Ensalada de primavera para cenar.
Tocaba preparar la cena y nos dividimos las tareas. El, hacer la ensalada. Yo, unas tostadas con queso de rulo de cabra y tomate pasado a la plancha. Otras tostadas, de esgarraet (migas de bacalao, dientes de ajo partidos finos, pimiento rojo asado y todo bañado en aceite de oliva).
La ensalada llevaba tomates cherry comprados para la ocasión, olivas sin hueso y ya entenderéis porque debían ser así, lechuga y remolacha a tiras. Todo, aliñado con aceite de oliva, pimienta en vez de sal y quien quiera, vinagre.
Cuando ya estaba la cena preparada, pedí a mi chico, que fuera al dormitorio y me trajera el pañuelo de tela, largo, que había sobre la cama. Lo trajo y le pedí, que se sentará en una silla, le vende los ojos.
Cogí el bol donde estaba la ensalada preparada, lo puse cerca. Me desnude y subí a a mesa. Fui colocando, como pude y haciendo los mínimos movimientos, los tomate cherry, las olivas sin hueso, las tiras de remolacha por todo mi cuerpo.
- Quítate la venda, es la hora de cenar y no puedes usar las manos - abrió los ojos y delante de él, se encontró con una bandeja humana donde estaba la ensalada que el, minutos antes, había lavado, cortado, aliñado...
Se lo comió todo, todo...