Hilo muy interesante. Aprovecho para contar yo mi historia, soy chico bi de 31 años con pareja chica.
Estaría yo empezando tercero de la ESO cuando el tutor que nos conocía a toda la clase, le da por sentarnos como el quiso en vez de poder elegir a nuestro compañero de pupitre. A mí me sentaron con el típico chico malote, rebelde. No era tampoco chusma ni nada, solo que era el guaperas, conocido porque tenía un hermano mayor en el mismo instituto y ambos tenían moto. Yo que era un chico más bien tímido al principio, con buenas notas y que le gustaban cosas como la lectura, el cine o la historia... Una extraña pareja. También lo conocía porque desde pequeños íbamos por la tarde a clase de karate, pero nunca habíamos cruzado más de dos o tres palabras.
Cosas de la vida, fuimos congeniando y acabamos convirtiéndonos en amigos. Nos llevábamos bastante bien y en lugar de que a el se le pegaran mis buenas notas (cosas que supongo que esperaba el profesor) a mí se me acabó pegando un poco de su rebeldía. Nada serio, saltarme alguna clase, ir a desayunar fuera con él en la moto o quedar algún fin de semana con su grupo. Nos reíamos y nos llevábamos de puta madre. Yo ya notaba ahí que me empezó a parecer muy guapo (lo era) y llamarme la atención y alguna paja confusa hubo en los baños del karate pensando en él. Además morboseabamos hablando de chicas, en especial de la novia de su hermano que era la joya del instituto, la buenorra oficial.
Al mes o así, un día en clase señaló su polla empalmada por encima del pantalón. Yo dije que era mentira, que algo se había metido que era muy grande. El me invitó a tocarla para cerciorarme y así fue como se la acaricie por primera vez por encima del chándal. Eso unido a algún típico juego hetero te la época que se basaba en enseñarla en los baños de broma (nunca los entendí pero los disfruté) terminaron de hacer el resto. Ya aquí mis pajas siempre iban a su honor.
A los pocos días llega un día mi madre que se ha encontrado a su madre. Que el padre lo había castigado por malas notas sin salir de casa y sin karate. Total que me pidió si podía ayudarlo alguna tarde. Para mí que aunque me ponía a mil y era mi amigo, me pasaba las tardes vagueando porque no necesitaba estudiar mucho, fue una putada. Total que allí que empezamos a pasar las tardes juntos también. Vivía cerca de casa y sus padres pasaban mucho tiempo fuera, trabajaban bastante y su economía no era muy buena, de hecho, el hermano mayor trabajaba algunas tardes y mi amigo también quería pero no lo dejaban hasta aprobar los exámenes.
A los pocos días, una tarde fuimos a una copistería a imprimir cosas de clase. No nos podíamos escapar porque encima su padre tenía el taller de cristalería donde trabajaba en la misma calle. Al volver a casa nos dimos cuenta de que su hermano y la novia habían llegado porque los abrigos y zapatos estaban en la entrada. El me hizo señal de que me callara y no hiciera ruido y me llevo a su habitación anexa a la de su hermano. Alli empezó a sonar los sonidos típicos del folleteo de ambos. Eso nos puso a mil, el escuchar a la buenorra pedir más, el choque de cuerpos, los jadeos... Aún recuerdo todo y me enciendo de la situación tan morbosa. Mi amigo y yo acabamos pajeandonos, al principio cada uno la suya y luego me ofreció la suya con la mirada cosa que yo acepté. Era la primera vez que tocaba una polla que no fuera mia y encima era de buen tamaño y bonita. Me costaba creerlo. El echo su cabeza hacia atrás y se dejó hacer, para a los pocos minutos acabar corriendose como un animal. Yo que ya había acabado hace rato, al poco de tocar su polla, estaba de nuevo empalmado pero como el polvo de la parejita parecía que iba a acabar, nos fuimos. Esa noche en la soledad de mi casa puede que me hiciera tres pajas más pensando en todo lo ocurrido
Las siguientes semanas consistieron en alternar estudios y deberes con pajas. Lo de los estudios era idea mía pues no quería que aquello acabara y si no mejoraba con mi presencia allí, se terminaba. Las pajas eran viendo porno de revistas o algun DVD que conseguíamos o robamos en algún kiosko, escuchando a su hermano y su novia o robando, oliendo y chupando la ropa interior usada de su cuñada. Éramos bastante salidos y mínimo caía una diaria. La mia me la hacía yo (el no me la tocaba) y la suya también la terminaba yo. Yo flipaba de tener conmigo al malote del barrio, por el que muchas suspiraban y que era guapísimo.
