin, gran relato y con un final digno de la mejor película, espero con ganas tus proximos relatos, de nuevo gracias por haberme hecho disfrutar :aplausos1::aplausos1::aplausos1:

Te deseo muchos éxitos en tus futuros proyectos.
 
Bueno, pues se acabó el culebrón de estos cuatro compañeros. El último capítulo es que me salió demasiado largo y lo tuve que dividir en dos, pero como en realidad es uno, pensé que lo mejor era publicarlos a la vez, pero es que esta mañana me lie mucho en el trabajo.


Gracias a los que habéis llegado hasta el final, sé que ha sido un relato demasiado largo, y eso que he recortado mucho, por ejemplo, el capítulo donde se resuelve lo de Laira/Yolanda eran 3 capítulos originalmente, pero metí tijera y resumí varios eventos de 2 o 3 páginas en varios párrafos, o la misma historia de esas dos chicas la he acortado mucho respecto a lo que pensaba hacer inicialmente. Y lo mismo pasa con Marina, iba a tener más protagonismo pero al final solo ha estado para crear un pelín de incertidumbre sobre lo que haría Carlos. Y otras cosas que tenía pensadas pero es que se me estaba haciendo bola el relato durante la escritura de esta cuarta parte, es mucho tiempo escribiendo, al menos para mí.


En fin, 711 páginas me indica mi fichero para una historia bastante simple, es que mira que me he enrollado a veces :rolleyes:


Así que nada, dejemos descansar a nuestro santo varón y sus amigos en este final feliz, aunque he dejado abierta una rendija por si algún día me da por volver a estos personajes, quien sabe ;)


Gracias, queridos lectores.​
Muchas gracias a ti por el esfuerzo que supone montar una historia como esta o como todas las anteriores. Las mañanas ya no seran igual ahora que no aparecera cada dia publicada la continuacion del relato.
 
Bueno, pues se acabó el culebrón de estos cuatro compañeros. El último capítulo es que me salió demasiado largo y lo tuve que dividir en dos, pero como en realidad es uno, pensé que lo mejor era publicarlos a la vez, pero es que esta mañana me lie mucho en el trabajo.


Gracias a los que habéis llegado hasta el final, sé que ha sido un relato demasiado largo, y eso que he recortado mucho, por ejemplo, el capítulo donde se resuelve lo de Laira/Yolanda eran 3 capítulos originalmente, pero metí tijera y resumí varios eventos de 2 o 3 páginas en varios párrafos, o la misma historia de esas dos chicas la he acortado mucho respecto a lo que pensaba hacer inicialmente. Y lo mismo pasa con Marina, iba a tener más protagonismo pero al final solo ha estado para crear un pelín de incertidumbre sobre lo que haría Carlos. Y otras cosas que tenía pensadas pero es que se me estaba haciendo bola el relato durante la escritura de esta cuarta parte, es mucho tiempo escribiendo, al menos para mí.


En fin, 711 páginas me indica mi fichero para una historia bastante simple, es que mira que me he enrollado a veces :rolleyes:


Así que nada, dejemos descansar a nuestro santo varón y sus amigos en este final feliz, aunque he dejado abierta una rendija por si algún día me da por volver a estos personajes, quien sabe ;)


Gracias, queridos lectores.​
Muchas gracias a ti 👏👏👏
 
Bueno, pues por desgracia ya se ha acabado el relato. Fantástico, como nos tienes acostumbrados con todo lo que publicas.

Me ha encantado el final y me ha sorprendido bastante el epílogo. Todos los temas han quedado cerrados y a la vez un final algo abierto con esa escena de Carmen.

Espero poder leerte con algo nuevo pronto.
 
Genial. Como siempre, FranRel un artista contando historias. Me tenías enganchado, y ahora me apena que haya terminado.
P.S.: Me habría gustado que hiciese a Cris y Héctor partícipes de su historia (la de ser dueño de la empresa) y que les diese más responsabilidad en el trabajo, que les ascendiese.
 

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