wolverine
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Capítulo XXVI
Si puede ser
Había salido del hospital algo tarde por lo que aceleró el paso para no demorarse más. La noche había empezado a caer y el frío ya se hacía notar. Cuando cruzó la puerta del bar, la vio en la barra, sentada en una de las sillas altas, como era habitual. Delante de ella, un periódico mal cerrado y un kas de limón a medio acabar. Sonrió, últimamente se le estaban pegando muchas de sus costumbres.
La observó durante unos segundos antes de acercarse, disfrutando orgulloso. Ella, ese bellezón inalcanzable; imán para los hombres, estaba ahí por él, esperándolo. Era su chica, su amor y su media mitad. Para no variar, a su lado, un par de muchachotes tan guapos y elegantes como dos maniquíes de Zara, no paraban de hablar con ella, intentando ligársela.
Como de costumbre.
Ella asentía a sus comentarios y, de vez en cuando, les regalaba una sonrisa forzada de enigmático significado detrás de un discreto sorbo a su bebida o una caída de ojos con aire cansado. Uno de ellos, el que parecía llevar la voz cantante, se había tomado la libertad de hablar demasiado cerca de su oído, posando, como quien no quiere la cosa, la mano sobre su cintura. Ella cambió el rostro y tensó la espalda. Su compañero, sonreía. Hubo un guiño de ojos que ella no vio.
—Perdona —dijo Dani levantando un dedo para llamar la atención de la chica.
Se había acercado a ellos quedando a un paso de distancia. Los tres se giraron a mirar a aquel chico fibroso y de pelo desaliñado. Antes de que ninguno de aquellos dos hombretones abriera la boca, se dirigió a ella seguro de sí mismo.
—Disculpa mi osadía, pero, te he visto desde la entrada y quería decirte que te encuentro sexualmente atractiva. Me preguntaba si podría invitarte a tomar algún tipo de bebida alcohólica con el fin último de mantener algún tipo de relación tórrida, salvaje e ininterrumpida, una y otra, y otra, y otra —hizo una pausa—, y otra vez.
Los dos maromos se miraron entre sí molestos por la interrupción, pero aguantándose la risa. Uno de ellos iba a decir algo cuando se percató del semblante huraño de la chica, por lo que prefirió que fuera ella quién bañara en agua fría a aquel idiota entrometido.
—Si puede ser —añadió Dani alargando en exceso la palabra “puede” por la mitad.
Alba, que había vaciado el resto de su bebida en la boca, pasó el líquido de un moflete a otro, inflando cara carrillo antes de tragar.
—¿La tienes grande?
—Nah, así solo. —Mostró una distancia entre su dedo pulgar e índice escasa incluso para él.
—Entonces vale. Paso de que me hagan daño cuando lo hago por el culo.
Sin más preámbulos, se levantó y se dirigió con paso decidido hacia la salida, arrancando su chaqueta del respaldo de la silla con la intención de que él la siguiera. Dani se rascó la barbilla con la vista en el suelo, dubitativo.
—Es que yo por el culo no sé si… —se encogió de hombros—. Vale, por qué no.
La siguió hasta la calle en donde, antes de que la puerta se cerrase tras ellos, la tomó de la cintura posando su mano en el culo. No vieron la cara que se les quedó a los dos pobres pretendientes, pero ellos seguro que sí oyeron sus carcajadas nada más alejarse del local.
Caminaban a trompicones, apoyándose el uno en el otro para no caer de la risa.
—¿Te parecería mal que entre a pedirles que me dejen un condón? —preguntó Dani.
Alba, que no podía parar de carcajearse, se sujetó en su cuello.
—Y de paso pídeles algo de pasta —decía casi sin aire—. Diles que no te llega para invitarme.
Él la miraba obnubilado. En esos momentos la quería más que nunca. Riéndose de todo y de todos, al otro lado de la línea donde se encontraba el resto del mundo. Porque eso era lo que ella había hecho desde que se conocieron, permanecer al otro lado de la línea, su lado. Sin importarle nada más que ellos dos.
Ella lo miraba con los mismos ojos. Lo abrazó y lo besó todo lo que su risa le permitió.
—Me encanta cuando hacemos esto —dijo frotando la punta de la nariz.
Él correspondió a su gesto tocando la frente con la suya, disfrutando de ella y queriéndola más que nunca. Sintiéndola como la parte de su alma que lo complementaba y por la que apostaría un anillo para nunca perderla. La observó así hasta que paró de reír.
—Así que por el culo, ¿eh?
—Si puede ser —contestó Alba alargando la palabra “puede” por la mitad.
Ninguna conclusión que sacar.
No veo por ningún lado problemas en la cama. Solo complicidad y risas.
“al otro lado de la línea donde se encontraba el resto del mundo. Porque eso era lo que ella había hecho desde que se conocieron, permanecer al otro lado de la línea, su lado”
A un lado de la línea está todo el mundo y al otro lado está él y ahora Alba acompañándolo. ??????
Tengo una especie de
Déjà vu
Y no sé bien porqué
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