Uno de los muchos días que estábamos escuchando a su hermano con la novia, él le pidió a ella que se la chupara. Por los gemidos y demás supimos que ella lo hizo y el novio lo disfruto mucho. Nosotros nos corrimos como siempre, pero al quedarnos solos hablamos de la mamada. Entre una cosa y otra, él dijo que quería probar y yo me ofrecí medio enserio medio en broma (no esperaba llegar a más) a lo que el (medio en broma medio enserio también) se bajó el pantalón ofreciéndome aquella preciosa polla que tan bien conocía. Dude unos segundos, pues una cosa era pajas y otra eso, algo que ni me planteaba pues nunca había pensado más allá dado que me gustaban las chicas y no había sentido nada por ningún chico que fuera él. Durante esos segundos de duda, el jugando me golpeó con ella y entre risas tome mi decisión y me la llevé a la boca. Todos conocéis esa sensación de tu primera mamada hecha, el sentir ese trozo de carne algo flácida, sentir como crece en tu boca, el sabor mezcla un poco de sudor y semen de la paja de hace unos minutos. El hacer entrar y salir un miembro tan bonito y notar como la otra persona disfruta. Un placer que es difícil de transmitir con palabras. Duro bastante, se había corrido hace poco, lo que me permitió experimentar e ir mejorando conforme pasaban los minutos. Por sus gemidos supe que le estaba gustando. Finalmente acabo en mi boca, sin querer dijo, pero no me importo, aunque esa vez lo escupí.
Ese fue el inicio de un par de años (dos cursos tercero y cuarto), donde el 90% de las tardes las pasábamos juntos de lunes a viernes, en su casa, estudiando. Éramos como monos, sobre todo él. No hablábamos de lo que pasaba, era como una norma no escrita. Cuando quería mamada se bajaba el pantalón y me la acercaba y cuando era pajas se quedaba sentado. Él nunca me hacía nada a mí pero yo tampoco lo necesitaba, disfrutaba haciendo lo que hacía o con todo lo demás que envolvía nuestra amistad, puesto que además de todo éramos amigos. Salíamos, entrábamos (lo que podíamos, sus padres eran bastante estrictos) e incluso en verano (que yo creía que era cuando se iba a enfriar lo nuestro) estábamos juntos todo el día.
Luego yo pasé una época oscura y perdimos el contacto. Nunca más me lo he vuelto a cruzar aunque se cosas de él por amigos míos de aquella época que lo siguen en alguna red social. Ahora está casado e incluso tiene un hijo. Pero aún tendrán que pasar años para que se corra con su mujer tantas veces como lo hizo conmigo.
Perdón por extenderme tanto, pero es una historia que considero bonita, morbosa y que me gusta recordar. Todavía recuerdo su bonita polla, el olor que no siempre era bueno pero que aún así me encantaba y su cara cuando se corría, los gemidos que hacía cuando estábamos solo y como se quedaba aturdido con mirada de placer y media sonrisa cuando se corría. Al año de no volver a vernos volví a estar con otros chicos y confirme m bisexualidad. Aún dudaba de ella a pesar de pasar con la polla de mi amigo hora en la boca. Pero al no atraerme ningún otro hombre diferente, tenía mis dudas. Al final lo que pasaba es que era (y desgraciadamente soy) muy selectivo.
Para terminar debo comentar una película que me ayudó también en mi descubrimiento y no es otra que Piratas del Caribe. Orlando Bloom y la actriz protagonista (cuyo nombre se pero no sé escribir) terminaron por confirmar lo que yo intuía.